Sobre Maternidad Revista Lara

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DÍA DE LA MADRE

LO QUE LA MATERNIDAD ME ENSEÑÓ...

Ser madre significa siempre un gesto de entrega, amor, crecimiento y aprendizaje. En esta edición, LARA invitó a seis mujeres de distintos perfiles y profesiones a que contaran cómo la llegada de sus hijos transformó y enriqueció sus vidas.

Por Carola Puig 57


[TESTIMONIOS]

DÍA DE LA MADRE

CECILIA BONINO periodista y conductora de tv

Mamá de Felipe (4) y Jacinta (3).

“Aprendí a ver el mundo de nuevo a través de los ojos de mis hijos, de su sorpresa al ver un camino de hormigas por primera vez...”

M

e enseñó una dimensión del amor que no conocía, sublime, y directamente proporcional al caos y las demandas en las que vivo sumida desde la primera hora del día hasta la última. Me enseñó que la clave está en llevarme bien con ese sano desorden y hacerlo lo más divertido posible, en lugar de tratar de combatirlo. Me enseñó la felicidad y serenidad que me provoca estar cerca de mis hijos, aunque todo siga siendo un caos. Que el ser humano puede sobrevivir aunque se tenga que levantar 200 veces por noche y que no pasa nada si me siento a ver los premios Oscar sin haber ido al cine a ver una sola de las películas nominadas. Me enseñó la ternura inmensa que me transmiten mis pequeños con esas frases lógicas y hermosas que tiran, cuando dicen “qué gordo el hipopátamo” o “yo sabo que el pájaro vola”. Me hizo dar cuenta que tengo mucho más paciencia de la que creía (y algunas veces menos de la que necesito). Aprendí a ver el mundo de nuevo a través de los ojos de mis hijos, y de su sorpresa al ver un camino de hormigas por pri-

mera vez, al encontrar formas de animales en las nubes o al alzar sus deditos al cielo cada vez que descubren “¡la luna!” Me enseñó a desayunar con un trapo cerca, para limpiar los tres millones de chorretes de yogurt, leche, dulce de leche y otros menesteres que caen de la mesa cada santa vez, directo al piso o sobre su ropa. A inventar cuentos de ballenas y cangrejos “ao vivo” mientras almorzamos, a leer los mismos libritos cien veces, una y otra vez y a escuchar Xuxa y Barnie cada vez que me subo al auto. Me enseñó que dentro de casa tengo a mis mejores humoristas, que con una corrida medio desnudos por el pasillo me pueden hacer reír con ganas cada día. Aprendí que ser madre o padre tiene mucho que ver con manejar frustraciones, ya que aunque uno dé todo de sí, muchas veces las cosas no salen como las teníamos planeadas. Me enseñó a entender más a mis propios padres y a sentirme agradecida con ellos. Me enseñó que yo necesito, antes que nada, estar cerca de ellos para tener el placer de verlos crecer.

KAREN JAWETZ DIRECTORA DE BEE PRODUCTORA

Mamá de Abril (11 años) y Azul (7 años).

“No hay recetas pero puede haber métodos; un límite hoy es un mimo para el mañana”

C

on la maternidad aprendí que mi mamá muchas veces tenía razón. Aprendí que no existe felicidad más intensa, que siempre se puede querer más y que se puede no dormir durante dos noches seguidas e igualmente sonreír. Que no hubo, hay ni habrá responsabilidad más extrema y que no hay sensación más parecida a la plenitud que la que se siente al escuchar “Te amo mamá”. Aprendí que no hay recetas pero puede haber métodos; que un límite hoy es un mimo para el mañana y que nada de lo que puede haber funcionado con un hijo necesariamente funciona con otro. Aprendí que la culpa es parte de la maternidad y debemos aprender a vivir con ella. Que nuestros hijos son nuestro mejor reflejo, nuestro mayor desafío y los interpelantes más intensos. Que todas las palabras que les digamos son muchísimo menos importantes que la coherencia de nuestros actos y que el mejor legado que les podemos dejar es que sientan orgullo de que seamos sus papás. Aprendí muchas cosas, y no tengo dudas que los hijos nos hacen cada día mejores personas.

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LUCIANA LASUS nutricionista

Mamá de Emilia (5) y Mateo (9).

“La maternidad me enseñó a jugar de a dos, a hacer equipo con el compañero de vida, porque cuando uno se agota el otro sale al paso”

E

l embarazo me enseñó a asumir mis limitaciones físicas y emocionales, a permitirme estar distraída, tener errores, a estar seducida por el estado…porque te convoca tu ombligo y la panza te desconecta del resto del mundo. A entender que la planificación y organización que tan bien me salía antes ya no era tal. La naturaleza es sabia y te da el tiempo para preparar tu mente, tu alma y tu cuerpo para la experiencia más intensa que se puede tener. Y cuando emprendés el camino por segunda vez y crees que ya has aprendido todo, la misma naturaleza te sorprende con nuevas sensaciones, ansiedades y miedos. La maternidad me hizo sentir el amor más incondicional que puede existir. A dejar de sobreproteger a pesar de querer evitarle dolores de cualquier tipo. A marcar un camino sin acotarlo a mis experiencias de vida y expectativa; a criar sin miedos mientras te fijás si respira apoyando la mano en la cuna en esos primeros meses de mutuo conocimiento. La maternidad no me enseñó a resistir durmiendo de a dos horas durante meses; lo padecí y lo preparé mejor para el segundo partido. El sentido común y la intuición de madre es a veces la mejor guía y, aunque el cansancio y la revolución a veces nos desenfocan, los profesionales, marido, madre, hermana y amigas son un cable a tierra indispensable. La maternidad me enseñó a jugar de a dos, a hacer equipo con mi compañero de vida, porque cuando uno se agota el otro sale al paso; cuando la paciencia se acaba, el otro te rescata y pone las palabras justas en el momento adecuado. Poner límites cansa, es un trabajo de todos los días, pero redunda en beneficios cuando ves a tus hijos crecer y relacionarse como seres felices y seguros. La maternidad me enseñó a ser menos individualista y a compartir mis tiempos; a tener más grises y menos blancos o negros. A hacer un esfuerzo por dejar de lado temas que también me convocan en días que tienen 24 horas y no más. Siempre supe que iba a ser madre y hoy no puedo pensar mi vida sin Mateo y Emilia.

SILVANA SOTTOLANO PSICÓLOGA

Mamá de Juan Manuel y Agustina (18 años, mellizos).

“Comprendí realmente lo que significa dar”

C

on la maternidad más que nunca sentí el límite que le impone la palabra a los sentimientos. Sobre todo, porque más que haberme enseñado cosas, siento que la maternidad transformó mi vida en un antes y un después. Comprendí realmente lo que significa dar, estar dispuesta a correrme de lugar y resignar demandas personales por amor a otro. Aprendí a salirme de mi micromundo y mis prejuicios para abrirme a otra cantidad de posibilidades y comprender que realmente lo que uno cree es producto de su historia y sus necesidades y no de verdades absolutas.

Aprendí a amar y respetar, a pesar de que la otra persona no encaje exactamente en mis expectativas. A acompañar a mis hijos en los caminos que van eligiendo, luchando para juzgarlos lo menos posible. A sentirme responsable de que lo que les trasmita como valores tendrá un peso muy grande en sus vidas. Y a sentir un enorme agradecimiento hacia ellos porque desde que llegaron a mi vida siento que cada día me ayudan a ser una mejor persona.

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[TESTIMONIOS]

DÍA DE LA MADRE

ANGIE OÑA actriz, directora, dramaturga

Mamá de Ana Clara (6).

”Ser mamá no es ninguna papa”

¡L

a maternidad! Torbellino de emociones. Ser mamá no es ninguna papa. Ser mamá me enseñó que la naturaleza es muy sabia. El embarazo para mí fue una etapa tremenda; me vino el terror de no estar capacitada. Pensaba que no iba a poder enseñarle a hablar y que la pobre criatura iba a usar pañales toda la vida, todo por culpa mía. Por suerte compartí mis miedos con todo el mundo y me alivió observar cómo la gente se reía de mí. También soy un poco boca sucia y tenía miedo que mi niña lo heredara. Una vez soñé que cuando Ana Clara era recién nacida y se despertaba, me agarraba el dedo índice, sonreía y luego me decía una grosería que no repito acá porque queda feísimo. Pero por suerte Ana Clara vino a dar luz a mi vida y su primera palabra fue "teta". Aunque el abuelo escuchó "tata", obvio… (¡qué peligro los abuelos! Capítulo aparte…)

Mi hija me enseñó a ser más cariñosa, a despertar todos los días con una sonrisa porque sé que ella está en mi vida. También creo que mi hija es el desafío más grande y lindo que me dio la vida. Me obliga a revisar mi historia y trabajar mis defectos que son un montón. Aprendí que cuando la niña se porta mal, hay que reconocer sin culpa que quizá es una misma como mamá la que debe modificar su conducta. Mi hija es lo más lindo y complicado que me dio la vida. Me enseñó a confiar en mí como mamá, me ayudó a aceptarme sin culpa, con la certeza de que siempre doy lo mejor que puedo y siempre hay cosas para mejorar. Siendo hija de una madre que muchas veces se sintió culpable, creo que es un lindo paso para el árbol genealógico. Porque otra cosa muy importante es que gracias Ana Clara comprendí mucho mejor a mi mamá. ¡Mi hija es lo más!

ELSA TAMBUCHO Obstetra-partera y Lic. En Enfermería

Mama de Cristina (31) e Irene (30).

“Aprendí que, lejos de todo slogan, el amor de madre es el más intenso e incondicional”

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recí en una familia “tipo” y ser madre siempre estuvo en los objetivos a seguir junto con estudiar y casarme. Fui mamá a los 27 y a los 29 años y fue un antes y un después, Con la maternidad aprendí que soy más fuerte de lo que pensaba. Aprendí que, lejos de todo slogan, el amor de madre es el más intenso e incondicional. Que un hijo está siempre presente en nuestras decisiones; que es difícil poner límites pero que son necesarios para el crecimiento de ellos. Una mamá no solo da amor: guía, reprende, castiga y premia. Ser mamá me despertó mucha admiración hacia la mujer y más respeto por las embarazadas con las que ya trabajaba desde antes. Tuve que darle a esa nueva personita que traje del sanatorio un lugar en mi cabeza, en mi entorno físico, pero también en el esquema de pareja, familia y sociedad. Ser mamá me trajo incertidumbre, miedo, dudas, cansancio, alegría y la eterna culpa. Mi hija mayor nació en julio y lloraba todas las noches. Llegué a pensar en poner el moisés en el balcón para poder dormir. Mi hija menor durmió de noche desde bebita. Seguro que lo que más me costó fue lograr comprender el significado del llanto.Ser mamá me enseñó lo intenso que es el contacto madre- hijo, con todos los sentidos en su máxima expresión; la comunicación piel a piel, las miradas, el olor diferente de cada una, los sonidos que emiten. La maternidad trae una gran dosis de paciencia, tolerancia y la capacidad de hacer muchas cosas a la vez. Lo que va creciendo y está de base siempre es el AMOR.

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