El ambiente: necesidad de un nuevo ethos cultural basado en el amor y la ética.
Luz María Gómez Ordoñez julio de 2016
Un profesor de historia corta una tira de papel de 17 metros para representa los últimos cien mil años de existencia de nuestro planeta, la pega sobre la pared del salón y pregunta a sus alumnos: ¿En dónde colocarían el año cero? Todos ríen, algunos con cara de azoro, otros interrogan ¿El año cero? Los más listos piensan en una regla de tres como método para resolver la incógnita. Empiezan a hacer cuentas, otros sin más se levantan y colocan la marca: algunos en la mitad, otros en un cuarto, otros en los tres cuartos, otros ya casi para concluir la tira... Esta anécdota es contada por el Maestro Rodolfo Huerta quien ahora pregunta: Si se trazará una línea de 17 metros para representar los últimos 100 mil años de existencia de nuestro planeta, ¿dónde colocaría el año cero? a los asistentes al Segundo Foro “La función de la investigación educativa en el contexto actual”, realizado en la UPN (2015) http://metricadigital.com/home/index.php/sociedad/item/872-la-historia-ya-fue.html Cuando al final se resolvió el misterio todos quedaron asombrados, a partir del origen del universo con el big bang, se suceden etapas que preceden a la aparición del ser humano en la faz de la Tierra, se reconoce el tiempo de las glaciaciones, de los dinosaurios, el descubrimiento de la agricultura, de tantos acontecimientos tan recientes en una historia de miles de millones de años. Cuando se habla de la degradación ambiental surge la pregunta ¿Cuánto tiempo ha llevado a la civilización degradar y expoliar a la naturaleza? ¿Cuánto hace que estamos en este mundo? Consideremos la existencia de todo lo existente como una caratula de reloj, o un calendario de doce meses, ¿A qué hora apareció el ser humano? o ¿En qué mes apareció en la Tierra? ¿Cuándo se empieza a hablar de problemas ambientales? La respuesta no es
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sencilla, causa problemas. Vivimos en este mundo sin reconocer la magnitud del tiempo, es imperceptible su trayecto; pensamos la historia del universo en años, a lo más en siglos, cuando en realidad el universo tiene una historia de miles de millones de años. Es el mismo universo, ya lo decía Heráclito (535 a.C-483 a.C: "Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende con medida y se apaga con medida." En este mundo: “nada es permanente a excepción del cambio”. Y como lo dijera siglos después Antoine Lavoisier (1743-1794) y Marie Anne Pierrette Paulze (17581836) creadores de la química moderna:“la energía no se crea ni se destruye sólo se transforma”. Hoy en el siglo XXI al observar el estado del planeta constatamos que se ha transformado, si bien las transformaciones en muchos casos desagradan; hay transformaciones que crean armonía, lo que indigna es que se transforme para destruir, para degradar, para explotar, expoliar, extinguir, acabar, todos sustantivos letales para la vida. Transformaciones que conducen al planeta deteriorado que hoy tenemos, en condiciones aterradoras: selvas acabadas, bosques talados, mares muertos, especies de flora y fauna que existen sólo en los documentales. ¿Las causas? hay muchas: la idea de progreso, el avance de la ciencia y la tecnología, la confianza insensata en la ciencia -se cree que todo daño puede ser remediado con el conocimiento científico y sus aplicaciones -la tecnología-; la ambición humana, el crecimiento de la población, el consumismo, la ignorancia; el modelo económico depredador basado en la rentabilidad económica, la ganancia a corto plazo, producto de la idea de la separación ser humano/naturaleza que lleva a considerar al ser humano el dueño de la creación con derecho a explotar a la naturaleza como algo ajeno, distante. Actitud antropocéntrica derivada del dualismo cartesiano contrario al biocentrismo. Hay vestigios de culturas que vivieron en armonía con la naturaleza, los pueblos antiguos que muestran como el paso del ser humano sobre la tierra no es siempre análogo al paso del caballo de Atila: que donde pisaba hasta la hierba se secaba. No es así, afortunadamente hay pueblos y culturas, que han vivido en armonía con la naturaleza, por
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lo que su huella sobre el entorno es menor. Su cosmogonía los hermanaba con la naturaleza, los pueblos, las sociedades se consideraban parte de un todo común. Los vestigios y testimonios lo manifiestan en culturas como la tolteca, la teotihuacana y la maya que muestran su conocimiento y sabiduría al enfatizar el aspecto espiritual del ser humano. Por ejemplo, la cultura tolteca con sus cuatro acuerdos basados en el amor: ...la Conciencia: ser conscientes de quiénes somos realmente, con todas nuestras posibilidades; la Transformación: cómo cambiar, cómo liberarnos de la domesticación; el Intento: desde el punto de vista tolteca, el Intento es esa parte de la vida que hace que la transformación de la energía sea posible; Es la vida misma; es el Amor incondicionalhttp://soraya-founty.blogspot.mx/2014/10/sabiduria-tolteca-la-vida-es-sueno-yel.html
El amor para los toltecas es esencial en la vida como lo fue también para la mitología griega: en un principio surge el Caos: el desorden, la nada, la oscuridad; enseguida aparece Gea la tierra, el asiento, la base de todo lo que podría surgir, y es entonces cuando aparece Eros la capacidad, la energía capaz de formar de la nada la vida; de convertir las sombras en entidades de luz y en amor. El amor se basa en el respeto, es incondicional e implica la justicia. La belleza del mundo se conoce por el amor, es esencial comprender que el amor está presente en la naturaleza. Las maravillas de la naturaleza son la base de las cosmogonías, comprenderlas permite explicar la existencia de todo el universo, del ser humano mismo, puesto que los seres humanos somos parte de la naturaleza, de la trama vital como dijera Capra. Eros es vida y su contraparte es tanatos: la muerte, la destrucción, Freud toma ambos conceptos para explicar la psique humana que oscila en la vida alrededor de eros y tanatos. Fromm lo adapta a los conceptos de biofilia y necrofilia en su obra El corazón del hombre. El amor va ligado a la libertad, el amor es confianza y libertad, lo que se contrapone a la muerte, al egoísmo, al miedo. Amar a la naturaleza es respetar y aceptar la vida.
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Es así que hablar del ambiente nos conduce en primera instancia a reconocernos como parte de una trama de la vida, cuya comprensión exige trascender el dualismo de Descartes que considera al género humano como una entidad independiente de la naturaleza, una visión cientificista donde existen dos entidades: el “científico” que investiga y el objeto de estudio que es la naturaleza, sin reconocer que el ser humano es parte de la naturaleza. En un segundo momento nos percatamos que las relaciones entre los organismos vivientes y las culturas están entrelazadas, de ahí que estudiar al ambiente desde las ciencias naturales, los métodos cuantitativos, es limitado. La complejidad de los procesos requiere que se apele a elementos de diferentes disciplinas, de las ciencias sociales; incluso del conocimiento mítico, de la poesía, como expresa Patricia Noriega; de los saberes ambientales de los pueblos dirá Enrique Leff. La industrialización en el siglo XVIII y su consecuente desarrollo a partir de los siglos posteriores nos conduce a un siglo XXI donde los problemas ambientales son evidentes: contaminación ostensible en aire, agua, ríos, océanos, bosques, selvas, ciudades, presencia de zonas muertas donde no hay el menor indicio de vida; extinción de especies y pobreza, mucha pobreza en todo el mundo. La Primavera silenciosa de Rachel Carson (1962) alertó sobre los problemas de contaminación a partir de los agroquímicos, una de las innovaciones de la Revolución verde que basaba el “avance” de la producción agrícola a partir de tres ingredientes: las semillas mejoradas, los agroquímicos (abonos y pesticidas) y el uso de agua en cantidades mayores hasta entonces empleadas, con el fin de superar el hambre en el mundo. Un pendiente aún. Los documentos oficiales muestran la situación que se vivía en el siglo XX y que continúa en el siglo XXI: “La instalación de un modelo de alto consumo y producción implicó un aumento en la extracción y transformación de recursos naturales renovables y no renovables destinados a abastecer los requerimientos de los centros urbano-industriales, al tiempo que, como resultado, se incrementaba la generación de todo tipo de residuos. Este crecimiento económico basado en un consumo y producción recurso-intensivos trajo aparejadas
las
denominadas
“consecuencias
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no
deseadas”,
resultado
de
las
externalidades devenidas del modelo implementado que dieron lugar a un proceso de degradación del ambiente, hecho que se verificaba en la pérdida creciente de la calidad del aire, aguas y suelos. A la preocupación por los efectos negativos de la contaminación, que restaban calidad de vida a las sociedades económicamente florecientes, se sumaba otra relativa a la disminución y agotamiento de los recursos naturales no renovables... Al mismo tiempo, en el resto del mundo no desarrollado los problemas acuciantes nada tenían que ver con la industrialización y el consumo; este mundo se enfrentaba a agudas crisis alimentarias, a graves deterioros de los sistemas agrícolas y, en los países más pobres, al crecimiento demográfico que comenzaba a adjetivarse como “explosivo”. (Jankilevich, Silvia. 2003. p. 5) Ante esta situación lamentable surgen intentos para remediar la problemática ambiental. Las reuniones internacionales se han dado desde el año de 1972 en Estocolmo, en 1989 se dio a conocer el documento de Nuestro futuro común donde se hablaba de la necesidad de llevar a cabo un desarrollo sustentable y en 1992 en Río de Janeiro se empieza a discutir sobre el calentamiento global, los bosques y la biodiversidad. Se reconocen tres tipos de problemas ambientales: la extinción de especies de flora y fauna, la contaminación en todas sus vertientes (de agua, de suelos, de aire, sonora, visual) y la pobreza. En tres niveles de magnitud: locales, regionales y globales. Siendo el más apremiante a nivel global el calentamiento del planeta. En la Cumbre de Johannesburgo (2002) se plantea la necesidad de actuar, Kofi Annan, Secretario General de la ONU, declaró que: “En algunos aspectos, las condiciones son peores que las de hace 10 años. El medio ambiente está amenazado por modelos de consumo y de producción poco sustentables y la ayuda internacional es cada vez menor” (Jankilevich, Silvia. 2003. P.12) El modelo capitalista ha sido pernicioso para los ecosistemas, países en desarrollo como México, uno de los quince megadiversos. Hay externalidades negativas de los procesos productivos. El capitalismo y la globalización caracterizados por la presencia de empresas (v.gr. Monsanto, Cargill y Dupont) que establecen la norma de cómo producir, qué producir, dónde producir y que se erigen como monopolio en la producción de semillas e insumos agrícolas.
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Así se privilegian los monocultivos perniciosos, se olvida la rotación de cultivos o el cultivo acompañado. En el caso de México en el altiplano se acostumbraba sembrar el maíz con leguminosas: frijol, haba o cucurbitáceas (calabazas), esta práctica se desechó al introducir las semillas mejoradas que trastocaron el modelo: requiere ahora el uso de agroquímicos: abonos y pesticidas que acaban no sólo con plagas sino con plantas comestibles que integraban la dieta de las poblaciones. El consumo más intensivo del agua. Los gobiernos se han concretado a establecer instituciones dedicadas al tema ambiental si bien luego las abandonan o recortan los recursos, impidiendo que tengan resultados eficientes; cada sexenio se implementan programas y políticas que en ocasiones lesionan y contravienen las mismas leyes, se da el caso hasta de medidas que incluso derogan leyes con el afán de explotar hasta lo máximo los recursos (v.gr. la Ley que permite la venta de playas). Ante la indefinición del concepto de “desarrollo sustentable” es decir: ¿quién sabe lo que es un aprovechamiento racional? ¿cómo garantizar que el aprovechamiento no ponga en riesgo la permanencia del recurso? y con estudios de impacto ambiental a modo se autoriza la construcción de carreteras, autopistas, apertura de minas, campos de golf, instalaciones turísticas, permisos para construir en zonas de reserva territorial, construcción en zonas únicas como son los manglares, los arrecifes de corales, las selvas de hoja caducifolia, los bosques templados, las explotaciones petroleras, la práctica de fracking. Se permiten cultivos con abuso de agroquímicos en agricultura, floricultura, sigue la tala inmoderada de bosques y selvas. Se desestima la presencia de fauna y flora del país; se ignoran la responsabilidad de ser uno de los quince países con megadiversidad, condición en declive ante la extinción de los hábitats de especies. Un rosario de calamidades donde los daños antropogénicos son la constante, producto de la ausencia de una cultura ambiental y sensibilidad de los servidores responsables de las políticas y programas ambientales. Se llega al descaro de justificar la apertura de una vía de comunicación alegando que será una “autopista verde”, que las especies de fauna serán resguardadas y trasladadas a un entorno adecuado. La educación ambiental es necesaria, el cambio, la transformación de mentalidades es hoy lo prioritario. Sobre todo, en los que toman las decisiones, no es posible que se siga la inercia de gobiernos irresponsables con el entorno.
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Una educación ambiental que entienda las bondades de reconocerse como un ser animal, un ser natural que siente y padece las agresiones que se lanzan a los recursos naturales a los ecosistemas. Reconocer que las ganancias que se obtienen en el presente por la autorización o el permiso concedido de una magna obra no justifica el costo social que implica. Ni la perdida de ecosistemas que son abandonados y dejados en manos de negociantes para quienes el respeto al ambiente consiste en poner una jardinera al finalizar su depredación o colocar un espectacular donde con fondo natural se coloca una leyenda a favor de la naturaleza. Este respeto a la naturaleza puede provenir de la comprensión de que el mundo tiene un encanto, la idea es entonces reencontrar el encanto del universo, de la naturaleza, idea que ya está presente desde la Cumbre de Río en su Principio 19:
Es indispensable una labor de educación en cuestiones ambientales, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los adultos y que presente la debida atención al sector de población menos privilegiado, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto a la protección y mejoramiento del medio en toda su dimensión humana. Es también esencial que los medios de comunicación de masas eviten contribuir al deterioro del medio humano y difundan, por el contrario, información de carácter educativo sobre la necesidad de protegerlo y mejorarlo, a fin de que el hombre pueda desarrollarse en todos los aspectos.
En la Cumbre para la Tierra en el Foro Global Ciudadano se reconoció la interdependencia global, es decir se reconoce que todo está interrelacionado: la economía y el medio ambiente. La educación entonces es un derecho universal que debe impulsar el pensamiento crítico, con enfoque totalizador, integral (holístico); que conlleve a promover cambios democráticos y sociales. En 1997 se plantea la concepción de una “Educación y Sensibilización para la Sostenibilidad”, en donde la educación ambiental es... el basamento para generar conciencia en alcanzar una sociedad para la “sostenibilidad” actual y de las futuras generaciones, en donde el respeto por la diversidad cultural y del saber tradicional sea un imperativo ético y moral (García, Zavala, 2008)
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En 2002 en Johannesburgo se enfatiza en la equidad en las relaciones entre países desarrollados y en vías de desarrollo. Necesario si se observa la doble moral: empresas que en su país acatan su responsabilidad y ética ambiental mientras que en países en vías de desarrollo incumplen las leyes de protección. En México el caso de las mineras canadienses y japonesas, de las inmobiliarias y constructoras españolas son ejemplo de depredadores que degradan los ecosistemas impunemente. Los documentos internacionales y nacionales reconocen el problema ambiental, la pobreza, sin embargo las palabras no se llevan a cabo en la práctica: Reconocemos que la erradicación de la pobreza, el cambio de los modelos de producción y consumo, y la protección y administración de la base de recursos naturales para el desarrollo económico y social son objetivos transversales y requerimientos esenciales para el desarrollo sustentable... (hay una) línea profunda que divide la sociedad humana entre los ricos y pobres y la siempre creciente brecha entre los mundos desarrollados y en desarrollo presenta una amenaza importante a la prosperidad, seguridad y estabilidad global. El ambiente global continúa sufriendo. La pérdida de la diversidad biológica continúa, las reservas pesqueras continúan reduciéndose, la desertificación clama por tierra más y más fértil, los efectos adversos del cambio climático son ya evidentes, los desastres naturales son más frecuentes y más devastadores y los países en desarrollo más vulnerables, y el aire, el agua y la contaminación marina continúan privando a millones de una vida decente. Todo se complica con la globalización... (Jankilevich, Silvia. 2003). La cuestión ambiental ha trascendido ya la visión reduccionista y considera que para lograr la comprensión plena se debe dar estudios interdisciplinarios, así Ojeda y Sánchez consideran el estudio interdisciplinario que englobe ciencias naturales y sociales y a la ética, una actitud ética ante la naturaleza y todo lo que comprende; sin olvidar el aspecto de la planeación (Sánchez, Gosovich, Sunkel, 1982) Reiteran que “la planificación de largo plazo implica un manejo ético de las relaciones entre el patrimonio demográfico ambiental y la cultura de la sociedad”. Es un problema que involucra a la filosofía, a la ética ambiental como disciplina que enfatiza el valor de conocer a la naturaleza y al ser humano integrado a ella. Donde toda
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agresión cometida tendrá su consecuencia en las sociedades humanas. El empobrecimiento de la naturaleza nos empobrece a todos. Sobre todo si no se considera su valor como fuente de vida, de ser. ¿Qué se requiere? Patricia Noriega en su obra; El reencantamiento del mundo (2004) habla de reconstruir una cultura, una estética ambiental que comprenda la complejidad del mundo, donde se reconozca lo ambiental como una trama de relaciones, una forma ética de ser. Lo ambiental “enriquece, amplia, transforma, transgrede y propone alternativas culturales. Los problemas ambientales no se resuelven sólo con investigaciones sobre indicadores de contaminación, deforestación o número de especies en vías de extinción” (Noriega, 2004, p. 18). Es reconocernos como parte de toda esta trama compleja de la vida donde nos creamos y recreamos continuamente, en el acto de poiesis y autopoiesis. La propuesta que propone es cambiar el ethos cultural: de uno basado en la explotación, antropocéntrico, un modelo del desperdicio, del abuso, de la adicción propio de una sociedad ególatra y dominante; expresión de un racionalismo unidireccional que expresa la negación suprema de la diferencia, la diversidad, la biodiversidad. A un ethos cultural respetuoso, solidario con la trama de la vida, equilibrado, del cuidado y la mesura que conformará una sociedad ambiental, basada en el respeto, en la ética y en el amor. Se vale soñar un mundo mejor como lo hicieron los románticos en el siglo XIX que expresaban su anhelo de fuga de una realidad fría, despiadada e inhumana: la realidad del capitalismo. Es la tarea de la educación ambiental comprender este sentido del ambiente, de este ethos cultural que permitirá criticar, reconocer lo negativo de este modelo que olvida la espiritualidad, el bienestar del ser humano en aras de competir en un mundo desalmado. La tarea es de todos por el bien de todos: ciudadanos y tomadores de decisiones; así se involucra a la educación ambiental como constructora de ciudadanía y la democracia. El ambiente bajo esta consideración implica el conocimiento de la economía, de la política, de la sociología, de la filosofía, del mito, de las ciencias naturales, de la poesía. Para diseñar una política pública, un programa de estudio, un plan de desarrollo federal,
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estatal o municipal, una cátedra cualesquiera, las variables ambientales deben ser integradas en la argumentación. Entender al ambiente como esa trama de vida que anima no sólo nuestro ser físico sino el ser espiritual.
Luz María Gómez Ordoñez. Julio 22 de 2016.
Fuentes de referencia.
García Margarita, Zavala Ildebrando, 2008, Historia de la Educación Ambiental desde su discusión y análisis en los congresos Internacionales en Revista de Investigación Nº 63.
Universidad
Pedagógica Experimental Libertador. Instituto Pedagógico de Caracas
Jankilevich, Silvia. 2003. Las cumbres mundiales sobre el ambiente. Estocolmo, Río y Johannesburgo. 30 años de Historia Ambiental. Documento de Trabajo N° 106, Universidad de Belgrano. Disponible en la red: http://www.ub.edu.ar/investigaciones/dt_nuevos/106_jankilevich.pd
Noriega Patricia, 2004, El reencantamiento del mundo, PNUMA, Olga Ojeda y Vicente Sánchez. La cuestión ambiental y la articulación sociedad naturaleza.
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