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Acuática s
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Acuática s
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H I S T O R I A S A C U ÁT I C A S
Valentín Acuto Julia Martínez Alonso Valentina Annikian Juana Bronstein Agostina Cabrera Teresita Cabrini Alina Emch Thomas Emch Matilda Emiliozzi Olivia Espeche Malena Ferreiro Catalina Ganapolsky Máxima González Ocantos Ian Gutraich Sofía Kogan Dominique Lavie Milagros Llauró Juana López Poy Rufino López Poy Lisa Mucci Agustina Pepe Francesca Peri Brusa Francisco Rigamonti Margarita Rigamonti Julia Sbaraglia Catalina Swarcberg Daniela Vasiliadis Pilar Vayo
Impreso en Argentina. 2014. Madame Press Ediciones Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la autorización por escrito del titular de los derechos.
En la noche un ruido de agua. 多Ruido? Escuchad el canto. Juan L. Ortiz
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P RÓ LO G O -
Este es un libro escrito por chicos que tienen entre 6 y 10 años, chicos que aman los libros y que disfrutan enormemente escribir e imaginar historias. Es un libro de agua, habitado por tempestades, océanos, charcos, ríos, aguaceros y en donde cada forma acuática da lugar a una historia o Haiku. En él hay mundos livianísimos, navegantes de cañerías, seres mitológicos, islas monstruosas. El agua también dejó su huella plasmada en el libro y lo hizo a través del dibujo. Los chicos aprendieron y practicaron la antigua técnica japonesa de Suminagashi o tinta flotante. Así surgió una especie de diálogo silencioso, entre lo que ellos querían decir con el trazo de su pincel y lo que el agua, en su suave obstinación, imponía. El resultado se ve en estas páginas. Las palabras del agua, misteriosas como cualquier lenguaje humano o animal. Esperamos que disfruten zambullirse en estas aguas. Carolina Arabia Lucila Hechart
0809
SofĂa Kogan -
Los dibujos en el agua son casi los mejores mientras una pinta la otra se rĂe.
Catalina Szwarcberg -
Una pupila apunta al cielo de un sol celeste.
E L M A R CO N PA L A B R A S Agustina Pepe -
Estás por leer un cuento que se lee en una forma del mar, vas a aprender cosas que todavía no sabés del mar. Tenemos pulpos con tres corazones, varios tiburones con hambre, cuatro delfines saltando de acá para allá, varios pulpos abrazando a ocho peces, algas pegadas a la gente, peces pidiéndole upa a los caballitos de mar, el pez payaso haciendo reír a sus amigos, un grupo de calamares nadando, la piraña asustando a sus amigos, estrellas de mar riéndose, pulpos haciendo ocho cosas a la vez, cocinando, haciendo sopa de letras, abrazando, comiendo, leyendo, limpiando, jugando, bailando, cuatro caballitos de mar nadando con dos delfines, tiburones cantando canciones, pulpos jugando al póker, delfines haciendo un show, las tortugas marinas caminando en la arena hacia la playa. Los cangrejos bailando.
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L A BUSCADOR A DE PERL AS Margarita Rigamonti -
Yo estaba tranquila durmiendo en mi cama, en mi casa flotante hasta que mi mamá me despertó y me dijo que tenía que salir a cazar perlas para vender y poder desayunar algo. Yo le dije a mi mamá: - ¡Ya te dije que no estoy lista para aguantar tanto tiempo bajo el agua!-. Mamá me dijo: - Por eso hoy tu papá va a enseñarte. - No. Odio aguantar la respiración tanto tiempo. - Quieras o no lo vas a hacer. Te obligo. - Bueno, ya voy. Esperá que me vista. Cuando estuve lista fui al borde de la casa y salté al mar con mi papá. Fuimos tan pero tan hondo que casi me ahogo. Por suerte mi papá llevaba el tubo de aire. Por si acaso. Cuando ya no aguanté más, me puse el tubo de aire y me encontré perdida sin mi papá. Fui tan hondo que ya no se veía el sol. Encontré una medusa y la toqué. Inmediatamente me desmayé. Cuando desperté estaba en mi casa y me sentí un poco rara. Abrí bien los ojos y me vi una cola de sirena. Grité Aaaaaa! ¿Qué clase de monstruo soy? - Una sirena- dijo mi mamá. Nada malo pero raro. Entré al agua. Nadé muy contenta toda la vida con mi familia.
Juana L贸pez Poy -
La lluvia cae los peces se calman 驴ves? las gotas del sol.
Rufino L贸pez Poy -
Una mancha en el agua se puede ver.
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Sofía Kogan -
Había una vez una sirena que vivía con su familia en un barco hundido. Comían algas, tomaban agua salada del mar, jugaban a perseguir tortugas, tiraban piedras y se escondían entre las algas. Un día su mamá tuvo quince hijos y la sirena le dijo a uno de sus hermanos: “en el océano podemos ver medusas, peces, algas, caballitos de mar, tortugas marinas. El océano está muy bueno y hasta pueden verse sirenas, delfines, de todo. ¡Ah! y hay miles de medusas y un día vi cuatro pulpos”. Se lo dijo porque ya era grande y podía entenderlo.
Máxima González Ocantos -
Había una vez un señor que tenía un frasco con agua azul y en ese frasco vivía un pequeño animal. Un día el pequeño animal se acercó al vidrio y el señor lo vio, entonces el señor lo alimentó y le puso un nombre, el nombre era Agustín. Entonces el pequeño animal se convirtió en su mascota.
L A P I E D R A M ÁG I C A Julia Martínez Alonso -
Estaba de vacaciones con mis papás y ocho piedras que había encontrado a orillas del mar. Mi papá y yo empezamos a jugar a hacer sapitos. Mi sapito hizo cuatro rebotes y se perdió en el mar. Después de unos segundos la piedra volvió y me pegó en la cabeza. Me caí en el agua. Nadé y nadé hasta que encontré una estrella de mar. Tan filosa que parecía a punto de atacarme con sus cuatro puntas. Nadé y nadé hasta que encontré algas y sentí que las algas me hacían cosquillas. Y casi pierdo el aire cuando una mano me sacó del agua. Era mi papá que se había preocupado porque no salía del mar. Al parecer, me dijo mi papá, esa piedra era mágica. Cuando me sequé fui a la carpa con mi mamá y le di la piedra para que la guardara.
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Dominique Lavie -
En una lágrima vivía una chica que amaba a sus amigas, eran sirenas. Un día una chica puso la lágrima en un frasco y la sirena se convirtió en una chica y entonces hizo nuevas amigas.
Alina Emch -
Había una vez una chica a la que le gustaba el agua y un día fue a la playa y se convirtió en un pez dorado y se fue a tierra firme y descubrió que se podía convertir en un pez y en un humano. Se hizo amigos y fin.
Pilar Vayo -
Hoy fui a una clase de buceo en la playa. Metí mi pie en el agua y me sentí relajada, me hundí y vi peces, pulpos, tiburones y delfines. Nadé y nadé hasta que salí a la superficie donde me di cuenta que estaba perdida, lo único que veía era agua y agua. Volví a nadar y vi a un pez atascado en una red. Lo desatasqué y me fui a nadar. Seguí y seguí buscando ayuda pero no la encontré. Después de un tiempo me construí una casa de paja en el medio de la isla. No había nadie, sólo yo. Sentía que el tiempo no pasaba. Corrí y corrí a ver si llegaba a alguna parte, pero sólo corría en círculos. Estaba asustada y al mismo tiempo contenta. Quería irme de ahí pero no podía. Nadie llegaba a esa isla. Unos años más tarde llegó otra chica, estaba muy perdida. Vivimos juntas por un rato, pero ella se fue a buscar ayuda. Más tarde vino con dos señores casados y con hijos. Se construyeron una casa similar a la mía. ¡Por fin vecinos! Construimos un barco. Tardamos un par de días. Luego de unas noches de navegar llegamos a la misma playa de donde yo había salido. Algo raro había sucedido: creo que el tiempo nunca había pasado
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Teresita Cabrini -
Había una vez un pez rojo que vivía en el mar. Tenía muchos hijitos, vivía en una casa muy grande, tenía muchos recuerdos de viajes con sus hijitos. Tienen una mascota, un perro, su perrito es muy travieso y a veces le chupaba los pies a los hijitos para despertarlos. También jugaba mucho con los hijitos y con sus amigos. Un día hubo una tormenta y los hijitos se fueron a la casa, después se encontraron con un pulpo y con una medusa bebé y fueron a buscar más amigos y se encontraron con un pececito bebé llorando porque había perdido a su mamá. Trataron de encontrarla, buscaron y después de mucho buscar y buscar la encontraron y después los dos pececitos se hicieron amigos.
Teresita Cabrini -
Un d铆a fui al mar y vi en el amanecer los pececitos que nadan.
Rufino L贸pez Poy -
El perro ladra alguien debe estar pasando. Nieva al atardecer.
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B A RCO D E PA P E L Agostina Cabrera -
Aquel 25 de mayo una intensa lluvia caía al suelo mojando todo a su paso. Aquel 25 de mayo el viento golpeaba fuerte contra las ventanas tratando de hacerse oír. Aquel 25 de mayo las hojas se desprendían de sus respectivos árboles para emprender un nuevo viaje. Aquel 25 de mayo, el pequeño Tomi, de tan sólo 6 años, miraba todo aquello desde la ventana de su habitación. El pequeño estaba sentado en una silla, sus manitas se encontraban a ambos lados de su cara mientras que con expresión concentrada veí las gotas de diluvio danzar y la brisa cantar. En eso estaba cuando su mamá entró a la habitación. –Tomi- llamó- el almuerzo ya está listo. Sin despegar la mirada de la ventana murmuró “ya voy”. Su madre suspiró. -¿Por qué tan concentrado?- interrogó. El niño finalmente la miró a los ojos. –Imaginaba que era el capitán de un barco. Que tenía millones de aventuras en alta mar, tan sorprendentes como las de Simbad el marino. Por eso estaba tan concentrado. Su madre sonrío, la imaginación de Tomi no tenía fin, pensaba mientras él le relataba una de las travesías que había imaginado. Aunque sonara raro, había veces en las que su madre envidiaba la imaginación de su hijo, ya que ella de pequeña siempre había sido una persona cerrada, que nunca se abría a nuevos horizontes. -…Entonces, el calamar murió y todos nosotros sobrevivimos-
terminó el chiquillo con una sonrisa. -Es realmente una historia muy creativa, amor- dijo su madre con un dejo de admiración.- Estoy segura de que llegarás a ser un gran escritor algún día.- Tomi suspiró”eso espero…”. Repentinamente, el chico se levantó de la silla en la que había estado sentado toda la tarde. - Mami- dijo- ya no tengo hambre. ¿Puedo ir a jugar afuera? Su madre se escandalizó – Pero Tomi… ¡Está lloviendo!-¡Llevaré mi piloto!- exclamó, como si no la hubiera escuchado. Luego, el crío tomó un bonito barco de papel que había hecho con su mamá en un día lluvioso como éste, y bajó las escaleras de dos en dos hasta llegar al patio, dejando a su madre en la entrada con un brazo extendido. Con la mirada, Tomi buscó un charco de agua y localizó uno cerca de un tobogán. Corrió hacia allí lo más rápido que pudo y al llegar se deslizó sobre el pasto, quedando todo embarrado. Posicionó su barco sobre el charco y cerró sus ojitos azules. Cuando los abrió estaba en un barco de papel. En su barco de papel. Tomi sonrió, ¡aquello era maravilloso! Él era el capitán de un barco ¡Oh, qué cosa tan gloriosa era imaginar! -Capitán Tomi- escuchó que lo llamaban. Capitán Tomi… suena bien, pensó antes de enfrentar a su remitente. Quien le hablaba era un pequeño muñeco de papel con una simpática sonrisa. - Hay un problema, las lluvias son altas, podrían derribar el barco, además nos hemos quedado varados. El pequeño frunció el ceño - ¿A qué se refiere con “varados”?- interrogó. - Estamos estancados aquí, sin salida, una gran rama nos im-
2021 pide el paso- respondió-. Puedo guiarlo hasta ahí si quiere. Tomi asintió y la figurita lo llevó fuera del camarote en el que estaba. Por el camino, vio más individuos de papel como el que ahora lo conducía por el barco. La única diferencia entre ellos eran las expresiones. Unos parecían inquietos, otros despreocupados, otros trataban de tranquilizarse y otros de generar tranquilidad, lo cual no funcionaba en todos los casos ya que el pánico se les notaba en la cara. Algunos estaban desesperados, y otros más desesperados aún, ya se estaban tirando por la borda. Tan concentrado estaba observando, que no se dio cuenta de que habían llegado. Frente a él, había una rama gigante, que fácilmente, teniendo su altura, podía ser confundida con un árbol. Tomi pensó ¿qué podía hacer él? Ver a toda esa gente tirándose por la borda lo estaba alarmando. Pasó su mirada por el barco tratando de encontrar algo que le diera una idea. Y lo encontró. Dentro de una cabina había unas cuerdas y unos botes salvavidas. -¡Necesito a tres personas valientes para que me ayuden!reclutó. Tres figuritas levantaron su mano. Una de ellas tenía una graciosa barba de chivo, otro, unos lentes redondos y la tercera un tatuaje de ancla en el pecho. -Síganme- les indicó mientras sacaba las sogas y los botes de la cabina. -Tu- dijo señalando al del tatuaje- me acompañarás. Ustedes dos, vayan al otro bote. Así lo hicieron. Ya en el agua, enroscaron las sogas en la rama y tiraron muy fuerte, hasta que ésta se volteó. Sentía los vítores de los muñequitos de papel, cuando volvió a abrir sus ojos. Sentía las gotas de lluvia cayéndole por la cara suavemente. Sonrió, en serio la imaginación era un poder muy grande.
Juana Bronstein -
Pez linterna alumbra la noche de estrellas para leer este lindo cometa.
Thomas Emch -
Agua clara un viajero arroja en ella una moneda.
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Ian Gutraich -
Me gusta el agua porque si no existiera no se podría tomar. Si no tomás agua te morís. Una vez el hermano de mi abuela se cayó de un avión y sobrevivió diez días sin tomar agua. Yo me imagino que cayeron en unas montañas y que caminaron con mucha sed buscando señal. A los diez días vino la policía en avión y les dio agua a todos. Todos dijeron gracias.
E L B A RCO N AV EG A NTE Catalina Ganapolsky -
Había una vez un barco muy navegante. Y muy impaciente. Y un día un pintor que pintaba con tinta cayó en el mar. El rey se enojó. Las lágrimas cayeron en una lata. Un mapa apareció y como el rey se impacientó dijo ¡ Ya!.
Juana Bronstein -
Yo era un gran navegante que andaba con su barquito por charcos de agua y bañaderas gigantes. Era un gran explorador del agua hasta que un día pasé de ser “Un gran navegador” a un gran fracaso. Todo comenzó con esa chica que decidió sacar el tapón de su bañadera rosa claro. Me fui por las cañerías. Un viaje inolvidable. Empezó con la gran curva, siguió con una cañería larga y terminó en un lugar que no imaginaba. Empecé a explorarlo. En un momento lo encontré, ¡por fin! grité, era algo azul, era el mar. Nunca lo había visto. De hecho cada vez que pensaba sobre él me angustiaba pensando que nunca lo iba a ver. Pero sí, lo vi. Era justo como me lo había imaginado. El mar. Lo primero que se me ocurrió fue entrar en él. Nunca había pensado en esas montañitas de agua. Ni idea qué eran, ni quiénes eran, pero me caían bien. Ahora estoy acá debajo del mar, estoy casado con una hermosa estrella de mar. Y ahora pienso que no fui ningún fracaso.
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Catalina Llauró -
Hace dos años en una ciudad llamada Aqualand viví muchas aventuras. Se llamaba así porque tenía muchas cosas de agua. Un día en que había mucho viento salí volando y me agarró un águila enorme. Me soltó en un río y me mojé. Encontré una isla a 200 kilómetros. Después de un rato vi una nave y me subí, entonces volví a casa. Mi segunda aventura fue un día que estaba vendiendo agua en la calle. Empezó a llover y apareció un remolino que me llevó al mar. Me quedé un día y dos noches flotando en el mar. Después de eso vi tierra y un desconocido me dijo “vuelve a tu casa, la isla es un monstruo”. Me asusté tanto, casi me come pero pude escapar. Cuando abrió la boca salí por ahí, me subí a su espalda y escapé. Volví a mi casa. Mi tercera aventura fue cuando estaba leyendo un libro y escuché un grito. Era mi vecina, su casa estaba inundada. Fui a ver, cuando entré, el agua me arrastró al sótano. En el sótano había un ascensor que llevaba a la gente a las alcantarillas. El agua estaba toda sucia pero no me importó. Caminé y caminé hasta el final donde había un túnel y ese túnel me llevo a casa.
Malena Ferreiro -
Un día Camila notó que en cada gota de agua hay un pequeño pueblito. Agarró una gota y la miró muy, muy de cerca y de repente se metió dentro de la gota. Cuando abrió los ojos apareció en una ciudad marina. No sabía por qué, pero podía respirar. Miró para arriba y vio a sus papás que agarraron un microscopio para inspeccionar la burbuja y todos los habitantes sintieron un temblor. Empezaron a correr, todos menos Cami porque ella sabía que era su papá. Los habitantes le preguntaron “¿porqué no corriste?” y Cami les respondió “porque se que es mi papá, él nunca rompería algo que le importa tanto”. Cami trataba de no llorar, lo resistió. Salió de la gota de lluvia y abrazó a su papá y su mamá y les dijo que entró a un mundo todo hecho de agua y que hubo un terremoto. Sus papás no le creyeron porque sabían que siempre lo que decía ella era fantástico.
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Q U E R I DA A B U E L A Lisa Mucci -
En el Taller del Zorro, del que te hablé muchas veces, escribí unos haikus: Tus ojos azules, casi parte del mar sólo le faltan pez al brillar ~ Nademos, pero no en los cielos, en los mares del ganso ~ El barco navega, y el hipocampo... ¿hipocampea? ~ Tú, simplemente, tú te retuerces, te estiras tí, tú eres mi río
Felizmente, pesco, sonrisa en los labios. ~ Llorando en el mar, tarde deliciosa. ~ Un beso salado como mar era dulce el río pero como no tiene sentido, CHAU.
¿Te gustaron? Espero que sí. Ahora seguiré tus instrucciones, tomaré tu cuerpo, lo convertiré en cenizas, haré añicos el papel y lo arrojaré al mar. Un frío adiós, tu nieta.
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L A SIRENA Francesca Peri Brusa -
Era un día tranquilo, estaba con mi familia en la playa y se me ocurrió ir a nadar un poco. Nadie quería ir conmigo así que fui sola. Cuando entré, sentí que algo pasaba alrededor de mis pies, de un lado, del otro, me rozaba con mucha delicadeza. Me asusté, busqué eso extraño. Vi una sombra a lo lejos y decidí seguirla. La seguí y seguí hasta que sentí que no tenía piernas, flotando en el vacío, no puedo ni explicar el sentimiento. Miré para abajo y en efecto no tenía piernas, sólo una cola verde como la de Ariel. Fui debajo del mar y… ¡PODÍA RESPIRAR! No podía creerlo, pensé que era un sueño, me pellizqué para ver si me despertaba, pero no. Yo estaba ahí sola sin saber qué hacer. De repente vi un cangrejo rojo fuego que venía hacia mí muy enojado. Cuando llegó me di cuenta que era el mismísimo Sebastián. Me agarró del brazo y me dijo: “¡Sirenita no puede estar en cualquier lado, debe venir ya mismo, su padre la busca!”. Y me llevó a un castillo dorado. Yo no entendía nada hasta que me dí cuenta que mi pelo era rojo. Entendí que de alguna forma me había convertido en Ariel. Mientras tanto ¡la verdadera Ariel se había convertido en mí! Sólo que no entendía cómo. Decidí investigar. Le pregunté al rey, mi supuesto padre, si había alguna cosa anormal que las sirenas y tritones pudieran hacer y me dijo que en la biblioteca había un libro llamado “Todo sobre sirenas” y ahí, como dice el título, sabría todo sobre sirenas. Nadé tan rápido como pude, era nueva en eso de tener cola. Cuando llegué a la biblioteca, después de perderme, le pedí a la bibliotecaria el libro, me dijo que lo buscaría y desapareció entre los pasillos. Volvió con un libro chico, no entendía como un libro tan chico podía tener tanta información. Me lo entregó y en seguida empecé a leer. Leí y leí, encontré que las sirenas pueden cambiar de cuerpo con cualquier persona, animal o sirena. Nadé y me encontré a mí misma. Le recorrí los pies como ella me había hecho aquella mañana, abrí los ojos, estaba de vuelta en mi cuerpo. Salí corriendo justo nos estábamos yendo. ¡Que suerte que tuve!
Catalina Szwarcberg -
Un brillo se esparce en la flor.
Catalina Swarcberg -
El rĂo gira despacito despacito en la noche de invierno.
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L A I S L A- P E Z Valentín Acuto -
En un charco había una casita, en la casita había un bote con un tipo al que le gustaba mucho navegar. Un día se fue a navegar y llegó al final del charco, se dio cuenta que había todo un bosque y se fue al bosque. Encontró un río y en el río había un sapo y el sapo le dijo: ¿querés ser mi amigo? y el tipo le dijo que sí y el sapo lo llevó a su isla. Pero la isla era un pez que estaba dormido y un día el pez despertó, el tipo escapó con su amigo el sapo y se fueron y el tipo le dijo a su papá que le dijera al presidente que borre esa isla del mapa.
L A C A S ITA D E L AG UACE RO Matilda Emiliozzi -
Había una vez un pueblo que se llamaba Golapz. Casi le ponían de nombre “Aguacero” porque siempre había aguaceros. En ese pueblo había un chico petisito al que todo el tiempo le decían perdedor. Pero en realidad no era perdedor, había descubierto la casa del aguacero y era petisito porque así se escondía más fácil y más rápido así nadie lo veía tapado por el agua. Bueno, ahora les cuento cómo era la casa del aguacero. Era una casa chiquita que sólo aparecía en los aguaceros fuertes y el pequeñín iba a esa casa a tomar el té como si nada pasara fuera. Y en esa casa vivían unos pequeños habitantes que eran unas tortuguitas. No podían estar afuera del agua entonces vivían en un aguacero donde había mucha agua. Y por eso el petisín las acompañaba a las tortuguitas para que no se sientan solas y únicas en la casa. Y así vivieron por siempre con aguaceros y tortugas. Siempre navegando y aguacereando. Fin.
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Valentina Annikian -
El agua corre por el arroyito con piedras.
Thomas Emch -
Un ojo en el agua te mira siempre mientras nadas tranquilamente.
Valentina Annikian -
Había una chica que se llamaba Lucía. Lucía era rubia, tenía ojos celestes, era creída y siempre quería acción y peligros. El 5 de enero se fueron al lago Lolog. El lago era frío y parecía calmo. Vieron unos kayaks y quisieron navegar. Navegaron durante 45 minutos muy calmos y Lucía no estaba contenta porque quería acción y no la tenía. Empezaron a volver y no podían. La mamá le dijo. - No te asustes-. Y ella que estaba un poco asustada, con miedo, tratando de disimular dijo. -No me asusta-. La mamá pensaba que de verdad no estaba asustada y dijo, -¡qué suerte! Un guardavidas se enteró de que no podían volver y las fue buscar y aunque nadie lo supo, ella se moría de miedo. Sintió mucho alivio. Nunca más volvió a ser creída.
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U N A H I S TO R I A D E L AG UA Daniela Vasiliadis -
Hace dos días, en la playa una sirena fue a la superficie y vio una nena surfeando que se parecía a ella. Fue a hablarle y le dijo -Hola , yo soy Lila, tengo 18 años-. -Y yo soy Tina-. Lila la tiró al agua.-Ey ¡me asustaste!. Bueno, bueno. Pero ahora a explorar-. A Tina se le convirtieron los pies en cola de sirena:¡la futura sirenatina!.- ¡Vamos! quiero comprar una mascota-.Encontraron un cachorro de mar y Tina dijo: -¡Lo quiero!Se lo robaron y alquilaron una mansión, se mudaron y fueron al cine a ver Maléfica. A Tina le encantó pero a Lila le pareció fuerte. Volvieron a la mansión y había un pez policía que dijo: - Son criminales por robar un cachorro de mar-. Se fueron a la cárcel pero aún así, ellas siguieron siendo las mejores amigas.
L A C A S ITA D E L AG UA Catalina Swarcberg -
Una vez en una playa, Matilda estaba haciendo castillos de arena y se le ocurrió hacer una casita de agua. ¿Cómo sería? Pensó Matilda. Sería requete linda porque le caería agua chorreando. Entonces Matilda fue a buscar agua al mar. Juntó sus dos manos y ahí agarró el agua. Puso sus manos en la arena y la subió para arriba y la casita se fue formando. Era una casa hermosa, justo como Matilda la había soñado, el agua chorreando todo. Y se la llevó a su casa. A partir de ese momento fue su casita preferida.
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L A H I S TO R I A I N V I S I B LE Francisco Rigamonti -
Un día un chino fue a tomar café y le regalaron un tiburón en una bolsa con agua y comida. Carne. Doce carnes. Fue a otro restaurant y se fue sin pagar. El chino era ladrón. Y también invisible. El tiburón también era invisible y se llamaba Toto. El chino manejaba un auto mientras tomaba café. Llegó a la casa y bajó con el tiburón en la bolsa. Abrió la bolsa y lo tiró a la pileta. Continuará…
L A FA M I LI A D E L M A R Olivia Espeche -
Había una vez un explorador acuático. Él se estaba por ir en una de sus expediciones cuando se enamoró de una señorita que lo amó tanto que se fueron los dos a vivir al mar. Construyeron una casa con piedras y ramitas. De mascota tenían un cangrejo; de juguetes, piedras y madera. ¿Qué comían? Peces, algas y fideos hechos de arena ¡ qué asco!. Vestían con algas y escamas de pulpos. De cama tenían algas y un poco de “Butunair”, un liquen esponjoso y muy suave que sale de las profundidades del mar. De seguridad tenían dos tiburones y plantitas brillantes eran sus linternas. Hablaban un lenguaje distinto al nuestro, el lenguaje del mar llamado Taruru. Tuvieron tres hijos, Juana, Luz y Marcos. En esa playa había gente con barcos. Un día cayó en la casa de la familia del mar una muñeca. Juana, Luz y Marcos no sabían qué era. ¿Será para hacer pis?, dijo Luz, ¿un tenedor? Hasta que un día, el padre de los tres niños les mostró la ciudad que estaba en la tierra. Entonces todos empezaron a vestir como nosotros, a hablar como nosotros y a ir al colegio. El mar es un lugar muy lindo para vivir, pero con esta ciudad tan hermosa no vale la pena.
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L A C A S A D E L A C A S C A DA Julia Sbaraglia -
Un día en la cascada una niña y un niño. La niña es de agua y el niño también. La niña quiere hacer una casa y el niño también pero no tienen el material. Al niño se le ocurrió una idea y la idea era hacer la casa de agua. La niña inmediatamente aceptó la idea. Tardaron mucho tiempo en hacer la casa. Como un año. Cuando terminaron, empezaron a decorar, después compraron comida y las cosas necesarias. Cuando llegaron a su casa encontraron muchos peces y un delfín, el delfín es multicolor. Como todo esto pasa dentro de mi imaginación, casi todos los días lo sueño.
UNA ISL A MARINA Milagros Llauró -
Había dos chicos, uno llamado Filip y otro Margaret, eran mejores amigos. Cuando estaban aburridos jugaban a la Isla Marina. ¡Hasta que un día sucedió algo impresionante! Estaban jugando en el patio con un barco de cartón y se inundó el patio. El barco se hizo de verdad. Navegaban por mares tormentosos hasta que chocó con un monstruo marino ¡grande! Los dos se bajaron del barco y fueron a investigar. El monstruo era como una isla enorme, azul, con tentáculos y dientes filosos. Había palmeras altas, plantas puntiagudas, arena, pasto y flores preciosas, rosas, violetas, amarillas, celestes, turquesas y color caribe. Tres horas después hubo un ruido. Era el barco que se estaba yendo. Filip saltó apurado al barco pero Margaret no se dio cuenta y se quedó. Filip le gritó, pero ella no escuchó y Filip se fue triste mientras Margaret quedó feliz viviendo ahí. Pasaron ocho días y se construyó una casa perfecta con ramas, flores y plantas para sostener las ramas. Llegó el 7 de septiembre. Era su cumpleaños. Cumplía 13 años. Se hizo una vincha con flores, se metió al mar y se encontró con un tritón. El tritón tenía 15 años y se enamoraron. Se llamaba Juaco y era príncipe. Su aleta era color caribe pero cuando sea rey su aleta va a ser turquesa, el color preferido de Margaret. Pasó un rato y Juaco le tiró un agua especial para que Margaret pueda respirar debajo del mar. A la noche todos se durmieron. Los pies de Margaret brillaron y se transformó en sirena. A la mañana Juaco y Margaret decidieron casarse y al año tuvieron una hijita mezcla tritón y sirena que se llamó Trina.
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Juana Bronstein -
Suminagashi haikus tarde nueva en el taller.
Esta primera edición de Historias Acuáticas se terminó de imprimir en noviembre de 2014 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
diseñado por: www.hi-fly.com.ar