OASIS DE SAL

Ahava, firma irsaelí para el cuidado de la piel, combina la ciencia y la innovación técnica con la sostenibilidad y la transparencia.

Por: FLORENCIA LÓPEZ FRETES

Aunque ha trabajado en la industria de la belleza durante más de 30 años, Idit Gandelman, vicepresidente de Educación y Marketing de productos en Ahava durante los últimos diez años, inició su carrera lejos del ámbito de la cosmética, aunque desde muy joven le ha preocupado el cuidado de la piel. «Cuanto tenía 20 años, era azafata en la aerolínea nacional de Israel y sentía que mi piel se resecaba mucho en cada vuelo. En una ocasión, llegué a Nueva York y visité el departamento de belleza en Macy’s y ahí me brindaron una serie de consejos profesionales para cuidarla que marcaron un punto de inflexión. A partir de ahí, me introduje en el mundo de la cosmética; y se convirtió en una pasión que, con el tiempo, se ha transformado en mi trabajo», cuenta. Ahava, una marca cuyo nombre significa amor en hebreo, nace en la región del Mar Muerto, hogar y origen de la marca desde 1988. «El Mar Muerto es un fenómeno geográfico único en el mundo. Una región asociada a la salud y el bienestar de la piel desde la antigüedad, un verdadero balneario natural», explica. Esto inspiró a los fundadores de la marca a construir sus laboratorios a orillas de este lago hipersalino con el fin de investigar los beneficios que ofrece y establecer una marca para el cuidado de la piel basada en activos naturales tales como el agua mineral hidratante, el lodo purificador, las sales minerales vigorizantes y las plantas del desierto ricas en nutrientes. «En 1990, presentamos la primera línea facial, que recibió el nombre de Advanced; esta línea fue vegana y allanó el camino para tomar la decisión estratégica de mantener esa filosofía para siempre», afirma. La marca trabaja constantemente en la introducción de productos innovadores, cuyo compromiso radica en el deseo de los investigadores de comprender la naturaleza del cuerpo humano. ahava.com

Los ingredientes de Ahava provienen de la naturaleza, nunca de transgénicos.