28 Actualidades te ahora en una carga que no logramos quitar con un vehículo lujoso o tomándonos vacaciones en lugares paradisíacos, ya que tampoco nos alegra. Sin embargo, podemos ser felices incluso andando en un carro a caballo por caminos de tierra. El caso está en que esta persona me persigue a todas partes. El mozo me sirve la mejor comida, pero me da igual si fuese pan y agua, solo mastico y trago, sin disfrutar ni un solo bocado, pues la persona que odio no me lo permite. Tal vez esté a mucha distancia de mi cama, pero no me deja descansar y se ha dedicado a torturar mis pensamientos. Me he convertido en un esclavo de este sentimiento. Debemos admitirlo, estamos cautivos por las personas a las que odiamos. Jesús hizo posible la comunión y armonía entre nosotros. Esta es la primera bendición que nos trajo su muerte: ¡una vida en libertad! Se cuenta que el ejército de Ciro, el rey persa, capturó en una de sus conquistas a un príncipe junto a su esposa e hijos. Cuando fue presentado delante del monarca, este le preguntó: –¿Qué me das para comprar tu libertad? –La mitad de mi reino –contestó el príncipe. –¿Y por la libertad de tus hijos? –Mi reino entero. –¿Pero entonces qué me darás por la libertad de tu esposa? –A mí mismo. Al rey Ciro le gustó tanto su respuesta que liberó a toda la familia sin exigir nada a cambio. De camino a casa, el príncipe le preguntó a su esposa si había notado la elegancia del rey. Ella contestó: “Solo vi a aquel que estaba dispuesto a entregarse por mi libertad”. ¿No sería increíble que todos los cristianos miraran únicamente a Cristo, quien no solo estuvo dispuesto a entregarse a sí mismo, sino que lo hizo? Ernesto Kraft
EN LA RESURRECCIÓN
El poder del más poderoso Vivimos en tiempos turbulentos, pero los cristianos tenemos un consuelo: la resurrección, la ascensión y la segunda venida de nuestro Señor Jesús. Y quien es consolado, puede dar un suspiro de alivio. Una evidencia de esto es la piedra removida del sepulcro vacío del Señor. Mateo 28:2-5 cuenta: “Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: no temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado”. Ningún poder del mundo, visible o invisible, era capaz de evitar que el Señor Jesús resucitara de la muerte. El plan de Dios, comunicado por el ángel, tenía supremacía sobre las decisiones de los líderes religiosos judíos, sobre el ejército romano, bajo el mandato de Pilato, y sobre el poder mundano del César. Por esta razón, mientras el ángel se sentaba sobre la piedra removida, los soldados yacían como muertos.
Ningún poder del mundo, visible o invisible, era capaz de evitar que el Señor Jesús resucitara de la muerte.
El ángel no preguntó a Pilato: “¿sería tan amable de retirar a los guardias para que yo pueda trabajar sin interrupción?”. Ningún poder se puede comparar con el poder de Dios. ¿Cuáles son las “piedras de preocupaciones”, los “bloques de temor”, las “placas de hormigón de nuestros fastidios”, las “rocas de tormento” o las “cordilleras de eventos mundiales” capaces de medirse con Él? Alguien dijo: “La muerte siempre ha sido fatalmente peligrosa. En medio de la vida estamos rodeados por ella. La muerte siempre es peligrosa, pero desde la resurrección de Jesús, es la muerte la que está en peligro”. “No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado”. Quien busca a Jesús, tiene de su lado al más poderoso. Corrie ten Boom escribió: “El amor de un Redentor moribundo, el poder de un Redentor resucitado, la oración de un Redentor ascendido al cielo y la gloria de un Redentor que regresará, pueden ser el consuelo y el gozo de tu corazón”. Norbert Lieth