Batalla de Los Magueyes. Guanaguana, 9 de noviembre de 1814

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LA BATALLA DE LOS MAGUEYES, GUANAGUANA 9 DE NOVIEMBRE DE 1814 Dr. Luis Peñalver Bermúdez Resumen El fraguado de los estudios históricos regionales en Venezuela, ha permitido conocer procesos, que otra manera hubieran quedado anónimos, tanto para la historiografía, como para reconocimiento público e institucional. En esta perspectiva, que involucra lo regional con alcance nacional, continental y mundial, se realizó la investigación sobre la batalla de los Magueyes, ocurrida en los espacios del actual Municipio Piar, del Estado Monagas. La batalla del 9 de noviembre, no ha corrido con tanta suerte en los discursos ceremoniales y la información propiamente histórica es escasa, porque fue una derrota para la República. Pero, nuestra historia, será nuestra historia o no lo será. Una historia y una crónica que solo se ocupen de los triunfos y de las loas y la gloria para los héroes, es una historia truncada, una historia menguada, una historia a medias. Por ello, volver la mirada crítica y profunda a la gesta del 9 de noviembre, es esencial, no solo para el acontecer de nuestras vidas como republicanas y republicanos e hijas e hijos de esta patria, sino como tensión pedagógica para seguir y fortalecer nuestra formación ciudadana y nuestros pertrechos para la lucha, la independencia y la libertad o pereceremos entre lastimas, congojas y lamentos. Descriptores: Los Magueyes, Guanaguana, batalla, guerra de independencia, historia regional.

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Introducción Los Espacios Históricos Regionales Los estudios históricos regionales y locales, de reciente data en nuestro país, están marcando la pauta de un nuevo rumbo metodológico en lo que a los procesos d e investigación se refiere, pues no sólo se han hecho avances significativos en áreas vinculadas con la ubicación, limpieza, tratamiento y estudio de fuentes y sus posibilidades, incluyendo la oralidad; también se viene construyendo y reflexionando sobre una concepción flexible de los espacios históricos, donde región histórica y unidades históricas locales, se presentan como categorías fundamentales. Comenzar a descubrir nuestras regiones históricas y nuestras unidades históricas locales, es parte de las tareas que tenemos pendientes. Los antecedentes, desde la puesta en escena del pensamiento de Paul Vidal de la Blache, refieren lo regional en identificación con aspectos geográficos y de características homogéneas; en el caso de la historia, la definición se presenta con mayores dimensiones, por lo que la amplitud de la discusión está ofreciendo buenas posibilidades. En estos procederes del trabajo de investigación histórica, se discute no sólo desde lo regional como categoría, también hay una disposición dialogante vinculada con lo local, con mucho acercamiento hacia el pensamiento del maestro mexicano Luis González y González, quien habla de la historia matria, como la historia más cercana y en esta perspectiva es que puede describirse un acontecimiento tan importante para la historia venezolana, denominado: La Batalla de Los Magueyes, que cada 9 de noviembre, se conmemora. Desde este título, como referencia para definir un contexto, será posible presentar unos ligeros y puntuales rasgos históricos relacionados con la Guerra Nacional de Independencia. La Lucha por la Libertad La tradición historiográfica venezolana coincide con la idea de establecer la mayúscula significación que hubo en determinados movimientos, en una especie de lucha por la libertad. Pre independentistas ha sido la categoría que identifica un conjunto de acciones, marcadas temporalmente antes del 1810. En el pueblo de Curimagua, por el 1795, en la serranía de Coro, se inicia la insurrección del zambo José Leonardo Chirinos. José Leonardo, fracasado la acción, fue apresado por Juan Manuel de Agüero y trasladado a Coro. Llevado luego a Caracas, la Real Audiencia, institución cancerbera del orden colonial, hízole juicio, siendo sentenciado el 10 de diciembre de 1796 1 . Otro movimiento, con mayor definición política y clara noción de poder y del Estado autónomo, fue el que tuvo al frente a Gual, España y Picornel en 1797. Sin embargo, la indefinición de estrategias, la ausencia de un apoyo militar efectivo y la eterna delación, hicieron que este gran proyecto libertario fuera abortado. El procedimiento era el mismo: apresamientos, juicios, destierros para unos; cárcel para otros y muerte a los cabecillas 2.

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Durante el siglo XVIII, ya en tierras orientales, se desarrolló el alzamiento de Cariaco en 1798. Este movimiento adelantado por seres humanos esclavizados, estaba preparado para estallar en la madrugada del domingo 1º de enero de 1798. De antemano se venían realizando reuniones secretas en diferentes haciendas de la región y enviado emisarios a Carúpano, Río Caribe y Cumaná. Develada la conspiración, desde Caracas fue enviado el capitán Luis Mejías, quien se trasladó a Carúpano para abrir las investigaciones correspondientes. Todos aquellos esclavizados que resultaron implicados, sin fórmula de juicio, fueron pasados por las armas 3 . Otro ambicioso proyecto de libertad fue el que mantuvo Francisco de Miranda con sus invasiones a las costas venezolanas. En marzo de 1806, la primera expedición de Miranda arriba a los puertos de Ocumare y Cata. Un día después de la invasión, luego de un combate con bergantines españoles, tienen que retirarse las naves expedicionarias. En el mes de agosto, reponiéndose de la derrota, Miranda se presenta en las costas de Coro, pero la excitación independentista no había surtido los efectos esperados y él, su proclama, su plan de gobierno, y su bandera, tuvieron que seguir esperando nuevos y más promisorios tiempos de libertades, de autonomía. Cuatro años después de las invasiones de Francisco de Miranda, héroe de la Revolución Francesa, las invasiones de las tropas francesas a la España imperial, desatan el desarrollo de una acción política donde está en efervescencia el germen político identificado con las más amplias y comprometedoras aspiraciones republicanas. En medio de temores e indecisiones, los protorrepublicanos de las provincias venezolanas precipitan la formación, emulada, de la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII que, el 19 de abril de 1810, se convierte en la Junta Suprema de Caracas. La oligarquía inicia ahora un camino de muchos años para zafarse del yugo colonial. La toma, control y usufructo del poder político —social, es la nueva preocupación. En pleno desarrollo de confusiones, marchas y contramarchas, indefiniciones que pugnan entre la república y la monarquía 4. El proceso político iniciado en 1810, junto a los debates permanentes de los diputados en el Congreso, llevan —necesariamente— a la declaración definitiva de independencia el 5 de julio de 1811. Estaba hecho: la quiebra del orden colonial se perfilaba como una realidad que ahora tocaría defender. El frágil equilibrio republicano no logra marchar hacia procesos más fuertes de consolidación; los enfrentamientos y sucesos militares abrieron otra fase en el tiempo histórico republicano en formación 5. Republicanos y monárquicos pugnan por el poder; los primeros para conquistarlo, los segundos para retenerlo aprovechando el control que mantenían sobre las provincias realistas de Coro, Guayana y Maracaibo. De aquí en adelante, dos sistemas, dos concepciones, se enfrentarían bélicamente. La dimensión que adquirió la Guerra Nacional de Independencia se identificó con una doble lucha: social y étnica. Brito Figueroa, agudo en análisis de historia colonial y

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republicana, señala que el enfrentamiento bélico por la autonomía, fue una “lucha social de amos contra esclavos, terratenientes contra población rural enfeudada, y de lucha étnica definida por las pugnas igualmente violentas de negros, mulatos y zambos contra blancos” (Brito Figueroa, 1993, Tomo I, pp. 269-270) La Guerra en el Oriente del País La lucha por la independencia en el Oriente se desarrolló en un gran espacio que, además de Trinidad, incluyó: Paria, Güiria, Cumaná, Irapa, Yaguaraparo, Maturín, Caño Colorado, Márgenes del Orinoco, Golfo Triste, Areo, Urica, Margarita, Barcelona, Río Caribe, Carúpano, Cariaco, Valle de Cumanacoa, entre otros. Por un lado, patriotas como Santiago Mariño, los hermanos Bermúdez, Manuel Piar, José Miguel Guanaguanay, Juana Ramírez, Manuel Valdés, Antonio José de Sucre, José Francisco Azcúe, Arismendi, Domingo Montes, se enfrentaron a los monárquicos y colonialistas: Juan Gabasso, Zérveriz, Echeverría, Zuazola, La Hoz, Monteverde, José Tomás Boves, Antonio Bosch, Antoñanzas, Juan Manuel Cajigal entre otros. Mientras Simón Bolívar dirigía la Campaña Admirable que lo llevaría triunfante hasta Caracas, los patriotas orientales, bajo el mando de Santiago Mariño, habían reiniciado la lucha por la libertad y la autonomía. Desde la pérdida de la Primera República, los patriotas se habían refugiado en la isla de Trinidad, desde donde viajaron al islote de Chacachacare en espera de la gran oportunidad para avanzar hasta tierra firme, hecho que sucedió el 13 de enero de 1813 cuando ocuparon el puerto de Güiria, para desplegarse, por diferentes rumbos, hacia: Cumaná, Irapa, Maturín, Caño Colorado; los continuos y múltiples enfrentamientos terminaron con la liberación del dominio realista de las provincias orientales: en agosto, Cumaná cayó en poder de los patriotas; luego Mariño ocupó Barcelona. Por su parte, José Francisco Bermúdez, con una poderosa ofensiva organizada desde Irapa, se apoderó de Río Caribe, Carúpano y Cariaco. Luego de la invasión por Paria, Santiago Mariño se dirige hasta Maturín para encontrarse con su ejército y tomar camino hacia Cumaná, pero antes tuvo que luchar y derrotar a los españoles. En palabras del mismo Santiago Mariño: “Reuní considerable número de tropas, escogiendo los mejores soldados, resolví atacar los demás pueblos de la provincia, y vencidos los puntos de Magueyes, Corocillos y Cumanacoa, marché contra esta capital [de Cumaná]”. (Mariño, 1813, p. 270.). Antes de esa última fecha, pero en el mismo proceso, el monárquico Esusebio Antoñanzas, en tono amenazante, envía mensaje de guerra en respue sta a rendición solicitada por Santiago Mariño y Ramón Machado: “No extraño tanto que Vms. me soliciten la rendición, cuando que mereciendo tantos favores de mí, se determinen a invadirme. Yo, toda mi tropa y oficiales han jurado esta noche morir primero que sucumbir: tengo balas, pólvora, brazos y voluntad, y en Cumanacoa, quinientos hombres que siguen la retaguardia sin contar de Barcelona dos divisiones”... (Yanes y Gómez, 1983, p. 240). Para 1814, el dispositivo militar realista “estuvo comprendido bá sicamente por tres zonas: Yánez, en San Fernando de Apure,…; Boves con sus jinetes llaneros apostados en la rica región del Guárico,…; y Cajigal junto con Cevallos en Coro… Con estas fuerzas dispersas y prácticamente sin europeos con los que poder contar, la campaña

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del año 1814 no se avizoró nada prometedora para las banderas del Rey” (Lombardi Boscán, 2006, p. 168) “En el lado republicano todo indicaba que Bolívar había consolidado su autoridad desde Caracas y que sus fuerzas habían sido distribuidas entre el general Rafael Urdaneta, atendiendo el occidente del país, y el general Santiago Mariño, controlando la importante oriental” (Ídem) El 15 de junio, en la batalla de La Puerta, Boves derrotó a las fuerzas de Bolívar y Mariño, para terminar ocupando Valencia y Caracas, en los primeros días de julio. La Batalla de Los Magueyes Luego de su entrada triunfante en Caracas, Boves, dispone sus planes para arrasar el ejército republicano en el oriente del país. Cumaná cayó y fue sometida y saqueada el 16 de octubre. Luego siguieron: Los Magueyes, el 9 de noviembre, donde derrotó a Bermúdez; y el 5 de diciembre, en Urica, donde Boves vuelve a derrotar a Bermúdez y a José Félix Rivas. Con esta gesta, no solo se pierden la batalla y la vida de Boves. También perdemos la segunda República y al insigne Miguel José Sanz. Desde la visión realista, que estamos obligados a estudiarla en estos análisis, el español José Domingo Díaz, protagonista en estos escenarios y ferviente monárquico, expone la siguiente síntesis: “A principios de abril ya el General Morales tenia listos en los puertos de Cumaná treinta y dos buques armados ó de transporte, 5.000 hombres escogidos de aquellos mismos que en Santa Catalina, en San Marcos, en la Puerta, en la Cabrera, en Valencia, en Aragua , en Cumaná, en los Magueyes, en Urica, en Maturín, en Irapa y en Güiria, habían hecho desaparecer á Simón Bolívar, á todas sus fuerzas, á sus más queridos compañeros, y á aquel gobierno de fieras que había existido diez y siete meses para oprobio del género humano.” (Díaz, 1829, p. 195) La batalla del 9 de noviembre, no ha corrido con tanta suerte en los discursos ceremoniales y la información propiamente histórica es escasa, porque fue una derrota para la República. Pero, nuestra historia, será nuestra historia o no lo será. Una historia y una crónica que solo se ocupen de los triunfos y de las loas y la gloria para los héroes, es una historia truncada, una historia menguada, una historia a medias. Por ello, volver la mirada crítica y profunda a la gesta del 9 de noviembre, es esencial, no solo para el acontecer de nuestras vidas como republicanas y republicanos e hijas e hijos de esta patria, sino como tensión pedagógica para seguir y fortalecer nuestra formación ciudadana y nuestros pertrechos para la lucha, la independencia y la libertad o pereceremos entre lastimas, congojas y lamentos. No voy a enumerar lecciones, pero basta saber, por ejemplo, que en la gesta de Los Magueyes, aquel 9 de noviembre, participaron hombres como el subteniente Miguel Zagarzazu, de Cagua; el teniente Santiago España, de España y el teniente coronel José Heras, de Cuba, quienes, entre otros, ofrecieron sus espadas por la libertad y la independencia. No hubo distancia geográfica que detuviera el sueño de la patria. Ni desde dentro del país, ni desde fuera de él. En 1954, Juan Uslar Pietri, en su texto Historia de la rebelión popular de 1814, ya daba cuenta, en detalle, de los acontecimientos del llamado año terrible, en la Historia de Venezuela, sin parangón en la lucha por la independencia latinoamericana. Y sobre el caso

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que hoy nos ocupa, señala que dos grandes de la patria, “Ribas y Bermúdez, se disponían a hacerle frente a Boves con sus dos fuerzas reunidas, pero aquí brilló una vez más el dicho de Napoleón: es preferible un general malo que dos buenos. Bermúdez debía, en su testarudez, no convenir en el plan de Ribas ni Ribas en el de Bermúdez. Total: fue que Ribas se devolvió a Maturín y Bermúdez siguió a las Lomas de los Magueyes a esperar a Boves. Era la mañana del 9 de noviembre. Efectivamente, dice Boves, se presentó el enemigo, ocupando la madrugada del día de ayer varias alturas del importante punto de los Magueyes, y reconocida por mí su situación dispuse atacarlos, y a las tres horas de un fuego vivo logré derrotar completamente el número de mil doscientos hombres, persiguiéndoles más allá de dos leguas del pueblo de Aragua, habiéndole cogido un cañón, crecido número de fusiles y demás pertrechos de guerra, habiendo tenido por mi parte treinta y cinco muertos y cuarenta y cinco heridos. Lo participo, etc. JOSÉ TOMÁS BOVES. Guanaguana, 10 de noviembre de 1814"(ver: Uslar Pietri, (2010, pp. 90-91) Estaba hecho, la crisis de mando había estado incubándose como factor perturbador, poniendo en riesgo los esfuerzos de la lucha por la libertad. Bolívar había sido desterrado y se encontraba en Cartagena. Y ante la imposibilidad de gestionar un plan conjunto de estrategias, por parte de José Félix Ribas y José Francisco Bermúdez, se precipitó la derrota republicana. En sus términos, el historiador Peter Mendoza, lo expone de la siguiente manera: “En los primeros días de noviembre de 1814 Ribas y Bermúdez, decidieron coordinar esfuerzos para marchar contra de las fuerzas realistas al mando de Francisco Tomás Morales. En ese momento, Boves avanzó desde la asolada Cumaná hacia el pueblo de Guanaguana (entre Aragua de Maturín y san Antonio de Capayacuar). Ante estos movimientos, los jefes patriotas no lograban ponerse de acuerdo en cuanto a la estrategia que debían seguir. Bermúdez no se aguantó, alistó a los 1.200 hombres que integraban sus fuerzas y “marchó en solitario contra Boves, por su parte el general José Félix Ribas retrocedió a Maturín con el resto del ejército al percatarse del movimiento del general Bermúdez, Boves decidió salir a su encuentro”. (En: Ortiz, 2014, diciembre 5, pp. 22-23) Con abundantes detalles e hipótesis, Rafael María Baralt nos presenta una perspectiva que ha sido reiterada en el tiempo y la expone de la siguiente manera: “La desgracia del llamado segundo jefe del ejército y la marcha de Boves contra Maturín por la serranía de San Antonio, llegaron á un tiempo á noticia de Ribas y Bermúdez, cuando se hallaban en el sitio de Guacharácas, ya en camino para atacar á Moráles en Urica. Siempre pronto el fogoso y violento Bermúdez á proponer ó, mejor dicho, á imponer un plan á sus jefes, propuso torcer á la derecha por los pueblos de Caicara y San Félix para ir al encuentro de Boves en la tierra montuosa, cuando Ribas quería que se continuara en el primer intento de atacar á Moráles ántes que pudiera rehacerse, y en lugar donde pudiese obrar con ventaja la caballería, otra vez la división de pareceres, la presunción y el orgullo produjeron males infinitos, y otra vez Bermúdes, frenético como de ordinario, con la contradicción, siguió sus caprichos sin curarse un ápice de la obediencia. Ríbas, viendo su terquedad, retrocedió con un escuadrón hácia Maturin, y el compañero con el resto de las tropas, casi todas orientales, se dirigió contra Bóves. Para esperarle tomó posiciones con su infantería en las alturas de los Magueyes y al pié de estas en terreno llano hizo formar la caballería; pero todo paró en vergüenza y daño de los patriotas. El 9 de moviembre se presentó Bóves, atacó con denuedo las alturas y casi sin trabajo los desalojó de ellas, poniéndolos en fuga. Activamente los persiguió después, y acabara sin duda

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alguna con sus restos si Cedeño, que mandaba la caballería, no le hubiera contenido, haciendo frente y combatiendo en retirada todo el día: así protegidos, los infantes se refugiaron por fin á Maturín. Si se considera que la terrible derrota sufrida por Moráles en este punto, habia no solo disminuido sino desmoralizado su tropa: que sus restos, dado que se reorganizaran todos en Urica, no podían formar en número ni en calidad una fuerza capaz de resistir con ventaja á la que poco ántes le venciera y con la victoria se aumentara: que Bóves, mas audaz, activo é inteligente que su segundo, llegaba con un ejército respetable, probado en lides, triunfador y lleno de confianza en su valor y en su jefe: y por fin, que de cualquier manera que se raciocine, la opinión de Ríbas en cuanto al ataque de Moráles era la más fundada y lisonjera, no podemos ménos de deplorar las fatales resultas que de adoptar la contraria se siguieron, y de hacer responsable á Bermúdez de la pérdida definitiva del país, originada esclusivamente de su desobediencia y presunción. Acabamos de ver en la derrota de los Magueyes su inmediato resultado; la reunión de Bóves á Moráles en Urica fué el siguiente” (Baralt, 1841, p.235) Diferencias no negociadas, desacuerdos en el plan de batalla, planes individuales de campaña, imposibilidad de estrategia conjunta, viejos rencores y ambiciones del poder supremo, forjaron caldo de cultivo de la derrota. Conclusiones La historia regional, local y microhistoria, con sus avances teóricos, metodológicos y procedimentales, constituyen posibilidades de primera, que en manos de estudiantes, cronistas, cultores, historiadores, docentes y demás interesados, podrán convertirse en cauces para construir, reconstruir y analizar el devenir de los pueblos venezolanos, particularmente orientales y monaguenses. Los estudios históricos de vocación regional, local o microhistórica, se desarrollan en medio de una dialéctica nacional, continental y mundial. Venezuela, desde cualquiera tentación histórica-espacial, es el escenario donde se fraguan las historias. Hay en el oriente toda una historia por investigar y escribir. Desde los primeros momentos donde es posible el uso de fuentes arqueológicas y antropológicas, hasta las historias recientes, “hay mucho que contar”. Esa historia espera por cultores con sentido crítico, serio y responsable en la construcción del discurso, alejado de afirmaciones y opiniones sin fundamento alguno. Los personajes de la historia monaguense, de ayer, de antes de ayer y hoy, aun esperan porque se construya sus historias. La búsqueda de fuentes (escritas, orales, fotográficas, objetales, etc), es parte de ese trabajo pendiente que corresponde a cultores de la historia que les ha tocado vivir en el siglo XXI. Al igual que Los Magueyes, cada espacio de nuestra tierra está esperando por construir y reconstruir la historia que corresponde. Esa será, señoras y señores, nuestra siguiente tarea. Notas 1.- La condena fue: “a muerte de horca que se ejecutará en la plaza principal de esta capital a donde será arrastrado desde la Cárcel Real y verificada su muerte, se le cortará la cabeza y las manos y se pondrá aquella en una jaula de fierro sobre un palo de veinte pies de largo en el camino que sale de esta misma ciudad para Coro y para los valles de Aragua, y las manos serán remitidas a esa misma ciudad de Coro para que una de ellas se clave en un palo de la propia altura, y se fije en la inmediación de la Aduana llamada Caujarao, y la

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otra con los propios términos en la altura de la sierra donde fue muerto don José Tellería”. (Magallanes, 1990, p. 13) 2.- González Guinán, señala que Manuel Gual y José María España, escaparon de la persecución dirigiéndose a la isla de Curazao, “pero algunos otros comprometidos en el plan revolucionario fueron capturados, como lo fue también más tarde España, y juzgado 90 de ellos, fueron sentenciados en los meses de mayo y junio de 1799, unos a la muerte en la horca; otros, a presidio c on cadena o grillete, y otros, a deportación”. (González Guinán, 1954, p. 12). 3.- El brigadier Manuel Guevara y Vasconcelos echaba la culpa de este movimiento a los agentes británicos, especialmente al coronel Thomas Picton, gobernador de la cercana isla de Trinidad. En plan de estar alerta, llega a señalar: “No creo que tengan los ingleses partido alguno de consideración en Tierra Firme, ni los adquirirán aunque desembarquen los un mil negros en cualquiera punto de nuestra costa, como pueden hacerlo con la mayor facilidad, porque tienen sobradas fuerzas de mar y a nosotros nos faltan todas”. (en Troconis, 1969, p. 330). 4.- “la Junta Suprema convoca a elecciones de los representantes de las provincias con fecha 11 de junio de 1810, con el fin de unificar el gobierno, que en la práctica conservaban las provincias con entera libertad. De la decisión electoral surgieron los siguientes representantes: 24 de Caracas, 9 de Barinas, 4 de Cumaná, 3 de Barcelona, 2 de Mérida, 1 de Trujillo y 1 de Margarita. Esta s provincias votarán por la independencia; mientras que Maracaibo, Coro y Guayana, se mantienen fieles a la Regencia. El grupo de diputados es heterogéneo ideológicamente, hay partidarios de la Independencia y de la Monarquía”. (Bernal, 1993, p. 18). 5.- Refiriendo los primigenios momentos del proyecto de país, Josefina Bernal señala acertadamente, que: “Es efímera la euforia del triunfo de la independencia. La represalia de quienes han conservado varios siglos de dominación no se hace esperar. A escasos meses de aprobar la Constitución (21 de diciembre de 1811), se produce la reacción realista. Se pierde la Primera República. Se ponen en evidencia los conflictos de la sociedad venezolana. (Ibid, p. 25) 6.- A propósito del año 14, nos dice Uslar Pietri: “Por eso es injusto callar la Rebelión del catorce. No solamente en lo que respecta al interés social que significa tal movimiento, sino porque es necesario destacar que los triunfadores de La Puerta, la Villa de Aragua, San Marcos y Urica fueron tan venezolanos como los de Carabobo, Vigirimas, Araure y San Mateo. La rebelión es un hecho venezolano, provocado por condiciones extrañas a nuestra verdadera conciencia nacional, tal como fue el clasicismo colonial. Pero nunca por estar aquellos sangrientos lanceros en contra de la patria que les vio nacer. Los hombres de Bolívar y los de Boves luchaban regando generosamente su sangre por ideales que, aparentemente distintos, convergían en la libertad” (2010, p. 3)

Fuentes Baralt, Rafael María. (1841). Historia de Venezuela, Paris: Imprenta de H. Fournier y Cia Bernal, Josefina. (1993). Independencia. En: Enciclopedia Temática de Venezuela. Tomo III. Caracas: Grupo Editorial Venelibros. Brito Figueroa, Federico. (1993). Historia económica y social de Venezuela. Tomo I. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Díaz, José Domingo. (1829). Recuerdos sobre la rebelión de Caracas. Madrid: Imprenta de D. León Amarita. Lombardi Boscán, Angel. (2006). Banderas del Rey. Maracaibo: Universidad del Zulia. Magallanes, M.V. (1990). Historia política de Venezuela. Caracas: Ediciones de la UCV. Mariño, S. (1813). La campaña de oriente. En: Presidencia de la república (1983). Bolívar, documentos de la libertad. Tomo 7. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República. Ortiz, Carlos. (2014, diciembre 5). Hace 200 años los patriotas fueron derrotados en Urica. Correo del Orinoco, N° 1.878, pp. 22-23. Troconis, E. (1969). Documentos para el estudio de los esclavos negros en Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia. Uslar Pietri, Juan. (2010). Historia de la rebelión popular de 1814. Caracas: Monte Ávila. Yanes, Francisco Javier y Gómez, José Mercedes. (1983). Historia de la Provincia de Cumaná. Cumaná: Biblioteca de Autores y Temas Sucrenses.

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