EL CAMPEÓN...
QUE NUNCA FUE CAMPEÓN
HOLANDA INTRODUCCIÓN
La historia de Holanda en los Mundiales está íntimamente ligada a la expresión ‘casi pero no’. En 1974, llegaron a la final y cayeron contra la anfitriona, la Alemania Federal de Gerd “El Torpedo” Müller. Tan solo cuatro años más tarde repetirían la hazaña para volver a quedarse a las puertas. Esta vez el verdugo fue la Argentina de Kempes, Ardiles o Passarella entre otros. Lo tuvieron ahí. Pero no. La que probablemente ha sido la mejor generación de futbolistas neerlandeses se quedaba sin el cetro mundial que merecía. Cruyff, Neeskens, Rensenbrik y Krol todavía deben de estar preguntándose cómo pudieron terminar sus carreras deportivas como jugadores sin un Mundial bajo el brazo.
El último ‘casi pero no’ llegó en la última Copa del Mundo. Con un fútbol bastante menos estético que el que practicaba aquel combinado que maravilló en los setenta, se plantaron en la final por tercera vez en su historia, contra la gran favorita: España. Y por tercera vez, cayeron. A la cita de Brasil llegan tras una fase de clasificación impecable y en medio de un relevo generacional. Sin el cartel de favoritos pero con un equipo joven y competitivo, tratarán de acabar con la maldición del ‘casi pero no’. Una tarea que si ya de por sí era complicada, lo es todavía más al estar encuadrada en uno de los grupos de la muerte, junto a España, Chile y Australia.
LA LISTA DE: LOUIS VAN GAAL
JAVIER CARRIÓN | @jAV_CARRION
ANALIZANDO A LA ORANJE La mala imagen que dejó Holanda en la final de la Mundial de Sudáfrica, traicionando de alguna manera al estilo que históricamente siempre había caracterizado a la Oranje, fue muy criticada entre la opinión pública del país. Por ello, tras la cita mundialista se optó por volver a los orígenes. Y para ello llegó todo un clásico de los banquillos, un auténtico exponente de la escuela holandesa: Louis van Gaal. Desde su llegada hasta el día de hoy, el modelo ha sido el mismo. Apuesta total por un fútbol ofensivo con un 4-3-3 marca de la casa. Laterales de largo recorrido, trivote en el medio y extremos bien abiertos. Si bien el esquema está muy definido, no ocurre lo mismo con los posibles titulares en Brasil. En primer lugar, en la portería, no está nada claro quién será el titular en el Mundial. Carentes de un guardameta de garantías, el puesto se lo disputarán, presumiblemente, Jasper Cillesen (Ajax) y Michael Vorm (Swansea). La línea defensiva es, sin duda, el gran punto débil de este combinado holandés. Una línea integrada mayoritariamente por jugadores muy jóvenes, sin apenas experiencia internacional. Las dos excepciones son Van der Wiel, dueño y señor del lateral derecho, y Ron Vlaar, fijo en el centro de la zaga. A su lado seguramente jugará el central del Feyenoord Bruno Martins Indi. Y en el lateral izquierdo, el polivalente Daley Blind, que esta temporada se ha destapado en el Ajax como un buen mediocentro defensivo, circunstancia que quizás pueda ser aprovechada por Van Gaal tras la baja de Strootman.
Y es que la baja de Strootman supone un varapalo importante en los planteamientos de Van Gaal. Vilhena, Schaars, Fer, De Guzman y Nigel de Jong o incluso el propio Blind son los que más papeletas tienen para suavizar la baja del jugador de la Roma. Jordy Clasie y Sneijder -con permiso de Van der Vaarttienen todas las papeletas para ocupar los otros dos puestos del mediocampo oranje. En ataque, una de las bandas tiene nombre y apellidos: Arjen Robben. Y en la otra se pelearán por un puesto Boëtius, Lens, Depay y Kuyt, sin descartar a Quincy Promes, la revelación de la temporada en la Eredivisie. Y arriba, en la punta del ataque, tendremos, si ningún contratiempo lo impide, a Robin van Persie, capitán y gran líder de esta selección, que llegará con muchas ganas a la cita mundialista tras la decepcionante temporada del Manchester United. De su estado de forma dependen muchas de las opciones de Holanda en Brasil.
HOLANDA
El campeón que nunca fue campeón El fútbol es caprichoso. Es un deporte en el que no siempre ganan los mejores. Ni mucho menos. Equipos que han asombrado al mundo entero terminan ciclos sin apenas poder presumir de algún título. Sin embargo, muchos otros, sin enamorar a nadie, logran engordar sus vitrinas y ser así recordados durante toda la historia. Porque al fin y al cabo, la gente se acuerda de los campeones, de los vencedores. Mientras que los vencidos caen en el olvido. ¿O no? Pues no siempre. Uno de los casos más significativos que ha dado la historia del fútbol es el de la Holanda de 1974, un equipo de ensueño que fascinó a todo el planeta pero que no llegó a traducir su maravilloso juego en la victoria en un Mundial. Aquella Holanda era impresionante. Daba gusto verla jugar. Hasta los menos apasionados por este deporte disfrutaban con su fútbol. Su estilo era inconfundible. Atacar, atacar y volver a atacar. Y todo ello sin descuidarse atrás, lo que hacía de la Naranja Mecánica un equipo prácticamente invencible. El encargado de poner en marcha toda esta maquinaria perfecta fue Rinus Michels. Antes de llegar a la selección holandesa, había cogido a un Ajax que peleaba por evitar a un descenso para después convertirlo en un equipo campeón. Cuatro Eredivisie, tres KNVB Beker y una Champions League dejó en las vitrinas del club de Amsterdam. Con la Naranja Mecánica acuño el término “fútbol total” que describía a la perfección estilo de aquella selección. Liderados por Johan Cruyff y con grandes jugadores de la talla de Johan Neeskens, Ruud Krol, Johny Rep, Wilhelmus Jansen o Robert Rensenbrink, Michels logró formar un conjunto sólido, en el que el equipo estaba por encima de las individualidades. Un equipo en el que todos atacaban y todos defendían. El intercambio de posiciones era permanente, lo que les permitía ser muy imprevisibles en ataque. A Cruyff le podías ver por la izquierda, por la derecha, recibiendo en el medio, rematando en el área. Nadie tenía una posición estática en el campo.
PARTIDO COMPLETO:
HOLANDA 1-2 ALEMANIA, FINAL DE LA COPA DEL MUNDO 1974
El Mundial de 1974 fue el escenario donde el planeta entero descubrió el fantasismo futbolístico que practicaba la Naranja Mecánica. En la fase de grupos, quedaron primeros, por delante de Suecia, Bulgaria y Uruguay, habiendo encajando únicamente un gol. En la segunda fase se vieron encuadrados en un grupo con Argentina, Alemania Democrática y Brasil. Y arrasaron. Ganaron los tres partidos, pasando por encima de todos, con ocho goles a favor y ninguno en contra. Los de Michels demostraron cómo era posible compatibilizar un gran ataque con una magnífica defensa. Memorable fue el 4-0 que le endosaron a Argentina con doblete de Cruyff incluido. Y así se plantaron en la final, con el cartel de favoritos y con la gran mayoría del público futbolístico a su favor, gracias al fútbol tan vistoso que ofrecía. Enfrente les esperaba la Alemania Federal, un conjunto más pragmático, menos espectacular. La final no pudo empezar mejor para los intereses de Holanda. Apenas transcurrido el primer minuto de juego, Cruyff recibió el balón en el medio campo y en un abrir y cerrar de ojos fue derribado dentro del área. Neeskens fue el encargado de anotar el penalti. Pese al gran inicio holandés, Alemania terminó dándole la vuelta al marcador y proclamándose campeón tras vencer por dos goles a uno. Aquel día el fútbol fue cruel. No premió al equipo que tanto había hecho disfrutar a la gente. Un equipo, la Naranja Mecánica, que siempre será recordado como el campeón que nunca fue campeón.
JAVIER CARRIÓN | @jAV_CARRION
Johan Cruyff
Jugar contra él era como hacerlo contra 12 o contra 13. Él era diferente al resto. No se movía en el campo, levitaba. Fino y espigado, enganchaba la pelota y empezaba a dejar atrás rivales como si de conos de entrenamiento se tratasen. Johan Cruyff forma parte de ese selecto elenco de futbolistas que aparecen cada mucho tiempo. De esos que cuando les ves jugar, sabes que estás ante algo único, irrepetible. De esos a los que regatear a siete rivales no les parece una tarea complicada. De esos que cuando reciben el balón, sabes que algo increíble puede estar a punto de pasar. Él era un jugador capaz de cambiar un partido él solo, de levantar a todo un estadio con un regate. Rápido como una centella, Cruyff era pura elegancia. Por la derecha, por la izquierda, llegando por el medio. Y siempre dando espectáculo.
Lideró a una de las mejores selecciones de toda la historia del fútbol, la Holanda del 74, un equipo que maravilló a todo el planeta bajo el lema del “fútbol total”, pero que se quedó a las puertas de alzarse con el cetro mundial al caer en la final ante la anfitriona, la Alemania Federal del Torpedo Müller. Seguramente el único pero que se le pueda poner a la brillante carrera de Cruyff. Una carrera plagada de éxitos, tanto individuales como colectivos. Una carrera tan prodigiosa como las que se marcaba él por la banda. Desde De Meer hasta De Kuip pasando por el Camp Nou. Una carrera de un futbolista que marcó a toda una generación.
JAVIER CARRIÓN | @jAV_CARRION