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DOCTRINA
EL MENSAJE DE LA PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES Lo que Pablo, en su tiempo, escribió a los tesalonicenses, también es relevante para nosotros en la actualidad. Vistazo a una carta apostólica profética y llena de consuelo.
El apóstol Pablo escribió la primera carta a los tesalonicenses –y a todos los cristianos (5:27)– a la iglesia en Tesalónica, en la provincia romana de Macedonia (1:1; 2:18). Se cree que probablemente la escribió desde Corinto (Hch. 18:5). Timoteo regresó con un buen informe de Tesalónica, cuando volvió a Corinto donde se encontraba Pablo. Eso impulsó a él a escribir la carta (1 Ts 3:1-2). Lo que sucedió alrededor de los años 50/51 d.C. La arqueología confirma que, en aquel tiempo, Galión fue el procónsul en Acaya. Macedonia en aquel entonces era la provincia del norte y Acaya la del sur (1 Ts. 1:8). Galión es mencionado en Hechos 18:12. Después de que Pablo llegara de Tesalónica a Corinto, pasando por Berea y Ate-
nas, fue confrontado con Galión. Eso significa que la carta es una de las primeras, es decir más antiguas, de las cartas del apóstol Pablo en la Biblia (solamente la carta a los gálatas quizás haya sido escrita algún tiempo antes). Tesalónica servía como capital y ciudad marítima más importante de la provincia Macedonia. En el 315 a.C., el Rey Casandro de Macedonia la había agrandado, unificando 26 sitios más pequeños, y dándole el nombre de su esposa Tesalónica, media hermana de Alejandro el Grande. La ciudad era muy estimada por los romanos. En el 42 a.C., el Emperador Augusto le concedió el estatus de ciudad libre. Con ello, los ciudadanos obtuvieron el derecho de la autonomía. En el tiempo de los
Hechos de los Apóstoles, Tesalónica tenía aproximadamente 200 000 habitantes. Esta ciudad se encontraba en el camino de Roma al Oriente, y por eso se había vuelto en una ciudad comercial importante. Eso también atraía a los comerciantes judíos y sus familias, de modo que en el lugar surgió una sinagoga, en la que Pablo y Silas pudieron predicar el evangelio. En la primera carta a los tesalonicenses, Pablo fortalece a los creyentes en su fe, los consuela en la persecución, expresa su afecto por ellos, y les da la seguridad del retorno del Señor. Pablo había fundado esa iglesia juntamente con Silas durante su segundo viaje misionero (Hch. 15:36-41). Después de que fueran