Trilogía magisterial, siglo xx.

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TrilogĂ­a magisterial siglo xx

Luis Maldonado Venegas

La reforma educativa del siglo xxi

Emilio Chuayffet Chemor



José Vasconcelos

Jaime Torres Bodet

Jesús Reyes Heroles

Trilogía magisterial siglo xx

Luis Maldonado Venegas

La reforma educativa del siglo xxi

Emilio Chuayffet Chemor


Editorial Las Ánimas Director general Rodrigo Fernández Chedraui Director editorial Arturo Olmedo Díaz Directora de arte y diseño de portada Marcela González Vidal Coordinadora general Paula Gutiérrez Martínez Coordinadora editorial Judith Segura Medina Composición Gloria Vargas Limón Corrección de estilo Lourdes Arenas Bañuelos

Trilogía magisterial, siglo xx. José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Jesús Reyes Heroles © 2014, Luis Maldonado Venegas D. R. © Editorial Las Ánimas S. A. de C. V. Av. Juárez núm. 2915 desp. 503, Col. La Paz, C. P. 72160, Puebla, Puebla Teléfono: (222) 230.44.14 Blvd. Cristóbal Colón No. 5, despacho 604, Colonia Fuentes de Las Ánimas, C. P. 91190 Xalapa, Veracruz Teléfonos: (228) 812.6090 y 812.6099 isbn: 978-607-9246-33-4

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Contenido 12 Pórtico

La reforma educativa del siglo xxi Lic. Emilio Chuayffet Chemor 27 Introducción 31 33 35 36 39 43 45 47 49

José Vasconcelos Familia trashumante La educación en los albores del porfiriato Sigue el periplo de la familia Vasconcelos Primeros juicios juveniles sobre educación En la metrópoli, a la Escuela Nacional Preparatoria Nuevas críticas pedagógicas y una nota fúnebre Jurisprudencia, por eliminación Nuevos amigos; nuevas responsabilidades familiares y profesionales El Ateneo de la Juventud, contra el positivismo porfirista Vasconcelos maderista Renuncia Díaz, triunfa Madero Sublevación felicista y Decena Trágica En el constitucionalismo, contra Huerta Breve paso por la Escuela Nacional Preparatoria En la Convención de Aguascalientes A la cartera de Educación del primer Gobierno convencionista Caída de Gutiérrez; exilio de Vasconcelos Nuevas publicaciones, docencia y trabajos varios Declive de Carranza

49 51 55 57 59 62 65 67 68 69 71 75 Comienza su máxima labor educativa 75 Con De la Huerta, en la rectoría de la Universidad 77 El programa de lectura y la educación indígena, con sendas observaciones 79 Desayunos, bibliotecas y un afortunado experimento escolar 80 Creación de la Secretaría de Educación Pública


83 Más escuelas, más profesores 85 Misiones culturales, apoyo al arte y a la industria editorial 88 Estudiantes extranjeros lo aclaman; estudiantes mexicanos le reclaman 89 Últimas acciones en la sep y renuncia 92 Candidato en Oaxaca; vuelta al periodismo y la literatura 93 Rumbo a Europa; encuentros, viajes, cursos y conferencias 95 Una añeja aspiración 97 El lance definitivo y malogrado en pos de la Presidencia 97 La muerte de Obregón precipitó su retorno 99 Derrota y nuevo exilio 102 Cárdenas liquida el maximato; Vasconcelos se alía con Calles 103 El fascismo, ¿una opción? 104 Conminado a dejar Estados Unidos, de regreso a México 105 Avilacamachista; en la Biblioteca Nacional; segundas nupcias 107 Una nueva biblioteca; reconocimientos y más viajes 109 Propuesto para el Nobel de Literatura; sus últimos días 115 116 118 119 120 121 124 125 127 128 131 133 134 137 139

Jaime Torres Bodet La familia y la escuela elemental Preparatoria militarizada En medio de la revuelta, prosigue sus estudios Concluye la preparatoria y publica su primer poemario A Jurisprudencia, con poco interés; pero con buenos augurios Docente universitario y secretario de la preparatoria Secretario particular de Vasconcelos y director de Bibliotecas Más poesía; La Falange; su novia Margarita y un duelo familiar Burócrata en Salubridad y creador de Contemporáneos Servicio Exterior Mexicano y matrimonio Ascensos, La Sorbona, Buenos Aires, vuelta a París Otros peldaños; presagios, guerra y otra orfandad A renovar la sep; surgimiento del snte Planes, contenidos, métodos, textos; escuela para la paz y la democracia


141 Edificios escolares; educación normal; enseñanza de la historia 143 Campaña contra el analfabetismo; Biblioteca Enciclopédica Popular 144 Instituto Federal de Capacitación del Magisterio; educación secundaria 146 En la Academia; nuevos entes internacionales y otras actividades 148 Reforma del artículo tercero 150 Canciller no alineado; fiebre aftosa; braceros 155 A la unesco 157 Vuelta a la publicación de libros: Sonetos; en el desierto internacional 160 Periodismo; otros libros; El Colegio Nacional; una grave enfermedad 161 Embajador en Francia; acercamiento fraterno 165 Segundo periodo en la sep 169 El Plan de Once Años 173 Los libros de texto gratuitos 175 Escuelas, museos y otros edificios 176 Capacitación; mejoras salariales; misiones; castellanización 177 Mayor presupuesto; más alumnos; educación técnica y superior 179 Comisiones en el extranjero; conflictos sindicales; actividad literaria 182 Al reencuentro del escritor; una grave enfermedad 183 Se reanudan los viajes; más reconocimientos 186 Memorias; quebrantos de salud; medalla Belisario Domínguez 191 192 193 194 197

Jesús Reyes Heroles Por la Huasteca y rumbos aledaños Formación básica y media Estudia en la unam; trabaja en el prm; ascenso de Ávila Camacho Concluye la licenciatura; docente, servidor público y consultor


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El alemanismo; Reyes Heroles intensifica sus relaciones políticas Matrimonio; acercamiento con Rodríguez Cano y Ruiz Cortines En los círculos intelectuales y académicos El sexenio 1952-1958; muere Rodríguez Cano; Coquet al relevo El liberalismo mexicano Con López Mateos; subdirector del imss; nuevos ensayos En el Congreso; una importante reforma: diputados de partido Con Díaz Ordaz; Pemex; líderes sindicales; imp; contratos riesgo Labor intelectual ininterrumpida; la Academia de la Historia Con Echeverría, pero distanciado; nueva obra histórica De Ciudad Sahagún al pri Cambios internos; nueva ley electoral y agenda internacional Ruptura con Echeverría; caso Veracruz; No a la reelección; El Tapado Removido del pri; discursos y frases; paso efímero por el imss Con López Portillo; dificultades en Gobernación Reforma política; amnistía y salida del gabinete lopezportillista Retiro temporal; vuelta a la investigación y la docencia; doctor honoris causa Con De la Madrid; última misión en la sep

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Bibliografía

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Fuentes consultadas

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Páginas de Internet

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Diarios y revistas

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Archivos y registros públicos

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Créditos de imágenes

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Pórtico

La Reforma Educativa del siglo xxi Emilio Chuayffet Chemor

I. Introducción A pocos días de iniciar su mandato, el presidente Enrique Peña Nieto presentó una iniciativa de reforma constitucional en materia educativa, misma que fue aprobada por el Constituyente Permanente y promulgada el 26 de febrero de 2013. Producto de ésta también se modificó la Ley General de Educación y se expidieron dos nuevos cuerpos normativos: la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y la Ley General del Servicio Profesional Docente. En este pórtico quiero exponer las principales novedades de esta primera reforma del siglo xxi, partiendo del legado de tres de los grandes secretarios del ramo: José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Jesús Reyes Heroles, quienes lucharon por construir un México mejor a partir de la formación. Sólo a través del estudio de sus biografías pueden entenderse las vicisitudes que como nación hemos superado, tendremos una visión más completa que nos permita valorar los logros alcanzados, pero sobre todo, estaremos en mejores posibilidades de determinar cuál es el rumbo a seguir para hacer efectivo este derecho.


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El 25 de febrero de 2013 se promulgó la Reforma Constitucional en Materia Educativa.


14 ¶ II.- El principio de calidad La Constitución de Querétaro había contemplado el derecho a la educación para todos, pero la realidad demostraba que su sola proclamación no era suficiente. De acuerdo al censo poblacional de 1921, más del 60% de la población no sabía leer ni escribir, por lo que se necesitaban instrumentos que le dieran eficacia a la naciente Norma Fundamental. En este contexto, apareció José Vasconcelos, antiguo miembro del Ateneo de la Juventud, quien desde su posición como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México impulsó la creación de una dependencia que se encargara de la trascendente labor de formar a las nuevas generaciones. Sus esfuerzos se vieron cristalizados con el nacimiento de la Secretaría de Educación Pública en 1921, que sustituyó la vieja fórmula positivista de “instrucción” por el concepto de “educación”, que implica moldear el alma del estudiante para desarrollar en él todas sus potencialidades. De manera análoga, con la reforma impulsada por el presidente Peña Nieto, se llevó a cabo una nueva revisión. Las modificaciones introdujeron la noción de “aprendizaje” como elemento vinculado a la calidad. En este sentido, no basta con la mera transmisión de conocimientos, sino que se requiere que los alumnos realmente obtengan las herramientas que les faciliten el desarrollo de todos sus talentos y capacidades. La calidad educativa es hoy definida por la propia Carta Magna como “el mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos”. Por su parte, la Ley General de Educación, señala que calidad es “la congruencia entre los objetivos, resultados y procesos, conforme a las dimensiones de equidad, eficacia, eficiencia y pertinencia”.


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Enrique Peña Nieto, presidente de México, y Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, durante el foro para la construcción del Plan Nacional de Desarrollo: “México por una Educación de Calidad”.


16 ¶ III. El principio de equidad La obra de Vasconcelos fue retomada, prolongada y enriquecida años después por Jaime Torres Bodet, quien fuera secretario de Educación Pública en dos ocasiones: en la segunda mitad del Gobierno del presidente Ávila Camacho, y durante toda la administración del presidente López Mateos. El 23 de diciembre de 1943, un día antes de tomar posesión del cargo, Torres Bodet definió entre sus propósitos crear un sistema de enseñanza que llegara a todos los mexicanos. Para cumplirlo, realizó tareas de suma trascendencia a favor de la equidad, como lo fue su campaña de alfabetización en su segundo periodo, el programa de libros de texto gratuito y el Plan de Once Años. El principio de equidad de igual forma fue revalorado por la reforma impulsada por el presidente Peña Nieto, estableciéndose como imperativo constitucional brindar una formación inclusiva que conjugue satisfactoriamente la equidad con la calidad, en la búsqueda de mayores oportunidades para todos los mexicanos.


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Conferencia de Prensa en la que Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, anuncia el envío de las leyes secundarias en materia educativa al Congreso de la Unión.


18 ¶ IV. La descentralización educativa En 1982, Jesús Reyes Heroles fue nombrado titular de la Secretaría de Educación Pública. En aquel momento, el país se encontraba sumido en una profunda crisis que repercutía en todos los órdenes. El reto era difícil y sólo hombres como él podrían enfrentarlo. Teniendo como ejemplo el desarrollo de la historia nacional, Reyes Heroles invitó a todos los sectores a recuperar el proyecto de nación que se había venido construyendo desde la Independencia, y en el que la formación había desempeñado un papel trascendente. Si se quería transformar a la sociedad, la educación era el instrumento idóneo para lograrlo. Don Jesús Reyes Heroles puso en marcha la que llamó la “Revolución Educativa”. Su estrategia tenía entre sus objetivos principales descentralizar los servicios, supuesto en el que se otorga mayor participación a la comunidad. Esta idea también está presente en la reforma impulsada por el presidente Peña Nieto, en la cual no solo se pretende dar mayor protagonismo a las regiones, sino específicamente a cada centro escolar. La reforma educativa, en sintonía con el ánimo de las acciones realizadas por Reyes Heroles, pone en el centro a la escuela, al ser el espacio en que se desarrolla el proceso de enseñanza y donde lo pedagógico se entrelaza con la organización y la gestión. El objetivo es que cada escuela cuente con un presupuesto propio para atender sus necesidades más urgentes, con base en las decisiones que, bajo el liderazgo del director, tomen alumnos, padres y maestros.


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Durante la promulgación de las leyes en Materia ​ Educativa, además del presidente de México, acudieron líderes de los partidos políticos, secretarios de Estado y de los presidentes de las mesas directivas del Senado y de la diputación federal.


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Promulgación de las Leyes en Materia Educativa.


¶ 21  V. Los sistemas de la reforma Siguiendo este orden de ideas, en la Reforma Educativa se observa que para hacer efectivo el principio de calidad, entendido de forma armónica junto con el de equidad, se establecieron tres sistemas concretos: la evaluación, el servicio profesional docente, así como las condiciones para mejorar la enseñanza. La evaluación tiene una elevada importancia y es un poderoso instrumento para el mejoramiento de la educación. Evaluar es medir, analizar e identificar fortalezas y debilidades para producir un diálogo fructífero tendiente a la calidad y la equidad. Con el fin de cumplir ese propósito se constituyó un Sistema Nacional de Evaluación Educativa, al frente del cual se encuentra un organismo constitucional autónomo a partir de la reforma, que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, el cual coordina y evalúa la calidad, el desempeño y los resultados, tanto públicos como privados, de los niveles básico y medio superior. Un punto central de la evaluación es que tomará en cuenta los factores propios de las escuelas, en particular cuando se ubican en zonas marginadas, reconociendo las dificultades del entorno y las condiciones en la que el maestro se desempeña. A partir de los resultados, podrán tomarse decisiones concretas que ayuden a elevar la calidad y la equidad del sistema a favor de la infancia mexicana. El segundo sistema es el Servicio Profesional Docente, el cual dota de relevancia constitucional a la dignísima y fundamental labor magisterial de nuestro país. Diversos estudios, entre los que se encuentra el Informe de Seguimiento de la Educación Para Todos en el Mundo de 2013-2014, elaborado por la unesco, concluyen que los sistemas formativos más exitosos son aquellos que establecen mecanismos para llevar a las mejores personas a dar clase. No puede lograrse una educación de calidad y con equidad si no otorgamos la mayor consideración social y los mejores instrumentos a los profesores.


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Enrique Peña Nieto, presidente de México, y Emilio Chuayffet Chemor, secretario de Educación Pública.


¶ 23  Adelantándose a esta conclusión, la reforma determinó que aquellos que deseen impartir clases, permanecer dándolas o acceder a funciones de dirección y supervisión, sólo podrán hacerlo mediante concursos de oposición. De este modo, toda promoción derivará del mérito del maestro en su desempeño individual. El diseño del sistema de reconocimiento para docentes en servicio deberá basarse en un proceso de medición y evaluación justo y adecuado, que considere su contribución para mejorar el aprendizaje de los alumnos y distinga al docente en lo individual, al equipo de maestros en cada escuela y a la profesión en su conjunto. Asimismo, se considerarán diversas dimensiones de motivación e incentivos, así como mecanismos de retroalimentación y acceso al desarrollo profesional. Finalmente, se estableció todo un esquema para mejorar las condiciones de la enseñanza. En primer lugar, se determinó que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía levantara un censo de planteles, alumnos y maestros, a fin de integrar un Sistema de Información y Gestión Educativa, que permita a la autoridad tener en una sola plataforma los datos necesarios y que, a su vez, facilite una comunicación directa entre los actores involucrados. También, se determinó la paulatina creación de escuelas de tiempo completo, que consideran el aumento de la jornada escolar de primaria a seis horas y en secundaria a ocho horas diarias, a fin de que los niños aprovechen mejor el tiempo y reciban una formación integral, en donde igualmente se consideren actividades deportivas y culturales. Asimismo, se prohibió la venta de productos poco nutritivos en las escuelas y, en los planteles más marginados, se proporcionará una alimentación adecuada a los alumnos.


24 ¶ VI. Conclusión Sin duda, la reforma de 2013 es un esfuerzo político, jurídico y social, donde se refleja el compromiso del presidente Enrique Peña Nieto para mejorar las condiciones de educación en el país. Es la reforma que requería el siglo xxi. Retoma las mejores prácticas internacionales, pero se adecúa a la realidad nacional, tomando como base el legado de grandes personajes como José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Jesús Reyes Heroles. Por primera vez en nuestra historia, otorgar una educación de calidad con equidad es una meta nacional explícita, lo cual se traduce en hacer efectivo que los alumnos estén más tiempo en los planteles para que su formación sea más completa, que cuenten con mejores profesores, que tengan acceso a alimentos sanos y nutritivos, que accedan a mejores materiales y que sus escuelas tengan instalaciones adecuadas y en buen estado. El camino no ha sido ni será fácil. En México hemos enfrentado intereses y privilegios, con la intención de alterar las condiciones dadas y vencer las inercias. Sabemos que es tiempo de generar nuevos contextos y nuevos equilibrios basados en la equidad, la inclusión y la excelencia. Es nuestro deber innovar de raíz los cimientos que ya no sean útiles para la construcción de una sociedad más justa y equitativa, a la vez de dar continuidad al proyecto de nación que se ha construido a lo largo de décadas, de la mano de hombres como Vasconcelos, Torres Bodet y Reyes Heroles. La educación es y será siempre nuestra mejor herramienta, pues su papel incide de forma definitiva en los pilares de nuestro futuro: las nuevas generaciones.


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Emilio Chuayffet Chemor, secretario de Educación Pública.



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Introducción La educación mexicana hasta la Revolución En la Trilogía magisterial anterior, que reseña las aportaciones de Ignacio Ramírez Calzada, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez a la educación pública, hemos repasado diversas modalidades de enseñanza aplicadas en México durante el siglo xix y principios del xx. Los colegios, escuelas de artes y universidades heredadas del virreinato novohispano; las pautas educativas contenidas en la Constitución de Cádiz promulgada durante los primeros años de la lucha independentista; los criterios sobre instrucción incluidos por los insurgentes en la Constitución de Apatzingán; la Escuela Lancasteriana; los sucesivos programas de enseñanza implantados por federalistas y centralistas, liberales y conservadores que se alternaron en el poder durante varias décadas después de la creación del Estado mexicano, y el positivismo como tesis pedagógica fueron, entre varios más, temas de ese primer trabajo. Junto con los contenidos anteriores se abordaron las vicisitudes de las escuelas mexicanas elementales y superiores en medio de conflictos bélicos internacionales e internos que retardaron el establecimiento de un proyecto educativo general en el país. Algunos de los principales ordenamientos jurídicos de alcance nacional (la Constitución de 1824; la de 1836; las Bases Orgánicas de 1843; la Constitución de 1857) y local (la legislación para el Distrito y Territorios Federales; disposiciones emitidas en el Estado de México y otras entidades) en materia educativa también ameritaron mención en esa obra precedente. Pero la parte nuclear de aquella primera parte de esta serie fue, como ya anotamos al principio, el legado de tres educadores que, desde la cátedra, el quehacer legislativo, la función pública y


28 ¶ la disquisición teórica sentaron bases que aún hoy son puntos de referencia en los planes, programas y procesos formativos de las nuevas generaciones: Ignacio Ramírez Calzada, El Nigromante, vehemente liberal que, además de producir una vasta obra periodística y literaria y de participar activamente en las luchas fundacionales de la república, se esmeró en dar contenido científico y laico a la enseñanza, colaboró en la creación de escuelas, elaboró libros de texto, diseñó planes de estudio, propugnó el otorgamiento de los beneficios de la instrucción pública a grupos marginados (entre ellos los indígenas), redactó leyes sobre educación y encabezó el ministerio del ramo. Ignacio Manuel Altamirano, hombre de origen humilde, elocuente y aguerrido defensor de la causa republicana, prolífico escritor, soldado y acucioso legislador que tuvo a su cargo la estructuración normativa de instituciones formadoras de docentes, dictó cátedra en escuelas de nivel medio y superior, enseñó en escuelas elementales y plasmó en memorables páginas sus conocimientos y propuestas de carácter pedagógico. Justo Sierra Méndez, poeta de finas hechuras, narrador de prosa impecable, agudo articulista, profundo conocedor de la retórica, legislador enjundioso, inteligente polemista y connotado académico de la lengua que sorteó el tránsito de la restauración de la república a la dictadura y de ésta a los albores de la Revolución, fue profesor y director de la Escuela Nacional Preparatoria, autor de libros utilizados como textos imprescindibles durante años en esa institución, presidió congresos pedagógicos, fue titular de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, y partícipe de la reapertura de la Universidad Nacional en las postrimerías del régimen porfirista. Ramírez, maestro de Altamirano; Altamirano, maestro de Justo Sierra; los tres formados como jurisperitos, alternaron en los quehaceres literarios, periodísticos, legislativos, jurisdiccionales, y los dos últimos desempeñaron, además, misiones diplomáticas.


¶ 29  El Nigromante murió en la Ciudad de México, en 1879; Ignacio Manuel Altamirano en Italia, en 1893, y Justo Sierra en España, en 1912. Los mejores años del positivismo, traído de Europa por Gabino Barreda, habían quedado atrás; los intelectuales y políticos cercanos a Porfirio Díaz eran apodados irónicamente los científicos; existía una nueva secretaría; la universidad nacional refundada y una generación emergente de docentes y pedagogos comenzaban a marcar la pauta de la educación en México cuando, inesperada para algunos, ansiada y promovida por otros, estalló la Revolución. El movimiento armado, aparte de la caída de Porfirio Díaz, las pugnas por el poder, la nueva Constitución y la inestabilidad política, económica y social, provocó un giro en las concepciones y prácticas educativas. En esta nueva etapa y en épocas posteriores surgieron instituciones, planes, programas, tesis, corrientes, propuestas, reformas y múltiples factores que han desembocado en las actuales condiciones de la educación en México. Todo lo anterior conforma un escenario donde han participado infinidad de personajes, de entre los cuales vamos a resaltar a tres protagonistas para conformar esta nueva Trilogía magisterial del siglo xx: José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Jesús Reyes Heroles, quienes —en momentos sucesivos del devenir histórico del país— marcaron hitos para el desarrollo educativo.



JosĂŠ Vasconcelos


32 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx

Porfirio Díaz, gobernador de Oaxaca por segunda ocasión y hombre fuerte de la política mexicana en la época en que nació José Vasconcelos.


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles

Familia trashumante Entre 1876 y 1880 Porfirio Díaz Mori, general oaxaqueño que se destacó en la restauración de la República, ya había ocupado dos veces —una como encargado provisional del despacho y otra elegido en comicios extraordinarios— la Presidencia de México. Después operó para instalar en ese cargo durante el periodo 1880-1884 a Manuel González, hombre de toda su confianza, su ex compañero de armas durante la Intervención francesa y en otras campañas. Además, el militar tamaulipeco ahora investido presidente era su compadre. Transcurría la administración del general González en el Gobierno federal y la segunda gestión de Porfirio Díaz como gobernador de Oaxaca cuando José María Albino Vasconcelos Calderón nació en la capital de esa entidad el 27 de febrero de 1882. Su padre fue Ignacio Vasconcelos Varela, quien —según la ominosa clasificación empleada en aquellos tiempos— era “hijo ilegítimo de Joaquín Vasconcelos y de Perfecta Varela. Joaquín Vasconcelos era un próspero comerciante de Oaxaca […]. Había ayudado al joven Porfirio Díaz regalándole el texto escolar y el ‘barragán’ de estudiante, aunque no lo consideró apto para admitirlo como dependiente en su comercio”.1 La madre de José Vasconcelos, que se llamaba Carmen Calderón Conde, fue “hija de Dolores Conde y de todo un personaje decimonónico y liberal: el doctor Esteban Calderón y Candiani, oaxaqueño, que huyendo de Santa Anna se había exiliado en Nueva Orleans, donde conoció y se unió a Juárez. En 1857 dio refugio en su rancho de Tlaxiaco a Porfirio Díaz y a sus tropas, y le curó una herida; peleó contra los franceses, apoyó a Lerdo y terminó como senador porfiriano”.2 Blanco, José Joaquín, Se llamaba Vasconcelos, una evocación crítica, México: Fondo de Cultura Económica, Colección Vida y Pensamiento de México, 1983, pp. 15 y 16. 2 Idem. 1

José Vasconcelos

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34 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx

Joaquín Baranda y Quijano, ministro de Justicia e Instrucción Pública durante gran parte del porfiriato.


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles

Pese a la oposición de su padre, Carmen se casó con Ignacio —“un pobre empleado de botica”— y renunció a la holgada situación económica que antes disfrutaba. El matrimonio procreó nueve hijos: El primero murió a temprana edad en Oaxaca; José fue el segundo; pero a la muerte del anterior heredó el “mayorazgo”; siguieron Concha, Lola, Carmen e Ignacio, que también falleció pequeño. Después nacieron Carlos, Samuel y Chole.3 Poco tiempo vivió José Vasconcelos en su tierra natal. Antes de cumplir dos años salió de ahí llevado por su familia, en una “época en que Oaxaca se despoblaba”, luego de que, según narra en Ulises criollo, su padrino de bautizo, un influyente general de apellido Mariscal, pariente cercano de su madre, le dio a su padre una recomendación para conseguir un empleo en Aduanas. Ignacio Vasconcelos hubo de ir a la capital para que le indicaran su adscripción y comenzó entonces una etapa de intensa movilidad por diversos rumbos del país. Primero lo asignaron a la Aduana de Soconusco, en el estado de Chiapas. Corría el año 1884.

La educación en los albores del porfiriato El primero de diciembre de 1884 Porfirio Díaz volvió a tomar posesión como presidente de la República y prolongó su estancia en el cargo merced a sucesivas reelecciones hasta mayo de 1911. Ratificó en el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública al jurista, escritor, historiador y maestro yucateco Joaquín Baranda y Quijano, que desde septiembre de 1882 —durante el Gobierno de Manuel González— era titular de esa dependencia. Baranda, humanista más bien lejano al positivismo de Gabino Barreda, dirigió los asuntos educativos del país hasta abril de 1901. Por lo tanto, es quien más tiempo ha durado en tal puesto: “18 años, Vasconcelos Calderón, José, Ulises criollo, México: Editorial Porrúa, Colección “Sepan cuantos…”, 2012, pp. 9 y siguientes.

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36 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx 7 meses y 5 días”.4 En los primeros años de su gestión, a partir de un proyecto elaborado por Ignacio Manuel Altamirano, se fundó en la Ciudad de México la Escuela Normal de Profesores, que consolidó el sistema nacional de instituciones formadoras de docentes. Muchos otros educadores asesoraron al ministro Baranda; entre ellos Justo Sierra, Enrique C. Rébsamen, Carlos A. Carrillo, Rafaela Suárez, Tatiana Murguía, Miguel Schultz, Manuel Cervantes Imaz y Enrique Laubscher. Rodeado de todos esos personajes impulsó una Ley de Instrucción Obligatoria en 1888; convocó a los Congresos Nacionales de Instrucción de 1889 y 1891; reorganizó la enseñanza elemental (desde el equivalente al jardín de niños actual), preparatoria y profesional. Durante la gestión de Joaquín Baranda también se reguló y enriqueció el trabajo de centros de enseñanza y difusión de la cultura ajenos al Ministerio de Justicia e Instrucción (museos, bibliotecas, observatorios meteorológicos y astronómicos, escuelas militares, de telegrafistas, etcétera) y, en general, desarrolló un proyecto educativo que tenía como meta “el engrandecimiento del país”,5 tesis semejante a la que años después enarboló José Vasconcelos.

Sigue el periplo de la familia Vasconcelos Entre 1885 y 1886 los Vasconcelos Calderón, y junto con ellos doña Perfecta Varela, madre de Ignacio y abuela de José, dejaron la sureña región de Soconusco y viajaron a la zona fronteriza de México con Arizona. El empleado aduanal debía hacerse cargo ahora de la oficina ubicada en El Sásabe, Sonora. En ese traslado, la familia debió haber permanecido una temporada más o menos larga en la Ciudad de México, ya que José Vasconcelos Villalpando Nava, José Manuel, Historia de la educación en México, México: Editorial Porrúa, 2009, p. 264. 5 Ibidem, p. 267. 4


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles

refiere un vago recuerdo que se corresponde con la edad que tenía entonces (entre tres y cuatro años): “Parece que durante los meses de aquella estancia nuestra en la capital estuve en el departamento de párvulos en la Escuela Normal, por la Encarnación. Recuerdo un patio que es, probablemente, el mismo en que después fundé la editorial de la Universidad”.6 La estancia en el antiguo Sásabe también fue breve y marcó de modo especial la memoria del niño oaxaqueño que junto con su parentela se enfrentó a los rigores del ambiente semidesértico donde las frecuentes incursiones de los antiguos dueños de esos territorios —“los apaches”, dice Vasconcelos, tal como escuchó de sus mayores— provocaban zozobra entre los habitantes del pueblo. Había que esconderse en refugios domésticos al amparo de los rezos y de la fortaleza de la figura materna que mitigaba el miedo y aconsejaba una hipotética labor evangelizadora: Si vienen los apaches y te llevan consigo, tú nada temas, vive con ellos y sírvelos, aprende su lengua y háblales de Nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros y por ellos, por todos los hombres. Lo importante es que no olvides: hay un Dios Todopoderoso y Jesucristo, su único hijo. Lo demás se irá arreglando solo…7

Los "apaches" no lograron reivindicar El Sásabe. Fueron otros los que, con la anuencia del Gobierno mexicano, tomaron para sí ese paraje fronterizo: Fue un extraño amanecer. Desde nuestras camas, a través de la ventana abierta, vimos sobre una ondulación del terreno próximo un grupo extranjero de uniforme azul claro […]. Vagamente supe que los recién llegados pertenecían a la comisión norteamericana de límites. Habían decidido que nuestro campamento, con su noria, caían bajo la jurisdicción yankee, y nos echaban […]. Perdíamos la casa, los 6 7

Vasconcelos, op. cit., pp. 7 y 9. Idem.

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38 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx cercados. Era forzoso buscar dónde establecernos, fundar un pueblo nuevo […] El telégrafo funcionó; pero de México ordenaban nuestra retirada…8

Desde entonces, en esa zona, a un lado y otro de la frontera de México con Estados Unidos, existen dos lugares con el mismo nombre: El Sásabe, Arizona y El Sásabe, Sonora. Ese caso se repite en otros puntos limítrofes. Todo indica que Ignacio Vasconcelos trabajó muy poco tiempo en el nuevo Sásabe. Pronto fue remitido a la aduana de Piedras Negras, Coahuila. En 1886 hallamos a los integrantes de su familia haciendo escala en El Paso del Norte (Ciudad Juárez). Ahí aguardaron a que volviera de la capital del país, adonde había ido a atender negocios relacionados con su empleo. En ese punto fronterizo, recuerda nuestro personaje, se retrataron todos juntos un día de fiesta, elegantemente vestidos, y la fotografía quedó en el hogar como “un documento valioso”.9 De 1887 a 1894, lapso durante el cual llegó a la edad de comenzar su educación primaria, el pequeño José vivió con su familia en Piedras Negras. Lo más sobresaliente de su biografía en esta etapa es que lo inscribieron en una escuela elemental de la vecina ciudad texana de Eagle Pass. Eso, y la experiencia vivida en el antiguo Sásabe con los agentes del vecino país, le permitió conocer desde temprano la idiosincrasia, la lengua y, en general, la cultura estadounidenses. A la par de esa primera enseñanza escolarizada de raigambre metodista, José Vasconcelos recibió la influencia formativa del hogar católico tradicional donde creció estudiando el Catecismo de Ripalda, con el cual a un tiempo se enseñaba la doctrina católica, gramática, lectura, civismo y moral, y dividiendo rigurosamente el día para realizar diferentes actividades: 8 9

Ibidem, p. 8. Idem.


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles Hora para levantarse, hora para el aseo, hora para el paseo, hora para la lectura, y así para las comidas y faenas ordinarias [...]. Todavía después de la cena, y tras el rato de libre conversación, escuchábamos la voz autoritaria y querida: “Niños, a estudiar…”. Nunca dejarnos sin algo que hacer era su empeño, pues ya lo decía el Ripalda: “La ociosidad es madre de todos los vicios”.10

Pensando en la posibilidad de ir a trabajar a otra parte del país, el padre de José solicitó a principios de 1895 un permiso con goce de sueldo para hacer los trámites conducentes en la Ciudad de México; vencida la licencia, solicitó una prórroga, pero se la concedieron sin salario, lo que mermó la economía familiar. Fenecido el segundo permiso, se vio forzado a reanudar labores en Piedras Negras, y allá volvió solo. Mientras tanto instaló a su madre, su esposa y sus hijos en Toluca, ciudad pequeña donde la vida era más tranquila y más barata.

Primeros juicios juveniles sobre educación José Albino, llegado casi a la adolescencia, fue inscrito para que continuara sus estudios en el Instituto Científico y Literario de Toluca, centro educativo donde años atrás había dictado cátedra Ignacio Ramírez El Nigromante, que tuvo entre sus discípulos distinguidos a Ignacio Manuel Altamirano; pero cuyo nivel académico —en opinión de Vasconcelos— había decaído en esa época: […] daba una enseñanza tan deficiente que me descorazonó enseguida. Cursaba, según creo, el último año de la primaria superior […]. Los bancos sin pintar denunciaban el roce de muchas generaciones anteriores. El maestro, un semi-indio, desaliñado y malhumorado, se ocupaba en hacernos sentir su superioridad. Desde las primeras 10

Ibidem, pp. 64 y 65.

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40 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx lecciones me convencí de que la pedagogía vigente corría pareja con el mobiliario […] Humillaba mi patriotismo haber de reconocer la superioridad de la escuelita pueblerina de Eagle Pass. ¿Sería posible que una escuela de aldea norteamericana fuera mejor que la anexa a un Instituto ufano de haber prohijado de Ignacio Ramírez, a Ignacio Altamirano?11

Más allá de tales objeciones, reconocía que en esa escuela afirmó sus habilidades para escribir en español, después de haber realizado tantos ejercicios en un idioma extranjero. Toluca, “población inhospitalaria, ni aldea ni metrópoli, pero con los defectos de ambas”, le hacía añorar “la despreocupada alegría” del pueblo fronterizo donde había pasado los años más recientes, máxime entonces, por la ausencia de su padre.12 Por fin, el jefe de familia volvió, después de las fiestas guadalupanas y navideñas, en la época de Reyes —a principios de 1896—, con la buena noticia de que le habían dado la comisión para ir a trabajar a Campeche. Todos se alegraron y los niños se entusiasmaron porque, además, iban a conocer el mar y a mirar directamente los paisajes hasta entonces gozados en las ilustraciones del Atlas Geográfico, Estadístico e Histórico de la República Mexicana, de Antonio García Cubas, obra que también frecuentaban como parte de la educación que recibían en su casa. Después de las peripecias propias del trayecto en ferrocarril a Veracruz y de la travesía por el Golfo de México, Ignacio Vasconcelos y los suyos llegaron a San Francisco de Campeche. Hubo que superar algunos problemas para inscribir al joven José en el afamado Instituto Campechano porque en ese centro de enseñanza consideraron que sus papeles no iban en regla (dificultad propia de un sistema escolar deficientemente articulado, que tal vez influyó en su posterior desempeño al frente de la secretaría del 11 12

Idem. Idem.


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles

ramo). Por intercesión de su padre fue admitido en un principio como oyente; después su situación se regularizó y finalmente se graduó como segundo lugar de su clase en aprovechamiento. Lo mismo que en Toluca, el joven Vasconcelos percibió las limitaciones de los métodos de enseñanza empleados en el Instituto Campechano que, en mejores condiciones materiales que el mexiquense, subsistía —como muchas escuelas de su tipo hasta los tiempos recientes, sobre todo en la provincia— por: La devoción abnegada de unos cuantos varones ilustres que al margen de la política y del partidarismo aleccionaron a los jóvenes con el ejemplo, a la vez que en la cátedra procuraban defender los más altos valores […]. De una gramática latino-francesa y del Nebrija, copiábamos los ejercicios del rosa, rosae, rosam. Según mis recuerdos, nunca pasamos, ni en el segundo año, de la primera conjugación; amabo, amabis, amabit. El estudio se nos hacía pesado porque casi no traducíamos, y sólo se nos exigía de memoria el recitado de los casos y las conjugaciones. En general, se abusaba de nuestra memoria y lo atribuía yo al atraso del plantel, infatuado como estaba por mi experiencia modernizante de la escuela de Eagle Pass. En esta última, la memoria quedaba circunscrita a la aritmética y al deletreo.13

Y el colmo, decía Vasconcelos, era que hasta en las clases de geografía e historia se recurriera a un método memorístico y se agobiara a los alumnos con la inútil repetición de los nombres de los departamentos de Francia; la lista de los reyes de ese mismo país; de los emperadores aztecas y de la dinastía de Nezahualcóyotl. Por esa inconformidad, en una ocasión se negó a dar la clase, lo que le valió la reprimenda del profesor Evaristo Díez, quien —reflexionaba tiempo después— le hizo un bien al llamarlo pedante, porque lo era. 13

Ibidem, pp. 93 y 79.

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42 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx Sigue narrando que le interesaron un poco más “los personajes y los episodios de la mitología griega”, aunque también se le olvidaron una vez pasado el examen. Esta preferencia —que también afloró cuando encabezó la Secretaría de Educación Pública— puede explicarse por las lecturas que compartía con su madre y otros integrantes de la familia, y por la gran cantidad de libros que descubrió y leyó en la biblioteca, que era, según su festiva descripción, “el santuario del Instituto”.14 Con la terminación de los exámenes y tranquilizado por un éxito fácil, pude aumentar las horas destinadas a la lectura. Por lo común pasaba las mañanas encerrado en la biblioteca […] Por la noche, mientras mi madre atendía a preparar la cena en la cocina misma […] le hacía yo el relato de lo leído en el día o le leía en voz alta algún volumen.15

En ese tiempo que José Vasconcelos vivía, sobrellevaba cátedras que le enfadaban y leía con avidez, estuvo de visita en Campeche un hombre admirado por él, a quien vio pasar rodeado de mucha gente frente al Instituto: Joaquín Baranda, ex gobernador del estado y a la sazón ministro de Justicia en Instrucción Pública, lo que le inspiró un pensamiento premonitorio: “También yo podría caminar despreocupado a la cabeza de una multitud”.16 Y aunque aseguraba que esos pensamientos no le seducían, relataba que al mirar al director, el médico Patricio Trueba, pasar por el corredor del instituto para entrar a la rectoría, se veía él también “de Rector, atravesando las galerías con arcadas de un colegio más grande que el campechano…”.17 Presentimientos y aspiraciones aparte, José Vasconcelos terminó los estudios equivalentes a secundaria en el Instituto Campechano el año 1898, después de lo cual se marchó a la capital. Idem. Idem. 16 Idem. 17 Idem. 14 15


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En la metrópoli, a la Escuela Nacional Preparatoria Desde los días en que le negaban la inscripción en el Instituto Campechano, José Vasconcelos pensó que era mejor ir a estudiar a la Ciudad de México. Así se lo hizo saber a su papá en son de reclamo y berrinche, como lo asienta también en Ulises criollo; mas —a finales del siglo xix— una familia como la suya no permitía tan fácilmente que un adolescente de 14 años se separara del hogar. En Campeche había opciones para hacer estudios superiores pero, igual que a José, hay indicios de que al resto de sus familiares no les asentaba el clima del lugar. Doña Carmen, por ejemplo, tuvo algunos quebrantos de salud y hubo de ser atendida por don Patricio Trueba, que le recomendó “reposo y cambio de clima”18 y la remitió temporalmente a un lugar fuera del puerto para paliar sus males que, a la postre, resultaron más graves que una simple falta de adaptación al cálido y húmedo entorno. Lola, una de las hermanas de José, padeció cólicos “en apariencia hepáticos”,19 lo que también ameritó la atención del galeno director del Instituto Campechano. Cuando el hijo mayor concluyó sus estudios básicos y estaba un poco más crecido, don Ignacio, preocupado por la salud de su gente —sobre todo de su esposa—, decidió volver con ellos, menos José, a Piedras Negras donde, por cierto, antaño habían disfrutado de prosperidad. Nos ubicamos en el año 1899 y vemos a la familia Vasconcelos Calderón reinstalada temporalmente en la Ciudad de México. Antes de partir rumbo a la frontera norte a reunirse con su esposo, Carmen instaló en casa de unas conocidas suyas al muchacho que ese año se inscribió en la Escuela Nacional Preparatoria. 18 19

Ibidem, p. 93. Idem.

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El joven JosĂŠ Vasconcelos en sus ĂŠpocas de estudiante; hacia principios del siglo xx.


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Nuevas críticas pedagógicas y una nota fúnebre Ingresó a la preparatoria, en calidad de “perro”, decía Vasconcelos recordando la jocosa y zahiriente clasificación que los estudiantes de niveles superiores imponían a los de nuevo ingreso, y tuvo que cursar materias de diferentes grados. Otra vez se vio afectado por la descoordinación curricular. Rememoraba esa época, ensalzaba otra, y aprovechaba la ocasión para volver a sus reflexiones sobre el sistema de enseñanza: Repartióse mi tiempo entre las clases de varios años; por ejemplo: ya no repetí geografía, pero me atrasaron en matemáticas. No tuve que cursar inglés, pero me faltaban pruebas de dibujo. El currículum preparatoriano se ajustaba a la síntesis positivista aderezada por Barreda. Con la ufanía propia de la edad aceptábamos sin discusión el supuesto de que nuestro método era el mejor del mundo. Ni siquiera sospechábamos que lo mejor del colegio, sus edificios suntuosos, era obra de una edad negada por nuestra enseñanza, pero más fecunda que nuestro tiempo. Entraba sin prejuicios a un establecimiento que mi madre creía laico, pero no sectario.20

A guisa de aclaración, un apunte histórico: en diciembre de 1896 Porfirio Díaz expidió nuevas leyes en materia de instrucción pública con base en un proyecto elaborado por Ezequiel Adeodato Chávez Lavista. A raíz de eso se reformaron planes y programas de estudio de la Escuela Nacional Preparatoria; se establecieron cursos semestrales; se redujo a cinco años el ciclo de enseñanza media; se introdujeron, como contrapeso de las disciplinas científicas tan caras al positivismo, nuevas materias humanísticas (Griego, Latín, Literatura Universal y Nacional, Geografía, Historia, Lógica, Ideología, Psicología y Moral); además, se reestructuró la administración de la institución. 20

Ibidem, p. 103.

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46 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx Como sucede con todas las reformas, ésta, conocida como Plan Chávez, tuvo apoyadores y detractores, pero permaneció en vigor hasta 1901. De manera que durante la estancia de José Vasconcelos en la Escuela Nacional Preparatoria la enseñanza no era estrictamente positivista. En ese tiempo era director del plantel el licenciado Vidal Castañeda y Nájera, fiel seguidor de la propuesta pedagógica de don Ezequiel Chávez.21 Para continuar con el devenir familiar de Vasconcelos anotemos que, de vuelta en Piedras Negras, los males físicos de Carmen Calderón aumentaron; sus cartas se espaciaron, y aunque don Ignacio le llegó a mencionar en sus misivas esa situación, José no advirtió que el caso era tan grave y, a poco de vivir solo en la capital, por vía telegráfica, recibió la noticia de que su madre había muerto. Se refugió en lances mundanos; en el disfrute de la zarzuela y otros géneros que, amén de escenas sensuales y provocativas, aguijoneaban con sarcasmos teatrales la realidad social y política del momento, que tampoco era de su agrado. Cuando pasó el duelo, continuó con decisión sus estudios.22 José Vasconcelos fue a Piedras Negras en sus primeras vacaciones de la preparatoria para compartir el luto con sus hermanas y su padre. Al término de ese periodo de asueto, mientras don Ignacio llevó al resto de su familia a Ciudad Juárez, donde fue reasignado por la oficina de aduanas, José volvió a la Ciudad de México cuando se reanudaron las clases. Superó con facilidad los Hernández Luna, Juan, Ezequiel A. Chávez. Impulsor de la educación mexicana, México: Facultad de Filosofía y Letras de la unam, 1981, p. 48. Cfr. Página de la Escuela Nacional Preparatoria/unam, Plantel 4; ¿Quién fue Vidal Castañeda y Nájera? (1836-1903), disponible en: http://enp4.unam.mx/tuplantel/vidal.html; Rovira Gaspar, María del Carmen, Ezequiel A. Chávez ante la condición humana, Facultad de Filosofía y Letras/ unam, julio de 2006, disponible en: http://www. ensayistas.org/critica/generales/C-H/mexico/chavez.htm. Dirección General de la Escuela Nacional Preparatoria/ unam; Antecedentes de la Escuela Nacional Preparatoria; disponible en: http://dgenp.unam.mx/acercaenp/anteced.html 22 Vasconcelos, op. cit., pp. 116, 143, 177, 184 y ss. 21


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restantes cursos preparatorianos, profundizó en la lectura y fue incorporándose a los círculos intelectuales de la capital.

Jurisprudencia, por eliminación En 1901, cuando frisaba los 19 años, el joven oaxaqueño concluyó su formación preparatoria, donde reconocía haber recibido la influencia —entre otros maestros— de quien para entonces ya era subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra, hombre “tolerante y culto y al final de sus días converso”.23 Ingresó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia “por eliminación”, confesaba. Se consideraba sin aptitudes para el cálculo, así que descartó la carrera de ingeniería; rehuía de la enseñanza memorística y ajena a la filosofía de las ciencias de la salud, por lo que decidió no seguir la de medicina, y aunque la disciplina legal le resultaba antipática, “ofrecía la ventaja de asegurar una profesión lucrativa y fácil”. Sin ambages declaraba: “En rigor, era mi pobreza la que me echaba a la abogacía”.24 Mientras cursaba la carrera de derecho, por recomendación del juez Jesús Uriarte, trabajó por poco tiempo como amanuense en una notaría. Después pasó a ser secretario del juzgado civil a cargo del mismo Uriarte quien, no obstante ser elegido senador en 1904, siguió atendiendo un despacho privado en el que Vasconcelos fue su auxiliar.25 En 1905 obtuvo el título de abogado con la tesis Teoría dinámica del derecho. Trabajó como agente del Ministerio Público Federal en Durango. Pronto renunció y comenzó a trabajar en la Ciudad de México para el despacho neoyorquino Warner, Johnson & Galston.

Idem. Idem. 25 Idem. 23 24

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Justo Sierra, abogado y literato; fue ministro de Educación en la última etapa del Gobierno de Porfirio Díaz y promovió la fundación de la Universidad Nacional de México.


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Nuevos amigos; nuevas responsabilidades familiares y profesionales En el trayecto de sus estudios superiores José Vasconcelos afianzó la amistad que había comenzado a entablar con otros jóvenes de entonces que más tarde serían reconocidos intelectuales como Alfonso Cravioto, Antonio Caso, Alfonso Reyes, Isidro Fabela y Miguel Alessio Robles. Su padre, casado en segundas nupcias después de enviudar, había continuado por algunos años a cargo del resto de la familia. Cuando comenzó a trabajar con más regularidad, el joven abogado asumió esa responsabilidad, siempre con el apoyo económico de don Ignacio, que seguía trabajando en la provincia. Por el rumbo de Tacubaya se estableció José Vasconcelos con su abuela Perfecta y sus hermanos menores. Después tuvo a su cuidado dos hogares, porque a finales de 1906 se casó en Tlaxcala con Serafina Miranda, una antigua conocida de su familia materna, originaria de Tlaxiaco, Oaxaca. Al año siguiente, cuando ya era más conocido como postulante y asesor legal de algunas empresas, hizo las gestiones necesarias para ingresar al Colegio de Abogados. En esa misma época publicó —prácticamente como ópera prima— la tesis que había presentado para graduarse en la Escuela de Jurisprudencia.26

El Ateneo de la Juventud, contra el positivismo porfirista Las muestras de hartazgo y rebeldía contra el régimen de Porfirio Díaz comenzaron a hacerse más notorias desde los últimos años del siglo xix; pero sobre todo en los primeros del xx. Había protestas en la prensa, en las fábricas, en las haciendas, en las calles de pueblos y ciudades, y en los círculos intelectuales ajenos al grupo 26

Ibidem, pp. 236 y ss.

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50 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx de los científicos (denominación irónica aplicada a los pensadores partidarios del gobierno). Por ejemplo, un grupo de jóvenes universitarios se reunían —al estilo de la Academia de Letrán y de otras tertulias del siglo xix— a mediados de la primera década del siglo xx para discutir temas filosóficos, literarios, políticos, educativos y culturales en general. De esas asambleas —en 1906— surgió primero la revista Savia Moderna, dirigida por Alfonso Cravioto y Luis Castillo Ledón e ilustrada por Diego Rivera y otros artistas plásticos. En la publicación, que se autodescribía como “Revista mensual de arte”, escribían Manuel de la Parra, Antonio Caso, Ricardo Gómez Robelo, Jesús Villalpando, Eduardo Colín, Roberto Argüelles Bringas, Rafael Cabrera, Pedro Henríquez Ureña, Max Henríquez Ureña y Rodolfo Nervo, entre varios más. Aparte de difundir la cultura y el arte, ensayos y poesía, Savia Moderna promovía otras publicaciones culturales y de análisis; servía de enlace entre agrupaciones artísticas y culturales. Los textos contrarios al positivismo menudearon en ella desde la llegada de Pedro Henríquez Ureña, filólogo, escritor y crítico nacido en la República Dominicana.27 Para mantenerse en la palestra intelectual y política, el mismo grupo de estudiantes, algunos ya nuevos profesionistas, conformaron una Sociedad de Conferencias que operó entre 1907 y 1908 y, finalmente, constituyeron El Ateneo de la Juventud: […] empresa cultural a la que se le atribuyen grandes hazañas: derrumbar el positivismo, renovar la identidad mexicana, dar un sentido filosófico a la Revolución de 1910 y haber intentado nuevas prácticas en la producción y divulgación del conocimiento. La conjunción de este grupo de jóvenes pensadores, que apenas alcanzaban Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe/unam, Revista Savia Moderna, disponible en: http://www.cialc.unam.mx/Revistas_literarias_y_culturales/PDF/Fichas/Savia_Moderna.pdf 27


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles los 25 años en promedio, marcó un antes y un después en la vida cultural de México.28 La creación del Ateneo de la Juventud marcó la ruptura entre la nueva generación y la tradición literaria decimonónica; iba en contra de una educación oficial científica y positiva nacida de la Reforma y establecida en el Porfiriato, y que alejó de las aulas el cultivo de las humanidades.29

Esta asociación, nacida el 28 de octubre de 1909, conocida después como Ateneo de México, también tuvo entre sus integrantes a Alfonso Reyes, Carlos González Peña, Julio Torri, Jesús T. Acevedo, hasta sumar casi un centenar, y como primer líder a Antonio Caso. Promovió una nueva visión de México y Latinoamérica mediante exposiciones, conferencias, concentraciones públicas, foros, banquetes y cátedras. Uno de sus logros más reconocidos fue la fundación en 1912 de la Universidad Popular de México para contrastarla con la Universidad Nacional de México, que se había reabierto en 1910, casi al final del porfiriato. El centro de enseñanza superior fundado por los ateneístas, que atendió preferentemente a obreros y personas de escasos recursos económicos, funcionó hasta 1920.

Vasconcelos maderista El mismo año que participó en la fundación del Ateneo de la Juventud, 1909, Vasconcelos conoció personalmente a Francisco I. Madero, aunque ya tenía referencias del prócer coahuilense por Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, El Ateneo de la Juventud marcó un antes y un después en la historia cultural de México, Comunicado No. 1834/ 2009, México, 03 de noviembre de 2009, disponible en: http://www.conaculta. gob.mx/detalle-nota/?id=2417#.UkUawNI3t4E 29 Del Villar, Jorge, Ateneo de la Juventud. Jóvenes con ideales de cambio, Cultura Colectiva, México, 2012, disponible en: http://culturacolectiva.com/ateneo-dela-juventud-jovenes-con-ideales-de-cambio/ 28

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Reuni贸n en la cual Madero acept贸 la candidatura presidencial, en agosto de 1911; en el extremo derecho (sentado) se observa a Jos茅 Vasconcelos.


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el libro La sucesión presidencial. Opuesto también a la dictadura de Porfirio Díaz, cuando comenzaba a ser reconocido en el foro y en los círculos intelectuales, José María Albino se unió al movimiento revolucionario, dentro del cual le confirieron el cargo de editor del semanario El Antirreeleccionista, periódico oficial del partido opositor más conocido de la época. En esa misma temporada, uno de los abogados estadounidenses con quienes trabajaba le pidió que lo acompañara en calidad de intérprete a entrevistarse con un personaje “muy importante”. Cuando acordó, Vasconcelos estaba, ni más ni menos, frente a Porfirio Díaz: —¿De dónde es usted? —¿Se llama? ¿Hijo de quién...? ¡Ah! Nieto de Calderón. Y dígame, ¿cómo está Carmita? —Murió… —etcétera. Se había acordado de la niña que cuarenta años antes preparaba las vendas con que se curaba la herida el patriota.

Ésa es la transcripción del diálogo directo —parece que único— entre José Vasconcelos y el “amo de los mexicanos”, según su apunte, a quien no encontró “simpático ni extraordinario”.30 En 1909 también nació su primer hijo, a quien puso por nombre José Ignacio del Carmen Vasconcelos Miranda. Combinó el ejercicio profesional con su labor directa en la política y las tareas del Ateneo, donde en 1910 pronunció la conferencia Gabino Barreda y las ideas contemporáneas. Además, publicó trabajos que, igual que la conferencia, se reputaron ofensivos para el régimen porfirista. La policía trató de aprehenderlo para castigarlo, pero logró escapar. Se instaló temporalmente en Nueva York, donde realizó trabajos de escribiente y traductor. Además, allá se documentó para posteriormente escribir su libro Estudios indostánicos. 30

Vasconcelos, op. cit., p. 278.

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Durante el poco tiempo que gobernó, Francisco I. Madero desoyó consejos —entre ellos los de Vasconcelos— que le advertían de peligros inminentes.


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Pasada la efervescencia por sus opiniones volvió a México y, ante el fraude electoral de 1910, arreció su activismo en favor de la revolución convocada por Madero, cuya fase armada debía comenzar el 20 de noviembre de ese año. Sobrevino el martirio de los hermanos Serdán en Puebla y el 20 de noviembre de 1910 comenzaron más bien simbólicamente las hostilidades; pero poco a poco la lucha fue subiendo de tono. Al siguiente año, 1911, Vasconcelos colaboró con el ingeniero potosino Camilo Arriaga en el fracasado complot para apoderarse del cuartel y la oficina recaudadora de rentas de Tacubaya. Huyó a San Antonio y entró en contacto con maderistas que operaban allá. Para seguir apoyando el movimiento viajó a Washington, donde trabajó con el doctor Francisco Vázquez Gómez, representante de Madero en la capital estadounidense.

Renuncia Díaz, triunfa Madero Cundió el movimiento armado, lo que orilló a Porfirio Díaz a firmar los Tratados de Ciudad Juárez —en mayo de 1911— por los que se comprometió a renunciar. El dictador salió del país y fue relevado por Francisco León de la Barra, que fungió como presidente hasta noviembre de 1911. Vasconcelos, de vuelta en México, intervino en la convención del Partido Constitucional Progresista que postuló a Francisco I. Madero y José María Pino Suárez como candidatos a presidente y vicepresidente. Fue entonces cuando —aseguran sus biógrafos— el pensador oaxaqueño creó el lema “Sufragio efectivo. No reelección”.31 Madero y Pino Suárez triunfaron en los comicios extraordinarios de octubre de 1911 y comenzaron a gobernar el 6 de noviembre siguiente. Cárdenas Noriega, Joaquín, José Vasconcelos. Caudillo cultural, México: Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 2008, p. 379.

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56 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx El año del triunfo de Madero nació su hija María del Carmen, y Vasconcelos volvió a instalarse como litigante. Además, en reconocimiento a sus méritos intelectuales, profesionales y políticos, fue nombrado presidente del Ateneo de la Juventud, que poco después pasó a llamarse Ateneo de México. La mayor parte de los miembros del gabinete de Madero no habían participado en la lucha revolucionaria. Es más, varios de ellos eran identificados como opositores a ese movimiento o, incluso, partidarios del depuesto régimen porfirista. […] por aquellos días comenzó a decirse: Madero va a gobernar con sus enemigos contra sus amigos […] Madero, ya en la Presidencia, continuaba pensando que los problemas fundamentales del país eran políticos y que éstos habían sido resueltos; continuaba creyendo en la magia de las palabras “Sufragio efectivo y No reelección”; pero el sufragio efectivo, la no reelección y la libertad meramente política de nada le servían al proletariado de las ciudades y de los campos, para quienes parecía que se habían hecho todos los males de la tierra y ninguno de sus bienes.32

Lo anterior provocó los alzamientos armados de Emiliano Zapata, que unas semanas después de la toma de posesión del nuevo presidente —el 25 de noviembre— proclamó en Morelos el Plan de Ayala, y de Pascual Orozco que, en marzo de 1912, lanzó en Chihuahua el Plan de la Empacadora, mediante el cual exigía a Madero cambios políticos, sociales y económicos. Otro levantamiento, encabezado por el general Bernardo Reyes, había ocurrido también en noviembre de 1911. Su líder fue recluido en la cárcel de Tlatelolco de la Ciudad de México. Pasando por alto las opiniones de varios colaboradores suyos, Madero comisionó para combatir a Orozco y Zapata a Victoriano Silva Herzog, Jesús, Breve historia de la Revolución Mexicana, México: Fondo de Cultura Económica, Colección Popular, 1973, pp. 231-232.

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Huerta, ingeniero y militar que escoltó a Porfirio Díaz hasta Veracruz cuando salió rumbo al destierro, pese a que el viejo dictador no confiaba plenamente en él. Huerta no pudo sofocar el movimiento zapatista; pero se apuntó varias victorias en el norte, donde incluso tuvo diferendos con Pancho Villa porque los villistas fueron acusados del robo de un caballo. Pretendía fusilar a Villa, pero sólo consiguió que lo encarcelaran unos días.

Sublevación felicista y Decena Trágica Félix Díaz Prieto —sobrino de Porfirio Díaz— era un militar de carrera; pero como beneficiario del régimen anterior, era enemigo irreconciliable de Madero, por lo cual se dio de baja de las fuerzas armadas en agosto de 1912. Se instaló en el puerto de Veracruz y desde allá urdió un plan golpista contra el Gobierno constituido hacía menos de un año. El 16 de octubre de 1912 lanzó una proclama —conocida como Plan Felicista— en la que denostaba a Madero, criticaba su administración y ofrecía el restablecimiento de la paz. "Logró sublevar en contra del gobierno al 21 batallón que guarecía el puerto de Veracruz, al mando del coronel Díaz Ordaz, pariente suyo. Siete días después los sublevados no pudieron resistir al ataque de la columna militar enviada desde México al mando del general Joaquín Beltrán".33 “El sobrino del tío”, como desde antes era conocido para aludir a su falta de méritos personales, fue condenado a muerte; pero aduciendo que había renunciado al ejército y que por lo tanto debía ser enjuiciado por tribunales del fuero común, promovió un amparo y un juez federal suspendió su ejecución. Madero, resuelto a cumplir la ley, decidió respetar aquella resolución, no obstante que muchos allegados le sugerían fusilar a Félix Díaz para escarmiento de otros individuos y grupos levantiscos. 33

Ibidem, p. 276-277.

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58 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx El sublevado fue remitido a la cárcel de Lecumberri en la capital del país, desde donde siguió conspirando contra la administración maderista. Menos de cuatro meses después, el 9 de febrero de 1913, Bernardo Reyes y Félix Díaz fueron sacados de las prisiones donde se encontraban. Algunos mandos militares y tropas destacamentadas en la Ciudad de México se rebelaron en contra del Gobierno y trataron de tomar el Palacio Nacional. Bernardo Reyes murió en el intento; pero Félix Díaz, al mando de los rebeldes, se apoderó de La Ciudadela, un importante depósito de pertrechos y armas. El general Lauro Villar, fiel a Madero, resultó herido en la defensa del Palacio Nacional el 9 de febrero y su lugar como jefe de la plaza militar fue puesto en manos de Victoriano Huerta. Grave error, pues, como se demostró después, Huerta estaba de acuerdo con los alzados y recibía apoyo del embajador de Estados Unidos —Henry Lane Wilson— para eliminar al presidente y usurpar el cargo. La situación se complicó; los alzados y sus cómplices tomaron ventaja, Madero y Pino Suárez fueron aprehendidos, obligados a renunciar y, finalmente, asesinados el 22 de febrero de 1913. A la renuncia del presidente y del vicepresidente, Pedro Lascuráin, entonces secretario de Relaciones Exteriores, fue puesto en la Presidencia; nombró secretario de Gobernación a Victoriano Huerta y, cuarenta y cinco minutos después de haber entrado en funciones, renunció. Fue entonces cuando, consumado el golpe de Estado, Huerta se instaló en el poder.


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En el constitucionalismo, contra Huerta José Vasconcelos había permanecido un tanto alejado del círculo del poder durante el Gobierno de Francisco León de la Barra y en lo que iba de la gestión de Francisco I. Madero; pero al enterarse de la segunda rebelión de Félix Díaz visitó al presidente de la República para advertirle del riesgo que representaba confiar a Victoriano Huerta la plaza militar de la capital. Las prevenciones de Vasconcelos tampoco inquietaron a Madero. Consumada la traición de Victoriano Huerta, en 1913, Vasconcelos se adhirió al Plan de Guadalupe —que desconocía al Gobierno golpista— y colaboró con Venustiano Carranza, que en la misma proclama fue nombrado Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Vasconcelos fue agente confidencial del carrancismo en Inglaterra y Francia. Viajó a Europa junto con Juan Sánchez Azcona y Miguel Díaz Lombardo para cabildear y evitar que los Gobiernos de esos países financiaran o proporcionaran armas a la nueva dictadura. Aprovechó su estancia en el viejo continente para conocer España. Huerta enfrentó dificultades internas e internacionales. Entre estas últimas la intervención de tropas estadounidenses en abril de 1914 que, después de un altercado con fuerzas que resguardaban Tampico, invadieron el puerto de Veracruz. Uno de los intentos diplomáticos más conocidos para zanjar el conflicto surgido entre Estados Unidos y México a raíz de la invasión fueron las conferencias realizadas entre mayo y junio de 1914 en Niágara Falls, población de la provincia de Ontario, Canadá, donde actuaron como mediadores diplomáticos de Argentina, Brasil y Chile. El Gobierno de Huerta envió a Canadá tres emisarios —Emilio Rabasa, Luis Elguero y Agustín Rodríguez— con “instrucciones de no tratar asuntos interiores de México”. La delegación estadounidense, por órdenes del presidente Wilson que no reconocía a Huerta,

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Juan Sรกnchez Azcona fue agente del carrancismo en Europa junto con Vasconcelos.


Miguel Díaz Lombardo, otro compañero de José Vasconcelos en la causa constitucionalista.


62 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx y fiel a una inveterada práctica de su Gobierno— acordó con el principal opositor de ese momento —Venustiano Carranza— que también mandara representantes a las pláticas. Los comisionados del constitucionalismo fueron Rafael Zubarán y José Vasconcelos, instruidos para ser “solamente observadores”.34

Breve paso por la Escuela Nacional Preparatoria En el sur del país las hostilidades fueron menos notorias; pero las tropas contrarias a Huerta comenzaron ganando batallas y ocupando plazas importantes principalmente en el norte del país. Álvaro Obregón por el occidente; Francisco Villa por el centro, y Pablo González por el este, momentáneamente unificados en torno a los planes y aspiraciones de Carranza, enfilaron sus respectivos ejércitos hacia el centro —y cada vez dominaron más territorios— con el propósito de derrocar al controvertido presidente. Ante la inminente derrota, Victoriano Huerta salió de la capital el 14 de julio de 1914 y al día siguiente, 15 de julio, presentó su renuncia. Antes había designado ministro de Relaciones Exteriores a Francisco Carvajal para que, de conformidad con la Constitución de 1857, ocupara la Presidencia. El nuevo encargado del Ejecutivo aceptó la rendición de las fuerzas federales con la firma de los Tratados de Teoloyucan, el 14 de agosto de 1914. Huerta y Carvajal salieron del país. Carranza, aunque se instaló en el Palacio Nacional, no quiso ser nombrado entonces presidente, sino Primer Jefe del Ejército Constitucionalista Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión; nombró su gabinete Rubio de Ita, Amparo, La Revolución triunfante. Memorias del General de División Guillermo Rubio Navarrete, México: Editorial Libros en Red, Colección Historia, 2006, p. 138.

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y, entre otros colaboradores, designó a José Vasconcelos Calderón —que recién volvía de sus misiones en el extranjero— director de la Escuela Nacional Preparatoria. Vasconcelos, hombre de letras y partidario de la paz, aunque involucrado en la lucha revolucionaria, renegaba de las atrocidades cometidas por todas las facciones. Pero los detentadores del poder necesitaban confirmar su estatus con la adhesión incondicional de todos, beligerantes y no beligerantes, políticos, pensadores, etcétera. Había reinstalado su despacho de abogado; alternaba ese trabajo con la dirección de la Escuela Nacional Preparatoria y —pese a su cercanía con el Primer Jefe— dedicaba buena parte de su tiempo a tratar de enmendar los atropellos de los carrancistas, que lo mismo se apoderaban de casas lujosas que encarcelaban villistas llegados a la capital en misión de paz. Tales conductas le acarrearon presiones y represalias: “Lo entrevista un reportero a quien le manifiesta que no hace declaraciones porque no desea aumentar la discordia existente entre facciones. El reportero carrancista, aleccionado, concluye: “Entonces usted no se define”. A lo que Vasconcelos contesta: “Muy bien; si quiere usted tomarlo así diga que no me defino, hagan lo que quieran”.35 Fue cesado del cargo de director de la preparatoria, aprehendido y encarcelado en la Inspección de Policía el 8 de octubre de 1914. Una noche se descolgó por un balcón y se fugó; un amigo le dio refugio e intercedió ante el general Felipe Ángeles para que lo llevara en su convoy hasta Aguascalientes, donde participó en una histórica reunión.

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Cárdenas Noriega, Joaquín, op. cit., p. 40.

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Antonio I. Villarreal, protagonista de la Convenci贸n de Aguascalientes.


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En la Convención de Aguascalientes Para entonces, México se hallaba totalmente desestabilizado y la lucha entre las facciones revolucionarias provocaba muerte, pobreza, desasosiego y temor. Carranza y otros caudillos coincidieron en la necesidad de parar esa inercia destructora, por lo que el jefe del Constitucionalismo convocó a una reunión de militares con mando de fuerzas y gobernadores de los Estados, cuyas primeras cuatro sesiones se realizaron en la sede de la Cámara de Diputados.36 Sin embargo, la unidad era sólo aparente y otros jefes militares operaron para que dicha junta se trasladara a Aguascalientes, lo que finalmente, a despecho de Carranza, ocurrió. Allá fue Vasconcelos a encontrarse con viejos amigos, como el profesor Antonio Irineo Villarreal, que actuaba como presidente de los debates en la que terminó por llamarse Convención Militar Revolucionaria y se registró en la memoria popular como Convención de Aguascalientes. Villarreal le encargó un estudio jurídico de la convención a fin de darle la fundamentación necesaria para que todos los participantes cumplieran sus resolutivos y la nación se reencauzara por las vías del orden y la legalidad. El trabajo se tituló La Convención Militar de Aguascalientes es soberana. Otra celebrada intervención de José Vasconcelos en la Convención de Aguascalientes fue un discurso en el que ensalzó la memoria y el ejemplo de Francisco I. Madero. En los días de la convención, por medio de Martín Luis Guzmán y Enrique Llorente, Vasconcelos recibió una invitación para cenar con Francisco Villa: “de sweater, erguido, más bien alto que bajo, robusto, saltones los ojos y por boca casi un belfo”, el caudillo norteño lo recibió con un abrazo: “¡Cuánto gusto de verlo! Pensamos mucho en usted cuando lo apresó Carranza. ¿Por qué no se vino antes?”. 36

Silva Herzog, Jesús, op. cit., p. 156.

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Eulalio Guti茅rrez, presidente nombrado por la Convenci贸n de Aguascalientes, y parte de su gabinete, en el que Vasconcelos fue ministro de Educaci贸n P煤blica y Bellas Artes.


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Se volvieron a encontrar cuando el Gobierno convencionista lo envió como parte de una comisión a pedirle a Villa que depusiera las armas y, aunque lo prometió, nunca lo hizo. Aparentemente afables las dos entrevistas; pero a la postre Vasconcelos tuvo tan mala opinión del guerrillero duranguense como la que tenía de casi todos los demás caudillos combatientes de ese periodo.37

A la cartera de Educación del primer Gobierno convencionista Mientras Carranza —lejos de la Convención en todos los sentidos— salía de la capital a principios de noviembre de 1914 rumbo a Córdoba para esperar la desocupación de Veracruz a fin de instalar su Gobierno en ese puerto, los cabecillas reunidos en Aguascalientes nombraron presidente provisional al general coahuilense Eulalio Gutiérrez, quien se trasladó primero a San Luis Potosí, después a Querétaro y, finalmente, cuando consideró que estaba despejada de carrancistas, a la Ciudad de México. El primer presidente surgido de la Convención de Aguascalientes nombró a José Vasconcelos titular del Ministerio de Educación Pública y Bellas Artes, cargo que cerca del final del porfiriato había desempeñado su maestro Justo Sierra Méndez. En el desempeño de esa responsabilidad visitó junto con Eulalio Gutiérrez la Escuela Nacional Preparatoria, que poco antes había dirigido por un breve lapso. Ahí escuchó los primeros clamores en pro de la autonomía universitaria en voz de Antonio Caso, a la sazón director del plantel.38 Carranza, instalado en Veracruz, seguía promulgando leyes y, en general, ejerciendo como Encargado del Poder Ejecutivo; Cárdenas Noriega, Joaquín, op. cit., p. 41 y ss. Taracena, Alfonso, José Vasconcelos, México: Editorial Porrúa, Colección “Sepan cuantos…”, 2005, p. 18.

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68 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx Villa y Zapata continuaban luchando en sus respectivas regiones —los tres desconocidos por los convencionistas— en tanto que Eulalio Gutiérrez y su ministro de Educación, José Vasconcelos, proyectaban federalizar la enseñanza.39

Caída de Gutiérrez; exilio de Vasconcelos Villa entró a la capital, donde se asegura que llegó “al grado de asaltar con su tropa la casa del presidente provisional; pistola en mano exige que renuncie, pero ante el valor, serenidad y decisión del presidente Gutiérrez, jura nuevamente fidelidad, lo que nunca cumplió”.40 Forzados por la irrupción villista y la cada vez más fuerte presencia zapatista, Eulalio Gutiérrez y su gabinete —incluido José Vasconcelos— salieron de la Ciudad de México el 13 de enero de 1915 con la intención de instalarse en San Luis Potosí, donde se concentraban fuerzas leales a su Gobierno. Hicieron alto en Pachuca y a partir de ese punto el avance hacia el norte fue difícil, entre derrotas, acechanzas de tropas enemigas y deserciones. Poco tiempo estuvieron en San Luis; marcharon más al norte. En Saltillo, los escasos miembros del gabinete que aún permanecían fieles a Gutiérrez se repartieron el resto del tesoro público que tenían a su cargo —5 000 pesos en oro—. Vasconcelos recibió 1 250. De ahí, con la desilusión de un gobierno fallido a cuestas, se encaminó rumbo a Nueva York.41 Asociación 50° Maestro de la Hispanidad, Página de la iniciativa cultural para conmemorar el cincuenta aniversario del fallecimiento de don José Vasconcelos (30. VI.1959 - 30.VI.2009), disponible en: http://cincuentenariojosevasconcelos.blogspot.mx/2008/09/hacia-la-madurez-por-la-agitacin.html; Cfr. Betancourt Cid, Carlos (Introducción, selección y notas), La creación de la Secretaría de Educación Pública. José Vasconcelos, México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2011, pp. 13 y 14. 40 Cárdenas Noriega, Joaquín, op. cit., p. 48. 41 Vasconcelos, José, La Tormenta, México: Ediciones Botas, 1948, p. 25. 39


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Eulalio Gutiérrez pretendía ser reconocido como presidente por el Gobierno de Estados Unidos y encomendó a Vasconcelos viajar a Washington para hacer las gestiones conducentes. El ministro de Educación, que también atendía las relaciones internacionales, hostilizado por fuerzas carrancistas de las que logró escapar, pasó por la frontera de Nuevo León a Nuevo Laredo, Texas; viajó a Nueva Orleans y de ahí a Nueva York, donde se instaló. Fue a la capital estadounidense; pero la administración de Woodrow Wilson terminó por reconocer —en octubre de 1915— al Gobierno de Carranza. Los líderes de la Convención de Aguascalientes intentaban mantenerse en la lucha por la Presidencia y a la salida de Eulalio Gutiérrez de la capital fueron nombrados sucesivamente otros dos convencionistas encargados del despacho: Roque González Garza y Francisco Lagos Cházaro; pero fue Gutiérrez quien rindió sus tropas ante Carranza, que se afianzó en el poder. Al enterarse, Vasconcelos, desilusionado de sus andanzas y fracasos políticos, resentido con los cabecillas de todas las corrientes, se dedicó a profundizar sus estudios filosóficos refugiado en bibliotecas de Nueva York.

Nuevas publicaciones, docencia y trabajos varios Separado de la vida pública, a partir de antiguas y nuevas lecturas, escribió su segundo libro, Pitágoras, una teoría del ritmo, publicado originalmente por la revista Cuba contemporánea en La Habana, en 1916. Ese año también apareció, pero en Madrid, su obra dramática Prometeo vencedor. Ambos trabajos, al igual que su Monismo estético denotan la inclinación que tenía por la cultura griega. La falta de ingresos lo obligó a migrar rumbo al sur. Contratado por las Escuelas Internacionales de Schenectady se trasladó

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70 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx a Lima para trabajar como director de la agencia de esa institución en Perú. Aprovechó la estancia en ese país para relacionarse con el medio académico y pronunció en la Universidad de San Marcos una de sus conferencias más aclamadas: El movimiento intelectual contemporáneo en México, en la que resumió los antecedentes y los primeros años del Ateneo. El mismo año 1916 terminó una relación extramarital que desde los tiempos de Madero como presidente sostuvo con Elena Arizmendi, mujer a la que en sus memorias llama Adriana. Recomendada por el entonces titular del Ejecutivo, la señora acudió al despacho de Vasconcelos para que la patrocinara en un litigio. De los servicios profesionales pasaron a la amistad y, con el tiempo, a un romance que duró varios años. Al año siguiente, 1917, cuando en México Carranza parecía consolidarse como el hombre fuerte, sobre todo porque el Congreso Constituyente convocado por él había terminado de elaborar la nueva Carta Magna, Vasconcelos renunció al trabajo que desempeñaba en Lima y volvió a Estados Unidos. Radicó en Texas y posteriormente alternó su residencia entre Nueva York y California. En el exilio José Vasconcelos exploró algunos negocios en sociedad con empresarios estadounidenses —exportar maquinaria agrícola a Sudamérica y operar una flota naviera para transportar granos a Europa, por ejemplo—; pero el fin de la Primera Guerra Mundial arruinó tales proyectos comerciales42 por lo que, siempre atento al devenir histórico de México, se concentró en la escritura de nuevos libros; entre ellos, Estudios indostánicos, en el que exalta el misticismo y la energía de antiguas culturas orientales.

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Ibidem, p. 519.


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Declive de Carranza En esa época recibió por telégrafo la noticia de que su padre había muerto. Su esposa y sus hijos también radicaban en Estados Unidos. Él seguía esperando con paciencia la caída de Carranza y algunos acontecimientos incrementaron su esperanza de ver el fin del constitucionalismo y de volver a México. Por ejemplo, el 10 de abril de 1919, en la hacienda de Chinameca, fue asesinado Emiliano Zapata, quien al frente del Ejército Libertador del Sur había mantenido su reclamo de “Tierra y libertad” en el estado de Morelos y en regiones cercanas a él, opuesto abiertamente al militar coahuilense para entonces ya investido como presidente de la República. El coronel Jesús Guajardo, que había cumplido órdenes directas de Pablo González, fue ascendido a general por el presidente y premiado con una fuerte suma de dinero por eliminar a Zapata, lo que exacerbó los ánimos de varios sectores políticos contra Carranza. Por otra parte, queriendo dar continuidad a su régimen, el mandatario trató de imponer como sucesor al ingeniero Ignacio Bonillas, que hasta antes de ser postulado candidato a la Presidencia era embajador en Washington. La imposición de Bonillas relegaba a Álvaro Obregón que, por su participación en la lucha revolucionaria, se consideraba con méritos suficientes para contender en los comicios. Obregón y sus partidarios veían venir la maniobra de Carranza y con anticipación comenzaron a operar dentro y fuera del país para evitarla. El general sonorense —al que achacaba haber traicionado la herencia de la causa maderista en la Convención de Aguascalientes— visitó en California a José Vasconcelos a fines de 1919 y, a modo de reconciliación, lo invitó a participar en la lucha por deponer al viejo líder constitucionalista. Más adelante, Vasconcelos recibió la visita del general Antonio I. Villarreal, con quien había colaborado en la Convención de

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72 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx Aguascalientes. Le llevaba una invitación del entonces gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta, para que volviera de inmediato a la Ciudad de México. La irritación contra Carranza había crecido y la oposición se aglutinó principalmente en torno del Plan de Agua Prieta que, proclamado el 23 de abril de 1920 por De la Huerta y Plutarco Elías Calles, desconoció a Venustiano Carranza. Álvaro Obregón y muchos otros militares se les sumaron y el movimiento de los sonorenses cundió con tal rapidez que el presidente optó por huir de la Ciudad de México hacia Veracruz —donde unos años antes había asentado su Gobierno—; pero el convoy en que viajaba sufrió asedios y ataques desde que salía de la capital. En un punto donde los rieles habían sido levantados Carranza y sus acompañantes se vieron obligados a bajar del tren; prosiguieron a caballo, quizá buscando el rumbo del norte del país, porque los militares destacamentados en Veracruz ya se habían adherido a los de Agua Prieta. El 20 de mayo de 1920, Venustiano Carranza y quienes se mantuvieron fieles a él hasta el final decidieron pernoctar en Tlaxcalantongo, Puebla. Casi al amanecer del día 21, mientras descansaba en una choza a las afueras de esa población, el depuesto presidente murió bajo la metralla de soldados al mando del general Rodolfo Herrero. José Vasconcelos dejó su versión de esta etapa en el libro La caída de Carranza. De la dictadura a la libertad, recopilación de artículos que es como una adhesión literaria al Plan de Agua Prieta. Eso se vislumbra desde el prólogo: El derrocamiento del carrancismo fue obra de las ideas más que de las armas, y puede afirmarse que resultó de una explosión de conciencias indignadas. Se realizó sin batallas. Los mismos que antes habían combatido con la espada, comprendieron que en


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles aquellos momentos era más eficaz el poder de la idea, y convirtiéndose en oradores y periodistas.43

Escrita cuando los hechos eran muy recientes, la obra refleja la animadversión del autor —entonces aliado con los vencedores, de los que más tarde también renegó— contra Carranza, a quien llamó el “más nefasto, el más corrompido; el último de nuestros dictadores”.

Vasconcelos, José, La caída de Carranza. De la dictadura a la libertad, México: Imprenta Murguía, 1920, p. VII.

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Adolfo de la Huerta, aliado de Obreg贸n y Calles en Agua Prieta. Despu茅s se distanci贸 de ellos.


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Comienza su máxima labor educativa

Con De la Huerta, en la rectoría de la Universidad El Congreso nombró presidente provisional para completar el periodo que terminaba el 30 de noviembre siguiente a Adolfo de la Huerta. El nuevo mandatario convocó a elecciones para el 26 de octubre, en las que resultó electo Álvaro Obregón. De la Huerta realizó en poco tiempo una intensa labor de pacificación en varios rumbos del país. Lo más notorio de su gestión en este aspecto fue convencer a Francisco Villa de que abandonara la lucha armada e instalara una colonia agrícola en Canutillo, Durango. También se asesoró de intelectuales y escritores, entre ellos José Vasconcelos, a quien nombró rector de la Universidad Nacional de México, dependiente todavía del Gobierno federal. Desde ese cargo, Vasconcelos organizó campañas de alfabetización en las que dio participación a muchas mujeres. Quería “poner la Universidad al servicio de la Revolución”.44 Siempre provocador y controversial, Vasconcelos comenzó por destituir a funcionarios y profesores identificados con el carrancismo y desde el día que tomó posesión comenzó a delinear el proyecto educativo nacional que más tarde encabezaría: Llego con tristeza a este montón de ruinas de lo que antes fuera un Ministerio que comenzaba a encauzar la educación pública por los senderos de la cultura moderna […]. Afirmo que esto es un desastre pero no por eso juzgo a la Universidad con rencor […]. En estos Matute, Álvaro, “Los años revolucionarios (1910-1934). Aparición del caudillismo”, en Von Wobeser, Gisela et al., Historia de México, México: Fondo de Cultura Económica, Secretaría de Educación Públia, Academia Mexicana de Historia, 2010, p. 237.

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José Vasconcelos, hacia principios de la década de los años veinte, cuando fue rector de la Universidad Nacional de México.


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles momentos yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo.45

Su propuesta fundamental fue la federalización de la enseñanza como paso previo para crear la Secretaría de Educación Pública, suprimida por Carranza en 1917. Reincorporó la Escuela Nacional Preparatoria a la Universidad, promovió campañas de higiene y aseo personal y ordenó que se eximiera de cualquier pago por servicios educativos a los estudiantes pobres.46 Durante su estancia en la rectoría creó el escudo y el lema de la Universidad: un mapa de América Latina sobre una alegoría de volcanes y nopales con una leyenda que dice: Por mi raza hablará el espíritu que, explica Vasconcelos, encierra la “convicción de que la raza nuestra, elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima”.47

El programa de lectura y la educación indígena, con sendas observaciones Apeló a la solidaridad de los habitantes de pueblos y ciudades que sabían leer y escribir para conformar un enorme equipo de alfabetizadores honorarios. La respuesta social fue favorable. Se rodeó de intelectuales y artistas; obtuvo apoyo del gobierno para editar la revista El Maestro —dirigida por Enrique Monteverde y Agustín Loera y Chávez— que contenía temas literarios, históricos y técnicos; así como para publicar traducciones de obras clásicas, y para importar algunas escritas en castellano (El Quijote y el Diccionario de la lengua española, entre estos últimos). Vasconcelos, José, Discursos, México: Ediciones Botas, 1950, p. 12. Universidad Nacional Autónoma de México, Acerca de la UNAM/ UNAM en el tiempo, disponible en: http://www.unam.mx/acercaunam/es/unam_tiempo/ unam/1920.html 47 Vasconcelos, José, Discursos, op. cit., p. 13. 45 46

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78 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx Relativamente pronto estuvieron en circulación por todo el país La Ilíada, La Divina Comedia, la Historia Universal de Justo Sierra, libros de Geografía, de Literatura y de muchas otras materias. Después, con textos seleccionados por Gabriela Mistral, Salvador Novo, Jaime Torres Bodet, José Gorostiza, Francisco Monterde, Xavier Villaurrutia y otros escritores, ilustrados con trabajos de los artistas plásticos más reconocidos de entonces —Roberto Montenegro, José Clemente Orozco y Enrique Fernández Ledesma, por ejemplo— aparecieron dos tomos de Lecturas clásicas para niños.48 Aparte de las obras anteriores se repartieron millones de libros con lecturas básicas y materias elementales. De todas maneras, hubo quienes criticaron en su momento y objetan hasta nuestros días esa cuantiosa inversión de recursos que pudieron emplearse en la reconstrucción del país. También se ha cuestionado la utilidad didáctica de dar a leer a personas recién alfabetizadas textos ajenos a su cultura, en vez de ponerlas primeramente en contacto con las producciones literarias de su propio entorno. Vasconcelos abordó ese asunto en la parte de sus memorias relativa a la etapa en que fungió como rector de la Universidad, titulada El Desastre: …no se puede enseñar a leer sin dar qué leer. Y nadie ha explicado por qué se ha de privar al pueblo de México […] de los tesoros del saber humano que están al alcance de los más humildes en las naciones civilizadas […] Cerrados se mantuvieron aún al argumento decisivo, o sea la necesidad de conocer en nuestro idioma y no en idiomas ajenos, las ideas esenciales de todos los tiempos.49

La educación establecida dentro de esa cruzada para los indígenas —Vasconcelos decía invariablemente “indios”— es otro aspecto que ha generado polémicas. El polígrafo oaxaqueño proponía Cárdenas Noriega, Joaquín, José Vasconcelos 1882-1982. Educador, político y profeta, México: Editorial Océano, 1982, pp. 73-74. 49 Vasconcelos, José, El Desastre, México: Editorial Jus, 1958, pp. 37-38 y 96. 48


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aplicar un mismo sistema para toda la población, alfabetizar en castellano independientemente del origen étnico y seguir, decía él, la “intuición genial” de los antiguos misioneros —inspiradores de las Misiones Culturales, uno de sus proyectos más recordados— que habían abandonado la práctica “de aplicar a los indios métodos especiales y ubicación escolar separada”.50 Durante muchas décadas se impuso esa idea y los resultados no fueron halagadores. Hoy en día muchos pedagogos, lingüistas, etnólogos, sociólogos, maestros y miembros de las mismas comunidades indígenas pugnan para que la educación de los pueblos originarios se ajuste a sus concepciones particulares del mundo, del hombre y la cultura, en sus propias lenguas; pero ese importante rubro sigue siendo en gran parte una asignatura pendiente.

Desayunos, bibliotecas y un afortunado experimento escolar Consciente de que los educandos también necesitan nutrir el cuerpo, el rector Vasconcelos creó una Comisión de Desayunos Escolares. Para financiar esa labor, mediante una circular fechada el 15 de abril de 1921, invitó a los trabajadores de la Universidad a que hicieran aportaciones monetarias. Él hizo la primera cooperación y el reparto de esas raciones alimenticias comenzó el 9 de mayo siguiente. El ingeniero Roberto Medellín fue jefe de la mencionada comisión.51 La creación de bibliotecas fue otro logro importante del rectorado de José Vasconcelos. Durante su gestión, conformadas por unos 20 000 ejemplares, se fundaron en el país casi doscientas bibliotecas entre escolares, municipales y obreras. En medio de esa efervescencia educativa incluso se instaló, a guisa de experimento, 50 51

Idem. Cárdenas Noriega, Joaquín, José Vasconcelos 1882-1982, op. cit., p. 82.

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80 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx una especie de escuela piloto en la Colonia de la Bolsa —por donde hoy se ubica la colonia Morelos del Distrito Federal—, que era extremadamente pobre. Su propósito era “redimir al hampa” y las primeras tareas de los alumnos, antes de lavarse el cuerpo, eran “barrer las calles y limpiar las atarjeas” para, después de tomar el desayuno, abocarse a estudiar sus lecciones.52 Los buenos resultados obtenidos en La Bolsa otorgaron a Vasconcelos un pase casi automático para hacerse cargo de la secretaría que estaba por fundarse.

Creación de la Secretaría de Educación Pública Casi desde que comenzó a ejercer como rector y jefe del Departamento Universitario, José Vasconcelos hizo giras por el país para entusiasmar a los habitantes de estados y territorios con la propuesta de crear la Secretaría de Educación Pública y federalizar el servicio educativo. Fundamentaba su iniciativa explicando que en 1917 se había suprimido el antiguo Ministerio de Instrucción y Bellas Artes —que por cierto sólo tenía competencia en el Distrito y Territorios Federales— con la intención de otorgar a los gobiernos locales y municipales competencia en la materia. Pero esas instancias carecían de la estructura operativa y de los recursos financieros para cumplir con esa función; en cambio, el Gobierno federal sí estaba en aptitud de coordinar y otorgar el servicio educativo en todo el territorio nacional. Tal como se aprecia en apartados anteriores, bajo la dirección de Vasconcelos el Departamento Universitario comenzó a ejecutar de facto una política educativa de pretensiones nacionales, tal como correspondería a una secretaría federal del ramo, lo que sirvió como prueba de que el proyecto era posible. 52

Vasconcelos, José, El Desastre, México: Editorial Jus, 1958, pp. 42, 43, 44.


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A partir de esos antecedentes, en septiembre de 1920 terminó y dio a conocer la propuesta legislativa que desde años atrás tenía en mente:53 Una estructura departamental básica —Escuelas, Bibliotecas y Bellas Artes— sería la coordinadora general del trabajo educativo. A ella se sumarían como auxiliares un Departamento de Desanalfabetización, con funciones obvias, y un Departamento Indígena, cuya función sería “preparar al indio para el ingreso a las escuelas comunes, dándole primero nociones del idioma español”. Las dependencias ideadas por Vasconcelos se repartían el trabajo de la siguiente manera: el Departamento Escolar, la enseñanza teórica y práctica de las diferentes ramas de las ciencias; el Departamento de Bibliotecas pondría toda clase de libros a disposición de los alumnos, pero sobre todo de jóvenes y adultos que no estuviesen recibiendo instrucción escolarizada, y el Departamento de Bellas Artes coordinaría la enseñanza de música, dibujo, gimnasia y toda clase de disciplinas estéticas, de modo que, operando juntos en las escuelas primarias, los tres contribuyeran a la formación integral de los educandos. El proceso pasó primero por una reforma constitucional; después se ordenó remodelar el antiguo Convento de la Encarnación para erigir la sede de la nueva secretaría. La obra, iniciada en junio de 1921 y terminada un año después, fue dirigida por el ingeniero Federico Méndez Rivas, y decorada —a invitación de Vasconcelos— entre 1923 y 1928 por Diego Rivera con murales al fresco que plasman diversas escenas de la vida nacional. Momento culminante fue la promulgación —el 29 de septiembre de 1921— del decreto correspondiente, emitido después de pasar el proyecto por el tamiz del Poder Legislativo y la revisión del presidente con otros asesores. La nueva norma incluyó algunas variantes; pero en esencia refleja la idea vasconceliana inicial. He aquí un fragmento: 53

Idem.

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82 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx ÁLVARO OBREGÓN, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes, hago saber: Que el Congreso de la Unión, se ha servido dirigirme el siguiente DECRETO El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos decreta: ARTÍCULO PRIMERO. Se establece una Secretaría de Estado, que se denominará Secretaría de Educación Pública. ARTÍCULO SEGUNDO. Corresponde a la Secretaría de Educación Pública, entretanto se expide la ley completa de Secretarías del Estado, que asigne definitivamente sus dependencias a dicha Secretaría, lo siguiente: Universidad Nacional de México, con todas sus dependencias actuales, más la Escuela Nacional Preparatoria; Extensiones Universitarias; Dirección de Educación Primaria y Normal; todas las escuelas oficiales, primarias, secundarias y jardines de niños del Distrito Federal y Territorios sostenidos por la Federación; Escuela Superior de Comercio y Administración; Departamento de Bibliotecas y Archivos; Departamento Escolar; Departamento de Educación y Cultura para la raza indígena; Departamento de Bellas Artes; Escuelas e instituciones docentes que en lo sucesivo se funden con recursos federales; Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología; Conservatorio Nacional de Música; Academias e Institutos de Bellas Artes, que con recursos de la Federación, se organicen en los Estados; Conservatorios de Música que se creen en los Estados con fondos federales; Museos de Arte e Historia que se establezcan, ya sea en el Distrito Federal o en los Estados, con fondos federales; Inspección General de Monumentos Artísticos o Históricos; El fomento del Teatro Nacional; En general, el fomento de la educación artística del pueblo, por medio de conferencias, conciertos, representaciones teatrales, musicales o de cualquier otro género; Academia Nacional de Bellas Artes; Talleres Gráficos de la Nación, dependientes del Ejecutivo; La


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles propiedad literaria, dramática y artística; La exposición de obras de arte y la propaganda cultural por medio del cinematógrafo, y todos los demás medios similares y las representaciones y concursos teatrales, artísticos o culturales en cualquiera parte del país; Pensionados en el extranjero.54

Esa disposición data del 29 de septiembre de 1921. Una vez que fue publicada —el 3 de octubre de 1921— y entró en vigor, el presidente Obregón designó al titular de la nueva dependencia.

Más escuelas, más profesores El 12 de octubre siguiente tomó posesión como primer secretario de Educación Pública José Vasconcelos. Por cierto, nombró como su secretario particular a Jaime Torres Bodet. Intensificó el trabajo iniciado desde la rectoría de la Universidad: apertura de escuelas y bibliotecas, edición de libros, promoción de exhibiciones artísticas y conciertos en plazas públicas; organización de la enseñanza en todos los niveles y capacitación de docentes, cuyo número aumentó considerablemente, pues mientras en 1919 se contabilizaban 9 560 profesores de educación primaria en el país, en 1921 ya había 23 312. Aún rector de la Universidad, Vasconcelos había creado la Dirección General de Enseñanza Técnica que, ya creada la sep, siguió a cargo de las escuelas para formar ferrocarrileros, trabajadores textiles, maestros constructores, profesores de tecnologías, operarios de artes gráficas, taquimecanógrafos, así como de las mineras, industriales y comerciales. En 1923, dentro de los terrenos de la antigua hacienda llamada Santo Tomás de los Tepetates, en el Distrito Federal, se inauguró el Instituto Nacional de Estudios Políticos, A.C., Memoria Política de México, México: 2010 (Sección Textos), versión en DVD.

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Jos茅 Vasconcelos como secretario de Educaci贸n.


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Instituto Técnico Industrial, antecedente del Instituto Politécnico Nacional, que en el mismo sitio tiene ahora la Unidad Profesional Lázaro Cárdenas, donde operan varias escuelas y dependencias, así como el Canal 11 de televisión.

Misiones culturales, apoyo al arte y a la industria editorial Vasconcelos extendió la cobertura de las Misiones Culturales por toda la República, principalmente en pequeños poblados y comunidades indígenas. La función educativa toma entonces las características de una misión, y el maestro rural el perfil de un moderno misionero que debía trabajar como un guía social en una nueva cruzada educativa y revolucionaria, así las Misiones Culturales reunían a un equipo de maestros especializados en pedagogía, educación física, higiene, agricultura y pequeñas industrias, además de actuar como trabajadores sociales y consejeros legales mientras se desplazaban por el país capacitando a los profesores rurales. Entre sus tareas debían conocer la geografía de la región, las características de cada comunidad, las creencias, alimentación, enfermedades corrientes de la población y el estado económico de la zona, además de idear la construcción de pozos de agua y mejorar las condiciones de las huertas y de las casas. […] El proyecto era convertir a la escuela rural en centro de la vida de cada comunidad y a partir de ella transformarla material y espiritualmente bajo los principios de la solidaridad social y el amor a la patria por formar parte de una comunidad nacional.55

Landa Rocha, Yolanda Viridiana (Productora), Historia de la educación en México. Las Misiones Culturales, Televisión Educativa/sep; disponible en: http:// www.youtube.com/watch?v=1s4qyRJNaNY 55

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El entonces secretario de Educaci贸n, Jos茅 Vasconcelos, apoy贸 a los muralistas mexicanos, entre otros a Diego Rivera, que aparece a su izquierda en esta imagen.



88 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx Una labor complementaria del flamante secretario de Educación Pública consistió en apoyar el trabajo creativo de todo tipo de artistas, entre ellos, de manera relevante, a los principales exponentes del entonces naciente movimiento muralista mexicano Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Roberto Montenegro. Desde el departamento de Bellas Artes de la sep también promovió festivales de música, danzas y artes populares. Puso las bases de las actuales ferias del libro, específicamente la que cada año se realiza en el antiguo Palacio de Minería de la Ciudad de México, ya que durante su gestión se organizó en ese histórico edificio la Feria del Libro y las Artes Gráficas, en 1924.

Estudiantes extranjeros lo aclaman; estudiantes mexicanos le reclaman En 1922 viajó a Brasil como embajador especial para representar a México en las fiestas del centenario de ese país. Aprovechando su estancia en América del Sur visitó Uruguay, Argentina y Chile, donde recabó información e impresiones que plasmó después en el libro La raza cósmica (1925). Durante 1921 había participado como vicepresidente del Primer Congreso Internacional de Estudiantes y en 1923, tras su viaje por el Cono Sur, fue nombrado —por jóvenes universitarios colombianos, peruanos y panameños— Maestro de la Juventud de América. En contraste con lo anterior, durante esa misma época se distanció de estudiantes mexicanos que protagonizaban violentas protestas y de algunos de sus viejos compañeros del Ateneo que apoyaban a los manifestantes. Hubo reclamos por cambios de planes y programas; se alzaban de nuevo algunas voces en pro de la autonomía de la Universidad; pero no hay que olvidar el entorno político general: el Gobierno de Álvaro Obregón se acercaba a su fin y comenzaron los reacomodos


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con miras a la sucesión presidencial de 1924. Por ejemplo, Plutarco Elías Calles, secretario de Gobernación, y Adolfo de la Huerta, secretario de Hacienda, renunciaron a sus cargos porque aspiraban a ser candidatos. Vicente Lombardo Toledano, director de la Escuela Nacional Preparatoria —entonces dependiente de la sep— fue declarado cesante porque el secretario Vasconcelos consideró que estaba usando a la institución y a sus alumnos para apoyar al Partido Laborista y a la Confederación Regional Obrera Mexicana (crom), cuyo líder era Luis N. Morones. Destituido Lombardo, se solidarizaron con él y renunciaron Antonio Caso, rector de la Universidad, y Pedro Henríquez Ureña, director de la Escuela de Verano y Jefe de Intercambio Universitario, entre otros. Sobrevino una huelga de estudiantes que también respaldaban al director depuesto y se produjeron enfrentamientos graves.56

Últimas acciones en la

sep

y renuncia

Cuando a finales de 1923 supo que el presidente Obregón impondría a Calles como candidato a sucederlo, José Vasconcelos se distanció del entonces titular del Ejecutivo. Todavía en 1924, cuando el país sorteaba la inquietud que provocaban la disputa electoral y un nuevo levantamiento armado —la Rebelión delahuertista— Vasconcelos inauguró las bibliotecas Cervantes e Iberoamericana, el Estadio Nacional, la Escuela Industrial Gabriela Mistral y la Escuela Benito Juárez. Otros acontecimientos habían generado en Vasconcelos opiniones discordantes con las del presidente. El otorgamiento de condiciones ventajosas de operación a las compañías petroleras estadounidenses a cambio del reconocimiento del Gobierno de su país para el régimen obregonista —Tratados El Universal, 23 de agosto de 1923, p. 10; Excélsior; 23 de agosto de 1923, p.1; Excélsior; 25 de agosto de 1923, p.1.

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Plutarco ElĂ­as Calles, presidente de MĂŠxico de 1924 a 1928; fundador del pnr y caudillo del Maximato.



92 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx de Bucareli—; el asesinato de Francisco Villa —el 20 de julio de 1923— y la eliminación del senador campechano Francisco Field Jurado —el 23 de enero de 1924—, que se oponía al arreglo recién firmado con Estados Unidos y era simpatizante de Adolfo de la Huerta como aspirante presidencial, figuran entre los sucesos más importantes que disgustaron a Vasconcelos. Cuando mermó el apoyo financiero y político para su labor, y crecieron las tensiones con Obregón —más atento a la sucesión que a la educación—, el 30 de junio de 1924 renunció. La dimisión se hizo efectiva el 2 de julio siguiente y fue relevado por el médico sinaloense Bernardo J. Gastélum; pero la intensa obra realizada en la Secretaría de Educación Pública quedó como el mérito más alto que se reconoce a José Vasconcelos.

Candidato en Oaxaca; vuelta al periodismo y la literatura Antes de renunciar, Vasconcelos había recibido la invitación de muchos oaxaqueños para que fuera candidato a gobernador de su estado natal, a pesar de que había vivido muy poco tiempo ahí. Participó en unas elecciones muy cuestionadas contra el general Onofre Jiménez —favorito de Calles— quien, pese a la protesta popular, fue declarado ganador. Vasconcelos enfrentó al aparato oficial con base en las actas de conteo e impugnó las elecciones por la vía legal. Todo fue inútil. Así se narra en un texto reciente: En la historia contemporánea de Oaxaca se recuerdan las elecciones para gobernador de 1924 porque uno de los contendientes fue José Vasconcelos Calderón, de origen oaxaqueño pero formado por circunstancias familiares fuera del terruño […]. Como otros hombres de la época se distanció del sucesor de Obregón, el general Plutarco Elías Calles, luego de que, según su decir, la firma de


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles los Tratados de Bucareli y el asesinato del senador Field Jurado en el contexto de la rebelión delahuertista lo llevaron a renunciar al cargo de responsable del ramo educativo nacional [...] Su contendiente no podía ser otro que un exponente del grupo defensor de la pareja Obregón-Calles, Onofre Jiménez […] Jiménez resultó oficialmente el triunfador; este resultado fue impugnado por los vasconcelistas y su candidato […] Con el apoyo del centro, la legislatura integrada por personeros de los partidos que apoyaron a Jiménez declararon (sic) a éste nuevo gobernador.57

Después del intento fallido de ser gobernador de Oaxaca, Vasconcelos empezó a escribir en El Universal. Opinaba casi de todo; hasta de medicina, homeopatía y remedios naturistas para polemizar con médicos que tildaba de “envenenadores”. En esta misma etapa editó la primera época de la revista La Antorcha, en la que colaboraron Vito Alessio Robles, Julio Torri y Carlos Peciller. La publicación, de corte político y cultural, estuvo en circulación pocos meses, de octubre de 1924 a enero de 1925. Para entonces publicó también los ensayos Ideario de acción, Teoría de los cinco estados y La revulsión de la energía.

Rumbo a Europa; encuentros, viajes, cursos y conferencias Había comenzado el Gobierno de Plutarco Elías Calles, con quien no se sentía identificado, así que decidió viajar rumbo a Europa en el verano de 1925. Hizo escala en La Habana para exponer una conferencia en la universidad. Llegó a España durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera; hizo declaraciones públicas en favor de los republicanos y frecuentó a algunos de ellos. Publicó Ruiz Cervantes, Francisco, La institucionalización de la Revolución / La aventura vasconcelista en Arrioja, Luis A. et al., Oaxaca, Historia Breve, México: Secretaría de Educación Pública-Colegio de México-Fideicomiso Historia de las Américas-Fondo de Cultura Económica, 2010, pp. 211-212.

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94 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx en Barcelona La raza cósmica, una exaltación de los pobladores de América Latina como la esperanza para un nuevo mundo. A finales de 1925, después de ir y venir por diferentes ciudades y capitales europeas se instaló en París. Ahí se enteró de que José Santos Chocano había asesinado en Lima al joven escritor y académico Edwin Elmore, quien se había puesto de su parte con motivo de un debate intelectual y político que sostuvo meses atrás en la prensa mexicana, peruana y de otras partes del continente con el poeta peruano. Vasconcelos y Santos Chocano habían polemizado sobre la cercanía de cada uno de ellos —y de otros literatos, como Leopoldo Lugones— con caudillos y dictadores de sus respectivos países.58 Durante 1926, Plutarco Elías Calles seguía consolidando su poder y ocurrían los primeros sucesos que desembocaron en la Guerra Cristera, José Vasconcelos volvió a América: invitado por la Universidad de Puerto Rico, pronunció una serie de siete conferencias reunidas bajo el título Indología. También dictó varias charlas en Santo Domingo, a donde llegó a instancias del Ministerio de Educación. Después fue a la Universidad de Chicago, donde expuso en sucesivas pláticas un trabajo titulado Aspects of Mexican Civilization. En Europa coincidió con el poeta tabasqueño Carlos Pellicer y junto con él recorrió parte de la Península Itálica, Sicilia, Tierra Santa, Damasco y Egipto, donde los confundieron con braceros, pues cuando le dijeron a un italiano dueño de un restaurante que iban a Luxor les respondió que podían quedarse a trabajar con él, que necesitaba gente para el servicio.59 Siempre atento a los sucesos políticos, con la marca de la controversia por delante, asistió en 1927 al Congreso Antiimperialista de Bruselas, que fue convocado por la Liga Contra el Imperialismo y la Opresión Colonial, un organismo de orientación comunista. Taracena, Alfonso, José Vasconcelos, México: Editorial Porrúa, Colección “Sepan cuantos…”, 2005, pp. 77, 78 y ss. 59 Ibidem, pp. 77 y 87. 58


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Fue como representante del Partido Nacionalista de Puerto Rico y, ya en la reunión, las delegaciones hispanoamericanas que, a diferencia de los organizadores se declaraban anticomunistas, acordaron que Vasconcelos fuera el vocero de todas ellas. Ahí coincidió, entre muchos otros personajes, con Jawaharlal Nehru, años después fundador de la República India, y los célebres intelectuales franceses Henri Barbusse, Ferdinand Buisson y Albert Fournier. Hizo otro viaje al continente americano para instituir en la Universidad de Chicago el curso de Sociología Hispanoamericana. Regresó a París y emprendió un paseo con su familia por Padua, Núremberg, Estrasburgo, Berlín y Londres. De vuelta en Estados Unidos, impartió su curso en la Universidad de Chicago; además, visitó Brooklyn y Boston, donde dictó algunas conferencias.

Una añeja aspiración José Vasconcelos abrigó la esperanza de buscar la Presidencia quizá desde los tiempos de la Secretaría de Educación Pública, cuando llegó a ser uno de los miembros más destacados del gabinete de Álvaro Obregón; pero pesó más la alianza establecida por éste con Calles en los campos de batalla y en Agua Prieta, por encima incluso de las pretensiones del otrora correligionario de ambos, Adolfo de la Huerta. En 1924, los generales sonorenses le habían cerrado el paso en Oaxaca; pero en 1927, más experimentado en lides internacionales; con el prestigio ganado en universidades extranjeras, y confiado en que los mexicanos rechazarían que Obregón se reeligiera, Vasconcelos se fijó como meta, ya no una gubernatura, sino la silla presidencial. Así lo confirma una entrevista publicada por el New York Times el 19 de junio de 1927 en la que dijo que autorizaba que se discutiera su postulación como candidato a la Presidencia de

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96 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx la República en la Convención Antirreeleccionista que estaba por realizarse en la Ciudad de México, siempre y cuando se adoptara el programa de gobierno que proponía: Respeto efectivo a la vida humana; respeto a las libertades públicas; agrarismo radical pero constructivo; fomento de la pequeña propiedad; desamortización de los bienes de los líderes enriquecidos durante la Revolución; educación de las masas conforme a los métodos mexicanos; trabajo obligatorio para salvar al país de la miseria en que lo ha puesto el abuso de la política y la ignorancia en los procedimientos de la Reforma; defensa y desenvolvimiento de los recursos nacionales, [y] libertad religiosa.60

Sin embargo, Vasconcelos y sus apoyadores no repararon en un requisito establecido por la Constitución de 1917: para ser candidato a presidente se requería haber residido en el país durante todo el año previo al día de la elección. Poco después de las declaraciones del ex secretario de Educación en Nueva York, cuando el tiempo ya estaba encima, un grupo de constituyentes carrancistas hicieron esa observación, de la que también dio cuenta el diario estadounidense. Los periódicos mexicanos también lo mencionaban en esa época como posible protagonista de los comicios en puerta. De todas maneras, la Convención Antirreeleccionista no eligió a Vasconcelos como su candidato para contender en 1928 contra Obregón, en beneficio de quien se hizo una reforma constitucional que reinstalaba la reelección. Lo más que hicieron los convencionistas fue brindarle al pensador oaxaqueño un “caluroso aplauso” por su honestidad y sus atributos intelectuales.61

60 61

Ibidem, pp. 89 y 90. Idem.


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El lance definitivo y malogrado en pos de la Presidencia Al año siguiente, 1928, Vasconcelos cumplió ordinariamente sus compromisos académicos: estancia en la Unión Americana para impartir su curso en Chicago, coordinación de los trabajos del Instituto sobre legislación agraria de México fundado allá, e impartición de conferencias durante sus días libres en universidades cercanas. En esa misma temporada dictó una charla en la International House de Nueva York sobre la situación de México y la intervención de Estados Unidos en los asuntos de su vecino del sur, durante la cual causó revuelo por aludir a la intromisión estadounidense en las elecciones que se disputaban entonces en Nicaragua y al desembarco de sus tropas en ese país centroamericano. Una actividad constante para él fue escribir y mientras corrían los sucesos recién narrados terminó el libro Metafísica, que se publicó unos meses después. Lo mismo que a principios de la década de los años veinte, cuando aguardaba la caída de Carranza para reintegrarse a la política mexicana, José Vasconcelos se fue a vivir con su familia a Los Ángeles en 1928 a fin de esperar el mejor momento para el regreso.

La muerte de Obregón precipitó su retorno La oportunidad llegó mucho antes de lo que Vasconcelos pensaba: el 17 de julio de 1928, poco después de ser declarado triunfador en las elecciones presidenciales, en el contexto de la Guerra Cristera —pero siempre dentro de la vorágine política general—, murió Álvaro Obregón, por lo que hubo que designar presidente provisional, nombramiento que recayó en el abogado tamaulipeco Emilio Portes Gil, quien debía convocar a elecciones extraordinarias. Comenzaba el maximato, periodo en que dominó la escena política el llamado Jefe Máximo de la Revolución, Plutarco Elías Calles.

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98 ¶ Trilogía magisterial, siglo xx Vasconcelos y los integrantes del Centro Revolucionario de Principios —encabezado por el profesor José A. Luna— que inicialmente lo postuló, en esta ocasión calcularon bien los tiempos y organizaron su regreso para el 10 de noviembre de 1928, antes incluso de que Portes Gil tomara posesión. El futuro candidato ingresó por la frontera de Nogales, Sonora, donde pronunció una arenga memorable de la que reproducimos un breve fragmento: Vuelvo a la patria después de uno de esos lapsos de dolorosa ausencia y me sorprende la fortuna al llegar... para revelarme la fuerza que late en el pueblo... para decirme por la voz de los compatriotas aquí reunidos y por las voces de otros muchos hermanos que es la hora del destino la que vuelve a ofrendamos una ocasión salvadora. Y hay razón para que nos preguntemos todos afanosamente si va a pasar otra vez en balde la ocasión […] ¡México, levántate!... La más grave de las amenazas de toda tu historia se urde en estos instantes en la sombra; pero aún hay fuerza en tus hijos para la reconquista del destino. Deja que los menguados vacilen... tus hombres están ya en pie; y por el viento pasan himnos de regeneración y de victoria. ¡Adelante! ¡A la Victoria!62

Ahí dio inicio una intensa campaña durante la cual se volcó el apoyo popular en favor de José Vasconcelos que, entre otras propuestas, anunciaba que de llegar a la Presidencia dejaría acéfala la Secretaría de Educación para atenderla directamente y que, para destinarle la mayor parte del presupuesto, suprimiría gastos innecesarios —los que se hacían, por ejemplo, para mantener tantos contingentes de fuerzas armadas. La intelectual Antonieta Rivas Mercado, hija del famoso arquitecto Antonio Rivas Mercado, constructor de la Columna de Instituto Nacional de Estudios Políticos, A.C., Memoria Política de México, México: 2010 (Sección Textos), versión en DVD.

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la Independencia, separada de su marido, Albert Edgard Blair, con quien había procreado un hijo, se sumó con entusiasmo a la gira proselitista de Vasconcelos, con quien finalmente sostuvo un apasionado romance.

Derrota y nuevo exilio El aspirante del Partido Nacional Antirreeleccionista tuvo que enfrentarse a la enorme maquinaria oficial del recién fundado Partido Nacional Revolucionario (pnr) que postuló al ingeniero michoacano Pascual Ortiz Rubio. En la contienda menudearon los actos violentos, la intimidación y la represión contra vasconcelistas que, pese a todo, abarrotaban las plazas públicas. Luego de las elecciones —que se realizaron el 17 de noviembre de 1929— se otorgó el triunfo al candidato callista. Hubo protestas y más represión —como la matanza de simpatizantes de Vasconcelos en Topilejo, al sur de la Ciudad de México, en febrero de 1930—; el candidato derrotado había intentado organizar un levantamiento popular contra el fraude —Plan de Guaymas, lanzado el 10 de diciembre de 1929, en el que se proclamó presidente electo—; pero sus seguidores se dispersaron y él, decepcionado, se refugió en Estados Unidos. Antonieta, que vivía en Estados Unidos atemorizada por la violencia que generó la lucha electoral, volvió a México en 1930 por su hijo y lo llevó con ella a París. A lo largo de 1930 Vasconcelos viajó por Estados Unidos, América Central, Francia y España. Daba conferencias y cada que tenía oportunidad hacía declaraciones o escribía en la prensa sobre el fraude electoral que había padecido el año anterior. A finales de enero de 1931 se reunió en París con Antonieta Rivas Mercado quien, presa de una crisis emocional arrastrada por años, se suicidó el 11 de febrero siguiente de un balazo dentro de la Catedral de Notre-Dame.

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JosĂŠ Vasconcelos en la campaĂąa presidencial de 1929.


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Vasconcelos seguía en contacto con intelectuales y estudiantes mexicanos y latinoamericanos que lo invitaban a dar conferencias, como una que impartió en La Sorbona en esa temporada. En abril de 1931 reapareció La Antorcha, que en esta segunda época se publicó en Madrid y París hasta septiembre de 1932. Desde la revista, el ex candidato exacerbó sus reproches contra la política de México y sus gobernantes. Continuó su labor literaria con la publicación de los ensayos Pesimismo alegre y Ética. Para 1932 lo encontramos en Madrid, donde siguió escribiendo su Estética. Vivió con su familia en la capital española y después en Asturias. Frecuentó las tertulias organizadas por intelectuales y académicos. En esas andanzas conoció al filósofo José Ortega y Gasset, con quien no hizo buenas migas. En cambio, tuvo mejor relación con el ensayista, filósofo, crítico y periodista Eugenio d’Ors, el diplomático y escritor Ramiro de Maeztu y el dramaturgo, poeta y novelista Ramón de ValleInclán. Partícipe en las reuniones de la Sociedad Española de Amigos del Arte, leyó partes de La raza cósmica ante los miembros de esa institución. En 1933 José Vasconcelos se mudó de España a Argentina. Radicado en Buenos Aires comenzó a trabajar en la Universidad Nacional de La Plata como conferencista. Allá mismo le publicaron De Robinson a Odiseo: pedagogía estructurativa, libro que reseña su trabajo como responsable de la política educativa en México. Durante ese lapso también publicó el libro de relatos La sonata mágica y Carta a la intelectualidad mexicana (1933), además de Bolivarismo y Monroísmo (1934), en el que distingue el ideal hispanoamericano de crear una federación integrada por todos los pueblos de habla hispana del continente —bolivarismo— opuesto al ideal anglosajón de incorporar a las naciones hispánicas al imperio estadounidense —monroísmo— mediante el señuelo del panamericanismo.

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102 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Cárdenas liquida el maximato; Vasconcelos se alía con Calles En los años que Vasconcelos permaneció fuera del país después de su campaña presidencial, durante el maximato que, como indicamos antes, había comenzado con Emilio Portes Gil, gobernaron en México Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), que renunció aduciendo la intromisión del Jefe Máximo en el desempeño de sus funciones; Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) quien, como sustituto, completó el cuatrienio iniciado por su predecesor, y para 1935 estaba en curso el primer periodo sexenal, encabezado por Lázaro Cárdenas. Cárdenas había emprendido una política corporativista que le redituó gran apoyo de obreros, campesinos y clases populares; pero también le generó conflictos con la clase empresarial, con partidarios de la jerarquía católica que se quejaban del resurgimiento de la política anticlerical, con líderes desplazados de sus antiguas posiciones de privilegio —como Luis N. Morones, dirigente de la crom— y, sobre todo, con Plutarco Elías Calles, a quien el presidente le fue restando poder hasta expulsarlo del país en abril de 1936. Al tanto de la agitación por la que pasaba México desde el segundo año del mandato de Lázaro Cárdenas, José Vasconcelos decidió acercarse para esperar el desenlace de los reacomodos, regresar al territorio nacional y tomar el poder, de manera que en 1935 dejó Argentina después de dos años de residir allá; se instaló por poco tiempo en Nueva Orleans; de ahí pasó a San Antonio y después a Austin. Inmediatamente después hizo pública su intención: sacó del olvido el Plan de Guaymas para argumentar que todos los que habían gobernado desde que se produjo el fraude en su contra eran usurpadores y que él, “por el sacrificio y el éxito cívico” de 1929, era el único legitimado para encabezar “la regeneración nacional”.63 63

Cárdenas Noriega, Joaquín, José Vasconcelos 1882-1982, op. cit., pp. 236-237.


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Ese mismo año publicó el primer volumen de sus memorias, Ulises criollo, que abarca desde su nacimiento hasta la muerte de Francisco I. Madero. También terminó y publicó su Estética, que consideró una de las obras más importantes que había escrito. Plutarco Elías Calles, ahora rebasado por Cárdenas, trataba de conservar la hegemonía que desde fines de la década anterior había impuesto. Operaba en México por medio de seguidores incrustados en el gabinete —de los que el presidente se fue deshaciendo—; inducía críticas contra el régimen del general michoacano en la prensa; alentaba manifestaciones callejeras, y para reforzar su labor de zapa, viajaba a Estados Unidos, donde la política entonces aplicada en México tampoco era bien vista. En Estados Unidos, recién llegado de Argentina, en 1935, José Vasconcelos ya había coincidido con Plutarco Elías Calles —paradójicamente, uno de los autores del fraude del que se quejaba— y, como por el momento buscaban un propósito común contra Lázaro Cárdenas, se reconciliaron, aunque eso no significaba que el decadente Jefe Máximo estuviera dispuesto a instalar al filósofo en la Presidencia. En 1936, todavía en Austin, Vasconcelos trabajó en la redacción de La Tormenta, segundo tomo de sus memorias, que abarca desde el Gobierno de Victoriano Huerta hasta la caída de Venustiano Carranza, y comenzó a escribir Breve historia de México. Otra obra de esta época es el ensayo ¿Qué es el comunismo?

El fascismo, ¿una opción? Estaba por comenzar la Segunda Guerra Mundial en la que, aparte de la lucha fundamental por el dominio de territorios, estaban en juego propuestas políticas e ideológicas que se discutían en muchas partes del mundo. José Vasconcelos también opinó al respecto y su postura se resume así:

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104 ¶Trilogía magisterial, siglo xx En México hemos padecido el fascismo salvaje, que nada crea, pero sí obedece ciegamente a la fuerza […] Si el fascismo llegase a significar entre nosotros, gobierno de los mejores, a objeto de construir un país capaz de defender su autonomía, su personalidad y con ello su economía […] El mal de todo fascismo, como de todo comunismo o todo régimen dictatorial, estriba en la calidad del dictador y de sus auxiliares. Un dictador genial puede hacer algo. Un dictador mediocre es la plaga peor que puede padecer un pueblo […] con más razón que una democracia, el gobierno de tipo autoritario exige inteligencia superior en la persona que detenta el mando.64

Ese abandono de las antiguas proclamas democráticas se confirmó cuando el ex secretario de Educación, después del mencionado reencuentro con Calles, de plano se confabuló con éste, cuando en 1937 el ex presidente ya radicaba, desterrado, en Estados Unidos. Ambos personajes, reconciliados dos años antes, se reunieron en el rancho del general José María Tapia, cerca de San José, California en 1937 con la intención de organizar una conspiración —que nunca prosperó— para derrocar a Lázaro Cárdenas.65

Conminado a dejar Estados Unidos, de regreso a México En 1938, el Departamento de Estado de la Unión Americana envió una comunicación a José Vasconcelos para informarle que el Gobierno de ese país le prohibía permanecer más tiempo en su territorio. Regresó a México en septiembre de ese año por la frontera de Nogales y se instaló en Hermosillo. Vasconcelos, José, Qué es la Revolución, México: Ediciones Botas, 1937, pp. 189-191. 65 Blanco, José Joaquín, Se llamaba Vasconcelos, una evocación crítica, México: Colección Vida y Pensamiento de México, Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 170. 64


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No obstante las recientes maquinaciones golpistas de Vasconcelos, el entonces presidente de la República lo propuso como rector de la Universidad del Noroeste que por iniciativa del licenciado Herminio Ahumada se estaba organizando para operar en la capital de Sonora; pero pronto renunció a ese cargo por diferencias con el comité organizador. Ese mismo año se editó El Desastre, tercer tomo de sus memorias, que abarca su gestión como rector de la Universidad Nacional, su paso por la Secretaría de Educación Pública, su salida del Gobierno obregonista y la rebelión de Adolfo de la Huerta. A la lista de sus libros se agregaron entonces Historia del pensamiento filosófico y Breve Historia de México, que fueron terminados y publicados cuando ya había vuelto al país. Transcurría 1939, año del inicio franco de hostilidades por la Segunda Guerra Mundial y de la fundación en México del Partido Acción Nacional (pan), cuando luego de su breve paso por Hermosillo José Vasconcelos volvió por fin a la capital del país, una década después de haber protagonizado una de las contiendas electorales más enconadas del siglo xx. Instaló su despacho profesional en el centro de la Ciudad de México y su domicilio en el sur, por el barrio de San Ángel, y publicó El proconsulado, cuarta parte de sus memorias que contiene severas críticas a los Gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles por permitir la injerencia del embajador estadounidense Dwight W. Morrow (comparado con un procónsul romano) en la política mexicana. En ese tiempo también apareció su libro Simón Bolívar.

Avilacamachista; en la Biblioteca Nacional; segundas nupcias Tal vez porque Manuel Ávila Camacho alentaba un rumbo político diferente al de Lázaro Cárdenas o porque a esas alturas ya había abandonado la lucha por reivindicar el triunfo que desde 1929

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106 ¶Trilogía magisterial, siglo xx reclamaba, José Vasconcelos se sumó a la campaña presidencial del militar poblano en 1939 y desde entonces fue más benévolo para criticar a los gobernantes mexicanos.66 Después de ascender al poder, Ávila Camacho nombró a Vasconcelos director de la Biblioteca Nacional. En ese tiempo, después de unos años de distanciamiento, se reintegró a la Iglesia católica, y comenzó a publicar la revista Timón que, por su corte anticomunista, dispensó elogios a Hitler, Mussolini, Franco, Batista y otros dictadores extranjeros con base en la tesis de que “en países incapacitados para la democracia era saludable que una ‘mano fuerte’ defendiera la raza, las costumbres, la personalidad y la soberanía nacionales, así como las fuerzas del hispanismo y la religión católica”.67 Las obras de José Vasconcelos que se publicaron en esa época, 1940, son Manual de filosofía y Páginas escogidas, esta última recopilada por Antonio Castro Leal. En 1941, año en que murió su primera esposa —Serafina Miranda— apareció el libro Hernán Cortés, creador de la nacionalidad. Durante el sexenio avilacamachista José Vasconcelos siguió desarrollando una intensa actividad: además de dirigir la Biblioteca Nacional, participó en la constitución del Colegio de Enseñanza Superior en 1942, y en 1943 fue nombrado presidente del Comité Organizador del Congreso Nacional de Educación, en cuya inauguración se manifestó en favor de una educación socialista en un amplio sentido: [...] eminentemente cristiano y humano, que es su contenido auténtico; educación que perpetúe una sociedad sin privilegios para los astutos y los malvados y que en cambio otorgue seguridad plena a los humildes y desvalidos, a los enfermos y a los inválidos, a los niños y a los ancianos […]. Añadiremos para concluir que suscribimos la doctrina que 66 67

Ibidem, p. 171. Idem.


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles el ministro Véjar Vázquez ha inscrito en su programa; doctrina que remplaza la vieja escuela del rencor que nos tuvo divididos en bandos irreconciliables, con la nueva escuela del amor, que tiende a convertirnos en pueblo homogéneo, unido y fuerte.68

El mismo año, 1943, formó parte de los fundadores de El Colegio Nacional, promovido por el entonces secretario de Educación, Octavio Véjar Vázquez. Desde entonces hasta sus últimos días expuso en esa institución disertaciones filosóficas que eran muy apreciadas por los asistentes. En ese periodo, invitado por Juan Domingo Perón y su esposa Evita, realizó algunos viajes a la República Argentina, donde había radicado años atrás. En mayo de 1943 participó en un ciclo de conferencias dentro del Primer Congreso Terciario Franciscano, con una alocución titulada La idea franciscana en la Conquista de América, en la que hizo un elogio de la caridad. Viudo desde hacía dos años, Vasconcelos se casó en segundas nupcias en 1943 con Esperanza Cruz, la pianista mexicana más connotada del momento. En 1945 procrearon un hijo, Héctor, que es un reconocido militante de la izquierda, periodista, académico y ex embajador de México en varios países nórdicos. El año que nació su hijo Héctor Vasconcelos Cruz se publicaron dos libros más de José Vasconcelos, Lógica orgánica y El viento de Bagdad.

Una nueva biblioteca; reconocimientos y más viajes En 1946, casi al final de la administración de Manuel Ávila Camacho, se fundó la Biblioteca México. José Vasconcelos fue nombrado director y la convirtió en una de las mejores del país. Ese año, además, 68

Cárdenas Noriega, Joaquín, José Vasconcelos 1882-1982, op. cit., p. 247.

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108 ¶Trilogía magisterial, siglo xx asistió como embajador extraordinario y plenipotenciario a la toma de posesión del ingeniero Luis Mariano Ospina Pérez como presidente de la república de Colombia. Volvió a su tierra natal, Oaxaca, en 1949 invitado por el gobernador Eduardo Vasconcelos para asistir a la develación de un busto del sacerdote Ángel A. Vasconcelos, tío de nuestro personaje que, aprovechando su estancia en la antigua Antequera, pronunció una conferencia ante sus paisanos. En 1950, cuando era encabezado por Francisco Franco, el Gobierno español le otorgó a Vasconcelos la Real Orden de Isabel la Católica. De entonces data también la publicación del libro Discursos, una recopilación de intervenciones públicas del político y educador durante varias décadas de 1920 a 1950. El periplo continuó en Perú. Durante las celebraciones por los cuatrocientos años de la fundación de Lima, en 1951, presentó la ponencia La verdad como armonía en la Universidad Mayor de San Marcos, donde ya había disertado en el lejano 1916. Para entonces ya convertido en académico de la lengua, doctor honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México, por universidades de Puerto Rico, Chile, Guatemala y El Salvador, en 1952 se editaron sus libros Filosofía estética, que denota con claridad su reingreso al catolicismo, y Todología, recopilación de textos filosóficos. Realizó nuevos viajes a Argentina, donde expuso una serie de conferencias, y a España, a donde viajó acompañado por varios periodistas en representación de la cadena de periódicos García Valseca, en 1954. En agosto de 1955 fue invitado a participar en el XXI Congreso Nacional de Estudiantes que se realizó en Monterrey, Nuevo León. Ahí presentó una ponencia en la que confirmó su propuesta de un socialismo cristiano en materia educativa. El mismo año fue publicado su libro Temas contemporáneos. Alcanzado por los cambios de la sociedad mexicana y los avances tecnológicos, Vasconcelos intervino en una serie de programas


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de televisión titulada Charlas Mexicanas, donde con Alfonso Junco y Andrés Henestrosa desarrollaba temas que proponían los televidentes. Era el año 1957, durante el cual también acudió al Quinto Congreso Interamericano de Filosofía, en la capital estadounidense, donde participó con una ponencia titulada La etapa de la armonía en el pensamiento filosófico. Viajó por última vez a su estado natal —todavía en 1957—, donde visitó Tlaxiaco, población de la que guardaba gratos recuerdos porque su madre le había contado cómo pasó ahí parte de la niñez y la juventud. Por esa misma época publicó En el ocaso de mi vida y las primeras entregas de sus Obras completas.

Propuesto para el Nobel de Literatura; sus últimos días En 1958, un grupo de intelectuales mexicanos y extranjeros se dieron a la tarea de reunir su producción escrita para promover que le otorgaran el Premio Nobel de Literatura. No obtuvieron la respuesta que esperaban; pero pensaban seguir insistiendo, como hicieron los apoyadores de Einstein —decían— que lograron su cometido después de varios años. Él, mientras tanto, continuaba escribiendo y difundiendo su pensamiento filosófico. Ese mismo año, cuando llegó a la Presidencia de la República Adolfo López Mateos —que en 1929 había sido uno de los jóvenes oradores más reconocidos de la campaña vasconcelista—, el maestro asistió al XII Congreso Internacional de Filosofía, realizado en Venecia, Italia, y fue designado vicepresidente de la Federación Internacional de Sociedades Filosóficas. Ya con la pasión decantada por los años, José Vasconcelos moderó sus críticas contra todo y contra todos, de manera que, para desconcierto de los mismos libreros que participaron en la tarea, decidió presentar —en 1958 también— versiones “expurgadas” de Ulises criollo, La Tormenta, El Desastre y El Proconsulado,

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110 ¶Trilogía magisterial, siglo xx la serie de sus primeros cuatro libros autobiográficos, en la Editorial Jus, que en las solapas de esas publicaciones justifica: “Ciertamente era necesario limpiar estas cuatro obras de las pocas impurezas que las hacían inconvenientes para la juventud y que al católico adulto le causaban honda desazón”.69 Además de esas nuevas ediciones, que en verdad suprimieron muy poco de los libros originales, en 1958 José Vasconcelos publicó Evaristo Madero, biografía de un patricio, libro en el que ensalza la tarea militar, empresarial y política del abuelo paterno de Francisco I. Madero. Se infiere que Vasconcelos —con el antecedente de que sus padres murieron relativamente jóvenes y a él le aquejaban males cardiacos— pensó en la proximidad de la muerte cuando rondaba los setenta años, en 1952, porque desde entonces dejó una carta a su yerno Herminio Ahumada en la que pedía, llegado el momento, que no lo sepultaran en la Rotonda de los Hombres Ilustres: En primer lugar, como usted sabe y lo he repetido a varios amigos, nunca he querido aceptar honores de carácter un poco ruidoso, porque considero que la ciudadanía de nuestro país no tiene derecho a honrarme como escritor mientras no me reconozca como político. Ni siquiera banquetes de orden amistoso acepto, porque está pendiente un acto de justicia con los que murieron en la campaña electoral del 29 y con todos los otros. La conciencia nacional sabe o debía saber que ganamos las elecciones de 1929, y mientras esto no se reconozca públicamente y quizás oficialmente, no podría yo aceptar ningún honor sin sentir que traicionaba la verdad y la justicia…70

Cinco años después de dictar esa especie de testamento político, el 30 de junio de 1959, murió José Albino Vasconcelos Calderón. Fue sepultado originalmente —el 2 de julio siguiente— en el Panteón Vasconcelos, José, El Desastre, México: Editorial Jus, edición expurgada, 1958, solapa (segunda de forros). 70 Cárdenas Noriega, Joaquín, José Vasconcelos 1882-1982, op. cit., p. 256. 69


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Jardín; en 1984 sus restos fueron trasladados a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Cuando se cumplió medio siglo de su fallecimiento, en 2009, el Consejo Consultivo de la Rotonda de las Personas Ilustres —así se llama ahora— resolvió proponer que se inhumen en el célebre lote del Panteón Civil de Dolores de la capital mexicana; pero aún no se ha concluido ese trámite.71 Gran parte de la clase política, incluido el presidente López Mateos, asistió a sus funerales. Frente a su tumba pronunciaron oraciones luctuosas varios intelectuales, entre ellos Jaime Torres Bodet, su antiguo secretario particular y a la sazón titular, por segunda ocasión, de la Secretaría de Educación Pública, de cuya trayectoria nos ocuparemos en la segunda parte de esta Trilogía magisterial. Después de su muerte aparecieron Letanías del atardecer, Cartas políticas y la quinta parte de sus memorias en el libro titulado La Flama: los de arriba en la Revolución. Su pensamiento, también plasmado en periódicos, cartas, entrevistas, conferencias y proclamas, es mejor conocido a través de su vasta obra libresca, resumida en la siguiente enumeración: Pitágoras, una teoría del ritmo; Prometeo vencedor; El movimiento intelectual contemporáneo; El monismo estético; Estudios indostánicos; La caída de Carranza, de la dictadura a la libertad; Divagaciones literarias; Orientación del pensamiento en México; Ideario de acción; La revulsión de la energía: los ciclos de la fuerza, el cambio y la existencia; La raza cósmica; Indología, una interpretación de la cultura iberoamericana; Tratado de metafísica; Quetzalcóatl; Ética; Pesimismo alegre; Sonata mágica, cuentos y relatos; Bolivarismo y Monroísmo, temas iberoamericanos; Ulises criollo; La Tormenta; Historia del pensamiento filosófico; Breve historia de México; El Desastre; El Proconsulado; Manual de filosofía; Páginas escogidas; Hernán Cortés, creador de la nacionalidad; Lógica orgánica; 71

Excélsior, 1° de noviembre de 2009, Expresiones, p. 1.

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José Vasconcelos se mantuvo en la escena académica y cultural de México hasta los últimos años de su vida.


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El viento de Bagdad; Filosofía estética; Temas contemporáneos; En el ocaso de mi vida; Don Evaristo Madero, biografía de un patricio; La Flama y Todología. Bibliotecas, escuelas, preseas académicas, organizaciones literarias y filosóficas, amén de otras instituciones, llevan el nombre, realizan jornadas culturales en su honor, recuerdan y discuten hasta nuestros días la obra del filósofo neoidealista, ideólogo del iberoamericanismo, innovador pedagógico, escritor, político y maestro.

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116 ¶Trilogía magisterial, siglo xx La familia y la escuela elemental Jaime Mario Torres Bodet —ése era su nombre completo— fue hijo de Alejandro Lorenzo Torres y Girbent, un representante artístico y empresario teatral de origen catalán, y de Emilia Bodet Levallois, peruana, hija de migrantes franceses que cuando ella se casó aún estaban avecindados en Lima. Alejandro y Emilia contrajeron matrimonio en 1890. En 1895, buscando mejores opciones de trabajo para él, se instalaron en la Ciudad de México, adonde fueron a vivir con ellos Clotilde, Elisa y Federico —hermanos de ella— y, finalmente, don Federico Bodet y doña Elisa Levallois —sus padres. Eran los mejores años del porfiriato —para las clases media y alta, desde luego—, de manera que el matrimonio Torres Bodet —que tenía caudales suficientes para tener servidumbre— pudo alquilar una casa en pleno centro de la capital mexicana, sita en la Primera Calle del Factor —actualmente se llama Allende— número 4, esquina con Donceles, frente al recinto que hoy ocupa la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Ahí, desde donde solían “contemplar la llegada de don Porfirio a la antigua Cámara”,72 nació Jaime, el 17 de abril de 1902 cuando, de conformidad con su acta de nacimiento, el padre tenía 52 años y la madre 30.73 Después de él, en 1904, nació su hermano menor al que también llamaron Mario, que murió a los cuatro años. Jaime creció prácticamente como hijo único, cerca de la familia materna que en un breve lapso perdió a otros tres miembros: la abuela Elisa en septiembre de 1902; el abuelo Federico en marzo de 1904, y poco después su tío, el escultor Federico Homdedeu. Tantas defunciones en la casa de la Calle del Factor influyeron Torres Bodet, Jaime, “Tiempo de Arena”, en Memorias, Tomo I, México: Editorial Porrúa, 1981, p. 3. 73 Acta número 679 del Libro número 1 de nacimientos, Registro Civil de la Ciudad de México, Distrito Federal, año 1902. 72


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para que los Torres Bodet se mudaran a otra, ubicada en Independencia, a dos cuadras de La Alameda. Había inconformidad contra el régimen de Porfirio Díaz entre los sectores menos favorecidos de la población; pero el control del viejo gobernante en todos los ámbitos de poder lograba mantener la apariencia de "paz, orden y progreso", principalmente en la capital y las ciudades más importantes del país. Esa sensación de estabilidad propició un periodo de bonanza para Alejandro Torres. Ya no sólo organizaba funciones operísticas en la Ciudad de México. Llevó renombradas compañías a la provincia e incluso a otros países del continente y, durante sus prolongadas ausencias, Emilia se ocupó de la formación inicial de su vástago. Después de un ciclo inicial en la escuela de párvulos dirigida por “una dama curtida en rezos” a la que en sus memorias cita como “Doña G…”,74 el pequeño Jaime, aunque proveído de los libros indicados por la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, comenzó los estudios correspondientes a la primaria en su propia casa, donde la mamá acondicionó un salón de clases en el que ella fungió como docente. El alumno progresó; pero los padres cayeron en la cuenta de que ese aislamiento era impropio para su buena formación. Decidieron inscribirlo en la escuela anexa a la Normal, dirigida entonces por el profesor Abraham Castellanos, seguidor de las propuestas pedagógicas de Enrique C. Rébsamen. Después de examinarlo, el director resolvió inscribirlo en tercer grado. Jaime, que entre los principales juguetes infantiles había tenido una serie de dados enormes con el abecedario, estimulado desde temprana edad para la lectoescritura y al aprendizaje del idioma francés, inducido al conocimiento de la música por la profesión paterna y el ambiente familiar, se distinguió entre los compañeros de clase por su habilidad para la caligrafía y su afición por los libros. En 1912 terminó la instrucción primaria. 74

Torres Bodet, Jaime, op. cit., p. 5.

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118 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Preparatoria militarizada Los años postreros del porfiriato; la última reelección del general Díaz en 1910; su renuncia forzada por la embestida revolucionaria, y el triunfo de Madero en 1911 —hechos descritos con detalle en la biografía anterior— habían transcurrido con relativa calma para los habitantes de la Ciudad de México y —debe considerarse también que los padres de Jaime eran inmigrantes extranjeros— en particular para la familia Torres Bodet. Un cambio brusco sobrevino cuando el escenario de la disputa violenta por el poder se trasladó a la capital. La Decena Trágica —febrero de 1913—, sangrienta antesala de la instalación de Victoriano Huerta en la Presidencia de la República, transcurrió cuando el aún niño Torres Bodet —iba a cumplir 11 años— acababa de ingresar al ciclo de preparatoria. En ese tiempo él y su familia ya vivían en la colonia San Rafael. Ya en el poder, Victoriano Huerta informó que: Siendo necesario mejorar la disciplina en la Escuela Nacional Preparatoria, y creyéndose conveniente que los jóvenes alumnos que en la misma se educaren, tengan la preparación debida para servir a la Patria en caso necesario, se han dictado las disposiciones requeridas para la organización disciplinaria de ese importante establecimiento educativo, conforme al régimen militar.75

A los padres de Jaime no les gustaba del todo la nueva condición de soldado para su hijo. Él experimentaba la desazón propia por el ingreso a un nivel superior que, además, ahora funcionaba con disciplina castrense. Ese periodo, sin embargo, fue enriquecedor: aumentó el número y la variedad de lecturas, entre las que abundaron obras de narradores y poetas europeos, sin desatender las de literatura e historia mexicanas; frecuentó las Citado por Villalpando Nava, José Manuel, Historia de la educación en México, México: Editorial Porrúa, 2009, pp. 341 y 342.

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salas de cine mudo que para entonces estaban en boga, y siguió cultivando su gusto por la música. Convivir con nuevos compañeros y maestros también le favoreció. El profesor Enrique Fernández Granados, por ejemplo, lo encauzó en el conocimiento de la literatura española; hizo amistad con Enrique González Rojo —futuro hombre de letras también—, quien lo acercó a la poesía de su padre, el médico, poeta, maestro y diplomático Enrique González Martínez, entonces subsecretario de Educación Pública y Bellas Artes.

En medio de la revuelta, prosigue sus estudios El país, la Ciudad de México y, por ende, la Escuela Nacional Preparatoria, pasaron tiempos de incertidumbre —como ya se narró en apartados anteriores— por una invasión de tropas estadounidenses al puerto de Veracruz en abril de 1914; por la rebelión constitucionalista que derrotó a Victoriano Huerta en julio del mismo año; por las discrepancias de Venustiano Carranza, jefe máximo del constitucionalismo, con los convencionistas de Aguascalientes y con caudillos como Villa y Zapata, a más de otros sucesos. No obstante eso, Jaime Torres Bodet se mantuvo firme en el propósito de concluir el ciclo preparatorio. La afinidad de intereses literarios lo acercó a varios jóvenes como Carlos Pellicer, Bernardo Ortiz de Montellano, José Gorostiza, Martín Gómez Palacio, Luis Garrido, Francisco Arellano Bellos, y a reconocidos catedráticos que se sumaron a la plantilla docente en 1914 —entre ellos Antonio Castro Leal, Alberto Vázquez del Mercado y Manuel Toussaint. Los preparatorianos González Rojo y Torres Bodet siguieron compartiendo la lectura de poetas y autores franceses como Verlain, Rimbaud, Regnier y André Gide. Pronto, Jaime se aventuró a escribir y un buen día le entregó al maestro Fernández Granados —Fernangrana era el acrónimo que usaba para mencionarlo—

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120 ¶Trilogía magisterial, siglo xx “… una curiosa rapsodia en cuyas estrofas intenté describir —dentro de formas aparentemente ortodoxas— un ‘estado de alma’ decadentista”,76 según lo narró. El profesor, poeta y académico le devolvió ese primer intento con una elogiosa nota que reforzó su vocación para ser hombre de letras, al grado que en esa época dedicó gran parte de su tiempo a leer poesía y brindó menos atención a las materias de la escuela, sólo el suficiente para aprobarlas. Desde entonces fue escribiendo y guardando nuevos poemas con la intención de algún día reunirlos en un libro. Algunos de sus trabajos literarios aparecieron en publicaciones escolares.

Concluye la preparatoria y publica su primer poemario Dado que la preparatoria, merced a los cambios de planes educativos de la época, constaba de cinco cursos anuales, en 1917 —cuando la promulgación de una nueva Constitución alentaba vagas esperanzas de normalización en el país— Torres Bodet concluyó los estudios correspondientes. Llevaba casi dos años corrigiendo y volviendo a corregir los borradores para el que fue su primer libro de versos. Seguía visitando la casa del poeta Enrique González Martínez y finalmente decidió darle a leer sus poemas. González Martínez no sólo leyó los poemas de este “lírico adolescente [que tiene] clara y viva contemplación interior, aciertos expresivos que no son comunes en tan mozos años, elegancia no aprendida en retóricas viejas o nuevas, sentido de la mesura y emoción contenida y discreta”, sino que le hizo un prólogo para su primer libro, de donde está tomada la breve cita entrecomillada de este párrafo. 76

Torres Bodet, Jaime, op. cit., p. 5.


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Así que, en 1918, cuando tenía 16 años, avalado por la favorable crítica de Enrique González Martínez, que le mandó con su hijo Enrique en “unas cuartillas impregnadas de afecto”, Jaime Torres Bodet publicó Fervor, su primer libro. La publicación de Fervor tuvo un solo resultado apreciable para mí. Me dio oportunidad de ingresar en el círculo literario que rodeaba a Enrique González Martínez. Lo componían Genaro Estrada, Esteban Flores y dos escritores colombianos: Leopoldo de la Rosa y Ricardo Arenales, a quien recordamos ahora con el nombre de Porfirio Barba Jacob. Iba, a veces, un joven funcionario de Bellas Artes, que publicaba en las revistas de aquellos días artículos muy jugosos, sobre temas de literatura europea y de arquitectura y pintura coloniales: Manuel Toussaint. Algunos de mis poemas habían principiado a aparecer en Pegaso. Manuel Toussaint y Agustín Loera y Chávez acogían con benevolencia el proyecto de incluir algún libro mío en una colección juvenil de la editorial México Moderno.77

Ese poemario inicial fue editado por la Imprenta Ballescá y fue el arranque de una carrera que incluyó novelas, ensayos, memorias y más poesía; pero había que seguir estudiando, porque el poeta debía tener otro oficio.

A Jurisprudencia, con poco interés; pero con buenos augurios Más que por vocación personal, para dar gusto a su madre, Jaime Torres Bodet se inscribió en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. No obstante su reticencia previa, acudir a la escuela de leyes le brindó la fortuna de recibir la influencia de Antonio Caso, su maestro de Sociología; de Erasmo Castellanos Quinto, profesor 77

Ibidem, p. 63.

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Antonio Caso, fundador del Ateneo de la Juventud; maestro de SociologĂ­a; cuando fue rector de la Universidad dio a Torres Bodet una de sus primeras oportunidades para que incursionara en la docencia.


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de Literatura Forense, y de Fernando Lizardi, de Iniciación a la Ciencia del Derecho. Corría el año 1918, Carranza —aunque sin dominio pleno de la situación— gobernaba; pero la agitación revolucionaria allanó el camino para el ingreso de sangre nueva a las lides políticas y los puestos públicos. Fue el caso, como veremos en seguida, de unos jóvenes que habían ingresado a la Escuela de Jurisprudencia en 1915; estudiantes destacados que fundaron una Sociedad de Conferencias y Conciertos destinada a la divulgación cultural. Por ironía, por reconocimiento, o por ambas razones, tales jóvenes —Alberto Vázquez del Mercado, Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Alfonso Caso, Antonio Castro Leal, Teófilo Olea y Leyva y Jesús Moreno Baca— eran llamados Los Siete Sabios. Ambientado ya en la escuela formadora de abogados, Torres Bodet, aparte de escribir en publicaciones culturales como Revista Moderna y San-e-vank, fundó el nuevo Ateneo de la Juventud en unión de Bernardo Ortiz de Montellano y José Gorostiza. Esos trabajos le dieron notoriedad, y Los Siete Sabios comenzaron a fijarse en él y a invitarlo a sus actividades: Lombardo Toledano lo llevó a dar conferencias, auspiciadas por la Universidad Popular, para maestros y obreros. Antonio Castro Leal lo ayudó a profundizar en el conocimiento de la literatura inglesa. Del mismo modo, fue conociendo a más literatos y artistas de la época, como Ramón López Velarde, que le fue presentado por Enrique González Martínez. Aunque comprendía que su vocación era la literatura, prosiguió los estudios en la Escuela de Jurisprudencia. Después, tratando de eludir ese camino, resolvió ir a estudiar a Europa; su madre lo apoyó, a condición de acompañarlo durante el viaje de estudios. El joven estudiante vendió su primera biblioteca para allegarse recursos, hizo gestiones y trámites; pero algunos problemas familiares, como la enfermedad y muerte de su tía Clotilde, frustraron el proyectado viaje a París.

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124 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Docente universitario y secretario de la preparatoria Cancelado por el momento el viaje a Europa, cuando la clase política triunfante en 1920 defenestró a Carranza, los hombres de poder, desconfiados de los militantes de todos los bandos, recurrieron a las nuevas generaciones de intelectuales que por el momento no acusaban filiación en favor de ninguna de las facciones —Los Siete Sabios, era el caso— o habían estado en el exilio por diferencias con los ahora derrotados —Vasconcelos, por ejemplo, que formó parte de un gobierno surgido de la Convención de Aguascalientes. Así, en 1920, cuando frisaba los 18 años, la vida de Torres Bodet cambió notablemente. Antonio Caso, su ex profesor de Sociología, líder del primer Ateneo de la Juventud, rector entonces de la Universidad Nacional, había creado los llamados “cursos libres universitarios" y lo contrató para dar una clase de Literatura general en la Escuela de Altos Estudios, que después se convirtió en Facultad de Filosofía y Letras. Los caudillos del Plan de Agua Prieta modificaron las relaciones de poder en la Universidad Nacional, entonces dependiente del Gobierno federal. Por ejemplo, Alberto Vázquez del Mercado, que ya egresado de Jurisprudencia había impartido Derecho Mercantil, Derecho Civil y Sociología, conocía a Torres Bodet por sus incursiones literarias y por ser estudiante de derecho, de manera que cuando pasó a ser secretario de Gobierno del Distrito Federal recomendó al joven discípulo para que fuera secretario de la Escuela Nacional Preparatoria, cuando José Vasconcelos llegó a la rectoría de la Universidad. Años después, Torres Bodet narró en sus memorias que en esa etapa iban a visitarlo a su oficina Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, dos jóvenes preparatorianos que después fueron sus amigos y compañeros de andanzas literarias que mencionaremos más adelante.


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Secretario particular de Vasconcelos y director de Bibliotecas José Vasconcelos era veinte años mayor que Jaime Torres Bodet; además, entre ellos había una diferencia notoria de temperamento —impulsivo el primero; mesurado y más tolerante el segundo—. Lo que valió, sin embargo, fue que desde el inicio de su relación laboral compaginaron sus intereses coincidentes en pro de la cultura y la educación. Eso explica que le haya propuesto dejar la secretaría de la Escuela Preparatoria para convertirse en secretario particular del rector que, conforme al proyecto delineado por el filósofo oaxaqueño y apoyado por el presidente Obregón, equivalía a convertirse en muy cercano colaborador del próximo secretario de Educación Pública. Corría el año 1921; se cumplía el primer centenario de la consumación de la Independencia. Con ese motivo, el presidente de la República organizó un festejo que incluyó Juegos Florales, certamen poético con que se exaltaba la celebración. Torres Bodet resultó ganador del concurso con un poema titulado El alma de los jardines y fue premiado con la Flor Natural que recibió de manos de la reina designada para la ocasión, Hortensia Elías Calles, hija del secretario de Gobernación, Plutarco Elías Calles. Otra faceta importante es la de Torres Bodet como traductor, que en esa época publicó en español textos de crítica de André Gide en el libro que tituló Los límites del arte y algunas reflexiones de moral y literatura. Vasconcelos había comenzado a ejecutar su proyecto educativo desde que era rector y lo afianzó ya como secretario del ramo, de modo que Torres Bodet, su secretario particular, fue partícipe cercano de todo ese trabajo. El desempeño del joven intelectual fue motivo para que Vasconcelos le encomendara una de las áreas fundamentales en su estrategia, el Departamento de Bibliotecas,

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Cuando fue secretario de Educación Pública, José Vasconcelos (en la fotografía) también invitó a colaborar con él al joven Jaime Torres Bodet.


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que pasó a ocupar en 1922 cuando lo dejó vacante Vicente Lombardo Toledano, designado entonces director de la Escuela Nacional Preparatoria.

Más poesía; La Falange; su novia Margarita y un duelo familiar Junto con sus responsabilidades públicas, Torres Bodet atendía la que se había impuesto por gusto y voluntad personal: ser escritor, así que continuó produciendo poemas que reunió en dos libros, El corazón delirante, con un prólogo de Arturo Torres-Rioseco, y Canciones, que contiene un proemio en verso de Gabriela Mistral, escritora y educadora chilena que a la sazón también colaboraba con Vasconcelos. Desde su nuevo cargo logró instalar casas de lectura por todos los rumbos del país, además de conformar cientos de bibliotecas públicas, escolares, obreras y ambulantes. También le tocó organizar e inaugurar la primera Feria del Libro en el Palacio de Minería, llamada entonces Feria del Libro y de las Artes Gráficas, y las bibliotecas Miguel de Cervantes Saavedra e Iberoamericana. Pero no abandonó la tarea de divulgación que compartía con otros jóvenes escritores y artistas. El primero de diciembre de 1922, dirigida conjuntamente por él y por Bernardo Ortiz de Montellano, apareció La Falange, revista “sin oídos, sin prejuicios, sin dogmas, sin compromisos”, decía en sus propósitos, de la que sólo se publicaron seis números de modo un tanto irregular, entre otras razones porque Torres Bodet tuvo que estar pendiente de su padre, que estaba muy enfermo. Algunos de los colaboradores de La Falange fueron Gabriela Mistral, Alfonso Reyes, Ramón López Velarde, el Doctor Atl, Manuel Toussaint, Genaro Estrada, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Rafael Heliodoro Valle, Francisco A. de Icaza, Francisco Monterde y Ermilio Abreu Gómez. Fueron sus ilustradores,

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128 ¶Trilogía magisterial, siglo xx entre otros, Diego Rivera, Manuel Rodríguez Lozano, Roberto Montenegro, Carlos Mérida y Miguel Covarrubias. En esa época también conoció a una joven originaria de Zacatecas que estudiaba piano e inglés en la Ciudad de México —Josefina Juárez Montañés—, que se convirtió en su novia y, a la postre, en su esposa. En marzo de 1923, a los 72 años de edad, murió Alejandro Lorenzo Torres y Girbent, padre de Torres Bodet, lo que forzó un breve retiro suyo para superar el duelo: “Tras el entierro, desfilaron varias semanas de silencio y reflexión. Cierta gripa, atrapada probablemente en el cementerio, justificó la clausura a que me reduje. Un invencible pudor ha cerrado siempre en mi caso, frente a los seres que más aprecio, el manantial de las expansiones”.78 Reintegrado a sus actividades, publicó otros tres libros de poemas: La casa, Los días y Nuevas canciones, este último editado en Madrid.

Burócrata en Salubridad y creador de Contemporáneos Como ya se narró antes, José Vasconcelos dejó la Secretaría de Educación Pública en julio de 1924 por diferencias con Álvaro Obregón y fue relevado por Bernardo J. Gastélum, hasta entonces subsecretario, que mantuvo en su puesto a Jaime Torres Bodet. Al término del cuatrienio obregonista, el 30 de noviembre de 1924, el secretario de Educación y el jefe de Bibliotecas renunciaron a sus cargos; pero al día siguiente, nombrado por Plutarco Elías Calles, nuevo presidente de México, el doctor Gastélum pasó a ser jefe del Departamento de Salubridad, y poco después designó a Torres Bodet como su secretario particular. Torres Bodet, Jaime, “Tiempo de Arena”, en Memorias, Tomo I, México: Editorial Porrúa, 1981, p. 103.

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El puesto burocrático en un área ajena a sus intereses intelectuales —donde además percibía un sueldo más bajo— no era muy satisfactorio para Jaime; pero seguía dando clases de Literatura general en la Escuela Nacional Preparatoria y de Literatura francesa en la Escuela de Altos Estudios, lo que compensaba sus ingresos y nutría su principal vocación. Aparte de convivir con médicos y demás personal de Salubridad como secretario particular del jefe del departamento, el poeta participó en esa época en actividades académicas a las que fue invitado en Estados Unidos y Cuba. Prosiguió su creación literaria y publicó los siguientes libros: Poemas (1924), Biombo (1925), con clara influencia oriental; Poesías (1926), antología que apareció en Madrid, y Margarita de niebla (1927), que fue su primera producción en prosa. Por más de un año —entre agosto de 1925 y septiembre de 1926—, estimulado por una afición adquirida desde niño, el escritor había publicado también una columna de crítica cinematográfica en Revista de revistas. Esa colaboración, que incluía una reseña y análisis de las películas recién estrenadas, apareció siempre con el pseudónimo de Celuloide. Sin embargo, el paso de Jaime Torres Bodet por el mencionado puesto burocrático no fue del todo árido para sus aspiraciones intelectuales. Desde 1925, en torno del doctor Gastélum, que también fue escritor, y de su secretario particular, impulsados por intereses culturales comunes, se reunían con frecuencia Enrique González Rojo, Bernardo Ortiz de Montellano, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, que compartían sus trabajos literarios y de crítica. Todos ellos cayeron en la cuenta de que era necesario divulgar esas creaciones y pensaron en las ventajas de fundar una empresa editorial o una publicación periódica. La mayoría opinó que era mejor la publicación periódica y ahí comenzó a pergeñarse Contemporáneos, revista que circuló entre 1928 y 1931 y que incluso dio nombre a un grupo de poetas.

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130 ¶Trilogía magisterial, siglo xx […] heredero de la generación del Ateneo de la Juventud […] Cada uno de los integrantes creó una obra personal de suma importancia, así como la obra colectiva que realizaron, pues se abrieron hacia otras literaturas, pensando en la formación intelectual del escritor. La idea era universalizar la literatura mexicana por medio de la poesía pura y el surrealismo, lo que equivale a mezclar la inteligencia con la sensación.79

Los Contemporáneos, aun reunidos por los propósitos indicados, no se consideraban una corriente, escuela o grupo como tal, pues surgieron sin lanzar una proclama, una declaración de principios o cosas por el estilo que otros hacían. Cada uno conservaba su individualidad —decían—, al grado que Torres Bodet se refería a sus contertulios de entonces como “un archipiélago de soledades”. En 1928, antes de que surgiera la revista, Torres Bodet usó el nombre que habían acordado para ella en el título de un libro —Contemporáneos—, que contenía ensayos críticos sobre novela, poesía y teatro de México y otros países hispanohablantes. Finalmente, el 15 de junio de 1928, junto con el doctor Bernardo J. Gastélum —que era el principal mantenedor financiero—, con Bernardo Ortiz de Montellano y Enrique González Rojo como editores, Jaime Torres Bodet publicó el primer número de la revista Contemporáneos, de portada sencilla y valioso contenido. Otros colaboradores de la revista Contemporáneos fueron: Ermilo Abreu Gómez, Mariano Azuela, Jorge Cuesta, Enrique González Martínez, José y Celestino Gorostiza, Miguel Othón de Mendizábal, Julio Jiménez Rueda, Gilberto Owen, Samuel Ramos, Rubén Salazar Mallén, Alfonso Reyes, José Romano Muñoz, Eduardo Villaseñor y Xavier Villaurrutia.

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Chávez, Laura Martha, Literatura mexicana y latinoamericana, México: Editorial Trillas, 2009, p. 211.


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Servicio Exterior Mexicano y matrimonio Una reforma constitucional promulgada durante el Gobierno de Plutarco Elías Calles —tema que tratamos en capítulos previos— dejó libre el camino para que Álvaro Obregón se reeligiera como presidente de la República en 1928; pero poco después de ganar las elecciones fue asesinado. El suceso tuvo efectos diversos. Mientras Vasconcelos encontró la oportunidad propicia para volver al país a fin de contender en las siguientes elecciones presidenciales, Torres Bodet reavivó la postergada aspiración de ir a Europa, ya no como estudiante; ahora se propuso viajar al viejo continente como parte del cuerpo diplomático. El doctor Gastélum y su secretario particular terminaron sus funciones el 30 de noviembre de 1928 y presentaron su renuncia. Igual que muchos otros obregonistas, se quedaron sin empleo cuando Emilio Portes Gil llegó a la presidencia. Torres Bodet juzgó que era buen momento para migrar por una temporada y actuó en consecuencia. Por haber convivido con él en reuniones organizadas por Enrique González Martínez y por haber compartido actividades en Pegaso, Revista nueva y México moderno, conocía al entonces subsecretario de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada Félix. Con la confianza que le daban esos antecedentes fue a visitar al también escritor, bibliófilo y periodista, autor, por cierto, de una tesis contra la intervención de Gobiernos extranjeros en la vida interna de los Estados soberanos, llamada en su honor Doctrina Estrada.80 Torres Bodet pidió a su amigo información sobre los requisitos para ingresar al Servicio Exterior Mexicano. El subsecretario le indicó que debía presentar un examen de oposición y le informó acerca de las materias que tenía que acreditar. Sin dilación, el aspirante se puso a estudiar y a esperar la fecha de la prueba. Musacchio, Humberto, Diccionario enciclopédico de México. Ilustrado, México: Andrés León, editor, Tomo II, 1993, pp. 599-600.

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132 ¶Trilogía magisterial, siglo xx El conocimiento del francés y la comprensión de otros idiomas, además de su vasta cultura, le facilitaron el trámite, aunque debió afinar sus nociones de derecho internacional y constitucional, convenios y regulaciones diplomáticas y consulares, contabilidad fiscal y mercantil, además de otras asignaturas inherentes a la función que pretendía desempeñar. A principios de marzo de 1929 sustentó el examen de oposición para el cargo de tercer secretario de la Legación Mexicana en España y lo aprobó con mención especial. Ya resuelto el camino laboral que iba a emprender, se desligó de la edición de la revista Contemporáneos; renunció a las clases que seguía impartiendo en la Escuela de Altos Estudios, y tomó la decisión de casarse. El día 13 del mismo mes y año Jaime Torres Bodet contrajo matrimonio con Josefina Juárez Montañés. Poco después salió con su esposa y su madre rumbo a Europa. Luego de pasar unos días en París —ciudad de todas sus predilecciones— se reportó en Madrid —a principios de abril— con un viejo conocido, Enrique González Martínez, que era ministro plenipotenciario de México ante el Gobierno español. Efrén Rebolledo, otro poeta, también colaboraba en la sede diplomática. El nuevo funcionario de la legación se acercó pronto a los círculos intelectuales españoles y tuvo trato frecuente con el escritor Manuel Azaña, figura destacada del movimiento republicano; con Pedro Salinas, Benjamín Jarnés, Antonio Marichalar, Gerardo Diego y otros que lo invitaron a colaborar en publicaciones literarias. Viajó por las principales ciudades españolas y narró ese recorrido en un trabajo que tituló Notas de viaje y lectura. De esa época data otra obra suya, La educación sentimental, narración con asomos autobiográficos que fue editada en Madrid. Al año siguiente, 1930, publicó Destierro, y en 1931 Proserpina rescatada, novela en la que mezcla temas de la mitología clásica con avatares de la vida moderna.


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Ascensos, La Sorbona, Buenos Aires, vuelta a París En 1931, cuando ya gobernaba en México el ingeniero Pascual Ortiz Rubio y en España se proclamaba el triunfo de la Segunda República, ambos países acordaron normalizar sus relaciones diplomáticas, de modo que la legación mexicana pasó a ser embajada. Fue designado como nuevo embajador el ingeniero Alberto J. Pani. Para entonces Jaime Torres Bodet había ascendido a segundo secretario y fungió como encargado de negocios mientras llegaba el titular recién nombrado. En agosto de ese mismo año fue cambiado de adscripción con su plaza de segundo secretario a la representación de México en París, lo que le causó gran contento porque desde muy temprana edad leía y admiraba a los escritores franceses y desde hacía más de una década había deseado vivir en esa capital europea. Por su desempeño, Torres Bodet fue recibiendo nuevas y cada vez más importantes encomiendas en el Servicio Exterior. En 1932, por ejemplo, pasó varios meses en La Haya como encargado de negocios del Gobierno de México. Volvió a su base en París y en 1933 —cuando en México gobernaba Abelardo L. Rodríguez— viajó a Ginebra, Suiza, como secretario de la delegación mexicana a la Asamblea General de la Sociedad de Naciones. De ese año data su obra Estrella de día, en la que vuelve a los temas cinematográficos. En 1934 el joven diplomático, que también se había dado a conocer en los ámbitos académicos franceses, recibió una noticia halagadora: el Instituto de Estudios Hispánicos de la Universidad de París lo había propuesto para dictar una conferencia sobre la poesía mexicana desde Sor Juana Inés de la Cruz hasta Ramón López Velarde, en La Sorbona. Cumplió así uno de sus sueños como divulgador de la cultura. Poco después, en julio de ese mismo año, fue comisionado para laborar en la embajada de México en Buenos Aires. Cuando Rafael

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134 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Cabrera Camacho dejó su cargo en la embajada en la capital argentina, Torres Bodet fungió como encargado de negocios al frente de la sede diplomática. Aunque salir de París le causó cierto pesar, antepuso sus deberes de servidor público. Emilia Bodet, que vivió en Europa con su hijo y su nuera por algunos años, volvió a México para reunirse con su hermana Elisa, mientras Jaime y Josefina viajaban a Buenos Aires. Torres Bodet se identificó pronto con grupos de escritores del país sudamericano, como los integrantes del Pen Club, que lo recibieron con halagos. Dictó conferencias sobre literatura y cultura mexicanas en instalaciones del diario La Prensa y ante una institución denominada Amigos del Arte. Poco tiempo permaneció en Argentina. En 1935, ya instalado el Gobierno de Lázaro Cárdenas, y ahora con mejor nivel escalafonario —fue ascendido a primer secretario—, Torres Bodet volvió a la representación mexicana en París, y en diciembre de ese mismo año acudió a Holanda a cumplir por un lapso breve la misión de encargado de negocios, que anteriormente ya había desempeñado ahí. Primero de enero, novela que relata los acontecimientos de un solo día en la existencia de un personaje rico y famoso que quiere cambiar su estilo de vida, fue una obra que publicó en esa época.

Otros peldaños; presagios, guerra y otra orfandad En junio de 1936 —cuando comenzaban a percibirse más claramente los ánimos bélicos y la Sociedad de Naciones naufragaba— el general Eduardo Hay, entonces titular de Relaciones Exteriores, llamó a Jaime Torres Bodet para que se hiciera cargo —en México— del Departamento Diplomático, el área técnica más importante de la cancillería, lo que le redituó mayor conocimiento de los temas internacionales; pero le obligó a lidiar con asuntos muy delicados dada la situación mundial de entonces.


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Permaneció en ese cargo hasta diciembre de 1937, año en que publicó otra colección de poemas titulada Cripta, y una obra más en prosa, Sombras, que narra las divagaciones de una vieja solitaria que mira pasar en su imaginación como sombras todo lo que ha vivido. Por instrucciones del presidente Cárdenas dejó la jefatura del Departamento Diplomático y fue asignado a un punto estratégico para las relaciones internacionales en ese momento: se instaló en Bruselas como encargado de negocios de México. Ya en Europa, desde marzo de 1938, a raíz de la expropiación petrolera, Jaime Torres Bodet dedicó buena parte de su tiempo a organizar foros y conferencias donde defendió la legalidad de esa medida y operó diplomáticamente para impedir o atemperar las fricciones con Gobiernos extranjeros. A partir de 1939 la capital belga vivió en alerta permanente para prevenir posibles ataques militares, que en otras partes de Europa ya se padecían. Esa precaria tranquilidad se mantuvo hasta el 10 de mayo de 1940, cuando Bruselas fue bombardeada. El Gobierno local fue desterrado y Torres Bodet tuvo que suspender las labores que tenía encomendadas y refugiarse. Pasó por territorios de varios países, algunos ya abiertamente involucrados en la Segunda Guerra Mundial, hasta que, junto con su esposa, pudo volver a México en septiembre de 1940. Terminó el sexenio de Lázaro Cárdenas. En diciembre de 1940 tomó posesión como titular del Ejecutivo Manuel Ávila Camacho y nombró a Jaime Torres Bodet subsecretario de Relaciones Exteriores, en atención a los méritos demostrados en las diferentes tareas diplomáticas que se le habían encomendado. Desde su ingreso como subsecretario el encargo más importante de la cancillería fue seguir el curso de la Segunda Guerra Mundial. Al principio nuestro país se mantuvo neutral; pero después de que unos buques petroleros con bandera nacional fueron torpedeados en el Golfo de México, el Gobierno de Ávila Camacho decidió intervenir en las hostilidades, que principalmente se desarrollaron en Europa y al final en Asia.

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136 ¶Trilogía magisterial, siglo xx La actividad de Torres Bodet fue intensa en esa etapa. Además, el presidente de la República comenzó a dispensarle una estimación especial y lo consultaba tanto para atender asuntos propios de la diplomacia como muchos otros de diversa índole. En el ámbito familiar, desde las primeras semanas de 1943, Emilia Bodet Levallois, madre de Jaime, empezó a quejarse de varios padecimientos y en marzo de ese año murió. Fue un fuerte golpe que el poeta trató de sobrellevar a su modo: escribió una serie de sonetos titulada Continuidad para descargar su tristeza. El primer soneto de la serie dice así:

Continuidad I No has muerto. Has vuelto a mí. Lo que en la tierra —donde una parte de tu ser reposa— sepultaron los hombres, no te encierra; porque yo soy tu verdadera fosa. Dentro de esta inquietud del alma ansiosa que me diste al nacer, sigues en guerra contra la insaciedad que nos acosa y que, desde la cuna, nos destierra. Vives en lo que pienso, en lo que digo, y con vida tan honda que no hay centro, hora y lugar en que no estés conmigo; pues te clavó la muerte tan adentro del corazón filial con que te abrigo que, mientras más me busco, más te encuentro.81

Torres Bodet, Jaime, Destierro y otros poemas en la sombra, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Lecturas mexicanas, 2004, p. 189.

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A renovar la

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surgimiento del

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El Gobierno de Lázaro Cárdenas había dado un viraje hacia la izquierda en varios aspectos de la vida pública. En 1934, por ejemplo, se puso en vigor una reforma constitucional que estableció la educación socialista.82 La guerra, cuyos principales escenarios estaban lejos del territorio nacional, favoreció que en México creciera la producción agrícola e industrial, que aumentaran las exportaciones y que muchos connacionales obtuvieran ingresos extraordinarios en Estados Unidos, donde suplieron la mano de obra de los soldados. Esa bonanza —temporal y muy ligada a factores externos— influyó para abandonar la tendencia marcada por el régimen cardenista. Además, los integrantes del nuevo equipo gobernante consideraron que sus antecesores habían causado división entre los mexicanos, y como en ese momento era redituable el discurso pacifista, propusieron como divisa la “unidad nacional” y reanimaron a grupos de poder mermados en el sexenio anterior.83 Al comenzar el Gobierno de Manuel Ávila Camacho fungió como secretario de Educación Luis Sánchez Pontón, identificado con Lázaro Cárdenas, seguidor del sistema de enseñanza rural establecido seis años antes y partidario de los profesores izquierdistas. Unos meses después —en septiembre de 1941— fue relevado por Octavio Véjar Sánchez que, al contrario, se proponía modificar el contenido ideológico de los planes y programas, expulsar a los maestros de tendencia socialista, unificar al gremio docente e incorporar a la iniciativa privada en las tareas educativas.84 Diario Oficial de la Federación, Tomo LXXXVII, Número 85, México, D.F., 13 de diciembre de 1934, pp. 1, 2 y 3. 83 Blanquel, Eduardo, “La Revolución Mexicana / Periodo 1921-1952”, en Cosío Villegas et al., Historia mínima de México, México: El Colegio de México, 2002, pp. 154-155. 84 Sotelo Inclán, Jesús, “La educación socialista”, en Solana Morales, Fernando et al., Historia de la Educación Pública en México (1876- 1976), México: sep/ Fondo 82

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138 ¶Trilogía magisterial, siglo xx El presidente quería evitar cualquiera de los dos extremos. Como ya se había hecho costumbre, llamó al subsecretario de Relaciones Exteriores a su despacho para intercambiar opiniones, no de política internacional, sino de educación. Sabía que Torres Bodet había colaborado con Vasconcelos y tenía experiencia en la materia. Además, su postura política más moderada y conciliadora facilitaría algo que era prioritario para Ávila Camacho: la unificación del sector magisterial —disperso entonces en varias organizaciones sindicales—. Su experiencia en el ramo —casi veinte años atrás— no correspondía a las condiciones de ese momento; el presupuesto era insuficiente, dijo Torres Bodet. Las objeciones no fueron bastantes y el mandatario terminó por designarlo secretario de Educación Pública el 23 de diciembre de 1943. Un día después acudió junto con el presidente al primer acto público inherente a sus nuevas responsabilidades: la apertura del Congreso de Unificación Magisterial, que dio origen —por acuerdo del 30 de diciembre de 1943— al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (snte). Ahí pronunció un discurso que contenía las líneas de acción fundamentales de la secretaría para el resto del sexenio. A la postre, México valdrá lo que valgan los hombres y las mujeres que en él habitan. Y el valor de las mujeres y de los hombres está en función de su integridad, de su aptitud para el bien y de su concepción social de sus derechos y obligaciones. En suma: de la espontánea subordinación de sus intereses particulares a los intereses de la comunidad […]. Una enseñanza que no desenvuelve en los seres el sentido nacional y social, los entrega a todas las amenazas, ya que la superficie más accesible a las propagandas desquiciadoras se halla en la conciencia de la niñez.85 de Cultura Económica, 2001, pp. 311 y ss. Cfr. Ávila Camacho, Manuel, “Primer Informe de Gobierno”, en Cámara de Diputados, LX Legislatura, México: Centro de documentación, información y análisis, Informes presidenciales, 2006, p. 60. 85 Torres Septién, Valentina, Pensamiento educativo de Jaime Torres Bodet, México: Secretaría de Educación Pública / Consejo Nacional de Fomento Educativo / Ediciones El Caballito, Colección Biblioteca Pedagógica, 1985, pp. 16 y 20.


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Abordó el tema de la libertad religiosa como principio fundamental para la democracia; se refirió a la doctrina social contenida en la Constitución, a la moral pública que deben observar los educadores, a la importancia de concatenar la cultura nacional con las de otras partes del mundo; expuso el propósito de crear centros de capacitación para los docentes; se comprometió a atender, además de la enseñanza elemental, la correcta formación técnica, secundaria, preparatoria, normal, y a apoyar la universitaria; se manifestó en contra de la improvisación precipitada y en favor de la planeación, y terminó elogiando el propósito de unidad de la reunión. Desde un principio, Ávila Camacho y Torres Bodet coincidieron en la intención de modificar el texto del artículo tercero constitucional y lograron su cometido. Aunque la reforma correspondiente se promulgó el 30 de diciembre de 1946, cuando ya había terminado el sexenio avilacamachista, en los hechos, la política educativa durante ese periodo fue completamente distinta a la promovida por Lázaro Cárdenas.

Planes, contenidos, métodos, textos; escuela para la paz y la democracia El flamante secretario de Educación Pública dedicó el mes de enero de 1944 a visitar escuelas de la Ciudad de México y a recibir delegaciones de docentes que fueron a plantearle —antes que sus necesidades personales o gremiales— los requerimientos más urgentes del sistema de enseñanza: “mayor justicia, mejor servicio y más diáfano espíritu de cohesión entre las autoridades del organismo que represento y los elementos que de él dependen en la república”, según él mismo lo narró.86 Torres Bodet, Jaime, Textos sobre educación, Selección, introducción y notas de Pablo Latapí, México: Conaculta, Colección Cien de México, 2005, pp. 352 y 354.

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Jaime Torres Bodet, a la sazón secretario de Educación Pública, en una ceremonia con el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho.


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Así lo expuso el 3 de febrero siguiente al inaugurar los trabajos de la Comisión Revisora y Coordinadora de Planes Educativos, Programas de Estudio y Libros de Texto, a la que —en tiempos de angustia por la guerra— le encargó conjuntar criterios, enfoques, métodos y contenidos coherentes, útiles para forjar la escuela de la “unidad nacional” que pretendía basarse en “la formación moral de un tipo humano, democrático y justo, que desearíamos ver fomentado no sólo en México, sino en todas partes, durante los años de la posguerra”,87 dijo. Escuela para la paz, la democracia y la justicia que después fue uno de los basamentos del nuevo artículo tercero, como veremos en apartados siguientes. En esa comisión unieron esfuerzos con Torres Bodet muchos maestros muy reconocidos, entre los que destacaron: “Samuel Ramos, Rafael Ramírez, Celerino Cano, Rosaura Zapata, Alfonso Caso, Eduardo García Máynez, Soledad Anaya Solórzano, Francisco Larroyo, José Romano Muñoz, José Gómez Robleda y Manuel Germán Parra”.88

Edificios escolares; educación normal; enseñanza de la historia Desde el segundo mes de 1944, sin perjuicio de las facultades de otras dependencias y atendiendo la emergencia que vivía el país por la guerra, en uso de atribuciones extraordinarias, el Ejecutivo había autorizado a la Secretaría de Educación para que construyera escuelas en todo el país. Se allanó así el camino para comenzar a superar una de las carencias que el nuevo secretario del ramo había señalado al aceptar el cargo. La tarea, por lo tanto, comenzó de inmediato; pero hacía falta integrar un organismo que se responsabilizara Idem. Sotelo Inclán, Jesús, “La educación socialista”, en Solana Morales, Fernando et al., Historia de la Educación Pública en México (1876-1976), México: sep / Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 318. 87 88

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142 ¶Trilogía magisterial, siglo xx exclusiva y directamente de la edificación de los centros escolares, por lo que el 23 de marzo de ese año se expidió la ley que creó el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas —capfce—, misma que fue publicada el 10 de abril siguiente y entró en vigor un día después.89 El capfce cumplió un primer proyecto constructivo de 352 edificios: tres jardines de niños; 342 primarias; tres secundarias y cuatro destinados a otras actividades educativas complementarias. En 1946 se erigieron 236, de los cuales 216 fueron para escuelas primarias; seis para secundarias; 13 para labores diversas y uno para internado. En esos nuevos centros de enseñanza se atendió a 200 683 alumnos. Otras obras importantes realizadas como parte de este programa fueron el Conservatorio Nacional de Música, la Escuela Normal Superior de la Ciudad de México y la ampliación y remodelación de la Escuela Nacional de Maestros.90 El 23 de abril del mismo año 1944, Torres Bodet encabezó en Saltillo, Coahuila —donde se festejaba el cincuentenario de la fundación de una escuela formadora de docentes— la apertura del Congreso de Educación Normal. Ahí propuso modernizar y ampliar los servicios de estas instituciones; reformar sus programas de estudio, y superar la enseñanza teórica con la instalación de laboratorios y bibliotecas, con visitas y prácticas profesionales en centros de trabajo. Al final del congreso se delinearon las condiciones de operación de las normales rurales y urbanas para infundir en los futuros profesores los ideales de solidaridad, cooperación, justicia y amor por la humanidad.91 Para promover la actualización de los docentes, la Secretaría de Educación organizó diversas jornadas académicas; por ejemplo, Diario Oficial de la Federación, Tomo CXLIII, Número 35, México, D.F., 10 de abril de 1944, pp. 5-7. 90 Sotelo Inclán, Jesús, op. cit., p. 321. 91 Ibidem, p. 322. 89


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el 11 de mayo de 1944 comenzó en la Ciudad de México un ciclo de conferencias sobre la enseñanza de la historia de México que, entre otras, adoptó la siguiente conclusión: “La enseñanza de la historia de México debe tener dos fines fundamentales: la verdad en materia histórica y la creación de un sentimiento de solidaridad nacional como factor fundamental para la integración de la patria”.92

Campaña contra el analfabetismo; Biblioteca Enciclopédica Popular Un programa arrancaba y ya estaba uno más en preparación. Asesorado por juristas que formaban parte del gabinete o que colaboraban en la sep, su titular presentó otro de los proyectos señeros de esa época, con base en el cual Manuel Ávila Camacho expidió el 21 de agosto de 1944 la Ley de Emergencia que estableció la Campaña Nacional contra el Analfabetismo. Los maestros y las escuelas seguían siendo insuficientes, y los analfabetos eran casi la mitad de la población del país, así que la nueva norma obligaba a cada persona mayor de 18 años y menor de 60 que supiera leer y escribir a trasmitir ese conocimiento básico a otra de entre seis y 40 que fuera analfabeta. Durante la etapa intensiva de la campaña Torres Bodet recorrió el país, visitó con especial interés las poblaciones que consideró más necesitadas de atención. Se imprimieron y se distribuyeron casi 10 millones de una cartilla creada especialmente para aprender a leer y a escribir. Después se editaron cartillas en lenguas indígenas. Se fundaron más de 50 000 puntos de enseñanza colectiva en centros de trabajo y en lugares de reunión social. Fueron creados patronatos de ayuda en varios rumbos de la capital y de la provincia. En muchas partes donde se concentraba gente se hallaban grandes letreros que decían: “¿Ya cumplió usted la ley del 21 de 92

Idem.

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144 ¶Trilogía magisterial, siglo xx agosto? Enseñe a leer a un compatriota. Pida aquí su cartilla e instrucciones para usarla”.93 Se calcula que gracias a esa estrategia en dos años casi un millón y medio de mexicanos aprendieron los rudimentos de la lectoescritura.94 Para cumplir la máxima vasconceliana de que para aprender a leer la población debe tenerse qué leer, Jaime Torres Bodet dio seguimiento y actualizó una de las tareas básicas emprendidas en 1921, cuando colaboró en la entonces recién fundada Secretaría de Educación: el trabajo editorial. De ahí nació la Biblioteca Enciclopédica Popular, integrada al final de aquel sexenio por 232 títulos, que —a diferencia de las lecturas clásicas impresas dos décadas antes— apareció en presentaciones sencillas, económicas, e incluyó más obras de autores mexicanos y estudios científicos recientes. Quienes podían comprar los libros pagaban 25 centavos por cada ejemplar; aunque a muchas personas se los entregaron en forma gratuita.

Instituto Federal de Capacitación del Magisterio; educación secundaria Por las exigencias propias del sistema educativo mexicano muchas personas dedicadas a enseñar en escuelas básicas se habían incorporado a esa labor a la manera de los monitores de la antigua escuela lancasteriana. De entre quienes aventajaban un poco en conocimientos a los miembros de su comunidad se habilitaban profesores que, pese a su limitada formación pedagógica, con buena voluntad y mucho entusiasmo, enseñaban sobre todo primeras letras y aritmética, música, teatro, deportes, geografía, historia, ciencias naturales y otras disciplinas, según los alcances de cada uno. Zertuche Muñoz, Fernando, Jaime Torres Bodet. Realidad y destino, México: 2011, p. 98. 94 Memoria Política de México, México: Instituto Nacional de Estudios Políticos, A.C., 2014, corregida y aumentada (Sección Efemérides), versión en DVD. 93

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Visionario, Torres Bodet reparó en la necesidad de profesionalizar a esos docentes que habían suplido la acción oficial y habían contribuido en la formación de alumnos que, de otro modo, no hubiesen tenido acceso al conocimiento. En la época a que nos referimos se contabilizaban en las aulas elementales 9 000 docentes con estudios completos de primaria, 3 000 con estudios parciales de secundaria y 3 000 que habían estudiado en normales rurales. La solución propuesta fue el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (ifcm), establecido por una ley que se publicó el 30 de diciembre de 1944 en el Diario Oficial de la Federación.95 La nueva institución comenzó a operar el 19 de marzo de 1945. Innovador por sus métodos, el ifcm instauró cursos por correspondencia —antecedente de la educación a distancia— con lecciones que los maestros recibían en folletos junto con cuestionarios que debían resolver y reunir en un libro. Durante los meses de vacaciones los docentes incorporados a la capacitación acudían a clases presenciales en la capital del país, en las capitales de las entidades federativas y en otras ciudades, donde eran atendidos por catedráticos que reforzaban sus conocimientos y los calificaban. Pensado originalmente para funcionar sólo seis años, ante la magnitud de las necesidades de profesionalización de los docentes, su labor se prorrogó y dio servicio durante más de dos décadas hasta que, en 1971, fue sustituido por la Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio —a la postre Dirección General de Capacitación y Mejoramiento Profesional del Magisterio— de la sep. La operación y el cumplimiento de las metas de las escuelas secundarias fue otro rubro que decidió abordar Jaime Torres Bodet. Para mejorar el trabajo de los centros educativos de ese nivel encargó una propuesta a la Comisión Revisora y Coordinadora de los Planes Educativos y Textos Escolares. Diario Oficial de la Federación, Tomo CLIX, Número 49, México, D.F., 30 de diciembre de 1946, pp. 2-4.

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146 ¶Trilogía magisterial, siglo xx El documento finalmente aprobado para ese fin se resume en los siguientes puntos: unificar planes y programas; elaborar estos últimos con las innovaciones necesarias para que dejen de ser meros catálogos científicos; superar la condición de simple receptor de la enseñanza asignada al educando; promover la solidaridad mediante el trabajo por equipos; desarrollar un sistema coherente de conocimientos y actividades escolares; estimular con materias optativas la vocación de los adolescentes, y sustituir las tareas encargadas para realizarse en casa por horas de estudio dirigido.96

En la Academia; nuevos entes internacionales y otras actividades Por arduo que fuera el trabajo al frente de la Secretaría de Educación Pública, Jaime Torres Bodet continuaba participando en los círculos de la intelectualidad. El 11 de abril de 1945, por ejemplo, ingresó como miembro de número a la Academia Mexicana de la Lengua donde ocupó la silla que había dejado el periodista y escritor potosino Teodoro Torres. El nuevo académico ingresó con un discurso que desde el título denotaba las inquietudes propias de momento —Las letras y la paz—, en el que reconoció que todos, por acción o inacción, tenemos parte de la culpa cuando el mundo se sumerge en la ignominia de la guerra. Sin embargo, el pensador alentaba una esperanza: “Estamos atravesando una selva obscura, de la cual hemos de salir a costa de todos los sacrificios, menos de uno: el de la fe en la virtud humana”.97 Terminada la guerra de ese entonces con el fatídico expediente de las bombas atómicas, la comunidad internacional, regida por Torres Bodet, Jaime, “Años contra el tiempo” en Memorias, Tomo I, México: Editorial Porrúa, 1981, pp. 257-258. 97 Academia Mexicana de la Lengua, Memorias (Discursos Académicos), Tomo XIII (1939-1950), México: Editorial Jus, 1955, pp. 276, 277 y ss. 96


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los criterios de los vencedores en turno, creó en octubre de 1945 la Organización de las Naciones Unidas, entidad que suplió a la Sociedad de Naciones que Torres Bodet había conocido en su primera etapa como diplomático. Pero hacía falta complementar el trabajo de la nueva entidad mundial con instituciones auxiliares que, a juicio de las mentes más lúcidas de todos los rumbos del orbe, eran parte de una obligación: resarcir a la humanidad por los daños —no sólo materiales— que se le habían infligido. Por lo anterior —en noviembre de 1945—, el Gobierno de México envió una delegación encabezada por el responsable de la política educativa del país a la conferencia constitutiva de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco). También formaron parte de la comitiva mexicana el escritor José Gorostiza y el filósofo Samuel Ramos. Jaime Torres Bodet, junto con Léon Blum, jefe de la delegación francesa; Archibald MacLeish, líder de la de Estados Unidos, y representantes de otros países, contribuyó en la redacción del acta que dio origen a la nueva institución encargada de “crear condiciones propicias para un diálogo entre las civilizaciones, las culturas y los pueblos fundado en el respeto a los valores comunes”.98 De vuelta en México, el 7 de diciembre de 1945, recibió un homenaje que le brindaron los integrantes del Instituto Mexicano-Europeo de Relaciones Culturales. Entre los intelectuales ahí reunidos estuvo el escritor francés Jules Romains, uno de los fundadores del Instituto Francés de América Latina (ifal), que en esa época radicaba en México.

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Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco), página oficial, disponible en: http://www.unesco.org/new/ es/unesco/about-us/who-we-are/introducing-unesco/

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148 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Reforma del artículo tercero Durante su primera gestión como secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet también puso en operación recintos destinados a la divulgación de la cultura, como el Museo Nacional de Historia, ubicado en el Castillo de Chapultepec; pero una de sus obras culminantes, colofón de las acciones antes descritas, fue la modificación del texto del artículo tercero constitucional. Si bien el presidente de la República y el secretario de Educación tenían en mente modificar ese ordenamiento desde 1943,99 creyeron preferible ir aplicando la reforma sobre la marcha, seguros de que los resultados obtenidos facilitarían el trámite legislativo. Y así fue. Esperaron el momento político oportuno, y cuando percibieron que la influencia ideológica del sexenio anterior pesaba muy poco en la opinión pública, Torres Bodet encauzó hábilmente una consulta entre pedagogos, intelectuales, el gremio magisterial, juristas, legisladores y periodistas que fueron conociendo el proyecto. Incluso recabó el punto de vista del ideólogo, maestro y jurista mexiquense Narciso Bassols, artífice de la reforma inmediatamente anterior —de 1934— que asignaba carácter socialista a la educación. Casi para terminar el sexenio de Manuel Ávila Camacho, con la evidente presencia del pensamiento y la mano de Jaime Torres Bodet, se dio a conocer la redacción final del nuevo texto de la disposición constitucional en que se funda el quehacer educativo, cuyo enunciado inicial sufrió los cambios que a continuación se aprecian: Texto de 1934: Artículo 3°. La educación que imparte el Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus Torres Bodet, Jaime, “Años contra el tiempo”, en Memorias, Tomo I, México: Editorial Porrúa, 1981, p. 396 y ss.

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José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles enseñanzas y actividades en forma que permitan crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.100 Reforma de 1946: Artículo 3°. La educación que imparta el Estado —Federación, Estados, Municipios— tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional en la independencia y en la justicia.101

Educación integral y científica era el nuevo concepto. De ahí continuaban los criterios sobre el carácter laico, democrático, nacional y gratuito asignado al servicio público prestado por el Estado mexicano en la materia. Como ya adelantamos, un dato significativo —relacionado con los tiempos políticos— es que la reforma constitucional ideada en el sexenio avilacamachista, que ya contaba en octubre de 1946 con los votos necesarios de las legislaturas locales, se promulgó el 30 de diciembre siguiente, cuando ya gobernaba Miguel Alemán Valdés. En esos términos concluyó la primera y benéfica gestión de Jaime Torres Bodet en la Secretaría de Educación Pública cuando, merced a un considerable incremento del presupuesto para la dependencia, se atendieron necesidades académicas, de infraestructura, técnicas, profesionales y laborales en todas las modalidades y grados de enseñanza. Las bases puestas entre 1943 y 1946 para delinear la escuela de la unidad nacional, fundada en la interpretación que los protagonistas de ese sexenio hicieron de los principios de la Revolución mexicana, sirvieron como punto de referencia e inspiración la segunda vez que Torres Bodet fue secretario de Educación, como se explicará más adelante. Diario Oficial de la Federación, Tomo LXXXVII, Número 85, México: 13 de diciembre de 1934, p. 1. 101 Diario Oficial de la Federación, Tomo CLIX, Número 49, México: 30 de diciembre de 1946, pp. 2 y 3. 100

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150 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Canciller no alineado; fiebre aftosa; braceros Con Manuel Ávila Camacho terminó el ciclo posrevolucionario de presidentes militares en México. El abogado veracruzano Miguel Alemán Valdés inauguró el de los gobernantes civiles en 1946 y nombró entre sus colaboradores a destacados académicos e intelectuales. Él había formado parte del gabinete en el sexenio recién terminado —fue secretario de Gobernación de 1940 a 1945— y, por lo tanto, fue testigo del desempeño de Jaime Torres Bodet en la Secretaría de Educación Pública; además, conocía su prestigio diplomático. Con base en esos antecedentes, Alemán, y dada la situación internacional del momento, cuando formalmente habían cesado las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial pero resurgían dos tendencias hegemónicas muy claras, una encabezada por Estados Unidos y otra por la Unión Soviética, nombró secretario de Relaciones Exteriores a Jaime Torres Bodet, experimentado en temas internacionales, reconocido poeta y educador. Ya constituida la Organización de las Naciones Unidas, los Gobiernos de América convocaron a una reunión para discutir asuntos relacionados con la defensa del continente y firmar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (tiar). La delegación mexicana que asistió a esa asamblea continental —Quintandinha, en Petrópolis, Brasil; agosto de 1947— fue encabezada por el canciller. Ahí, contra las pretensiones del Gobierno de Washington de establecer un organismo militar, Torres Bodet argumentó que… […] las repúblicas latinoamericanas no se unían para concretar una alianza bélica, sino para formular un pacto de carácter jurídico, al tiempo que enfatizaba que el cónclave no debería centrarse sólo en la cuestión militar, sino que también debía hacerlo en función del bienestar económico, de la educación y la cultura. Uno de


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles los grandes logros de la delegación mexicana fue limitar el alcance geográfico del acuerdo, a fin de evitar que Estados Unidos arrastrara a la América Latina a conflictos en otras latitudes.102

Algo similar ocurrió durante la reunión que dio origen a la Organización de Estados Americanos (oea) —Bogotá, Colombia; abril de 1948— que sustituyó a la antigua Unión Panamericana, donde también se firmaron el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. Torres Bodet, esgrimiendo los principios de la diplomacia mexicana —la Doctrina Estrada, por ejemplo— y los lineamientos de solidaridad interamericana, propugnó un pacto que estrechara la unión y la cooperación no sólo en términos militares o para tiempos de guerra, sino para épocas de paz, que atendiera los ámbitos económico, social y cultural.103 Sin embargo, en la misma ciudad donde se desarrollaba la reunión fue asesinado el disidente colombiano Jorge Eliécer Gaitán —el 9 de abril de 1948— y se desencadenó un grave conflicto conocido como “el bogotazo”. La delegación de Estados Unidos, apoyada por las de Brasil, Chile y Perú, entre otras, aprovechó para imputar el crimen a fuerzas de izquierda y forzar un acuerdo “para la preservación y defensa de la democracia en América”104 de corte anticomunista. En esas circunstancias se suscribió la Carta de la Organización de los Estados Americanos. Otros instrumentos firmados a Hernández Chávez, Alicia (directora y coordinadora), México mirando hacia dentro, México: Editorial Taurus, Colección América Latina en la historia contemporánea, Tomo 4 (1930-1960), 2012, s.n.p., disponible en: http:// books.google.com.mx/books?id=LL_zG6eHDnkC&pg=PA1842&dq=Qui ntandinha,+reuni%C3%B3n+de+1947&hl=es&source=gbs_toc_r&cad =4#v=onepage&q=Quintandinha%2C%20reuni%C3%B3n%20de%20 1947&f=false 103 Torres Bodet, Jaime, “La victoria sin alas”, en Memorias, Tomo I, México: Editorial Porrúa, 1981, pp. 611 y ss. 104 Hernández Chávez, Alicia, op. cit. 102

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En el gabinete de Miguel Alem谩n (al centro), Jaime Torres Bodet fungi贸 como secretario de Relaciones Exteriores.


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raíz de esa reunión fueron el Convenio Económico de Bogotá, la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer, la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Civiles a la Mujer y la Carta Internacional Americana de Garantías Sociales (como Declaración de los Derechos Sociales del Trabajador). El enviado mexicano expuso reservas contra varios artículos del Convenio Económico que limitaban la actuación de los Gobiernos nacionales en materia de expropiaciones y capitales extranjeros y se opuso, con base en la Carta de la onu, al establecimiento de un organismo militar interamericano permanente. En una misión posterior —la Asamblea de las Naciones Unidas del 17 de septiembre de 1947—, Torres Bodet advirtió que si se permitía que las grandes potencias siguieran usando a su conveniencia el derecho de veto, el organismo mundial no se podría consolidar y la paz estaría en riesgo constante. Con el tiempo, su admonición se ha cumplido. Otros asuntos en los que Jaime Torres Bodet tuvo opiniones divergentes con el Gobierno de Estados Unidos fueron la epizootia de fiebre aftosa que afectó durante esa época al ganado vacuno en México y el caso de los trabajadores migrantes, los llamados “braceros”. En el caso de la fiebre aftosa las autoridades del país vecino, temerosas de que el mal se extendiera a sus hatos ganaderos, propusieron como única solución el exterminio de las reses mexicanas enfermas, lo que condujo al extremo de sacrificar indiscriminadamente a muchos semovientes. Tal medida atentaba contra la economía nacional y el secretario de Relaciones Exteriores, junto con otros funcionarios mexicanos, intervino para suspender su ejecución a fin de emprender campañas sanitarias y de inmunización. Por otra parte, los braceros, tolerados en Estados Unidos —hasta sin documentos migratorios— mientras duró la guerra,

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154 ¶Trilogía magisterial, siglo xx para quienes incluso se creó un programa especial de contratación, cuando comenzó el sexenio alemanista fueron de nuevo considerados infractores de la ley y tratados en forma vejatoria. Eso motivó la intervención de la cancillería, desde donde se reclamó trato digno para nuestros connacionales. Como se puede percibir, Jaime Torres Bodet resultaba ser un funcionario incómodo para los intereses de Estados Unidos. Aunque el término se acuñó tiempo después, diríamos que era un canciller “no alineado”. Además, interfería en los planes de buen entendimiento con el Gobierno vecino trazados por Miguel Alemán.105 Tal actitud del Gobierno mexicano se hizo más evidente poco después de que el presidente Harry S. Truman expuso la tesis —Doctrina Truman; marzo de 1947— de que su país iría al rescate de países que trataran de ser dominados por regímenes totalitarios —se entiende pro soviéticos—, ya que eso se consideraba una amenaza contra la paz mundial y la seguridad nacional de Estados Unidos. La postura oficial mexicana en esta materia se fue dejando en claro y hasta Rodolfo Sánchez Taboada, entonces dirigente del pri, declaró que ese instituto político tomaría un nuevo rumbo ideológico en el que no cabrían “ni extrema izquierda ni extrema derecha” y condenó al comunismo como una doctrina totalitaria.106 Sobrevino pues un distanciamiento entre el presidente y su canciller, aunque siempre mantuvieron trato cordial y amistoso. Ya se esperaba un relevo en Relaciones Exteriores, cuando una decisión foránea facilitó la salida airosa de Torres Bodet del gabinete.

Zertuche Muñoz, Fernando, Jaime Torres Bodet. Realidad y destino, México: 2011, p. 119. 106 Hernández Chávez, Alicia, op. cit. 105

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A la

unesco

En páginas anteriores se hizo referencia a la participación de Jaime Torres Bodet —entonces secretario de Educación Pública del gabinete de Manuel Ávila Camacho— en la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco), en 1945. Sus responsabilidades públicas y su vocación personal lo mantuvieron siempre al tanto de los quehaceres de esa institución y en contacto con los responsables de tales trabajos, por lo que resultó lógica la decisión tomada el 26 de noviembre de 1948 por la Tercera Conferencia General de elegirlo como director para un periodo de seis años, en sustitución del científico y humanista británico Julian Huxley, que fue el primer titular del organismo. Como lo indicaba la cortesía, pese a las diferencias que ya existían entre ambos, el canciller consultó con el presidente Miguel Alemán, quien consideró que tal nombramiento no sólo honraba al diplomático, sino a todo México, así que aceptó su renuncia. Jaime Torres Bodet tomó posesión de su nuevo cargo el 10 de diciembre de 1948, en Beirut, Líbano, donde sesionó entonces la unesco, y comenzó a lidiar con la incongruencia de los Gobiernos de las naciones poderosas que por un lado elogiaban los nobles propósitos de enaltecer a los pueblos con educación, ciencia y cultura, y por otro regateaban los recursos para lograrlos, porque siempre estaban más interesados en los gastos bélicos. Entre sus tareas iniciales, el nuevo director general promovió la incorporación de más naciones a la unesco, la simplificación administrativa y la reducción de gastos; alentó la formación de nuevas comisiones nacionales de cooperación para que educadores, científicos e intelectuales respaldaran el trabajo del organismo.

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Rodolfo Sรกnchez Taboada, presidente del pri durante el alemanismo.


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Vuelta a la publicación de libros: Sonetos; en el desierto internacional En 1949, mientras se iba adaptando al intenso ritmo de trabajo de la unesco, Torres Bodet retomó un camino que había abandonado durante su desempeño como secretario de Educación y de Relaciones Exteriores. Publicó entonces el libro titulado Sonetos, en el que incluyó la serie llamada Continuidad, escrita —como dijimos páginas atrás— con motivo de la muerte de su madre, en 1943. Viajó por varios países y constató directamente las carencias de muchos pueblos que, además de alimentación, vivienda y servicios de salud, requerían ser alfabetizados e iniciados en la lectura y la escritura, lo que asumió como una responsabilidad prioritaria del organismo que ahora representaba. Aprovechando sus experiencias en el ramo educativo —recuérdese el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio—, idea la creación de seis centros de capacitación para maestros de enseñanza elemental: dos en África, dos en Asia y dos en América Latina. En México, como era de esperarse, recibió los apoyos suficientes para crear el primer Centro Regional de Educación Fundamental para América Latina (crefal), que comenzó a funcionar en 1951 en terrenos de la Hacienda Eréndira de Pátzcuaro, Michoacán, donada por el ex presidente Lázaro Cárdenas. Hoy, es un organismo internacional de cooperación en materia educativa, aunque conserva sus siglas originales, se llama Centro de Cooperación Regional para la Educación de los Adultos en América Latina y el Caribe,107 y sigue siendo una reconocida institución de investigación, docencia y difusión de la cultura. Centro de Cooperación Regional para la Educación de los Adultos en América Latina y el Caribe (crefal), página oficial disponible en: http://www.crefal.edu. mx/crefal2013/index.php?option=com_content&view=article&id=132&Item id=135. El sitio web se encuentra en proceso de renovación. Si necesita información sobre alguno de los servicios, por favor comuníquese al +52 (434) 342 8150 o al correo crefal@crefal.edu.mx. 107

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158 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Años más tarde, Jaime Torres Bodet registró en sus memorias las peripecias que afrontó como director general de la unesco. También dio cuenta de ellas en una entrevista que Elena Poniatowska dio a conocer poco después del centenario del nacimiento del poeta: —Como director de la unesco tuve la impresión […] de moverme en el más oscuro de los desiertos: el internacional […]. —Usted, don Jaime, ha dado en El Colegio Nacional varias conferencias acerca de sus recuerdos de la unesco, y sigue dándolas en provincia. ¿Serán sobre el mismo tema? —Sí, tanto las conferencias como los fragmentos a que usted alude forman parte de un libro que tengo en preparación y que aparecerá en mayo, impreso por la editorial Porrúa. —¿Cuál será el título del volumen? —El desierto internacional. —¿Y por qué este título? —Le agradezco la pregunta, que me parece muy pertinente. Otros la harán sin duda. Previéndolo así, he tratado de responder a esa interrogación en el prólogo de la obra. “Durante cuatro años —del 26 de noviembre de 1948, fecha en que fui electo director general de la unesco, hasta el 26 de noviembre de 1952, día en que se aceptó mi renuncia— me esforcé por contribuir a que la unesco fomentara una alianza humana, merced al robustecimiento de la solidaridad intelectual y moral de comunidades sociales muy diferentes. Hice viajes a muchos países, hablé con los representantes de muchos Gobiernos. Pero dominaba, en todas partes, la inquietud de la guerra fría. Y se me incitaba a perseverar —teóricamente— en lo que pocos querían realmente hacer. La organización necesitaba concentrar su programa demasiado abstracto y difuso, entonces, y ampliar su raquítico presupuesto. Piense usted que la unesco no disponía, en 1949, ni de 8 millones de dólares al año. Y, en 1952, cuando renuncié, el presupuesto no alcanzaba siquiera a ser de 9 millones... ¿Cómo creer en administraciones que me pedían acción, que se congratulaban de la


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles concentración de nuestro programa, pero se rehusaban a proporcionarme los medios materiales para ejecutarlo, mientras derrochaban gigantescos caudales en armamentos? —¿Por qué, entonces, permaneció usted cuatro largos años trabajando para la unesco? —Porque tenía la esperanza de persuadir a los Gobiernos más reticentes. Me estimulaban a proseguir mis tareas la aptitud de mis colaboradores (entre los cuales mencionaré con particular aprecio a René Maheu), el aliento que me infundían ciertos delegados (los de los países más pobres), la magnanimidad de algunos próceres del talento (a quienes rendiré homenaje en el libro que se halla en prensa) y, más que nada, la gravedad de los problemas que plantean —todavía hoy— los desheredados de la historia y de la geografía; masas anónimas, mudas, pero ansiosas de redención. Sin embargo, mediante millares de incesantes promesas, consejos y exhortaciones, lo que advertí —en múltiples circunstancias— fue una trágica soledad. Los poderosos continuaban desarrollando su política de dominio, y los débiles dejaban que sus representantes hablasen de paz, sin asociarse valientemente, a fin de luchar para mantenerla. —¿Por qué renunció usted? —En 1952, durante la séptima reunión de la conferencia general de la organización, al darme cuenta de que las grandes potencias pretendían “estabilizar” su presupuesto, preferí partir. Y no me arrepiento de haberlo hecho. Mi renuncia, hasta cierto punto, sirvió de alerta. La unesco es ahora una institución de positiva importancia —perfectible, sin duda, pero coherente—. Dispone, en promedio, de 79 millones de dólares anuales, tanto para la ejecución de su programa ordinario cuanto para su acción de asistencia técnica y de acuerdo con el Fondo Especial de la onu. Pero el problema esencial sigue en pie. Mientras no se construya una paz auténtica, sobre la base de una creciente confianza en los valores de la cultura, en el respeto de la justicia y en el de los derechos del hombre, cada conciencia libre continuará sintiendo a su alrededor,

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160 ¶Trilogía magisterial, siglo xx como lo digo en mi libro, lo que yo sentí muy frecuentemente a lo largo de aquel periodo de mi vida: la angustia de estar clamando en mitad de un desierto inmenso: el más poblado y oscuro de los desiertos, el desierto internacional.108

En el discurso con que se despidió de la unesco, Torres Bodet volvió a reprochar la mezquindad de los países adheridos a ella —sobre todo a los más ricos— que, preocupados por la guerra fría, desdeñaban la educación y la cultura de los más pobres. Los miembros del consejo de la institución lamentaron la renuncia, elogiaron la labor del segundo director y eligieron en su lugar al filósofo y educador estadounidense John W. Taylor.

Periodismo; otros libros; El Colegio Nacional; una grave enfermedad Torres Bodet regresó a México en febrero de 1953 después de disfrutar unas vacaciones que hacía muchos años no se había tomado. Reanudó su participación en la Academia Mexicana de la Lengua y se dedicó a escribir. A partir de marzo de ese año entregó semanalmente un artículo al periódico Novedades. Esos trabajos se recopilaron después en sus Obras escogidas bajo el rubro Algunas reflexiones sobre la angustia de nuestro tiempo. También escribió cada semana en la revista Mañana las crónicas que a la postre integraron la primera parte de su autobiografía, titulada Tiempo de arena. El 8 de octubre de 1953 fue elegido como miembro de El Colegio Nacional donde, a partir de entonces, salvo su ausencia por otro encargo diplomático, dictó conferencias e impartió cursos con regularidad. Poniatowska, Elena, “Las enseñanzas de Torres Bodet (II)”, México: La Jornada, sección Cultura 6 de mayo de 2002, p. I. Cfr. Torres Bodet, Jaime, “El desierto internacional” en Memorias, pp. 5 y ss.

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Vuelto al camino de la escritura, en 1954 publicó dos nuevos libros de poemas: Poesías escogidas y Fronteras. Sin embargo, a principios de ese año, cuando volvía de Cuernavaca en automóvil junto con su esposa, Torres Bodet sufrió un derrame en el ojo derecho. Después de los sencillos tratamientos iniciales para combatir la posible presencia de algún cuerpo extraño, fue atendido por especialistas y operado. Ante el fracaso de la primera cirugía se fue a tratar a Estados Unidos, donde confirmaron la gravedad del diagnóstico —tuberculosis o toxoplasmosis— y le informaron que cualquier otra intervención sería inútil como la anterior para curarlo. Mejor, debía prevenir la ceguera del ojo izquierdo.109

Embajador en Francia; acercamiento fraterno Durante su convalecencia recibió la visita de muchos amigos: José Vasconcelos, Salvador Novo, el ex presidente Ávila Camacho, entre muchos que desfilaron por su casa para darle aliento o simplemente para platicar con él. Un día, inesperadamente, sin anunciarse, se hizo presente en su casa Adolfo Ruiz Cortines, ex compañero suyo en el gabinete de Miguel Alemán y, como es sabido, desde 1952, presidente de la República. Al poeta le sorprendió la visita y le halagó saber que el titular del Ejecutivo había estado al tanto de su condición de salud. Después de conversar y recorrer la casa junto con él, Ruiz Cortines le sugirió que saliera del encierro, que eligiera la embajada que más le agradara en Europa para enviarlo allá. Torres Bodet se entusiasmó con el ofrecimiento; pidió ser representante de México ante el Gobierno francés, y fue designado embajador en París. Antes de trasladarse a su nuevo puesto de trabajo consultó en Washington a otro oftalmólogo para cerciorarse de que podría desempeñar el cargo; dio los avisos de rigor y cumplió sus pendientes 109

Torres Bodet, Jaime, “La tierra prometida” en Memorias, pp. 253 y ss.

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Torres Bodet, como embajador de México, puesto que ocupó desde mediados de la década de los cincuenta.



164 ¶Trilogía magisterial, siglo xx en la Academia de la Lengua y en El Colegio Nacional; se despidió de sus compañeros de ambas instituciones; se puso al día de las funciones que iba a desempeñar, y en octubre de 1954 viajó a Europa. Jaime Torres Bodet se acreditó como embajador de México en Francia el 27 de octubre de 1954 ante el presidente René Coty. Las relaciones con el país galo no eran difíciles en ese momento, lo que permitió convertir la gestión del diplomático en labor de promoción y hermanamiento cultural entre ambos países. Muestra de lo anterior son algunas de las acciones más destacadas de aquellos años: Torres Bodet emprendió la difusión de temas sobre la cultura y la realidad mexicana por medio de la revista Nouvelles du Mexique; organizó conferencias y exposiciones en universidades e instituciones culturales sobre libros mexicanos, sobre la economía de nuestro país; apoyó a estudiantes mexicanos y franceses para que obtuvieran becas; logró que una plaza parisiense llevara el nombre de México. La Universidad Nacional Autónoma de México nombró al entonces embajador en Francia su representante en la Conferencia de la Asociación Internacional de Universidades, realizada en Estambul en 1955. Doctor honoris causa por las universidades de París y Burdeos, después le fue asignado el mismo grado por la Universidad de Lyon. En reconocimiento a sus lauros poéticos y académicos, fue elegido miembro extranjero de la Academia de Bellas Artes. Antes que él, sólo tres mexicanos —Antonio Alzate, Andrés del Río y José Y. Limantour— habían recibido esa distinción. A diferencia de los años en que fue secretario de Estado, durante su etapa como embajador en París continuó publicando y dio a conocer nuevos libros: Tres inventores de realidad: Stendhal, Dostoievski y Pérez Galdós (1955); Tiempo de arena (1955); Sin tregua (1957) y Trébol de cuatro hojas (1958), un homenaje poético dedicado a sus amigos Carlos Pellicer, Bernardo Ortiz de Montellano, José Gorostiza y Xavier Villaurrutia.


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Agotado por la rutina del trabajo en la embajada, comunica la decisión de separarse de su cargo. Aprovecha el periodo vacacional de agosto de 1958 para retirarse discretamente de París, con la intención —dijo entonces— de volver a sus tareas en El Colegio Nacional, la Academia de la Lengua y, sobre todo, de seguir redactando su obra autobiográfica. Más allá de los proyectos personales de Jaime Torres Bodet, debe recordarse que el sexenio de Ruiz Cortines estaba por concluir, y eran previsibles los relevos en las embajadas. Además, el inicio de un nuevo periodo presidencial podía augurar buenas opciones para un servidor público experimentado y reconocido como él. Y así fue.

Segundo periodo en la

sep

Después de su último informe presidencial, en septiembre de 1958, Adolfo Ruiz Cortines citó a Jaime Torres Bodet a una reunión en la residencia de Los Pinos para charlar sobre asuntos de interés público. Iniciada la plática, se sumó a ella el entonces presidente electo Adolfo López Mateos, que también había sido invitado por el mandatario en funciones.110 López Mateos hizo una primera insinuación a Torres Bodet para abordar los problemas que afrontaba la educación en México. El poeta, que en ese momento deseaba más reintegrarse a los quehaceres intelectuales que volver al servicio público —también consideraba su edad y su estado de salud—, no mostró mayor interés en asumir la responsabilidad que le proponía el futuro gobernante. Poco después fue llamado por el político mexiquense que había sido director del Instituto Científico Literario Autónomo del Estado de México en la época en que Torres Bodet fue secretario de Educación por primera vez, que había fungido como secretario del Trabajo 110

Ibidem, pp. 353, 361 y ss.

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166 ¶Trilogía magisterial, siglo xx en el sexenio que estaba por terminar, y ahora se preparaba para asumir la Presidencia de la República. A contrapelo de la reticencia de Torres Bodet, López Mateos insistió y le encargó un memorándum con el diagnóstico de la situación educativa del país. El escritor, avezado en menesteres pedagógicos y políticos, sabía que no podía negarse y se puso a trabajar. Entregó un documento muy ambicioso que, amén de otros propósitos, como la dignificación del magisterio, fijaba una meta clara: brindar educación elemental a todos los niños de entre seis y 14 años. Pensó que lo iba a rechazar; pero el presidente electo le volvió a llamar; le dijo que confiaba en él para ejecutar ese proyecto, para continuar la obra que había comenzado quince años antes, y que la educación en su Gobierno sería prioritaria. Algo de esas conversaciones y ese documento se incorporó al discurso que pronunció Adolfo López Mateos el día que tomó posesión como Presidente de la República, el 1° de diciembre de 1958. A través de todos los grados de enseñanza, prepararemos mejor a la niñez y a la juventud, para que sepan lo que deben hacer en su propio beneficio y en el de la colectividad, y para que puedan hacerlo bien. Será meta que habremos de alcanzar, la de proporcionar en nuestro sistema educacional, capacitación técnica para el mayor número y mejoraremos constantemente para ello nuestra actual organización de la enseñanza técnica. Acentuaremos las tareas educativas en los grados primario y medio, para que llegue a todos, si es posible, la educación elemental y la enseñanza media al mayor número, sin descuidar las formas superiores de la cultura y la investigación. La Educación Pública es una de las mayores preocupaciones nacionales. En primer término, y como condición esencial, procuraremos mejorar la calidad de las enseñanzas, adaptando de manera


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles menos teórica los planes de estudio a las necesidades reales de nuestro pueblo, y modernizando en lo posible los métodos y los procedimientos. Para conseguir buen éxito en esta obra, tendremos que pedir a nuestros maestros, todavía mayor esfuerzo, más disciplina, más competencia y mayor fervor en su misión. Concederemos especial atención a tres cuestiones urgentes: aumentar el rendimiento de las actuales Escuelas Normales y crear otras en la provincia, para contar cada año con mayor número de profesores bien preparados; desarrollar la capacitación agrícola de los campesinos y acelerar la capacitación técnica de los obreros.111

En seguida enunció la intención de apoyar firmemente a la Univer-sidad Nacional Autónoma de México y al Instituto Politécnico Nacional; de extender los beneficios de la enseñanza superior a las diversas entidades del país; de propiciar una mayor colaboración de la iniciativa privada en materia educativa, respetando los principios constitucionales y subordinando el afán de lucro a la calidad de la enseñanza; de evitar la deserción escolar y la frustración profesional; de promover la intervención benéfica de los padres de familia; de cultivar el carácter y la voluntad de los educandos para hacerlos conscientes de sus deberes con los demás, con la familia y con la patria.112

López Mateos, Adolfo, “Discurso al protestar como Presidente de la República ante el Congreso de la Unión, el 1° de diciembre de 1958” en Los presidentes de México ante la Nación: informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966, México: XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados, Tomo 4 (Del 30 de noviembre de 1934 hasta el 1° de septiembre de 1966), pp. 683 y 684. 112 Idem. 111

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Jaime Torres Bodet en su segunda gesti贸n como secretario de Educaci贸n.


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El Plan de Once Años Entusiasmado por la actitud de López Mateos, Jaime Torres Bodet asumió por segunda vez el cargo de secretario de Educación Pública. Propuso formular un Plan de Expansión y Mejoramiento de la Enseñanza Primaria que el presidente convirtió en propuesta legislativa y la envió al Congreso de la Unión. Los legisladores dispusieron que para llevar a cabo el plan se constituyera una comisión integrada por el titular del ramo; por los diputados Antonio Castro Leal y Enrique Olivares Santana; los senadores Caritino Maldonado y Ramón Ruiz Vasconcelos; Francisco Hernández, representante de Gobernación; Octavio Novaro, de Presidencia; Jenaro Hernández de la Mora, de Hacienda; Ana María Flores, de Industria y Comercio; Emilio Alanís Patiño, del Banco de México, y Enrique W. Sánchez, del snte. La comisión debía elaborar un diagnóstico del problema educativo en el nivel básico y un plan que pudiera atender en un tiempo determinado la demanda en todo el país.113 El proyecto generado por la comisión —dado a conocer el 27 de octubre de 1959— fue identificado como Plan de Once Años, porque se aplicaría entre 1959 y 1970. Es reputado como el primer intento para sistematizar la política educativa en México que, rezagada entonces frente a los avances tecnológicos e industriales y el crecimiento de la población que experimentaba el país, proponía hacer homogénea la educación a nivel nacional. Para la primera etapa del plan —que correría de 1959 a 1964— se fijó un temario de cuatro puntos básicos: a) actualizar planes y programas; b) construir edificios escolares para instrucción básica y normal; c) dar capacitación inicial y continua a los docentes, d) elaborar y distribuir gratuitamente libros de texto. Torres Bodet, Jaime, “Discurso inaugural de los trabajos de la Comisión Mixta encargada de expedir el Plan de Expansión y Mejoramiento de la Enseñanza Primaria”, en Acción educativa del gobierno mexicano, 1959-1960, México: Secretaría de Educación Pública, 1961, pp. 21-22. Cfr. Torres Bodet, Jaime, “La tierra prometida”, op. cit., pp. 376-377. 113

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El escritor Martín Luis Guzmán alentó los primeros trabajos literarios de Torres Bodet y fue amigo suyo toda la vida.


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Los planes y programas de estudio de preescolar, primaria, secundaria y normal actualizados se comenzaron a aplicar en septiembre de 1960 en instituciones que operaban dentro del calendario escolar B y en febrero de 1961 en las pertenecientes al calendario A. Acerca del cumplimiento de este ambicioso proyecto, Pablo Latapí concluyó en un estudio publicado en 1971 que si bien a raíz del Plan de Once Años la matrícula en el nivel básico aumentó considerablemente, el problema que se pretendía resolver sólo se superó en 33%, dada la cantidad millonaria de niños no inscritos en escuelas elementales el año anterior, pues se había propuesto que para entonces, 1970, todos los menores de entre seis y 14 años estuvieran por lo menos cursando la escuela primaria.114 El resultado puede explicarse porque cada sexenio cambian los funcionarios y se desechan programas, aunque tengan metas de largo plazo. Además, el “desarrollo estabilizador”,115 que había prevalecido hasta el Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, estaba llegando a su fin, y la modernidad traía consigo distractores y muchas necesidades de urgente solución.

Latapí Sarre, Pablo, “Las necesidades del sistema educativo nacional”, en Disyuntivas sociales/ Presente y futuro de la sociedad mexicana, Volumen II, México: Secretaría de Educación Pública, Colección sep Setentas, Número 5, 1971, pp. 133 y ss. 115 Meyer, Jean, “México entre 1934 y 1988/ Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970)”, en Von Wobeser, Gisela (coordinadora), Historia de México, México: Secretaría de Educación Pública, Comisión Organizadora para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia Nacional y del Centenario de la Revolución, Academia Mexicana de la Historia, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 256. 114

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Cuando Torres Bodet volvió a encabezar la Secretaría de Educación Pública en el mandato de Adolfo López Mateos, se abrieron innumerables recintos culturales. En la imagen se les observa inaugurando el Museo de Arte Moderno.


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Los libros de texto gratuitos Por decreto del 13 de febrero de 1959 se creó la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg),116 que al momento de su fundación fue presidida por Martín Luis Guzmán. El Gobierno mexicano debió defender ese proyecto de las objeciones expuestas por los industriales de las artes gráficas y del ramo editorial que temían ser afectados en sus negocios; pero desde la iniciativa se disponía que ellos participaran en la producción de los nuevos libros mediante concursos o asignaciones directas cuando las licitaciones se declararan desiertas. También hubo que sortear la oposición de grupos auspiciados por jerarcas religiosos y por el Partido Acción Nacional. Según ellos, la distribución de libros elaborados por el Gobierno atentaba contra la libertad de enseñanza y demostraba un autoritarismo propio de regímenes antidemocráticos. Los libros, corregidos personalmente por el secretario de Educación, aparecieron primero con carátulas ilustradas por diversos artistas plásticos. Finalmente se unificaron con la obra de Jorge González Camarena titulada La Patria y se distribuyeron por millones en todas las escuelas del país. Adolfo López Mateos había participado durante el sexenio de Lázaro Cárdenas en un proyecto semejante que duró poco tiempo y Jaime Torres Bodet había ordenado distribuir algunos textos sin costo para los educandos cuando fue titular de la sep por primera vez, así que con este programa ambos, apoyados por autores, asesores técnicos e impresores, hicieron realidad un sueño en favor de los niños mexicanos.

Diario Oficial de la Federación, Tomo CCXXXII, Número 36, México, 13 de febrero de 1959, pp. 4-5. 116

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En su madurez, Jaime Torres Bodet complet贸 una voluminosa e importante obra literaria.


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Escuelas, museos y otros edificios Para cumplir con uno de los apartados fundamentales del Plan de Once Años, durante el sexenio 1958-1964 se construyeron más de 25 000 aulas, laboratorios y talleres para la enseñanza básica. Además de lo anterior, se hicieron importantes inversiones para mejorar la infraestructura de centros de enseñanza superior y centros de divulgación de la cultura. Por ejemplo, se edificaron aulas, talleres, laboratorios y unidades de servicios en la Unidad Profesional Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional; se construyó la Galería Didáctica de Chapultepec (La lucha del pueblo mexicano por su libertad); se erigió el majestuoso Museo Nacional de Antropología; se remodeló el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, Estado de México; se creó la Unidad Cultural y Turística de la zona arqueológica de Teotihuacán y se restauraron muchos edificios de los conocidos hasta entonces en la misma ciudad prehispánica. Entre otras obras, se adaptó del ex Convento de San Diego para instalar ahí la Pinacoteca del Virreinato, en el centro de la Ciudad de México, donde hoy funciona el Laboratorio Arte Alameda; se construyeron la Escuela Nacional de Educación Física; el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) y el Centro Nacional de Cálculo del ipn; la Escuela Nacional de las Artes del Libro, hoy Escuela Nacional de Artes Gráficas; la Escuela Normal de Especialización, y la Unidad de Grabación del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio. De igual modo se reconstruyeron y remodelaron más de 2 000 aulas de enseñanza primaria y la mayor parte de las 29 escuelas normales rurales que operaban para entonces a lo largo del territorio nacional; se edificó un Centro Regional de Enseñanza Normal (cren) en Ciudad Guzmán, Jalisco, y otro en Iguala, Guerrero; se realizaron importantes obras materiales en la Escuela Normal Superior de México.

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176 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Pero más allá de las mejoras físicas en sus instalaciones, las escuelas formadoras de docentes pasaron por un proceso de reforma académica que actualizó su organización administrativa, sus planes, programas y métodos de enseñanza.117 De manera complementaria, se construyó un edificio para instalar los Talleres Tipográficos Nacionales, destinado a la impresión de los libros de texto gratuitos. Ahí mismo se estableció la sede de la comisión encargada de editarlos. Por otra parte, el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana construyó y equipó en distintos rumbos del país 14 casas con el propósito de brindar a los jóvenes actividades recreativas, artísticas y culturales.

Capacitación; mejoras salariales; misiones; castellanización Un organismo creado durante la gestión anterior de Jaime Torres Bodet al frente de la política educativa de México, el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, recibió especial impulso entre 1958 y 1964, periodo en el cual se graduaron más de 16 000 profesores que carecían de título profesional —más de la mitad de los que lo hicieron en los 19 años anteriores que había operado. Junto con la profesionalización vino el aumento de los sueldos del magisterio federal de todos los niveles. Tan sólo en 1964 se aplicaron en ese rubro 800 millones de pesos, lo que redundó en mejoras salariales que fluctuaron entre 40 y 160%. A fin de proporcionar capacitación a los trabajadores que desempeñaban labores agropecuarias, se formaron 37 Brigadas Móviles que recorrieron gran parte del país. Caballero, Arquímedes y Medrano, Salvador, “El segundo periodo de Torres Bodet: 1958-1964”, en Solana Morales, Fernando et al., Historia de la Educación Pública en México (1876- 1976), México: sep/ Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 381 y 384. 117


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Se acondicionaron vehículos para transportar bibliotecas, televisores y herramientas a fin de que las 82 Misiones Culturales Rurales dependientes de la federación que funcionaban en esa época promovieran la lectura, la recreación y la formación de talleres. Esas Misiones Motorizadas crearon salas populares de lectura, centros de educación extraescolar y brindaron asesoría técnica en millares de centros de alfabetización ubicados en zonas rurales. La Secretaría de Educación Pública auspició internados indígenas de donde egresaron promotores culturales bilingües —hombres y mujeres jóvenes— capacitados para castellanizar y alfabetizar a miembros de sus comunidades. Abrió varios centenares de plazas para ellos y ordenó la edición de cartillas en algunas de las lenguas con mayor número de hablantes del país, con su correspondiente traducción al español.

Mayor presupuesto; más alumnos; educación técnica y superior En el transcurso de la segunda administración educativa de Jaime Torres Bodet, el presupuesto de la dependencia a su cargo creció de 1 000 millones de pesos en 1958 a 4 000 millones en 1964; el número de alumnos matriculados en primaria subió de cuatro millones a seis millones, y los de secundaria aumentaron de 110 000 a 261 000 en el mismo lapso (todas las cifras se presentan en números redondos). Durante el sexenio que nos ocupa se pusieron en servicio varios centros de capacitación para el trabajo industrial (Cecatis), antecedentes de los bachilleratos tecnológicos; la población estudiantil del Instituto Politécnico Nacional, que era de 22 000 alumnos en 1958, se fue incrementando hasta sumar 45 000 en 1964. También se consolidaron los institutos tecnológicos regionales.

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(De derecha a izquierda) Adolfo López Mateos, presidente de la República; Antonio M. Quirasco, gobernador de Veracruz, y Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública, en compañía de otros funcionarios, en la inauguración de un centro escolar.


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La Secretaría de Educación apoyó con más recursos a las universidades en ese periodo. Por ejemplo, el subsidio para la Universidad Nacional Autónoma de México, que en 1958 era de 75 millones de pesos, pasó a 259 millones para el último año del sexenio, cuando atendió a más de 75 000 estudiantes. Las universidades de los estados, cuyas poblaciones escolares aumentaron de 39 000 a 90 000 estudiantes, también fueron beneficiadas con mayores montos de subsidios federales.118

Comisiones en el extranjero; conflictos sindicales; actividad literaria Aparte de organizar reuniones con educadores extranjeros en México, en medio de la vorágine que representaba la aplicación del Plan de Once Años, Jaime Torres Bodet tuvo tiempo para asistir en 1962 a la Conferencia de Santiago de Chile sobre Educación y Desarrollo Económico, en calidad de jefe de la delegación mexicana, y en 1963 a la Tercera Reunión Interamericana de Ministros de Educación, realizada en Bogotá, Colombia. En ambos casos, sus colegas lo distinguieron al encomendarle el discurso de apertura de los trabajos. En Santiago de Chile prosperó su propuesta de recomendar la aplicación de 15% de los fondos de la Alianza para el Progreso —programa de ayuda financiera, política y social de Estados Unidos para Latinoamérica— en favor de la educación pública. En Bogotá logró que se adoptara una declaración en la que figuran principios como el respeto a la cultura de todos los pueblos; la plena realización del hombre en un ambiente de libertad, justicia y paz; el mejoramiento efectivo de las condiciones económicas y López Mateos, Adolfo, Informes Presidenciales (I,II, III, IV, V y V), en Cámara de Diputados/ LX Legislatura/ Centro de documentación, información y análisis, Informes presidenciales, México: 2006. Las referencias a las obras e inversiones de los apartados anteriores se tomaron de los sucesivos informes del sexenio 1958-1964.

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Jaime Torres Bodet se dirige al magisterio mexicano.


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sociales de toda la población; la promoción de los valores de libertad e igualdad de oportunidades; el fomento del respeto a la persona humana para asegurar un porvenir de paz en la dignidad, y una colaboración internacional constructiva en la independencia. Era partidario, en fin, de una adecuación de las funciones de la Organización de Estados Americanos y sus organismos auxiliares para conocer, evaluar y mejorar las condiciones educativas, científicas y culturales de los países miembros.119 Un conflicto magisterial —junto con varios más— ocurrió en México a finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado. Casi para terminar el sexenio de Ruiz Cortines, el Movimiento Revolucionario del Magisterio (mrm), encabezado por Othón Salazar, había escenificado huelgas y manifestaciones en demanda de mejoras salariales. También exigían que el Gobierno respetara la vida interna del snte. Varios de sus dirigentes fueron encarcelados por disolución social y las protestas fueron acalladas. A Jaime Torres Bodet le tocó intervenir desde la parte oficial para tratar de resolver las secuelas de ese movimiento y enfrentar otros, surgidos durante su gestión, como el de la Sección IX del Distrito Federal que, con reclamos semejantes a los del mrm, irrumpió en el escenario de conflictos sindicales de la época, cuando diferentes gremios que continuaron haciendo movilizaciones se toparon con la mano dura del régimen lopezmateísta.120 Durante el tiempo que se desempeñó como secretario de Educación Pública por segunda vez, a diferencia de otras etapas en que fue funcionario, Jaime Torres Bodet publicó varios libros. Entre los Los cuatro párrafos anteriores reseñan el contenido de: Torres Bodet, Jaime, La tierra prometida, op. cit., pp. 417, 425, 431, 497-501. 120 Meyer, Jean, “México entre 1934 y 1988/ Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970)”, en Von Wobeser, Gisela (coordinadora), Historia de México, México: Secretaría de Educación Pública/ Comisión Organizadora para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia Nacional y del Centenario de la Revolución/ Academia Mexicana de la Historia/ Fondo de Cultura Económica, 2010, pp. 254-255. 119

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182 ¶Trilogía magisterial, siglo xx más importantes, Balzac (1959), Poémes (antología publicada en París; 1960), Maestros venecianos (1961), Obras escogidas (1961) y Selected poems (edición bilingüe hecha por Sonja Karsen en Estados Unidos; 1964).

Al reencuentro del escritor; una grave enfermedad Concluido el sexenio de Adolfo López Mateos, Jaime Torres Bodet no fue invitado a continuar en el Gobierno y volvió a sus tareas de escritor. En 1965 publicó Guerra y paz: León Tolstoi. Su vida y su obra, libro basado en un curso que impartió en El Colegio Nacional; editó otro, llamado Discursos, con alocuciones pronunciadas durante las dos décadas anteriores, y conformó la selección titulada Poesía de Jaime Torres Bodet. En 1965 también apareció Jaime Torres Bodet en quince semblanzas, obra en la que un grupo de intelectuales amigos suyos abordan su vida y su obra desde diferentes ángulos y puntos de vista: poeta, diplomático, impulsor de las artes, orador, educador, etcétera. Ese libro, aparte de la admiración, el respeto, el reconocimiento y el cariño, pudo haber tenido otra motivación: las personas cercanas a Torres Bodet sospechaban que estaba pasando por un trance difícil. Él se conducía con discreción; los demás especulaban. Lo cierto es que le habían diagnosticado cáncer de colon y estaba deprimido, temeroso de morir antes de terminar la obra que tenía proyectada. Fue sometido a una operación quirúrgica que, le dijeron, tuvo buenos resultados; pero el ex secretario de Educación y los médicos estaban conscientes del riesgo de una recaída. Alentado por la primera batalla ganada al cáncer, Jaime Torres Bodet siguió reuniendo los textos para sus próximos libros y se reincorporó a sus demás actividades con relativa normalidad.


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Se reanudan los viajes; más reconocimientos Para comenzar a celebrar el primer centenario del poeta Rubén Darío, desde 1966 se organizaron en Nicaragua diversas ceremonias. Torres Bodet viajó con ese motivo al país centroamericano y, además de otras actividades, dictó una conferencia alusiva al forjador del modernismo en la Universidad de León. En julio del mismo año, 1966, un grupo de amigos organizó un homenaje “como testimonio de admiración a su ilustre obra literaria”. Asistieron muchos artistas, pensadores y literatos. Entre los oradores de esa ocasión estuvieron Arturo Arnáiz y Freg, Salvador Novo, Ángel María Garibay K. y Juan José Arreola. En agosto siguiente acudió como representante del Gobierno de México a la asunción del doctor Carlos Lleras Restrepo como presidente de la República de Colombia. En octubre, el consejo de la Academia del Mundo Latino, con sede en París, lo nombra presidente de la institución por un año y posteriormente lo honra con la designación de presidente honorario. El filósofo francés René Maheu, entonces director general de la unesco, invitó a Torres Bodet a participar —del 31 de octubre al 4 de noviembre de 1966— en las mesas redondas organizadas en París para examinar la forma en que la institución podía apoyar el establecimiento de la paz del mundo. En esa reunión, el escritor mexicano coincidió con ex directores generales de la unesco; con Philip J. Noel-Baker y Lord Boyd Orr, ganadores del Premio Nobel de la Paz, y con Linus Pauling, galardonado con el Premio Nobel de Química en 1954 y de la Paz en 1962. Poco después de volver a México, el 10 de diciembre siguiente, apareció su libro Rubén Darío, abismo y cima, que recoge los contenidos del curso que sobre el poeta nicaragüense impartió en El Colegio Nacional a finales de mayo y principios de junio de 1966. La hispanista estadounidense Sonja Karsen, antigua colaboradora de la unesco y estudiosa de la obra de nuestro personaje,

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La lectura, los viajes y la redacci贸n de sus memorias fueron ocupaciones primordiales en la 煤ltima etapa de la vida de Jaime Torres Bodet.


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había publicado unos meses antes Versos y prosas de Torres Bodet, una nueva antología. Torres Bodet había instituido en 1945 el Premio Nacional de Letras para reconocer el trabajo literario, sin pensar que, a la postre, ese galardón le sería entregado a él mismo, tal como se lo informó a finales de 1966 Agustín Yáñez, que lo había relevado en la sep. Aparentemente recuperado de los males que le habían aquejado poco después de terminar su segunda gestión como secretario de Educación, Jaime Torres Bodet prosiguió el periplo que incluía compromisos personales y oficiales. Por ejemplo, en mayo de 1967, en su calidad de presidente de la Academia del Mundo Latino, asistió al homenaje que La Sorbona le rindió a Rubén Darío. En esas jornadas Torres Bodet alternó con el escritor y diplomático guatemalteco Miguel Ángel Asturias, que poco después recibió el Premio Nobel de Literatura; el jurista, poeta y ensayista cubano Juan Marinello; Jean Roche, rector de la Universidad de París, y la actriz española de teatro y cine María Casares, quien leyó para la ocasión algunos textos de Darío. En septiembre siguiente encontramos a Torres Bodet en Estados Unidos. Viajó a San Francisco y San José, California, en representación del presidente de la República para participar en los festejos conmemorativos de la Independencia de México. Para complementar su libro Rubén Darío, abismo y cima, publicó —durante 1967 también— una gran antología con poemas, cuentos, crónicas, fragmentos de libros de viajes, prólogos, discursos, comentarios críticos y páginas autobiográficas del poeta nicaragüense. Como había hecho en ocasiones anteriores, agrupó las lecciones de un nuevo curso que impartió en el Colegio Nacional e integró otro libro de ensayos titulado Tiempo y memoria en la obra de Proust. Asimismo, dio a conocer todos los poemas que había escrito en cincuenta años —de 1916 a 1966— en dos volúmenes que tituló Obra poética, prologados por Rafael Solana.

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186 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Memorias; quebrantos de salud; medalla Belisario Domínguez Durante los últimos años había tenido más tiempo para convivir y viajar con su esposa Josefina a diferentes países —Francia era uno de sus preferidos—; pero en los meses recientes Jaime Torres Bodet se había vuelto a quejar de sus males; incluso debió pasar por nuevas intervenciones quirúrgicas y revisiones médicas que hacían sospechar un resurgimiento del cáncer. No obstante eso, se esmeró en terminar sus memorias. Como reconocimiento por el libro que escribió acerca de Rubén Darío, en febrero de 1968 Jaime Torres Bodet fue galardonado con el premio Mazatlán de Literatura. En mayo del mismo año impartió una serie de conferencias sobre los poetas mexicanos Manuel José Othón y Enrique González Martínez en El Colegio Nacional. En abril lo volvieron a operar; y pronto se recuperó y reanudó sus actividades. Con motivo del cincuentenario de Fervor, su primer poemario, El Colegio Nacional organizó una ceremonia de reconocimiento y el libro fue reeditado. En verano, don Jaime y su esposa volvieron a París. De ahí fueron a Italia, Portugal y Gran Bretaña. A finales de ese año —1968— le hicieron otro homenaje, ahora en la Biblioteca Nacional. En 1969 apareció el primer libro de sus Memorias, titulado Años contra el tiempo, que abarca el periodo en que fue secretario de Educación Pública durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho. Debemos aclarar que en la edición final de las Memorias de Torres Bodet —publicada después de su muerte— aparece como primer libro Tiempo de arena, que suele catalogarse como autobiografía, aunque tiene un estilo y una distribución de temas muy similar a los otros textos del compendio.


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En 1970 el poeta no tuvo mayores afecciones de salud y pudo disfrutar sus acostumbrados viajes. Ese año publicó La victoria sin alas, segunda parte de sus Memorias, que repasa el tiempo en que fungió como secretario de Relaciones Exteriores, entre 1946 y 1948. Nuevos viajes en el verano de 1971 y otro libro, El desierto internacional, donde Torres Bodet alude a su desempeño como director general de la unesco, de 1948 a 1952. Fue la tercera parte de sus Memorias. En octubre de ese mismo año, el Senado de la República concedió a Jaime Torres Bodet la Medalla Belisario Domínguez “por sus excepcionales obras en la función pública, de las cuales destacan la campaña contra el analfabetismo, la capacitación del magisterio, la redacción del artículo tercero, el Plan de Once Años, la creación del Museo Nacional de Antropología y el establecimiento de los libros de texto gratuitos”.121 En 1972 el escritor vio aparecer el cuarto volumen de sus Memorias, que lleva por nombre La tierra prometida y narra lo sucedido durante el sexenio de Adolfo López Mateos, cuando por segunda ocasión Jaime Torres Bodet fue secretario de Educación Pública. Al parecer el libro anterior sería el último; pero faltaba relatar lo que hizo el funcionario, el educador, el poeta entre 1930 y finales de 1943, el puente que debía unir Tiempo de arena y Años contra el tiempo. Varios amigos se lo hicieron notar y él mismo sentía que faltaba esa conexión entre dos tramos de su vida. Con base en esas consideraciones, se puso a trabajar en la redacción de Equinoccio. Aunque seguía recopilando recuerdos, datos, sucesos, su salud se fue deteriorando notoriamente desde finales de 1973. Convivía poco con sus amigos; la neuritis casi le impedía caminar. Por fin, 121

Zertuche Muñoz, Fernando, Jaime Torres Bodet. Realidad y destino, México: 2011, p. 178.

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188 ¶Trilogía magisterial, siglo xx el 9 de mayo de 1974 entregó a la Editorial Porrúa los originales del libro que tenía en proceso —Equinoccio— y, al parecer, cae en la cuenta de que ya no tiene más pendientes: “Ha llegado el momento en el cual no puedo fingir, a causa de mis enfermedades, que sigo viviendo, en espera, día a día, de la muerte. Prefiero ir a su encuentro y hacerlo oportunamente. No quiero ser molesto ni inspirar piedad a nadie. He cumplido mi deber hasta el último momento”.122 Esa fue la nota que escribió poco antes de tomar la última decisión. El 13 de mayo de 1974 Jaime Torres Bodet se suicidó. Poco después apareció Equinoccio, su último libro. Pasado un tiempo, la misma Editorial Porrúa publicó en dos tomos —titulados genéricamente Memorias— sus seis libros autobiográficos: Tiempo de arena, Años contra el tiempo, La victoria sin alas, El desierto internacional, La tierra prometida y Equinoccio, dispuestos en el orden que anteriormente fueron publicados uno por uno. Diplomático, secretario de Relaciones Exteriores; director general de la unesco; Premio Nacional de Letras; doctor honoris causa por la unam, por las universidades de Michoacán, Albuquerque, Bruselas, Burdeos, California, La Habana, París, y otras; miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional; miembro extranjero honorario de la Academy of Arts and Sciences de Estados Unidos; condecorado en México y numerosos países de América y Europa; poeta; ensayista; defensor de la paz desde el servicio público y desde la literatura, como se aprecia en el fragmento siguiente de uno de sus poemas:

El Universal, 14 de mayo de 1974, citado por Zertuche Muñoz, Fernando, Jaime Torres Bodet. Realidad y destino, México: sep, 2011, p. 181.

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José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles Civilización

Un hombre muere en mí siempre que un hombre muere en cualquier lugar, asesinado por el miedo y la prisa de otros hombres. Un hombre como yo; durante meses en las entrañas de una madre oculto; nacido, como yo, entre esperanzas y entre lágrimas, y —como yo— feliz de haber sufrido, triste de haber gozado, Hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.123

Todos esos méritos tuvo Jaime Torres Bodet, y aun otros; pero el que lo mantiene en el recuerdo de gran parte de los mexicanos —junto con José Vasconcelos— es haber concebido y operado la tarea educativa como política de Estado.

Albores García, Ricardo, 200 años de poesía mexicana, México: Grupo Editorial Éxodo 2010, p. 322.

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192 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Por la Huasteca y rumbos aledaños Tuxpan era desde principios del siglo xx un importante centro urbano, comercial y político. Por ejemplo, en las etapas iniciales del constitucionalismo fue temporalmente capital de Veracruz. Puerto enclavado en la región petrolera más próspera de México en aquella época, permitió a don Vicente Heroles consolidar una empresa dedicada al transporte de cabotaje que operó en una franja amplia del litoral del Golfo. Ahí llegó Jesús Reyes Martínez, originario de España, comerciante, y casó con Juana Heroles Lombera, hija del dueño de la compañía naviera antes referida. De este matrimonio nacieron Antonio y Jesús Reyes Heroles. Jesús Reyes Heroles, último personaje de la presente Trilogía magisterial, nació el 3 de abril de 1921 en Tuxpan, Veracruz. Como asentamos en apartados precedentes, para entonces Álvaro Obregón era presidente de la República; José Vasconcelos, a la sazón rector de la Universidad Nacional, promovía a tambor batiente la creación de la Secretaría de Educación Pública, y Jaime Torres Bodet fungía como secretario de la Escuela Nacional Preparatoria. Poco después, Vasconcelos sería el primer titular de la nueva dependencia y Torres Bodet su colaborador cercano. En Veracruz, claramente inclinado a favor de una política de izquierda, con el apoyo de grupos obreros, con una defensa de agraristas armados y la consiguiente oposición de sectores empresariales, gobernaba por primera vez Adalberto Tejeda Olivares.124 Ese estado de cosas seguramente influyó para que Jesús Reyes Martínez, extranjero y comerciante, buscara otras plazas donde ejercer con facilidad sus negocios, porque aproximadamente en 1923 salió de Tuxpan con toda su familia. Blázquez Domínguez, Carmen, “De la Revolución de 1910 a la presidencia de Lázaro Cárdenas/ La reconstrucción revolucionaria”, en Blázquez Domínguez, Carmen et al., Veracruz, Historia Breve, México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia de las Américas/ Fondo de Cultura Económica, 2011, pp. 259-261. 124


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Tampico —principal punto de exportación de hidrocarburos en ese momento—, Ciudad Victoria y San Luis Potosí —capital provinciana en pleno desarrollo tras la principal fase armada de la Revolución— fueron ciudades entre las que peregrinó el pequeño Jesús Reyes Heroles llevado por sus mayores. Durante esas mudanzas Reyes Heroles padeció una fiebre reumática que lo invalidó temporalmente hasta que, en la capital tamaulipeca, recuperó la salud. Tales retos —infieren sus biógrafos— “contribuyeron a forjarle un carácter fuerte que más adelante mostrará en su actividad política”.125

Formación básica y media Poco antes de cumplir siete años, Jesús ingresó a la Escuela Primaria San Luis, institución particular donde cursó sus estudios básicos —entre 1929 y 1934—. En ese lapso —que como hemos dicho, se denomina el maximato— gobernaron México Emilio Portes Gil —designado en 1928 por el Congreso a la muerte de Álvaro Obregón—, durante cuyo mandato se fundó el Partido Nacional Revolucionario (pnr), predecesor del prm y del pri, dentro de los cuales Reyes Heroles tuvo a la postre importante actividad; Pascual Ortiz Rubio, quien estableció relación diplomática con la República Española, entonces triunfante, y que, inconforme por la injerencia de Plutarco Elías Calles en su administración, renunció al cargo y, finalmente, Abelardo L. Rodríguez, que promulgó una reforma del artículo tercero de la Constitución para establecer la educación socialista que se aplicó después de su gestión. Reyes Heroles asistió a la secundaria —de 1935 a 1937— en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí, donde era Asociación de Estudios Históricos y Políticos Jesús Reyes Heroles, A.C., “Semblanza biográfica”, en Lozada, Javier (compilador), Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: Gobierno del Estado de México, 1995, p. 5.

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194 ¶Trilogía magisterial, siglo xx docente el fiscal militar de la zona, Joaquín Zapata Vela, quien advirtió las aptitudes del joven discípulo y lo estimuló a leer obras literarias, filosóficas y sociológicas básicas para su formación intelectual. En 1938, Jesús acreditó el bachillerato de ciencias sociales en el Colegio Civil de Querétaro mediante exámenes a título de suficiencia, cuando tenía 17 años. Toda esta última fase formativa del estudiante veracruzano —secundaria y bachillerato— transcurrió en el primer periodo sexenal de gobierno, que fue encabezado por Lázaro Cárdenas, ciclo en el que, además de aplicar la educación socialista, se decretó la expropiación de la industria petrolera y se transformó el pnr en Partido de la Revolución Mexicana (prm).

Estudia en la unam; trabaja en el ascenso de Ávila Camacho

prm;

En enero de 1939 Jesús Reyes Heroles ingresó a la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, que todavía operaba en el edificio de San Ildefonso y Argentina, pleno centro de la capital del país. Faltaba poco para que cumpliera 18 años cuando, junto con su hermano Antonio, se instaló en la Ciudad de México a fin de continuar estudiando. Sus padres, que seguían radicando en San Luis Potosí, los apoyaban; pero hay indicios de que la situación económica de la familia no era muy boyante, pues el joven universitario, en más de una ocasión, tuvo necesidad de solicitar… […] descuento para el pago de colegiaturas y de derechos por trámites diversos. Algunos de estos documentos están firmados por su tutor, Francisco R. Martínez [su tío paterno, al parecer. N. del A.] Incluso obra una investigación socioeconómica, levantada en el domicilio de la familia, sito en el departamento 7 de la casa marcada con


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles el número 224 de la calle Coahuila, en la que se consigna que “se observa una situación económica modesta, pues viven en un apartamentito y su mueblario es pobre”. Se entrevista a la madre Juana H. de Reyes y al hermano Antonio Reyes H. Se da cuenta también de que el padre es agente viajero y ambos hijos estudiantes. Por todo lo cual, se concede 50% de crédito.126

Por eso, el mismo año que empezó sus estudios de abogacía comenzó a trabajar en el recién fundado Partido de la Revolución Mexicana (prm). Lázaro Cárdenas, que al inicio de su sexenio se propuso acabar con el poderío que Plutarco Elías Calles había ejercido desde 1929 y suplir con un régimen presidencialista el de los antiguos caudillos apostados detrás del poder, prescindió de los funcionarios surgidos del maximato, neutralizó al general sonorense, lo expulsó del país y, para culminar su plan, renovó el partido que por determinación de éste se había fundado unos años antes. El presidente acordó con los dirigentes del partido el cambio de nombre y la estructura del instituto político. El 30 de marzo de 1938, poco después de la Expropiación Petrolera, Cárdenas encabezó la asamblea fundacional del Partido de la Revolución Mexicana, integrado por cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar —este último muy necesario en ese punto crítico de la historia, cuando era inminente la Segunda Guerra Mundial. El discurso pronunciado en esa ocasión por el líder obrero de origen poblano Vicente Lombardo Toledano denota claramente las intenciones de la reforma partidista: […] el Partido de la Revolución Mexicana nace, pues, bajo estos auspicios, con estas perspectivas, de limpiarnos de los vicios del pasado, de respetar el voto del pueblo, de asociar a todos los sectores de la Pantoja Morán, David, “La gestación de un intelectual con vocación política”, en Medina Peña, Luis et al., Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, Jornadas 158, 2011, p. 26.

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196 ¶Trilogía magisterial, siglo xx nación mexicana, de proclamar la continuación de la Revolución y de fortalecer al Gobierno de Lázaro Cárdenas, el primer gobernante limpio y revolucionario de nuestra historia, reciente (aplausos). Tengo la convicción de que este acto, como lo hemos anticipado, como lo hemos proclamado y lo seguimos diciendo, será el acto político más importante de la historia moderna de nuestro país. (Aplausos). Camaradas representantes del Ejército Nacional: El proletariado de México los saluda y los aplaude. (Aplausos). Camaradas representantes de los campesinos de México: el proletariado los saluda y los aplaude. (Aplausos). Mujeres y jóvenes de mi país: el proletariado los aplaude y los felicita. (Aplausos). ¡Viva Lázaro Cárdenas! (Aplausos). ¡Viva la Revolución Mexicana! (Aplausos). ¡Viva la Independencia de México! (Aplausos).127

El primer Comité Central Ejecutivo del prm quedó presidido por el abogado y diplomático guanajuatense Luis Ignacio Rodríguez Taboada y el secretariado del mismo por León García (acción agraria); Alfonso Sánchez Madariaga (acción obrera); Edmundo Sánchez Cano (acción social militar) y Leopoldo Hernández (acción cultural y popular). Sin embargo, en la práctica, todas las decisiones importantes del partido tenían que pasar por la oficina del presidente de la República.128 Al año siguiente —1939—, cuando se preparaba la campaña de Manuel Ávila Camacho, asumió la presidencia del partido creado por Cárdenas el ex gobernador veracruzano Heriberto Jara Corona, cuyo secretario particular era el licenciado Carlos Zapata Vela. Entonces, Reyes Heroles, recomendado por su ex profesor Joaquín Instituto Nacional de Estudios Políticos, A.C., Memoria Política de México, México: 2010 (Sección Textos), versión en DVD. 128 Secretaría de Educación Pública, Comisión para la celebración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Disponible en: http://www.bicentenario.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=857:30-demarzo-de-1938-se-funda-el-partido-de-la-revolucion-mexicana&catid=116:marzo &Itemid=215 127


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Zapata Vela, comenzó a trabajar como “auxiliar de la Secretaría Particular de la Presidencia del prm”. 129 Fue testigo de la operación política de la controvertida elección presidencial de 1940. Así arrancó una larga carrera que a la postre lo llevó a ser uno de los principales ideólogos y dirigentes del instituto político que en 1946 volvió a cambiar de estructura y de nombre para convertirse en Partido Revolucionario Institucional. Sin embargo, Jesús Reyes Heroles no se mantuvo cerca de Carlos Zapata Vela ni de Heriberto Jara, que en el sexenio avilacamachista fue secretario de Marina. Prosiguió sus estudios y fue condiscípulo de Luis Echeverría y José López Portillo.

Concluye la licenciatura; docente, servidor público y consultor Terminar la carrera en la Facultad de Derecho de la unam también significó para Jesús Reyes Heroles incursionar de manera plena en la investigación y el estudio acucioso de temas fundamentales de las ciencias políticas y jurídicas. La tesis que elaboró para obtener su título profesional —Tendencias actuales del Estado, que luego se convirtió en fuente de consulta para estudiantes y catedráticos— es muestra de lo anterior; tanto así que la mayoría de los sinodales del jurado que lo examinaron en octubre de 1944 emitieron elogiosas opiniones sobre su trabajo: […] se trata de un libro que acredita una excelente capacidad para los estudios de derecho público y ciencia política, una labor personal en los mismos de gran volumen y alta calidad, destacando dotes de claridad mental y de copiosa cultura en estos temas y que constituye Reyes Heroles, Jesús, Curriculum vitae, México: Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (inehrm), dependiente de la Secretaría de Educación Pública, s. f. p., p. 1.

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198 ¶Trilogía magisterial, siglo xx un trabajo que honra a su autor y a la Universidad Nacional de México de la que es hijo espiritual.130

Eso escribió Luis Recaséns Siches, reputado filósofo del derecho nacido en Guatemala, apoyador de la Segunda República Española, exiliado desde hacía unos años en México, autor de obras fundamentales sobre sociología y axiología jurídica. Apreciaciones similares emitieron el jurista, catedrático y político michoacano Antonio Martínez Báez, que años después fue secretario de Economía en el Gobierno de Miguel Alemán Valdés; Manuel Martínez Pedroso, internacionalista y profesor de derecho nacido en La Habana que se formó académicamente en España y que, por su militancia republicana, vivió los últimos años exiliado en México; el teórico del juicio de amparo y después académico de la lengua Alfonso Noriega Cantú; el laboralista y futuro funcionario público José Campillo Sainz, así como el ex rector de la Universidad Nacional y maestro de derecho laboral, constitucional y Teoría del Estado Mario de la Cueva. En contra de los postulados de la tesis de Jesús Reyes Heroles opinó el jurista de marcada filiación religiosa Manuel Ulloa. Emitió su voto aprobatorio, pero aclaró: “esto no significa que admita la doctrina socialista que el señor Reyes Heroles manifiesta aceptar. A esta reserva cabe agregar que la doctrina católica (que acepto integralmente) no está expuesta en su forma cabal […] y prescinde de algunas fuentes muy importantes. También considero que algunas apreciaciones que se hacen en la tesis respecto del Estado portugués son inexactas”.131 Algunos de los miembros del jurado que habían sido profesores del sustentante reconocían sus dotes teóricas tempranamente manifiestas y le otorgaron mención honorífica especial. Una de sus primeras tareas profesionales —en 1944— fue la de “Asesor 130 131

Pantoja Morán, David, op. cit., p. 27. Idem, pp. 27, 28 y 29.


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de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social”,132 donde tenía gran influencia su maestro Mario de la Cueva. Había cursado las últimas materias de jurisprudencia en 1943, y desde que se encontraba haciendo trámites para titularse fue designado —en marzo de 1944— profesor adjunto del Seminario de Derecho Social de la Facultad de Jurisprudencia. Cursó estudios de posgrado en la Universidad de Buenos Aires, en El Colegio Libre de Estudios Superiores de la misma ciudad y en la Universidad de La Plata, en 1945, cuando la Editorial Depalma publicó como texto de estudio Tendencias actuales del Estado, con prólogo de un pensador marxista y profesor universitario que Reyes Heroles frecuentó durante su estancia en Argentina: Silvio Frondizi, hermano del académico Rizieri Frondizi y del político Arturo Frondizi, que años después fue presidente de aquel país. Reyes Heroles volvió de Argentina en 1946, cuando aún gobernaba Manuel Ávila Camacho, y se reincorporó a la Secretaría del Trabajo, donde fue nombrado presidente sustituto del Grupo Especial Número Uno de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. En 1946 también reanudó su quehacer docente en la Escuela de Jurisprudencia. Fue designado profesor interino de Teoría General del Estado en sustitución del maestro Andrés Serra Rojas. Al año siguiente el nombramiento le fue ratificado.

El alemanismo; Reyes Heroles intensifica sus relaciones políticas Así como Lázaro Cárdenas había sustituido al pnr con el prm, Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán —que dejó la Secretaría de Gobernación para buscar la presidencia— decidieron disolver 132

Reyes Heroles, Curriculum Vitae, p. 3.

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200 ¶Trilogía magisterial, siglo xx el segundo para fundar —en enero de 1946— el Partido Revolucionario Institucional (pri), dentro del cual adquirió más fuerza el llamado sector popular en detrimento del obrero. El nuevo partido postuló como su primer candidato precisamente a Miguel Alemán, que contendió contra Ezequiel Padilla Peñaloza, Carlos Calderón y Jesús Agustín Castro. Declarado triunfador en las elecciones de julio de 1946, el político veracruzano se convirtió en el primer presidente civil de México después de la Revolución. Mientras tanto, la relación de Jesús Reyes Heroles con el resto de los profesores de Jurisprudencia comenzaba a forjar su futuro profesional y político, pues varios de sus colegas pasaron de la cátedra a cargos importantes en la iniciativa privada o en el servicio público. Él mismo, por ejemplo, fue contratado como asesor de la influyente Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra). En representación de los industriales con quienes trabajaba, Jesús Reyes Heroles viajó a Cuba para intervenir en la conferencia de la Organización Internacional de Comercio que, en noviembre de 1947, firmó La Carta de La Habana que dio origen al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio —General Agreement on Tarifs and Trade (gatt)—, conjunto de reglas que pretendían hacer equitativas las operaciones mercantiles entre los países firmantes. Partícipe directo en la redacción del documento fundacional del gatt, Reyes Heroles escribió con base en esa experiencia —a manera de análisis— el libro titulado La Carta de La Habana, que se publicó en 1948. En 1948 siguió dedicado a la enseñanza de Teoría del Estado, materia que impartió en la Facultad de Derecho hasta 1963, y con base en el reconocimiento que iba adquiriendo por su participación en foros sobre comercio internacional, ese mismo año fue contratado como profesor de Economía en la Escuela Superior de Comercio y Administración del Instituto Politécnico Nacional (ipn).


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En combinación con sus labores docentes y de consultoría ejercía su militancia partidista, por lo que entre 1949 y 1951 —etapa medular del periodo alemanista— fungió como miembro del Instituto de Estudios Económicos, Políticos y Sociales del Partido Revolucionario Institucional, durante el periodo que lo presidió el político y militar poblano Rodolfo Sánchez Taboada. En esa misma época —de 1949 en adelante—, el joven abogado tuxpeño desempeñó un cargo público. Fue secretario general del Instituto Mexicano del Libro, creado por editores y libreros bajo los auspicios de la Secretaría de Economía, cuyo titular era Antonio Martínez Báez, profesor de Jurisprudencia que, como indicamos antes, formó parte del jurado que aplicó el examen profesional a Reyes Heroles.

Matrimonio; acercamiento con Rodríguez Cano y Ruiz Cortines En 1951, cuando frisaba los 30 años de edad, Jesús Reyes Heroles contrajo matrimonio con Gloria González Garza, que a la sazón trabajaba en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Ella era hija del revolucionario maderista Federico González Garza. Don Jesús y doña Gloria tuvieron dos hijos: Jesús, a la postre economista y político, y Federico, que es un reconocido académico y analista político. Cuando se hacían preparativos para las elecciones presidenciales de 1952, Reyes Heroles ascendió en la carrera partidista y pasó a ser consejero de Rodolfo Sánchez Taboada, dirigente del pri; pero varios sucesos de los años recientes habían comenzado a marcar su rumbo en la vida pública de México. A saber: El primer secretario de Gobernación del gabinete de Miguel Alemán —el odontólogo, historiador y político campechano Héctor Pérez Martínez— murió en 1948 y fue sustituido temporalmente

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202 ¶Trilogía magisterial, siglo xx por Ernesto P. Uruchurtu. Poco después Alemán nombró en el cargo a su antiguo colaborador y paisano Adolfo Ruiz Cortines,133 que era entonces gobernador de Veracruz, donde fue relevado por Ángel Carvajal Bernal. En el equipo de Ruiz Cortines figuraba un coterráneo de Reyes Heroles —Enrique Rodríguez Cano—, que había sido alcalde de Tuxpan en 1936, diputado local y subsecretario de Gobierno en el estado de Veracruz hasta 1948. Al abrigo de Ruiz Cortines, Rodríguez Cano fue posteriormente diputado federal, oficial mayor de la Secretaría de Gobernación y miembro del gabinete presidencial.134 En 1949 presentó a Reyes Heroles con su jefe que, ya instalado como secretario de Gobernación dentro del gabinete alemanista, se perfilaba como aspirante a la carrera presidencial (por más que faltaran tres años para la próxima elección).

En los círculos intelectuales y académicos Ser catedrático de la Universidad y del Politécnico e integrante del Instituto de Estudios Económicos, Políticos y Sociales del pri propició que Jesús Reyes Heroles se acercara más a los grupos intelectuales de esa época y escribiera sobre temas políticos, económicos y sociales en publicaciones como El Trimestre Económico; Cuadernos Americanos; Problemas Agrícolas e Industriales de México; y la Revista de Derecho del Trabajo. Peredo Fernández, Roberto, Diccionario Biográfico de Veracruz, 1900-2000, Xalapa, Veracruz: Fundación Colosio Veracruz, A.C., 2003, pp. 215, 216 y 222 consigna que Adolfo Ruiz Cortines, aunque era originario del puerto de Veracruz, fue diputado local por Tuxpan en la misma época que Enrique Rodríguez Cano fue alcalde del municipio donde se asienta la cabecera de ese distrito. La carrera ulterior de ambos personajes denota que desde entonces trabaron una relación política muy estrecha. Cfr. Musacchio, Humberto, op. cit., Tomo IV, pp. 1754, 1790 y ss. 134 Idem. 133


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También disertó en foros académicos, financieros y políticos, donde fue adquiriendo cada vez mayor reconocimiento. Por ejemplo, en 1948 fue delegado a la Reunión del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, realizada en Chicago, Illinois, Estados Unidos, y en 1951 asistió como delegado a las reuniones de la misma organización multinacional en Santos, Brasil. Algunos de los trabajos que dio a conocer en ese periodo fueron: La idea del Estado de Derecho (Revista de Derecho del Trabajo, número 1); Carta de La Habana y el Acuerdo Arancelario General: Actualidad y Perspectiva (El Trimestre Económico; volumen XVII, número 4; octubre-diciembre de 1950); La Industria de la Transformación y sus perspectivas (Problemas Agrícolas e Industriales de México, Número 1, Volumen III; 1951); Bajo el signo de la inflación (Cuadernos Americanos; número 5, septiembre-octubre de 1951), y Restauración, revisión y tercer camino (El Trimestre Económico; número 76, volumen XIX, octubre-diciembre de 1952). Entre las conferencias y cursos que para entonces impartió se listan: El pensamiento político y económico del Partido Laborista inglés; leída en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística el 13 de abril de 1950 (publicada por Cuadernos Americanos; número 3; mayo-junio de 1950); Naturaleza del Tratado Comercial Mexicano Americano de 1942; sustentada en la Escuela Nacional de Economía el 6 de noviembre de 1950 (publicada sin pie de imprenta); Tendencias actuales del comercio internacional y el Desenvolvimiento económico de las áreas infradesarrolladas, sustentada en la Escuela Nacional de Economía el 14 de diciembre de 1950 (publicada sin pie de imprenta), y El papel del Estado en el desarrollo económico; cursos de invierno de la Universidad Veracruzana; Xalapa, Veracruz (publicada en Cuadernos Americanos; número 3; mayo-junio de 1952).135 135

Reyes Heroles, Curriculum vitae, pp. 2, 3 y 4.

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204 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Finalizaba el sexenio de Miguel Alemán. Las ciudades habían crecido; muchos habitantes del campo —poco favorecidos en el periodo— habían migrado a los centros urbanos; el sector privado y el capital extranjero ocupaban un lugar preponderante; la población recibía algunos servicios de salud que antes no había recibido. Todo eso alentó en el llamado Cachorro de la Revolución la idea de reelegirse o, cuando menos, prolongar su influencia en el futuro Gobierno a la manera de Calles durante el maximato. Sin embargo, en círculos gubernamentales flotaba la idea de que la administración alemanista había sido dispendiosa, e incluso proclive a la corrupción.136

El sexenio 1952-1958; muere Rodríguez Cano; Coquet al relevo Muchos miembros de la clase política pensaban que Miguel Alemán dejaría como sucesor al entonces jefe del Departamento del Distrito Federal, Fernando Casas Alemán, quien años atrás lo había suplido en la gubernatura de Veracruz. Finalmente el candidato del pri a la Presidencia de la República para las elecciones de 1952 resultó ser Adolfo Ruiz Cortines a quien Jesús Reyes Heroles, para entonces más avezado en las lides políticas y académicas, apoyó, igual que lo hicieron —mediante voto público y “razonado”— otros intelectuales como Samuel Ramos, Antonio Caso, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Carlos Graef Fernández, Manuel Martínez Báez, Luis Enrique Herro, Carlos González Peña, Silvio Zavala, Nabor y Julián Carrillo, Jesús Silva Herzog y Daniel Cosío Villegas.137 Meyer, Jean, “México entre 1934 y 1988 / Miguel Alemán y ‘los cachorros de la Revolución’ (1940-1952)”, en Von Wobeser, Gisela, coordinadora, op. cit., pp. 252, 253 y 254. Cfr. Blanquel, Eduardo, “La Revolución Mexicana / Periodo 19211952”, en Cosío Villegas et al., op. cit., pp. 155, 156. 137 Instituto Nacional de Estudios Políticos, A.C., Memoria Política de México/ Adolfo Ruiz Cortines, México: edición 2014, corregida y aumentada (Sección Biografías), versión en DVD. 136


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El candidato del pri comenzó a marcar distancia de su predecesor desde que eligió el lema para su campaña: “Austeridad y trabajo”, que auguraba un giro en la conducción del Gobierno y sus finanzas. Adolfo Ruiz Cortines contendió en los comicios contra el general Miguel Henríquez Guzmán, postulado por la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (fpp) y el Partido Constitucionalista Mexicano; el licenciado Efraín González Luna, candidato del Partido Acción Nacional (pan), y el abogado y sindicalista Vicente Lombardo Toledano, del Partido Popular (pp), que también fue apoyado por el Partido Comunista Mexicano (pcm). Hubo protestas por los resultados de la elección presidencial de 1952, protagonizadas principalmente por seguidores del general Henríquez; pero sus reclamos fueron acallados y el candidato impulsado por el presidente Alemán fue declarado triunfador. Haber prestado eficientes servicios en la campaña de su paisano Ruiz Cortines le valió otro ascenso a Jesús Reyes Heroles. Como señalamos antes, en 1952 se había convertido en consejero de Rodolfo Sánchez Taboada, presidente del pri, con quien participó de cerca en la campaña presidencial de ese año. Del cargo partidista pasó al de asesor del presidente de la República, que desempeñó desde finales de 1952 hasta 1958. Al año siguiente, 1953, Reyes Heroles recibió un nombramiento muy acorde con las actividades que realizaba en esos años: jefe de Estudios Económicos de Ferrocarriles Nacionales de México, empresa paraestatal de la que era director el ex dirigente magisterial y abogado veracruzano Roberto Amorós Guiot. Junto con las tareas partidistas y las propias de su empleo en Ferrocarriles Nacionales de México, Jesús Reyes Heroles continuó su trabajo docente, de investigación, divulgación y análisis teórico de diferentes tópicos, del que surgieron más ensayos y textos. Entre otros: El papel de los aranceles en el desarrollo económico, ponencia presentada en el Congreso Científico de la Universidad Nacional Autónoma de México con motivo del IV centenario de su fundación

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206 ¶Trilogía magisterial, siglo xx (Publicada en la Memoria del Congreso de la unam, 1953), y Continuidad del Liberalismo Mexicano, trabajo preparado para la Facultad de Derecho de la unam con motivo del Centenario del Plan de Ayutla (publicado en Cuadernos Americanos, número 4, julioagosto de 1954). Dijimos que el conducto principal para que Reyes Heroles se acercara a Ruiz Cortines fue Enrique Rodríguez Cano, que murió en 1955, cuando se desempeñaba como secretario de la Presidencia. Sin embargo, a esas alturas la relación entre Reyes Heroles y Ruiz Cortines era más cercana, casi familiar.138 Otro veracruzano, el abogado y antiguo apoyador de la campaña vasconcelista de 1929 —Benito Coquet Lagunes— sustituyó al fallecido Enrique Rodríguez Cano. A la postre, Jesús Reyes Heroles compartió responsabilidades públicas con Coquet. Casi al final del periodo durante el cual Reyes Heroles colaboró en Ferrocarriles Nacionales de México y se mantuvo como asesor del presidente Ruiz Cortines comenzaron a gestarse varios movimientos populares —uno de ellos encabezado por Demetrio Vallejo— dentro del sindicato ferrocarrilero. La devaluación del peso en 1954 y la fijación de una nueva paridad monetaria con el dólar; el crecimiento demográfico, y la pérdida del valor adquisitivo del salario fueron algunas de las causas de las protestas que se prolongaron hasta el sexenio siguiente.

El liberalismo mexicano En este mismo lapso el pensador fue consolidando su obra más conocida: El liberalismo mexicano, que reunió en tres tomos, el primero de los cuales —subtitulado Los orígenes— apareció en 1957 bajo el sello Granados Chapa, Miguel Ángel, “Reyes Heroles: La historia y la acción”, en Lozada, Javier (compilador), Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: Gobierno del Estado de México, 1995, p. 15.

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editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se divide en ocho capítulos que cronológicamente abarcan desde los albores de la lucha por la Independencia hasta la promulgación de la Constitución de 1824, entre los que sobresalen temas como: La recepción de las ideas liberales; la euforia constitucional de 1820; labores legislativas 1822-1824 en lo económico, lo social, lo político y lo jurídico; sociedad y Estado; división de poderes; Estado e Iglesia, y federalismo. El tomo segundo —también editado por la unam y subtitulado La sociedad fluctuante— se publicó por primera vez en 1958. Consta de once capítulos referidos al periodo que va desde la Constitución de 1824 hasta las etapas previas a la Reforma. Los que siguen son algunos de sus principales contenidos: En busca de fisonomía; El juego político inicial; Las fuerzas en pugna; Liberalismo a contrapelo; El avance forzado; Constitucionalismo oligárquico; Los dos liberalismos; Acción y reacción; Las ideas conservadoras; Derrota, avance y recaída, y La estrategia liberal. El tercer tomo —publicado por la misma Universidad, subtitulado La integración de las ideas— salió a la circulación en 1961, cuando Reyes Heroles era subdirector general técnico del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) y se perfilaba como diputado federal. Está integrado por ocho capítulos que tratan principalmente sobre los ideólogos de la Reforma y la Constitución de 1857 como antecesores del liberalismo social en que se fundó la Constitución de 1917 y en el que pretendía fundarse el régimen surgido después de su promulgación. La obra, cuyos tres tomos fueron reeditados en 1974 por el Fondo de Cultura Económica,139 le granjearon al autor ser descrito como el ideólogo de la continuidad del pensamiento liberal. Por esa misma época, por recomendación del doctor Mario de la Cueva, Jesús Reyes Heroles revisó algunas partes de la tesis profesional de Miguel de la Madrid Hurtado, que estaba por graduarse en la Facultad de Derecho de la unam. Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano, México: Fondo de Cultura Económica, tomos I, II y III, 1974. 139

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El periodo de gobierno de Adolfo L贸pez Mateos fue un momento decisivo para el ascenso pol铆tico de Reyes Heroles.


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Con López Mateos; subdirector del

imss;

nuevos ensayos

Ya hemos apuntado que el presidente Ruiz Cortines —como era común en el sistema político mexicano desde entonces— designó a quien sería candidato de su partido para sucederlo; pero en contra de lo que muchos esperaban, descartó al secretario de Gobernación —Ángel Carvajal Bernal—, quizá para evitar la secuencia de tres veracruzanos en el cargo. El beneficiario fue el abogado mexiquense Adolfo López Mateos, destacado orador en la campaña vasconcelista de 1929, que fungió como secretario del Trabajo y Previsión Social de 1952 a 1957. López Mateos, postulado por el pri y además por el Partido Popular, el Partido Nacionalista Mexicano y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (parm), venció en las elecciones de julio de 1958 a Luis Héctor Álvarez Álvarez, candidato del Partido Acción Nacional (pan). Reyes Heroles había estrechado el contacto con el nuevo mandatario por su condición de consejero presidencial de Ruiz Cortines; por la militancia partidista de ambos, y por la necesidad de intervenir desde la administración pública en la solución de algunos asuntos —el conflicto ferrocarrilero, por ejemplo—, uno como funcionario de Ferrocarriles Nacionales de México y otro como secretario del Trabajo. Además, tenían aficiones intelectuales coincidentes. Sin demérito de lo anterior, debe considerarse que el presidente entrante recibía sugerencias de su antecesor para integrar el gabinete. Así, Benito Coquet Lagunes, secretario de la Presidencia, y Jesús Reyes Heroles, jefe de Estudios Económicos de Ferrocarriles, paisanos de Ruiz Cortines los dos, se incorporaron en 1958 al equipo de López Mateos. Coquet se convirtió en director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) y Reyes Heroles en subdirector general técnico de la misma entidad pública. No obstante su falta de antecedentes en el ramo de la seguridad social, el desempeño de Reyes Heroles y de Benito Coquet en

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El veracruzano Benito Coquet (en la fotografía) fue director del imss cuando Reyes Heroles fungió como subdirector técnico.


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el instituto mostró su buena capacidad de aprendizaje y adaptabilidad, pues muchos de los que recibieron sus servicios en esa época seguían elogiando tiempo después la creación de teatros, instalaciones deportivas y centros hospitalarios durante el sexenio 1958-1964. Nada menos, el Centro Médico Nacional del imss, hoy conocido como Siglo xxi, se inauguró en 1963.140 Además, a partir de esa nueva responsabilidad pública, Jesús Reyes Heroles participó como delegado en la VI Reunión de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social, realizada en México en 1960, y en la VII Reunión de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social, realizada en 1964 en Asunción, Paraguay. En el campo de las ideas, el tratadista produjo durante ese periodo trabajos como: La Iglesia y el Estado, ensayo que, junto con los de otros historiadores, forma parte del libro México, 50 años de Revolución, publicado en 1960 por el Fondo de Cultura Económica; Las ideas democráticas en México. Independencia y Reforma, ensayo para la mesa redonda de Historia Mexicana de la Fundación Carnegie, realizada en Cuernavaca, Morelos, en 1961; El liberalismo de Ignacio Ramírez, publicado en Cuadernos Americanos, número 5, septiembreoctubre de 1961, y Rousseau y el liberalismo mexicano, que a la postre se convirtió en un capítulo de la obra Juan Jacobo Rousseau, publicado en 1962 por la Coordinación de Humanidades de la unam.

En el Congreso; una importante reforma: diputados de partido Sus responsabilidades de militancia política se incrementaron en 1960, cuando comenzó a fungir como miembro del Consejo Consultivo del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (iepes) del pri. Página oficial del IMSS, Historia del Instituto Mexicano del Seguro Social, crecimiento y expansión; disponible en: http://www.imss.gob.mx/instituto/historia/ Pages/crecimiento_expansion.aspx. 140

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212 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Después, sin abandonar el cargo que desempeñaba en el imss —en ese tiempo la Constitución no prohibía ser simultáneamente legislador y funcionario de la administración pública—, Jesús Reyes Heroles fue postulado candidato de su partido a diputado federal por el distrito de Tuxpan, mismo que había representado Adolfo Ruiz Cortines en 1937. En su calidad de representante popular formó parte de la comisión de Aranceles y Comercio Exterior y de la Sección Cuarta Administrativa de Estudios Legislativos de la Cámara de Diputados. Además integró las comisiones de Relaciones Exteriores y Puntos Constitucionales de la Comisión Permanente. En 1961 acudió como delegado observador a la Segunda Conferencia Interparlamentaria Americana, en Santiago de Chile, y en 1963 fue delegado a la Tercera Reunión Parlamentaria Mexicano-Norteamericana, realizada en Guanajuato, México. Tuvo participación activa en todo el trienio que fue diputado; pero su actuación más reconocida fue durante los debates que condujeron a la reforma de 1963 que estableció los diputados de partido, antes de la cual los artículos 52 y 54 constitucionales establecían el sistema de elección directa —un diputado por cada 200 000 habitantes o fracción superior a 100 000—, lo que prácticamente permitía que sólo el partido del gobierno tuviera representantes en la Cámara de Diputados. En la nueva modalidad, los partidos políticos nacionales que obtuvieran 2.5% de la votación total del país en una elección tendrían derecho a designar de entre sus candidatos a cinco diputados, y uno más por cada medio punto que superara ese porcentaje inicial, hasta llegar a veinte; pero si un partido ganaba 20 distritos o más, no podía acreditar diputados de partido.141 Ahí podemos identificar un paso inicial hacia la reforma de 1977, en la que Jesús Reyes Heroles también tuvo participación, pero desde otra posición política. Instituto Nacional de Estudios Políticos, A.C., Memoria Política de México, México: edición 2014, corregida y aumentada (Sección Efemérides), versión en DVD.

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Durante su estancia en la Cámara de Diputados, Reyes Heroles cultivó la amistad de personajes que posteriormente estarían muy cerca de él, como el jalisciense José Luis Lamadrid Sauza, con quien compartía el interés por la ciencia política.

Con Díaz Ordaz; Pemex; líderes sindicales; imp; contratos riesgo Desde la campaña de López Mateos —entre 1957 y 1958—, Reyes Heroles, entonces asesor del presidente Ruiz Cortines y jefe de Estudios Económicos de Ferrocarriles Nacionales, se había compenetrado de los temas relacionados con el petróleo, pues colaboró con algunos consejeros del entonces candidato, entre otros el aguascalentense Manuel Moreno Sánchez, cuando se preparaba una iniciativa de reforma en esa materia que habría de presentar el futuro presidente. Tal propuesta de modificación al artículo 27 constitucional se presentó cuando López Mateos ya estaba en funciones y, cuando se aprobó, precisamente Manuel Moreno Sánchez, senador y presidente de la Gran Comisión del Senado entre 1958 y 1964, fue uno de los firmantes del decreto correspondiente, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de enero de 1960, que en su parte medular estableció: “Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que se hayan otorgado y la nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva”.142 Se ordenaba dar por terminados los llamados contratos riesgo en virtud de los cuales, años después de la expropiación de 1938 Diario Oficial de la Federación, Tomo CCXXXVIII, Número 16, México, D.F., 30 de enero de 1960, pp. 1, 2 y 3.

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Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México entre 1964 y 1970, nombró a Jesús Reyes Heroles director de Pemex.


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—más notoriamente desde el sexenio alemanista—, contraviniendo el decreto emitido por Lázaro Cárdenas y otras disposiciones legales, varias compañías extranjeras exploraron y explotaron campos petroleros en México. Ahora bien, ya como diputado federal, Jesús Reyes Heroles entabló relación con Gustavo Díaz Ordaz, secretario de Gobernación de López Mateos, principalmente en la etapa de preparación de la reforma electoral que estableció los diputados de partido que, lógicamente, fue discutida y revisada en Bucareli. Cuando Díaz Ordaz se convirtió en candidato presidencial, el diputado Reyes Heroles lo acompañó en muchas giras de campaña, lo que le permitió hablar con él de asuntos públicos relevantes y darle a conocer sus puntos de vista sobre economía y política petrolera, que había afinado con la lectura de los documentos que estudió exhaustivamente cuando se preparaba la mencionada reforma de 1960 que, por cierto, se publicó, pero no se aplicó durante el sexenio de López Mateos. Díaz Ordaz llegó sin mayores dificultades a la Presidencia —en 1964—, postulado por el pri y apoyado por el Partido Popular Socialista (pps), que operaba bajo las órdenes de Vicente Lombardo Toledano, y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (parm), comandado por el general Juan Barragán. Ambos institutos políticos, beneficiados por la reforma de 1963, obtuvieron sus diputados de partido en la elección legislativa que paralelamente se realizó ese año. El único candidato opositor —José Luis González Torres— fue postulado por el Partido Acción Nacional (pan), que también obtuvo sus diputados de representación proporcional. El renombre político e ideológico que ya rodeaba a Jesús Reyes Heroles en ese momento y la información que poseía sobre los asuntos petroleros —expuesta al candidato durante sus giras— determinaron que Gustavo Díaz Ordaz lo nombrara director general de Petróleos Mexicanos.

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216 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Durante su gestión al frente de Pemex, Reyes Heroles tuvo que lidiar con el poder de los líderes del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (stprm), principalmente con el cacique Joaquín Hernández Galicia —La Quina— quien, después de haber dejado la dirigencia formal del gremio, se constituyó en el poder tras el trono que nombraba alcaldes, diputados y senadores en las zonas petroleras y mandaba en las superintendencias distritales de la paraestatal. Como el nuevo director trataba de limitar esa injerencia del líder que sentó sus reales en la Sección Uno del stprm de Ciudad Madero, Tamaulipas, éste mantuvo una guerra permanente contra el político tuxpeño que, pese a todas las presiones, transcurrió el sexenio completo al frente de la petrolera paraestatal. La Quina siguió denostando a Reyes Heroles durante muchos años, incluso después de que había muerto. Otro aspecto importante que tuvo que atender Reyes Heroles como director de Pemex fue el de la tecnología para el desarrollo de la industria petrolera y petroquímica, por lo que impulsó la creación del Instituto Mexicano del Petróleo (imp), que fue fundado antes de que se cumpliera el primer año del Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, en agosto de 1965. A propuesta de Reyes Heroles, el primer director general del imp fue el ingeniero Javier Barros Sierra. Para el mismo fin, se incrementó la producción de derivados del petróleo en complejos petroquímicos como los de Pajaritos y Cosoleacaque, en Veracruz, y el de Reynosa, Tamaulipas, construidos en ese periodo de gobierno. La producción petrolera de México ya era de tal importancia para el mundo en la década de los sesenta del siglo xx, que del 2 al 9 de abril de 1967 se realizó en la capital del país el Séptimo Congreso Mundial del Petróleo, que fue presidido por Jesús Reyes Heroles. Finalmente, a Reyes Heroles le tocó aplicar aquella reforma petrolera de 1960 —mencionada unos párrafos antes— para rescindir los


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contratos riesgo, a fin de que se cumpliera a plenitud lo decretado en 1938 y lo que para entonces determinaba la Constitución sobre la exclusividad de Pemex en materia de explotación petrolera. El asunto pudo haberse solucionado mediante procedimientos jurisdiccionales, que hubieran llevado muchos trámites y demasiado tiempo; mediante la aplicación tajante de las facultades del Gobierno de México contra las empresas que operaban irregularmente en el territorio nacional —lo que podía generar descontento y señalamientos de prepotencia contra un régimen que en 1968 ya había sido objeto de críticas por los hechos sangrientos de Tlatelolco— o, como en definitiva se hizo, merced a los buenos oficios de Jesús Reyes Heroles, negociando con las compañías extranjeras y finiquitando de común acuerdo las obligaciones mutuas contraídas por ellas y por Petróleos Mexicanos. Al rescindirse voluntariamente los últimos contratos con empresas privadas, según los cuales se les debería cubrir el total de sus inversiones con 50 por ciento de la producción de hidrocarburos que descubrieran y una compensación que iba del 15 al 18.25 por ciento del valor de la producción, en un periodo de 25 años, se rescataron 3 406 858 km2 para la exploración y explotación directa por parte de Petróleos Mexicanos. No existe ya contrato alguno que conceda participación a ninguna empresa nacional o extranjera. Mediante la rescisión de los contratos firmados entre 1949-1951, la institución ha reanudado la exploración y perforación en una zona de 2 000 km2 de tierra sumergida, en el litoral comprendido entre la Barra de Sontecomapan, Veracruz, y Puerto Real, Campeche, y en 1 858 km2 de tierra firme en los estados de Campeche, Nuevo León, Tabasco y Veracruz. De esta manera se ha cumplido rigurosamente con lo preceptuado en el párrafo sexto del artículo 27 constitucional. […] Mediante convenios se rescindieron los contratos de servicio y obra que habían sustituido las antiguas concesiones confirmatorias, que vencían hasta el agota-

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218 ¶Trilogía magisterial, siglo xx miento de los pozos y algunos de los cuales se habían celebrado con compañías extranjeras.143

Así, entre 1969 y 1970, fueron rescindidos los últimos contratos riesgo de aquella época con las empresas cima, Sharmex, Isthmus Development Company y Pauley Noreste.

Labor intelectual ininterrumpida; la Academia de la Historia Con todo y que el trabajo en Petróleos Mexicanos era intenso, nuestro personaje se dio tiempo para continuar ejerciendo la faceta de investigador, académico, estudioso del derecho, la economía, la política y la historia, y promotor de la educación superior. En razón de lo anterior, entre 1964 y 1967 participó como vocal del Patronato para el Fomento de las Actividades de Alta Especialización Docente del Instituto Politécnico Nacional, organismo público encargado de allegar apoyos financieros, materiales, técnicos y pedagógicos a esa casa de estudios. Entre los trabajos que escribió durante esa época encontramos su Recopilación, selección, comentarios y estudio preliminar a las Obras de Mariano Otero, que la Editorial Porrúa publicó en 1967 en dos volúmenes que ponen al alcance de los estudiosos del derecho y la ciencia política los aportes de ese jurista liberal jalisciense considerado uno de los padres del juicio de amparo. En reconocimiento por esa obra y por el conjunto de sus obras anteriores, Jesús Reyes Heroles ingresó el 7 de agosto de 1968 como Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid. Díaz Ordaz, Gustavo, “Sexto Informe de gobierno”, en Cámara de Diputados/ LX Legislatura/ Centro de documentación, información y análisis, Informes presidenciales, México, D.F., 2006, pp. 406 y 407. 143


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Ocupó el sillón número cuatro de la prestigiosa institución, que había dejado vacante el doctor Ángel María Garibay, religioso que se dedicó al estudio de la antigua civilización mexicana, a quien, dijo Reyes Heroles en su discurso de ingreso: “suplo, que no sustituyo”. La Historia y la Acción se titula el trabajo con que se presentó y fue respondido por el académico Arturo Arnaiz y Freg. En una parte de su alocución advirtió sobre los riesgos de ignorar la historia: Un pueblo aquejado de amnesia histórica, por falta de comunicación con un pasado grandioso o por falta de aprecio y conocimiento del pasado con que cuenta, es un pueblo que no comprende el momento que enfrenta, no halla en el ayer impulso para el porvenir. El fenómeno se percibe en pueblos que han emergido a la independencia en esta segunda parte del siglo xx y en que la colonización cultural borró el patrimonio anterior. Hay pueblos que nunca pasan de ser herederos y a los que, como a tales, no les importa vivir de su legado; hay otros que ven el porvenir como una expectativa, como una bolsa vacía que sólo ellos con su acción, sin punto de apoyo en lo hecho por sus antecesores, tienen que llenar. Los obstáculos a vencer sin ejemplos a seguir se sobrestiman de tal modo que, en este caso, creen que para ser protagonistas todo depende de ellos y en un momento dado. Como nada se hizo ayer, todo queda para hacerse mañana. Unos están afectados de consunción; otros de inhibición para nuevas empresas. El abuso o el desuso de la historia produce consecuencias similares. Agreguemos otra enfermedad que también proviene de la historia: la de aquellos que negando su utilidad y viendo su abuso o desuso, se impregnan de un ánimo despectivo hacia el saber histórico, convencidos de que la historia únicamente enseña que no puede enseñar nada.144 Reyes Heroles, Jesús, La Historia y la Acción, discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, México, D.F., 7 de agosto de 1968, p. 11, disponible en: http://www.acadmexhistoria.org. mx/PDF/SILLON_4_JESUS_REYES_HEROLES.pdf

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Reyes Heroles combin贸 la pol铆tica con la docencia y la investigaci贸n hist贸rica.


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Al año siguiente ingresó como miembro honorario de la Real Academia de Historia de Madrid, España.

Con Echeverría, pero distanciado; nueva obra histórica El sexenio de Díaz Ordaz —con todo y que México fue sede olímpica en 1968 y su producción petrolera y petroquímica comenzaba a despuntar— terminaba afectado por el estigma de la violencia, el deterioro ambiental, la sobrepoblación urbana, la dependencia del exterior, la inequitativa distribución de la riqueza y la antidemocracia. El llamado “milagro mexicano” comenzaba a declinar, la población anhelaba un cambio145 y se iban fraguando algunos movimientos guerrilleros. Igual que antaño, se comenzaron a mencionar los posibles sucesores del presidente y se gestaron las consabidas diferencias entre grupos y actores políticos. Incluso se ventiló la posibilidad de que Reyes Heroles fuera candidato; pero es de dominio público que rechazó la propuesta por ser hijo de extranjero lo que, según disponía la Constitución entonces, era un impedimento para ocupar el cargo. La pugna más notoria fue entre el médico tamaulipeco Emilio Martínez Manautou, entonces secretario de la Presidencia, y el abogado capitalino Luis Echeverría Álvarez, secretario de Gobernación. Ellos habían actuado de manera distinta ante los movimientos populares y estudiantiles de 1968. Martínez Manautou era ubicado entre los partidarios del diálogo con los inconformes, mientras que Echeverría terminó siendo señalado dentro del gabinete como uno de los presuntos autores intelectuales de los hechos del 2 de octubre de ese año, junto con Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional. Ramírez Gómez, José Agustín, Tragicomedia mexicana 2/ La vida en México de 1970 a 1982; México: Random House Mondadori, 2013, p. 11.

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222 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Antes de eso, el secretario de la Presidencia, que ya había sido senador por su estado natal y era amigo cercano de Díaz Ordaz, se consideraba mejor posicionado; pero como el secretario de Gobernación respaldó sin reservas al presidente en el trance más delicado del sexenio, éste inclinó la balanza en su favor para que fuera candidato, de manera que, en 1970, Luis Echeverría, postulado por el pri y apoyado por el pps y el parm, contendió contra Efraín González Luna, del pan. Echeverría ganó las elecciones de julio de 1970. Cuando designó a sus colaboradores se pensó que Jesús Reyes Heroles —ex compañero suyo en la Escuela de Jurisprudencia, con buena reputación dentro del pri y de los círculos intelectuales, que había tenido un desempeño decoroso en Pemex— repetiría en el gabinete. Sí repitió; pero —otra vez las secuelas del 68— su condición de catedrático y amigo del rector de la unam, el ingeniero Javier Barros Sierra, y su preferencia por la solución pacífica de los conflictos, lo pusieron, junto con Martínez Manautou y otros integrantes del equipo de Díaz Ordaz, del lado de los promotores de la salida negociada al problema social que detonó en aquel funesto año. Y si bien a la hora de la nominación del candidato presidencial no se declaró abiertamente partidario del secretario de la Presidencia, tampoco lo hizo en favor de Echeverría. Se infiere que por esas razones —“en política la forma es fondo”, decía él— no continuó en Pemex ni pasó a otro cargo de mayor relevancia —una secretaría de Estado, por ejemplo—, sino que fue designado director general de Diesel Nacional, s.a., Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril, s.a. y Siderúrgica Nacional, s.a., empresas paraestatales ubicadas en el Complejo Industrial de Ciudad Sahagún, Hidalgo, en las que permaneció hasta 1972. El mismo año que dejó el puesto anterior para cumplir una misión partidista, Jesús Reyes Heroles publicó un libro titulado La historia y la acción (La Revolución y el desarrollo político de México), editado en Madrid, España, por la empresa Seminarios y Ediciones.


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De Ciudad Sahagún al

pri

La militancia de Jesús Reyes Heroles, como hemos reseñado, comenzó en 1939 cuando fue auxiliar del secretario particular del presidente del entonces recién nombrado Partido de la Revolución Mexicana (prm) y desde entonces siguió cumpliendo diversas misiones dentro del instituto político que en 1946 pasó a denominarse Partido Revolucionario Institucional (pri) hasta llegar a presidente del Comité Ejecutivo Nacional (cen) en las circunstancias siguientes: Cuando fue oficial mayor de la Secretaría de Educación Pública durante el sexenio de Ruiz Cortines, Echeverría entabló relación muy cercana con Manuel Sánchez Vite, entonces dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (snte), quien llegó a gobernador del estado de Hidalgo en 1969. En diciembre de 1970 pidió licencia en ese cargo para encabezar el pri nacional, obviamente, designado por el presidente de la República. Desde su campaña; pero sobre todo cuando ya estaba en funciones, Luis Echeverría hizo todo lo posible por deslindarse de Gustavo Díaz Ordaz y dar un sesgo reformista a su actuación. Manuel Sánchez Vite —político hecho a la vieja usanza— no encuadró plenamente en esa estrategia y su compadre Echeverría decidió prescindir de él. El presidente comenzó a preparar el relevo del líder de su partido desde noviembre de 1971, cuando el pri organizó la serie de conferencias llamada Análisis ideológico de la Revolución Mexicana. En esas jornadas tuvo participación destacada Jesús Reyes Heroles con la ponencia La Revolución y el desarrollo político de México, germen de un libro al que ya nos referimos. Echeverría pensó entonces que Reyes Heroles sería políticamente más útil en el pri que relegado en Ciudad Sahagún y en febrero de 1972 —merced a un acuerdo del consejo nacional— lo colocó como interino en lugar de Sánchez Vite que, molesto, tuvo que volver al Palacio de Gobierno de Pachuca.

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Luis Echeverría Álvarez, presidente de México entre 1970 y 1976, con quien Reyes Heroles tuvo serias diferencias.


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Cambios internos; nueva ley electoral y agenda internacional Desde un principio se percibió que el propósito reformador de Echeverría era superado por el de Reyes Heroles, quien planteaba que el partido se democratizara, que tuviera más autonomía y fuera a la vanguardia del Gobierno, así que fijó como meta de la VII Asamblea Nacional que estaba por efectuarse en octubre siguiente la renovación de los documentos básicos del pri. Hubo algunos cambios. Por ejemplo, los estatutos priistas dispusieron que desde entonces sus dirigentes fueran elegidos por la asamblea o por el consejo nacional, norma que fue aplicada ipso facto para otorgar el estatus de presidente formal del cen a Reyes Heroles, que desde febrero actuaba como interino.146 Que el pri elaborara un Plan Básico de Gobierno para el sexenio 1976-1982 —“primero el plan, luego el hombre”, decía Reyes Heroles—, fue otra de las innovaciones planteadas para poner al día las tareas partidistas. Era la segunda ocasión que se proponía algo semejante (desde el Primer Plan Sexenal, que se elaboró todavía bajo las siglas del pnr). Se trataba de dar al candidato que postulara el pri para la siguiente elección presidencial un diagnóstico de la situación del país en los más variados aspectos: educación, economía, salud, relaciones internacionales, política, etcétera, y un proyecto de trabajo para atenderlos eficientemente y con criterios acordes al momento en que debía ejecutarse.147 Echeverría y Reyes Heroles estaban de acuerdo en la necesidad de contener los brotes de violencia —que para 1972 ya eran más evidentes— mediante la modernización del sistema de partidos, por Reveles Vázquez, Francisco (coordinador), Partido Revolucionario Institucional: Crisis y refundación, México: Facultad de Ciencias Política y Sociales de la unam/ Ediciones Garnika, 2003, p. 166. 147 Delgado de Cantú, Gloria M. et al., Historia de México/ México en el siglo veinte/ Del desarrollo estabilizador al desarrollo compartido, Volumen II, México: Pearson Educación, 2003, p. 365. 146

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Reyes Heroles, presidente del ComitĂŠ Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional.


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lo que el segundo recibió la encomienda de elaborar un proyecto que les diera mayor presencia en la sociedad. El resultado fue la Ley Federal Electoral de 1973, que eximía de impuestos a los partidos y les daba acceso a la radio y la televisión. Otra consecuencia de lo anterior fue la creación de nuevos institutos políticos, como el Partido Socialista de los Trabajadores (pst), promovido por Rafael Aguilar Talamantes, y el Partido Mexicano de los Trabajadores (pmt), encabezado por Heberto Castillo.148 En materia internacional, acorde con la intención de ir adelante del Gobierno, el presidente del pri, por ejemplo, organizó en septiembre de 1973 un acto de solidaridad con el pueblo chileno unos días después del golpe militar contra Salvador Allende, mientras que el Gobierno se tardó más de un año para romper relaciones diplomáticas —el 12 de noviembre de 1974— con el Gobierno de Pinochet.149 El pri y Reyes Heroles también organizaron la visita a México de Santiago Carrillo, líder comunista español, y de Enrique Tierno Galván, dirigente del Partido Socialista Popular, a la postre dirigente del Partido Socialista Obrero Español (psoe) y alcalde de Madrid, quienes participaban en los preparativos para el cambio político en su país al final de la dictadura de Franco.150

Loaeza, Soledad, “El reformismo político y Jesús Reyes Heroles/ La reforma de 1973”, en Medina Peña, Luis et al., Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, Jornadas 158, 2011, p. 273. 149 Instituto Nacional de Estudios Políticos, A.C., Memoria Política de México, México: edición 2014, corregida y aumentada (Sección Efemérides), versión en DVD. 150 Granados Chapa, Miguel Ángel, “Reyes Heroles: La historia y la acción”, en Lozada, Javier (compilador), Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: Gobierno del Estado de México, 1995, p. 25. 148

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228 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Ruptura con Echeverría; caso Veracruz; No a la reelección; el tapado Hubo muchos desencuentros entre Reyes Heroles y Echeverría; pero hay tres casos significativos que condujeron a la ruptura final: Cuando estaba por designarse candidato a gobernador de Veracruz para las elecciones de 1974, Rafael Murillo Vidal, mandatario saliente, y el presidente Echeverría, pasando por alto la opinión del dirigente nacional del pri, alentaron la precandidatura de Manuel Carbonell de la Hoz, subsecretario de Gobierno del estado. Desplegados de prensa, adhesiones públicas y privadas. Comenzó a cumplirse todo el ritual acostumbrado en esos casos; pero Jesús Reyes Heroles, que incluso podía ser aspirante a la gubernatura de su estado natal, tenía preferencia por Arturo Llorente González, ex condiscípulo suyo en la carrera de derecho, ex rector de la Universidad Veracruzana, político experimentado y varias veces mencionado como posible candidato a gobernador. Molesto por el "madruguete" de Echeverría, Reyes Heroles hizo publicar una declaración suya en el periódico Excélsior: “Yo, como veracruzano, no he votado por Carbonell”, con la cual derrumbó una postulación que sólo duró tres días, a pesar de que tras esa "precandidatura" estaba el presidente de la República. Llorente no fue candidato; pero tampoco lo fue Carbonell, y hubo que llamar a un tercero en discordia: Rafael Hernández Ochoa, quien recientemente había sido secretario del Trabajo en el gabinete de Echeverría, que debió avenirse a la solución provocada por la astucia del dirigente del pri.151 Campos Romero, Rafael, Rafael Hernández Ochoa: gobernador por naturaleza, Xalapa, Veracruz: Editorial Las Ánimas, Gobierno del Estado de Veracruz, sev, 2011, pp. 55 y ss. 151


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Casi al final del sexenio, Luis Echeverría hizo correr o permitió que corriera la especie de que podría reelegirse como presidente de México, lo cual contradecía la letra de la ley, tergiversaba sus tesis reformistas de principios del sexenio y, además, era rechazado por muchos actores e ideólogos políticos, entre ellos el líder del pri, Jesús Reyes Heroles, quien se las ingenió para atajar las aspiraciones de quien, dada la estructura del sistema político y administrativo, era su superior jerárquico. Aprovechó la celebración del LVIII aniversario de la Constitución Política de 1917, donde pronunció un discurso que aludió en términos críticos a la reelección: Nuestro texto fundamental ha tenido en 58 años de vida numerosas reformas; reformas que han llenado lagunas, que han hecho posible alcanzar lo que eran metas, que han concordado preceptos o desenvuelto principios linealmente consignados. Estas reformas, al conciliar con el rumbo esencial de la Constitución, han fortalecido su vida, asegurado su vigencia y estimulado su desarrollo. También se han introducido reformas que, con razones o sin razones, han ido contra el rumbo esencial y, en estos casos, posteriormente se ha presentado la necesidad de reformar la reforma. En efecto, cuando se ha realizado alguna reforma que, por circunstancias temporales, históricamente concretas, parece hecha para un hombre —permitir la reelección en 1928—, se ha debido reformar la reforma. De ahí aprendimos a no reformar para un hombre, por históricamente conveniente que parezca, a saber, las reformas hechas para personas niegan principios, quebrantan instituciones y nos apartan de nuestro sendero.152

Reyes Heroles, Jesús, “Reformas hechas para personas niegan principios, quebrantan instituciones”, en Comité Ejecutivo Nacional del pri, Perfil ideológico de don Jesús Reyes Heroles, México: Divulgación ideológica del pri, Serie: Semblanzas y perfiles ideológicos de los hombres de la Revolución, 1985, pp. 80 y 81. 152

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230 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Después concluyó la faena discursiva enfatizando: “aquellos aturdidos que pretenden la reelección lesionan a la Revolución, niegan nuestras instituciones y ofenden al revolucionario Luis Echeverría…”. Ahí quedó sepultada la idea reeleccionista de Echeverría; pero en la siguiente oportunidad tomó revancha. Como adelantamos, el pri había acordado elaborar un Plan Básico de Gobierno para el sexenio 1976-1982 antes de elegir a su candidato. Comenzaron las reuniones rumbo a la VIII Asamblea Nacional a fin de cumplir ese propósito y el 22 de septiembre de 1975, cuando se daban los últimos toques al documento, Jesús Reyes Heroles tuvo que abandonar los trabajos porque fue notificado de que el partido dirigido por él “ya tenía candidato”. Algunos periodistas, los líderes del Congreso y el dirigente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (cnop) —David Gustavo Gutiérrez— fueron los primeros que se enteraron de que “el pueblo” se había pronunciado en favor del secretario de Hacienda, José López Portillo, culto maestro universitario y servidor público, que por cierto jamás había participado en contiendas electorales, para que fuera el candidato del pri a la Presidencia de la República.153

Removido del pri; discursos y frases; paso efímero por el imss Contra lo que él pretendía, fue "primero el hombre y luego el plan", pero Jesús Reyes Heroles tuvo que disciplinarse y convocar a la Asamblea y a la Convención Nacional, donde —el 25 de septiembre de 1975— se formalizó la candidatura de López Portillo, se aprobó el Plan Básico de Gobierno 1976-1982, se decidió removerlo de la González, Silvia Josefina, “La solución somos todos”, en García Calderón, Carola (coordinadora), Medios de comunicación: Del destape a las campañas electorales, 1934-1982, México: Plaza y Valdés, 2006, pp. 145 y ss. 153


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presidencia del pri y se eligió en su lugar a Porfirio Muñoz Ledo, hasta ese día secretario del Trabajo. El mismo año que salió del Comité Ejecutivo Nacional del pri la Comisión Nacional Editorial de ese partido editó una colección de alocuciones públicas de Reyes Heroles en un libro titulado Discursos políticos. Otro aspecto siempre recordado de la actuación política y del quehacer intelectual de nuestro personaje son las frases y los aforismos con que salpicaba sus discursos, respondía a los reporteros que lo entrevistaban y aderezaba sus textos: En política, la forma es fondo; la política es técnica de aproximación, no ciencia exacta; en política siempre se elige entre inconvenientes; en política lo importante es convencer, persuadir, no improvisar; en política la línea recta casi nunca es la más cercana entre dos puntos; la política o se deja o ella abandona; flotar no es gobernar; la libertad se forma de libertades; a quienes esgrimen ideas, combatámoslos con ideas; la luz del enfrentamiento de ideas, de su lucha, no deslumbra, ilumina; es precisamente por la existencia de los problemas por lo que los hombres estamos obligados a hacer política; no se obtiene lo óptimo, sino lo posible, para algún día llegar a alcanzar lo óptimo; tan importante es la meta, el destino como la ruta, el camino; problema que se soslaya, estalla; se avanza, no se brinca; la espiral es la imagen del progreso y no la línea recta; la vida misma es inconcebible sin la libertad, pues únicamente vive lo que es libre; una sociedad sólo conserva en la medida en que puede cambiar, pero, a la vez, una sociedad sólo cambia en la medida que sólo puede conservar; hay cosas malas que son viejas y cosas malas que son nuevas…

Esas son algunas de las más conocidas perlas de la retórica y la prosa de Reyes Heroles que están diseminadas en toda su obra.

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José López Portillo (al centro), presidente de México entre 1976 y 1982, nombró a Jesús Reyes Heroles secretario de Gobernación.



234 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Continuamos con los hechos de 1975: para completar los reacomodos en su gabinete, Luis Echeverría destituyó al director del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss), Carlos Gálvez Betancourt que, por cierto, había sido mencionado como posible candidato presidencial, y nombró en su lugar a Jesús Reyes Heroles. En ese organismo, donde ya había fungido como subdirector general técnico durante el Gobierno de Adolfo López Mateos, el nuevo titular tuvo más bien una actuación discreta, enfocada preponderantemente a los requerimientos administrativos. Al mismo tiempo, y en razón de su nuevo cargo, Jesús Reyes Heroles fungió como presidente del Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social, con sede en la Ciudad de México.

Con López Portillo; dificultades en Gobernación Frustradas sus aspiraciones reeleccionistas, en medio de una crisis económica, con muchos asilados políticos extranjeros en el país, pero combatiendo con fuerza a grupos disidentes nacionales; después de haber atestiguado durante su mandato secuestros, asesinatos políticos y brotes guerrilleros en varias partes de la República; con aspiraciones de dirigir la Organización de las Naciones Unidas, terminó el sexenio de Luis Echeverría Álvarez. Quien iba a sucederlo —José López Portillo— fue designado de la manera que consignamos un poco antes y, como muestra del desgaste del sistema político —los partidos no se entusiasmaron para presentar aspirantes—, figuró como candidato único a la presidencia, postulado por el pri y apoyado por el pps y el parm. Cuando José López Portillo conformó su equipo de trabajo, según asienta en su autobiografía, “al único que le [dio] a escoger puesto” fue a su antiguo compañero de aulas universitarias y


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colega catedrático de la Facultad de Derecho, Jesús Reyes Heroles autor, por cierto, del prólogo del libro Génesis y teoría general del Estado, escrito años antes por el entonces presidente electo.154 Cuando el político veracruzano eligió la Secretaría de Gobernación, de inmediato recibió la instrucción de preparar una reforma política, propuesta como primerísima acción del futuro Gobierno por ser tema de interés académico, teórico y pragmático para ambos personajes y porque se consideró la menos costosa —por lo tanto, más viable— en ese momento que las arcas nacionales habían quedado muy agotadas. Pero el entusiasmo inicial del presidente y del secretario de Gobernación fue decayendo a medida que el encargado de la política interior fue expresando tesis divergentes o encontradas con las del jefe del ejecutivo y sorteando las circunstancias propias del cargo, de modo que la estancia de Reyes Heroles en Gobernación tampoco fue fácil. Primero debió desarmar el equipo echeverrista que permaneció en el gabinete y que permitía la injerencia del ex presidente en el nuevo Gobierno. Por ejemplo, Porfirio Muñoz Ledo, a quien Echeverría puso en el pri en lugar de Reyes Heroles en 1975, que comenzó como secretario de Educación Pública el sexenio lopezportillista —en diciembre de 1976—, salió del cargo un año después, y Augusto Gómez Villanueva, presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados, que llegó ahí por influencia de Echeverría, fue removido del cargo para ir como embajador a Italia, de donde fue retirado Fausto Zapata, jefe de prensa en el sexenio inmediatamente anterior, lo que resultó una jugada de dos bandas. Reyes Heroles también influyó para que se suprimiera la red privada tendida hasta la casa de Echeverría por la que se comunicaba y daba instrucciones a antiguos subordinados suyos. Granados Chapa, Miguel Ángel, “Reyes Heroles: La historia y la acción”, en Lozada, Javier (compilador), Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: Gobierno del Estado de México, 1995, p. 28. 154

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236 ¶Trilogía magisterial, siglo xx También hubo de lidiar con Margarita López Portillo, a quien el presidente —su hermano— designó directora de Radio, Televisión y Cinematografía, organismo que dependía orgánicamente de Gobernación; pero en el que ella, valida del nepotismo, despachaba sin reconocer la autoridad del titular del ramo, a pesar de que estaba encargada de temas fundamentales como la comunicación gubernamental.

Reforma política; amnistía y salida del gabinete lopezportillista Pero volvamos a la reforma política: se dio en llamar con ese nombre a muchas acciones realizadas en Gobiernos anteriores como el otorgamiento del voto a las mujeres; la autorización de diputados de partido; el reconocimiento de la aptitud para votar a los 18 años; la reducción de la edad mínima para ser diputado o senador; pero nada de eso tuvo consecuencias en la pluralidad democrática. La nueva propuesta —que a la postre sería recordada como la reforma política por antonomasia—, en cambio, incluyó modificaciones constitucionales y legales; fortalecimiento de las libertades políticas; mejoramiento de la representación de diferentes corrientes ideológicas y creación de un auténtico sistema de partidos. Desde los primeros días del sexenio de López Portillo —en diciembre de 1976—, el secretario de Gobernación abrió el diálogo con partidos y sectores de la población interesados en operar ese cambio del régimen político. Hubo después una consulta a la que acudieron académicos, políticos, líderes de opinión, en fin, diversidad de ciudadanos. El 1° de abril de 1977, en Chilpancingo, Guerrero, durante el segundo informe de gobierno de Rubén Figueroa Figueroa,


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que años antes había sido secuestrado por guerrilleros y era símbolo del autoritarismo, Reyes Heroles hizo uno de los primeros esbozos detallados de lo que se pretendía alcanzar: El presidente López Portillo está empeñado en que el Estado ensanche las posibilidades de la representación política, de tal manera que se pueda captar en los órganos de la representación el complicado mosaico ideológico nacional. […] Quiere esto decir que el gobierno de México sabrá introducir reformas políticas que faciliten la unidad democrática del pueblo, abarcando la pluralidad de ideas e intereses que lo configuran. Mayorías y minorías constituyen el todo nacional, y el respeto entre ellas, su convivencia pacífica dentro de la ley es base firme del desarrollo, del imperio de las libertades y de las posibilidades de progreso social.155

Aunque parezca contradictorio, fue en el seno de su propio partido donde López Portillo y Reyes Heroles encontraron las mayores reservas para la reforma. Los priistas más recalcitrantes, renuentes a cotejar sus ideas con opositores reales, opinaban que lo que se planteaba como progreso político era una simple cesión de poder. Principalmente les disgustaba la posibilidad de que se redujera el número de puestos de elección popular que hasta entonces habían ocupado casi exclusivamente. En resumen: se modificaron varios artículos de la Constitución, que por primera vez definió con claridad como entidades de interés público a los partidos políticos —artículo 41— y delineó sus derechos básicos; que estableció —artículos 51 y 52— un sistema mixto de representación —por mayoría y por representación proporcional—; que dispuso mantener el registro de los partidos condicionado a la obtención de un porcentaje determinado de Reyes Heroles, Jesús, “Discurso para anunciar formalmente la Reforma Política” citado por Duarte Rivas, Rodolfo, “Jesús Reyes Heroles y la Reforma Política”, en Lozada, Javier (compilador), Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: Gobierno del Estado de México, 1995, pp. 171 y ss. 155

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Jes煤s Reyes Heroles fue secretario de Educaci贸n P煤blica al principio del sexenio que gobern贸 Miguel de la Madrid.



Como responsable de la política interna del país, Jesús Reyes Heroles dialogó con militantes de la oposición, entre otros, con representantes del Partido Acción Nacional.



242 ¶Trilogía magisterial, siglo xx votos; que amplió a 400 el número de integrantes de la Cámara de Diputados —300 de mayoría y 100 de representación proporcional—; que amplió a todos los partidos registrados el financiamiento de sus actividades con recursos públicos; que abrió el acceso de los institutos políticos a los medios de difusión masiva; que creó las figuras de iniciativa popular y referéndum —artículo 73— y que fue el basamento para futuros pasos en pos de la democratización. Todo ello permitió la incorporación de nuevos actores políticos. En estas circunstancias, el Partido Demócrata Mexicano (pdm), el Partido Comunista Mexicano (pcm) y el Partido Socialista de los Trabajadores (pst) solicitaron y obtuvieron su registro condicionado. Además, cuatro asociaciones políticas nacionales de izquierda (Unificación y Progreso a.c., la Unidad Izquierda Comunista, el Movimiento por el Partido Revolucionario de los Trabajadores y Acción Comunitaria a.c.) quedaron habilitadas para participar electoralmente en alianza con algún partido político.156

El 28 de diciembre de 1977 se promulgó la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, conocida por sus siglas como loppe, que reglamentaba las nuevas disposiciones constitucionales publicadas unos días antes —el 6 de diciembre de 1977. Como parte de los mismos afanes de apertura política y reconciliación, el Gobierno decretó una amnistía en favor de quienes a raíz de actividades políticas habían sido condenados por delitos como terrorismo, secuestro, sedición, rebelión, conspiración y aquellos que atentan contra la vida, la integridad corporal y los bienes de terceros. No obstante todo lo narrado, donde se aprecia la participación de Jesús Reyes Heroles como ideólogo, jurista y conciliador político, José López Portillo lo quitó de la Secretaría de Gobernación y Cámara de Diputados / H. Congreso de la Unión; Nuestro siglo: La Reforma Política de 1977. Los Sentimientos de la Nación / Museo Legislativo; disponible en: http://www.diputados.gob.mx/museo/s_nues11.htm. Página consultada el 24 de octubre de 2013.

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puso en su lugar al profesor Enrique Olivares Santana, ex gobernador de Aguascalientes. Es consabida la diferencia de criterios que había entre Reyes Heroles, partidario del Estado laico, jacobino, y López Portillo, practicante católico, que incluso mandó instalar en Los Pinos una capilla familiar.157 Tales posiciones divergentes se hicieron más notorias cuando se anunció y se concretó la primera visita del papa Juan Pablo II a México —en enero de 1979—, ya que el secretario de Gobernación, con fundamento en lo dispuesto entonces por la Constitución, era renuente a que el presidente de la República fungiera como anfitrión del jerarca católico. López Portillo sólo le dio al papa trato de “distinguido visitante” —no había relaciones diplomáticas entre México y El Vaticano— y después de saludarlo en el aeropuerto de la Ciudad de México lo dejó “en manos de la jerarquía y los fieles de su iglesia”.158 Sin embargo, ese acontecimiento, junto con otros, terminó por distanciar abiertamente a Reyes Heroles y López Portillo. Se presume que el secretario de Gobernación presentó su renuncia en son de protesta; pero hubiera sido contraproducente para el jefe del ejecutivo aceptarla en vísperas de la visita papal, por lo que esperó hasta mayo siguiente para defenestrar al coautor de su reforma política.

Retiro temporal; vuelta a la investigación y la docencia; doctor honoris causa Jesús Reyes Heroles aprovechó su estancia de tres años fuera del Gobierno para continuar sus labores de investigación, divulgación y docencia. Granados Chapa, Miguel Ángel, op. cit., pp. 30 y 31. Noticieros Televisa, Los viajes de Juan Pablo II a México, disponible en: http:// noticierostelevisa.esmas.com/especiales/283376/los-viajes-juan-pablo-ii-mexico. Página consultada el 25 de octubre de 2013. 157 158

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244 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Desde 1976, por ejemplo, era miembro del Consejo Directivo del Fondo para la Historia de las Ideas Revolucionarias de México y en 1979 retomó su quehacer como investigador de tiempo completo en la Universidad Nacional Autónoma de México. El mismo año, 1979, participó en el Encuentro Hispano-Mexicano de Científicos Sociales. Durante ese mismo lapso volvió a publicar trabajos de reflexión jurídica y materias afines a las que se dedicó, como el libro México: Historia y Política, bajo el sello de Editorial Tecnos, en Madrid, España —en 1978—, y el ensayo titulado Hacia un Estado social de derecho, que apareció en el número 1410 de la revista Siempre! el 2 de julio de 1980. No obstante que sus estudios históricos previos versaron principalmente sobre el liberalismo mexicano, Reyes Heroles consideraba importante profundizar en el conocimiento de la ideología y las aportaciones que los monarquistas y, en general, de los conservadores dejaron para el país. En ese ámbito, acometió el estudio de algunos personajes relevantes del conservadurismo con la intención de conformar una obra más amplia que, al final, apenas dejó bosquejada. De esas indagaciones formaba parte José María Gutiérrez de Estrada, gobernante, ensayo que publicó en una versión inicial, el 11 de julio de 1981, en el suplemento Sábado del diario Unomásuno. El 26 de mayo de 1981 —aparte de sus méritos universitarios, recuérdese el trato cordial que tuvo con académicos y políticos protagonistas de la transición española— recibió el doctorado honoris causa de la Universidad de Alcalá de Henares, España. Para esa ocasión preparó el texto En busca de la razón de Estado, que al año siguiente fue publicado como el primer número de la colección Cuadernos de Teoría Política por la editorial mexicana Miguel Ángel Porrúa. En 1982 también publicó En busca de la razón de Estado. Guicciardini, un puente que poco se cruzó, en el número 1514 de la revista


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Siempre!, fechada el 30 de junio, y El Derecho al trabajo, en la Revista de la Universidad de México, volumen XXXVIII, nueva época, número 19, del mes de noviembre.

Con De la Madrid; última misión en la

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José López Portillo cerró su sexenio en medio de un descontento generalizado por los efectos de otra severa crisis económica, la nacionalización de la banca, la escalada inflacionaria, el derrumbe de los precios del petróleo y las frivolidades cometidas en su entorno próximo. Designó para que fuera candidato de su partido al abogado colimense —posgraduado en Harvard— Miguel de la Madrid Hurtado, que desde mayo de 1979 —cuando Reyes Heroles salió de Gobernación— había ingresado al gabinete como secretario de Programación y Presupuesto. Como efecto de la reforma política de 1977, en 1982 varios partidos designaron aspirantes presidenciales —López Portillo había sido candidato único seis años atrás—, por lo que Miguel de la Madrid, postulado por el pri y apoyado por el pps y el parm, contendió contra Pablo Emilio Madero, candidato del pan; Ignacio González Gollaz, del Partido Demócrata Mexicano (pdm); Arnoldo Martínez Verdugo, del Partido Socialista Unificado de México (psum); Cándido Díaz Cerecedo, del Partido Socialista de los Trabajadores (pst); Rosario Ibarra de Piedra, del Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt), y Manuel Moreno Sánchez, antiguo priista, del Partido Socialdemócrata (psd). Pese a la difícil situación que heredaba, De la Madrid ganó las elecciones de julio de 1982. De inmediato marcó distancia con su antecesor y, para demostrarlo, anunció la Renovación moral de la sociedad, por la que Jorge Díaz Serrano, uno de los colaboradores más cercanos de López Portillo, fue encarcelado. También propuso

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246 ¶Trilogía magisterial, siglo xx un Plan Global de Desarrollo, la planeación democrática y dio inicio a la apertura económica, a la privatización de empresas públicas y a la desregulación. En lo que toca a la trayectoria del personaje central de este trabajo, Miguel de la Madrid propuso lo que llamó una Revolución Educativa e invitó a su antiguo profesor de Teoría del Estado —recordemos que Reyes Heroles fue revisor de su tesis de licenciatura— para que encabezara la dependencia encargada de ejecutarla. Además, con esa designación, el nuevo mandatario se deslindaba más claramente de López Portillo, incluso de Echeverría, que tantos roces habían tenido con el futuro secretario de Educación Pública. Cuando tomó posesión, en diciembre de 1982, Miguel de la Madrid delineó su política en ese ramo cuando dio a conocer el rubro titulado Descentralización de la vida nacional: Impulsaremos la descentralización de la vida nacional. Es imposible concebir la vitalidad de la República sin la cabal participación de las entidades federativas en la definición y ejecución de las tareas que exige el desarrollo nacional. Lucharemos contra el centralismo que agobia e inhibe energía y acciones profundas. Haciendo mío un reclamo nacional he decidido promover la transferencia a los gobiernos locales de la educación preescolar, primaria, secundaria y normal que la Federación imparte en todo el país, así corro los recursos financieros correspondientes. Fundadas razones de orden pedagógico, académico y administrativo aconsejan volver hoy al esquema educativo original de la Constitución de 1917, en el cual la responsabilidad de la enseñanza básica correspondía a los gobiernos locales y municipales. La Federación conservará las funciones rectoras y de evaluación, que ejercerá a través de la Secretaría de Educación Pública. Los derechos laborales del magisterio y su autonomía sindical serán respetados escrupulosamente. Invito respetuosamente a los Gobernadores de los Estados a participar con decisión


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles y entusiasmo en esta nueva jornada de fortalecimiento de las entidades federativas. La vigencia del federalismo es tarea de todos, no sólo de las instancias federales. Sé que contamos con su valioso apoyo. Invito al magisterio nacional, luchador incansable en las tareas de transformación nacionalista, a colaborar en este movimiento de acusada descentralización. La Nación saldrá fortalecida.159

En varios aspectos era una continuación de la política educativa aplicada en el sexenio anterior, cuando fungieron como secretarios de Educación Pública Porfirio Muñoz Ledo y Fernando Solana Morales. Por ejemplo, como paso previo a la profesionalización que ahora se proponía, en ese periodo se había creado la Universidad Pedagógica Nacional y, como antecedente de la descentralización en ciernes, se había aplicado la desconcentración educativa.160 Sin embargo, se le daba el tratamiento de Revolución Educativa para diferenciarla de las anteriores que habían sido llamadas reformas, renovaciones, modernizaciones. De ahí que al promoverla, Jesús Reyes Heroles se refería a ella en los siguientes términos: El Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, ha planteado la necesidad de introducir en el sistema educativo, no solamente parches o remiendos, o meras reformas limitadas; ha postulado toda una revolución; que deseche hábitos, venza intereses creados, elimine rutinas, haga a un lado métodos anquilosados, cambie usos, agrupe o consolide centros de estudios superiores en los Estados de la República, y realice esfuerzos sistemáticos para conciliar en éstos, masa y calidad, intente verdaderos cambios para obtener la calidad educacional, la conexión de formación, trabajos y rendimientos, pues, dada la situación económica del país, estamos obligados a hacer más con menos. En México estamos empleando la expresión Villalpando Nava, José Manuel, Historia de la educación en México; México: Editorial Porrúa, 2009, pp. 555-559. 160 Reyes Heroles, Jesús, Ideario Educativo, Tomo I, México: Secretaría de Educación Pública, 1984, p. 51. 159

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JesĂşs Reyes Heroles saludando a estudiantes indĂ­genas en los patios del edificio de la sep.


José Vasconcelos • Jaime Torres Bodet • Jesús Reyes Heroles revolución de la educación, para indicar la necesidad de combatir desigualdades regionales, sobre todo las existentes entre el sector rural y urbano, y hacer que la educación, mediante una creciente participación democrática, sea el medio capaz de suprimir o reducir las desigualdades de origen […].161

Todo lo anterior, aparte de los criterios del presidente De la Madrid y de los asesores técnicos, derivaba de la imagen que Jesús Reyes Heroles tenía de la Secretaría de Educación Pública cuando tomó posesión del cargo: “Es un elefante reumático”,162 dijo para señalar, quizá, la enorme labor que se necesitaba realizar para ponerla al día y mejorar sus servicios. En resumen, la Revolución Educativa encauzada por Reyes Heroles constaba de los siguientes 19 temarios básicos, de donde se derivaban gran cantidad de subtemas: Descentralización Educativa; Formación de Maestros; Elevación de la Calidad de la Educación; Educación Permanente y Combate al Analfabetismo; Educación a Grupos Marginados; Educación Especial; Revolución Electrónica; Impulso a la Educación Inicial y Preescolar; Educación Básica; Escuelas Particulares; Becas; Convenios Interinstitucionales; Educación y Mercado de Trabajo; Expansión del Sistema Educativo; Planeación Educativa; Eficiencia Administrativa; Educación Superior; Investigación Científica y Tecnológica, y Política Cultural. En materia de capacitación y profesionalización destaca el hecho de haber implantado el requisito del bachillerato para ingresar a las escuelas normales básicas. Desde entonces, los egresados de esas casas de estudios obtienen el grado de licenciatura. Latapí Sarre, Pablo, Andante con brío/ Memoria de mis interacciones con los secretarios de Educación (1963-2006), México: Fondo de Cultura Económica, 2008, p.130. 162 Arnaut Salgado, Alberto, “Reyes Heroles en la SEP”, en Medina Peña, Luis et al., Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, Jornadas 158, 2011, pp. 309-314. 161

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250 ¶Trilogía magisterial, siglo xx Los pedagogos elogiaron desde un principio esa disposición;163 pero hubo grupos del gremio magisterial, sobre todo disidentes al interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (snte), que la criticaron como una táctica que retrasaba la salida de los normalistas a un mercado laboral muy oneroso para el Gobierno o, que de plano, con un resultado similar, orillaba a los jóvenes estudiantes a buscar otras opciones universitarias.164 Otra novedad fue la creación —en 1984— del Sistema Nacional de Investigadores (sni), encargado de estimular con prestaciones económicas el trabajo de los académicos de las instituciones de educación superior, lo que atemperó un poco la caída del poder adquisitivo de los salarios. También se instituyó un Programa Nacional de Bibliotecas con el fin de fomentar la lectura que, reiteramos, era una de las aficiones principales de Reyes Heroles, quien había experimentado en carne propia los beneficios de ser un “político intelectual”. Con el propósito de ampliar los horizontes de la enseñanza elemental se organizó un Plan de Actividades Culturales de Apoyo a la Educación Primaria (pacaep), en virtud del cual las escuelas comisionaban a algunos profesores para que se capacitaran en cursos impartidos por especialistas en literatura, música, danza, artes plásticas y otras expresiones artísticas para después promoverlas entre los educandos de sus planteles. En el mismo ámbito, Reyes Heroles auspició desde la sep el Programa Cultural de las Fronteras que, con la colaboración de los Gobiernos estatales y municipales, se proponía rescatar, difundir y fomentar las artes y, en general, la cultura de las zonas limítrofes del norte y del sur del país.165 V. gr., Latapí, op. cit., p. 310. Arnaut Salgado, Alberto, “Reyes Heroles en la SEP”, en Medina Peña, Luis et al., Homenaje a Jesús Reyes Heroles, México: El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, Jornadas 158, 2011, pp. 309-314. 165 Idem. 163 164


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En ese periodo también se pusieron en marcha el Programa de Protección y Estímulo a las Artesanías y el Programa de Estímulos a la Creatividad en las Comunidades Étnicas. En su calidad de secretario de Educación Pública, asistió —en 1983— a la Asamblea General de la unesco, realizada en París, donde pronunció un discurso, en cuya parte final dijo: Represento a un país con una larga historia, que sin temor de ninguna especie incorpora ideas universales y las adapta a sus propias realidades; que, sin miedo de ningún género, asimila lo bueno que de lejos recibe y lo acrecienta con nuevas ideas y nuevos métodos de acción. Represento a un país que, por su pasado y su presente, por haber sido protagonista de la primera revolución social del siglo xx, puede contribuir a lograr la síntesis histórica que los siglos venideros demandan. La acción permanente de la unesco, a través de sus deliberaciones y decisiones, debe ser fortalecida para que, mediante ella, la variedad que constituye al orbe sea abarcada por un único mundo que atienda a los intereses de todos y respete sus diferencias y divergencias. No hay conflicto insoluble cuando se da la voluntad de superarlo y se tiene la audacia y paciencia para intentarlo. En el juego de fuerzas en la navegación a vela, no es raro que una pequeña fuerza detenga o debilite a la mayor, pues, con el clásico: “No siempre vence la mayor fuerza. Al curso de una nave detiene una pequeña rémora” (Saavedra Fajardo). Sean, por lo tanto, los esfuerzos de la unesco la rémora que detenga las fuerzas de la desesperación, el miedo y el irracionalismo.166

Debemos señalar que durante su gestión Jesús Reyes Heroles debió alternar con Carlos Jonguitud Barrios, entonces ya erigido cacique del snte, que se resistía a muchos de los cambios propuestos por el secretario de Educación. Reyes Heroles, Jesús, Discurso pronunciado en la XXII Asamblea General de la unesco, Revista de la Educación Superior, anuies, Número 53, Volumen 14, enero-marzo de 1985, México, p. 3. 166

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Secretario de Educación Pública fue el último cargo que desempeñó Jesús Reyes Heroles, quien falleció el 19 de marzo de 1985.


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Como en otros tiempos, durante su estancia en la sep, Jesús Reyes Heroles dedicó sus pocos ratos libres a estudiar y a escribir. De esos recesos creativos surgió su última obra conocida y publicada por la Librería del Prado, de Félix Moreno Canalejas. Fue un ensayo titulado Mirabeau o la política, con un estudio acerca de ese revolucionario francés. Finalmente, su salud se quebrantó. Padeció cirrosis hepática y cáncer pulmonar, por lo que acudía a recibir tratamiento en un hospital de Denver, Colorado, donde murió el 19 de marzo de 1985. Su lugar en la Secretaría de Educación fue ocupado por el abogado y político duranguense Miguel González Avelar. Tiempo después, su esposa, sus hijos, varios amigos e intelectuales fundaron la Asociación de Estudios Históricos y Políticos Jesús Reyes Heroles, a.c., que ha recopilado gran parte de su obra y muchos trabajos escritos acerca de su labor como jurista, historiador, catedrático, funcionario público e ideólogo de la política mexicana. En la Rotonda de las Personas Ilustres hay un cenotafio con su nombre y un bajorrelieve con su efigie. Aunque se autorizó la inhumación de sus restos en la famosa plaza del Panteón de Dolores de la Ciudad de México, una polémica entre sus descendientes y algunos antiguos líderes de la izquierda mexicana frenó el cumplimiento del decreto correspondiente. Instituciones universitarias, el Partido Revolucionario Institucional, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (inehrm), El Colegio de México y diversos organismos siguen investigando sobre su vida y su obra y dando a conocer sus hallazgos para profundizar en el conocimiento del intelectual que siempre estuvo consciente de que “en política, la forma es fondo”.

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Crédito

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© 36448 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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© 13952 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

Créditos de imágenes

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270 ¶Trilogía magisterial, siglo xx

Pág.

Crédito

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© 228258 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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© 41395 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

74

© 41546 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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84

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86-87

© 6233 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

90-91

© 42795 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

100

© 46341 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

112

© 29871 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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156

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© 225703 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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© 67449 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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© 297161 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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© 14293 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

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Archivo Gráfico de El Nacional, Fondo Personales, sobre: 2578- B. inehrm.

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© 391399 Conaculta, inah, Sinafo, fn, México.

238-239

Archivo Gráfico de El Nacional, Fondo Personales, sobre: 2578- B. inehrm.

240-241

Archivo Gráfico de El Nacional, Fondo Personales, sobre: 2578- B. inehrm.

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Archivo Gráfico de El Nacional, Fondo Personales, sobre: 2578- B. inehrm.

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Archivo Gráfico de El Nacional, Fondo Personales, sobre: 2578- B. inehrm.

Créditos de imágenes

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Esta edición de Trilogía magisterial, siglo xx. José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Jesús Reyes Heroles, elaborada por Editorial Las Ánimas S. A. de C. V., Av. Juárez núm. 2915 desp. 503, Col. La Paz, C. P. 72160, Puebla, Puebla, tel.: (222) 230.44.14; y Blvd. Cristóbal Colón núm. 5 desp. 604, Col. Fuentes de Las Ánimas, C. P. 91190, Xalapa, Veracruz, tels.: (228) 812 60 90 y 812 60 99, se terminó de imprimir en el año 2014 en los talleres de Editorial Las Ánimas S. A. de C. V. Para su composición se usaron los tipos de las familias OctavianMT-SC, en 16 puntos; EspritStd-Bold, en 12 puntos; EspritStd-Book, en 11 y 12 puntos; MinionPro-Bold, en 36 puntos.


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