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5è B “Un día diferente” Iona Bertrana i Rosanas

78 “Un día diferente”

Iona Bertrana i Rosanas / 5è B

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LLENGUA CASTELLANA_PROSA_1r PREMI

Hola, soy Paula y me gusta mucho leer. Soy pelirroja y tengo los ojos verdes claros. Hoy es domingo y hemos planeado ir con mis amigas a la plaza. Mis mejores amigas son Sara y Marta. Sara es valiente, amable y tiene mucha imaginación. Su pelo es rubio y los ojos azules. Marta es inteligente, amable, respetuosa y simpática. Tiene el pelo marrón y liso, lleva gafas lilas y tiene los ojos marrones. –¡Ding dong! –se escucha. -–¡Voy yo! –dice mi madre.

Yo bajo las escaleras. Era Marta. Siempre es muy puntual. Se escuchó otra vez el “ding dong”. Esta vez fui yo a abrir la puerta. Era Sara, que nos preguntó si queríamos ir ya a la plaza. –De acuerdo –le contestó Marta. Yo me despedí de mi madre. –Vamos a la plaza, Chucho, ¿te vienes? –preguntó Sara. Chucho vino. Al llegar a la plaza nos sentamos delante de la fuente y charlamos un rato, hasta que Sara dijo: –¿Qué es eso? –¿Qué es qué? –dijimos Marta y yo. –Sí, esta cosa tan brillante y dorada de la pared. –¡Guau, guau! –ladró Chucho, asintiendo con la cabeza.

Fuimos a ver qué era aquella cosa. Era un cartel que ponía: <<A la Cueva Oeste tenéis que ir, si magia queréis conseguir. Cuatro retos tendréis que pasar, si la casa de Magicus queréis encontrar>>.

Como mi sueño es hacer magia, ¡fuimos a la Cueva Oeste! La Cueva Oeste es una cueva rara, pero ideal para una casa secreta de un mago.

¡Un momento! Ni Sara, ni Marta ni yo habíamos ido a la Cueva Oeste, pero sabíamos que era terrorífica por los rumores. No sabíamos qué nos podíamos encontrar. Al llegar al lugar donde se suponía que tenía que haber la entrada, no la encontramos. –¿Dónde está la entrada? –preguntó Sara. Después de diez minutos de buscar, Marta grito: –¡Esto es un reto de los que hablaba el cartel! Y acabo de encontrar algo escrito en un idioma… que no existe. –¿Lo puedo mirar? –pregunté yo. Pero si ese idioma sí existía: Ese idioma era…¡Liki!, el idioma que solo Verónica, Pablo, Javier y yo estamos aprendiendo en el cole. Yo lo practico porque me encantan los idiomas. Mira, aquí pone… <<Te quiero ver por dentro, te veo por fuera, y yo aquí quiero entrar, para que la magia me puedas dar>>.

De repente, al lado de la escritura se abrió un camino a la siguiente prueba. Entramos en la cueva y se cerró la puerta. Las tres llevábamos el móvil, así que encendimos la luz. Chucho estaba junto a Sara. Hicimos unos cuantos pasos, y… ¿Qué teníamos delante? Pues un río ancho como un lago y lleno de una especie de roca-animal: una roca que se movía lentamente. –Vale, supongo que tenemos que saltarlo –propuse yo. Todas estuvieron de acuerdo, pero… –¿Qué te pasa, Chucho? –dijo Sara. Chucho había empezado a hacer círculos en el suelo.– ¡Hay algo escrito en el suelo! Mirad: <<Si queréis pasar, los siguientes pasos tendréis que dar. La primera a la derecha, la segunda a la izquierda, y la tercera al medio. La cuarta no la podéis tocar, es decir, a la quinta tenéis que pasar. Estos pasos tenéis que seguir, si pasar queréis conseguir>>.

80 Nadie entendió este enigma excepto Chucho. Primero saltó a la roca de la primera fila a la derecha. Después a la roca de la segunda fila a la izquierda. Después a la tercera fila al medio, pero de la tercera fila saltó directamente a la quinta, a la roca a la derecha y después ya a tierra. Ni Marta ni yo sabíamos qué teníamos que hacer, así que Sara, que lo entendió, nos lo explicó todo. Primero saltó Sara, después Marta y finalmente, yo. Hicimos unos cuantos pasos y… ¡Oh, no…! Había otra puerta que nos cortaba el paso… Y ahora ¿qué teníamos que hacer? Tuvimos que pensar solo cinco minutos. Fue idea de Marta. A la vez, dijimos: <<Te quiero ver por dentro, te veo por fuera, y yo aquí quiero entrar, para que la magia me puedas dar>>.

Y se abrió la puerta. Llegamos a una sala grande. En la sala solo había una mesa, cuatro sillas (tres de tamaño para una persona y una para un perro) y un papel con algo escrito. Marta, Sara y yo nos sentamos en las sillas. Chucho se sentó en el regazo de Sara. –A ver, a ver…-dijo Marta. Luego empezó a leer el papel: “Hay un candado en la puerta, así que no se abrirá diciendo las “frases mágicas”. Si cerráis la luz veréis números fluorescentes con los que, dependiendo del color, se podrán hacer operaciones. Si os aparecen de color amarillo el número 378, el 812 y el 8 los tendréis que sumar. El número final que tendréis que poner en el candado tendrá que ser de tres cifras. Podréis hacer las operaciones en la libreta que tenéis delante” –acabó de leer Marta. –De acuerdo, pero ¿y la libret…–De repente apareció la libreta con un fuerte ¡POF! –De acuerdo, pero ¿y el lá…–Pasó lo mismo con el lápiz: apareció con otro ¡POF! y Marta acabó diciendo, decepcionada –...piz? Yo fui a cerrar la luz, y como había tres colores, nos los repartimos. Marta quería el lila, Sara, el azul y yo, el naranja. Marta fue la encargada de sumar, restar y dividir. Al final, el resultado que pusimos en el candado fue 270, pero no se abrió la puerta. ¿Pero cómo podía ser? 75+75+120=270, ¿verdad? –¡Pues claro! –pensé, y dije:

<<Te quiero ver por dentro, te veo por fuera y yo quiero entrar, para que magia me puedas dar>>.

Se abrió la puerta. De repente se escuchó una voz: –Esta prueba consiste en encontrar todas las formas de animales que hay y apuntar el número total en la puerta. Se abrirá la puerta y os daré magia. –Yo veo cinco animales. El león, la ballena, el delfín, el ciervo y la hormiga. ¡Oh, mirad! También hay el cerdo, el gato, el perro y la serpiente –dijo Sara. –Sí, y también hay un mono o gorila –dijo Marta. –¡Sí! Y este pez. –¡Y el calamar! –dijo Sara–. En total, doce animales. Sara apuntó 12 en la puerta y se abrió. Estábamos en un jardín precioso, todo verde, con muchas flores y una fuente blanca donde estaba sentada una persona vieja, que llevaba ropa un poco rara. –Eh… Hola ¿Magicus? –dije yo. –Sí… ¿qué quieres bonita? –dijo él, con una voz grave. –¿Nos puedes dar magia y varitas a las tres? –respondió Sara, ahora. –De acuerdo… Magia, ya tenéis. Ahora faltan las varitas. De acuerdo. Si queréis una varita seguid estos pasos: 1) Arrancad una rama del árbol. La rama tiene que ser de diferente árbol, es decir, si Sara arranca la de un roble, Marta no podrá arrancar también la de un roble, tendrá que arrancar la de un pino, por ejemplo. 2) Coged plumas o piel de animales. Y lo mismo que en el paso anterior: si una coge lana de oveja, la otra no podrá coger lana, pero podrá coger una pluma de un pájaro. Yo arranqué la rama de una encina, Sara, la de un olivo y Marta, la de un baobab. Marta cogió una pluma de cigüeña, Sara, el colmillo de un elefante y yo, una parte de una melena de león. Le dimos las tres ramas y las partes de los animales y nos hizo tres varitas. Me desperté. Estaba dormida en mi cama. ¿Así que todo había sido un sueño? Abrí los ojos y vi a alguien. No podía ser… ¿No era un sueño lo que acababa de pasar? –Hola, Magicus. ¿Qué haces aquí? ¿Lo que ha pasado es real? –Hola, Paula. Yo no estoy aquí, solo me ves tú porque nadie más ha tenido este sueño. Aparte de tus amigas, claro. Eso ha pasado solo en tu

82 mente, la de Sara y la de Marta, pero no quiere decir que no haya sido real. Ah, por cierto: aquí tienes tu varita mágica. Los siguientes días practiqué magia con mis amigas cada día.

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