Obra: MITOS Y LEYENDAS. (Unos momentos de terror) Autor: Rodrigo Fernando Flores (Rodrifer) Abril 28 – 2014
Índice
Presentación
4
Conjuro de una Meiga La Llorona
5 7
La bruja del bosque
9
La princesa durmiente
13
La Siguanaba Mi Meiga Datos biográficos.
15 18 20
- “Mitos y leyendas� (Unos momentos de terror)
Rodrigo Fernando Flores
Presentación En un momento cualquiera cuando en medio del bosque me encontré perdido; mientras estaba buscando unas ramas con las que encender el fuego, en aquella excursión a la montaña de la que tantas leyendas se habían contado; me di cuenta que no estaba solo como lo había pensado y a medida que el tiempo pasaba me encontré con aquellos personajes que llenaban los cuentos para dormir que escuché cuando era un pequeño.
Con el paso del tiempo pude escapar del terror de aquella montaña maldita y olvidada, me encontré deambulando de pronto por las calles de la ciudad y las personas me veían de una forma rara y extraña, al final unos hombres llegaron y me aprehendieron, me llevaron a una oficina y me dejaron en un cuarto con sus paredes revestidas de colchones que usan en las camas, donde recuerdo que dormía. Me han puesto una extraña camisa que hace que mis brazos abracen mi cuerpo extrañamente, no entiendo que es lo que pasa; un amable hombre me llegó a visitar a este raro lugar y se ofreció a escribir mis narraciones, y plasmarla para mostrarla a las personas que no tienen idea de lo que he pasado en mi vida…
Mi nombre es… No lo sé, no recuerdo, es que creo que me lastimé la cabeza, y en eso lo olvidé…
- Un día como cualquiera pensando en sueños y soñando pensamientos. Me encontré en la encrucijada de no saber qué significa el poder amar... Entonces me he dirigido a donde una poderosa hechicera y le pedí me hiciera una poción de amor, la más fuerte que tuviera, para poder encontrar la mujer que estaría conmigo toda mi vida... - Conjuro de una Meiga [Para Conchi González. Pontevedra, España.] En las sombras de los bosques, junto a un fuego juguetón, se encontraba una Meiga, conjurando una canción... Alas de vampiro, dientes de león, negras salamandras y polvo de sol... Así reza el canto, en esta ocasión, conjuros mortales, conjuros de amor... Pasiones prohibidas, deseos fugases, amores en vilo, por hacer las paces...
Aullidos de lobos, susurro del viento, silbando lechuzas, buscando alimento... Almas sin amores, cuerpos sin dolor, ayúdales Meiga, a encontrar razón... Ayúdame a mí, que tanto te clamo, enseña a curar, dolores y llantos... Fundido en el vicio, de negras pasiones, no entiendo consejos, tampoco razones... Ayúdame os pido, mi corazón clama, que quites de mí, todas esas llamas... Déjame vivir, déjame morar, oh Meiga yo imploro, ¡me dejes amar!
- La llorona. -
Por las noches vaga un alma en pena, por las calles llevando una condena, en sus ojos se derrama el llanto, sus gemidos son siempre su canto...
Sus pasos son precisos y sin fallo, sus ropas de un negro color, sus labios en curva hacia abajo, demuestran todo el terror...
Los gritos le salen del pecho, y sus manos rĂgidas van, como prisioneras de cadenas, que se mueven con su caminar...
El llanto brota por las noches, quienes escuchan creen comprender, el dolor que aqueja en su pecho, de un ser muy amado perder...
Con su rostro cubierto por un velo
y llorando por las noches su dolor, en la niebla se distingue una sombra, que se marcha buscando su amor...
Un espíritu maligno, un duende será, un alma en pena o una bruja quizá, un ser de leyendas en los pueblos, una diosa que su desgracia llorará...
¡Ay mis hijos! de su garganta salen, las palabras de su amargo dolor, la historia cuenta que fue madre un día, y a sus hijos la vida quitó...
Su cuerpo sin vida a su alma perdió, que vaga por las noches implorando perdón, hasta el fin de los tiempos en sombras irá, el espíritu de La Llorona ¡buscando la paz!
- La bruja del bosque. -
Eres la fruta podrida, eres la mujer deseada, eres la rabia sentida, por no poder ser amada. Eres la presa de un cazador, eres el juguete de un niño, eres el reclamo del dolor, eres un alma dormida, por las luces de un mostrador. Eres quien no crees, no quieres mostrar, tu vil ingenuidad, y vendes tu cuerpo, al mejor postor, de las ovejas perdidas, que un día vendió, deja decirte que yo se quien eres en verdad, tu manto no me engaña, tus manos no tienen paz, atrapas los sueños
y un ideal que se perdió, vendes retratos en versos, que no tienen calma, que nunca serán, no eres lo que crees, y nunca serás, ese beso tempranero, esas sabanas de algodón, no tienes principios, tampoco algo de amor, tan solo desdichas y un poco de pasión. Eres el callejón sombrío, eres el atrio que se vendió, eres la virgen perdida, que todos de rodillas quieren adorar, pues tienes aliento de vida, para aquellos seres que quieren un rincón, de noche y a oscuras, bajo la luz de la luna, hacerte el amor. Tienes tinte de hechicera,
tienes un oscuro pasado, cuando a merced te tomaron, y abusaron de ti, hoy solo quieres vivir, esperando la venganza, con una sed que se aplaca, con tus amantes de cartón. Quisiste usar mi alma, para cumplir la condena, que te dejara sin penas, de un viejo redentor, y no puedes hoy siquiera, ver mis ojos como estrellas, que día a día se alejan y ya no te dan pasión. Sigue buscando entre lunas, esos besos encerrados, en las almas de cristianos, que quieren amor de un dios, y se doblan cual el trigo, que ayer estaba altivo y ahora se quema en la hoguera, y alrededor quimeras, se desbordan de pasión,
y tu cuerpo muere vivo, en las llamas de amor que compraste con la noche y unas copas de alcohol. Vive siempre tu leyenda, vivirá siempre en mí, el recuerdo de esa senda, donde quisiste ser mía, así como aquel día, que me dijiste querer, tenerme toda la vida, pero yo sé era mentira, solo quieres complacer, el deseo de tu cuerpo y tu mente cobra vida. Dije adiós a tu bebida, esa que me diste a probar, mientras buscabas besar, y solo querías sanar con mi cuerpo tus heridas.
- La princesa durmiente. -
Y en un oscuro y lejano castillo, al punto oeste de las tierras, se esconde un gran secreto, que fue guardado entre tinieblas.
Cuenta la leyenda un demonio, le encerró en un cuarto oscuro, para que no pudiera salir, estando rodeada de muchos muros.
Le cubría una belleza sin igual, a los hombres hipnotizaba su mirada cuando al caminar entre la gente, las mujeres todas le envidiaban.
se escondía el tesoro mejor guardado, en medio de unas montañas lejanas, que por su número y forma en la lejanía, la "mano del diablo" eran llamadas.
Valientes guerreros acudieron,
a intentar conseguir tan buena moza, creían ejemplo de mujer entre otras y en verdad era una piedra preciosa.
Lucifer el dueño y señor de las tierras, cuidaba con recelo de sus posesiones, y guardaba en un altar a la doncella, pero a quien cuidaban de soldados millones.
Después de cinco mil años durmiendo, le llegaría la hora de despertar, y su poder les libraría del astro sol, dejando todo en frío y oscuridad.
Pero algo salió mal en los planes, y el señor de las sombras no imaginó, el diamante de nombre princesa durmiente con el poder de la luna a todos eliminó.
Y la luz del sol brillo de nuevo, la luna a las noches de nuevo cobijó y las estrellas juntas todas y de nuevo, el cielo sin nubes las resguardó.
- La Siguanaba. -
Hoy les contaré una terrible historia, que un día en el bosque me ocurrió, caminando por la vereda vi una mujer de figura sensual, lindos cabellos, manos preciosas, y ojos de miel, me miraba fijamente y me sonrió, yo como hipnotizado hasta ella llegué la miré tan hermosa y me enamoré, le pregunté qué hacía y su mano tomé, agacho la mirada y me dijo: no se, es que estoy perdida, no se adonde ir, me sentí un caballero y mi ayuda ofrecí. Le dije ¿dónde vives?, yo te llevaré, sus ojos preciosos me vieron de nuevo, y me sonrieron sus labios carnosos, que estaban pintados de color rojo, y me dijo suavemente, es al final, me señaló una vereda y cuenta no me di, que ella misma conocía el camino mientras me halaba para que caminara a su lado y nos adentramos en la naturaleza,
cada cierto tiempo volvía su cabeza, me sonreía dulcemente y mi mente presa de esa mirada, su olor y su belleza, pensaba en que al llegar tendría recompensa. Y así fue, las horas pasaron, la noche cayó entre árboles y piedras, un oscuro sendero que con la ida del sol se me perdió, pero sujetaba su mano con alegría, mientras caminábamos más adentro aún, y sentí como mi espalda se estremecía, cuando sus dedos en los míos estrechó, y volviendo su cara hacia mi persona, me sonreía y me dijo, ¡bienvenido! No entendí a lo que se refería en ese momento fatal, cuando su rostro cambiado ya no era bello, y su cabello hasta el suelo caía, en la oscuridad cuenta me di, al ver sus ojos brillando que parecían saltar, su mano apretaba mis dedos y sentí un poco de dolor, mientras se reía a carcajadas, que horror, ya no había marcha atrás, y esto es lo que vi: su rostro figuraba una calavera, y los ojos perdieron su lindo color,
entre los dientes habían hileras de pasto y hormigas, y sus pechos caían hasta la altura de las rodillas. Me di cuenta lo que hacía, y me dije ¿qué es lo que he hecho?, me arrepentí, pero ya era tarde y comenzó a llover, el agua mojaba mi espalda, no sabía qué hacer y fui duramente golpeado, mordido y arañado, mi ropa hecha pedazos y mi cuerpo adolorido solo recuerdo un alarido, y una risa tenebrosa y me quedé ahí tirado, a la vera del camino con el alma en un quejido y mi valentía quejosa. A los dos días desperté, había aves de rapiña, que comían de mi carne, el cuerpo dolía, me levanté y caí unas cuantas veces, pero seguí avanzando hasta llegar al pueblo, donde me ayudaron, me curaron y en cama, una señora me contaba que mi desgracia había sido provocada por una mujer malvada, que salía por las noches a vagar, y que ellos le llamaban "La Siguanaba".
- Mi Meiga. [Conchi González. Pontevedra, España.]
En la oscuridad de la noche, sobre la tumba de un cementerio olvidado, donde el paso del tiempo ha dejado su recuerdo entre cruces de mármol...
Ahí he dejado mi llanto, implorando a mi dulce morena, ahí voy dejando mi alma, ahí cumpliré mi condena...
Oh mi Meiga Oscura tú que puedes ver mi pasión ruego que des una cura, a este triste corazón...
Oh mi señora, princesa gitana, al despertar estoy solo en mi cama, a mi lado te busco por las mañanas, que te haces mi reina, amiga y ama...
Hoy que a tus pies he caído, hoy que no quiero levantar, esperando me susurres al oído que no me dejarás de amar...
Mientras sigo por las oscuras noches, solo y triste, visitando el negro cementerio, esperando me ayude el alma de un muerto o caer sobre una tumba y arrastrarme al infierno....
En el cielo la luna llena, me cubre con su pasión, me alumbra y me entiende, que yo muero por su amor, confiando aún en poder, algún día encontrar, a mi princesa gitana, que un día tuvo que marchar...
(Vivencias de un poeta, que con su pluma escribió, los versos, rimas y letras de su tristeza y dolor; conjurando entre las sombras el poder hallar el amor, encontrando en el silencio su fuente de inspiración...) - El Rincón de las Poesías Muertas. – (Rodrifer).
Rodrigo Fernando Flores.
Miembro del Movimiento Literario Siramá - San Miguel. "Rodrifer" seudónimo tomado por cómo era llamado de pequeño, es la unión de las primeras letras de sus dos nombres.
Nació en la ciudad de San Salvador, hijo de Alicia Flores Dinarte; creció en el Municipio de San Carlos Borromeo, departamento de Morazán. Amante de la lectura y la poesía desde temprana edad, también gusta de la fotografía y de la computación; lo cual le llevó a estudiar una carrera y especializarse en la última. Estudio su bachillerato General en el Liceo Jorge Francisco Reyes Martínez y se gradúo de Técnico en Ingeniería de Sistemas en La Escuela Especializada en Ingeniería ITCA-FEPADE, San Miguel. Actualmente, se encuentra participando en páginas sociales de Ning, siendo la más destacable de estas el “Centro Cultural de Las Américas: Clepsidra Internacional” en la cual comparte poemas de su creación.
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