Oh! Odiel Huelva DOMINGO 24/04/2011
Memorias del cereal Descubrimos la importancia de la siega y la trilla en Galaroza a través de las opiniones de los últimos agricultores que conocieron esta práctica
2
h! Agricultura cachonera
La herencia olvidada de la tierra
E
l acervo popular mantiene la herencia de un oficio que marcó el calendario primaveral y veraniego de muchos municipios onubenses. De hecho, el legado inmaterial de las fuentes orales brota en una cascada de sabiduría pretérita. Eliecer Valle Tavira e Israel Tovar Muñiz, agricultores de Galaroza, del ayer, narran para el porvenir los secretos de la trilla y la era serranas. Voces de la experiencia añeja que claman al cielo la supervivencia de un arte ancestral. No callarán ante el grito de la evolución. Sin embargo, el riesgo del olvido llama con insistencia a su puerta. La comarca meridional de la Sierra tejió su desarrollo en un manto de actividades económicas, aunque sobresalía especialmente la agricultura relacionada con los castañares y la producción hortofrutícola. Estas formas productivas pervivían con una pequeña ganadería que demandaba cada año un volumen anual de grano, pasto y paja. Hasta llegar a este punto de la cadena, los cultivos de cereal y leguminosas requerían de un proceso de transformación. Ahí es donde entra en funcionamiento un espacio conocido como la era; lugar donde se realizaba el trillado del trigo, cebada, avena o centeno, entre otros productos.
La siega y la trilla regaron el acontecer diario de muchas comunidades, como forma de vida y medio de subsistencia diendo su identidad con el compás implacable del minutero. Un reportaje de Fernando Romero Cordobés fromero@odiel.net Fotografías de Alberto Díaz.
El calendario agrícola Antes de entrar en faena y desarrollar cada uno de los procesos que conllevaba las labores de la siega y la trilla, cabe señalar algunos apuntes sobre el ritmo anual que seguían los agricultores. En el mes de mayo maduraban las cosechas y era en ese periodo cuando comenzaban las tareas de recolección del cereal. A partir de entonces y en sacrificada procesión, continuaban estos pasos: la siega, la saca, la trilla, la limpia y la medición y acarreo del grano y de la paja. Estos mecanismos se reproducían en muchos ámbitos del territorio nacional, andaluz y onubense. Era una imagen habitual en los tiempos del sepia, de la agricultura más sostenible. Postales comunes que van per-
La siega Primer botón de una serie de faenas necesarias para la obtención del grano. Ese es el perímetro en el que se mueve la siega. Ésta era practicada por los hombres de forma manual cuando el cereal estaba maduro, se realizaba con la ayuda de una hoz y consistía en separar la espiga del tallo, aunque la altura del corte variaba en función de la utilidad posterior. Si el rastrojo restante era empleado para el ganado, la separación se ejecutaba en una zona más alta y si la caña del cereal se necesitaba para obtener paja, se efectuaba cerca de la superficie terrestre. El segador acumulaba puñados de cereal cortado en su mano izquierda, formando lo que se conoce como ‘llave’: un conjunto del producto segado y que es atado con sus propios tallos. Cada 5 o 6 puñados conformaba una ‘maná’ y varios de éstas un haz que se transportaba en bestias hasta la era, con la ayuda del garabato. La jornada laboral marchaba al ritmo del sol, que indicaba el inicio y el final del trabajo. No eran tiempos de capitalismo impulsivo, sino de lazos comunitarios y cada agricultor segaba su propia cosecha con la ayuda de algún familiar, amigo o vecino. Si bien, algunos propietarios se veían en la necesidad de
contratar a varios trabajadores para la siega, por jornadas o por el total del trabajo independientemente del tiempo requerido. En prevención de riesgos laborales había las carencias imaginables de aquella época, pero también idearon una serie de instrumentos para paliar cualquier accidente. Sobre todo
Un estudio detallado El colaborador de la Asociación Cultural Lieva, José Luis Macías Rico, ha realizado un meticuloso estudio sobre ‘Oficios antiguos: Las faenas y trabajos de la siega y de la trilla en la localidad serrana de Galaroza’, que fue presentado en las Jornadas de Patrimonio de la Sierra de Huelva. Esta obra, en la que participaron los agricultores Eliecer Valle, Israel Tovar, Emilio Antúnez y Francisco Tristancho, aborda los distintos eslabones productivos de la trilla y su extenso vocabulario ya casi desaparecido.
utilizaban una funda de cuero para los dedos de la mano izquierda, que denominaban ‘deíles’ y que se ataban en la muñeca con una serie de lazos del mismo material. A la espera de la trilla En la propiedad de cada agricultor permanecían las cargas de cereal cortado o ‘greña’ que posteriormente serían trasladados hasta la era al objeto de trillarlo. Esta práctica era tan habitual entre los vecinos, que muchas veces había que esperar 3 o 4 días hasta que le llegara el turno de utilizar una de las eras municipales de Galaroza: la era chica o la era grande. Para controlar el orden y asegurar que ningún pícaro robara los haces que había en torno a la era, el Ayuntamiento pagaba a un guarda con los beneficios extraídos por el cobro de un recibo a los agricultores, en función de las fanegas de grano limpio obtenidas en el trillado. Los eslabones productivos continuaban con la trilla propiamente dicha, la limpia y el transporte del resultado (grano y paja) hasta los doblados y pajares de las casas de los agricultores. Eran tiempos de sociabilidad en torno a los trabajos identificativos de una comarca. La era: el lugar de reunión, el seguro del mañana en materia económica y una actividad que ha claudicado a los tiempos y sólo queda en la memoria colectiva de la experiencia.
Duración
Eras públicas
Memoria colectiva
La siega y el trillado duraba en torno a 4 meses. Comenzaba cuando el cereal estaba maduro, sobre mayo aproximadamente.
En Galaroza había dos eras municipales que eran utilizadas por la mayoría de los agricultores de la localidad serrana.
Esta actividad se conserva en el baúl de los recuerdos de los antiguos agricultores, ya que hoy en día ha desaparecido.
10
Odiel Domingo 24 de abril de 2011
Agricultura cachonera
3
h!
Domingo 24 de abril de 2011 Odiel
11
4
h! Agricultura cachonera
Estas imágenes ilustran el resultado final de la trilla del cereal y de los altramuces, respectivamente. / Israel Tovar / Asociación Cultural Lieva.
L
egado impertubable a las hojas del calendario. Resiste en sus formas pétreas y también aquellas regadas por un manto arenoso como alfombra. Algo más que un espacio productivo y económico, un lugar de sociabilidad donde se forjaban lazos comunitarios. Las eras conjugaban todos estos aspectos y centraban buena parte del acontecer diario desde mediados del mes de mayo. Su descripción física seguía un parámetro circular en el que se trillaba el cereal ya cortado. Es decir, aquí se separaba el grano de la paja y del ‘tamo’ (aquellas partículas más finas resultantes de la trilla). Las había públicas y particulares, así como aquellas con un pavimento de piedra para facilitar las labores de limpieza y otras presentaban el suelo de tierra, convenientemente compactado para esta labor. Solían construirse en lugares estratégicos, ya que se precisaban continuas corrientes de viento al objeto de llevar a cabo la limpia, es decir, aquel proceso por el que el cereal trillado se echaba al aire con la ayuda del biergo. De esta forma, el grano, de mayor peso, caía a un lado, y la paja, a otro. Más allá de esta concepción descriptiva aparece un valor antropológico. “Solíamos pasar algunas noches cuidando los montones de grano. También era habitual almorzar en este lugar y compartíamos vino y morcillas negras. Además, los niños solían pasar mucho tiempo con no-
La era, algo más que un espacio productivo En este lugar se producía el desgrane del cereal pero, además, representaba el epicentro de las relaciones sociales entre los vecinos
Un reportaje de Fernando Romero Cordobés fromero@odiel.net Fotografías de Alberto Díaz
sotros mientras trillábamos. Era un todo un acontecimiento en la vida del pueblo”, señala el agricultor Israel Tovar Muñiz. La trilla y la limpia Sobre el firme de la era se extendía de manera circular la parva con la precaución de colocar las espigas
hacia arriba. “Normalmente dejábamos pasar unas horas para trillar, ya que así se secaba el pasto y el proceso era menos laborioso y más efectivo”, apunta Tovar Muñiz. La trilla se realizaba con bestias o mediante el empleo de un artilugio conocido como trillo, aunque era menos habitual. “Normalmente uti-
Pasado
En la imagen, cedida por Manuel Esteban, se observa a Cipriano Muñiz que mira el resultado final de su trilla ya envasada en sacos. Esta fotografía está fechada en 1960 cuando las eras aún tenían utilidad.
lizábamos 3 mulas atadas de forma paralela por el cuello. Éstas pisaban el cereal y nosotros llevamos el cabestro. La más lejana la llamábamos la de la carrera y la cercana, la de la mano”, apunta Eliecer Valle. Los animales giraban una y otra vez sobre la parva extendida y de vez en cuando se le daba la vuelta a ésta. Tras este procedimiento que solía durar unas 3 o 4 horas, dependiendo de la cantidad de grano, se procedía a la limpia del resultado obtenido tras amontonarlo. Para esta faena se esperaba a que las corrientes de viento fueran favorables, “que solían comprender desde las 11 de la mañana hasta el mediodía y posteriormente, a partir de las 17.00 horas” puntualiza Eliecer. Con la ayuda ventosa se lanzaba al aire el producto resultante de la trilla al objeto de separar el grano de la paja, ya que los distintos pesos de ambos y el viento favorecían la separación. Después, el grano había que cribarlo con cedazo rectangular con fondo de red de tomiza.
A fondo Popularidad
Peligro
Medidas
Meteorología
La trilla era muy común en los municipios onubenses, como Fuenteheridos, Higuera de la Sierra o Encinasola, entre otros.
Los incendios representaban el mayor peligro relacionado con la trilla. Por eso no se fumaba cerca de la era.
El almud y la cuartilla eran las principales unidades de medida para conocer la cantidad de grano obtenido tras el trillado.
La trilla precisaba de días calurosos en los que no hubiera humedad y con vientos predominantes del poniente en Galaroza para proceder a la limpia del grano y la paja.
12
Odiel Domingo 24 de abril de 2011
Agricultura cachonera A saber... La Dehesa, producción comunal Una de las fincas más llamativas era La Dehesa, ya que era de uso público. Es decir, la siembra correspondía a aquellos agricultores de Galaroza que así lo solicitaban. Se trataba pues de un aprovechamiento comunal, que sólo queda en el baúl de los recuerdos añejos. En la actualidad, la explotación de este terreno está dirigida a la masa forestal y ya no se plantan cereales ni leguminosas como antiguamente. Un ejemplo más de la progresiva desaparición de la siega.
Las distintas funciones de la mujer Las mujeres cachoneras también participaban en algunos quehaceres relacionados con la trilla. Por ejemplo, era habitual que en el proceso de la limpia cogieran un especie de escobajo de ramas para amontonar el grano y la paja en dos lugares diferentes. También buscaban las espigas que se caían en el transporte del cereal cortado hasta la era.
Un legado lingüístico y popular
h!
Los aperos más comunes
D el universo de la siega y la trilla sobrevive, entre el polvo de doblados y el lento olvido, una serie de herramientas y aperos que inmortalizan, arrinconados por el paso del tiempo, diferentes labores relacionadas con la obtención del grano limpio del cereal. En primer lugar y en el ámbito de la siega aparecen dos instrumentos imprescindibles como la hoz y el hocino, que se empleaban para segar mieses y están compuestos de una hoja acerada, curva, con dientes muy agudos y cortantes o con filo por la parte cóncava, afianzados en un mango de madera. Para el transporte de los haces de cereal cortado se utilizaba el garabato; un utensilio en forma de ‘w’ que se incorporaba a la bestia para que el transporte de ‘greñas’ fuera más sencillo y eficaz. Por su parte, los rastrillos de madera también eran muy común durante el desarrollo de esta faena agrícola. Su empleo estaba destinado al amontonamiento de la parva. Una vez en la era y extendida la parva había que emplear la horqui-
5
Herramientas y artilugios, hoy casi desaparecidos, cumplieron una tarea primordial en el trillado de los cereales
Un reportaje de Fernando Romero Cordobés fromero@odiel.net Fotografías de Alberto Díaz.
lla para removerla y para que el trillado de las bestias fuera totalmente efectivo. Esta herramienta de madera, formada por un palo largo, presentaba una curvatura en el extremo opuesto y diferentes puntas, normalmente 3. Por su parte, el bielgo, de 5 o 6 puntas, servía para aventar los productos trillados al viento al objeto de que se separase el grano de la paja por la diferencias de pesos de ambos y la acción de las corrientes ventosas. Tras este procedimiento, cuando el grano estaba bastante separado de la paja, se empleaba una pala de madera que repetía el mismo proceso anteriormente descrito con el bielgo. El último instrumento que entraba
en acción era una especie de cedazo rectangular o zaranda que cribaba el grano y lo separaba de las últimas impurezas, como piedrecillas o tallos. La medición del grano resultante se hacía con una cuartilla. El barrido del suelo de la era, una vez culminadas todas las faenas, se hacía con una escoba fabricada con matorrales que nacían en las proximidades de los municipios, como el lentisco o el mirto. Por último, cabe señalar que, por ejemplo en Galaroza, era muy habitual recoger agua de la fuente del socavón mediante la ‘cantarilla’, una vasija de barro del tamaño y forma de una jarra ordinaria, boca redonda y dos asas atravesadas por una cuerda que servía para colgársela al hombro.
En las imágenes, las distintos utensilios que participaban en la siega y la trilla.
Muchas formas de expresión se han desarrollado en torno a la era. Sellos lingüísticos que pronto coparán las páginas del diccionario del olvido. Sin embargo, aún persisten viejas canciones y refranes alrededor de la siega y la trilla, recogidas por Tomás López en ‘Cancionero y tradiciones de Encinasola’.
Invitado
Cultivos
Destino
Sin maquinaria
Elaboración
Los jornaleros solían encontrar culebras o saetones escondidos en los haces del cereal cortado, con el peligro que suponía.
En Galaroza las siembras que posteriormente se trillaban eran las de trigo, cebada, avena, altramuces, garbanzos y habas.
Los cereales o leguminosas trillados se destinaban al consumo humano, elaboración de pan o alimentación de bestias.
La siega y la trilla representaban un trabajo manual, sin la intervención de ninguna maquinaria.
Los haces solían conformarse con varetas de castaño que rodeaban el cereal cortado y facilitaban su transporte. Domingo 24 de abril de 2011 Odiel
13
6
h! Agricultura cachonera
A
Los aliados de la cultura de la trilla
gricultura desesperada en sus formas añejas. Estás en horas bajas, pero hay quien te quiere dar cuerda. Los campos de la tierra han sido testigos de artes y tradiciones populares que han jalonado el territorio onubense. Por eso, resulta vital su recuperación y su puesta en valor, sobre todo en aquellos aspectos que dejaron huella en el pasado. Y es que hubo una época en que la cultura de la trilla formaba parte de las vidas diarias de cientos de personas. Aquel patrimonio etnográfico estaba repleto de matices dignos de ser considerados como parte identificativa de los hombres y mujeres de la provincia. Hoy en día, casi todo lo que identificaba la cultura de la trilla ha desaparecido. La actividad se ha extinguido y sus costumbres son parte de un ayer desconocido para los jóvenes. Esta realidad es de sobra conocida por la Asociación Cultural Lieva, de Galaroza, que se ha puesto manos a la obra para recuperar las eras de esa población; un espacio del pueblo al cual acudían los jornaleros para trillar o triturar los cereales para así separar el grano de la paja. En el interior de la localidad serrana se encuentran dos eras públicas que aún se conservan en buen estado, incluso una de ellas presenta un magnífico empedrado que le otorga un aspecto mayestático. La citada asociación también ha descubierto la existencia de una era más pequeña pero igualmente bella, junto a una casa monte típica de las huertas cachoneras, además de la era de La Repigüela. El proyecto, al detalle Ante tal contexto patrimonial, Lieva pretende dar vida a una nueva iniciativa relacionada con los campos serranos y que ahonde en una perspectiva turísticocultural. Para ello está desarrollando un plan de acción que comprende la puesta en valor de las eras para su visita y disfrute visual y estético. Desde la valoración de la asociación cultural es necesario la adecuación de los caminos que llevan a los 4 eras. Además, contempla la habilitación de un itinerario propio que incentive su visita, así como un recurso de apoyo en forma de centro de recepción o de interpretación desde el que se guíe al visitante en
La Asociación Cultural Lieva, el investigador José Luis Macías y dos agricultores cachoneros demandan la recuperación de esta tradición agrícola un recorrido adecuado que le permita disfrutar del este completo proyecto. Este centro, cuya ubicación propuesta por Lieva radica en las antiguas instalaciones del bar de la piscina municipal, contaría con contenidos específicos que recogieran los aspectos más destacados de esta actividad tradicional. Mediante audiovisuales, fotografías, utensilios antiguos y otros elementos se dará cuenta de los principales aspectos etnográficos de la trilla serrana.
En la imagen, 3 de las 4 eras localizadas en el interior y alrededores del municipio de Galaroza. / Asociación Cultural Lieva.
Señalización Por último, el proyecto recoge el diseño de las rutas más propicias para el disfrute del itinerario de la era, llevando al visitante a través de hitos informativos que remarquen la riqueza patrimonial de los espacios recuperados. Para ello, resultará fundamental el establecimiento de una señalética propia de estos lugares, intentando que su aspecto y estética se integren en el entorno. Esta iniciativa enraíza con la necesidad de recuperar el legado etnográfico que se desplegó por los campos onubenses y que marcó el devenir de miles de jornaleros que arrancaron a la tierra su medio de subsistencia. Se trata pues de conectar el pasado con el presente al objeto de que el futuro reconozca aquellas prácticas más cotidianas de las comunidades antiguas. Es una forma de conservar el patrimonio relacionado con las tareas agrícolas que permitieron el desarrollo económico y social de muchos municipios onubenses. Una iniciativa que nace desde el seno de la propia sociedad y en este caso viene representada por la Asociación Cultural Lieva, del municipio de Galaroza.
De cerca Cortes de la siega
Jornada completa
Transporte
Número de eras
El mayor peligro de la siega radicaba en los posibles cortes en la mano izquierda con la hoz que manejaba la derecha.
Durante la siega, los jornaleros permanecían en los campos desde el comienzo del alba hasta el atardecer.
El alimento segado y apilado se transportaba con la ayuda del garabato o simplemente con una soga y un mozo de palo.
Según los cachoneros Eliecer e Israel, Galaroza contaba con un elevado número de eras, tanto empedradas como con un suelo de tierra. Contabilizan entre 15 y 20.
14
Odiel Domingo 24 de abril de 2011
Agricultura cachonera
7
h!
Agricultura, en estilo directo José Luis Macías Rico
Eliecer Valle Tavira
Israel Tovar Muñiz
“Mi pretensión es que no se pierda la tradición”
“Estas tareas sólo quedan en el recuerdo”
“La trilla es parte de la cultura de Galaroza”
Desde los confines de la investigación y bajo la idea de la Asociación Cultural Lieva, José Luis Macías Rico hundió su tiempo y dedicación en las raíces de la tierra. “Mi pretensión fue la de realizar un estudio sobre los distintos trabajos que acompañaban a la siega, a la trilla y la limpia en las eras. Este trabajo ya fue presentado en las pasadas Jornadas de Patrimonio de la Sierra de Huelva y gracias a su repercusión en medios como éste, quizás consigamos la recuperación de estos espacios e incluso la celebración de una fiesta anual relacionada con este pasado agrícola”, recalca el propio investigador. En este repaso por el ayer, por el calado de tradiciones ya casi desaparecidas, Macías Rico descubrió y se dejó sorprender “por el extenso vocabulario que hoy en día está en desuso, por la cantidad de aperos que ya están abandonados y por el buen estado de conservación de la era chica o del socavón y de la era grande de Galaroza”. Más allá de estos descubrimientos, José Luis también abordó la importancia de la siega y la trilla en el municipio serrano. De hecho, conoció cómo “esta tarea era una de las actividades agrícolas más importantes del año, aunque no la única de la localidad. Sin embargo, de cara a la alimentación de la ganadería doméstica, representaba una de las faenas más relevantes del calendario. También había un extraordinario componente social, ya que muchas familias cachoneras se reunían en torno a la era”, recalca. La intención final no es otra que “evitar la pérdida de esta tradición y el próximo paso será recuperar el folklore que acompañaba a estas actividades”, culmina el investigador.
Sus manos aún muestran alguna cicatriz producida por la hoz de la siega. Su mirada deja entrever un pasado casi desaparecido y desde su voz emergen palabras de otros tiempos. El agricultor Eliecer Valle Tavira dedicó gran parte de su juventud y madurez a las labores agrícolas acaecidas en torno a la era. “Reconozco que representaba un trabajo duro dentro del campo, pero a pesar de ello lo recuerdo con mucho cariño”, apunta este cachonero. Esta fuente oral perpetúa esta tradición añeja, “ya que sin nuestros recuerdos y experiencias pasadas, el conocimiento de la trilla hubiera desaparecido. Ahora no puedes encontrar a nadie para realizar esta tarea agrícola. Hace 40 años que no se utilizan las eras de Galaroza, ni siquiera mis hijos conocen cómo era aquello en su momento más álgido. Quizás sólo recuerdan la trilla de garbanzos y habas. Sin embargo, esta tarea era muy importante dentro el pueblo. Nos llevábamos 4 meses recogiendo grano en las eras”, señala Valle Tavira. Durante el periodo del trillado, “las relaciones entre los vecinos eran muy agradables. Cuando terminabas de limpiar la parva, echábamos juntos una copita e incluso si hacía falta una mano, no dudábamos en ayudar al compañero. Es decir, disfrutábamos mucho en esos meses. Es una pena porque esa fraternidad, esa comunidad vecinal se ha perdido, ya que en estos días no se trilla. Me gustaría ver otra vez más la era en pleno funcionamiento, aunque sólo fuera por un día”, culmina el propio Eliecer.
En su mochila vital guarece 30 años en el campo, segando las sementeras y trillando el cereal ya maduro en las eras de Galaroza. Israel Tovar Muñiz también experimentó en su cuerpo y en sus manos la dureza de las tareas agrícolas que definían al municipio de Galaroza desde el mes de mayo. Sin embargo, ese pasado desapareció y sólo queda en postales remotas, “ya que la trilla dejó de ser rentable. Antes dependíamos de las cosechas del campo y eso ya no merece la pena”, reseña este cachonero. Existe un desconocimiento generalizado en la capa de población más joven del municipio serrano. Los cachoneros más noveles están desconectados, sin cobertura, con su pasado más cercano. “Los jóvenes de aquí no saben lo que fue la siega ni la trilla. Si le preguntas a algún veinteañero sobre esta tarea no te sabrá decir mucho acerca de ella”, recalca Tovar Muñiz. Para Israel hay un largo camino que recorrer en torno a la recuperación de este arte agrícola. Es de capital importancia “la celebración de una trilla anual para que cachoneros y visitantes vean en directo cómo se procedía en las eras del pueblo. Esto no requiere de mucho esfuerzo y sería un atractivo turístico y etnográfico más del municipio”. El propio Tovar Muñiz lo resume todo con una escueta frase, que engloba el sentir de muchos agricultores cachoneros: “La trilla es parte importante de la cultura de Galaroza. De ahí que su recuperación, aunque sólo sea demostrativa, debería ser una meta común de todos los vecinos”, concluye Israel.
Mareas
Hacer noche
La parva
El tamo
Conservación
Con este nombre se identificaba las horas más ventosas para la limpia del grano. Comprendía de 11 a 15 y de 17 a 19 horas.
Muchos cachoneros vigilaban su grano medio limpio en las eras, pernoctando en ese lugar para evitar hurtos.
‘Desemparvar’: extender los haces de cereal cortado sobre la era. Se dejaba que le diera el calor durante algunas horas.
Corresponde al resto más fino del cereal trillado. El de la haba y el garbanzo era muy peligroso si era ingerido por un animal.
El grano solía guardarse en arcas de madera, elaboradas con castaño, y situadas en los doblados de las casas. Domingo 24 de abril de 2011 Odiel
15