2 minute read

El liderazgo y el cambio de época

Next Article
UN DEPORTE SERIO

UN DEPORTE SERIO

Una de las situaciones más interesantes en el análisis del liderazgo ocurre precisamente cuando vemos el cambio de estafeta entre un dirigente y otro, sea en una organización empresarial o de cualquier otro tipo o ante el cambio de gobierno en una nación. En la Edad Media, sabemos que ante la muerte de un rey, se decía: “¡El rey ha muerto, viva el nuevo rey!”. Pero, ¿cómo será ese nuevo rey? Estos cambios en la posición de vértice suelen generar incertidumbre entre las personas que, directa o indirectamente, son afectadas por las decisiones y el estilo personal de gobernar del nuevo régimen. Uno de los primeros desafíos a que se enfrenta el nuevo liderazgo es ¿qué cosas del orden anterior deben conservarse porque siguen siendo valiosas y qué cosas habrá que cambiar en el nuevo orden? Si el titular del gobierno anterior era un líder querido, carismático y popular, ¿qué debe hacer el nuevo gobernante para ganarse su espacio y establecer su propia autoridad?

Desde luego, el asunto no es nada fácil y, de hecho, presenta uno de los principales problemas en materia de liderazgo y gobernanza. Una primera recomendación es hacer un análisis riguroso, con mente abierta y suficiente trabajo de inteligencia, sobre las fortalezas y las áreas de oportunidad de la organización al momento en que ocurre la transición en el mando; pero también se requiere un diagnóstico del entorno que enfrenta y previsiblemente enfrentará la organización en el tiempo por venir. Uno de los errores más graves y comunes en estas situaciones radica en que, o bien se proyecta el pasado como si lo hecho ayer fuera a ser de valor para siempre, o se pretende romper con el pasado como si lo de ayer súbitamente hubiera dejado de tener valor. El balance entre conservar y romper, mantener o innovar, demanda prudencia y tacto, sentido de la justicia, agradecimiento y audacia. A veces gradualidad en el proceso y a veces determinación y fuerza. Como sugería Juan Pablo II a los gobernantes para gobernar bien: escuchen a sus pueblos. Con frecuencia son los propios gobernados que experimentan los rigores de las tormentas los que mejor pueden decir qué funciona del antiguo régimen y qué ya no para que se cambie. (Es el caso, por ejemplo, con la crisis del futbol mexicano: ¡cómo hace falta que los dueños de los equipos escuchen a la opinión pública!).

A partir de estas definiciones fundamentales del nuevo régimen, sus líderes podrán establecer su propia autoridad, su legitimidad y su estilo personal, en los modos de ser y de hacer de la organización.

Lo más importante: nada hay que sea tan bien recibido como la integridad ética, que incluye el respeto a las personas, el sentido de la justicia y la decencia en el comportamiento del nuevo gobernante.

El manejo adecuado de la sucesión en el mando es uno de los aspectos críticos para asegurar la gobernanza y el éxito de la entidad gobernada en el tiempo. Y esto se forma y se prepara, sencillamente porque, como bien ha de saberse, uno no es eterno.

Adrián Ruiz de ChávezV. ProfesoryconsultorenLiderazgoeInteligenciaEstratégica,Institutode DesarrolloEmpresarialAnáhuac,UniversidadAnáhuacMéxico. Correo:adrian.ruizdechavez@anahuac.mx Linked In:Adrián Ruiz de Chávez.Twitter:@adrianrdech.

This article is from: