Argentina

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Lleg贸 el momento del sucesor


ARGENTINA INTRODUCCIÓN

En dos años se cumplirán tres décadas. Ese tiempo pasó desde la última vez que Argentina ha logrado levantar la Copa del Mundo, en México 1986 bajo la conducción de Bilardo y la enorme figura de Diego Armando Maradona en el césped. Luego, llegó a la final en la siguiente edición y ya nunca más pudo pasar de los cuartos de final. Transcurrió mucho tiempo, de frustraciones, como la del 2002 cuando el equipo de Bielsa llegaba como favorito. Cada vez que se acerca el Mundial, el pueblo argentino derrocha ilusión. Esta vez, la situación no es diferente. Las expectativas vuelven a estar a tope, con la oportunidad de hacer historia en el país que es clásico rival. Más allá de que hay quienes no coinciden con el entrenador y parte de sus convocados. Por ejemplo, ante la no citación de Tevez.

Será la tercera Copa en la que participe Messi, y la ilusión se sostiene en que sea el líder y el mejor jugador. El que lleve a la gloria al combinado dirigido por Alejandro Sabella. En 2006 y 2010, Alemania eliminó a Argentina en cuartos. Ahora, con una ofensiva de gran calidad, la esperanza vuelve a despertar.

LA LISTA DE: ALEJANDRO SABELLA

NICOLÁS GALLIARI | @NICO92GALLIARI


ANALIZANDO A ARGENTINA Desde que Argentina consiguió su boleto para Brasil 2014, el DT modificó poco su plantilla. Esos jugadores con los que contó durante la etapa de clasificación son los que fueron incluidos entre los convocados. Pese al buen nivel de algunos zagueros y, exclusivamente, de Carlos Tevez, decidió quedarse con su grupo. De esa forma, durante el último año los jugadores citados fueron casi siempre los mismos.

En todo el período de Eliminatorias, Argentina se formó bajo el esquema táctico de 4-3-3, y ese será el que utilice en tierras brasileñas. Rendimiento colectivo alrededor de Messi. El equipo logró alcanzar una forma de juego muy directa, en la que no necesita ser el dominador de un encuentro para sacar una situación de peligro, por la categoría de sus jugadores de mitad de cancha en adelante. Siempre se caracterizó por la intención de controlar el partido desde la tenencia, pero no necesita de un juego pausado y pasmoso para generar peligro. La razón principal de dicha particularidad es la naturaleza vertical de sus jugadores en fase ofensiva. Tanto Messi como Agüero, Higuaín y Di María (jugaría como interior) tienen mucha capacidad asociativa en espacios reducidos y rompen líneas con su gran velocidad.

De todas maneras, ese dominio en transición ofensiva acarrea los principales problemas, asimismo, del seleccionado. Las dificultades en pasar de ataque a defensa son propias del combinado argentino desde hace tiempo, aunque el entrenador ha sabido matizar las irregularidades. Ante la facilidad para atacar y la complicación por defender, se podría decir en ciertos tramos de la competencia que Argentina es dos equipos en uno.

Los laterales son de mucha proyección. Zabaleta se desdobla en ataque. Rojo, por el otro costado, no tuvo una gran temporada y en Lisboa ha jugado más de central que como marcador de punta, aunque Sabella le dio continuidad. Lo mismo hizo con la pareja de centrales, que vienen actuando juntos desde hace tiempo; Garay llega en el mejor momento de su carrera a la Copa. Mientras tanto, pese a su poca participación en Mónaco, Romero será el arquero titular. El doble pivote en el centro del campo, Gago y Mascherano, parece ya consolidado, más allá de que el primero no llega en las mejores condiciones físicas. Además, el conjunto cuenta con variantes para el mediocampo y el desarrollo de la misma idea.


ARGENTINA

El día que Argentina tocó el cielo De repente, el país entero se paraliza. El 25 de junio de 1978, inmerso en un clima de horror nacional, Argentina se consagra por primera vez campeona del mundo. Actuando como local, siendo el anfitrión, venciendo en el Monumental ante Holanda en tiempo suplementario. Una transformación en el banco llevó al equipo a las celebraciones, mientras en puntos cercanos al estadio la realidad no era siquiera parecida.

El contexto por aquellos tiempos era difícil. Se vivía una dictadura desde la forma de gobierno que reinaba. Las autoridades aprovecharon el desarrollo de la Copa para intentar desviar la lupa sobre sus hechos, que a fin de cuentas dejaron miles de desaparecidos, algunos que aún hoy intentan descubrir su verdadera identidad. Pero, de todas maneras, la Selección sabía que su momento deportivo era el apropiado para llegar a lo más alto. El pueblo sentía que el fútbol de la albiceleste era una oportunidad para sonreír en medio de la consternación, y aquel equipo liderado por César Luis Menotti no defraudó.

El entrenador había asumido en el cargo en 1974. El fútbol argentino no pasaba un buen momento desde hacía tiempo y el desorden era general. Aunque con su llegada todo cambió. Sentó las bases de lo que ha sido y es hoy el país en este deporte, dio una identidad, una idea que trascendió en los años. Transformó la cultura futbolística. Se formaron hasta conjuntos provinciales para jugar amistosos y el proceso de crecimiento fue notorio. Así, el equipo llegó muy bien preparado a la cita mundialista. Solidez defensiva, mucho juego en el mediocampo, dinámica y potencia en la delantera. Pasaron los partidos, los viajes de una parte a otra y llegó la oportunidad de hacer historia en el que fue, hasta el momento, el único Mundial organizado por Argentina en la historia.


SEGUNDA PARTE Y PRÓRROGA: ARGENTINA 3-1 HOLANDA, SEMIFINAL DE LA COPA DEL MUNDO 1986

En la fase de grupos, el segundo lugar en un sector compartido con Italia, Francia y Hungría le permitió acceder a la siguiente ronda, en la que enfrentaría en una nueva zona a Brasil, Polonia y Perú. Los triunfos frente a los europeos y el combinado Inca, sumado al empate ante su par sudamericano, fueron las causas por las que Argentina consiguió pasar a la final, el partido definitivo contra la Naranja.

Con un Monumental repleto, lleno de incertidumbre, en el que no abundaban las certezas aunque preponderaba la confianza en el plantel, los dirigidos por Menotti se impusieron ante la escuadra de Ernst Happel. Holanda no contaba con Johan Cruyff, su figura, que no había viajado aludiendo problemas personales. Todo comenzó bien para los argentinos en aquel encuentro cumbre, por el gol del máximo artillero del certamen, Mario Kempes. El “Matador” se coronó como el mejor futbolista de ese torneo por lo vital que fue para que el seleccionado consiga su objetivo. Su potencia, velocidad y voracidad ofensiva lo destacaban por sobre el resto. Pese a que, por medio de la cabeza de Naninga, Holanda consiguió igualar, en el tiempo extra Argentina sería nuevamente superior y vencería. Kempes volvía a marcar, luego también Bertoni, para el 2-1 final. Passarella alzó la Copa y el país, por un rato, fue un grito unido de celebración.

NICOLÁS GALLIARI | @NICO92GALLIARI


Diego Maradona

Después de su picardía, tomó la pelota en el centro del campo y ya nadie lo pudo parar. El Estadio Azteca era testigo de una obra sin igual. Diego Armando Maradona comenzó a correr hacia el arco contrario sin que los ingleses consiguieran quitarle el balón. La velocidad con que transportaba la bola era meteórica. El arquero Peter Shilton no lo alcanzó y el ‘10’ convirtió el mejor gol en la historia de los Mundiales. Instantes antes, con la Mano de Dios había abierto el partido. El 22 de junio de 1986 comenzaba a afirmarse la figura del mejor futbolista que tuvo el planeta. Llevaba la pelota pegada al pie, era imposible quitársela. Durante ese Mundial, el último que consagró a Argentina, su influencia fue total, en el juego y con goles claves. El equipo conducido por Bilardo pudo coronarse por las pletóricas actuaciones de su capitán.

La de México, ganada en el partido decisivo ante Alemania, había sido su segunda Copa del Mundo. En 1982 era demasiado joven y poco pudo hacer. Llegó a la final en 1990 y disputó el de 1994. Por sus maravillas con el balón, se constituyó como la mayor leyenda futbolística del país.

NICOLÁS GALLIARI | @NICO92GALLIARI


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