La fábrica de harinas de Encinasola

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Domingo, 7 de Mayo de 2006 – Diario Huelva Información La realidad del patrimonio provincial Félix Sancha Soria La desaparición de la antigua fábrica de harinas de Encinasola Historia. La fábrica de harinas de Encinasola inició su actividad a principios del siglo XX y su actividad se prolongó durante más de 50 años. Ahora se pretende recuperar la maquinaria utilizada para la molienda.

HACE aproximadamente dos meses nos enteramos que la antigua fábrica de harinas de Encinasola había sido pasto de la piqueta. Inicialmente no pudimos más que sentir indignación y vergüenza, una vez restablecidos de la noticia nos pusimos manos a la obra para recuperar los restos que siempre suelen quedar en los naufragios patrimoniales. Fue entonces cuando contactamos con la alcaldesa Reyes Márquez, que nos confirmó el triste suceso y la existencia aún en la población del aparato molinar y el archivo. Gracias a su labor, que sirvió de intermediación y a la generosidad del propietario de la constructora que ha adquirido los terrenos, abrigamos la posibilidad de que esa maquinaria fuera cedida a la Federación de Asociaciones de la Sierra. La envergadura del proyecto a afrontar hacía necesario contar con la ayuda de otras personas e instituciones como ese gran entusiasta de todos los temas patrimoniales, Eloy García Peña, a la sazón representante de SevillanaEndesa, para que nos permitiera recoger la maquinaria en alguna de sus instalaciones; conseguimos eso y algo más: su compromiso para que estos elementos pasaran a formar parte del futuro Museo de la Electricidad que se va a ubicar en El Repilado. Queda ahora en manos de la Federación de Asociaciones de la Sierra ultimar los trámites para completar el traslado. Pero hagamos un breve balance de la trascendencia de esta fábrica electroharinera. Como decimos su desaparición ha supuesto una gran pérdida para el patrimonio cultural serrano, pues a las buenas condiciones del edificio había que añadir que la maquinaria de su sistema productivo se encontraba intacta. Claro que para ver la importancia real de este establecimiento en la dinámica industrial onubense debemos de recurrir a pergeñar un poco de su historia. Esta fábrica nació allá por los años 1902-1903 en la antigua calle La Fuente de Encinasola, siendo otro de los exponentes de esa tardía primera revolución industrial de la comarca serrana que había comenzado en el último cuarto del siglo XIX, sobre todo con talleres artesanales de chacina, fábricas corcheras, molinos de aceite y fábricas de anisados. A pesar de sus modestos comienzos, el establecimiento se iba a convertir con el paso del tiempo en la espina dorsal de la economía local, garantizando el suministro de un producto básico como era el pan. Su fundador y propietario fue Faustino Moreno Moreno, que siempre se había caracterizado por su iniciativa y capacidad de trabajo, además de por su modernidad al estar al tanto de los avances que se producían en la industria española de esa fechas. En las dos primeras décadas del siglo XX la fábrica producía harinas con una tecnología punta a la altura de cualquier otro establecimiento de la provincia de Huelva. La molienda se basada en el sistema 'Daverio' con una capacidad de transformación de 900.000 kilos de trigo al año, procedentes de los campos de la Sierra y Extremadura. El límite medio de molturación de la fábrica se estimaba en unos 3.000 kilos de harina al día, aunque no era extraño que se alcanzaran los 5.000 kilos. El mercado de este producto se localizaba en el término de Encinasola, es decir, el consumo lo hacían los vecinos que vivían en el pueblo y los que habitaban los cortijos, montes y chozas; pero también compraban esta harina los habitantes de otros términos como Aroche, Barrancos, Cumbres de San Bartolomé, La Nava, Oliva de la Frontera, Fregenal de la Sierra o Higuera la Real. Ni que decir tiene que nos encontramos en un medio profundamente ruralizado y dependiente del campo, con un comercio muy rudimentario.


Esta fábrica contaba con una instalación de energía motriz con dos motores de reserva de gas pobre construidos por 'Korting', uno de 50 H.P. y otro de 30 H.P., que se utilizaban en momentos de apuros. La energía la suministraba la empresa de electricidad Santa Teresa (El Repilado), cuya producción procedía fundamentalmente del agua del río Múrtigas a través de la central hidroeléctrica de El Salto de La Nava. En el año 1924 la fábrica seguía siendo productora de harina, pero había disminuido sensiblemente el número de obreros que trabajan en ella. La llegada de las II República a Encinasola venía cargada de proyectos innovadores y de grandes esperanzas. Durante el primer bienio, el llamado 'De Izquierdas' se le cambia el nombre pasando a llamarse fábrica electro-harinera Nuestra Señora de Los Dolores y se produce una importante reforma (1932). Durante la Guerra Civil (1936-1939) escaseaba el trigo y la harina debido tanto al abandono de los campos como a las dificultades para su importación por la desestructuración de las rutas comerciales, sin embargo, los rectores de la antigua fábrica se las ingeniaron para moler y paliar la escasez de aquellos difíciles momentos. Por tanto, a finales de los años 30 la fábrica seguía siendo un bastión en la lucha por la subsistencia, manteniéndose con el fluido eléctrico que le proporcionaba la empresa Santa Teresa. Incluso en 1940, Faustino Moreno, poco antes de su muerte, había ampliado su negocio con una panadería y una serrería mecánica. A lo largo de la década de los cuarenta van a suceder una serie de cambios en este establecimiento molinero. El 2 de febrero de 1941 consigue suministrar el fluido eléctrico al Ayuntamiento de Encinasola para el alumbrado público valiéndose del tendido y la corriente de Santa Teresa. En los primeros años de esa década la fábrica pasa a manos de los herederos de Faustino Moreno, en concreto a su nieta Dolores Orúe Moreno. Dos años después –1949– se produce un intento de revitalización al ampliar sus instalaciones, instalando un grupo electrógeno de 45 H.P. con cuatro cilindros en dos bloques a gasolina. Esto iba a acabar con los continuos cortes de suministro eléctrico que impedían su normal funcionamiento. Aunque durante los años cincuenta continuaba la fábrica con su producción, empiezan a aparecer algunos indicios de crisis, entre las que se encuentran las restricciones eléctricas (4 ó 5 horas de fluido al día) y los escasos márgenes familiares como consecuencia de una no muy buena administración. Finalmente, el 1 de marzo de 1956 se detiene la maquinaria de una empresa que había molido más de cincuenta años. Durante largo tiempo sus instalaciones permanecieron dormidas, en un letargo aparente. Hace algunos años los propietarios, que eran los descendientes de Faustino Moreno Moreno, estaban interesados en su venta. El Ayuntamiento intentó adquirirla para rehabilitar el edificio creando un espacio cultural o en un centro de interpretación de la molienda en la Sierra. Finalmente la fábrica y sus terrenos fueron vendidos a una empresa constructora que derribó el viejo edificio para construir casas adosadas. Como hemos podido ver la fábrica de harina era la única que conservaba intacto el sistema de molienda de mediados del siglo XX, con su arquitectura tradicional y sus elementos en madera y metal. Pero esta fábrica era algo más, un contenedor de recuerdos y un referente dentro del imaginario colectivo de los vecinos. Claro que en todo este proceso debemos hacernos algunas preguntas: ¿cómo se ha permitido que se llegara a esta situación tan lamentable? ¿por qué ésta edificación no figuraba en el catálogo de bienes de interés cultural de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía? Pero si sorprendidos estamos con la actuación de las administraciones competentes no lo estamos menos con la de los marochos que indolentemente han dejado perder una parte de su identidad sin decir ni siquiera esta boca es mía. Y me duele esta actitud por un doble motivo: por haberse caracterizado Encinasola por ser un colectivo fuertemente conservacionista y por la estrecha relación que me une a ellos. En resumen, una nueva tragedia en un marco que necesita sus elementos patrimoniales para afrontar el desarrollo y detener la sangría demográfica que le aqueja.


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