Revista el cristiano ed 2 sept 2014

Page 1

“El Cristiano” Liturgia Metodista

VO L U M E N 1 , SE PTI EM B R E

Nº 2 —V ER S IÓ N 2 0 14 .

DI G IT A L

V O L U M E N

1


Editorial

CONTENIDO El Pan y la Palabra: Las Bases de la Liturgia Cristiana. ¿Dónde está el culto metodista que estaba aquí?

A través de la Revista “El Cristiano” compartimos algunos insumos teológico - pastorales relacionados con el área de liturgia, compartidos por el Rv. Luiz Carlos Ramos, Dr. en Teología de la Universidad Metodista de Sao Paulo, expositor del Instituto de Pastores y Pastoras, celebrado en Agosto, en “El Vergel”. El Profesor Ramos ha accedido gustosamente a poder compartir estos insumos con laicos y pastores de la IMECH, los cuales dejamos a disposición del Pueblo Metodista Chileno. La página web del Profesor es: http://www.luizcarlosramos.net Donde hay insumos litúrgicos disponibles. En Cristo, Pr. Miguel Ángel Ulloa Secretario Eclesiástico Nacional

Septiembre, Año del Señor 2014.

Luces, Cámara, Predicación

secretariaeclesiastica@metodistachile.cl

www.metodistachile.cl

“EL CRISTIANO” Fue fundado en Temuco por el Pbro. Rómulo Reyes, el 28 de Junio de 1895. Edición Digital Secretaria Eclesiástica Nacional IMECH Sept. 2014


EL PAN Y LA PALABRA: LAS BASES DE LA LITURGIA CRISTIANA Desde los tiempos veterotestamentario, la espiritualidad se estructura sobre dos planos que se conjugan en una confluencia harmónica; uno que podemos llamar vertical, y otro horizontal. Expresado en un lenguaje más concreto, lo que es propio de la cultura semita, podemos hablar de una “espiritualidaddel-pan-y-de-la-palabra. El pan como representativo de toda materialidad y la palabra como un todo que le otorga sentido a la materialidad La materialidad es sintetizada en el alimento y la subjetividad en la palabra. Consideremos que en la narrativa de la caída, el quiebre de la comunión con Dios implicó comer el fruto prohibido y la consecuencia de la desobediencia previa:

Génesis 3:19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. El patrón/esquema palabra-pan se repetirá innumerable veces: Abraham y Sara ofrecen pan cocido en el rescoldo para los tres mensajeros de Dios, bajo los encinares de Mamre (Gn. 18:6); y Jacob ofreció un sacrificio en una montaña Gen.

31:54b… y llamó a sus hermanos a comer pan; y comieron pan, y durmieron aquella noche en el monte. En la liberación de

Reyes 17:9), y se le atribuye a Salomónlo dicho: 2°Crónicas 2:4 He aquí, yo tengo

que edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, para consagrársela, para quemar incienso aromático delante de él, y para la colocación continua de los panes de la proposición, y para holocaustos a mañana y tarde, en los días de reposo, nuevas lunas, y festividades de Jehová nuestro Dios; lo cual ha de ser perpetuo en Israel. También en tiempos del exilio y del regreso, la espiritualidad es fuertemente marcada por el reencuentro con la Palabra de Dios y con el Pan de la comunión, por ejemplo las comidas solidarias, como las que se verifican en el capítulo 8 de Nehemías. En el libro de los Salmos, YaWeH es alabado por “hace justicia a los

oprimidos y da pan a los que tienen hambre” (Salmo 146.7). En síntesis, para dar la dimensión de su importancia, constatamos que la palabra pan/panes, aparece más de 400 veces en la Biblia (en el AT lehem = pan, aparece 243 veces) sin considerar o hacer referencia a otros alimentos o verbos como comer, cenar, etc. Las pocas menciones recién presentadas nos sirven para llamar nuestra atención hacia la estrecha conexión entre la experiencia de Dios y la comunión en la mesa la cual se verifica abundantemente en el periodo veterotestamentario. En el nuevo testamento, esa relación no sólo se confirmará, sino que ascenderá a la condición de sacramento. Por ejemplo, la expresión máxima de la comunión como lo Sagrado se da durante la Santa Cena.

Egipto, dijo Moisés al pueblo: Éxodo 13:3…

Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis pan leudado. En el desierto Yave sustentó su Pueblo dándoles el maná y la Torá (Ex. 16:14 y 24:12), acompañado de la promesa: Ex. 23:25 Mas a Jehová vuestro

Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. El libro de Levíticos, así como en Deuteronomio, los alimentos son parte integrantes de las normativas culticas: Lev. 7:13 Con tortas de pan leudo

presentará su ofrenda en el sacrificio de acciones de gracias de paz.La saga de Ruth y Noemí, que nos remite al periodo de los Jueces, se desarrolla en medio del drama de la escasez de pan, del abandono y de la enfermedad (Rut 1:6), durante la monarquía, reyes y profetas tienen sus biografías marcadas por experiencias determinantes con la Palabra divina (Así dice el Señor) y el pan (Elías y la viuda, 1°

Es sabido que los primeros cristianos mantenían la costumbre, como judíos, de frecuentar la sinagoga los sábados para oír la lectura de la Ley, de los Escritos, y de los Profetas. (Liturgia de la Palabra); y que el domingo 1 [primer día de la semana ], se reunían en las casas para el “partir el pan” y celebrar la memoria de Jesús, (Liturgia de la Mesa/Pan). Celebraban así, la Palabra y la Cena el domingo. Sin embargo, a medida que los cristianos fueron siendo expulsados de las sinagogas, pasaron a concentrar en el domingo la celebración de la Palabra y de la Mesa, de esta forma, el culto cristiano termina por integrar 1

Agregado nuestro

en una única celebración, la lectura explicación de las Escrituras, propias de la Liturgia gia de la sinagoga judaica, y el memorial eucarístico, del Cenáculo [aposento alto], es decir, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Mesa o del Pan. (Para profundizar esta cuestión sugerimos: CULLMAN, 1953, KIRST, 1993ª y b; RAMOS, 2012). De los relatos bíblicos e históricos mencionados hasta aquí, podemos establecer prototipo/modelo que da el fundamento de la liturgia cristiana: La Celebración de la Palabra y la Celebración de la Mesa. Mesa Casi todos los relatos tienen en común el hecho de tener ten dos focos distintos y complementarios: la lectura y explicación de la Palabra, por una parte, y la práctica sacramental por otra. Pan y Palabra son por lo tanto, los pilares de la liturgia. Esto se puede constatar por la lectura de los evangelios, abundante abund enreferencias de las comuniones de la mesa entre Jesús y sus seguidoras y seguidores, costumbre que se preservará aun después de la muerte de los apóstoles, como los testifica la Didaché (primer siglo de la Era Cristiana) y escritos atribuidos a Justino Justi Mártir (segundo siglo). En el relato del culto dominical, hecho por Justino, después de describir la Liturgia de la Palabra, durante la cual: cual

… son leídos las memorias de los apóstoles y los escritos de los profetas, en cuanto el tiempo lo permite […] Sigue la distribución de los alimentos consagrados a cada uno y, la parte [de los ausentes] ausentes se le envía a través del ministerio de los diáconos. Aquel Aq te tiene bienes en abundancia y quiere hacer donaciones, dan lo que quieren libremente. Lo que es


recaudado es entregado al presidente, que da la asistencia a los huérfanos, a las viudas, a los enfermos, a los indigentes, a los presos, a los huéspedes extranjeros, en una palabra, a todos los que están pasando necesidades. El ministerio de la Palabra conduce naturalmente al servicio de la Mesa y culmina en el servicio de todo el mundo, principalmente de los más carentes y necesitados. Las múltiples divisiones y cismas sufridos por el cristianismo se encargaron de dar la impresión de que el abismo litúrgico que aparta a varias denominaciones y confesiones eclesiásticas seria irreconciliables e insuperables. La renovación litúrgica promovida y estimulada por el movimiento ecuménico moderno se encargaría de demostrar que las supuestas diferencias no son de carácter esencial, sino periférico o accesorio. Paso decisivo en ese sentido fue dado con la segmentación de las asambleas del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), especialmente la de Ghana (1957), que solicitó un estudio profundo de las cuestiones litúrgicas de sus iglesias miembro, buscando identificar posibles puntos de aproximación y de divergencia entre ellas (sobre esto, ver el último capítulo del MANUAL de ciencia litúrgica… 2011). En la investigación/clasificación que Maxwell hace de la liturgia en su origen bíblica, apostólica, sub-apostólica, en Oriente y en Occidente y en la iglesias de la Reforma, queda comprobado que aunque se noten diferencias significativas, pero secundarias, en términos esenciales, la >Liturgia de la Palabra y de del Cenáculo, que es como él llama a la Liturgia de la Mesa, permanece como patrón constante y permanente. (cf. MAXWELL, 1958, versión publicada en español en 1963).

Ora et labora Muchas fueron las variaciones y mutaciones litúrgicas vivenciadas por el cristianismo desde su más tierno inicio, pero esa base esencial, a saber, la liturgia de la palabray la liturgia de la mesa, fue preservada en prácticamente todos los tiempos y lugares. Teólogos de diferentes épocas, desde la patrología, pasando por la larga Edad Media, y extendiéndose por la Reforma y más allá, se repetía la máxima de que la

Iglesia está donde la Palabra de Dios es fielmente predicada y los sacramentos

(especialmente la Cena y el Bautismo) son

correctamente ministrados Cada agrupación religiosa se encargaba de dar su propia versión de esa base esencial, interpretándola para su tiempo y lugar. Los Benedictinos, por ejemplo, estructuraban su vida monástica con base al adagio “ora et labora”, dividiéndose en dos grupos que, a lo largo del año, se encargaban de dedicarse, alternadamente a la oración y al trabajo. Durante un periodo del año parte del grupo que se dedica a la oración significa la actitud definitiva del cristiano, principalmente bajo la forma de adoración, alabanza (loor) y gratitud al Señor, mientras que otra parte del grupo se dedica al trabajo 2 que es forma de disciplina ascese , como también de transformación del mundo, según el plan y los designios del Creador. (Cf. Constitución Gaudium et Spes N°.22) Se ha constatado, inclusive que, principalmente en el periodo medieval, el menú de los grupos era distinto, según la particularidad de sus respectivas tareas: los que se dedicaban a la oración comían y bebían sólo cerveza y pan, por ejemplo, una comida más sobria, en cuanto los que estaban interesados/comprometidos con el trabajo, recibían vino y carne, o sea un alimento más sustancial.(Ver el romance histórico The Pillars of the Earth, de Ken FOLLET, 1989). En el principal temple benedictino en tierras brasileñas, el Monasterio de San Benedicto, en el centro de la ciudad de Sao Paulo, todavía hoy se puede asistir a los Oficios de las Horas y oír el Canto Gregoriano. Alguien que visite el local no 3 debe dejar de notar en el transepto de la iglesia, escrito en lo alto, visible al fiel/feligrés que se dirige al altar para comulgar, la palabra “oración”. De regreso del altar en el mismo transepto, pero del lado posterior, verá grabada la palabra “trabajo”, sugiriendo que el fiel/feligrés entra para orar y sale para trabajar. Entrar para adorar y salir para servir, he ahí una bella síntesis de la espiritualidad cristiana. Nos recuerda la advertencia de Santiago: 2:17-18 Así también la fe, si no

tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras.

2

Conjunto de ejercicios practicados teniendo en vista un perfeccionamiento espiritual l. 3 Nave perpendicular a la principal que, en una iglesia, forma los brazos de una cruz latina.

Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras En el diálogo de Jesús con el intérprete de la ley, nos es dada una maravillosa síntesis de la Torah: “…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” Lucas 10:27. Amor a Dios y amor al Prójimo. Lo mismo dice Juan, pero en otros términos: 1° Juan 4:20-21 “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” Juan Wesley, en el siglo XVIII encontró su propio modo de expresar este mismo principio. Según él, la espiritualidad cristiana se expresa en “actos de piedad y en obras de misericordia”. Por actos de piedad entendía toda la vida de devoción, oración, ayuno, lectura y meditación de la Palabra de Dios; y por obras de misericordia para con los necesitados, los pobres, los enfermos, los pecadores, los condenados, etc. Amar a Dios y amar al próximo, fe y obras, teoría y práctica, doctrina y solidaridad, piedad y misericordia, son como los dos lados de una misma moneda, una no subsiste sin la otra. Si uno de los dos lados de la moneda se borra, la moneda pierde el valor. Podemos afirmar con seguridad que la espiritualidad cristiana en general, y el culto cristiano en particular, se estructuran sobre dos dimensiones, una que podemos decir es vertical y otra horizontal. La vertical es la liturgia de la palabra, por la cual Dios nos habla y nosotros hablamos con Dios, y la horizontal es la liturgia de la mesa, por la cual nosotros servimos a Dios, en el servicio del hermano y de la hermana que está próximo (cerca) de nosotros y que necesitan de nosotros. En la organización del espacio celebrativo, esos pilares son representados simbólicamente por la disposición, en el altar: de la mesa de la comunión, y del púlpito, lugares respectivos de la comunión y de la proclamación, del sacramento y del Evangelio, del anuncio y del compartir, de la práctica de la fe, de las obras de misericordia y de los actos de piedad, en fin, del Pan y de la Palabra. De esa forma, es apropiado que la celebrante, o el celebrante, conduzcan


parte del culto al compartir la mesa, desde donde ejerce su función sacerdotal, de quien intercede en favor de los dolores y de las necesidades del pueblo, como moderador de la comunión en la comunidad de fe. La otra parte de la liturgia es conducida a partir del pulpito, de donde ejerce una acción profética de denunciar las injusticias y anunciar la esperanza, el tiempo de la gracia y de la vida en plenitud, la proclamación de la Palabra para la libertad y la liberación, como aprendimos del Prof. Milton Schwantes.

Institución de los diáconos: un error de la iglesia La comprensión de los principios equivalentes del Pan y de la Palabra nos sugiere una relectura, por ejemplo del relato de la institución de los diáconos, en Hechos 6. Según la narrativa, los diáconos fueron instituidos debido a un conflicto comunitario, en el cual algunas de las personas más necesitadas estaban siendo omitidas en el servicio sistemático de solidaridad que la comunidad cristiana había establecido. En relación a este conflicto, Pedro se habría expresado así: “no es razonable que nosotros abandonemos la Palabra de Dios para servir a las mesas”. Es bueno recordar que el término “servir a la mesa”, en el original griego es diakoneo, de donde deriva la palabra diácono. Sin entrar en pormenores del conflicto, que a lo más indica que solo afectaba a las viudas no judías, constatamos que los apóstoles, notoriamente, jerarquizaron el servicio de la Palabra (liturgia de la Palabra) colocándola como superior al servicio de las mesas (liturgia de la mesa), descalificando, de cierta forma, ésta última. Parece que la comunidad aceptó ese razonamiento de los doce, pero no mucho. Tanto es así que eligieron a Esteban, que, como se constata en la secuencia de la narración, es eminente predicador, y habrá de ser martirizado no porque sirviera a la mesa, sino porque predicaba la Palabra sin temor: Hechos 6:10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. Así como Felipe, que será el escogido por el Espíritu Santo en menoscabo de haber 12 apóstoles

dedicados exclusivamente al ministerio de la Palabra, para predicar (explicar) esa misma Palabra al Eunuco etíope. (Cf. Hechos 8). Lo que parece muy “razonable”/sensato para los doce, no sería para Jesús, al final, ¿Cuántas veces vemos a Jesús interrumpiendo su ministerio de la Palabra para dedicarse al servicio de la Mesa? Fue exactamente eso que el hizo cuando interrumpió su predicación en la montaña o en la planicie, para dar de comer a la multitud hambrienta, o cuando detiene su práctica kerymática para curar enfermos y abrazar a los niños/as, lo mismo hizo en el momento más crucial de su vida en compañía de los discípulos: después de hablarles, lavarles los pies y en la mesa él mismo parte el pan y lo distribuye, sirviendo a los comensales. (Para ampliar la discusión considerando otros conflictos comunitarios, relacionados a la eucaristía, recomendamos MARTINI, 2003). Jesús se dedicó integra e integralmente al servicio de la Palabra y de la Mesa. No se puede decir, por su práctica, que uno tuviera privilegio sobre el otro. Servir a Dios é servir al prójimo y servir al prójimo

es servir a Dios, de la misma forma si dejamos de servir al prójimo es omitirse en el servicio a Dios, y es así también cuando no se tiene consciencia de esto. No hay lugar donde esto queda más explícito que en el sermón escatológico:

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui

forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. Mateo 25:35-45 Parece entonces, que los apóstoles se consideraban mejores de que su Maestro. No querían rebajase para servir a las mesas. Desgraciadamente, esta depreciación del ministerio diaconal –de servicio o de solidaridad, como queramos llamarlo- prevaleció a lo largo de la historia de la Iglesia, a tal punto que ese diaconado es considerado un ministerio de segunda clase, subalterno en relación al presbiterado. También en la práctica contemporáneas, es mentalidad que descalifica el servicio de la Mesa prevalece y es notorio. O mejor, se no se descalifica explícitamente el ministerio de la Mesa, se exalta enfáticamente el ministerio de la Palabra, (ver por ejemplo KEIR, 1962 y JUNGMAN, 1969), o su imitación que es el moderno y famoso ministerio de la alabanza. Si bien que autores como William Roy McNutt (1941), después de hacer exaltación de la predicación, consideren sobre el hecho de que “la liturgia sustenta la acción social” (p. 216-31), las vacantes disponibles para “ministros” de la Palabra,


de la oración, de la música y semejantes, continúan siendo más fácilmente ocupadas que las vacantes de los ministros de la Mesa, al punto de permanecer vacías muchos de los puestos destinados al cuidado de los hambrientos, de los desnudos, de los enfermos, de los presos, de los pobres.

Tal vez debiéramos adoptar la costumbre benedictina de no admitir en nuestras comunidades a aquellos y aquellas que sean “monovocacionados”. Que se establezcan escalas, de forma que, si alguien sirve a Dios por un tiempo en la liturgia de la Palabra, que de vez en cuando, se alterne con los que están

sirviendo en la liturgia de la Mesa. Esto para que una práctica no invalide a la otra, pues no se puede demostrar amor a Dios sin hacer lo mismo con el próximo.

Conclusión

El culto es, esencialmente, el encuentro celebrativo entre Dios y la humanidad, un encuentro entre dos naturalezas, la divina y la humana, mediadas por Jesús (hombre) (Cristo) (Dios). Tradicionalmente se acordó mantener encendida en el altar, dos velas, (cf. O´SHEA, 1957, p. 176-9) que bien pueden representar para nosotros esa comunión de naturalezas, el encuentro entre lo Sagrado y lo profano, lo Eterno y lo efímero, lo infinito y lo finito, el Ya pero todavía no, ente aquel que es y lo que aún deberemos ser y por consiguiente, las dos dimensiones del amor a Dios y al próximo, la fe y las obras, la teoría y la práctica, la oración y el trabajo, los actos de piedad y las obras de misericordia, la Palabra y el Pan


¿DÓNDE ESTÁ EL CULTO METODISTA QUE ESTABA AQUÍ? Rv. Luiz Carlos Ramos “El Expositor Cristiano”, Agosto 2013.

La matriz litúrgica metodista El culto metodista tiene una triple matriz litúrgica: la iglesia de Inglaterra, (anglicana), la Reforma Protestante y el pietismo alemán. Como se sabe, los hermanos Wesley, patronos del metodismo, eran clérigos de la iglesia Anglicana y de ella nunca se apartaron. Ahora, la iglesia anglicana era la iglesia católica en Inglaterra, con pocas diferencias, litúrgicamente hablando. Cuando Juan Wesley preparó el libro de culto (ritual) para ser usado por los metodistas en América, lo que hizo fue adaptar el Libro de Oración común de la iglesia de Inglaterra. En la introducción de esa obra, Wesley afirma categóricamente no conocer liturgia mejor ni más adecuada que ésta para que el pueblo ofreciera a Dios. También sabemos que los Wesley tenían contacto con la literatura y con ministerios luteranos y calvinistas. La memorable experiencia del corazón ardiente, del día 24 de mayo de 1738, se dio cuando Juan oía una lectura sobre la teología de la gracia, registrada en el comentario de Lutero a la epístola a los Romanos. Asimismo es notoria es notoria la influencia del más famoso predicador calvinista de aquellos tiempos sobre los primeros metodistas. Fue George Whitefield que ellos aprendieron a valorizar la predicación al aire libre y a llevar el evangelio para el pueblo simple, fuera de las cuatro paredes de los templos anglicanos. Otra influencia que no puede ser olvidada proviene del pietismo alemán. La convivencia de Wesley con los moravos, marcó profundamente la piedad metodista, principalmente por la manera como ellos enfrentaban con confianza y serenidad las más duras y aterradoras situaciones de la vida. Podemos afirmar con convicción que la espiritualidad metodista es el resultado de una síntesis saludable de esas tres tradiciones, a saber, la anglicana, la reformada y la pietista. Sin embargo también podemos constatar que esa síntesis no significó reducción, al contrario, significó la superación de esta matriz. Si no, veamos. A pesar de toda la admiración por la liturgia anglicana los metodistas fueron mucho más allá del clericalismo jerárquico, elitizado y templocentrico que reinaba en ese tiempo, y se preocuparon de que convirtiera en laica, social y cosmocentrica. (El mundo es mi parroquia) En relación a la influencia reformada, los metodistas conectan radicalmente la teología de la gracia a la práctica del amor. No se consintieron en simplemente predicar a las multitudes sino que se empeñaron en organizarlos en grupos cooperativos, creando las bandas y las sociedades: la predicación es importante pero más importante es la formación de comunidades solidarias. En cuanto a los pietistas, hay registros de intercambio de correspondencia entre los hermanos Wesley en las cuales aquellos padres fundadores justifican el porqué del rompimiento con los moravos. Aunque ellos admiraran la piedad de ellos, los Wesley no podían aceptar una religión que no fuese social, que no se comprometiera con el prójimo y con la práctica de la misericordia. El individualismo de la piedad morava y el efecto

extático emocionalmente desequilibrado de los entusiastas fueron blanco de la crítica de los Wesley. De esto deriva la síntesis radical de la espiritualidad metodista, que integra plenamente los actos de piedad (devoción a Dios) y las obras de misericordia, (amor al prójimo). Esa es la matriz litúrgica metodista que es a la vez síntesis y superación, capaz de preservar la riqueza de la tradición y también de recoger lo que hay de mejor de la fe la práctica de otras tradiciones, teniendo como criterio ultimo de selección la indisociabilidad entre el amor de dios y el amor al prójimo

Los cánones y la litúrgica metodista Canónicamente, la iglesia metodista establece como normativa orientadora para la celebración del culto metodista lo propuesto por el ritual de la iglesia metodista, inspirada en Isaías 6:1-8, que comprende los siguientes momentos: ADORACION, CONFESION, ALABANZA, EDIFICACION Y DEDICACION. Se trata de una liturgia trinitaria, presentificadora de la historia de la redención, por la cual (1) Dios es adorado en la belleza de su santidad; (2) santidad esta que revela nuestra pecaminosidad (caída) y por eso nos interpela a confesar los pecados indios, el perdón viduales y sociales, seguido de la proclamación del perdón de parte de Dios, el que nos es dado por la obra redentora de su Hijo, Jesucristo, el cordero de dios que quita el pecado del mundo; (3) los maravillosos hechos de Dios, entre ellos el perdón, nos motivan a alabarlo y a glorificarlo con júbilo y con arte por medio de palabras, gestos, canciones, etc.; (4) en el gran dialogo que se da entre Dios y su pueblo, a lo largo del culto. Dios habla por medio de la lectura y de la explicación de las Escrituras, que contienen el evangelio de Jesús, el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad, cuyo sentido solo puede ser apropiado por la iluminación del Espíritu Santo; y (5) este mismo espíritu nos abre el entendimiento también nos conduce a la unidad alrededor de la mesa y nos envía en misión para el compartir del amor en el ejercicio de la reconciliación del mundo con Dios. Este libreto trinitario litúrgico no es una imposición como lo deja bien claro el propio Ritual, pero es una indicación orientadora que se debe trabajar con libertad y creatividad. Ese esquema/libreto trinitario no es una imposición, como lo deja bien claro el propio Ritual, pero si es una guía que nos ayuda a para trabajar con libertad y creatividad. Sin embargo, parece admisible que cualquier cambio o sustitución sólo debe ser hecha si lo que se coloca en el lugar sea tan bueno o mejor en cuanto a lo que se está sustituyendo. Cambiar este modelo bíblico y teológicamente fundamentado por una secuencia aleatoria de canticos, seguidos por una larga predicación desconectada de los demás actos del culto, no parece ser la opción más acertada.


La historia de la salvación y la liturgia metodista Las historia de la redención no es solo presentada el culto sino a lo largo del Año Cristiano. Este abarca dos tiempos festivos y dos ordinarios, a saber el ciclo de Navidad y el Ciclo Pascual, intercalados por el Tiempo Común, después de Epifanía y el Tiempo Común después de Pentecostés. Los tiempos festivos aluden a las dos doctrinas mayores de la iglesia: la doctrina de la encarnación (Navidad) y la doctrina de la Resurrección (Pascua). En los tiempos comunes celebramos el anuncio del reino (Jesus) y la vivencia del Reino (Iglesia). El Año litúrgico conjuga tres conceptos bíblicos del tiempo: el chronos, el kairós y el aion. O sea, cronológicamente recuerda los principales episodios bíblicos, kairoticamentepresentificada (sic) el sentido de estos episodios en la vida de los fieles, y escatológicamente apuntan para la consumación de los siglos (aión). Simbólicamente, este triple aspecto está creativamente representado por el pulpito, (memorial), por la mesa de la comunión (presencia) y por la puerta abierta para la acogida y el servicio al mundo (esperanza). Como parte de la simbología comunicativa de la historia de la redención, se acordó el empleo de los siguientes colores litúrgicos para decorar (ambientar con colores el corazón) el espacio celebrativo. El morado, para los tiempos de expectativa, el blanco para los tiempos de Fiesta, el verde para marcar el tiempo común que es el tiempo de la perseverancia (en la doctrina, en la comunión, en el partir del pan en las oraciones); y el rojo que señala hacia el testimonio y la misión en el poder del Espíritu Santo. Cambiar tales celebraciones bíblica por los referenciales materialistas, mediáticos y mercadológicos de entretenimiento también no parecen nada de atinados.

Para reflexionar

Para la reflexión de la iglesia metodista hoy, proponemos considerar el hecho de que estamos dejando de ser comunidad creadora y exportadora de cultura (principalmente musical e himnológica), como lo hicieran nuestros fundadores, para convertirnos en importadores y consumidores de una subcultura góspel, acoplada a la economía de mercado, que ya comienza a dar claras señales de cansancio y decadencia.


Luces, cámara, predicación! Principios, medios y fines de la homilética espectacular. Rv. Luiz Carlos Ramos

Introducción La práctica homilética contemporánea es moldeada por la sociedad del espectáculo. La base principal de esa sociedad espectacular es la economía de mercado globalizada aliada a los medios electrónicos de comunicación de masa y a la tecnología de la información, de donde surge su principal producto: la industria del entretenimiento. En esta sociedad, se da sistemáticamente, el proceso de degradación del ser para el tener y del tener para el parecer (por ejemplo: ya no basta con ser rico y tener dinero, es preciso parecer rico y parecer tener mucho dinero). Los medios electrónicos, tales como la radio, la TV y la Internet son básicamente instancias recreativas, instrumentos de diversión, parques de entretenimiento. Como medios espectaculares, representan (ponen en escena) la realidad. No son la realidad, sino que reflejan imágenes de lo real, como espejos (specculum). La fruición de esa no-realidad conlleva a la alienación de la vida mientras por algunos momentos percibimos la realidad según se ve por las pantallas y los monitores o se escucha por los receptores de radio.Esa suspensión de la existencia es precisamente el sentido de la palabra entretenimiento: tener+entre. Se abre un paréntesis en la vida real, para que se pueda asistir a la vida representada. Porque pasa que la gente abre esos paréntesis en sus vidas con cada vez mayor frecuencia, no es un tema para discutir aquí. Pero el hecho es que sucede así.

Principios homiléticos espectaculares Los principios espectaculares rigen la homilética espectacular. En cuanto a la homilética convencional, las bases de la predicación son las teologías bíblica, sistemática y pastoral, por medios de los procesos exegéticos, hermenéuticos y retóricos. En la homilética espectacular, esas bases son otras. Primeramente, en lugar de la exégesis, que sería el proceso por el cual el intérprete visita el texto bíblico en busca de su historia y de su sentido primero, la homilética espectacular prefiere la eisegesis, que es el proceso por medio del cual el intérprete

proyecta sobre el texto sus propias ideas. Esto es porque la historia como memoria significativa de un pueblo no interesa en el mundo del espectáculo. Este, al contrario, se alimenta de lo novedoso. La historia sólo interesa en cuanto sirve para los propósitos de la industria del entretenimiento. Por ejemplo: la historia del Día internacional de la Mujer, no interesa a los medios como historia de la concientización de las personas a partir de una tragedia que victimó 129 mujeres obreras, en Nueva Cork el día 8 de marzo de 1857. Por eso, sin pudor, la publicidad aprovecha la ocasión para vender lencería, cosméticos y otros artículos de moda. El espectáculo rehace la historia según sus propios intereses en un procedimiento exegético sistemático. En segundo lugar, mientras la homilética convencional, mediante el procedimiento hermenéutico, trata de actualizar el mensaje del texto bíblico a la luz de la tradición y del testimonio acumulado históricamente por la Iglesia, la homilética espectacular opta por la “encuesta de opinión”. La homilética, para subsistir en el mundo del espectáculo, necesita agradar a las masas. Debe, por lo tanto, ofrecer no lo que las masas necesitan, sino lo que ellas quieren. Si, en otros tiempos había un compromiso de coherencia con lo que los predicadores suponían ser la verdad, en el mundo de los medios, la verdad es la opinión pública, el IBOPE. Como se trata de un emprendimiento demasiado oneroso, la homilética de los medios, no se puede dar el lujo de prescindir de audiencia. Por tanto, procede a monitorear constantemente la audiencia, y reformula su propuesta según la adhesión conquistada. En otras palabras, la hermenéutica de los medios es el IBOPE. De ahí la necesidad de dicha homilética de trabajar con los mismos mecanismos de seducción de los medios: apelar al narcisismo, los estereotipos, el mecanismo de traslado de valores y el fascinar con las estrellas, para mencionar algunos de ellos. Finalmente, en lugar de la retórica sagrada, se encarga de traducir en acontecimiento la intención del predicador o predicadora –en la forma de desafíos concretos para la transformación o confirmación de valores con vistas a un futuro mejor -, en la homilética espectacular, esa escatología es

substituida por la ansiedad inmediatista del aquí y ahora. Así como no le interesa al espectáculo el pasado, tampoco le interesa el futuro. Para la sociedad del espectáculo todo es un eterno presente. Así se alimenta un vertiginoso torrente de eventos (por ejemplo: las Olimpiadas deben dar lugar a la Copa del Mundo, que debe dar lugar a las elecciones presidenciales, que deben dar lugar a otros espectáculos y así, etc.) No se debe esperar a consumir mañana lo que se puede consumir hoy. La expectativa del celeste porvenir de las antiguas tradiciones cristianas, da lugar a la inmediata labor por la satisfacción inminente de las aspiraciones de prosperidad y éxito.

Medios homiléticos espectaculares. Además de los principios, se debe pensar en los medios homiléticos espectaculares. Mientras el medio privilegiado para la homilética convencional es la alocución, o sea el proceso oral-verbal por el cual la palabra se convierte en acontecimiento, para la homilética espectacular, la palabra debe dar lugar a la imagen y el proceso oral-verbal al imagético-visual. En el primer caso, la principal herramienta persuasiva es el recurrir a la metáfora, que, de entre las figuras del lenguaje es la que más capacidad tiene para sensibilizar el cuerpo, pero siempre desde un principio intelectual, de un estímulo racional. En el caso del espectáculo, el principal elemento de seducción es la metonimia, proceso por el cual se puede tomar la parte por el todo. Así se da el proceso de encuadre de las cámaras (TV, Cine, Web,..): ellas seleccionan el asunto dejando fuera, a propósito, lo que no interesa. Este proceso gestáltico de selección (y, por consiguiente, de exclusión) no están inmunes a las ideologías, es más, se prestan a servirlas. La imagen metonímica, al contrario de la metáfora, hace el camino del corazón al cerebro, es decir, primeramente se siente una imagen y después (algunas veces mucho después) se piensa sobre ella. Como el papel de los medios, en una sociedad espectacular comandada por el mercado, es vender productos, la metonimia imagética resulta muy útil, pues una persona es convertida en


consumidor no por la razón, sino por la emoción. Si el individuo piensa mucho, entonces no lo compra, principalmente los productos superfluos. Pero como ya fuera dicho, la propaganda es el arte de hacer comprar al cliente lo que no precisa con el dinero que no tiene. Y eso sólo sucede por impulso. Después de la compra el consumidor se detendrá para pensar su impulsividad. Así, mientras la homilética convencional se ocupa, principalmente del significado (contenido), la homilética espectacular se concentra en el significante (forma). El contenido espectacular se constituye en mera excusa para la elaboración de un envoltorio atractivo, seductor, irresistible, capaz de valorizar (atribuir valor) y dar preciar a su producto.

Fines homiléticos espectaculares. También es necesario que se analicen los fines de la homilética espectacular. Según GuyDebord, el fin del espectáculo es el propio espectáculo. Se debe retroalimentar constantemente por que en realidad se consume a si mismo. El espectáculo vive de si mismo. Nótese con qué frecuencia los programas de los medios de comunicación son armados alrededor de sus propios personajes (estrellas). Los medios constantemente hacen noticias de los propios medios, entrevistan a los medios, elaboran documentales sobre los propios medios, en un verdadero círculo vicioso de autopromoción. De ahí que los telepredicadores apelan con frecuencia para que los telespectadores contribuyan para el mantenimiento del programa. El objetivo es mantener el programa en el aire, y es por ello que le programa va al aire: para estar en el aire.

La homilética convencional encuadraba sus prédicas en las categorías discursivas aristotélicas, a saber: el discurso jurídico, por el cual se interpreta y se juzga sobre el pasado (procedimiento exegético); el discurso demostrativo, por el cual se expone sobre la relevancia o no de cierta cuestión (procedimiento hermenéutico), por lo cual algo debe ser alabado o criticado en el presente; y finalmente, el discurso deliberativo, por el que se decide respecto al futuro (proceso retórico), si algo debe o no ser realizado, y de cómo eso se dará. A su vez, para alcanzar sus fines, la homilética espectacular adopta otras categorías, que vienen del teatro: la comedia y la tragedia (y sus derivaciones) En esos géneros teatrales, las emociones son preponderantes. La risa y el llanto purgan al individuo de sus propias miserias. Por la risa el desgraciado alivia sus penas, y por el llanto el satisfecho hace penitencias de sus injusticias. De la combinación de la tragedia y la comedia nació el drama. En esas categorías juega un papel muy importante la música. No solamente como preludio y postludio sino como camino sonoro y parte integrante de la escena. Por tanto, la homilética que mejor se adecua a los medios electrónicos de masa es aquella cargada de fuerte tenor emocional, que tiene la capacidad de provocar en su audiencia, alternadamente, risa, y, principalmente, con ayuda de la música, producir llanto. Hay una dependencia creciente de la música en el proceso discursivo, particularmente en el religioso contemporáneo.

Conclusión La prédica espectacular desafía a la homilética convencional, en la medida en que se presenta como fenómeno aliado a la ideología hegemónica del espectáculo-mercado. Es la predicación de la masificación y del lucro sobrepujando (compitiendo) a la prédica de la resistencia y de la gracia. Los protestantes viven hoy lo que la Iglesia Cristiana experimentó en el siglo IV con Constantino: una religión antes minoritaria y de proscriptos, de repente se convierte en oficial y hegemónica. En lugar de persecución, pasa a ser ventajoso ser cristiano. Así también los evangélicos brasileros viven un proceso de constantinización espectacular: antes proscriptos y minoritarios, ahora comienzan a vivir notoriedad y celebridad. Ni la homilética de la “Edad de los Medios”, ni la de la Edad Media tienen como foco principal los intersujetos comunicantes. La primera se ocupa del significante (de la forma), mientras que la segunda del significado (contenido). Es necesario desarrollar una homilética de la “Edad Humana”, y que, por eso mismo, sea humanizada y humanizante, menos preocupada por los medios y las técnicas y más orientada hacia la experiencia relacional y vital entre las personas en diálogo, cuyas palabras sean inspiradas por la Palabra de Dios.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.