Ricardo Corduente “Castelfiori”
EL MENDIGO Dos caballeros, embutidos en sus magníficos abrigos, pasean por una callejuela solitaria. Seguramente, hablan de cosas importantes. De pronto, se acerca a ellos un mendigo y les pide una limosna. - Hace tiempo que no como. – dice. Uno de ellos mete la mano en el bolsillo y, sacando una moneda, se la ofrece. El mendigo agradece el caritativo gesto y se aleja. - Ahí va, a gastárselo en alcohol – dice el caballero. Un joven, que pasa por allí en ese momento, replica: - Con una moneda, poco se puede comer… - Al menos, un pedazo de pan… -Cuando el hambre le persigue a uno durante varios días o tal vez, semanas, poco hace un pedazo de pan. El alcohol, al menos, con su embriaguez mitiga el hambre. El caballero se indigna por la ligereza del joven. - ¡Pero ese hombre es un alcohólico, no hay más que verlo…! - Moneda tras moneda, una a una, las almas misericordiosas y humanas como la suya, lo han empujado a ello. Tal vez, en un principio, no fuese una limosna bondadosa sino un plato de comida, lo que necesitara… Ahora ya es tarde. Y el joven se aleja ante la mirada atónita de ambos caballeros.
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