Le Monde Diplomatique Honduras

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Ignacio Ramonet: Dos horas más con Fidel Octubre 2014 Edición N°12

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Paradoja del sistema electoral estadounidense

La fórmula para triunfar siendo minoría » Pág. 8 y 9

»Edición Honduras-UNAH »

L. 35.00 Mensual - 12 Páginas

Edición 12 Octubre 2014

¿Adiós a la lucha armada? M

ás allá de los contextos locales, las primeras evoluciones hacia procesos de paz se deben a la situación internacional. En Irlanda, la diplomacia de Estados Unidos –país receptor de una numerosa diáspora de ese país–, influyó para reforzar el proceso de desmilitarización del conflicto, iniciado en 1994 con un primer alto el fuego que permitió la apertura de discusiones y luego los Acuerdos del Viernes Santo, firmados el 10 de abril de 1998, en un período de fuerte crecimiento económico en el sur de la isla, presentado en ese momento como el“tigre celta”.

Por Christophe Ventura

Pags. 6 y 7

“Guerra contra el terrorismo”, parte III

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ue nadie se equivoque. Lo que estamos presenciando es un nuevo impulso de la “guerra contra el terrorismo”, en la misma línea que la cruzada iniciada por el presidente George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. A su llegada a la Casa Blanca, Barack Obama había procedido a realizar revisiones indispensables tras los bochornosos fracasos sufridos en Irak y Afganistán. Su administración había prohibido la expresión “guerra contra el terrorismo” y, sobre todo, se había comprometido a sacar a Estados Unidos de esos dos atolladeros. Estas medidas también reflejaban un cansancio de la opinión estadounidense ante esas intervenciones tan costosas en vidas humanas y dinero.

Por Alain Gresh

Págs. 4 y 5

Controversias en el Chavismo

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lo largo de los primeros meses de este año, el poder venezolano tuvo una única prioridad: mostrar unidad frente a la oposición y a los intentos de desestabilización apoyados por Washington. Pero desde hace algunas semanas el mundo político vive al ritmo de la publicación de cartas abiertas de ex altos funcionarios chavistas poco preocupados por salpicar con sus críticas al actual presidente, Nicolás Maduro. No es la primera vez que el movimiento chavista experimenta controversias públicas: su historia está cruzada por rupturas, divisiones y recomposiciones.

Por Romain Migus y Julien Rebortier

Págs. 12

La batalla por el control de Asia-Pacífico

A

l principio, en 2005, el TPP sólo reunía cu tro enanos políticos y comerciales (Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur), que intentaban resistir a la aplanadora de sus vecinos. Cuatro años más tarde, Estados Unidos retoma la idea, con la voluntad de contener el poderío de China, que se acercó a los países del Sudeste Asiático a través de acuerdos de libre comercio. Washington teme perder su hegemonía en la región y arrastra tras de sí a Australia, Malasia, Perú y Vietnam, así como Canadá y México, ya vinculados por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA).

Por Martine Bulard

Pags. 10 y 11


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Editorial

Ante el fin de la prensa independiente

La apuesta por la enmacipación

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Por Serge Halimi*

l 20 de agosto de 2013, Libération intentó reflotar su débil difusión mediante el siguiente eslogan promocional: “Cuando todo va rápido, hay una única solución: ir más rápido aun”. Una mala solución, parece. Un año más tarde, las ventas del diario continuaban derrumbándose, y sus directivos anunciaban la suspensión de más de un tercio de los empleados del diario. Al mismo tiempo, exigían que los sobrevivientes produjeran más contenidos “heteróclitos” con menos periodistas. Los que se sintieron tentados a resistir fueron advertidos por el nuevo director general Pierre Fraidenraich: “Es esto o la muerte” (1). Pasarán, sin duda, las dos cosas. El planeta padece angustias más profundas que esta interminable agonía de una pequeña empresa en dificultades de volumen de negocios, de clientes y de razón social. Pero, aunque pueda parecer secundaria, esta historia muestra dos elementos importantes propios de una novela de época: una prensa escrita cuyo estado general oscila entre la declinación y el coma, conducida por directivos que ya no creen ni en su futuro económico ni en su misión democrática, y una izquierda de gobierno incapaz de expresar algo diferente de las pasiones mercenarias de sus adversarios (“Amo la empresa”). Libération, que sirvió de apoyo editorial a François Hollande, es presa de estas dos

contrariedades. La “muerte” que ronda en torno al diario no constituiría, pues, sino la prefiguración de la advertencia “la izquierda puede morir”, con la que el primer ministro Manuel Valls intenta reunir en torno suyo a su último círculo de fieles. En el caso del diario, el remedio imaginado es hacer depender su continuación de cualquier otra cosa que no sea el periodismo –organización de coloquios pagados

por colectividades territoriales (2); “marketing cruzado” con el accionista principal del diario, el operador de cable y proveedor de acceso a Internet SFR-Numericable; transformación de los locales del diario en lugares de entretenimiento en un barrio “moderno” de la capital, etc.–. En cuanto a la perspectiva de la izquierda de gobierno, se reduce a suplicarles a sus partidarios mantener el rumbo que condujo a “la extrema derecha a las

puertas del poder”, repitiéndoles que no hay ningún otro camino posible… para impedir a la extrema derecha alcanzar el poder. Pero hace tiempo ya que únicamente cediendo a la manía habitual del periodismo de descubrir lo inédito allí donde la gente más normal sólo advierte viejas artimañas, alguien tomaría a Laurent Joffrin –fundador de Libération– como el heredero de Jean-Paul Sartre, o a Hollande como el sucesor de Jean Jaurès (3). Si el presidente francés necesitó algo de aplomo para declarar que su “verdadero adversario” eran las finanzas mientras que había resuelto no hacer nada en su contra, qué decir del director de Libération que, en el transcurso de la misma conversación, proclamó que su diario es “el más libre de Francia” y advirtió a aquellos que aún trabajan allí: “No vamos a insultar a los accionistas que han invertido 18 millones en el diario” (4). Convendría en efecto evitarlo, sobre todo si pronto se les va a pedir más. No obstante, puesto que “los accionistas” de los grandes medios se cuentan entre las fortunas más grandes del país, que se reparten los principales títulos de la prensa francesa (5), que obtienen sus recursos de los sectores más dinámicos de la economía mundial (industria del lujo, grandes obras públicas, armamento, Internet, etc.) y que no cesan de desplazar sus aportes de un diario, de un canal de televisión o de un sitio de Internet a otro, dirigir sus filípicas o sus sarcasmos al actual Presidente o a sus ministros es criticar un espectáculo después de haber ensalzado hasta las nubes a sus titiriteros.

Sumario Contenido La apuesta por la enmacipación

Pags. 2 y 3

“Guerra contra el terrorismo”, parte III

Pags. 4 y 5

¿Adiós a la lucha armada?

Pag. 6 y 7

La fórmula para triunfar siendo minoría

Pag. 8 y 9

La batalla por el control de Asia-Pacífico

Pags. 10 y 11

Controversias en el Chavismo

Pags. 12

Staff Francia Serge HALIMI, Presidente, Director de Publicación Alain GRESH, Director Adjunto Bruno LOMBARD Director Gestión Anne-Cécile ROBERT Responsable de Ediciones Internacionales
y Desarrollo Redacción: 1, Avenida Stephen Pichon 75013 PARIS CEDEX Teléfono: 33.1 53-94-96-01 Fax: 33.1 53-94-96-26 Correo electrónico : secretariat@Monde-diplomatique.fr

Honduras Entidad Editora Universidad Nacional Autónoma de Honduras Julieta Castellanos Ruíz Rectora Armando Sarmiento Director Honduras Diana Perdomo Cristina Alvarado Editoras Lisa Marie Sheran Diseño y Diagramación Allan McDonald Ilustraciones Blv. Suyapa, Ciudad Universitaria, Edificio Administrativo tercer piso Dirección de Comunicación Interna (DIRCOM) F.M. Tegucigalpa, M.D.C. Teléfono: (504)2232-2110 Correo electrónico: eldiplo@unah.edu.hn


Octubre 2014 Edición N°12

Alimento del espíritu conservador Los cantos de amor que los editores destinan a sus propietarios –“Deseo a todos los diarios y a todos los medios tener un accionista como el nuestro”, expresó por su parte el director de Le Point a propósito de la familia Pinalut (6)– testimonian en todo caso una inflexión preocupante en la relación de fuerzas entre periodistas e inversores. Pues la prensa está hoy demasiado maltrecha como para poder resistir a las grandes fortunas misericordiosas que se dignan a aliviar sus déficits. Libération pierde cada día 22.000 euros, o sea cerca del 16% de su volumen de negocios (7). El año pasado, sólo dos de los dieciocho diarios franceses registrados por la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) –Les Echos y la Gazette des courses– mejoraron su difusión en un 1,86% y un 2,6% respectivamente. Al mismo tiempo, doscientos cuarenta, de los trescientos uno semanarios, mensuales, bimestrales y trimestrales mostraron un retroceso, a veces sensible, de sus ventas: 21% Les Inrockuptibles, 19% Marianne, y 16% Le Canard enchaîné. La desafección de los lectores interviene en el momento en que los ingresos publicitarios también se suspenden –los de la prensa escrita bajaron un 27% entre 2009 y 2013–. En estas condiciones, los grandes empresarios ya no invierten en un diario con la esperanza de obtener un beneficio económico. “Serge Dassault, sólo con Figaro, perdió, en promedio, 15 millones de euros por año durante cinco años”, recuerda la revista Capital. “Michel Lucas, el dueño de Crédit mutuel, 33 millones promedio con sus nueve periódicos regionales del este de Francia. Claude Perdriel alcanzaba los 5 millones de déficit, antes de ceder su Nouvel Observateur. Bernard Arnault acumuló más de 30 millones de pérdida desde la compra de Les Echos. El único sobreviviente, François Pinault, obtuvo durante mucho tiempo 2 o 3 millones de ganancias con Le Point, pero sufrió pérdidas en el primer semestre de 2014” (8). Sin embargo, si Patrick Drahi decidió desembolsar 14 millones de euros en el salvataje de Libération es porque espera un retorno de la inversión. “Se piensa dos veces antes de atacar al dueño de un diario –continúa Capital–. El oscuro jefe de Numericable, Patrick Drahi, sólo era un ‘nobody’ cuando tomó por asalto SFR. Gracias a eso fue atacado en todos los frentes: exilio fiscal, holdings dudosos en las Bahamas, nacionalidad francesa incierta. De allí Libération. No es TF1, por supuesto, pero el efecto disuasivo no es nulo. Xavier Niel, por su parte, pasó del estatuto de pirata de las telecomunicaciones a miembro del establishment desde que se convirtió en copropietario de Le Monde en 2010. Y eso con poco gasto: su fortuna varía cada día en la

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Bolsa en más de 30 millones de euros, la suma que invirtió en el vespertino.” Obtener que la línea editorial de la casi totalidad de los medios adopte un discurso liberal y a favor de la austeridad no requiere una presión constante. La formación y la socialización de la mayoría de los periodistas económicos, así como la de los editorialistas, garantizan que todos ellos piensen espontáneamente como el Fondo Monetario Internacional, la Auditoría General o el empresariado. Así, el economista estadounidense Paul Krugman señala casi todas las semanas en The New York Times que todos los temores de los monetaristas fueron desmentidos, en particular el de ver que el déficit público desencadena la inflación; señala, además, que todas las advertencias de los keynesianos fueron confirmadas, en particular la idea de que las políticas de austeridad paralizarían el crecimiento. Sin embargo – se lamenta– los que continúan triunfando son los primeros, sobre todo en los grandes medios. Ahora bien, ¿cómo dudar de que la casi desaparición de una prensa independiente o su subordinación progresiva a los grandes intereses que determinan la política económica y social de los gobiernos alimentan el espíritu conservador de una Europa en crisis? En Francia, el Presidente de la República lleva a cabo desde hace dos años una política económica alineada con las recomendaciones de la prensa. Los resultados son en consecuencia muy malos. Pero, lejos de estar agradecidos a Hollande por haber estado tan atento a sus recomendaciones nefastas, los editorialistas ahora lo conminan a acelerar en el mismo sentido, y después, con la misión cumplida, renunciar. “Ya que está derrotado para ser reelegido –lo increpa así el ex diputado socialista europeo Olivier Duhamel en Europa 1– al menos que haga las reformas hasta el fondo para dejar una huella en la historia.” Por su lado, un editorialista del Figaro invita enseguida –pluralismo obliga– al jefe de Estado al mismo sacrificio: “Hollande parece hoy privado de toda capacidad de recuperación. Estar así acorralado, ¿no es una razón más para jugar a todo o nada, yendo directa y valientemente hasta el fondo con una política reformadora y liberal, aunque sea al precio de ver que su mayoría lo abandona?” (9). El “retorno” de Nicolas Sarkozy parece garantizar que un enfrentamiento personalizado entre partidarios de políticas casi idénticas continuará repitiendo el debate público francés durante los próximos años. Y que los medios les marcarán el compás a todos, de manera compulsiva, a fuerza de sondeos y de alertas de terrorismo. Desde 1989, el programa de France Inter Là-bas si j’y suis permitió a un público importan-

te y socialmente diversificado escapar a tales manipulaciones gracias a una perspectiva diferente sobre la actualidad social pero también internacional. Los periodistas de Le Monde diplomatique eran invitados regularmente. En junio último, argumentando la edad del conductor, Daniel Mermet, y las encuestas de audiencia en retroceso, la dirección de la estación cerró autoritariamente este espacio de libertad. Sin embargo, Radio France continúa recurriendo a periodistas experimentados, como Christine Ockrent, y a otros que acumulan fracasos bien reales, como Nicolas Demorand, recientemente echado de la dirección de Libération después de que el 89,9% de los empleados del diario hubieran reclamado su partida. Pero éstos forman parte de los indestructibles gracias a su fuerte adhesión a la globalización versión patronal (Ockrent) o al social-liberalismo (Demorand) (10). La desaparición del único programa cotidiano de la radio nacional identificado como disonante en el concierto mediático, y cuyas encuestas daban la palabra a las clases populares, constituye pues un duro golpe contra el pluralismo (11). Nuestro proyecto La defensa de Le Monde diplomatique y la ampliación de su influencia se vuelven así más urgentes. Pues bien, en 2013, la movilización de los lectores fue importante. La difusión del periódico mensual (-0,61% según la OJD) resistió mejor, en efecto, que la de la mayoría de los otros títulos de prensa. El monto de las contribuciones de los lectores, convertidas en un pilar esencial de nuestra economía, aumentó, por otra parte, fuertemente y superó los 240.000 euros (contra 180.000 euros en 2013). En fin, el número de abonados a nuestros archivos digitales pasó de 0, a fines de 2012, a 6.947, en 2013, para establecerse en 11.382 en septiembre de 2014. Este último ejemplo lo demuestra: nosotros buscamos anticiparnos al estancamiento de las ventas del diario y al rol cada vez más marginal de los ingresos publicitarios en nuestro volumen de negocios (1,6% en 2013) inventando sin cesar otros medios, incluso digitales, para dar a conocer nuestra manera de ver. Medios que deben permitirnos movilizar nuevos lectores para pesar más en el debate público. Nuestro Manuel d’histoire critique, que se publicó el mes último, se inscribe en esta perspectiva tanto editorial como política. Y es uno de los proyectos que no hubiéramos podido llevar a cabo sin el concurso de ustedes, bajo la forma de abonos y contribuciones. En 2013, Le Monde diplomatique desapareció de la lista de las doscientas publicaciones más auxiliadas por el poder público, donde figuraba en la posición ciento setenta y ocho.

Simultáneamente, la revista Closer se mantenía en esta lista (en la posición ochenta y ocho, con 533.221 euros) y el diario patronal L’Opinion hacía su entrada (12). Esta seguidilla de incongruencias subraya la necesidad urgente de considerar las subvenciones a la prensa. Deberían, en primer lugar, ser útiles a las publicaciones que contribuyen al debate democrático que no quieren depender del óbolo de las grandes fortunas. Estamos lejos de ello cuando Télé 7 jours, adosado al grupo Lagardère, cobra cerca de 7 millones de euros por año, y Le Monde diplomatique… 108.600. Pero, allí también, el esfuerzo consentido de nuestros lectores contribuye a equilibrar la situación, puesto que dos tercios de las contribuciones que nos pagan les son reembolsados luego por el Tesoro público. La era digital abrió un autoservicio caótico. Se encuentran allí todos los artículos, mezclados y encimados de cualquier manera en un mismo plano. Pero ya empieza a sentirse una forma de cansancio, de fatiga, ante la información superficial sin límites, el comentario inmediato y previsible de la menor (pretendida) actualidad, las últimas desviaciones de palabras, los estados de ánimo ombliguistas, los bufidos repentinos, el esplín teatralizado, las pequeñas depresiones. Y es allí donde nuestra singularidad podría resultar una ventaja, pues nos permite escapar a la rapidez, a la saturación, a la vehemencia, a la simplificación. Pero sabemos sin embargo que hace falta adelantarnos, rendir cuenta de las discusiones y de los proyectos, imaginar nosotros mismos estrategias de reconquista. Detenerse a reflexionar, en suma, para avanzar luego con los ojos abiertos. Aunque Le Monde diplomatique cambió mucho desde hace sesenta años, el racionalismo equilibrado, la esperanza progresista, la negativa a aullar con los lobos y los perros de ataque permanecen invariables. En una época en que existen pueblos enteros que caen en el oscurantismo, el miedo y la paranoia, nosotros seguimos pensando que la razón, las ciencias, la educación, el saber, la historia pueden legítimamente suplantar la emoción única, las creencias, las costumbres, los prejuicios, las supersticiones, el fatalismo. Y fundar un proyecto de liberación humana. No estamos obsesionados con el tema de la decadencia porque continuamos apostando a la emancipación. Nuestros medios de proseguir este combate intelectual dependen también de ustedes.

1. L’Express.fr, 15-9-14. 2. Véase Julien Brygo, “Des forums locaux pour renflouer Libération”, Le Monde diplomatique, París, septiembre de 2013. 3. Véase Pierre Rimbert, Libération, de Sartre à Roths-

child, Raisons d’agir, 2005 y Benoît Bréville y Jérôme Péllissier, “L’art de tuer Jaurès”, Le Monde diplomatique, París, julio de 2014. 4. De esos 18 millones de euros, 14 millones son aportados por Patrick Drahi, presidente de Numericable. “L’instant M”, France Inter, 16-9-14. 5. Les Echos y Radio Classique pertenecen a M. Bernard Arnault (1ª fortuna francesa), Le Point a François Pinault (3ª), Le Figaro a Serge Dassault (4ª), Libération a Drahi (6ª), Le Monde y Le Nouvel Observateur a Xavier Niel (7ª), Direct Matin y Canal Plus a Vincent Bolloré (10ª). Martin Bouygues (TF1LCI), Jean-Paul Baudecroux (NRJ) y Arnaud Lagardère (Europe 1, Paris Match, Journal du dimanche) se cuentan también entre las más grandes fortunas de Francia. 6. Pierre Rimbert, “La joie de servir”, Le Monde diplomatique, París, junio de 2014. 7. Según sus propietarios. 8. Capital, París, agosto de 2014. 9. Le Figaro, París, 15-9-14. 10. El 5 de marzo de 2013, en un editorial notable, el que en ese momento era director de Libération llamó a “devolver los derechos trabajosamente obtenidos y la protección social. Sí, habrá que fijar compromisos dentro de las empresas sin los que éstas cerrarán. Sí, para decirlo con estas palabras en otro tiempo altisonantes, habrá que trabajar más para ganar lo mismo y quizás menos. Sí, este panorama es mil veces preferible a la desocupación”. 11. Véase Daniel Mermet, “A Radio France, rapprocher le micro de la fenêtre”, Le Monde diplomatique, París, mayo de 2014. El sitio http://www.la-bas. org da cuenta de los próximos proyectos de Daniel Mermet. Y tres miembros de su antiguo equipo conducen en France Inter, cada sábado a las 16 horas, el programa “Comme un bruit qui court”. 12. Véase “Le Monde diplomatique disparaît”, La valise diplomatique, 9 de mayo de 2014, http://www.monde-diplomatique.fr/carnet/2014-05-09-le-diplo-disparait

*Director de Le Monde diplomatique. Traducción: Florencia Giménez Zapiola


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Una coalición bélica sin precedentes

“Guerra contra el terrorismo”, parte III Los bombardeos occidentales en Irak y en Siria anuncian una larga campaña contra la Organización del Estado Islámico. La retórica del presidente estadounidense Barack Obama recuerda cada vez más a la política emprendida por su antecesor, George W. Bush, aquella que llevó al desastre actual.

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Por Alain Gresh*

ue nadie se equivoque. Lo que estamos presencian-

do es un nuevo impulso de la “guerra contra el terrorismo”, en la misma línea que la cruzada iniciada por el presidente George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. A su llegada a la Casa Blanca, Barack Obama había procedido a realizar revisiones indispensables tras los bochornosos fracasos sufridos en Irak y Afganistán. Su administración había prohibido la expresión “guerra contra el terrorismo” y, sobre todo, se había comprometido a sacar a Estados Unidos de esos dos atolladeros. Estas medidas también reflejaban un cansancio de la opinión estadounidense ante esas intervenciones tan costosas en vidas humanas y dinero. Por último, Washington “pivoteaba” en dirección a Asia con la intención de olvidar un

poco ese “Middle East, middle of nowhere” (“Medio Oriente, el medio de la nada”) (1) que describía un experto estadounidense: exceptuando el petróleo, la región ya no presentaba un gran interés estratégico. Pero las crisis se sucedían a diario en el Departamento de Estado y Washington no se retiró. Una prueba de esto es el uso acrecentado de los drones y asesinatos selectivos en Pakistán, Yemen y Somalia, la supervivencia del campo de detención de Guantánamo, el mantenimiento de un contingente en Afganistán, el renovado apoyo a Israel durante su intervención en Gaza durante el invierno boreal de 2014… El discurso de Obama del 10 de septiembre pasado que anunciaba operaciones contra la Organización del Estado Islámico (OEI) (2) en Irak y Siria marca el comienzo no de la destrucción de esa fuerza, sino de una escalada cuyo final nadie puede predecir. El presidente de Estados Unidos privilegia la acción militar en detrimento de la acción política. En efecto, Obama no cae en el simplismo

ideológico de los neoconservadores y se niega, por ahora, a enviar a sus soldados (aunque ya haya mil quinientos asesores estadounidenses en el terreno). También mide mejor los obstáculos que Bush, lo cual explica su voluntad de presentar su accionar como sostenido por el consenso internacional. Desentendiéndose de sus responsabilidades, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó el 19 de septiembre pasado una declaración lo suficientemente vaga para que Washington pudiera considerarla como una luz verde a su intervención militar y ningún gobierno protestara. A simple vista, la coalición de Estados creada contra la OEI parece más temible que aquella conformada en el pasado contra el régimen de Muamar Gadafi. Durante su cumbre en Newport (País de Gales), el 4 y 5 de septiembre de 2014, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) anunció que estaba conformando un “núcleo” de la coalición contra la OEI con diez países, entre los que se encontraban Francia, Es-

tados Unidos y Turquía. El 15 de septiembre, en París, veintiséis Estados –entre los que se contaban los miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG) (3), Rusia y China– prometieron su participación a priori en ese esfuerzo. Argelia, tan reticente a las intervenciones occidentales en la región, apoya la coalición en Irak. Incluso Irán, que no la ha integrado, considera como un peligro mortal a la OEI y sus sanguinarios ataques contra los chiitas. En el plano religioso, Al Azhar en El Cairo y el Consejo de los Grandes Ulemas de Arabia Saudita en Riad predicaron en ese sentido, y este último denunció no solo a la OEI, sino también el Hezbollah, los houthi yemenitas y las milicias chiitas iraquíes. Ni siquiera en 1990-1991, durante la guerra que siguió a la invasión de Kuwait por Saddam Hussein, pudo formarse una alianza tan unánime. Los eslabones débiles Sin embargo, como recordaba Lenin cuando analizaba las alianzas imperialistas durante

la Primera Guerra Mundial, “una cadena vale lo que vale su eslabón más débil”. Ahora bien, la cadena que se supone debe envolver y ahogar a la OEI no tiene solamente uno, sino varios elementos frágiles. Mientras que pertenece a la OTAN y comparte mil doscientos kilómetros de fronteras con Irak y Siria, Turquía aparece como el eslabón más precario. Ankara primero justificó su prudencia –especialmente su negativa a permitir que Washington utilice la base de Incirlik para realizar acciones militares en la zona, aunque sí lo autoriza para llevar a cabo acciones humanitarias y logísticas– por los cuarenta y nueve rehenes capturados por la OEI en el consulado turco de Mosul durante la toma de esta ciudad la noche del 9 de junio. La liberación de estos rehenes el 19 de septiembre no levantó sus reservas. Reservas que se explican, primero, por su participación en el conflicto sirio y la prioridad dada a la caída del régimen de Bashar al Assad. Turquía permitió que se instalaran en su te-


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rritorio redes de reclutamiento para la oposición, incluida la más radical, vinculada a Al Qaeda e incluso a la OEI. Los turcos representan una de las principales nacionalidades entre los combatientes extranjeros que la integran (4). Tierra de asilo para cerca de un millón y medio de refugiados sirios, Turquía teme que una intervención directa contra la OEI provoque una ola de atentados en su territorio. La reserva más seria de Ankara respecto de la coalición tiene que ver con los kurdos. Implicada en un diálogo político interno con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), con el objetivo, principalmente, de desarmar esta organización, Ankara ve con muy malos ojos su fortalecimiento militar. Ya que, si bien en algunos casos los kurdos frenaron el avance de la OEI, no fueron los peshmergas iraquíes –esos combatientes “dispuestos a enfrentar la muerte”, como pretende su nombre– los que mayormente lucharon. Desde la casi autonomía de la región kurda de Irak (que se remonta a la primera guerra del Golfo de 1990-1991), sus dirigentes están primeramente interesados en los negocios, en el acceso de Kurdistán a la independencia y en los desgarramientos que enfrentan a los dos partidos dominantes en Erbil, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK). Fueron el PPK y sobre todo su brazo sirio, el Partido de la Unión Democrática (PYD) los que aportaron la mayoría de los combatientes. Incluso cuando estos movimientos son colocados por Washington y Bruselas en la lista de las organizaciones terroristas, han tenido acceso a armas suministradas por Occidente a los kurdos. Una prueba más, si las hay, de que el concepto de “terrorismo” tiene un carácter variable y apunta ante todo a desacreditar a tal o cual organización para justificar intervenciones armadas. Segundo eslabón frágil: Arabia Saudita. El reino tomó en los últimos meses medidas radicales para contrarrestar a la OEI y adoptó severas leyes antiterroristas también utilizadas contra todos los opositores (5). El país no olvida la asesina campaña de atentados de Al Qaeda en su territorio que tuvo lugar entre 2003 y 2006. Riad también intenta contener las prédicas de sus religiosos. El Ministerio de Asuntos Religiosos inscribió a unos cien de ellos, con “tendencias extremistas”, en talleres intensivos de reeducación bajo la amenaza de que, si no cambiaban, serían revocados (6). Restan por verse cuáles serán las consecuencias de esta nueva orientación sobre los religiosos nutridos desde hace décadas con el biberón de una interpretación extremista del Islam, la cual, además, han contribuido ampliamente a exportar a todo el mundo. Como muchos líderes de la región, el rey Abdallah no confía en Obama. No le perdona que le haya soltado la mano al presidente egipcio Hosni Mubarak en 2011 ni su negativa a bombardear Siria en septiembre de 2013. Duda de su capa-

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cidad para imponer un verdadero cambio en Bagdad, que la monarquía considera como subordinado a Teherán. Arabia se siente solidaria de los sunnitas iraquíes, a quienes ayudó en varias oportunidades. Acusa al antiguo gobierno de Nouri al Maliki de ser, por su política anti-sunnita, el principal responsable del avance de la OEI. Por último, la desconfianza respecto de Irán sigue arraigada y la prensa financiada por el reino pretende, contra toda lógica, que los combatientes de la OEI podrían refugiarse en Irán (7). En efecto, está empezando a esbozarse un tímido acercamiento entre Teherán y Riad, pero una alianza sólida aún está fuera de alcance. Oficialmente, Irán no se ha unido a la coalición. Su negativa a participar en la Conferencia de París del 15 de septiembre –paralelamente al veto a su inclusión impuesto por Riad– debilita el frente anti-OEI. Como ha reconocido el líder de la revolución Alí Jamenei, de 75 años de edad, en la cama de hospital donde acababan de operarlo, algunos dirigentes iraníes querían viajar a París. Pero él se opuso: “Estados Unidos tiene malas intenciones. Tiene las manos manchadas de sangre iraquí y no podemos cooperar con él” (8). E Irán se levanta, como Rusia, contra todo bombardeo de la OEI en Siria sin autorización del gobierno de Damasco. Teherán y Washington han entablado complejas negociaciones en relación al programa nuclear, que deben concluir antes del 24 de noviembre. Un acuerdo permitiría a las dos capitales abordar con un nuevo enfoque los casos regionales (Siria, Yemen, Líbano), pero es poco probable que la República Islámica permita a Estados Unidos recobrar la influencia en Irak en detrimento suyo.

Estados Unidos no puede encontrar consuelo alguno en el paisaje político iraquí. Las milicias chiitas, muy ligadas a Teherán, publicaron un comunicado común alertando contra el envío de militares estadounidenses a la región (9). La más importante, Asaib Ahl al Haq (“Liga de los justos”), creada por el ex primer ministro Al Maliki, mantiene bajo vigilancia al nuevo jefe de gobierno, Haider Al Abadi: se ha opuesto, con éxito, al nombramiento de los ministros de Defensa y del Interior, que habrían debido simbolizar la “apertura” del nuevo poder (10). Conocida por sus ataques contra los sunnitas, denunciados como “espías”, ¿será la punta de lanza de la guerra contra la OEI?

será la próxima etapa? Ante la Comisión de Asuntos Militares del Senado, el 15 de septiembre, el jefe de Estado Mayor del ejército, el general Martin E. Dempsey, no descartó el envío de tropas estadounidenses si la estrategia actual no funcionaba. Más brutal, el general Michael Hayden, ex director de la Central Intelligence Agency (CIA) y de la National Security Agency (NSA), había explicado el día anterior en Fox News: “Pienso que tendremos fuerzas especiales en Irak y Siria. No creo que tengamos unidades regulares, aunque dos antiguos jefes del Centcom [United States Central Command, encargado de toda la región de Medio Oriente] consideran que vamos en esa dirección. Por el momento, yo no estoy ahí” (13).

Una reconquista pasa por la creación de un gobierno de unión nacional en Bagdad. Si bien Al Abadi, el nuevo primer ministro, ha hecho algunos gestos, adoptado un estilo más serio, ordenado el cese de los bombardeos en las zonas civiles bajo control de la OEI, parece incapaz de asegurar un acercamiento entre las distintas fuerzas políticas (11): las milicias chiitas tienen demasiado peso con respecto al ejército; los sunnitas están traumatizados por la experiencia de 20062007, cuando participaron en la lucha contra Al Qaeda para luego verse marginalizados y oprimidos. En cuanto a los dirigentes kurdos, sólo sueñan con un Estado independiente (12). Y, desde la Constitución impuesta por Estados Unidos en 2005, reina un sistema confesional que recuerda al que está vigente en el Líbano. Así, es prácticamente imposible la emergencia de partidos no confesionales. Sin una verdadera reforma política, Irak está condenado a la división y el caos.

El rompecabezas sirio Un influyente especialista estadounidense en cuestiones militares, Anthony H. Cordesman, del Center for Strategic and International Studies (CSIS, Washington), si bien se mantiene hostil al despliegue de tropas estadounidenses, observa: “Irak conserva unidades de combate, pero va a necesitar fuerzas especiales, tropas tipo rangers y otros expertos para coordinar, impulsar y establecer un lazo entre las fuerzas de tierra y las fuerzas aéreas. [...] Toda nuestra experiencia en Vietnam, Afganistán, los primeros meses en Irak, las tentativas de formar rebeldes eficientes en Siria y los combates de baja intensidad en Yemen confirman una lección decisiva de la historia militar: las fuerzas de un país débil y dividido necesitan ayuda para poder desarrollar su cohesión, un liderazgo eficaz y competencias de combate” (14). Si erradicar a la OEI en Irak parece fuera de alcance, ¿qué decir entonces de Siria? Tanto Washington como París se niegan rotundamente a rehabilitar el poder de Al Assad. Pocos observadores creen que los 500 millones de dólares votados por el Congreso para ayudar a la oposición siria moderada

Si incluso con el apoyo aéreo de Estados Unidos los iraquíes se muestran incapaces, como puede preverse, de hacer retroceder a la OEI, ¿cuál

podrán cambiar rápidamente las relaciones de fuerza en el terreno. Entonces, ¿quién llevará a cabo la ofensiva terrestre contra la OEI? El bombardeo de blancos puntuales iniciado el 22 de septiembre en Siria no tendrá más eficacia que en Irak, y podría tener un alto costo político: Teherán y Moscú se oponen y París, una de las pocas capitales militarmente involucradas junto a Washington, se niega a ampliar su campo de acción a Siria, puesto que ninguna resolución de la ONU permite justificarlo. La historia puede ofrecer algunas lecciones. En 1955, Washington enviaba a Vietnam una simple misión militar encargada de reorganizar el ejército. En 1959, ese número se elevaba a quince mil; en 1965, se contaba con más de cien mil soldados. La guerra de Vietnam duraría hasta 1975, cuando Estados Unidos finalmente aceptó que, pese al envío de una formidable armada militar, siempre es difícil decidir en lugar de un pueblo lo que es mejor para él.

1. Edward Luttwak, citado en “Le Moyen-Orient au milieu de nulle part”, Nouvelles d’Orient, 8-5-07, http://blog.mondediplo. net 2. De ahora en adelante, Le Monde diplomatique adopta esta denominación y no la de “Estado Islámico”, debido a que no se trata de un Estado. 3. Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar. 4. Véase Ceylan Yeginsu, “ISIS draws a steady Stream of Recruits from Turkey”, The International New York Times, 15-9-14. 5. Véase “La gran soledad de Arabia Saudita”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, mayo de 2014. 6. Sitio web de Saudi Gazette, 19-9-14. 7. Véase, por ejemplo, “Saudi security officials warn Islamic State fighters may regroup in Iran”, Al-Sharq Al-Awsat, 20-914, citado por BBC Monitoring, Londres, 21-9-14. 8. Reza Haghighat, “‘The Americans amuse me’, says Khamenei”, 15-9-14, http:// en.iranwire.com/features/6011. 9. Ahmed Ali, “The Iraqi Shi’a militia reponse to the US anti-ISIS collation”, iswiraq.blogspot.fr, 16-9-14. 10. David D. Kirkpatrick, “Shiite Militias in Iraq pose puzzle for US”, The International New York Times, París, 18-9-14. 11. Reidar Visser, “The new Iraqi prime minister: A change in style or substance?”, 17-914, www.mei.edu. 12. Véase Allan Kaval, “Las mil divisiones de Irak”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, julio de 2014. 13. www.foxnews.com 14. “Iraq, Syria, and the Islamic State: The ‘boots on the ground’ fallacy”, 19-9-14, http://csis.org

*De la Redacción de Le Monde diplomatique, París. Traducción: Julia Bucci


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Después del IRA y la ETA… el FLNC

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Por Christophe Ventura*

l 24 de junio de 2014, el Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC) anunciaba la decisión unilateral de iniciar un proceso de desmilitarización y una salida progresiva de la clandestinidad. Después del adiós a las armas del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y del movimiento Euskadi Ta Askatasuna (ETA), este anuncio señala el fin de las tres últimas luchas armadas de Europa Occidental, pero con soluciones políticas todavía muy inciertas. Los tres movimientos armados en lucha contra los Estados británico, español y francés sobrevivieron varias décadas a otras organizaciones clandestinas surgidas de “naciones sin Estado” en el País Vasco, en Bretaña, en las Antillas Francesas, en Cataluña, en el País de Gales o en Escocia… También sobrevivieron a numerosas luchas armadas de extrema izquierda que marcaron la Europa de los años 70 y 80: Fracción del Ejército Rojo en Alemania, Brigadas Rojas en Italia, Acción Directa en Francia, Organización Revolucionaria 17 de Noviembre en Grecia, para sólo citar las más célebres. La permanencia del IRA, de la ETA y del FLNC se explica ante todo por su arraigo en los respectivos territorios. Ni la represión ni las disoluciones que decidieron los Estados pudieron erradicarlos. A pesar de la estigmatización de la “opción de las armas”, estas organizaciones clandestinas no fueron consideradas “terroristas” por los cuerpos sociales de las que surgieron. Estrechamente acopladas a formaciones públicas o “ramas políticas”, se valieron de reivindicaciones históricas, a pesar de algunas equivocaciones o desviaciones. Su combate les dio mucha visibilidad, obligando a los Estados a intentar distintas soluciones negociadas, interrumpidas por extensas oleadas punitivas. Sin embargo, a pesar de los numerosos puntos en común y sus regulares intercambios, estas organizaciones tenían proyectos políticos diferentes (1). Su historia y su renuncia a la clandestinidad tienen que situarse en contextos particulares. El IRA, la primera de las tres organizaciones en decretar el abandono de las armas, nació en 1919, en el contexto de la guerra de independencia (1919-1921), y emana del Sinn Fein, movimiento político

¿Adiós a la lucha armada? La decisión del Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC) de abandonar la lucha armada, después de la desmilitarización del Ejército Republicano Irlandés (IRA) en 2005 y del movimiento Euskadi Ta Askatasuna (ETA) en 2011, puso fin a las tres últimas organizaciones clandestinas de Europa Occidental. Sin embargo, las soluciones políticas para su reinserción en la vida democrática presentan aún resultados inciertos.

creado en 1905. Dividida durante la guerra civil irlandesa (1922-1923) (2), concentró sus acciones contra los intereses británicos, principalmente en Irlanda del Norte. A fines de los años 60, los católicos, minoritarios en el Norte, reclamaron la igualdad de derechos civiles con los protestantes. La brutal represión de las fuerzas británicas en ocasión de las marchas pacíficas por esta igualdad provocó su regreso a la lucha armada. En Euskadi, el Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV) fue fundado en julio de 1895. Durante la Segunda República Española, el “Estatuto de Guernica” adoptado en 1936 acordó una auténtica “autoridad” para la región, que se convirtió en un Estado casi independiente. Pero la dictadura franquista suprimió ese Estatuto y obligó al gobierno vasco a exiliarse. En diciembre de 1958, los jóvenes opositores a los conservadores del PNV crearon la ETA, y asestaron fuertes golpes al régimen franquista. Más tarde, la organización encontró un relevo político con Herri Batasuna, que vio la luz en 1978 y contaría con muchos funcionarios electos locales antes de su disolución en 2000.

La brutal represión de las fuerzas británicas en ocasión de las marchas pacíficas por esta igualdad provocó su regreso a la lucha armada El 21 de agosto de 1975, Edmond Simeoni y militantes de la Acción Regionalista Corsa (ARC) ocuparon en Aleria la bodega de un importante viticultor repatriado en medio de un vasto escándalo agrícola. Intervinieron importantes fuerzas del orden; dos gendarmes resultaron muertos. Una semana después, la ARC fue disuelta y se produjeron cruentos enfrentamientos en Bastia. Como reacción a esos sucesos, el 5 de mayo de 1976 se fundó el FLNC (3). A comienzos de los años 70 lo habían precedido organizaciones clandestinas –el Frente Paisano de Liberación de Córcega (FPLC) y Ghjustizia Paolina–, pero sólo tenían una existencia marginal en la protesta corsa, dominada por la ARC, fundada en 1967 por los hermanos Edmond y Max Simeoni, y que tras su disolución dejó lugar a la Asociación de Patriotas Corsos (APC), luego a la Unión del Pueblo Corso (UPC).


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A pesar de sus errores, la lucha armada había contribuido a contener las fuerzas mafiosas. Hoy, Córcega languidece debido a las renuncias y al fatalismo. El flagelo mafioso dinamita todos los engranajes de la sociedad, para en definitiva regular las relaciones sociales, económicas y políticas. Se suceden intimidaciones de todo tipo, presiones, imposiciones en la vida económica, asesinatos: la espiral amenaza con ser irreversible si no se reacciona a tiempo.

Desde sus inicios, la lucha que preconizaba el FLNC fue menos intensa que la del IRA y de la ETA. El movimiento clandestino siempre evitó las olas de atentados mortales. Se limitó a acciones muy centradas y puntuales, que en lo esencial apuntaban a edificios y servicios del Estado, o construcciones que desfiguraban el litoral corso. Es verdad que no enfrentaba las mismas situaciones que los vascos frente al franquismo y sus prolongaciones, o los irlandeses lidiando con una situación de guerra. La deposición de las armas Más allá de los contextos locales, las primeras evoluciones hacia procesos de paz se deben a la situación internacional. En Irlanda, la diplomacia de Estados Unidos –país receptor de una numerosa diáspora de ese país–, influyó para reforzar el proceso de desmilitarización del conflicto, iniciado en 1994 con un primer alto el fuego que permitió la apertura de discusiones y luego los Acuerdos del Viernes Santo, firmados el 10 de abril de 1998, en un período de fuerte crecimiento económico en el sur de la isla, presentado en ese momento como el “tigre celta”. El 28 de julio de 2005, el IRA ordenó a todos sus militantes deponer las armas. Les pidió que lucharan por la reunificación de la isla y el fin de la tutela británica mediante la vía democrática. El 26 de septiembre de ese año, el jefe de la comisión de desarme, el general canadiense John de Chastelain, anunció que el arsenal del IRA estaba completamente desmantelado. En el País Vasco, la situación política posterior al franquismo y la fuerza de la represión ­–a veces totalmente ilegal (4)– que aumentó tras los atentados islamistas en Madrid de marzo de 2004, debilitó considerablemente a la ETA. Las campañas de atentados que produjeron la muerte de civiles, así como el asesinato de personajes cercanos al PNV, favorables a la paz, o de periodistas, empañaron su combate. Tomando en cuenta el espectacular crecimiento en su esfera de influencia de un discurso en favor de la paz, el 20 de octubre de 2011 la ETA anunció “el cese definitivo de su actividad armada”. Esta decisión deriva de un “compromiso claro, firme y definitivo”, después de numerosas treguas de distinta naturaleza. El 21 de febrero de 2013, los expertos de la Comisión Internacional de Verificación del alto el fuego (no reconocida por el gobierno español) confirmaron el inicio de su desarme. Por último, el 20 de julio de 2014, la ETA anunció que terminó el “desmantelamiento de las estructuras logísticas y operativas vinculadas a la dirección de la lucha armada”. El FLNC también resultó muy debilitado por las oleadas de interpelaciones. Los desgarramientos mortales de los años 90 entre movimientos clandestinos (cerca de unos veinte militantes asesinados) dejaron sus huellas, así como ciertas conductas cuestionables ligadas a la práctica del impuesto revolucionario. Si bien el asesinato del prefecto Claude Erignac el 6

de febrero de 1998 no constituyó una estrategia de los movimientos clandestinos, reforzó la posición sostenida por los partidarios de reflexionar sobre los límites de la acción armada. Disminuyó el apoyo de la población y de la juventud. La situación benefició a los nacionalistas “moderados”.

La lucha del FLNC fue menos intensa que la del IRA y la ETA. Siempre evitó las olas de atentados mortales.

la Asamblea de Córcega. Durante su visita a la isla del pasado 12 de mayo, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, cerró la puerta a las reivindicaciones más simbólicas, aunque en julio la ministra de la Descentralización, Marylise Lebranchu, moderó sus declaraciones.

Situaciones políticas diversas Después del proceso de paz en Irlanda que concluyó el 13 de octubre de 2006 con los Acuerdos de Paz de Saint Andrews, el Sinn Fein gobierna Belfast con el Partido Unionista Demócrata (DUP, protestante). Progresó aun más en las últimas elecciones europeas, incluso en el Sur. La demografía dinámica de la comunidad católica conserva la esperanza de ver concretado tarde o temprano su sueño de unificación.

debates en el seno de la esfera de influencia nacionalista. Tampoco se adoptó después de verdaderos avances políticos negociados –por ejemplo en 1981, con el primer estatuto de la isla o las discusiones del Estatuto Joxe en 1989–, ni siquiera tras reunir a los militantes detenidos en la Francia continental. Sólo los recientes votos de la Asamblea de Córcega testimonian una notable evolución. La inscripción de Córcega en la Constitución francesa para una mayor descentralización, la cooficialidad de la lengua corsa, el estatus de residente permanente para limitar la proliferación de viviendas secundarias (5) y un régimen fiscal específico: son reivindicaciones que hoy sostienen la mayoría de los funcionarios de todas las tendencias, más allá de la representación nacionalista, que cuenta con catorce electos sobre cincuenta y uno.

¿Una “paz de los crédulos”? El adiós a las armas del FLNC, un mes después de esas declaraciones ministeriales, sorprendió a muchos observadores, incluso cuando la violencia política parecía llegar al final del ciclo. Nada permite pensar que es consecuencia de negociaciones o que cambiará la posición del gobierno. La liberación de los militantes arrestados y el cese de acciones no parecen estar a la orden del día.

En el País Vasco, el adiós a las armas deriva de un proceso unilateral que inició la izquierda independentista. No existió ningún preacuerdo con los gobiernos español o francés, aun cuando emisarios españoles prosiguieron negociaciones discretas en Oslo, antes de interrumpirlas bruscamente. ETA sigue negándose a disolverse si no se satisfacen algunas de sus reivindicaciones: reunión de los presos políticos dispersos en las cárceles españolas y francesas, tratamiento prioritario de los detenidos enfermos y del tema de los refugiados vascos. En la escena política pública, los independentistas mayoritariamente clasificados de izquierda progresan mucho, rivalizando con los autonomistas del PNV en el poder. El movimiento vasco, con todas sus tendencias, considera que el estatuto de autonomía actual está superado y reivindica el derecho a la autodeterminación. En Córcega, es evidente que la decisión del FLNC no fue objeto de

En la Asamblea de Córcega, la corriente moderada, que rechaza el empleo de la violencia, ya es mayoritaria, contrariamente a los años 80 y 90. Incluso aumentó su poder en las elecciones municipales de 2014, en especial en Bastia, donde Gilles Simeoni, hijo de Edmond Simeoni, se convirtió en alcalde con el apoyo de disidentes de izquierda y derecha. La coalición Femu a Corsica de Jean-Christophe Angelini y Gilles Simeoni desestabiliza el ala “radical”, que teme ser marginalizada en un momento clave para la evolución institucional de la isla. Sin embargo, está bien lejos de alcanzarse, ya que el Gobierno no parece dispuesto a ratificar los votos de

Se está muy lejos de la situación en Irlanda, donde toda la clase política británica acompañó el proceso de paz y permitió liberar a los detenidos de entonces, con la condición de que convencieran al IRA de deponer las armas. Si la respuesta se limitase a migajas de poder, el futuro podría ser más sombrío de lo que piensan algunos, cándidos o cínicos. Soldados aislados o una juventud testigo de la agonía de la cultura corsa corren el riesgo de perderse en posiciones identitarias confusas o en una marginalidad que reafirma la influencia creciente de la gran delincuencia. Porque se asiste al establecimiento de una criminalidad organizada, que evoluciona hacia un nuevo tipo de mafia, diferente de los modelos italianos e inédito en la isla. Su desarrollo es indisociable a la vez del sistema político insular, marcado por el clanismo, y de las estrategias de un Estado que concentra su represión sobre los nacionalistas, dejando que los grupos criminales se recompongan.

1. Véase Laurent Bonelli, “Anatomía de la lucha armada”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, agosto de 2011. 2. El Tratado Anglo-Irlandés de Londres, firmado el 6 de diciembre de 1921, acta de la partición de Irlanda en dos entidades distintas. Esta situación desembocó en una guerra civil entre los opositores a la partición y los que la aceptaban. 3. Edmond Simeoni, Le Piège d’Aléria, Lattes, 1976. 4. Comandados por los servicios secretos españoles, entre 1983 y 1987 los GAL secuestran, torturan y matan a veintisiete militantes de ETA, los acuerdos franco-españoles sobre la devolución a las autoridades españolas de los militantes vascos arrestados en Francia coinciden con su desaparición. 5. Más de una propiedad de cada dos a orillas del mar. Los candidatos a la compra de un bien inmobiliario en la isla tendrán que demostrar cinco años de residencia efectiva permanente. *Dirigente histórico del Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC), ex miembro electo nacionalista de la Asamblea de Córcega (1984-1998). Último libro publicado: Corse: Entre néo-clanisme et mafia?, Fiara Editions, Carbuccia, 2013. Traducción: Teresa Garufi


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Paradoja del sistema electoral estadounidense

La fórmula para triunfar siendo minoría En noviembre, las elecciones de medio término en Estados Unidos se definirán, como suele ocurrir, por un puñado de distritos donde los dos principales partidos están codo a codo. Para asegurarse el triunfo, los republicanos recurren a diversas estrategias de disuasión de electores, al límite de la ilegalidad.

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padrones electorales, con la excusa de haber tenido condenas judiciales inventadas. “A miles de electores que tenían indudablemente el derecho de votar se les negó el acceso a las urnas” (4), concluyó, después de varios años de investigación, la jurista y vicefiscal general adjunta por los derechos civiles Pamela Karlan.

Por Brentin Mock*

n marzo de 2014, se puso en juego una banca en la Cámara de Representantes, tras ser dejada vacante por el republicano Charles William Young, fallecido unos meses antes. La demócrata Adelaide “Alex” Sink parecía estar bien posicionada para ganar ese 13º Distrito de Florida, donde Barack Obama había resultado vencedor en 2008 y 2012: su adversario, el ex lobbysta David Jolly no era popular, había recaudado menos fondos, y finalmente, sólo contaba con un tímido apoyo de su partido. “Era una de las bancas más vulnerables de los republicanos –advertía el politólogo Larry Sabato el 12 de marzo–. Sin embargo, lograron conservarla” (1). Este resultado fue ampliamente interpretado como un referéndum contra la administración Obama, supuestamente debilitada por la caótica implementación de la reforma del sistema de salud, el caso de las escuchas de la National Security Agency (NSA) o incluso por una política exterior considerada desconcertante. Pero no es ésta la única explicación: el triunfo de Jolly se debe en gran medida al sistema electoral estadounidense. Según una encuesta nacional realizada por Public Policy Polling, sólo el 23% de los estadounidenses apoya a los republicanos (contra el 35% que apoya a los demócratas). A pesar de esta impopularidad, que no se desmiente desde hace varios años, y aun cuando obtuvieron menos votos que sus adversarios en las elecciones de 2012, los conservadores son mayoría en la Cámara de Representantes. Podrían incluso apoderarse del Senado

Para evitar que se repitiera una situación semejante, se aprobó en 2002 una ley federal, la Help America Vote Act (HAVA). Además de crear una estructura encargada de velar por el buen desarrollo de las elecciones, instauró un mejor control del voto electrónico y definió con más precisión los documentos adecuados para verificar la identidad de un elector.

luego de las elecciones de medio término de noviembre próximo, si lograran quitarles seis bancas a los demócratas (2).

un puñado de distritos para dispersarlas mejor en otras partes, el Partido Republicano aumenta sus posibilidades de triunfo.

Estrategias republicanas Esta paradoja es producto de dos estratagemas legislativas: la adopción de leyes que apuntan a disuadir a algunos electores de votar (voter suppression) y la manipulación de los distritos con fines partidarios (gerrymandering). Estos ardides sacan provecho de la fuerte polarización del electorado de Estados Unidos, donde los negros, los hispanos y, en menor medida, los pobres eligen a los demócratas, mientras que los hombres, los blancos y los más ricos se orientan masivamente hacia los republicanos (3). Así, alejando a las minorías de las urnas, o agrupándolas en

La técnica que consiste en desalentar a algunos electores indeseables tiene una larga historia. Oficialmente, los afroestadounidenses gozan del derecho de voto desde 1870. Pero en los Estados del Sur, durante aproximadamente un siglo, se les impuso requisitos particulares (exámenes de idioma o educación cívica, pago de un impuesto, etc.) destinados a reducir su porcentaje de participación. Exitosamente: a comienzos de 1965, los padrones electorales del condado de Lowndes, en Alabama, no registraban a ninguno de los doce mil residentes negros del distrito, mientras que allí figura-

ba el 118% de los potenciales electores blancos... Fue recién en agosto que la Voting Rights Act, promulgada por el presidente Lyndon Johnson, puso fin a esa discriminación. Consecuencia: mientras en 1964, el 6% de los negros de Mississippi participaba de las elecciones presidenciales, cuatro años después, eran diez veces más los que lo hacían. Pero estas prácticas que se creían perimidas reaparecieron desde hace algunos años, bajo formas distorsionadas. En Florida, en las presidenciales de noviembre de 2000, sólo quinientos treinta y siete votos separaron a George W. Bush de Albert Gore. Previamente, miles de habitantes –en su mayoría afroestadounidenses y latinoamericanos– habían sido eliminados de los

Pero estas disposiciones no impidieron nuevas purgas. En 2012, poco antes de la elección presidencial, el gobernador republicano de Florida, Richard Scott, eliminó además de los padrones a dos mil setecientos apellidos, de los cuales aproximadamente el 85% eran hispanos y haitianos. ¿Su error? No ser ciudadanos estadounidenses. Pero la acusación resultó falsa. La directora de la asociación de defensa de los derechos civiles Advancement Project, Judith Browne Dianis, expresó su preocupación en una carta a Scott: “Todos sabemos que Florida se destaca cuando se trata de eliminar a los electores provenientes de las minorías; lo demostró en 2000 y 2004, elaborando listas erróneas de personas condenadas por delitos, descalificando al pasar a decenas de miles de afroestadounidenses que tenían sin embargo pleno derecho a votar. Es fundamental para la integridad de nuestras elecciones [...] que Florida deje de impedir a algunos ciudadanos ejercer un derecho democrático fundamental”. Ante la negativa del gobernador, la asociación presentó una demanda judicial, y finalmente una Corte Federal declaró ilegal la purga llevada a cabo por Scott... ¡dieciocho meses después de


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electores afroestadounidenses que viven en Savannah, que fueron reemplazados por habitantes blancos de los suburbios; en Florida, St. Petersburg, el distrito donde se enfrentaban Sink y Jolly, perdió su parte meridional, habitada casi exclusivamente por negros y reemplazada por una porción del distrito vecino, situado en el suburbio residencial y ocupado por blancos, etc.

la elección! Mientras tanto, muchos Estados aprobaron, de una forma u otra, leyes destinadas a prohibir que algunos electores concurrieran a las urnas, o por lo menos a disuadirlos. En todas partes, las justificaciones son las mismas: según los republicanos, Estados Unidos sería víctima de un fraude electoral masivo; en cada elección, decenas e incluso cientos de miles de inmigrantes y criminales se aprovecharían de la flexibilidad de la legislación estadounidense para votar ilegalmente, adoptando una falsa identidad (5). Muchos informes señalan que estos rumores carecen de fundamento. Entre 2000 y 2014, sólo treinta y una personas fueron declaradas culpables de fraude por usurpación de identidad (6). Pero poco importa: algunos Estados multiplican los dispositivos para prevenir supuestamente los engaños.

Si bien la ley prohíbe a los Estados manipular su mapa electoral según criterios raciales, nada les impide basarse en criterios partidarios. Por eso, a los republicanos les es muy fácil argumentar que, desde luego, quisieron favorecer a su partido, pero que su delimitación nada tiene de étnica. ¿Su argumento convencerá a los tribunales? Desde hace algunos meses, los reclamos judiciales para denunciar las estratagemas de la derecha se multiplican. Florida, Carolina del Norte o incluso Texas son citados a comparecer ante las cortes federales por el Departamento de Justicia o asociaciones de defensa de los derechos civiles. A comienzos de septiembre, un tribunal le ordenó a Ohio derogar su ley sobre el voto anticipado. Las demás decisiones recién se tomarán después de las elecciones de noviembre...

Según el Brennan Center for Justice, en 2011 y 2012, diecinueve Estados aprobaron veinticinco leyes tendientes a endurecer las condiciones del derecho de voto. Y en 2013 las cosas incluso se aceleraron: noventa y dos leyes, en treinta y tres Estados (7). Este recrudecimiento es producto de una decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos que, el 25 de junio de 2013, eliminó un obstáculo al invalidar el artículo 5 de la Voting Rights Act de 1965, que obligaba a los Estados a obtener la aprobación del gobierno federal si deseaban modificar su código electoral. La medida más apreciada por los dirigentes republicanos consiste en endurecer el procedimiento de identificación de los electores. Hace algunos años, en la inmensa mayoría de los Estados, éstos podían acreditar su identidad mediante varios documentos: permiso de conducir, carnet de estudiante, permiso de portación de armas o certificado bancario con su nombre y domicilio. A partir de 2011, Texas quiso restringir la lista de dichos documentos, autorizando solamente los permisos de portación de armas (cuyos titulares votan más bien en favor de los republicanos) y los documentos de identidad otorgados por autoridades públicas, cuando esos documentos no son obligatorios en Estados Unidos y muchas personas carecen de ellos. La aplicación de esta ley fue suspendida al año siguiente por un juez federal. Según él, la medida, que corría el riesgo de castigar sobre todo a los negros e hispanos, entraba en contradicción con el artículo 5 de la Voting Rights Act. No bien este artículo fue considerado inconstitucional por la Corte Suprema, Texas restableció su ley. Mississippi y Carolina del Sur hicieron lo mismo. El 25 de julio de 2013, Carolina del Sur restringió también la lista de documentos admisibles únicamente a los pasaportes, permisos de conducir y documentos de identidad. Sin embargo, trescientos mil ciudadanos del Estado no poseen dichos documentos, en particular negros, que representan el 23% de los electores y el 38% de las personas que carecen de documento de identidad. Además, la nueva ley elimina la posibilidad de inscribirse en los padrones electorales el

día de la votación. Ahora bien, se sabe que, lejos de favorecer los fraudes, esta medida aumenta la participación, en el orden del 10% según una encuesta del think tank Demos. Su eliminación corre el riesgo además de castigar a las minorías: en 2012, en Carolina del Norte, los afroestadounidenses constituían el 33% de los electores inscriptos el día de la elección (8).

La medida más apreciada por los republicanos es endurecer el procedimiento de identificación de los electores.

Para alejar a los indeseables del cuarto oscuro, el gobernador republicano de Ohio, John Kasich, no se conformó con endurecer los requisitos de identificación: redujo además el período de voto anticipado. En 2004, algunos distritos del Estado –en particular en las zonas urbanas, donde viven las minorías– habían padecido colas de espera de varias horas, lo que desalentó a decenas de miles de electores. Con el fin de resolver este problema, se estableció en 2005 un período de voto anticipado de treinta y cinco días para aquellos que, el día de la elección, no pudieran perder un día de trabajo o no tuvieran quién cuidara a sus hijos.

Esta decisión se tradujo, en 2008, en una fuerte movilización de los electores negros y pobres, aumentando el triunfo de Obama. Tras un infructuoso intento en 2012, Kasich aprovechó, en febrero de 2014, la brecha abierta por la Corte Suprema para reducir este período en una semana. Y no cualquiera: la que autorizaba a los electores a inscribirse y votar el mismo día. Criterios raciales Estas medidas tendientes a disuadir a los ciudadanos de concurrir a las urnas suelen verse acompañadas de estrategias. Según la ley, cada Estado debe, cada diez años, redefinir las fron-

teras de sus circunscripciones electorales para ajustarse a los resultados del último censo. Esta obligación esconde un objetivo importante. “Recuerde que el Partido Republicano ganó entre veinticinco y treinta bancas gracias al proceso de delimitación posterior al censo de 1990. Sin estas bancas, los republicanos nunca habrían sido mayoría en la Cámara de Representantes en 1994” (9), escribía en 2010 el estratega de Bush, Karl Rove. La avalancha de los conservadores en las elecciones de medio término de 2010 les dio poder para impulsar la delimitación en veinte Estados, contra siete en favor de los demócratas (10). Ahora bien, muchos defensores de los derechos civiles acusan hoy a los republicanos de haber utilizado criterios raciales para redefinir los distritos. Los datos son inquietantes: la población blanca de Texas cayó del 52% al 45% entre 2000 y 2010, pero gracias a la delimitación, los blancos se tornaron mayoría en el 70% de los distritos; en Georgia, el 12º Distrito perdió cuarenta y un mil

1. Larry J. Sabato y Kyle Kondik, “The limited meaning of Florida’s special house election”, Center for Politics, 12-3-14, www. centerforpolicitcs.org 2. De las treinta y seis bancas de senadores en juego, veintiuna están actualmente ocupadas por demócratas. 3. Véase Jérôme Karabel, “Fracaso de la estrategia sureña”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, diciembre de 2012. 4. Pamela Karlan, “Lessons learned: Voting rights and the Bush administration”, Duke Journal of Constitutional Law & Public Policy, Durham (Carolina del Norte), 2009. 5. David Sirota, “Why the GOP is so obsessed with voter fraud”, 5-9-14, www.salon.com 6. Justin Levitt, “A comprehensive investigation of voter impersonation finds 31 credible incidents out of one billion ballots cast”, The Washington Post, 6-814. 7. “Voting laws roundup 2012” y “Voting laws roundup 2013”, Brennan Center for Justice, www.brennancenter.org 8. Ari Berman, “North Carolina passes the country’s worst voter suppression law”, The Nation, Nueva York, 26-7-13. 9. Karl Rove, “The GOP targets state legislatures. He who controls redistricting can control Congress”, The Wall Street Journal, Nueva York, 4-3-10. 10. En los otros veintitrés Estados del país, para evitar la manipulación electoral con fines partidarios, el proceso de delimitación está dirigido por comisiones independientes o bipartidarias. *Periodista. Traducción: Gustavo Recalde


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El “pivote asiático” estadounidense contra la “Ruta de la seda” china

La batalla por el control de Asia-Pacífico Frente al creciente poderío de China, Estados Unidos vuelve a impulsar el Tratado Transpacífico (TPP), que lo vincula comercialmente con la región de Asia-Pacífico. Pero contener al gigante asiático no será tan fácil. Antes deberá enfrentar las propias resistencias internas de los países signatarios del TPP.

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Por Martine Bulard*

l 31 de julio pasado, al rechazar el acuerdo ideado por los expertos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los productos agrícolas, el nuevo primer ministro indio, Narendra Modi, le anunció al mundo el certificado de defunción de la Ronda de Doha, ya moribunda (1). Evidentemente, el objetivo –seguir subvencionando los cereales– es ante todo de orden interno. Pero si el caso hizo ruido –aunque no es el primer veto de India– es porque las oposiciones a las pretensiones de la OMC se hacen cada vez más numerosas, ya que los países emergentes se alían en función de sus intereses contra los países más poderosos, con Estados Unidos a la cabeza. La máquina de liberalizar entonces está en gran parte bloqueada. A modo de réplica, los países occidentales (y las multinacionales) optaron por tratados de libre comercio bilaterales (Unión Europea-Canadá, Estados Unidos-Corea del Sur...) y, sobre todo, por zonas geográficas: el Gran Mercado Transatlántico (GMT) entre Estados Unidos y la Unión Europea (2), el Acuerdo Transpacífico de Cooperación (conocido por su nombre en inglés Trans-Pacific Partnership, TPP) entre Estados Unidos y once países del Pacífico… Con esta división del planeta en regiones, Washington espera llevar la batuta. Los sueños de Obama Al principio, en 2005, el TPP sólo reunía cuatro enanos políticos y comerciales (Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur), que intentaban resistir a la aplanadora de sus vecinos. Cuatro años más tarde, Estados Unidos retoma la idea, con la voluntad de contener el poderío de China, que se acercó a los países del Sudeste Asiático a través de acuerdos de libre comercio. Washington teme perder su hegemonía en la región y arrastra tras de sí a Australia, Malasia, Perú y Vietnam, así como Canadá y México, ya vinculados por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Pero hubo que esperar hasta noviembre de 2011 para que Japón,

en ese entonces primer socio de China, se uniera al cortejo… con cierta reticencia. Desde entonces, el muy nacionalista primer ministro Shinzo Abe vio allí la oportunidad de fortalecer su rol de mano derecha asiática de Estados Unidos. Así, se perfila lo que los expertos estadounidenses denominan el “pacto comercial del siglo XXI”. El que, en caso de prosperar, englobaría cerca de la mitad de las riquezas producidas en el mundo, el 35% del comercio internacional y el 30% de la población. Lo suficiente como para consolidar la dimensión económica del “pivote asiático”, que Barack Obama definió a su llegada al poder –la dimensión militar se desarrolla gracias a la ampliación de acuerdos estratégicos con Filipinas, Australia, Vietnam y, por supuesto, Japón–. Como subraya el especialista Zachary Keck, se trata de un “plan global que apunta a intensificar el compromiso, la influencia y el impacto de Estados Unidos en las cuestiones económicas, diplomáticas, ideológicas y estratégicas de la región” (3) a fin de cortarle las alas a China. El siglo debe ser estadounidense –y no chino, como imaginan algunos–. No obstante, de los sueños de Obama a la realidad hay un gran trecho. Su gira de primavera por sus países aliados más cercanos (Japón, Malasia, Filipinas y Corea del Sur) no desbloqueó ninguna cuestión. Las negociaciones no se cerrarán antes de las elecciones de medio mandato de noviembre en Estados Unidos (véase Brentin Mock, pág. 8), y tampoco de ahí a fin de año. De todos modos, los estadounidenses no escatiman recursos. Según la investigadora australiana Patricia Ranald, Washington habría movilizado a no menos de seiscientos asesores para respaldar a los negociadores oficiales. En cuanto al público en general, no le queda más remedio que ir a la pesca de información sobre lo que, sin embargo, es presentado como “el mayor libre mercado del mundo”. El contenido de las discusiones se mantendría en secreto si no fuera por el trabajo y la tenacidad de organizaciones no gubernamentales como Electronic Frontier Foundation, Public Citizen y muchas otras más, y


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nei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam–, así como con Japón, Australia, Nueva Zelanda, India y Corea del Sur –ya que estos dos últimos no están involucrados en el TPP–. Pekín no deja de hacer notar que el conjunto totalizaría la mitad de la población mundial y un tercio del comercio. Las conversaciones ya se iniciaron, con una atención particular por Corea del Sur.

de hackers como WikiLeaks. En noviembre pasado, al término de negociaciones infructuosas, el ministro de Comercio Exterior de Malasia reconocía: “Será muy difícil [llegar a un acuerdo]. Lo que reveló WikiLeaks en estos últimos tiempos no va a ayudar al proceso” (4). Según esos documentos, prácticamente ningún ámbito de la vida podría escapar a las multinacionales. Como es habitual, el TPP quiere eliminar los derechos aduaneros que quedan, pero también elaborar normas comunes sobre todos los productos (alimentarios, fitosanitarios, industriales…), sobre los servicios (bancos, cajas de ahorros, de jubilaciones, seguros, etc.), sobre la propiedad intelectual, sobre la resolución de los litigios con esos famosos tribunales de excepción que les permiten a los gigantes privados poner en tela de juicio las decisiones de un gobierno (5). Sobre los derechos de propiedad intelectual, el apetito de los grandes grupos parece no tener límites. Así, para las patentes “que detentan las empresas, Estados Unidos propone 95 años de derechos exclusivos [y hasta] 120 años cuando los trabajos no fueron publicados” (6). Lo que, en el ámbito médico, significaría el fin de los medicamentos genéricos (actualmente la mayoría de las patentes son válidas por 20 años). Los fundamentalistas del mercado exigen incluso que el sistema de patentes se aplique “a los métodos de diagnóstico […], tratamiento y operaciones quirúrgicas para los seres humanos y los animales”. De esta manera, las técnicas de operación del corazón, por ejemplo, o los protocolos innovadores para la detección o el tratamiento del cáncer estarían sometidos al pago de derechos por parte de los usuarios. También se podría citar el patentamiento de plantas naturales, la desaparición de las medidas de control de capitales, de etiquetado de productos alimentarios y, en particular, de los organismos genéticamente modificados (OGM). La lista, infinita, parece un inventario a la Prévert. Las resistencias Pero hasta los gobiernos más liberales oponen resistencias, dado que la ley del más fuerte destruye los intereses de sus propios grupos capitalistas. Canadá rechaza ciertas extensiones del derecho de propiedad intelectual. La Asociación Médica Australiana (AMA), que reúne a los profesionales de la salud, le pidió al gobierno que se negara a cualquier acuerdo que “redujera el derecho del gobierno australiano a desarrollar una política de salud acorde a las necesidades nacionales” (7), en el ámbito de los medicamentos, la trazabilidad de los productos alimentarios y la lucha contra el tabaquismo. Por el momento, Sidney no cedió a las exigencias estadounidenses. En Vietnam, el gobierno quiere proteger sus producciones textiles y de calzado. Singapur, Malasia y Brunei se oponen al establecimiento de cláusulas sobre la resolución de los diferendos entre inversores y Estados. Pero es en Japón donde la resistencia parece ser más fuerte. Subvenciones, normas, cuotas y derechos de aduana constituyen serias barreras que los japoneses no están dispuestos a levantar tan fácilmente sólo para complacer a Estados Unidos. Es cierto que el primer ministro Abe anunció su entrada en las negociaciones con tanto entusiasmo y estruendo como discreto fue durante las elecciones de 2012 que lo llevaron al poder. El TPP representa “nuestra última oportunidad –exclamó, lírico, en su conferencia de prensa–. Dejar pasar esta ocasión equivaldría sencillamente a empujar a Japón fuera de los lugares de poder del mundo” (8). Mientras tanto, las discusiones tropiezan con las cinco “vacas sagradas” niponas: el arroz, el trigo, la carne vacuna y de

cerdo, el azúcar y los productos lácteos –o sea, 586 productos protegidos por un sistema de cuotas–. Las importaciones de arroz no pueden superar entre el 5 y el 8% del consumo interno, más allá de eso el gobierno impone derechos de aduana que pueden llegar hasta el 780%; para el trigo o los productos lácteos, estos alcanzan el 252%. Es inútil decir que su supresión resulta políticamente peligrosa. El Partido Liberal Demócrata (PLD), actualmente en el poder, sigue siendo mayoritariamente reticente, dado que los campesinos y sus familias constituyen una de sus bases electorales. Sin embargo, es poco probable que Abe renuncie a hacerlo. En efecto, ve allí la ocasión para que Japón vuelva a encontrar en Asia el lugar que le arrebató China –y claramente espera imponer las reformas que ningún gobierno logró hacer aprobar hasta ahora tanto en la agricultura como en la industria, reforzando ese discurso nacionalista–. Como las medidas tomadas para relanzar la máquina económica –las famosas “Abenomics”– no están funcionando (9), el primer ministro apuesta a la llegada de inversiones extranjeras directas (IED) para compensar las deslocalizaciones de los grandes grupos japoneses y modernizar un aparato de producción anticuado: las IED no representan más del 4% del producto interno bruto (PIB), frente a un promedio del 20% en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Otro milagro esperado del TPP: la apertura de los mercados de terceros países para incrementar las exportaciones, en particular en los ámbitos nuclear y ferroviario (de allí la voluntad de Mitsubishi de aliarse con Alstom), pero también y sobre todo para el equipo militar, que hasta ahora estaba prohibido vender al extranjero. ¿Negociará Abe, por ejemplo, la baja de los derechos aduaneros para los productos lácteos o la carne vacuna a cambio del acceso a los mercados automotores extranjeros? Hay clima de acuerdo. El gobierno japonés no disimula su voluntad de utilizar el tratado de libre comercio que se está discutiendo con la Unión Europea para doblegar a sus agricultores (más dispuestos a aceptar las normas alimentarias

europeas que las estadounidenses), obtener una apertura europea para sus automóviles y, respaldándose en los resultados obtenidos, reclamar a Estados Unidos una baja de sus derechos aduaneros sobre los camiones (el 25%). Un billar a tres bandas. Evidentemente, con este enfoque, la firma del TPP no está a la vuelta de la esquina. Y, del lado estadounidense, no es seguro que el proyecto se apruebe fácilmente en el Congreso: los republicanos se oponen mayoritariamente, por hostilidad visceral a Obama, y una parte de los demócratas también. Eso no impide que China tome en serio esas maniobras. Christian Edwards, columnista acreditado de la agencia oficial Xinhua, es muy directo: “Escondidos en el envoltorio del TPP se encuentran las tuercas y los pernos de una máquina que puede imponer un marco regulatorio al estilo estadounidense, en función de las necesidades e incluso de los caprichos de las principales industrias exportadoras de Estados Unidos, las que colocan millones de dólares en fondos electorales para asegurarse resultados garantizados” (10). Hubo algunas declaraciones que dieron a entender que Pekín podría unirse a las negociaciones. Algunos economistas chinos están convencidos de que eso permitiría acelerar la ola de reformas y privatizaciones planificada por el presidente Xi Jinping y su equipo, así como apaciguar las relaciones con Washington. Desde el punto de vista económico, el gobierno chino no tiene nada contra la ampliación de los ámbitos abiertos al libre comercio. Pero intenta seguir siendo dueño de sus movimientos y conservar herramientas de intervención, especialmente en las tecnologías de la información y el control de capitales. Desde el punto de vista geopolítico, no quiere entrar en una discusión en la que el eje Washington-Tokio podría socavar (o, en todo caso, disminuir) su poder. Entonces, elaboró su propio proyecto de Asociación Económica Integral Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership, RCEP), con los diez países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) –es decir, Birmania, Bru-

En una situación tensa con Japón debido a una disputa territorial por las islas Dokdo/Takeshima y al revisionismo de Abe, preocupado por la desaceleración del crecimiento, Seúl se acercó a China, a pesar de sus desacuerdos sobre Corea del Norte. Desde entonces el presidente chino apremia a su vecino para que firme un nuevo acuerdo de libre comercio bilateral antes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que en noviembre próximo reunirá en Pekín al ASEAN, todos los países vinculados por el TPP, México y Rusia –un acuerdo con Corea del Sur, tradicional aliado estadounidense, constituiría un buen botín para los dirigentes chinos–. Para evitar encerrarse en un mano a mano con Washington y dar algo de brillo a su proyecto, Xi acompañó sus ambiciones comerciales con un gran discurso sobre el renacimiento de las “Rutas de la seda”, en referencia a aquellas caravanas que desde el siglo II a.C. recorrían Asia Central o, más tarde, se lanzaban a los mares para unir China y Europa. En el mar, los márgenes de maniobra chinos parecen débiles. En tierra, el presidente Xi inició una gira por Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán y Uzbekistán, a fines de 2013. En marzo pasado, se tomó el trabajo de visitar la terminal de una línea ferroviaria que une Duisburgo, en Alemania, con Chongqing, en China (en dieciséis días, frente a un mes en barco), pasando por Rusia, Bielorrusia y Polonia. También multiplica los acuerdos con Rusia. Esta versión moderna de las míticas “Rutas de la seda” ¿alcanzará para frenar al “pivote asiático” de Estados Unidos?

1. Ronda de liberalización iniciada bajo la tutela de la OMC en 2001; las negociaciones, suspendidas en 2006, se retomaron en 2013 para terminar en el “Paquete de Bali”, que India relegó en el olvido. 2. Véase Lori M. Wallach, “Un tifón amenaza a Europa”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, diciembre de 2013, y el dossier sobre el “Grand marché transatlantique”, Le Monde diplomatique, París, junio de 2014. 3. Citado por Vince Scappatura, “The US ‘pivot to Asia’, the China specter and the Australian-American alliance” The Asia Pacific Journal, Vol. XI, N° 36, 9-9-14. 4. Citado por Pierre Demoux, “Quand WikiLeaks menace un traité économique”, Les Echos, París, 25-11-13. 5. Véase Raoul Marc Jennar, “Cinquante Etats négocient en secret la libéralisation des services”, Le Monde diplomatique, París, septiembre de 2014, y Benoît Bréville y Martine Bulard, “Des tribunaux pour détrousser les Etats”, Le Monde diplomatique, París, junio de 2014. 6. WikiLeaks, “Secret TPP treaty: Advanced Intellectual Property chapter for all 12 nations with negotiating positions”, 1311-13, www.wikileaks.org 7. “Looming trade deal could be health hazard: AMA”, Australian Medical Association (AMA), Sidney, 22-7-14. 8. Conferencia de prensa en Tokio, 153-13, japan.kantei.go.jp 9. Véase Katsumata Makoto, “Después de la crisis, la crisis”, Explorador-Japón: El eterno resurgir, Le Monde diplomatique, Buenos Aires, julio-agosto de 2014. 10. Xinhua, 4-9-14.

*Redactora en Jefe Adjunta, Le Monde diplomatique, París. Traducción: Bárbara Poey Sowerby


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Controversias en el chavismo

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Por Romain Migus y Julien Rebotier*

lo largo de los primeros meses de este año, el poder venezolano tuvo una única prioridad: mostrar unidad frente a la oposición y a los intentos de desestabilización apoyados por Washington (1). Pero desde hace algunas semanas el mundo político vive al ritmo de la publicación de cartas abiertas de ex altos funcionarios chavistas poco preocupados por salpicar con sus críticas al actual presidente, Nicolás Maduro. No es la primera vez que el movimiento chavista experimenta controversias públicas: su historia está cruzada por rupturas, divisiones y recomposiciones. Pueden recordarse, por ejemplo, las disidencias del Movimiento al Socialismo (2002), de una fracción de Patria Para Todos (2010) o del dirigente William Ojeda (2005). En muchos casos –signo de las fluctuaciones características del chavismo–, los rebeldes terminaron volviendo al seno de la coalición gobernante. Sin embargo, esta vez surge un hecho nuevo: el ex presidente Hugo Chávez, fallecido en marzo de 2013, ya no está para mediar y repensar las alianzas estratégicas. Todo comenzó con la carta de Jorge Giordani publicada el 18 de junio de 2014 (2). La víspera, Maduro le había comunicado su destitución del cargo de ministro de Planificación, que había ocupado de forma casi ininterrumpida desde que Chávez llegara al poder en 1999. Anunciando la ambición de “asumir [sus] responsabilidades ante la historia”, el arquitecto de las políticas económicas bolivarianas vapuleó al presidente: “incomprensión del hecho económico”, incapacidad para “transmitir liderazgo” y falta de “coherencia”. Héctor Navarro, miembro de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y varias veces ministro de Chávez, le brindó su apoyo públicamente, cosa que lo obligó a dar explicaciones ante la comisión de disciplina del partido. Giordani también condenó “la interferencia de asesores franceses” que habría obstaculizado la implementación de su propio programa de mayor estatización de la economía. Según el intelectual alemán Heinz Dieterich –antes cercano al poder venezolano–, el hecho de que Caracas se encontrara en la imposibilidad política

de recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) la llevó a recurrir a Matthieu Pigasse, director general delegado del banco Lazard, copropietario del grupo Le Monde y asesor de los gobiernos ecuatoriano y argentino en la reestructuración de sus deudas. Al francés se le habría encargado contribuir al “rescate” del “Titanic bolivariano naufragado por el iceberg del capitalismo, la corrupción y la ineptitud” (3). Gracias a Pigasse, el 13 de junio de 2014 el vicepresidente para el Área Económica y ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, se reunía con cincuenta inversores internacionales en los salones del Hotel Claridge’s de Londres para tranquilizarlos sobre el estado de la economía venezolana (4). A principios de junio, otro texto redactado por Temir Porras, un hombre cercano a Maduro, formado en la Escuela Nacional de Administración (ENA) de París había agitado las aguas. Porras, responsable de la campaña del candidato chavista para la elección presidencial de 2013, aludía a una política monetaria “más parecida al funcionamiento de un casino que al de un Banco Central” y recomendaba actuar con “pragmatismo”, “una virtud extremadamente necesaria en las circunstancias complejas que vivimos” (5).

A pesar de la avalancha de artículos periodísticos, tanto en Venezuela como en el extranjero, este tipo de conflicto no resulta sorprendente en un país donde, desde hace mucho tiempo, dominan los pragmáticos. La ilusión óptica se explica fácilmente: el chavismo nunca atrajo a militantes fieles a un corpus doctrinal. Por el contrario, desde comienzos de la década de los 90, integró en torno a su figura tutelar posturas políticas y corrientes de pensamiento muy diversas que tenían como base común prioridades tales como la afirmación de un Estado fuerte y soberano o la necesidad urgente de remediar las desigualdades. Como buen estratega, el Presidente de la República lograba impulsar una línea, pese a las contradicciones –a veces profundas– entre discursos teóricos y medidas concretas.

Los “radicales” se atragantan. Basándose en un informe del Bank of America Merrill Lynch, que ve en la expulsión de Giordani una “clara señal de la pérdida de influencia del ala marxista radical” (6), los defensores más intransigentes de la integridad del proceso bolivariano analizan el episodio como la “sentencia a muerte del chavismo” por parte de los “socialdemócratas” (7). Más de un año y medio después del fallecimiento de Chávez, y mientras persisten las dificultades económicas (8), la ruptura parece consumada, señal de una profundización de la crisis que atraviesa el país.

Continuo juego de alianzas Así, la Revolución Bolivariana mantuvo el viejo modelo económico rentista, confiando en la afluencia de capitales extranjeros, especialmente en el sector petrolero, donde la explotación descansa en manos de empresas mixtas que asocian al Estado con compañías extranjeras. Durante la década de 2000, los índices de pobreza bajaron fuertemente y las desigualdades se redujeron, pero sin una transformación profunda del sistema fiscal o del aparato productivo. No sólo el aumento del consumo estimula la actividad de los importadores (y debilita las cuentas externas), sino que, aun-

que la prensa se escandalice contra las “nacionalizaciones”, la participación del sector privado se mantiene: representa entre el 58% y el 62% del Producto Interno Bruto (PIB). En síntesis, el laboratorio del “socialismo del siglo XXI” nunca le dio la espalda a una realpolitik no siempre compatible con sus proyectos de tr ansfor mación de la sociedad a largo plazo. Por lo demás, el chavismo, como teoría práctica del poder, se caracteriza por un juego de alianzas que se rompen o se renuevan de modo continuo: en esas condiciones, es difícil fijar las fronteras de las diversas tendencias. Más allá de las ideologías, la proximidad, por ejemplo, entre el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, considerado como uno de los representantes de la corriente “de derecha”, cercana al Ejército, y diversas agrupaciones de la izquierda radical es una ilustración de ese movimiento perpetuo. Las “polémicas internas” que surgieron recientemente en la escena pública provienen principalmente de divergencias en cuanto a la práctica de gobierno o la administración del Estado. En Venezuela, como en otras partes, estas traducen en términos fácilmente identificables reordenamientos estratégicos más delicados de exponer a los militantes: así, “derecha contra izquierda”, “pragmático contra radical” transforman luchas de poder en nobles batallas políticas. Ahora bien, el período actual se caracteriza por una ruptura del frágil equilibrio de ayer. Estando ausente Chávez, en el seno del PSUV se había constituido una especie de unión sagrada. Seguramente haya que leer desde esa óptica la avalancha de críticas dirigidas a Giordani, cuyas declaraciones no amenazan tanto la homogeneidad ideológica del chavismo como su unidad política.

Las contradicciones internas a la dinámica bolivariana se intensificaron a partir de la muerte de su promotor. Chávez personificaba el Estado y el proceso político; pero lo que era evidente ya no lo es. La precariedad de la situación exige con más fuerza la consolidación de las instituciones (Estado, Justicia) en torno a un modelo de sociedad, por un lado, y a la clarificación del papel del PSUV, por el otro. Si el partido no logra imponerse como una fuerza de propuesta ideológica que ponga en debate –y defienda– un proyecto, al movimiento sólo le quedarán líneas de fuga como horizonte. La volatilidad de la actualidad política obstaculiza el proyecto de transformación social. La anomia acecha allí donde reina la desconfianza y donde siguen siendo frágiles las instituciones que confieren consistencia a las elecciones ideológicas. La recomposición post Chávez es el principal desafío del proceso bolivariano si se quiere conservar el campo de atracción social construido hasta aquí. Más allá de las Casandras que invariablemente predicen el fin de la Revolución Bolivariana, quien pueda presagiar nuevas configuraciones de este proceso en perpetuo movimiento requerirá de gran sagacidad.

1. Véase Alexander Main, “El estallido venezolano”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, abril de 2014. 2. Todas las cartas se pueden consultar (en español) en Rebelion.org. 3. Heinz Dieterich, “La caída de Giordani y el futuro de Venezuela”, 24-06-14, www.aporrea. org. 4. Blanca Vera Azaf, “Ramírez: Habrá convergencia en los tipos de cambio”, El Universal, Caracas, 14-06-14. 5. Rebelion: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185705 6. Francisco Rodríguez, “Venezuela in focus. The glass is half full”, Bank of America Merrill Lynch, Nueva York, 12-06-14. 7. Claudio Della Croce, “Bank of America + conexión francesa ¿apuntalan el fin del chavismo?”, 28-06-14, www.aporrea.org. 8. Véase Gregory Wilpert, “Venezuela se ahoga en su petróleo”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, noviembre de 2013.

*Periodista e investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia, respectivamente. Traducción: Gabriela Villalba


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