6 minute read
1r de Batxillerat “La gran noche” Pol González de Velasco i Valeri
198 “La gran noche” Pol González de Velasco i Valeri / 1r de Batxillerat LLENGUA CASTELLANA_PROSA_2n PREMI
Smith bajaba en el ascensor junto a su padre y no podía dejar de dar saltitos y de taconear constantemente el suelo a causa de los nervios por el acontecimiento de esta noche. —Tranquilo hijo, estás preparado para esto, llevamos entrenando desde hace semanas, lo vas a hacer bien, no importa el resultado final, tu céntrate en demostrar de qué pasta estás hecho.
Advertisement
Su hijo le lanzó una mirada de confianza y dejó de taconear, las palabras de su padre le habían tranquilizado. Smith asintió y dijo: —De acuerdo papá, lo haré.
Llegaron finalmente a la planta baja, Smith abandonó el ascensor detrás de su padre, el conserje al verles se dispuso a abrir la puerta para que padre e hijo pudieran salir a la calle con total comodidad. En la carretera de enfrente, tal y como habían acordado con el mánager de Smith, les esperaba una limusina blanca, con unos leds azules por todo el techo y los laterales del coche, que le daban aún más lujo al vehículo. El chofer les abrió las puertas traseras, para que entraran Smith y Cody (su padre). Los dos se miraron sorprendidos, puesto a que aún no se habían acostumbrado a tanta suntuosidad. El conductor entró a la parte frontal de la limusina, arrancó el vehículo y abandonó el estacionamiento para empezar a conducir al estadio donde tendría lugar el choque. El estadio donde si iba a disputar el combate no quedaba lejos de su casa, y tras cruzar dos calles ya pudieron divisarlo al final de la avenida. Las aceras estaban repletas de seguidores que muy contentos y emocionados se encaminaban en su misma dirección para canjear sus entradas y entrar para disfrutar del acontecimiento de la noche. La luz del día, cada vez más débil, daba paso a las farolas y a las luces de los miles de edificios que gobernaban la ciudad. Smith aún no podía creer haber llegado hasta ahí, todo empezó como una simple afición y ahora
estaba a punto de disputar un combate contra uno de los veteranos del deporte. El joven miraba a toda esa gente, miles de personas que le verían pelear esta noche en directo, y pensó en los millones de aficionados que desde su casa encenderían sus televisores para seguir el combate desde la distancia. Finalmente la limusina llegó a su destino, el conductor rodeó hasta la parte trasera del estadio, y entró al parking subterráneo después de identificarse en el cordón de seguridad que protegía la entrada del recinto. Pasaron unas horas y el momento de saltar al ring se acercaba, Smith junto a su padre y el staff técnico habían estado haciendo un pequeño entrenamiento para calentar, en una pequeña sala colindante al vestuario. Ahora se estaba cambiando de ropa y poniéndose los guantes y la pertinente protección para disputar el enfrentamiento. Los nervios se habían vuelto a apoderar del joven Boxeador, estaba sentado en una banqueta esperando a que el staff y los organizadores dieran la orden para salir del vestuario y entrar al estadio principal. Smith estaba inclinado, mirando al suelo, mientras sus brazos, apoyados en sus propias rodillas, le sujetaban la cabeza. De nuevo taconeaba inquieto con un temblor constante en sus piernas. Cada trago de saliva se le atragantaba y sentía que el corazón le iba a salir por la boca. Smith pensaba: “mi primer combate en esta nueva categoría y me toca de contrincante a Johnson, el martillo, Pierre; un legendario de este deporte, contra un novato que no sabe ni atarse los guantes, no tengo nada que hacer”. Acto seguido intentó cambiar su mentalidad: “aunque realmente, él ya es mayor, yo soy mucho más joven, y Johnson hace mucho tiempo que no boxea. Este va a ser su primer combate desde que se retiró hace ya dos años. Estará desentrenado, y yo tengo mucha más resistencia, debo moverle por todo el ring para cansarlo y debilitarlo”. Un organizador abrió las puertas del vestuario y rompió el silencio de la sala. —Su pupilo ya puede saltar al campo— le dijo al padre de Smith.
El boxeador salió del vestuario acompañado de todo el staff técnico y empezaron a andar todos con paso firme por el pasillo que llevaba al campo del estadio. Ya se podían empezar a oír los cánticos y los gritos de todos los aficionados que esa noche habían acudido a ver el espec-
200 táculo de boxeo. El corazón de Smith cada vez latía más y más rápido mientras un trabajador, que tenían en frente, les seguía mientras grababa todos sus pasos con su cámara. El joven mantenía su mirada firme, y finalmente llegaron al final del túnel y saltaron al campo. Smith se quedó obnubilado, el estadio parecía mucho más grande visto desde dentro, y tenía una enorme capacidad, no se esperaba ver a tanta gente. Los gritos, los vítores, las bocinas, los silbidos y la música se juntaban todos en un mismo sonido que parecía poder derrumbar el estadio. Su contrincante ya había entrado en escena unos minutos antes, y estaba esperando a Smith en el ring. Nuestro joven boxeador, tras ponerse el protector bucal, subió cuatro peldaños y entró al ring. El comentarista presentó a los dos boxeadores y cada persona del estadio vitoreaba a su luchador favorito. Smith ya se había olvidado de todo, los nervios estaban por desaparecer, ahora tenía que dejar los miedos a un lado y concentrarse en el combate. El árbitro dio el inicio del primer round, y los dos rivales empezaron a moverse por toda la cancha. Smith fue el primero en acercarse al otro, lanzó un jab y otro, y otro; todos fueron bloqueados por Johnson. Y así sin nada a destacar acabó el primer round, el segundo y el tercero. Pero en el cuarto, Johnson contraatacó con un duro golpe, tras esquivar un gancho que el joven Smith lanzó mal, y el golpe impactó sobre la mandíbula del hijo de Cody. Smith cayó al suelo desplomado, el arbitró inició la cuenta atrás, pero no se dio por vencido y volvió a levantarse. En ese mismo asalto y también en el quinto, El Martillo Johnson volvió a alcanzar a Smith unas cuantas veces más y el joven no logró que ninguno de sus golpes impactara contra el veterano. Tras finalizar el quinto asalto Smith fue a su esquina donde el personal médico le aplicó hielo en las heridas, mientras su padre habló con él: - Hijo, como padre y entrenador tuyo que soy, debo decirte que si quieres abandonar el combate lo entenderé -pero Smith negó con la cabeza y su padre siguió hablando- Entonces sal y demuestra quien eres, demuestra lo que vales, el estadio y la ciudad está contigo, escúchales, han venido a verte, ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que soportar los golpes!
Esa noche el joven Smith lo dio todo, cayó pero se levantó, y consiguió golpear varias veces a uno de los mejores boxeadores de la década, y
ronda tras ronda, dar y recibir, acabó el combate sin un ganador claro. Los jueces tuvieron que decidir la victoria y le dieron la victoria a Johnson, El Martillo, Pierre. Pero Smith demostró quien era y se lo puso muy, muy difícil a un veterano del deporte, y después de ese combate el joven se ganó un gran nombre en el mundo del Boxeo: Smith, El Ladrillo, Murphy.