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Little Traveler La Revista Edición Aniversario enero-marzo 2020

UNA AVENTURA POR SUR AMÉRICA

POR: MARIELI Y JOEL DE MAPS OF ADVENTURES

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Vivimos una vida llena de aventuras, y no por exclusivamente viajar, sino porque a cada detalle que hacemos en nuestro diario vivir le encontramos una chispa. Es por esto que cuando comenzamos con la idea de compartir nuestra experiencia, no hubo un mejor nombre para darnos a conocer. En esta aventura, somos tres: Marieli, maestra de chiquitines que ama la aventura que se vive diariamente en el salón de clases; Joel, abogado que busca la parte divertida de una profesión seria; y Emma, que por ahora se encarga de crecer feliz.

Para nosotros, viajar es una de nuestras pasiones, así que siempre estamos planificando las próximas aventuras. Hace un año, estábamos en plena planificación de nuestra primera larga experiencia de viaje con nuestra niña, una aventura en América del Sur… En este artículo, hablaremos de lo que nos funcionó. No decimos “recomendaciones”, porque, al final, las experiencias de vida son bien individuales y se ajustan a los gustos de cada uno.

El primer avión de nuestra Emma fue a sus 4 meses, y desde entonces no ha parado. De hecho, a la publicación de esta revista, estaremos a punto de salir a su país número 25, y antes de sus 2 años de vida le sumaremos 2 más. “Tantos lugares y ella no se va a recordar”, algunos dirán. Pues nos recordaremos nosotros sus padres y se lo enseñaremos en fotos, eso nos basta. Ese primer vuelo duró 40 minutos a la República Dominicana, luego fuimos incrementando a vuelos de 3 horas a los Estados Unidos, hasta que finalmente nos esperaba el vuelo a América del Sur por más de 8 horas.

El “antes”

Como preparación para viajar, e incluso antes del primer vuelo, decidimos salir de casa por más de tres días. No importa si es a un hotel, a un apartamento, a casa de un familiar o un amigo, quedarte fuera de casa con un bebé da la oportunidad de saber qué realmente necesitas y con qué puedes vivir sin necesitar durante un viaje. En el caso de viajar con bebés, te ayuda a calcular los pañales, la comida y los artículos esenciales. Una de las herramientas que nos ayudó en la planificación de qué llevar en las carry-on fue a través de la aplicación “Messenger” de Facebook en la página de “Ask TSA” de la ”Transportation Security Administration”. Al enviarle un mensaje de tus dudas, ellos te contestan a los pocos minutos. Ahí nos enteramos que para bebés no hay límite de agua siempre que sea una por bebé y preferiblemente en un vaso o botella que parezca de bebés. También se puede llevar cereal en polvo aunque esté abierto, entre otras cosas.

Otro asunto que tuvimos precaución en la preparación del viaje: no atarnos a un calendario estricto. Dejamos días libres en el itinerario e incluimos pocas actividades cada día. Con un bebé, no estarás temprano ni aunque te planifiques. Cuando vayas a salir, puede ser que quiera leche, que se vomite, que quiera volver a dormir. Además, estarás cansado, es inevitable. Así que incluimos pocas actividades cada día, para poder disfrutarlas, pero sin sacrificar descanso, más aún las siestas de la bebé, que son sagradas. Preferiblemente, es bueno separar sólo la mitad del día en actividades, para descansar el resto del día. Por último, aprendimos también que, aunque los bebés no paguen boleto de avión durante sus primeros dos años de vida, posiblemente sí pagarán impuestos en vuelos internacionales. Así que siempre es importante verificar con la línea aérea al momento de hacer la reservación.

El “durante”

Era nuestro primer viaje en avión de más de 3 horas con la bebé. Serían 8 horas que nos tenían un poco ansiosos. La primera parada de nuestra aventura en América del Sur sería Río de Janeiro en Brasil y estábamos muy emocionados. Entregamos el coche de Emma en la puerta del avión y nos ubicamos en nuestros asientos. Lo importante es conocer la rutina de bebé. En nuestro caso, Emma una vez se da un baño y siente la pijama, sabe que lo que viene es dormir. Así que justo antes de abordar el avión, le dimos un baño y le pusimos la pijama. Con eso logramos que durmiera gran parte del vuelo, mitad del vuelo encima de mamá y la otra mitad de papá. Somos un equipo, así que compartimos las responsabilidades con mucho amor. Eso sí, los despegues y aterrizajes los pasa con mamá, ya que para descomprimir los oídos por la presión de la altura, toma leche para que el movimiento la ayude. Nunca le ha gustado las botellas de bebé, por lo que la opción es el pecho de mamá. Transcurrieron las 8 horas sin novedad. Papá y mamá también durmieron bastante y la nena durmió casi todo el tiempo. Los lapsos que estuvo despierta se entretuvo comiendo o jugando. Llegamos a Río. Esperamos que la gente saliera para bajar del avión con calma. Al salir, nos entregan el coche de la nena en la puerta. Al ver el coche, nos miramos con tragedia. ¡Estaba roto! A pesar de que porteamos con Emma, también utilizamos coche, por lo que un viaje de 35 días sin coche complicaría el asunto. Hicimos la reclamación con la línea aérea. “Vamos a hacer lo posible por repararlo” nos dijeron.

Rio de Janeiro

En nuestro primer día, hicimos una panorámica por la ciudad, visitando además la Catedral Metropolitana, el Pan de Azúcar y el Cristo Redentor del Corcovado. La Catedral está diseñada estilo pirámide maya, con vitrales de colores en todas las paredes que permiten un juego de luz increíble. Pasamos al Pan de Azúcar. Dos montañas unidas por un teleférico con una vista insuperable de Río de Janeiro. Cada ángulo en que veas la ciudad desde allá arriba es distinto, así que separa una buena cantidad de tiempo para maravillarte con la experiencia. Saca todas las fotos que quieras, pero incluye unos minutos para ti, para que te quedes admirando la belleza a través de tus ojos. Esa imagen te acompañará por el resto de tu vida. En la tarde, visitamos el Cristo Redentor, una de las 7 maravillas del mundo moderno. Es importante destacar que nuestra experiencia pudo haber sido frustrante para muchos, pero elegimos disfrutárnosla como fuera. Cuando llegamos, la lluvia y una densa neblina nos impedían no sólo ver la ciudad desde dicha altura, sino que hasta la imagen estaba oculta. Poco a poco, la neblina alrededor del Cristo Redentor fue cediendo y finalmente la pudimos apreciar, aunque la que estaba sobre la ciudad nunca se fue. Estábamos allí, con o sin neblina, esa experiencia nadie nos la podía quitar.

Luego de un día de encanto, regresamos al hotel. La noticia que tanto esperábamos nos aguardaba: laaerolínea nos había devuelto el coche reparado. Spoiler alert: el coche se portó bien durante todo el viaje.

El resto de los días en Río los pasamos con más calma. Estábamos a dos cuadras de la playa deCopacabana, que en marzo estaba con un sol intenso y un fuerte oleaje. La visitamos un rato, aunque conla nena no nos atrevimos a darnos un chapuzón por las olas. También visitamos la playa de Ipanema yutilizamos la transportación local para recorrer el centro de la ciudad.

Cuando Emma sea mayor de edad, nos sentaremos con una copita de vino todos a hablarle del día en que estuvo en el Cristo Redentor.

En Río, aprovechamos para visitar un amigo que vive allá. Otra de las cosas increíbles que te dan los viajes es la oportunidad de conocer personas de todas partes del mundo. A este amigo lo conocíamos sólo por cartas y la internet. Recorrer la ciudad bajo los ojos de un local te da una experiencia única. Obrigado Rio!

Iguazú

Llegamos a Iguazú temprano en la mañana. Aunque hay mucho para hacer en la ciudad, indiscutiblemente la atracción principal es la visita a las Cataratas de Iguazú. Las mismas se pueden visitar desde el lado de Brasil y el de Argentina, así que procura visitarlas desde ambos lugares. Nuestro hotel quedaba en el lado argentino, por lo que, para evitar cruzarfronteras en múltiples ocasiones, del aeropuertofuimos directamente a visitar las cataratas desde ellado de Brasil. Desde dicho lado, las cataratas se venimponentes. Puedes tener una vista panorámica delujo de toda la majestuosidad. Además, en una de lasetapas puedes bajar en ascensor para acercarte a lasaguas. La fuerza con la que caen las aguas hace olvidar la cantidad de personas que están a tu alrededor.

Al salir del parque brasileño, cruzamos fronteras y llegamos al hotel. El proceso fue bastante rápido. Desde el lado de Brasil, el chofer se bajó con nuestros pasaportes y lo esperamos en el vehículo.

Al entrar a Argentina, oficiales de inmigración se acercaron al vehículo y revisaron allí los documentos. Atrás dejábamos el portugués y regresábamos a nuestra lengua materna, aunque es importante aclarar que, hablando el mismo idioma, en Argentina se articula de manera diferente e incluso conjugan los verbos de forma distinta, por lo que en ocasiones teníamos que pedir que nos repitieran las cosas dos veces para poder comprender. Ni malo ni bueno, sino algo distinto e interesante, lo que catalogamos como la maravilla de los idiomas.

Al entrar a Argentina, oficiales de inmigración se acercaron al vehículo y revisaron allí los documentos. Atrás dejábamos el portugués y regresábamos a nuestra lengua materna, aunque es importante aclarar que, hablando el mismo idioma, en Argentina se articula de manera diferente e incluso conjugan los verbos de forma distinta, por lo que en ocasiones teníamos que pedir que nos repitieran las cosas dos veces para poder comprender. Ni malo ni bueno, sino algo distinto e interesante, lo que catalogamos como la maravilla de los idiomas.

A la mañana siguiente, llegamos al parque argentino bien temprano y salimos casi de noche. Caminamos y caminamos sin descanso. La recompensa no sólo valió la pena, sino que las alegrías y la felicidad. Todo lo que nuestros ojos admiraban era una belleza. La naturaleza es imponente, mientras que las pasarelas, caminos de metal que se prácticamente te llevan a los costados de las cataratas, son larguísimas. Hay diferentes pasarelas, pero recorrimos la pasarela superior ya que sería la más accesible con un coche de bebé. Emma sucumbió ante tanta belleza admirando lo que veían sus ojos antes de sucumbir a sus siestas. Recuerden: pase lo que pase, las siestas de los niños son sagradas, no importa lo que se pierdan.

Dejamos lo más espectacular para el final: La Garganta del Diablo. El punto donde se unen muchas de las cataratas formando una herradura. La caída de las aguas nuevamente nos transportó a un lugar de paz y silencio, sin importar el bullicio del momento.

Buenos Aires

Llegamos al lugar que nos albergaría por una semana, tiempo suficiente para tener un primer encuentro con la cosmopolita ciudad. Si a usted le han dicho que Buenos Aires parece sacado directamente de cualquier metrópolis europea, no le mintieron.

Al estar una gran cantidad de días, optamos por tomar el primer día un bus turístico para tener una panorámica de la ciudad antes de decidir qué lugares visitar. Claro, esto además de la investigación antes del viaje que habíamos hecho. Nunca se debe visitar un lugar sin al menos investigar todos sus atractivos, ya que eso te permitirá maximizar el tiempo.

Buenos Aires es una ciudad en donde hay demasiado que hacer. Es de esas ciudades que son tan grandes que no tienen un downtown definido, sino que tienen atracciones dispersas a través de toda la ciudad, y merece ser recorrida al dedillo. Entre ellas, recorrimos las calles de San Telmo, donde los domingos tienen una interesante feria y donde puedes encontrar a Mafalda para sacarte una foto con ella. También visitamos el barrio La Boca y el Estadio La Bombonera. Sobre esto, debemos aclarar con vergüenza que pensábamos que la bombonera era una cafetería; eso denota la “afición al deporte” que se vive en nuestra casa.

Seguimos nuestro recorrido a través de Puerto Madero y el impresionante skyline de la ciudad, así como la Plaza de las Naciones Unidas, donde se encuentra la Floralis Generica, una gigante flor de metal con un sistema eléctrico que abre y cierra automáticamente los pétalos dependiendo de la hora del día. Sus pétalos se cierran al anochecer y abren al alba. Continuamos el recorrido por Palermo, y nos detuvimos en La Recoleta para visitar el famoso mausoleo de Evita Perón y su familia.

Finalmente, pasamos por la Plaza de Mayo, la Catedral y la Casa Rosada. Emma se había portado como una campeona pero no podíamos abusar, así que nos regresamos al apartamento a descansar.

Utilizamos taxis o Uber en lugar de transportación pública, como los trenes, que tan accesibles se encuentran en una ciudad tan cosmopolita. Realmente ambos servicios de autos son tan económicos en Buenos Aires, que salían sólo un poco más caros que tomar trenes. Debido a que andábamos con Emma y las estaciones subterráneas no siempre tenían ascensor, era más cómodo subirse a un auto que bajar las escaleras de la estación con la niña, el coche y la mochila.

Si usted es amante de los libros y está en Buenos Aires, no puede perderse la visita al Ateneo Grand Splendid: una librería en forma de un teatro que te dejará sin aliento. De allí salimos con varios libros para nuestra chiquita. Uno de los días que más nos encantó fue el recorrido por Caminito, un colorido barrio de Buenos Aires. Allí comimos y nos disfrutamos cada color en las paredes. Es, según nuestra apreciación, el lugar más fotogénico de la ciudad. Ahora que hablamos de la comida, es importante aclarar ciertos mitos de las recomendaciones que nos hicieron, razón por la cual nosotros siempre optamos por dar nuestra experiencia, y no catalogarlo como “recomendaciones”. Nos habían hablado mucho de la comida y lo económico. Sobre esto, y enfatizamos que fue nuestra apreciación, la comida no alcanzó las expectativas que nos habían dicho, y definitivamente los precios tampoco. Ni malo ni bueno, esto fue nuestra apreciación. Así que cuando usted vaya, juzgue según sus gustos y no según los gustos de los demás.

Colonia, Uruguay

En Buenos Aires, puedes encontrar en el Barrio de Puerto Madero un ferry que te lleva a Uruguay. Tiene diversos paquetes, incluyendo la visita a las ciudades de Colonia, Punta del Este o Montevideo. Por el tiempo, nuestras opciones eran Colonia o Montevideo. No obstante, visitar la segunda supondría tomar el ferry por una hora a Colonia, y luego un bus hasta Montevideo por tres horas, visitar la ciudad por dos horas y luego el mismo ajetreo de regreso, todo con una bebé. Al final del día, pensamos que Montevideo merecía más de dos horas, por lo que lo dejamos para un futuro viaje y elegimos Colonia, ciudad que, como su nombre anticipa, evoca una ciudad colonial en la era de cuando formó parte tanto de España como de Portugal.

El recorrido en ferry fue muy tranquilo. Al llegar a Colonia, tomamos un recorrido a pie incluido en el billete, que también incluía un almuerzo ligero y un recorrido en bus. El recorrido a pie fue muy interesante, visitando las calles adoquinadas o en tierra. El recorrido en bus fue un tanto extraño porque las paradas que hacía no estaban diseñadas para conocer los ofrecimientos de la ciudad. Nuevamente, elegimos, en lugar de quejarnos, disfrutar de la experiencia de estar allí. Ya en la tarde regresamos a Buenos Aires a terminar de disfrutar de dicha maravillosa ciudad antes de movernos a Ushuaia.

Ushuaia

Lo primero que nos aclararon al pisar el aeropuerto es que la pronunciación correcta de la ciudad es Ushuaia, con la h muda. En esta fría ciudad, la ciudad más al sur del mundo, haríamos varias cosas: visitar el Tren del Fin del Mundo, el Kilómetro 0 de la Autopista de las Américas, que a un extremo está Ushuaia y al otro extremo está Alaska, visita al parque nacional y recorrido por el Canal Beagle.

La historia del Tren del Fin del Mundo es una más triste que romántica. En Ushuaia se encontraba en el pasado una cárcel, donde muchos presos no salían con vida por la exposición al frio que vivían mientras los utilizaban como trabajadores para la construcción del tren. Se popularizó el hecho que los presos tomaran el tren en que posiblemente les llegara el fin de su mundo, y ahí quedó el nombre. Ahora, convertido en una atracción turística, permite tener unas vistas panorámicas de la ciudad que te robarán el aliento.

En el Parque Nacional hicimos varias paradas para documentar panorámicas tal cuales postales así como visitar la Oficina de Correos del Fin del Mundo. Seguimos el recorrido hasta llegar al Kilómetro 0 de la Autopista de las Américas. Al otro día, tomamos un ferry para visitar el Canal Beagle, un tranquilo recorrido con más vistas espectaculares. Vimos el faro, una colonia de lobos marinos y al final visitamos una pingüinera. Ya se acercaba el frío, época en que los pingüinos del área migran a aguas más cálidas, por lo que en lugar de divisar sobre 5,000 pingüinos, vimos poco más de 300. ¿Nos frustramos? ¡No! Estábamos allí y eso era lo importante.

Dato importante, siempre pregunta de los lugares antes de ir. Nos habían hablado de lo hermoso del Glaciar Martial. Nosotros no habíamos investigado al respecto. En uno de los días libres, mamá no se sentía bien y papá optó por llevarse a la nena al glaciar, primero para tener ese recuerdo entre padre e hija pero también para que mamá no tuviera distracciones y pudiera descansar. Tomamos un taxi y llegamos al Glaciar. Así como nos bajamos del taxi nos volvimos a subir. El glaciar era todo en piedra, por lo que andar con la nena en coche no era una opción. Emma y papá regresaron a la ciudad, caminando un rato por ella antes de volver al hotel.

El Calafate

El Calafate alberga lo que para nosotros es el glaciar más conocido del mundo, el Perito Moreno, así que no queríamos salir de Argentina sin conocerlo. Además del glaciar, tomaríamos un ferry para conocer otros glaciares muy impresionantes.

El primer día tomamos el ferry. Había un cúmulo de personas para entrar pero, como suele suceder casi siempre en cualquier fila, ir con una bebé nos da ciertas ventajas, por ejemplo, nos pasaron al frente de toda la fila. Primer dato de los glaciares: el hielo glaciar no es agua congelada, es nieve compactada. Una vez cae la nieve tarda aproximadamente 15 años en convertirse en glaciar. El proceso de compactación libera mucho más oxígeno por lo que el hielo crea la ilusión óptica de ser color azul, aunque el hielo no tiene color. Si usted, al igual que nosotros, tiene la experiencia de ver glaciares en un día nublado o lluvioso, alégrese porque los verá más “azules” que si hubiese mayor luz solar. Otro dato interesante es que el 85% está sumergido. Así que lo que se ve, por imponente que sea, lo que estás viendo es el 15% de todo el glaciar. Vimos diversos glaciares, siendo los más impresionantes el Upsala y el Spegazzini.

Al día siguiente, nos dirigimos al Perito Moreno, nombrado en honor a Francisco Moreno, quien fue un experto explorador en la creación de mapas de la Argentina y ayudó a incluir tierras al territorio del país. Debido a sus conocimientos, se le apodó “Perito”, otro término para “experto”. Hoy por hoy todos lo conocen como “Perito Moreno”. Gracias a toda su ayuda, el gobierno acordó nombrar al imponente glaciar a su nombre. Un dato interesante es que Moreno nunca llegó a conocer el glaciar que fue nombrado en su honor.

Debido a la gran concentración de hielo, la temperatura del lugar se sentía extrema. El frío casi cortaba la piel al unirse el viento que baja de la Cordillera de los Andes con el hielo del glaciar. En el Perito Moreno había muchas pasarelas de metal que te permitían acercarte para tener vistas espectaculares. Para serles sinceros, caminamos algunas pero no pudimos hacerlas todas. Ni nosotros aguantábamos el frío, así que nos preocupaba la nena, que con todo y abrigo de invierno y hasta una cubierta de plástico en el coche no nos sentíamos seguros. Otras de las experiencias que tampoco pudimos hacer es una excursión para caminar sobre el glaciar. Honestamente ni siquiera preguntamos si se podía hacer con la nena porque se nos hacía peligroso con ella. No importa lo mucho o lo poco que disfrutamos del glaciar, la experiencia que vivimos fue magnífica e inolvidable.

Bariloche

Llegamos a Bariloche en la cuarta semana de nuestro recorrido. Haciendo un recuento, concluimos que, para nosotros, ya cuatro semanas en un viaje con Emma era demasiado. Nos ganaba el cansancio, pero había que terminar de disfrutar, así que un baño y a seguir. En esta hermosa ciudad tipo colonia alemana subimos a través de un teleférico al Cerro del Campanario, permitiéndonos disfrutar de una vista envidiable. Hicimos algunas otras paradas en lo que ellos denominan el “Circuito Chico” antes de regresar al hotel. Aprovechamos el resto de la tarde libre para contratar un chofer que nos llevara a Villa La Angostura, una ciudad a una hora de Bariloche que emana una paz increíble.

Al día siguiente, nos esperaba el cruce a Chile a través de diversos lagos. Aunque bien pudimos haber ido en avión, la experiencia del cruce fue magnífica. Lagos serenos, vistas espectaculares y fotos soberbias fueron la orden del día. Después de diversos lagos, hicimos los trámites de inmigración. Atrás quedaba la hermosa Argentina que nos caló hondo en el corazón a través de tres intensas semanas y a la que algún día quisiéramos volver.

Peulla y Puerto

VarasDespués de un viaje largo, decidimos pernoctar en Peulla, una villa diseñada para los que no quieren, después de ese largo camino, seguir por otras 3 horas más a la ciudad de Puerto Varas. En Peulla hay sólo dos hoteles, el puesto de inmigración, una escuela y las casas de las personas que trabajan allí. El último censo dictó que habían 96 habitantes. Al otro día, nos buscaron para llevarnos al puerto de Peulla para iniciar nuestro camino a Puerto Varas. Nos quedamos una noche en dicha ciudad y al otro día salimos a nuestro último destino del viaje, Santiago de Chile.

Santiago de Chile

Santiago la encontramos con un poco de smog y un tráfico increíble. Incluso en distancias cortas nos tardábamos mucho tiempo en recorrer. Además, el costo de las cosas era muy elevado, por lo menos vez y media o dos veces el costo de lo que nos saldría cualquier plato en nuestro país.

No obstante, ya hemos dicho que a nosotros nada nos daña un viaje, así que aprovechamos lo más que pudimos. Encontramos un parque muy bonito para Emma, el Parque Araucano, con muchos juegos para que ella se entretuviera. Entre otras cosas, también

visitamos el Templo Baha’i, una hermosa estructura conuna impresionante vista y celebramos nuestroaniversario en un viñedo. Otras de las vistas increíblesde Santiago las disfrutamos desde el Cerro SanCristóbal, con un funicular que te sube al tope de lamontaña para una vista apocalíptica.

Valparaíso y Viña del Mar

La última experiencia que tuvimos en Chile fue alquilarun vehículo para manejar a Valparaíso y a Viña del Mar.Desde Santiago, nos tardamos hora y media hasta Viña,donde dejamos nuestras cosas y nos dirigimos aValparaíso. La ciudad nos enamoró con sus callesadoquinadas y coloniales con muchas curvas einundadas de colores. Nos bajamos y caminamos porvarias de las calles. Valparaíso es enorme así que no sepuede recorrer todo en un momento. Caminamos,comimos, vimos y vivimos. Subimos al cerro para unavista panorámica. A la mañana siguiente, bajamos ycaminamos hasta el famoso reloj de flores de Viña.Caminamos hasta la Quinta Vergara, donde hacen elfestival de Viña del Mar y vimos el anfiteatro. Estabavacío, pero aún así pudimos percibir la emoción que serespira cuando está atestado de gente disfrutando deun espectáculo.

Fin del Viaje

Este intenso viaje nos ayudó a continuar creciendo como familia viajera. Emma pasó de sus 8 a sus 9 meses de vida, le creció el cabello, continuó desarrollando sus destrezas motoras y se convirtió en una niña más ágil que estaría a dos meses de comenzar a caminar de forma imparable.

De las últimas cosas que queremos reseñar fue lo siguiente: los pañales salen mucho más costosos fuera de casa. Evidentemente, no podíamos llevarnos pañales para 35 días, así que optamos por llevarnos los suficientes y comprar en el destino. Prácticamente por lo que en casa conseguimos 200 pañales, en Argentina conseguíamos 30. De igual modo, las compotas de alimentos eran escasas. Nosotros fuimos con la idea de que Emma probara la comida local, pero algo tenía el sazón de allá que ella no era muy fanática. Nos habíamos llevado compotas de casa, pero cuando se nos acabaron y vimos que Emma no quería comer de la comida local, pasamos momentos de estrés, aunque le dábamos frutas y vegetales y hasta de vez en cuando conseguíamos su amado aguacate y guineos. Siempre pudimos conseguir, además que la lactancia seguía siendo pieza clave en la alimentación de la niña. En ciertas ciudades, donde nos albergábamos en apartamentos, teníamos la facilidad de cocinar, por lo que sus comidas eran más fáciles.

En este primer largo viaje, no logramos viajar carry-on, cosa que éramos expertos antes de Emma. Era mucho tiempo y todo era nuevo y desconocido para arriesgarnos, pero el viaje nos ayudó a conocer de primera mano cuales son nuestras necesidades como familia. Nuestra próxima meta es lograr viajar carryon. ¿Lo lograremos? Para esto, tendrás que estar pendiente a nuestros mapas de aventuras…

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