inTROdUcciÓn
Todos nos beneficiamos del esfuerzo y trabajo de aquellos que nos han precedido. Mi padre entendió eso; él solía decir que a todos nos gusta sentarnos a la sombra de árboles que no plantamos. Muchos productos y dispositivos que incrementan nuestra comodidad y hacen nuestras vidas más fáciles y mejores están disponibles por la visión, los planes y el trabajo duro de otras personas. La Biblia que tienes en tus manos es el producto y el resultado de la dedicación de muchas personas durante años de arduo trabajo y perseverancia en cumplir con el llamado de Dios para sus vidas.
En 1973, algunas personas tuvieron la visión de un recurso que ofreciera información profunda para el estudiante serio de la Palabra. Después de un tiempo de planeación e investigación, una nueva revista nació: Sunday School Lesson Illustrator [Ilustrador de Lecciones para la Escuela Dominical]. En su primer número, A. V. Washburn, quien era en ese tiempo el secretario de enseñanza y capacitación de lo que ahora es Lifeway Christian Resources, dijo: «Ahora estamos dando un paso audaz para expresar un sueño. El Ilustrador de Lecciones para la Escuela Dominical contendrá un nuevo mundo de información bíblica para el alumno y el maestro de la escuela dominical. [...] Es para aquellos estudiantes de la Biblia que están interesados en obtener información más detallada sobre personas, lugares y cosas».
Nobel Brown, el primer editor de la revista, expresó su apreciación a los primeros colaboradores: «El atributo común más notable de quienes participaron en la producción del Ilustrador ha sido el entusiasmo traducido en la determinación de crear una revista significativa. Nuestros redactores han dejado de lado otras tareas demandantes para dedicar horas de investigación a la preparación de cada artículo».
El nombre de la revista fue cambiado después a Ilustrador Bíblico, aunque el propósito de la revista nunca cambió. Usando palabras e imágenes, mapas y gráficos, el Ilustrador Bíblico ha ayudado a maestros
y estudiantes de la Biblia a obtener una comprensión más profunda de la Palabra de Dios.
¿Cuál es la importancia de un lugar en particular? ¿Cómo encaja este evento en el contexto más amplio de la Escritura? ¿Qué estaba pasando en el mundo en esa época? ¿Hay un significado que los lectores originales hubieran entendido que nosotros pasamos por alto ahora, siglos después? La RVR 1960 Biblia Ilustrada de la Tierra Santa está llena de artículos e imágenes sumamente útiles que aparecieron en la revista y abordaron estas preguntas y más.
A medida que el año 2020 llegaba a su fin, la revista dejó de publicarse. Sin embargo, con esta Biblia tienes la oportunidad de continuar sentado a los pies de eruditos, para disfrutar de la sombra de hombres y mujeres que invirtieron su vida como aprendices de por vida de la Escritura. A través de sus esfuerzos, descubrirás la cultura, las costumbres, la gente y las prácticas de la época bíblica. La información en estas páginas puede ayudarte a entender el mensaje como la audiencia original lo habría hecho, a profundizar en tu comprensión de la Escritura, e incrementar tu apreciación del mundo bíblico.
La intención no es darte nimiedades o peculiaridades adicionales de información oscura. En cambio, es ayudarte a crecer en tu compromiso con la Palabra de Dios y con el Dios de la Palabra. El Señor promete: «Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié» (Isa. 55:11).
Te invitamos a leer con detenimiento estas páginas. Disfruta de lo que el Padre tiene que decirte. Permite que los artículos te lleven al mundo bíblico. Y mientras lo haces, oramos que te sientas refrescado, espiritualmente renovado y confiado en tu creciente conocimiento de la Palabra de Dios. Así que, por favor, busca un lugar en la sombra y prepárate para ser bendecido.
G. B. Howell Editor de contenido, Ilustrador Bíblico 2002-2020Características de la Biblia Ilustrada de la Tierra Santa
La Biblia Ilustrada de la Tierra Santa sumerge a los lectores en el mundo y la cultura de la Biblia a través de sus varias características.
Introducciones de libros
Cada libro de la Biblia comienza con una introducción que analiza la autoría del libro, el entorno y las circunstancias de escritura.
introducción a Génesis
Contexto, autoría y fecha
La atribución de la autoría de la Torá (los primeros cinco libros de la Biblia) a Moisés es anterior al surgimiento del cristianismo. Moisés fue un líder israelita de trasfondo aristocrático egipcio y enorme influencia que vivió en el segundo milenio a.C. Aunque Génesis es técnicamente un libro anónimo, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento reconocen de manera unánime a Moisés como el autor de la Torá (Jos. 8:35; 2 Crón. 23:18; Neh. 8:1; Mar. 12:19,26; Luc. 2:22; Rom. 10:5; Heb. 10:28). Al mismo tiempo, desde épocas muy remotas, Génesis contiene evidencias de la introducción de pequeños cambios editoriales en el texto. Ejemplos de ello son la mención a «Dan» (14:14), ciudad que solo recibió ese nombre en la época de los jueces (Jue. 18:29), o la presencia de una declaración que asume la existencia de reyes israelitas (Gén. 36:31).
La Torá (heb. para «ley») se consideró una unidad al menos hasta el siglo ii a.C. En algún momento antes del nacimiento de Cristo se dividió en cinco libros, conocidos más tarde como el Pentateuco (lit. «cinco recipientes»).
Génesis, el primer libro de la Torá, contiene tanto la historia universal de la humanidad como la historia patriarcal de la nación de Israel. La primera sección (caps. 1–11) relata una historia general, comúnmente conocida como «historia primordial», que describe el origen de toda la humanidad a partir de una primera pareja y la entrada del pecado en el mundo. La segunda sección (caps. 12–50) narra una historia más específica, conocida generalmente como «historia patriarcal», centrada en el pacto de Dios con Abraham y sus descendientes: Isaac, Jacob y los doce hijos de este. Génesis expone el plan de Dios de bendecir y redimir a la humanidad a través de la descendencia de Abraham. El libro concluye con los sucesos
que condujeron al establecimiento de los israelitas en la tierra de Egipto.
Contribución a la Biblia Génesis establece el fundamento de todo lo que leemos y experimentamos en la Escritura. Gracias a su lectura entendemos de dónde venimos, cómo llegamos a ser criaturas caídas y los inicios de la misericordiosa obra de Dios a nuestro favor; además, nos revela el propósito original de Dios para la humanidad.
Gracias a Génesis podemos entender el pacto de Dios con Israel, establecido mediante la entrega de la ley. Las historias de los orígenes de la humanidad, del pecado y de la relación de pacto con Dios ayudaron a la comunidad israelita a entender por qué Dios les había entregado la Torá.
Estructura
Génesis es, sobre todo, literatura narrativa. Desde ese punto de vista, Dios es el único héroe verdadero de la Biblia y el libro de Génesis tiene el singular privilegio de darlo a conocer. Dios es el primer sujeto del primer verbo del libro, y se lo menciona en más ocasiones que a ningún otro personaje de la Escritura. El contenido de los once primeros capítulos de Génesis difiere bastante de las historias patriarcales de los capítulos 12–50. Su principal recurso literario consiste en el uso de la expresión «estas son las generaciones», de alcance más amplio que la mera referencia al linaje o la descendencia, pues sirve para introducir un relato breve. Se trata de una práctica común en los escritos del Cercano Oriente. La expresión se utiliza también para vincular al protagonista del relato anterior con el de la siguiente sección narrativa. Podríamos describir Génesis como una genealogía histórica que engloba en un solo relato la creación y la historia humana.
Más de 1200 imágenes, mapas e ilustraciones de las personas, los lugares y los objetos de la Escritura para brindar una experiencia de lectura visual única y profunda.
L os altares más sencillos se construían con tierra levantada en forma de montículo. Ese pudo ser el tipo de altar que edificó Noé y fue, sin duda, el que construyó Moisés más tarde. Los altares de tierra resultaban útiles, especialmente para los pueblos nómadas. «Un altar de tierra no habría sido muy práctico para los pueblos establecidos en forma permanente ya que la estación lluviosa de cada año podía dañarlo o destruirlo».1 En lugar de ello, los pueblos sedentarios solían utilizar la piedra para construir altares. Dichas piedras debían ser rústicas, sin labrar.
Los altares de piedra, a semejanza de los de tierra, no tenían una forma definida, sino que solo consistían en un montón de piedras apiladas unas sobre otras. En ocasiones, una sola roca en estado natural podía servir como altar (Jue. 6:19-21). Por tanto, el material utilizado para levantar el altar determinaba su forma.
Al parecer, la Escritura utiliza el tipo de altar para establecer una
distinción respecto a quiénes ofrecían sacrificios. Antes de que se estableciera el sacerdocio se usaban altares de tierra o de piedra; y cualquiera podía levantar uno allí donde se encontrara y ofrecer un sacrificio (Gén. 8:17-20; 22:9-13).
Sin embargo, tras la institución del sacerdocio, el pueblo construyó altares más elaborados, como los del tabernáculo o el templo. Los únicos que podían ofrecer sacrificios en ellos eran los sacerdotes, quienes lo hacían en nombre del pueblo de Dios.
CAVANDO MÁS PROFUNDO
20 De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida. 21 Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. 22 Y lo hizo así Noé; a hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.
eL diLuvio
7 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. 2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. 3 También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra. 4 Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. 5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová. 6 Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. 7 Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, b y con él sus hijos, 8 De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. 10 Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas,c 12 y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. 13 En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie. 15 Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. 16 Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta. 17 Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra. 18 Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. 19 Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. 20 Quince
Artículos
en profundidad La Epopeya de Gilgamesh
La Epopeya de Gilgamesh, fechada en el siglo vii a.C., contiene el relato babilónico de un diluvio universal, probablemente tomado a su vez del Poema de Atrahasis, una obra escrita hacia el 1800 a.C. Fragmentos de dicha epopeya se han encontrado por todo el Cercano Oriente, incluida la ciudad de Meguido.
Gilgamesh cuenta la historia de un personaje, parecido a Noé, llamado Utnapishtim, quien habría sobrevivido al diluvio gracias al dios Ea. Este advirtió a Utnapishtim de que debía construir un barco capaz de alojar a su familia y a un gran número de animales. Posteriormente, una semana de lluvia hizo que el barco flotara y fuera llevado por las aguas. Cuando al fin encalló en el monte Nisir (Kurdistán), Utnapishtim soltó varias aves, las cuales no regresaron. A continuación, ofreció un sacrificio y le fue concedida la inmortalidad.
Algunos eruditos opinan que el relato bíblico del diluvio depende de relatos babilónicos similares al de la Epopeya de Gilgamesh, ya que existen notables paralelismos entre ellos. Sin embargo, el relato posterior de Génesis carece de los rasgos mitológicos del primero, por lo que es poco probable que la Biblia tomara prestado su material de fuentes babilónicas. Cada pueblo debió de interpretar el diluvio conforme a sus respectivas creencias religiosas, lo que produjo la distorsión de los detalles históricos del acontecimiento. Esta explicación se ha visto corroborada por el hallazgo, a lo largo de todo el mundo, de más de dos docenas de descripciones diferentes del diluvio. Por consiguiente, el relato bíblico se ajusta a lo ocurrido realmente, mientras que las demás narraciones mezclan la verdad con el error.
codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes. 21 Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. 22 Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió. 23 Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. 24 Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días.
6:22 He. 11:7 7:7
Aunque la mayoría de los altares estaban dedicados a la presentación de ofrendas, otros parecen haber sido monumentos conmemorativos (Ex. 17:15-16; Jos. 22:26-27).
Los altares no eran exclusivos de Israel. Otras naciones también los construyeron para adorar a sus dioses. Los arqueólogos descubrieron un altar, con múltiples figuras talladas de rostros, en Taanac, donde Débora y Barac derrotaron a los cananeos comandados por Sísara (Jue. 5:19–20). Ese tipo de decoración estaba prohibido en el
culto judío. «En Meguido se excavó un asombroso altar cananeo circular que data de la época entre 2500 a.C. y 1800 a.C. Tenía 7,5 m (25 pies) de diámetro y unos 1,4 m (4,5 pies) de altura. Cuatro escalones conducían hacia la parte superior del altar».4 Es probable que la prohibición de Éxodo 20:25-26 respecto al uso en los altares de piedras labradas o de gradas tuviera el propósito de impedir al pueblo de Dios la utilización de altares de aspecto semejante a los usados por los cananeos.5 En Beerseba, los arqueólogos desenterraron un altar levantado con grandes piedras labradas. Tenía cuernos en sus cuatro esquinas y databa del período del reino dividido.6 En el culto israelita, el altar era un lugar sagrado y representaba la presencia de Dios entre su pueblo. A medida que eran depositadas sobre el altar, «las ofrendas salían de la esfera humana para ser entregadas a Dios, quien respondía otorgando bendiciones (Ex. 20:24). El propio pacto entre Dios y su pueblo se mantuvo así vigente, o incluso se reinstituyó, sobre el altar del sacrificio».7 Como el altar era sagrado, nada debía contaminarlo. Si por alguna razón se contaminaba, era necesario someterlo a una limpieza ritual, como ocurrió en tiempos del rey Ezequías (2 Crón. 29:18-19).
1 Joel F. Drinkard Jr., «Altar», en Diccionario Bíblico Ilustrado Holman (DBIH), ed. S. Leticia Calçada (Nashville: Holman, 2014), 60. Howard Z. Cleveland, «Altar», en The New International Dictionary of the Bible, J. D. Douglas, ed. rev., ed. Merrill C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1987),
36. 3 Albert E. Glock, «Taanach», en The New Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (NEAEHL), ed. Ephraim Stern (New York: Simon & Schuster, 1993), 4:1431. 4 Drinkard, «Altar», 60. H. M. Wiener, W. S. Caldecott, y C. E. Armerding, «Altar», en The International Standard Bible Encyclopedia (ISBE), ed. Geoffrey W. Bromiley, vol. 1 (Grand Rapids: Eerdmans, 1979), 101-2. Drinkard, «Altar»,
zona central del templo de Eshmún, cerca de Sidón. Eshmún era el dios fenicio de la curación. El templo data del siglo vii a.C.
Más de 40 notas que explican una variedad de lugares y objetos, además de por qué son importantes en la Biblia.
Más de 275 artículos completos proveen una mayor perspectiva y comprensión del mundo y la cultura de la Biblia.
ARTícULOS de eSTUdiO BíBLicO
a Apoc A lipsis
Contexto, autoría y fecha
La opinión tradicional en cuanto a la autoría de Apocalipsis es que fue escrito por el apóstol Juan, autor también del cuarto Evangelio y de las tres epístolas que llevan su nombre. Esta convicción se sostiene, entre otras, en las siguientes evidencias: (1) el escritor se refiere a sí mismo como Juan (1:4,9; 22:8);
(2) estaba relacionado personalmente con las siete iglesias de Asia Menor (1:4,11; caps. 2–3);
(3) sus circunstancias en el momento de escribir (1:9) coinciden con las del apóstol Juan (a quien fuentes históricas fiables del siglo ii d.C. sitúan en Asia Menor desde aproximadamente el año 70 hasta el 100); y (4) el libro está repleto de imágenes y ecos del Antiguo Testamento, lo que apunta a que se trata de un escritor judío, como Juan, que trabajaba en un entorno mayoritariamente gentil, en Asia Menor.
La audiencia inicial del libro fue un grupo de siete iglesias locales del suroeste de Asia Menor (1:11; caps. 2–3). Algunas de estas congregaciones sufrían persecución (2:9-10,13), probablemente bajo el emperador romano Domiciano (que reinó entre el 81 y el 96 d.C.); otras tenían problemas doctrinales y prácticos (2:6,13-15,20-23). Además, detrás de estos problemas visibles, se desarrollaba una poderosa guerra espiritual invisible (2:10,14,24; 3:9).
La mayoría de los eruditos evangélicos consideran que Apocalipsis data o bien de mediados de los años noventa del siglo i d.C., o de finales de los años sesenta de ese siglo. De estas opciones, la más convincente y la mayoritaria es la de mediados de los noventa. Cada opción ofrece un relato diferente de la persecución descrita en las cartas a las iglesias (2:9-10,13). Existen pruebas históricas de peso que demuestran que algunas de estas iglesias fueron objeto de una intensa persecución por parte de Nerón a finales de los años sesenta. Pero la referencia
en 17:10 a siete reyes, de los cuales habían caído cinco, apoya una fecha de mediados de los noventa, durante el reinado de Domiciano.
Aunque a partir de las inferencias relacionadas con Nerón y a una posible referencia al templo de Jerusalén en 11:1-2 (que podría implicar que el templo aún no había sido destruido por los romanos en el año 70 d.C.) se podría argumentar a favor de una fecha de finales de los sesenta, todos los demás factores apuntan a una fecha cercana al año 95. Entre estos factores destaca la tradición de que el apóstol Juan habría estado exiliado en Patmos durante un período de creciente persecución local a los cristianos por parte del emperador Domiciano.
Contribución a la Biblia
Apocalipsis ofrece un panorama teológico casi completo. El libro contiene mucha información sobre Cristo, la humanidad y el pecado, el pueblo de Dios (tanto la Iglesia como Israel), los ángeles santos, y Satanás y los demonios. También contiene material importante sobre el poder de Dios y la Trinidad, así como sobre aspectos de la obra del Espíritu Santo y la naturaleza de la Escritura.
Estructura
Apocalipsis anticipa su estructura secuencial en 1:19: «Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas». Desde el punto de vista del apóstol Juan, cuando se le ordena «escribir» ya ha contemplado la visión del Hijo del Hombre exaltado (cap. 1). A continuación, se le pide que escriba cartas a las siete iglesias, en las que les comunica su estado de salud espiritual (capítulos 2–3). Por último, viene el cuerpo del libro (4:1–22:5), que cubre todas aquellas cosas que «han de ser después de estas».
esucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, venturado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo
siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. 19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. 20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.
m ensa J es a L as siete ig L esias: eL mensa J e a Éfeso
uan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, a y de los siete espíritus que están delante de su trono; b esucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. c Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su a él sea gloria e imperio por los siglos de los He aquí que viene con las nubes, e y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; f y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. g
principio y fin, dice el que es y que era y que ha de venir, a el
2 Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, o el cual está en medio del paraíso de Dios.
o Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. o estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, 11 que Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Homvestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como 15 y sus pies refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. m enía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como
le vi, caí como muerto a sus pies. Y él No temas; yo vo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los
eL mensa Je a e smirna
8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, p el que estuvo muerto y vivió, dice esto:
9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. q
eL mensa Je a PÉ rgamo
12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:
13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas
Patmos es una pequeña isla rocosa en el mar Egeo con una superficie de 10 mi (16 km) de largo y 6 mi (9,5 km) de ancho. Se formó como resultado de la actividad volcánica en el Dodecaneso, un archipiélago situado cerca de Asia Menor. A unas 60 mi (97 km) al suroeste de Éfeso, Patmos constituía la última parada en las travesías de Roma a Éfeso. Gracias a su forma de medialuna, era un puerto natural para los barcos. De suelo rocoso, es una isla de colinas bajas, pequeñas mesetas y un gran número de calas. El clima de Patmos era en su mayoría templado. Las fuentes antiguas sugieren que originalmente la isla estaba cubierta por una gran cantidad de árboles, pero estos fueron cortados, dejando a Patmos sin bosques.1
Lo más probable es que los carios, antiguos habitantes de
Caria, en el suroeste de Asia Menor, fueran los pobladores originales de Patmos. Más tarde, en el siglo xi a.C., las antiguas tribus griegas de los dorios y los jonios colonizaron la isla. Estos primeros habitantes adoraban a la diosa Artemisa, hermana gemela de Apolo, protectora de todos los seres vivos y patrona del lugar. En la época del exilio de Juan, Patmos contaba con un templo a Diana, la diosa romana equivalente a Artemisa.
Los romanos solían condenar a los criminales de clase baja a trabajar en las minas o a morir en combate como gladiadores. En cambio, cuando el condenado era de clase alta, a veces era desterrado a una isla solitaria. Los romanos utilizaron preferentemente dos archipiélagos del Egeo —las Cícladas y las Espóradas— como
lugares de destierro. Sin embargo, en ciertos casos, los emperadores Domiciano y Diocleciano preferían enviar al condenado a Patmos: un lugar bastante adecuado para la pena de destierro, ya que era una isla desolada, estéril, escasamente poblada e infestada de serpientes y escorpiones.
Patmos no tuvo un papel histórico significativo hasta la era cristiana. Durante el final de la época romana y bizantina, se convirtió en un lugar de reminiscencias religiosas, debido principalmente a haber sido el lugar de exilio de Juan. Durante la Edad Media, los piratas atacaron, saquearon y despoblaron Patmos, llevándose incluso los animales.2
Alrededor del 1088 comienza un nuevo período para Patmos, cuando el monje griego Christodoulos
Latrenos construye el monasterio de San Juan sobre el emplazamiento del antiguo templo de Diana. Este monasterio, que se parecía a una fortaleza, se convirtió en el monumento más famoso de Patmos. Los años siguientes trajeron más cambios. Patmos fue testigo de la construcción de numerosas iglesias y monasterios, y se convirtió en un
lugar de aprendizaje para los monjes ortodoxos griegos, que reunieron una notable biblioteca en la isla. En la actualidad, la biblioteca del monasterio de San Juan contiene una de las colecciones más importantes de artículos de la historia monástica griega. La colección incluye estolas bordadas de los siglos xv al xviii, íconos raros, manuscritos iluminados y
mobiliario eclesiástico del siglo xvii. La capilla del monasterio contiene obras de arte que se remontan a principios del siglo xiii.3
1 R. C. Stone, «Patmos», en ZPEB (1976), 5:619. 2 «Patmos», visitado el 26 de octubre del 2003, www.abrock.com/ Greece-Turkey/patmos.html. 3 «Patmos», www.abrock.com.
Vestíbulo de la Cueva del Apocalipsis, en Patmos. Según la tradición, Juan estaba en esta cueva cuando recibió sus visiones.tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. a 15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. 17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, b y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:
19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, c que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. 21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse
a 2:14 Nm. 25:1-3; 31:16 b 2:17 Ex. 16:14-15 c 2:20 1 R.
de su fornicación. 22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; a y os daré a cada uno según vuestras obras. b 24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; c como yo también la he recibido de mi Padre; 28 y le daré la estrella de la mañana. 29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
eL mensa Je a s a rdis 3
Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto:
Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. 2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus
Ruinas de la antigua Tiatira en la actual Akhisar, Turquía. Vista de la antigua Pérgamo; el anfiteatro tenía capacidad para 50 000 espectadores. Las columnas del fondo formaban parte del templo de Trajano.obras perfectas delante de Dios. 3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. a 4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. 5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, b y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. c 6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
eL mensa Je a fiL a deLfia
7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: d
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, e y reconozcan que yo te he amado. 10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo
entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. 12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, a de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
eL mensa Je a Laodicea
14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, b dice esto:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; a sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
La adoración ceLestia L
4 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.
2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. 3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. c 4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. 5 Y del trono salían relámpagos y truenos d y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, e las cuales son los siete espíritus de Dios. f
6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; g y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. 7 El primer ser viviente era semejante a un
El valle del Lico, que tiene forma triangular, está formado por cuatro cordilleras: las de Salvaco y Cadmo atraviesan el extremo sur del valle; los montes Mesogis forman el lado noroeste y los montes Mosina, el lado noreste. Por el valle del Lico discurren dos grandes ríos: el río Lico y el río Meandro, en cuyas aguas desemboca el Lico. Colosas, Hierápolis y Laodicea eran las ciudades más importantes del valle del Lico. Laodicea y Hierápolis se encontraban en orillas opuestas del río Lico, a 6 mi (10 km) de distancia la una de la otra. En cambio, Colosas se encontraba a ambos lados del río Lico, unas 10 mi (16 km) al sureste de Laodicea. Por el valle pasaba una importante ruta comercial que iba desde la costa del Egeo hasta el río Éufrates. Una segunda ruta recorría el camino que llevaba de Pérgamo a Sardis, de allí a
El valle del Lico sufría frecuen tes terremotos. El geógrafo griego Estrabón (aprox. 63 a.C.-23 d.C.) habló de la «naturaleza sísmica» de la región y describió Laodicea como una ciudad «propensa a los terremotos».1 Las aguas del río Lico y sus arroyos eran muy alcalinas, y los aluviones de caliza sepultaban los monumentos antiguos, cubrían las tierras fértiles, obstruían el caudal del río, desviaban los arroyos y destruían las cosechas. Visibles desde una distancia de 20 millas (30 km), los depósitos de creta resultantes brillaban al sol como glaciares.2
La actividad volcánica de la región produjo un suelo fértil y su abundante vegetación fue útil para la cría de ganado. Los grandes rebaños enriquecieron a los productores de ropa de lana de las tres ciudades. Debido a la abundancia de agua, Hierápolis desarrolló un pujante
textiles utilizaban la cal de los ríos en sus tintes. La raíz de rubia junto con las aguas calcáreas producían un tinte resistente a la decoloración. Las fuentes termales cercanas a Hierápolis atraían a los visitantes que buscaban tratamientos terapéuticos.
Historia
Ciro el Grande derrotó al rey Creso de Lidia en el año 546 a.C. y puso el valle del Lico bajo control persa. En el 334 a.C., Alejandro Magno conquistó el valle, que pasó a dominio griego durante unos 150 años. Los romanos, con la ayuda del rey de Pérgamo Eumenes II (que reinó entre el 197 y el 159 a.C.), derrotaron al rey seléucida Antíoco III en el 189 a.C. en la batalla de Magnesia. Posteriormente, el valle del Lico pasó a formar parte del reino de Pérgamo. En el año 133 a.C., el último rey de
El valle del Lico Roy E. Lucas Jr. Ruinas romanas de Laodicea, unas 100 mi (160 km) al este de Éfeso.