EDITORIAL ¡Queridos Amigos! ¿Cancelado?
CONTENIDO Mensaje Bíblico 4 La frase más significativa de la historia del mundo
Noticias de Israel 14 15 16 18 19 20 20 21 22 22 23 24
13 El «inframundo» del Monte del Templo Club de la Biblia y coronavirus en Israel Langostas, la Biblia y la Tierra Santa Los rizos laterales ¿Por qué Erdogan repentinamente se acerca a Israel? Estudio singular: el templo judío en textos islámicos antiguos Apenas el 2 % de la población, pero el 27 % de todos los casos de fallecimiento Marruecos con una mirada diferente a la paz Alijah bajo el signo de la pandemia La línea cibernética directa de Israel: un éxito Drones de Israel protegen a Etiopía de plaga de langostas Empresa israelí soluciona un problema grande de medio ambiente Empresa israelí ayudó a resolver robo de museo de Dresde
Mensaje Breve 25 Israel, un pueblo muy especial
Actualidades 27 28 29 30 31 32 33 34
Padre, perdónalos, porque no saben… El poder del más poderoso Cristo en nosotros …hoy estarás conmigo en el paraíso La sabiduría de Dios He ahí tu hijo… he ahí tu madre Jesús, el más poderoso Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado 36 “¡Tengo sed!” 37 La luz brillante del Resucitado
3 Editorial 12 Queridos Amigos de Israel 38 Impreso Sabiendo que el conocimiento humano es limitado (1. Cor 13:9), por lo tanto, las opiniones expresadas en los artículos son responsabilidad de los autores.
La frase “¡Cancelado por coronavirus!” es últimamente muy escuchada, citada y leída. ¡Cuántos eventos, citas, encuentros, cultos y reuniones de oración tuvieron que ser cancelados o limitados! Es en verdad algo increíble. Las autopistas están vacías, los restaurantes cerrados, la gente está en casa con teletrabajo, las reuniones privadas se han reducido a un mínimo, los entierros se llevan a cabo en un círculo familiar reducido y los casamientos han sido aplazados… Todo esto me hace recordar a una antigua canción que cantábamos mucho: El comercio ya ha cesado, el bullicio terminó, los talleres se han cerrado, la cosecha se dejó. En las plazas no hay labores, en las cortes no hay ley, El planeta ya está listo para recibir al Rey. El Rey ya viene, el Rey ya viene, ya sonó la gran trompeta, y Su rostro veo ya. El Rey ya viene, el Rey ya viene, gloria a Dios, Él viene por mí…
La Biblia nos dice que no sabemos ni el día ni la hora en que ha de venir Jesús (Mateo 25:13). Sin embargo, debemos volver nuestros corazones a Cristo, pues ¡Él viene! Su retorno no ha sido cancelado. El arrebatamiento no fue aplazado “por coronavirus” a un futuro indeterminado. Antes bien, el Hijo regresará cuando el Padre lo determine: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre” (Mt. 24:36). ¡El Señor vendrá de manera repentina! Podemos pensar que toda esta situación no es más que la calma antes de la tempestad, el silencio antes del huracán, la retirada del mar antes del tsunami, o el comportamiento extraño de los animales previo a un terremoto. Es como si Dios volviera a hablar a los hombres–No a gritos, sino en voz baja. No imponiéndose, pero sí con insistencia. Una vez más, Dios nos habla, quizá por última vez antes del Arrebatamiento.
Samuel Rindlisbacher
¿No fue parecida la situación antes del diluvio? De repente, cesó el ruido de los martillos y las sierras y se abandonó el calafateo. El trabajo en el arca había terminado, y el silencio se apoderó de aquel lugar –el terrible silencio antes de la tormenta–. ¿No fue así también en la cruz del Gólgota? El silencio había descendido de súbito, el terrorífico mutismo de una noche lúgubre y oscura: “Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció […]” (Lc. 23:44-45a). Ese día ocurrió algo inaudito: el Hijo de Dios había sido rechazado. El hombre había repudiado al Creador y Sustentador del universo. El pueblo había dicho “no” a su Salvador, quien se entregaba como sacrificio por los pecados de los hombres. Como consecuencia, las tinieblas cubrieron la Tierra, hasta escucharse el grito estremecedor de Cristo: “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:46). Esta escena hace que surja en mí una pregunta: nuestro silencio actual, la oscura noche moral y ética en la que vivimos, ¿nos llevará al próximo gran “grito” de la Historia; un grito que escucharán solo los hijos de Dios?: “Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” (Mt. 25:6). Pase lo que pase, si Jesús viene hoy, ¿estamos listos? –¡Estemos preparados! Como en otras ediciones de Llamada de Medianoche, volvemos a enfatizar este importante mensaje: ¡Maranatha, nuestro Señor viene! Esperémoslo a diario y no permitamos que la oscuridad de este mundo acapare nuestros sentidos y pensamientos; sí, que no se apodere de nuestros corazones. Tenemos la luz, tenemos al Hijo. Vivamos y testifiquemos de ella y estemos listos para recibir a Jesús si Él viniese hoy. Les deseo de todo corazón las abundantes bendiciones de Dios.
Samuel Rindlisbacher