Un extraño productor teatral que acaba de reconstruir un viejo teatro que fue devorado por el fuego en Buenos Aires, convoca a un director para que monte la obra inaugural, con la consigna que se desarrolle una versión moderna de Fausto, en memoria al fuego que consumió la sala años atrás. Junto con este, se abocan al casting, seleccionando actores que poseen las virtudes que se contraponen a los siete pecados capitales, para interpretarlos. La novela transcurre fundamentalmente durante los ensayos, donde cada uno de los actores se empieza a posesionar de su personaje, incluso fuera del escenario, convirtiéndose en los demonios que representan en la vida real, bajo la dirección de Lucifer, que habita bajo el tablado, y acciona la maquinaria escénica. La obra consiste en un ballet que obedece a diferentes secuencias de “La Divina Comedia”, con representaciones libres de “Los siete pecados Capitales”.