Ignacio Ramonet: Dos horas más con Fidel Mayo 2014 Edición N°6
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Las zonas erróneas de las teorías poscoloniales
Los nuevos asesinos de Marx » Págs. 5 y 6
»Edición Honduras-UNAH » Edición 05 Abril 2014
L. 35.00 Mensual - 12 Páginas
La clase media vuelve al campo E
l neo-rural tiene “conciencia social” –es progre– pero la filosofía práctica de sus actos cotidianos es la del self-made man. Se está poblando lindo Mollar Viejo… —me decía Framinia en el patio de su casa, debajo de la parra deshojada donde nos habíamos sentado a conversar mientras esperábamos que su nieto terminara de bajar las naranjas.
Por Julieta Quirós
Págs. 7 y 8
Razones para no Regular la Protesta
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esde los primeros piquetes en el conflicto social de Cutral – Có en plena era menemista, pasando por los cortes de rutas de los medianos productores rurales junto a la Sociedad Rural hasta las movilizaciones opositoras al gobierno de Cristina Kirchner (8N) de años recientes, los más diversos actores sociales y politicos han canalizado sus reclamos por la vía de la protesta social en las últimas tres decadas de democracia, incluso cuando tenían otros canals institucionales y no institucionales disponibles.
Por Lucas Arrimada
Págs. 5
Todos bajo Control
E
n todo el planeta, los usuarios ya no se conforman con un solo modo de comunicación sino que reclaman el “cuádruple play” o sea el acceso a Internet, televisión digital teléfono fijo y portátil. Y para satisfacer esa insaciable demanda, se necesitan conexiones (de banda ultraancha de muy alta velocidad) capaces de aportar los enormes caudales de información, expresados en cientos de megabits por segundo.
Por Ignacio Ramonet
Págs. 12
Argelia cambia; el sistema no
E
n pocos días, el partido, los servicios de seguridad, el gobierno y el ejército fueron puestos patas arriba.” El Frente de Liberación Nacional (FLN), mayoría en la Asamblea Nacional, se apresuró a designar a un nuevo secretario general. Amar Saadani, en 2007 eyectado de su escaño de presidente del Parlamento por negociados nunca aclarados, fue impuesto por la fuerza a un comité central que no lo quería.
Por Jean-Pierre Sereni
Págs. 10 y 11