Master Interuniversitario UAM, UCM y UVA:
Arteterapia
Arteterapia y Educación Artística para la Inclusión Social Curso ����/����
Índice 1.
INTRODUCCIÓN
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2.
DEFINICIÓN
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3.
CLASIFICACIÓN
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4.
CONSIDERACIONES SOBRE EL DOLOR A LO LARGO DE LA HISTORIA TEORÍA DE LA ESPECIFICIDAD TEORÍA DE LA INTENSIDAD TEORÍA DE LA CONTRAPUERTA TEORÍA DE LA NEUROMATRIZ MARCO TEÓRICO ACTUAL: MODELO BIOPSICOSOCIAL
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5.
LA SUBJETIVIDAD DEL DOLOR LOS LÍMITES
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6.
¿POR QUÉ ARTETERAPIA?
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7.
ARTE Y DOLOR
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8.
CONCLUSIONES
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9.
BIBLIOGRAFIA
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Introducción Este estudio no pretende echar por tierra el trabajo médico ni mucho menos demonizarlo; tampoco se trata de substituir arte por tratamiento médico o farmacología. Se trata simplemente de abrir nuevas puertas a las ya abiertas por la medicina, combinando unas y otras para que ambas “co-fluyan” hacia una mejora global de las condiciones de la persona que sufre, haciendo hincapié en el ser humano y en su psique, no sólo en su cuerpo. Proponemos por tanto una reflexión centrándonos en la esperanza y no en el miedo, dando voz al silencio y alas a nuestro lenguaje y creatividad. El dolor es algo que deteriora la identidad, que retrae y puede incluso incomunicar a la persona que lo sufre con el mundo. Desde el Arte terapia, y concibiendo ésta como un modo de expresión y comunicación con el exterior, proponemos reflexionar sobre la importancia y eficacia que ésta puede tener sobre el dolor crónico, haciendo un recorrido teórico desde su definición, su tipología y carácter subjetivo del mismo.
“Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior.” “Mi pintura lleva con ella el mensaje del dolor” -Frida Kahlo-
Clasificación Según el tiempo de evolución Crónico: dura más de tres meses, a veces es independiente de la causa original del dolor. Es posible que la causa del dolor ya no exista, pero que los nervios sobreexcitados sigan notificando dolor al cerebro. En otras ocasiones, la causa del dolor puede seguir existiendo sin poder ser tratada o eliminada en todos los casos, como en las enfermedades incurables o crónicas. La percepción del dolor puede incluso independizarse por completo del estímulo original, con lo que en ese caso la señal de dolor pierde su función de advertencia. De ese modo el dolor constante o intermitente dura más que su propósito: ya no ayuda al cuerpo a evitar el daño. También se habla de círculo vicioso cuando unos estímulos de dolor sin tratar provocan respuestas de dolor adicionales. Agudo: dura poco tiempo, generalmente menos de dos semanas, normalmente causado por algo fácilmente identificable. Normalmente se origina fuera del cerebro, aunque se procesa e interpreta en él. Actúa como una señal de advertencia de un daño actual o próximo: es la respuesta fisiológica normal ante un estímulo adverso o perjudicial que causa el dolor. Según la fisiología del dolor o patogenia Nociceptivo: producido por los receptores del dolor y percibido como una sensación dolorosa. Se divide en somático y visceral. Neuropático: lesión directa sobre el sistema nervioso. El dolor se manifiesta ante estímulos mínimos o sin ellos y suele ser un dolor continuo. Se describe como punzante, quemante. Psicógeno: interviene el ambiente psico-social que rodea al individuo. Es típico la necesidad de un aumento constate de las dosis de analgésicos con escasa eficacia.
Según la localización del dolor Somático: dolor agudo y localizado Visceral: dolor pobremente localizado, descrito a menudo como profundo y opresivo. Se acompaña frecuentemente de manifestaciones vegetativas como náuseas, vómitos, sudoración, taquicardia y aumento de la presión arterial. Según la intensidad Leve: p.uede realizar actividades habituales Moderado: interfiere con las actividades habituales Severo: interfiere con el descanso Según la farmacología Responde bien a los opiáceos: dolores viscerales y somáticos Parcialmente sensible a los opiáceos: dolor óseo y el dolor por compresión de nervios periféricos Escasamente sensible a opiáceos: dolor por espasmo de la musculatura estriada y el dolor por infiltración-destrucción de nervios periféricos
Consideraciones a lo largo de la historia Pocas experiencias son tan antiguas y universales como las del dolor. En la antigüedad, las primeras civilizaciones explicaban el dolor bajo interpretaciones mágicas o religiosas. En el mundo griego, la experiencia dolorosa también fue motivo de análisis. La disciplina médica del momento contaba con figuras que establecían sus ideas, sin embargo éstas no siempre coincidían. Los discursos que se proponían cobraban lógica a medio camino entre la filosofía y la ciencia. Así Aristóteles y Empédocles centraban la génesis del dolor en el corazón, centro de todos los sentimientos, Platón, Alcmeón de Crotona y Demócrito, en cambio lo localizaban en el cerebro. La teoría discursiva de Aristóteles establecía que los estímulos nocivos viajaban de la piel al corazón por la sangre. El dolor se entendía como un sentimiento. Galeno de Pergamo, defendía la teoría de los segundos y estableció una compleja teoría de las sensaciones, en las que incluía el dolor. En la edad media las dos teorías convivieron con más o menos adeptos. No obstante, las cosas cambiaron con el médico árabe Avicena, éste empezó a definir el dolor como una sensación especifica, mientras Alberto Magno y de Mondino reconoció el cerebro como centro de la sensación dolorosa. Con Leonardo da Vinci, en el Renacimiento, el estudio de la fisiología del dolor dio un paso adelante. Éste describió anatómicamente los nervios y estableció su relación con la sensación dolorosa. Durante los dos siglos posteriores existían partidarios de una y otra teoría; la medicina permanecía anclada en el galenismo. No fue hasta el siglo XVII, gracias a la figura del filósofo francés René Descartes, cuando la concepción biológica del dolor tomo nuevos derroteros. Descartes además de sus importantes aportaciones matemáticas y sus teorías epistemológicas, contribuyo a esclarecer la fisonomía del sistema nervioso con su libro Le traite de l’homme. En él propuso una teoría que explicaba los reflejos nerviosos a basados en una conexión entre la periferia y el cerebro.
Consideraciones a lo largo de la historia Según este autor, el dolor se genera en los tejidos y se conduce hasta el cerebro donde se produce su transición a la consciencia. Si nos torcemos el tobillo, se desgarra un ligamento dando salida al dolor. Los nervios lo recogen y lo llevan hasta la sede de la consciencia. Los tejidos contendrían almacenado el dolor en no se sabe bien qué reservorios y al lesionarse, se desparramaría por la zona, siendo detectado por las terminaciones nerviosas. Las terminales nerviosas tendrían "receptores de dolor". Los nervios transportarían las señales de dolor por las vías del dolor y las conducirían hasta el centro o los centros del dolor.
TEORIA de la Compuerta o Puerta de Entrada
En 1962 Thomas S. Kuhn publica The structure of scientific revolutions , donde se plantea que el avance científico solo es posible cuando la comunidad acepta un cambio en el modelo de referencia que les ha permitido llegar hasta el lugar donde se encuentran. Kuhn acuñó el termino “paradigma” para referirse a este modelo de creencias y actitudes que enmarcan el significado del que hacer científico. Sin embargo, de la misma forma que el paradigma permite avanzar, también deviene como principal obstáculo para su progreso. El cambio de paradigma en el estudio científico del dolor se engendró cuando el psicólogo canadiense Ronald Melzack conoció a Patrick Wall, prestigioso neurofisiólogo británico. Ambos desarrollaron una nueva teoría basada en las observaciones realizadas por el fisiólogo holandés William Noordenbos a finales de la década de 1959. Partían de la observación de que tras un golpe, el frotamiento de la parte afectada alivia pronto el dolor. Esto es; la estimulación táctil funcionaba como una maniobra analgésica. Esta respuesta no encontraba explicación dentro del modelo descartiano, por lo que Melzack y Wall comenzaron las investigaciones. Sus hallazgos fueron publicados en la conocida revista Science en 1965, donde describieron la teoría de compuerta (gate control theory). Su observación sobre el alivio causado por la popular friega tenía un correlato neurológico. La teoría de la compuerta2 del dolor es una explicación de cómo la mente desempeña un papel esencial en la opinión del dolor. Sugirieron que hay un "sistema que bloquea" a nivel del sistema nervioso central que hace que se abran o se cierren las vías del dolor. Las puertas se pueden abrir, dejando proceder el dolor a través de las fibras aferentes y eferentes desde y hacia el cerebro, ó viceversa, las puertas se pueden cerrar para bloquear estos caminos del dolor, este mecanismo puede ser influenciado por impulsos nerviosos eferentes. Los impulsos eferentes son afectados por una enorme variedad de factores psicológicos conocidos para influenciar el cerebro. El mensaje enviado del cerebro (vías eferentes) al área donde se siente el dolor se puede influenciar por la interpretación de la mente. Muchos factores externos afectan la interpretación del dolor tal como, emociones y experiencias anteriores con dolor y ansiedad. Esta teoría del dolor integra los componentes fisiológicos, psicológicos, cognoscitivos, y emocionales que regulan la percepción del dolor. McMahon, S., Koltzenburg, M.: “WALL & MELZACK, Tratado del dolor ”Ed. ELSEVIER, 5º ed., Madrid
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TEORIA de la Neuromatriz Otra situación de difícil explicación es la que plantea el llamado dolor del miembro fantasma. Esto es la aparición de sensaciones anómalas y de dolor en aquellas partes del cuerpo que han sido eliminadas quirúrgicamente. La pregunta es: ¿cómo se puede experimentar dolor en algo que sencillamente no esta? Esta situación clínica era inexplicable a través de la teoría de la puerta de entrada. Melzack formuló la respuesta a finales de la década de 1980 bajo la teoría de la neuromatriz. A mediados de la década del 90 Loeser y Melzack hipotetizaron la existencia de una estructura anatómica definida (neuromatriz). Tal estructura estaba conformada por numerosas áreas cerebrales conectadas entre ellas, de forma que su activación podría realizarse por áreas del cerebro en determinadas situaciones, más vinculadas en ocasiones a funciones mentales que puramente asociadas a la lesión. Esto explicaría el fenómeno de dolor en un miembro que esta ausente. Esta teoría crea un concepto muy importante como es la participación del cerebro como primer y último órgano en la percepción y procesamiento de los estímulos nociceptivos. Así se llega a una muy importante conclusión: no necesitamos un cuerpo para sentir un cuerpo, es decir el cerebro. Cualquiera sea la experiencia sensorial, se puede repetir.
Fuente del gráfico: Especializaciones del cerebro humano. Norman Geschwind, en El Cerebro, pg. 144. Prensa Científica, Barcelona. Edición de 1986
TEORIA de la Neuromatriz
“La contribución más importante de la teoría de la puerta a nuestro conocimiento del dolor fue su hincapié en los mecanismos neurales centrales. El gran reto que nos plantea el futuro es llegar a comprender el funcionamiento del cerebro. Por ello, he propuesto que el cerebro posee una red neural - en la neuromatriz de la conciencia corporal - que integra diferentes estímulos para producir el tipo de respuesta que produce dolor.” -R. Melzack-3 Frederick Lenz, un neurocirujano del Johns Hopkins Hospital de Baltimore, tras observar determinados comportamientos en pacientes se interesó por la extraña situación: un estimulo anodino para la mayoría de las personas reaviva en algunas experiencias previas dolorosas en extremo. Estos hechos se explicaban por la teoría de la neuromatriz: el dolor puede percibirse aun en ausencia de una activación externa. David Morris escribió que el dolor estaría dentro del cerebro. “Es más, como cualquier otra experiencia, existe una memoria del dolor que puede traerse a la conciencia con toda su riqueza de matices sensoriales y emocionales en determinas situaciones. Tal memoria se construye en base a estímulos sensoriales, experiencias previas, estados emocionales, elementos culturales o expectativas” -Josep-Eladi Baños Díez-4
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http://kineudla.blogspot.com/2007_09_01_archive.html Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud. Universidad Pompeu Fabra. BCN.
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Marco teórico Actual: Modelo Biopsicosocial El dolor puede observarse desde el modelo biopsicosocial, como ha establecido Jordi Miró. El Modelo biopsicosocial es un enfoque participativo de salud y enfermedad que postula que el factor biológico, el psicológico (pensamientos, emociones y conductas) y los factores sociales, desempeñan un papel significativo de la actividad humana en el contexto de una enfermedad o discapacidad. Esencialmente desde este discurso, el dolor seria el resultado de la integración mas o menos asimetriaza según cada caso de factores biológicos (genéticos, fisiológicos, edad, sexo), psicológicos (cognitivos, afectivos, conductuales) y sociales (laborales, culturales, familiares). De hecho, la salud se entiende mejor en términos de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales y no puramente en términos biológicos. Contrasta con el modelo reduccionista tradicional, únicamente biológico que sugiere que cada proceso puede ser explicado en términos de una desviación de la función normal. Se puede estar de acuerdo o no con el modelo pero quizá sea el mejor para sistematizar la información sobre los factores que pueden influir en su percepción y su modulación Siempre se ha sospechado que no todas las personas presentaban la misma tolerancia al dolor, esta observación fue atribuida a diversas causas. En los últimos años algunos estudios ofrecen datos que sugieren que la diferencia de sensibilidades podría tener, al menos en parte, una base genética. El investigador norteamericano de origen español, Jon Kar Zubieta ha llevado a cabo estudios que sugieren que de alguna manera existe cierta vulnerabilidad (determinismo nociceptivo) para experimentar dolor si se nos enfrenta a la lesión adecuada.
Los límites Ahora bien, si ante un mismo hecho unos sienten mucho y otros poco dolor… ¿dónde están los límites?; ¿qué puede significar percibir demasiado dolor o, por el contrario, demasiado poco? Como hemos señalado en la introducción de este estudio, aunque obviamente todos percibamos el dolor como algo terrible y desagradable que debemos evitar, tenemos que ser conscientes de su importancia como mecanismo de defensa para mantenernos con vida, constituyendo uno de los más fiables indicadores de que algo en nuestro cuerpo no marcha del todo bien. Ya Unamuno en su Del sentimiento trágico de la vida, nos decía: “El dolor es un camino por el cual los hombres tiene conciencia de sí mismos” El citado, y ficticio, caso del personaje de Millenium, de Stieg Larrson citado al principio, nos muestra un claro ejemplo de cómo lo que aparentemente podría resultar una ventaja (el no sentir sufrimiento alguno) constituye en realidad toda una enfermedad muy peligrosa para aquellos que la sufren. La analgesia congénita es un mal bastante raro puesto que se estima que solo afecta a unas cien personas en todo el mundo. No en vano sus efectos pueden ser catastróficos, porque quien la padece no tiene conciencia en absoluto del peligro. La causa de la analgesia congénita es la mutación de un gen que ocasiona incapacidad para producir células nerviosas. También es conocida como Insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis, lo cual quiere decir que la persona no puede sentir dolor, presión, frío ni calor. En el año 2005, por ejemplo, un informe periodístico dio cuenta de seis casos de niños que padecían este mal y sus terribles consecuencias: muchos se habían mutilado los dedos de las manos, la lengua y hasta los labios. Alguno de ellos incluso se lastimó un ojo con un cuchillo y ni lo sintió. Por otra parte, hay quien opina que el dolor además de subjetivo es psicológico y que para cambiarlo basta con tratar de buscar exactamente cuáles son las características a través de las cuales la persona codifica la sensación de dolor y cambiarlas; a veces cambiando la estructura de los típicos mensajes internos que nos decimos sobre el propio dolor "no voy a soportarlo”, “me va a doler”, etc por otros del estilo “no es para tanto”, “no me dolerá”, “estoy por encima de ello”, etc.
Los límites Un ejemplo legendario de este (cuanto menos cuestionable) control del dolor a través de la mente es el de los faquires. Al escuchar la palabra “faquir” nos viene a la mente la idea de un hombre que desafía al dolor (haciendo gala de un extraordinario autocontrol) mediante diversos métodos, como pueden ser acostarse sobre una cama de pinchos o atravesar sus carnes con agujas y ganchos. Estos personajes están envueltos en un halo de misterio y a menudo, sus historias superan los límites de la realidad. Considerados santos por unos e ingeniosos magos por otros, ejercitan el dominio del propio dolor, llegando a superar con creces lo que al resto de los mortales nos resultaría insoportable. Si a los faquires les es posible cambiar la percepción del dolor a través del pensamiento, ¿podrían de la misma manera otras personas aumentar su sensación de dolor a través del pensamiento? Resultando interesante conocer los puntos de vista del ser humano respecto al control o percepción de dolor, nosotras sin llegar a cuestionar si es o no cierto, abogamos más por la simbolización del dolor para cambiar su percepción no tanto para mitigarlo como para reducir sus síntomas. Lo veremos en el apartado siguiente: ¿ Por qué Arteterapia?. “El arte de vivir es el arte de evitar el dolor y él es el mejor piloto, que nos guía lejos de las rocas y los bancos de arena que nos acosan“. -- Thomas Jefferson –
¿Por qué arteterapia? “El arte brinda un medio que supone, al mismo tiempo, una comunicación con los demás y una confrontación con uno mismo” (Laing, 1974)
Siguiendo por el camino que nos ha llevado a reflexionar sobre la subjetividad que envuelve al dolor, y pretendiendo seguir por este camino, trataremos de justificar por qué elegimos el papel del arteterapia más que alternativa, como apoyo complementario paliativo o “analgésico” frente al dolor. O, dicho de otra manera, proponemos valorar la creación artística como arma maravillosa para poder llevar una vida mejor cuando “con el dolor crónico hemos topado”. Si hablamos de nuevo de “umbral de dolor”, podríamos seguramente imaginarnos una especie de línea imaginaria que divide el placer del displacer (tomando prestados términos de Freud) o que separa una ciudadanía, la del mundo de los sanos, con otra, la de los enfermos que sufren (tomando ahora términos de Susan Sontag). Si hablamos de división, hablamos también de ruptura y de separación de dos cosas. En este caso, en el de una persona que sufre dolor crónico, esta ruptura se da a varios niveles, ya que cuando el dolor irrumpe en la vida de alguien, no sólo le retrae de su mundo conocido hasta el momento, sino que también fragmenta su identidad, su cotidianeidad y en definitiva su manera de conjugar el verbo “ser” y “estar” en el mundo. En todo caso, el dolor marca dos espacios: el de dolor y el de no dolor. Desde el arteterapia pretendemos crear un espacio intermedio: el generado dentro de la relación triangular: terapeuta – obra- paciente, donde la vida cobre un nuevo sentido que ha perdido y donde el paciente sea capaz de transformar su dolor invisible en visible, en propio y palpable, para de esta forma poder comenzar a afrontarlo.
¿Por qué arteterapia? Laura Rico, psicóloga y arteterapeuta, realiza intervenciones arteterapeuticas en centros hospitalarios con niños en la unidad de ontología, ésta entiende la que “El arte es aquí también aprovechado como facilitador de la búsqueda de sentido en la crisis y la obra como huella de vida e historia personal”. El dolor, no nos visita a todos los seres humanos por igual, ni a la misma edad ni de la misma manera. Sin embargo todo ser humano tiene capacidad para crear, para proyectar sus conflictos interiores a través de imágenes (cosa que no puede decirse de la capacidad verbal, por ejemplo), esto es, la capacidad de simbolizar. Como hemos visto, cuando una persona sufre dolor, la vida, las circunstancias o el azar, le encierran en una especie de cárcel, donde, como ocurre en toda cárcel, el tiempo de pronto se detiene. La vida con dolor se vive (o más bien, se sufre) de tal manera que el presente deja de existir, y la persona acaba viviendo más en el pasado (que era mejor, pues no dolía) o en el futuro (que se anhela sea mejor, una vez mitigado el dolor). La vida se convierte en una especie de juego de tablero en que la meta llegará cuando el dolor haya acabado; incluyendo esta metáfora la idea de que, como en todo juego de azar se corre un riesgo, y el riesgo cuando una persona sufre dolor crónico se traduce en miedo a no poder aguantarlo, es decir, a la muerte. El Arteterapia permite poder expresarse sin necesidad de utilizar palabras, algo positivo, puesto que no resulta sencillo en determinadas situaciones y con según qué personas. Si como vemos el dolor es un factor inesperado que te incomunica con el mundo, el carácter del Arteterapia de servir de vehículo de expresión, jugará un papel primordial en los talleres que podemos plantear a las personas que padecen dolor crónico. Como hemos visto, las investigaciones han demostrado como una buena preparación psicológica puede ayudar a una persona a afrontar y soportar mejor el dolor. Así pues, nosotras resaltamos también la importancia del arte y la expresión artística como apoyo para una óptima preparación psicológica, creyendo firmemente en la capacidad de la creación artística para hacer al paciente tomar conciencia e sí mismo, de sus circunstancias y en definitiva del “aquí y ahora”. Laura Rico alega y defiende la necesidad del arteterapia en un hospital alegando que la situación de enfermedad supone un momento de crisis vital que el paciente debe de asimilar, además de implicar cambios vitales físicos y psicológicos que generan reacciones diversas.
¿Por qué arteterapia? ¿Qué diferencia hay entre ARTE y ARTETERAPIA?
Es importante distinguir entre el arte y el arteterapia. No cabe duda que cualquier actividad que se sirva de la capacidad creadora como vehículo de expresión interior va a ser beneficiosa para la persona que experimenta y crea, que expresa lo a veces inexpresable y da forma a sus conflictos internos, en este caso, a su dolor, en ocasiones difícilmente verbalizable. Sin embargo resulta esencial distinguir entre ambas realidades; el arteterapia no es una técnica sino una modalidad de atención psicológica. Supone en si misma una disciplina muy rica y compleja que requiere de formación y un conocimiento profundo para ser llevada a la práctica. De la misma manera requiere por tanto de la figura del arteterapeuta para que estemos hablando de arteterapia propiamente dicha. El arteterapia se asienta sobre tres pilares fundamentales que es imposible dejar de lado ya que el uno no puede darse sin el otro y que conforman la auténtica esencia de la labor terapéutica: la obra, el paciente y el terapeuta. Siempre se puede trabajar artísticamente con personas que lo necesiten y por supuesto con quien no lo necesite y también pueden conseguirse mejoras en todos los niveles, además de lógicamente contribuir a diferentes aprendizajes y riqueza de experiencias. Pero al hablar de arteterapia es necesario tener en cuenta que entramos en un terreno específico donde no desarrollamos actividades creativas o artísticas, sino un proceso terapéutico en el que el arte es su principal vía de trabajo, aunque también entra en juego la toma de conciencia y la elaboración a nivel verbal, para integrar lo que hemos trabajado previamente de manera plástica. La escucha constituye un papel sustancial en todo este proceso lo cual hace inevitable la existencia del “otro” que la ejerza de manera consciente, dirigida y sistemática.
“El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.” Sidhartha Gautama Buda
Arte y Dolor “Es casi una obviedad decir que el arte cobra formas múltiples y cubre temas diversos, permitiéndonos aprender (y aprehender) la Historia con mayúsculas y nuestra propia historia personal. El arte tiene el poder de transformarse en algo absolutamente necesario, aun cuando el relato que presenta pueda ser portador de un mensaje dramático, tan terrible que de otra forma nos sería insoportable enfrentarlo; capaz de seducir nuestras mentes y almas, el arte logra hacernos mantener la tensión y atención frente a episodios que en condiciones normales, nos provocarían un rechazo absoluto. ¿Nos convierte esto en una suerte de personas que encuentran placer en el dolor? Posiblemente no. Todos, de una forma u otra, apreciamos alguna forma de manifestación artística. Analizar la relación Arte-Dolor nos permite conocer el proceso que involucra al espectador cuando se encuentra frente a una obra de cuya escena dramática participa activamente, disfrutando del relato que presencia. ¿Qué dispositivo estaría funcionando para hacernos inmunes y tolerantes frente a semejantes representaciones?, ¿Podría la obra de arte estar actuando como mediadora entre una realidad dramática y el espectador? La “gran problemática” que relaciona Arte y Dolor (al margen del artista u obra puntual) ha sido pensada a lo largo de la historia del arte desde una enorme cantidad de perspectivas teóricas, incluyendo otros campos del saber como por ejemplo la filosofía, los estudios iconológicos, la psicología, la estética de la recepción, la semiótica, entre otros. Sin ir más lejos, ejemplos tan distantes en el tiempo como la “catarsis” aristotélica y las lecturas románticas desarrolladas por Edmund Burke en su acercamiento al estudio de lo sublime, son fundamentales para comprender la actualidad de la problemática a través de los años. Algo es claro: nos sentimos sobrecogidos no solamente por la belleza, sino también por el terror, y el dolor humano es sin lugar a dudas una presencia amenazante, angustiante y aterradora para todos.”6 - María Carolina Baulo -
AdVersus, V, 12-13, agosto-diciembre 2008: 152-156
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Arte y Dolor A lo largo de la historia podemos encontrar tanto artistas reconocidos como artistas que no lo son que han utilizado el arte como medio de paliar su propio dolor. Uno de los ejemplos más claros es la conocida artista mexicana Frida Kahlo, cuya vida estuvo marcada por el arte y el dolor. Su pintura es su testimonio de su lucha con su ser. A los 18 años un accidente brutal marca su vida. Viajaba en un camión que es embestido por un tranvía en la mitad curvándose éste hasta estallar en pedazos. Una de las barras de hierro del tranvía atraviesa a Frida de un lado a otro a la altura de la pelvis. Durante un mes estuvo entre la vida y la muerte, con la columna vertebral rota, la clavícula, las costillas, la pelvis, la pierna y el pie derecho fracturados en diversos lugares. Este hecho marca en su vida un antes y un después. A partir de entonces la pintura funcionará como marco ante un mundo desprovisto de sentido. Después del accidente estuvo en cama durante tres meses y aparentemente sana padecía grandes dolores en la columna, el pie derecho y un cansancio constante. Al año es nuevamente internada y allí le descubren una fractura en la vértebra lumbar que determina el uso de varios corsés de yeso durante meses. Es en ese momento cuando empieza a pintar. Dijo que se pintaba a sí misma porque era el motivo que mejor conocía. Refiriéndose al momento en que empezó a pintar: “Desde entonces mi obsesión fue recomenzar de nuevo pintando las cosas tal y como yo las veía, con mi propio ojo y nada más”
“Árbol de la esperanza mantente firme”
Arte y Dolor La pintura fue parte de su lucha, de su decisión de dar batalla a la inmovilidad de su convalecencia mientras era sometida a diversas operaciones y a un dolor en muchos períodos intolerable no sólo por cuestiones físicas, sino también por las penas de amor. La pintura fue una manera de inventarse, profundamente conectada con la vida, con la alegría, con el humor, con las raíces de México, pero también fue un modo de exorcizar el dolor y de hacer tolerable la desesperación. Frecuentemente se ha señalado los lazos entre parir y el acto de la creación estética, incluso científica. Esta relación es explícitamente comentada por Frida
“Sin esperanza”, 1945
“Mi pintura lleva dentro el mensaje del dolor… La pintura me completó la vida. Perdí tres hijos… Todo eso lo sustituyó la pintura. Yo creo que el trabajo es lo mejor”
Arte y Dolor La obra de Francis Bacon es la obra de un ser abandonado por su familia, homosexual, enfermizo, polĂticamente comprometido, y anticlerical. Incomprendido por su familia y por la sociedad. Frustrado porque no se acaban de implantar sus propuestas para sustituir todas las estructuras conservadoras que son el origen de sus males. En sus obras trata exclusivamente de su dolor, el cual le ha permitido alcanzar un conocimiento a travĂŠs de la sensibilidad para ser capaz de entender en su propio dolor personal el dolor universal.
Francis Bacon fotografiado por John Deakin (1952)
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