Calle del Artista 10

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No. 10

Mayo 2012


Galería Página 12

Portales Ocultos Cuando la cámara capta lo que hay más allá de la imagen. Artesanía Poética Lo que con la pluma se consigue cuando el arte nace del alma.

Luz Por

Armando Tzotz

Prosa Página 16

A Fondo Página 4 De Cerca Página 11

Cuerdas al Aire Interpretar una guitarra es algo apasionante y emotivo.

La Llorona La dama que fue condenada a vagar por el mundo.

Punto de Vista Página 19

Eva con Dios Luz Méndez de la Vega falleció a sus 93 años el pasado 8 de marzo

Lírica Página 14

Editorial Página 3

Réquiem Página 7

Efectos del Arte Para apreciar el arte primero te debes educarte.


Coordinación Editorial Orlando Callejas

Ilustración y Diseño Almilcar Tzotz

Colaboradores Madelyn Castillo Luis Guch Celeste Rafael

Contacto calledelartista@gmail.com www.facebook.com/calledelartista

S

iempre quise conocerla, no porque sea la única, ni la mejor, ni por ningún otro motivo respingable, pero quise conocerla para poder comprender mejor aquella mente que destilaba poesía, sensibilidad y amor. Sin embargo ya no me será posible pues, justo para un día de la mujer, deja de existir Luz Méndez de la Vega dejándome un vacío literario. Por tales motivos he decidido hacerle un réquiem mostrando un poco de la vida de “La Dama” y parte de su obra para que sea apreciada por todos y todas. Mynor Muñoz nos muestra las distintas puertas que existen en los lugares más comunes y conocidos emitiendo una voz visual en cada una de sus fotografías. También nos enriquecemos de la experiencia musical-artística de Sam Eliel cuando nos cuenta de qué manera llegó él a interesarse por la guitarra. Finalizamos con una crítica de Madelyn Castillo sobre las personas que de manera intencionada o no, extienden duras críticas a los artistas comparándolos con otros internacionales fuera del contexto y lejos de apreciar verdaderamente su talento, pero antes las muestras poéticas de personas que aman al país convirtiéndolas en verdaderas artesanías dignas de un museo. Y no nos faltará el toque nacional con la leyenda La Llorona, esa mujer que grita junto a las fuentes de agua o ríos en busca de sus hijos y que vagará mucho más tiempo hasta que el mundo termine.

Orlando Callejas Editor


A Fondo

Por: Orlando Callejas

Noventa y tres años no fueron suficientes para detener a esta mujer. Luz Méndez de la Vega dejó en orfandad las letras guatemaltecas pero sigue vigente en la literatura nacional pues se espera la publicación de un libro póstumo que será publicada en meses futuros por la Universidad de San Carlos.



N

ació en Retalhuleu un dos de septiembre del año 1919, su carrera literaria fue tan prolífera que cultivó la poesía, la narrativa, la actuación, el ensayo, el periodismo y, así mismo, fue profesora de literatura en la Universidad de San Carlos de Guatemala e integrante de la Academia Guatemalteca de la Lengua, Licenciada en Letras, estudió un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid en España. En 1921, junto a su familia, se ve obligada a exiliarse en México ya que la ideología y la expresión eran reprimidas para entonces. Durante sus estudios fuera del país conoce a Gabriela Mistral quien siembra en Luz el deseo y el amor a la poesía y a Antoine de Saint-Exupéry, amigo de su padre y autor del Principito, de quien recibe la vocación narradora cuando éste le cuenta sus cuitas. Antes de verse publicada, durante los años cuarenta, escribe artículos sobre la problemática social y las facultades de la mujer en el periódico El Liberal Progresista pero la revolución de octubre hace que viaje a México nuevamente y diez años más tarde se relaciona

con el teatro estudiando Letras en la Facultad de Humanidades donde funda el grupo literario "La Moira" junto a otras personalidades del ámbito. Ya para finalizar los años 70, en 1978 aparece en una antología de catedráticos poetas de la facultad llamada "Flor de Varia Poesía" y un año más tarde logra publicar su primer libro "Eva sin Dios" que muestra su naturaleza filosófica con un feminismo puro.Y va creciendo: en 1980 sale "Tríptico (Tiempo de Amor, Tiempo de Llanto y Desamor), en 1984 "Poetizas desmitificadoras Guatemaltecas"... Luz va destacándose en el teatro, el ensayo y sobre todo la poesía, recibe el Primer Premio del Certamen Permanente Centroamericano por su trabajo "De las Palabras y la Sombra" y es la primera mujer en recibir El Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias en 1994, además fue reconocida con por el gobierno de Chile con la Medalla Pablo Neruda que se otorga a los mejores literatos del mundo en 2004.


La obra de Luz Méndez está llena de pasión y testimonio de la vida, feminista de pensamiento puro que busca abrir la indiferencia al ojo indiferente, y así murió, quizá en el mejor día: en el Día Internacional de La Mujer.

El brillo que demostraba su personalidad se impregnó en sus obras y por ello abarcó diversos temas que van desde la muerte, la vida, el amor, y otros que se unen perfectamente con su regia estructura ideológica que no dudaba en compartir.

partir y en hacerse notar en cada una de sus obras, en cada página y en cada verso y línea donde era verdaderamente ella. Así lo menciona el escritor Francisco Morales Santos dice en el prólogo: “Yo veo su trayectoria poética desplazarse como un Usumacinta, y cómo en la misma corren parejos la pasión, la ternura, el humor y no pocas veces la ironía. Asimismo, van de la mano la capacidad para conmover mediante la lírica con el empleo regulado y siempre oportuno de imágenes. Y es que Luz todo el tiempo está mostrando su constante energía y pasión por lo vivido, por lo sentido, por lo que se añora.” Recientemente la Dirección General de las Artes y Editorial Cultura la habrían propuesto como candidata al Premio Internacional "Rosario Castellanos" a la Trayectoria Cultural de la Mujer, promovido por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) de México, en marzo 28 se el entregaría el título de "Mujer de las Américas" que compartiría con Helen Marck.


Poesía

Karma Con un amor que nace nace cada vez el primer amor y el primer amante. Con un amor que muere, muere, cada vez, el amor y todos los amantes. Con cada nuevo amor tercamente renacemos para ¡tercamente! morir en goce y tortura eternos.

Darwiniana Nací apenas ayer, con mi ombligo animal raíz de carne que aún busca su placenta entre agua y tierra.

El Milagro Mano, labio, sexo trémulo. Tirano impulso de imposibles.

La caricia y el beso -minúsculos prodigioscerteros quiebran la dura soledad que nos circunda.

Principio y fin de otro soy. Nada entre nadas. Vago perfil que esconde entre las sombras la escamada cola del saurio. Mínima historia fetal con el peso cósmico a la espalda, y la bíblica maldición en la cabeza. Tú y yo… lo mismo todos arcángeles intermedios con la tremenda nostalgia de nuestra pelambre de simios.


El Gato Negro Ónix y jade. Lagunas verdes que fosforecen en la sombra del ébano arqueado. Reposo de terciopelo. Garra afilada bajo la nocturna seda. Elástico resorte presto para el salto, desde el perezoso desmayo de la siesta ronroneante.

Igual que el gato enroscado en el sofá de raso de la alcoba; en silencio, ovillado sobre el tibio cojín de mi carne, inesperadamente, ágil brinca el deseo, cuando más dormido parece.

La Primera Palabra

Y? el llanto fue nuestra primera palabra. El primer grito de llamado al ausente y cálido refugio conocido. La terrible expresión de la primera soledad del cuerpo, expatriado de su mundo visceral y palpitante.

Y? el frío fue nuestro primer encuentro. El frío, el dolor y la sangre. Nacimos entre sangre y llanto; cortados a raíz y tajo de la única patria intransferible de hueso y carne. El llanto fue nuestro primer idioma. La sonrisa vino después, quizás, nacida entre sueños, al recuerdo de días anteriores al exilio, junto al calor de un cuerpo, o de la tibia lana, que fingen el dulce clima del sitio antiguo que añoramos siempre y al que volvemos, efímeramente, entre el sueño y el orgasmo.

El llanto fue también nuestra primer protesta, el primer canto de denuncia contra la miseria, la inermidad, y el desamparo descubiertos. Primera y perenne palabra, el llanto ha de ser, también, la última. Sin sonido, quizás, al despedirnos. Y? entre las dos: La vida. La vida, ahí, sin que sepamos si ha sido algo más que esta primera y última palabra.



De Cerca

No he de negar que al principio me aburría el practicar diaria-mente, pero pronto comprendí que si no lo hacía, que si no disciplinaba mi ser. Por: Sam Eliel Guitarrista del grupo “Flow”

C

uando alguien ejecuta un instrumento su vida cambia, pues éste se convierte en extensión de uno, en parte de sí mismo y disfruta cada instante en que pude producir música y a pesar de que en el grupo haya cien instrumentos puedes sentir el tuyo y vibra cada parte de tu alma. La guitarra ha sido mi compañera desde pequeño, mi padre entonaba continuamente viejas canciones. Al principio sólo me acercaba a escucharlo y podía haber pasado horas junto a él apreciando cómo arrancaba las melodías de su instrumento.

Después, se atrevió a enseñarme los primeros acordes y cada una de las partes en que se dividía, no tardé mucho en producir mis primeros “afinados” sonidos y se me hinchaba el pecho de orgullo. Así fui dominando la técnica. Y lo que parecía difícil luego tomó otro color. No he de negar que al principio me aburría el practicar diariamente, pero pronto comprendí que si no lo hacía, que si no disciplinaba mi ser, jamás podría conseguir algo por mucho que lo anhelara, aunque tuve la suerte de tener un gran maestro como lo

fue mi padre, todo en la vida necesita de perseverancia. Dominado el instrumento me animé a crear mis propias canciones, no puedo decir que son lo máximo pero la experiencia es buena y mi alma necesita el que sea creativo. Junto a mis amigos también nos unimos y formamos un grupo, ahora ya soy parte de algo más grande, pero nunca olvidaré mi humilde origen y los primeros pasos que di, los momentos de frustración pero sobre todo lo maravilloso que es poder hacer vibrar las cuerdas de mi guitarra.


Galería .

Fotografía de Mynor Muñoz Estrada


Visión Heredada

Por querer tocar el cielo

Poder de la Mente Túnel de la Memoria

“Formas apasionadas y místicas que desdeñan la realidad”


Literatura Lírica

Collar de perlas, poesía para Guatemala

Voz de mi Tierra Victor San Rosa

Canto de teclas morenas cómo mi tierra, conmovedores arpegios a nobles entrañas; Voz de que dentro lloras y lejos extrañas, acordes chapines que el hormigo encierra. Sinfonía de ese árbol que ofrendó su vida, perpetuando su presencia en cada nota, arrullo campestre que en selva dormida, acaricia sentimientos con el alma devota.

Eres voz de Patria que airosa se yergue, sobre colosos que custodian tu paisaje; Eres cómo huipil que a tu india envuelve ostentando el orgullo de ancestral linaje. No calles nunca que tu voz trasciende, los confines de nuestro paisaje florido; Cimbra tu madera que mi alma entiende, alegrías y pesares de tan amado suelo mío.

Hormigo eres estructura de mi carne, mi sangre tu preciada savia chapina, La Marimba.. Alma de tu creación divina, que aviva la flama que en mis venas arde. Madre es tu voz portentosa y canora que sobre silencios arraiga su murmullo; Pálpito del corazón que te venera y adora y que sin decirlo... Siempre ha sido tuyo. Estas en cada suspiro que mi pecho exhala, remontando libre cómo el Quetzal tus cielos; Tu voz no tiene límites mi amada Guatemala y ausente.. Son melancolías tus morenos suelos.

Sara Carlos Ávila

Ruge el viento ingrato En tarde fría y triste Inmóviles los rosales Resbalan como lágrimas Empañando los cristales El agua que baja del cielo Trayendo más desconsuelo ¡Viento ingrato! No prolongues mi calvario No seas verdugo de mi vida ¡Calme ya este martirio! Ingrato viento frio Que te metes por mi ventana Respeta este silencio mío Ven, entra fuerte, cuando Mi dicha esté cercana Y que esto sea mañana.


Antigua Jorge Méndez

Nostalgia

Cuando los celajes mueren en las cumbres, y el sol se va con el sueño acaudalado, se despiertan las estrellas tan altivas para ver las brechas de las luces estiradas y el chasquido duro de las calles que dibuja la ciudad caída entre las ruinas.

Laura López Guzman

Siento un vacío en mi corazón Cuando no te veo. Siento nostalgia y a veces desespero. De tanto esperar mi pena se alarga y llena de amargura mi sentir y mi pensar. ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué estamos haciendo? Acaso no hay esperanzas y si las hay, ¿que haré para encontrarlas? Extraño tus besos, tus suaves palabras, tus ojos tan bellos, tu mirada tierna. Tu mente divaga por la lejanía y tengo por seguro; que a veces piensas, ¡solamente en mi!...

La llorona se lava la cara en el estanque a media nocheY el ladrido de los perros da más frío, la catedral no duerme y sigue muda desde que el mundo la vio desnuda y ultrajada no tiene monjas que le alivien sus heridas ni cura que la tome de la mano para bajar el atrio hasta la fuente y mojarse los pies llenos de polvo.

Bajo las sombras de los árboles fuertes se mira la concordia de pájaros alegres que se juntan para atardecer en los nidos y a dormir después con el viento abalanzado que mueve las campanas somnolientas y dobladas. Las almas que reposan en retablos riñen el puesto en lo alto del retrete viejo, una canción se eleva las rimas diestras del hombre aquel, las olvidó hace días en el umbral de la posada esquiva y escribió que nació tan dulce en el trapiche de melaza oscura para que la cante sutil y pura a la hora del ensueño en que se curan los males de amor de los juglares. Nace de nuevo el amanecer hermoso entre volcanes y caminos viejos la ciudad que murió despierta. solo durmió la siesta para prolongar La gloria en que la besa el dueño de los místicos suspiros y álgidos latidos.


Literatura Épica

Por: Francisco Barnoya Gálvez Ilustración: Orlando Callejas


D

on Silvestre de Barreneche y Alcántara, como él se hacía llamar, pues su verdadero nombre era Silvestre Barreneche, a secas, era un castellano de ascendencia vasca que llegó a Guatemala hace muchos, pero muchísimos años. No llevaba, cuando lo hizo, más capital que su audacia y una sed de ganar dinero, fuera como fuera, sin límites; cosa que para un hombre de estas condiciones era muy fácil hacerlo en esos tiempos. Lo primero que hizo don silvestre, al llegar a nuestras tierras, fue irse a Amatitlán. Eran los tiempos en que en ese lugar, con el cultivo de la grana, se ganaba el dinero a montones. Allí trabajó como simple peón en las plantaciones de nopales donde se creaba la cochinilla; pero como no eran éstas sus aspiraciones, después de habar juntado un poco de plata, abandonó el lugar y desapareció por espacio de algún tiempo. No se vinieron a tener noticias de él, sino hasta que se le vio convertido en dueño de una preciosa finca en el departamento de Santa Rosa. El hecho de ver convertido en terrateniente al que hasta hacía poco tiempo no era más que un simple peón advenedizo, dio lugar a que las gentes bordaran las más extrañas conjeturas. Entre todas las que se bordaron, la que más caracteres de realidad tenía para las buenas gentes de esa época, era la de que don Silvestre había hecho “pacto con el diablo”, vendiéndole su alma a cambio de gozar en la vida de todo el bienestar y las comodidades terrenales. Esta versión circuló por todo el país hasta que llegó a adquirir título de “pura y santa verdad”. Don Silvestre era un hombre alto, fornido, blanco, de lengua barba y de negros ojos. Toda su belleza física encontraba con su alma satánica. Era el verdadero terror de sus pobres esclavos, a quienes no solo maltrataba físicamente, sino que lo hacía en lo moral, abusando de sus indefensas mujeres e hijas. ¡Don Silvestre era la estampa viva de la lujuria!

En la misma época en que sucedió el hecho de que don Silvestre se convirtiera de la noche a la mañana en rico terrateniente, tuvo lugar, en Guatemala, un escándalo social del que todavía puede tomar conocimiento detallado quien se tome el delicioso trabajo de leer las crónicas de la época. Sucedió que un rico español, por razones de negocios, tuvo que ir a una de las provincias vecinas, viéndose precisado a dejar en el país a su esposa para evitarle las molestias de la fatigosa travesía. La señora, que no era de las muy virtuosas que digamos, aprovechó la ausencia del confiado caballero para entrar en relaciones poco lícitas con un joven mancebo de trigos no muy limpios. Las relaciones pasaron más allá de un simple devaneo amoroso; y, si hemos de dar crédito a las crónicas, debemos contar que la señora iba a ser madre de un hijo que no era de su esposo. Hasta entonces las cosas marchaban muy bien, pero, un día de tantos, el infante vino al mundo y no hubo más remedio que recibirlo. Ya después vería ella cómo se las entendería para “engatuzar” al marido. Bordó la nada santa dama mil planes para lograr su fin; pero no encontró ninguno que fuera bueno, por sus propias manos, a la infeliz criatura, para lo cual decidió ir a bañarse a un río y arrojarlo en sus aguas.


Este crimen tuvo su castigo de Dios -pues Dios en ese tiempo parece que se preocupaba más de las cosas terrenas-, quien la mandó al infierno con ropa y todo, dándole por castigo Satanás, el de que la ayudara a llevarle almas al infierno. Para lo cual le ordenó que, vestida de blanco, y valiéndose de su bello físico, debía salir a los caminos a inspirar misericordia de los viajeros, derramando lágrimas y ayes lastimeros. Y que cuando éstos se le acercaran , los atrajera hacia ella y que se los llevara a las regiones en las que el Malo tiene su reino. Y ese mismo día salió la mujer, a quien él bautizó con el nombre de La Llorona, a recorrer esos caminos de Dios, en busca de los infelices pecadores. Siguiendo con el relato, venía una tarde don Silvestre de Barreneche y Alcántara, caballero en su mula peruana, con rumbo a su finca y seguido de su mozo de confianza, cuando al llegar al lugar del camino desde el que se contemplan las aguas del Río Marialinda, vio que en las riberas del mismo estaba sentada una mujer, alta y esbelta, que peinaba a cada instante su cabellera larga, ondulada y negra, a la par que echaba al viento ayes lastimeros. Al principio, don Silvestre creyó que se trataba de una visión. Se restregó los ojos; y, después de haber hecho esto, volvió a dirigir su mirada al lugar en que había visto a la mujer, dándose cuenta de que era tan cierto que la había visto como que él estaba en ese lugar. No se crea que por compasión se bajó a ver si le podía servir en algo. Al contrario, lo hizo guiado del deseo de dar satisfacción, con aquella infeliz que allí se encontraba desamparada, a sus desenfrenados instintos de lujuria. Ordenó a su mozo que no se moviera del lugar en donde estaba, a diez pasos de él, y se dirigió al sitio en donde se encontraba la mujer. -Bella dama -le dijo, procurando aparecer galante-, ¿qué es lo que haces aquí, solitaria, en este lugar en que bien os puede pasar algo? Decidme: ¿en qué parte puedo serviros para mitigar, aunque sea en parte, la pena que os aflige? La dama de blanco traje y negra, ondulada y larga cabellera, no le dio más respuesta que hacerle una seña indicándole que no hablara más y que le siguiera. Y, como para darle confianza, inició ella la marcha caminando de espaldas. Don Silvestre, al encontrarse en una aventura que pertenecía a la categoría de las que a él le encantaban, siguió presto la orden, caminando tras la encantadora y enigmática mujer. Como ella iba de espaldas, no se daba cuenta del peligro que podía recorrer al equivocarse de ruta e ir a dar al río; por lo cual, don Silvestre, cuando el camino daba vuelta y el río se convertía en catarata, dió un grito advirtiéndole la inminencia del peligro en que se hallaba y acercándose más a ella para tomarla en sus brazos y salvarla. Este instante fue aprovechado por la mujer, que no era de esat vida, sino que de la otra, pues era nada menos que La Llorona, que ese día había salido a cumplir su penitencia, quien lo envolvió en su larga y negra cabellera llevándoselo, por sobre las aguas del río, hacia las regiones del Malo.


Punto de Vista

El arte es incomprensible para cualquiera y sólo lo aprecian quienes tienen una “educación estética”. Por: Madelyn Castillo

E

ste artículo bien pudo llamarse “Terapia del Arte” pero la verdad no pienso hablar psicológicamente del arte y lo que bien que es aprovechado por personas estresadas, introspectivas y por las más alegres. Todos disfrutamos del arte, sin embargo quiero, explicar los rasgos externos que identifican a alguien que, quizá produzca o quizá aprecie el arte. Orlando Callejas contaba que en cierto momento junto a sus compañeras de labores entraron a una cafetería por un refrigerio, dentro de ésta, había algunas pinturas y él presumió de que esas pinturas habían sido diseño suyo y que el pintor sólo había seguido su trazo.

Esto comentaba cuando una de ellas vio un pastel que era muy al estilo Picasso, cubista, pero mientras el resto apreciaba e intentaba “mirar más allá” ella se apresuró y dijo “yo no lo entiendo”. Remataba Orlando diciendo que no le preocupaba lo que dijeran, que el arte es incomprensible para cualquiera y que sólo lo aprecian quienes tienen una “educación estética”.

Concuerdo con esto y critico duramente a quienes van a recitales, tertulias o conciertos y no aprecian el arte, especialmente al artista nacional. Pues lo abuchean, critican y hasta confabulan en su contra comparándolo fríamente con

otros de distinto país sin resaltar el esfuerzo que se hace. Puedo mencionar el reciente estreno de una miniserie chimalteca trasmitida por cable “Buscando tu Amor” que bien merece la pena mirarse y tratar de admirar algo que es fruto de la inspiración nacional. Los efectos del arte, entonces, son un ojo adiestrado y una educación sólita, pues inclusive educar es un arte, arte que requiere la perfección de quien lo practica. Así que, la próxima que asista a una presentación en vivo o proyectada, siéntete con orgullo y trata de juzgarla desde el punto de vista artístico y no con el hígado puesto en otra persona.


No dejes que cualquiera toque tu computadora…

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