Ser padres hoy 2

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Ser

Padres Hoy

Propuestas de respuestas a dudas frecuentes

ed.


Centauro Editores S.A.C. Autor © XXXXXXXXX Edición 2014 © Centauro Editores © Derechos reservados Centauro Editores S.A.C. © Derechos de artes gráficas: Centauro Editores S.A.C. © Derechos de edición: Centauro Editores S.A.C. Editor General Oscar Zevallos García Fotografía Banco de imagen Centauro Editores S.A.C. Diseño de carátula y diagramación Luis A. Tataje Flores Centauro Editores S.A.C. Jr. Luis Varela y Orbegozo 565, Surquillo Lima, Perú Teléfono: 444 0900 www.centauroediciones.com Impreso en Perú Primera edición junio 2014 Tiraje: 1 000 ejemplares Preprensa e impresión Talleres Gráficos Paulina Jr. Luis Varela y Orbegozo 565, Surquillo ISBN: 978-612-4204-XX-X Registro de proyecto editorial: xxxxxxxxxxxxx Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2014-xxxxx Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio y bajo cualquier modalidad, sin la autorización previa y escrita del editor, excepto citas, siempre que se mencione la procedencia de éstas.


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Referencias bibliográficas

Preguntas

Índice de preguntas

Introducción

ÍNDICE

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Introducción

INTRODUCCIÓN

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n esta época, los padres nos encontramos casi siempre “muy ocupados”. Existe una sensación generalizada de falta de tiempo y una consecuente postergación de asuntos valiosos, como, por ejemplo, intercambiar tiempo con nuestros hijos. Por supuesto, hay momentos del día en que los padres nos encontramos con nuestros pequeños; sin embargo, si pensamos en que casi siempre estamos cubriendo necesidades puntuales más que intercambiando juegos y ratos de ocio con los pequeños, no queda tan claro que este sea un verdadero “encuentro”. En muchas ocasiones, es imposible, incluso, que sean los mismos padres los que cubran las necesidades básicas del cuidado de los niños por interferencia de los horarios laborales principalmente. En consecuencia, cada vez es más frecuente la “derivación” de las tareas de crianza a un tercero.

Probablemente, la falta de práctica cotidiana de las labores de crianza (como ocurría en el caso de las familias tradicionales, en las que, por lo general, era la mamá la que se encargaba de los hijos en casa), sumada al exceso de información que se recibe hoy en día de los medios, puede ocasionar que ahora los padres no sientan que tienen el control de la situación en lo que respecta al “manejo” de sus hijos. En los últimos tiempos, da la impresión de que los padres hubieran perdido la intuición y la seguridad en relación a qué hacer en determinadas situaciones complicadas que puedan atravesar con sus hijos. A causa de esto, la información es buscada afuera y no tanto desde lo que los padres pueden estar percibiendo a nivel subjetivo de la propia relación que tienen con ellos.

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Introducción Estas nuevas dificultades que parecen desprenderse del estilo de familias actuales en que ambos padres trabajan, se enmarcan en un contexto de sociedad competitiva. Nos encontramos en un país en desarrollo y donde se están abriendo oportunidades de crecimiento laboral, lo cual configura un escenario de competencia en función a los logros obtenidos. En este estilo de sociedad, también nuestros hijos se ven continuamente comparados con los hijos de otros, y los padres parecemos vivir en una competencia implícita. Esto sin duda repercute en los pequeños, a quienes no se les deja desarrollar a su ritmo y con sus tiempos propios. Quizás, producto de estas circunstancias, actualmente existe una enorme oferta de centros de estimulación y opciones terapéuticas que acuden al rescate de los padres que parecen estarse quedando atrás en algún área de esta carrera por lograr que su hijo alcance los niveles de destreza esperados. El contexto también marca que se prioricen actividades de tipo académico o diseñadas por especialistas para logros específicos. Esto en desmedro, por ejemplo, del juego libre, el cual muchas veces ha sido comprobado como la mejor manera de potenciar el desarrollo, además de ser un medio muy rico de encuentro entre padres e hijos. Para evitar caer en esta carrera de tiempos en el

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desarrollo de cada niño, en este manual, por ejemplo, se abandona adrede el uso de edades puntuales en los temas de desarrollo, ya que, a veces, manejar márgenes estrictos puede causar un estrés innecesario en los padres. Lo principal es ver el caso de cada niño como un universo úni-


Introducción co. Si se brindan márgenes, son aproximados y amplios. Finalmente, cabe aclarar, entonces, que este manual, así como Ser padres hoy 1, no busca brindar consejos a seguir paso a paso al momento de enfrentar determinadas situaciones cotidianas complicadas con sus pequeños, ya que se tiene muy en cuenta que cada niño y cada vínculo padres- hijos es único y son infinitamente distintos unos de otros, sino tiene como objetivo ofrecer algunas explicaciones a cuestionamientos comunes de los padres frente a dificultades

cotidianas que tienden a repetirse en la crianza de niños pequeños. Se espera que, ampliando el conocimiento, los padres se sientan más seguros al momento de tomar alguna decisión específica cuando se encuentren con algunas de las dificultades explicadas en el presente manual. Así pues, el conocimiento facilita que los padres vayan aumentando la sensación de seguridad.

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Índice de preguntas

ÍNDICE DE PREGUNTAS Vínculo entre padres e hijos • ¿Es posible establecer una relación de confianza con nuestros hijos sin perder la autoridad? • ¿Cómo puedo fortalecer la autoestima de mi hijo? • ¿Cómo podemos estrechar el vínculo afectivo con nuestros hijos? Problemáticas comunes en niños pequeños • De un tiempo acá todo es “no”, ¿cómo se puede evitar pelear todo el tiempo? • Mi hijo pequeño está mintiendo mucho, ¿qué hago? • ¿Por qué mi hijo se ha vuelto temeroso? • ¿Debo preocuparme porque mi hijo tiene un amigo imaginario? • Mi hijo no quiere dormir en su cuarto, ¿qué podemos hacer? • Mi hijo no quiere compartir, ¿cómo puedo ayudarlo?

• ¿Cómo puedo enseñarle a mi pequeño a defenderse? Actividades para favorecer el adecuado desarrollo de los pequeños • ¿Debo apresurar a mi hijo para que deje el pañal? • ¿Qué actividades debe realizar mi hijo pequeño para lograr un mejor desarrollo? • ¿Cómo los adultos podemos jugar con los pequeños? • ¿Cómo puedo ayudar a mi pequeño que está demorando en hablar? • ¿Es conveniente que mi hijo vaya a algún programa de estimulación temprana? • ¿Cómo puedo hacer para que mi pequeño logre ser ordenado? • ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a ser más independiente?

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Preguntas

PREGUNTAS VÍNCULO ENTRE PADRES E HIJOS ¿ES POSIBLE ESTABLECER UNA RELACIÓN DE CONFIANZA CON NUESTROS HIJOS SIN PERDER LA AUTORIDAD? La idea de que la autoridad impide tener una relación cálida y de confianza con los niños es lo que hace que muchos padres en la actualidad opten por no ejercer suficiente firmeza en la crianza de sus hijos. Es importante partir por aclarar que si la autoridad es ejercida sin abuso o maltrato, es un elemento sobre el que se forma la seguridad de los pequeños. Por más que en un hogar abunde el amor y la comunicación (elementos fundamentales), si carece de autoridad, el niño irá creciendo con una carencia importante.

Como se mencionó en Ser padres hoy I (sin referencia), la autoridad ejercida con coherencia y consistencia y, principalmente, con respeto por el niño es una fuente de importantes beneficios para los pequeños. Podríamos partir por subrayar que la autoridad de los padres es lo que diferencia esta relación de la que los niños podrían tener con hermanos, primos o compañeros de clase. Inclusive, aunque los abuelos, tíos u otros cuidadores representen también figuras de autoridad para los pequeños, es siempre la figura de los padres la que debe estar cargada de mayor autoridad, ya que se espera que sean ellos los referentes de seguridad más sólidos también.

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Es gracias a la autoridad que los padres pueden imponer límites y son estos los que moldean y marcan pautas y caminos para hacer frente al mundo externo al hogar. Es importante enfocar el tema de la autoridad desde otro ángulo: si no hay autoridad en casa con la imposición de límites necesarios, se les envía a los niños al mundo externo desprotegidos, ya que se encontrarán con situaciones que pueden ser vividas con exceso de frustración. Contrariamente a lo que muchos papás refieren en relación a no frustrar a sus hijos “para no aplasta su carácter” y que sean “atrevidos en la vida”, lo que ocurre con la falta de límites es que se educa en una especie de “burbuja” con experiencias muy diferentes a las que luego el mundo los enfrentará. Por un lado, los niños que no han recibido autoridad y límites en casa serán más vulnerables, ya que se verán más afectados que sus pares frente a situaciones normales de competencia y postergación de sus propios deseos en pro de la convivencia social. Por otro lado, puede ocurrir que el niño, al percibirse con derecho a todo, tienda a atentar contra los derechos o a no considerar las necesidades de los demás. Esto, a la larga, generará que tenga dificultades en cualquier contexto social. Es así que debemos considerar que es misión de los padres “preparar” a sus hijos para enfrentar el mundo; es por ello que los pequeños tienen que poder ensayar en sus casas las habilidades necesarias para poder lograrlo con éxito. Una habilidad importante que los padres les tendrán que enseñar, a través de la interacción, es el respeto hacia ellos y a las normas que en casa sean impuestas. Es más fácil así también para los pequeños sentir a sus padres con la solidez suficien-


Preguntas

Hicte nusdam ad moluptatio que pro eictae

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niño con buena autoestima se valora a sí mismo y, por lo tanto, tiene una gran ventaja al momento de enfrentarse con el mundo. Si un niño se valora, reconocerá que tiene derechos y tendrá más claro cómo le gusta o no le gusta ser tratado. Asimismo, no tendrá temor de comunicar sus ideas y participar activamente en el medio que lo rodea con mayor confianza. te como para tenerlos como referentes de seguridad y protección. Que los pequeños puedan sentir que sus padres son cercanos afectivamente, por un lado, y que son los suficientemente fuertes (más que ellos), por otro, hará que se sientan respaldados. La idea de ser figuras de autoridad se acompaña de una percepción de fortaleza que brinda a los niños mayor confianza para enfrentarse con dificultades que se les pueda presentar en el camino, ya que saben que cuentan con un sólido apoyo. Esa es la enorme ventaja que existe entre la relación con los amigos y la relación con los padres. ¿CÓMO PUEDO FORTALECER LA AUTOESTIMA DE MI HIJO? De hecho “autoestima” es una palabra muy conocida y se refiere al amor propio. Un

Viéndolo así, se puede afianzar la idea de que la autoestima es una característica importante y deseable como parte de la formación de los pequeños. Como casi todos los aprendizajes fundamentales, es una virtud que se forma principalmente en casa. Parte directamente de la relación que se tenga con sus personas más cercanas. Es decir, no se enseña a tener autoestima, sino que los niños aprenden a valorarse como producto del valor que han percibido que tienen para las personas que los rodean, sobre todo para las personas que son más importantes para ellos: sus padres. No cabe duda de que todos los padres valoran y aman a sus hijos por sobre todas las cosas; sin embargo, muchas veces, sin darse cuenta, estos sentimientos pueden no estar siendo comunicados claramente a través de sus acciones y de su forma de relacionarse con sus pequeños. Por ejemplo, es muy recurrente que no se preste suficiente atención a los niños cuando hablan.


Preguntas En la actualidad, se observa mucho que la atención de los adultos siempre está dividida por la información llega constantemente a los teléfonos. Igualmente, por la sensación de falta de tiempo, siempre los adultos están “corriendo”, lo cual, sin duda, complica la oportunidad de comunicación con los pequeños. Los padres deben recordar que sus niños necesitan sentir que son atendidos cuando comunican algo si es que se quiere que vayan adquiriendo la sensación de que sus ideas y lo que tienen que decir es importante para los demás. De la misma forma, un error común de los padres es comparar a sus hijos entre sí o a su hijo con otros niños. Esto es muy frecuentemente y se hace en forma muy ligera porque no se cae en cuenta de que, al hacer

estas comparaciones, se está devolviendo una imagen negativa de sí al pequeño que termina desfavorecido en la comparación. Por el contrario, si es que el mismo niño se frustrara al ver que un hermano o compañero tiene más habilidad en realizar alguna actividad que él quisiera poder hacer bien, los padres deben brindar apoyo recordándole lo bueno que él puede tener en otros aspectos. De esta forma, le están devolviendo una imagen personal positiva y le ayudan a reconocer que cada uno es distinto, y que cada quien tiene sus puntos fuertes en diferentes aspectos. Así también, al momento de llamar la atención a los niños por algún mal comportamiento, suele ocurrir que, producto del malestar ocasionado a los padres, estos

kIbusandi gendiatus quundebit, siti imillent esequi cum nimo tem fuga. Andiscil iusdae num eum quatque ex doluptur sim que natecea quaepud.

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tengan una reacción que resulte perjudicial para la imagen del niño. El extremo de reacción negativa sería la agresión física o verbal, que atropella directamente los derechos del pequeño y le impide tener claro qué puede esperar del mundo que lo rodea. Sin embargo, cuestiones más sutiles, como la utilización de frases como “eres un malcriado”, “siempre te portas mal”, “Luchito es terrible”, etc. van calando poco a poco en la mente del pequeño y va formándose la idea de que, efectivamente, él es lo que sus padres dicen. Es así que los padres deben aislar la conducta negativa al momento de llamar la atención, especificando que se portó mal al realizar determinada acción. Por ejemplo, está bien especificarle que no se le debe quitar el juguete a otro niño; sin embargo, también es importante dejarle claro que eso no lo convierte en una persona negativa ni mucho menos ocasiona que pierda el afecto de sus padres. ¿CÓMO PODEMOS ESTRECHAR EL VÍNCULO AFECTIVO CON NUESTROS HIJOS? Por el “apuro” cotidiano, el tiempo libre que los padres podrían pasar con sus hijos se suele ver sacrificado. Justamente, es en el tiempo en que padres e hijos logran estar juntos que la relación se va volviendo cada vez más íntima y estrecha. Existen varias formas en que los padres pueden compartir tiempo con sus hijos. Una de ellas es conversando. Por ejemplo, cada uno puede contarle al otro lo que hizo en su día. Sin embargo, cuando los niños son pequeños, no les resulta tan fácil poder recordar todo lo que hicieron durante el día. A muchos infantes les resulta difícil evocar el recuerdo y luego transmitirlo a quien le pregunta ampliamente: “¿Qué tal tu día?”. En este sentido, se les recomienda a los padres que comiencen ellos por contarles alguna anécdota de su día, así es más fácil que en sus cabecitas aparezca algún recuerdo por asociación. También, es importante tener en cuenta que para los niños pequeños es más fácil responder una pregunta puntual, como, por ejemplo, “¿Hoy jugaste con Pablito?”. Además de la comunicación, al compartir actividades en casa, como preparar una comida, poner la mesa, regar las


Preguntas plantas, etc. (siempre considerando las posibilidades físicas de los pequeños para que sean actividades viables), los pequeños sienten que su ayuda y compañía es apreciada por sus padres, y se refuerza así la relación y su amor propio. Asimismo, es importante que sean los mismos padres los que se encarguen, en la medida de lo posible, de cubrir los cuidados cotidianos de sus hijos (bañarlos, hacerlos dormir, cambiarles el pañal, o acompañarlos al baño y darles de comer), ya que esto afianza y estrecha la relación. Con estas acciones, al pequeño le queda el mensaje de que sus papás saben y pueden hacerse cargo de él. Cabe aclarar que estos momentos no tienen que ser vividos con estrés y apuro, por el contrario, deben aprovecharse para intercambiar afecto: cariños, besos, abrazos, etc. También, se puede realizar juegos cortos que acompañen las actividades y que permitan vivir estos momentos con placer y no con tedio. Por último, una actividad muy importante, donde se puede tener un intercambio muy rico y donde se presenta el escenario para conocer mejor a los niños, es el juego libre. Este implica seguir las sugerencias de los pequeños para los juegos, lo cual ayudará a que los padres se introduzcan en su mundo de fantasía. Esto, además, logrará armar experiencias muy placenteras que constituirán recuerdos duraderos, los cuales alimentarán la relación entre padres e hijos e irán consolidando cada vez más el vínculo afectivo.

Dato to et utempor estio. To et utempor estio. Ut rem resenda videni niati ut abore mod que optaquam litaquiat. Ignam fugit ad utaspicimet lacitaeperum que late od que non reseque voluptum fugia quam, ideliciatiis volum velestium facescias doluptias et eosam sum ulparch ilitiorem. Maionsequodi quam doluptaquide que nulparum exped que saestis preped ullam, sit odi blant aspissit, officius ea nectotae pel eveligeniam idelene magnis mos eatibusda volupt

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PROBLEMÁTICAS COMUNES EN NIÑOS PEQUEÑOS DE UN TIEMPO ACÁ TODO ES “NO”, ¿CÓMO SE PUEDE EVITAR PELEAR TODO EL TIEMPO? La etapa en que los niños comienzan a repetir “no” casi todo el tiempo, comúnmente entre los dos y los tres años, genera mucha frustración en los padres. En esta etapa, deja de ser tan fácil llevar con calma la situación en casa como antes, cuando la decisión de las cosas cotidianas dependía únicamente de estos últimos. Sin embargo, el “no” es más positivo de lo que los padres se podrían imaginar. Generalmente, viene acompañado de la etapa en que los niños comienzan a controlar los esfínteres: así como están logrando mayor control

y manejo de su cuerpo, están empezando a desarrollar la sensación de control del mundo externo también. Si se ve de esta manera, se entiende que el “no” es una de las mani-


Preguntas festaciones de un proceso de crecimiento emocional importante, y, por tanto, cómo los padres manejen estas situaciones, afectará más allá de la situación en sí misma. Es así que, al dejar que los niños se opongan a sus padres de vez en cuando, en cuestiones que no afecten significativamente la rutina ni impliquen un riesgo de ningún tipo para los pequeños, los ayuda a sentirse en un poco más en control de lo que los rodea. Sin embargo, eso no significa que, cuando se trate de deberes que tienen que cumplirse, no se haga valer la postura de los padres, a pesar de la oposición de los niños.

un poco el sentido del control, lo cual es el fondo del asunto. MI HIJO PEQUEÑO ESTÁ MINTIENDO MUCHO, ¿QUÉ HAGO? Las mentiras de los niños pequeños no tienen la misma intención de fondo que las de un adulto o un niño más grande. Cuando los niños empiezan a desarrollar la imaginación, los límites entre la realidad y la fantasía son aún difusos. Asimismo, como parte de su desarrollo emocional y cognitivo, en ocasiones fabulan y crean historias que ayudan a que se expliquen a sí mismos el mundo que los rodea.

Nimod quid quae poribeatem ipsamet restentus. Porae volupta volupti mporem quoditatem autatem peribuscia.

Lo ideal, para no discutir todo el tiempo, es intentar transar en cuestiones negociables, presentándoles opciones. Esto puede ayudar a que prevalezca su sentido de control, a pesar de que las opciones encierran deberes que los padres quieren que los niños lleven a cabo. Por ejemplo, esto sucede en la siguiente pregunta: “¿prefieres bañarte antes o después de comer?”.

Por otro lado, si el niño manifiesta su oposición a través de una gran rabieta, se le puede distraer con algún objeto que llame su atención. Esto impedirá que los padres se entrampen en peleas, las cuales deben evitarse para no caer en un círculo vicioso. Finalmente, ayuda mucho anticiparles a los niños cuando se sabe que lo que se les propondrá no será de su agrado, así se pueden ir preparando. Esto último les devolverá

Así pues, las mentiras de los niños de alrededor de los tres años se pueden concebir de la misma manera que se entiende “el amigo imaginario”; es decir, se observa que este amigo en realidad no existe, pero se puede ver que es experimentado como real. En este caso, el niño no habla de su existencia con intención de engañar a los demás, sino que transmite cómo sus fantasías invaden su realidad. Cuando son pequeños, las fantasías de los niños habitan no solo en su cabeza, sino también en el mundo externo, por eso podría parecer que mienten. Asimismo, como los niños pequeños no tienen una conciencia tan clara de la verdad, muchas veces relatan situaciones buscando agradar a los padres; es decir, pueden responder a las preguntas de sus padres más en

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función de lo que saben que esperan de ellos que con el relato de la verdadera historia de lo que pasó. Si se entiende que esto es parte del proceso de desarrollo y se cae en cuenta de que es una etapa que luego se regulará, no habrá motivo de preocupación y se le ayudará al niño a discernir entre verdad y fantasía con la calma necesaria como para que la situación se regule naturalmente. Sin embargo, si se desvaloriza y confronta constantemente al niño, posiblemente esta etapa se complique. Entonces, al complicarse una etapa de desarrollo, se pueden generar fijaciones, lo cual podría implicar que se alarguen las características de dicha etapa hasta momentos posteriores. En este sentido, las conductas empezarían a escaparse de los parámetros esperados. Por otro lado, cuando un niño ya pasa los seis años y sigue mintiendo con mucha frecuencia, podría ocurrir que le esté siendo difícil enfrentar determinado tipo de situaciones. A veces, ocurre que los pequeños que mienten sienten a sus padres como muy autoritarios o lejanos emocionalmente. Por ello, para este tipo de conducta, más que el castigo, siempre es importante rastrear el origen del problema. ¿POR QUÉ MI HIJO SE HA VUELTO TEMEROSO? De acuerdo con la edad de los niños, los miedos parten de distintos procesos internos, por lo que muchos son considerados “normales”, ya que se vinculan con la maduración e indican avances en el desarrollo. Por ejemplo, el miedo de los bebés de ocho meses frente a los desconocidos

evidencia que han comenzado a desplegar un proceso de distinción. Dicho miedo es producto de que se dan cuenta cuando están o no en presencia de alguien conocido, lo que implica mayor maduración cognitiva, emocional y social. De manera general, podemos entender que los temores parten de la mezcla entre la imaginación de los pequeños y la falta de experiencia, por lo que no se pueden explicar las razones de determinados fenómenos que llaman su atención. Se vinculan también con las etapas del desarrollo. Es así que, hacia los tres años, aparecen también algunos miedos producto del desarrollo de la imaginación, ya que esta puede ponerse al servicio de aspectos preocupantes. Luego, entre los cuatro y cinco años, se empiezan a manifestar temores que se asocian con la etapa del descubrimiento de la diferencia de sexos. Estos temores presentan las siguientes características: inseguridad, sensación de impotencia y miedo a un excesivo castigo del ambiente frente a sus acciones o pensamientos negativos.


Preguntas Los procesos descritos anteriormente pueden derivar en situaciones de temor comunes a casi todos los niños. Por ejemplo, el temor a la oscuridad es muy recurrente en los pequeños. Así también, las pesadillas son frecuentes y surgen por problemas que los niños sienten que no pueden solucionar. En estos casos, los padres deben tener en cuenta que, cuando los pequeños despiertan de un mal sueño, los sentimientos son muy fuertes y reales, y, por lo tanto, deben reaccionar brindándoles seguridad y mucho respeto. Una opción es que los padres se queden con los niños, acompañándolos en su cama hasta que estén calmados y vuelvan a dormir.

“...Optatur, nulparuptat quae di quae nihicaborum doluptatet”

En general, los temores son esperables en un grado normal. Sin embargo, cuando se intensifican, puede deberse a que los niños están experimentando alguna dificultad y habría que observar de qué se trata. Es decir, dependiendo de la intensidad y tipo, los miedos podrían indicar la presencia de algún malestar interno en los niños. En algunos casos, los miedos parten de vivencias personales y se desencadenan por situaciones que a los pequeños les cuesta manejar. Por lo tanto, en estos últimos casos, el que los miedos desaparezcan ya no depende de la edad, sino de la resolución del conflicto en cuestión. Aquí, los padres tendrán que descubrir qué circunstancias ocasionan los temores, para así poder ayudar a sus hijos a vencerlos. MI HIJO TIENE UN AMIGO IMAGINARIO, ¿DEBO PREOCUPARME? La presencia de un amigo imaginario en la vida de un niño es algo bastante común, algunas veces su presencia resulta más evidente que otras, pero los padres deben partir

de la tranquilidad de saber que, entre alrededor de los 3 y 7 años, es un fenómeno que se puede esperar e, incluso, puede resultar beneficioso como parte del desarrollo social, emocional y cognitivo del niño. El amigo imaginario puede cumplir diversas funciones dentro del psiquismo del niño y es para los padres una excelente fuente de conocimiento de lo que pasa por la cabeza de sus hijos. Por ejemplo, los deseos que tenga el amigo imaginario pueden estar hablando de los deseos propios del niño al que, por algún motivo, le cuesta sostener como propios esos deseos frente a los adul-

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tos. Igualmente, las preocupaciones que el niño pueda comunicar que tiene este amigo, también muchas veces refleja las propias y ofrece así una excelente puerta de entrada a los padres para conocer y actuar en pro del bienestar emocional de sus hijos. Por otro lado, el mundo de fantasía del niño en estas edades está en todo su esplendor y, como parte del desarrollo normal, los niños deben ir delimitando qué elementos pertenecen al mundo externo y que otros a su propio mundo interno. El amigo imaginario sería un representante de este intermedio, es un elemento de su mundo interno con el que el niño interactúa como si perteneciera al mundo de afuera, lo que marcaría una especie de transición para terminar de colocar a nivel cognitivo los elementos donde pertenecen. Asimismo, esta oportunidad de relacionarse con algo propio como si fuera externo le permite al niño ensayar conductas sociales y desarrollar habilidades como empatía y asertividad. Actualmente, incluso existen estudios que prueban que personas que tuvieron amigos imaginarios en su infancia desarrollaron mayores habilidades comunicativas, creativas y de empatía. En este sentido, los padres podrían aproximarse a este tema con curiosi-

dad y, a través del amigo imaginario, ver la posibilidad de indagar y conocer el mundo interno de sus hijos. Por otro lado, si el juego con el amigo imaginario termina por abarcar mucho tiempo en la vida del hijo, sí es conveniente que los padres favorezcan que se den otro tipo de actividades a la par, preferentemente intercambios sociales con pares y la visita a diferentes ambientes, para que así el niño también sienta interés de intercambiar con el mundo externo. Solo en caso de que el niño tenga mucha dificultad en realizar otro tipo de actividades, muestre simultáneamente algún problema de conducta o pase significativamente el margen de edad mencionado (entre 3 y 7), podría resultar convenien-


Preguntas te acudir a un profesional para recibir una orientación. MI HIJO PEQUEÑO NO QUIERE DORMIR EN SU CUARTO, ¿QUÉ PODEMOS HACER? Como muchas cosas en la vida, los hábitos de sueño se vuelven una costumbre que resulta difícil de cambiar. Cuando los hijos son bebés, los padres pueden ser bastante más flexibles en la asignación de cama y de cuarto que cuando pasan los dos años. Esto se debe, sobre todo, a porque van escuchando sugerencias, opiniones y comparan a sus hijos con otros que ya logran dormir en su cuarto, en su cama y durante toda la noche sin invadir o interrumpir el sueño de sus padres. Muchas veces es por comparación que los padres pueden caer en cuenta de que su pequeño ya no lo es tanto y, en consecuencia, necesita dormir en su propio espacio. En este tema, como en la mayoría que conciernen el desarrollo del niño, es importante tener en cuenta que cada niño es un universo diferente, por lo que las comparaciones no resultan beneficiosas. Por otro lado, los padres deben considerar siempre que los hábitos de sueño no se logran modificar de la noche a la mañana y que es importante, como en muchos otros rubros de la crianza, tener en mente que los cambios y la adaptación necesitan procesos, debido a que no se logran abruptamente. Por ejemplo, si un niño pequeño durmió en el cuarto de los padres desde su nacimiento, lo más probable es que cuando se le pase a su cuarto, aunque la idea lo ilusione, tienda a buscar a sus padres por la noche si es que ya puede movilizarse solo (si no, posiblemente llame). En estos casos, el consejo a

los padres sería recibirlo sin enojo y acompañarlo nuevamente a su cuarto. Es preferible que los padres se acuesten un rato en la cama o al costado de la cama del niño en su cuarto a que permitan que reiteradamente el niño pase la noche en la cama de ellos, ya que no se está reforzando en el niño la idea de que su espacio es otro. En cambio, si se le acompaña a su cuarto, es más fácil que vaya internalizando la idea de que es en ese espacio que él debe dormir. Asimismo, algunos teóricos mencionan que el sueño del niño tiende a ser más pleno si sienten que durante el día han podido satisfacer sus necesidades afectivas. Esto puede ser más claro en el caso de los bebés o niños pequeñitos. Se plantea que si el día del niño es calmado y ha tenido suficiente intercambio con sus padres, será más probable que durante la noche no busque la cercanía afectiva de ellos, ya que está “satisfecho” hasta el día siguiente. Para una mejor comprensión podemos hacer una analogía con la alimentación: es muy recomendado por las abuelas que los niños duerman con el estómago lleno para que no se despierten durante la noche; es así que, de la misma forma, los niños deben dormir “llenos” de afecto para que duerman tranquilos. Por otro lado, en este tema no se debe dejar de considerar que es muchas veces durante el sueño cuando se manifiestan ciertos conflictos o temores. Esto puede ocasionar que un niño que había logrado perfectamente su independencia nocturna muestre un “retroceso”, despertándose y buscando a sus padres por la noche, si es que se encuentra en un período de mayor necesidad de ellos. Esto puede ocurrir si es que el niño está atravesando determinadas circunstancias en su vida que lo movilizan afectivamente o,

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también, si es que se encuentra en una fase normal del desarrollo en la que aparecen más temores como consecuencia de que se amplía el desarrollo emocional y cognitivo. MI HIJO NO QUIERE COMPARTIR, ¿CÓMO PUEDO AYUDARLO? El tema del compartir es una preocupación constante de los padres. Esto es así porque el “egoísmo” tiende a ser un común denominador en niños de edad preescolar. Para empezar, los padres deben saber que los pequeños son inicialmente egocéntricos por naturaleza, es la forma en que entienden y se relacionan con el mundo en un primer momento. Es decir, primero piensan que, literalmente, son el centro del universo para luego, poco a poco, irse dando cuenta de que esto no es así.

competencia con un adulto. Es probable que estos temas les resulten más fáciles a los niños que tienen hermanos que a los que no, siempre y cuando en casa cuenten con un adulto que acompañe y pueda mediar en situaciones conflictivas. Este acompañamiento implica que el adulto pueda ayudarles a que uno reconozca las necesidades del otro y no se limiten solo a considerar las propias. Por otro lado, también para que un niño tenga ganas de compartir tiene que ir comprobando con su experiencia que sus objetos apreciados le serán devueltos en un tiempo no muy lejano y sin daño. En caso contrario, si cuando el pequeño presta algún objeto este no es cuidado, difícilmente el niño querrá volver a compartir algo valorado por él.

“Nimod quid quae poribeatem ipsamet restentus. Porae volupta volupti mporem quoditatem autatem peribuscia.”

Sin embargo, es verdad que si esta fase se posterga o le cuesta mucho al niño pequeño salir de esa posición, puede tener complicaciones sociales a futuro y, por lo tanto, en su bienestar general. Por ende, no está de más que los padres participen en favorecer una adecuada evolución de esta área del desarrollo en la medida de lo posible. Lo primero y más lógico es que el pequeño tiene que intercambiar momentos con otros niños de su edad. Solo así podrá darse cuenta de que no siempre se saldrá con la suya, como ocurre generalmente cuando comparten alguna actividad lúdica o de

Lo mismo ocurre cuando no se delimitan los tiempos. Para los pequeños es difícil hacer el seguimiento de las relaciones de las cosas si se enmarcan en lapsos prolongados de tiempo. La atención de los preescolares se puede sostener por un período corto y su impaciencia e impulsividad son más intensas que cuando van creciendo. Por lo tanto, a esta edad, es importante que el adulto pueda ayudar a que se turnen el objeto deseado en lapsos de un minuto por ejemplo. Se debe tener en cuenta que el interés por un objeto aumenta si es que este es arrebatado arbitrariamente o si desde un inicio no puede acceder a él. Por el contrario,


Preguntas si sabe que tiene acceso al objeto, aunque este vaya y venga, tendrá la tranquilidad suficiente de interesarse por alguna otra cosa y cortar la disyuntiva con el compañero naturalmente. Así también, es importante mencionar que, aunque parezca contradictorio, es más fácil para un niño compartir o prestar si tiene claro cuáles son sus juguetes y sus pertenencias desde casa. Es básico que le quede claro que lo que es suyo siempre lo será aunque cambie de lugar o esté en las manos de otro momentáneamente; él sabe que ese objeto tienen un lugar especial en su cuarto y, por lo tanto, es de él. En este aspecto, los padres pueden intervenir ayudándolo a cuidar sus objetos, guardarlos y, cuando los preste, asegurarse de que se cuidará lo que es de su hijo. Por último, en el afán de que sus hijos compartan, los padres no deben caer en el error de forzarlos a prestar sin considerar la situación en la que estén. Por ejemplo, si su hijo está jugando con algo y viene otro niño a quitarle el juguete o a exigirle que se lo dé, los padres no deben conducirlo a que preste, sino, más bien, los padres deben inclinarse porque su hijo no ofrezca lo que estaba usando y se resigne a quedarse sin el objeto. En este tipo de situaciones, habría que ayudar al niño a que defienda de buena forma su derecho a utilizar el objeto que tiene en su poder. En todo caso, se le puede sugerir que, cuando termine de usarlo, lo comparta con el otro niño. ¿CÓMO PUEDO ENSEÑARLE A MI HIJO A QUE SE DEFIENDA?

desarrollo social de los pequeños. Puede resultar complicado para su bienestar posterior (y actual) el que un niño no haga valer sus derechos, deseos, malestar, etc., y que no sea capaz de poner un límite al posible ataque de un compañero. Por un lado, puede ser que un niño no se defienda porque no ha tenido suficiente intercambio social y, por lo tanto, no ha experimentado todavía un ataque, ya que, en situaciones normales, los niños solo reciben buen trato de parte de los adultos que los rodean. Sin embargo, existen niños que hasta sin experiencia se defienden de manera “natural”. Cuando los niños son pequeños pareciera que lo que les ocurre es que les falta “graduar” sus afectos. Los que se defienden muchas veces son los que tienden a “atropellar” a los demás; mientras que los niños que parecen ser más respetuosos con sus compañeros, pueden tender a no saber hacer valer sus derechos cuando alguien les arrebata algo o los agreden de alguna forma. Quizás los niños que caen en el segundo grupo descrito pueden causar mayor preocupación en sus padres, debido a que, por lo general, lo que los padres esperan es que sus hijos tengan herramientas para

La dificultad para defenderse es otra preocupación enmarcada en el área del

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enfrentar el mundo fuera de casa. Sin embargo, si un niño no puede defenderse, es fácil deducir que sentirá malestar en diversas situaciones sociales. Un primer paso para ayudar a que un niño aprenda a defenderse es ayudarlo a que reconozca cuando algo no les gusta o les molesta. Luego, que puedan darse cuenta de que “no pasa nada” si manifiestan esto. De hecho los padres pueden ser de mucho apoyo, ayudándolos a practicar en casa. Por ejemplo, si observan que algo les está molestando a sus pequeños y no dicen nada, les podrían preguntar cómo se sienten para ayudarlos a que puedan verbalizar su afecto negativo. Asimismo, los padres pueden permitirles a estos pequeños “salirse con la suya” en situaciones que sea viable hacerlo y en las que los pequeños hayan podido manifestar su desacuerdo o molestia. Así, se les ayudará a que sientan que ellos pueden ejercer cambios en su medio y que lo que ellos sienten sí cuenta para los demás. Así también, si son capaces de manifestar claramente su malestar y esto

les trae un beneficio, se darán cuenta de que transmitir sus afectos negativos no solo es válido, sino que le puede traer beneficios positivos. Casi siempre, a los niños que les cuesta defenderse les cuesta también manifestar sus emociones negativas. Finalmente, en la etapa preescolar todavía es buen recurso que el niño, mientras va aprendiendo a defenderse, al menos pueda pedir ayuda al adulto cuando ve que no puede hacer frente a determinada situación. Si un niño está más acostumbrado a relacionarse con adultos que con niños sus padres podrían sugerirle que, si ven que no pueden manejar alguna situación incómoda para ellos, le avisen a su profesora. Este sería un primer paso y, si el pequeño le puede avisar a algún adulto, no estará tan fácilmente expuesto a los ataques de un compañero. Luego, poco a poco, ya podrá él mismo desarrollar las habilidades para poner freno a algún intento de ataque. Estas habilidades empezarán con la manifestación de su malestar e irá tomando la fuerza suficiente necesaria para poder realmente frenar un ataque.


Preguntas

ACTIVIDADES PARA FAVORECER EL ADECUADO DESARROLLO DE LOS PEQUEÑOS ¿DEBO APRESURAR A MI HIJO PARA QUE DEJE EL PAÑAL? El dejar el pañal, así como el caminar, hablar y casi todos los hitos del desarrollo, viene junto con muchas expectativas de los padres. Es común pensar que, mientras más pronto se logre esta meta, mejor se ha cumplido la tarea, y mejor calificación obtienen los padres y sus hijos frente a los ojos de todos. Sin embargo, como todos los hitos del desarrollo, este logro viene fuertemente determinado por la maduración de cada niño; por lo tanto, las comparaciones por edad cronológica pueden resultar perjudiciales. Este tema puede ser particularmente delicado, ya que si se ejerce mucha presión

sobre el niño o si se ocasiona más preocupación de la debida en los padres, se puede afectar negativamente el natural devenir de dicho logro. Se debe tener en cuenta que, en torno al tema del uso del inodoro, se puede armar un escenario propicio para que se desplieguen disputas relacionadas con el control entre padres e hijos. Esto se debe a que, en el momento en que los niños logran el control de esfínteres, también están adquiriendo mayor autocontrol en otras áreas de su personalidad, por lo que ser los protagonistas en este logro afianza paralelamente otras seguridades emocionales, sociales y cognitivas. Se puede deducir, entonces, que intervenir en el normal curso de este desarrollo, en el que el niño debe marcar la pauta, puede ser perjudicial para otras áreas en las

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que también se está comenzando a forjar cierto autocontrol y autonomía. Sin embargo, aunque no depende de ellos, los padres siempre deben ser los facilitadores del crecimiento de sus hijos. Es así que es su deber acompañarlos y ayudarlos en la medida de sus necesidades; para esto, es importante identificar las señales que ellos vayan dando. Por ejemplo, si se escucha que el niño comienza a verbalizar que quiere, o que ya se encuentra, orinando o defecando, se puede percibir que se está volviendo más consciente de estos procesos y se está acercando a la capacidad de control. Por lo tanto, se puede ir probando si ya es posible dejarlo sin pañal, a ver cómo resulta. Por otro lado, si es que se ve que no menciona nada en relación al pañal o al baño y ya se acerca a los tres años, se le podría ayudar a interesarse por el tema, propiciando que vea cómo otras personas (hermanos, primos, compañeros, etc.) pueden ir al baño cuando lo necesitan. Igualmente, como parte de la función de facilitadores, si lo que los padres quieren es que sus hijos(as) vayan dejando el pañal nocturno, es importante considerar que es más probable que lo logren durante el verano. Finalmente, es importante tener en cuenta que, como todo proceso de desarrollo, el avance no es lineal. Es decir, no

siempre lo logrado permanece así indefectiblemente. El niño, a veces, controlará muy bien, pero, en otras ocasiones, “se le escapará”. Así pues, si se sabe que es normal que esto suceda, las ocasiones de “retroceso” serán tomadas por los padres como naturales y no les ocasionarán molestias. Es decir, esto no debe ser motivo para que el niño reciba una reprimenda severa, que, contrariamente a lo que se podría esperar, probablemente ocasionaría una regresión real en este importante proceso. ¿QUÉ ACTIVIDADES DEBE REALIZAR MI HIJO PEQUEÑO PARA LOGRAR UN MEJOR DESARROLLO? La respuesta es simple, los niños deben jugar. Muchas veces los adultos pueden ver el juego como una pérdida de tiempo, pero en el


Preguntas caso de los niños pequeños, sobre todo, es una riquísima fuente de aprendizaje. Es a través del juego que los pequeños ensayan diversas situaciones sociales y practican habilidades cognitivas y motoras en forma más personal y como agentes activos (no solo siguiendo indicaciones de los adultos como pasa en casi todos los ámbitos de su vida). En los diversos tipos de juego, el niño está reforzando algún área de su desarrollo. El juego más rico para el desarrollo emocional es el juego libre, donde el niño puede fantasear e imaginar diversas situaciones, así como ubicarse en diferentes roles. Muchas veces es a través del juego que los niños van manejando conflictos cotidianos de la vida. Los niños pequeños todavía no tienen el suficiente desarrollo del lenguaje ni la capacidad de poner en palabras claramente sus experiencias y afectos; por ello, el juego es importante, ya que, a través de

este, “procesan” lo que nosotros, los adultos, procesamos conversando con algún amigo o meditando solitariamente determinada situación. Por otro lado, en los juegos de mayor movimiento, los niños están reforzando sus habilidades motrices, debido al placer que trae verse más diestros en determinada habilidad, como trepar mejor un árbol o patear con mayor seguridad al arco por ejemplo. Paralelamente, si se trata de juegos compartidos en los que se necesitan reglas, los pequeños ensayan la capacidad de seguirlas, así como de respetar los turnos y de, consecuentemente, poder posponer sus deseos inmediatos en pro de la actividad compartida. Es así que, por un lado, se está desarrollando la capacidad de tolerar la frustración y, por otro, de poner una meta común (como lo es el éxito del juego compartido) sobre las metas propias (como lo sería el querer tener siempre la pelota en su dominio, si habláramos de basquetbol, por ejemplo). Por último, en el ejercicio de imaginar roles, inventar dinámicas, ensayar nuevas construcciones o ideas para luego aplicar en el juego, etc., el niño está trabajando su creatividad. Actualmente, se reconoce a la creatividad como una característica cognitiva de inmenso valor, por encima de la posibilidad de memorizar información concre-

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ta por ejemplo. La creatividad, la capacidad de explorar el mundo, el ensayar conductas para analizar sus efectos, la posibilidad de hacer un plan y llevarlo a cabo, entre otras, son capacidades invalorables en el mundo adulto, que vienen naturalmente con nosotros y que pueden verse “oxidadas” al no potenciarlas en los primeros años de nuestra vida. Los adultos podemos favorecer esto si permitimos que los pequeños tengan tiempo de juego libre, acompañándolos en la medida de lo posible y proveyendo un ambiente lo suficientemente seguro para que el niño pueda explorar con toda calma y dar rienda suelta a su imaginación. ¿CÓMO LOS ADULTOS PODEMOS JUGAR CON LOS PEQUEÑOS?

les un significado propio. Muchas veces los padres se sorprenden del gusto que tienen los pequeños por las cajas. Es probable que una caja grande les resulte llamativa porque la pueden transformar en un carro, en una casa, en un barco, etc. El significado no está absolutamente determinado por el material, sino que le deja espacio a la imaginación del niño para que termine de darle el sentido. En el extremo opuesto de juegos estructurados están los juegos virtuales, donde la posibilidad de añadir contenido propio y explorar el ambiente es muy limitada, siempre es preferible que, en edades preescolares, los niños se encuentren desde los sentidos con los materiales: los puedan ver, oler, tocar,

Si tenemos en cuenta la importancia del juego en todas las áreas mencionadas en la respuesta anterior, se deduce que los adultos deben respetar las propuestas e iniciativas que tengan los niños al momento de jugar; es decir, es recomendable dejarlos fantasear, aunque el juego se aleje de la trama inicial o se salga de lo convencional. Sin embargo, es probable que a algunos niños pequeños todavía les cueste hacer propuestas de juego; en este caso, los padres pueden ser motivadores y ofrecer alternativas interesantes. Siempre es preferible que se presenten materiales menos estructurados que aquellos que vienen con muchos estímulos. Los materiales no estructurados son aquellos que les prestan a los pequeños la oportunidad de crear por ellos mismos y dar-

sentir y hasta probar (sobre todo cuando son más pequeñitos); todavía los juegos virtuales deben dejarse para etapas posteriores del desarrollo (aunque manejando límites de tiempo saludables). Por otro lado, los padres deben tener en cuenta que su función es reguladora, en este caso esto implica que puedan permitirles a los pequeños lo suficiente como para


Preguntas expresar su mundo interno pero, también, es importante imponer algunos límites. En este caso, por ejemplo, el límite podría ser impedirles romper sus juguetes, pintar la pared o mal gastar algún material; cada padre pondrá el límite también de acuerdo a sus propias características. Por último, si a los padres les toca ser supervisores del juego de su hijo con algún compañerito o hermano, el rol que les corres-

ponde sería de mediador y facilitador de la actividad. Cuando los niños tienen menos de cinco años es aún complicado para ellos tolerar los turnos y ceder al otro algún elemento que ellos deseen. Por ejemplo, los adultos podrían controlar que se cumplan los turnos, así los niños “aguantarán” con mayor tranquilidad, al saber que luego les tocará a ellos lo deseado. Los padres también pueden brindar opciones intermedias cuando ven que las ideas de ambos niños son muy distintas, por ejemplo. Sin embargo, conforme los pequeños vayan creciendo (siempre que tengan la oportunidad cotidiana de tener este tipo de intercambios sociales) se requerirá cada vez menos de la participación activa del

adulto, ya que los pequeños habrán podido regularse solos con la experiencia. ¿CÓMO PUEDO AYUDAR A MI PEQUEÑO QUE ESTÁ DEMORANDO EN HABLAR? Es importante primero recordar que no todos los logros del desarrollo se dan en el mismo momento para todos los niños; es decir, no porque un niño tenga un lenguaje más o menos desarrollado a los 2 años, su compañero de clase también lo tendrá. Al entrar a un salón, donde se agrupan muchos niños de la misma edad, se puede ver con claridad que hay una diversidad muy grande en cuanto a logros del desarrollo, cada niño tiene su propio orden y ritmo para desarrollar. Si los padres tienen esto en cuenta podrán abordar el tema con mayor tranquilidad, lo que sienta las bases necesarias para poder intervenir adecuadamente. Ahora bien, es importante considerar que el lenguaje implica la intención de comunicar, un ejemplo de esto es cuando un bebé de menos de 10 meses señala un objeto. En esta situación, se percibe que no es que el bebé trate de agarrarlo, sino que trata de comunicar su deseo, y su acción solo sería efectiva si provoca la respuesta de alguna persona. Se observa aquí un fin comunicativo de compartir con otros su experiencia, se evidencia una intencionalidad en el intercambio del niño pequeño con el mundo. Estos gestos indicadores forman la primera etapa del desarrollo del lenguaje humano y, en oposición a lo que comúnmente se escucha:

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“no necesita hablar porque le alcanzan todo lo que señala”, es un buen comienzo para el niño el darse cuenta de que su intencionalidad en el mundo tiene eco y hace sentido a los adultos, es un primer paso. Por otro lado, el lenguaje se considera un instrumento cultural, entonces el desarrollo del mismo exige el aprendizaje a través de interacciones entre los individuos. Es decir, el desarrollo del lenguaje solo será posible si existe un entorno social con el que el niño pueda interactuar continuamente. Por lo tanto, la participación de los padres es fundamental, a pesar de que todos los niños vengan “programados” para hablar. Las bases principales que da el adulto para la adquisición del lenguaje son las interacciones (cantidad y calidad) que establezca con el niño. Interacción implica una atención compartida y, en un inicio, es el adulto el que lleva a su cargo la mayor parte de la conversación y, por lo tanto, quien debe facilitar el diálogo. Por último, debe quedar claro que el niño aprende más cuando se le dirige específicamente el habla en un intercambio verbal, y no solo oyendo las conversaciones de los adultos. Se entiende entonces que la interacción con los adultos es, en líneas generales, el principal estímulo para la adquisición del lenguaje. Estas interacciones deben implicar una atención cuidadosa por parte del adulto hacia las iniciativas comunicativas del niño para poder responder coherentemente a ellas. Además del cotidiano, también existen actividades que los adultos pueden realizar con los

intercambio

pequeños para fomentar la adquisición del lenguaje. Por ejemplo, que padres e hijos juntos lean un libro, favorece la adquisición lingüística. El libro hace que sea más sencillo para el adulto identificar y dirigir la atención del pequeño y, por tanto, facilita respuestas de parte de él por prestarse fácilmente a una participación interactiva. ¿ES CONVENIENTE QUE MI HIJO VAYA A ALGÚN PROGRAMA DE ESTIMULACIÓN TEMPRANA? Actualmente existe una amplia variedad de oferta de programas de estimulación temprana. Si bien muchos de ellos pueden ser facilitadores de que el niño logre un más rápido avance hacia el logro de determinado hito del desarrollo (por ejemplo: gatear, caminar, hablar, dibujar, etc.) no queda tan claramente demostrado que el logro adquirido a la larga tenga mejor “calidad” que en el caso de no haber participado en dicho programa. Por ejemplo, no necesariamente un niño que haya participado en un programa de estimulación temprana caminará más firme y se caerá menos, que otro que no participó y tuvo un ambiente seguro, respetuoso y facilitador en casa. En este sentido, queda más evidente el beneficio para niños con dificultades específicas o para aquellos que en casa no cuentan con un ambiente facilitador. Un ambiente poco facilitador, por ejemplo, se puede considerar a un contexto en el que el niño no cuenta con la presencia participativa de un adulto cuidador. Es decir, que a pesar de que el niño viva con uno o más adultos,


Preguntas ellos no puedan interactuar frecuentemente con el pequeño por sus ocupaciones. Por ejemplo, cuando un niño empieza a moverse (arrastrarse, gatear, pararse, etc.) necesita del acompañamiento cercano de un adulto, para que sus primeras exploraciones sean seguras. Ocurre, muchas veces, que los adultos no pueden hacer este acompañamiento cercano y, en consecuencia, se restringe el movimiento del niño al colocarlo siempre en un coche, cuna, corral o ambientes restringidos que no facilitan un avance en el control de su cuerpo y sus movimientos. Siguiendo el caso de este ejemplo, se podría pensar que un programa de estimulación temprana sí le resultaría beneficioso al desarrollo motor del pequeño, que no tiene la oportunidad de moverse libremente en casa. De la misma forma ocurre con otras áreas del desarrollo (cognitiva, social, de lenguaje, etc.), si en casa no tiene la oportunidad de explorar e intercambiar con el ambiente que lo rodea la cantidad de tiempo y de la forma conveniente, los programas de estimulación se presentan como una muy buena opción. Por otro lado, es de fundamental importancia que los padres se informen bien en qué consisten los programas y que se integren y complementen el trabajo desde casa. Si consideramos que en casa es donde los niños pasan la mayoría

de su tiempo, uno de los beneficios (y quizás el más importante) es el de las recomendaciones que los padres puedan recibir de los profesionales que trabajen en los lugares elegidos para la estimulación de sus hijos. De esta manera, se extiende y complementa el acompañamiento facilitador de desarrollo en casa. ¿CÓMO PUEDO HACER PARA QUE MI PEQUEÑO LOGRE SER ORDENADO? A los niños pequeños les cuesta mucho ordenar, por lo que los padres constantemente tienen quejas en relación con este tema. La primera recomendación a los padres es que ordenen junto con sus hijos, acompañarlos en la tarea de ordenar su cuarto, sin duda hará que esta actividad les resulte más atractiva que si se les dan la indicación para que ellos lo hagan solos. Además, si los niños tienen la oportunidad de observar el método usado por sus padres al momento de ordenar, es más fácil que logren adoptar este método al momento de ordenar por su cuenta posteriormente. Esperar que un niño menor de 5 años se haga cargo solo de ordenar todo un cuarto puede caer en la sobre exigencia. El aprendizaje “por imperativos” externos no es tan sólido y duradero como el que se logra desde la experiencia propia. Además, es más probable que si el ordenar se vuelve una experiencia compartida agradable, acompañado de alguien significativo, sea un aprendizaje duradero. Por otro lado, tampoco es conveniente que los padres u otro adulto, movidos por el apuro o por no querer entrar a discutir con

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sus pequeños, sean los que se encarguen solos del orden. Siempre enseñar resulta más difícil porque toma más tiempo y dedicación, pero la enseñanza del orden es importante ya que, a la larga, tiene una repercusión significativa en su vida futura. Se ha visto que el orden externo termina por generar también orden interno, a nivel de organización de ideas.

muy rígidos al momento de permitirles usar sus juguetes ya que, si no se les deja sacar diferentes juguetes a la vez, se puede limitar y rigidizar también el juego. Si bien el orden es positivo, la posibilidad de explorar el ambiente y experimentar con él resulta aún más beneficiosa para el desarrollo integral de los niños.

Sin embargo, se necesita tener en cuenta la edad de los niños cuando se les encarga la tarea de ordenar. Un niño hasta los 3 años podrá guardar elementos en cajas o envases grandes, motivados y acompañados por el adulto. Luego, poco a poco, el orden podrá ser más especializado, podrán ir diferenciando más finamente los tipos de objetos correspondientes a determinados lugares.

¿CÓMO PUEDO AYUDAR A MI HIJO A SER MÁS INDEPENDIENTE?

Por último, es importante aclarar que es bueno que los niños puedan jugar libremente y esto también a veces implica juntar un grupo de juguetes con otros y diferentes materiales. No es bueno que los adultos sean

La independencia es un logro del desarrollo normal, se va obteniendo conforme el niño avanza en la evolución de sus capacidades motoras, cognitivas y emocionales. Si el niño tiene un ambiente en el que se siente seguro y en el que no se le sobreprotege, es probable que la independencia se logre naturalmente y de manera satisfactoria. Para proveer un ambiente seguro, los padres deben estar presentes, darles afecto, ponerles límites, ser coherentes (que sus


Preguntas

acciones corroboren lo que dicen) y consistentes (actuar de manera similar frente a situaciones semejantes); así los niños podrán predecir lo que ocurre en su mundo y se atreverán a probar diferentes conductas, ya que perciben “una base estable”. Por otro lado, es importante evitar la sobreprotección, que generalmente se da cuando los padres temen que sus hijos puedan dañarse al encontrarse con nuevas situaciones y, por lo tanto, no favorecen que los pequeños poco a poco se vayan sintiendo más capaces de realizar nuevas actividades. También, la sobreprotección tiene que ver con un exceso de consentimiento que puede ocurrir cuando a los padres se les hace complicado frustrar a sus hijos, una frustración óptima (ni mucho ni poco) es necesaria para la adecuada formación de los pequeños y para que vayan pudiendo ser más independientes.

Ahora bien, si los padres proveen un ambiente con las características mencionadas anteriormente, posiblemente su hijo no tenga problemas en el camino hacia su independencia. Sin embargo, los padres pueden favorecer la independencia invitando al pequeño, en el día a día, a que se vaya haciendo cargo de algunas tareas que ya se pueda ver que es capaz de hacer. Por ejemplo, ponerse alguna prenda de su ropa, lavarse las manos, comer solo, etc. Es bueno que, de vez en cuando, los padres hagan el intento de dejar a su pequeño hacer algo nuevo por su cuenta. Muchas veces, se vuelve una costumbre ayudar a los niños en determinada conducta y, al intentar dejarlo solo, los padres pueden sorprenderse al darse cuenta de que tienen más destreza en esa área de la que se imaginaban.

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Introducción

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HERNANDEZ, P. Cynthia. (2013). Ser padres hoy. Lima: Centauro Editores. PAPALIA, Diane E. (2010). Desarrollo humano. México, D.F.: McGraw Hill. ROTENBERG, Eva. (2007). Hijos difíciles-Padres desorientados. Padres difícilesHijos desorientados. Buenos Aires: Lugar Editorial. WINNICOTT, Donald W. (1995). La familia y el desarrollo del individuo. Cuarta edición. Buenos Aires: Ediciones Hormé. WINNICOTT, Donald W. (1993). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Buenos Aires: Paidós.

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