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PEPE DOMINGO CASTAÑO
«El fútbol era la salsa de nuestra vida»
Me siento muy orgulloso de la oportunidad de escribir este prólogo, que me lleva a relatar tantos recuerdos entrañables de los que fuimos niños en los años cincuenta, cuando el balón era un compañero inseparable y el fútbol era la salsa de nuestra vida. Recuerdo el intercambio de cromos de nuestros jugadores favoritos. Y el juego de las chapas, que llevaban la imagen de nuestros ídolos y con las que jugábamos grandes partidos. Los niños de entonces solo teníamos la imaginación y los juegos, y con esto nos apañábamos para ir tirando. El fútbol era nuestra ración diaria de sueños y nos ayudaba a sobrellevar unos tiempos de mucha ilusión y poca comida. Recuerdo, sobre todo, al gran Deportivo de La Coruña de entonces, porque, cuando viajaban a mi ciudad natal, Vigo, para jugar con el Celta, paraban a comer en el restaurante de mis tíos, Casa Castaño, en Pontecesures, y los podía ver de cerca. Me sabía, y todavía me sé, de memoria aquella alineación inolvidable: Acuña, Pedrito, Ponte, Millán; Carlos, Cuenca; Corcuera, Oswaldo, Rafael Franco, Moll y Tino. A aquella delantera la llamaban por su gran juego «La Orquesta Canaro». Fueron mis primeros grandes ídolos. Entre los futbolistas, guardo en la memoria el juego de Butragueño, todo un Dios para mí, Juanito, Maradona, Arconada, Mágico González, Van Basten, Platini… Pero mi gran ídolo fue siempre Amancio, que llegó al Madrid desde el Deportivo de La Coruña y fue el mejor jugador que vi en mi vida. Recuerdo también a jugadores de la talla de Di Stéfano y Gento. De los de ahora me quedo con Messi, Ramos y Casillas. Me inicié en la radio porque, en realidad, era lo que más me tiraba. Escuchaba en mi pueblo a Joaquín Prat y a Bobby Deglané y quería ser como ellos a costa de lo que fuese. Lo primero que hice en la Cadena Ser fue El Gran Musical y Los 40 Principales. Era muy feliz haciendo programas musicales, era lo que más me gustaba. En 1988 empecé en Carrusel Deportivo y ya me zambullí en el deporte hasta hoy. No fue un gran cambio para mí porque hacer la animación del Carrusel era uno de mis grandes sueños y estaba preparado para ello. De todas maneras, sustituir a mi gran ídolo Joaquín Prat era todo un reto y lo acepté con todas las consecuencias. En mi opinión, el fútbol ha registrado grandes cambios con respecto al que se prac- ticaba en los años 60-70. Ahora se juega a una velocidad que antes era impensable. Gracias a la televisión, ya no hay aquellas entradas salvajes, porque todo se ve. Y la táctica se ha impuesto al «salgan y jueguen como saben» de los entrenadores de entonces. Quizá donde más se ha notado el cambio es en la parte técnica. Ahora el sonido es perfecto. Yo diría que incluso demasiado perfecto.
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Donde sí hemos sufrido un giro importante, y para mal, es en la relación entre jugadores y periodistas. Antes había cercanía y trato directo. Ahora los hemos convertido en pequeños dioses y se han vuelto casi inaccesibles. Por otro lado, la experiencia de radiar un partido ya no es la misma tampoco. Con el baile de horarios, le han robado a la radio aquella vorágine informativa que te producía al tener todos los partidos a la misma hora. Solo se vive de verdad algún partido aislado. Una pena, penita, pena… Con todo, ser periodista de radio y tener la oportunidad de retransmitir la Champions es lo más. Si cierro los ojos y me pongo a soñar, elegiría retransmitir que el Depor vuelve a ser «SuperDepor» y gana la Champions…, aunque ya sé que los sueños, sueños son.
Pepe Domingo Castaño es, en la actualidad, presentador y animador del programa deportivo Tiempo de juego de la Cadena COPE.
Después de la suspensión de las ediciones de 1942 y 1946, el esperado regreso en 1950 del Campeonato Mundial de Fútbol, como originalmente se llamaba, se las prometía muy felices. Además, se celebraba en Brasil, así que puede decirse que aquel Mundial reunía todos los requisitos para ser un gran espectáculo futbolístico.
Pero con lo que incluso los más optimistas no contaban era con que, en aquellos tiempos aún tan revueltos, muchos países todavía no estaban para tirar cohetes, de modo que, entre los que decidieron no acudir a la cita por razones económicas, los que fueron vetados y los que optaron por desertar a última hora, en este Mundial, que se disputó del 24 de junio al 16 de julio, solo participaron 13 de las 16 selecciones inicialmente previstas: seis europeas y siete americanas. Entre las primeras, la de Inglaterra, que por fin aceptó participar en un Mundial, y la de
Palmar S
1. Uruguay
2. Brasil
3. Suecia
4. España
M Ximo Goleador
Ademir de Menezes
Selección: Brasil
Goles: 8
Italia, ganadora de la segunda edición del campeonato, o sea, la de 1934, la primera y la única a la que había acudido la selección española, que llegaba a Brasil con un equipo más que apañado.
Entre las selecciones americanas, la brasileña era, sin duda, la gran favorita, sin desmerecer a la uruguaya, que tenía el privilegio de haber ganado el primer Mundial, el de 1930, celebrado en su país. En cuanto a la competición, las 13 selecciones participantes se distribuyeron en cuatro grupos, algo desiguales, eso sí, en los que «todos jugaban contra todos». Concluida esta primera fase, los vencedores de cada grupo, es decir, Uruguay, Brasil, Suecia y España, que había liderado su grupo con mucha su-
El «Maracanazo»
perioridad, disputaron una liguilla para decidir qué selección ganaba este peculiar e inolvidable Mundial de 1950, el único en el que no se han disputado cuartos de fi nal, semifi nales o fi nal.
El 16 de julio, en el Estadio de Maracaná de Río de Janeiro, ante más de 170 000 espectadores, todo estaba listo para que la selección anfitriona cantase el alirón.
Durante todo el campeonato Brasil se había mostrado intratable, así que en el último partido de la liguilla final ante Uruguay le bastaba un empate para proclamarse campeona del mundo. A los charrúas, en cambio, solo les valía la victoria, algo impensable antes del pitido inicial del encuentro, y más aún cuando, en el minuto 47, un gol de Friaca adelantaba a los brasileños en el marcador. Todo, pues, parecía ceñirse al guion previsto, hasta que, para alegría de unos e inmensa tristeza de otros, Shiaffino empataba el encuentro en el minuto 66, y en el 79 Ghiaggia lograba el 1-2 definitivo con el que, inesperadamente, Uruguay se llevó el Mundial a casa y, por si fuera poco, para la historia acuñó lo que desde entonces se conoce como el «Maracanazo».
La nueva temporada de fútbol arrancó, el 10 de septiembre, aún con los ecos del Mundial de Brasil, el del «Maracanazo», difícil de olvidar para todos aquellos aficionados que habían visto imágenes de los partidos en el «NO-DO», leído las crónicas periodísticas o escuchado las retransmisiones radiofónicas.
Costó, desde luego, «entrar en juego», pero la temporada prometía ser apasionante. Para empezar, hubo dos novedades importantes: la ampliación de equipos participantes a 16 —dos más que en la temporada anterior— y la recuperación del «descenso directo», así que los dos últimos clasifi cados bajaban a Segunda División.
Eso sí, tal y como se presumía, la competición fue emocionante desde el primero hasta al último partido, y con un indiscutible protagonista: el Atlético de Madrid, que logró, no sin sufrimiento, revalidar el título liguero que había conquistado la temporada anterior.
De nuevo entrenado por el argentino
Helenio Herrera, popularmente conocido como « H.H.» o «El Mago», el equi- po colchonero vivió una de las etapas más gloriosas de su historia. Contaba, además, con una plantilla de lujo, en la que destacaban jugadores como Marcel Domingo, Lozano, Mújica, Estruch, Pérez-Payá, Carlsson, Silva, Escudero… y, sobre todo, el marroquí Ben Barek, «La perla negra», que fue la gran estrella atlética hasta la temporada 19531954 y el líder de la entonces conocida como «Delantera de seda».
La Liga, sin embargo, no se dilucidó hasta el último partido, el que se disputó, el domingo 22 de abril, en el Estadio de Nervión entre el Sevilla y el Atlético de Madrid. Los colchoneros llegaban a este decisivo encuentro con solo dos
Los espectadores del fondo sur del Nuevo Estadio de Chamartín asisten atónitos al partido de la 10.ª jornada entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid que acabó con un concluyente 3-6 para los colchoneros.
Clasificaci N
puntos de ventaja sobre el equipo sevillista, así que les bastaba un empate para proclamarse campeones. Y ese fue, no sin polémica arbitral, el resultado fi nal: 1-1, con goles de Doménech para el Sevilla, y de Pérez-Payá para el equipo madrileño. Así, con 40 puntos, el Atlético de Madrid alcanzó la gloria por segunda temporada consecutiva. Lo que ya no pudo conquistar fue la Copa del Generalísimo, después de caer en cuartos con su eterno rival, el Real Madrid, que luego fue eliminado en semifinales por la Real Sociedad. El equipo donostiarra y el CF Barcelona fueron los finalistas de esta edición de la Copa, que se llevaron los culés, después de vencer en el Nuevo Estadio de Chamartín, el campo del Real Madrid, por 3-0, con goles de César (2) y Gonzalvo III.
PICHICHI
Telmo Zarra
Club:
Atlético de Bilbao
Goles: 38
13.
15.
GANADOR
De La Copa
DEL GENERALÍSIMO
CF Barcelona