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LEGADO MEMORIAS DE UN REPORTERO GRÁFICO
Casto J. Ocando 5
El Compromiso Social del Empresario Primera Edición: Agosto 2016 Mauro Libi Crestani® Editorial Ares, C.A. Miami - New York - Caracas Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del autor de la obra, bajo las sanciones en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos. ISBN 978-1-4675-0232-0 Impreso en Miami, Florida, USA
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Hacer historia y vivir la historia
E familiar.
CARLOS CROES
scribir sobre alguien que no conoces, es fácil. Se puede decir cualquier cosa y hasta equivocarse, pero sería imperdonable equivocarse si la persona sujeto de la narración es amigo y esa amistad ha devenido en una conceptuada hermandad y hasta parte de una profunda célula
Es el compromiso en que otro familiar de mis afectos me ha situado hoy para ser cronista de una vida o parte de ella. Una supervivencia que es ya un legado en la historia del estado Falcón y de Venezuela, me atrevería a decir. No es fácil encontrar en la geografía nacional a un personaje con tanta dedicación profesional e investigador precoz de entrañables historias como Casto José Ocando González. Es el gran fotógrafo y, como si fuera poco, esencia destacada en la capacidad innata del periodismo. Su introversión es parte de su oficio y de ella renació una personalidad colmada de cualidades admirables. Hace más de seis décadas que conozco a Casto. Durante ese tiempo he seguido a quien en un lejano día me animó a alistarme en este “oficio fascinante”, como expresara Gabriel García Márquez, ese valor inmortal de la novela latinoamericana y del mundo. Desde jóvenes, frente a ese otro maestro admirable llamado René Quevedo Pachano, fuimos testigos de hechos que marcaron nuestras anheladas existencias y que hoy Casto, registra en una interminable galería de placas. Felices circunstancias me colocaron cada día más cerca de este profesional. No porque mi persona fuera del oficio gráfico, sino porque ambos coincidimos en
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el hogar de una familia de una inmensa riqueza moral. La santa de esta familia, doña Eleodora, viuda desde muy temprano, nos había reservado dos de sus hijas. Fidel María para Casto y Carlina para mí. La mayor de las hermanas, Dominga, había sido cautivaba por una persona admirable. Su nombre, Alejandro. Había llegado de Guama, Estado Yaracuy. Hoy somos tres parejas entregadas a Dios, a los hijos y el amor. La historia de Casto se repite cada día y a sus más de ochenta años no ha perdido ni el cariño por su mujer ni por su cámara. Sigue atrapado en la curiosidad y en la pasión por el bien, como el día que puso ante los ojos de Venezuela la conmovedora escena de un matrimonio y sus hijas nacidas con pérdida casi total de la visión. La foto produjo un efecto tan emotivo, que un médico oftalmólogo asumió con éxito el tratamiento de aquellas criaturas. Hoy el ojo mágico de Las Calderas, como le llamamos sus amigos, sigue en la búsqueda de nuevas historias conmovedoras y revividas como las que hoy esbozamos. Hay hombres que conocen la historia y hay quienes hacen historias para vivirlas, como la de este personaje a quien hoy rendimos honor.-
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Testimonio gráfico de una vocación
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ILDEMARO ALGUÍNDIGUE1
a mesa de imposición, el para entonces super moderno linotipo, el mechurrio que calentaba hasta derretir el plomo, la vieja prensa Chandler2 que imprimía página por página, y el rostro inefable y aún no envejecido de Angel Medina Padilla3, son recuerdos que asocian esta noche para evocar sinceramente complacido, el periodismo que hacíamos en Coro 30 años atrás, y que tenía como voceros al diario “Jornada”, a “La Mañana”, que comenzaba el duro ajetreo diario de formar opinión, y como cosa rara anecdótica e increíble al “Diario del Aire”. con la voz inconfundible de Gonzalo Márquez Yánez4.
Más influencia tenía entonces, indudablemente, la voz de Márquez Yánez, el viejo y querido roble hoy desaparecido, que las escuetas informaciones que publicaba “Jornada” con sus seis páginas tabloides; y “la Mañana”, de más moderna impresión para la época. Márquez Yánez hace treinta años, guardando las distancias y diferencias de temperamento, era lo que podía ser hoy para Coro, José Guadalupe Polanco, para entonces oficinista en una de las empresas petroleras situadas en Paraguaná. El, ayer y el hoy, Pepe Lupe5, formaban opinión; la de Márquez Yanez generalmente emergía de la gracia popular de la denuncia que recibía anónima y por montones, la del respeto al clero y la de sumisión al señor Obispo. Pero su palabra calaba hondo. A las siete de la noche no había hogar en Coro por donde usted pasara que no Discurso en homenaje a los 30 años de ejercicio profesional de Casto J. Ocando, organizado por el Colegio Nacional de Periodistas el 1 de Mayo de 1985, en la ciudad de Coro, estado Falcón.
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Chandler: Imprenta de periódicos de tipos móviles fabricada por la firma Chandler & Price, de Cleveland, Ohio, que era una de las más usadas en los periódicos de provincia en Venezuela.
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Angel Medina Padilla, pionero editor falconiano, fundador de periódicos como Jornada y Renovación, cuyo estilo editorial combativo lo hizo famoso en la región.
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Gonzalo Márquez Yánez fue un popular locutor
José Guadalupe Polanco, periodista y empresario de medios falconiano, fundador de Radio Coro, cuyos programas de entrevistas y comentarios eran considerados entre los más influyentes en el estado Falcón.
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tuviera la radio encendida con su voz inconfundible y con aquella marcha, quizá copiada de algún himno de la Segunda Guerra Mundial, que magnetizaba la atención de las mujeres y hombres de la época. Nunca segundas partes fueron buenas, a decir verdad, Pepe Lupe con trabajo, merecimiento, tenacidad y espíritu de lucha y de combate, ha hecho de Coro su trono. Nada me complace más el evocar, en base a su tenacidad convertirse en propietario de la Radio de Coro, que hoy motoriza con cierto timbre de orgullo, porque la sabe producto de su limpio esfuerzo. El tiraje de los periódicos, al menos el de “Jornada” que conocí con mayor detalles, era apenas de 400 ejemplares, pero la combatividad de Medina Padilla hacia vibrar a sus lectores. Cuando le conocí había perdido las pestañas en la dura lucha contra los tipos; era de espíritu batallador e inalcanzable. Con las uñas mantenía su imprenta, y daba calor a la impresión de los diarios. Antes de “Jornada” existió “Honda”, y luego de ”Jornada” alumbró en mi compañía a “Cactus”, y luego a “Renovacion”, que le acompañó hasta su muerte un 1 de Enero. La Mañana tuvo como antecedente “El Informador”, gracias al talento de un joven inquieto y emprendedor, Ciro Calles. Pero luego tuvo un dueño y un mentor, Atilio Yánez, que dejó su obra quizá en su mejor momento, listo para el despegue, y es una lastima que haya faltado aliento para consolidar una obra que fue también producto del trabajo y esfuerzo. Puedo hablar con propiedad de todo estos hechos porque aquí transcurrieron los mejores, más hermosos, más queridos y más creadores años de mi vida. Cuando llegué a Coro no había cumplido 21, y fui soldado raso y luego oficial de las causas perdidas que para la época se defendían esos periódicos. Allí se expusieron por primera vez las ideas de crear en Coro un Ateneo, de dotarla de un Hospital General, de que se construyera la carretera Coro-Churuguara, de fundarle una Universidad. Eran ideas románticas para la época, que con el tiempo felizmente se cristalizaron. A mi lado otros hombres trabajaban con mayor tesón, desde otros ángulos de lucha. Los periódicos de la época daban poca importancia a la fotografía como complemento de las informaciones. Apenas si los escasos sucesos ocurridos, en
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su mayoría accidentes de tránsito, se reseñaban con el honor de lo que entonces llamábamos clisé6. Un procedimiento complicado y difícil donde el ácido corroía una lámina de zinc, que luego se montaba en madera y se acuñaba a la página para producir imágenes escasamente nítidas. A esa labor del reporterismo gráfico muy pronto iba a dedicarse con esmero y pasión un joven imberbe, de robusta cabellera, de ojos vivaces y de una sonrisa -mezcla el buen humor y la ironía-, agudo observador, con olfato para la noticia y sobre todo de gran sensibilidad social. Se le veía siempre pulcramente vestido, y adoraba las combinaciones en su dechado personal. Buen carácter pero mordaz en oportunidades, se enorgullecía para la época de trabajar para el que fue ayer y sigue siendo hoy el diario más influyente del país. Junto a René Quevedo Pachano -un joven ex seminarista que por cuestión de días y de circunstancias no se ordenó de sacerdote-, recién salido para la época del diario “La Mañana”, comenzó a trabajar como reportero gráfico a nivel nacional. Sus fotos se desplegaban diariamente a tres y cuatro columnas, y se le otorgaba crédito a su trabajo. Coro comenzó a proyectarse junto a las necesidades de Falcón, en magníficos reportajes y entrevistas. Uno de los primeros intentos de investigación sobre el Baile de las Turas, que se cumple cada año los 24 de Septiembre en Maparari, lo hizo Quevedo Pachano y fue reseñado con gráficas muy bien logradas y con honores de página entera. Antes, la historia de los hermanitos Navas afectados de una dolencia visual, conmovieron al país y gracias a la campaña realizada, el problema para esos niños corianos encontró solución. Y ese joven de gesto calmado y de sonrisa permanente, conjugaba su trabajo en “El Nacional” , con los periódicos que circulaban en Coro. A veces no importaba la renumeración , lo importante era el orgullo de ver coronada la vocación con el testimonio gráfico de un esfuerzo. La situación política para la época no era de las mejores. La preocupación y efervescencia juvenil se volcaba en admirar en silencio a las muchachas de entonces. Celina Yánez, la catira inolvidable que se nos fue inesperadamente; Rosalina Pachano, Evelia Curiel, María Teresa Salcedo, Chichí Andara, Elenita Graterol, madrinas del Campo Elías, equipo que hacia furor en el beisbol amateur, enfrentado al Manaure y al General de Punto Fijo, en el estadio aún sin 6
Clisé o clliché, imagen fijada en metal para impresión.
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la tribuna lateral por cuya construcción todos los días del mundo luchábamos en los periódicos. Y también en el naciente Ateneo, donde se volcaba una pasión carbonaria por mantenerlo y sostenerlo, porque se sabía era la única tribuna donde canalizar, de una ciudad acallada como todo el país, por una situación que no admitía ningún tipo de discusiones. De esa época recordamos la magnífica cobertura gráfica del Campeonato Nacional de Beisbol Amateur; la visita a Coro de Miguel Otero Silva, quien habló sobre Reverón7 en el Ateneo, y de quien se recuerda en una de las fotografías, al lado de los amigos que por allá en año 28 le escondieron cuando invadir junto a otros jóvenes, para tratar de derribar una tiranía semejante a la que vivía el país, para la época que narro. Allí estuvo también Gustavo Reyes, y quedó para la historia esa foto que acaba de exhibirse en la exposición de los treinta años, que aglutinan el trabajo gráfico y profesional recoge gran parte de la historia de Coro. La presencia de MOS8, y la aparición de algunos artículos destemplados publicados en “La Mañana”, y la no menos inquisitiva palabra de un sacerdote reflejada en la pagina católica que para entonces se publicaba, determinaron mi salida de Coro. Pero esa ausencia resultó corta. El 1 de Febrero, ocho días después de caído el gobierno, retornaba a esta tierra de mis pertinentes afectos, esta vez armado con la corresponsalía de “El Nacional”, y heredando el talento y la ayuda invalorable del reportero gráfico que ya conocía, pues Quevedo había sido trasladado a Valencia. Y junto a él, libré la mas difícil, grata y querida de las labores que he realizado en mi vida. Tuve en él al extraordinario colaborador que orientaba y decidía el valor de cualquier noticia, y que sublimaba las informaciones con la maestría de su cámara. Junto cubrimos los sucesos más importantes ocurridos en Coro y Falcón. Recuerdo con particular cariño el arribo a Coro, luego de una larga prision en Maracaibo, de Pablo Sarmiento, el barbero que dejó a un lado sus tijeras para empuñar un revólver y combatir a Pérez Jiménez; la primera entrevista que se hizo a Pablo Saher9, luego de su Armando Reverón: pintor y escultor venezolano, uno de los más influyentes exponentes del Impresionismo venezolano.
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MOS: Miguel Otero Silva.
Pablo Saher Eljuri, político falconiano que fue gobernador del estado Falcón durante el gobierno del presidente Rómulo Betancourt (1959-1964).
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odisea de esconderse por muchos años en una dura y larga resistencia, en esta misma ciudad; la primera visita de Larrázabal10 a Coro, su llegada al aeropuerto y aquellos enormes cartelones donde el pueblo entero le solicitaba el Hospital General; la presencia de Betancourt recorriendo muchos lugares, antes de ser presidente, de la tierra falconiana; el doble suicidio de Ñemo Curtín y Frank Lugo en una céntrica calle; el crimen de los compadres de Cabure… Y algunos años más tarde, todo el holocausto que significó para el país, y particularmente para Falcón y Coro, el fenómeno de las guerrillas, un suceso increíble que de repente y de improviso nos convirtió en corresponsales de guerra. Y también la dolorosa escena de cubrir el entierro de Chema Saher11, la tarde de un Viernes Santo, luego de haber sido abatido en las montañas de El Bachiller. Y los actos conmemorativos del Centenario de la Guerra Federal. Con la presencia de Pablo Neruda, el conjunto de actividad artística proyectaba a Falcón como centro de atención del país, y con la presentación del Teatro del Ateneo de Caracas, dirigida por Horacio Peterson, en su obra Calígula. Toda historia ya remota pero viviente en las generaciones que tocan con la nuestra. Esa pequeña historia, más que reseñas, están grabadas en fotos extraordinarias que constituyen testimonio permanente, en gráficas que ustedes recientemente observaron en la magnífica exposición realizada en el Ateneo de Coro. Su labor en esta difícil, y a veces incomprendida labor del periodista que se inicia en 1955 en el diario “La Mañana”, que prosigue en 1958 en “El Nacional”, se proyecta luego a nivel más jerárquico en el diario “Pregón” -uno de los más modernos y completos vespertinos que han circulado en el país-, donde logra destacada figuración hasta obtener un galardón como reportero gráfico policial. Tornó a la Corresponsalía de “El Nacional” en Coro, donde comparte responsabilidades a mi lado, y comparte su oficio con el diario “Jornada”, “Cactus” y “Crisol”, todos fundados por Medina Padilla. Su lente maravilloso se
Wolfgang Larrazábal, militar que fue presidente de la Junta de Gobierno de Venezuela instalada tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en 1958.
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José Manuel “Chema” Saher, joven revolucionario falconiano, hijo del gobernador Pablo Saher, que murió durante combates en las montañas de El Bachiller en marzo de 1967, durante la guerra de guerrillas que tuvo lugar en varias zonas de Venezuela en la década de los 60.
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pone luego al servicio del diario “Crítica”, trabaja en el semanario “Renovación”, hasta que se integra como reportero gráfico especial de la Asamblea Legislativa en el año 1972. En 1976 lo vemos como fotógrafo de “El Falconiano”. Y de allí pasa a Universidad Francisco de Miranda donde ahora labora. Y esta labor comenzó a ser reconocida desde 1959, cuando obtiene el premio Policial en Caracas, estando al servicio de “Pregón”. Luego en los años 63 y 82 Ocando se hace acreedor al Premio Regional de Periodismo “Emilio Ramirez”. Es condecorado con la Orden Mérito en el trabajo, en tercera clase en 1972; así mismo el galardón que concede el IND; en 1977 el premio 450 años de la Fundación de Coro, y en el 78 y el 83, el “Edmundo Gordo Perez”. En el 83 es condecorado con la Orden Juan Crisóstomo Falcón en tercera clase, galardón del cual se le otorga en Primera en 1985. Su nombre aparece como fundador del CNP12, seccional Coro, y crea y dirige hasta ahora como Secretario General del Círculo de Reporteros Gráficos; también aparece entre los fundadores en Falcón de la Asociación de Radioaficionados. Pero aparte de esa labor profesional de reportero gráfico, su espíritu inquieto ha sembrado honda huella dentro del periodismo de la región. Hace poco dijo en este mismo recinto el periodista Carlos Croes, que él llego al periodismo llevado de su mano. Y que este no sólo maneja el lente de la cámara, sino que es inquieto, travieso y sabe estimular funciones, de allí que se recuerde como profesional emprendedor, solícito.
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CNP: Colegio Nacional de Periodistas.
Cronista Gráfico de Coro IVÁN SIERRA RAMÍREZ13
Hablar de la crónica como género periodístico en el más estricto sentido de la palabra en Falcón, es hablar de un grupo de privilegiados de la comunicación social, ya sea escrita o gráfica, radial o televisiva y es el fino manejo de un idioma especializado y de contenido histórico, social y literario en el cual la fantasía juega un papel muy importante. De allí que sea muy difícil elaborar una lista completa de los comunicadores sociales que cultivan este difícil y complicado género. En Falcón, por ejemplo, si nos piden que nombremos los mejores cronistas de la comunicación social y la literatura, tendríamos que mencionar a Misael Salazar Léidenz, Mario Jacobo Penso, y a Nelson Arteaga Pachano, así com a un cuarto que se viene metiendo por el centro de la pista: Víctor Tito Guerra. Mientras que en la crónica gráfica, mantienen su hegemonía Casto José Ocando, de Coro, y Heberto León, en Paraguaná, sin desmeritar a Isaías González, quien goza de un bien ganado prestigio como retratista de la Coro histórica, colonial, arquitectónica y paisajística. Este capítulo lo dedicamos a Casto José Ocando González, el Cronista Gráfico de Coro, nombre con el cual lo bautizara en una oportunidad Lino Segundo Revilla, calificativo acuñado por el Concejo Municipal de entonces, la Asamblea Legislativa, el gobierno regional, la Universidad Francisco de Miranda, los Ateneos de Coro y Punto Fijo, así como la totalidad de la institucionalidad falconiana y el corazón mismo de la corianidad. Ese es el Casto Ocando que conocemos. Comunicador social por excelencia, practicante del reporterismo de calle, y del periodismo institucional, educador en el más amplio sentido de la palabra, trabajador incansable y gremialista de altura: un periodista a carta cabal que ha practicado durante casi 60 años de su vida el oficio de plasmar a través del lente, el revelador y la ampliadora, la
Editado del artículo “Sus imágenes lo confirman como Cronista Gráfico de Coro”, por el periodista falconiano Iván Sierra Ramírez, publicado en el diario Médano, de Punto Fijo, Falcón, el 23 de Noviembre de 2008.
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historia regional desde un “cuarto oscuro”, desde la férrea dictadura de Marcos Evangelista Pérez Jiménez, hasta más allá de los 450 años de la fundación de Coro y de su Universidad Francisco de Miranda, el logro más importante de esta primigenia ciudad, a través de casi 500 años de fundada. El Cronista Gráfico Mayor, poseedor de un lente privilegiado, de una mente sagaz e inventiva, y de una creatividad increíble, así como de argumentos convincentes, comenzó desde sus inicios como aprendiz de fotógrafo en los laboratorios de Fiorino y Pepe paolini, y con las cámaras fotográficas de estos recordados fotógrafos, se adueñó del público lector falconiano y venezolano, con sus gráficas que impactaban al más exigente lector nacional. Ha sido un maestro a todas luces, tanto de periodismo impreso como del reporterismo gráfico, que en realidad es su motivo de vida, amén de su actividad gremial, en la cual nos ha tocado interactuar en diversas oportunidades. De este aventajado comunicador social, cuyo nombre dignifica el Premio de Periodismo Gráfico que cada año otorga el Concejo Municipal del Municipio Miranda, del estado Falcón, dijo en una oportunidad y con sobrada razón otro baluarte del periodismo falconiano y de muy bien ganado prestigio nacional, Ildemaro Alguíndigue, que “hablar de Casto Ocando es hablar del extraordinario colaborador que orienta y decidiera el valor de cualquier noticia y que sublima las informaciones con la maestría de su cámara”. “Juntos cubrimos para el diario El Nacional los sucesos más importantes ocurridos en Coro y Falcón en las décadas de los 50, 70 y 80, tales como el retorno a Coro, luego de una larga prisión en Maracaibo, de Nacho Sarmiento, el barbero que cambió las tijeras por un revólver para combatir a Marcos Pérez Jiménez; la llegada de Rómulo Betancourt y el regreso de Pablo Saher, así como el holocausto que significó para el país, el fenómeno de las guerrillas, un suceso increíble que nos convirtió en corresponsales de guerra, y también la dolorosa escena del velorio y entierro de Chema Saher, la tarde de un Viernes Santo, luego de haber sido abatido en las montañas de El Bachiller. Esa pequeña historia, más que en reseñas, está grabada en sus extraordinarias fotos que constituyen testimonios permanentes. Son gráficas ue ustedes pueden admirar en las magníficas exposiciones realizadas y en su valioso archivo, el más completo de la ciudad de Coro. Casto se inició en el oficio de periodista en la década de los 50, en el año 55,
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para ser más exactos, en el diario La Mañana, aún cuando en los cinco años anteriores había incursionado en el campo de la fotografía, en la empresa Foto Artística, bajo la batuta de dos de los más grandes fotógrafos del estado Falcón, los hermanos Fiorino y Pepe Paolini. Por cierto que Pepe Paolini fue uno delos miembros fundadores de la Asociación Venezolana de Periodistas, seccional Falcón, y quien no aparece en la emblemática foto de los fundadores, porque fue él, precisamente, quien tomó la histórica gráfica de los iniciadores del periodismo gremial falconiano (no existían los dispositivos que permiten realizar una foto con un tiempo de espera), según nos lo comenta el mismo Casto Ocando. En el diario La Mañana es contratado como reportero gráfico, reportándole directamente al Director y al Jefe de Redacción, a la postre, René Quevedo Pachano y Rubén Ismael Padilla, actual y sempiterno presidente del Ateneo de Punto Fijo. Allí Ocando capta las imágenes, casi todas para su colección por cuanto los periódicos daban muy poca importancia a este material, a lo mejor por lo difícil de su proceso. La foto era tomada y procesada manualmente en un cuarto oscuro con muy atrasada tecnología. Este material en físico era llevado al Fotograbado (el primero que se instaló en la ciudad de Coro, era precisamente del diario La Mañana), el cual consistía en un procedimiento complicado y difícil mediante el cual un ácido corroía una lámina de zinc, que luego se montaba en una madera, para producir imágenes rígidas, en base de puntos, con escasa nitidez. El país vio por primera vez las fotos de Ocando impresas en el diario El Nacional entre 1955 y 1957, y entre el 58 y el 59, lo vemos en El Pregón, uno de los más modernos y completos vespertinos que han circulado en el país. Retorna en 1958 a la corresponsalía del diario El Nacional, conjuntamente con uno de los más destacados reporteros que han tenido Falcón y Venezuela: Ildemaro Alguíndigue, tempranamente desaparecido, compartiendo su oficio con el diario Jornada, y los semanarios Cactos y Crisol, todos dirigidos por otro de los grandes del periodismo regional: Angel Medina Padilla. Luego labora en la corresponsalía del diario Crítica, de Maracaibo, en horario compartido con el semanario Renovación, también dirigido por Medina Padilla, hasta que se integra, en 1972, al equipo periodístico de la Asamblea Legislativa del estado Falcón.
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En 1982 ingresa a la Universidad Francisco de Miranda, compartiendo honores con los periodistas José María Valderrama Radaelli, en los inicios de nuestra máxima casa de estudios, y posteriormente con Iván Sierra Ramírez, quien jefatura la Oficina de Prensa y Relaciones Públicas de la casa más alta de Falcón, en sustitución de Beatriz Chirinos de Ruscelloni) y con los periodistas y poetas Rafael José Alvarez y Ramón Miranda. Es bueno señalar que el sacrificado oficio de Casto Ocando, no ha pasado desapercibido en la institucionalidad venezolana. Es así como en 1959 recibe el Premio de Periodismo Policial de Caracas, otorgado por la Policía Técnica Judicial, y más tarde (1962 y 1982), se hace acreedor del Premio Regional de Periodismo “Emilio E. Ramírez”, que a partir de ese año de 1962 otorga el ejecutivo del Estado Falcón. Precisamente la mención Periodismo Impreso la recibe su compañero de oficio Ildemaro Alguíndigue. Es condecorado por el presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, en 19877, con la orden Mérito al Trabajo, y ese mismo año recibe el galardón de reportero deportivo del año, institucionalizado por el IND (Instituto Nacional de Deporte). En 1977 recibe también el Premio Especial de Periodismo 450 años de la fundación de la ciudad de Coro, Mención Fotografía. En 1983 recibe el premio Edmundo “Gordo” Pérez, otorgado por la Asamblea Legislativa del estado Falcón y la Orden Juan Crisóstomo Falcón, en su Tercera Clase, y por ascenso en 1985 la referida condecoración en su clase Oro. Una joven periodista falconiania, Marbelia Martínez Senior, brillante reportera del diario El Falconiano, al referirse a la férrea personalidad y entrega al oficio demostrada por Casto Ocando, nos señala que “la Ciudad Mariana de Coro posa en silencio ante una cámara, mostrando sus calles, sus costumbres, su idiosincrasia, transformándose en testigos inmortales a través de una foto, y detrás de esa cámara un personaje que consagra una vida en conservar un recuerdo de vida para todos”. Por su parte, Lino Segundo Revilla, director del diario El Falconiano, más amigo que Jefe en el importante lapso de consolidación del referido impreso, señala que las gráficas de Casto Ocando, constituyen sin duda alguna verdaderos documentos gráficos que permiten al común de los corianos y nacionales, en
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general, y a los investigadores del fenómeno social e histórico, en particular, conocer a sus más legítimos personajes, y “entender las vivencias de un pueblo que lucha por sobrevivir y labrarse un destino mejor. Es un testimonio crítico y esclarecedor del medio donde vivimos y actuamos, y que será un aporte vital para las futuras generaciones y para el real conocimiento de los esfuerzos y sacrificios hacia metas de superación, y serán, sin duda alguna, una fuente directa de consulta para los cronistas e investigadores de nuestra rica historia”. Ocando se considera un coriano convicto y confeso desde el 28 de Marzo de 1934, fecha de su nacimiento, porque en Coro nació y ha vivido a través de sus años de existencia, con ligeros recesos en Caracas, donde trabajó en el semanario El Pregón. Con esta ciudad firmó un contrato de permanencia. A ella ha dedicado su esfuerzo laboral, ha defendido sus instituciones, ha protagonizado un amplio abanico de iniciativas de bien colectivo y de carácter gremial. El Colegio Nacional de Periodistas, el Círculo de Reporteros Gráficos, la Universidad Francisco de Miranda, el Ateneo de Coro y otras tantas poseen el sello personal de Casto Ocando. Se ha entregado con pasión a cada comité, comisión, directiva o membresía, en los cuales se ha se ha responsabilizado.
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