Vacunaciones sistemáticas en cuestión

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Vacunaciones sistemáticas en cuestión: ¿son realmente necesarias? Juan Manuel Marín Olmos


Marín Olmos, Juan Manuel Vacunaciones sistemáticas en cuestión: ¿son realmente necesarias? / Juan Manuel Marín Olmos. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Madreselva, 2017. 320p.; 20 x 13 cm. ISBN 978-987-3861-09-3 1. Acceso a la Salud. I. Título. CDD 613.04

Vacunaciones sistemáticas en cuestión ¿Son realmente necesarias? Juan Manuel Marín Olmos Editorial Madreselva, Buenos Aires, primavera 2017 info@editorialmadreselva.com.ar 1ª edición Icaria, Barcelona 2004 Adaptación y actualización: Juan Manuel Marín Olmos y editorial Madreselva Revisión: Adriana Marcus Fotografía de portada: Alejandro Rodriguez Diseño de portada: Leandro Larrosa Diseño de interiores: Gabriela González Mendoza

Esta edición se realiza bajo una licencia Creative Commons Atribución-No comercial 2.5 Argentina. Por lo tanto, la reproducción del contenido de este libro, total o parcial, por los medios que la imaginación y la técnica permitan sin fines de lucro y mencionando la fuente está alentada por los editores.

Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina


Vacunaciones sistemáticas en cuestión: ¿son realmente necesarias? Juan Manuel Marín Olmos



Prólogo En 2012, Montse Catalá i Morera nos visitó en ocasión de la publicación argentina del libro Parir, nacer y crecer. Cuando abrió la valija vimos que apenas había empacado unas pocas prendas y muchos libros. Entre ellos un ejemplar de Vacunaciones sistemáticas en cuestión (Icaria 2004) de Juan Manuel Marín Olmos. En 2014 conocimos finalmente a Juan Manuel y sellamos el acuerdo de trabajar en esta actualización de su libro, que hoy sale publicado para América. Dialogamos el texto con el doctor Eduardo Yahbes y este prologo es el resultado de esas conversaciones: Este libro de Juan Marín Olmos es valiente y valioso. Valiente porque hay que serlo para cuestionar un sistema vacunatorio que cuenta con el respaldo económico de los grandes laboratorios y de un sistema de medios que responde al unísono y a nivel mundial vituperando a quienes se atreven a cuestionarlo. Debido a lo consolidado que está el mito vacunal, se hace necesario insistir con las explicaciones que demuestran que las vacunas, en general, se comenzaron a aplicar cuando las epidemias y su carga mortal se habían reducido significativamente. Luego de las vacunas la curva continuó su descenso del mismo modo que antes de la inoculación vacunal –al igual que para las enfermedades sin vacunación-. Esto ha sido así con la excepción de algunas vacunas que provocaron inicialmente un incremento de los casos: viruela, difteria, polio. Cuando se produce algún brote epidémico se culpa a quienes no se vacunan de ser sus causantes, aunque quienes padezcan la enfermedad estén vacunados (y re vacunados) en alguno de estos brotes hasta en un noventa y nueve por ciento. Esta insistencia del sistema en culpar y estigmatizar a quienes no están vacunados se hace indispensable, por un lado para seguir consolidando el mito vacunal y por otro como un mecanismo de presión social en donde la población se pone uno contra otro, mirándose sospechosamente, cuando –como en los países europeos- la vacunación no es obligatoria como aquí. 5


También hay que destacar como mérito de este trabajo, que corre el eje de la causa de las enfermedades del binomio vacunados/no vacunados, mostrándonos claramente que las causas de las enfermedades son la desigualdad, las guerras, la pobreza, la falta de inversión en infraestructura, la ausencia de agua potable, la mala alimentación, etc., con lo que queda claro que al instaurar la vacunación sistemática, los Estados deciden invertir los recursos “de todos” en comprarle vacunas a los laboratorios en lugar de mejorar nuestra calidad de vida. El negocio es redondo: cada ciudadano se convierte en un cliente al nacer, al cual no solo le venden la vacuna sino todo lo necesario para paliar los efectos post vacunales que, como no se llevan estadísticas, son difíciles de comprobar. Y lo mejor es que lo hacen para salvarnos de terribles enfermedades. Es interesante, para ilustrar esta situación, un ejemplo local: la reciente implementación de la vacuna contra el rotavirus, una enfermedad causada por la ausencia de infraestructura de cloacas, que afecta a los sectores más pobres de la población infantil. Lejos de invertir en políticas que mejoren las condiciones de vida de esos sectores vulnerables, el Estado decide vacunar a toda la población infantil corriéndonos con el miedo a una enfermedad totalmente evitable. Y es valioso este libro por los aportes científicos basados en los hechos y en la información oficial acerca de la real efectividad e inocuidad de las vacunas. Es interesante destacar que Marín Olmos, además de médico, es historiador y ha trabajado durante años relevando estadísticas y boletines clínicos para realizar sus investigaciones que, aunque a prima facie puedan considerarse alejadas a nuestra realidad -puesto que estos datos están extraídos de estadísticas sobre España y Europa en general-, sin embargo su trabajo es extrapolable a lo que sucede en Argentina, que no cuenta con estadísticas fiables. No son fiables, entre otras razones, porque la Resolución Nº 281/02 de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires no ha sido tenida en cuenta por el Poder Ejecutivo, desoyendo esta resolución que considera que debe ser respetado el Derecho al Consentimiento Informado y que se debe implementar un sistema de registro de los efectos adversos a las vacunas. Desde ya que a nivel nacional la situación es similar a la de la Ciudad de Buenos Aires, con el agravante de que la pobreza y la desnutrición se presentan en mayor proporción. Y no solo es extrapolable a nuestro país sino a todos, porque lo que demuestra el autor es cómo las autoridades sanitarias manipulan la infor6


mación con total desfachatez y eso, sabemos, no es patrimonio español sino mundial. Juan Marín Olmos nos enseña a diferenciar muy bien entre eficacia, que significa elevación de anticuerpos; y efectividad, que se refiere a la comparación de la incidencia de la enfermedad entre población vacunada y no vacunada. Por supuesto el sistema trata de evitar esta comparación, para que no nos enteremos de que no son tan efectivas ni, sobre todo, tan inocuas. El trabajo también explica muy bien la famosa necesidad de lograr “inmunidad de rebaño” vacunando a un 95% de la población susceptible, a través de una fórmula matemática sesgada que no tiene correlato con la realidad, por ser simplemente los vacunados quienes padecen la enfermedad en mayor proporción. Esto, que parece ser sacrílego para la creencia vacunal, se explica por el conocimiento del sistema inmune. No es lo mismo una enfermedad natural que genera una respuesta armónica entre los dos aspectos de este sistema: humoral y celular, en aquellas personas capaces de reaccionar, que recibir la inyección de un complejo inmuno-tóxico que solo puede elevar los anticuerpos en sangre, pero no los anticuerpos de la superficie mucosa (Inmunoglobulina A) y para colmo deprimiendo la variante celular del sistema inmune. A estos efectos, se le suma la acción tóxica de ciertos componentes vacunales, la presencia de virus contaminantes, como también de material genético de virus, bacterias y cultivos celulares (humanos y animales) que explica la gran variabilidad de los efectos adversos que pueden generar. Habrá que leer este sólido y al mismo tiempo ameno texto de Juan Marín Olmos, para adentrarse en los detalles de un sistema vacunatorio cuestionado por todos los investigadores que no tienen conflicto de intereses. Dr. Eduardo Ángel Yahbes Profesor Emérito de Medicina Homeopática

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Introducción En realidad no sé con exactitud cuando empecé a interesarme por el mundo de las vacunas. Me licencié en Geografía e Historia hace más de veinte años y aunque tenía suficientes conocimientos sobre los parámetros que inciden en la dinámica demográfica, estaba convencido, como casi todo el mundo, de que las enfermedades infecciosas epidémicas habían desaparecido gracias a las vacunas. Y no solo eso, creía igualmente que las vacunas carecían de efectos secundarios y que por tanto constituían uno de los avances más asombrosos y generosos de la historia de la medicina y la humanidad. Algunos años después me licencié en Medicina y Cirugía. El tema vacunal no se abordaba directamente durante la carrera, se estudiaba algo de inmunología, algo de microbiología, el calendario vacunal en pediatría y poca cosa más. La consideración del origen de la enfermedad como algo exclusivamente externo, como resultado de agresiones físicas, químicas y sobre todo microbianas hacía que la creencia se acrecentara. En mi caso, sin embargo, los contactos con otras corrientes de pensamiento, con otras formas de entender la salud, la enfermedad y la curación abrieron los primeros interrogantes. Éstos se incrementaron al comenzar el trabajo clínico. En efecto, bebés y niños que hasta el momento de la vacunación mostraban un perfecto estado de salud, de golpe empezaban a enfermar. La necesidad de encontrar respuestas satisfactorias hizo que poco a poco me fuera adentrando en este apasionante mundo. Conocí a otros médicos interesados en el tema y entré en contacto con los grupos médicos de reflexión sobre las vacunas. Supe además de la existencia de diferentes asociaciones, nacionales e internacionales, que defendían los derechos civiles y constitucionales de las personas y que se enfrentaban, sin apenas medios, a todo el aparato institucional que sustenta la praxis vacunal. Desde entonces han pasado unos quince años y mis conocimientos son ahora mucho más sólidos y profundos. En el intervalo, el gigante ha mostrado 9


que sus bases no son tan firmes como aparenta. No solo los fundamentos teóricos de la vacunología son simples y reduccionistas. A menudo el marketing y la propaganda vienen a sustituir las carencias del método y a ocultar los no tan infrecuentes, y a veces graves e irreversibles, efectos adversos. Además, detrás de una praxis que pretenciosamente se sitúa por encima del bien y del mal se oculta una compleja e imponente trama de intereses. Han pasado más de dos siglos desde que Edward Jenner experimentara la primera vacuna, no con su prole sino con el hijo de un bracero que trabajaba para su familia, y en la actualidad la vacunación es una práctica médica habitual, aunque no por ello deja de ser una práctica especial. El calificativo de habitual no nos dice gran cosa; también son habituales el consumo de antibióticos, de antiinflamatorios y otras sustancias. Las vacunas son especiales porque concurren en ellas una serie de circunstancias tan extraordinarias y complejas, que ha hecho que se las eleve a la categoría de mito. La palabra mito puede ser utilizada con una doble acepción; se puede utilizar como algo sublime, como aquello que encarna, simboliza atributos extraordinarios; y también se puede utilizar como aquello carente de base, como deseo más que como realidad, como fábula o fantasía. Este segundo sentido es el que nosotros le damos. Pero... ¿cuál es el mito? Si hiciéramos una encuesta, un estudio de opinión y, por ejemplo, lanzáramos la pregunta: “¿cuál cree Ud. que es la causa más importante del descenso de las enfermedades infecto-contagiosas?” es probable que, tanto entre la población general, como entre la población sanitaria en particular, la respuesta más común fuese: “Las vacunas son las responsables de este descenso”. Este sería el mito; es decir, la creencia generalizada — y subrayamos la palabra creencia— de que “gracias a las vacunas han desaparecido las epidemias”. Y no estamos diciendo con esto que las vacunas no tengan efectos biológicos, lo que queremos afirmar es que esta creencia está tan firmemente arraigada en la población, que a menudo no solo se obvian aspectos fundamentales en el control y evolución de las de las enfermedades infecto-contagiosas, sino que se atribuyen, de manera simplista y maniquea, a las vacunas méritos que corresponden a otras medidas y a otros factores. Nos estamos refiriendo al desarrollo de la higiene, al desarrollo económico y a la mejora, en definitiva, de las condiciones de vida: alimentos, vivienda, ropa, calefacción, potabilización de aguas, recogida de basuras, recogida de aguas residuales, red de cloacas... 10


En las páginas que siguen trataremos de demostrar que la creencia no está justificada. Trataremos también de poner sobre el tapete aspectos confusos de la praxis vacunal, así como los peligros potenciales de las vacunas actuales y de las venideras. Con los datos que ofrecemos es casi obligatorio plantearse: ¿son realmente necesarias las vacunaciones masivas?, en el contexto actual, las vacunaciones sistemáticas e indiscriminadas ¿son beneficiosas o el balance es más bien negativo? ¿son las vacunaciones sistemáticas las responsables del incremento espectacular en los últimos treinta años del asma y las alergias, de los síndromes autistas, de las diabetes juveniles? ¿son las vacunaciones masivas la razón última de lo que podemos denominar, desde ahora, modernas epidemias? Creemos que estas preguntas demandan una respuesta y requieren una reflexión que implique a los ciudadanos como usuarios y receptores, y a las autoridades sanitarias y a los colectivos profesionales como responsables últimos de la salud pública. En las páginas que siguen, también se hacen algunas reflexiones sobre el hegemónico paradigma mecanicista y sus derivaciones científicas, y sobre algunos postulados biológicos que se remontan al siglo XIX. Algunos de ellos, que dan cobertura teórica y fundamentan aspectos muy importantes de la práctica médica, deberían ser revisados a la luz de los conocimientos actuales. El libro se ha estructurado de forma coherente de principio a fin, siguiendo un orden preciso. De todas formas, no es preceptiva una lectura secuencial, aunque la aconsejamos. En función de los conocimientos, el lector puede optar por leer los capítulos de forma aleatoria según sea su curiosidad e interés. Como libros básicos se han utilizado manuales de inmunología, de medicina interna, libros clásicos de historia de la medicina, manuales de vacunología como Vacunaciones preventivas de Lluís Salleras y colaboradores y otros libros críticos con los postulados vacunalistas. Destacan en este sentido los textos de Xavier Uriarte, el de Michel Georget, el de Jean Pilette, y en menor medida el de Harris Coulter y el de F. Delarue. Se han utilizado numerosos trabajos y artículos publicados en revistas especializadas y en los medios de comunicación así como boletines epidemiológicos y de farmacovigilancia editados por la Administración sanitaria. Al final del texto se hace una relación exhaustiva de la bibliografía y las fuentes consultadas. Las gráficas son de elaboración propia, para lo cual ha sido preciso consultar los archivos y anuarios del Instituto Nacional de Estadística de España y de la Comunidad Autónoma de Catalunya. 11



I. Origen de las vacunas La palabra vacuna viene, aunque resulte sorprendente, de vaca. A menudo, el origen de la vacunación se vincula a la persona de Louis Pasteur, figura legendaria que murió en 1895 en el Instituto que lleva su nombre. Pero en sentido estricto, los orígenes de la vacunación como tal se remontan a cien años antes, 1796, y están relacionados con el médico inglés Edward Jenner, que fue quien acuñó el término que hoy es universal. No obstante, las bases de este fenómeno ni siquiera corresponden a Jenner, en realidad el principio de la vacunación es fruto de un proceso de evolución compleja, cuyo precursor inmediato fue la práctica conocida como variolización. De hecho vacuna y viruela fueron de la mano durante todo el siglo XIX, y no sabemos qué hubiera sido de la vacunación sin la existencia de esta temible enfermedad. En cualquier caso podemos distinguir, grosso modo, tres períodos sucesivos en la historia de lo que actualmente conocemos como inmunización. Una primera época corresponde a la variolización que se desarrolló a lo largo del siglo XVIII. La segunda tuvo lugar en el siglo XIX y se corresponde con la vacunación en sentido estricto. La tercera se corresponde con el concepto actual de inmunización y empezó a desarrollarse en el último tercio del siglo XIX de la mano de otros descubrimientos, en especial de la microbiología.

La variolización La viruela era una enfermedad de origen vírico, que atemorizaba a las poblaciones europeas de hace unos dos o tres siglos, aunque no siempre fue así. De hecho Europa ya conocía una forma de viruela, que afectaba sobre todo a los niños, cuyos efectos no eran, en general, graves. No obstante, durante los siglos XVII y XVIII las epidemias de viruela fueron diezmando progresivamente a las 13


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poblaciones urbanas, seguramente a consecuencia del incipiente proceso de industrialización, que se tradujo en un desplazamiento cada vez mayor de campesinos hacia los suburbios de lo que en ese momento empezaban a ser núcleos industriales. Las condiciones de vida a la que se vieron abocados millares de hombres, mujeres y niños han sido perfectamente reflejadas por autores clásicos de la literatura; un ejemplo, aunque hay muchos más, puede ser la maravillosa obra Los Miserables del francés Víctor Hugo. Es sabido que las epidemias de viruela mataban a millares de adultos y niños, evocando los grandes horrores de las pestes de la Edad Media. Meyer Friedman y Gerald Frieland afirman que la mortalidad oscilaba entre el 20 y el 40 por ciento.1 En los supervivientes dejaban, además, una serie de secuelas horrendas, entre las que destacaban la ceguera y los rostros desfigurados. Estos mismos autores relatan que una persona en apariencia normal enfermaba de pronto gravemente, el cuadro en las primeros momentos se presentaba en forma de jaquecas, fiebre alta, dolores en los miembros, vómitos e, incluso, delirio. Tres o cuatro días después aparecían manchas rojas en la piel, que a los pocos días se convertían en vesículas llenas de una serosidad purulenta. La mayoría de estas lesiones se localizaban en la cara, pero también en los ojos y extremidades; si el enfermo sobrevivía, profundas cicatrices o la ceguera le acompañaban de por vida. En los siglos XVII y XVIII casi un tercio de la población de Londres presentaba las horribles huellas de la viruela, y aproximadamente dos tercios de las personas ciegas habían perdido la visión a causa de esta enfermedad.2 Las prácticas encaminadas a desencadenar respuestas defensivas ante las infecciones se pierden en la noche de los tiempos. En lo que a la viruela se refiere, en medios populares desde hacía tiempo era conocido que las personas que la habían padecido escapaban a las epidemias y, por esto, se intentaba contagiar voluntariamente a las personas sanas con la ropa de enfermos afectados de viruela benigna. Los resultados no eran los esperados en un buen número de ocasiones. La técnica de la variolización era conocida ya en Asia en el año 590 a.C.3 Consistía en la transferencia de material infeccioso de una lesión variolosa a personas sanas para volverlas resisten1 FRIEDMAN, F. y FRIEDLAND, G.W., Los diez mayores descubrimientos de la medicina. Ed. Paidós, Barcelona, 1999. 2 FRIEDMAN, F. y FRIEDLAND, G.W., Op. Cit

3 URIARTE, X., Los peligros de las vacunas, Ed. Atica-Salud, Barcelona, 2002. 14


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tes. Durante la Edad Media la técnica se extendió a otras áreas geográficas como Persia, Turquía, Libia y finalmente Europa. En China e India se tomaba la costra de la lesión de un superviviente, se trituraba, y el polvo resultante se introducía en la nariz. Si era un varón en el orificio izquierdo, si era una mujer en el derecho. Los árabes desarrollaron una técnica distinta que nos es más familiar. Hacían incisiones en las extremidades de una persona sana y frotaban con el material extraído de una pústula variolosa. Este fue el método que Lady Montagu, esposa del embajador inglés en Turquía, intentó introducir y extender en su país a principios del siglo XVIII. Hay que tener presente que Mary Wortley Montagu era una mujer muy bella cuyo rostro fue desfigurado por la viruela. Según Friedman y Friedland, en 1735 unas 850 personas en Gran Bretaña se habían sometido a la variolización4 y aunque lady Montagu, y su gran capacidad de persuasión, habían conseguido introducirla entre la aristocracia, el procedimiento generaba una gran polémica por lo arriesgado y peligroso. De hecho en varios estados de las colonias americanas el método fue prohibido.5 Según estimaciones recientes se calcula que murieron alrededor del 12% de los tratados. En España un gran defensor de las inoculaciones fue el empirista y racionalista fray Benito Jerónimo Freijóo,6 pero las disputas entre defensores y detractores del método alcanzaron gran relieve.

La vacunación Como método, la vacunación propiamente dicha es obra directa del médico inglés Edward Jenner nacido en Berkeley el 17 de mayo de 1749; seis años después, en 1755, vería la luz, en Meissen —Alemania—, el doctor Samuel Hahnemann, fundador de la medicina homeopática, una de las terapias más efectivas en el tratamiento y prevención de los efectos adversos posvacunales. Edward Jenner fue un personaje singular y polifacético. Siendo el octavo de nueve hermanos, quedó huérfano a muy temprana edad cuando esto ocurrió solo contaba cinco años. 4 FRIEDMAN, F. y FRIEDLAND, G.W., Op. Cit. 5 FRIEDMAN, F. y FRIEDLAND, G.W., Op. Cit. 6 URIARTE, X. Op. Cit

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A los ocho ingresó en un internado. Como no se le daban bien el griego y el latín, asignaturas muy importantes en la época, su expediente fue poco brillante. La mediocridad académica impidió su acceso a las facultades de medicina más reputadas, por lo que se formó como un modesto cirujano.7 En aquel tiempo medicina y cirugía iban por separado y no tenían el mismo rango. De hecho unas de las figuras características del Medioevo era la del cirujanobarbero. Posteriormente amplió sus estudios en el Hospital Saint George. Allí se convertiría en discípulo y amigo de John Hunter, jefe de cirugía del hospital, y a la postre uno de los más celebres cirujanos de Inglaterra. Jenner tenía además otras ocupaciones y aficiones, entre las que destacaban la música, la química, la ornitología, pero la idea de conseguir un método eficaz contra la viruela estaba siempre presente en sus pensamientos, desde que en 1768 llegara a sus oídos un relato según el cual las ordeñadoras de vacas que padecían la viruela vacuna —enfermedad leve en los humanos— quedaban indemnes de la viruela humana; no obstante hubieron de transcurrir casi veinte años para que hiciera la primera experimentación en firme. En este intervalo los ejemplos clínicos de que la viruela vacuna protegía contra la viruela humana eran más numerosos, también era cada vez más evidente la relación entre las diferentes viruelas animales, es decir, la bovina, la equina, la porcina y la humana. Aunque entonces lo desconocían, hoy sabemos que todas están causadas por un virus, exactamente un orthopoxvirus y que cualquiera puede infectar a la raza humana. Todo ello aumentó la confianza de Edward Jenner, permitiéndole diseñar un experimento, en el convencimiento de que el nuevo procedimiento sustituiría a la ya antigua y polémica variolización. La prueba en sí era sencilla, bastaba con inocular viruela vacuna a una persona sana que nunca hubiese tenido viruela y esperar unos días para, después de la recuperación, infectarla con viruela; si ésta no prendía quedaría demostrado que la viruela vacuna confería inmunidad, es decir, protegería contra la temible viruela. El experimento tuvo lugar el 14 de mayo de 1796, el elegido fue un niño de ocho años llamado James Phipps, hijo de un humilde bracero sin techo que trabajaba para la familia Jenner; de esta manera se evitarían problemas en caso de imprevistos.8 Se realizaron dos o tres incisiones en el brazo del niño y acto seguido, tras impregnar 7 FRIEDMAN, F. y FRIEDLAND, G.W., Op. Cit. 8 FRIEDMAN, F. y FRIEDLAND, G.W., Op. Cit 16


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la lanceta con la secreción de una pústula de viruela vacuna, el niño fue infectado. A los pocos días aparecieron vesículas similares a las de la viruela vacuna, acompañadas de febrícula. Una vez recuperado y al cabo de mes y medio, el 1 de julio para ser exactos, se le infectó con viruela humana, pero la temible enfermedad no apareció. Nunca podremos saber qué hubiera pasado si previamente no hubiera recibido la viruela vacuna, lo cierto es que este experimento es considerado como el hito que marca el nacimiento de la vacunación y supuso el pistoletazo de salida de lo que podemos denominar período vacunalista. Edward Jenner tuvo que seguir batallando para obtener el reconocimiento, pero en líneas generales el descubrimiento produjo un gran entusiasmo. Según Regis Pluchet, en dos años se extiende por Europa y en menos de diez da la vuelta al mundo.9 En 1803 fue creado en París un Comité Central de la Vacuna, la gente próxima a Napoleón vacunaba a sus hijos y el mismo Emperador hizo lo propio en 1811 con quien habría de ser el rey de Roma. En 1825 el Comité de la Vacuna se transformaría en la Academia de Medicina que aún existe hoy. Como en el caso de la variolización, la vacunación estuvo cargada de polémica desde sus orígenes. Para los defensores a ultranza de esta práctica, la vacuna era un dechado de virtudes; no solo prevenía sino que curaba infinidad de enfermedades, ya fueran afecciones de piel, respiratorias, reumáticas, nerviosas etc. Encontramos ya aquí los elementos que contribuirían a la formación del mito al que nos referíamos en la introducción. El entusiasmo que despertó hizo que los experimentos se multiplicaran por doquier, lógicamente éstos se realizaban con los niños de las clases sociales más depauperadas y especialmente en los orfanatos, en ocasiones sin ningún tipo de autorización ni control. Al respecto, uno de los episodios más sórdidos es el que, desde algunos sectores, se califica como “Epopeya española de la vacuna de la viruela”,10 cuyo ideólogo fue el médico alicantino Francisco Javier Balmis. A esta aventura se han referido recientemente los medios de comunicación con motivo de su 2º centenario. Según las publicaciones aparecidas, Balmis logró llevar el virus de la viruela a América en 1803 utilizando como cobayos humanos los cuerpos de 22 niños procedentes de orfanatos. El artículo de referencia constata que en 9 PLUCHET, R., “La vacunación, una historia picante”, en La Salud en tus manos, Boletín n° 1, Liga por la Libertad de Vacunación, Barcelona, 1999. 10 RIVERA, A, “Epopeya española de la vacuna de viruela”, “El País” 17.04.02 17


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La Gaceta de Madrid de 1805 podemos leer: “Llevaba, además, la expedición conveniente número de nodrizas y 22 niños”.11 El mismo trabajo dice, basándose en el libro de Gonzalo Díaz de Yraola sobre la expedición, escrito en los años cuarenta del siglo XX, que F. Balmis cruzó el Atlántico con el grupo de niños, los cuales iban siendo inoculados de dos en dos semanalmente con el material de las pústulas de los vacunados la semana anterior. Y continúa diciendo que, al llegar a América, el problema de Balmis no solo fue buscar nuevos portadores de la vacuna, sino también “desembarazarse” de los niños ya utilizados.12 Lo sorprendente de este episodio es que 200 años después la Sociedad Española de Virología pretende celebrar el evento calificándolo de epopeya; es decir, en vez de condenar una práctica incalificable que ofende a la sensibilidad y atenta a los derechos humanos, algunos de nuestros científicos se aprestan a homenajearla. Y podrán alegarse excusas en el sentido de que eran otros tiempos, pero lo cierto es que la expedición se realizó después de que la Revolución Francesa de 1789 hiciese pública la declaración de los “Derechos del Hombre y el Ciudadano”. Realmente asombrosa esta apología del despropósito que pone de manifiesto que a lo largo de la historia de la humanidad siempre han existido grupos, en diferentes ámbitos de la vida, para los que el fin justifica los medios. El apasionamiento por la vacuna no tardaría en mostrarnos su otra cara. Los casos de viruela bovina no eran muy abundantes y además ésta tenía tendencia a desaparecer después de unos años para luego reaparecer súbitamente. El mismo Jenner era consciente de que el proyecto solo funcionaría si se transmitía la viruela vacuna de un ser humano a otro, ya que la vacuna pura de viruela vacuna no era fácil de obtener y conservar. Hemos de tener en cuenta que en esos momentos no existía la microbiología; aunque se sospechaba, no se tenía constancia fehaciente de la existencia de las bacterias y menos aún de los virus, en consecuencia no se podían cultivar; el contagio como concepto era demasiado genérico. De este modo los vacunadores, para poder disponer de suficiente material como vacuna, lo obtenían de las pústulas que se formaban en la piel de las personas vacunadas, pero como la práctica de la vacunación de brazo a brazo se hacía sin tener en cuenta que las personas podían padecer otras enfermedades contagiosas, con el paso del tiempo lo que sucedía era que, además de provocar brotes 11 RIVERA, A, “Epopeya española de la vacuna de viruela”, “El País” 17.04.02

12 RIVERA, A, “Epopeya española de la vacuna de viruela”, “El País” 17.04.02 18


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epidémicos de viruela, también se transmitían otras enfermedades infecciosas por las vacunas contaminadas, en especial la sífilis. A juicio de Régis Pluchet, la ceguera de los vacunalistas era tal que no admitían ninguna crítica. Tardarían años en admitir que las vacunas podían estar contaminadas.13 Si por un momento hacemos un esfuerzo de imaginación y nos trasladamos a la primera mitad del siglo XIX nos podemos hacer una pequeña idea de la confusión y el caos que envolvían a esta práctica. Por un lado empezaban a constituirse los estados modernos, por tanto no existían instituciones, ni autoridades sanitarias tal y como las conocemos hoy; por otro no existía la microbiología ni técnicas de cultivo de microorganismos, de hecho la Química y la Biología estaban en sus albores; tampoco existía la idea de contagio y transmisión tal y como la entendemos en la actualidad y, por supuesto, la higiene y la salud pública brillaban por su ausencia. En este contexto el material para inocular se obtenía de donde se podía, unos de las pústulas humanas, otros de las pústulas de las becerras, otros mezclándolo; esto que, a menudo, es minimizado por la literatura vacunalista y presentado bajo tintes épicos de la lucha del hombre contra la adversidad, no deja de ser asombroso y hasta cierto punto aberrante. Lluís Salleras, hasta hace poco Director General de Salud Pública de Catalunya, escribía no hace mucho “La seguridad es una propiedad fundamental de cualquier vacuna (....) hay que tener presente que las vacunas se administran a personas sanas que no necesariamente contraerán la enfermedad si no se vacunan (...) en los países desarrollados el dintel de aceptación podría estar por debajo de una complicación vacunal mortal por cada millón de vacunados en el caso de enfermedades que la población perciba que causan un impacto sanitario importante (...) De hecho es probable que alguna de las primeras vacunas comercializadas (p. ej. la de la viruela y la BCG) nunca lo hubieran sido si se hubieran aplicado entonces los estándares de seguridad que demanda la población de los países occidentales en la actualidad (la cursiva es nuestra)”.14 Habría, también, mucho que debatir con Salleras respecto a la seguridad actual de las vacunas y su relación con la emergencia y eclosión de nuevas y complejas enfermedades, de nuevas y modernas epidemias; tiempo habrá aunque el texto es ilustrativo por si solo; no obstante, lo primero que se puede argumentar es que en 13 PLUCHET, R. Op. Cit.

14 SALLERAS, LL. Vacunaciones preventivas, 8-I. Ed. Masson, Barcelona, 1998. 19


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los años veinte los promotores de las vacunas mencionadas las consideraban seguras, existiendo al respecto numerosas referencias bibliográficas que sin duda Lluís Salleras debe conocer. Por ejemplo en 1928, ante la polémica por la posible virulencia de la BCG, se convocó una reunión internacional de expertos que llegó a la conclusión de que la administración de la vacuna contra la tuberculosis (BCG), por vía oral o subcutánea, era incapaz de provocar tuberculosis. Dos años después tuvo lugar la tragedia de Lübeck. De 252 niños vacunados por vía oral 72 murieron de tuberculosis y 32 más sufrieron la enfermedad. En 1931, un año después de la tragedia Lübeck, la Academia de Medicina de París volvió a certificar la inocuidad de la vacuna.15 Desde sectores vacunalistas se alega que la vacuna estaba contaminada por manipulación indebida, pero en el capítulo correspondiente a la tuberculosis se aportan datos sumamente esclarecedores acerca de una vacuna de eficacia más que dudosa y de efectos adversos realmente dramáticos. En el caso de la difteria, en 1927 la Academia de Medicina de París, ante la polémica suscitada por los efectos adversos de la vacuna, entre los que podemos destacar la eclosión de brotes epidémicos en los reclutas vacunados, solicitó a los poderes públicos la sistematización de la vacuna, ya que “cette vaccination a fait preuve de son efficacité et de son innocuité”16 (“esta vacunación ha demostrado su eficacia e inocuidad”). Muchos más ejemplos sobre la viruela, la tos ferina, la gripe, etc. harían esta lista infinitamente larga. Lo segundo que se puede argumentar es que a medida que vamos profundizando en los conocimientos biológicos, sustancias que en principio se consideran seguras dejan de serlo en no mucho tiempo. Eso es lo que está sucediendo en estos momentos con el aluminio y el mercurio vacunales y con otras sustancias químicas utilizadas en agricultura, alimentación, medicina y otros ámbitos de la actividad humana. Es probable, entonces, que en un futuro no muy lejano la seguridad de las actuales vacunas sea cuestionada incluso por los mismos que hoy mantienen lo contrario. El ambiente polémico que rodeaba a las vacunaciones despertaba cada vez más dudas, y la desconfianza de la población iba en aumento por lo que las resistencias también se incrementaron. Esto obligó a las autoridades, con la presión de los sectores vacunalistas, a decretar leyes de obligatoriedad. En España los primeros 15 ALCAIDE, J. ALTET, M y SALLERAS, LL en SALLERAS, LL. Vacunas Preventivas, 405-406 Ed. Masson, Barcelona, 1998. 16 TISSOT, J. Le catastrphe des Vaccinations obligatoires, Ed. Alis, Francia, 1994. 20


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edictos de obligatoriedad y represión fueron adoptados por la alcaldía de Barcelona el 27 de noviembre de 1822, durante el llamado trienio constitucional. A juicio de Joan Canimas este edicto sería la primicia de las numerosas leyes y resoluciones que perseguirían a la población durante todo el siglo XIX.17 Inglaterra impuso la vacunación obligatoria a los recién nacidos en 1853, produciéndose en 1872 brotes epidémicos que dieron lugar a más de 42.000 muertos.18 A juicio de algunos expertos fue precisamente la vacunación la que demoró la eliminación de la enfermedad. Francia hizo lo mismo en 1902 justo cuando la viruela ya había perdido, gracias a la higiene, el carácter de catástrofe social. Por esas mismas fechas en Inglaterra, como resultado de las manifestaciones populares, se instituyó una cláusula de conciencia que permitía eludir la obligatoriedad vacunal. También en 1890 se publicó en Berlín el primer manifiesto médico contra la vacunación.19

La inmunización El empuje vacunal fue relanzado a finales del siglo XIX con el advenimiento de una nueva disciplina: la microbiología. El desarrollo técnico que impuso la Revolución Industrial hizo posible la mejora de las lentes y la óptica del microscopio, lo cual permitió constatar la existencia de unos seres diminutos con vida propia a los que se puso el nombre de microbios (de micro=pequeño y bío=vida). La existencia de estos microorganismos se sospechaba desde hacía tiempo, pero la constatación fehaciente de su existencia y la vinculación posterior a numerosos procesos patológicos abrieron grandes expectativas. El ser humano creyó por fin encontrar al culpable de sus desgracias. Por primera vez la humanidad vislumbró, de forma muy simple, la posibilidad de acabar con las enfermedades, el paraíso dejaba de ser un anhelo para convertirse en una meta real, era solo una cuestión de tiempo. La Teoría de la Etiología Específica, que se desarrolló a rebufo de la microbiología, postulaba que cada enfermedad podía relacionarse con un determinado microorganismo, por tanto si se acababa con estos 17 CANIMAS, J. Vacunación y Estado, Natura Medicatrix n° 22, Barcelona, 1990. 18 ANONIMO, Vaccinations: 50 things Doctor forgot to tell you. 19 Natura Medicatrix n°46-47.

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intrusos se acabarían las enfermedades. A partir de este instante empezó la búsqueda incesante de sustancias y “proyectiles mágicos” eficaces contra tan diminuto, invisible y peligroso enemigo. La producción industrial a gran escala de antibióticos y vacunas, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, ha sido para bien y para mal, una de sus principales consecuencias. El aislamiento y cultivo de microbios abrió el camino de lo que en rigor se denomina inmunización activa, aunque se siga utilizando a nivel popular la antigua denominación. El desarrollo técnico hizo posible que poco a poco, y a partir de la segunda mitad del siglo XX de forma más rápida, se fabricaran más y más vacunas, configurando el actual panorama vacunal, que ha recibido otro nuevo impulso con la irrupción imparable de la ingeniería genética. En un período de tiempo relativamente corto hemos pasado de la variolización a la transgénesis. Figuras legendarias, y rivales, de esa época fueron el francés Louis Pasteur, creador, entre otras, de la vacuna contra la rabia, del instituto que lleva su nombre y de una de las industrias que más vacunas produce a día de hoy, nos referimos al laboratorio Pasteur-Merieux, y el alemán Robert Koch, descubridor del bacilo tuberculoso, también llamado bacilo de Koch en su nombre.

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II. El sistema inmunitario Para entender cómo funcionan las vacunas y poder evaluar mejor los beneficios y los riesgos, es preciso tener nociones elementales de inmunología. La inmunología es una disciplina relativamente nueva y utiliza un lenguaje cargado de palabras nuevas también, que para la mayoría de las personas ajenas al oficio resultan ininteligibles. Aunque no es tarea fácil, intentaremos hacer una aproximación en términos comprensibles. Como la vida es muy difícil de definir, lo que se suele hacer es definir a los seres vivos adjudicándoles una serie de atributos. Clásicamente se define un ser vivo como un ser con capacidad de nutrición, relación y reproducción. Si miramos a nuestro alrededor veremos infinidad de seres que cumplen estos tres requisitos básicos. Tenemos así bacterias, hongos, levaduras, vegetales, animales y dentro de cada grupo infinidad de especies y subespecies contribuyendo a que la biodiversidad sea, por el momento y si el animal humano no lo impide, una de las características más bellas del planeta Tierra. Desde esta consideración, los virus no están catalogados como seres vivos puesto que son estructuras simples sin capacidad de nutrición. La función de los seres vivos es vivir y hacer que la vida perdure, haciendo realidad la conocida sentencia bíblica del “creced y multiplicaos” y para ello no basta con nutrirse, relacionarse y reproducirse. Los seres vivos deben ser capaces de sortear infinidad de situaciones comprometidas para cumplir ese mandato y es por eso que están en posesión de una compleja gama de respuestas a las que genéricamente llamamos mecanismo de defensa. Desde una perspectiva amplia, al mecanismo de defensa lo podemos identificar con el sistema inmunitario, si bien es cierto que habitualmente se identifica a este sistema con la actividad de un grupo de moléculas y de células familiarmente conocidas como leucocitos (leuco=blanco, cito=célula) al que podemos llamar, para entendernos, sistema inmunitario propiamente dicho. Hablaremos de él más adelante. 23


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Para la mayoría de la población, “inmunitario” o “inmune” es sinónimo de protección, de defensa. Inmunitario tiene la misma raíz que inmutable y vienen a significar lo mismo, es decir nomutable, que no cambia, estable. Por tanto, el sistema inmune se encarga de mantener la estabilidad de esa infinidad de reacciones biológicas que se producen sin cesar en los seres vivos. Jugando con las palabras podríamos definir al sistema inmunitario como ese sistema que se encarga de mantener la inmutabilidad de un proceso de mutación constante que es lo que llamamos vida. ¿Cuáles son las respuestas inmunitarias en un sentido amplio? En el caso de los humanos y otros mamíferos, un amplio abanico de reacciones integradas cuya finalidad última es el bienestar y la supervivencia. Así por ejemplo, ante una amenaza pueden aparecer temor o ansiedad, que a su vez activarán mecanismos de defensa, ataque o huida. En caso de que algún objeto o sustancia dificulte la respiración se pondrá en marcha una reacción que llamamos tos con el fin de expectorar (sacar del pecho) el obstáculo que impide una función tan primordial como es el intercambio de gases. Si ingerimos un alimento en mal estado o cualquier sustancia que nuestro organismo perciba como tóxica, se activará el reflejo del vómito con el fin de expulsar tan nocivo acompañante. Si esto no es suficiente puede también aparecer diarrea, que evidencia un incremento del peristaltismo intestinal con la finalidad de eliminar rápidamente el tóxico ingerido. Incluso estas reacciones de desintoxicación pueden acompañarse con una erupción dermatológica que favorece aun más la limpieza interna. Los ejemplos podrían multiplicarse hasta el infinito, pero más allá de la complejidad de la respuesta implicada podemos captar que el factor común a todas, ellas, el objetivo de todas es el mantenimiento de la inmutabilidad del medio interno, es el mantenimiento de la higiene, y eso pasa necesariamente por la capacidad de reconocimiento de lo propio y de lo extraño. En pocas palabras, el sistema inmunitario hace lo mismo que hacemos nosotros cada día en nuestras casas y hogares: permitimos el acceso de las personas conocidas como son amigos y familiares, permitimos el acceso de los alimentos que nos aportan los nutrientes básicos, ventilamos, limpiamos y eliminamos basuras y suciedad, mantenemos en buen estado los desagües y vías de conducción, etc. ¿y cómo es posible todo esto? Pues básicamente gracias a la capacidad de reconocer, discriminar y recordar. Si no recordamos no reconocemos y si no recono24


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cemos difícilmente podemos discriminar, difícilmente podremos diferenciar lo bueno de lo malo, los amigos de los enemigos.

El sistema inmunitario propiamente dicho Las funciones de reconocimiento, discriminación y memoria corresponden en gran medida a lo que anteriormente hemos denominado sistema inmunitario propiamente dicho. Este sistema está compuesto por una serie de órganos, células y moléculas que trabajan coordinadamente entre sí. De todos modos el mantenimiento de la inmunidad es, como hemos visto, tarea de todo el organismo y en ella colaboran la piel, las mucosas y muy especialmente el sistema nervioso y el endócrino. Funcionalmente los manuales de inmunología dividen al sistema inmunitario en dos tipos: el innato y el adaptativo. Si bien esta división es artificiosa puesto que los seres vivos funcionan como una totalidad integrada, resulta útil para la comprensión y estudio de ese complejo universo. Se suele decir que la inmunidad innata actúa como primera barrera defensiva ante los agentes patógenos, sean estos orgánicos o inorgánicos. Si esta barrera es desbordada entraría en acción la inmunidad adaptativa, mucho más selectiva y específica. Dónde empieza la una y dónde termina la otra es imposible de determinar.

Anatomía del sistema inmunitario Mientras que la mayoría de las funciones de los vertebrados se relacionan y localizan anatómicamente en órganos concretos de fácil identificación, las células implicadas en la actividad inmunitaria se organizan en tejidos y órganos que se encuentran dispersos por toda la anatomía y que en conjunto reciben el nombre de sistema linfoide. Este sistema está constituido por la médula ósea o parte esponjosa de los huesos, el timo, el bazo, los ganglios linfáticos, las adenoides o vegetaciones, las amígdalas y por lo que antiguamente se denominaba sistema reticulo-endotelial, que son agrupaciones de tejido linfoide localizado especialmente 25


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en las mucosas, sobre todo la intestinal. Las células más importantes y conocidas son los leucocitos, también llamados glóbulos blancos, y los podemos encontrar en los más recónditos lugares de nuestro cuerpo. Los glóbulos blancos constituyen una gran familia de células procedentes de unas células más primitivas localizadas en la médula ósea de los huesos planos y largos como la cadera, el esternón, el fémur, la tibia, etc. Estas células-madre primordiales tienen la característica de ser pluripotenciales; es decir, a partir de un tronco común evolucionan hacia diferentes ramas o linajes celulares, distinguiéndose dos grandes líneas: la mieloide y la linfoide según vemos en el esquema.

Inmunidad innata o inespecífica Del linaje mieloide deriva un grupo de leucocitos cuya función más importante es fagocitar, son literalmente “células comedoras”, es como si fueran camiones de basura microscópicos; es decir, se dedican a comer sustancias, células extrañas y productos de desecho sacándolos así de la circulación. Los más conocidos son los 26


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monocitos y los polimorfonucleares, entre los que se distinguen los neutrófilos, basófilos y eosinófilos. En cualquier análisis de sangre veremos estos nombres. Las células comedoras o fagocitadoras se relacionan con la inmunidad innata, junto a una serie de moléculas conocidas como proteínas de fase aguda, entre las que destacan: la proteína C reactiva, el sistema del complemento y los interferones. Cuando una bacteria penetra en el organismo saltándose las barreras naturales — piel y mucosas— se pondrá en marcha una respuesta inflamatoria, lo que permitirá que determinadas moléculas y células dispersas por el torrente circulatorio se dirijan a la zona. Si el agente infeccioso fuese un neumococo se le unirán Proteínas C Reactivas, esto a su vez facilitará la activación y fijación a su membrana del Complemento (serie de hasta 20 proteínas que reaccionan en cadena), lo que a su vez atraerá y facilitará la acción de los fagocitos o células comedoras. Si el intruso fuese un virus la reacción sería otra. Por un lado las células infectadas producirán unas proteínas llamadas interferones que inducirán resistencia en las células vecinas. Al mismo tiempo la membrana de la célula infectada se modificará, lo que permitirá su destrucción por las células NK (Natural Killer). A esta inmunidad también se le conoce como inespecífica, porque los mecanismos implicados son independientes de la naturaleza del agresor. En la mayoría de los casos el organismo tendrá suficiente con estas respuestas, pero no dejan recuerdo, no inducen memoria y la situación podrá repetirse en numerosas ocasiones.

Inmunidad adquirida o específica Antes de proseguir conviene aclarar el concepto de antígeno. De hecho este concepto es el punto central en torno al cual pivota toda la inmunología. Se dice que los antígenos son moléculas o fracciones de moléculas susceptibles de ser reconocidas como extrañas y de desencadenar una respuesta inmunitaria. Como esta definición no es del todo explícita, tal vez captemos mejor el concepto si respondemos a la pregunta ¿cómo puede el sistema inmunitario diferenciar lo propio de lo extraño? Esta pregunta es de muy fácil respuesta ahora, pero no lo era hace unas décadas. Todos sabemos que cuando se efectúa un tras27


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plante de órganos de una persona a otra, tarde o temprano aparecerán fenómenos de rechazo. El rechazo es, además, doble; existe rechazo de la persona hacia el órgano trasplantado y del órgano hacia la persona huésped. Esta respuesta es tan profunda que incluso apenas puede ser controlada con potentes drogas inmunosupresoras. ¿Cuál es la razón? Todos los seres vivos tienen, tenemos, unos mecanismos de identificación que vienen determinados por la información genética contenida en lo que actualmente denominamos Complejo Mayor de Histocompatibilidad (histo=tejido) o MHC. En síntesis el MHC configura lo que podemos considerar nuestro DNI celular, que está formado por un conjunto de moléculas —marcadores— que en realidad vienen a ser la cara, el rostro de nuestras células. En el animal humano también se le llama sistema HLA, de Humanos Leucocitos Antígenos, acrónimo inglés de Human Leukocyte Antigen,20 porque fue en estas células donde primero los identificó el investigador y hematólogo francés Jean Dausset, nacido en 1916. Como todos los seres vivos -nos referimos a los pluricelulares obviamente- se forman a partir de una única célula madre, podemos decir que todas las células derivadas poseen el mismo rostro, todas saben que pertenecen al mismo ser, este sentido de pertenencia es el que configura su identidad. Siguiendo con el símil podríamos decir que los antígenos de este rostro o célula estarían formados por la respectiva nariz, boca, ojos, pelo, orejas. Estos antígenos llevados a un organismo o casa ajenos serán percibidos como extraños y activarán las correspondientes respuestas de rechazo, expulsión o agresión, que sería lo mismo que haríamos nosotros si alguien extraño pretende instalarse en nuestros hogares. Es por esta razón que a la hora de los trasplantes se buscan personas lo más parecidas desde el punto de vista genético, como ser familiares directos, en la confianza de que la respuesta inmunitaria de rechazo sea lo menos virulenta posible. Por tanto los antígenos estarían constituidos por sustancias o moléculas, libres o formando parte de membranas celulares, que permiten su identificación. La identificación sería posible al tener los antígenos unas formas concretas (estructura molecular), del mismo modo que cada uno de nosotros tenemos un rostro con una forma determinada por la estructura de nuestros ojos, nariz, orejas, etc. Las células relacionadas con la inmunidad adquirida son los linfocitos, nombre que también podemos observar en la mayoría 20 NdE Antígenos Leucocitarios Humanos, en castellano 28


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de análisis sanguíneos. Derivan del linaje linfoide y entre ellos se distinguen los linfocitos T y los linfocitos B. Se calcula que una persona produce al día unos 1.000 millones de linfocitos. Los linfocitos T se llaman así porque, procediendo de la médula ósea, acaban de madurar y diferenciarse en el Timo. Los linfocitos B maduran en los ganglios linfáticos de los mamíferos, procediendo de la médula ósea; en las aves, donde primero se describieron, lo hacen en la Bolsa de Fabrizio, de ahí el nombre de células B. Es a través de la maduración, en los órganos correspondientes, como los linfocitos aprenden a diferenciar lo propio de lo extraño, sentando así las bases de la inmunidad adaptativa o adquirida. Es este un proceso complejo, muy difícil de resumir, que en última instancia descansa en la capacidad que tienen los linfocitos para reconocer a miles de antígenos diferentes. El reconocimiento es posible gracias a la presencia, en la membrana celular de los linfocitos, de receptores capaces de identificar la estructura molecular del antígeno. Aunque parezca complicado, el modelo llave-cerradura puede permitir al lector hacerse un idea aproximada de la esencia del proceso tal y como se representa en el gráfico de forma extremadamente simple.

Para cada llave concreta que haría el papel de antígeno, existe una determinada cerradura que hace el papel de receptor. Los linfocitos B son capaces de reconocer directamente a los antígenos correspondientes, los linfocitos T necesitan que sean procesados por las células presentadoras de antígenos —CPA— que son una especie de centinelas localizados en la piel y las mucosas. La respuesta inmunitaria se inicia cuando un antígeno es identificado. Esto solo puede hacerlo un reducido número de linfocitos que se especializaron en estos antígenos, suponemos que durante el proceso de maduración al que aludíamos anteriormente. A partir de este momento se multiplicarán rápidamente, dando lugar a un gran número de linfocitos idénticos o clones, que vehiculizarán la reacción inmunitaria. La respuesta inmune será bien 29


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de predominio humoral, bien de predominio celular, dependiendo de las características del antígeno en cuestión. No nos cansaremos de repetir que la respuesta inmunitaria es global. Nunca una respuesta es únicamente humoral o celular, nunca una respuesta es debida en exclusiva a la inmunidad innata o la inmunidad adquirida. Si se presenta o se estudia por partes es por necesidades del guión, pero las respuestas son integradas. Tal vez en la pretendida estimulación de un segmento de estas respuestas radique uno de los errores conceptuales más importantes en los que se basa la práctica vacunal. Habitualmente decimos que hay predominio de la inmunidad humoral cuando el antígeno es externo, bien sea una proteína soluble (toxina), bien sea un antígeno de membrana de una célula extraña, de una bacteria o de un virus. Esta respuesta es capitaneada por los linfocitos B, concretamente por un grupo reducido de ellos, los cuales tras reconocer al antígeno proliferarán rápidamente (clonación) produciendo al mismo tiempo anticuerpos o defensas que al engancharse al antígeno libre (toxina) o al antígeno de membrana, atraerán a otras sustancias (complemento), desencadenando la respuesta inmune que terminará con la eliminación y destrucción del intruso por los fagocitos o células comedoras. Los anticuerpos o defensas son unas moléculas llamadas inmunoglobulinas (Ig) de las que se conocen algunos tipos como la IgG, IgA, IgE, IgM, IgD. Las inmunoglobulinas constituyen la base de la inmunidad pasiva o sueroterapia. Esta técnica se utilizaba muchas veces en los servicios de urgencia hospitalaria cuando nos hacíamos una herida y no estábamos vacunados contra el tétanos. También se utiliza en algunos casos de inmunodeficiencia en los que las personas presentan déficits o son incapaces de producir inmunoglobulinas. Su eficacia, por supuesto, es más que dudosa, los beneficios y los riesgos también. La supuesta inmunidad transmitida por la sueroterapia es temporal (algunas semanas) y es pasiva porque el sistema inmunitario del receptor no es estimulado o activado por antígeno alguno. Hay predominio de la inmunidad celular cuando los antígenos son internos, es decir, son intracelulares. El objetivo en este caso es destruir células infectadas por microorganismos que se han introducido dentro de ellas, como sucede con algunas bacterias como las de la tuberculosis y lepra, y sobre todo con los virus. También es importante su papel en la detección y eliminación de células tumorales. En la inmunidad celular juegan un papel 30


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fundamental los linfocitos T los cuales, como ya vimos, precisan del concurso de las células presentadoras del antígeno (CPA) y de otros elementos de la inmunidad humoral, como los linfocitos B, y también de la inmunidad innata, como el complemento, etc.; el proceso es un poco más complejo que el anterior y lo omitiremos, pero el resultado final, si todo va bien, será, una vez más, la destrucción y eliminación del intruso. La característica más importante de la inmunidad adquirida o adaptativa es que, a diferencia de la inmunidad innata, es específica y puede inducir memoria. Por específica debemos entender que se dirige a un antígeno concreto teniendo en cuenta su peculiaridad. Por memoria debemos entender que ante una nueva presencia del antígeno, la respuesta será inmediata e incluso más intensa. Por tanto especificidad y memoria, es decir capacidad de reconocer y de recordar, constituyen uno de los pilares sobre los que descansa la inmunidad, la supervivencia, la salud y la vida. Y generar una respuesta específica (producción de anticuerpos) contra un determinado microorganismo, y memoria, es lo que pretenden conseguir las vacunas aunque para ello sea preceptivo reducir la patología infectocontagiosa al binomio microorganismo-huésped sin tener en cuenta las circunstancias desencadenantes de la enfermedad, obviando, al mismo tiempo, la complejidad de la respuesta biológica que determina la adquisición de inmunidad natural. De hecho, se reconoce que la interacción de la vacuna con la celularidad inmunitaria es desconocida y que el efecto de la vacuna se deduce de la producción de inmunoglobulinas, que en realidad viene a ser el resultado final de todo el proceso. Por otro lado, la primoinfección artificial (vacunación), en contraposición a la primoinfección natural, no promueve la secreción de IgA por las mucosas, no activa a las células epidérmicas CPA y no estimula la reacción inmunitaria inespecífica (inflamación) entre otras diferencias, haciendo que la inmunidad artificial sea un fenómeno de carácter muy distinto al de la inmunidad natural. Que el 50-80% de inmunizados contra la rubéola contraigan la enfermedad en caso de epidemia, mientras solo lo hacen el 5% de los inmunizados naturalmente o que las madres no transmitan, en la actualidad, anticuerpos antisarampionosos a sus bebés así lo atestigua. Concluida esta pequeña aproximación a la inmunidad y al sistema inmunitario, ahora sí estamos en condiciones de entender cómo operan o cómo pretenden operar las vacunas, y esto es muy importante para entender los fundamentos teóricos de esta praxis 31


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y sus riesgos implícitos, pero antes una pequeña digresión sobre el sistema HLA y la inmunizaciones indiscriminadas.

Digresión sobre el sistema HLA, los déficits inmunitarios y las vacunaciones indiscriminadas Uno de los aspectos a tener en cuenta en relación a los programas de inmunización es que esta práctica masiva se hace sin tener en cuenta las peculiaridades inmunitarias del sujeto que se expone a la vacunación, es decir es una praxis indiscriminada. Esto que podía resultar comprensible durante el siglo XIX y primera parte del siglo XX, dada la presión de las enfermedades infectocontagiosas y el desconocimiento de las bases del sistema inmunitario, no lo resulta tanto si tenemos en cuenta el nivel de los conocimientos actuales. Tal y como acabamos de reseñar, cada individuo tiene un sistema HLA propio, que es el resultado de la herencia genética recibida de sus progenitores. El Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC), también llamado sistema HLA, se localiza en el cromosoma 6, por tanto cada individuo recibirá un cromosoma 6 de su padre y otro de su madre que harán de él un ser con unas características inmunitarias únicas. Hoy sabemos que las proteínas sintetizadas según el código de esta región del genoma participan en muchos aspectos del reconocimiento inmunológico, así como en la interacción entre las diferentes células del sistema linfoide. En la humanidad existen diferentes tipos de sistema HLA que se reparten de manera diferente en la población según la presión selectiva del medio, es decir según la evolución. Evidentemente ello viene determinado por el cruce, por el mestizaje entre los individuos que componen las diferentes poblaciones; de este modo, por ejemplo, el grupo A24 está presente en el 60% de los japoneses mientras que en Europa no alcanza el 20%. El 30% de los negros africanos presentan el grupo A30, mientras que en Europa lo presenta solamente el 5%. Aunque el tema es muy complejo, lo que nos interesa saber es que el sistema HLA determina la capacidad que tenemos para reconocer antígenos y por tanto la capacidad que tenemos para desencadenar respuestas inmunitarias, poniendo de manifiesto, también, la susceptibilidad de una perso32


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na o un grupo ante un determinado agente infeccioso. En realidad la gran biodiversidad de sistemas HLA constituye un mecanismo de defensa de la especie muy sutil, ya que si todos tuviésemos el mismo, la humanidad podría verse en peligro de extinción al ser todos sus miembros vulnerables a un mismo agente infeccioso. Se sabe de este modo que el HLA B7 presenta una débil resistencia ante la fiebre tifoidea y la fiebre amarilla,21 que el HLA DR7 presenta una respuesta débil ante la vacuna contra la hepatitis B,22 que el HLA DR6 aumenta la respuesta ante la anatoxina tetánica pero que la disminuye ante la anatoxina diftérica,23 y así un largo etcétera. Esto significa, según Michel Georget, que la capacidad de desarrollar una respuesta inmunitaria eficaz está vinculada a la existencia de ciertas moléculas HLA (o a su ausencia); es ilusorio pensar que la vacunación del 95% de una población conducirá a un porcentaje igual de sujetos inmunizados.24 En definitiva, el sistema HLA determina que, ante un antígeno dado, habrá siempre personas que respondan bien, otras que respondan medianamente y otras que no respondan y que un individuo vacunado no es obligatoriamente un individuo protegido por mucho que se le vacune. Entonces, con el nivel de los conocimientos que poseemos ¿qué sentido tiene vacunar y revacunar sistemáticamente sin tener en cuenta las características inmunitarias de los sujetos?, ¿por qué no se abre una ficha vacunal donde consten las características inmunitarias de las personas? En esta misma dirección, otro de los aspectos que no se consideran a la hora de vacunar sistemática e indiscriminadamente son los déficits inmunitarios primarios que, según estudios epidemiológicos, pueden afectar a uno de cada 420 nacimientos.25 De esta manera, la vacunación se convierte en una especie de “disparo en la oscuridad”, parafraseando el título de un libro sobre vacunas de Harris Coulter. En ocasiones incluso se vacuna a niños y adultos aun sabiendo que en principio son incapaces de sintetizar 21 GEORGET, M., Vaccinations les vérités indesirables, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia, 2000.

22 CREVEN, D. E. Nonresponsiveness to hepatitis B vaccine in health care workers, Annals of Internal Medicine, t 101, 356-360, 1986. 23 ANONIMO, Lles Promeses de l’inmunegénétique, Le Moniteur des pharmacies et des laboratorios, nº 2086, 10-13, 1994. 24 GEORGET, M., Op. Cit. Pág 57

25 MIEDICO, D., “Les Méfaits de la Vaccination” en Les vaccinations en question, Ed. Frison-Roche, Paris, 2003. 33


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inmunoglobulinas, con lo que la vacunación se convierte en una especie de “práctica mágica” totalmente irracional. Que sepamos, en estos momentos, la única forma de conocer la eficacia de una determinada vacuna es cuantificando el título de anticuerpos, es decir, las inmunoglobulinas que, teóricamente, se producen tras la administración del tóxico inmunitario. No acertamos a entender por qué se realiza semejante acto en personas o niños que no tienen esa capacidad, ¿qué esperan? La vacunación de niños con déficits inmunitarios puede dar lugar, en principio, a resultados dispares; ello dependerá del tipo de inmunodeficiencia. En el mejor de los casos, es probable que la medida sea totalmente gratuita y no sirva absolutamente de nada excepto para crear la fantasía de que la persona está protegida. En esta tesitura sería mucho mejor administrar un placebo; por lo menos reduciríamos los riesgos. En la peor de las hipótesis nos podemos encontrar con sorpresas muy desagradables al aparecer reacciones adversas sumamente graves, caso de dos hermanas con un déficit de interleucina 12 (IL-12) que desarrollaron severas complicaciones, una de las cuales tuvo que ser internada a consecuencia de una tuberculosis miliar (se sabe que la IL-12 juega un papel importante en la respuesta inmunitaria contra la tuberculosis), o el de una niña de Bilbao que acabó falleciendo, como tendremos ocasión de comentar en el capítulo que hace referencia a la vacuna antipoliomielítica. Lógicamente los déficits inmunitarios se diagnosticaron a posteriori. Otro aspecto a remarcar de la praxis vacunal es que la mayoría de las inmunizaciones tienen lugar cuando el sistema inmune es totalmente inmaduro. En efecto, la mayoría de las vacunas se implementan entre el nacimiento y los seis primeros meses de vida. Al nacer los niveles de los componentes del sistema del complemento representan aproximadamente el 50% de los del adulto.26 En el momento del nacimiento los niveles de IgM son 1-2% del adulto.27 Al nacer las IgG son de procedencia materna, a partir de ese momento empieza la producción propia, que alcanza el 60% al año de vida.28 A los 12 meses los niveles de anticuerpos totales del niño representan el 60% del adulto.29 A esta edad los niveles de IgM son del 75% y las IgA escasamente 26 ROITT, I. et. al., Inmunología, 2ª edición, Ed. Salvar, 14.4. Barcelona, 1991. 27 ROITT, I. et. al., Inmunología, 2ª edición, Ed. Salvar, 14.9. Barcelona, 1991. 28 ROITT, I. et. al., Inmunología, 2ª edición, Ed. Salvar, 14.9. Barcelona, 1991. 29 ROITT, I. et. al., Inmunología, 2ª edición, Ed. Salvar, 14.9. Barcelona, 1991. 34


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llegan al 20%.30 Algo parecido sucede con las interleucinas y los interferones. Acerca de la madurez de las células linfocitarias no sabemos mucho, pero durante los primeros meses de vida los linfocitos T presentan déficits funcionales. Hasta los 4 años la fórmula leucocitaria de los niños está invertida en relación a la del adulto; en los niños la proporción entre linfocitos y neutrófilos es de 2 a1, mientras que en el adulto es al revés. De hecho, y según han puesto de manifiesto diversos especialistas, las reacciones inmunitarias no son totalmente eficaces hasta la edad de cinco años. En el otro extremo del espectro nos encontramos lo contrario, es decir, inmunizaciones repetidas contra la gripe en personas ancianas cuyo sistema inmunitario, como el resto del organismo, está envejecido y con menor capacidad de respuesta a los antígenos vacunales.

30 ROITT, I. et. al., Inmunología, 2ª edición, Ed. Salvar, 14.9. Barcelona, 1991. 35



III. La práctica Vacunal Definición. Clasificación El conocimiento que tenemos en estos momentos del sistema inmunitario ha permitido que se desarrollen estrategias vacunales de muy diferente consideración y ha hecho posible también que la práctica vacunal haya alcanzado proporciones inimaginables hace tan solo unas décadas. Al mismo tiempo, el conocimiento de la sutileza y complejidad de las relaciones entre las diferentes criaturas vivientes y del sistema inmune ha encendido la alarma en sectores de población cada vez más sensibilizados acerca de las consecuencias de esta práctica generalizada. La incidencia de las vacunas sobre la salud de la población es un evento de muy difícil evaluación, no obstante existen indicios lo suficientemente inquietantes que hacen necesaria la abertura de un debate en profundidad acerca de la racionalidad de algunas de estas estrategias. Sería además deseable que en una sociedad plural otros profesionales relacionados con las ciencias biosanitarias tuvieran una presencia activa en organismos cuyas decisiones acaban afectando a millones de personas. En la actualidad esta responsabilidad la ejercen un número reducido de individuos, que por otro lado forman parte de la misma corriente de pensamiento. Cuando repasamos la historia de la vacunología constatamos además que la integridad y profesionalidad de algunas personas directamente implicadas en estas estrategias resulta en algunos momentos más que dudosa; el testimonio en este sentido de Debabar Banerji, como tendremos ocasión de ver, no deja lugar a dudas. Nos guste o no, en torno a la vacunología pivotan intereses económicos cada vez más importantes.

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Definiciones y conceptos: inmunización activa y pasiva Aunque para la mayoría de la población vacunación es sinónimo de inmunización, es preciso puntualizar que inmunización es un concepto genéricamente más amplio que vacunación. Decimos que una persona es inmune ante un microorganismo o ante un tóxico cuando éste es incapaz de alterar su normal funcionamiento. La inmunización puede ser pasiva o activa. Acabamos de ver que la inmunización pasiva consiste en la administración de sueros y/o anticuerpos o inmunoglobulinas producidas por otro organismo con el fin de proteger rápidamente a la persona contra determinado tóxico o agente infeccioso. También se utiliza en personas que en principio presentan un título de anticuerpos inferior al considerado normal estadísticamente, con o sin enfermedad clínica de base. Al obtenerse estas sustancias de otros seres vivos, la historia de la inmunización pasiva está jalonada también de numerosos y graves efectos secundarios que en conjunto reciben el nombre de enfermedad del suero. La enfermedad del suero debutó con el inicio de las primeras transfusiones con sueros de caballos. Una de las consecuencias más graves fueron las muertes por shocks anafilácticos. La inmunización activa consiste en la administración de antígenos, es decir sustancias u organismos extraños susceptibles de ser reconocidos como tales, en un organismo vivo con el objetivo de producir una respuesta inmunitaria. En sentido estricto esto es lo que popularmente se conoce como vacunación. Se le llama activa porque busca la activación del sistema inmune con el fin de conseguir una respuesta duradera, en contraposición a la pasiva que es de corta duración. Un símil excesivamente simple aunque aleccionador puede ayudar al lector a entender estos conceptos. Supongamos, por ejemplo, que un país cualquiera está a punto de ser agredido o es agredido por fuerzas externas y otro país corre en su ayuda aportando tropas y armamento mientras dura el peligro, retirándose una vez desaparecido éste. Este supuesto sería el equivalente a la inmunidad pasiva y podría repetirse infinidad de veces, no estando exento, además, de peligros, ya que las “tropas amigas” al no conocer el terreno podrán producir destrozos innecesarios; éste sería el caso de las reacciones alérgicas, anafilácticas y de la enfermedad 38


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del suero por citar algunas. La inmunidad activa se conseguiría ayudando a ese imaginario país en la construcción de su propio ejército, servicio de información y armamento consiguiendo así una defensa más duradera, pero tampoco en este caso desaparecen los peligros, ya que podría ser que, en determinadas circunstancias, ese ejército agrediera a su propio pueblo. En el caso de las vacunaciones, la autoagresiones, es decir las enfermedades autoinmunes, serían dentro del amplio espectro de reacciones adversas una de las consecuencias más graves y de más difícil solución. La inmunización activa o vacunación puede utilizarse con diferentes objetivos como son la prevención, la erradicación y la curación de algunas enfermedades. Entre las vacunas con intención curativa destacan las antialérgicas, a ellas dedicaremos un pequeño comentario más adelante. La práctica vacunal mayoritaria se dirige a la prevención y erradicación de numerosas y variadas enfermedades, especialmente durante la infancia. Con el actual calendario infantil nuestros hijos reciben durante los primeros 18 meses de vida unas 30 vacunaciones, pudiendo acercarse a las 40 al alcanzar los seis años de vida. El incremento constante del número de vacunas y su inoculación a edades cada vez más tempranas comienza a ser motivo de preocupación.

Clasificación sanitaria Las vacunas preventivas se dividen en sistemáticas y no sistemáticas dependiendo del objetivo sanitario que se persiga.31

Vacunaciones sistemáticas. Inmunidad colectiva o de grupo Las sistemáticas son las que configuran el calendario vacunal infantil. Tienen como primer objetivo proteger a las personas, en este caso a los niños, de algunas enfermedades, estimulando de forma directa la inmunidad individual y, como segundo, frenar su transmisión entre los sujetos de una colectividad concreta al potenciar de forma indirecta la inmunidad de grupo.32 En los 31 SALLERAS, Ll. Vacunaciones preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 4. 1998 32 SALLERAS, Ll. Vacunaciones preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 6. 1998 39


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diccionarios se define a la inmunidad colectiva como “la que por medidas higiénicas u otras se confiere a un grupo de individuos contra una enfermedad”;33 según la vacunología, si se incrementa el número de inmunes de una población, la posibilidad de que un susceptible se infecte disminuye.

En el diagrama que adjuntamos se esquematiza la dinámica infecciosa y la inmunidad de grupo.34 Si nos fijamos, el diagrama contempla tres grupos de individuos, los susceptibles, los infectados y los inmunes, siguiendo la dinámica infecciosa los siguientes pasos: los susceptibles (personas que pueden padecer la enfermedad) incrementarían su número por los nacimientos, por los inmigrantes y por las personas que pierden progresivamente la inmunidad. A partir de aquí los susceptibles pueden seguir dos caminos. O bien se infectan, sufriendo o sin sufrir la enfermedad (portadores), siendo una fuente de contagio (infecciosidad), o bien se inmunizan al padecer la enfermedad (inmunidad natural) o mediante vacunación (inmunidad artificial). Una vez conseguida la inmunidad, el grupo de los inmunes puede sufrir bajas por desaparición progresiva de la inmunidad o bien por muertes o emigración de los individuos que lo conforman. Vemos que el esquema es muy sencillo y por eso mismo surgen muchos interrogantes como ¿por qué los inmigrantes han de ser 33 Diccionario terminológico de ciencias médicas, 13º ed, pag. 653 Ed. Científicas y Médicas, Barcelona, 1992 34 VAQUÉ, J. “Inmunidad Colectiva” en Vacunas 1998, Ed. Magda Campins y Fernando Moraga, Barcelona, 1998. 40


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susceptibles y no inmunes?, ¿qué factores determinan la susceptibilidad?, la estimulación natural de la inmunidad ¿de qué depende? Y asimismo ¿qué factores determinan la infección?, ¿por qué unas personas son portadoras durante unas épocas del año y durante otras épocas no? Muchas más preguntas podrían formularse, pero como no pretendemos aburrir al lector baste señalar que lo que más llama la atención, al margen de la utilidad didáctica del esquema, es su carácter reduccionista al obviar el papel de las circunstancias desencadenantes, es decir, de las condiciones de vida en la génesis de las enfermedades infectocontagiosas. Tal y como se presenta el esquema, puede trasladarse a cualquier lugar del planeta, dando a entender que la dinámica infecciosa es una especie de abstracción que depende exclusivamente de la interacción entre microorganismo y huésped, y del azar. El modelo de interpretación no contempla variables fundamentales en el origen de las enfermedades infecciosas como vías de transmisión, estado nutricional, estado inmunitario, tipo de sistema HLA, susceptibilidad o predisposición individual o familiar, situación emocional, drogas, alcoholismo, etc. y no distingue entre países desarrollados y países en vías de desarrollo. Por esta razón, es decir por su simplicidad, aunque se pueda aceptar como intento de comprensión de la dinámica infecciosa, en realidad solo sirve como cobertura teórica para la implementación de las campañas masivas de vacunación. Sin embargo la eclosión de los brotes de difteria en poblaciones perfectamente vacunadas durante la Segunda Guerra Mundial o en las repúblicas ex-soviéticas tras el derrumbe socioeconómico son ejemplos que ponen de manifiesto que inmunidad y susceptibilidad son estados mucho más complejos y dinámicos de lo que a primera vista parece. El concepto de inmunidad colectiva o de grupo es la piedra angular que define las estrategias vacunales cuando se quiere controlar e incluso eliminar una enfermedad. Según la teoría, para que esto sea posible la enfermedad en cuestión ha de reunir unos requisitos básicos e imprescindibles, entre los que cabe destacar dos: 1) que el reservorio del teórico agente causal sea exclusivamente humano, es decir que el microorganismo no se localice en otros seres vivos. 2) que la transmisión sea exclusivamente interhumana, que sea directa, es decir que no pueda sea ser contagiada por otro vehículo o vector. Sería el caso del sarampión, paperas, rubéola, poliomielitis, difteria y tosferina. El tétanos no cumpliría estas condiciones pues su reservorio se reparte entre diferentes especies animales y ade41


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más no es infectocontagioso. A estos dos requisitos se les añaden otros de los que hablaremos a continuación.

Inmunidad de grupo y coberturas vacunales Para conseguir controlar y en su caso eliminar una determinada enfermedad, los estrategas tienen como objetivo prioritario la consecución de coberturas vacunales muy altas, porque de este modo, piensan, asegurarán una sólida inmunidad de grupo que hará las veces de barrera inmunológica. El argumento es en realidad muy sencillo, pues se trata de una simple regla de tres y es el siguiente: una enfermedad infectocontagiosa se propaga más rápidamente dentro de una colectividad cuantos más individuos susceptibles hay, por tanto si aumenta el número de inmunes, sea porque han padecido la enfermedad, sea por la vacunación, sea porque su madre le transfiere anticuerpos a través de la lactancia, la probabilidad de que un infectado entre en contacto con un susceptible y le contagie se reduce.35 Por cobertura debemos entender el tanto por ciento de población susceptible de padecer la enfermedad que debe ser vacunada para obtener determinado fin. En el caso del sarampión, por ejemplo, se estima que las coberturas deben ser iguales o superiores al 95% de todas las cohortes de niños (cohorte=niños nacidos en un año). El lector avezado podrá preguntarse de inmediato ¿cómo se calculan las coberturas? Pues de una sencilla y sorprendente fórmula matemática:

Pc: significa Proporción Crítica Vacunal o lo que es lo mismo porcentaje de población que debe ser vacunado para alcanzar los objetivos preestablecidos. Ro: significa Tasa Básica de Reproducción y hace referencia, según J. Vaqué, “a la cifra media de infecciones producidas directamente por un caso infeccioso, durante su período de infecciosidad, cuando entra en una población totalmente susceptible”.36 35 VAQUÉ, J. “Inmunidad Colectiva” en Vacunas 1998, Ed. Magda Campins y Fernando Moraga, Barcelona, 1998. 36 VAQUÉ, J. “Inmunidad Colectiva” pág. 61, en SALLERAS, Ll, Vacunas Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998. 42


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Infecto-contagiosidad o Tasa Básica de Reproducción Como podemos apreciar, el parámetro fundamental en el cálculo es Ro y nos podemos volver a preguntar ¿cómo se calcula? y aquí es donde aparecen algunos interrogantes, ya que para calcularlo se sientan una serie de premisas relacionadas con la dinámica epidemiológica que, luego, a la hora de la verdad, es decir, en el momento del cálculo, no se tienen en cuenta por la sencilla razón de que es imposible, o sea, el modelo teórico considera unas variables que luego nunca concurren en la realidad. El resultado final es que se elaboran unas tablas en las que para cada enfermedad la Ro (Tasa Básica de Reproducción) adquiere un determinado valor. Por ejemplo, según Anderson para el sarampión se define una Ro de 15-17 en los países occidentales, lo que quiere decir que una persona con sarampión puede contagiar a entre 15-17 personas, la Ro de las paperas sería 10-12 y la de la rubéola 7-8.37 Un hecho que nos habla de la aleatoriedad de los cálculos es que los valores Ro estimados varían de unos autores a otros. Como ejemplo baste citar que Fine otorga una Ro a las paperas de 4-7 mientras Anderson le atribuye una Ro de 10-12.38 Ahora podemos entender de dónde sale el 95% de Pco (porcentaje de vacunados) que se marcan como meta los estrategas cuando se plantean eliminar el sarampión, basta para ello con trasladar el valor de Ro=15-17 a la fórmula mencionada anteriormente y tenemos:

¿Cuáles son las premisas que no se cumplen a las que nos referíamos anteriormente? Para no entrar en un debate teórico cansino nos referiremos a dos, si bien podríamos presentar más, lo que nos permitiría ver, sin duda, cómo el modelo teórico no solo no se cumple sino que es, a pesar de todo el cálculo matemático-estadístico, un tanto simple. En realidad, creemos que en última instancia se pretende convertir a una práctica empírica en una rigurosa y disciplinada ciencia capaz de reducir la compleja trama que supone la patología infecto-contagiosa a solo dos variables: al microorganismo y a la persona. 37 VAQUÉ, J. “Inmunidad Colectiva” pág. 58 en SALLERAS, Ll, Vacunas Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998 38 VAQUÉ, J. “Inmunidad Colectiva” pág. 63 en SALLERAS, Ll, Vacunas Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998 43


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Fiabilidad del modelo de cálculo La primera variable que obvian tiene que ver con los postulados de Fox39 acerca de la inmunidad colectiva. Los postulados de Fox, que son cuatro, sientan unas condiciones, sobre la dinámica infecciosa, que deben cumplirse para que la inmunidad colectiva o estrategia vacunal correspondiente pueda aplicarse. Los dos primeros postulados ya los hemos comentado. El cuarto postulado dice que “la población debe poseer un patrón de mezcla al azar”, ello quiere decir que la probabilidad de relacionarse o tener contactos entre los miembros de una determinada colectividad debe ser la misma. Esto obviamente es imposible, y así se reconoce, ya que cada uno de nosotros nos relacionamos a diario con un número reducido de personas, casi siempre las mismas.

Incluso el tercer postulado es muy discutible ya que dice: “la infección (en este caso la vacunación) debe inducir una inmunidad sólida, de larga duración”. Desde sectores vacunalistas se afirma taxativamente que la inmunidad de muchas vacunas, sobre todo las hechas con gérmenes atenuados o vivos “dejan una inmunidad intensa y de larga duración, semejante, aunque inferior, a la producida por la infección natural”;40 existen algunos hechos que hacen pensar que esta afirmación del que fue durante muchos años director general de Salud Pública de Catalunya, no se ajusta a la realidad ya que, por ejemplo, en el caso de la vacuna del sarampión, nos encontramos con que en sus orígenes, allá por los años sesenta, esta vacuna empezó a inocularse en los primeros meses de 39 FOX, J.P. Herd Inmunity and measles, Rev Infect Dis, 1983. 40 SALLERAS, LL Op. Cit. Pag 5.

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vida, sin embargo la presencia de anticuerpos maternos la neutralizaba y empezó a administrarse a los niños entre 15 y 18 meses. En estos momentos, sin embargo, se baraja la posibilidad de adelantarla (de hecho en 2014 se administra a los 12 meses) porque las madres no presentan anticuerpos en su gran mayoría, aproximadamente el 98%, cuando antes no era así. ¿Qué conclusiones podemos sacar del fenómeno? ¿Por qué las madres no transmiten hoy anticuerpos anti-sarampionosos, si han sido vacunadas no una sino, como mínimo, dos veces? Pues sencillamente porque la duración de la inmunidad artificial difiere de la producida por la enfermedad natural, lo cual es reafirmado por la necesidad de utilizar dosis de recuerdo. Aquí además cabe señalar otra transgresión de las propias bases teóricas, ya que si uno de los presupuestos básicos de la inmunidad colectiva radica en que la enfermedad ha de producir una inmunidad duradera ¿por qué se vacuna sistemáticamente contra enfermedades que ellas mismas no son inmunizantes? Nos referimos a procesos producidos por meningococos, haemophilus, neumococos, virus gripales y bacilos tuberculosos. Que sepamos, estas son afecciones que pueden padecerse una y varias veces al no inducir, teóricamente, inmunidad natural. Igual sucede con el tétanos, aunque al no ser contagioso queda fuera del comentario. La segunda premisa que no se cumple a la hora de calcular las coberturas vacunales está contenida en la misma definición de Tasa Básica de Reproducción. Literalmente se la define como “la cifra media de infecciones producidas directamente por un caso infeccioso, durante su período de infecciosidad, cuando entra en una población totalmente susceptible”.41 De entrada nos podemos preguntar ¿es acaso la infecciosidad o la transmisión una variable independiente de cualquier otra circunstancia, ya sea hacinamiento, malnutrición, etc.?, y si es una variable dependiente ¿cómo y qué circunstancias se ponderan para el cálculo? Pero lo más sorprendente de la definición es su última parte que dice “cuando entra en una población totalmente susceptible”. Totalmente susceptible quiere decir que nadie ha pasado la enfermedad, o porque es nueva o porque todos han sucumbido a ella y no hay nadie inmune, y por tanto, un caso infeccioso podría contagiar a todas las personas con las que entrara en contacto. Surge de inmediato la pregunta ¿en Europa, en España, en Catalunya, 41 VAQUÉ, J. “Inmunidad Colectiva” en Vacunas 1998, Ed. Magda Campins y Fernando Moraga, Barcelona, 1998. 45


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cuándo han existido poblaciones totalmente susceptibles para las enfermedades prevenibles mediante vacunación? Que sepamos, todas las enfermedades para las que se vacuna sistemáticamente eran viejas conocidas y había mucha gente inmune, y no solo eso, sino que se empezó a vacunar cuando su incidencia o morbilidad se había reducido considerablemente y su mortalidad era prácticamente nula. Entonces ¿de dónde salen las tablas en las que se asigna a cada enfermedad una determinada tasa básica de reproducción Ro?, además, cuando se dice que los valores de esas tablas son para los países desarrollados ¿a qué países se están refiriendo y cuándo? y dentro de cada país ¿a qué zonas o regiones?, ¿es lo mismo el mundo rural que el urbano? y dentro del mundo urbano ¿la dinámica infecciosa es la misma en las zonas residenciales que en los suburbios? En fin, no queremos ser demasiado puntillosos, pero otro hecho que cuestiona la fiabilidad del modelo matemático en el que se basan los cálculos parte de la siguiente observación: la vacuna conocida como Triple Vírica fabricada con virus atenuados pretende inmunizar contra el sarampión, las paperas y la rubéola. La vacuna se empezó a administrar de forma masiva en los años ochenta, alcanzando coberturas significativas, superiores al 80%, hacia 1988; pues bien, analizando la morbilidad (número de casos) de cada enfermedad reflejada en los boletines epidemiológicos editados por el departamento de Sanidad y Seguridad Social de la Generalitat de Catalunya, resulta que en 1999 y años sucesivos, la incidencia de las paperas fue casi 10 veces superior a la del sarampión42 ¿cómo explica esta disparidad el modelo matemático en cuestión si el porcentaje de vacunados es idéntico, la infecto-contagiosidad o tasa básica de reproducción del sarampión un 50% superior y la eficacia teórica de cada vacuna similar? Según el modelo teórico deberían haber muchos más casos de sarampión que de paperas puesto que su infectocontagiosidad es mucho más alta, sin embargo observamos todo lo contrario. Es evidente, sin duda, que deben existir otros factores que inciden en la dinámica infectocontagiosa que el modelo es incapaz de considerar o cuantificar; de hecho, Fox y sus colaboradores afirmaban “que la proporción de inmunes no influía en la probabilidad de extensión de la infección”, aunque obviamente otros teóricos no comparten esta opinión.43 42 Butlletí Epidemiològic de Catalunya, vol. XXI, septiembre 2000, nº 9.

43 VAQUÉ, J. “Inmunidad Colectiva” en Vacunas 1998, Ed. Magda Campins y Fernando Moraga, Barcelona, 1998 46


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Podemos concluir, por tanto, que los modelos matemáticos son eso: modelos matemáticos, y aunque tratan de explicar la dinámica epidemiológica, observamos que la realidad es mucho más compleja. Lo que está claro es que cuando más susceptibles hay, es decir, cuando menos inmunes existen en una comunidad, la posibilidad de que se desarrolle un brote epidémico aumenta, especialmente si existe hacinamiento y miseria. Hemos de pensar que las grandes epidemias humanas aparecen en la historia, según dicen los estudiosos, cuando el hombre domestica a determinadas plantas y animales surgiendo así la agricultura y la ganadería. La agricultura y la ganadería hicieron posible el desarrollo de sociedades cada vez más complejas, y ello hizo posible también la aparición de grandes aglomeraciones; la acumulación y el almacenaje de alimentos lo permitían. En período de cazador-recolector no existían esos problemas, no había excedentes alimentarios y las sociedades eran más reducidas y además nómadas, con lo cual, entre otras cosas, no se acumulaban desechos. Por estas y algunas razones más, otras corrientes de pensamiento en medicina y en salud pública siguen pensando que lo más importante para controlar y disminuir el impacto de numerosas enfermedades es modificar y cambiar las condiciones de vida, que son las que en última instancia determinan la dinámica epidemiológica, sin que ello quiera decir que tenemos que volver a la etapa recolectora. Tal vez, visto lo visto, no haría falta tanta literatura para justificar los programas masivos de vacunación. El mito es tan fuerte, está tan bien construido, que la creencia generalizada de que gracias a las vacunaciones han desaparecido las epidemias resulta incuestionable.

Vacunaciones no sistemáticas Las vacunas no sistemáticas tienen carácter individual y los criterios sanitarios de administración son dispares. En el libro Vacunaciones Preventivasde Lluís Salleras y colaboradores, cuya primera edición se hizo en 1998, las indicaciones se agrupan en tres bloques. Por un lado las indicadas en España en ciertas circunstancias individuales o ambientales, por otro las indicadas en España en determinadas circunstancias epidémicas y, finalmente, las obligatorias o recomendadas en los viajes a determinados países. 47


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Entre las vacunas no sistemáticas de mayor interés en nuestro país, a juicio de los autores mencionados, destacan la BCG o antituberculosa, la antigripal, la antihepatitis A y B, la antineumocócica, la antirrábica, la antitifoidea, la anticolérica, la antimeningocócica A y C, la anti-Haemophilus influenza tipo b, la antivaricela, la antifiebre amarilla y algunas otras de menor relevancia. Más adelante abordaremos las características, utilidad y racionalidad de algunas de ellas; no obstante de una primera lectura podemos inferir que el criterio sanitario de sistematicidad o no sistematicidad es un tanto volátil. En algunos países como Francia, la BCG44 es sistemática y era obligatoria hasta hace muy poco, también lo es en el País Vasco y lo fue en España hasta no hace mucho. Pero es que en menos de dos años, intervalo que va desde la publicación del libro —1998— al año 2000, cuatro de las vacunas consideradas como no sistemáticas han cambiado de categoría. Nos referimos a la antihaemophilus influenza tipo b, la antimeningocócica C y la antihepatitis A y B. Es probable, además, que en un futuro inmediato la antivaricela y la antineumocócica engrosen, también, el número de las sistemáticas; de hecho en 2014 la antineumocócica ya es sistemática y la antivaricela sigue el mismo camino, repitiendo el procedimiento de la antineumocócica. En su día 2006, los pediatras omitieron la recomendación de las autoridades sanitarias de no vacunar sistemáticamente contra el neumococo-, los pediatras, con la Asociación Española de Pediatría (AEP) como punta de lanza, hacieron caso omiso de esa recomendación oficial, cosa realmente inaudita, y que no sucede en ningún país europeo, en afirmaciones de Francisco Salmerón, jefe de la división de productos biológicos y biotecnología de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.45 La misma jugada están repitiendo con la antivaricela en 2014. Los criterios que siguen las autoridades son los que recomienda la OMS, esto es: que la vacunación masiva infantil reduce el virus circulante e impide que la población entre en contacto con el patógeno y genere “efecto de revacunación continua” necesario para que el microorganismo no se reactive en la edad adulta y se manifieste en forma del temido herpes zóster.46 Los casos en adultos son precisamente una de las consecuencias de la vacunación sistemática contra el sarampión, paperas y rubéola; consecuencia que 44 NdE: En Argentina la BCG también es sistemática.

45 José Luis Barbería. Inyección farmacéutica. El País, 09. 11. 2014. 46 José Luis Barbería. Inyección farmacéutica. El País, 09. 11. 2014. 48


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a su vez se utiliza como argumento para seguir vacunando, como tendremos ocasión de ver al estudiar cada vacuna por separado. Hay que saber que en España, tanto el Comité Asesor de Vacunas de la AEP como la Asociación Española de Vacunología están financiadas por los propios laboratorios fabricantes de vacunas, con algunos miembros en franco “conflicto de intereses”; es decir, están o han estado a sueldo de la industria. Y es que en España, como dice Fernando Moraga, perteneciente al sector duro de la vacunología (es vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología), “los pediatras españoles siempre hemos sido muy provacunas”.47 Puesto que las circunstancias epidémicas apenas han sufrido variación (baja incidencia), podemos preguntarnos, a excepción de la varicela (dado que su incidencia es alta y solamente era una cuestión de disponibilidad) ¿cuáles son los criterios que siguen estos cambios?, ¿quién o quiénes los deciden y en qué foros?, ¿qué intereses representan?. A la luz de los acontecimientos, hacerse estas preguntas resulta legítimo y esclarecedor. Veamos: En 1999 el Gobierno de la Generalitat de Catalunya acordó, a instancias del Comité de Expertos en Vacunaciones del Departamento de Sanidad y Seguridad Social, la inclusión de la vacuna contra el microorganismo Haemophilus Infuenza tipo b en el, también renovado y ampliado, calendario vacunal. En noviembre de 1994 ese mismo comité había desestimado la inclusión de esa vacuna en el calendario vacunal, dada su baja incidencia.48 Inmediatamente surge la pregunta ¿cuál fue el motivo real de su inclusión cuando en 1998 se notificaron 21 casos en toda Catalunya, que contaba con una población superior a los 6 millones de habitantes?49 En otras ocasiones, el uso masivo de vacunas no sistemáticas no está muy justificado y suponen un atentado contra el sentido común, además de una grave transgresión de las normas más elementales de la medicina preventiva. Éste fue el caso de la campaña de vacunación contra el meningococo A y C que se llevó a cabo en casi toda España en el otoño de 1997. Bastó con que los medios de comunicación amplificaran unos casos aparecidos en algunas zonas geográficas del país para que primero Galicia y luego el resto de comunidades autónomas, a excepción de Navarra y Canarias, iniciasen campañas de vacunación sin respetar los acuerdos 47 José Luis Barbería. Inyección farmacéutica. El País, 09. 11. 2014.

48 DOMINGUEZ, A y PRATS, G. en Vacunaciones preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998. 49 Butlletí Epidemiològic de Catalunya, pág. 22, vol. XX, nº 2, febrero 1999. 49


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de la Conferencia de Oviedo de junio de 1997. En este sentido, el alegato más contundente contra la irracionalidad de esa campaña se lo debemos al Dr. Santiago Cervera, a la sazón Consejero de Sanidad del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Navarra y por tanto persona nada sospechosa de connivencia con postulados antivacunalistas. En un artículo publicado en el diario El País en septiembre de 1997 titulado “¿Vacunación contra la histeria?” el Dr. Cervera criticaba con dureza a los colegas que habían decidido vacunar, y ello por dos motivos básicos: en primer lugar no había brote epidémico; en segundo lugar, la vacuna disponible en aquellos momentos era de eficacia dudosa en la mayoría de los grupos de edad susceptibles de ser vacunados y totalmente ineficaz para los grupos más prevalentes, es decir, aquellos donde más casos se producían, como eran los niños menores de cuatro años.50 La campaña en realidad se debió más al temor y la ansiedad de los responsables políticos que a motivos sanitarios, pero ello no justifica la introducción de sustancias extrañas en los cuerpos de millones de niños y adolescentes sanos, con los riesgos que ello implica. Con otros matices y considerandos la situación se repite cada año con la vacuna antigripal, de la cual se hace un uso prácticamente sistemático.

Vacunas desensibilizantes o antialérgicas Dentro de la inmunización activa merecen especial mención las llamadas vacunas desensibilizantes o vacunas contra las alergias. Aunque quedan fuera del objetivo de este libro no está de más hacer un pequeño recordatorio para que las personas que se vean en el trance tengan criterios mínimos en los que basar una decisión ponderada, ya que la salud, antes que de los profesionales, depende de nosotros mismos. La inmunopatología es la parte de la inmunología que se encarga del estudio de las reacciones perversas del sistema inmune. Las alergias forman parte de las llamadas reacciones de hipersensibilidad y globalmente se consideran respuestas desproporcionadas del sistema inmune ante un determinado antígeno, sustancia o estímulo. Coombs y Gell describieron cuatro tipos distintos de 50 CERVERA, S “Vacunación contra la histeria” en El País, 13.09.1997. 50


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reacciones de hipersensibilidad, ubicándose las alergias en las de tipo I o reacciones inmediatas.51 Pertenecen a este grupo el asma, las rinitis, la atopía y las urticarias. Las alergias y el asma son enfermedades que progresivamente afectan a un número cada vez mayor de personas, sobre todo niños. En los últimos diez años el número de afectados se ha multiplicado por dos, por lo que la década se ha cerrado con un crecimiento del 100%. También se sabe que el fenómeno obedece a un cambio en el comportamiento del sistema inmunológico52 y aunque desde sectores provacunalistas se quiere relacionar la epidemia con el descenso de las enfermedades infecciosas, lo que a su vez se contradice con el volumen de ventas de antibióticos, desde otros sectores no tan autocomplacientes se sospecha que el estrés inmunitario, la hiperestimulación del sistema inmune por los antígenos, conservantes y adyuvantes vacunales, podría ser la causa última que explicase el incremento tan notable de la morbilidad de esta patología.53 Desde este punto de vista, y desde el sentido común, el tratamiento de las alergias con las pretendidas vacunas desensibilizantes resulta irracional y peligroso. Es irracional porque la base del sistema inmunitario es el reconocimiento de lo propio y la eliminación y destrucción de lo extraño. Desde esta consideración, no sabemos por qué raro sortilegio pretenden conseguir que el sistema inmune se vuelva insensible o tolerante con la sustancia (alergeno) que teóricamente es el desencadenante del problema. Es peligroso porque la inoculación repetida y persistente (a veces durante años) de uno o varios alergenos puede agravar la alergia, es decir, puede intensificar el estado de excitación inmunitario y puede también provocar trastornos más graves. También puede desencadenar fenómenos de tolerancia inmunitaria; en esta hipótesis el sistema inmune no reacciona ante tóxicos contra los que sí debería reaccionar. Esta práctica es cuestionada actualmente por numerosos profesionales de las ciencias biosanitarias, aunque sorprendentemente sigue gozando de gran aceptación.

51 ROITT, I. et. al., Inmunología, 2ª edición, Ed. Salvat, Barcelona, 1991. 52 El País, 2/05/1999.

53 MARIN, J.M. “Reflexiones sobre la campaña de erradicación del sarampión”, en Investigación Homeopática, año VIII, 25, 1999. 51



IV. La vacuna como fármaco Fabricación A la hora de tomar una decisión personal en relación con la praxis vacunal no basta con tener algunos conocimientos sobre el sistema inmune y las estrategias de vacunación. Es preciso tener también algunas ideas acerca de la naturaleza del fármaco en cuestión y de su modo de fabricación, puesto que en ellas podemos encontrar claves en las que fundamentar nuestra posición de manera cabal. La vacuna es un fármaco isopático de naturaleza biológica y de composición compleja. Es isopático (iso=igual) porque trata de provocar una respuesta curativa o preventiva utilizando el mismo agente infeccioso (o fragmentos de él) que produce la enfermedad. La isopatía se diferencia de la homeopatía en que ésta busca la curación administrando sustancias minerales, vegetales o animales altamente diluidas, que han sido capaces de producir en la persona sana un cuadro reactivo parecido o similar, sin relación de causalidad desde el punto de vista infeccioso. La vacuna es un fármaco biológico porque el elemento más importante de su composición (el antígeno) es un ser vivo o estructuras procedentes de seres vivos. Es complejo porque en su composición encontramos otras sustancias además del antígeno, destacando los adyuvantes, los conservantes y estabilizantes. Cualquiera de los componentes puede producir efectos adversos imprevisibles, sobre todo antígenos, conservantes (mercurio) y adyuvantes (aluminio). Las características especiales de las vacunas tanto en lo que refiere a su fármacocinética (absorción, distribución, eliminación) como a su fármacodinamia (tipo de acción que produce) hacen que el seguimiento de las reacciones adversas de las vacunas sea más difícil que la del resto de medicamentos. Para conocer el impacto real se precisan otros métodos y observadores preparados para ello. En este sentido, no deja de sorprender que en algunos países los programas de seguimiento hayan empezado varias décadas después del inicio de las vacunaciones masivas. Es una forma implícita de reconocer que antes no existían. 53


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Tipos de vacunas Las vacunas que actualmente hallamos en el mercado se fabrican con los agentes patógenos directamente responsables de la enfermedad contra la que se pretende inmunizar. Las excepciones son: la vacuna de la viruela que se fabrica con el virus de la viruela vacuna, siendo, por tanto, una reacción cruzada; la vacuna contra la tuberculosis o BCG que procede de la bacteria que produce la tuberculosis en vacas que sería también una reacción cruzada y la vacuna contra la hepatitis B que se obtiene por ingeniería genética. Se pueden clasificar de diferentes formas. Desde el punto de vista sanitario pueden ser sistemáticas o no sistemáticas; microbiológicamente tenemos las víricas y las bacterianas; según el procedimiento de fabricación encontramos las atenuadas (vivas) y las inactivadas (muertas); según la presentación, monovalentes (una sola) o combinadas (más de una); finalmente pueden ser enteras o de subunidades.54

Vacunas antibacterianas Estas vacunas van dirigidas contra enfermedades cuyo agente causal directo o final son bacterias. Decimos directo o final porque “indirectamente” determinadas circunstancias son fundamentales para que se produzcan; entre ellas podemos destacar: la calidad de los alimentos, el hambre, el hacinamiento, la vivienda, la higiene personal, las aguas potables, la recogida de basuras, la recogida de aguas residuales, los hábitos tóxicos, los déficits inmunitarios, las emociones, etc. La obtención de bacterias para la fabricación de vacunas se hace mediante cultivos apropiados en los cuales las bacterias proliferan rápidamente. Con el material obtenido pueden prepararse vacunas de células enteras o vacunas de subunidades hechas con fragmentos bacterianos tal y como se representa en el cuadro adjunto.

54 SALLERAS, LL Op. Cit., 4-5 54


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Vacunas antivíricas Estas vacunas van dirigidas contra enfermedades cuyo agente causal directo o final es un virus o un grupo de virus. El material vírico necesario para la fabricación de vacunas se obtiene cultivándolos en tejidos vivos. Es este un proceso potencialmente peligroso como veremos más adelante. Los virus no están catalogados como seres vivos al no cumplir los tres requisitos básicos que diferencian lo vivo de lo no vivo. Dijimos que estos tres requisitos consistían en la capacidad para nutrirse, reproducirse y relacionarse. Las bacterias sí que son seres vivos, se nutren y se reproducen, habitualmente por bipartición, obteniéndose dos bacterias hijas idénticas a partir de una bacteria madre. Cultivar bacterias es muy fácil puesto que proliferan rápidamente en cualquier medio; si dejamos, por ejemplo, un caldo de cocido al aire libre, al cabo de los días veremos como en la superficie aparece un moho que son en realidad miles de colonias bacterianas. Los virus no se nutren y su reproducción es muy peculiar. Los virus, en general, son muy simples y están formados por una envoltura o cápsula que contiene en su interior material genético. Los virus se consideran, hasta la fecha, parásitos intracelulares y cuando infectan a un organismo o a una célula, se reproducen inyectando el material genético en el interior de la célula parasitada. Una vez en su interior, el material genético viral se incorpora al material genético celular y hace que ésta trabaje a su servicio, 55


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consiguiendo así la reproducción. Un símil nos permitirá entender mejor el proceso. Supongamos que una célula es una computadora como la que habitualmente tenemos en casa. Esta “computadora-célula” está dotada de todos los elementos indispensables para funcionar, digamos, autónomamente. El virus estaría representado, en este caso, por un “pen drive”. El “pen drive” está formado por un material que sería el equivalente de la envoltura o capsula vírica, dentro de este material estaría contenida la información del “pen drive” que haría las funciones del material genético viral. Pues bien, “el pen drive-virus” por sí solo no sirve de mucho, para poderse expresar necesita introducirse dentro de la “computadora-célula” y una vez dentro hacer que ésta trabaje según la información transferida. Los virus vacunales se obtendrán haciendo y forzando su reproducción en cultivos celulares en condiciones anómalas de crecimiento. Los medios más utilizados son huevos, embriones de pollo, células renales de algunos monos y células de ovario y riñón de hamster. En algunos casos se utilizan líneas celulares en crecimiento continuo desde hace decenios sometidas a procesos que algunos catalogan de “cancerización”, como veremos a continuación cuando hablemos de los riesgos vinculados al proceso de fabricación. El proceso de reproducción viral y el procedimiento de atenuación, del que hablaremos enseguida, nos aproximan a los peligros potenciales que encierra el método de fabricación de las vacunas antivíricas. Entre los peligros destacan las mutaciones virales y las contaminaciones con otros virus u otras sustancias. En el cuadro adjunto se resumen los diferentes tipos de vacunas víricas de uso más común.

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Vacunas atenuadas o vivas Las vacunas atenuadas o vivas son aquellas que se fabrican con la selección de gérmenes, ya sean virus o bacterias, que han perdido virulencia durante el proceso de atenuación pero que conservan la capacidad de infectar y de multiplicarse en el organismo de la persona o animal vacunado. Desde sectores académicos se afirma que “este tipo de vacunas origina una infección inaparente o con síntomas mínimos que confiere una inmunidad semejante a la producida por la infección natural”.55 Esto resulta más que dudoso cuando nos acercamos a la realidad con detenimiento. La atenuación es uno de los aspectos más controvertidos y peor conocidos en el proceso de producción de las vacunas. Los manuales no son muy explícitos, literalmente se dice que estas vacunas “se consiguen, por lo general, mediante la selección de mutantes avirulentos o de virulencia atenuada que sean estables, presenten una capacidad de transmisión natural reducida, no estén contaminadas y conserven su capacidad inmunógena. Se obtienen por pases sucesivos en diferentes huéspedes animales y/o medios de cultivo”.56 Según Thomas Quack el procedimiento en esencia no ha cambiado desde los tiempos de Pasteur el cual, tras cultivar los virus de la rabia en conejos, los atenuaba exponiéndolos al aire libre.57 El caso de la viruela, como ya hemos visto, es asombroso. La vacuna tuvo que ser transferida de niño a niño porque no había, ni se sabía la forma de obtenerla y conservarla; en aquellos tiempos no existía la microbiología, por tanto la atenuación fue conseguida en miles de cuerpos humanos, contagiándose otras enfermedades. Además el origen del virus contenido en la vacuna no es conocido. Quack basándose en Keller-Wiskott afirma: “Esta vacuna es molecular y biológicamente diferente del virus de la viruela humana, así como del virus de la viruela vacuna”.58 Este mismo autor señala que el proceso de “transmutación” de una cepa salvaje en una cepa atenuada no es bien conocido. En el caso de los virus, éstos son sometidos a diferentes pases en cultivos celulares en condiciones anómalas. Con ello se consigue que el virus cambie sus propiedades específicas, permaneciendo 55 SALLERAS, LL Op. Cit., 4 56 SALLERAS, LL Op. Cit., 4

57 QUACK, T. “La vacuna triple vírica” en Natura Medicatrix nº 46-47, 1997. 58 QUACK, T. Op. Cit.

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sin embargo como virus “vivo”. El mecanismo implicado no se conoce en detalle; para Thomas Quack son pocas las investigaciones seguras que se hacen.59 El caso del sarampión nos servirá de ejemplo ilustrativo. El virus se consiguió aislar por primera vez en 1954, sus autores fueron Enders y Peebles. La primera vacuna atenuada se obtuvo tras pases repetidos en células de riñón, amnióticas y de embrión de pollo; se denominó Edmonston, apellido del niño del que se aisló el virus. La vacuna se autorizó en EEUU en 1963 y dadas las reacciones adversas que producía se administraba también inmunoglobulina estándar, lo cual no dejaba de ser un contrasentido puesto que la inmunidad pasiva que conferían las inmunoglobulinas frenaba la producción de anticuerpos. A partir de la cepa Edmonston se obtuvieron la Szchwarz —85 pases— y la Moraten —40 pases— que producían menos efectos adversos, dejándose de administrar la inmunoglobulina.60 En la actualidad, diferentes cepas víricas del sarampión son utilizadas en diferentes partes del mundo para la fabricación de vacunas, todas con diferentes propiedades, desconociéndose la base molecular del principio activo.61 De hecho, el virus salvaje es serológicamente indistinguible del virus atenuado. Solo con modernas técnicas de secuenciación genética ha sido posible identificar algunas diferencias entre las vacunas. Se desconoce también cómo se producen estas diferencias genéticas durante el proceso de atenuación. Así mismo se desconoce por qué una cepa es más reactiva que otra. Estamos por tanto delante de un fenómeno totalmente empírico: “la inyección de un virus atenuado es un proceso que implica muchos interrogantes no medibles”62 apostilla Thomas Quack. El empirismo al que nos referimos también se pone de manifiesto al contemplar las contradicciones entre teoría y praxis vacunal. Desde sectores académicos se afirma que “los virus atenuados se multiplican en el organismo vacunado y generan respuestas inmunitarias de tipo humoral y celular, que dejan una inmunidad intensa y de larga duración, semejante, aunque algo inferior, 59 QUACK, T. Op. Cit.

60 SALLERAS, Ll. DOMINGUEZ, A. SIERRA, A. y CUETO, A. “Vacuna antisarampión”, en SALLERAS, Ll. Vacunaciones preventivas, ed. Mason, Barcelona, 1998. 61 QUACK, T. Op. Cit. 62 QUACK, T. Op. Cit. 58


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a la producida por la infección natural. Por este motivo, para la primovacunación con vacunas de virus vivos atenuados suele ser suficiente, por lo general, la administración de una sola dosis....se considera que, salvo en el caso de la poliomielitis, no es necesario administrar dosis de recuerdo”.63 Que sepamos no hay ninguna vacuna del calendario vacunal, sean vivas o muertas, de la que no se administre dosis de recuerdo. Además la afirmación de que la respuesta inmunitaria a la vacuna es parecida a la producida por la enfermedad natural no resulta muy creíble con el estado actual de los conocimientos. El hecho de que las madres hoy no transmitan anticuerpos maternos, a pesar de haber sido vacunadas en más de una ocasión, avala esta hipótesis.

Vacunas inactivadas o muertas La inactivación o muerte de los gérmenes para la fabricación de estas vacunas se consigue por métodos físicos como el calor, o con medios químicos como el formol o la ß-propiolactona. De esta forma los gérmenes no se reproducen por lo que pueden utilizarse cepas virulentas, aunque la inmunidad es de menor intensidad y duración que la conferida por las vacunas atenuadas al ser la respuesta inmunitaria solo de tipo humoral, es decir, solo se producen anticuerpos sin que se impliquen los linfocitos T citotóxicos. Estas vacunas requieren varias dosis de recuerdo, necesitan un gran número de microorganismos y para que sean eficaces precisan adyuvantes. Son más estables que las atenuadas. La inactivación con ß-propiolactona siempre ha sido muy controvertida, al tener esta sustancia antibacteriana y antifúngica capacidad cancerígena, como se demuestra en ratas de laboratorio las cuales desarrollan tumores, especialmente sarcomas, en el punto de inyección.64 La acción cancerígena de la ß-propiolactona tiene que ver con su capacidad mutágena al interaccionar con las guaninas del ADN.

63 SALLERAS, LL. Op. Cit., 5

64 DICKENS, E. “Carcinogic lactones and related substances”, British Medical Bulletin, t.20. 1964 59


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Riesgos inherentes al proceso de fabricación: una pequeña digresión sobre los cultivos celulares y las contaminaciones por material genético, virus y proteínas La contaminación de los preparados vacunales es un fenómeno que ha acompañado a esta práctica desde los orígenes. Ya hemos visto cómo en el siglo XIX el material para vacunar contra la viruela procedía de fuentes muy diversas y cómo se transmitían otras enfermedades dado el desconocimiento del mundo microscópico y de la asepsia. En el siglo XX las contaminaciones han sido numerosas y entre ellas podemos mencionar las de las vacunas contra la peste y el cólera experimentadas en Asia a principios del siglo XX; las vacunas de la fiebre amarilla contaminadas con el virus de la hepatitis B y con las cuales se vacunó a más de un millón de personas en Brasil en los años treinta y a 400.000 militares norteamericanos durante la II Guerra Mundial con un resultado de 50.000 hospitalizaciones y 84 muertes; las contaminaciones con el virus de la leucosis aviaria de las vacunas contra la fiebre amarilla y las paperas; la posible contaminación de las primeras vacunas contra la hepatitis B con el virus del SIDA (ver capítulo de la vacuna contra la hepatitis B) y las contaminaciones de las vacunas antipoliomielíticas con el virus SV 40 sospechoso de producir tumores cerebrales (ver capítulo de la vacuna antipolio). Aunque las contaminaciones puedan ser presentadas como accidentes inesperados, una aproximación más detallada al proceso de fabricación y a la realidad biológica ponen de manifiesto que el fenómeno es mucho más complejo de lo que aparenta y que no siempre pueden ser evitadas. Al respecto, la ponencia presentada por Michel Georget en un Symposium realizado en el Parlamento Europeo en el año 2002 es sumamente esclarecedora y a ella nos remitimos. En efecto, auspiciado por el eurodiputado verde Paul Lannoye en abril de 2002, se produjo un encuentro en el Parlamento Europeo en el que se debatió sobre la actual práctica vacunal. En él participaron sectores vacunalistas con representantes tan cualificados como J. Clements, que trabaja para la OMS en el Departamento de Vacunas y Productos Biológicos dentro del Programa Global de Vacunación, y sectores críticos con las actuales estrategias preventivas mediante vacunación. Las intervenciones de aquel encuentro han sido publicadas en un libro titulado Les vaccinations en question. 60


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En esta pequeña digresión lo que nos interesa de aquel encuentro fue la exposición de M. Georget titulada Orígenes y consecuencias de las contaminaciones e impurezas de las vacunas y en especial el apartado que hace referencia a los riesgos vinculados a la utilización de cultivos celulares de los cuales se obtiene el material vírico necesario para la producción industrial de este tipo de vacunas. Ya hemos explicado anteriormente que mientras la obtención de material bacteriano para la fabricación de vacunas no requiere técnicas especialmente complejas, ya que estos microorganismos crecen fácilmente en cualquier medio de cultivo, la obtención de material vírico resulta mucho más laboriosa, puesto que los virus necesitan introducir su material genético en las células de cultivo para reproducirse, constituyendo este procedimiento la primera fuente de contaminación, pues toda célula puesta en cultivo acaba por liberar virus. Estos virus no proceden del exterior, es decir, no son los virus que introducimos para que se repliquen, sino que son virus producidos por la misma célula a partir de su propio material genético. Los cultivos para obtener virus se preparan con células de procedencia animal o humana, y hasta la fecha los más utilizados han sido los cultivos primarios, los cultivos de células diploides y los cultivos de células de crecimiento continuo. Los cultivos primarios tienen el inconveniente de que las células dejan de reproducirse cuando entran en contacto y obliga a preparar nuevos cultivos. Ello ha dado lugar al sacrificio de millones de ejemplares de monos para extraerles los riñones. Los cultivos de células diploides duran más tiempo. Desde el punto de vista industrial los más interesantes son los cultivos con células de crecimiento continuo, pues las células se replican indefinidamente de forma espontánea o porque se les somete a procesos de cancerización mediante virus y sustancias químicas. Algunas de estas líneas celulares se vienen utilizando desde hace décadas y el inconveniente más importante es que presentan características oncológicas pues sus cromosomas son aberrantes y han perdido la inhibición de contacto, es decir, siguen multiplicándose aunque se toquen, que es lo que sucede con las células cancerosas. Las más conocidas son la líneas VERO preparadas con células de riñon de mono verde, la CHO que se prepara con células ováricas de hamster y la BHK21 procedentes del riñon de hamster.

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Las contaminaciones de los preparados vacunales pueden producirse con los tres tipos de cultivos y también con la vacunas preparadas por ingeniería genética, pues éstas utilizan bacterias, levaduras o células animales en las que se transfecta la información genética a partir de la cual se obtiene el material para la fabricación de vacunas. Según la propia OMS el riesgo más importante relacionado con los cultivos de células continuas es la presencia de ADN contaminante heterogéneo, de virus y de proteínas transformantes, que es un eufemismo para denominar a proteínas cancerígenas.65 Las proteínas transformantes serían producidas por genes de las células en crecimiento continuo con capacidad para convertirse en oncogenes (genes cancerosos). Según Georget las vacunas contra la hepatitis B son presentadas con un nivel de pureza del 95-99%, lo que quiere decir que dependiendo del fabricante presentan entre un 1 y un 5% de impurezas de naturaleza proteica.66 Las contaminaciones víricas son un problema antiguo que continúa sin resolverse. Según Georget los virus pueden aparecer sin que sean detectados. Expertos de la OMS confirman esta observación cuando advierten que pueden haber agentes microbianos desconocidos, para los que no existen medios de detección en la actualidad, y que por tanto es preciso permanecer atentos ante riesgos inesperados y hacer un seguimiento de las personas que reciben los nuevos productos.67 El potencial cancerígeno del ADN contaminante heterogéneo es doble: por un lado puede facilitar la síntesis de proteínas transformantes y por otro puede integrarse en el propio genoma del individuo desregulándolo (ver capítulo sobre Perspectivas de futuro), favoreciendo la activación de protooncogenes y/o inactivando antioncogenes, que son genes que regulan el ciclo vital celular. Expertos de la OMS citados por Georget advertían: “No se puede negar la ausencia total de ADN y de los riesgos implícitos en los productos obtenidos en líneas celulares continuas, en los productos obtenidos en cultivos primarios de células y en los cultivos de células diploides (..) Uno de los grandes problemas revelados (en esta conferencia) es el riesgo de malignidad que podría presentar a largo término un ADN contaminante heterogéneo, en particular si se comprueba que contiene secuencias codantes o reguladoras poten65 GEORGET, M. “Origines et conséquences des contaminations et impuretés des vaccins” en Les vaccinations en question Ed. Frison-Roche, Paris, 2003, pag. 84.. 66 GEORGET, M. Op. Cit., pag. 85. 67 GEORGET, M. Op. Cit., pag. 85

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cialmente oncogénicas. Este punto es realmente preocupante, pues numerosas personas sanas, especialmente los neonatos, serán posiblemente vacunadas con productos procedentes de líneas celulares continuas”.68 Michel Georget recuerda al respecto que la vacuna contra la hepatitis B, obtenida con la técnica del ADN recombinante, es ampliamente administrada a los adultos y a los neonatos pues figura en el calendario oficial de vacunaciones sistemáticas. Otras posibles contaminaciones procedentes de los medios de cultivo (endotoxinas y pestivirus) podrían ser reseñadas; el lector que quiera profundizar en el tema puede remitirse a los trabajos mencionados.

Los adyuvantes Los adyuvantes constituyen otro de los aspectos controvertidos de las vacunas y vuelven a poner de manifiesto la falta de rigor y los riesgos subyacentes en la práctica vacunal. Se define al adyuvante como “cualquier sustancia que incrementa la respuesta inmunitaria a un antígeno con el que se mezcla”.69 Al mismo tiempo se reconoce que muchos antígenos utilizados como vacunas tienen poca capacidad inmunógena si se administran solos y por este motivo debe añadírseles el adyuvante. Entre las vacunas que presentan adyuvantes destacan las hechas con toxoides, las de bacterias enteras muertas y las nuevas vacunas sintéticas. Los adyuvantes pueden actuar de diferentes formas pero el único autorizado en estos momentos, en la mayoría de países, es el hidróxido de aluminio, ya que en todos los demás casos la dosis terapéutica y tóxica es muy estrecha.70 No obstante, dada la trascendencia de las comunicaciones aparecidas en los últimos años en la prensa científica, reseñamos brevemente algunas patologías relacionadas con las sales de aluminio.

68 GEORGET, M. Op. Cit., pag. 86

69 SALLERAS, Ll. Op. Cit. Pag. 52. 70 SALLERAS, Ll. Op. Cit. Pag. 53. 63


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El hidróxido de aluminio El aluminio tiene como misión incrementar el período de contacto del antígeno con el sistema inmunitario. El incremento de la respuesta se conseguiría mediante la activación de los macrófagos y una mayor producción de citocinas. Durante años se utilizó en forma de fosfato de aluminio y de alumbre o sulfato doble de aluminio y potasio, siendo las vacunas que contenían este último las responsables de las poliomielitis paralíticas asociadas a vacunación (PPAV) en los años cincuenta.71 En la actualidad se utiliza el hidróxido de aluminio, y aunque la normativa española habla de una presencia máxima de 0,2 microgramos (µgs) por mililitro de agua para que ésta sea potable, en algunas vacunas como la DTP y la polio, la antihepatitis A y B, la fiebre amarilla podemos encontrar cantidades que sobrepasan los 500 µgrs por dosis.72 Esto supone administrar aluminio de forma directa en el organismo (sin posibilidad de ser neutralizado por las mucosas) en cantidades que superan en 2.000, 3.000 ó 4.000 veces los niveles permitidos, en estos momentos, para el agua potable. Conocer la farmacocinética y la farmacodinamia (en el capítulo Consecuencias de los programas de vacunación se explican ambos conceptos) de una sustancia es fundamental a la hora de establecer relaciones de causalidad entre tóxico y efecto adverso. El hidróxido de aluminio, una vez absorbido, es atrapado por la transferrina (una de las moléculas transportadoras) de la sangre, a la que se une fuertemente, llegando a los tejidos y al cerebro a través del torrente circulatorio.73 Otras moléculas de la sangre que contienen grupos fosfatos y carboxílicos también fijan fuertemente el aluminio, todo lo cual hace que su solubilización sea muy alta.74 El aluminio también se une a los fosfolípidos de las membranas celulares ocasionando alteraciones en los procesos metabólicos y enzimáticos, especialmente en las neuronas. Esta 71 GEORGET, M. Vaccinations les vérités indesirables, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia, 2000. Pag. 81.

72 MIEDICO, D. et al., “Toxicidad del mercurio y del aluminio contenidos en las vacunas obligatorias en Italia”, en La Salud en tus manos, Boletín nº 7, Barcelona, Liga por la Libertad de Vacunación, 2002. 73 HARRIS, W.R. et al. “Speciation of aluminum in biological Systems”, Journal Toxicology Environoment Heakth , 48, 543-568. 1996.

74 KISS, T. et al. “Interaction of aluminum (III) with phosphatebinding sites: biological aspects and implications”, Coordination Chemystre Rev. 149, 329-346. 1996. 64


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capacidad de asociación y formación de complejos moleculares hace que el acúmulo en los tejidos ocurra lentamente (varios días) y por esta razón el hidróxido de aluminio sirve como adyuvante en las vacunas. Por esta causa, al igual que sucede con el mercurio, lentamente también aparecen las patologías asociadas que pueden demorarse meses o años. Las afecciones neurológicas como demencias y alteraciones cognitivas han sido extensamente descritas por expertos en relación al aluminio contenido en el agua potable75 pero, recientemente, una nueva enfermedad, la Miofascitis por Macrófagos (MFM) vinculada al aluminio vacunal ha sido descrita por diferentes autores, entre los que destaca el Pr. Romain Ghérardi del hospital Henri Mondor de París y Michel Coquet del CHU de Burdeos.76 Esta afección se caracteriza por dolores articulares y neuromusculares y por fatiga crónica. Un tercio de los casos se acompañan de enfermedades autoinmunes, como esclerosis en placas, dermatomiositis, tiroiditis de Hashimoto y artritis reumatoide. La enfermedad presenta muchas analogías con el Síndrome de la Guerra del Golfo al que también se le relaciona con el aluminio vacunal, el Síndrome de Fatiga Crónica y la Fibromialgia. En un artículo de respuesta a la hipótesis ¿Miofascitis por macrófagos: un origen vacunal? Michell Coquet respondía: “Casi 200 casos de MFM son actualmente conocidos en Francia, pero se han señalado más casos en Bélgica, Gran Bretaña, España, Portugal, Alemania, Túnez y en los Estados Unidos. Un estudio ha sido publicado, realizado sobre 54 casos de MFM, procedentes de los centros de miopatología de Bordeaux y de Créteil y del Instituto de Miología, observados entre mayo de 1993 y agosto de 1999. Todos los pacientes habían recibido de una a nueve inyecciones de una o varias vacunas que contenían hidróxido de aluminio (VHB y/o VHA y tétanos). El período de tiempo entre la vacunación y la aparición de las mialgias va de 3 meses a 2 años, y el período que transcurre entre la vacunación y el diagnóstico de MFM por biopsia muscular va de los 33 meses a los 8 años”.77 Al mismo tiempo, estudios de anatomía patológica realizados 75 McLACLHAN, D. “Aluminium and the risk of Alzheimer’s disease”, Environmetrics, 6, 233-275. 76 GHERARDI, R. et. al. “Macrophagic myofasciitis: a reaction to intramauscular injections of aluminium containing vaccines”, Journal of Neurlogy, nº 246, 1999.

77 COQUET, M. “Myofasciite à macrophages: ne origine vaccinale?”, Le Concours medical, tome 124-20, 1393/1394, 2002. 65


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por el Dr. Philippe Moretto en octubre de 1998 han puesto de manifiesto que las inclusiones cristalinas observadas en los macrófagos de los enfermos diagnosticados de MFM eran cristales de aluminio. Por otro lado, diferentes autores señalan que el aluminio es sospechoso de ser un factor que interviene en la aparición, a edades cada vez más tempranas, de la enfermedad de Alzheimer por degeneración neuronal. La posible relación del aluminio con procesos degenerativos cerebrales también aparece en un estudio comparativo sobre alimentación por perfusión en niños prematuros. Este estudio ha revelado alteraciones en el desarrollo mental de los niños cuyas perfusiones contenían aluminio.78 De hecho en el Primer Congreso Internacional sobre Metales y Cerebro: de la Neuroquímica a la Neurodegeneración, celebrado en Padua en septiembre del 2000, decenas de científicos suscribieron el documento Aluminio y Salud: Recomendaciones, que fue enviado a diferentes organismos nacionales e internacionales relacionados con la salud pública como la OMS, la FDA y Ministerios de Sanidad. En dicho documento podemos leer: “Además, una concentración aumentada de aluminio en las fórmulas alimenticias para niños o en las soluciones alimenticias para nutrición parenteral ha sido asociada con consecuencias neurológicas y enfermedades metabólicas de los huesos, caracterizadas estas últimas por una ralentización de la velocidad de formación”.79 La toxicidad del aluminio vacunal ha sido reflejada por el Dr. Dario Miedico y el Dr. Ezzio Battistel. En una de las conclusiones podemos leer: “Que es preciso subrayar que el aluminio vacunal no es filtrado por las barreras fisiológicas naturales, sino inyectado directamente en el torrente sanguíneo, donde entra directamente en contacto con las moléculas biológicas (proteínas, receptores celulares, etc.) y por tanto puede desplegar su efecto sin posibilidad de ser “neutralizado” o eliminado como ocurre por la vías naturales. Esto es tanto más verdadero en el caso del niño, en el que las funciones renales no están perfectamente en orden: la eliminación renal es el sistema más importante de eliminación del metal por el cuerpo. Es sabido, de hecho, que la demencia que se desarrollaba en los enfermos crónicos renales dializados era debida al acúmulo de aluminio 78 BISHOP, D. Et. al. “Aluminiumneurotoxicity in preterm infants receiving intraveinous-feeding solutions”, The New England Journal of Medicine, t. 336, 1557-1561, 2002. 79 MIEDICO, D. Op. Cit.

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durante el proceso. Además, hay que tener en cuenta que el sistema renal de los niños recién nacidos está en proceso de maduración. Si a esto se añade la posibilidad de que el niño pueda tener una disfunción renal subclínica, se puede imaginar que la inoculación de tan elevadas cantidades de aluminio pueda implicar efectos patológicos. A fin de tener una idea de los números, considérese que la cantidad ingerida por una persona al día oscila entre 10-40 microgramos pero solo una mínima parte es absorbida, aproximadamente el 0,1% (valor medio). Tal como se recuerda más arriba, en una sesión vacunal se llega tranquilamente a 600 microgramos, cantidad que va de forma directa al interior del organismo”.80 Asimismo, a nivel local, el hidróxido de aluminio puede dar lugar a la formación de granulomas en el punto de inyección que precisan a veces exéresis quirúrgica. También se está relacionando en las revistas científicas veterinarias al hidróxido de aluminio con el aumento de los cánceres que aparecen en el lugar de la inyección en los animales domésticos.81 Entre los tumores felinos posvacunales más frecuentes destaca el fibrosarcoma, pero también se han reseñado condrosarcomas, rabdomiosarcomas, sarcomas miofibroblásticos, histiocitomas y osteosarcomas. La frecuencia, que no para de aumentar, se sitúa entre 1 y 13 de cada 10.000 gatos vacunados.

Los conservantes Los conservantes son sustancias químicas que se utilizan para la conservación de las vacunas. Entre los conservantes y estabilizantes más comunes encontramos derivados mercuriales, antibióticos, antifúngicos y lactosa. Dada su relevancia y toxicidad, los derivados mercuriales requieren un comentario especial.

Los antisépticos mercuriales El más conocido es el Tiomersal, cuyo nombre químico completo es Tiosalicilato Sódico de Etilmercurio, y se viene usando desde 1930 para preservar las vacunas de bacterias y hongos. Lo contie80 MIEDICO, D. Op. Cit

81 SHANE,R. Singapore Veterinary Journal, 22, 65-73, 1998. 67


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nen las vacunas de la difteria, tétanos, tos ferina, gripe y hepatitis B. También está presente en algunos colirios y soluciones nasales. El mercurio es tóxico para el sistema nervioso y se lo relaciona con procesos cancerosos y alérgicos. Recientemente la Asociación de Defensa del Paciente ha solicitado a las autoridades sanitarias la retirada de esta sustancia de diferentes productos comerciales. Una vez inyectado, el Tiomersal se descompone en tiosalicilato y etilmercurio. El 49,6% del peso molecular corresponde al mercurio. El etilmercurio está considerado como mercurio orgánico. Los efectos del metilmercurio (muy parecido al etilmercurio) han sido bien estudiados y recogidos en la literatura médica: existen centenares de artículos sobre la toxicidad del mercurio en relación al sistema nervioso. Son bien conocidos los procesos de absorción y distribución en los tejidos. No obstante se afirma que el etilmercurio se elimina más rápidamente que el metilmercurio.82

Según los Drs. Miedico y Battistel, el mercurio orgánico, ya sea metil o etil, tiene una distribución heterogénea en los tejidos.83 Por vía digestiva es absorbido casi en su totalidad. Una vez en sangre el 90% del mercurio se incorpora a los glóbulos rojos asociado a proteínas con grupos —SH por las que tiene una gran afinidad. La unión a los grupos —SH inhibe sistemas enzimáticos fundamentales para la actividad celular, de ahí su uso como bactericida.84 Desde la sangre, el mercurio se distribuye por el organismo, este proceso dura entre 24 y 48 horas. La eliminación es muy lenta, aproximadamente 70 días para el mercurio de la sangre y 270 días para el mercurio del sistema nervioso central, lo que significa que la eliminación diaria es muy reducida estableciéndose, una vez repartido el mercurio, un flujo entre sistema 82 MCINTYRE, R. Et. al “Thiomersal fact sheet”, National Centre for Inmunisation Research and Superveillance of Vaccine Preventable Desease, 2000. 83 MIEDICO, D. Op. Cit.

84 GARCÍA-VALDECASAS, F. Farmacología Experimental y Terapéutica en general, Ed. Salvat, Barcelona, pag. 531, 1972. 68


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nervioso, sangre y órganos de excreción. Según los médicos citados esta dinámica tiene significados fisiológicos precisos, pues la concentración sanguínea permite conocer el grado de intoxicación cerebral.85 Así, mientras los valores mercuriales en sangre de los dos primeros días permiten conocer el nivel de la intoxicación aguda, los valores sanguíneos de los días sucesivos permiten conocer el grado de intoxicación cerebral, ya que en estado estacionario la concentración mercurial en el cerebro es 10 veces superior a la sanguínea. En el pelo esta relación es 250 veces superior a la de la sangre. En el intestino el mercurio orgánico es transformado en inorgánico por las bacterias y eliminado con las heces, pero este proceso es sumamente lento. En el cerebro sucede algo parecido, pero la eliminación es más difícil. Al igual que otros metales pesados, el mercurio es sumamente tóxico para las criaturas vivas. La toxicidad de un metal pesado como el mercurio en su forma orgánica más estudiada (metilmercurio) depende de varios factores. Por un lado está la cantidad o “dosis umbral” o límite por encima del cual su toxicidad podemos decir que es absoluta. Por otro su cualidad o capacidad para interactuar, a dosis consideradas inferiores a las tóxicas, con moléculas y/o receptores celulares específicos, desencadenando o inhibiendo respuestas biológicas fundamentales, como sucede con los Compuestos Orgánicos Persistentes (COP). Finalmente hay que considerar el estado del receptor, es decir, de la persona que entra en contacto con el tóxico. En este sentido el potencial tóxico de una sustancia dependerá del estado de salud básica (insuficiencia renal, hepática, etc.) del sujeto que lo recibe y sobre todo de la edad. Los niños y los bebés son mucho más susceptibles, ya que sus órganos y tejidos se hallan en proceso de formación y maduración. Además de su acción cancerígena, el metilmercurio tiene un tropismo especial por el sistema nervioso central. En el adulto se observan pérdidas de neuronas en diferentes áreas del cerebro. Pueden aparecer parestesias (sensaciones anormales) en las extremidades a dosis bajas. Este efecto puede tener un período de latencia (tiempo transcurrido entre la intoxicación y la aparición de síntomas) de uno o varios meses, pudiendo los síntomas agravarse en períodos de tiempo más largos (ya hemos visto que la metabolización es sumamente lenta). El metilmercurio resulta especialmente nocivo para el cerebro en vías de formación. Se considera que el sistema nervioso central del niño es diez veces más sensible que el del adulto. En Minamata 85 MIEDICO, D. Op. Cit. 69


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(Japón) se observaron daños neurológicos severos por exposición prenatal aunque las madres tenían niveles mercuriales en sangre normales, lo que a su vez fue confirmado en experimentos con animales.86 El mercurio modifica la dinámica celular al alterar el proceso de ensamblaje y desmontaje del citoesqueleto. El esqueleto celular está conformado por una proteína llamada tubulina la cual tiene grupos —SH. Al fijarse a estos grupos, el mercurio perturba el ensamblaje celular, actividad que resulta fundamental en los procesos de división y diferenciación neuronal.87 Battistel y Miedico consignan que: “el envenenamiento prenatal produce en el recién nacido formas patológicas no distinguibles de las parálisis cerebrales leves, como quedó patente en los estudios realizados en Irak (…) Análisis bioestadísticos han revelado una correlación clara entre las concentraciones máximas durante la exposición prolongada (pan contaminado) de la madre en el embarazo y la frecuencia de los problemas neurológicos en los recién nacidos. Esta es la primera vez que se establece una clara correlación entre la dosis-respuesta en el hombre”.88 La relación entre bajas dosis del metilmercurio y trastornos neurológicos en los niños por lesiones a largo plazo del sistema nervioso ha sido postulada por otros autores, lo que permite afirmar a Miedico y Battistel: “Este argumento trae a colación los efectos neurológicos y las alteraciones del comportamiento observadas a largo plazo después de las vacunaciones DT (difteriatétanos). Sutiles anomalías neurológicas tipo “encefalitis”, más o menos manifiestas, son similares a las detectadas en los estudios sobre el envenenamiento de masas (…) De hecho ha sido claramente trazada la hipótesis de que las vacunaciones pueden ser la causa de la aparición de síndromes autistas en los niños”.89 Los niveles de exposición límites al metilmercurio contenido en la dieta de los adultos que aconsejan diferentes organismos internacionales presentan cifras dispares según vemos en el cuadro adjunto. Al no existir límites de toxicidad establecidos para el etilmercurio se debe recurrir a los del metilmercurio, aunque no hay estudios de toxicidad comparativa entre ambos compuestos. A juicio de Amparo Blanco, licenciada en farmacia, la equivalencia que establecen las autoridades sanitarias entre una sustancia y otra 86 TSUBAKI, T. et. al. Minamata desease, Kosansha Ltda. Tokio, 1977.

87 MIURA, K. et. al. “Mechanism of methylmercury citotoxicity”, Crit. Rev. Toxicology, 18, 161-188, 1987. 88 MIEDICO, D. Op. Cit. 89 MIEDICO, D. Op. Cit. 70


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constituye un ejercicio de imaginación, pues no existen datos que lo avalen y porque además se toman como referencia límites de exposición crónica por vía oral (dieta) en adultos, frente a exposiciones intermitentes más altas (vacunas) administradas directamente (vía subcutánea) en el organismo de bebés y niños.90

Por otro lado hay que remarcar que con una sola dosis de la vacuna contra Hepatitis B (12µgs) o con la DTP (24,7 µgs) se sobrepasan ampliamente los límites de exposición aceptados por los organismos citados en la tabla anterior. Si se combinan dos o más vacunas, los niveles mercuriales son aún mayores. Sin embargo, llama la atención que la OMS aporte datos sobre cifras semanales en vez de cifras diarias. Es probable que de esta manera, como señalan Miedico y Battistel, se pretenda diluir o camuflar el problema en el tiempo ya que la cantidad de mercurio contenida en una sola vacuna es muy superior a los límites que establecen las referencias diarias. En otros documentos de la OMS los límites de exposición se sitúan en los 159 µg/Kg/año. De esta manera los valores mercuriales resultan aceptables cuando en realidad superan notablemente los límites diarios tal y como se aprecia en el recuadro que sigue:

90 BLANCO, A., Mercurio y Vacunas, Feria de Biocultura 2003. Madrid, 2003. 71


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Para Amparo Blanco los mensajes de las autoridades sanitarias son contradictorios y así lo hizo público en unas jornadas sobre vacunas que tuvieron lugar en Madrid en el marco de la Feria de Biocultura-2003: “Mientras se intenta reducir por todos los medios posibles las fuentes de exposición a los metales pesados y muy especialmente al mercurio, con medidas como: • retirada de los termómetros de mercurio, obligatoria a partir de 2004. • reciclaje de las pilas de botón, que contienen mercurio. • retirada del mercurio de las pilas convencionales. • desaconsejar las preparaciones que contiene tiomersal como antiséptico local. • desaconsejar el uso de amalgamas dentales de mercurio debido a su toxicidad y su demostrada liberación en el organismo. • retirar de la dieta los pescados contaminados por mercurio principalmente en forma de metilmercuro, las autoridades siguen permitiendo que miles de niños y adultos sigan recibiendo vacunas que contienen tiomersal, sin informar previamente a la población afectada, ni a los padres en caso de las vacunas infantiles, cuando hay medidas tan fáciles como vacunar para las mismas indicaciones con vacunas que no contengan tiomersal”.91 A pesar de que en 1999 la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos instaba a la eliminación del tiomersal de las vacunas, en el año 2003 aún podíamos encontrar tiomersal en algunas vacunas infantiles tal y como aparece en el Catálogo de Especialidades Farmacéuticas.92 En Australia las vacunas para los niños menores de cinco años no contienen mercurio y la antihepatitis B (única que lo contenía en cantidad de 25µg por dosis) ha sido sustituída a lo largo del año 2000 por otra libre de este metal.93 Esta medida está siendo adoptada por numerosos países. Esto, evidentemente, es motivo de satisfacción, pero al mismo tiempo es un reconocimiento implícito de una irracionalidad que se ha prolongado durante setenta años. ¿Si no era tóxico cómo es que ahora lo retiran? ¿qué ha sido de todos los niños que han sufrido daños neurológicos irreversibles tipo autismo, parálisis cerebrales, etc.? ¿quién o quiénes se han hecho responsables? 91 BLANCO, A., Op. Cit. 92 BLANCO, A., Op. Cit.

93 MCINTYRE, R. Op. Cit. 72


V. El calendario vacunal infantil94 El número de vacunas que reciben nuestros hijos no ha dejado de incrementarse desde que la vacuna contra la viruela iniciara el período vacunalista. No obstante, la sistematización del calendario vacunal es una práctica que se ha desarrollado y generalizado en los últimos treinta años. Por eso resulta sorprendente la división epidemiológica que se realiza entre período prevacunalista y postvacunalista a la hora de valorar el impacto de algunas enfermedades infectocontagiosas en la población.95 Solo hace falta cotejar la cronología de introducción de las vacunas y la cronología de la incidencia de las enfermedades prevenibles mediante vacunación en España y Europa, para darse cuenta de que la clasificación es poco rigurosa. Así, para avalar la clasificación referida, en algunos textos se comparan datos de incidencia del sarampión de 1941 y 1990 en EEUU, cuando la vacuna se comercializó en 1963 y alcanzó coberturas epidemiológicamente significativas años más tarde.96 Lo mismo puede decirse para la difteria, donde se comparan cifras de 1921 y 1990 o para la tos ferina donde se comparan cifras de 1934 y 1990.97 Las vacunas contra la difteria y la tos ferina se empezaron a utilizar en los años cuarenta y cincuenta, y su generalización se produjo a mitad de los sesenta. Antes de la introducción de estas vacunas, el impacto de estas enfermedades sobre la población se había reducido drásticamente, como tendremos ocasión de ver en las gráficas aportadas. En estos momentos, el calendario vacunal contempla la administración de unas 40 vacunas desde el nacimiento hasta la adolescencia, aunque la máxima presión se desarrolla en los 18 primeros 94 NdE: En el Estado Español la vacunación no es obligatoria y cada región autonómica tiene su propio calendario vacunal. Presentamos aquí el calendario de vacunación unificado que propone el CONSEJO INTERTERRITORIAL DEL SISTEMA NACIONAL DE SALUD 2017, y el calendario obligatorio argentino para comparar.

95 RODRIGUEZ, F. POU, J “Contraindicaciones de las vacunas”, en SALLERAS, LL. Vacunaciones preventivas, Ed. Masson, Barcelona, pág. 531, 1998 96 RODRIGUEZ, F. POU, J. Op. Cit. 97 RODRIGUEZ, F. POU, J. Op. Cit.

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meses. En este perĂ­odo los niĂąos reciben aproximadamente unas 30 inmunizaciones. El calendario se implementa de la siguiente forma:

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VI. La DTP: Difteria, Tétanos y Tos ferina La DTP es una vacuna combinada que se administra en la infancia a los 2, 4, 6 y 18 meses. Se recibe otra dosis a los seis años. A los catorce años98 se inocula la dT (difteria, tétanos) según el calendario vacunal vigente y, a partir de esta edad, las autoridades sanitarias españolas recomiendan su repetición cada diez años.99 La difteria figura en minúscula porque la dosis de los adultos es más pequeña que la de los niños, al presentarse más reacciones adversas con las dosis habituales.

La difteria Es ésta una enfermedad antigua conocida por otros nombres y descrita por primera vez en los textos hipocráticos. Areteo de Capadocia describió, en el siglo II a.C., lo que denominó “úlcera egipcia”.100 Bretonneau fue, en el siglo XIX, el primero que utilizó el nombre actual y la diferenció de otras anginas y procesos laríngeos. La difteria es una enfermedad cuyo agente causal último es un bacilo llamado Corynebacterium diphtheriae, aunque hay otras especies de Corynebacterium que también pueden producirla. La enfermedad no es producida directamente por el bacilo sino por una toxina producida por éste cuando coloniza las mucosas. Klebs describió al bacilo en 1883 y Loeffler lo cultivó, distinguiéndolo de otros bacilos.101 En 1888 Roux y Yersin reprodujeron la enfermedad en ratas y en 1890 Behring y Kitasato desarrollaron el sue98 NdE: En el calendario vacunal de Argentina se administra a los doce años.

99 NdE: En el calendario vacunal de Argentina se administra DTP a los 2, 4 y 6 meses en la vacuna quíntuple. 100 URIARTE, X. Los peligros de las vacunas, Ed. Atica-Salud, Barcelona, 2002.

101 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D., en SALLERAS, LL. Vacunaciones Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 2002. 75


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ro antidiftérico.102 La vacuna se empezó a fabricar en 1923 cuando el francés Ramon y los ingleses Glonny y Hopkins consiguieron destoxificar la toxina.103 Antiguamente conocida como garrotillo, la enfermedad se caracteriza por la aparición de falsas membranas en la garganta formadas por fibrina, leucocitos y exudados inflamatorios que pueden extenderse a zonas adyacentes, pudiendo llegar a producir dificultades respiratorias.104 Históricamente la difteria se ha localizado en los países templados y fríos. En los años 50 la OMS recomendó la vacunación en estas zonas, aunque más tarde la incluyó en el programa de vacunación universal de los niños. La extensión de la vacunación contra la difteria a la población infantil del llamado “Tercer Mundo” resulta incomprensible si tenemos en cuenta que años antes la OMS recomendaba que no se hiciese en los países tropicales donde habitualmente la infección no produce síntomas clínicos.105

Epidemiología Epidemiológicamente la enfermedad se ha caracterizado por la aparición de grandes brotes seguidos de períodos de remisión de hasta cien años.106 En los siglos XVI -XVII afectó a España, en el siglo XVIII se localizó en Nueva Inglaterra, en el siglo XIX la epidemia afectó a Europa y América y en el siglo XX los brotes han tenido lugar durante la II Guerra Mundial, sobre todo en Alemania y zonas ocupadas, y en la actualidad en Rusia y otras repúblicas transcaucásicas de la extinta URSS.107 Sorpresivamente estos brotes han afectado a la población adulta. En España la incidencia de la difteria ha sido claramente descendente a lo largo de todo el siglo XX, exceptuando el período que abarca la Guerra Civil y primeros años de la postguerra 102 URIARTE, X. Op. Cit.

103 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit.

104 CORBELLA, X., GUDIOL, F., “Enfermedades producidas por bacilos grampositivos y cocos gramnegativos” en El Manual de la Medicina, Ed. MassonSalvat Medicina, 1993. 105 Vaccination contre les maladies contagieuses courantes de l’enfance”, Raport technique OMS, n° 6, 1950. 106 ENGLISH, P.L., “Diphtheria and theorics of infectius disease: centenal appreciation of the critical role of diphtheria in the history of medicine”, Pediatrics, 76, 1985. 107 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit. 76


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cuando los casos se multiplicaron vertiginosamente. A principio de siglo los cálculos hablan de un promedio de 60.000 casos y unas 5.000 muertes anuales.108 En 1901 hubieron 6299 defunciones según consta en el anuario estadístico. A partir de los años veinte la enfermedad declina, produciéndose unas 1.200 muertes durante la II República, sin embargo el número de óbitos fue de 4.058 en 1939 al acabar la Guerra Civil. Superados los estragos de la guerra, la incidencia de la enfermedad ha ido disminuyendo paulatinamente. En 1950 se declararon 4.741casos con un balance de 297 decesos, mientras que en 1964, año previo al de las vacunaciones masivas, se registraron 1.700 casos con 81 muertes. Esto significa que el descenso de la mortalidad en el período 1901-1964 fue del 98,7% sin que pueda atribuirse a las escasas vacunaciones efectuadas. La morbilidad, por su parte, experimentó un descenso del 97,2% entre principios de siglo y 1964 de ser ciertos los datos que aportan Salleras y colaboradores. Los últimos casos de difteria en España, según el Anuario del Instituto Nacional de Estadística, acontecieron en 1986 y la última defunción data de 1984.

La vacunación Llegados a este punto nos podemos preguntar ¿qué papel han jugado en el descenso de la morbilidad de la difteria el uso primero con sueros y después con vacunas? Evidentemente la respuesta dependerá de las fuentes consultadas. Algunos mantienen que la práctica desaparición de la difteria en los países occidentales observada en los años setenta es mérito de 108 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit. 77


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las campañas de vacunación iniciadas en los años cuarenta y cincuenta.109 Aunque la afirmación parece inapelable, los datos estadísticos de organismos oficiales por un lado y trabajos de investigación muy rigurosos por otro, ponen de manifiesto que la realidad ha sido otra, como se observa en el gráfico. Existen considerandos que conviene tener en cuenta, tomaremos el caso de España para estudiar el tema. En España, tanto el uso de sueros antidiftéricos como de la vacuna con la anatoxina diftérica tuvieron un uso muy limitado hasta la implementación de los programas masivos con DTP en 1965. En 1931 se repartieron, de forma provincialmente dispar, 15.508 viales de 1cc de anatoxina en toda España y 2.787 ampollas de 10 cc de suero. El uso de sueros desapareció a partir de 1945, al menos no hay constancia en los registros consultados, y también a partir de esa fecha decreció la distribución de ampollas de 10 cc con anatoxina diftérica, que en 1940 fue de 16.362 unidades y en 1949 de 3.400. En la década de los cincuenta, los registros ya hablan de inmunizaciones y éstas presentan un perfil de uso sumamente irregular. Según los anuarios estadísticos consultados en 1950 se realizaron 104.616 vacunaciones, 45.247 en 1957 y 179.686 en 1963. Aunque estas coberturas son ínfimas y claramente insuficientes (hemos de considerar que en 1965 se vacunaron a más 1.500.000 de niños, cifra 10 veces superior a la de 1963) esto no impide a Lluís Salleras y colaboradores afirmar que “En 1945 se introdujo con carácter obligatorio la vacuna antidiftérica para todos los niños españoles, produciéndose un descenso significativo de la morbilidad (4.741 casos en 1950 y 1.841 en 1960)”.110 Obviamente, basta con observar el perfil de la gráfica de las defunciones por difteria en España para concluir que, excepto en período bélico, la trayectoria es francamente descendente desde principios de siglo y que sobre esta tendencia cabalgan las primeras y escasas vacunas antidiftéricas distribuidas. Por otro lado, los rebrotes epidémicos de la Segunda Guerra Mundial ocurrieron también en países que desarrollaron intensas campañas de inmunización durante la conflagración, como tendremos oportunidad de comentar inmediatamente.111 Además, aunque las vacunaciones masivas empezaron en 1965, las cober109 GALAZKA, A. et. Al., “Resurgence of diphtheria”, Eur J Epidemiol,1995. 110 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit.

111 GEORGET, M. Vaccinations les vérités indesirables, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia, 2000, pág. 198. 78


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turas vacunales superiores al 80 % -que son las que se consideran necesarias para producir la deseada barrera inmunológica- no se alcanzaron hasta finales de los años setenta. Para entonces la incidencia de la enfermedad se había reducido drásticamente. El elemento fundamental fue la mejora de las condiciones de vida de la población desde las primeras décadas del siglo XX, las cuales se aceleraron tras superarse los efectos de la guerra y el período de autarquía social, política y económica que vivió España hasta 1952. Por otro lado, cuando se analizan las circunstancias epidemiológicas que rodearon a los grandes brotes del siglo XX, que son de los que tenemos mejor información, lo primero que salta a la vista, cualquiera que haya sido la zona afectada, es que se han producido en circunstancias de guerra, hambre, destrucción y miseria; así tenemos España-1936: Guerra Civil y Postguerra; Europa-1939: II Guerra Mundial; URSS-1990: guerras, hundimiento socioeconómico. Lo segundo y vinculado a lo anterior es que los grandes brotes epidémicos acaecidos durante la Segunda Gran Guerra coincidieron en el tiempo con el desarrollo de intensas campañas de vacunación. En Francia, en los años precedentes a la II Guerra Mundial, la morbilidad difteriana oscilaba alrededor de los 15.000 casos año.112 La vacuna, que se sintetizó en 1923, se hizo obligatoria para los militares en 1931 y la obligatoriedad se generalizó en 1938. En 1941 la Alemania nazi declara obligatoria la vacuna y en 1942 tuvieron lugar campañas masivas en las zonas ocupadas. Pues bien, en Francia, durante el período reseñado, el número de casos se triplicó y las muertes se doblaron.113 En Alemania, durante los cinco años de vacunación obligatoria y con coberturas que sobrepasaban el 80%, las tasas de mortalidad por cada 100.000 habitantes pasaron del 12,4 en 1940, al 74,8 en 1945.114 En Noruega, la incidencia de la enfermedad pasó de 17.000 a 54 en el período 1919-1939 y la mortalidad de 555 a 2 desde 1908 a 1939 sin apenas vacunación; sin embargo tras el decreto de obligatoriedad de 1941 -era zona ocupada por los alemanes- hubieron 22.787 casos y más de 700 muertos en 1943.115 Finalmente, como han puesto de manifiesto los trabajos de F. Delarue, la evolución de las tasas de morbilidad y mortalidad 112 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 197. 113 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 197.

114 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 197. 115 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 197.

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de la difteria han seguido la misma evolución, tanto en los países que continuaron vacunando (Inglaterra, Francia) como en los que no lo hicieron, por la debacle militar (Alemania, Japón), a condición de que la evolución socioeconómica fuese similar.116 El ejemplo, además de lo sucedido en la Federación Rusa y las Repúblicas Transcaucásicas tras el hundimiento de la URSS, es elocuente por sí mismo. Paradójicamente, la conclusión que se obtiene de este fenómeno desde sectores vacunalistas liderados por la OMS, es que en Europa, a pesar de que no se dan casos de difteria desde hace años, hay que mantener la vigilancia epidemiológica e incluso intensificar los planes de vacunación para mejorar las coberturas de niños, adolescentes y especialmente de los adultos para prevenir riesgos futuros.117 Esta advertencia de la OMS requerirá una ulterior reflexión sobre las consecuencias, vamos a llamar indirectas, de los programas de vacunación, y que desde ya podemos denominar como hipoteca o deuda vacunal. Hablaremos de ella en el capítulo XII, que hace referencia a las consecuencias de los programas de vacunación.

Efectos adversos Durante el primer tercio del siglo XX, la terapéutica antidiftérica se basó en el uso de sueros contra la toxina obtenidos tras la inmunización de caballos. Este proceder se lo debemos a Behring, ello le hizo acreedor al premio Nobel en 1901,118 aunque según otras fuentes fue obra de Roux, colaborador de Pasteur.119 Los trastornos más comunes fueron las reacciones anafilácticas mortales por hipersensibilización al suero de caballo y reacciones inmunitarias, que se denominaron enfermedad del suero, caracterizadas por la aparición de procesos inflamatorios por depósito de inmunocomplejos. Dependiendo de la localización del depósito podían aparecer miocarditis, vasculitis, púrpuras, artritis, glomerulonefritis. En la actualidad, la causa más frecuente de la enfermedad del suero son fármacos como las penicilinas, sulfamidas, hidantoínas y tia116 DELARUE, F. Salud e infección: auge y decadencia de las vacunas. Ed. Nueva Imagen, México D.F., 1980.

117 GALAZKA, A. et. Al “Inmunization agaist diphtheria with especial emphasis on inmunization of adults”, Eur J Epidemiol, 4, 1980. 118 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit. pág. 80. 119 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 202. 80


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cidas. Los primeros síntomas suelen aparecer al cabo de una o dos semanas.120 La vacuna se empezó a utilizar cuando se desarrollaron técnicas para destoxificar la toxina diftérica allá por los años veinte. Para ello se utilizaba formaldehído o calor. Ramon la denominó “anatoxina” y más tarde recibió el nombre de “toxoide”, que es el que utilizamos ahora. Problemas como la cuantificación de la dosis y la frecuencia en la administración pospusieron el uso masivo hasta los años cuarenta.121 En estos momentos la vacuna se obtiene a partir de la cepa C. Diphtheriae PW8, que es la que más toxina produce, a través de cultivos que contienen enzimas digestivas de ternera. Una vez fermentada, la bacteria se separa por centrifugación y se le añade formaldehído, conservándose en estas condiciones durante un mes o mes y medio a 37°C. Se comenta que “una de las desventajas de este procedimiento es la unión que se establece entre el toxoide y algunos péptidos de origen bovino utilizados en el medio de cultivo, los cuales actúan como determinantes antigénicos y pueden ser los responsables de algunos efectos adversos asociados a la vacuna, especialmente en adultos”.122 A continuación se emplean diferentes técnicas para incrementar la pureza del 60-70% al 85-95%, sin embargo se apostilla que “una encuesta efectuada a más de 60 fabricantes de vacuna DTP en 42 países reveló una gran homogeneidad en la preparación del toxoide y en los métodos de purificación después del proceso de destoxificación, a pesar de haberse demostrado que hacerlo antes de la destoxificación incrementa el margen de pureza del producto”.123 Esta especie de pereza para cambiar la metodología resulta cuando menos chocante y evoca la resistencia a modificar los procesos de producción puesta de manifiesto por el propio director del laboratorio Parke-Davis cuando en 1989 reconocía que la presencia de fenobarbital, sedante del sistema nervioso central, en un preparado antiasmático resultaba irracional pero, añadía, que si las autoridades no les obligaban, ellos no lo harían porque supondría modificar el proceso de fabricación.124 120 GALLART, M.T. “Lesiones por complejos antígeno-anticuerpo” en El Manual de la Medicina, Ed. Masson-Salvat Medicina, Barcelona, Pág. 2858-2859, 1993. 121 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit. pág. 87. 122 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit. pág. 87.

123 SALLERAS, LL., CAMPINS, M. MARTÍN, D. Op. Cit. pág. 88. 124 El País, jueves 20 de abril de 1989, Pág. 28. 81


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Otra consideración que conviene tener en cuenta es que, en relación a la encefalopatía espongiforme bovina (EEB),125 la Unión Europea (UE) aconsejó en 1989 que se evitara la utilización de productos bovinos en la elaboración de medicamentos. En 1999 la sugerencia se convirtió en prohibición; sin embargo en octubre de 2000 el gobierno británico y el irlandés retiraron del mercado una vacuna antipolio fabricada por el laboratorio Medeva que, a pesar de la prohibición, continuaba utilizando suero fetal bovino para la fabricación.126 En relación a la vacuna de la difteria desconocemos si en estos momentos se continúan utilizando enzimas de ternera para su fabricación, y aunque el asunto lo podemos considerar tangencial, el hecho revela que los controles no son lo rigurosos que deberían ser, ni siquiera en el llamado “Primer Mundo”. La vacuna de la difteria actual contiene el toxoide diftérico, sales de aluminio y otras sustancias como fomaldehído y fenoxietanol. Hasta hace poco contenían mercurio (tiomersal), pero a día de hoy parece que este componente sumamente tóxico no figura entre sus componentes. Ya hemos comentado los efectos relacionados con las sales de aluminio y con el mercurio (ver capítulo IV). Al administrarse de forma combinada junto a la del tétanos y la tos ferina no resulta fácil discriminar cuál, o cuáles, pueden ser los componentes responsables de las reacciones adversas. Además de procesos alérgicos, a la vacuna antidiftérica se la relaciona específicamente con neuritis y nefritis.127 El toxoide diftérico parece tener una especial afinidad por el tejido renal. Si después de la administración de la vacuna DTP aparece un síndrome nefrótico, que da lugar a la formación de edemas, el componente diftérico de la vacuna es el más sospechoso. El mecanismo implicado es, seguramente, el mismo de la enfermedad del suero; esto es, formación de depósitos de inmunocomplejos en el parénquima renal que desencadenan procesos inflamatorios que, a su vez, dan lugar a la correspondiente glomerulonefritis (el glomérulo es la parte del riñon que “filtra” la sangre) y al síndrome nefrótico. La literatura médica consigna algunas reacciones adversas al toxoide diftérico, considerándolas poco frecuentes. Entre ellas se citan las reacciones anafilácticas graves y fenómenos de tipo Arthus a nivel local (zona de la inyección) por depósitos de inmu125 NdE Popularmente conocido como Síndrome de “la vaca loca”.

126 El País, “Londres y Dublín retiran por temor a las “vacas locas” una vacuna aplicada a miles de personas”, 21 de octubre de 2000. 127 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 185.

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nocomplejos. Más frecuentes serían las reacciones alérgicas por hipersensibilidad a las proteínas del toxoide. Esta respuesta se incrementa con las dosis de recuerdo, como ha reflejado un ensayo clínico hecho en España. En dicho estudio, realizado con la dT en adultos que ya habían sido vacunados contra la difteria y el tétanos, se observó un porcentaje de efectos adversos del 82%. Aunque la mayoría fueron leves y de tipo local, las cifras no dejan de sorprender.128 Desde algunos sectores se ha vinculado el uso de las vacunas contra la viruela, la difteria y la tos ferina con el incremento de la incidencia de la poliomielitis. El Dr. A. Pons, internista de reconocido prestigio, escribía en su obra Patología y Clínica Médica: “Ya hemos comentado, al ocuparnos de la profilaxis de la tos ferina, el aumento de casos de poliomielitis que puede observarse tras la inyección de vacunas mixtas y absorbidas. Se aconseja practicar estas vacunaciones durante los meses de noviembre a marzo, en los que la incidencia de la poliomielitis es menor”.129 Para acabar, durante los años cuarenta sucedieron unos hechos en la Academia Nacional de Medicina de Francia en relación al tratamiento de la difteria que merece la pena conocer. En 1932, el Dr. Neveu constató que la difteria respondía rápidamente a una solución de cloruro de magnesio, la cual había sido utilizada por su maestro Dr. Delbet en los heridos durante la I Guerra Mundial. Cuando en 1943 la difteria producía estragos con más de 45.000 casos y faltaba suero antidiftérico, el Dr. Delbet consiguió, tras vencer grandes resistencias, que su discípulo leyera su comunicación en la Academia el 20 de junio de 1944; sin embargo, la dirección se negó a publicar el contenido del informe en el Boletín de la Academia.130 ¿Cuál fue la razón que impidió que miles de seres humanos recibieran un tratamiento sencillo que les podría haber salvado la vida? F. Delarue ha relatado la historia en el libro Les Nouveaux Parias, el cual muestra en facsímil la correspondencia entre el Dr. Neveu y su maestro, el Dr. Delbet, miembro de la Academia. En una carta el Dr. Delbet explica las razones: “El consejo de la Academia ha encontrado después de 6 meses de reflexión el argumento siguiente: Dando a conocer un nuevo tratamiento de la difteria, se impedirían las vacunaciones y el interés 128 GIL, A. et. al. “Inmunogenicidad y seguridad de las vacunas tétanos-difteria (tipo adulto): ensayo clínico en adultos”. Med. Clin. Barcelona, pag. 108, 1995. 129 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 186.

130 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 202 y 203. 83


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general es generalizar estas vacunas”.131 Michel Georget finaliza este episodio manifestando: “Sin duda, no era deseable que en el país de Pasteur, Roux, Ramon, el descubrimiento de un humilde médico rural arruinase el prestigio de dos descubrimientos franceses: la sueroterapia y la vacunación antidiftérica”.132

El tétanos El tétanos es una afección temible que ya era conocida en la antigüedad. Las primeras descripciones las encontramos en el Corpus Hipocraticum (siglo IV a. de J.C.), posteriormente encontramos referencias en Celso, en el primer siglo de nuestra era. Larrey la estudió en profundidad durante las guerras napoleónicas. El tétanos es una enfermedad infecciosa no transmisible, es decir, una persona o animal enfermo no contagia a una persona sana. El agente causal es el Clostridium tetani, que es una bacteria muy extendida en la naturaleza; podemos encontrarla en las heces de los animales y las personas, y su presencia es habitual en el suelo y la tierra, especialmente si ésta contiene restos orgánicos. Por esta razón, los grupos más expuestos los constituyen los agricultores, ganaderos, jardineros y recolectores de basura. Existen dos formas clínicas características: el tétanos localizado y el generalizado.133 El primero suele afectar la extremidad donde se localiza la herida y es muy poco frecuente. Una forma excepcional de tétanos localizado es el cefálico que puede afectar a los pares craneales. Ambos pueden evolucionar a tétanos generalizado. Son propios de esta enfermedad los espasmos musculares involuntarios que, en caso de tétanos generalizado, pueden llegar a bloquear a la persona causándole la muerte. En nuestro medio, los cuidados intensivos han hecho que la letalidad se sitúe en torno al 30-50 % de los afectados, sin que suelan quedar secuelas.134 El responsable directo no es la bacteria sino una toxina producida en las heridas contaminadas por las es131 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 203. 132 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 203.

133 ANTIGÜEDAD, A. ZARRANZ, J y BÁRCENA, “Enfermedades infecciosas del sistema nervioso central”, en El Manual de la Medicina, Ed. Masson-Salvat Medicina, Barcelona, pág. 805, 1993. 134 ANTIGÜEDAD, A. ZARRANZ, J y BÁRCENA Op. Cit. 806. 84


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poras del microorganismo. Al ser un germen anaerobio estricto (el oxígeno bloquea su desarrollo), las heridas potencialmente tetanogénicas son las profundas, cerradas, que se acompañan de destrucción de tejidos y material orgánico, mientras que las heridas superficiales y sangrantes no presentan, normalmente, esta complicación. La higiene, por tanto, jugará un papel capital en el desarrollo de esta enfermedad; y nos referimos a la higiene en sentido global y a la higiene de las heridas en particular. Las aportaciones más importantes en este sentido corresponden al reconocido médico catalán Josep Trueta, que fue el que impuso la necesidad de limpiar las heridas con agua y jabón para descontaminar las zonas lesionadas. Con esta sencilla maniobra disminuyeron notablemente los casos de tétanos habidos, comparativamente hablando, durante la I y la II Guerra Mundial. A los que tengan la tentación de achacar el descenso al uso de la vacuna, hay que recordarles el descenso, igualmente significativo, de los casos de gangrena, para la que no se disponía de vacunación.

Epidemiología El tétanos presenta una morbilidad claramente diferenciada entre países pobres y países ricos, poniéndose de manifiesto el papel fundamental e insustituible de las condiciones de vida en la génesis y desarrollo de las enfermedades, especialmente las infecciosas. En realidad el tétanos, al no ser contagioso, nunca ha tenido una incidencia epidemiológicamente significativa si lo comparamos con otros procesos infecciosos. El dramatismo se sitúa en la espectacularidad y alta mortandad del cuadro en las personas afectadas, que hace que morbilidad y mortalidad casi se solapen. La mortalidad en los países empobrecidos es del 28/100.000 habitantes, calculándose que el 60-90% se debe al tétanos neonatal.135 El patrón epidemiológico entre los países pobres y ricos se diferencia no solo en la tasas de incidencia, sino en la distribución por grupos de edad. Mientras que en los países desarrollados el tétanos predomina en personas ancianas, en los países subdesarrollados el tétanos neonatal es abrumadoramente mayoritario, y según estimaciones, en 1987 se produjeron 1.000.000 de casos, 135 VIDAL, J. SALLERAS, LL. “Vacuna antitetánica”, SALLERAS, LL. Vacunaciones Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, Pág. 99, 1998. 85


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superándose los 500.000 en 1994.136 Ello está evidentemente relacionado con las condiciones insalubres en que se producen los partos, y más concretamente con la contaminación del cordón umbilical en el momento de seccionarlo con los más variados utensilios (cascos de botella, trozos de madera, etc.) y con la aplicación, en la herida umbilical, de sustancias variadas, entre las que podemos encontrar excrementos de animales o emplastos hechos con plantas y barro.137 La incidencia del tétanos en los países actualmente desarrollados es bajísima, y claramente descendente en los últimos cincuenta años. En España y Catalunya, la morbilidad de los últimos años oscila alrededor de un caso por millón de habitantes, con unas tasas de 0,1/100.000, que son parecidas a las de Francia. En Estados Unidos y Canadá la incidencia es 2 casos por cada 10 millones de habitantes con tasas del 0,02/100.000.138 Aunque la mortalidad en las personas afectadas sea alta, con estas tasas de incidencia el número de muertes es muy reducido. El tétanos afecta de forma mayoritaria a las personas mayores y ancianas en los países desarrollados. El 60% de los casos corresponden a las personas mayores de 60 años, generalmente agricultores, ganaderos y personas del mundo rural, no habiéndose registrado ningún caso en menores de 20 años en el período 1984-94. Por sexos, el tétanos es más frecuente en hombres (56 %) que en mujeres.139

136 DIERZ, V. et. al. “Performance and potency of tetanus toxoid: Implications for eliminating neonatal tetanus” , Bol OMS, 74, 1996. 137 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 204.

138 VIDAL, J. SALLERAS, LL. Op. Cit. 139 VIDAL, J. SALLERAS, LL. Op. Cit. 86


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Aunque desde sectores vacunalistas se relaciona el descenso de la incidencia del tétanos con la sistematización de la vacunación, los elementos más importantes que han intervenido en este descenso han sido la extensión y generalización de la higiene individual y colectiva por un lado y por otro al predominio, cada vez más acusado, de las poblaciones urbanas sobre las rurales, proceso que se remonta a los orígenes de la revolución industrial, pero que ha alcanzado proporciones inquietantes en los últimos cincuenta años.

La Vacunación La responsable final de los cuadros tetánicos es una exotoxina, la tetanoespasmina, codificada por un plásmido del microrganismo infectante.140 La inmunoprofilaxis tetánica ha seguido un curso idéntico al de la difteria. Tanto el bacilo como la toxina se identificaron a finales del siglo XIX, y a partir de 1893 se empezaron a utilizar sueros antitetánicos obtenidos de caballos. Dados los efectos adversos que producía, como reacciones anafilácticas mortales y enfermedad del suero, la inmunización pasiva con sueros animales tuvo una aplicación limitada.141 En los años sesenta la inmunidad pasiva empezó a realizase con inmunoglobulinas humanas, medida prácticamente abandonada en la actualidad. La inmunización activa o vacunación se abrió camino en 1924-25, cuando Descombey y Ramon prepararon el toxoide tetánico,142 tras conseguir destoxificar la toxina con procedimientos similares a los utilizados para obtener el toxoide diftérico (ver apartado anterior). Desde algunos sectores, sobre todo franceses vinculados al laboratorio Merieux, se considera al toxoide antitétanico como el paradigma de la vacunación, al ser altamente eficaz y no presentar efectos adversos.143 Es más, la vacuna tiene capacidad de inmunizar, cosa de la que no es capaz la enfermedad natural; es decir, en este caso no existiría la inmunidad natural.144 De ser cierto, es éste un fenómeno sumamente curioso que presenta, no obstante, numerosos puntos oscuros. 140 ANTIGÜEDAD, A. ZARRANZ, J y BÁRCENA Op. Cit. 805.

141 MOGNIHAN, N. “Serum-sickness and local reactions in tetanus prophylaxis”, Lancet 2, 1955. 142 VIDAL, J. SALLERAS, LL. Op. Cit

143 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 207-208.

144 ANTIGÜEDAD, A. ZARRANZ, J y BÁRCENA Op. Cit. 806. 87


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El primer interrogante que salta a la vista es: ¿cómo es posible que una toxina atenuada proteja del tétanos, cuando la toxina misma es incapaz de generar una respuesta inmunitaria? Las explicaciones no resultan muy convincentes. Se ha argumentado, por un lado, que la toxina es tan tóxica que el organismo no tiene tiempo de inmunizarse. M. Georget aduce que esto puede resultar creíble para los cuadros graves que provocan la muerte rápidamente, pero no para los cuadros en que los enfermos permanecen semanas hospitalizados y, una vez recuperados, continúan siendo susceptibles al tétanos.145 Otro argumento, utilizado para negar la existencia de inmunidad natural dice que la cantidad de tetanoespasmina que da lugar a la enfermedad no es suficiente para inmunizar.146 Sin embargo, prosigue Georget, los trabajos del profesor Veronesi presentados en la 7ª Conferencia Internacional sobre el Tétanos (1985, Roma) muestran lo contrario. En efecto, en 1922 un tercio de los habitantes testados en Pekín eran portadores de esporas tetánicas y presentaban antitoxinas en la sangre, no encontrándose antitoxina en los no portadores.147 En 1960 Vakil detectó en Bombay —India— un grupo de individuos no vacunados de los cuales el 82% presentaban antitoxina en sangre en cantidad 10 veces superior a la considerada como protectora. Estas mismas observaciones se han repetido en la URSS, en España y en Italia.148 En 1983, Veronesi y colaboradores publicaron un trabajo149 demostrando que la ingestión continuada de agua con esporas tetánicas por ratones hacía que el título de antitoxinas alcanzase tasas muy superiores a las consideradas como protectoras. La recopilación de los trabajos que apoyan la hipótesis de la inmunidad natural le permitió concluir a Veronesi que: “Ahora podemos comprender por qué el tétanos no es la enfermedad más catastrófica que aflige a la humanidad, a pesar de la presencia universal de las esporas tetánicas en la superficie de la tierra y en el intestino de millones de hombres y animales”.150 Es decir, según Veronesi, la inmunidad natural existe. De todas formas, en relación a la etiopatología del tétanos y la posibilidad de que existan cuadros tetánicos 145 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 204.

146 SPENNEY, J. et. Al. “Recurrent tetanus”, South Med J, 64, 1971. 147 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 205. 148 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 205.

149 VERONESI, R. et. al. “Naturally acquired antibodis to tetanus toxin in humans and animals from de Galápagos Island”, J. Inf. Dis. 147, 1983. 150 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 205

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de origen endógeno, que explicarían los casos de tétanos aparecidos en personas con niveles de anticuerpos antitetánicos teóricamente protectores, se aportan algunas hipótesis en el apartado Revisando Conceptos incluido en el capítulo Consideraciones Finales. La forma en que se interpretan los hechos también llama la atención. Es sabido que la prevalencia del tétanos es más alta en los hombres que en las mujeres, este fenómeno se observa tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados. Se argumenta que tal vez los hombres están más expuestos a todo tipo de accidentes que las mujeres, sin embargo se silencia que los hombres están más vacunados, al haber recibido como mínimo una dosis durante el servicio militar. Incluso a este argumento se le da la vuelta y se utiliza en sentido contrario cuando se dice que se producen más casos en ancianas que en ancianos y que esto se debería a la vacunación durante el período militar.151 Sin embargo cuando se consultan anuarios estadísticos, como el francés, se observa que la mortalidad por tétanos, que es muy baja hasta los sesenta años, se incrementa a partir de esa edad, y también se observa que la diferencia entre hombres y mujeres se hace más patente a favor de los primeros.152 Si algunos años se producen más muertes en las mujeres ancianas es sencillamente porque la longevidad femenina es superior a la masculina; hay muchas más mujeres que hombres conforme subimos en la pirámide de población.153 Es sabido también que desde sectores vacunalistas hay una cierta tendencia a minimizar el papel que juegan la higiene y las condiciones de vida y a magnificar el rol de las vacunaciones. Así, el EPI (Programa Ampliado de Inmunización)154 de la OMS, permitió que en la Asamblea de 1989 se planteara la eliminación del tétanos neonatal para 1995, mediante la vacunación de las mujeres embarazadas.155 Evidentemente, el objetivo no se consiguió, pues en 1994 hubo más de 500.000 fallecidos y en 1996 se superaron las 300.000 muertes por esta causa.156 Ese mismo año, según Georget, la OMS, en una publicación titulada ¿La eliminación 151 VIDAL, J. SALLERAS, LL. Op. Cit. Pág. 98. 152 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 206. 153 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 206. 154 NdE En Argentina, PAI.

155 Expanded programme on inmunization. Report of the 14 Global Asvisory Group. WHO, Geneve, 1992. 156 “Informe sobre la salud en el mundo 1997” Datos procedentes de la OMS. 89


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del tétanos neonatal, próxima o lejana? hacía un llamamiento, amén de las vacunaciones, para la extensión y generalización del parto higiénico en los siguientes términos: “Antes de la aplicación generalizada de la vacuna con la anatoxina tetánica, fue simplemente gracias al parto higiénico que la mayor parte de los países desarrollados habían reducido la incidencia del tétanos neonatal a una cifra cercana a cero. En veinticinco años, gracias a la estrategia de las “tres limpiezas”—limpieza de las manos, limpieza del cordón umbilical y limpieza de la mesa de partos— China ha reducido en un 90% el número estimado de muertes por tétanos neonatal”.157 Esto mismo ha sucedido en todos los países donde se ha aplicado esta estrategia. Y sin embargo, esto no es óbice para que algunos textos académicos olviden estas recomendaciones y pongan todo el acento para la eliminación del tétanos neonatal en la extensión e intensificación de los programas de vacunación. En el trabajo mencionado, la OMS añade: “La ventaja del parto higiénico sobre la vacunación con la anatoxina tetánica es que disminuye la incidencia de todas las infecciones infantiles”.158 Además en una comunicación hecha en 1991159 sobre diez casos de tétanos neonatal acaecidos en un hospital de Tanzania, resultó que 9 de las 10 madres habían sido vacunadas, algunas hasta dos y tres veces, durante el último embarazo, y el 90% presentaban tasas de anticuerpos muy superiores a las consideradas protectoras. Georget transcribe la conclusión final de Maselle: “El programa para prevenir el tétanos neonatal debería evitar la hiperinmunización (porque puede no ser protectora y causar frecuentemente reacciones alérgicas). Además del programa de inmunización, la higiene resulta de importancia vital”.160 A tenor de todo lo expuesto muchas personas se preguntan, con razón, qué sentido tiene vacunar a los bebés contra el tétanos a los 2, 4 y 6 meses, cuando la mayor parte del tiempo la pasan descansando en la cuna o en brazos de sus padres. Parecería más lógico hacerlo cuando empiezan a caminar.

157 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 209. 158 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 210.

159 MASELLE, S “Neonatal tetanus despire protective serum antitoxina concentration”, FEMS Microbiology Inmunology, t, 76, 1991. 160 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 208.

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Efectos adversos En la composición de la vacuna encontramos el toxoide tetánico y los componentes ya comentados al hablar de la vacuna antidiftérica. Esta vacuna se administra sola o combinada con otras vacunas, y en el mercado podemos encontrarla sola —TT—, asociada a la difteria —DT— o la difteria y tos ferina—DTP—. En algunos países existe la tetravalente DTPHib.161 La vacuna empezó a usarse de forma intensiva en los años sesenta, aunque no se alcanzaron coberturas significativas hasta los años ochenta. Entre las reacciones adversas destacan los procesos inflamatorios locales, siendo más intensas cuanto mayor es el título de anticuerpos. En estos casos pueden aparecer reacciones inmunitarias del tipo Arthus162 por depósito de inmunocomplejos en los vasos sanguíneos, por donde penetran los antígenos, en este caso el toxoide. Para evitar estos fenómenos se recomienda no vacunar con “frecuencia excesiva”.163 No sabemos exactamente qué significa “frecuencia excesiva”, máxime cuando no hay unanimidad entre los propios sectores vacunalistas en relación a las dosis de recuerdo en adultos. En España se recomienda revacunar cada diez años, sin embargo desde 1996 las autoridades sanitarias de Gran Bretaña cambiaron de estrategia siguiendo las recomendaciones de los que postulan que si se han recibido cinco dosis en la infancia o en la vida adulta, no se precisan más, excepto en caso de heridas tetanogénicas.164 Otro ejemplo más del empirismo subyacente en la praxis vacunal. Las reacciones febriles son relativamente frecuentes, también se han descrito cefaleas y malestar general. Aunque menos frecuentes, entre las reacciones graves destacan las afecciones neurológicas como neuralgia amiotrófica,165 neuritis óptica,166 neuropatías periféricas;167 de hecho, la toxina tetánica tiene gran afinidad por el tejido nervioso. 161 NdE: En Argentina la pentavalente DTP, Hib, Hep B.

162 NdE: Se trata de una reacción de hipersensibilidad localizada generalmente a ni nivel dérmico a partir una vasculitis aguda por inmunocomplejos que genera una necrosis del tejido. Aparece al cabo de unas horas luego de la inoculación. 163 VIDAL, J. SALLERAS, LL. Op. Cit. Pág 102. 164 VIDAL, J. SALLERAS, LL. Op. Cit. Pág 102.

165 KIWIT, J. “Neuralgic amyotrophy after administration of tetanus toxoid” Journal Neurology Neurosurgery and Psychiatry, t. 47, 1984. 166 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 183.

167 BLUMSTEIN, G. KREITHEN, H. “Peripheral neuropaty following tetanus toxoid administration” JAMA, t. 198, 1966. 91


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También se han descrito afecciones renales, como glomerulonefritis agudas168 y reacciones anafilácticas por hipersensibilidad inmediata. En enfermos de SIDA se han observado incrementos en la multiplicación del virus de forma transitoria.169 La inmunidad pasiva por el uso de sueros contempla dos etapas. Una primera en la que se usaron sueros de caballos con efectos adversos muy graves, lo que hizo que su uso fuera “limitado” (al hablar de la difteria ya nos referimos a ellos), y una segunda caracterizada por el uso de inmunoglobulinas humanas. Al margen de su más que dudosa eficacia, a esta práctica se la ha relacionado con reacciones alérgicas y se ha descrito algún caso de encefalomielitis aguda progresiva.170 También se han reseñado contaminaciones de los sueros humanos por el virus de la hepatitis y del SIDA.171

La tos ferina o pertussis La tos ferina es una enfermedad infectocontagiosa de ámbito mundial que afecta las vías respiratorias y cursa con una tos convulsiva en forma de accesos muy característicos, que pueden durar semanas. Aunque existe una publicación francesa que sitúa el origen de la enfermedad en 1414,172 la primera epidemia descrita es obra del francés Dijon de Bayou, que en una obra publicada en 1640 hacía referencia a un brote de tos ferina ocurrido en París en el año 1578.173 Según este autor, la enfermedad ya era conocida con el nombre de “quinta”, porque las toses aparecían cada cinco horas y de ahí el nombre de tos quintosa o pertusínica en referencia a las toses que evocan a la tos ferina.174 168 DUPLAY, H. Et. Al. “Glomérulonéphrite aigüe associée à un Sde. de Fishr après prévention antitétanique”, Le Nouvelle Presse nédicale, t. 9. 1980. 169 VIDAL, J. SALLERAS, LL. Op. Cit. Pág. 102. 170 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 183.

171 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 183.

172 SIMONDON, F. “Epidemiología Internacional”, Symposium internacional sobre vacunación contra B. Pertussis y su influencia en el calendario vacunal, Madeira, Portugal, 1997.

173 GALLART, A. “Evolución histórica, características clínicas, mecanismos de transmisión”, Symposim internacional sobre vacunación contra B. Pertussis y su influencia en el calendario vacunal, Madeira, Portugal, 1997. 174 CAMPINS, M., MORAGA, F y BOTEY, J. “Vacuna antipertussis”, en SALLERAS, LL. Vacunaciones Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, Pág.109, 1998. 92


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La enfermedad presenta dos estadíos clínicos: una primera fase catarral, debida a la acción directa de la bacteria sobre la mucosa respiratoria, y una fase paroxística debida a la toxina, donde se producen los episodios de tos convulsiva en forma de quintas, seguidos de gallo inspiratorio y expectoración o vómito.175 Esta fase, que es la más característica, puede durar algunas semanas. Excepcionalmente puede aparecer asfixia, apneas, encefalitis y otras complicaciones, sobre todo en neonatos y lactantes menores de seis meses. Esas complicaciones son las que históricamente también han caracterizado a la vacuna, convirtiéndola en una de las más polémicas y controvertidas. El agente causal último es una bacteria en forma de bacilo llamada Bordetella pertussis, que es muy parecida al Haemophilus influenza, de hecho hasta 1952 se incluía en el género Haemophilus.176 Fue aislada e identificada por primera vez en 1906 por Bordet y Gengou,177 de ahí su nombre. A partir de este momento la búsqueda de una vacuna efectiva no ha cesado y llega hasta nuestros días con la comercialización de las vacunas acelulares.

Epidemiología La tos ferina ha sido a lo largo de los dos últimos siglos una enfermedad endémica, con picos epidémicos cada tres ó cuatro años, que afectaban fundamentalmente a la población infantil, lo cual es probable que estuviera relacionado con el hacinamiento de grandes masas de población en los suburbios industriales. En los países actualmente desarrollados, la incidencia y el impacto de la tos ferina han seguido una curva claramente descendente desde principios del siglo XX. El descenso se observa tanto en el número de casos (morbilidad) como en el de muertes (mortalidad), no suponiendo esto ninguna novedad, pues éste ha sido el patrón característico que han seguido todas las infecciosas, al mejorar las condiciones de vida y las infraestructuras higiénico-sanitarias. 175 RODRIGO, C. MENDEZ, M. “Enfermedades en las vías respiratorias en el niño” en El Manual de la Medicina, Ed. Masson Salvat Medicina, Barcelona, 1993, pág. 2521.

176 SANS, J. “Enfermedades infecciosas”, en FARRERAS-ROZMAN, Medicina Interna, 8º Ed. Editorial Marín, t. II Barcelona, 1975, Pág. 933. 177 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 186.

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A mitad del siglo XIX, en Inglaterra y Gales, las tasas de mortalidad de los niños hasta quince años se situaban en torno a las 1.500 por millón de habitantes, mientras que en 1953 el número de decesos fue de 25 por millón. Esto supuso una reducción del 98,5% entre 1868 y 1953, año en el que se introdujo la vacunación en Gran Bretaña.178 En 1906 la mortalidad total por tos ferina en Francia era de aproximadamente 3.500 personas, mientras que en 1959 se produjeron unas 280 muertes; el descenso, por tanto, fue del 92%, siendo precisamente 1959 el año en que la vacuna se comercializó. No obstante, como en muchos otros países, la vacuna contra la tos ferina se generalizó en Francia a partir de 1966 en forma de DTP. Si tomamos el período 1906-1966, el descenso de la mortalidad en Francia fue del 96%.179 En el llamado “Tercer Mundo”, sin embargo, y a pesar de las intensas campañas de vacunación, la incidencia de la tos ferina sigue siendo muy alta, de hecho “la cobertura vacunal mundial ha aumentado de forma creciente desde 1977 hasta la década de los noventa, y después se ha estabilizado en un 80% con las tres dosis de la vacuna DTP”.180 En 1991, Galazka, vinculado a la OMS, daba a conocer datos epidemiológicos sobre la incidencia de la tos ferina a nivel mundial. Basándose en ellos, Campins, Moraga y Botey aportan datos disparatados y contradictorios, ya que hablan de sesenta millones de casos y 340.000 muertes anuales, aunque a continuación y basándose en otro trabajo de Galazka, también de 1991, dicen que en 1992 (!) murieron 850.000 niños menores de cinco años.181 Por su lado, Simondon, basándose en las cifras que el Dr. Evanov detalló en el Congreso sobre tos ferina de 1995 celebrado en Roma, habla de catorce millones de casos comunicados y 3.050 muertes a nivel mundial en 1994.182 Aunque somos conscientes de las dificultades existentes a la hora de cuantificar los datos, pues en muchos países los sistemas de vigilancia epidemiológica son deficientes, esta disparidad en las cifras aportadas por teóricos especialistas en el tema debe alertarnos sobre la credibilidad de las propuestas que formulan algunos 178 MCKEWON, T. The Role of the Medicine-Dream, Mirage or Nemesis?, Basil Blackwell, Oxford, UK, 1979 179 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 241 180 SIMONDON, F. Op. Cit.

181 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J Op. Cit. Pág. 104. 182 SIMONDON, F. Op. Cit.

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“expertos”, pues a veces se fundamentan en datos hinchados que sirven de justificación posterior para implementar amplias campañas de vacunación. Esto es aun más cierto en el caso de la tos ferina, pues en España esta enfermedad no ha sido de declaración obligatoria (EDO) hasta fechas recientes; por eso, cuando consultamos los registros sanitarios para conocer el número de personas afectadas a lo largo del siglo XX, resulta que no hay referencias. Solo a partir de 1982 aparece la tos ferina en la lista EDO. Por tanto no tenemos datos fiables de la morbilidad de la enfermedad y, para períodos anteriores, la mayoría de las estimaciones se basan en datos procedentes de Estados Unidos. Al margen de la incoherencia de las fechas y los datos aportados por Magda Campins y colaboradores, estas cifras y otras basadas en estimaciones, muestran la cruda realidad en la que se encuentran los países del llamado “Tercer Mundo”, muy a pesar del Programa Ampliado de Inmunización (EPI) auspiciado por la OMS y la UNICEF. Y es que pretender paliar los efectos del hambre, la malnutrición, las guerras y la miseria con vacunas no deja de ser una vana ilusión. Es por esto que el reciente informe de esos organismos y del Banco Mundial denunciando que “uno de cada cuatro niños del mundo pobre no recibe vacunas”183 resulta paradójico. ¿Cómo es posible que el Banco Mundial se preocupe de los niños de los países empobrecidos, cuando al mismo tiempo se le considera uno de los principales responsables de la situación de asfixia económica y social en la que se encuentran esos países? La aparente paradoja se desvanece cuando leemos: “La amenaza sanitaria que pende sobre los países más pobres es a la vez económica y de falta de investigación. Sus gobiernos no pueden destinar a sanidad más de 6 euros al año por habitante. El informe estima que la inversión mínima tendría que ser de 30 a 40 euros. El pago de la deuda hace que esos países gasten de 3 a 5 veces más en ello que en servicios básicos. Según el Banco Mundial, mientras la carga de morbilidad en esos países alcanza el 93%, solo les corresponde el 11% del gasto mundial en salud”.184 Vemos pues, que para el Banco Mundial el problema es una cuestión de mercado y de porcentaje de gastos, pero si en dicho informe afirman que “con 250 millones de euros más de los 1.500 actuales se podrían vacunar a 10 millones de niños” la pregunta que surge de inmediato es ¿por qué el Banco Mundial no financia la operación? ¿por qué no 183 El País, 21 de noviembre 2002, Pág. 35 184 El País, 21 de noviembre 2002, Pág. 35 95


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condona la deuda, exigiendo como contrapartida a los gobiernos de esos países que deriven esos recursos a cubrir servicios básicos? ¿a qué obedece esta especie de fiebre humanitaria del Banco Mundial? En los capítulos finales, al hablar del mercado vacunal, tendremos ocasión de dar respuesta a estos interrogantes. En España las defunciones por tos ferina han seguido una trayectoria claramente descendente desde principios del siglo XX. Como se observa en el gráfico, y según datos de los anuarios estadísticos, durante los primeros años del siglo las muertes superaban los 4.000. En 1930 murieron 1.114 personas. En 1950 fueron 491 y en 1965, año en el que comenzaron las vacunaciones masivas con DTP, se registraron 33 muertes. El descenso de la mortalidad en España fue del 99,15% en el período 1901-1965. El descenso adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta que la población española en 1901 era de unos 18 millones, mientras que en 1965 esta cifra prácticamente se doblaba.

Evidentemente, este descenso no puede ser atribuido a ningún plan de vacunación, y el perfil epidemiológico de los países mencionados es perfectamente extrapolable, con ligeros matices, a otros países del entorno. Sin embargo, en algunos textos suscritos por inmunólogos, epidemiólogos y pediatras encontramos afirmaciones que cronológicamente no son muy precisas. Estas son algunas: “En la mayoría de los países industrializados la tos ferina era endémica hasta la introducción de la vacuna en los años cuarenta. A partir de entonces se produjo una importante disminución de la incidencia de la enfermedad”185 o “En la segunda mitad de la 185 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op.Cit. Pág. 109 96


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década de los cuarenta, la vacuna fue incluida en los programas y calendarios de inmunización infantil en muchos países desarrollados, observándose a partir de entonces una reducción acusada de la incidencia de la enfermedad”.186 En verdad no sabemos a qué países desarrollados se están refiriendo, pues acabamos de ver que en Inglaterra y Francia la vacuna aparece en los años cincuenta y los planes intensivos de vacunación empezaron en la década de los sesenta. Ahora bien, si al hablar de países desarrollados se están refiriendo a Estados Unidos, entonces hay que analizar el caso de ese país, precisar los datos y ver si las afirmaciones se ajustan a la realidad. Dicen Magda Campins y colaboradores que la incidencia de la tos ferina en EEUU, antes de la introducción de la vacuna en los años cuarenta, era de 115.000-270.000 casos/año y las muertes de 5.000-10.000, mientras que las cifras actuales son de 1.200-4.000 casos/año y las defunciones 5-10.187 El descenso lo atribuyen a los programas de vacunación, obviamente. Gallart, por su parte, habla de unas cifras medias de 200.000 en la década de los cuarenta, y dice que tras la introducción de la vacuna al final de los cuarenta y principio de los cincuenta “los casos disminuyeron poco a poco”.188 Vemos, pues, cómo dos autores ubicados en la misma corriente de pensamiento se contradicen en la evolución epidemiológica; mientras que uno habla de descenso importante o acusado, otro dice que fue poco a poco. De todas formas, lo que llama la atención de las cifras es que son extremadamente fluctuantes, aunque ello se pueda atribuir a los repuntes epidémicos que en principio sucedían cada 3-4 años, pero lo sorprendente es que, de ser ciertas, la letalidad de la tos ferina en EEUU en los años cuarenta era del 4-5 %, una cifra altísima ¡4-5 veces superior a la letalidad actual de la tos ferina en el llamado “Tercer Mundo”!, que los mismos autores califican de elevadas, al ser en estos momentos del 1%. Pero aun hay más, si los datos epidemiológicos de la tos ferina en el período 1980-1989 en USA189 son de 1.200-4.000 casos/año y las muertes han sido durante el período de 5-10 de media anual, la letalidad se situaría entre 0,1-0,83 % ó 0,2-0,4% dependiendo de qué cifras de la horquilla tomemos, es decir, estaríamos hablando 186 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Ct. 114 187 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op.Cit. Pág. 109 188 GALLART, A. Op. Cit.

189 FARIZO, K. Et. Al. “Epidemiological features of pertussis in the United States, 1980-1989”. Clin. Infec Dis, 14, 1992. 97


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de unas tasas de letalidad increíblemente altas en comparación a otros países desarrollados, muy próximas a la de los países pobres. En España por ejemplo, y según los anuarios estadísticos, se notificaron 49.736 casos en 1982 con un balance de 4 muertes, lo que significó una letalidad de 1 cada 12.500 casos, es decir del 0,008%; pero es que en 1985 se notificaron 60.555 con un balance de 1 muerto, o sea una letalidad del 0,001% y en 1986 los registros hablan de 55.841 con 0 muertes. Vemos, pues, que las diferencias entre EEUU y España son inesperadamente dispares, es decir, muchos más casos en España con muchas menos muertes, ¿a qué es debido? Tal vez no se sepa o tal vez se deba al gran número de pobres que hay en EEUU o a las carencias que presenta la asistencia sanitaria pública de ese país, pero si la respuesta fuese que “la vacuna de células enteras procedente de Estados Unidos tenía una mínima eficacia y una elevada reactogenicidad”,190 que es lo que manifestó D. Salisbury en el Symposium sobre tos ferina del año 1997, entonces difícilmente puede mantenerse que el descenso de la incidencia de la tos ferina en EEUU fue debido única y exclusivamente a la vacunación. El caso español no se presta a conjeturas, pues según datos del Servicio de Sanidad Nacional contenidos en los anuarios estadísticos, no se dispensaron vacunas antitosferina hasta 1965, aunque es posible que se utilizaran de forma reducida a nivel privado. Esto significa que, en ausencia de vacunación, la mortalidad de 1965 fue 147 veces menor que la de 1908. A tenor de todo lo expuesto nos podemos preguntar ¿qué factores han incidido en el descenso de la tos ferina?, ¿acaso la morbilidad y mortalidad que había en los años cuarenta ó cincuenta era la misma de 1900 ó 1850?, ¿en qué países existían calendarios infantiles de vacunación en los años cuarenta? y si existían ¿qué vacunas contemplaban? ¿por qué continúa teniendo una morbimortalidad tan alta en muchos países no desarrollados treinta años después de iniciarse el Programa Ampliado de Vacunación de la OMS? A pesar de la contundencia de estos datos y de que Simondon afirma que el uso rutinario de la vacuna empezó en los años cincuenta, algunos siguen mantienendo que: “En la mayoría de los países industrializados la tos ferina era endémica hasta la introducción de la vacuna en los años cuarenta”. Sin embargo, los mismos autores exponen, en el mismo trabajo, que “en EEUU 190 SALISBURY, D. “Coloquio” Symposium internacional sobre vacunación contra B. Pertussis y su influencia en el calendario vacunal, Madeira, Portugal, 1997. 98


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la American Medical Asociation (AMA) la incluyó en 1944 en la lista de medicamentos no oficiales, si bien su aceptación no fue universal” y “que en Inglaterra el Medical Research Council puso en marcha otros ensayos clínicos, ya que los efectuados entre 1942 y 1944 no mostraron protección significativa”.191 La vacuna se empezó a utilizar en Inglaterra en 1953 y en Francia en 1959. Además, que la vacuna estuviera disponible no es sinónimo de uso masivo, indispensable desde la teoría vacunal para alcanzar la barrera inmunológica que sirve de freno a la propagación de la enfermedad. Las vacunaciones masivas comenzaron en la mayoría de países en los años sesenta. En consecuencia no sabemos a qué obedecen afirmaciones tan imprecisas, si a la ignorancia, a la buena fe o a otras razones que se nos escapan, pero, como apunta Georget, más que afirmaciones de personas que se autocalifican de científicos, parecen afirmaciones de agentes comerciales. En cualquier caso, la falta de seriedad, de rigor y la ausencia de debate honesto, son aspectos que cada día impregnan más las actividades médicas y científicas, sometidas como están a intereses y presiones colosales. Aunque no es objetivo del libro, en capítulos posteriores volveremos sobre el tema.

La vacunación “La vacunación antitosferina continúa siendo hoy probablemente la más controvertida de las inmunizaciones”.192 Esta afirmación tan categórica no procede de ninguna asociación antivacunalista sino de fuentes oficiales, y en realidad lo que está queriendo expresar son las dificultades que han habido y hay a la hora de obtener una vacuna realmente segura y eficaz. Estas dificultades han hecho que en la actualidad exista en el mercado una gran variedad de preparados comercializados con propiedades distintas. Asimismo, las dificultades se han traducido en calendarios de vacunación diferentes, aunque cada vez se uniformiza más la cronología. También son muy diferentes los sistemas de evaluación de las coberturas vacunales. Unos países, como Gran Bretaña, siguen protocolos muy exhaustivos; en otros, como Alemania y Francia, ni tan siquiera existen y en otros, como Bélgica, se informa cada 191 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 114. 192 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 114. 99


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tres años.193 Por tanto, a la hora de hacer estudios comparativos, las dificultades se incrementan notablemente, dando lugar a interpretaciones muy variadas, unas más rigurosas y otras más sesgadas. Los primeros intentos para la consecución de una vacuna se remontan a 1912, apareciendo enseguida en los listados de nuevos fármacos y remedios no oficiales de Estados Unidos. Según Simondon del Instituto ORSTOM de Montpellier, “hasta la década de los años treinta, las vacunas se preparaban con bacterias muertas, aunque había cantidades desconocidas procedentes de los cultivos en fase I y fase II. Estaban mezcladas con otros patógenos y eran empleadas tanto para el tratamiento como para la profilaxis. La evaluación de su eficacia era bastante subjetiva”.194 Esto hizo que la AMA las retirara en 1931 de la lista de nuevos medicamentos.195 Madsen, que en 1923 había elaborado una vacuna, hizo el primer estudio controlado en las islas Faroe en 1933196 y él mismo constató la muerte de dos personas a causa de la vacunación. En 1936 se creó la primera vacuna con precipitado de aluminio y en 1944 la AMA decidió la inclusión de la vacuna en la lista de medicamentos no oficiales del Council of Pharmacology and Chemistry tras unos ensayos que parecían avalar su eficacia; sin embargo, como ya hemos visto, la aceptación de la vacuna no fue universal. ** Entre 1942 y 1944 los ensayos llevados a cabo en Inglaterra no mostraron que la vacuna fuera eficaz, por lo que el Medical Research Council británico desarrolló otros ensayos clínicos más amplios. Estos estudios hicieron posible que la vacuna se comercializara en el Reino Unido a partir de 1953,197 pero lo sorprendente es que la autorización se decidió a partir de un estudio realizado en ratones a los cuales se les inyectaba la bacteria en el cerebro. De este modo se demostró la eficacia de la vacuna y “se adoptó esta prueba como medida de potencia de las vacunas antipertussis”198 a pesar de que se sabe desde hace tiempo que los estudios realizados en diferentes especies animales no son fácilmente extrapolables. Esta forma de medir la potencia de la vacuna de células ente193 SALISBURY, D. Op. Cit.

194 SIMONDON, F. Op. Cit.

195 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 114.

196 MADSEN, T Vaccination against whooping cough, JAMA t.101, Pág. 187-188, 1933. 197 MCKEWON, T. Op. Cit.

198 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 114. 100


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ras aún está en vigor.199 Desde entonces la vacuna antitosferínica no ha dejado de sufrir modificaciones, en un intento de mejorar su eficacia y de reducir los efectos adversos, lo que ha llevado al desarrollo de las vacunas acelulares, aunque su eficacia tampoco está esclarecida, ya que las evaluaciones realizadas en modelos animales no han permitido conocer la capacidad de protección de los diferentes componentes de la vacuna en los humanos.200 No obstante, en medios vacunalistas se considera a las vacunas acelulares menos reactógenas y más seguras que las vacunas de células enteras. En Japón hace ya veinte años que no se utilizan; Suecia, Alemania e Italia utilizan las acelulares desde fechas recientes;201 y en España y otros países se siguen utilizando las de células enteras, aunque paulatinamente están siendo sustituidas por las acelulares. En la actualidad las vacuna antipertussis de células enteras están formadas por suspensiones del microorganismo B. pertussis, sales de aluminio y tiomersal. El proceso de fabricación es complejo y para la inactivación se utilizan diferentes sustancias, como la formalina, el tetranitrometano y el peróxido de hidrógeno.202 En 1964 la OMS estableció unos requisistos para la fabricación de las vacunas de células enteras.203 Las vacunas propuestas por la OMS debían tener un mínimo de cuatro unidades de potencia por inyección intracerebral de ratón y los tres serogrupos de la bacteria. Las vacunas acelulares se fabrican combinando diferentes estructuras de la bacteria que han demostrado capacidad antigénica, como por ejemplo la toxina pertúsica, la hemaglutinina filamentosa, la pertactina y los aglutinógenos. La eficacia de la vacuna siempre ha sido objeto de debate. El desconocimiento de las estructuras bacterianas que inducen inmunidad está en la base de esta controversia y es lo que ha dado lugar a la comercialización de diversos preparados vacunales. Existen diferentes estudios sobre eficacia y seguridad con conclusiones muy dispares. En el Symposium Internacional de 1997 199 LANG, A. “Antígenos tipos de vacunas y su producción”. Symposium internacional sobre vacunación contra B. Pertussis y su influencia en el calendario vacunal, Madeira, Portugal, 1997. 200 LANG, A. Op. Cit.

201 SALISBURY, D. Cit.. Op. Cit. 202 LANG, A. Op. Cit.

203 CAMPINS, M. “Eficacia de las vacunas e indicaciones” Symposium internacional sobre vacunación contra B. Pertussis y su influencia en el calendario vacunal, Madeira, Portugal, 1997. 101


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podemos leer: “El Dr. Fain, hace ya tiempo realizó una previsión sobre la eficacia de las vacunas de células enteras de la tos ferina y, dentro de los múltiples trabajos publicados en este sentido, en un resumen de los más ilustrativos, se puede observar que aunque los diseños, mediante los que se ha estudiado la eficacia de estas vacunas, varían notablemente (hay desde ensayos clínicos hasta estudios caso-control o estudios de cohortes), existe una disparidad tremenda con respecto a la eficacia; desde eficacia nula hasta eficacias del 96 %”204 (la cursiva es nuestra). A las diferencias que se observan, según sea el tipo de estudio, hay que añadir las diferencias debidas al tipo de vacuna empleada (entera o acelular), a su composición y al método de fabricación. También se observan diferencias en función del tiempo transcurrido desde la vacunación. Se reconoce que la vacuna antitosferina tiene una memoria muy corta, 205 y para los epidemiólogos esto constituye un gran problema, pues los adultos se convierten en fuente de transmisión y contagio. Por eso algunos proponen que las vacunaciones se prolonguen hasta edades tardías. No podemos profundizar en todos estos aspectos, pero lo relevante es que la valoración de la eficacia resulta confusa y se presta a interpretaciones diversas, aunque conviene reseñar que cuanto más intensa es la exposición, caso de los contactos familiares, mayor es el riesgo de infección se esté o no se esté vacunado. De todas formas lo más llamativo de todo lo expuesto es que las vacunas antitosferina se utilizan desde hace cincuenta años sin que se conozcan a ciencia cierta sus bases inmunitarias. A modo de resumen, podemos decir que los más optimistas sitúan la eficacia de las vacunas de células enteras en el 81-93%,206 otros autores la reducen ostensiblemente atribuyéndole una eficacia del 40-50%.207 Estudios comparativos recientes hechos en Europa hablan de una eficacia del 36-48%.208 La baja eficacia y efectividad de estas vacunas se confirma por la búsqueda incesante de otras nuevas y, sobre todo, por la aparición de brotes y picos epidémicos en poblaciones perfectamente vacunadas. En Michigan (EEUU), por ejemplo, en 1962 de 210 204 CAMPINS, M. Op. Cit. 205 CAMPINS, M. Op. Cit.

206 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 115. 207 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 187.

208 GRECO, D. “A controlled trial of two acellular vacciness and one whole-cell vaccine against pertussis”, NEMJ, t. 334, 1996. 102


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personas vacunadas el 45 % adquirió la infección.209 En 1988-89, en Sudáfrica, un brote provocó la hospitalización de 292 personas, la cobertura vacunal estimada era del 80-90 %.210 En 1991, en un kibutz israelí de 964 personas se notificaron 78 casos, el 97,4 de los menores de veinte años habían recibido las 4 dosis recomendadas.211 En los Países Bajos hubieron brotes en 1996 y 1997, estando vacunados el 89 %212 de los casos. Suecia conoció en 197778 un brote de tos ferina a pesar de que las coberturas vacunales sobrepasaban el 80 %, esto llevó a las autoridades después de un período de reflexión a retirar la vacunación en 1979.213 La lista de brotes aparecidos en poblaciones altamente vacunadas podría alargarse, pero la falta de eficacia la reconoce indirectamante A. Gallart cuando escribe: “Un aspecto interesante es que la enfermedad puede aparecer en vacunados y no vacunados y que las diferencias entre estos grupos son escasas. Si observamos el problema de la tos paroxística, vemos que en vacunados aparece en un 85% de los casos y en no vacunados en un 92%. Sin embargo, entre los niños de uno a diez años es prácticamente igual, y en los de más de diez años es más frecuente en los vacunados (…) Los vómitos postusivos, a excepción de los niños menores de un año, también son menos frecuentes en los no vacunados. Respecto a la gravedad, si comparamos (…) observamos pocas diferencias”214 (la cursiva es nuestra).

Efectos adversos “Las vacunas antipertussis de células enteras se consideran, desde hace años, las más reactógenas entre las vacunas sistemáticas de la infancia”. Esta afirmación tampoco procede de ninguna asociación antivacunalista sino que aparece en el Boletín Epidemiológico Semanal nº 1624 de marzo de 1984 del propio Ministerio de Sanidad y Consumo, según señalan Magda Campins 209 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 113.

210 STREBEL. P. “An outbreak of whooping-cough in the highly vaccinated urban community”, Journal of tropial pedriatics, T.37, 1991.

211 SHVARTZMAN, P. “Outbreak of pertussis in the closed populationn whit a hight vaccination rate”, Israel Journal of medical sciences, t. 27, 1997. 212 SIMONDON, F. Op. Cit.

213 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 244. 214 GALLART, A. Op. Cit.

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y colaboradores.215 Si la eficacia de la vacuna resulta dudosa, los efectos adversos, sobre todo los neurológicos, constituyen una de las páginas más negras de la historia vacunal. Hasta tal punto es controvertido este capítulo que dos países como Gran Bretaña y Japón suspendieron temporalmente las vacunaciones durante los años 70. No disponemos de espacio suficiente para profundizar sobre este aspecto, pero ello no será óbice para que reseñemos brevemente los principales y más conocidos efectos adversos. Oficialmente se reconoce que las reacciones adversas de las vacunas de células enteras derivan en gran parte “del elevado número de antígenos contenidos en dichas vacunas, la mayoría de los cuales no cumplen ningún papel en el desarrollo de la inmunidad”216 y argumentan que ello era debido “al desconocimiento, hasta hace pocos años, de los componentes de la bacteria que inducían inmunidad”. Aunque esta afirmación parece dar a entender que ahora los conocen, de la lectura de los trabajos presentados en el Symposium de 1997 se desprende lo contrario. La pregunta que surge de inmediato es ¿cómo se atrevían y atreven a vacunar masivamente con esas premisas? Somos conscientes de que para amplios sectores del mundo tecnocientífico el fin justifica los medios, pero no podemos de dejar de asombrarnos por esta forma de proceder. En relación a los efectos adversos, en 1994 Mortimer reseñó217 los relacionados con la vacuna de células enteras, dividiéndolos en locales y sistémicos. Locales: Dolor, inflamación, eritema, absceso frío. Sistémicos: - Transitorios: Fiebre, anorexia, somnolencia, vómitos, llanto, hipotonía convulsiones febriles. - Permanentes: Encefalopatía con lesión cerebral, muerte súbita del lactante, espasmos infantiles, epilepsia, mielitis transversa, trastornos del aprendizaje, hiperactividad, autismo. Desde sectores vacunalistas se argumenta que los efectos más graves y con secuelas son infrecuentes; incluso se dice que la relación de causalidad entre vacuna y efectos adversos no se ha podido demostrar científicamente. Además, cuando las evidencias son irrefutables, acaban argumentando que las complicaciones graves 215 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 115. 216 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 115. 217 CAMPINS, M., MORAGA,F y BOTEY, J. Op. Cit. Pág. 115. 104


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son más frecuentes tras el padecimiento de la enfermedad que tras la vacunación.218 Sin embargo, en un estudio comparativo de las reacciones adversas entre la vacuna DTP y la DT realizado en EEUU por Cody publicado en Pediatrics en 1981, se observa un incremento muy significativo de éstas cuando el componente pertusínico está presente. Veamos:

Javier Aristegui, del Servicio de Pediatría del Hospital de Basurto (Bilbao), afirma además que a medida que se van administrando más dosis, va aumentando el porcentaje de reacciones adversas y concluye, basándose en el trabajo de Cody y en otro realizado en el País Vasco en 1993, que “de manera más o menos consensuada, se puede decir que este tipo de vacuna de célula entera presenta reactogenicidad local y general bastante elevada, aunque de poca importancia por su transcendencia clínica”.219 La importancia clínica de los trastornos dependerá, naturalmente, del observador y de la metodología aplicada en el seguimiento, como veremos a continuación. En el libro DTP: A shot in the dark220 (que podemos traducir 218 ARISTEGUI, J. “Efectos adversos de las vacunas antipertussis” Symposium internacional sobre vacunación contra B. Pertussis y su influencia en el calendario vacunal, Madeira, Portugal, 1997. 219 ARISTEGUI, J. Op. Cit.

220 COULTER, H. DTP: a shot in the dark, San Diego, Harcourt Brace Jovanovich. 1984. 105


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como DTP: un pinchazo a ciegas, o DTP: un disparo en la oscuridad) Harris Coulter y Barbara Fisher vinculan al componente pertusínico de la vacuna con numerosos trastornos. Estos van desde las alergias al retraso mental, pasando por el asma, las otitis, las convulsiones y la muerte súbita del lactante. De gran impacto entre los congresistas americanos, el libro sirvió, al menos, para que el Congreso de los EEUU aprobara una legislación compensatoria por los daños ocasionados por las vacunas. Para Coulter y Fisher los trastornos más graves de la vacuna contra la tos ferina son: convulsiones y epilepsia, ceguera, pérdida del habla y retraso mental. Aunque todo el mundo admite estos daños, la diferencia radica, según los autores, en la magnitud del problema. Mientras que para los sectores oficialistas el impacto es limitado, para Coulter y Fisher es considerable. Según ellos, “en EEUU se diagnostican anualmente 125.000 retrasos mentales de nacimiento y 25.000 epilépticos de nacimiento. Excepto en los casos de niños con Sde. de Down, rara vez se puede determinar el diagnóstico durante el nacimiento. Ambas entidades se diagnostican mucho más tarde, tal vez al final del primer año de vida. Después se afirma que es congénito porque no puede percibirse otra causa. Pero para entonces el niño probablemente ha recibido ya tres dosis de la vacuna”.221 Los autores añaden que no existen buenas estadísticas: “Lo necesario era poner en marcha un programa institucionalizado para reunir información sobre los efectos secundarios de la vacuna. Pero a nadie le interesaba demasiado dicho programa (…) quedaba en manos de los críticos demostrar que lo contrario era lo cierto”.222 Para Coulter y Fisher, la supuesta inocuidad de la vacuna no es justificable, pues ya desde los orígenes se disponía de suficiente información sobre su potencial yatrogenia y citan los informes de Madsen de Dinamarca en 1933 sobre la muerte de dos bebés y los informes de dos médicos americanos en 1948 sobre 15 casos de encefalitis en niños con terribles secuelas, que también incluye 2 muertes. Aunque la obra de Coulter y Fisher es muy controvertida, como no podía ser menos, sus testimonios conviene no olvidarlos. Otro de los aspectos más dramáticos y controvertidos de la vacuna antipertussis es su relación con la muerte súbita del lactante. Uno de los casos más impactantes ocurrió en Galicia en diciem221 COULTER, H. “La vacuna DTP y la sanidad pública”, Investigación homeopática, año V, nº 13, 1995. 222 COULTER, H Op.Cit.

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bre de1993, cuando dos gemelas fallecieron 24 horas después de recibir una dosis de DTP+Polio. Como es habitual, las autoridades y pediatras salieron al paso por los medios de comunicación, negando toda relación y afirmando: “No hay ninguna referencia en la literatura científica en que se asocie vacunación DTP con la muerte súbita”. Evidentemente queremos pensar que la persona que hizo estas declaraciones en TV, una pediatra de la Residencia de la Paz de Madrid, no dominaba bien el tema sobre el que se posicionaba (lo cual, por otra parte, no resulta extraño, pues sobre vacunas la mayoría de los médicos, incluidos pediatras, tienen pocos conocimientos) porque en la literatura científica existen numerosas referencias acerca de la posible relación del síndrome de la muerte súbita y la vacuna DTP, debido sobre todo al componente pertusínico, como pusieron de manifiesto los doctores Joan Mora y Xavier Uriarte en un comunicado hecho público en aquellas fechas.223 El caso de Japón es, además, sumamente ilustrativo. Este país suspendió temporalmente la vacunación contra la tos ferina, por su posible relación con dos muertes súbitas. En febrero de1975 reintrodujeron la vacunación con DTP pero en vez de hacerlo a los tres meses, decidieron que las primovacunaciones se realizaran a partir de los dos años. Aunque posteriormente Japón volvió a implementar la vacuna a edades tempranas con la vacuna acelular, en el cuadro adjunto se observa el descenso en el pago de compensaciones por los daños vacunales, 224 cosa que podemos considerar como un indicador de la evolución epidemiológica de los efectos adversos de la vacuna. Hay que aclarar que el número de efectos adversos reseñados corresponde a casos que fueron indemnizados; si tenemos en cuenta que muy poca gente acostumbra a reclamar, la cifra es solo orientativa del impacto real.

223 MORA, J. URIARTE, X. “Vacuna y Muerte Súbita: datos para una reflexión e investigación” , Girona, 1993. 224 Pediatrics, vol 81, nº 6, part. 2, pág. 973, 1988. 107


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De todas formas, del estudio realizado por un pediatra convencional y publicado en la revista Pediatrics, destaca de forma sobresaliente un hecho: la edad a la que se administra la vacuna es importante a la hora de prevenir efectos posvacunales graves. En efecto, cuando Japón trasladó a los dos años las primovacunaciones con la DTP, la muerte súbita desaparece como causa de indemnización, independientemente de si las vacunas eran de células enteras o acelulares. Obviamente puede alegarse que al vacunarse a los dos años la muerte súbita del lactante queda excluida del período, pero lo significativo es que también disminuyen espectacularmente las encefalopatías con o sin secuelas, incluidas las mortales. Asimismo, las vacunas acelulares parecen menos reactógenas que las enteras, aunque la diferencia no es muy significativa. Lo relevante, lo que marca una frontera nítida en la aparición de efectos adversos, según el autor del estudio, es la edad a la que comienzan las vacunaciones. Esto, por otro lado, no constituye una sorpresa, pues el sistema nervioso central de un lactante de 2, 4 ó 6 meses es mucho más vulnerable, al ser mucho más inmaduro que el de un niño de dos años, como ya tuvimos oportunidad de ver al hablar del aluminio y del mercurio vacunales.

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VII. La Poliomielitis La polio es una enfermedad infectocontagiosa de origen vírico. Clínicamente, la mayoría de los casos suelen ser asintomáticos, pero una minoría de ellos puede producir meningitis que no deja secuelas, o encefalomielitis, que es la forma más conocida y temida por producir parálisis debido a la afectación de la médula espinal, de ahí el nombre de poliomielitis. En estos casos la enfermedad se presenta como un cuadro gripal, con faringitis y molestias abdominales que duran tres o cuatro días. Después de dos o tres días sin fiebre, ésta reaparece acompañada de síntomas meníngeos inespecíficos, presentándose la parálisis a los pocos días.225 Las parálisis suelen ser asimétricas y se localizan preferentemente en las extremidades inferiores. Los primeros vestigios de la enfermedad se relacionan con restos óseos encontrados en Egipto y datan del año 3.700 a.C. También existe un bajorrelieve egipcio del 1300 a.C226 que muestra a un príncipe con aparentes secuelas poliomielíticas en una pierna.227 No obstante fue el médico alemán Heine, en 1840, el primero en describir la enfermedad tal y como hoy la conocemos, y posteriormente el Dr. Medin, pediatra sueco, acabaría de caracterizar la naturaleza epidémica de la misma en 1891, después de los brotes acaecidos en Escandinavia a finales del siglo XIX. Por esta razón, a las formas paralíticas de la polio también se las denominó enfermedad de Heine-Medin.228 El agente causal es un poliovirus, del que se conocen tres serotipos —I, II y III—, siendo el reservorio exclusivamente humano. 225 CISTERNA, R. “Infecciones víricas”, en El Manual de la Medicina, E. Masson-Salvat Medicina, pág. 1634, 1993. 226 AGUILA, A. M. y col., “Influencia de las epidemias de poliomelitis sobre la rehabilitación en España (1949-1969)” Rehabilitación, 36:42-49. 2002. 227 AGUILA, A. M. y col. Op. Cit.

228 BOSCH, J. “Poliomelitis. Problema Sanitario” Conferencia pronunciada en la Real Academia Nacional de Medicina y publicada en los Anales, t. LXXVII, 97, Madrid, 1960. 109


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En los países con infraestructuras sanitarias deficientes se considera que la vía de transmisión predominante es feco-oral, mientras que en los países desarrollados es más importante la transmisión a través de las secreciones faríngeas. Los poliovirus se localizan en la faringe e intestino junto a los virus Coxsackie A y B, los echovirus y otros enterovirus, como el de la hepatitis A y por eso pertenecen al género Enterovirus (entero=intestino). Estos grupos víricos están muy relacionados entre sí, de hecho los virus ECHO y Coxsakie también pueden desencadenar parálisis. Precisamente una de las consecuencias de la vacunación, y la emergencia de algunas enfermedades, puede tener relación con los desplazamientos virales subsiguientes a la administración de la vacuna. Entre los enterovirus y entre la microbiota intestinal existe un verdadero equilibrio ecológico, cuya alteración puede desencadenar la enfermedad.229

Epidemiología La poliomielitis es una enfermedad que desde el punto de vista epidémico “vino del frío”, al localizarse los primeros brotes, y también los de mayor envergadura, en poblaciones de latitud norte, como la escandinava.230 También se le ha considerado como una enfermedad propia de los “países ricos”. A este hecho se le ha denominado “fenómeno Payne”,231 al ser este médico uno de los primeros en constatar esta singular localización de la afección. No se conocen las causas de esta curiosa y sorprendente distribución geográfica, ni el por qué de su eclosión entre el último tercio del siglo XIX y los dos primeros tercios del siglo XX, aunque se apuntan algunos factores predisponentes o facilitadores. En los textos académicos se distinguen tres períodos en la enfermedad: el endémico, el epidémico y el posvacunal.232 Según estas fuentes, el período endémico se caracterizaba por la aparición de casos aislados y esporádicos, sin relación con nin229 GEORGET, M. Vaccinations les vérités indesirables, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia, 2000, pág. 213. 230 PILETTE, J. Nous te protegerons! Ed. De L’Aronde, Acin –Hannut, 1997. 231 BOSCH, J. Op. Cit. Pág. 97.

232 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA, T. “La vacuna antipoliomelítica” en SALLERAS, LL. Vacunaciones preventinas, Ed. Masson, Barcelona, pág. 130, 1998. 110


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gún otro caso conocido, de la enfermedad. La explicación que se aporta considera que en esta fase el virus estaba ampliamente diseminado y los niños entraban en contacto con él precozmente, lo cual se traducía en infecciones inaparentes que conferían inmunidad, haciendo que el número de susceptibles fuera muy bajo como para producir un brote. Este período abarcaría casi toda la historia de la humanidad.

El período epidémico se inicia en Europa en 1881 con el brote localizado en Suecia, a éste siguieron los de Francia —1895—, Italia —1897— y Austria —1898—.233 Durante el siglo XX, la incidencia de la enfermedad fue creciendo hasta alcanzar la máxima incidencia en los años siguientes a la II Guerra Mundial. En el período 1945-1957 la tasa media de afectados en Suecia, Noruega, Islandia y Finlandia fue de 18,6 por cada 100.000 habitantes, con picos epidémicos en los que las tasas de algunos países fueron superiores al 50 por 100.000.234 En ese mismo período, en los países centroeuropeos como Alemania, Checoslovaquia, Hungría y Polonia, las tasas medias fueron del 6,2 por 100.000.235 La incidencia de la enfermedad disminuye en los países mediterráneos, donde la tasa media entre 1945-1957 fue del 2 por 100.000.236 En España, según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo, en 233 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA, T. Op. Cit. Pág. 130. 234 PILETTE, J. Op. Cit. 235 PILETTE, J. Op. Cit.

236 SÁENZ, M. GONZÁLEZ, R. “Infección por enterovirus. Poliomielitis, Hepatitis A y Hepatitis E” en Medicina Preventiva y Salud Pública, 9ª ed., Ed. Masson, Barcelona, Pág. 451-472, 1991. 111


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ese mismo período la tasa media de afectación fue del 2,96 por cada 100.000 habitantes y el pico máximo se alcanzó en 1958 y 1959 con 2.079 y 2.130 casos declarados y tasas del 7 y 7,12 por 100.000. Como se observa en el gráfico, en España la incidencia máxima tuvo lugar tras las primeras campañas de vacunación con la vacuna inactivada de Salk. En los países del llamado “Tercer Mundo” el tránsito de la etapa endémica a la epidémica es reciente y se remonta a los años sesenta. El período posvacunal se inicia con la irrupción en el mercado de las vacunas antipoliomelíticas. En una primera etapa, años 1955-64, la vacuna más utilizada fue la inactivada —VIP— o Salk. Desde sectores vacunalistas se afirma que el uso de esta vacuna produjo un descenso del 85% de los casos. A partir de 1964 se empezó a vacunar de forma mayoritaria con la vacuna oral de virus atenuados —VAP— o Sabin que, según las mismas fuentes, consiguió disminuir aún más los casos de la enfermedad hasta hacerla desaparecer de muchas áreas.237

Interrogantes En Europa y otros países actualmente desarrollados, la irrupción de la polio en forma de brotes epidémicos con picos de incidencia máxima en los años cincuenta, así como su posterior y rápida declinación en los años sesenta, continúa siendo un fenómeno mal comprendido. Las explicaciones que se ofrecen no son del todo convincentes. Como ya hemos visto, se argumenta que en el período endémico el virus estaba ampliamente diseminado y esto hacía que los niños entraran en contacto con él precozmente, lo que se traducía en infecciones inaparentes que conferían inmunidad, haciendo que el número de susceptibles fuera muy bajo, lo cual impedía, a su vez, la aparición de epidemias. Con esto se reconoce que la población estaba protegida en ausencia de vacunación; sin embargo se argumenta, desde las mismas fuentes, que el período epidémico es consecuencia directa de la mejora de las condiciones higiénicas, ya que esto se tradujo en una menor presencia del virus en el medio ambiente, y esta menor presencia dificultó el contacto de los niños con el virus, disminuyendo la inmunidad y esto, a su vez, incrementó el número de susceptibles, 237 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA, T. Op. Cit. Pág. 130. 112


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facilitándose de este modo la eclosión de brotes epidémicos entre la población infantil de entre cinco y quince años de edad. Para los que defienden esta teoría, esta situación se produjo en Europa y otras zonas a finales del siglo XIX y se interrumpió en el siglo XX a partir de los años sesenta gracias a la vacunación y a las mejores condiciones de saneamiento ambiental; por tanto, según este razonamiento, el período epidémico fue debido a la mejora de las condiciones higiénicas, y la eliminación y/o erradicación también, todo lo cual no solo resulta sorprendente sino paradójico. El modelo explicativo de la evolución de la polio presenta algunas lagunas que merece la pena comentar. Por ejemplo ¿cómo saben que en el período endémico el virus estaba ampliamente diseminado en el medio ambiente? ¿es creíble que en las dispersas poblaciones rurales de los siglos XVII y XVIII la presencia del virus fuese mayor? ¿No es más lógico pensar que su presencia y expansión fuesen más altas en los suburbios urbanos del siglo XIX y siglo XX, en los que la población vivía hacinada y prácticamente sin infraestructuras sanitarias? En principio, esta hipótesis parece más plausible, sobre todo si tenemos en cuenta que la transmisión de los poliovirus es por vía feco-oral y/o por secreciones faríngeas. Por otro lado ¿cómo explica el modelo evolutivo la situación epidemiológica actual de los países pobres? es decir ¿cuál es la causa de que muchas zonas del llamado “Tercer Mundo” hayan entrado en el período epidémico de la polio a partir de los años sesenta, justo cuando se inician los planes de vacunación y justo cuando empiezan a proliferar las aglomeraciones y suburbios alrededor de las ciudades de esas zonas geográficas, así como un sin fin de guerras y conflictos? Además, aunque el modelo es atractivo, en la coyuntura que estamos analizando se minimiza el papel que desempeñaron las mejoras higiénico-sanitarias. En el período mencionado es precisamente cuando en España tuvo lugar la extensión y generalización de la red de alcantarillas y cloacas, que pusieron fin a la existencia de pozos ciegos, así como la desecación y cubrimiento de lagunas y aguas estancadas colindantes con los núcleos urbanos. Esto contrasta con la persistencia, incluso el incremento, de la morbilidad de la polio en los países depauperados, a pesar de intensas campañas de vacunación, lo que a su vez cuestiona la validez de esta interpretación. Efectivamente, Michel Georget señala que numerosos países en vías de desarrollo han padecido fuertes epidemias con unas coberturas vacunales superiores al 70%, coberturas que teóricamente deberían haber frenado la cadena de 113


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contagios.238 Sí, a menudo se argumenta que las condiciones en que se realizan las inmunizaciones en estos países les resta eficacia, pero estas explicaciones no pueden hacernos olvidar las causas profundas que determinan la dinámica epidemiológica de las enfermedades infecto-contagiosas.

Extensión de la poliomielitis. Factores a considerar Hemos tratado de aproximarnos a las posibles causas del carácter epidémico adquirido por la polio desde finales del siglo XIX. Sin embargo esto no explica bien el por qué de su eclosión en la década de los cincuenta en los países desarrollados. Si tenemos en cuenta que el impacto de la mayoría de las enfermedades infectocontagiosas fue disminuyendo paralelamente a la mejora de las condiciones de vida, ¿cómo se explica el incremento de la incidencia de la polio en los años cincuenta? Para responder a este interrogante conviene recordar algunas prácticas médicas facilitadoras recogidas en la literatura científica, así como otros factores predisponentes, que podrían estar también en la base de la extensión e incremento de la gravedad de las formas paralíticas en muchas áreas del llamado “Tercer Mundo”. Veamos:

Las inyecciones intramusculares Numerosos y diferentes estudios vinculan las inyecciones intramusculares de los más diversos medicamentos con la aparición de casos de poliomielitis. Así, Strebel y colaboradores demostraron que en Rumania el riesgo de presentar poliomielitis, tanto por virus salvajes como por virus vacunales, se incrementaba notablemente tras la administración de fármacos por vía intramuscular. Entre 1988 y 1992 hubo en Rumania 31 casos de polio después de la vacuna oral, de ellos el 87% habían recibido una o varias inyecciones de antibióticos en el mes previo a la vacunación.239 Wyatt publicó un trabajo en 1981 en el que pone de manifiesto cómo la incidencia de la polio se 238 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 227.

239 STREBEL, P.M. et. al. “Intramuscular injections within 30 days of immunization with oral poliovirusvaccine. A risk factor for vaccine-associated paralytic poliomyelitis”, New Engl. J. Medicine, 332, 8:500-506, 1995. 114


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incrementó significativamente en algunos países del Tercer Mundo por las inyecciones intramusculares en sucesivas campañas que se hicieron para el tratamiento de la sífilis y otras enfermedades como la trepanomatosis; estas observaciones fueron obviadas por la mayoría de autores.240 Otros autores han hecho observaciones en el mismo sentido en épocas pretéritas y en otras zonas geográficas,241-242-243 sin embargo, en 1980 la OMS, a pesar de la existencia de estos trabajos bien documentados, consideró que solo disponía de reseñas anecdóticas para las zonas tropicales.244 Se han realizado muchas más observaciones, una de las más significativas tuvo lugar en India, donde entre 1988 y 1989 se desarrolló un estudio para determinar el papel de las inyecciones intramusculares como factor de riesgo de la polio.245 Los resultados del trabajo publicados en 1993 concluían que: 1) El riesgo de padecer polio se multiplica por 2,1 si se ha recibido una inyección 30 días antes de su aparición. 2) El riesgo se multiplica por 3,1 si la inyección se ha recibido entre 7 y 13 días antes del debut de la enfermedad. 3) El riesgo es el mismo tanto si se está como si no se está vacunado. Para Wyatt el mecanismo implicado en estos procesos sería el siguiente: los poliovirus alcanzarían el Sistema Nerviosos Central (SNC) a través de las fibras de los nervios periféricos lesionados por las inyecciones al desplazarse a una velocidad de 2,4 milímetros por hora.246 El hecho de que la zona afectada por la parálisis se corresponda neurológicamente con la zona lesionada por la inyección refuerza esta explicación. 240 WYATT, H.V. “Provocation poliomyelitis: neglected clinical observations from 1914 to 1950”, Bulletin of the History of Medicine, t. 55, 543-557, 1981.

241 GUYERS, B. et. al. “Injections and paralitic poliomyelitis in tropical Africa”, Bulletin of WHO, t 58, 285-291, 1980. 242 LAMBERT, S. M. “A yaws campaign and an epidemic of poliomyelitis in Western –Samoa”, Journal of Tropical Medicine and hygiene, t 39, 41-46, 1936.

243 ROSEN, L. THOORIS G., “Poliomyelitis in french Oceania. Epidemiologic observation on an outbreak with notes on the incidence of paralysis following intramuscular injections” American Journal of Hygiene, t. 57, 543-557, 1953. 244 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 218.

245 DEIVANAYAGAM, N. et. al. “Intramuscular injections as a provoking factor for paralysis in acute poliomielitis”, Indian Pediatrics, t. 30, 335, 339. Pág. 1993. 246 WYATT, H.V., “Incubation of poliomyelitis as calculated from the time of entry intro central nervous system via peripheral nerve pathways”, Rev. Infect. Dis. 12, 3:63-64, 1990. 115


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La amputación de amígdalas Diferentes estudios realizados en los Estados Unidos a lo largo del siglo XX ponen de manifiesto que el riesgo de padecer polio se incrementa significativamente tras la ablación de las amígdalas. En 1929 Aycock y Luther publicaron un trabajo en el que constataban que una importante proporción de casos aparecían entre los días 7 y 18 posteriores a la operación, período que coincide con el de la incubación de la enfermedad.247 En 1950, Anderson y colaboradores, en un estudio sobre una epidemia de polio acaecida en el estado de Minnesota en 1946, llegaron a la siguiente conclusión: Entre los operados de amígdalas la incidencia de poliomielitis era 3 veces mayor y la poliomielitis bulbar 11 veces superior.248 En 1965 Bodian y Hortsmann constataron, además, que este tipo de operación, tan de moda en los círculos médicos en los años cincuenta y sesenta, estaba asociada a un mayor riesgo de poliomielitis bulbar, la forma más grave y mortífera de la polio.249 La relación entre las formas bulbares de la polio y la operación de amígdalas y vegetaciones ha sido establecida por numerosos autores, lo cual vuelve a corroborar la etiopatología expuesta por Wyatt. Los estudios de Top y Vaughan en 1941, los de Lucchesi en 1944 y los de Anderson y Rondeau en 1954, entre otros, van en esa dirección.250 En 1961 J.R. Paul sostenía que la amputación de amígdalas era una contraindicación formal a la vacuna oral.251

Vacunaciones y poliomielitis paralítica asociada a vacuna (PPAV) Otro de los factores a considerar en la eclosión de la polio fueron las campañas de vacunacion contra la difteria y la tosferina que empezaron a implementarse a final de los cuarenta y sobre todo en los años cincuenta. Estudios realizados en Australia por 247 AYCOCK, W. LUTHER, E. “The occurrence of poliomyelitis following tonsillectomy”, the New. England. Jour. Med. T. 200, 164-167, 1929. 248 ANDERSON, G W. et. al. “The risk of poliomieltis after tonsillectomy”, Ann. Otol. Rhinol. Laryngol. 59: 602-613, 1950. 249 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA, T. Op. Cit. Pág. 130. 250 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 216. 251 PILETTE, J. Op. Cit.

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McCloskey,252 publicados en The Lancet en 1950, le permitían concluir que durante el período epidémico de la polio: 1) La inoculación de la vacuna de la tos ferina puede desencadenar poliomielitis. 2) La aparición de la parálisis es más frecuente en el miembro que recibe la inyección. 3) La severidad de la parálisis se incrementa considerablemente. En 1950 D. Geffen reseñó el incremento de los casos de polio en niños que en las semanas previas habían sido vacunados contra la difteria o contra la difteria-tos ferina.253 En el mismo sentido G. W. Anderson y A.E. Skaar, en 1951, constataron un aumento de los casos de polio en las semanas siguientes a la inoculación de las vacunas antitosferina y antitetánica.254 El internista A. Pons recomendaba vacunar contra la difteria y la tosferina en el período noviembre-marzo, cuando la incidencia de la polio era menor.255 Estudios más recientes, publicados en 1996 y desarrollados por Wyatt en India, ponen de manifiesto que el 3% de los casos de polio han aparecido después de la administración de la DTP. Wyatt llegó a estas conclusiones después de revisar la documentación de tres grandes hospitales. Teniendo en cuenta la densidad de población de ese país, esto significa que entre 1980 y 1995, 65.000 niños fueron afectados de poliomielitis a causa de la vacuna DTP en India. M. Georget concluye que “India continúa pagando un tributo muy caro a la polio, gracias a las recomendaciones de la OMS que preconiza vacunar (si es que no lo han sido ya) contra la difteria-tétanos-tosferina a cualquier niño que llegue a la clínica con fiebre y diarreas”.256

252 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 219.

253 GEFFEN, M. “Incidence of paralisis occurring in London children within four weeks after immunization” Med. Offr. 83, 137. 1950.

254 ANDERSON, G. W. SKAAR A.E. “Poliomielitis occurring after antigen injections” Pediatrics, 7, 6,, 741-759. 255 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 186

256 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 223. 117


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Otros factores Se han apuntado otros factores predisponentes; entre ellos destacamos: a) Los déficits inmunitarios: las inmunodeficiencias de células B suponen un riesgo mayor de padecer polio y una letalidad más alta.257 Wyatt estima que el 10 % de las poliomielitis asociadas a vacunación se producen en personas con hipogammaglobulinemias.258 Como ya apuntamos al hablar del sistema HLA (capítulo II), ningún estudio previo sobre el estado inmunitario de las personas y los niños se realiza antes de vacunarlos. b) La malnutrición: aunque tampoco se han realizado estudios rigurosos y sistemáticos sobre el estado nutricional y el riesgo de padecer trastornos posvacunales, sí se sabe que la malnutrición determina un menor nivel de IgA en las mucosas.259 Teniendo en cuenta que la vacuna oral interactúa con la mucosa digestiva, un menor nivel de IgA puede favorecer la aparición de formas paralíticas. Por otro lado, para que cualquier inmunización sea efectiva, es fundamental la producción de anticuerpos, es decir, de proteínas. Y para ello es básico disponer de nutrientes, de lo contrario ¿de dónde obtenemos los aminoácidos necesarios para la síntesis de inmunoglobulinas? Desde esta consideración, la vacunación de niños malnutridos puede resultar contraproducente. Entre los déficits nutricionales que pueden favorecer la aparición de formas paralíticas, el Dr. Jean Pilette, citando a otros autores, destaca la carencia de vitaminas B1, A y C, y de Yodo.260 c) Factores genéticos: en el capítulo II ya hablamos de cómo el sistema HLA determina genéticamente la capacidad que tenemos de reconocer y responder inmunitariamente a los antígenos. Por esta razón vacunación no es sinónimo de protección, una persona puede ser vacunada, pero si genéticamente no está capacitada puede no existir respuesta o ser insuficiente. En relación a la polio, se sabe que los grupos HLA-3 y HLA-7 entrañan mayor riesgo 257 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA, T. Op. Cit. Pág. 129.

258 WYATT, H.V. “Poliomielitis in hipogammaglobulinemics” Journal Infections Diseases, t. 128, 802-806, 1973.

259 CHANDRA, R.K. “Immunocompetence as a functional index of nutritional status”, Br. Med. Bulletin 37, 89, 94, 1981. 260 PILETTE, J. Op. Cit.

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de formas paralíticas.261 El hecho de que en algunas epidemias se haya constatado una mayor afectación en determinados grupos familiares corrobora esta hipótesis.262 Sin embargo ningún estudio previo se realiza para conocer las características inmunitarias de los sujetos que se someten a una vacunación. d) Consumo de fármacos: el consumo masivo de medicamentos que bloquean respuestas biológicas y determinan inmunodepresión, también se ha relacionado con el incremento de las formas paralíticas de la polio. Entre estos destacan los antitérmicos, los antibióticos y los corticoides.263

La vacunación La vacuna contra la polio, junto a la de la viruela y el tétanos, es de las que más ha contribuido a la generalización del mito vacunal. Esto es así porque, en el caso de la polio más que en ningún otro, el descenso de la incidencia y la implementación de los planes de vacunación en los países occidentales se solapan en el tiempo. Las primeras vacunas se remontan a los años treinta. En aquellos tiempos, Brodie y Park por un lado y Kolmer por otro, utilizaron preparados procedentes del sistema nervioso de monos infectados artificialmente; estas vacunas se abandonaron por su deficiente inactivación.264 La vacuna Kolmer desencadenó en los niños parálisis que empezaban por el miembro que había recibido la inyección.265 Las vacunaciones masivas comenzaron cuando Salk preparó la primera vacuna inactivada (VIP) en formol, siguiendo el método propuesto por Enders y colaboradores en 1949.266 Dinamarca y Estados Unidos fueron los primeros países en utilizarla masivamente en el año 1955. El objetivo de la vacuna Salk era impedir el acceso de los virus a la sangre al estimular la producción de anticuerpos. Teóricamente la vacuna inactivada no impedía la colonización y posterior dise261 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 130. 262 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 213. 263 PILETTE, J. Op. Cit.

264 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 133. 265 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 213.

266 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 133. 119


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minación de los poliovirus salvajes por la vía intestinal,267 por esta razón no rompía la cadena de contagios y tras su introducción, en algunos países como Francia, España y EEUU, la incidencia no solo no disminuyó sino que, en principio, aumentó de forma significativa. Además, su memoria era más bien corta y se precisaban varias dosis para que su eficacia fuera real. Se tuvo conocimiento de ello en EEUU en 1959, después de cuatro años de vacunaciones, al aparecer brotes en poblaciones vacunadas.268 En Francia las campañas masivas empezaron en 1956, y el año siguiente, 1957, fue el de mayor incidencia de la polio en su historia.269 En España la vacuna Salk se introdujo en 1957; ese mismo año se notificaron 919 casos, mientras que en el período 1958-1962 se notificaron 2.079, 2.130, 1.632, 1.778 y 1.853 casos respectivamente. Este incremento de la incidencia tras la introducción de la vacunación también se observa con otras vacunas víricas como las del sarampión, paperas y rubéola. Las vacunas atenuadas (VAP) desarrolladas por Sabin a final de los años cincuenta, se empezaron a administrar en Singapur, URSS y países satélites entre 1958 y 1960.270 Adoptada por EEUU en 1961, fue la vacuna de elección en la mayoría de los países europeos a partir de 1963. Desde entonces es también la vacuna recomendada por la OMS en la mayoría de las regiones tropicales y subtropicales del planeta. Esta vacuna se administra por vía oral y se prepara con cepas de neurovirulencia atenuada de los tres serotipos de poliovirus implicados en la enfermedad, obtenidas por pases repetidos en células diploides de tejido embrionario. Las vacunas orales tienen un doble objetivo. Por un lado, pretenden ocupar la mucosa intestinal con poliovirus atenuados, impidiendo la colonización de los virus salvajes; por otro, pretenden estimular la producción de anticuerpos tisulares (IgA) en la mucosa intestinal y de anticuerpos sanguíneos (IgM, IgG).271 Los defensores de las vacunas orales fundamentaban sus preferencias en que las VAP:272 1) Inducirían una inmunidad más duradera al reproducir la historia natural de la infección; 2) Romperían la cadena de contagios al impedir la colonización intestinal por los virus salvajes; 3) 267 PILETTE, J. Op. Cit.

268 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 133. 269 PILETTE, J. Op. Cit.

270 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 133. 271 PILETTE, J. Op. Cit.

272 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 135-137. 120


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Transmitirían los virus atenuados por contagio a las personas no inmunizadas con lo que se conseguiría una “vacunación indirecta”. A pesar de estas teóricas ventajas, la evolución epidemiológica de la poliomielitis en los países que nunca utilizaron las vacunas orales como Holanda, Suecia y Finlandia ha demostrado que estas ventajas eran solo hipotéticas. Y no solo eso, la pretendida “vacunación indirecta” se ha convertido con el paso de los años en una fuente de problemas pues, en estos momentos, el 100% de las formas paralíticas de la polio, en lo que a los países desarrollados se refiere, son debidas a la propia vacunación, y es posible que desencadene brotes en países con infraestructuras deficientes. Ello sería debido a que los virus atenuados pueden revertir genéticamente tornándose virulentos, reversión que Domínguez y Pumarola califican de frecuente basándose en publicaciones de Minor (1986) y de Ogra (1991); probablemente, dicen Pumarola y Domínguez, los poliovirus mutantes no pasarían los controles de calidad de la atenuación de las cepas incluidas originalmente en la vacuna.273 Al mismo tiempo la reproducción de los virus atenuados en el intestino, su posible reversión virulenta, y su posterior eliminación por las heces favorece la diseminación y retroalimenta la cadena de contagios. ¿Habrá sido ésta la causa de la persistencia e incremento de la polio en determinadas épocas y áreas donde la vacuna oral, por su fácil administración, es de uso preferente? En España las primeras campañas de vacunación antipoliomielítica empezaron probablemente en 1957. En una conferencia pronunciada en 1960 por el Dr. Juan Bosch Marín en la Real Academia Nacional de Medicina podemos leer: “un total de 138.528 primeras y segundas dosis de vacuna antipoliomielítica administradas, desde enero a abril de 1957”.274 El mismo autor dice que en 1958 se administraron cerca de 200.000 dosis y que entre el 1 de julio de 1958 y el 30 de junio de 1959 se han utilizado 462.000 cc de vacuna.275 Los efectos adversos y la poca eficacia -entre 1958 y 1963 fue cuando la epidemia alcanzó en España su máxima incidencia- dificultaron su generalización.276 De hecho, según los anuarios estadísticos, en 1962 solo se administraron unas 230.000 dosis. 273 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 135-137. 274 BOSCH, J. Op. Cit. 275 BOSCH, J. Op. Cit.

276 URIARTE, X. Op. Cit. 121


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El comienzo de las campañas masivas con la vacuna oral de virus atenuados hay que situarlo en 1963 aunque algunas fuentes se refieren, de forma poco precisa, a 1964.277 Tal vez pueda ser un desliz, pero este pequeño desplazamiento permite identificar un descenso espectacular del número de casos con la vacunación; esas mismas fuentes soslayan la utilización de las vacunas inactivadas en los años de máxima incidencia de la polio. Lo cierto es que los registros dicen que en 1963 se administraron casi 1.200.000 vacunas, a pesar de lo cual se notificaron 1.959 casos de polio, números únicamente superados en los años 1958-59 que fueron los de máxima incidencia. En 1964 las vacunaciones superaron los 4.000.000 de dosis y los casos notificados fueron 193. En los años siguientes hay un intenso descenso en el número de vacunaciones, así en 1965 se administraron poco más de 600.000 dosis y en 1966 no se alcanzó el medio millón; el millón de dosis se volvió a superar en 1967. En la década 1966-75 la incidencia de la poliomielitis muestra un perfil en picos de sierra, situándose al mismo nivel de los años cuarenta. En 1966 se notificaron 308 casos y en 1975 fueron 261, con un pico de 396 casos en 1969. A partir de 1976 la morbilidad se sitúa por debajo del centenar hasta desaparecer en la década de los ochenta, lo que significa que en España la desaparición de la polio fue mas tardía que en el resto de los países europeos tal y como se observa en la tabla adjunta, y seguramente ello se relaciona con el retraso económico e higiénico-sanitario de nuestra sociedad en términos comparativos. En España los últimos casos por poliovirus salvaje datan de 1989, y en Catalunya de 1983. Desde entonces, y como pasa en otros países —EEUU 277 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 132. 122


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y Europa—, los casos paralíticos de polio son debidos a la misma vacunación. Este éxito, en apariencia irrefutable, constituye el argumento más sólido de las tesis vacunalistas y es la plataforma a partir de la cual el mito se torna incuestionable. Ahora bien, cuando estudiamos con detenimiento la evolución de la morbilidad en diferentes países europeos, vemos que la vacuna oral se introdujo cuando la incidencia había disminuido significativamente en la mayoría de ellos. Esto es lo que se desprende de los datos epidemiológicos que adjuntamos en la tabla. Si exceptuamos Italia, que al parecer no utilizó la vacuna Salk, aunque es probable que lo hiciera de forma limitada al igual que España, observamos que en Bélgica, Francia, Suiza y Dinamarca el cambio de las VIP por las VAP se torna innecesario. Finlandia, Holanda y Suecia nunca las utilizaron y la evolución de la morbilidad es similar, consiguiendo evitar los riesgos asociados a las vacunas orales.

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La eficacia y efectividad de las VIP y las VAP, a juicio de algunos expertos, son similares.278 Sin embargo en Francia, España y EEUU observamos un incremento de la morbilidad tras las primeras campañas de vacunación con las VIP y en algunos trabajos, vinculados a sectores vacunalistas, podemos leer: “Cuando se presentó fue recibida con entusiasmo, pero sus efectos secundarios hicieron que pronto los médicos se desencantaran y comenzaran a cuestionarse su uso”.279 La aparición de brotes epidémicos en poblaciones con coberturas vacunales superiores al 80%, tanto en países desarrollados como en los países pobres, ha levantado serias dudas acerca de la eficacia real. Ya en 1960 el Dr. Juan Bosch escribía: “El miedo a provocar parálisis por la propia vacunación invita a suspender las campañas de vacunación durante las epidemias o épocas de mayor frecuencia” y “no hay duda de que las actuales vacunas inactivadas son efectivas, pero la protección no es completa” o “uno no debe esperar que la vacunación de resultados espectaculares, si se empieza a vacunar durante el curso de la epidemia” y “la protección es indiscutible, pero la duración del período de protección es desconocida”.280 En 1959, en Hungría, hubo un brote que afectó a 713 personas, el 53 % de las cuales, o sea 380, habían recibido 2 o más dosis de la vacuna, las restantes habían recibido una dosis o ninguna.281 Estudios sobre eficacia de la VAP realizados recientemente concluyen que en los países tropicales no se ha obtenido un buen nivel de protección a pesar de completarse la pauta vacunal; los brotes aparecidos en Taiwán, Omán, Gambia o Namibia son buena muestra de ello.282 Otro estudio iniciado en India en 1988 y terminado tres años después, concluía que la eficacia de las VAP fue del 66 %.283 El caso de las Islas Madeira es, según M. Georget, ejemplar. Hasta 1964 apenas conocían la polio, a lo sumo 3-4 casos por año. En 1965 empezaron las vacunaciones con la VIP y en 1966 estas fueron reemplazadas por las VAP. En 1972, después de siete años de vacunaciones masivas, se desencadenó una epidemia con 81 ingresos hospitalarios y 12 muertes. Para Georget, la alteración del equilibrio ecológico viral producido por la vacunación podría haber 278 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 135.

279 MARTINEZ, C. Se divisa el fin del polio, El Mundo/Año XIII, n° 561, SALUD, 21 de febrero de 2004. 280 BOSCH, J. Op. Cit.

281 PILETTE, J. Op. Cit.

282 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 132. 283 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 132. 124


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sido la causa.284 En 1984 tuvo lugar una epidemia de polio en Finlandia, hubieron nueve parálisis y una meningitis, el 80% había sido vacunado y el 50% había recibido cinco dosis, el posible responsable fue una variación antigénica del poliovirus diferente del salvaje y del vacunal.285 Los casos de Israel, Albania, Holanda, India, Egipto, y los ya citados de Taiwán, Omán, Gambia o Namibia hacen la lista más larga, todo lo cual hizo que emergieran dudas en los propios sectores vacunalistas, al constatar que en determinados países del “Tercer Mundo” las epidemias eran más fuertes que antes de las campañas de vacunación, al menos eso era lo que declaraba a Le Monde, en 1987, el Dr. Drucker, director científico de la Asociación para la Promoción de la Medicina Preventiva (APMP).286 En 1985, basándose en informes de la OMS, el autor de la vacuna francesa P. Lapine manifestaba que en 70 países de las regiones tropicales y subtropicales se había producido un incremento del 300% de los casos de poliomielitis en 1966. Y en India, la Evaluación Nacional del PVU287 puesta en marcha por las autoridades sanitarias con el beneplácito de los promotores, aseveraba que el 20-30% de los casos de poliomielitis registrados en los hospitales se dio en sujetos completamente vacunados.288 ¿Ha significado esto un cambio de estrategia?, de ningún modo. Como señala Georget,289 a pesar de las recomendaciones del Pr. Gentilini, presidente de la APMP, que sugería el establecimiento de una pausa para reflexionar, el mismo Dr. Drucker proponía intensificar los programas de vacunación, que es lo que ha venido sucediendo con el fin de controlar y erradicar la enfermedad, aunque la medida se haya mostrado, en oca284 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 224-225.

285 HOVI, T. et. al. “Outbreak of paralytic poliomyelitis in Finland: Widespread circulation of antigeniacally altered poliovirus 3 in a vaccinated population”, The Lancet 1, 8495:1427-1432, 1986. 286 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 227-228.

287 El PVU o Programa de Vacunación Universal fue promovido por el tándem UNICEF.OMS dentro de la campaña “Cuidados Sanitarios Primarios Selectivos”, contraviniendo el espíritu de la Declaración de Alma-Ata (1978), la Declaración de Alma-Ata aboga por desarrollar sistemas sanitarios elaborados por las poblaciones autóctonas y controlados por ellas mismas, en contraposición a los programas tecnológicos prefabricados que incrementaban la dependencia del Sur hacia el Norte. El PVU pretendía vacunar a más de 90 millones de embarazadas y 83 millones de niños en 5 años a partir de 1985. Ver apartado “El mercado vacunal” en el capítulo “Perspectivas de futuro”. 288 BANERJI, D. “Imposición de los programas de vacunación a los países del Sur”, Natura Mediacatrix n° 46-47, 1997. 289 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 228.

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siones, no solo inútil sino peligrosa, como demuestra lo acontecido en Albania recientemente. En este país mediterráneo los últimos casos de poliomielitis debido al virus salvaje databan de 1978. En 1996, auspiciadas por la OMS y la UNICEF, se organizaron unas Jornadas Nacionales de Vacunación que se desarrollaron entre el 8 de abril y el 17 de mayo. En el transcurso de éstas se administraron dos dosis suplementarias de la vacuna oral al 97% de los niños menores de cinco años, lo cual da a entender que ya estaban vacunados. Pues bien, a los nueve días se declaró el primer caso de parálisis en un niño de doce meses. Posteriormente la epidemia se extendió a otras zonas del país. La OMS informó, en septiembre del mismo año, que se habían declarado 66 casos con un balance de 7 muertes, reconociendo que era el primer caso de brote ocurrido en el transcurso de unas jornadas de inmunización.290 Nunca sabremos cual habría sido la evolución de la polio en los países europeos sin vacunación. Cuantificar el impacto de otras variables, como las mejoras higiénico sanitarias, no es tarea fácil; tampoco es fácil evaluar la incidencia de los factores desencadenantes comentados anteriormente. Además si exceptuamos los brotes epidémicos de los países de latitud norte, la polio nunca ha tenido una incidencia alta si la comparamos con enfermedades como el sarampión, la difteria o la tos ferina. Como en el caso del tétanos, su importancia deriva del fuerte impacto que las secuelas permanentes producían y producen en la población, así como de sus consecuencias sociales y personales. Cuando analizamos los datos de países como Bélgica y Holanda, vemos que si descartamos los brotes de los años 1952 y 1956, la incidencia es más bien baja, lo mismo vale para Francia y España. Por todas estas razones tampoco resulta fácil evaluar la efectividad real de los programas de vacunación. No obstante, si nos atenemos a la realidad epidemiológica de los países no industrializados, la eficacia y efectividad de las campañas de vacunación resultan más dudosas si éstas no se acompañan de mejoras en la higiene, alimentación y de cambios profundos en las condiciones de vida, pues según datos de la misma OMS, a nuestro parecer poco fiables, la polio ocasionó, en esos países, unas 140.000 muertes en 1992, con lo que el objetivo de erradicarla en el año 2000 que la Asamblea Mundial de la Salud se planteó en 1988 se ha ido posponiendo. Por tanto en relación a la efectividad ¿cómo evaluarla al margen de 290 OMS, “Flambée de poliomyélite en Albanie”, Relevé épidémiologique heddomadaire, 39, 293-295, 1996. 126


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las condiciones de vida? ¿acaso la dinámica epidemiológica depende exclusivamente de los planes de vacunación? ¿cómo explicar el rápido control de la polio en los países occidentales en los años sesenta en contraposición a los países del llamado “Tercer Mundo”, donde se siguen produciendo brotes después de más de treinta años de intensas campañas de vacunación?

Efectos adversos Resulta especialmente llamativo que en el libro Vacunaciones Preventivas, del hasta hace poco Director General de Salud Pública de la Generalitat de Catalunya, no existan datos ni apartado alguno donde se haga referencia a los efectos adversos; al menos en el capítulo correspondiente a la vacuna antipoliomielítica no aparecen. La sorpresa se acentúa si tenemos en cuenta que la historia de la vacuna contra la polio está jalonada de numerosos efectos adversos, entre los que destacan los neurológicos, lo cual es lógico si tenemos en cuenta el tropismo de los poliovirus por el sistema nervioso. Mención especial merecen la contaminación por virus SV40 y las poliomielitis paralíticas asociadas a vacunación (PPAV). En 1960, en su conferencia sobre la polio, el Dr. Juan Bosch aportaba datos de los efectos adversos observados tras las vacunaciones efectuadas en España en 1957 con vacunas inactivadas procedentes de Estados Unidos. Sobre un total de 138.528 primeras y segundas dosis se constataron: irritación y dolor local en el 15% de los casos, fiebre en 29 casos, 24 de urticaria, 3 de asma, poliartritis en 2, parálisis flácida en 8 y meningoencefalitis en 7.291 Entre los efectos adversos observados en una población de 7.500 niños vacunados en la Escuela de Puericultura de Madrid, destacamos: 63 casos de fiebre, 2 de urticaria, 2 edemas angioneuróticos de Quincke, 4 de vómitos acetonémicos, 1 paresia y 1 polirradiculitis292 que, de ser ciertos, nos hablan de una incidencia muy alta, dado el tamaño de la muestra. La vacuna oral está formada por los poliovirus vivos atenuados, antibióticos, cloruro de magnesio, sacarosa y fenoxyetanol. El Dr. Jean Pilette, estudioso de la vacuna antipoliomielítica y sus complicaciones, presenta en su libro una minuciosa relación de los 291 BOSCH, J. Op. Cit.

292 LAGUNA, C. “La vacunación contra la poliomielitis en España”, Acta Pediátrica Española, XVII, 196:227-231, 1959. 127


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efectos adversos; para no abrumar al lector reseñamos algunos:293 en 1963 W. Dorndorf y colaboradores consignaron 31 personas con trastornos después de la vacuna oral, entre ellos: 1 encefalomielitis con resultado mortal, 1 encefalitis focal con hemiparesia, 1 polirradículomielitis; 2 poliradiculitis tipo Landry; 6 polineuritis y poliradiculitis; 14 casos de crisis epilépticas, 10 de ellas habían presentado las primeras crisis antes de la vacunación. En 1964 G. Joppich observó 22 parálisis faciales y 10 polineuritis. En 1964 S. Bojinov constató en Bulgaria 6 neuritis, 3 polineuritis entre otras complicaciones. En 1965 F. Gerstenbrand, P. Prosenz y H. Reisner de Austria describen 4 polineuritis, 3 encéfalomielitis diseminadas, 1 radículomielitis, 1 encefalitis focal, 1 edema agudo cerebral y otros trastornos. En fechas más cercanas, se han publicado trabajos en los que se reflejaba el incremento de la incidencia del síndrome de Guillain-Barré en Finlandia, tras una campaña de vacunación con la vacuna oral desarrollada en 1985. En efecto, según M. Uhari,294 se produjeron 10 casos de polineuritis aguda tipo Guillain-Barré. Lo mismo fue corroborado por E. Kinnunen y colaboradores.295 En 1994 Shen y Xia publicaron un trabajo en The Lancet, aproximándose a las causas del incremento en China de una afección, muy similar al síndrome de Guillain-Barré, que se denominó Síndrome Paralítico Chino. Según estos autores, antes de la introducción de las vacunas antipoliomielíticas en 1971, la incidencia del Guillain-Barré era muy baja. A partir de entonces, y paralelamente al descenso de los casos de polio, se observa el incremento de este trastorno con picos epidémicos en los años 1975, 1979 y 1989 que coinciden además con brotes poliomielíticos, lo cual hizo pensar que el virus de la polio era también el agente causal de estas parálisis. Estudios microbiológicos posteriores permitieron confirmar la presencia de poliovirus con variantes antigénicas en algunos afectados, convirtiendo a las vacunas orales de virus vivos en las principales sospechosas, a juicio de Xen y Xia.296 En España, dentro del Sistema de Vigilancia de la Parálisis Fláccida Aguda (PFA) para niños menores de quince años, que es 293 PILETTE, J. Op. Cit.

294 UHARI, M. et. al “Cluster of chilhood Guillain-Barré cases after an oral polio-vaccine campaign”, The Lancet, t. 2, 440-441, 1989.

295 KANNUNEN, E. et. al. “Incidence of Guillain-Barré syndrome during a nationwide oral poliovirus vaccine campaign” Neurology, t. 39, 1034-1036, 1989. 296 SHEN, Y XIS, G. “What causes Chinese paralytic syndrome?”, The Lancet, t. 334, 1026, 1994. 128


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una de las estrategias propuestas por la OMS para la erradicación de la polio, se notificaron 51 casos de PFA en el año 2001. Según datos procedentes del Ministerio de Sanidad y Consumo, uno fue una polio posvacunal en una niña de seis meses tras la segunda dosis, otro fue un síndrome de Werning Hoffman o atrofia espinal infantil tipo 1 que debutó a los cinco días de recibir la primera dosis de la vacuna oral y otro fue una parálisis de evolución lenta en un niño de 18 meses que debutó a los cuatro días de recibir la cuarta dosis de la vacuna. En los dos primeros casos se aislaron en las heces poliovirus vacunales Sabin tipo 2, en el tercero se aislaron Echovirus. De los 51 casos, 42 fueron diagnosticados como parálisis tipo Guillain-Barré. Todos estaban perfectamente vacunados.297 El desequilibrio del ecosistema intestinal y las subsiguientes alteraciones de las poblaciones virales, apuntado por diferentes autores, podrían ser la razón última de estas afecciones. Otros efectos adversos relacionados con las vacunas antipoliomielíticas son dermatitis generalizadas, dolores articulares, reacciones anafilácticas y convulsiones.298 También se han descrito esclerosis múltiple, dermatomiositis, desequilibrio de los enterovirus, síndrome de Reyé, de Gianotti-Crosti, de Hopkins.299

La contaminación con el virus SV 40 La contaminación de las vacunas antipoliomielíticas por el virus SV40 es uno de los episodios más oscuros de la historia vacunal. En el capítulo IV hemos explicado que los virus vacunales se obtienen tras cultivarlos en tejidos vivos, y que toda célula eucariota puesta en cultivo excreta virus producidos por ella misma. La contaminación se produjo al cultivar los poliovirus en células renales del mono Rhesus, descubriéndose en 1958 unos 26 virus de procedencia simiesca en los preparados vacunales.300 En 1960 Sweet y Hilleman constatan la presencia de un virus en las células del mono que al pasar a otras 297 CENTRO NACIONAL DE EPIDEMIOLOGIA, “Certificación de erradicación de las poliomielitis. Sistema de Vigilancia de Parálisis Flácida Aguda. Año 2001, Boletín Epidemiológico Semanal, vol. 10, n° 16, 161-164. 298 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 135. 299 PILETTE, J. Op. Cit.

300 HULL, R. et. al. “New viral agents recovered from tissue cultures of monkey kidney cells”, American Journal of Hygiene, t. 68, 31-44, 1958. 129


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especies provocaba la muerte celular.301 El virus denominado SV40 (Simian Virus 40) era resistente al formaldehído, al frío y al calor. Al parecer, la detección de los virus precisaba manipulaciones especiales y períodos de cultivo largos, pero Georget señala, basándose en un trabajo de Reinhardt y Roberts publicado en 1997, que los procesos para depurar los poliovirus de los virus simiescos habrían aumentado mucho los costes de la vacuna, todo lo cual hizo que finalmente fueran desestimados.302 En 1962 se pudo constatar a nivel experimental que el SV40 producía tumores cerebrales cuando se inyectaba en crías de hamsters.303-304 Millones de personas fueron vacunadas en todo el mundo con las vacunas VIP y VAP fabricadas con las cepas contaminadas entre los años 1955 y 1963. Numerosas publicaciones desde entonces reseñan tumores del sistema nervioso vinculados al SV40 en personas vacunadas. Ya en 1962, Koprowski y colaboradores constataron en el laboratorio que células de tejidos humanos infectadas por el SV40 presentaban aberraciones cromosómicas305 y, aunque Fraumeni y colaboradores en un estudio publicado en 1963 aseveraban que no había razones para vincular a la vacuna Salk contaminada con el incremento de la mortalidad por cáncer, concluían que era prematuro descartar dicha posibilidad.306 Sin embargo, Heinonen y colaboradores publicaron en 1973 un trabajo sobre la incidencia de los tumores cerebrales en hijos de mujeres embarazadas en el período 1959-1965. Sobre una muestra total de 58.807 mujeres, que finalmente se redujo a 50.897, se formaron 2 grupos: uno de 18.342 niños, cuyas madres habían recibido la vacuna Salk y otro de 32.555, cuyas madres no habían sido vacunadas. En el primer grupo se observó una tasa de tumores del sistema nervioso del 38 x100.000, mientras que en el segundo la tasa fue del 3x100.000; es decir, en el grupo de niños cuyas madres habían recibido la vacuna durante el embarazo, la incidencia fue 13 301 SWEET, B.H. HILLEMAN, M.R. “The vacuolating virus SV 40”, Proceeding of the Society of Experimental Biology and Medicine, t. 105, 420-427, 1960. 302 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 92.

303 EDDY, B.H. et. al. “Identification of oncogenic substance in Rhesus monkey kidney cell cultures as simian virus 40” Virology¸ 17, 65-67, 1962.

304 KIRSCHSTEIN, R.L. et. al. “Ependymomas produced after intracerebral inoculation of SV40 into newborn hamsters”, Nature, t. 195, 209-300. 305 PILETTE, J. Op. Cit.

306 FRAUMENI, J.R. et. al. “An evaluation of the carcionogenicity of simian virus 40 in man”, JAMA¸t. 185, 9, 713-718, 1963. 130


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veces superior.307 En 1979 Farwell y colaboradores confirmaron que el SV40 atravesaba la barrera placentaria, al estudiar los casos de 120 niños nacidos entre 1956 y 1962 que desarrollaron tumores cerebrales.308 En 1992 Bergsabel y colaboradores publicaron un estudio en el que demostraban la presencia de DNA específico procedente del SV40 en tumores cerebrales aparecidos en 31 niños.309 Comentar otros estudios relacionados con estos trastornos, como los de Geissler,310 Weiner,311 Krieg,312 Carbone,313 etc. harían excesivamente largo este capítulo; no obstante, y a pesar de las evidencias, se sigue afirmando cuarenta años después que estas sospechas no están fundamentadas.314 Que sepamos no han habido, desde sectores vacunalistas, estudios rigurosos de casos y controles que permitan conocer el alcance y la magnitud del fenómeno a lo largo del tiempo; y los existentes, como el de Mortimer y colaboradores que data de 1981, minimizan o niegan el vínculo, aunque admiten que el SV40 es oncogénico en los ratones.315 Algunas hipótesis sobre el origen del SIDA lo sitúan en experimentos sobre recombinaciones genéticas realizadas en los laboratorios militares estadounidenses. Louis Brouwer, recientemente fallecido, también ha relacionado al SIDA con experimentos de los que apenas hay información y con campañas de inmunización 307 HEINOMEN, O.P. et. al. “Immunization during pregnancy against poliomyelitis and influenza in relation to childhood malignancy”, International Journal of Epidemiology, t. 104, 261-264, 1979.

308 FARWELL, J.R. et. al. “Effect of SV40 virus-contaminated polio vaccine on the incidence and type of CNS neoplasms in children: a population-based study”, Transations of the American Naurological Association, t. 104, 261-264, 1979. 309 BERGSABEL, D. et. al. “DNA sequences similar to tose of Simian Virus 40 epindedyomas and choroid plexus tumors of childhood” New England Journal of Medicine T. 306, 5, 988-993, 1992. 310 GEISLER, E. “SV40 and human brain tumors”, Progress in Medical Virology, t. 37, 1990.

311 WEINER, L.P. et. al. “Insolation of virus related to SV40 from patiemts with progressive multifocal leucoencephalopathy”, New England Journal of Medicine t. 268, 8, 1972. 312 KRIEG, L.P. et. al. “Episomal simian virus 40 genmes in human brain tumors”, Proceeding of the National Academy of Sciences EEUU, t. 78, 10, 1981. 313 CARBONE, M. et. al. “SV40-like sequences in human bone tumors”, Oncogene, t. 13, 1996. 314 Diario Médico, Año XI n| 2380, 24, 2002.

315 MORTIMER, A.E. et. al. “Long term follow-up of persons inadvertenly inoculated with SV40 as neonates” Nes England Journal of Medicine t. 305, 25, 1517-1518, 1981. 131


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contra la viruela y otras enfermedades llevadas a cabo en el África subsahariana. En lo que respecta a las vacunas antipoliomielíticas, cuyos virus se obtienen tras cultivarlos en riñones de monos procedentes primero de Asia y luego de África, J. Pilette por su lado y M. Georget por otro, presentan abundantes referencias bibliográficas aparecidas en la prensa científica, donde se constatan las similitudes genéticas entre el HIV-1 y los SIV (Virus de la Inmunodeficiencia Simiesca) y donde se establecen diferentes hipótesis acerca de cómo éstos han podido tornarse virulentos en los humanos. Como la complejidad del tema y su carácter hipotético desborda los objetivos de este trabajo, derivamos al lector/a interesado/a, a los libros de estos dos autores, los cuales ya han sido ampliamente referenciados. A propósito de los monos y la experimentación animal, no quisiéramos dejar de señalar la crueldad y soberbia del animal humano hacia uno de nuestros más próximos antecesores, según establece la teoría darwinista de la evolución. La masacre que han padecido estos entrañables animales ha sido tan brutal que el mismo gobierno de India tuvo que prohibir su exportación. Millones de ejemplares de monos Rhesus fueron aniquilados para extraerles los riñones en los que se desarrollan los cultivos víricos. Cuando las autoridades indias establecieron la prohibición, los fabricantes de vacunas y los investigadores se dirigieron a África para sustituir a los monos rhesus por monos verdes.

Las poliomielitis paralíticas asociadas a la vacunación (PPAV) Las poliomielitis paralíticas asociadas a la vacunación (PPAV) son el principal inconveniente de las VAP, según se reconoce en los textos académicos, y suponen el 100% de las formas paralíticas autóctonas de los países desarrollados.316 En los EEUU, en el período 1980-1989, el 91% de los casos de polio fueron PPAV y desde esa fecha lo son el 100%, afirmándose que actualmente las PPAV tienen una incidencia de 1 caso cada 700.000 dosis.317 Es posible que estas cifras se ajusten a la realidad en los países desarrollados, pero su fiabilidad resulta más que dudosa cuando volvemos nuestra mirada a otras áreas geográficas. Ya hemos comentado el incremento de la morbimortalidad polio316 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 137. 317 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 137. 132


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mielítica en las áreas tropicales y subtropicales a consecuencia de los programas de vacunación. Las Jornadas Nacionales de Vacunación de 1996 en Albania son un ejemplo elocuente; ahora bien, el caso ya citado de la niña que a los 6 meses desarrolló una PPAV y otras complicaciones, requiere un comentario pormenorizado, porque en ella concurren todos los despropósitos que venimos describiendo a lo largo del libro. Veamos: la niña nació en Bilbao el 28 de agosto de 2000. El País Vasco es de las pocas comunidades autónomas de España que, aún hoy, vacuna contra la Tuberculosis con el BCG318 (Bacilo de Calmette-Guerin) a pesar de ser una vacuna que se retiró hace años de la mayoría de los países desarrollados por su ineficacia y por sus graves efectos adversos. Tal y como se recoge en el Boletín Epidemiológico Semanal del Centro Nacional de Epidemiología , la niña recibió, nada más nacer, una dosis del BCG y el 27 de octubre las dosis recomendadas en calendario de vacunaciones infantiles de su comunidad. La segunda tanda se le admisnistró el 27 de diciembre de 2000. Pues bien: “En enero de 2001 ingresa por una infección diseminada por BCG, neumonía y se le diagnostica una inmunodeficiencia combinada severa. El 4 de marzo inicia un cuadro de parálisis fláccida aguda, rápida y asimétrica (extremidad superior derecha), aislándose en sus heces poliovirus Sabin tipo 2. A los 60 días se detecta una parálisis residual, falleciendo el 13 de agosto en el hospital Niño Jesús de Madrid, donde se le había trasladado con el objetivo de realizar un trasplante de médula ósea”.319 El dramatismo del caso no precisa otros comentarios, pero el cúmulo de despropósitos lo hacen paradigmático de esta praxis masiva, a saber: 1) Vacunación a edades tempranas (nada más nacer) cuando el sistema inmune es totalmente inmaduro. 2) Vacunación indiscriminada (a ciegas). Se introducen tóxicos sin conocer las características inmunitarias de los personas. En este caso se vacuna a una criatura a la que “a posteriori”, y cuando el proceso es irreversible, se le diagnostica una inmunodeficiencia combinada severa que no sabemos si es anterior o posterior a las vacunaciones, pues la niña está bien desde el 318 NdE: El calendario de vacunación de Argentina recomienda administrar una dosis de BCG a los recién nacidos. Con los años se han reducido sus aplicaciones, pues antes se administraba un refuerzo a los 6 y a los 12 años.

319 CENTRO NACIONAL DE EPIDEMIOLOGÍA, “Certificación de erradicación de la poliomielitis. Sistema de Vigilancia de Parálisis Flácida Aguda Año 2001”, Boletín Epidemiológico Semanal, vol. 10, n° 16, 163, 2002. 133


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nacimiento hasta su ingreso 6 meses después. 3) Vacunaciones con preparados de eficacia más que dudosa, cuya historia está jalonada de efectos adversos numerosos y graves (BCG). 4) Inoculación repetida y sistemática de preparados vacunales de forma combinada de manera tal, que resulta complicado determinar qué o cuáles componentes son los responsables de los trastornos. 5) Vacunación contra enfermedades cuya incidencia epidemiológica es irrelevante. A pesar de todo ello, en extensas zonas del globo terráqueo, los planes de vacunación se siguen implementando de la misma forma y, en el caso de la polio, con vacunas orales de virus vivos atenuados, sin que nadie asuma las responsabilidades por las víctimas, daños y secuelas producidos. Se acaba argumentando siempre que los beneficios son mayores que los riesgos pero ¿quién asume las muertes de las Islas Madeira, de Albania, de India o España? Debabar Banerji, doctor en Medicina, licenciado en Antropología y miembro de diferentes Comités de Expertos de la OMS para la investigación sobre sistemas sanitarios, se hacía las mismas preguntas no hace muchos años en relación a las consecuencias del Programa de Vacunación Universal (PVU) de India: “¿Quién ha de considerarse responsable de la muerte de estos niños inocentes? ¿quién tiene derecho a matarlos bajo el pretexto de que se “salva” la vida de otros niños? Se trata aquí de una gran violación de los derechos humanos”.320 Desde hace algún tiempo, en algunos países desarrollados, las vacunas orales de virus atenuados (VAP) están siendo sustituidas lentamente por vacunas inactivadas de potencia aumentada (VIPa) con el doble objetivo de prevenir las PPAV y de evitar la diseminación de los poliovirus vacunales mutantes a través de las heces y aguas residuales. Pero esto no atañe a los países en vías de desarrollo. Como hemos comentado, una de las consecuencias de las vacunas orales ha sido el incremento de los casos de polio en países o zonas geográficas donde la enfermedad era prácticamente inexistente hasta la generalización de los planes de vacunación. Hemos de tener en cuenta que la inestabilidad de los virus vacunales atenuados es muy alta; el serotipo 3, que es el más relacionado con las PPAV, presenta una gran labilidad genética. De hecho, solo 10 mutaciones diferencian a la cepa atenuada de la cepa salvaje y se sabe que bastan una 320 BANERJI, D. Op.Cit. 134


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ó dos mutaciones para que el virus recupere la neurovirulencia;321 ¿será éste uno de los factores facilitadores que hicieron posible que en determinados países pasaran de la fase endémica a la epidémica en los años sesenta? es decir ¿será la vacunación de estas áreas carentes de infraestructuras higiénico-sanitarias lo que ha hecho posible la diseminación de poliovirus vacunales mutantes a través de las heces y aguas residuales?; probablemente nunca lo sabremos.

321 DOMÍNGUEZ, A, PUMAROLA Op. Cit. Pág. 137. 135



VIII. La triple vírica La triple vírica (TV) es una vacuna que apareció en el mercado en los años ochenta, alcanzando coberturas significativas, superiores al 80%, a partir de 1988. La TV pretende inmunizar contra tres enfermedades cuyos presuntos agentes etiológicos son virus, de ahí el nombre de triple vírica. Al vacunar contra sarampión, rubéola y paperas también se le conoce como SARUPA, iniciales de los nombres respectivos.322 Se administra una primera dosis a los 12 meses y otra entre los 3 y 4 años, con algunas variaciones según en qué Comunidad Autónoma se resida.323

El sarampión Es una enfermedad infectocontagiosa producida en última instancia por un virus ARN del género Morbilivirus. Clínicamente se manifiesta como un proceso agudo, caracterizado en una primera fase por tos, fiebre y conjuntivitis y una segunda fase en la que aparece la conocida erupción que se presenta en forma de exantema maculo-papular. En la antigüedad esta enfermedad se confundía con otros procesos eruptivos, especialmente viruela y escarlatina. Fue Sydenham, padre de la nosología moderna, el primero en diferenciarlas allá por 1624. En la actualidad, el sarampión es un proceso benigno, potencialmente grave en personas inmunodeprimidas o malnutridas, por lo que puede presentar complicaciones, sobre todo, y como es obvio, en los países no industrializados. Las más graves son la laringitis estenosante, la bronconeumonía y la encefalitis. La otitis media es la más frecuente. 322 NdE: MMR en inglés, es el nombre que se usa en Argentina.

323 NdE: En Argentina se administra a los 12 meses y el refuerzo a los 5-6 años. 137


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La mortalidad, como las complicaciones, depende del nivel socioeconómico, del estado nutricional de la población infantil y de los recursos sanitarios de la zona en cuestión. Por esta razón, la bronconeumonía asociada a sobreinfección bacteriana era y es la causa más frecuente de mortalidad en los países subdesarrollados. En los países desarrollados es de 1-2 casos cada 100.000 enfermos, lo que quiere decir que es inexistente.324 En los países del llamado “Tercer Mundo” la mortalidad es del 3-5 %,325 a veces superior, semejante a la de las poblaciones europeas del siglo XIX, cuando la malnutrición y la pobreza estaban muy extendidas en Europa.

Epidemiología El sarampión es o era una enfermedad de distribución universal. Las tasas de morbimortalidad han seguido una curva claramente descendente desde finales del siglo XIX. En este sentido vuelve a resultar sorprendente la división cronológica entre período pre vacunal y posvacunal, que se realiza sistemáticamente desde sectores vacunalistas, dando a entender que es desde la introducción de la vacuna cuando se han producido cambios epidemiológicos significativos. Nada más lejos de la realidad. Los datos sobre el número de muertes del Anuario Estadístico así lo confirman. En España se produjeron 18.463 muertes a causa del sarampión en 1901. En 1931, año de proclamación de la II República, las archivos hablan de 3.826 defunciones. En 1950 la cifra de muertes fue de 862. En 1970 los óbitos no llegaron al centenar y en 1981 los decesos fueron 19. Las vacunaciones masivas empezaron en 1982, aunque algunos autores la sitúan en 1981. En este período, y en ausencia de vacunación, la mortalidad se redujo en un 99,9%. Los datos adquieren mayor relevancia si tenemos en cuenta que en el período 1901-1981 la población española se dobló; mientras el censo de 1901 da unas cifras de 18.616.630 habitantes de hecho, el de 1981 nos habla de 37.746.260. Ello quiere decir también que a lo largo del siglo XX el proceso se fue haciendo benigno, reproduciendo el perfil dinámico, o si se prefiere la historia natural, de otras enfermedades infectocontagiosas. Por su 324 CONSELLERIA DE SANIDAD E SERVICIOS SOCIAIS, “Guías de Saúde Pública”, Serie I I: Sección VACINAS: informe 9,1. 1998. 325 CONSELLERIA DE SANIDAD E SERVICIOS SOCIAIS, “Guías de Saúde Pública”, Serie I I: Sección VACINAS: informe 9,2. 1999. 138


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parte, la morbilidad claramente descendente desde 1972 (incluso desde los años sesenta a pesar de los picos de sierra) alcanzó su máxima incidencia, tanto en cifras absolutas como relativas, en los años que siguieron a las vacunaciones masivas con la Triple Vírica —TV. En efecto en 1983 se notificaron 304.350 casos, y en 1986 el anuario fija la cifra en 220.096; estos son ítems nunca alcanzados durante el siglo XX. Significativamente el brote de 1986, que sucedió cuando la vacuna TV alcanzaba coberturas próximas al 80%, sirvió de argumento para introducir la segunda dosis de la TV en los niños y niñas de once años en sustitución de la vacunación antirrubéolica de las niñas de esa edad. Idéntico fenómeno aconteció con la rubéola y las paperas, como tendremos ocasión de comentar.

Otros países europeos tuvieron una experiencia similar. Las tasas de mortalidad en Inglaterra y Gales pasaron de 1.100 por millón en niños de hasta quince años a mitad del siglo XIX a prácticamente cero en 1960.326 En Francia la mortalidad en cifras absolutas atribuible al sarampión pasó de 3.756 casos en 1906 a 20 en 1983, año en que se introdujo la triple vírica, lo que supuso un descenso del 99,5%.327 En Finlandia, la morbilidad que en 1960 fue de unos 60.000 casos, era de unos 1.000 cuando se iniciaron las vacunaciones masivas con la TV en los años ochenta. 328 326 MCKEWON, T. The Role of the Medicine-Dream, Mirage or Nemesis?, Basil Blackwell, Oxford, UK, 1979. 327 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 247.

328 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A. “Vacuna antisarampión”, en SALLERAS, LL. Vacunas preventivas, ed. Masson, Barcelona, Pág. 157, 1998. 139


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Con estos datos no resulta fácil entender las razones médicosanitarias que llevaron a la implementación de amplias campañas de vacunación en todo el mundo, máxime cuando, en círculos médicos de un país de rancias costumbres vacunalistas como Francia, al sarampión se le consideraba en 1976 una enfermedad benigna. Sin embargo nos volvemos a encontrar con afirmaciones muy poco precisas, contradictorias y con la magnificación de los riesgos, los daños y los gastos como argumento justificador de campañas a gran escala. Así, en el capítulo sobre la vacuna antisarampión del archicitado libro Vacunaciones Preventivas, podemos leer que “La introducción de la vacuna del sarampión a mediados de los años sesenta cambió rápidamente el panorama en los países desarrollados. La incidencia anual de los casos descendió rápidamente, y lo mismo ocurrió con la mortalidad”. 329 Como en el caso de la tos ferina, no sabemos a qué países desarrollados se están refiriendo, pues, por ejemplo, en Francia el Dr. Bastin declaraba en 1977: “Será difícil vacunar sistemáticamente en nuestro país, donde la enfermedad es benigna, pues, sobre 100 hospitalizaciones por sarampión, la mortalidad es del 0,17”.330 Por tanto en Francia no se vacunaba ni a mediados de los sesenta ni de los setenta. En España, los mismos autores se contradicen al reconocer que en esas fechas la vacuna tuvo muy poca aceptación entre la población y los pediatras: “Se trataba de una vacuna viva (…) la cual al ser poco atenuada producía importantes efectos secundarios que recordaban al sarampión natural. La aparición de algunos casos de encefalitis en niños vacunados, que fueron atribuidos a la vacuna, acabó de hundirla y obligó a la casa Parke Davis, que era el fabricante, a retirarla del mercado. La introducción, a mediados de los setenta, de una vacuna sobreatenuada (…) se encontró con una actitud claramente negativa por los médicos asistenciales, por lo que tuvo muy poca difusión”.331 En España, por tanto, tampoco se vacunaba en los años sesenta y setenta, ni en Finlandia, ni en Suecia. Pero, además, los datos aportados para EEUU son muy poco coherentes, pues se mantiene que entre 1963 y 1968 la morbilidad descendió en un 95% gracias a la vacunación. Ahora bien, que la 329 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 151. 330 GEORGET, M. Vaccinations les vérités indesirables, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia, 2000, pág. 246. 331 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 161. 140


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vacuna se autorizara y comercializara en 1963 no quiere decir que su uso fuera masivo. Los mismos autores dicen que entre 1963 y 1967 se utilizó en EEUU una vacuna inactivada porque tenía menos efectos secundarios que la atenuada (recordemos que la vacuna atenuada fue retirada en España posteriormente) pero que se dejó de recomendar porque la respuesta inmunitaria tenía muy poca duración y porque los vacunados podían padecer la enfermedad incluso de forma más grave.332 Reiteradamente venimos subrayando que la magnificación de las cifras de morbimortalidad y de las secuelas es la estrategia más utilizada a la hora de implementar programas de vacunación. En 1983, cuando las autoridades francesas decidieron vacunar masivamente contra el sarampión y la rubéola, el director general de Salud Pública manifestaba que no se escatimarían medios para sensibilizar a los médicos y a la población sobre las graves consecuencias de estas enfermedades.333 Se estaba refiriendo, entre otras, a las encefalitis y a la panencefalitis esclerosante subaguda (PES) postsarampionosa, cuya incidencia era bajísima, y que son precisamente uno de los posibles efectos adversos de la vacunación. ¿Cuál fue la razón del cambio de parecer, si en Francia el descenso de la mortalidad en el período 1903-1983 había sido del 99,5% y en 1977 la enfermedad había sido catalogada como benigna y la vacunación sistemática desestimada, entre otras razones porque podía desplazar la edad de afectación hacia los recién nacidos y los adultos, donde el proceso es potencialmente más grave? En España, la falta de rigor en el manejo de las cifras y la distorsión de la realidad epidemiológica las constatamos cuando leemos: “…en los años anteriores a la introducción de la vacuna todavía morían en España unos 400 niños cada año como consecuencia de las complicaciones del sarampión, las cuales se presentaban con relativa frecuencia”.334 Es obvio que en los años setenta ni los médicos ni la población española tenían conciencia de la supuesta gravedad de esta afección, entre otras razones porque las cifras no se ajustan a la realidad. Según los anuarios estadísticos, en 1981 murieron 19 personas a causa del sarampión, en 1976 los decesos fueron 41, 66 en 1971 y 188 en 1966; incluso en la 332 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 151-153. 333 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 246-247.

334 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 151. 141


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década de los cincuenta la cifra de muertes, si exceptuamos los picos de los años 1951-52, apenas superaban las 300 y eso que estamos hablando de un período de penuria económica, cuando la disponibilidad de antibióticos para combatir las bronconeumonías (principal causa de la mortalidad) era muy limitada. Las contradicciones se hacen más evidentes cuando un poco más adelante leemos: “En España la vacuna antisarampión no produjo un impacto importante sobre la incidencia del sarampión hasta el año 1988, cuando se alcanzaron coberturas vacunales del orden del 80%”.335 Si observamos la gráfica, constatamos no solo la ausencia de mortalidad, sino el descenso de la morbilidad sarampionosa desde los años setenta, con picos epidémicos que coinciden con la introducción de las vacunaciones masivas con la Triple Vírica. El baile de cifras alcanza una desproporción extrema si los datos proceden de la OMS y organismos dependientes. En 1994, según el boletín epidemiológico de este organismo, morían más de un millón de niños al año en todo el mundo a causa del sarampión.336 Pero es que según el Director del Programa Especial para Vacunas e Inmunización de la Oficina Panamericana de Salud (OPS) Ciro A. de Quadros, quince años antes, es decir a finales de los setenta, morían tres millones o más de niños, lo que convertía al virus sarampionoso en “el agente más letal del mundo”.337 A principios de los ochenta las muertes eran de 2,5 millones y en 1989, según el Programa Ampliado de Inmunización (EPI),338 las muertes alcanzaron los 1,5 millones. Lamentamos no estar de acuerdo con el Sr. de Quadros y con algunos informes suscritos por miembros que trabajan para la OMS; desgraciadamente, como acertadamente señala M. Georget, este organismo parece haberse convertido en el rostro humanitario de las grandes corporaciones químico-farmacéuticas. Esas cifras no son creíbles. Un pequeño cálculo nos permite ver el sesgo: a finales de los setenta la mortalidad por sarampión en la mayoría de los países desarrollados, incluyendo la URSS y países centroeuropeos, era prácticamente inexistente. En América Latina 335 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 151.

336 WORLD HEALTH ORGANIZATION, “Expanded programme on immunization-accelerated measles strategies” Weekly Epid. Rec. 69 (31):229234, 1994. 337 DE QUADROS, C.A. et. al. “Measles Elimination in the Americas. Evolving Strategies”, JAMA, vol. 275, n° 275, n° 3, 224 1994. 338 NdE: En Argentina se la conoce como PAI. 142


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en esas fechas, y según datos del propio de Quadros los casos notificados oscilaban alrededor de los 200.000 al año, sin que aporte cifras de mortalidad.339 Teniendo en cuenta que países como Argentina, Chile, Cuba y México ya tenían en aquellos tiempos infraestructuras higiénico-sanitarias aceptables, la letalidad para toda el área latina, en la peor de las hipótesis, podría ser del 1%, lo que da unas cifras de 2.000 muertes, y aún en el caso de unas tasas de letalidad del 3% estaríamos hablando de un monto global de 6.000 decesos; ¿de dónde salen entonces las más de 3 millones de muertes al año?, ¿del África subsahariana y otras zonas asiáticas? Dadas las carencias de los servicios sanitarios y de los sistemas de vigilancia epidemiológica en esas zonas, creemos que estos datos pueden estar inflados con la doble finalidad de justificar los programas masivos de vacunación por un lado y, por otro, de garantizar el éxito estadístico de los mismos al efectuarse a posteriori una aproximación epidemiológica más ajustada a la realidad; además, no deberíamos atribuir al sarampión o a la tos ferina estragos y muertes que son consecuencia directa de la desnutrición y la miseria imperantes en extensas áreas de Asia y África. Como en el caso de otras enfermedades, es imposible saber la evolución que habría seguido la morbilidad sarampionosa de forma natural sin vacunaciones sistemáticas; no obstante, estudiando las gráficas, cabe pensar que las curvas habrían seguido siendo descendentes, sobre todo, si tenemos en cuenta las transformaciones económicas y estructurales operadas en España y en Europa en general, en los últimos treinta años.

La vacunación El virus se consiguió aislar en 1954 en cultivos celulares; sus autores fueron Enders y Peebles. A partir de aquí se avanzó rápidamente en la síntesis de vacunas, dando lugar a las atenuadas y a las inactivadas. La primera vacuna atenuada se obtuvo tras pases repetidos en células de riñón, amnióticas y de embrión de pollo; se denominó Edmonston, apellido del niño del que se aisló el virus. La vacuna se autorizó en EEUU en 1963. Dadas las reacciones adversas que producía, se administraba también inmonoglobulina estándar, lo cual no dejaba de ser un contrasentido, ya que la inmunoglobulina, entre otros efec339 DE QUADROS, C.A. Op.Cit. 143


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tos, frenaba la producción de anticuerpos. A partir de ella se obtuvieron la cepa Szchwarz —85 pases— y la Moraten —40 pases— que producían menos reacciones adversas, aunque durante algún tiempo se siguió administrando conjuntamente la inmunoglobulina.340 Desde entonces existen diferentes vacunas en el mercado, fabricadas a partir de cepas distintas, con propiedades inmunológicas diversas. Una de ellas, preparada en la antigua Yugoslavia en 1969 y utilizada en los países subdesarrollados por ser muy inmunógena en los niños menores de un año, “ha sido recientemente desaconsejada por la OMS por el mayor riesgo de mortalidad en los vacunados (…) ya que los niños vacunados con esta vacuna presentaban después tasas más elevadas de mortalidad por otras enfermedades infecciosas”.341 Desconocemos las muertes atribuidas a esta vacuna y el número de años que se utilizó, pero la inoculación de vacunas en niños desnutridos puede resultar contraproducente y peligrosa, sobre todo si su inmunogenicidad es alta. Precisamente el impacto, en cuanto a número y gravedad, de las enfermedades infecciosas en el Tercer Mundo, es resultado directo de la malnutrición y la falta de higiene. Las carencias alimentarias determinan déficits nutricionales, es decir de proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas y otras sustancias fundamentales para una normal respuesta vital e inmunológica. Vacunar significa exigirle al organismo un esfuerzo en la síntesis de inmunoglobulinas, y las inmunoglobulinas no caen del cielo, son proteínas. Malnutrición es sinónimo de inmunodepresión. La inmunodepresión y los déficits inmunitarios constituyen contraindicaciones formales de las vacunas, esto es más cierto en el caso del sarampión, porque tanto la vacuna como la enfermedad pueden provocar depresiones inmunitarias que favorecen el desarrollo de otras infecciones. Si las vacunas son muy inmunógenas el riesgo es aún mucho mayor, puesto que la inmunogenicidad es, entre otras razones, proporcional a la peligrosidad del tóxico inmunitario que se utiliza para vacunar. Ésta puede ser una de las razones de la baja efectividad de las campañas de vacunación en los países pobres y permite que el sarampión, aunque no nos fiemos de las cifras aportadas por la OMS, siga produciendo estragos casi treinta años después del inicio de los Programas Am340 MARIN. J.M. “Reflexiones sobre la campaña de erradicación del sarampión” en Investigación Homeopática, año VIII, n° 25, 1999.

341 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 152-167. 144


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pliados de Inmunización (EPI) en 1974 con un paquete de 5 vacunas: tos ferina, difteria, tétanos, polio y sarampión, a las que, incomprensiblemente se añadiría en 1988, con los auspicios de la OMS, la vacuna contra la tuberculosis, que había sido retirada de la mayoría de países europeos pocos años antes. Como ya hemos comentado, la vacuna inactivada se utilizó en EEUU en el período 1963-67. La vacuna inactivada con formaldehído y precipitada en aluminio presentaba menos efectos adversos, pero inducía una respuesta inmunitaria de corta duración; además, los niños vacunados podían contraer la enfermedad incluso de forma más grave que los no vacunados: sarampión hemorrágico, neumonitis. Actualmente utilizan una vacuna atenuada derivada de la cepa Moraten.342 También hemos reseñado que en España la vacuna monovalente antisarampionosa se introdujo, como en otros países, a mitad de los años sesenta con poco éxito de aceptación y con importantes efectos secundarios. La deficiente atenuación que dio lugar, entre otros efectos, a cuadros encefalíticos, forzaron su retirada. La vacuna Triple Vírica se empezó a introducir a mediados de 1981, no obstante hasta 1988 no alcanzó el 80% de cobertura. Curiosamente la trayectoria descendente se interrumpió, produciéndose picos epidémicos en los años 1982-1983 y 1985-1986. Este fenómeno también se observa en la gráfica finlandesa y con otras vacunas víricas como la de la polio, las paperas y la rubéola. Las estrategias vacunales antisarampionosas han sufrido numerosas modificaciones desde las primeras campañas de vacunación, y los objetivos iniciales de control de la enfermedad, primero con las vacunas monovalentes y después con la combinada o triple vírica, fueron sustituidos posteriormente por estrategias de erradicación. También han experimentado numerosos cambios la edad a la que se realizan las primovacunaciones, así como el número de dosis, lo cual pone de manifiesto, otra vez, el empirismo y la falta de rigor. Lo cierto es que en un principio se empezó a vacunar en los primeros meses de vida, pero como los anticuerpos maternos bloqueaban la acción vacunal se pasó a vacunar a los 12 meses y años más tarde a los 15 meses. Pero como estudios realizados en los años noventa mostraron que las madres vacunadas no transmitían anticuerpos con la intensidad de las que habían pasado la enfermedad natural, se acordó “liberalizar la edad de aplicación” 342 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 152. 145


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entre los 12 y los 15 meses.343 Al día de hoy, las primovacunaciones se efectúan a los 12 meses. En cuanto al número de dosis, al ser una vacuna de virus vivos atenuados que según la teoría reproduce un cuadro similar a la enfermedad natural, al principio se consideraba suficiente la administración de una sola dosis. Sin embargo en los años ochenta algunos países escandinavos empezaron a administrar una segunda. La aparición de brotes epidémicos en poblaciones perfectamente vacunadas, caso de Estados Unidos, el desplazamiento en la edad de afectación (menores de un año y adultos) en los que la enfermedad era más grave y la posibilidad, no ya de controlar, sino de suprimir el sarampión, hizo que la estrategia orquestada para erradicarlo se extendiera al resto del mundo, avalada por la OMS, a finales de los ochenta. Como tampoco hay un criterio claro, unos países revacunan a los seis años, otros a los 11-12 y otros entre los 4-6 años. En España, la revacunación a los once años (estrategia escandinava) la inició Catalunya en 1988, y tal vez esté relacionada con el brote de 1986 en el que, a pesar de alcanzarse coberturas próximas al 80%, o debido a ello, se notificaron más de 220.096 casos, y pronto fue seguida por el resto de comunidades autónomas españolas. Con el objetivo de acelerar la erradicación de la enfermedad, desde 1998, en la mayoría de comunidades autónomas de España, esta segunda dosis se administra a los cuatro años, siguiendo ahora la estrategia norteamericana. Cuando se decidió este cambio, la incidencia del sarampión en España era inferior al 1 por 100.000, que en cifras absolutas suponía unos 400 casos en una población de 40 millones de habitantes. La irracionalidad de la medida no admite dudas, por innecesaria y porque se vacunó de forma indiscriminada a todos los niños y niñas comprendidos entre los 4-11 años independientemente de si habían padecido o no la enfermedad. El ideólogo de este cambio de estrategia fue el ya citado Dr. Ciro A. de Quadros, Director de Programas Especiales de Vacunación de la Oficina Panamericana de Salud (OPS), que avaló dicho cambio en un seminario organizado en Barcelona (1997) por la Dirección General de Salud Pública de Catalunya que, de nuevo, fue la primera comunidad española en adoptarlo.344 343 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 160.

344 DE QUADROS C.A. “Estrategies per a l’erradicació del xarampió”, Seminari de Salut Publica L’eliminació del xarampió a Catalunya: Situació actual i perspectives. Direcció General de Salut Pública, Institut d’Estudis de la Salut, Barcelona, 1997. 146


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Cuando analizamos las razones de estas estrategias, hemos de confesar que no sabemos bien quién las decide, en qué ámbitos se generan y a qué intereses obedecen, aunque las siglas de la OMS aparecen y reaparecen de forma constante. ¿Cuál fue la razón del inicio de amplias campañas contra el sarampión, si hemos visto que se le consideraba como una afección benigna? ¿cuál fue la razón real de la introducción de la segunda dosis a finales de los ochenta? ¿cuál la razón real de la posterior adopción de la estrategia norteamericana? En medicina preventiva, a la hora de evaluar las estrategias de vacunación se utilizan tres parámetros que por su similitud fonética se prestan a la confusión; nos referimos a la eficacia, a la efectividad y a la eficiencia. La eficacia es un parámetro de laboratorio; en relación al sarampión (la más y mejor estudiada de las vacunas) se reconoce que existen pocos estudios que permitan valorar su eficacia, aunque a renglón seguido se añade que su efectividad se demuestra por el descenso del número de casos desde la implementación de las campañas de vacunación.345 Basta con observar la gráfica para ver que esa afirmación no es muy rigurosa; es más, en nuestro país la introducción de la vacuna fue seguida de los brotes sarampionosos más intensos del siglo XX. Finalmente se apostilla que la vacuna es sumamente eficiente porque permite ahorrar mucho más dinero del que se invierte en la fabricación y ejecución.346 Desconocemos los parámetros y la metodología seguida para el cálculo, así como el currículum de los economistas que realizaron los estudios; ahora bien, resulta dudoso el concepto de ahorro que pueda derivarse de la puesta en marcha de intensas campañas de vacunación, con todo lo que ello implica (investigación, fabricación, distribución, logística, etc.) para combatir una enfermedad benigna. Desconocemos también si el cálculo contempla el volumen de los efectos adversos y los gastos que ocasionan a corto, a medio y a largo plazo. El concepto de ahorro y eficiencia se torna más confuso si tenemos en cuenta que para conseguir la erradicación hay que vacunar con gran intensidad puesto que, según la teoría vacunológica, la bajísima incidencia de la enfermedad así lo requiere. Si en 1988 se notificaron en España 22.701 casos ¿qué gastos acarreó la enfermedad y cuántos la administración de la 2ª dosis de TV?, y si en 1998 se notificaron 447 casos ¿por qué y qué gastos produjo la 345 MARIN, J.M. Op.Cit. 346 MARIN, J.M. Op.Cit. 147


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adopción de la estrategia norteamericana para acelerar la erradicación? En cuanto al llamado “Tercer Mundo”, donde el sarampión sigue teniendo un gran impacto, probablemente sería mucho más eficaz, efectivo y eficiente que los recursos que se destinan a vacunar a niños malnutridos que viven en condiciones insalubres se dedicaran a la mejora de las condiciones de vida. Se argumenta, a menudo, que la baja efectividad de las vacunas en las áreas tropicales es debida a la deficiente conservación (rotura de la cadena de frío) pero, como apunta Georget, no sabemos por qué siguen utilizando un método del que no pueden garantizar las condiciones de su aplicación.347 Ya vimos, al hablar del tétanos neonatal, que si mejoramos las condiciones de vida y la higiene, se previenen, no una sino todas las enfermedades infecciosas y eso sí que es eficaz, efectivo y eficiente.

Efectos adversos Como es habitual, no se han realizado estudios sistemáticos sobre los efectos adversos de las vacunas antisarampionosas. Las reacciones descritas en los textos académicos y las registradas por la DGPS coinciden, en gran parte, con las enumeradas en el prospecto que edita el laboratorio que produce la vacuna TV que aparece en todos los Vademecun.348 Coinciden, también, en señalar que las reacciones adversas son las comunicadas tras la administración de las vacunas monovalentes, lo cual resulta poco convincente. En función de la frecuencia de presentación, el laboratorio las clasifica en comunes, ocasionales y raras. En el texto Vacunaciones Preventivas de Ll.Salleras, se admiten reacciones sistémicas, como fiebre y exantema, del 2-30% de todos los vacunados, en los primeros quince días. Las reacciones locales se consideran menos frecuentes, y como reacciones graves reseñan casos de encefalitis, panencefalitis esclerosante subaguda, neuritis óptica, mielitis transversa, síndrome de Guillain-Barré, sordera, convulsiones y diabetes mellitus.349 Al igual que la enfermedad, la vacuna muestra predilección por el sistema nervioso central. Michel Georget refiere un estudio publicado en 1997 sobre efectos secundarios graves en los EEUU 347 GEORGET, M. Op.Cit. Pág. 149.

348 Vademécum Internacional Pág. 1044, 1998.

349 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 157. 148


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en el período 1979-1996. El autor del estudio los considera muy poco frecuentes pero consigna, entre otros, 43 muertes, 88 trombocitopenias, 27 anafilaxias, 46 encefalomielitis, 18 meningitis y 11 encefalitis.350 En relación a la encefalitis posvacunal, que el laboratorio Pasteur Merieux sitúa en 1/3.000.000 dosis, Lluís Salleras señala que es “extremadamente rara” cifrándola en 1/1.000.000 dosis, en el mes siguiente a la vacunación. Lo curioso es que en el mismo párrafo podemos leer: “En el Reino Unido, tras un estudio de casos y controles, se pudo conocer que el riesgo de encefalitis o encefalopatía atribuible a la vacuna antisarampión era de 1/87.000 vacunaciones”.351 Como vemos, los datos que aportan diferentes organismos de “prestigio” en relación a las encefalitis posvacunales resultan incoherentes y disparatados. Los trastornos en la coagulación sanguínea es otro de los efectos adversos más comunes de la vacuna TV. Las trombocitopenias (descenso del número de plaquetas) posvacunales pueden dar lugar a hemorragias en diferentes órganos y tejidos. En España no existen datos sobre su frecuencia, tampoco en Francia. Sin embargo, en un estudio escandinavo publicado en 1993, se consignaron 23 casos de púrpura (hemorragia subcutánea) trombocitopénica aguda con una frecuencia de 1/30.000 dosis, detectándose anticuerpos antiplaquetarios en un tercio de los casos.352 Otro trabajo realizado en Suecia, publicado en el British Medical Journal en 1987, estimaba que el riesgo de púrpura era 1/37.000 vacunaciones y en otro, de origen danés publicado en 1996, se afirmaba que en el período 1986-1991 el 11% de los casos de trombocitopenias fueron de origen vacunal, calificándose a la vacuna TV como droga de alto riesgo en relación a esta patología.353 Entre los efectos adversos más graves vinculados a la vacuna antisarampionosa y la triple vírica, destacan la enfermedad inflamatoria intestinal y el autismo. Aunque la relación es sistemáticamente cuestionada, la noticia saltó a la palestra en 1995 a partir de la publicación en The Lancet de un trabajo vinculando a la vacuna antisarampionosa con la enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa. El trabajo hacía un seguimiento en el tiempo de las personas vacunadas con las 350 GEORGET, M. Op.Cit. Pág. 250.

351 SALLERAS, LL, DOMINGUEZB, A. SERRA, A. CUETO, A., Op.Cit. Pág. 158.

352 NIEMINEN, U. et. al. “Acute trombocytopenic purpura following measles, mumps and rubella vaccination. A report on 23 patients”, Acta Pediátrica, t. 82, 267-270, 1993. 353 GEORGET, M. Op.Cit. Pág. 150-151. 149


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primeras vacunas monovalentes, y ponía de manifiesto que la incidencia de ambas enfermedades era claramente superior (3 y 2,5 veces respectivamente) en el grupo de población vacunado que en los grupos testigo, constituidos por personas de las mismas características que no habían sido vacunadas.354 Estos casos muestran además que los efectos adversos pueden producirse o manifestarse años después de la vacunación y podrían tener que ver con la activación, de virus lentos. Otro trabajo publicado en 1998, también en The Lancet, vino a reforzar la hipótesis anterior, vinculando esta vez la vacuna TV con trastornos inflamatorios intestinales inespecíficos y comportamientos de tipo autista.355 A partir de esta segunda publicación, numerosos comunicados y publicaciones en las más prestigiosas revistas científicas (Britisht, JAMA, Pediatrics, etc.) afirman que “no existe evidencia de relación”. Incluso en el año 2000 tuvo lugar una Conferencia en Illinois (EEUU) en la que se abordó la posible relación entre vacuna TV y el autismo. En la conferencia participaron médicos, pediatras, científicos, padres y expertos, finalizando con un informe, muy aséptico, que se presta a diferentes interpretaciones dependiendo del punto de vista del observador. El informe incluye una serie de considerandos, y en uno de ellos podemos leer: “Después de la introducción de la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola) en los EEUU en 1971 y de su uso masivo en los años setenta en los niños de 12-15 meses de edad, se han incrementado las notificaciones de enfermedades del tipo autismo (ASD)”.356 Otro efecto adverso a considerar, que podríamos llamar indirecto, tiene que ver con el desplazamiento de la edad de afectación de la enfermedad. Estudios recientes muestran que la incidencia es más importante ahora entre los recién nacidos, ya que las madres no transmiten anticuerpos, y entre las personas situadas entre los veinte y veinticinco años de vida.357 Esto implicaría por un lado el incremento de la gravedad de los casos, pues es bien sabido que la gravedad del sarampión es mayor en los bebés y en las personas adultas, y por otro un incremento de la dificultad diagnóstica al no sospecharse el sa354 THOMPSON, N.P. et. al. “¿Constituye la vacunación frente al sarampión un factor de riesgo de enfermedad intestinal inflamatoria?, The Lancet, t. 351. 637-641, 1998. 355 WAKEFIELD, A.J. et. al. “Ileal-lymphoid-nodular hyperplasia, non-specific colitis and pervavise developmental disorder in children”, The Lancet, t. 351, 637641, 1998. 356 Pediatrics 2001, vol. 107 n° 5, e 84 www.pediatrics.org/content/full/107/5/e84. 357 GEORGET, M. Op.Cit. Pág. 248.

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rampión en edades avanzadas. Otra dificultad añadida podría ser el cambio en la forma de presentación de la enfermedad.

La rubéola La rubéola es una enfermedad de origen vírico que hasta el siglo XIX se confundía con el sarampión y la escarlatina. Es un proceso benigno que suele presentarse como un cuadro leve de características catarrales, con o sin fiebre, que finaliza con la aparición de un exantema parecido al del sarampión, pero más tenue. Afecta fundamentalmente a la población infantil y en muchas ocasiones cursa sin síntomas, por lo que muchas personas presentan inmunidad sin haber pasado la enfermedad de forma evidente. La importancia de la rubéola desde el punto de vista sanitario se relaciona con el síndrome de la rubéola congénita. Este síndrome se caracteriza por la aparición de malformaciones, abortos y muertes fetales. Esta situación puede ocurrir cuando una mujer gestante, sin anticuerpos, es infectada por el virus durante las 10-12 primeras semanas del embarazo. Evidentemente, para que esto suceda deben encadenarse toda una serie de circunstancias que han hecho que el síndrome haya tenido históricamente una escasa incidencia, entre otras razones porque las madres, en el período prevacunal, presentaban anticuerpos neutralizantes en un porcentaje superior al 90 %.

Epidemiología La rubéola es o era una enfermedad de distribución universal que afectaba preferentemente a la población infantil. Desde el punto de vista epidemiológico, la incidencia en cifras resulta difícil de evaluar, porque dada su benignidad no ha sido una enfermedad de declaración obligatoria en la mayoría de los países europeos hasta fechas muy recientes. En España, la obligatoriedad de la notificación data de 1982, coincidiendo con la introducción de la vacuna triple vírica, por tanto es difícil realizar estudios comparativos sobre el número de casos entre período prevacunal y posvacunal. No obstante, conviene destacar que la morbilidad de la rubéola, así como la del saram151


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pión y las paperas, aumentó espectacularmente en los años que siguieron a la introducción de la vacuna triple vírica, observándose un incremento notable de la incidencia de esta enfermedad en las curvas de morbilidad, de manera que si en 1982, se notificaron 74.313 casos, en los años 1983, 1984 y 1985 se contabilizaron 162.262, 150.519 y 144.288 respectivamente. Otro repunte en la evolución epidemiológica se observa en la gráfica coincidiendo con la introducción de la 2ª dosis de la Triple Vírica en 1989-90. Por otra parte, en Estados Unidos en los años setenta, tras las primeras vacunaciones de la población infantil con la vacuna monovalente, se asistió a un claro desplazamiento de la edad de afectación, de modo que en el período 1975-77 la mayoría de afectados fueron adolescentes y jóvenes mayores de quince años, con lo que hubieron de implementarse planes de vacunación en institutos y academias militares.358 Esta forma tan simple de proceder y de intervenir sobre fenómenos de suma complejidad, propia del paradigma mecanicista, trae a la memoria la figura alegórica del bombero-pirómano, en el sentido de que ha de apagar los fuegos que él mismo enciende.

En cuanto a la incidencia del síndrome de rubéola congénita tampoco sabemos mucho, ya que su declaración obligatoria es más tardía aún que la de la rubéola postnatal, lo que indirectamente nos dice que su frecuencia ha sido muy baja. En Catalunya, comunidad en la que su declaración es obligatoria 358 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. “Vacuna antirrubéola” en SALLERAS, LL. Vacunaciones preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998. 152


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desde 1989, se notificó un síndrome de rubéola congénita en 1990 reconociéndose, al mismo tiempo, desde instancias oficiales que, a pesar de que el virus sigue circulando, la baja incidencia del síndrome se debe a que la mayoría de mujeres en edad fértil presentan baja susceptibilidad a la enfermedad (el 97% aproximadamente).359 Lo asombroso es que, casi treinta años después de la introducción de la vacuna antirrubéolica —1971— , se reconoce que esta situación no es debida a la vacunación sino a la inmunidad natural: “(…) no se ha podido encontrar ninguna asociación estadísticamente significativa entre la prevalencia de anticuerpos y los antecedentes vacunales, lo cual sugiere que en la actualidad, en Catalunya, la vacunación antirrubéola no es un factor determinante del estado inmunitario de la población femenina en edad fértil, sino que éste se debe fundamentalmente a la infección natural”.360 La misma situación se repite en estudios realizados en poblaciones no vacunadas de Asia y África. Sin embargo, haciendo caso omiso de sus propias conclusiones, continúan vacunando, porque el 3% de las mujeres españolas en edad fértil es susceptible a la infección y cuando el síndrome de rubéola congénita es y era prácticamente inexistente. Es más, a pesar de las campañas de vacunación, en países como Francia y EEUU se han incrementado el número de rubéolas congénitas durante los años noventa. En Estados Unidos, país pionero en las vacunaciones antirubéolicas, las tasas de incidencia del síndrome en 1990 igualaron a las de 1980.361 En Francia, según el Bulletin épidémiologique hebdomedaire en 1993, los síndromes congénitos alcanzaron cifras similares a las de 1981.362

La vacunación El agente causal de la rubéola es un virus que pertenece al género de los Rubivirus, y su aislamiento en cultivos celulares se produjo en 1962. A partir de ese momento se obtuvieron las primeras vacunas, que eran inactivadas (virus muertos), con una eficacia muy 359 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. CIt. Pág. 179.

360 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. Cit. Pág. 180. Basándose en diversos estudios de Pumaroa, pastor y Bayas. 361 LINDEGREN, M. L. et. al. “Update: rubella and congenital rubella síndrome, 1980-1990”, Epidemiologic Reviews, t. 13, 341-348. 362 Bull. Épid. Habd. n° 31 en GEORGET, M. Op.Cit. 153


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baja. Las primeras vacunas atenuadas (virus vivos) datan de 1966. La vacuna utilizada en la actualidad es la RA 27/3 que fue preparada por S. A.Plotkin y se obtiene cultivando el virus en células diploides humanas.363 En cuanto a la eficacia y memoria, los datos varían según las fuentes. Se habla de una eficacia (porcentaje de personas vacunadas en las que se observan anticuerpos) del 90-95% y de una memoria (duración del efecto) de diez a quince años, aunque Plotkin considera, sin que resulte muy creíble, que el efecto dura toda la vida.364 La fiabilidad de estas afirmaciones resulta dudosa, pues ya hemos visto que la inmunidad de la gran mayoría de mujeres (97%) que llegan a la edad fértil no es de origen vacunal a pesar de haber sido vacunadas a edades tempranas, pero aún se pueden formular un par de objeciones más. En primer lugar, es bien sabido que la inmunidad natural, sólida y de larga duración, se adquiere durante la infancia y la adolescencia. En 1976, A. Boué escribía que el 50% de los niños europeos de diez años tenían anticuerpos, el porcentaje era del 75% a los quince años de edad y a los veinte años las cifras eran del 90%.365 Sin embargo algunos estudios sobre eficacia y memoria que citan fuentes oficialistas (Greaves 1983 y Strassburg 1985) se llevaron a cabo en adolescentes y estudiantes de secundaria366 que probablemente ya habían pasado la enfermedad, o la habían pasado de forma subclínica, y eran inmunes cuando se vacunaron. Esto adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta que, habitualmente, no se hacen estudios previos sobre el estado inmunitario de las personas vacunadas. En segundo lugar, el alto porcentaje de infecciones rubéolicas asintomáticas en vacunados cuestiona las cifras sobre eficacia y memoria aportadas por los especialistas. Según Davis, en 1971 este porcentaje era del 23%, y los estudios de Chang en 1970 lo situaban en el 50%.367 Además de los trabajos de Davis y Chang, el informe Horstmann (prestigiosa especialista en el tema) publicado en el The New England Journal of Medicine en 1970 constataba que el 80% de los vacunados se infectaban en situaciones epidémicas, mientras que solo lo hacían el 5% de las personas que 363 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. Cit. Pág. 181. 364 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. Cit. Pág, 181.

365 BOUÉ, A. La medicine praticinne, n° 621, Citado por Georget. 366 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. Cit. Pág, 182. 367 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. Cit. Pág, 182. 154


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habían pasado la enfermedad natural.368 Algo parecido podemos leer en un trabajo de E. Miller ,del Centro de Vigilancia de Enfermedades Transmisibles de Londres, publicado en 1990. En dicho trabajo se constataba que el 50% de los vacunados expuestos a una epidemia se reinfectaban, mientras que solo lo hacían el 5% de los inmunizados naturalmente. En ese mismo artículo se reconocía que el riesgo de rubéola congénita existía para las embarazadas que se reinfectaban, especialmente en las mujeres cuya inmunidad había sido inducida por la vacunación.369 Parecidas observaciones se realizaron en el Congreso Internacional de Glasgow en 1993, planteándose la necesidad de nuevas vacunas para hacer frente a dos problemas fundamentales: “los casos de rubéola congénita en hijos de mujeres vacunadas y la posibilidad de aparición de artritis crónica y neuropatía como complicación de la vacunación en las mujeres adultas vacunadas”.370 Por tanto, en el caso de la rubéola el aforismo “vacunación no es sinónimo de protección” es una realidad reconocida incluso por los propios sectores vacunalistas. Como acostumbra a suceder, el inicio de las campañas de vacunación se vio acompañado de amplias y sutiles campañas publicitarias en las que la enfermedad, catalogada hasta ese momento como benigna, era presentada como un proceso sumamente peligroso en relación al síndrome de rubéola congénita. Las estrategias vacunales, como en el caso del sarampión y otras enfermedades, han ido variando en función de la oferta vacunal y los objetivos. En un principio, Estados Unidos optó por la vacunación masiva de los niños menores de doce años, para pasar a continuación a la vacunación universal de todos los niños al cumplir el año, en la creencia de que el efecto vacunal duraba toda la vida. La finalidad era frenar la transmisión del virus entre los niños, lo cual reduciría la posibilidad de contagio de las mujeres embarazadas. La consecuencia inmediata de esta vía fue el desplazamiento de los casos de rubéola hacia los adultos jóvenes, por lo que se tuvieron que implementar nuevos programas de vacunación para estos grupos de edad, como ya hemos comentado. En Inglaterra, como no tenían tan clara la duración del efecto, decidieron vacunar solo a las adolescentes entre los 368 HORSTMANN, D.M. et. al. “Rubella reinfection of vaccinated and naturally immene persons exposed in an epidemic” The New England Jornal of Medicine, t. 283 (15), 771-778, 1970. 369 MILLER, E. “Rubella reinfection”, Archives Disease in Chilhood, t. 65 (8), 820-821, 1990. 370 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. Cit. Pág, 185. 155


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doce y catorce años con la finalidad de proteger a las mujeres al entrar en el período fértil. La medida se nos antoja gratuita si tenemos en cuenta que a los veinte años el 90% de las europeas presentan anticuerpos protectores y que las inmunizadas artificialmente se pueden reinfectar con más facilidad. Además, según los expertos, en los dos países “ambas estrategias fueron impotentes para eliminar el síndrome de la rubéola congénita, lo cual era de esperar, ya que no incidían directamente sobre el grupo de población en riesgo, es decir, sobre las mujeres en edad fértil”371 (la cursiva es nuestra). Si era de esperar ¿por qué lo hicieron?, si argumentan, como en el caso de la tos ferina, que el estado de los conocimientos en 1970 era el que era y que “en la actualidad estas incógnitas están prácticamente despejadas”, ¿por qué vacunaron a millones de niños con semejantes bases teóricas y los sometieron a riesgos innecesarios? La vacuna antirrubéola se introdujo en España en 1971, cuando la enfermedad no era de declaración obligatoria, vacunándose solo a las niñas de once años (estrategia inglesa) con el objetivo único de prevenir el síndrome congénito. Esto se hacía sin tener en cuenta si las niñas habían pasado o no la enfermedad y, como siempre, ignorando y/o minimizando los efectos adversos. Esta medida, a la luz de los conocimientos, resultaba absurda, entre otras cosas por que la mayoría —90%— de mujeres en el período prevacunal ya eran inmunes. Cuando apareció la Triple Vírica a principio de los ochenta la estrategia se modificó, se vacunaba a los 15 meses con la TV y se mantenía la antirrubéola a las adolescentes de once años. En 1988, Catalunya, tras el brote de 1986 y con el objetivo de erradicar el sarampión según la estrategia escandinava, sustituyó la antirrubéola de los once años por la triple vírica para ambos sexos sin tener en cuenta, otra vez, si los niños vacunados habían pasado alguna de las enfermedades. Esta iniciativa fue imitada por el resto de comunidades autónomas un poco más tarde. Recientemente, en 1998, también a iniciativa de las autoridades sanitarias de Catalunya, la dosis de la triple vírica de los once años ha pasado a administrarse a los cuatro años con el objetivo de acelerar la erradicación del sarampión, siguiendo la estrategia norteamericana, sin que las circunstancias epidemiológicas hayan sufrido cambios significativos, como ya hemos tenido oportunidad de ver en el capítulo correspondiente al sarampión. 371 SALLERAS LL. et. al. Citan numerosas referencias bibliográficas al hacer esta afirmación en “Vacunas antirrubéola”. 156


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A tenor de lo expuesto, podemos concluir que la estrategia vacunal antirrubeólica resulta irracional y desproporcionada: ¿es acaso creíble que una mujer de veinticinco, treinta o treinta y cinco años que decida ser madre tendrá anticuerpos por una vacunación recibida a los cuatro años, si resulta además, como se reconoce, que entre el 50-80% de las mujeres vacunadas se reinfectan en caso de epidemia? Si el problema es la rubéola congénita sería más prudente, saludable y económico determinar el estado inmunitario de cualquier mujer que desee ser madre en ese momento, tal y como se hace con la toxoplasmosis y otras afecciones. En el período prevacunal, el 90% de las mujeres en edad fértil presentaban anticuerpos, y estudios posteriores han demostrado que este porcentaje es del 97%, por tanto bastaría con vacunar a las mujeres que estuvieran descubiertas y se correrían menos riesgos. Además se producen casos de rubéola congénita en las mujeres con anticuerpos, especialmente si la inmunidad ha sido obtenida mediante vacunación, por tanto la sensación de seguridad es ficticia. Ahora bien, si lo que pretenden conseguir es la erradicación, la medida se nos antoja como mínimo peregrina si tenemos en cuenta las lagunas que presentan las bases teóricas de las estrategias vacunales antirrubéolicas. Los decepcionantes resultados obtenidos después de tres décadas de vacunaciones masivas así lo testimonian, demostrando una estrechez de miras, unas limitaciones conceptuales y un empecinamiento realmente asombrosos. Uno no puede dejar de preguntarse ¿es que nunca dudan?, ¿acaso creen que pueden introducirse antígenos, conservantes, adyuvantes y que no pasará nada?, ¿así es como entendemos los procesos biológicos? Volveremos sobre ello en el capítulo que hace referencia a las consecuencias de los programas de vacunación.

Efectos adversos No existen estudios rigurosos sobre los efectos a corto y largo plazo de la vacuna antirrubéola. No obstante se han descrito fiebre, exantema, linfoadenopatías y trombocitopenia.372 Más frecuentes son las afecciones del aparato locomotor; algunos estudios señalan que los dolores articulares pueden aparecer en un porcentaje 372 BEST, J.M. “Rubella vacines: past, present and future”, Epid. Infect. T. 107, 17-30, 1991. 157


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superior al 50% de las mujeres fértiles vacunadas.373 La inflamación articular (artritis) puede afectar a una proporción elevada de mujeres vacunadas; algunas fuentes hablan de un porcentaje del 13-15%,374 otras del 40%.375 Se han descrito artritis crónicas, que incluso pueden debutar años después de la vacunación, y neuropatías tal y como se puso de manifiesto en el Congreso de Glasgow. Las complicaciones neurológicas de la vacuna son variadas. M. Georget citando diversas fuentes destaca: mielitis transversa, ataxia cerebelosa, hemiparesia, radiculoneuritis. En relación a esta última un estudio de Gilmartin describe 36 casos, 20 a nivel lumbar, 14 a nivel torácico y 2 mixtas.376

La parotiditis o paperas La parotiditis es una enfermedad de distribución universal que cursa con inflamación de las glándulas parótidas, aunque también puede afectar a otras glándulas salivales como las submaxilares y sublinguales, éstas últimas con menor frecuencia. La enfermedad ya era conocida en la antigüedad y está perfectamente descrita en el Corpus Hipocraticum. En 1934, Johnson y Goodpasture señalaron la naturaleza vírica de la afección. La enfermedad cursa con dolor e hinchazón de las glándulas parótidas, con la clásica deformación transitoria de la fisonomía de la cara y suele acompañarse de fiebre. En ocasiones pueden afectarse otras glándulas, especialmente los testículos y los ovarios, y más raramente páncreas y sistema nervioso central. Las paperas tienen una prevalencia masculina, 3 de cada 4 casos afectan a los hombres. La supuesta infertilidad forma más parte de la leyenda que de la realidad y si se da, es extraordinariamente infrecuente, entre otras cosas porque la afectación testicular, cuando se produce, no es global sino segmentaria, es decir, afecta a una parte del testículo, no a la totalidad.377 373 POLK, B.F. et. al. “A controlled comparison of joint reactions among woman receiving one or two rubella vacines”, American Journal of Epidemiologic, T. 115, 19-25. 374 SALLERAS LL. LLORENS, J. VIDAL, J. Op. Cit. Pág, 183.

375 URIARTE, X. Los peligros de las vacunas, Ed. Atica-Salud, Barcelona, 2002., Pág. 196. 376 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 151.

377 GALLART. A. RODRIGO, C. “Vacuna antiparotiditis” en SALLERAS, LL. Vacunaciones Preventivas, ed. Masson, Barcelona, Pág. 197, 1998. 158


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Las paperas es una enfermedad benigna que en la era prevacunal afectaba preferentemente a los niños comprendidos entre los cinco y los catorce años. En los adultos era menos frecuente pero más grave, siendo estos los que presentaban más complicaciones.

Epidemiología Como en el caso de la rubéola, la parotiditis es una enfermedad de declaración obligatoria desde 1982, justo un año después de introducción en el mercado de la vacuna triple vírica. En consecuencia, no podemos ver la evolución del proceso a lo largo del siglo XX, pues los datos disponibles corresponden a la era vacunal. No obstante, observamos como tras la introducción de la vacunación los casos se disparan, pasando de 78.980 en 1982 a 227.327 en 1983, llegando a los 286.733 en 1984. Es decir, la incidencia se multiplicó casi por 4 al pasar de unas tasas del 200 por cada 100.000 habitantes en 1982 a unas tasas de 750 por 100.000 en 1984.

Si exceptuamos el pico epidémico que sigue a la vacunación, la incidencia de la enfermedad ha continuado disminuyendo, si bien en 1989 se produjo un nuevo recrudecimiento en relación a los años anteriores. De hecho en esas fechas es cuando se introduce la dosis de recuerdo de la Triple Vírica a los niños y niñas de once años. Un fenómeno inexplicable con los parámetros que se utilizan en medicina preventiva es que, a pesar de tener la parotiditis una infecto-contagiosidad muy inferior a la del sarampión, la enfermedad es mucho más frecuente con las 159


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mismas coberturas vacunales (ver capítulo sobre la Inmunidad de Grupo).

La vacunación El agente causal de la parotiditis es un virus del género Paramixovirus. Una vez aislado, se prepararon las primeras vacunas inactivadas, que dada su poca efectividad fueron abandonadas.378 La vacuna con virus vivos atenuados se empezó a utilizar en los años ochenta asociada a la del sarampión y la rubéola. Se prepara tras cultivar los virus en células de embrión de pollo y se acompaña de neomicina. En la actualidad se utilizan diferentes vacunas, en diferentes partes del mundo, con propiedades y efectos adversos dispares. Como sucede con otras enfermedades, no sabemos bien cuáles han sido los criterios sanitarios que han llevado a vacunar sistemáticamente contra las paperas. Una vez más, ante una enfermedad benigna, se magnifican los peligros, las complicaciones y los costes sanitarios que acarrea, para justificar la salida al mercado de un determinado producto; sin embargo, dos de los argumentos utilizados actualmente para justificar el uso masivo de la vacunación son consecuencia directa de la vacunación misma. Textualmente leemos en los manuales: “Hoy día existen tres razones para seguir vacunando frente a la parotiditis: a) el aumento de la edad de los pacientes que presentan la enfermedad b) el aumento de las complicaciones en los pacientes de mayor edad c) las ventajas económicas de la vacunación frente a los gastos ocasionados por la enfermedad”379 La inversión de la secuencia real de los acontecimientos no deja de sorprender. Como en el caso del sarampión y la rubéola, asistimos a la siguiente concatenación: 1º se vacuna, 2º se desplaza la edad de afectación, 3º se incrementan las complicaciones; sin embargo la secuencia es presentada así: 1º desplazamiento de la edad de efectación, 2º incremento de las complicaciones, 3º necesidad de seguir vacunando. 378 GALLART. A. RODRIGO, C. Op. Cit. Pág. 195. 379 GALLART. A. RODRIGO, C. Op. Cit. Pág. 199. 160


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Desconocemos, por otro lado, los gastos sanitarios producidos por la parotiditis y la metodología seguida para calcularlos, pero cuesta trabajo creer que superen a los ocasionados por la fabricación, distribución y vacunación de millones de niños contra una enfermedad benigna. Teniendo en cuenta además que las vacunas no son inocuas y que se expone a riesgos innecesarios a personas sanas que no tienen por que pasar necesariamente la enfermedad, las teóricas razones económicas no deberían ser un argumento de peso a la hora de implementar programas de vacunación.

Efectos adversos Se reconocen parotiditis posvacunales, fiebre, urticaria, púrpura trombocitopénica y con menor frecuencia trastornos del sistema nervioso, como convulsiones febriles, encefalitis y lesiones del nervio óptico.380 También se han descrito casos de sordera neurosensorial, orquitis y reacciones anafilácticas por algunos componentes de la vacuna, como las gelatinas y la neomicina, estando formalmente contraindicada en las personas alérgicas al huevo; se ha comunicado un caso de artritis en un niño de cinco años.381 Pueden aparecer meningitis asépticas en el mes siguiente a la vacunación en una proporción variable según cual sea la cepa vacunal. Para la cepa Leningrado-3, una meningitis cada 1.000 dosis, siete cada 1.000 para la Urabe y una cada millón para la Jeryl Lynn.382 Por esta razón, en 1992 fue retirada en Catalunya una vacuna preparada con la cepa Urabe; lo grave del caso es que las notificaciones en la prensa médica eran conocidas desde dos años antes;383 sin embargo en Catalunya no se retiró la vacuna hasta que el escándalo se conoció en Inglaterra.384 Lo relevante de aquel episodio es que las preocupaciones de los sectores sanitarios de nuestro país no fueron las reacciones adversas detectadas años antes en forma de meningitis aséptica, sino las posibles repercusiones públicas del escándalo; temían que afectara negativamente a los planes de vacunación, como había sucedido en el Reino 380 Vademécum Internacional Pág. 1043, 1992.

381 GALLART. A. RODRIGO, C. Op. Cit. Pág. 202. 382 GEORGET, M. Op. Cit. pág. 151-152. 383 Siete Días Médicos, n° 53, Julio 1990.

384 The Independient, 16 de septiembre 1992. 161


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Unido en la década de los setenta con la vacuna antitosferina, y en consecuencia prefirieron seguir administrándola antes que retirarla, con lo cual se produjeron un número indeterminado de meningitis asépticas que podrían haberse evitado.385 Este modo de proceder no es exclusivo de España, pues la negación y la ocultación de los efectos adversos son los elementos que caracterizan el devenir vacunalista desde sus orígenes, constituyendo uno de los pilares fundamentales sobre los que descansa la praxis y el mito vacunal. Así, por ejemplo, cuando en 1998 el Secretario de Estado para la Salud de Francia interrumpió la campaña de vacunación contra la hepatitis B en los colegios por su posible relación con la esclerosis múltiple, la medida fue duramente criticada por los laboratorios y en especial por representates de la OMS, con el argumento de que podría entrañar una pérdida de confianza hacia las vacunaciones por parte de la población.

385 Siete Días Médicos, n° 53, Julio 1990. 162


IX. Meningitis y vacunas La meningitis es una de las enfermedades infecciosas que más impacto produce entre los padres, y su nombre despierta temores atávicos en la población. Este temor ha dado lugar, en ocasiones, a comportamientos irracionales y contraproducentes, tal y como pudimos constatar en los años 1996-97. En aquel tiempo bastó con que los medios de comunicación amplificaran la incidencia de unos brotes puntuales acaecidos en algunas zonas geográficas de España para que el pánico cundiera entre los padres. Las imágenes televisivas mostraron largas colas de personas que se lanzaron a la calle a la búsqueda de la vacuna que protegiese a sus hijos. Los llamamientos a la calma de las autoridades, manifestando que no había epidemia, fueron insuficientes, entre otras razones porque, en contra de lo que se afirmaba públicamente, el entonces presidente del Congreso, Sr. Federico Trillo, envió subrepticiamente a un funcionario a la consecución de las milagrosas vacunas, antes de que éstas se agotaran, para podérselas administrar a su prole. El resultado de aquella situación fue la implementación precipitada de un amplio plan de vacunación contra el meningococo A y C por la mayoría de comunidades autónomas españolas, a excepción de Navarra y Canarias, en contra de los más elementales criterios de la medicina preventiva. Como puso de manifiesto el Dr. Santiago Cervera, en aquel tiempo consejero de Salud del Gobierno Foral de Navarra, no solo no había brote epidémico sino que además la vacuna era ineficaz, especialmente para los grupos de edad donde la enfermedad era y es más prevalente.386 Recientemente, año 2001, ha comenzado a vacunarse sistemáticamente contra el meningococo C con una vacuna nueva, de la que se afirma que es “realmente eficaz” ¿Cómo se justifica entonces la anterior?

386 CERVERA, S. “¿Vacunación contra la histeria?, El País 13 de septiembre 1997. 163


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El estado de la cuestión El abordaje preventivo de la meningitis mediante vacunación pone una vez más de manifiesto la simplicidad y el reduccionismo con que se aborda la patología infecciosa. La simplicidad y el reduccionismo son más evidentes en esta ocasión porque no estamos hablando de una enfermedad concreta, producida en última instancia por un agente causal concreto. En realidad, bajo el epígrafe genérico de meningitis encontramos una gran variedad de formas clínicas, en las que englobamos desde formas benignas autolimitadas hasta cuadros muy severos, algunos de ellos fulminantes. Pero no solo encontramos variabilidad en las formas clínicas, sino también en los agentes causales, que es precisamente uno de los argumentos que cuestionan la racionalidad de las estrategias vacunales. Desde el punto de vista etiológico, y simplificando, podemos clasificarlas en: 1) Meningitis bacterianas: son muchas las bacterias relacionadas con cuadros meníngeos; no obstante, en conjunto las meningitis bacterianas no llegan al 50% de todas las meningitis, la mayoría de las cuales son de origen vírico. Aunque son muchas las bacterias relacionadas con esta enfermedad, destacaremos las siguientes: a) Las meningitis meningocócicas: entre los meningococos implicados se han descrito 13 serogrupos diferentes: A, B, C, D, X, Y, Z, 29E, W135, H, I, K y L. Globalmente las meningitis por meningococo suponen, en nuestro medio, entre el 70-80% de todas las meningitis bacterianas. El serogrupo más frecuente es el B, con porcentajes que oscilan entre el 92% en 1985 y el 61% en 1994. El segundo lugar lo ocupa el serogrupo C, con porcentajes que oscilan entre el 6% de 1985 y el 34% de 1994. El resto alcanza porcentajes anecdóticos. b) Las meningitis por Haemophylus infuenza tipo b: este microorganismo, como agente causal, es más frecuente en EEUU, Canadá y otros países. En Europa y en España no llega al 10% de las meningitis bacterianas. En el período 1989-1998 se produjeron un total de 12 muertes por esta causa, es decir, 1 muerte al año en una población de 40 millones. c) Las meningitis por Neumococo: en la última década, las muertes oscilan entre las 20-40 personas/año, con tasas inferiores al 1x millón. Recientemente ha aparecido una vacuna contra este microorganismo. 164


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d) Meningitis tuberculosas: las muertes por esta causa oscilan entre los 20 y 30 casos cada año. e) Meningitis por estreptococo: muy pocos casos. Entre 1 y 4 muertes cada año en la última década. f) Meningitis por estafilococo: muy pocos casos. Entre 1 y 3 muertes al año en la última década. 2) Meningitis víricas: en muchas ocasiones no se consigue tipificarlas, pero entre los virus relacionados destacan: los poliovirus, coxackie, Epstein-Barr, herpes simple, citomegalovirus, hepatitis, parotiditis etc. La mayoría de meningitis son de origen vírico. 3) Meningitis por hongos 4) Meningitis tóxicas: encontramos entre los tóxicos algunos fármacos como los antibióticos (penicilinas, isoniacidas, etc) y las vacunas (triple vírica, gripe, polio, meningitis).

Las meningitis meningocócicas La meningitis meningocócica es un proceso inflamatorio de las meninges (membranas que envuelven el cerebro y la médula espinal) de etiología infecciosa producida por la Neisseria meningiditis, de la que se han consignado 13 serogrupos diferentes. Esta bacteria, que sepamos, solo se encuentra en el animal humano, por tanto la fuente de infección serán los portadores, y en menor proporción los enfermos. La bacteria se localiza en la rinofaringe de los portadores, en diferentes épocas del año. Hay portadores crónicos, transitorios e intermitentes. En épocas no epidémicas se calcula que entre un 5 y un 10% de la población presenta el microorganismo; en situaciones de hacinamiento, como por ejemplo militares, la proporción se incrementa, pudiendo llegar a ser del 40-80%.387 El estado de portador genera inmunidad, según estudios de anticuerpos realizados en militares. Ello explicaría la baja tasa de incidencia de la enfermedad en relación a la habitual presencia del meningococo en las mucosas rinofaringeas. Se calcula que solo 1 de cada 1.000 portadores desarrolla la enfermedad, lo que significa que deben existir otros factores que juegan un papel determinante en el desa387 DOMINGUEZ, A. FERNANDEZ-CREUHET J. PRATS, G. “Vacuna antimeningocócica”, en SALLERAS, LL. Vacunaciones preventivas, Ed. Masson, Barcelona, Pág. 343, 1998. 165


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rrollo de la patología.388 A juicio del Dr. Xavier Uriarte, entre los factores protectores destacan la lactancia materna (transferencia de anticuerpos), la luminosidad, la ventilación y la higiene, y como factores predisponentes el hacinamiento, la falta de higiene, el tabaco, el uso sistemático e indiscriminado de antibióticos, antitérmicos y antinflamatorios, la geografía, el clima etc.389 El período de mayor incidencia se sitúa en los meses de invierno y primavera. La susceptibilidad disminuye con la edad.

Epidemiología En el Corpus Hipocraticum y en la antigüedad ya se describen cuadros de cefalea y “fiebre con manchas”, que evocan lo que hoy conocemos como sepsis meningocócica. Aunque existe una descripción detallada de la enfermedad realizada por Thomas Wills en Londres que data de 1661, las primeras caracterizaciones clínicas de la enfermedad y su naturaleza infectocontagiosa se realizaron en la primera mitad del siglo XIX a partir de una epidemia ocurrida en Ginebra en 1805.390 Desde entonces, y hasta nuestros días, se han descrito cinco períodos epidémicos. En España, las primeras comunicaciones aparecen a principios del siglo XX. La enfermedad tiene un carácter endémico, presentando picos epidémicos cada diez y quince años. Desde 1940 se han producido 4 picos (1944, 1964,1971, 1979) observándose una incidencia creciente en los años sesenta que culmina con el brote de 1979. A partir de entonces, y en ausencia de vacunación, las tasas han sido descendentes. Comparar las tasas de incidencia de unos países y otros no es tarea fácil porque, a juicio de los expertos, los parámetros utilizados no siempre son coincidentes. De todas formas, la morbilidad de la enfermedad varía notablemente de unas zonas a otras; las diferencias poco importantes entre los países ricos son abismales cuando los datos se refieren a los países pobres. En Estados Unidos y Canadá la incidencia es del 1 por 100.000; en Inglaterra y Gales del 2 por 100.000; Francia presenta unas tasas inferiores al 1 388 DOMINGUEZ, A. FERNANDEZ-CREUHET J. PRATS, G. Op. Cit. Pág. 343.

389 URIARTE, X. “Los peligros de las Vacunas”, ed. Atica-Salud, Barcelona Pág. 191, 2002. 390 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 190.

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por 100.000 y los países escandinavos unas 4 por 100.000; sin embargo, en el África subsahariana las tasas pueden llegar a sobrepasar los 500 casos por cada 100.000 habitantes.391 En España, con tasas máximas durante la onda epidémica de 1979-80 que fueron del orden de 18,3 por 100.000, la morbilidad de los últimos años es del 3 por 100.000 con diferencias interregionales poco significativas, según datos procedentes de los anuarios estadísticos.

La mortalidad por esta afección depende de numerosos factores. Unos se relacionan con las características del microorganismo —poco conocidas—, otros con los del enfermo —estado nutricional, inmunitario— y otros con los recursos sanitarios y la rapidez en la instauración del tratamiento. Obviamente cuanta más miseria y carencia de infraestructuras sanitarias mayor morbilidad y, por supuesto, mayor mortalidad. En los países desarrollados la mortalidad oscila entre el 0,1 y 0,5 por 100.000 habitantes. En España las tasas medias de mortalidad por meningitis meningocócica fueron del 0,2 por 100.000 en el año 1992 (79 fallecidos) y del 0,1 por 100.000 en 1995 (49 fallecidos), es decir, entre una y dos muertes por cada millón de habitantes. La letalidad, porcentaje de muertes de las personas que enferman, es del 70% en la zona subsahariana, mientras que en Europa oscila entre el 5 y el 7%; en 1992 se notificaron 1.344 casos y fallecieron 79 personas y en 1995 las notificaciones fueron 914 con 47 decesos, lo que da unas tasas de letalidad del 6 y 5% respectivamente.

391 DOMINGUEZ, A. FERNANDEZ-CREUHET J. PRATS, G. Op. Cit., Pág. 347. 167


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La vacunación A lo largo del siglo XX se han desarrollado numerosos experimentos para la consecución de vacunas. Han sido muchos los ensayos realizados y muchas también las vías de investigación abandonadas. La irrupción de los antibióticos relegó a un segundo plano el desarrollo de vías de investigación durante la década de los cincuenta y sesenta. Estas líneas se reabrirían a partir de los años setenta, dando lugar a la comercialización en los años noventa de las vacunas contra el meningococo A y el C. Hasta la fecha los intentos para encontrar una vacuna contra el meningococo B han sido infructuosos. Las antiguas vacunas contra el meningococo A y C estaban hechas con polisacáridos de la cápsula bacteriana. Al no tener proteínas, su memoria y su eficacia eran escasas, especialmente en los grupos de edad donde la enfermedad es más frecuente, es decir los niños pequeños. Concretamente las fuentes oficiales aportaban los siguientes datos de eficacia:392 • Menores de 18 meses: Nula • De 18 a 24 meses: Limitada • De 24 a 36 meses: 55% • De 3 a 5 años: 70% • De 6 años en adelante: 80-90% En febrero del año 2000 la Dirección General de Salud Pública de la Comunidad de Madrid publicó un informe sobre el impacto de la campaña de vacunación contra el meningococo C de los años precedentes. Según dicho informe, en el primer año de seguimiento se produjeron cuatro casos de meningitis C en la población diana de la campaña (población comprendida entre los 18 meses y 19 años), tres casos se produjeron en vacunados y uno en no vacunados, con una efectividad del 58,3%.393 En el segundo año de seguimiento en la población diana se dieron ocho casos de meningitis C, cinco de ellos en 392 ANONIMO. Documento en catalán procedente de sectores sanitarios oficiales del que se desconoce su autor pero coherente con lo expresado en otros trabajos científicos.

393 DIRECCIÓN NACIONAL DE SALUD PÚBLICA, COMUNIDAD DE MADRID “Informe: El impacto de la vacunación en la enfermedad meningocócica por serogrupo C en las temporadas 1997-1998 y 1998-1999”. Boletín epidemiológico de la Comunidad de Madrid, Enero-Febrero 2000, n° 7, Vol. 6, pág. 24. 168


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población vacunada y tres en no vacunados, con una efectividad del 76,9%.394 Hay que aclarar aquí que la efectividad es un parámetro de medición comparativo muy dudoso cuando se quiere contrastar el impacto vacunal. Es distinto al de eficacia, aunque la similitud de las palabras invita a la confusión, como ya tuvimos oportunidad de comentar al hablar del sarampión. La eficacia es un parámetro de laboratorio que mide el título de anticuerpos; al respecto se reconoce que hay pocos estudios sobre la eficacia vacunal. Cuando se habla de efectividad, lo que se hace es comparar la incidencia de la enfermedad en los años anteriores y posteriores a la vacunación. Evidentemente es un parámetro que por su simplicidad se presta muy fácilmente a la manipulación. Ejemplo: hemos visto que la incidencia de la enfermedad meningocócica alcanzó su acmé en 1979 con unas tasas de casi el 20 por 100.000, sin embargo, en ausencia de vacunación, las tasas se situaron años después en el 3 por 100.000; ahora bien, si en 1980 se hubiese iniciado una campaña de vacunación, probablemente los sectores vacunalistas habrían achacado el éxito a la alta efectividad vacunal. Lógicamente la conclusión que se obtiene de lo expuesto es que en la dinámica infectocontagiosa participan otra serie de parámetros muy difíciles de reproducir y cuantificar en el laboratorio, por lo que son sistemáticamente obviados. Aclarado esto hay que añadir que, según el informe al que hacemos referencia, en el grupo de niños de 18 meses, vacunados tanto durante la campaña como con posterioridad, se produjeron en los dos años de seguimiento 9 casos de meningitis C (incidencia del 12,13 por 100.000), por solo 2 en los no vacunados (incidencia del 2,73 por 100.000) lo que permite concluir a los informantes que, en este grupo de niños, el riesgo de enfermar en la población vacunada fue nada menos que ¡4,4 veces superior! al de la población no vacunada. Reconociéndose, en el período citado, una efectividad para el grupo comprendido entre los 18 meses y los 4 años del 11,7%; es decir; efectividad prácticamente nula.395 Sorprendentemente, el informe no dedica ningún capítulo, ni hace referencia alguna, a los efectos adversos aparecidos durante la campaña. 394 DIRECCIÓN NACIONAL DE SALUD PÚBLICA, COMUNIDAD DE MADRID Op.Cit., pág. 24. 395 DIRECCIÓN NACIONAL DE SALUD PÚBLICA, COMUNIDAD DE MADRID Op.Cit., pág. 24-25 169


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La falta de eficacia es la razón principal, junto a la inexistencia de brote epidémico, que convirtió en absurda la campaña de vacunación emprendida en el período 1996-97, según se reconoce entre los sectores sanitarios implicados; sin embargo esto no impidió que se repartieran unos seis millones de vacunas con unos gastos de varios miles de millones de pesetas. La irracionalidad se incrementa si tenemos en cuenta que el serogrupo A era y es prácticamente inexistente y que la incidencia de la meningitis C es en realidad muy baja, según se desprende de los datos que aportan los servicios de vigilancia epidemiológica. Si la meningitis meningocócica presenta una morbilidad del 3 por 100.000 y, promediando al alza, el serogrupo C supone el 30% de todas ellas, estaríamos hablando de unas tasas inferiores al 1 por 100.000; si a esto añadimos una letalidad del 5%, las muertes atribuibles al meningococo C son de aproximadamente de 1 persona cada 2.000.000 de habitantes en el peor de los casos.¿Justifica ello la inoculación de sustancias extrañas en millones de niños sanos? ¿cuáles fueron los motivos reales de aquella campaña que significó la administración de 6.000.000 de vacunas? En el año 2000 apareció en el mercado una nueva vacuna contra el meningococo C de la que se afirma que “sí es eficaz”. La nueva vacuna es conjugada, quiere ello decir que a los antígenos del meningococo (polisacáridos) se les ha añadido una proteína, en este caso el toxoide diftérico. Ya hemos podido ver que el toxoide se utiliza unas veces como vacuna, otras como proteína transportadora. En realidad cuando lo inoculas también estás vacunando contra la difteria. ¿Cuál es el fundamento de este proceder? El argumento lo hallamos en el desconocimiento inmunológico que subyace en la práctica vacunal. Se reconoce que no se sabe como interactúan las vacunas con la celularidad inmunitaria y que tras una vacunación lo único que se hace es cuantificar el nivel de anticuerpos en los ensayos (eficacia). Lo que sí se sabe, aunque se desconoce la causa, es que normalmente si no hay una proteína, tanto la respuesta, sobre todo en los más jóvenes, como la memoria son insuficientes, al no activarse los linfocitos T. Con la anterior vacuna se sabía incluso que en caso de revacunación, en vez de subir, los anticuerpos bajaban. Pues bien, con estas bases teóricas y con la situación epidemiológica que hemos descrito anteriormente, la nueva vacuna contra el meningococo C se ha introducido en el calendario vacunal español rápidamente, sin completar los estudios sobre eficacia y se170


Vacunaciones sistemáticas en cuestión

guridad, ya que los ensayos clínicos de campo de fase III no se han efectuado, según reconoce la misma Dirección General de Salud Pública de Catalunya.396 Desconocemos las causas de este súbito cambio de actitud. La incidencia de la enfermedad no ha variado y hemos de recordar que dos años antes, 1998, las mismas fuentes afirmaban: “La administración sistemática de vacunas antimeningocócicas a la población civil en la actualidad no se recomienda en ningún país desarrollado. Las razones para ello son las siguientes: a) el serogrupo que causa la mayoría de los casos es el B, frente al cual la eficacia vacunal es limitada; b) el riesgo de enfermar por meningococo no B, salvo en situaciones puntuales, es bajo; c) en los niños más pequeños, que son los que tienen el mayor riesgo de enfermar, la respuesta inmunitaria que proporcionan las vacunas de polisacáridos capsulares actualmente disponibles es pobre”.397 Hemos de manifestar nuestra sorpresa ante el cambio de estrategia, pues desde el punto de vista científico-sanitario no existen razones de peso que lo justifiquen; sin embargo y para mayor perplejidad, la misma persona que en 1997 negaba la existencia de epidemia afirmando que la vacunación no era necesaria, la misma persona que en su libro de 1998 decía, como acabamos de ver, que la vacunación sistemática no se recomendaba en ningún país desarrollado y la misma persona que sostenía que los ensayos clínicos de fase III no se habían realizado, nos referimos al ex Director General de Salud Pública de Catalunya Sr. Lluís Salleras Sanmartí, remitía en octubre de 2001 una carta a los padres y madres con hijos en escuelas e institutos, en la que podemos leer: “En el año 1997 ante el incremento de casos de meningitis por meningococo C se hizo una campaña masiva de vacunación, tanto en Catalunya como en el resto del Estado, con lo cual se detuvo esta epidemia. En el año 2000 apareció una nueva vacuna para proteger contra el meningococo C, uno de los principales responsables de casos de meningitis. Esta nueva proporciona una inmunidad más segura y duradera que la anterior, lo cual ha determinado que 396 Programa per a la avacunació antimeningococcica C conjugada a Catalunya. Documento consensuado por la DGSP y la Societat Catalana de Pediatria de l’Academia de Ciéncies Mediques de Catalunya i de Balears, 17.

397 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Op.Cit., Pág. 359 171


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el Departament de Sanitat la incluya en el calendario de vacunas sistemáticas y la recomiende desde los 2 meses hasta los 18 años (…) Esta vacuna se administra en dosis única, es bien tolerada y sin efectos indeseables”398 (las cursivas son nuestras). Creemos que el texto no precisa comentarios, pero es evidente que existen personas que confían ciegamente en lo que hacen, que no dudan y para las cuales el fin justifica los medios, aunque para ello sea preciso tergiversar la realidad que ellas mismas describían muy poco tiempo antes. Tal vez existan razones que los ciudadanos de a pie no llegamos a entender pero, evocando nuevamente a M. Georget parece que estamos más ante agentes comerciales que han de vender un producto como sea, que ante altos responsables de la administración sanitaria.

Efectos adversos La vacuna actual contiene, además del polisacárido del meningococo C, el toxoide diftérico, sales de aluminio, cloruro sódico, manitol y fosfato sódico. Dada su reciente introducción en el mercado español, los efectos adversos están por evaluar, aunque según la Dirección General de Salud Pública de Catalunya (la misma que en la carta a los padres afirmaba que la vacuna “no tenía efectos indeseables”) en Gran Bretaña, en menos de un año, se han comunicado 4.764 reacciones adversas tras la administración de 13 millones de dosis, lo que da una tasa de una reacción por cada 2.700.399 Entre ellas sobresalen: meningitis, encefalitis, mononucleosis, trombocitopenia y convulsiones. Entre las reacciones adversas de la anterior vacuna, oficialmente se mencionan 546 reacciones en 130.000 niños vacunados contra el meningococo A (se dice que las de la C son similares), la mitad directamente achacables a la vacuna, destacando: eritema, hinchazón, fiebre, cefalea, mialgias, astenia, parestesias y un caso de reacción anafiláctica.400 Desconocemos a qué se achaca la otra mitad y la naturaleza de las reacciones silenciadas. En Noruega, además de 398 SALLERAS, LL, Carta a los padres justificando la vacunación. Barcelona, Generalitat de Catalunya, Departament de Sanitat i Seguretat Social, Direcció General de Salut Pública.

399 Programa per a la avacunació antimeningococica C conjugada a Catalunya, Pág. 14 400 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 357. 172


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reacciones febriles, se observaron algunos trastornos neurológicos en las primeras seis semanas tras la vacunación: 1 mielitis transversa, 1 mielopatía, 1 síndrome de encefalomielitis miálgica y 1 trastorno desmielinizante.401 En Galicia, durante la campaña 1996-97 en la que se administraron 460.000 dosis, se constaron 59 meningitis posvacunales y un shock anafiláctico.402 Lo curioso es que desde los Servicios de Vigilancia Epidemiológica se descartaban sistemáticamente las meningitis aparecidas en la semana siguiente a la vacunación, que fue lo que sucedió también en Catalunya con la muerte de una niña cinco días después de ser vacunada. En Albacete, en la historia clínica de una muchacha que fue internada y diagnosticada de síndrome meníngeo, ni siquiera constataron que 17 días antes había sido vacunada contra la meningitis A-C. Con esta metodología y estos observadores no es de extrañar que los efectos adversos posvacunales de las vacunas contra el meningococo A-C sean poco relevantes, especialmente si el tiempo de observación se limita a los 28 días siguientes a la vacunación, si se descartan los efectos graves aparecidos durante la primera semana y sobre todo si ni siquiera se consigna el antecedente vacunal.

Las meningitis por haemophilus influenza tipo B El Haemophilus influenza es un microorganismo que está presente en las vías respiratorias altas de muchas personas en diferentes momentos del año. Recibe el nombre de influenza porque en un principio, finales del siglo XIX, se la consideró como el teórico agente causal de la gripe (en Inglaterra a la gripe se la conoce como influenza o “flu”). Posteriormente, en los años veinte, se determinaría la naturaleza vírica de la gripe (etiología bastante dudosa, como se comenta en el capítulo referente a esta enfermedad), pero el microrganismo conservó el apellido influenza más el nombre Haemophilus, en relación a los preparados hemáticos de los que se obtenía.403 En realidad la población tiene conocimiento de este nombre desde que la vacuna empezó a usarse en los años noventa. 401 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 354.

402 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 192.

403 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 311. 173


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El consumo irracional y desmesurado de antibióticos ha hecho posible que en nuestro país el 40% de los haemophilus presenten resistencias a la ampicilina, siendo estos porcentajes muy superiores al resto de los países europeos y, a juicio de los especialistas, el fenómeno tiene relación con el hecho de que España es el primer consumidor mundial de antibióticos en términos de dosis por habitante/año.404 A nivel popular, y antes de la introducción de la vacuna contra el meningococo C, se le conocía como la vacuna contra la meningitis. Esta relación es ciertamente una simplicidad, pues ya hemos podido constatar que las meningitis son un grupo de afecciones que pueden ser desencadenadas por un número indeterminado y numeroso de microorganismos cuando concurren una serie de circunstancias, la mayoría de ellas indeterminadas también, pero la vinculación de la vacuna a la palabra meningitis ha permitido una mejor penetración en el mercado. En sentido estricto la vacuna no va dirigida contra la meningitis sino contra un determinado subtipo de Haemophilus influenza que es el “b”. Este grupo de microorganismos, como otros, habitualmente se localizan en las mucosas rinofaringeas de muchas personas en diferentes épocas del año, que son los llamados portadores. En determinadas circunstancias pueden producirse afecciones de las que se le considera responsable. Estas afecciones en función de su gravedad reciben el nombre de formas invasivas y formas no invasivas o begninas. Las formas invasivas engloban a una serie de cuadros, entre los que se incluyen meningitis, epiglotitis, sepsis, celulitis y neumonía. Dentro del grupo Haemophilus influenza, al tipo b se lo considera el responsable más frecuente. Por esta razón la pretendida inmunización recibe el nombre de vacuna contra la Enfermedad Invasiva por Haemophilus Influenza tipo b, aunque también podría llamarse “vacuna contra la enfermedad benigna no invasiva” puesto que la vacuna pretende neutralizar al microrganismo, que es saprófito de las mucosas y del que se desconocen las circunstancias en las que se torna patógeno.

Epidemiología Hasta hace poco tiempo, en España no existían datos sobre la incidencia de la denominada Enfermedad Invasiva por Haemo404 Index Farmacologic 2000, 1. 174


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philus Influenza tipo b, ya que al ser una enfermedad cuantitativamente muy poco importante su declaración no era obligatoria. En 1999 aún no aparecía en el listado de enfermedades de declaración obligatoria —EDO— a pesar de que hacía tiempo que la vacuna se administraba sistemáticamente en algunas comunidades autónomas. De hecho EEUU la incluyó en la lista EDO en 1991, cuando hacía seis años —1985— que la Food and Drug Administration — FDA— había autorizado su comercialización, y a pesar de ser, en este país, la primera causa de meningitis bacteriana.405 Con estas referencias epidemiológicas resulta muy difícil ser riguroso a la hora de evaluar el impacto de las campañas de vacunación, no pudiéndose llegar, por tanto, a conclusiones creíbles.

En los países Europeos, la morbilidad en ausencia de vacunación era y es muy baja. Los datos obtenidos de hospitales y otros centros señalan que la incidencia de las formas invasivas del Hib en relación a las meningitis meningocócicas es, en el mejor de los casos, de 1 contra 10. Como sabemos que la incidencia de la enfermedad meningocócica en España es de 3 casos por cada 100.000 habitantes, una simple regla de tres nos dice que la morbilidad de la enfermedad se sitúa alrededor de 3 casos cada 1.000.000 de habitantes. Esto lo corroboran los datos de Catalunya, donde la enfermedad sí es de declaración obligatoria desde 1991. En esta comunidad, con una población que sobrepasa los 6 millones de habitantes, se registraron un total de 21 casos en 1998. En ese mismo año, la comunidad de Madrid, con la vacuna incorporada al calendario infantil de vacunaciones, registró 14 casos —28,6% 405 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 317. 175


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en vacunados— lo que da una incidencia del 0,3 por 100.000 ó 3 por 1.000.0000, idéntica a la catalana, comunidad que aún no la había incluido en el calendario vacunal. Además, si tenemos en cuenta que bajo el epígrafe de enfermedad invasiva se engloban diferentes entidades clínicas como son meningitis, epiglotitis, celulitis, sepsis y neumonía y que del total las meningitis suponen un 60%, la incidencia de la meningitis por Haemophilus influenza tipo b se sitúa alrededor del dos por millón. Ahora estamos en condiciones de saber que, siendo la letalidad de las meningitis por Haemophilus del 5% de los casos, la mortalidad teórica por esta afección es de aproximadamente de un caso por cada 10 millones de habitantes. Sin embargo los datos del Anuario Estadístico nos dicen que la mortalidad real aun es mucho menor, pues en el período 1989-1998406 se produjeron un total de doce muertes con unas cifras medias de 1 deceso/año en una población de 40 millones, tal y como vemos en el gráfico adjunto.

La vacunación El caso de las enfermedades relacionadas con el Haemophilus Influenza tipo b es tal vez el ejemplo más palmario de cómo la vacunación no se ejerce por necesidades sanitarias. No dedicaremos mucho espacio al respecto, los datos epidemiológicos hablan por si solos, pero el ejemplo de Catalunya es elocuente. En efecto, en noviembre de 1994 el Comité de Expertos en Vacunaciones del Departamento de Sanidad y Seguridad Social de la Generalitat de Catalunya determinó la no inclusión de la vacuna contra el Haemophilus influenza tipo b en el calendario de vacunaciones sistemáticas, dada la baja incidencia de la enfermedad.407 Sin embargo, cuatro años después, marzo de 1999, el Gobierno de la Generalitat de Cataluya a propuesta del Director General de Salud Pública, decidió la inclusión de dicha vacuna en el calendario de vacunas sistemáticas de la infancia. Nos podemos preguntar: ¿cuál fue la causa real del cambio de estrategia, si como acabamos de ver, y según datos del Butlletí Epidemiologic de Catalunya, en 1998 se produjeron un total de 21 casos? La vacuna contra el Haemophilus que se utiliza actualmente es una vacuna conjugada y ha seguido una evolución parecida a la del 406 Butlletí Epidemiologic de Catalunya, Vol. XX, n° 2, pág. 22, febrero 1999.

407 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 322. 176


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meningococo C aunque anterior en el tiempo. Las primeras vacunas se fabricaban con polisacáridos (PRP) capsulares del Haemophilus tipo b, pero como esta vacuna al carecer de proteínas apenas producía respuesta en los niños más pequeños, finalmente, se le ha añadido una proteína (conjugación) para que los linfocitos T se activen. En estos momentos existen cuatro vacunas disponibles con propiedades diferentes, relacionadas con el tamaño del polisacárido capsular y la proteína transportadora. En España están comercializadas la HbOC, que contiene oligosacáridos del meningococo C y un mutante —CRM197— del toxoide diftérico, y la PRP-T que contiene polisacáridos de tamaño grande del meningococo C y el toxoide tetánico.408 Existen muy pocos estudios sobre eficacia y efectividad de estos preparados. Son vacunas que se han introducido en el mercado con suma celeridad, cuando no existían datos sobre evolución epidemiológica; al ser una enfermedad de baja incidencia, por tanto, no pueden realizarse estudios comparativos fiables. Tal vez su comercialización en los EEUU haya precipitado su aplicación en el resto de los países, pero en relación a la eficacia de la vacuna PRP (la primera) leemos: “En 1987 se presentaron (...) los resultados de estudios sobre efectividad realizados en distintos lugares de Estados Unidos; a pesar de que el resultado de uno de los estudios mostró que la vacuna no había sido efectiva (con una efectividad negativa del 69%) en otros cuatro estudios los resultados fueron bastante esperanzadores”.409 Efectividad negativa significa que en los vacunados hubo más casos de enfermedad que en los no vacunados, y los resultados esperanzadores enmascaran eficacias insuficientes del 40, 62 y 69% con límites de confianza negativos. Y en cuanto a la eficacia y efectividad de la vacuna conjugada PRP-T, que es una de las usadas en España, también leemos: “A pesar de que se iniciaron estudios aleatorizados y a doble ciego en niños de Estados Unidos, uno en Carolina del Norte y otro en California, la eficacia de la vacuna en dichos estudios no pudo valorarse”;410 los mismos autores dicen que en Finlandia solo dos niños de 97.000 vacunados desarrollaron la enfermedad en 1990, uno a los dos días de recibir la primera dosis (¿sería por ello?) y el otro a los cuatro meses, 408 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 321-325. 409 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 322.

410 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 325. 177


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pero ¿son acaso suficientes el tamaño de la muestra y el tiempo transcurrido para llegar a alguna conclusión, teniendo en cuenta la baja incidencia de la enfermedad? Por esta misma razón, Michel Georget pone en duda la eficacia de la vacuna, basándose en un artículo de La Revue Prescrire del que transcribe un párrafo donde podemos leer: “La eficacia de la vacuna PRP-T en la prevención de las meningitis y otras infecciones invasivas por Hib no ha sido demostrada por ensayos clínicos comparativos randomizados y estos, probablemente, no se harán nunca”.411 No podemos dedicarle mucho espacio a este apartado pero la escasez de estudios rigurosos y la ausencia de curvas epidemiológicas de media o larga evolución que imposibilitan los estudios comparativos, merman la credibilidad de las conclusiones.

Efectos adversos Además de las reacciones locales, como eritema, inflamación, induración en el lugar de la inoculación y fiebre, se han descrito epiglotitis, convulsiones, meningitis, encefalitis, nefropatía412 (seguramente relacionada con el toxoide diftérico en el caso de la PRP-D) y reacciones de hipersensibilidad por fenómeno Arthus, ésta última con la vacuna PRP-T en niños que ya habían recibido la vacuna antitetánica.413 Un efecto adverso indirecto a considerar podría tener que ver con la irrupción de meningitis por otros microorganismos u otras cepas bacterianas a consecuencia de los desplazamientos bacterianos producidos por la vacuna. Esto, que es aplicable a cualquier vacunación, puede adquirir mayor importancia en el caso del Haemophilus Influenza ya que, al prepararse las vacunas con polisacáridos de membrana de las formas capsuladas del tipo b, el protagonismo bacteriano puede desplazarse hacia otros serotipos diferentes al b y especialmente hacia las formas no capsuladas del Haemophilus.414

411 GEORGET. M. Op.Cit. Pág. 266. 412 URIARTE, X. Op. Cit. Pág. 193.

413 DOMÍNGUEZ, A. FERNÁNDEZ-CREUHET, J. PRATS, G., Pág. 325. 414 GEORGET. M. Op.Cit. Pág. 267.

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X. La Hepatitis La hepatitis es un proceso inflamatorio de ese órgano maravilloso, con múltiples funciones, al que llamamos hígado. Descripciones de afecciones hepáticas las encontramos ya en la antigüedad. En el Corpus Hipocraticum se describen con cierta minuciosidad las características de una epidemia de ictericia ocurrida en el siglo II a.C.415 Desde el punto de vista clínico y según su evolución, las hepatitis se clasifican en agudas, crónicas y fulminantes. Por definición, un proceso agudo es aquel que se presenta bruscamente y que se resuelve en unos pocos días o semanas. Si el proceso es muy intenso y acaba con la vida de las personas hablamos de cuadros fulminantes. Hablamos de cuadros crónicos cuando el proceso inflamatorio persiste en el tiempo y no se auto resuelve. Hay cuadros crónicos que cursan con importantes alteraciones en el estado de salud de las personas y otros prácticamente inaparentes de los que tenemos conocimiento, en la actualidad, por medio de pruebas analíticas, histológicas, radiológicas, etc. Clínicamente, las hepatitis agudas son cuadros caracterizados por toda una serie de síntomas generales entre los que destacan el cansancio o astenia, dolorimiento, náusea y pérdida de apetito. Puede haber también cefalea, fiebre, dolores articulares y dolor en zona hepática. Como sucede con otros procesos ya vistos, como el sarampión, paperas, rubéola, el curso clínico suele ser más grave cuanto mayor es la edad de la persona afectada. Desde el punto de vista etiológico hay múltiples factores relacionados con los procesos inflamatorios hepáticos. Entre las causas más frecuentes de hepatitis cabe destacar: •Las tóxicas: alcohol, medicamentos, productos industriales, agroquímicos •Las infecciosas: bacterias y sobre todo virus. Entre los virus podemos reseñar los citomegalovirus, el de la mononucleosis o 415 URIARTE, X. “Los peligros de las vacunas”, Ed. Atica-Salud, Barcelona, Pág. 199, 2002. 179


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de Epstein-Barr, y los virus “propios” de la hepatitis de los que, por el momento, se han descrito el A, B, C, D y E •Otras: Trastornos circulatorios, metabólicos, autoinmunes, etc. todos ellos de menor relevancia epidemiológicamente hablando. Hasta no hace muchos años, las hepatitis que hoy llamamos víricas no tenían letra distintiva, se reconocía una hepatitis más leve que se resolvía en pocos días y otra forma más severa que requería reposo durante semanas. La evolución de la medicina y el desarrollo de la serología permitieron identificar, a partir de los años setenta, a las primeras con la hepatitis A y a la segundas con la hepatitis B; al resto de entidades hepáticas que no podían ser encuadradas bajo ningún epígrafe se les denominaba hepatitis no A no B. En estos momentos se solapan los diagnósticos clínicos (agudas, crónicas, fulminantes) y los diagnósticos serológicos, lo cual no deja de producir cierta confusión. Para la población general, hepatitis A es sinónimo de levedad y benignidad, hepatitis B enfermedad más severa que se puede complicar y la hepatitis C se identifica con cronicidad, todo lo cual se aproxima bastante a la realidad. Como las vacunas disponibles se dirigen contra la hepatitis A y contra la hepatitis B, nos referiremos a ellas, especialmente a la segunda, por ser una vacuna con efectos adversos potencialmente muy graves.

La hepatitis A El virus de la hepatitis A —VHA— es un enterovirus (virus del intestino) que se transmite generalmente por vía fecooral. Por esta misma razón su incidencia es mayoritaria en los países del llamado “Tercer Mundo”, sobre todo África y Asia, donde las medidas higiénicas y las infraestructuras sanitarias más elementales, como la potabilización de aguas y la recogida de aguas residuales y basuras, son deficitarias. La infección por el VHA es un proceso que la mayoría de las veces pasa desapercibido; el 90% de los niños que se infectan lo hacen de forma asintomática.416 Cuando se manifiesta, el proceso es generalmente benigno, resolviéndose en un plazo de tiempo habi416 ESTEBAN, R. “Hepatitis aguda y hepatitis fulminante”, en El Manual de la Medicina, Ed. Masson-Salvat Medicina, Barcelona, Pág. 619, 1993. 180


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tualmente corto. En más del 99% de los casos la curación es completa y nunca cronifica.417 En los países subdesarrollados la mayoría de las personas con más de diez años tienen anticuerpos protectores contra el VHA; en los países desarrollados, la incidencia es mucho menor, lo que sin duda se relaciona con las circunstancias higiénicosanitarias; no obstante casi el 100% de la población presenta anticuerpos protectores al llegar a los treinta años. 418

Epidemiología Antes de 1982 no tenemos datos de la incidencia de las hepatitis, al no ser enfermedades de declaración obligatoria. A partir de esa fecha aparece el epígrafe genérico de hepatitis víricas en los boletines epidemiológicos, y solo desde fechas recientes —1997— éstas se desglosan en tres apartados: hepatitis A, hepatitis B y otras hepatitis víricas. En 1997 se notificaron 1.811 casos de hepatitis A, 1.453 en 1999 y 899 en 2001, lo que da unas tasas de incidencia del 4,5, del 3,6 y del 2,2 por cada 100.000 habitantes respectivamente, siendo la causa más frecuente de hepatitis aguda. En cuanto a las defunciones, en la década 1989-1998 se produjeron un total de 31 decesos, lo que da un promedio de tres muertes anuales en una población de 40 millones, es decir, unas tasas inferiores a una muerte por cada 10 millones de habitantes ¿justifican estos datos la vacunación de millones de niños y adolescentes contra una enfermedad que evoluciona a la curación en más del 99% de los casos?

La vacunación El VHA fue aislado en 1973 por primera vez, y en 1978 se sintetizó la primera vacuna después de inactivar con formaldehído los virus extraídos del hígado infectado de monos titís. Como los hígados de este gracioso animal no proporcionaban el material suficiente para su producción a gran escala, la comercialización se pospuso hasta que los virus se consiguieron cultivar in vitro.419 417 ESTEBAN, R. Op. Cit. Pág. 621.

418 BUTI, M. VARGAS V. ESTEBAN, R. “Vacuna Antihepatitis” en SALLERAS, LL. Vacunaciones Preventivas” ed. Masson, Barcelona, Pág. 288, 1998. 419 BUTI, M. VARGAS V. ESTEBAN, R. Op. Cit. Pág. 289. 181


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En la actualidad las dos vacunas más utilizadas se preparan con cepas víricas obtenidas en cultivos de células diploides, se inactivan con formaldehído y tienen como adyuvante al hidróxido de aluminio. Esta vacuna, como sucede con todas las inactivadas, tiene una memoria corta, afirmándose desde sectores oficiales que “La duración de la protección es desconocida. Tras las 2 primeras dosis se observa una tasa de descenso de los anticuerpos del 42%”420 medio año después de la vacunación. Parece ser que la dificultad para la obtención de cepas virales adecuadas no ha permitido la síntesis de vacunas atenuadas de virus vivos. Si tenemos en cuenta que la infección suele pasar desapercibida en los niños, que la enfermedad clínica es benigna y que la mayoría de los adultos presentan anticuerpos contra el VHA, la vacunación se muestra innecesaria. Para los que viajan a países en donde la enfermedad tiene mayor presencia, lo más importante es la precaución en relación al consumo de productos frescos y agua.

La hepatitis B Otro de los microorganismos relacionados con las hepatitis agudas es el virus de la hepatitis B —VHB—, si bien su incidencia es menor que la hepatitis A. La hepatitis B es una afección que en su fase aguda no se diferencia de otras hepatitis, los síntomas más comunes son la astenia o cansancio, pérdida de apetito, febrícula, dolor de cabeza y la típica hiperpigmentación amarillenta de la piel (ictericia) por acúmulo de bilirrubina en el tejido periférico. Las hepatitis B suelen ser más persistentes en el tiempo que las A y obligan a guardar reposo durante algunas semanas; pasado ese período, la mayoría de las personas afectadas se recuperan sin problemas, normalizándose las transaminasas —parámetros analíticos que indican inflamación hepática— paulatinamente. Una diferencia notable con la hepatitis A radica en que algunos casos de hepatitis B pueden cronificarse, y algunos de estas cronificaciones pueden evolucionar a cirrosis hepática, y algunas de estas cirrosis pueden acabar en hepatocarcinomas (cáncer de hígado). Este proceso, cuando se produce, ocurre años o décadas, generalmente entre treinta y cuarenta años, después de la primoinfección. 420 BUTI, M. VARGAS V. ESTEBAN, R. Op. Cit. Pág. 290. 182


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Magnificando el problema y basándose en esta concatenación de posibilidades, muy poco probables y por tanto insignificantes epidemiológicamente hablando, estamos asistiendo desde hace unos años a unas campañas de presión mediática que han acabado con la inclusión en el calendario de vacunas sistemáticas de una vacuna, cuya corta historia está jalonada de importantes efectos secundarios, entre los que destacan las enfermedades desmielinizantes del sistema nervioso central y que ha hecho aumentar la incidencia de la esclerosis múltiple, hasta tal punto que en un país como Francia las autoridades sanitarias se vieron obligadas en 1998 a suspender las campañas masivas de vacunación de los niños en los colegios.421

Epidemiología Hasta 1997 los anuarios estadísticos no hacen referencia directa a la hepatitis B. En 1982 se registraron en España un total de 22.601 hepatitis víricas, doblándose esas cifras en 1985 al notificarse 45.057 casos. En esas fechas aún no sabíamos cuantas eran debidas al VHB. En 1997 se notificaron 5.627 hepatitis víricas, lo que significó un descenso del 90%; ese mismo año aparece el epígrafe hepatitis B en boletines epidemiológicos y sabemos que 1.158 fueron atribuidas al VHB; en 1999 se diagnosticaron 926 casos y 780 en el 2001 con unas tasas del 2,8, del 2,2 y del 1,8 por cada 100.000 habitantes. En España las defunciones en el período 1989-1998 fueron de 893 con un promedio de 89 personas fallecidas/año y unas tasas de dos decesos por cada millón de habitantes. Estas cifras nos muestran que la sistematización de la vacunación antihepatitis B se ha realizado cuando el impacto de la enfermedad había disminuido notablemente. En Catalunya se diagnosticaron 109 casos de hepatitis B en 1998 y 55 en el 2001, lo que da una tasa inferior al 0,8/100.000. Como era de esperar, esta disminución ha sido atribuida a la vacunación; sin embargo cuando el Director General de Salud Pública de Catalunya comunicó que en el período 1992-2001 el descenso de la hepatitis B entre adolescentes había sido del 85%, lo que servía a su vez de argumento para justificar el adelanto de las primovacunaciones a los dos meses de edad, un padre de familia inquieto demostró, tras consultar los datos en la página web del propio De421 GEORGET, M, “Vaccinations les vérités indesirables”, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia, 2000. 183


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partamento de Sanidad, que el retroceso se produjo igualmente en los grupos de población no vacunados, lo cual fue considerado por dicho ciudadano como una burda manipulación y así lo hizo saber en cartas dirigidas al mismo Director, al Consejero de Sanidad de Catalunya y al Síndic de Greuges (figura similar a la del Defensor del Pueblo).422 En este mismo sentido, realizar estudios comparativos de algunas enfermedades vinculadas a determinadas prácticas de riesgo resulta esclarecedor y permite llegar a conclusiones significativas. En el gráfico podemos observar las semejanzas entre el perfil epidemiológico de las enfermedades venéreas clásicas y el de las hepatitis víricas. Si tenemos en cuenta que no existen vacunas ni para la gonococia ni para la sífilis y que de TODAS las hepatitis víricas solo se vacuna contra la A y la B desde hace muy poco tiempo, la evolución de estos procesos nos indica que debe existir un nexo común que explique el fenómeno. En efecto, en los tres grupos (sífilis, gonorrea y hepatitis víricas) asistimos a un incremento de los casos notificados hasta 1985, a partir de entonces estas afecciones declinan de forma sostenida debido, seguramente, a la eclosión del SIDA y a la consiguiente adopción de medidas de seguridad tanto en el ámbito médico (hemoderivados, diálisis) como en el no médico (uso de jeringas descartables por toxicómanos, uso de preservativos). Por tanto el descenso de la morbilidad de las hepatitis víricas, así como el de la gonococia y la sífilis, no se ha debido a campañas de vacunación sino a una mejora en la higiene y a un cambio en los hábitos, gracias a amplias y persistentes campañas informativas entre la población. A menudo se olvida que con la higiene se previenen no una sino todas las enfermedades.

422 SIVILLA, I. Carta dirigida al Director General de Salud Pública de Catalunya, Sr. Lluis Salleras San Martí, 2002. 184


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Como en el caso del VHA y otros procesos virales y bacterianos, una gran proporción de infecciones por VHB son asintomáticas y pasan desapercibidas. Si hoy sabemos que hemos tenido contacto con el virus es porque se hacen pruebas serológicas en las que se detectan anticuerpos contra determinados antígenos del VHB, siendo el más común el HBsAg o antígeno de superficie, también llamado antígeno Australia. Generalmente, la aparición de anticuerpos contra el antígeno Australia es sinónimo de curación y de inmunidad. Igualmente, la presencia y/o persistencia de determinadas estructuras antigénicas en sangre nos lleva al concepto de portador crónico. Habitualmente se definen como portadores crónicos a las personas que presentan el HBsAg durante más de seis meses. A juicio de J.M. Bayas y M. Bruguera,423 la definición de portador crónico “es en cierto modo arbitraria” y podemos añadir que es una definición que se presta a la confusión. Según estos autores, el estado de portador crónico es un proceso dinámico que puede ser modificado por factores externos. El estado de portador no es sinónimo de peligro infectante. Hay portadores sanos en los que no existe replicación del virus. Hay otros portadores en los que la replicación sigue un curso insidioso que indica cronicidad. Entre los factores que pueden reactivar la hepatitis destacan la quimioterapia, los tratamientos inmunosupresores y los corticoides. Según R. Esteban, el 90% de los casos evolucionan a la curación.424 Bayas y Bruguera elevan esta cifra al afirmar que un porcentaje superior al 95% de los adultos inmunocompetentes se recuperan sin problemas.425 Si un porcentaje inferior al 5% de adultos inmunocompetentes cronifica y puede ser un portador infectante (aunque no necesariamente), y dado que la mayoría de la población es inmunocompetente, los datos nos indican que muy pocos casos cronificarán. Un pequeño cálculo nos dice que el 5% de 780 nuevos infectados/año es 39, por tanto la incidencia de las cronificaciones es insignificante, y si solo un pequeño porcentaje de estas cronificaciones evoluciona décadas después a cirrosis, y si solo un pequeño porcentaje de cirrosis evoluciona a hepatocarcinoma ¿cuál es el riesgo entonces? Además, si la hepatitis B es una enfermedad propia de los adultos y así se reconoce ¿por qué se introduce la vacuna en el calendario de vacunaciones sistemáticas infantiles? 423 BAYAS, J.M. BRUGUERA, M. “Vacuna Antihepatitis B”, en SALLERAS, LL. Vacunaciones Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, Pág. 211, 1998. 424 ESTEBAN, R. Op. Cit. Pag. 621

425 BAYAS, J.M. BRUGUERA, M. Op. Cit. Pág. 210. 185


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Las vías de transmisión más importantes son la parenteral (sanguínea) y la sexual, en consecuencia los grupos de riesgo lo constituyen: toxicómanos, las personas trasfundidas, las personas en diálisis y las personas sexualmente promiscuas, homosexuales o heterosexuales, que mantienen relaciones sin protección. Hasta los años ochenta las transfusiones de sangre fueron una de las vías de diseminación mas importantes del VHB; en aquellos tiempos los controles no eran muy exhaustivos y muchas personas necesitadas obtenían algunos ingresos extras con la venta de sangre en los centros hospitalarios. Nunca se ha demostrado la trasmisión por la saliva, aunque este argumento se ha utilizado para conseguir buenas coberturas vacunales entre adolescentes. Se dice que la transmisión vertical, madre-hijo, constituye la vía de contagio más importante en países pobres; no obstante, los argumentos que se aportan presentan muchos puntos oscuros, ya que se reconoce que solo un 5% de los contagios se produce en la vida intrauterina y el resto en el momento del parto “a causa del estrecho contacto con las secreciones del canal del parto y, quizá, por deglución y aspiración de estas secreciones”, pero incomprensiblemente, y en contraposición a lo anterior, se añade que “el riesgo es el mismo para los niños nacidos mediante cesárea”426 que no han de realizar tan angosta travesía. Estas incoherencias y otras observaciones, como por ejemplo la sorprendente reaparición de las hepatitis en los enfermos transplantados, nos hacen pensar que la fisiopatología de la enfermedad aún no está bien establecida. Como es habitual, en el llamado “Tercer Mundo” es donde la incidencia y prevalencia de la enfermedad es más importante. También es mayor el riesgo de infección neonatal e infantil. Según datos procedentes de la OMS,427 en el mundo se distinguen tres áreas geográficas en las que el número de portadores crónicos y el riesgo de infección neonatal e infantil es significativamente distinto, tenemos así: 1) Zonas de alta prevalencia y endemicidad, que abarcan al África tropical, al Sudeste asiático y China, donde el número de portadores crónicos es del 8-20% y donde el riesgo de infección neonatal e infantil es muy frecuente. 2) Zonas de prevalencia media que engloban al Asia Central, a 426 BAYAS, J.M. BRUGUERA, M. Op. Cit. Pág. 209.

427 ZUCKERMAN, A.J. “The developement of novel hepatitis B”, Bullet, WHO, 65. Pág. 265-275, 1987. 186


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América del Sur y Central, a la Europa del Este y al Mediterráneo. En estas áreas los portadores crónicos suponen el 2-7% y el riesgo de infección infantil y neonatal es frecuente. 3) Zonas de prevalencia baja que incluye a Europa occidental, Australia y Norteamérica, donde el número de portadores crónicos se sitúa entre el 0,2 y 0,5% y donde el riesgo de infección neonatal es raro y la infección infantil infrecuente. Vemos pues, una vez más, como la miseria y la falta de higiene, en sentido amplio del término, así como determinados hábitos, médicos y no médicos, que se saltan las barreras naturales son el fundamento último de muchos procesos mórbidos, entre ellos la hepatitis B.

La vacunación Las dificultades técnicas para la obtención de virus en cultivos hicieron que las vacunas de primera generación se obtuvieran del plasma de portadores crónicos del antígeno Australia (es decir personas con prácticas de riesgo), de ahí el nombre de vacunas plasmáticas. Sintetizadas en los años setenta, estas vacunas tuvieron una corta existencia, pues se empezaron a utilizar a principio de los ochenta y se abandonaron hacia 1986, cuando aparecieron las vacunas obtenidas por ingeniería genética aunque, al parecer, se siguen utilizando en algunos países del sudeste asiático. Esto último llama la atención, ya que uno de los motivos que justificaron el abandono de las vacunas plasmáticas fue su alto coste. Tal vez la forma de dar salida a los stocks residuales haya sido enviarlos a los países asiáticos en forma de ayuda sanitaria. Endosar a los países en vías de desarrollo productos obsoletos u otros, cuyo uso está prohibido o limitado, es una práctica muy frecuente. La evaluación de las vacunas plasmáticas que realizan algunos especialistas resulta confusa,428 por un lado se afirma que “demostraron su eficacia en distintos grupos de población” y por otro que “pronto se identificaron factores de peor respuesta en personas inmunocompetentes como: mayor de edad, obesidad, administración intraglútea, y otros de tipo genético...”. La menor inmunogenicidad también se observó en hemodializados, uno de los grupos de riesgo más importantes. La vacuna se utilizó, asimismo, “con 428 BAYAS, J.M. BRUGUERA, M. Op. Cit. Pág. 211-212. 187


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cierto éxito” en toxicómanos y deficientes mentales, incluyendo los síndromes de Down. Desconocemos qué se quiere decir “con cierto éxito”, pero vemos que es precisamente en los grupos de riesgo donde la vacuna se muestra dudosa. Se afirma que la vacuna dejó de utilizarse, a pesar de su “excelente seguridad y eficacia protectora”, por tener un alto coste y porque teóricamente la disminución del número de portadores disminuiría la fuente de la materia prima, es decir, el plasma de portadores, lo cual no deja de ser asombroso. Si no hay portadores no hay vacuna pero, entonces, si no hay enfermedad ¿para qué se necesita? La vacuna que hoy se administra sistemáticamente se obtiene por recombinación genética. Para ello, y a través de un plásmido (una especie de “flecha genética”) se inserta el fragmento de ADN del VHB que codifica el antígeno Australia, en el ADN de la célula productora, en este caso una levadura. Una vez cargada de antígenos Australia, la levadura es lisada y purificada. El producto obtenido es filtrado y tratado con formol; a continuación se le incorpora hidróxido de aluminio y finalmente se conserva con tiomersal.

Efectos adversos La corta historia de la vacuna anti-VHB recombinante está cargada de numerosos efectos adversos, destacando por su gravedad los procesos desmielinizantes del sistema nervioso central. También las vacunas plasmáticas han mostrado predilección por el tejido nervioso. Aunque se afirma que las vacunas plasmáticas eran inocuas y que no presentaban complicaciones de relieve, en un estudio de vigilancia de tres años de duración desarrollado en EEUU entre 1982 y 1985 por la Food and Drug Administration, los Centers for Disease Control y los propios fabricantes de las vacunas plasmáticas, 429se detectaron 9 casos de síndrome de Guillain-Barré en 850.000 vacunados con una tasa aproximada de 1/90.000 y hace manifestar a Bayas y Bruguera que fue la “única complicación cuya ocurrencia superó lo esperado”.430 Ese mismo estudio muestra, lo cual no citan Bayas y Bruguera, que se produjeron 32 complicaciones neurológicas más: 10 parálisis 429 SHAW, F.E. et. al. “Postmarketing surveillance for neurologic adverse event reported after hepatitis B vaccination. Experience of the first three years”, American Journal of Epidemiology, t. 127, 337-352,1988. 430 BAYAS, J.M. BRUGUERA, M. Op. Cit. Pág. 212. 188


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faciales, 5 crisis convulsivas, 5 neuropatías radiculares lumbares, 5 neuritis ópticas, 4 mielitis transversas y 3 neuropatías braquiales, lo que unido a los 9 síndromes de Guillain-Barré, da un total 41 efectos neurológicos con una tasa de incidencia de 1/20.000 vacunados. Por tanto, aunque no sepamos exactamente la incidencia de la Hepatitis B a mitad de los ochenta (en 1997 era inferior al 3 por 100.000), vemos que solo los efectos adversos neurológicos tienen una incidencia muy superior; la desproporción entre el beneficio y el riesgo se dispara si tenemos en cuenta que solo un porcentaje muy pequeño de personas padecen hepatitis B, generalmente adultos pertenecientes a los grupos de riesgo, mientras que el volumen de personas que se sometieron y se someten al riesgo vacunal es muy superior. Michel Georget pone de manifiesto que en una encuesta realizada en diferentes centros europeos, con un total de 16.720 personas y publicada en el nº 175 (junio-julio 1985) de Pharmacie Mondiale, se registraron 459 efectos indeseables moderados de tipo general (reacciones cutáneas, digestivas, astenia, insomnio) y 11 efectos severos: 1 neuropatía periférica, 1 síndrome meníngeo, 1 shock anafiláctico, 1 lupus eritematoso sistémico, 1 crisis de asma, 2 síndromes nefróticos, 2 pericarditis agudas y 2 síndromes abdominales agudos.431 Se podrá aducir, dice Georget, lo que por otra parte muestra su rigor y honestidad, que de los 16.720 encuestados, 404 son declaraciones directas de afectados; no obstante, si restamos esta cantidad del total tenemos 66 efectos adversos sobre una población vacunada de 16.316 personas, es decir 1 efecto secundario cada 250 vacunados. Otra consecuencia de las vacunas plasmáticas fue la transmisión del virus del SIDA a principio de los años ochenta, cuando esta enfermedad despuntaba. El escándalo saltó a la luz pública cuando el Instituto Pasteur fue denunciado por un laboratorio rival. Dada la carencia de plasma de portadores franceses para la fabricación de la vacuna, se importó sangre contaminada de los EEUU para la obtención de estos productos. El Instituto Pasteur protestó enérgicamente, pero es conocido que recientemente autoridades sanitarias francesas se han sentado en el banquillo de los acusados y han sido condenados, por utilizar sangre contaminada por el VIH para transfusiones, esta vez a sabiendas. M. Georget se preguntaba con razón sobre el devenir de las 12.000 personas vacunadas en Francia contra la hepatitis B en 1982 con vacunas fabricadas con plasma de dudosa procedencia.432 431 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 157. 432 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 98.

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Las vacunas plasmáticas tuvieron una corta vida y no llegaron a utilizarse sistemáticamente, seguramente porque aparecieron en plena eclosión del SIDA. La utilización sistemática en niños, adolescentes y personal de riesgo se ha llevado a cabo con las vacunas obtenidas por recombinación genética. Los efectos adversos recogidos en la literatura médica son mucho más numerosos dado el volumen de vacunaciones efectuadas. Centenares de millones de personas han recibido la moderna vacuna. A la vacuna recombinante se le relaciona con numerosos trastornos del sistema nervioso central y en especial con la esclerosis múltiple. La relación, cada vez más evidente, de la vacuna antihepatitis B y la esclerosis múltiple ha producido una gran polémica en Francia, país en el que Pasteur y el Instituto que lleva su nombre (uno de los principales productores de vacunas) representan figuras míticas. En el país galo el debate es muy intenso, y existen unos 200 procesos judiciales abiertos. Las autoridades francesas y los laboratorios farmacéuticos iniciaron en 1994 una campaña gigantesca, que consiguió vacunar en muy poco tiempo a más 25 millones de personas. La vacuna es obligatoria en los colectivos profesionales relacionados con la salud. En mayo de 2001, la Corte de Apelación de Versailles condenó al laboratorio Smithkline Beecham a indemnizar a dos mujeres con esclerosis múltiple, basando su decisión en “presunciones graves, precisas y concordantes”,433 aunque posteriormente el Tribunal Supremo invalidó la sentencia, tal vez al tomar en consideración las tesis del fiscal, el cual argumentó ante el alto tribunal lo siguiente: “la mayoría (de las opiniones médicas) considera que la esclerosis no está necesariamente ligada a la inyección de la vacuna contra la hepatitis”.434 De ser cierta, no deja de llamar la atención esta curiosa argumentación que antepone opiniones, creencias, con hechos contrastados y avalados por expertos, lo cual parece corroborar el razonamiento que un día hacía un abogado del Colegio de Médicos de Barcelona en el sentido de que en caso de litigio, el proceso judicial no se convertiría en una sesión clínica y que, llegado el caso, lo más probable sería que el juez o el tribunal, a la hora de sentenciar, optara por validar la opinión más extendida entre la profesión. Los primeros casos de esclerosis fueron descubiertos en el hospital Pitié-Salpêtrière de París, donde entre 1993 y 1995 se registraron 25 casos de enfermedades desmielinizantes aparecidas 8 433 Le Figaro, Viernes 4 de mayo de 2001.

434 DIARIO MEDICO.COM Martes 2 de diciembre de 2003:1. 190


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semanas después de la vacunación.435 En diciembre de 1994 ya se habían consignado 240 casos de trastornos neurológicos sospechosos. En 1998 el Dr. Philippe Jakubowicz, presidente de la asociación de víctimas Revahb, manifestaba que “20 millones de franceses han sido vacunados y se estima que 1 de cada 1.000, es decir 20.000 personas vacunadas han sido víctimas de un accidente”.436 Llegados a este punto y dadas las evidencias, el Secretario de Estado de Salud, Sr. Bernard Kouchner, decide suspender las campañas de vacunación en los colegios en octubre de 1998.437 Aunque la medida no fue bien acogida por los laboratorios, de forma increíble fue duramente criticada por representantes de la OMS, ya que a su juicio entrañaría una pérdida de confianza hacia las vacunaciones.438 Como era de esperar, en febrero de 2000 The New England Journal of Medicine publicó dos trabajos, financiados en parte por los propios laboratorios, en los que se negaba el vínculo entre vacuna y aparición, o recaída, de esclerosis en placas.439 La validez estadística y metodológica de ambas publicaciones ha sido cuestionada por diferentes expertos, entre ellos Marc Girard del Consejo de fármaco-vigilancia y fármaco-epidemiología y experto en la Corte de Apelación de Versailles.440 El tropismo de la vacuna por el sistema nervioso central parece tener relación con la similitud molecular entre algunos fragmentos del VHB y una proteína de la vaina protectora de las neuronas conocida como mielina. Las personas con determinados subtipos de sistema HLA parecen más propensas, destacando entre ellos los marcadores A3, B7 y DR2, de hecho esta característica inmunitaria no solo los hace más propensos a los efectos adversos sino también a la cronificación de las hepatitis.441 El mecanismo implicado sería el siguiente: normalmente los linfocitos T no atraviesan la barrera hematoencefálica y por tanto no llegan al cerebro; para que puedan atravesarla deben activarse. La activación se produce cuando los linfocitos T entran en contacto con un antígeno en cualquier otra parte del organismo. Entonces, si la estructura del 435 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 154.

436 Le Figaro, Viernes 4 de mayo de 2001.

437 Bulletin Epidemiologique Hebdomadaire, n° 44, Pág. 191, 1998. 438 Le Parisien, 3 de octubre de 1998.

439 Le Figaro, Viernes 4 de mayo de 2001.

440 GIRARD, M. “La vaccination contre l’hepatite B”. Informe remitido a la Corte de Versailles. 441 GEORGET, M. Op.Cit. Pág. 153-154. 191


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antígeno (virus, vacuna, molécula, etc. es decir, cualquier sustancia capaz de ser reconocida como extraña) se asemeja a la estructura de algún componente de la mielina, los linfocitos activados penetraran en el sistema nervioso y atacarán a la sustancia blanca, que es la que contiene la mielina, dando lugar a procesos desmielinizantes y los consiguientes trastornos neurológicos. Este mecanismo sería el implicado en el caso de la vacuna contra el VHB y también en la del sarampión. Además de los trastornos neurológicos desmielinizantes, la vacuna anti-hepatitis B está implicada en otros trastornos inmunitarios como artritis, lupus eritematoso, diabetes insulinodependiente, alteraciones hematológicas (anemia, trombocitopenia), accidentes cardiovasculares (periarteritis nodosa, pericarditis aguda), trastornos renales (glomerulonefritis), dermatitis (liquen, eritema nodoso).442 En el informe que Marc Girard entregó a la Corte de Versailles, se afirma que el riesgo de patología autoinmune vinculado a la vacunación contra la hepatitis B está mejor documentado aún que los trastornos neurológicos. El informe hace referencia también a un estudio de la Agencia Francesa del Medicamento, donde se observa un mayor riesgo de lupus en los vacunados de más de cuarenta años y cita un trabajo de Geier y Geier aparecido en el 2000 que concluye: “a la vacuna contra la hepatitis B se la ha vinculado a más reacciones articulares que al resto de vacunas juntas”.443 En el mismo sentido, un trabajo publicado en 2001 afirma que existe un riesgo significativo de patología reumática en los niños menores de seis años vacunados contra la hepatitis B.444

442 GEORGET, M. Op.Cit. Pág. 155-156. 443 GIRARD, M. Op. Cit.

444 FISHER, M. A. et. al. “Adverse events associated with hepatitis B vaccine in US children less than six years of age, 1993 and 1994”, Ann. Epidem. T. 11, pág. 13-21, 2001. 192


XI. Vacunaciones no sistemáticas Ya hemos tenido oportunidad de ver que el criterio de sistematicidad es sumamente dinámico y que la inclusión de una vacuna en un apartado u otro va a depender de una serie de variables o consideraciones en las que se entremezclan aspectos epidemiológicos, económico-sanitarios, comerciales y científicos. Por el uso que se hace o se ha hecho de ellas, en este capítulo abordaremos el estudio de las vacunas contra la tuberculosis y la gripe.445

La tuberculosis Conocida como la peste blanca, la tuberculosis —TBC— es una enfermedad infecciosa cuyo agente causal último es el bacilo de Koch — BK—, en honor al médico alemán Robert Koch, que fue el primero en identificarlo en 1882. El BK es un microorganismo que pertenece al género de las micobacterias; las que producen tuberculosis reciben el nombre de Mycobacterium tuberculosis complex conociéndose como agentes causales al M. Tuberculosis, al M.bovis y al M. Africanum.446 El reservorio habitual son los humanos y los bovinos. A juicio de los expertos y desde el punto de vista epidemiológico, al bacilo de Koch se le considera con poca capacidad infectante, es decir un caso infeccioso no genera muchos casos (de hecho personas enfermas han mantenido relaciones íntimas durante mucho tiempo con otras personas sin que éstas se hayan visto afectadas), se le considera escasamente patógeno, es decir existen 445 NdE En Argentina las vacunas de la tuberculosis (BCG) y la antigripal están en el calendario de vacunación y son de índole obligatoria. Sin embargo, hemos respetado el formato original de la edición española que incluye estas vacunas en el capítulo de las no sistemáticas. 446 ARCALIS, L. GONZALEZ, T. VIDAL, R. “Infecciones por micobacterias” en El Manual de la Medicina, Ed. Masson-Salvat Medicina, Pág. 1571, 1993. 193


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muchos infectados aunque pocas personas desarrollan la enfermedad, pero se le considera virulento por la capacidad que tiene de reproducirse y provocar lesiones.447 Los factores desencadenantes o facilitadores son múltiples y complejos, destacando los déficits nutricionales, la dogradicción, el alcoholismo, los estados de inmunosupresión, ya sean por enfermedad (SIDA) o por tratamientos, y otra multitud de situaciones que inciden directamente en la capacidad de resistencia individual, como la angustia, la soledad, la tristeza y la depresión, situaciones todas ellas que concurrieron en España después de la Guerra Civil y que se tradujeron en el incremento de la morbimortalidad tuberculosa.448 La clínica de la enfermedad es muy variada y su diagnóstico no siempre resulta fácil, entre otros motivos porque las pruebas bacteriológicas de laboratorio pueden resultar dificultosas, dadas las características de crecimiento de las micobacterias en los cultivos, entre las que predomina la lentitud; de hecho al Mycobaterium leprae, agente causal de la lepra, nunca se le ha conseguido cultivar in vitro. Con el estado actual de los conocimientos, a las micobacterias se les considera parásitos intracelulares y ello se traduce en una clínica compleja. Pueden existir personas infectadas sin enfermedad aparente, con Mantoux (prueba de la tuberculina) negativo o positivo, y otras con enfermedad más o menos manifiesta en las que la prueba de la tuberculina puede o no positivizarse. Además, muchas personas vacunadas durante las campañas masivas desarrolladas en los años sesenta y setenta pueden positivizar la prueba, por lo que ésta no resulta suficiente a la hora de establecer un diagnóstico de certeza. Si a esto le añadimos que los síntomas muchas veces son insidiosos y que la enfermedad puede afectar a diferentes órganos, la complejidad diagnóstica se multiplica. La evolución de la enfermedad es asimismo compleja, y podemos encontrarnos con reactivaciones y remisiones, dependiendo de múltiples factores, como circunstancias existenciales, resistencia a los fármacos, tratamientos bien ejecutados, resistencia individual, etc. Aunque a nivel popular las más conocidas son las formas pulmonares, la tuberculosis puede afectar diferentes órganos o tejidos, dando lugar a la tuberculosis ósea, renal, meníngea, testicular, etc. El tratamiento habitual se realiza con antibióticos combina447 ARCALIS, L. GONZALEZ, T. VIDAL, R. Op.Cit. Pág. 1578.

448 NdE: En Argentina se dan muchísimos casos de tuberculosis en población migrante en situación de hiperexplotación en talleres textiles clandestinos en los que, además de las condiciones de hacinamiento e insalubridad, quienes allí trabajan están angustiados, desabrigados y violentados. 194


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dos durante un período de tiempo prolongado, generalmente superior a los seis meses. Durante este período y dada la toxicidad, sobre todo hepática, de alguno de los fármacos, deben realizarse controles analíticos. Una de las consecuencias más importantes de esta enfermedad, aunque se resuelva según los parámetros clínicos y bacteriológicos de evaluación de la medicina convencional, es que puede modificar lo que desde otros enfoques médicos se conoce como “terreno”. Por terreno hay que entender la predisposición, la tendencia a padecer determinados trastornos de forma más o menos crónica. Es éste un concepto que no existe en medicina convencional, y aunque es fácilmente constatable, resulta difícilmente medible o cuantificable, forma parte del exquisito mundo de la cualidad y no del vasto reino de la cantidad; de hecho si esta idea se contemplara desde el universo conceptual de la medicina convencional, probablemente el enfoque terapéutico daría un giro de 180 grados. Las drogas o medicamentos alopáticos no pueden operar sobre él en el sentido curativo, antes bien el uso y abuso de sustancias químicas y vacunas pueden alterarlo, dando lugar a la emergencia de diversas enfermedades, algunas de las cuales están alcanzando carácter epidémico, constituyendo lo que podemos denominar modernas epidemias, entre las que destacan por su inusitada frecuencia el asma y las alergias. En lo que respecta a la TBC, tanto las personas afectadas como su descendencia pueden presentar propensión a padecer afecciones respiratorias, reumáticas, etc., esto es lo que en homeopatía se conoce como Tuberculinismo y requiere tratamientos específicos más o menos complejos, destinados a modificar la susceptibilidad adquirida o heredada, es decir, el terreno. Pero todo ello queda fuera del alcance de este libro.

Epidemiología La tuberculosis es una enfermedad de distribución universal que ha estado presente en la humanidad desde tiempos remotos. La incidencia de la TBC experimentó un crecimiento exponencial con los cambios que produjo la industrialización. Hasta ese momento, y a pesar de que no disponemos de muchos datos, la TBC era escasa. Las migraciones masivas del campo a la ciudad, el hacinamiento en los suburbios urbanos, la malnutrición, el alcoholismo, la falta de higiene, las condiciones laborales de explotación intensiva de hom195


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bres, mujeres y niños propias de la Revolución Industrial, crearon las condiciones idóneas para la eclosión de esta enfermedad y de otras muchas, como ya hemos tenido oportunidad de reseñar. Estas circunstancias se iniciaron en Europa y el mundo occidental en los siglos XVIII-XIX, y en el XX en Asia y África. Según algunas fuentes, el 30% de las muertes en Inglaterra durante el siglo XVIII eran debidas a la TBC, y a principios del siglo XIX las tasas de mortalidad eran del 800 por 100.000,449 pudiendo llegar a ser del 1.000 por 100.000 según otros autores.450 A finales del siglo XIX la tasa de mortalidad en Francia, según fuentes del Anuario Estadístico francés, era del 400 por 100.000.451 A partir de entonces y gracias a la mejora de las condiciones de vida, la morbimortalidad de la TBC ha sido descendente, exceptuando el período de las guerras mundiales. En Francia, la tasa de mortalidad en 1950, según las fuentes citadas, eran de 60 por 100.000, lo que supuso un descenso del 85% en relación a 1890 en ausencia de vacunación y cuando los tratamientos con antibióticos iniciaban su carrera.452 Esta tendencia, junto a la irrupción de la terapia antibiótica, hicieron pensar a los expertos en los años ochenta, que la erradicación de la TBC en los países desarrollados con suficientes recursos biosanitarios era posible en un período de tiempo relativamente corto —2010—.453 La realidad, no obstante, ha sido muy otra, puesto que desde hace unos años el número de casos, lejos de disminuir, aumenta. La progresiva pauperización a la que se ven sometidos numerosos grupos humanos, y también grandes ecosistemas tanto del primer como del tercer mundo, a causa de lo que ha sido dado en llamar globalización, y la eclosión del SIDA, que tampoco es ajeno a lo anterior, están en la base de esta tendencia. En estos momentos el estado real de la cuestión en el mundo es muy difícil de evaluar, ya que, según los estudiosos, “esta enfermedad afecta principalmente a países y colectividades deficitarios, que no disponen de recursos o medios técnicos suficientes para el diag449 URIARTE, X. “Tuberculosis y prueba tuberculina”, Natura Medicatrix, n° 46-47, 1997.

450 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll. “Vacuna BCG”, en SALLERAS, LL Vacunaciones Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998, Pág. 1578. 451 GEORGET, M. Vaccinations les vérités indesirables, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia. 452 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 236,

453 COMITÉ DE EXPERTOS, “Informe: La Tuberculosis en Catalunya”, Departament de Sanitat i Seguretat Social de la Generalitat de Catalunya, 1982. 196


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nóstico, registro y otras actividades de vigilancia epidemiológica”.454 En cualquier caso y más allá de la exactitud de las cifras, en 1990 la OMS calculaba que los infectados en el mundo, que no enfermos, eran 1.700 millones, y que en los últimos años se ha producido un aumento considerable.455 Estados Unidos ha incrementado las notificaciones en el período 1985-1992 un 20%, el mismo incremento se observa en Suiza entre 1989-90, en Italia el aumento en el período 1988-1991 fue del 27% y en España entre 1990 y 1992 el incremento llegó al 28%. En África y el Sudeste asiático el incremento en el período 1984-86 se situó alrededor del 40%.456 Nos podemos preguntar ¿cuáles son las causas de este perfil epidemiológico? Desde sectores académicos se apuntan diferentes factores como: el incremento del SIDA, las restricciones presupuestarias de los programas de control, el aumento de la población indigente o con escasos recursos, las migraciones, la inexperiencia del personal sanitario más joven, la pérdida de interés de la industria farmacéutica en la investigación, etc. Aun siendo ciertas, estas consideraciones, en cierta forma, no dejan de ocultar o minimizar las causas fundamentales del incremento de esta patología, a la que hace ya mucho tiempo que no se le puede considerar como la “peste blanca”. A algunos de nuestros antepasados que sufrieron la Guerra Civil y que enfermaron de TBC en la postguerra española se les ha oído, en alguna ocasión, afirmar con amargura “yo no enfermé de tuberculosis, enfermé de hambre y de pena”. Tal vez este lamento nos aproxime mucho mejor a la actual realidad epidemiológica. En efecto, cuando a los aparentemente fríos y anodinos datos estadísticos se les pone nombre y apellidos, observamos que según estimaciones de la OMS:457 1) El 95% de la morbilidad por TBC se produce en los países del “Tercer Mundo” y que los afectados en los países desarrollados son mayoritariamente marginados sociales: drogadictos, alcohólicos, indigentes, emigrantes, etc., es decir lo que hemos denominado el tercer mundo del primer mundo. 2) Que el 98%, de los 2,5 millones de muertes acaecidas en 1990 atribuibles a la TBC, eran habitantes del “Tercer Mundo”, de los cuales el 20% eran niños menores de quince años. 454 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll. Op. Cit. Pág. 406-407.

455 WHO, Global Tuberculosis situation and tuberculosis control programme. First programme report 1989-1990, Ginebra, 1995. 456 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 408. 457 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 408. 197


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3) Que mientras en el primer mundo fallece alrededor del 10% de las personas afectadas de TBC, son casi en su totalidad personas de edad avanzada y marginados sociales; en África mueren el 50%, en Latinoamérica el 40% y en Asia el 33%, mayoritariamente personas jóvenes en fase productiva. Aunque en España la mortalidad por TBC en el siglo XX presenta una trayectoria descendente, en el gráfico observamos dos partes diferenciadas. En la primera mitad del siglo esta trayectoria, que es menos acusada, presenta dos interrupciones. La primera se relaciona posiblemente, entre otros factores, con la gran pandemia de gripe de los años 1918-19, y la segunda con la Guerra Civil y la posguerra. Las tasas de mortalidad, no obstante, muestran un descenso significativo si tenemos en cuenta el incremento vegetativo de la población, ya que mientras las muertes atribuibles a la TBC (en todas sus formas) superaban el 200/100.000, habitantes en 1901, en 1936 estas se situaban entorno al 100/100.000, lo que supuso un descenso del 50%, descenso que solo puede ser atribuido a las mejoras en las condiciones de vida, ya que aún no se disponía de terapia antibiótica. A partir de los años cincuenta, una vez superados los estragos de la guerra civil, de la postguerra y el período de autarquía social y económica de los años cuarenta, la mortalidad presenta un descenso acusado al que también contribuiría, un poco más tarde, la aparición de los primeros antibióticos. La morbilidad ha seguido una evolución parecida a la mortalidad. Aunque solo disponemos de datos a partir de los años cincuenta, las curvas son paralelas. Cuando empezaron las vacunaciones masivas a final de los sesenta, las tasas de mortalidad eran de 14,6/100.000 y las de morbilidad del 17,8/100.000, lo que ha supuesto un descenso aproximado del 93% en el período 1901-1967 en ausencia de vacunación. La tendencia descendente de la morbilidad se frenó, como ha sucedido en otros países, en la década de los ochenta. La eclosión del SIDA, la inmigración y el incremento de las bolsas de pobreza están en la base de este cambio de signo.

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A juicio de los expertos, la incidencia actual de la TBC no es bien conocida en nuestro país, al no existir un sistema estatal de vigilancia epidemiológica. Es más, según estos mismos expertos, “los indicadores que se obtienen de la infección están interferidos por la vacunación masiva con BCG que se practicó en gran parte de España en los años ochenta y que aún se mantiene en algunas comunidades autónomas”.458 Esto hace referencia a la positivización de la prueba de la tuberculina en las personas vacunadas, lo cual dificulta el diagnóstico de las nuevas infecciones. En Catalunya, comunidad que sí dispone de un sistema de vigilancia activo, la incidencia aproximada de la TBC en los últimos años es del 50 por 100.000 y en España del 40 por 100.000 con datos de 1992. 459Las tasas de mortalidad en 1986 eran del 2-3 por 100.000 (965 muertes en una población de casi 40 millones) y no deben diferir mucho de las actuales. Las muertes se producen entre los ancianos y los marginados sociales.

La vacunación La búsqueda de una vacuna contra la tuberculosis se remonta al siglo XIX. Una vez identificado al microorganismo considerado responsable de la enfermedad, los intentos para la obtención de una vacuna se fueron sucediendo con poco éxito. Entre los esforzados investigadores podemos resaltar la figura del español Ferrán. 458 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 409.

459 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 409-410. 199


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La primera vacuna fue introducida por los franceses Calmette y Guerin en 1924. En realidad ese fue el año en que Calmette comunicó a la Academia de Medicina de París el resultado de las vacunaciones realizadas en más de 300 niños desde el 1921. Desconocemos los protocolos de seguridad y control seguidos en aquellos años, aunque es de suponer que, como en el caso de la viruela, los orfanatos aportaron el material humano indispensable para la experimentación.460 Es probable, como apunta Lluís Salleras, que dicha experimentación no hubiera tenido lugar de haber existido en aquellos tiempos los controles sobre seguridad existentes en la actualidad.461 La vacuna se administraba por vía oral al considerarse, equivocadamente, que ésta era la principal vía de entrada para el desarrollo de la infección. La vacuna utilizada había iniciado su andadura en 1906, cuando los franceses Albert Calmette y Camille Guerin obtuvieron los bacilos vivos necesarios para el desarrollo de su investigación de la leche de una vaca con mastitis tuberculosa. Después de más de diez años de cultivos, estamos ya en 1919-20, obtuvieron una cepa a la que consideraron poco virulenta, y el microorganismo recibió el nombre de Bacilo de Calmette y Guerin, más conocido con las siglas de 460 NdE Al respecto aportamos la siguiente información sobre experimentaciones sobre población vulnerable “En Irlanda se denunció recientemente que a mediados de los 70 se hicieron pruebas con nuevas vacunas en madres solteras y sus bebés, 80 de los cuales enfermaron gravemente. También se sospecha que algunos de los restos de niñxs hallados en fosas comunes en ese país estén relacionados con ese tipo de experimentación. (ver http://andresrepetto.tv/nota/irlanda-investigan-fosacomun-de-800-bebes-13). Es interesante destacar que en las pruebas de Irlanda está involucrado el laboratorio británico Glaxo, que fue multado por la justicia argentina por prácticas poco éticas para la obtención de consentimiento informado en unas pruebas de vacunas contra la neumonía y la otitis que se llevaron a cabo entre 2007 y 2008 en poblaciones de bajos recursos de Santiago del Estero, San Juan y Mendoza. La justicia no se animó a vincular la muerte de 14 bebés que participaron en las pruebas con las vacunas ¿pero hace falta que un juez nos lo diga para que sea cierto? (ver http://www.diariodepuan.com.ar/2012/01/la-prueba-de-una-vacuna-habriaprovocado-la-muerte-de-14-bebes-en-el-norte-del-pais/). En tiempos de ébola, recordamos aquí a los miles de trabajadores que quedaron ciegos, fueron amputados o muertos a consecuencia de los experimentos que realizaron las potencias coloniales con la vacuna Lomidina ante los estragos que estaba provocando la tsé-tsé y la tripanosomiasis, en tiempos de post guerra, cuando la mano de obra barata de África les resultaba tan necesaria.(ver http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/ conejillos-farmacopea-occidental_0_1240675936.html)” de Marcus, Adriana en conversaciones con el Grupo Salud! De la Cazona de Flores, Acerca de las Vacunas, Editorial Madreselva, Buenos Aires, 2015, pag. 49. 461 SALLERAS, LL “Concepto, clasificación y características generales de las vacunas”, en SALLERAS, LL. Vacunaciones Preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998, Pág. 8. 200


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BCG. A partir de aquí se desarrollaron algunos experimentos en cobayos y vacas, hasta que en 1921 se iniciaron las experimentaciones en niños que acabamos de mencionar. Fue la primera vacuna obtenida y prácticamente la única que se ha utilizado en la historia de la vacunación contra la tuberculosis. Estamos por tanto, como en el caso de la viruela, aunque con otros matices, delante de una auténtica vacuna, al ser la materia base los bacilos de origen vacuno, es decir del Mycobacterium bovis. Desde sus inicios la vacuna contra la tuberculosis ha sido objeto de numerosas y sonadas controversias, y no precisamente de sectores antivacunalistas. La polémica tenía y tiene que ver con la eficacia y, por supuesto, con la seguridad. De hecho es una vacuna que se ha ido retirando paulatinamente de los diferentes calendarios de vacunación y muy pocos países desarrollados la contemplan. En España dejó de utilizarse en los años ochenta, a excepción de alguna comunidad autónoma como el País Vasco, y en Francia, patria de Pasteur, Ramon, de Calmette y Guerin, no solo se sigue utilizando sino que además es obligatoria. Las primeras voces de alarma procedieron de algunos microbiólogos que constataron la presencia de bacilos virulentos en diferentes cultivos. En 1930, la llamada Tragedia de Lübeck incrementó el rechazo y dificultó aun más su aceptación. En esta ciudad alemana fueron vacunados 251 niños por vía oral y de ellos murieron 72 por tuberculosis y 32 más padecieron la enfermedad.462 La consecuencia inmediata de la Tragedia de Lübeck fue el abandono de las vacunas orales y la recomendación de utilizar la vía dérmica. Después de la II Guerra Mundial, la vacunación antituberculosa recibió un fuerte impulso, y si en 1948 se calculaba que el número de vacunados alcanzaba los 5 millones, en 1960 se habían vacunado, en campañas masivas, a más de 130 millones de personas de los países afectados por la II Guerra Mundial, a los que se añadieron los del Tercer Mundo.463 España, que en pleno período autárquico quedó fuera de estas campañas, puso en marcha el Plan Nacional de Erradicación de la Tuberculosis en 1965. Dicho plan, que incluía la vacunación con la BCG de recién nacidos, escolares y adolescentes tuberculina-negativos, finalizó en 1973, aunque la vacunación se siguió practicando algunos años más.464 En los años setenta las campañas de vacunación se llegaron a implementar en 169 países, y a finales de los ochenta la OMS 462 URIARTE, X Op. Cit. Pág. 17.

463 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 405-406. 464 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 406. 201


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incluyó esta vacuna en el Programa Ampliado de Vacunación— EPI—. En la actualidad se cree que han sido vacunadas con el BCG unos 2.000 millones de personas. Si la seguridad de la vacuna siempre ha sido cuestionada, la eficacia no le va a la zaga, como lo demuestra el hecho de que en 1992 la Conferencia de Consenso para Control de la Tuberculosis recomendó la suspensión de la vacuna sistemática con BCG en España. No obstante, esta práctica ya había sido abandonada en Barcelona en 1974 y fue suspendida en otras muchas provincias en años sucesivos, aunque eso no ha evitado que en nuestro país hayan o hayamos recibido la vacuna unos 16 millones de personas. 465 Llegados a este punto nos podemos preguntar ¿por qué razón la OMS incluye esta vacuna en el EPI en 1988 cuando muchos países desarrollados la habían abandonado? o ¿por qué incluye esta vacuna en el EPI cuando los datos epidemiológicos de la OMS muestran que sirve o ha servido de muy poco? Decíamos que la eficacia ha sido y es otro de los aspectos más controvertidos y polémicos de esta vacuna. Desde sectores oficialistas se reconoce que “esto es debido a que existen numerosos aspectos de esta vacunación que aún son mal conocidos y a que los datos relativos a su eficacia son discordantes”.466 Esta afirmación, aunque sorprendente, no debe extrañarnos, pues ya hemos tenido oportunidad de señalar que desde sectores vacunalistas se admite que la interacción de las vacunas con la celularidad inmunitaria no se conoce en detalle; lo que sucede es que en el caso de la tuberculosis este reconocimiento toma mayor relevancia ya que, al ser en principio las micobacterias parásitos intracelulares, la inmunidad celular es la que juega un papel fundamental en el control y desarrollo de la enfermedad. Lo que sí debe extrañarnos es que la vacuna se siga utilizando cuando al mismo tiempo se afirma que “la realidad es que, mientras la vacunación ha erradicado la viruela y ha conseguido el control de la poliomielitis, la difteria y el sarampión, se sigue discutiendo sobre el BCG, a pesar de las campañas de vacunación masiva iniciadas a partir de 1950, con el soporte económico de la UNICEF y con la dirección técnica de la OMS”;467 de hecho se reconoce que la vacunación no impide la infección aunque “es probable que la bacilemia inicial tras la primoinfección sea obstaculizada” y que “los datos obtenidos apoyan la hipótesis de que la vacunación BCG protegería más frente a la enfermedad 465 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 406. 466 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 424. 467 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 424. 202


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tras la infección reciente que frente a la enfermedad por reactivación endógena”.468 Vemos, pues, que los supuestos y condicionales son muchos, que los ensayos sobre eficacia son contradictorios y que la realidad muestra que, a pesar de las intensas campañas de vacunación, la tuberculosis crece sobre todo en el denominado Tercer Mundo y en el “tercer mundo” de los países desarrollados. Los ensayos sobre la eficacia de la vacuna BCG muestran resultados totalmente dispares. Desde la época en que Calmette y Guerin pusieron a punto la vacuna, solo una decena de ensayos clínicos controlados con todos los requisitos de calidad se han llevado a cabo, la mayoría en India y EEUU.469 De entrada, lo primero que hay que señalar es que el BCG es una cepa derivada del bacilo que provoca la tuberculosis en los bovinos, por tanto, como plantea M. Georget, surge de inmediato el interrogante ¿por qué razón ha de ser eficaz en las personas cuando no lo es en los bovinos y los veterinarios han abandonado su uso hace ya mucho tiempo?470 En segundo lugar, hay que decir que las diferentes vacunas, preparadas en diferentes laboratorios a partir de la cepa original de Calmette-Guerin, presentaban diferentes propiedades, lo que llevó a la OMS, como responsable, a reducir el número de centros de producción y la estandarización de los protocolos de fabricación; sin embargo “ningún procedimiento experimental ha demostrado suficiente capacidad para evaluar la efectividad de la vacuna BCG en el hombre, por lo cual una vez que se ha determinado la ausencia de toxicidad y las características de un lote de vacuna, deberá evaluarse en estudios clínicos controlados y posteriormente volver a ser estudiada para investigar posibles mutaciones bacilares”.471 En relación a los ensayos clínicos controlados que mencionábamos, reseñamos lo que los sectores oficialistas concluyen a modo de resumen ya que, por su relevancia, creemos que no precisa de comentarios.472 Veamos: 1. Que las eficacias oscilan entre el 80% y el 0%. Incluso hay un ensayo que da eficacias negativas (-57%), es decir en los vacunados se dieron más casos de tuberculosis que en los no vacunados. 2. Que la explicación verdadera a este fenómeno sigue siendo un misterio. 3. Que la vacuna no evita la infección ni la transmisión. 468 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 424-425. 469 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 235. 470 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 235.

471 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 419.

472 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 430-431. 203


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4. Que la vacuna protegería limitando la diseminación en sangre y que probablemente también sería eficaz en las reactivaciones endógenas en fases precoces de la vida, pero no en las reactivaciones de los adultos ni en las nuevas reinfecciones. Las cursivas son nuestras y pretenden remarcar lo hipotético de estas afirmaciones, ya que un poco más adelante veremos que en Barcelona se produjo un intenso descenso de las meningitis tuberculosas en los niños tras la supresión de la vacunación con el BCG. 5. Que la protección es limitada en el tiempo. Máximo diez y quince años. Y que no se debe revacunar. 6. Que el BCG no protege a los individuos infectados, que son los que tienen mayor riesgo de enfermar. 7. Que con una cobertura vacunal total, en el mejor de los casos la mortalidad global por tuberculosis se podría reducir en solo el 6%. 8. Que la vacunación no influye en el descenso del RAI (Riesgo Anual de Infección). 9. Que al ser una vacuna con bacterias vivas, preocupa el riesgo de complicaciones graves o mortales en niños o adultos infectados por el HIV, que son los grupos de máximo riesgo para enfermar de tuberculosis. 10. Que la hipersensibilidad tuberculínica posvacunal dificulta la diferenciación entre la prueba tuberculínica positiva por infección o por vacunación, con lo que: a) disminuye el valor predictivo de la prueba de la tuberculina; b) interfiere en la indicación de otras estrategias de prevención; c) dificulta el diagnóstico de formas no bacilíferas de la tuberculosis, e d) impide el cálculo de los indicadores epidemiológicos de la infección. A la luz de lo expuesto, y teniendo en cuenta que ha sido vacunada 1/3 de la población mundial, no podemos dejar de mostrar nuestra perplejidad, la cual se incrementa cuando la OMS continúa recomendando la vacunación en numerosos países del Tercer Mundo, administrándola de forma precoz y combinada con otras vacunas. Además, si se sabe que la evolución de la tuberculosis depende de las condiciones de vida y que existen otras estrategias de control más efectivas ¿por qué no se dirigen los esfuerzos y los presupuestos económicos en esa dirección? Existen numerosos ejemplos de estrategias de prevención y control que ponen de manifiesto la irracionalidad de la vacunación 204


Vacunaciones sistemáticas en cuestión

con BCG. Estados Unidos, Canadá y Holanda nunca han vacunado sistemática y masivamente. Holanda presentaba en 1970 las tasas de mortalidad por tuberculosis más bajas del mundo.473 Y sin vacunación, en veinte años, los pueblos esquimales de Alaska consiguieron reducir la incidencia de esta enfermedad a unos parámetros que otros países desarrollados consiguieron en cincuenta o cien años, vacunación incluida. Estas estrategias, junto a los efectos adversos observados, permitieron que otros países como Suecia, Checoslovaquia, España, etc. abandonaran la vacunación sistemática de los neonatos. Pero hay más; desde la propia administración sanitaria se afirma que en Barcelona se produjo un intenso descenso de las meningitis tuberculosas en los años que siguieron a la supresión del BCG, esas mismas fuentes afirman que lo anterior “sugiere que la campaña de vacunación sistemática de los recién nacidos efectuada durante ocho años no había conseguido modificar de manera sustancial el riesgo de desarrollar meningitis tuberculosa en niños menores de cinco años”.474 Después de una afirmación así podemos preguntarnos ¿por qué vacunaron durante 8 años a los recién nacidos, si ya se sabía que la eficacia de la vacuna era prácticamente nula?, además, si se produjo un intenso descenso de la meningitis tuberculosa después de suspender la vacunación, lo lógico es pensar que la vacuna era la causante, entonces ¿cuántos casos de meningitis tuberculosas o becegeítis han sido atribuidos a la vacuna?, ¿quién o quiénes han asumido responsabilidades por semejante despropósito? Plantearse estas preguntas resulta legítimo si tenemos en cuenta que la secuencia introducción vacunadescenso de la morbimortalidad (efectividad) es el argumento más utilizado para justificar las estrategias preventivas mediante vacunación, constituyendo el eje central en torno al cual pivota la praxis y el mito vacunal. Sin embargo parece existir una “doble vara de medir” a la hora de evaluar la efectividad de los programas de vacunación, de manera que si al implementar campañas masivas se constata un descenso de la enfermedad, la conclusión es que la efectividad es incuestionable, aunque ese descenso haya comenzado décadas antes; ahora bien, si tras la retirada de una vacuna (BCG) asistimos a un intenso descenso de las meningitis tuberculosas, la conclusión no pasa por responsabilizar a la vacuna sino por sugerir que “la campaña de vacunación sistemática de los 473 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 236.

474 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 433. 205


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recién nacidos efectuada durante ocho años no había conseguido modificar de manera sustancial el riesgo de desarrollar meningitis tuberculosa en niños menores de cinco años”.475 Es más, en el caso de la gripe, como veremos en el próximo capítulo, se afirma que la vacunación es una buena herramienta para combatir la morbilidad, cuando paradójicamente la incidencia de la enfermedad se multiplicó por cuatro, coincidiendo con intensas campañas de vacunación. No es fácil entender la falta de rigor y el sesgo con el que algunos responsables sanitarios evalúan la efectividad de las estrategias vacunales. Para ilustrar mejor lo manifestado y la futilidad de la vacunación con el BCG, un pequeño comentario sobre la evolución de la mortalidad por tuberculosis en dos países, uno Francia, que sigue vacunando sistemáticamente, y otro Holanda, país que, como ya hemos visto, nunca utilizó esta estrategia y que en 1970 presentaba las tasas de mortalidad por tuberculosis más bajas del mundo. Como agudamente remarca M. Georget, la existencia de referencias comparativas permite evaluar tanto en el tiempo (qué evolución se ha seguido antes y después de la vacunación) como en el espacio (evolución de la enfermedad en dos países de nivel socioeconómico similar en el que uno vacuna y el otro no) el impacto real de la vacunación sobre determinada enfermedad. En el caso de la tuberculosis, las tasas de mortalidad se incrementaron en Francia y Holanda durante la II Gran Guerra. Al acabar el período bélico, las tasas de incidencia eran prácticamente idénticas en ambos países, sin embargo veinticinco años después la tasa de mortalidad francesa era ¡7 veces superior! a la holandesa.476 Francia, cuna del racionalismo, declaró obligatoria la vacunación con BCG en 1950 y lo sigue siendo en pleno siglo XXI.

Efectos adversos Como consecuencia de la Tragedia de Lübeck, la Academia de Medicina de París creó una comisión a petición del mismo Calmette, que certificó, como es habitual, la inocuidad del BCG en julio de 1931, aunque la aceptación de la vacuna encontró muchas dificultades. El uso masivo empezó al acabar la II Guerra Mun475 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 433. 476 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 236.

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dial, y desde sectores vacunalistas se afirma que “A pesar de que la vacunación con BCG ha sido muy utilizada (...) y de haberse comunicado evoluciones desfavorables de las lesiones vacunales y diseminaciones generalizadas, no se conoce con certeza el riesgo de efectos adversos atribuibles a su uso. Ello se debe a que las complicaciones locales, como adenitis regionales, supuradas o no, o úlceras locales progresivas, no son declaradas como complicaciones, no son diagnosticadas correctamente o no se hace un seguimiento de ellas”477 (las cursivas son nuestras). Curiosa afirmación, suscrita además por el ex-director general de Salud Pública de la Generalitat de Catalunya, Sr. Lluís Salleras, que no debe sorprendernos, puesto que ya hemos señalado que los efectos secundarios de las vacunas se minimizan, se niegan o no se investigan. Y si esto sucede con el BCG y para efectos tan conocidos y frecuentes como las adenopatías, supuradas o no, ¿qué será de aquellos efectos más graves o de aquellos otros que se dilatan más en el tiempo? En realidad, las afirmaciones de Ll. Salleras están expresando el desconocimiento que existe sobre el impacto real de las vacunaciones en la salud de la población; mal que nos pese, la metodología y los observadores distan de ser los idóneos. Los efectos adversos de la vacuna con el BCG son numerosos. La Unión Internacional contra la Tuberculosis y Enfermedades Respiratorias, en dos estudios realizados en los años setenta, registra los siguientes: ulceraciones, abscesos y adenitis regionales supuradas; infecciones diseminadas por BCG, entre las que destacan casos no mortales como otitis, abscesos retrofaríngeos, osteomielitis, infecciones renales, pulmonares, meníngeas, adenitis mesentéricas, adenitis múltiples; infecciones con complicaciones mortales. También registran estos estudios síndromes posvacunales y patologías asociadas a la vacuna BCG como lupus, complicaciones cutáneas, oculares y casos mortales sin especificar. A estos efectos habría que añadir, además, las reacciones locales adversas.478 En cuanto a la frecuencia de estas reacciones, vemos que varían enormemente de un país a otro y dependerá, lógicamente del sistema de vigilancia. Si consideramos las osteítis, una de las complicaciones más frecuentes junto a las adenitis supuradas, M. Georget apunta que en el período 1948-1974, en Finlandia, eran de 1 caso por cada 21.800 vacunaciones; en Suecia de 1 caso cada 477 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 420-421. 478 ALCAIDE, J. ALTET, M. M. SALLERAS, Ll.. Op. Cit. Pág. 420. 207


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28.270, pero en Francia eran de ¡1 caso cada 2.700.000!479 Esta disparidad en los datos no responde a ninguna maldición bíblica sobre el pueblo escandinavo y es debida a que en Francia no existe sistema de vigilancia regular de las complicaciones. En Suecia, continúa Georget, la declaración de efectos por BCG se hizo obligatoria a partir de 1972, lo que permitió establecer una tasa de osteítis de ¡1 caso cada 3.500! vacunaciones.480 La suspensión de los programas de vacunación masiva con BCG fue la medida inmediata que tomaron las autoridades sanitarias suecas. La complicación más grave por el BCG son las infecciones generalizadas, que son las que acaban produciendo más casos mortales. Según M. Georget es falso que se produzcan exclusivamente en personas inmunodeficientes. Dice este autor que en un estudio retrospectivo realizado por J.L. Casanova, publicado en 1996, abarcando el período 1974-94, se produjeron 16 casos de infecciones generalizadas, ocho de ellos mortales.481 En la mitad de los casos no se encontró ningún déficit inmunitario, además, ¿cómo saber quién padece o padecía un déficit inmunitario si se vacuna o vacunaba, sin estudio previo, a los recién nacidos?

La prueba de la tuberculina Como el diagnóstico de la tuberculosis no siempre resulta fácil, la reacción a la tuberculina se utiliza como indicador de infección, especialmente en los países con baja prevalencia. Por esta razón, a menudo se realiza esta prueba para el diagnóstico precoz en centros donde cohabitan colectivos en estrecho contacto, como escuelas, hospitales y cuarteles. También llamada prueba del Mantoux, consiste en la inyección intradérmica de 0,1 ml de tuberculina en la cara interna del antebrazo. En un principio se utilizaba un extracto de proteínas procedente del Mycobacterium tuberculosi sobtenidas por filtración de cultivos, a este antígeno purificado se le denomina en la actualidad PPD (protein purified derivate). A los dos o tres días puede aparecer una pápula que se considera positiva a partir de los 6 mm de diámetro en las personas no vacunadas con el BCG, y de 10 mm o 479 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 132. 480 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 132. 481 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 133. 208


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más en los vacunados. A estas personas se les denomina “reactores”. A la personas negativas que se tornan positivas se les conoce como “conversores” si esto sucede en un plazo inferior a dos años. Ser “reactor” o “conversor” no significa estar infectado, es sencillamente un elemento de sospecha que deberá ser ratificado con otras pruebas. Además el resultado del Mantoux puede ser modificado por fármacos como los corticoides; por vacunas como la polio, difteria, rubéola, paperas, fiebre amarilla y tos ferina; por haber padecido enfermedades como tos ferina, fiebre tifoidea, escarlatina, gripe, rubéola, hepatitis, etc. y por la repetición del Mantoux mismo. La prueba por otro lado no es inocua. El Dr. X. Uriarte apunta en su libro Los Peligros de las Vacunas que puede actuar como toxina sensibilizante y modificar el terreno hacia un estado alérgico, con lo que pueden reactivarse estados tuberculosos latentes o aparecer alergias cutáneas, respiratorias o digestivas; pueden activarse también virus de la hepatitis, mononucleosis infecciosa y provocar reacciones autoinmunes.482 El mismo Calmette advertía de los riesgos de utilizarla repetidamente en intervalos cortos de tiempo.

La gripe La gripe es una enfermedad que afecta a extensas capas de población durante los meses de otoño e invierno. Clínicamente se caracteriza por la aparición de fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, molestias musculares o articulares, congestión, debilidad, malestar general, etc. que es lo que popularmente se conoce como “trancazo”, ya que a menudo las personas afectadas dicen encontrarse igual que si les hubieran dado una paliza. En la mayoría de la población la gripe cursa como un proceso benigno que se resuelve en unos pocos días. Solo un pequeño porcentaje de casos presentan complicaciones, dando lugar a afecciones más graves. Habitualmente esto sucede en personas inmunodeprimidas o con enfermedades crónicas, y en los extremos de la vida, especialmente en los ancianos. La trascendencia de la enfermedad, desde el punto de vista de la salud pública, estriba en la gran difusión y distribución del proceso, que suele afectar a colectivos muy amplios y en períodos 482 URIARTE, X Op. Cit. Pág. 174. 209


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de tiempo muy cortos, lo que se traduce en un notable aumento del ausentismo laboral y escolar, y el correspondiente colapso de los centros sanitarios. La forma actual de entender los modos de enfermar, impregnada de una fuerte “microbiomanía”, considera que la gripe es una enfermedad de carácter vírico. Para los que defienden esta tesis, los estudios microbiológicos no son muy alentadores, de hecho durante la temporada 2000-2001 se analizaron en los laboratorios del Hospital Clínico de Barcelona y en los del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de la misma ciudad, 506 muestras faríngeas, de las que solo resultaron positivas 33, es decir el 6%, 16 para el virus A, 2 del B, 13 del VRS y 2 adenovirus.483 Positivas no quiere decir que el microorganismo aislado haya sido el responsable, quiere decir sencillamente que lo identificaron en la muestra; es probable que si analizaran la población microbiana y vírica de nuestra faringe en condiciones normales, las muestras saldrían positivas para muchas cepas. Además, con esta explicación tan simple, no se acaba de entender qué sucede con estos virus en las épocas del año en que la gripe no es epidémica ¿dónde se esconden?, tampoco resulta comprensible cómo pueden afectarse al mismo tiempo poblaciones muy distantes; tampoco se explica por qué la incidencia es tan intensa en las estaciones frías, o en el tránsito del otoño al invierno. Indudablemente tienen que existir otras razones, aunque somos conscientes de que cuantificar y objetivar las circunstancias desencadenantes o facilitadoras no debe ser tarea fácil. Es a la vez un proceso muy poco operativo cuando de lo que se trata es de producir vacunas y otros fármacos a nivel industrial. Desde esta consideración resulta mucho más pragmático considerar al microbio o virus como único responsable. Esto que sucede con otras muchas enfermedades catalogadas de infectocontagiosas, resulta demasiado evidente con esta enfermedad a la que llamamos gripe. Decíamos en capítulos anteriores que los virus son entes muy especiales, a caballo entre lo vivo y lo no vivo. Tampoco se sabe su origen, si tienen un carácter endógeno (origen interno) o exógeno (origen externo), o ambas cosas a la vez. Lo que está claro es que, al igual que sucede con las bacterias, nuestras mucosas digestiva y respiratoria contienen muchos de estos diminutos seres. Los manuales de microbiología han relacionado con la gripe a numerosos grupos virales, entre los que podemos destacar a los Orthomyxoviridae. A este grupo pertenecen los virus influenza A, B, C, que están sujetos 483 Butlletí Epidemiologic de Catalunya, Vol. XXII, Extraordinari 1r. trimestre, julio 200, 86-87. 210


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a mutaciones constantes; también pertenecen a este grupo los virus parainfuenzae. Al grupo de los Paramyxoviridae pertenece el VRS o virus respiratorio sincitial, teórico causante de cuadros respiratorios agudos en los lactantes. Otro grupo lo constituyen los Picornaviridae al que pertenecen los rhinovirus y los echovirus. La lista se amplía con otros grupos como los Adenoviridae, los Coronaviridae, etc. No pretendemos con ello abrumar al/la lector/a, sino aproximarlo a una realidad compleja y dotarlo de elementos de juicio que le permitan adoptar decisiones con racionalidad. Veremos que las vacunas antigripales se preparan anticipadamente, la temporada anterior, con algunos virus potencialmente sospechosos. Para otros enfoques médicos las gripes representan crisis de desintoxicación en el tránsito del verano al invierno. Desde este punto de vista es aconsejable aprovechar la ocasión para hacer una “buena limpieza” interna. Un sabio aforismo, atribuido a un notable médico del siglo XVII, sentenciaba que “las enfermedades agudas son divinas y las crónicas humanas”. Seguramente no iba muy desencaminado nuestro ilustre antepasado; es probable que la actual supresión reiterada de cuadros agudos y otras respuestas biológicas como la fiebre y/o la inflamación, que tienen lugar desde los primeros días de nuestra existencia, sean factores que ayuden a entender el notable incremento de las enfermedades degenerativas. Por tanto, delante de una gripe se trataría de guardar reposo, ingerir alimentos suaves, zumos, tisanas, etc., incluso aprovechar la ocasión, por qué no, para hacer un pequeño ayuno; se trataría en definitiva de “tomarse un pequeño respiro biológico” pero esto, lógicamente, entra en contradicción con el ritmo trepidante de las sociedades modernas, en las que todos sabemos que “no hay tiempo que perder” porque “el tiempo es oro”.

Epidemiología La gripe ya era una enfermedad conocida en la antigüedad. Las primeras referencias las encontramos en los escritos hipocráticos, siendo muy ilustrativas las descripciones de una epidemia acaecida en el siglo V a. C. En la literatura médica del siglo XVII encontramos la primera descripción detallada de esta enfermedad de la mano de Willis y Sydenham.484 El nombre actual de la enfermedad se remonta al siglo XVIII. Los autores anglosajones adoptaron el vocablo italiano in484 URIARTE, X Op. Cit. Pág. 174. 211


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fluenza, aunque a nivel popular se le conoce como “flu”. Esta palabra procede del latín influencia y hace referencia al conjunto de afecciones que durante el medioevo eran achacables a influencias cósmicas o a fuerzas ocultas. Aunque se le puede atribuir a esta creencia tintes mágico-religiosos muy desprestigiados por el racionalismo imperante, vemos que nuestros antepasados no iban muy desencaminados, puesto que ¿cómo se explica la eclosión de las epidemias gripales durante los meses fríos?, ¿cuáles son las “fuerzas ocultas” o, en lenguaje actual, circunstancias desencadenantes y/o facilitadoras? Por su parte, el denominativo “gripe” deriva del suizo-alemán grüpi (acurrucarse) a través del francés grippe. Esta palabra empezó a utilizarse en el siglo XVIII y también es de uso común en el mundo de la mecánica; la expresión “el motor se ha gripado” hace referencia a una situación de atasco, bloqueo, alegóricamente similar a la de la persona engripada. Es difícil conocer la incidencia de la gripe en el pasado, se dice que entre los siglos XII y XVIII sucedieron 38 epidemias importantes.485 Los datos actuales hablan de picos epidémicos cada 2-4 años y de grandes ondas pandémicas cada 20-30 años. Entre ellas destacan las de 1889-91 que empezó en Siberia; la de 1918-19, también llamada “gripe española”, que fue la de mayor magnitud en cuanto al número de afectados y de muertes, aunque su origen sigue siendo motivo de controversias entre los expertos; la de 1947-48 que se localizó en un primer momento en Australia; la de 1957-58 conocida como “gripe asiática” al empezar en China, y la de 1968-69 o “gripe de Hong Kong”.486 Dado que ya han pasado más de treinta años desde la última gripe pandémica, los epidemiólogos consideran que cuanto más tiempo transcurra, más próxima se encuentra. Como datos a tener en cuenta señalaremos que se produjeron grandes pandemias después de las dos guerras mundiales y que los tipos o subtipos virales implicados diferían de unas a otras.

Una pequeña digresión sobre la gripe A o la profecía autocumplida No sabemos si los epidemiólogos son agoreros o tienen mala suerte, pero lo cierto es que, en relación a la probable y devastadora gran 485 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. “Vacuna antigripal”, en SALLERAS, LL. Vacunaciones preventivas, Ed. Masson, Barcelona, 1998, Pág. 229. 486 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 230-232 212


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pandemia, parece haberse cumplido al pie de la letra el conocido tema de la profecía autocumplida. Buceando en Internet podemos leer en la Wikipedia: “Se pueden encontrar ejemplos de profecías que se autorrealizan en la literatura universal,…., pero es en el siglo XX cuando la expresión es acuñada por el sociólogo Robert K. Merton, quien formalizó su estructura y sus consecuencias. En su libro Teoría social y estructura social, Merton da la siguiente definición: La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición «falsa» de la situación que despierta un nuevo comportamiento, que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva «verdadera». En efecto, en este caso bastó con el nombramiento de la Dra. Margaret Chan como nueva Directora General OMS en 2006 para que la profecía iniciase el proceso de autorrealización. En el momento de ser elegida Directora General, la Dra. Chan era Subdirectora General de Enfermedades Transmisibles de la OMS y Representante del Director General para la Gripe Pandémica. Pues bien, una de las primeras cosas que realizó la Dra. Chan, tras los primeros casos de gripe porcina de marzo de 2009, fue cambiar la definición de pandemia, y así volvemos a leer en Wikipedia: En el mes de mayo del año 2009 la OMS cambia la definición de pandemia. Antes de este cambio, “Pandemia” se definía como: “Infección por un agente infeccioso, simultánea en diferentes países, con una mortalidad significativa en relación a la proporción de población infectada”. En la nueva definición de “pandemia” se ha eliminado la característica de “mortalidad”. Esto evoca el famoso aforismo que reza: “hecha la ley, hecha la trampa”. Como hemos comentado, los primeros casos de la “nueva” gripe aparecen en los USA en marzo de 2009 y rápidamente se extiende la alarma. Al principio se le llama gripe porcina y posteriormente gripe A (H1N1). En Mayo de 2009 se cambia la definición de pandemia. El 11 de junio de 2009 la OMS eleva la alerta a su máximo nivel, el 6, obligando a los países miembros a implementar medidas preventivas. El resto es bien conocido por todos: acopio del famoso antigripal Tamiflu, de eficacia más que dudosa, por numerosos países que posteriormente se “pudrirían” en los almacenes, y desarrollo de una nueva vacuna por los laboratorios que, dada la premura, fueron exonerados de los posibles efectos adversos, entre los que destacaron numerosos casos de narcolepsia. La nueva vacuna se vendió a precios exorbitantes; como denunció Joan Ramón Laporte, su precio era 10 veces superior al de la gripe estacional, pues mientras el coste de ésta se situaba en 0,7 €, el de 213


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la gripe A fue de 7 €. De este modo y manera, las arcas públicas fueron elegantemente diezmadas. Finalmente la mortalidad global por gripe A fue, aproximadamente, del 10% en relación a la de la gripe estacional. La profecía se había autocumplido. En 2012 la Dra. Chan fue reelegida en el cargo de Directora General de la OMS. Para los interesados recomiendo visualizar el video de la Dra. Teresa Forcades titulado “Campanadas por la gripe A”, de gran resonancia mediática. Acabada esta pequeña digresión y volviendo a la gripe estacional, hay que añadir que aunque, epidemiológicamente hablando no es fácil cuantificar el número de afectados, se calcula que en los últimos treinta años la tasas de morbilidad en España han oscilado entre el 2 y el 10% de la población en cifras aproximadas. Así, según datos del Centro Nacional de Epidemiología, el año de menor incidencia fue 1970, con un total de 434.098 personas afectadas, con tasas del 1,2%, mientras que el de mayor afectación data de 1986 con tasas del 11,4% y un número total de 4.556.036 de personas enfermas, lo que supone un aumento del 1.000%, es decir 10 veces más. El análisis permite elaborar unas curvas de la evolución epidemiológica, en las que se observa un notable incremento de las tasas de morbilidad desde mediados de la década de los ochenta. Efectivamente, grosso modo, vemos cómo las tasas de morbilidad se sitúan en torno al 3% de media entre 1967 y 1980, sin embargo desde esas fechas hasta 1995 las tasas giran alrededor del 10%. No sabemos cuáles son las causas de este notable incremento, algunos pueden hablar de un mayor rigor en los servicios de vigilancia epidemiológica, lo que aumentaría el número de diagnósticos, pero lo significativo es que el número de casos es francamente superior desde que se implementan planes masivos de vacunación antigripal. No queremos con esta constatación establecer relaciones de causalidad simples y maniqueas, a lo largo de todo el libro hemos intentado transmitir la idea de que la dinámica infectocontagiosa es compleja y que no se puede reducir la patología al binomio microorganismo-huésped sin tener en cuenta las condiciones de vida; ahora bien, si los hechos hubiesen sucedido al revés, estamos convencidos de que los sectores vacunalistas no hubiesen dudado en afirmar que el mérito corresponde a las estrategias preventivas basadas en la vacunación. De todos modos, lo cierto es que durante la campaña del invierno 1983-84 se dispensaron dos millones de vacunas y que paulatinamente el número de dosis ha ido aumentando hasta rondar los siete millones de 214


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unidades en la campaña 1992-93, lo que convierte a nuestro país en el primer consumidor mundial de vacunas antigripales en cifras relativas, con una tasa de 175 dosis por cada 1.000 habitantes.487

A la luz de los datos, no parece que esta medida preventiva haya cambiado la dinámica epidemiológica, más bien al contrario, a pesar de lo cual los responsables sanitarios siguen adelante con esta estrategia, con la oposición de prestigiosos especialistas que consideran a esta vacuna como inútil, solicitando en numerosas ocasiones su retirada del mercado.488 Algunos informes médicos, aparecidos en los medios de comunicación incluso aconsejan vacunar de la gripe a los niños, porque de ese modo se reduce la mortalidad de los ancianos.489 No podemos dejar de mostrar nuestro asombro ante semejantes manifestaciones, que en realidad descubren una especie de fe ciega, cuasi religiosa, en la eficacia, bondad e inocuidad de las vacunas y sus componentes.

487 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 230-232.

488 Ver el trabajo del Dr. Juan Gervas y colaboradores: Di no a la vacuna de la gripe (por razones éticas y científicas). Ni para ti, ni para tus pacientes, ni tus parientes. http://www.actasanitaria.com/opinion/el-mirador/articulo-di-no-a-la-vacuna-lagripe-por-razones-eticas-y-cientificas-ni-para-ti-ni-para-tus-pacientes-ni-paratus-parientes.html 489 La Vanguardia, lunes 9 de julio de 2001, pág. 24. 215


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La vacunación Las vacunas antigripales se fabrican utilizando 3 cepas víricas (¿por qué no 4 ó 5 ó 6?) diferentes, que son las que la OMS recomienda cada año según la información obtenida de los Programas de Vigilancia Internacional (PIGV); esto quiere decir que la vacuna de cada año se prepara sobre estimaciones elaboradas en la temporada gripal anterior. Teniendo en cuenta la gran variabilidad de virus relacionados con la gripe y las mutaciones constantes que se observan de unos años a otros; teniendo en cuenta, como ya hemos tenido oportunidad de señalar, que en muchos afectados no se consigue aislar ningún virus en concreto y teniendo en cuenta que la posible etiología vírica no está bien argumentada y que no sabemos si en muchas de estas afecciones los virus son la causa o la consecuencia, las estrategias preventivas mediante vacunación muestran, en el caso de la gripe, no solo el rostro más descarnado de una praxis excesivamente simple y empírica, sino también el atrevimiento y la osadía que presiden el comportamiento de amplios sectores del mundo tecnocientífico a la hora de manipular órganos, sistemas y funciones sumamente delicadas de los seres vivos. En este sentido, las instrucciones para la fabricación de vacunas antigripales siguiendo las recomendaciones de la OMS no pueden ser más esclarecedoras: “Lo importante para su inclusión en la vacuna es que cada cepa posea unos antígenos superficiales, sobre todo la H, idénticos a la variante propuesta. Algunas variantes se desarrollan pobremente en huevo y por ello pueden ser sustituidas por otras con los mismos antígenos superficiales que se multipliquen fácilmente en este sistema. La posibilidad de obtener cepas recombinantes permite utilizar cepas con las H y N del virus salvaje propuesto y la capacidad de crecimiento de un virus de laboratorio”.490 Las cursivas son nuestras y pretenden remarcar la falta de rigor y el grado de aleatoridad de un proceso de elaboración que se realiza un poco “a la carta”. Las letras H y N hacen referencia a las glucoproteínas Hemaglutinina y Neuraminidasa de la superficie viral, que son las que determinan las características antigénicas (la nariz, los ojos, del rostro viral al que nos referíamos en el capítulo sobre el sistema inmunitario) y las que hacen que existan diferentes subtipos dentro de la misma cepa. 490 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 245. 216


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En la actualidad, las vacunas utilizadas en España se fabrican con virus inactivados de tres cepas distintas, dos del tipo A con los subtipos H1N1 y H3N2, y otra del B. Son por tanto vacunas trivalentes. Los países del hemisferio sur utilizan una fórmula similar recomendada por la OMS a partir de la vigilancia centinela de Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, Uruguay, Venezuela y Perú. Contienen, también, 3 cepas de virus de la gripe: dos del tipo A y una del tipo B, que se actualizan, de acuerdo a la vigilancia mencionada, todos los años y suelen diferir entre el hemisferio norte y el sur. A día de hoy, se han desarrollado también vacunas con 4 cepas, dos A y dos B.491 Por otro lado, estas vacunas pueden ser de virus enteros — VVE—, de virus fraccionados —VVF—( lo que se consigue con detergentes) o vacunas de subunidades —VAS— que contienen solo los antígenos de superficie (las H y las N). Se afirma que tanto las fraccionadas como las enteras “tienen una eficacia satisfactoria (!) y probablemente similar”, y a continuación se añade “No existen estudios comparativos rigurosos, por lo que es difícil pronunciarse sobre supuestas ventajas. Desde el punto de vista puramente teórico, las vacunas enteras pueden ser más inmunógenas y las fraccionadas menos reactógenas; este último extremo aconseja la utilización de las fraccionadas en los niños. Se ha sugerido que las enteras pueden ser más eficaces en la revacunación de los ancianos, hecho que requiere confirmación”,492 curiosa disquisición que se fundamenta en la nada, puesto que se reconoce que no existen estudios comparativos serios. Los virus para fabricar vacunas se obtienen por cultivo en huevos embrionados de pollo y se inactivan con formaldehído o ß-propiolactona. Se reconoce que a pesar de la purificación por centrifugado, las suspensiones pueden contener proteínas del huevo, y en el caso de las fraccionadas, residuos de los detergentes utilizados con ese fin.493 Otro componente de la vacuna es el conservante mercurial tiomersal. La eficacia, es decir la capacidad para producir anticuerpos contra el antígeno inoculado por la vacuna, es objeto de controversia. Diversos factores influyen, como la edad, el estado inmunitario, enferme491 www.vacunacion.com.ar/index.php/...y-vacunas/...o.../vacuna-antigripal

492 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 245.

493 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 246. 217


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dades crónicas, consumo de otros fármacos. La edad parece ser un elemento fundamental, de manera que a mayor edad, menor respuesta inmunitaria. Esto es comprensible si tenemos en cuenta que sintetizar anticuerpos, o sea proteínas, requiere un esfuerzo metabólico que en el caso de las personas ancianas, cerca ya del final de su ciclo vital, debe estar limitado. Las eficacias varían ostensiblemente según los estudios: en las personas mayores unos dicen que no están demostradas494 y otros hablan del 43-68%.495 La memoria apenas alcanza los seis meses. La efectividad de la vacuna es de muy difícil evaluación. En primer lugar porque no están claros los objetivos. Habíamos visto, al hablar de la vacuna contra el sarampión, que los especialistas decían que si bien existían pocos estudios que permitiesen evaluar la eficacia (y eso que se trata de la vacuna más y mejor estudiada), la efectividad se demostraba porque desde que se habían implementado los programas de vacunación, la incidencia de la enfermedad se había reducido significativamente. Hemos tenido oportunidad de ver también que esto es muy discutible, ya que mucho antes de la aparición de la vacuna y de su aplicación masiva, la morbilidad sarampionosa, y en especial la mortalidad, habían descendido en proporciones aun mayores. En este caso, y en otros, la finalidad está más o menos clara, es decir, se busca el descenso de la incidencia o incluso la erradicación. Sin embargo, con la gripe la evaluación es más compleja, porque su finalidad y el estado de salud de la población diana también lo es. Sí, obviamente, se dice que se pretende prevenir la infección y la enfermedad pero también las complicaciones, las infecciones sobreañadidas, las hospitalizaciones en una población anciana con numerosas enfermedades crónicas y que consume una gran cantidad de fármacos, consumo que supone una causa frecuente de muerte según estudios recientes.496 Muchos de sus miembros, además, se hallan en la antesala de la muerte por agotamiento biológico natural, especialmente las personas que sobrepasan los setenta y cinco años. En esta tesitura, achacar a la gripe una determinada infección sobreañadida, una complicación, una hospitalización, un óbito, es tarea sumamente ardua, como arduo debe resultar cuantificar la incidencia de los programas antigripales, pero somos conscientes de que todo ello se presta fácilmente a la simplificación y la interpretación sesgada. De hecho, se dice 494 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 271.

495 TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 250.

496 Butlletí Groc. “Efectes indesitjats: un cost no només economic” Institut Catalá de Farmacología, Universitat Autónoma de Barcelona, vol. 12, n° 1, enero-febrero 1999. 218


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que la eficiencia (relación coste-beneficio) es muy positiva, ya que estudios realizados en EEUU concluyen que la vacunación de las personas mayores de sesenta y cinco años supone un ahorro de 40 US$ por persona vacunada;497 sin embargo, un estudio realizado en Nantes en 1993 concluía que el gasto en salud de las personas vacunadas de entre sesenta y sesenta y nueve años era un 30% superior al de las personas no vacunadas, gasto al que habría que añadir el precio no computado de la vacuna.498 En lo que respecta a la morbilidad, ya hemos visto que el incremento de la presión vacunal se ha acompañado en el tiempo de un incremento notable del número de casos, a pesar de ocupar España el puesto número uno en el ranking de vacunaciones antigripales; por tanto, en este aspecto es de efectividad negativa. Sin embargo y para mayor asombro, los sectores vacunalistas se empecinan y concluyen, en contra de la contundencia de los datos, que: “Como ya se ha comentado, la vacunación antigripal es una medida efectiva que reduce la morbilidad por gripe, las complicaciones asociadas a su padecimiento, en particular la neumonía, la hospitalización por dichas complicaciones y la mortalidad asociada”.499 ¿Se han prevenido hospitalizaciones, muertes, etc.?, difícil respuesta como acabamos de ver, pero evidentemente se habla de efectividades altamente positivas. Estaríamos por tanto ante una curiosa y paradójica situación: por un lado, incremento del número de casos desde mediados de los ochenta; por el otro, menor número de complicaciones, hospitalizaciones etc. ¿Cuál es el justo término?, no lo sabemos, harían falta estudios comparativos rigurosos sostenidos en el tiempo sobre la evolución de la salud de las personas que constituyen la población diana y con el máximo de variables implicadas para llegar a conclusiones que tuvieran credibilidad; ahora bien, lo que si sabemos es que la forma actual de entender la salud, la enfermedad y la curación no precisa de argumentos pseudocientíficos para consolidar estrategias de prevención de la gripe con vacunaciones masivas. Como sin duda es conocido, resultan suficientes unas estudiadas y sutiles apariciones en TV en los meses otoñales, para que nuestros ancianos asustados se dirijan a los centros de asistencia primaria para recibir el elixir salvador. 497 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 251. 498 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 271.

499 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 251. 219


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Efectos adversos En más de una ocasión habremos oído el comentario: “¡no me vacuno más, lo hice y al cabo de unos días tuve una gripe de padre y señor mío!”. Es ésta una reacción muy común, como no podía ser menos. El que estas líneas escribe recuerda, en este sentido, un episodio muy ilustrativo, que es el siguiente: hace unos años, los directivos de uno de los equipos más laureados del futbol español solicitaron a los responsables federativos la suspensión y aplazamiento de un partido que debían disputar en las Islas Canarias. La razón era que la mitad, o más, de la plantilla estaba afectada por la gripe. Lo que llamó mi atención no fue la petición, sino las declaraciones de uno de los médicos del club en los siguientes términos: “¡...y menos mal que hace una semana que hemos vacunado a toda la plantilla!” En los manuales de vacunología esta situación se describe como sigue: “La fiebre u otras reacciones sistémicas, como escalofríos, malestar, dolor de cabeza y mialgias son poco importantes; ocurren más a menudo en los niños menores de doce años y en las personas vacunadas por primera vez contra la gripe; comienzan entre 6 y 12 horas después de la vacunación y persisten durante 24-48 horas”.500 La historia de la vacuna antigripal está jalonada de frecuentes e importantes efectos secundarios, motivo por el cual fueron retiradas del mercado las generaciones vacunales correspondientes a 1936 y 1948.501 Especial mención requieren los efectos adversos de la vacuna preparada en EEUU en 1976 a partir de la cepa A/New Jersey/76 con los antígenos Hsw1N1 contra la llamada “gripe porcina”. La vacuna se autorizó el 12 de agosto de 1976 y fueron vacunados unos 45 millones de personas adultas. El programa fue suspendido en diciembre del mismo año tras la aparición de numerosos casos del Síndrome de Guillain-Barré, con una frecuencia 7 veces superior a la de la población no vacunada.502 Estudios epidemiológicos posteriores demostraron una incidencia del 1/100.000;503 es decir, la campaña antigripal produjo 450 síndromes de Guillain-Barré. 500 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 248. 501 URIARTE, X Op. Cit. Pág. 176.

502 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 191.

503 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 248. 220


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Resulta difícil conocer la incidencia de los efectos adversos de las vacunas antigripales. A la infranotificación habitual de efectos secundarios se añaden, en este caso, las dificultades derivadas de las características de la población diana. Al ser mayoritariamente personas de edad avanzada, muchos de ellos ancianos con enfermedades crónicas, no es fácil saber si es una reacción posvacunal o una enfermedad o complicación sobrevenida. Se han relacionado con la vacuna reacciones alérgicas en forma de urticaria, angioedemas, afecciones respiratorias, asma y shocks anafilácticos.504 Entre los componentes sospechosos de la vacuna destacan las proteínas del huevo. Otras publicaciones relacionan a la vacuna antigripal con casos de diabetes, vasculitis y púrpura.505 En las IX Jornadas de Medicina de Urgencias (Navarra, noviembre de 2003), el Dr. M. Rodrigo y colaboradores presentaron un caso de encefalitis posvacunación antigripal en una mujer de 68 años.506 También se han descrito reacciones autoinmunes a nivel neuromuscular, encefálico, medular (mielitis) y renal.507 Se sabe, según publicaciones aparecidas recientemente, que la vacuna antigripal puede positivizar temporalmente las pruebas serológicas del SIDA y de la hepatitis C.508

504 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 248. 505 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 160.

506 RODRIGO, M. y col. “Acontecimientos adversos post-vacunación antigripal: A propósito de un caso de encefalitis”, IX Jornadas de Medicina de Urgencias, Servicio Navarro de Salud, Navarra, 2003. 507 URIARTE, X Op. Cit. Pág. 177.

508 RODRIGUEZ-TORRES, A. CASTRODEZA, J. ORTIZ DE LEJARAZU, R. Op. Cit. 248. 221



XII. La vacuna contra el Papilomavirus o VPH509 Hace

unos diez años, tras un largo proceso de investigación, se presentaron en sociedad las vacunas contra el Virus del Papiloma Humano (en adelante VPH), y un poco después empezaron a implementarse en numerosos países campañas masivas de vacunación entre las adolescentes, pues se considera al VPH responsable, en última instancia, de las lesiones del cérvix uterino. La campaña originó una gran controversia entre los profesionales de las ciencias biosanitarias, y no solo en los habituales sectores críticos, pues no estaban claras las razones epidemiológicas y menos aún las médicas. En España, por ejemplo, asociaciones profesionales como la SEMFYC (Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria), que aglutina a cerca de 20.000 médicos, o la plataforma Pangea entre la que figuraban catedráticos de Salud Pública y Medicina Preventiva, mostraron su desacuerdo sobre la pertinencia de la vacunación sistemática contra el VPH y solicitaron una moratoria. No sirvió de nada. Al día de hoy los motivos epidemiológicos y sanitarios permanecen ocultos, aunque la vacuna fue presentada como necesaria para prevenir el cáncer de cuello de útero. Lo que si sabemos es que, en el caso de España, la decisión se tomó desde las más altas instancias del Ministerio de Sanidad y Consumo, haciendo realidad la estrategia de los sectores vacunalistas enunciada unos años antes (2006) en un capítulo de una monografía monumental sobre el VPH publicado por la revista Vaccine, que es el órgano de la Sociedad Internacional de Vacunas y de la Sociedad Japonesa de Vacunología. En el abtracts o resumen de dicho trabajo, firmado 509 NdE: Este capítulo fue escrito para la presente edición, debido a que en el momento de publicarse el libro en España la vacuna del HPV aún no figuraba en los calendarios de vacunación. Actualmente en España es una vacuna no sistemática, pero en Argentina, no sólo está incorporada al calendario obligatorio para niñas, sino que a partir de 2017 también es obligatoria para los varones nacidos con posterioridad al 2006. 223


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por Thomas C. Wright, Pierre van Damme, Heinz-Josef Schmitt y Andre Meheus, podemos leer: Para introducir una vacuna, es necesario haber cumplido tres hitos iniciales. Dichos hitos son su autorización por una autoridad nacional de control que determina que la vacuna es segura y eficaz, el desarrollo de recomendaciones de empleo por organismos expertos sobre inmunización y la consecución de financiación para la vacunación. Una vez cumplidos estos hitos (…) es preciso que una serie de componentes programáticos interrelacionados se conjuguen coordinadamente. Éstos incluyen la compra y el suministro de la vacuna, la prestación del servicio de vacunación, elevadas tasas de cobertura, la vigilancia del programa de vacunación, políticas y prácticas relativas a la financiación y voluntad política.510 En efecto, voluntad política, mucha voluntad política podemos añadir, era la que hacía falta y esa fue la que puso, en el caso de España, el ministro Bernat Soria en contraposición a su antecesora en el cargo, Elena Salgado, que no autorizó su implementación. Abandonado el ministerio, Bernat Soria pasó a trabajar “casualmente” para la industria farmacéutica.511 Hay que añadir también que tres firmantes del trabajo mencionado, concretamente Wright, Damme y Meheus, estaban en conflicto de interés cuando escribieron el artículo. En realidad casi todos los colaboradores de la monografía citada estaban en conflicto de interés cuando ésta se elaboró. “Conflicto de interés” es un eufemismo que disfraza el hecho de estar vinculado, de una forma u otra (consultor, becas, etc.) a la industria farmacéutica y desde hace un tiempo, ante las manipulaciones y los escándalos ocurridos en el pasado, es “obligatorio” comunicarlo para que se editen los trabajos en las publicaciones “serias”. Suponemos, además, que éstos son “los expertos” que conforman los organismos que elaboran las recomendaciones sobre inmunización, citadas en el abstracts.

510 Wright T. y col. La introducción de las vacunas VPH en los países industrializados. Vaccine 24S3 (2006) S3/131-S3/142. Ed. Elsevier. 511 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625. 224


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El Carcinoma de Cérvix Entendemos por carcinoma de cérvix uterino a un conjunto de neoplasias (literalmente “nuevo crecimiento”) malignas que afectan a la porción inferior del útero llamado cuello o cérvix. El más frecuente es el carcinoma de células escamosas que supone aproximadamente el 80% de los cánceres de cuello uterino.

Epidemiología El cáncer de cérvix ocupa el segundo lugar en frecuencia, tras el de mama, en todo el mundo, diagnosticándose unos 500.000 nuevos casos cada año. Pero hay notables diferencias entre los países desarrollados y los del llamado Tercer Mundo tanto en mortalidad como en morbilidad. Aproximadamente el 80-85% de los diagnósticos de cáncer de cérvix se produce en los países en vías de desarrollo, siendo la primera causa de muerte por cáncer en mujeres, superando incluso los fallecimientos por cáncer de mama. Haití, por ejemplo, es el país que presenta la mayor tasa de mortalidad del mundo por esta enfermedad. En los países ricos, su incidencia, en ausencia de vacunación, ha disminuido notablemente en las últimas décadas. En España se diagnostican unos 2.100 casos cada año, suponiendo aproximadamente el 3,3% de todos los tumores femeninos, falleciendo unas 550 mujeres anualmente por su causa, lo que supone el 2% de todas las muertes por cáncer femenino y el 0,3% del total de muertes entre las mujeres, según informa la Asociación Española Contra el Cáncer. Esta misma asociación afirma que la mortalidad en España se puede considerar muy baja (tasa ajustada mundial en 2002: 2,2 muertes/100.000 habitantes/año) y su tendencia es a disminuir.512 La mayoría de los diagnósticos se producen en mujeres situadas entre los 45 y 50 años de edad. En Argentina las tasas de mortalidad por cáncer de cérvix apenas se han modificado en el período 1980-2005: mientras que en 1980 las tasas eran del 7,1 por cada 100.000 mujeres, en el 2005 eran del 6,8. La distribución territorial 512 www.aecc.es/SobreElCancer/CancerPorLocalizacion/Cancerdecervix/ Paginas/pronostico.aspx. 225


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de las tasas presenta notables diferencias; en C.A. Buenos Aires, por ejemplo, las tasas de mortalidad no llegaban al 4 por 100.000 en el período 2003-2005, pero en Misiones, Formosa y Salta las tasas sobrepasan 15 por 100.000, solo comparables a las observadas en India y México, que presentan una de las tasas de mortalidad más elevadas del globo terráqueo,513 todo lo cual viene a ratificar que el cáncer de cuello de útero es una enfermedad, como otras muchas, vinculada a la pobreza y la miseria. Según manifiesta el Dr. Roberto Sánchez (médico de familia) “esta enfermedad tiene un gradiente social y mientras no se actúe contra él no se logrará disminuir la mortalidad (…) El dato clave es que 4 de cada 5 mujeres que fallecieron por cáncer de cuello de útero nunca se hicieron una citología. Este dato revela que la disminución de la mortalidad pasa por actuar sobre esas poblaciones de riesgo, no sobre las sanas”.514 En la literatura médica convencional se relaciona al cáncer de cérvix con una serie de factores, entre los que sobresalen: infección por el VPH, tener relaciones sexuales a edad temprana, tener múltiples parejas sexuales, tener una pareja o múltiples parejas que participen en actividades sexuales de alto riesgo, estar en condiciones económicas desfavorables, tener una madre que haya tomado durante su embarazo el medicamento dietilestilbestrol a comienzos de los años 60 para prevenir el aborto espontáneo, sistema inmunitario debilitado.515 Se podría debatir y profundizar mucho sobre estos factores que, al margen de su carácter estadístico y abstracto, apuntan a poblaciones de riesgo vinculadas a la miseria, marginalidad y también a relaciones existenciales conflictivas y, a menudo, sórdidas más de allá de cualquier otra consideración.

Diagnóstico, Tratamiento y Prevención Las pruebas para diagnosticar el cáncer de cérvix uterino se remontan a las primeras décadas de S. XX. Para tal fin se utilizaban 513 http://www.infoleg.gov.ar/basehome/actos_gobierno/ actosdegobierno19-10-2009-1.htm

514 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625 515 www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000893.htm 226


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la palpación y la biopsia, a la que posteriormente se añadirían la citología y la colposcopía. La generalización de la citología cervical para el diagnóstico de lesiones cancerosas y precancerosas adquirió un gran impulso gracias al ingenio del ilustre patólogo griego George N. Papanicolaou que desarrolló una metodología para tomar muestras de forma sencilla, económica y poco invasiva. Con esta simple prueba se pudieron diagnosticar y clasificar precozmente diferentes lesiones precancerosas, lo cual se tradujo en un importante descenso de la mortalidad por esta afección. En un principio, a estos estadios previos se les denominó displasias leves, moderadas y severas. Posteriormente se clasificaron como CIN I, CIN II, CIN III; el acrónimo CIN significa Neoplasia Intraepitelial Cervical y más recientemente se les conoce con otro acrónimo llamado SIL, en castellano LEI, que significa Lesión Escamosa Intraepitelial que puede ser de bajo grado o de alto grado según la tipología de las lesiones encontradas en las citologías. La estrategia terapéutica frente a las lesiones cervicales dependerá de la gravedad de las lesiones en el momento del diagnóstico. Las displasias leves se resuelven espontáneamente en el 57% de los casos, las moderadas en el 43% y las severas en el 32%. Requerirán citologías de seguimiento cada 6 meses aproximadamente; no obstante, muchos especialistas son partidarios de la conización (extirpación local de la lesión) en el estadío II y III. Si se diagnostica cáncer invasivo el abordaje es más complejo y requerirá histerectomía (extirpación del útero) y otros tratamientos dependiendo del estadío. Hasta hace unos años, a las displasias no se las consideraba como enfermedades infecciosas, pero poco a poco, y conforme se analizaban los tejidos afectados, se les empezó a relacionar con los VPH. Se afirma, no obstante, que en el 90% de las mujeres “colonizadas” en algún momento de sus vidas por el virus, éste se “aclara” sin que se sepa por qué y que aproximadamente el 10% de los casos evolucionará a displasias y solo el 1% de las lesiones evolucionarán a cáncer. En relación al posible carácter infeccioso de las lesiones hay que señalar que fue el médico alemán Harald zur Hausen uno de los primeros en vincular en los años 70 al carcinoma de cérvix con el VPH; de este modo sus investigaciones abrirían el camino para el desarrollo de una vacuna que, finalmente, vió la luz en 2006. Dos años después, en 2008, también “casualmente”, Harald zur Hausen recibía el premio Nobel de Medicina por los servicios 227


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prestados, convirtiéndose en un firme defensor de la vacunación que, según su criterio, debe hacerse extensible también a los varones. Otra de sus “genialidades” o tonterías, según se mire, por las que se hizo acreedor al premio Nobel, fue afirmar que está convencido de que los virus pasan de los mamíferos al ser humano por comer carne cruda o poco hecha, o que el 21% de los cánceres son de origen infeccioso (El País, 26/10/2008). Hay que puntualizar que cuando hablamos del VPH en realidad nos estamos refiriendo a un conjunto de virus, más de 100 (en algunos textos hablan de 200), a los que se relaciona con diversas patologías que afectan piel y mucosas. Según la literatura oficial “más de 40 tipos de VPH pueden transmitirse fácilmente por contacto sexual directo, de la piel y de las membranas mucosas de personas infectadas a la piel y a las membranas mucosas de sus parejas. Pueden transmitirse por contacto sexual vaginal, anal y oral. Otros tipos de VPH son responsables de verrugas no genitales, las cuales no se transmiten sexualmente”.516 La IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) considera que los VPH 16,18,31,33,35,39,45,51,52,56,58,59 y 66 son tipos de alto grado que pueden producir cáncer en los humanos, mientras que el 6 y el 11 son carcinógenos de bajo grado. Se afirma de todas maneras que el virus por si solo no es responsable y que precisa de otros factores para que la afección se desarrolle. Pero...

¿Son los VPH los responsables del cáncer de cuello de útero? Aunque resulte herético y sorprendente, hacerse esta pregunta resulta pertinente pues, una vez más, como en el caso de la gripe y otras enfermedades catalogadas como virosis, nos preguntamos si la particular forma de entender los procesos infecciosos toma como causa lo que en realidad, en algunas circunstancias, es solo consecuencia de un proceso mucho más complejo. Un ejemplo nos permitirá entender el alcance de la pregunta: supongamos que una persona vive una situación de angustia, miedo o pánico, y decidimos en ese momento analizar sus fluidos para conocer los niveles de neurotransmisores relacionados con el estrés biológico, 516 http://www.cancer.gov/espanol/cancer/causas-prevencion/riesgo/germenesinfecciosos/hoja-informativa-vph 228


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como por ejemplo la adrenalina, la noradrenalina, etc; pues bien, lo más probable, por no decir seguro, es que éstas junto a otras moléculas biológicamente activas, como el cortisol, presenten niveles elevados. La pregunta sería: ¿es la adrenalina o el cortisol la causa del estado de pánico o es una consecuencia?. Hacerse esa pregunta es legítimo y su respuesta podría abrirnos caminos en la comprensión de determinados procesos morbosos cuya naturaleza infecciosa-contagiosa no está del todo establecida. Las reflexiones de Máximo Sandín son sumamente esclarecedoras: “La asociación de virus con determinadas enfermedades puede estar condicionada por la concepción belicista dominante de los fenómenos naturales. Se ha comprobado experimentalmente que los órganos o tejidos sometidos a estrés o “agresiones” ambientales pueden emitir partículas virales. Por eso se asocian enfermedades como el cáncer, la artritis, el síndrome de fatiga crónica y otras asociaciones aún más absurdas a un origen viral. La conclusión (provisional) que se puede obtener de todo esto es que los virus asociados con enfermedades serían virus que tienen una función concreta en los organismos y su aparición se debe a que han sido sometidos a una agresión ambiental o alguna manipulación...”.517 Estas observaciones que realiza Máximo Sandín son corroboradas por el hecho, ya comentado al principio del libro, de que las células que se utilizan para producir virus vacunales en los cultivos celulares, como por ejemplo células de riñon de mono, acaban liberando virus de su propio genoma al medio de cultivo contaminando, en consecuencia, los preparados vacunales. Estas contaminaciones, como advertía la misma OMS, pueden ser impredecibles e indetectables (ver capítulo “Riesgos inherentes al proceso de fabricación”). Lo trascendente del asunto es que de nuevo nos enfrentamos a actuaciones médicas y farmacológicas cuyo fundamento teórico hunde sus raíces en una biología arcaica que sigue instalada en dogmas, procedentes del Siglo XIX. En el caso del VPH sería más grave porque todo apunta, según pone de manifiesto la secuenciación del genoma humano, que el VPH es un virus endógeno. Al respecto, Máximo Sandín escribía en 2008: ...el alineamiento de las secuencias del papilomavirus (HPV 16) con las del genoma humano (NCBI y ENSEMBL) pone de manifiesto la presencia del gen E6 (considera517 Sandín, M. (2008) Papilomavirus: Urge detener las vacunaciones. Departamento de Biología. UAMadrid. 229


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do protooncogénico) y de las secuencias que codifican para la proteína L1 (cápsida) en el cromosoma 2 y secuencias virales dispersas en los cromosomas 1, 5 y 12. Pero, independientemente del verdadero papel de las secuencias virales en los genomas, los datos puramente empíricos nos muestran que los papilomavirus están presentes en la piel desde la más temprana infancia, que su ubicuidad y diversidad sugiere, desde el punto de vista convencional, “una naturaleza comensalista” y que son extremadamente abundantes en epitelios humanos y de toda clase de animales saludables”.518 Y también podemos leer: “En el genoma humano y en los de todos los seres vivos hay una cantidad variable, pero muy abundante (cerca del 10% en el humano) de “virus endógenos” (virus insertados en los genomas que se expresan como parte constituyente de ellos). Entre sus funciones, además de “codificar” innumerables proteínas fundamentales para el funcionamiento celular (del organismo), están las que participan en el desarrollo embrionario (y los tumores son una proliferación celular embrionaria desencadenada en un momento inadecuado por alguna agresión ambiental), es decir, la inserción de secuencias víricas en los genomas han producido cambios fundamentales para la evolución de la vida. “El más llamativo ha sido el efecto del retrovirus conocido como HERV-W; las secuencias que codifican las proteínas de su cápsida, integradas en los genomas, las sincitinas, son las responsables de la formación de la placenta, y además, es el responsable de la inmunosupresión materna durante el embarazo, proceso fundamental para que los anticuerpos maternos no ataquen a los antígenos del embrión procedentes del padre”.519 ¡¡Increible!!, retrovirus son responsables de la inmunosupresión materna durante el embarazo, y otros virus están relacionados con el desarrollo de epitelios, y nosotros disparando “con balas” (vacunas, antivirales) cada vez que oímos la palabra virus. Pero claro, “virus” procede del latín y viene a significar “veneno”. Resumiendo, lo que nos quiere decir Máximo Sandín es que el VPH es un virus endógeno y que, al parecer, juega un papel determinante en el desarrollo de los epitelios tanto en humanos como en otros animales. Ahora que hemos secuenciado el genoma, nos he518 SADÍN, M. (2008) Papilomavirus: Urge detener las vacunaciones. Departamento de Biología. UA Madrid.

519 SADÍN, M. (2008) Papilomavirus: Urge detener las vacunaciones. Departamento de Biología. UAMadrid. 230


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mos dado cuenta de su complejidad y sabemos que funciona como una totalidad y no de forma discreta, separada, como se creía, en la que una parte contiene información para una determinada característica y otra parte contiene información para otro rasgo de forma independiente y así sucesivamente. Como afirma Jordi Pigem en un librito de divulgación básica titulado Inteligencia Vital, “El genoma no es un código, y ni siquiera es algo rígido” (pág. 21). Al parecer el genoma funciona como una totalidad y es la célula, en interacción con el medio ambiente (la llamada epigenética), la que determina el uso que se hace del material genético y no al revés, como habitualmente se seguía y se sigue creyendo. El asunto es de una gran complejidad, y rebasa por mucho los objetivos de este libro, pero es importante tener presente que los seres vivos no son máquinas, a las que podemos separar fácilmente en diferentes partes y también es importante no olvidar, puesto que lo sabemos, que las bacterias y los virus no son nuestros enemigos: bacterias y virus son los entes que regulan la vida en sus manifestaciones más extensas. Si fueran nuestros enemigos estaríamos perdidos, en realidad habríamos desaparecido hace tiempo, o tal vez nunca hubiéramos existido. Concluyendo: si los VPH son virus endógenos que tienen que ver con el desarrollo de los epitelios, si los encontramos en numerosos epitelios a edades tempranas tanto en humanos como en otros animales, si a los VPH los encontramos en las verrugas plantares (ahora todo el mundo les llama papilomas), si los encontramos en condilomas y todo tipo de excrecencias, si los encontramos en las displasias y en otras lesiones genitales, nos podemos preguntar: ¿son los responsables del carcinoma de cérvix?, ¿tiene sentido vacunar contra dos o cuatro tipos, del más de centenar de VPH encontrados, sean o no de alto grado? ¿sabemos lo que hacemos?

La vacunación Como decíamos al principio del capítulo, la inclusión en 2008 de la vacuna en los calendarios oficiales de vacunación a instancias del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud de España desató una gran controversia que involucró a amplios sectores de la comunidad científico-médica al no existir razones epidemiológicas y sanitarias que justificasen la medida. En este sentido el Dr. Roberto Sánchez escribía: “La vacuna no ha demostrado evitar ninguna muerte. Tendrán que pasar décadas para que esto suceda. No 231


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parece lógico haber financiado la vacuna más cara de la historia de la Medicina con estos resultados. Esta vacuna es una vacuna política. Los grupos de presión han actuado con la estrategia habitual, en la que los políticos se han enrolado con la displicencia habitual ...No creo que exista un producto con una relación coste-efectividad tan desfavorable como esta vacuna”.520 Las manifestaciones de Carlos Alvarez-Dardet, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante (España) en el llamamiento que hizo para detener las vacunaciones, aún fueron más dramáticas y desesperadas. Por su trascendencia las reproducimos literalmente: “Cervarix y Gardasil son los nombres de las vacunas que se están poniendo masivamente a las niñas y cuyos fabricantes (los laboratorios farmacéuticos GlaxoSmithKline y Sanofi Pasteur Merck Sharp & Dohme) están lucrando tras haber logrado introducirlas en nuestro país”, explica, y continúa: “Pero se debe saber que esta vacuna no es necesaria, ni efectiva; y ni siquiera es segura. Es inútil y peligrosa”. Álvarez-Dardet expone por qué: • Solo ofrece protección frente a dos (o cuatro, según la marca) de las 100 cepas del virus del papiloma humano. • Los efectos duran pocos años. • El virus del papiloma humano se transmite básicamente por vía sexual, por lo que no tiene ningún sentido poner la vacuna a niñas de 12, 13 ó 14 años. • Se introdujo en España cuando en otros países ya se estaban produciendo alertas por sus efectos adversos, incluyendo la muerte, invalidez permanente por enfermedad del sistema nervioso, desórdenes autoinmunes, embolismos pulmonares, síndrome de Guillain-Barré, convulsiones, desmayos, temblores, síncopes, vértigos, pancreatitis, lupus y un largo etcétera de daños, sobre los que las campañas de vacunación no dicen absolutamente nada. • Algunos países incluso han dejado de recomendar esta vacuna y la han retirado de sus calendarios de vacunación. Mientras tanto, en nuestro país se está poniendo alegremente a niñas de 14 años (y menos, en algunas comunidades autónomas) que no la necesitan, y centenares de ellas lo están pagando con su salud, algunas con su vida. • En España la incidencia del cáncer de útero es bajísima, de las más pequeñas de Europa, donde ya de por sí es baja (el 90% de las muertes se producen en países subdesarrollados, donde las mujeres no se someten a controles ginecológicos). 520 SÁNCHEZ, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625. 232


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“Los laboratorios fabricantes y el Comité Asesor de Vacunas (que aunque es un organismo teóricamente independiente, está integrado por colaboradores de los laboratorios farmacéuticos, que financian sus actividades) se han planteado entre sus retos rebajar la edad de vacunación a niñas preadolescentes de 11 años, extenderla también a los varones y, además, administrar las vacunas en los colegios (en algunas comunidades ya se está haciendo), para que no haya ‘escapatoria’”, acusa. “Los padres están vacunando a sus hijas frente al VPH porque creen actuar de forma responsable, confiando en que los especialistas saben lo que les conviene. Pero esta vacuna es un auténtico fraude. ¡Están experimentando con nuestros hijos y enriqueciéndose a su costa!Urge detener las vacunaciones”, afirma en su escrito”.521 Podríamos citar a muchos más especialistas que cuestionan, desde el paradigma convencional (es decir profesionales que creen en la hipótesis vírica de la afección), la pertinencia de la vacunación, pero el capítulo sería excesivamente largo y redundante. El lector interesado solo tiene que buscar en internet para obtener más información. En cualquier caso, lo que conviene precisar de la crítica a la vacunación, tanto de Roberto Sánchez (médico de familia) como de Carlos Alvarez-Dardet (catedrático de Salud Pública), son los siguientes aspectos: 1) La enfermedad presenta un gradiente social. En lenguaje popular significa que es una enfermedad vinculada a la pobreza y la marginalidad en la que la mayoría de las muertes se producen en sectores sociales que no tienen acceso a la salud pública y sobre la que no se realizan pruebas de cribado; es decir, es una enfermedad que afecta (como la tuberculosis) a las poblaciones del llamado Tercer Mundo o a los sectores marginales de los países desarrollados, lo que también hemos llamado el “Tercer Mundo” del Primer Mundo o como dice Roberto Sánchez “Esta enfermedad es el ejemplo paradigmático de la «Ley de Cuidados Inversos» enunciada por el médico inglés sir Julian Tudor Hart en 1971: «La disponibilidad de una buena atención médica tiende a variar inversamente a la necesidad de la población asistida. Esto se cumple más intensamente donde la atención médica está más expuesta a las fuerzas del mercado, y 521 http://www.elcorreodelsol.com/articulo/el-catedratico-alvarez-dardet-haceun-llamamiento-urgente-los-padres-para-que-no-vacunen 233


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menos donde la exposición esté reducida».522 Traducido al lenguaje cotidiano significa que en las clases medias y altas se “abusa” de los controles ginecológicos (y otros) anuales y las clases sociales más necesitadas, donde más prevalente es la afección, quedan fuera o no tienen acceso a estos servicios. 2) La vacuna no es efectiva por diversas razones. Una de ellas es porque va dirigida contra 2 ó 4 tipos de VPH (dependiendo del fabricante) cuando, en principio, hay más de 100 tipos de VPH implicados, lo que podrá desencadenar desplazamientos en los nichos microbiológicos, como sucedió o sucede con la vacuna contra el neumococo. Otra razón que cuestiona su efectividad es que la eficacia (producción de anticuerpos contra virus contenidos en la vacuna) demostrada no dura más de 5 años,523 y eso cuando se sabe que la enfermedad puede tardar entre 20 y 30 años, o más, en desarrollarse. Desde la nueva biología, y con los nuevos conocimientos aportados por la genómica, la vacunación contra un virus endógeno resulta irracional y peligrosa. Otra vez las palabras de Máximo Sandín son aleccionadoras: “Y aquí surge el terrible dilema: ¿Tiene sentido, desde el punto de vista del fundamento de las vacunas, pretender inmunizarnos contra un virus que ya está en nuestro organismo? Si tenemos en cuenta que se están produciendo miles de vacunaciones ¿no cabe la posibilidad (entre otras imprevisibles) de que la introducción en el torrente sanguíneo de las proteínas de la cápsida activen genes del virus integrados en el genoma o el virus presente en distintos epitelios? No se puede asegurar. No se puede predecir la gravedad de sus efectos ni el tiempo que tardarán en manifestarse. Por el momento, ya se han notificado más de mil casos de efectos secundarios, algunos muy graves, y muertes asociadas a la vacunación. La concepción del papilomavirus como un patógeno “que produce cáncer” ha impedido conocer cuál es su verdadera función en los genomas. Pero sabemos que está ahí. Y lo razonable, el imperativo ético, sería interrumpir inmediatamente las campañas de vacunación masiva. Desde el punto de vista epidemiológico sabemos, por la baja incidencia del papiloma y por las verdaderas causas de su activación, que son injustificadas. También sabemos que son un gran negocio. Lo que no sabemos es quién responderá por ello si el daño se produce. Ni quién podrá ayudar a las pobres niñas”.524 522 SÁNCHEZ, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625. 523 SÁNCHEZ, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625.

524 SADÍN, M. (2008) Papilomavirus: Urge detener las vacunaciones. Departamento de Biología. UAMAdrid. 234


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Las advertencias de Máximo Sandín son sumamente lúcidas, ya que el fundamento básico de la vacunación o inmunización activa es la introducción de estructuras extrañas (los llamados antígenos) procedentes del exterior, ajenas a nuestros tejidos y células, es decir tóxicas, para provocar una respuesta inmunitaria (producción de anticuerpos). Ahora bien, si el VPH es un virus endógeno tal vez resulte un disparate que expresa la simplicidad de las bases teóricas de la teoría infecciosa tal y como la conocemos. La revisión de la teoría infecciosa, procedente del Siglo XIX, se torna perentoria. Continuar por este camino es, como dice la sabiduría popular, segar la hierba bajo nuestros propios pies.

Efectos adversos Desde que empezaron las vacunaciones contra el VPH se han producido numerosos y graves efectos adversos, y en ellos están implicadas las dos vacunas actualmente existentes: Gardasil (preparada con los virus 6,11,16 y 18) producida por Sanofi, Pasteur, Merck Sharp and Dohme y Cervarix (preparada con los virus 16 y 18) elaborada por el laboratorio GlaxoSmithKline. Ya hemos comentado en la páginas anteriores los efectos adversos que denuncia Carlos Alvarez-Dardet, pero los volvemos a repetir: muerte, invalidez permanente por enfermedad del sistema nervioso, desórdenes autoinmunes, embolismos pulmonares, síndrome de Guillain-Barré, convulsiones, desmayos, temblores, síncopes, vértigos, pancreatitis, lupus y un largo etcétera de daños. Obviamente, la alarma social se ha disparado y han empezado a surgir asociaciones de afectados en diferentes países exigiendo transparencia y responsabilidades. Según escribe el periodista Miguel Jara, que se ha especializado en estos temas: “...Solo en Japón en unos días van a presentarse 64 demandas judiciales contra el Gobierno y fabricantes. Hay que destacar que las vacunas del papiloma están asociadas al menos a 209 muertes en Estados Unidos y aquí en Europa existen 352 sospechas de muerte por la vacuna notificadas ante la Agencia Europea del Medicamento”.525 Las reacciones adversas no han parado de crecer desde el inicio de las inmunizaciones, y hasta septiembre de 2015 el VAERS (Vaccine Adverse Events Reporting System) de USA había con525 http://www.migueljara.com/2016/07/19/los-fabricantes-de-la-vacuna-delpapiloma-se-contradicen-sobre-sus-danos-autoimunes/ 235


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tabilizado 37.474 reacciones adversas. Por esta razón en Europa varias asociaciones de afectados, entre las que destaca la española AAVP, han mantenido reuniones con responsables técnicos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) expresando su preocupación y sus dudas acerca del rigor en el proceso de evaluación y posterior seguimiento de los efectos de esta vacuna. Después de esas reuniones, y según mantiene Miguel Jara, Alicia Capilla, presidenta de la AAVP de España manifestó: “Las asociaciones han comentado con los responsables de la agencia europea el elevado número de notificaciones de reacciones adversas a esta vacuna, 45.222 (32.876 Gardasil y 12.346 Cervarix) a julio de 2015. Sobre todo las que acabaron en muerte (311 Gardasil y 41 Cervarix), y las notificaciones de enfermedades neurológicas ya que son las más notificadas (7.308 Gardasil y 2.848 Cervarix)”.526 Como es habitual, los responsables políticos, científicos y sanitarios tratan de minimizar la contundencia de los datos, pero las dudas sobre la fiabilidad del fármaco han subido de tono cuando Peter Götzsche y otros colaboradores de la Cochrane danesa han denunciado el sesgo de la EMA a favor de los laboratorios fabricantes. Los médicos daneses han relacionado la vacuna con dos graves efectos adversos neurológicos como son el Síndrome de Dolor Regional Complejo (CRPS) y El Síndrome de Taquicardia Postural Ortostática (POTS). Hay que destacar que Peter Götzsche es una autoridad mundial en farmacología, es un prestigioso científico nada sospechoso de postulados antivacunalistas y autor de un contundente y demoledor libro de denuncia de las estrategias de venta de la industria farmacéutica titulado Medicamentos que matan y crimen organizado. En este libro, Götzsche describe pormenorizadamente los procedimientos corruptos de la industria para incrementar su cuenta de resultados. Los procedimientos son múltiples y pasan por inventarse enfermedades, convertir factores de riesgo en enfermedades reales, modificar los parámetros de normalidad poblacional para incluir a ciudadanos sanos en protocolos de tratamiento, manipular los ensayos clínicos, contratar “eminencias” para que firmen trabajos que avalan sus productos, incrementar las indicaciones, etc. Peter Götzsche, que no tiene “pelos en la lengua”, compara estas actividades a las de la mafia, con la diferencia de que ésta mata a mucha menos gente, ya que al consumo de fármacos se lo considera en la actualidad como la ¡¡tercera causa de muerte!! 526 http://www.migueljara.com/2015/09/18/352-muertes-por-la-vacuna-delpapiloma-notificadas-ante-la-agencia-europea-de-medicamentos/ 236


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en los países desarrollados, solo superado en el ranking de mortalidad por la enfermedades cardiovasculares y el cáncer. En definitiva, Götzsche afirma que estas actividades han acabado por corromper los sistemas nacionales de salud. Otro médico, en este caso el israelí Yehuda Shoenfeld, experto en enfermedades autoinmunes de la Universidad de Tel Aviv, sostiene que la vacuna del papiloma puede producir debilidad, fatiga, daños en la memoria y en la capacidad cognitiva, además de otras reacciones, y que aquellos que los consideran psicológicos se equivocan del mismo modo que se equivocaron, en su día, con el Síndrome de Fatiga Crónica. En la actualidad se considera que esta enfermedad tiene un carácter autoinmune. 1 Wright T. y col. La introducción de las vacunas VPH en los países industrializados. Vaccine 24S3 (2006) S3/131-S3/142. Ed. Elsevier 2 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625 3www.aecc.es/SobreElCancer/CancerPorLocalizacion/Cancerdecervix/Paginas/pronostico.aspx 4 http://www.infoleg.gov.ar/basehome/actos_gobierno/actosdegobierno19-10-2009-1.htm 5 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625 6 www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000893.htm 7 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625 8 http://www.cancer.gov/espanol/cancer/causas-prevencion/ riesgo/germenes-infecciosos/hoja-informativa-vph 9 Sandín, M. (2008) Papilomavirus: Urge detener las vacunaciones. Departamento de Biología. UAMadrid 10 Sandín, M. (2008) Papilomavirus: Urge detener las vacunaciones. Departamento de Biología. UAMadrid 11 Sandín, M. (2008) Papilomavirus: ¿Preparando la próxima pandemia?. Departamento de Biología. UAMadrid 12 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625 13 http://www.elcorreodelsol.com/articulo/el-catedratico-alvarez-dardet-hace-un-llamamiento-urgente-los-padres-para-queno-vacunen 14 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 237


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2012;8(11):617-625 15 Sánchez, R. Lo que una mujer no necesita. AMF 2012;8(11):617-625 16 Sandín, M. (2008) Papilomavirus: Urge detener las vacunaciones. Departamento de Biología. UAMAdrid 17 http://www.migueljara.com/2016/07/19/los-fabricantes-dela-vacuna-del-papiloma-se-contradicen-sobre-sus-danos-autoimunes/ 18 http://www.migueljara.com/2015/09/18/352-muertes-porla-vacuna-del-papiloma-notificadas-ante-la-agencia-europeade-medicamentos/

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XIII. Consecuencias de los programas de vacunación Evaluar las repercusiones sobre la población de los cada vez más complejos y universales programas de vacunación es una tarea difícil pero no imposible. A lo largo de los capítulos correspondientes hemos tenido oportunidad de reseñar algunos efectos adversos de cada una de las vacunas estudiadas, pero seguramente éstos no dejan de ser la punta del iceberg de una realidad mucho más vasta. Serían precisos estudios sostenidos en el tiempo, junto a métodos de observación más rigurosos, para poder hacerse una idea aproximada del impacto real de esta problemática. Evidentemente ello requeriría voluntad, financiación y la existencia de observadores sensibilizados, independientes y libres de prejuicios. Lo que nos encontramos es precisamente todo lo contrario, esto es, los mismos sectores que desarrollan e implementan los programas de vacunación son los encargados de investigar y supervisar las incidencias de estos, y ello lo hacen, cuando lo llegan a hacer, con protocolos de seguimiento reduccionistas, es decir, protocolos que limitan las variables a observar y que además se circunscriben a períodos de tiempo excesivamente cortos, que a menudo no van más allá de los treinta días. De esta manera no es de extrañar que los efectos adversos de las vacunas, reconocidos desde sectores oficialistas, sean poco frecuentes y además fortuitos. Sistemáticamente los efectos vacunales sobre la salud de la población han sido silenciados, negados, minimizados o tratados como meras coincidencias, en consecuencia no se investigan y, cuando se hace, la conclusión habitual acostumbra a presentar el formato “no se han podido establecer relaciones de causalidad entre vacuna y efecto secundario”. La figura del observador es de capital importancia a la hora de recoger los efectos adversos de los medicamentos y en especial de las vacunas. No solo se requiere honestidad y falta de prejuicios, a menudo la corriente de pensamiento en la que se ubica el observador determina la capacidad y la sensibilidad que se tiene para detectar dichos acontecimientos. Los médicos y científicos procedentes del 239


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paradigma mecanicista han seguido unos programas de estudio en los que predomina una determinada visión de lo vivo y de lo humano. Aunque en algunos aspectos la formación es brillante, llegando a rozar el virtuosismo, en otros las carencias son manifiestas. Así, se estudia y se diseca al individuo hasta lo microscópico, pero la separación en órganos y sistemas y el enfoque terapéutico especializado hace que se pierda la capacidad de reconocer las interacciones y las interdependencias entre las diferentes partes de un ser vivo y entre el individuo (individuo =no divisible) y los estímulos que recibe del entorno. Además, determinados aspectos no cuantificables de la existencia quedan fuera del campo de observación. Habitualmente a un médico convencional le cuesta mucho trabajo admitir, aunque solo sea desde la teoría, la posibilidad de que las vacunas pueden ocasionar trastornos; la escasa información que reciben acostumbra a ir en sentido contrario. La dificultad se acrecienta si nos referimos a trastornos graves, y le resultará imposible aceptar que una determinada vacuna pueda producir trastornos del comportamiento, por ejemplo en niños, por la sencilla razón de que tal eventualidad queda fuera de su perspectiva. Por esta razón, los profesionales más sensibilizados los encontramos en el ámbito de las mal llamadas medicinas alternativas, y es por eso también que los médicos naturistas y homeópatas acostumbran a identificar más fácilmente los efectos adversos posvacunales. No obstante, debido a las evidencias y a la presión de diferentes asociaciones ciudadanas y profesionales, en algunos países han puesto en marcha, después de cincuenta años de vacunaciones masivas, sistemas de vigilancia para recoger sus efectos adversos. En Estados Unidos existe desde 1990 el VAERS (Vaccine Adverse Event Reporting System) y en Catalunya iniciaron un programa de seguimiento de las RASV (Reacciones Adversas Siguientes a Vacunación) en 1999, aunque ambos están tutelados por sectores vacunalistas.

La negación, la inversión y la culpabilización de la víctima Autores de la Escuela de Palo Alto como Paul Watzlawick, John Weakland y Richard Fisch, sostienen que una de las formas típicas de perpetuar un problema es negar su existencia. Estos autores, que desde hace años se dedican a la Terapia Estratégica Breve o Terapia del Cambio, ponen magistralmente de manifiesto cómo “la política del avestruz” es más habitual de lo que parece y gene240


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ralmente, las personas o instituciones que la siguen acostumbran a aplicar la misma fórmula: “no existe problema alguno (a lo sumo una dificultad) y cualquiera que lo considere está loco o actúa de mala fe y esto, de hecho, es el único origen de cualquier dificultad que se admita. Es decir: la negación de los problemas y los ataques a aquellos que los señalan o que intentan enfrentárseles van unidos”.527 Históricamente esto es lo que ha venido sucediendo con los efectos adversos de las vacunas y con todos aquellos que se han atrevido a poner “el dedo en la llaga”. A modo de ejemplo, citamos el siguiente episodio: En la primavera de 2001, el boletín del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona —COMB— publicaba en sus páginas un documento de posicionamiento de carácter intimidatorio sobre la “Responsabilidad de los médicos en la aplicación de las vacunas sistemáticas”. El citado documento, redactado en forma de proclama, empezaba remarcando las excelencias de los planes de vacunación, atribuyéndoles de manera simplista unos méritos (disminución y erradicación de algunas enfermedades infecciosas) que corresponden a las mejoras en las condiciones de vida. A continuación se daban unas cifras sobre efectos adversos conscientemente sesgadas a la baja. Seguidamente, mostraba su preocupación por la aceptación de los programas de vacunación por parte de la sociedad y se atacaba a grupos de ideología antivacunalista “que no creen en la eficacia, ni en la inocuidad de las vacunas”528 (las cursivas son nuestras). Finalmente, el documento recomendaba el cumplimiento del calendario vacunal oficial vigente, y terminaba advirtiendo y amenazando a los médicos que se apartasen de esta sugerencia, y esto se hacía siendo conscientes además de que las vacunas no son obligatorias.529 Resulta, como mínimo, sorprendente que un documento de carácter profesional utilice el argumento de la creencia como justificación y advertencia. Cuando se estudia un fenómeno como el de las inmunizaciones, o cualquier otro relacionado con el mundo científico, lo que sirven son los argumentos; las creencias tienen 527 WATZKAWICK, P. WEAKLAND, J. H. FISCH, R. (1999), “Cambio Formación y solucuón de los problemas humanos”, 10a edición, ed. Herder, pag. 61. 528 Col.legi Oficial de Metges de Barcelona. Documents de posición nº 3”Responsabilitat dels metges en l’aplicació de les vacunes sistemàtiques”. Servei d’Informació Col.legial nº 97, enero-marzo 2001. 529 NdE Recordamos, nuevamente, que en España y otros países europeos –a diferencia de nuestro país- la vacunación no es obligatoria. 241


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que ver con otros ámbitos y son además muy respetables. Pero lo curioso de toda la argumentación es que parece atenerse al pie de la letra al guión marcado por los autores de la Escuela de Palo Alto. En efecto, éstos continúan: “La mencionada mezcla de negación y ataque depende de groseras simplificaciones de la complejidad de la interacción en los sistemas sociales, y de modo más general, de nuestro mundo moderno, cambiante, interdependiente y altamente complejo”.530 Podemos sustituir “los sistemas sociales” por “sistemas biológicos o ecosistemas” y la frase conserva igualmente el significado. Y siguen diciendo: “Tal actitud tan solo puede mantenerse rehusando ver la complejidad de la situación y definiendo la propia y restringida visión como una actitud real, genuina y honesta frente a la vida”.531 Pero no solo contemplamos negación y ataque. Últimamente la ofensiva vacunalista pretende culpabilizar a los sectores sociales que optan por estrategias de salud más acordes con sus creencias y conocimientos, pues no solo se les acusa de aprovecharse del riesgo al que se someten el resto de ciudadanos al vacunarse, sino que se les recuerda la obligación que tienen de hacerlo para contribuir a la salud colectiva. En efecto, en julio de 2001, el Departament de Sanitat de la Generalitat de Catalunya hizo pública la “Carta de derechos y deberes de los ciudadanos en relación a la salud y a la atención primaria”; dicha Carta contempla el deber de vacunarse que tienen los ciudadanos para no perjudicar a los demás.532 El planteamiento supone una inversión sibilina de la realidad. Aunque se abordan otros temas, en el libro El asalto al Hades: la rebelión de Edipo 1ª parte de Casilda Rodrigáñez (Madreselva editorial, 2016), se disecciona agudamente el proceso de inversión y culpabilización de la víctima partiendo de la famosa tragedia de Edipo.533 El libro es una reflexión muy profunda, y al mismo tiempo controvertida, sobre la sociedad patriarcal, la cual hunde sus raíces, según Rodrigáñez, en la brutal ruptura de la relación simbiótica madre-hijo que se produce nada más nacer, produciendo una falla básica que acaba condicionando la existencia posterior del ser. Para que ello sea posible, prosigue Rodrigáñez, es preceptiva la culpabilización de la víctima (el niño), atribuyéndole 530 WATZKAWICK, P. WEAKLAND, J. H. FISCH, R. Op. Cit. Pág. 61. 531 WATZKAWICK, P. WEAKLAND, J. H. FISCH, R. Op. Cit. Pág. 62. 532 La Vanguardia”, lunes 9 de junio de 2001, pág. 24.

533 RODRIGAÑEZ BUSTOS, Casilda. “El Asalto al Hades: la rebelión de Edipo”, 1ª parte, Madrid, Proyecto Editorial Traficantes de sueños, 2002. 242


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impulsos y deseos libidinosos oscuros (inversión) que deben sublimarse para que la cultura y la civilización (patriarcal) pueda desarrollarse; el proceso en cuestión pasa necesariamente por la confusión y el olvido de la situación original. Algo parecido sucede con las vacunas. Del mismo modo que Edipo, criatura inocente con sentimientos nobles (situación original), es acusado por el oráculo, espejo de los que en ese momento detentan la posición dominante, de instintos inconfesables antes de nacer (inversión) y condenado a morir por sus progenitores y posteriormente culpabilizado por la leyenda, de manera que él mismo acaba por arrancarse los ojos (culpabilización de la víctima); las personas que no están de acuerdo con la agresividad de la práctica médica actual, que no están dispuestos a introducir tóxicos en los cuerpos de sus hijos, que piensan que hay formas más inteligentes de combatir los estragos de la pobreza y que desean ser más respetuosos con la naturaleza y sus principios (situación original), son acusados de retrógrados, insolidarios, egoístas y presentados en sociedad como un peligro público (inversión) que debe inactivarse para alcanzar los fines deseados, tratando finalmente de confundirlos y hacerles sentir remordimientos por su conducta (culpabilización de la víctima). A menudo la negación, el ataque y la culpabilización se fundamentan no solo en análisis simplistas, sino en imprecisiones y falsedades absurdas que a veces rozan lo grotesco. Aunque parezca increíble, en la contraportada del Diario Médico del 8 de noviembre de 2002 podemos leer unas declaraciones de Edward W. Campion (editor del prestigioso The New England Journal of Medicine) en relación a la vacuna triple vírica y el sarampión, en los siguientes términos: “todos aquellos que discuten la fiabilidad de las vacunas parece que han olvidado la gravedad y las complicaciones que conlleva la enfermedad en sí. Antes del desarrollo de la vacuna triple vírica morían en los países desarrollados miles de niños como consecuencia del sarampión, pero la tragedia es que en los países subdesarrollados siguen falleciendo cada año millones de niños por esta enfermedad. Estas muertes podrían evitarse si la vacuna quedara libre de toda duda”.534 Primera falsedad: en los países desarrollados no morían miles de niños antes del desarrollo de la vacuna triple vírica; en España el descenso de la mortalidad en ausencia de vacunación fue del 99,9 % y en el año previo a la introducción de la vacuna murieron 19 personas; en Francia en el período 1906-1983 el descenso fue del 99,5% y ese año murieron 534 “Diario Medico” (2002), nº 2380, 24. 243


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20 personas. Segunda: en el llamado “Tercer Mundo” no mueren millones de niños cada año a causa del sarampión; le recordamos al Sr. Campion que los niños del Tercer Mundo mueren a consecuencia de las guerras, la desnutrición y la miseria. Además, por un lado no sabemos cómo pueden llegar a cuantificar el impacto de la enfermedad teniendo en cuenta los deficientes sistemas de vigilancia epidemiológica de esos países; es probable que las cifras hayan sido infladas, no sabemos con qué fines, como ya vimos al hablar de la tos ferina y el sarampión; por otro, de ser ciertas, esas cifras demostrarían el fracaso de los programas de inmunización desarrollados por la UNICEF y la OMS. Tercera: con sospecha o sin sospecha (nos referimos a los trabajos que relacionan la vacuna triple vírica con el autismo) más del 80% de los niños del planeta han sido vacunados contra el sarampión según fuentes de la propia OMS a través del EPI, por tanto la duda sobre la inocuidad de la vacuna no ha impedido ni impide la vacunación masiva de los niños del llamado Tercer Mundo. En consecuencia, las vidas que dice Campion que podrían salvarse con la vacunación no se salvan a pesar de los treinta años de inmunizaciones masivas en esa población. En realidad no sabemos si las afirmaciones del Sr. Campion obedecen a una estrategia de confusión prediseñada o a la buena fe; tanto en un caso como en el otro resultan especialmente preocupantes, pues ocupa un cargo de gran responsabilidad como editor de un prestigioso órgano científico, que se supone ha de velar por la veracidad de la información publicada. E. Campion trata en las mismas declaraciones de culpabilizar a los sectores críticos: “las acusaciones sin fundamento sobre los efectos nocivos de las vacunas pueden tener consecuencias graves al provocar que haya gente que evite la vacunación, incrementando el número de personas en riesgo de contraer enfermedades”.535 La negación de los efectos adversos, el ataque a los que advierten sobre los riesgos potenciales y otros aspectos de la praxis vacunal, la simplicidad de los argumentos (“gracias a las vacunas han desaparecido las epidemias”, reducción de la patología al binomio microorganismo-huésped), la culpabilización de la víctima, la manipulación de la información y la certeza absoluta en los propios postulados, son los rasgos que caracterizan, desde su origen, el devenir vacunalista. Paradójicamente, sin embargo, y en relación a los efectos adversos, contemplamos, no sin cierto asombro, cómo en el citado documento de posición del COMB se dice que “para 535 “Diario Medico” (2002), nº 2380, 24. 244


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conocer el impacto real de esta problemática, la Administración sanitaria ha puesto en marcha un plan de seguimiento de los efectos adversos de las vacunas en todo el territorio catalán”536 (las cursivas son nuestras). Este programa, pionero en España, se puso en marcha en 1.999, es decir, ¡casi cuarenta años después del inicio de los programas masivos de vacunación con la DTP+P y contra la Tuberculosis! y, aunque desconocemos la metodología del estudio, el programa a seguir, las variables a observar, su duración, así como el curriculum de los observadores, en realidad supone un reconocimiento implícito del desconocimiento de la incidencia, del alcance y de la naturaleza de los efectos adversos.

Farmacovigilancia: conflicto de intereses La cualificación, la pericia, el rigor y la integridad profesional del observador en la recogida de las reacciones adversas a los medicamentos es de capital importancia a la hora de evaluar su incidencia. De hecho, numerosos estudios nacionales e internacionales, llevados a cabo por personal cualificado, ponen de manifiesto que la notificación de las reacciones adversas de los fármacos convencionales a los servicios de farmacovigilancia es mínima. En relación a las RAM (Reacciones Adversas a Medicamentos), en una ponencia presentada en las IX Jornadas de Medicina de Urgencias (Navarra, noviembre de 2003) sobre una encefalitis post-vacuna antigripal podemos leer: “Se ha estimado que solo se notifica al sistema de farmacovigilancia 1 de cada 24.433 RAM detectadas, y 1 de cada 4.610 cuando la reacción es grave”.537 Por otro lado, según informaciones aparecidas en los medios, en un estudio publicado en JAMA (Journal of the American Medical Association) los investigadores afirman que la notificación de las reacciones adversas de los fármacos de nueva creación son inferiores al 10%.538 Indudablemente a ello debe contribuir el hecho de que, tanto en Europa como en EEUU, la notificación de las reacciones adversas de los nuevos fármacos es voluntaria, y no es aventurado pensar que los informes semestrales obligatorios 536 Col.legi Oficial de Metges de Barcelona, Op. Cit. 537 RODRIGO, M. y col. Op. Cit.

538 “El País”, martes 7 de mayo 2002, 38. 245


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de los laboratorios sobre su seguridad, durante el primer año de presencia en el mercado, sirvan de mucho, ya que como dice la sabiduría popular esto sería lo mismo que “poner la zorra a cuidar las gallinas”. En relación a esta metodología, en la ponencia citada anteriormente podemos leer: “En la actualidad se recomienda vacuna antigripal (VAG) a amplios grupos de población. Su seguridad viene apoyada por datos disponibles en fase post-comercialización, los cuales dependen en buena medida de los sistemas de notificación voluntaria de los efectos adversos observados. Se viene haciendo hincapié en las limitaciones de estos sistemas para ofrecer una estimación real de la seguridad de los agentes medicinales en general, y por tanto también de las vacunas: sesgos de observación, marcada Infranotificación, notificación errónea, dificultades para establecer relación causal entre agente medicinal y efecto adverso, y escasez de recursos humanos y económicos destinados a la monitorización de su seguridad, entre otros. La amplitud de la población que recibe anualmente VAG y las limitaciones de los datos que apoyan la seguridad de los agentes medicinales en fase post-comercialización, son dos argumentos que justifican nuestra atención como clínicos a la posible relación entre VAG y patología en nuestros pacientes”539 (la cursiva es nuestra). A tenor de lo expuesto no es de extrañar entonces que “casi 20 millones de estadounidenses tomaran al menos uno de los 5 fármacos retirados del mercado entre septiembre de 1997 y septiembre de 1998”.540 Tampoco es de extrañar que, según estimaciones realizadas en un metaanálisis,541 el consumo de fármacos fuera la 4ª causa de muerte en urgencias hospitalarias en los EEUU en 1994, y que en los países occidentales un tanto por ciento elevado de los ingresos hospitalarios (entre 5-12% según las fuentes) sea debido al consumo de fármacos.542 Y no solo eso, en 2014 vio la luz en castellano el libro de Peter Gotzsche Medicamentos que matan y crimen organizado, en el que el autor denuncia cómo las grandes compañías farmacéuticas han corrompido el sistema de salud en toda su extensión y compara su actividad con la mafia. Podríamos dudar del autor, pero es que Peter Gotzsche es una autoridad mundial en farmacología, doctor en medicina y uno de los 539 RODRIGO, M. y col. Op. Cit.

540 “El País”, martes 7 de mayo 2002, 38.

541 Butlletí Groc. “Efectes indesitjats: un cost només econòmic”. Institut Catalá de Farmacología, Universitat Autónoma de Barcelona, Vol. 12, nº 1, enerofebrero 1999,1. 542 El País, martes 26 de febrero de 2002, pág. 32. 246


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fundadores de The Cochrane Collaboration (base de datos más prestigiosa de la medicina convencional) y director del Nordic Cochrane Center. Pues bien, una de las consecuencias de esa corrupción, que salpica a todas las instituciones de los sistemas sanitarios empezando por los organismos reguladores (OMS, CDC, FDA), es que el consumo de fármacos es la ¡¡3ª causa de muerte en el mundo!! solo superada por las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Los datos son escalofriantes, y en este caso, como en otros muchos, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la realidad supera a la ficción de largo. La retirada del mercado de productos farmacéuticos de reciente creación está haciendo que lluevan las críticas hacia los organismos responsables de velar por su eficacia y seguridad antes de su comercialización. En este sentido, el trabajo recientemente publicado en JAMA, junto a otros muchos, está cuestionando la autoridad e imparcialidad de la FDA (Food and Drugs Administration) de los EEUU.543 Tampoco esto debe sorprendernos, pues es por todos sabido que las instituciones no escapan a las influencias de las grandes corporaciones. A estas alturas sería infantil e ingenuo pensar que las reglas del juego son limpias e inmaculadas, aunque así lo desearían las personas de buena voluntad. No hace falta trasladarse a EEUU para ver el grado de penetración del sector privado en las instituciones públicas encargadas de velar por la salud de la población. Concretamente, en febrero de 1989 el Dr. Joan Ramón Laporte, catedrático de Farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona y jefe del servicio de Farmacología Clínica de la ciudad sanitaria del Valle de Hebrón, por aquel tiempo vicepresidente de la Comisión Nacional de Farmacovigilancia, denunció que los medicamentos más recetados por la Seguridad Social eran de eficacia dudosa y podían provocar Parkinson. Los medicamentos en cuestión se preparaban, y se preparan, con cinarizina y flunaricina. El motivo de la denuncia pública fue que “a pesar de haberse establecido la relación entre estos medicamentos y la aparición del Parkinson, estos fármacos no solo no han sido retirados del mercado, sino que ni siquiera prosperó en la Comisión Nacional de Farmacovigilancia la propuesta de que en el prospecto figurase que pueden desencadenar Parkinson”.544 La facturación por la Seguridad Social (sin computar al sector privado) de los fármacos que contenían cinarizina 543 El País, martes 7 de mayo 2002, pág. 38.

544 El País, sábado 11 de febrero 1989. pág. 22. 247


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y flunaricina ascendía en aquellos tiempos a 8.000 millones de pesetas545 y la mayoría eran comercializados por los Laboratorios Esteve.546 El resultado de la denuncia pública fue que 2 meses después la Comisión de Farmacovigilancia se vio obligada a suprimir la principal indicación de dichos fármacos (la insuficiencia arterial cerebral y periférica) y, además, se hacía obligatoria la advertencia de la posibilidad de producir Parkinson.547 Este episodio no dejaría de ser una escaramuza más si no fuera por el hecho de que el Dr. Laporte había planteado ante la Comisión la retirada del mercado de los productos que tuvieran cinarizina y flunaricina en julio de 1987. En aquel entonces, de los 12 miembros de la comisión, 11 votaron en contra. También fue rechazada por 7 a 6 la propuesta que habían presentado los representantes de la Dirección General de Farmacia, similar a la aceptada en 1989.548 No debe sorprendernos el resultado de las votaciones si tenemos en cuenta que, en aquellos tiempos, el presidente de la Comisión de Farmacovigilancia era Sergio Erill Sáez, a la vez presidente de la Fundación Antonio Esteve, financiada por el propietario de los Laboratorios Esteve. Un poco más tarde, Sergio Erill abandonó la presidencia de la Comisión al asumir la dirección médica de dicho laboratorio. Curiosamente, su sustituto el Dr. Antonio García, propuesto por la Dirección General de Farmacia, trabajaba también a tiempo parcial para los laboratorios Alter, lo cual fue reflejado en un trabajo publicado en The Lancet titulado “Conflicto de intereses en la regulación de medicamentos”.549 Este pequeño paréntesis nos ha permitido ilustrar la capacidad de influencia de la industria químico-farmacéutica sobre algunas decisiones que pueden incidir en su cuenta de resultados. Evidentemente, desde ese mismo momento, la notificación de efectos secundarios es un acto que transciende lo puramente científico, ya que puede repercutir directamente en el proceso productivo de las grandes corporaciones. Que un medicamento vea limitado su uso, o sea retirado del mercado, ya no es lo más importante, a veces lo es el período de tiempo en que eso se produce, pues la dilación puede permitir amortizar las inversiones realizadas. Desde esta consideración no es de extrañar entonces que la infranotificación 545 NdE: Equivale a 48.000.000 Euros actuales. 546 El País, sábado 11 de febrero 1989. pág. 22. 547 El País, miércoles 19 de abril de 1989. 548 El País, miércoles 19 de abril de 1989. 549 El País, miércoles 19 de abril de 1989. 248


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de las reacciones de los medicamentos convencionales, que suelen ser más fácilmente identificables que las vacunales, adquiera las proporciones reseñadas; la pregunta que surge inmediatamente es ¿qué está sucediendo con las vacunas? Difícil respuesta, como indicábamos al comienzo del capítulo, que se relaciona con las características propias de un fármaco tan singular. Antes de proseguir, y para que el lector comprenda un poco mejor las interacciones de un fármaco con un ser vivo, conviene familiarizarse con dos conceptos fundamentales de la farmacología como son la farmacocinética y la farmacodinamia de los medicamentos.

Farmacocinética y farmacodinamia La farmacocinética es la parte de la farmacología que estudia el camino, el rastro que sigue un medicamento en el organismo. Esto incluye la absorción, la distribución, la metabolización y la excreción. La absorción dependerá de la vía de administración, que podrá ser a través de la piel (uso tópico), de las mucosas (oral, digestiva), endovenosa, etc. Una vez absorbido, el fármaco, modificado o no, se distribuirá a través del torrente circulatorio por todo el organismo, hará sus efectos (farmacodinamia), será metabolizado y finalmente será eliminado, ya sea por la piel, por las glándulas, por vía hepática o renal. El tema, aunque parece sencillo, es de una gran complejidad y no profundizaremos en él; no obstante, el conocimiento de la farmacocinética es de gran importancia en medicina ya que, entre otras cosas, no solo permite conocer la ruta que sigue un fármaco, sino también el tiempo que permanece en el organismo, así como la velocidad a la que todo eso sucede. De esta manera si, por ejemplo, nos enfrentamos a un problema de urgencia extrema, elegiremos la vía endovenosa, pero si lo que pretendemos conseguir es una acción más duradera en el tiempo, es posible que optemos por un fármaco de absorción retardada o uno cuya metabolización sea lenta, lo cual garantiza un tiempo de vida media y una acción más duradera. Las posibilidades son muy variadas. La farmacodinamia es la parte de la farmacología que estudia la naturaleza de los efectos y el mecanismo de acción de los medicamentos sobre el organismo. Además del dinamismo (efecto que producen) permite conocer el tropismo (órganos y tejidos por los que tienen afinidad) de los fármacos, lo que facilita su clasifi249


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cación. De este modo, por ejemplo, encontraremos fármacos que por la naturaleza de sus efectos serán clasificados como vasodilatadores; ahora bien, la vasodilatación puede ser conseguida de diferentes formas o por diferentes mecanismos de acción. Esto a su vez permite que sean usados con diferentes fines terapéuticos; así un vasodilatador puede usarse como antihipertensivo, también se pueden utilizar para disminuir el gasto cardíaco al disminuir las resistencias periféricas, incluso pueden utilizarse en algunas situaciones para facilitar el intercambio de gases a nivel pulmonar. La farmacodinamia es también una disciplina sumamente compleja que continuamente se está reescribiendo, pues a menudo el conocimiento que se tiene de la acción de los medicamentos es parcial y limitado, unas veces porque el estado de los conocimientos no da más de sí, otras porque los ensayos clínicos realizados en períodos de tiempo cortos y en grupos de personas reducidos, resultan insuficientes. Precisamente las limitaciones se ponen de manifiesto cuando los medicamentos empiezan a consumirse de forma masiva, en tiempo real, por la población general. Es entonces cuando empiezan a detectarse efectos adversos que los ensayos han sido incapaces de evidenciar.

Algoritmos de Karch-Lasagna Para evaluar los efectos adversos de los medicamentos y establecer relaciones de causalidad se utilizan diferentes métodos. Uno de los más conocidos son los algoritmos de Karch-Lasagna. Este protocolo consta de una serie de algoritmos, es decir, preguntas que deben ser contestadas en forma de SI/NO y cuyo objetivo es establecer relaciones entre hechos. En farmacovigilancia pueden utilizarse para establecer relaciones de causa-efecto entre fármaco y reacción adversa. Cuando una de ellas es detectada o notificada, se inicia un proceso en el que la reacción observada es etiquetada de “sospechosa”. Los algoritmos de Karch-Lasagna constan de cinco variables que son: la secuencia temporal, la plausibilidad farmacológica, el efecto retirada, la reexposición y “otros factores”. Estas variables son catalogadas, a su vez, como definida, probable, posible o condicional en función de una serie de considerandos. Cuando el algoritmo ha sido cumplimentado, lo que no siempre es fácil, es posible llegar 250


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a conclusiones. Veamos un ejemplo: Supongamos que una persona “X” está consumiendo dos gramos diarios de Acido Acetil-Salicílico (AAS) porque tiene dolor de cabeza y al tercer día aparece una hemorragia digestiva. En la variable “secuencia temporal”, la casilla “definida” debería rellenarse con un SI porque la reacción aparece en las primeras 72 horas, si apareciese entre el día 3-14 el SI correspondería al “probable”, si fuera entre el 15-90 sería “posible”, entre 3-24 meses “condicional”. En la variable “plausibilidad farmacológica” debería ponerse un SI, en “definida” porque, al menos hoy, sabemos que el AAS produce alteraciones en el proceso de coagulación, y además la hipotética persona no está tomando ningún otro medicamento al que atribuir el efecto; en caso de no ser así, la respuesta ya no sería “definida”. Si esta persona dejara de consumir el fármaco y desapareciera el efecto, entonces en la variable “efecto retirada” deberíamos poner un SI en el epígrafe “definida”. La variable “reexposición” sería igualmente “definida” si al reintroducir el AAS reapareciese la hemorragia. Finalmente, si la persona no tiene ninguna otra enfermedad a la que atribuir la hemorragia, como por ejemplo una trombocitopenia (déficit de plaquetas) o no existen otras circunstancias a las que atribuir el sangrado, la variable “otros factores” también sería catalogada como “definida”. Una vez completado el algoritmo, según el ejemplo mencionado, los responsables de farmacovigilancia deberían concluir que en la persona “X” la relación de causalidad entre el AAS y la hemorragia digestiva es “definida”. Si esto sucediese con más personas, las autoridades sanitarias se verían obligadas a retirar el fármaco, a cambiar las indicaciones y advertir de los posibles riesgos, etc. Acabamos de poner un ejemplo de claridad meridiana, pero en otras muchas ocasiones las relaciones no son tan evidentes. Existe un gran abanico de posibilidades, y los protocolos inevitablemente tienden a reducir las variables. Con los algoritmos, al igual que sucede con las encuestas de opinión en las que uno se ve obligado a contestar SI/NO, se pierden muchos detalles de las relaciones entre diferentes fenómenos. Lo curioso y sorprendente de la actual dinámica autorización-retirada de medicamentos es que mientras no se demuestre lo contrario el fármaco es “inocente” (del latín innocere, que no hace daño), es decir, una vez inscritos en los registros de sanidad, una vez legalizados, han de tener un veredicto de “culpabilidad” que, en función de la metodología, la situación y los “jueces”, no siempre es fácil de emitir. Esto no debería tener más importancia, pero el constante goteo de medicamentos retira251


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dos es exponente de la falta de rigor en los ensayos clínicos y de la excesiva laxitud de la normativa y de los organismos competentes. ¿Qué tiene que ver todo lo anterior con las vacunas? Más de lo que parece a simple vista. Acabamos de ver una pequeña muestra de las dificultades existentes con los medicamentos convencionales a la hora de establecer relaciones de causalidad, y eso que estamos hablando de sustancias cuya farmacocinética y farmacodinamia son, en principio, más fáciles de estudiar. La vacuna es un fármaco complejo, decíamos al principio del libro, cuyos efectos adversos son difíciles de evaluar, no se conoce bien su farmacocinética, y la farmacodinamia se constata cuantificando los anticuerpos. A pesar de los avances de la biología molecular y la inmunología, tenemos conocimientos muy limitados sobre el sistema inmune; aun sabemos menos acerca de sus interrelaciones con el sistema endócrino, con el sistema nervioso y con la totalidad del ser. Los algoritmos de Karch-Lasagna no pueden aplicarse estrictamente. De entrada, una vez administrada la vacuna, no se puede retirar, y el efecto reexposición no es de mucha utilidad dado que, por un lado ya no podemos partir de cero y repetir el experimento en las mismas condiciones (la persona ya está vacunada), por otro, la segunda dosis o la tercera no tienen por qué reproducir la respuesta inicial y viceversa, además podría ser contraproducente repetir dosis en intervalos cortos de tiempo para intentar evaluar la acción.

Efectos directos: reacciones adversas siguientes a vacunación —RASV— Decíamos que la vacuna es un fármaco inmunobiológico de naturaleza compleja, y lo decíamos porque en su composición encontramos estabilizantes, conservantes, adyuvantes y los antígenos, ya sean bacterias, virus o fragmentos de ellos, que constituyen la parte biológica del fármaco. La vacuna pretende provocar una respuesta biológica tras la administración de un tóxico inmunitario; pues bien, dado que se desconoce cómo interactúa la vacuna con el sistema inmune, en especial con la celularidad inmunitaria, dado que la mayoría de las inmunizaciones tienen lugar en los primeros meses de vida de los niños, cuando su sistema inmune es inmaduro, y dado también que se desea que esta respuesta sea sostenida en el tiempo, las posibles re252


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acciones de un ser vivo ante semejante estímulo pueden ser muy variadas en el tiempo, en el número y en su naturaleza. Por todas estas razones, no es tarea sencilla establecer una clasificación de los efectos directos de las vacunas sobre la población, aunque lo intentaremos.

Clasificación de las RASV En relación al tiempo o cronología, las RASV se pueden clasificar como: • Inmediatas: Son las reacciones que aparecen entre las 0 y las 72 horas siguientes a la vacunación. Pueden ser atribuidas a cualquier componente de la vacuna, es decir, conservantes, coadyuvantes y/o antígenos. Se vincularía a la inmunidad innata y sería de predominio humoral. Son numerosísimas y variadas y podemos citar la fiebre, el llanto, los abscesos, las reacciones alérgicas, anafilácticas y un largo etc. • A corto plazo: Son las que aparecen entre los días las 3 y 15. Aunque pueden ser producidas por cualquier componente de la vacuna; se relacionan más con la parte biológica vírica o bacteriana. La reacción sería de predominio celular, implicando a la inmunidad específica o adquirida. En este apartado podemos incluir el asma, las parálisis, las convulsiones, las encefalitis, las trombocitopenias, etc. • A medio plazo: Son las que aparecen entre los días 16 y 90. Se relacionan con el componente biológico de la vacuna, ya sea vírico o bacteriano. La reacción involucra a la celularidad de la inmunidad específica. Se pueden citar como ejemplos las adenopatías supuradas por la vacuna contra la tuberculosis, procesos autoimunes como síndrome nefrótico por la vacuna de la difteria, etc. • A largo plazo: Aparecen entre los meses 3 y 24. Se relacionan con la parte biológica y con la inmunidad específica. Como ejemplos tendríamos las osteítis y osteomielitis producidas por la vacuna de la tuberculosis. • A muy largo plazo: Pueden aparecer años después de la vacunación. Se relacionan con el componente biológico y con la inmunidad específica, aunque también con metales pesados como el aluminio y el mercurio. Las artrosis relacionadas con la vacuna de la rubéola son un exponente. Como el/la lector/a podrá imaginar, esta clasificación no deja de ser arbitraria; una RASV puede iniciarse inmediatamente pero 253


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puede transcurrir un tiempo indeterminado hasta que, dependiendo de la naturaleza de la afección, se hace clínicamente visible; por esta misma razón los ejemplos reseñados pueden ubicarse en cualquier apartado a excepción de las reacciones locales. En general, los servicios de vigilancia farmacológica solo recogen, cuando lo hacen, los efectos inmediatos y los aparecidos a corto plazo. Efectivamente, en los protocolos de seguimiento de las RASV distribuidos por las autoridades sanitarias se especifica que “la relación temporal entre una RASV y una vacuna se establece cuando aquella se produce dentro del plazo de 4 semanas tras la administración de la vacuna”.550 Lógicamente las RASV aparecidas tardíamente quedan fuera del período de observación, por lo que difícilmente son registradas, y cuando se registran, la conclusión habitual de la investigación es “no se han podido establecer relaciones de causalidad entre vacuna y RASV”. Además es curioso constatar cómo, en ocasiones, se descartan algunas posibles RASV aparecidas en los primeros días. Ejemplos que ilustran lo anterior tuvieron lugar en España durante la campaña de vacunación contra el meningococo A-C de las temporadas 96-97 y 97-98; en aquel tiempo las meningitis aparecidas durante la primera semana tras la vacunación eran descartadas como posibles RASV, porque los responsables sanitarios consideraban que una vacuna hecha con fracciones de la bacteria (polisacáridos de membrana) no podía producir meningitis. Ciertamente no existían bacterias enteras vivas o muertas en la vacuna y por tanto no podían ser las responsables directas pero tampoco se les ocurrió pensar en la posibilidad (repito, posibilidad) de que la vacuna pudiese alterar el ecosistema microbiano, pudiéndose activar de ese modo meningococos presentes en las mucosas. Eso queda fuera de su universo conceptual. Además tampoco las computaban como meningitis aparecidas en el período postvacunal, lo cual hubiese restado eficacia a la vacuna (reconocidamente ineficaz, como ya vimos en el capítulo correspondiente) ya que, al producirse durante la primera semana, consideraban que su incubación era previa a la vacunación, y por el tiempo transcurrido ésta no habría tenido tiempo de inmunizar. Las RASV también se pueden clasificar en función de la naturaleza de la afección. El Dr. Joan Mora, en un excelente trabajo publicado en la revista Natura Medicatrix, analizaba las características de las RASV recogidas en el PROESVA I, que fue un estudio realizado en base a los efectos de las vacunas registrados por médicos 550 SERVICIO GALEGO DE SAUDE. Dirección Xeral de Saúde Publica. Serie 1: Sección Vacinas: Informe I. “Reacciós Seguintes á Vaconación”. 254


homeópatas y naturistas de España y Europa.551 En dicho trabajo las RASV son calificadas como inespecíficas o como específicas. • Inespecíficas: Estas RASV no son propias de ninguna vacuna en particular. Todas ellas pueden producirlas y pueden corresponderse con cualquier componente de la vacuna. Pueden tener un efecto acumulativo, es decir, su intensidad aumenta a medida que aumenta el número de vacunaciones. Se caracterizan por un aumento de las secreciones mucosas que pueden dar lugar a cuadros catarrales ORL o respiratorios y a fenómenos de tipo alérgico por hipersensibilidad inmunitaria, como son las rinitis, las bronquitis espásticas o asma, atopías o eczemas, intolerancia al gluten, a la lactosa... • Específicas: Estas RASV se vinculan estrechamente con una determinada vacuna. Tendrían relación con el componente biológico de la vacuna, ya sean virus, bacterias o fragmentos de ellos, aunque también se pueden relacionar con los adyuvantes (aluminio) y los conservantes (mercurio). Dependiendo de la naturaleza de la afección y al ser la mayoría de las vacunas combinadas (agrupación de varias vacunas al mismo tiempo), a veces no resulta fácil determinar cuál ha sido la vacuna responsable aunque, en otras ocasiones, la identificación es más sencilla, porque el tropismo de la vacuna se corresponde con el tropismo del virus o bacteria contra el que se pretende inmunizar. Así, por ejemplo, a la vacuna de la tos ferina se la relaciona con toses crónicas por afectación laríngea y con convulsiones; a la vacuna del sarampión se la relaciona con sordera, otitis de repetición y convulsiones; a la del tétanos con neuritis, neuralgias y cuadros espasmofílicos; a la vacuna de las paperas con diabetes; a la de la rubéola con afecciones reumáticas; a la de la difteria con problemas renales y así un largo etcétera. En los capítulos correspondientes a cada enfermedad podemos encontrar más datos sobre las RASV. En la prensa científica existen numerosas referencias a ellos. La Federación COMILVA de Italia ha editado recientemente un opúsculo en el que se reseñan más de un millar de estudios sobre RASV publicados en las revistas más prestigiosas.552 Asimismo, el Dr. Marino Rodrigo ha realizado un excelente trabajo, donde analiza las RASV descritas 551 MORA, J. “Casos Clínico: dos reaccione vacunales y dos observaciones clínicas graves”, Natura Medicatrix, nº 46-47, 69-72, 1997. 552 ACERRA, L. “Una raccolta di piú di mille Studio sui danni dei vaccini e il loro fallicimento”, Selute & Diritti, nº 1, Federacione COMILVA, Trieste, Italia, 2002 255


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en la bibliografía científica, la gran mayoría a traves de Medline.553 Al ser la información referenciada amplísima, su incorporación a estas páginas resulta imposible, no obstante adjuntamos un cuadro en el que se resumen las complicaciones más graves recogidas en la literatura científica, tal y como Dr. Joan Mora las presenta en los guiones de una clase sobre el bloqueo vacunal y estrategias de prescripción en homeopatía.554

No es posible tener una idea exacta de la magnitud de las RASV en cuanto a su número y frecuencia. Los datos aportados por organismos “prestigiosos” desgraciadamente no son fiables. En los capítulos finales hacemos una pequeña reflexión acerca de los ensayos clínicos y los proyectos de investigación. Estos son controlados y financiados cada vez más por las grandes corporaciones industriales. Paulatinamente pierden peso y protagonismo los organismos independientes, e incluso instituciones en apariencia inmaculadas 553 RODRIGO, M. y col. “Acontecimientos adversos Postvacunales: Una aproximación a la bibliografía”. 554 MORA, J. Op Cit.

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como la OMS son penetradas cada vez más por intereses mercantiles. La interminable carrera por el control de la información condiciona el debate científico. En lo que respecta a las vacunas, ese debate resulta especialmente sórdido. Desde los orígenes mismos, los efectos adversos han sido silenciados, negados o minimizados, y desde los orígenes el debate ha tenido una intensa carga científico-ideológica y emocional, y no es de extrañar, ya que desde sus orígenes también las vacunaciones se han visto rodeadas de imponentes intereses científico-comerciales. El sesgo de los datos y de las conclusiones ha sido por tanto inevitable y el observador libre de prejuicios, si quiere hacerse una idea aproximada de la magnitud del fenómeno, deberá revisar las fuentes, pues éstas, aun bajo la apariencia de “objetividad científica”, pueden estar intencionalmente contaminadas. Los ejemplos son infinitos, algunos ya han sido reseñados en los capítulos correspondientes, pero no está de más que los volvamos a recordar. Las osteítis y osteomielitis debidas a la vacuna contra la tuberculosis son una complicación relativamente frecuente. En Francia, donde no existe ningún sistema de vigilancia, las autoridades sanitarias dicen que se produce 1 osteítis cada 2.700.000 vacunaciones. En Suecia, cuando el gobierno declaró obligatoria la declaración de los efectos adversos, se pudo constatar que las osteítis eran de 1 caso cada 3.500 vacunaciones. En Francia, la tesis doctoral sobre patologías aparecidas después de la vacuna contra la hepatitis B, de Madelaine Bastide (prestigiosa farmacóloga e inmunóloga de la Universidad de Montpellier) recoge 173 casos de trastornos, algunos muy graves, que sistemáticamente han sido negados por las autoridades sanitarias francesas. En España, las encefalitis atribuibles a la vacuna del sarampión son de 1 caso cada 3.000.000 de dosis según el laboratorio fabricante Pasteur-Merieux. Lluís Salleras, ex-Director General de Salud Pública de Catalunya dice en su libro Vacunaciones Preventivas que son de 1 caso cada 1.000.000 de dosis en el mes siguiente a la vacunación; en el mismo libro Salleras dice que en el Reino Unido, tras un estudio de casos y controles, se pudo constatar que el riesgo de encefalitis tras la vacuna era de 1 cada 87.000 dosis. En España, en un reciente documento editado por el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona y elaborado por un equipo en el cual se encuentran algunos colaboradores del propio Lluís Salleras, se dice que la incidencia de poliomielitis vacunal es de 1/3.000.000 de dosis. Sin embargo, en el libro de Salleras se dice que el riesgo de poliomielitis vacunal es de 1/700.000 tras la primera dosis. 257


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Estos son unos pequeños ejemplos que ponen de manifiesto el sesgo, en ocasiones intencional, de la información, así como las carencias metodológicas de los sistemas de vigilancia, a los que se añade la falta de preparación de médicos y pediatras que, sistemáticamente también, acostumbran a negar la relación entre efecto adverso y vacuna, porque tal posibilidad no forma parte de su universo conceptual; como es lógico, solo se reconoce aquello que previamente se conoce o se está dispuesto a conocer. De hecho, en el período 1988-98 el estudio PROESVA, con muy pocos medios, consignó 153 reacciones adversas, algunas muy graves. En un período similar, el Servicio de Farmacovigilancia de Catalunya registró un número muy reducido de reacciones adversas, en su gran mayoría dermatológicas. Asimismo, el European Forum for Vaccine Vigilance, creado por profesionales independientes con recursos muy limitados, ha recogido más de 1.000 fichas de RASV a partir de las cuales presentó un informe, denominado Strasbourg 2004, en el Parlamento Europeo, con el fin de alertar a los representantes políticos de los riesgos implícitos en la actual praxis vacunal. Para acabar esta pequeña digresión sobre la cuantificación de los efectos adversos aportamos unas cifras donde se comparan la incidencia de algunas RASV en EEUU, Catalunya y Canadá. Recientemente, el VAERS (Vaccine Adverse Event Reporting System) de EEUU ha hecho público un informe con los resultados obtenidos en el período 1991-2001, cuantificando las RASV en 11,4 cada 100.000 dosis.555 No obstante, los responsables del sistema de vigilancia (los CDC y la FDA) admiten algunas limitaciones, ya que al ser un sistema pasivo es probable que exista infranotificación, pues las comunicaciones son voluntarias. La Administración Sanitaria de Catalunya, que puso en marcha un programa de seguimiento de las RASV, en 1999 ha detectado 252 individuos con alguna reacción adversa a vacunas en el primer año de seguimiento, con una incidencia del 8,5 casos por cada 100.000 dosis, reconociendo que “Estas tasas, sin embargo, no están aún estabilizadas, sino que se encuentran en fase de crecimiento, a causa del poco tiempo de funcionamiento del registro. Las comparaciones internacionales, y concretamente con los datos suministrados por el registro canadiense del Disease Surveillance Division of the of Communicable Disease Epidemiology, así lo hacen pensar (...) consideramos que hemos de ser prudentes a la 555 CDC &FDA (2003) “Surveillance for Safety After Inmunization: Vaccine Adverse Event Reporting System (VAERS); United States 1991-2001”, www.vears.org. 258


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hora de valorarlos, ya que probablemente la declaración de estas reacciones durante el primer año de vigencia del Programa no ha sido exhaustiva”.556

A pesar de la poca confianza y fiabilidad que nos merecen los datos aportados por organismos oficiales, sean nacionales o internacionales, la comparación de las cifras entre Catalunya y Canadá no deja de ser significativa, especialmente la desproporción que muestran las RASV de la DTPw, la Polio y la Triple Vírica (SRP). Por otra parte, hay que señalar que el método para calcular la incidencia de las RASV puede estar sesgado. No es lo mismo dividir las RASV entre dosis que entre personas vacunadas. Si el número de RASV se divide por dosis distribuidas, la incidencia y el riesgo real se diluyen, un ejemplo sencillo bastará para entender el artificio. Según Rodríguez y Pumarola, el riesgo de padecer una parálisis posvacunal —PPAV— tras la 1ª dosis de la vacuna oral contra la polio es de 1/700.000; ahora bien, para las siguientes dosis el riesgo es de 1 cada 6,9 millones de dosis.557 Si dijéramos que aparece una PPAV cada 6,9 de dosis estaríamos induciendo 556 Butlletí Epidemiologic de Catalunya, Vol. XXI, nº 4, pág. 4, 37, 38, abril 2000.

557 DOMINGUEZ, A. PUMAROLA, T., “La vacuna antipoliomelítica” en SALLERAS, LL “Vacunaciones preventivas”, Barcelona, Ed. Masson, 1998, Pág. 137. 259


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al error, ya que puede entenderse que el riesgo es de 1 parálisis cada 6,9 millones de personas vacunadas cuando el riesgo real es 1 cada 700.000 tras la primera dosis. Por esta razón, para conocer el impacto real, las tasas deberían referirse al número de personas vacunadas y no a las dosis distribuidas. A tenor de lo expuesto, la creación de un servicio de Vacunovigilancia Europeo independiente que escape en la medida de lo posible a presiones e intereses, se torna perentorio.

Efectos indirectos Decíamos que el estudio de las consecuencias sobre la población de los programas de vacunación sistemáticos es tarea ardua, y apuntábamos que las RASV registradas seguramente son solo la punta del iceberg de una realidad más compleja. En la tradición científica occidental La Teoría General de los Sistemas de Bertalanfy nos puede ayudar a entender mucho mejor esa realidad.558 La teoría de los sistemas sostiene que: • Los seres vivos no son sistemas cerrados, sino abiertos en contínua interacción con el medio. • Todos los organismos vivos tienden a la equifinalidad y la homeostasis. Es decir, a mantener el equilibrio. • El todo es algo más que la suma de las partes. De lo anterior se deduce que cualquier acción sobre una parte del sistema afectará a la totalidad y necesariamente implicará una reacomodación del mismo a fin y efecto de mantener el equilibrio. Por esta razón resulta muy ingenuo y atrevido pretender actuar sobre una parte de un ser vivo (sistema inmune) sin que esto repercuta en todo él, en especial cuando las acciones son reiterativas. Obviamente los seres vivos tienen capacidad de tamponar (amortiguar) las tensiones, pero esta capacidad no es ilimitada. Teniendo en cuenta entonces que un ser vivo como los seres humanos constituye en sí mismo un complejo ecosistema en equilibrio dinámico, no solo con el medio que le rodea sino también con 558 VON BERTALANFFY, L, “Teoría General de los Sistemas”, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1993. 260


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la complejísima y desconocida población bacteriana y vírica que lo conforma, es necesario plantear algunos interrogantes que, a priori, resultan muy difíciles de responder. Nos referimos a lo que podríamos denominar efectos indirectos o diferidos de los programas de vacunación sobre la población.

Efectos indirectos o diferidos El primero sería ¿están afectando los programas de vacunación el comportamiento del sistema inmunológico de niños y adultos? Esta pregunta tal vez sea la de más fácil respuesta, pues existen numerosos indicios al respecto. En efecto, es sabido que las alergias y el asma están experimentando un crecimiento espectacular en las últimas décadas; se sabe además que son debidas a un cambio en el comportamiento del sistema inmunológico. Los epidemiólogos apuntan algunas hipótesis, entre las que se mencionan las vacunas y el abuso de antibióticos, pero la tesis que se está imponiendo pretende vincular esta patología al “exceso de higiene” y a la “falta de infecciones”, lo cual haría que el sistema inmune, al no tener “enemigos”, se dedique a atacar a elementos inocuos. De esta forma se presenta a las alergias como resultado inevitable del progreso y la civilización. Aunque más adelante volveremos sobre el tema, creemos sinceramente que esta conclusión es una “cortina de humo” que desvía la atención y dificulta el necesario debate acerca de la racionalidad de las actuales estrategias preventivas mediante vacunación. Además, la hipótesis de la falta de infecciones resulta poco creíble. Que en Occidente hayan disminuido la mortalidad y morbilidad de muchas enfermedades infecciosas gracias, en primer lugar, a la higiene y en segundo pero a mucha distancia, a los antibióticos, no significa que las infecciones hayan desaparecido, algunas incluso han aumentado. Al menos esto es lo que mantenía Ossi Pettay en el 21 Congreso Nórdico de Pediatría celebrado en Finlandia en 1985. En su comunicación al Congreso, Pettay afirmaba: “De hecho, el número total de enfermedades infecciosas agudas apenas ha disminuido, aunque existen muy pocas estadísticas fidedignas al respecto. B. Velimirovic, el responsable regional de la OMS para las enfermedades de declaración obligatoria en Europa, estima en su libro que un tercio de todo el ausentismo laboral, dos tercios del ausentismo escolar y un 80% de las ausencias en las guarderías de día se deben 261


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a infecciones respiratorias agudas de tipo vírico y a infecciones entéricas”.559 Han pasado nuchos años desde aquel Congreso y no creemos que el panorama epidemiológico sea muy diferente al de entonces. Basándose en Velimirovic, Pettay aporta una lista de las enfermedades infecciosas que han aumentado su incidencia, y en ella sobresalen: salmonelosis, herpes simple, infecciones urinarias por Clamydias, condilomas por el HPV, clostridium perfringens, mononucleosis, ornitosis, endocarditis, septicemia estreptocócica, faringitis estreptocócica, neumonía neumocócica, etc. Aunque desde otras formas de entender la vida, la salud y la enfermedad, el carácter infeccioso de muchos cuadros agudos es dudoso (de ello hablaremos en el capítulo Consideraciones finales, al abordar la teoría endógena), achacar el incremento del asma y de las alergias a la falta de infecciones es un argumento de momento poco creíble que en última instancia puede estar desviando la atención acerca de las causas reales del fenómeno. Recientemente, también han aparecido estudios en los que se constata que los niños que presentan cuadros febriles durante el primer año de vida parecen tener menos propensión a las alergias. Si estos estudios sirven para una mejor comprensión de los procesos de regulación biológica y para respetar una respuesta tan sofisticada e importante como la fiebre, limitándose de paso el uso sistemático de antitérmicos, bienvenidos sean; ahora bien, si el asma y las alergias son debidas a un cambio en el comportamiento del sistema inmunológico, lo más sencillo y lógico es pensar que las múltiples vacunaciones realizadas desde la más tierna infancia pueden tener relación con el fenómeno, pero, como es obvio, ello obligaría a revisar algunas actitudes y postulados médicos y también a desarrollar programas de investigación con ese objetivo, pero somos conscientes de las dificultades que ello entraña. A este respecto, el estudio epidemiológico sobre el estado de salud de la población española no vacunada (ESENVA 2000) aporta algunos datos significativos, a pesar de que aún se encuentra en fase de estudio y análisis. En efecto, aunque la muestra es reducida (unas 300 fichas válidas) y por tanto las extrapolaciones no son fáciles (especialmente en afecciones de baja incidencia en la población general) se han constatado 10 personas que en algún momento han padecido asma y/o rinitis, lo que da un porcentaje de alérgicos del 3%. Sin embargo, según los epidemiólogos, y de ser ciertas 559 PETTAY, O. “Cambios en nuestra comprensión de la enfermedades infecciosas”, Acta Paediatric Scand, 3:209-214, 1986. 262


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las cifras que publican los medios de comunicación, un 20% de la población padece estas enfermedades. Al tener estas afecciones una incidencia y prevalencia muy alta en la población general, incrementándose a un ritmo del 10% anual, cabría esperar unos porcentajes parecidos en la muestra (el 20% de 300 es 60), pero lo que se observa es una incidencia 6 veces menor.560 Otras cuestiones a responder en relación a los efectos indirectos de las vacunaciones podrían ser las siguientes: ¿cómo están afectando las vacunas a las poblaciones microbianas de nuestro organismo?, ¿pueden estar provocando mutaciones?, ¿pueden estar provocando desplazamientos bacterianos y/o víricos? Con el estado actual de los conocimientos es muy difícil encontrar respuestas satisfactorias y concluyentes a las preguntas formuladas. El mundo microscópico sigue siendo un gran desconocido y los avances en las ciencias biológicas y en especial en ecología revelan interacciones sumamente complejas. Las interacciones y el desconocimiento deberían hacernos más prudentes. Precisamente, el uso y abuso de los antibióticos ha generado un grave problema sanitario al incrementarse notablemente las resistencias bacterianas. Las bacterias son seres vivos que se adaptan a muy diferentes hábitats, son capaces de intercambiar información mediante plásmidos y además se encuentran en los más recónditos lugares del planeta, la vida sería imposible sin ellas. Las bacterias y los virus están presentes en nuestras mucosas. Su papel sigue siendo en gran parte una incógnita, aunque hoy sabemos que en los procesos de fermentación y digestión su presencia es fundamental. En la mucosa respiratoria encontramos numerosas poblaciones microbianas, y en diferentes épocas del año podemos aislar meningococos, neumococos, haemofilus, estreptococos, pseudomonas, etc. sin que sepamos la razón de esta presencia. Ya hemos señalado, y lo volveremos a retomar en los capítulos finales, que la teoría celular, la teoría microbiana, la teoría de la etiología específica y sobre todo la simplificación han generado una microbiomanía realmente contraproducente. Actuando contra los microorganismos por medio de vacunas y antibióticos, se pretende acabar con la enfermedad, esto que podía resultar comprensible en el siglo XIX no lo es en el siglo XXI, máxime cuando vacunamos masivamente contra enfermedades cuya incidencia es bajísima. 560 MARIN, J.M. “ESENVA 2000: Estado de salud de la población española no vacunada”, II Congreso Internacional de Parto y Nacimiento en Casa, Manresa, 2003. 263


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Las vacunaciones pueden estar produciendo desplazamientos bacterianos. No es descabellado pensar que actuando sobre las formas capsuladas del Haemophilus Influenza tipo b facilitemos la proliferación de las formas no capsuladas o estimulemos mutaciones cuyos resultados no se pueden predecir. Igualmente, al vacunar contra el meningococo C podemos facilitar la proliferación de otros meningococos o formas mutágenas; las declaraciones de Graça Freitas, responsable de las enfermedades transmisibles del Ministerio de Salud de Portugal, iban en esta dirección cuando justificaba la no inclusión de la vacuna en el Plan Nacional de Vacunación: “la administración generalizada de la vacuna contra la meningitis C puede abrir otras estirpes de bacterias, una vez eliminada la causante de la enfermedad”.561 Al vacunar contra la gripe con tres de las supuestas cepas víricas puede estar sucediendo lo mismo. ¿Qué sucederá con los rotavirus intestinales y la microbiota intestinal, si se acaban desarrollando vacunas contra ellos? M.Georget dice que en Alemania, tras la vacunación contra la polio, se ha observado un descenso del 78% de los poliovirus intestinales pero un aumento del 450% de los virus ECHO-Coxsackie, y al parecer los virus Coxsackie pueden provocar parálisis, meningitis y algunos tipos de diabetes.562 Al modificar los equilibrios entre las poblaciones microbianas podemos facilitar la emergencia de nuevas enfermedades y epidemias o cambios en la forma de presentación de la antiguas. 561 El País, Lunes 2 de febrero, 2002.

562 GEORGET, M. Vaccinations les vérités indesirables, Ed. Dangles, Saint Jean de Braye, Francia, 2000, pág. 80. 264


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En este sentido, por ejemplo, nos podemos preguntar ¿tiene relación el incremento del número de casos de la varicela con la introducción de la vacuna del sarampión y después de la triple vírica? En la gráfica que adjuntamos se observa un incremento notable de los casos de varicela, que coincide en el tiempo con la introducción de las vacunas mencionadas. Otra forma de formularnos la pregunta podría ser: ¿tiene relación el descenso del sarampión y la rubéola con el incremento de la varicela?, ¿qué papel cumplen las enfermedades exantemáticas de la infancia en la salud de las personas? Son preguntas de difícil respuesta que trascienden el marco teórico de la medicina convencional y hacen referencia a la teleología, al sentido o intención de las respuestas biológicas que un ser vivo desarrolla en un momento dado de su existencia. Desde hace tiempo, algunos sectores médicos sugieren que las enfermedades exantemáticas (eruptivas) de la infancia vendrían a ser como “limpiezas constitucionales”. También apuntan estos sectores que la ausencia de enfermedades eruptivas en la infancia se podría relacionar con el incremento de los procesos degenerativos en la vida adulta, del mismo modo que a la ausencia de cuadros febriles durante los primeros años de vida se la ha relacionado, como acabamos de ver, con una mayor predisposición a las alergias. Evidentemente, lo que planteamos desborda los objetivos de este libro, pero algún día la ciencia médica deberá reflexionar sobre el concepto de enfermedad que le impone la visión mecanicista de la vida; visión que en última instancia reduce los procesos mórbidos a trastornos de las funciones y de los órganos por agresiones, roturas o desgaste de los mecanismos y tejidos que los constituyen, más allá de cualquier otra consideración. Lejos de ello observamos todo lo contrario; inminente introducción de nuevas vacunas en el calendario (varicela, neumocócica) con lo que a las nuevas acciones seguirán nuevos efectos que a su vez requerirán nuevas acciones.

La hipoteca o deuda vacunal No querríamos acabar el capítulo sin hacer referencia a un concepto de nuevo cuño que podemos denominar deuda o hipoteca 265


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vacunal. Como no es fácil definirlo, intentaremos explicarlo sucintamente. Aunque las enfermedades infecciosas han existido desde siempre, las epidemias suelen aparecer cuando se producen grandes desequilibrios (fase de desestabilización) entre las poblaciones vivas de una determinada área geográfica, ya sean debidas a cataclismos naturales, a guerras o a transformaciones aceleradas en las condiciones de vida, como las que impuso la Revolución Industrial y como parece estar sucediendo ahora con el cambio climático. En estas circunstancias asistimos, teniendo en cuenta la Teoría General de los Sistemas, a una primera fase en que la enfermedad suele ser virulenta, lo que epidemiológicamente se traduce en una alta morbilidad y mortalidad; en una segunda fase, a medida que las circunstancias desencadenantes se van corrigiendo (fase de reacomodación) la enfermedad paulatinamente pierde virulencia, disminuyendo primero la mortalidad y en segundo término la morbilidad, llegándose finalmente a una fase endémica (equilibrio) caracterizada por la baja incidencia de la enfermedad, que puede incluso llegar a desaparecer; evidentemente si las circunstancias desencadenantes se repitieran antiguas o modernas epidemias podrían surgir. Esto, que muy brevemente hemos resumido aquí, sería lo que conocemos como la Historia Natural de la Enfermedad, y expresa la recuperación del equilibrio perdido a través de complejos procesos de reacomodación entre las diferentes criaturas vivas de un determinado hábitat en determinadas circunstancias. En este proceso, uno de los fenómenos que se produce en relación a las enfermedades infectocontagiosas es eso que llamamos adaptación entre microorganismo y huésped, el cual se produce a través de sutiles interacciones, entre las que destacan la transmisión de información y de anticuerpos de los progenitores a la descendencia. Hemos visto ya que la mayoría de las vacunaciones contra las enfermedades epidémicas del siglo XIX se implementaron cuando éstas se hallaban en la fase regresiva, epidemiológicamente; por tanto, no podemos determinar con certeza qué papel han jugado o juegan los programas de inmunización. Otras enfermedades epidémicas como la escarlatina y la fiebre tifoidea, para las que no se ha vacunado, han desaparecido igualmente (ver gráfico adjunto), lo que demuestra que son las circunstancias de vida las que determinan la dinámica epidemiológica. Sin embargo, desde los servicios de medicina preventiva se sigue insistiendo sobre la necesidad 266


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de mantener la vigilancia y los programas de vacunación para no producir vacíos en la inmunidad que faciliten la eclosión de nuevos brotes. Nos enfrentamos por tanto a lo que podemos denominar deuda o hipoteca vacunal, porque este argumento del “vacío inmunológico” es el que, repetida y machaconamente, se utiliza para mantener la vacunación contra enfermedades cuya incidencia es mínima o nula. Éste sería el caso de la difteria, por ejemplo, tras los brotes aparecidos en algunas zonas de Europa del Este (la antigua URSS y Rumania), a consecuencia del derrumbe socioeconómico y las guerras transcaucásicas. La llegada de inmigrantes de procedencia diversa también se utiliza en la misma dirección. En Catalunya, por ejemplo, se han adelantado las primovacunaciones contra la hepatitis B a los dos meses con este argumento. Hasta la fecha, en esta comunidad autónoma se vacunaba contra la hepatitis B en la adolescencia, ahora se ha adelantado porque al parecer hay inmigrantes procedentes del sudeste asiático donde la enfermedad tiene una mayor incidencia. La incongruencia y la falta de consistencia de los argumentos es realmente asombrosa, pues, al mismo tiempo que se anunciaba el adelanto, se reconocía que la enfermedad se transmite por la sangre y por vía sexual, con lo que el contagio de los bebés resulta prácticamente imposible, y que de los 55 casos notificados en 2001 solo 4 corresponden a menores de doce años. Cuando Lluís Salleras, en ese momento Director General de Salud Pública de Catalunya, hizo público el adelanto, manifestó que desde la introducción de la vacuna se había producido un descenso del 85%; lo que no dijo fue que el descenso fue similar en la población adulta no vacunada y que desde 1985 han disminuido TODAS las hepatitis víricas, como ya vimos en el capítulo correspondiente a la vacunación contra la hepatitis B. Además, si analizamos por bloques, vemos que la incidencia de la hepatitis B es más alta en el grupo de vacunados: 5,4 por millón en los menores de 12 años (no vacunados), 16,4 por millón en los jóvenes de entre 12 y 20 años (vacunados en su mayoría) y 7,7 por millón en la población mayor de 20 años que en su gran mayoría no están vacunados. En consecuencia, el argumento del “vacío inmunológico” no se sostiene en este caso y responde más al marketing que a la realidad epidemiológica, pero es probable que dentro unos años, cuando la enfermedad haya declinado aun más y cuando nadie recuerde cuál era la situación original, aparezcan comunicaciones y trabajos científicos defendiendo la necesidad de mantener la vacunación, a la que previamente se le 267


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habrán atribuido los méritos de la posible erradicación, pues de lo contrario, dirán, podrían crearse vacíos en la inmunidad incrementándose el riesgo de brotes epidémicos.

La insistencia en mantener la vacunación contra la difteria tras los brotes aparecidos en los países del este europeo, permite entender con claridad y en tiempo real, el concepto de deuda vacunal. La difteria es una enfermedad de la que no se registran casos en Europa Occidental desde hace aproximadamente veinte años y ha seguido una evolución epidemiológica idéntica a la de la fiebre tifoidea (enfermedad de la que no se vacuna), pero tras los brotes aparecidos en Rumania y en las repúblicas ex-soviéticas, los sectores vacunalistas encabezados por la OMS insisten en mantener e incrementar la presión vacunal, extendiéndola incluso a los adultos. Esta presión ha alcanzado su cenit en España con el reciente (2015) fallecimiento por difteria de un niño no vacunado. Al mismo tiempo, hemos visto el intenso incremento de la difteria durante la II Guerra Mundial en poblaciones intensamente vacunadas y, hemos visto también, como la mayoría de grandes brotes se dieron en situaciones de guerra y miseria, como por ejemplo en España durante la Guerra Civil. Por tanto nos podemos preguntar ¿qué están expresando realmente cuando dicen que si no se vacuna se pueden producir vacíos en la inmunidad?, ¿qué significan estas manifestaciones? Lo primero que dan a entender es que la patología infectocontagiosa es un fenómeno abstracto que sigue una dinámica independiente, sin relación directa con las condiciones de vida; de esa manera se transmite una gran sensación de vulnerabilidad 268


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a la población, pues parece que los brotes diftéricos que ocurren en grupos humanos que viven en condiciones deplorables se pueden trasladar sin más a otros grupos cuyas condiciones no son las mismas. Lo segundo y conectado a lo anterior, es que parecen desconocer el proceso de acomodación que hemos llamado Historia Natural de la Enfermedad; es decir, parecen desconocer los procesos biológicos encadenados que determinan la adquisición de la inmunidad natural. Así, al reducir las variables que inciden sobre la dinámica infecciosa (ver capítulo sobre la inmunidad de grupo) actúan sobre el sistema inmunitario sin tener en cuenta las sutilezas adaptativas, interrumpiendo de ese modo los procesos evolutivos, generando una gran dependencia, a efectos teórico-prácticos, de los programas de vacunación. Ejemplo: antiguamente las madres, al haber pasado el sarampión, tenían anticuerpos que transmitían a sus hijos a través de la leche materna. Ya hemos visto que a principios del siglo XX la mortalidad por sarampión era muy alta. Cuando empezaron las campañas masivas con la triple vírica en 1981-82, la mortalidad había descendido en un 99,9%. Lo curioso es que, ahora, las madres estando vacunadas no tienen anticuerpos y por tanto no los transmiten, con lo cual si no vacunamos, dicen, y no pasamos la enfermedad, se generarán vacíos de inmunidad, pudiéndose producir brotes epidémicos. En resumen, rompemos los procesos naturales que generan inmunidad aunque sea de forma inconsciente, y la dependencia, al menos teórica, de la inmunización artificial se incrementa, justificando la existencia de los programas de vacunación hasta no se sabe cuándo. El mismo esquema podemos aplicarlo a la difteria y otras enfermedades. De esta manera uno queda atrapado en su propia tela de araña, resultando muy difícil salir de ella pues ¿qué autoridad sanitaria, que llegara a esta conclusión, se atrevería a reducir el número de inmunizaciones?, ¿qué pasaría cuando aparecieran brotes puntuales?, ¿cómo soportaría la presión mediática y la de los grupos interesados? Precisamente, la campaña de vacunación contra la meningitis A-C de los años 1996-1997 es un buen ejemplo de cómo la presión llevó a los responsables políticos a implementar programas intensivos de vacunación en contra de los propios criterios de la medicina preventiva, rompiendo los acuerdos de la Conferencia de Oviedo. Con otros matices, esta situación se ha repetido en Portugal aunque por el momento las autoridades sanitarias lusitanas han aguantado el chaparrón y, con buen criterio, 269


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han decidido no incluir la vacunación contra el meningococo C en el Plan Nacional de Vacunación.563 El mensaje en realidad es subliminalmente perverso, aunque se haga de buena fe: ten cuidado, eres débil, la naturaleza es un peligro, la providencia dejó muchos cabos sueltos, yo redefiniré la vida y te protegeré aunque estés rodeado de miseria. ¿Qué hemos o habremos conseguido en el trayecto? Incrementar, en el imaginario popular, la dependencia de las inmunizaciones artificiales. ¿Hasta cuándo? hasta que se erradiquen las enfermedades. ¿Cuándo se producirá eso? no se sabe. Esta es la deuda, esta es la hipoteca biológica; además sin posible amortización, porque siempre habrá enfermedades y siempre existirán microorganismos a los que culpabilizar y contra los que vacunar. A no ser que acabemos con todos ellos y lleguemos a un mundo prístinamente aséptico y sin microbios; pero entonces, si seguimos el discurso oficialista actual, el sistema inmunitario, al no haber infecciones, se tornará alérgico. Entonces habrá que seguir vacunando contra el polen, las gramíneas, la humedad, el polvo y contra cualquier otro intruso. Tremenda paradoja en la que asistimos, como señalan Watzlawick y colaboradores, a una situación en la que la teórica “solución” es realmente el problema: te vacuno para que no tengas infecciones y bacterias, pero te vuelves alérgico, entonces te administro bacterias y vacunas desensibilizantes para prevenir lo anterior, con lo que el círculo se cierra y volvemos a empezar. Es el eterno retorno, dirían los filósofos aplicado en este caso a la vacunología.

563 El País, Lunes 25 de febrero, 2002. 270


XIV. Perspectivas de futuro Si tuviéramos que establecer un símil, podríamos aseverar que la práctica vacunal, a pesar de su universalización, se encuentra en la infancia de su desarrollo evolutivo. Las perspectivas futuras son sumamente prometedoras y halagüeñas para ese sector del mundo científico de marcado carácter positivista, en el que el fin justifica los medios. Importan poco los animales sacrificados, ya sean ratones, cobayos o monos; importan poco los daños colaterales y los caídos en el camino. Se trata de escudriñar las entrañas de lo inerte, de lo vivo y de lo humano ad infinitum con el teórico objetivo de alcanzar el paraíso perdido de un mundo sin enfermedades y sin sufrimiento. Eso es al menos lo que se dice, como no podría ser de otro modo. Para otros científicos ubicados en otras corrientes de pensamiento las perspectivas futuras son, más bien, inquietantes. En efecto, el alto potencial tecnológico alcanzado en las últimas décadas, del que la ingeniería genética es solo una muestra, junto al enorme volumen de negocio que supone la producción de vacunas, nos abocan a un futuro inmediato en el que la presión vacunal sobre el sistema inmunitario de la gran mayoría de la población mundial infantil, y también de la adulta, se incrementará notablemente. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos y a ser tachados de maximalistas, que la inmunización ha supuesto la abertura de un filón inagotable del que extraer notables beneficios científicos y económicos. ¿Acaso es posible imaginar un mundo sin bacterias, sin virus, sin priones o lo que esté por venir?, ¿es acaso creíble la existencia de un mundo totalmente aséptico? no hace falta ser premio Nobel para saber que en la naturaleza ni se producen, ni se producirán, vacíos en la cadena biológica. Cualquier hueco producido es inmediatamente cubierto. El lugar dejado por la eliminación de cualquier microorganismo, si es que ello es posible, será inexorablemente ocupado por otro, o por sus mutaciones. Por tanto siempre habrá “enemigos externos” contra los que vacunar. Este es el filón. Evidentemente, es mucho más fácil producir 271


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vacunas y antibióticos que cambiar las condiciones de vida a la que se ven abocados millones de seres vivos en amplias extensiones del globo terráqueo. Se vacuna contra el sarampión y otras enfermedades, pero los niños mueren de otras infecciones agudas, dicho de otro modo, se reemplazan las causas de mortalidad, es decir, en el mejor de los casos, se sustituyen unas enfermedades por otras. Tal vez el lenguaje sea en estos casos perverso, ya que permite disfrazar la realidad de forma eufemística. El eufemismo es una forma sibilina de disfraz y se utiliza en muy diferentes ámbitos. Por ejemplo, durante los primeros años de la dictadura que siguió a la guerra civil española, en los certificados médicos de defunción de los disidentes que fallecían abatidos por los disparos de las fuerzas de seguridad figuraba como causa del óbito el conocido epígrafe “muerte por paro cardio-respiratorio” o “muerte por hemorragia masiva”; analógicamente podemos preguntarnos cuál es la causa de la muerte de millones de niños en el Tercer Mundo: ¿es el virus del sarampión?, ¿son los rotavirus intestinales?, ¿los neumococos? o ¿la miseria, las guerras, el hambre y la malnutrición? ¿Es realmente creíble que vacunando a estas criaturas las vamos a dotar de un escudo protector contra la podredumbre?, ¿es éste un planteamiento científico serio y riguroso? Aunque en las páginas que anteceden los aspectos económicos de las vacunas han sido soslayados, merece la pena que le dediquemos un pequeño comentario.

El mercado vacunal En la actualidad, la fabricación, comercialización e implementación de los programas de vacunación suponen un gran negocio a escala mundial, de hecho uno de los productos estrella de la multinacional Pfizer es la vacuna contra el neumococo que, según denunció (dados los precios exorbitantes) Médicos Sin Fronteras, facturó unos ¡¡4.400 millones!! de dólares en 2014. Es un mercado floreciente que presenta un crecimiento geométrico y del que, en la actualidad, no resulta difícil encontrar información. Así consultando en internet podemos obtener datos, más o menos fiables, que nos proporcionan una idea del extraordinario volumen que aporta este sector al mercado farmacéutico global. A modo de ejemplo sirvan las cifras que a principios de 2008 proporcionaba un estudio desarrollado por Vaccines Technologies y Global 272


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Markets de BCC Research sobre perspectivas de futuro del mercado vacunal, incluyendo vacunas animales y humanas. Según ese estudio: “la facturación mundial de las vacunas rondará los 22.400 millones de dólares en el 2008. Y se espera que se incremente hasta los 36.300 millones para el 2013, con una tasa compuesta de crecimiento anual del 10.1% de promedio”.564 Hasta los años ochenta, el mercado vacunal más importante lo constituían los países ricos. En 1974, la OMS puso en marcha el Programa Ampliado de Inmunización (EPI) para el Tercer Mundo. Gracias a este programa, en menos de veinticinco años el porcentaje de la población mundial infantil vacunada contra seis enfermedades consideradas prioritarias (sarampión, tos ferina, tétanos, polio, difteria y tuberculosis) ha pasado del 5% al 80%.565 En 2014, con motivo del 40 aniversario del EPI, la OMS comunicó que el porcentaje de niños vacunados a nivel mundial era del 83% y muchos países habían aumentado el número de inmunizaciones a 9 ó 10, extendiendo el programa a jóvenes, adultos y ancianos.566 En capítulos anteriores, hemos tenido oportunidad de revisar la pertinencia y racionalidad de la inclusión de estas vacunas en el EPI para combatir determinadas enfermedades, especialmente la difteria, el tétanos neonatal y la tuberculosis. Según M. Georget, en un principio el porcentaje ocupado por el EPI en la producción mundial de vacunas era marginal, sin embargo paulatinamente se ha vuelto preponderante. En efecto, en un trabajo titulado El mercado vacunal y el futuro de los programas de vacunación en África, resultado de las reuniones mantenidas en 1992 por miembros de la OMS, la UNICEF, de los laboratorios Mérieux, Behring y Smithkline Beecham, junto a representantes de diversos países africanos y economistas, se puso de manifiesto que entre 1980 y 1990 el EPI ha hecho posible que el consumo de vacunas se multiplique por 12, pasando de 100 millones de dosis a 1.200 millones.567 En 1993 el mismo Banco Mundial en su informe Invirtiendo en Salud avalaba estas estrategias, presentándolas como paladín de la rentabilidad desde el punto de vista coste564 www.pmfarma.es › Noticias.

565 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T, “Investigación y desarrollo de vacunas para el siglo XXI: estrategias del Programa Mundial de Vacunas e Inmunización de la OMS”, en SALLERAS, LL. “Vacunaciones preventivas”, Ed. Masson, Barcelona, Pág. 695, 1998. 566 http://www.who.int/features/2014/immunization-south-africa/es/. 567 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 290.

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efectividad.568 Otros sectores piensan que existen fórmulas mucho más eficaces y duraderas, desde el punto de vista de los intereses de la población a la hora de combatir las consecuencias del hambre y la miseria; de hecho, para muchos países pobres con rentas per cápita bajísimas, la inversión en vacunas hace que no quede nada para otros menesteres relacionados con la salud. Ahora bien, es cierto que el EPI, al estar avalado por la OMS y la UNICEF, y al conseguir paquetes de vacunas para los países subdesarrollados a precios más baratos, hace posible que estas acciones adquieran el carácter de ayuda humanitaria, como agudamente vuelve a poner de manifiesto M. Georget. Este mismo autor señala que las contrapartidas pasan por la obtención de las materias primas de estos países a bajos precios, lo que no ha impedido que el precio de las vacunas del EPI se haya incrementado en un 20% entre 1990 y 1992, o por facilitar la implementación de nuevas vacunas en los países ricos o por incrementar el precio de éstas en los países desarrollados para compensar “las pérdidas” que ocasionan los precios de las vacunas que el EPI distribuye en el Tercer Mundo.569 El EPI impulsado por la OMS es en estos momentos la mejor plataforma para la expansión del mercado vacunal en los países subdesarrollados. Esta plataforma opera en varios sentidos. Por un lado permite incrementar la frecuencia de las dosis de forma discrecional, como ha sucedido con la polio o con la Triple Vírica, por otro posibilita la introducción de vacunas ya existentes en el EPI, caso de la hepatitis B y, finalmente, fomenta la fabricación de nuevas vacunas contra otras enfermedades que han de ser incorporadas al EPI en un futuro próximo. Por otro lado, para simplificar la implementación de los programas y facilitar el número máximo de inmunizaciones, se fomenta la investigación y desarrollo de nuevas técnicas vacunales, como las vacunas monodosis por liberación controlada, vacunas monodosis mediante el uso de vectores vivos y coadyuvantes, vacunas de ADN, vacunas de administración oral o nasal, nuevas vacunas combinadas, nuevas vacunas para el período neonatal, vacunas comestibles y vacunas monofásicas en polvo. Especial atención merecen las vacunas de ADN y por eso les dedicaremos un pequeño comentario.

568 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T Op. Cit. Pág. 695. 569 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 291.

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Vacunas de ADN Las técnicas mediante las cuales se obtienen estas vacunas nos introducen de lleno en el inquietante mundo de los organismos modificados genéticamente —OMG—. Entre ellas distinguimos las vacunas de “ADN recombinante” y las vacunas de “ADN desnudo”.

Vacunas de ADN recombinante La técnica del “ADN recombinante” permite combinar ADN de diferentes especies vivas entre sí, ya sean virus, bacterias, vegetales o animales y obtener vacunas por dos caminos diferentes. Por un lado podemos introducir un fragmento de ADN que codifique una proteína (es lo que conocemos como gen) en el ADN de un virus o una bacteria. Este gen hará que en la superficie de la bacteria, por ejemplo, aparezca una proteína susceptible de ser reconocida como algo extraño por el sistema inmune, que es lo que llamamos antígeno. Con esta técnica podemos tomar virus o bacterias con los que vacunamos, por ejemplo el BCG, y al introducirle un gen de rotavirus conseguiremos que el nuevo BCG exprese en su superficie antígenos de los rotavirus. De este modo tendremos una “nueva bacteria” que nos permitirá fabricar vacunas contra la tuberculosis y contra los rotavirus al mismo tiempo. Esto que acabamos de citar es un ejemplo ilustrativo, pero ya se han realizado experimentos utilizando el virus de la vacuna de la viruela recombinado con genes del virus de la rabia para diseminarlos en la naturaleza por vía aérea en forma de alimentos, para vacunar a los zorros; experimentos parecidos se han hecho destinados a los humanos recombinando el virus de la viruela y el virus de Epstein-Barr, el VRS, etc. Se han realizado experimentos también con rotavirus de diferentes especies animales y es posible que, en un futuro no muy lejano, como apunta Georget, nuestros hijos sean vacunados al comerse una banana transgénica.570 La otra posibilidad para obtener vacunas mediante “ADN recombinante” consiste en la introducción de un gen, que codifique una proteína fuertemente antigénica del microorganismo contra el que queremos vacunar, en sistemas celulares que producirán esta proteína en grandes cantidades. El proceso es sumamente 570 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 291. 275


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complejo y para ello se utilizan plásmidos que introducen el gen y otros fragmentos de ADN que hacen las veces de promotor, activador, etc. dentro de las células productoras. Este procedimiento, ya comentado, es el que se sigue actualmente para la obtención de vacunas contra el virus de la hepatitis B.

Vacunas de ADN desnudo o vacunas transgénicas Un paso más en la osada carrera que inició el período positivista, lo constituyen las vacunas de ácidos nucleicos o vacunas de ADN desnudo. Consisten en la inoculación directa, vía intramuscular o subdérmica, de uno o más fragmentos de ADN que, una vez incorporados a nuestras células, mediante plásmidos como en el caso anterior, hace que éstas sinteticen proteínas que se comportan como antígenos (recordemos que el antígeno hace las funciones de cuerpo extraño). De esta forma nuestro sistema inmunitario estará constantemente estimulado porque nosotros mismos estaremos produciendo la sustancia antigénica constantemente. L. Jódar, P.H. Lambert y T. Aguado de la OMS afirman que “De esta forma, se introducen en el organismo, de manera natural y sin que haya contacto con el agente patógeno, los antígenos que estimularán la respuesta inmunitaria”571 (las cursivas son nuestras). Para estos autores, la manera natural de introducir estos plásmidos es la inyección, aunque también pueden ser introducidos mediante “pistola de genes” cuyos proyectiles son partículas de oro recubiertas de ADN. Que esta forma de operar sea calificada de “natural” por estos personajes que trabajan para la OMS, concretamente en la unidad de Investigación y Desarrollo de Vacunas (VRD), no deja de ser significativo. Una de dos, o asistimos a una perversión del lenguaje con tal de facilitar la penetración en el mercado de un determinado producto, o las personas referidas tienen tan alto grado de confusión conceptual que no llegan a distinguir lo natural de lo artificial. Con la técnica del ADN desnudo se están ensayando vacunas preventivas contra la gripe y se estudian vacunas contra el herpes, el paludismo, el SIDA, la tuberculosis y la hepatitis.572 También se piensa utilizar para la obtención de vacunas terapéuticas, es decir, para el tratamiento de diferentes patologías. 571 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T Op. Cit. Pág. 697. 572 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 48.

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Aunque los sectores vacunalistas consideran estas vacunas como muy ventajosas, en el horizonte emergen una serie de problemas y peligros potenciales que deberían ser clarificados; desgraciadamente, lo que está sucediendo con los organismos modificados genéticamente no nos hace ser muy optimistas. La osadía, la temeridad que muestra una gran parte del mundo científicomecanicista junto a la necesidad de rentabilizar las inversiones a corto plazo configuran un futuro inquietante. Entre los riesgos que citábamos hay que mencionar, en primer lugar, la posibilidad de que el ADN inyectado se integre en el genoma humano. Los mismos autores señalados apuntan “Esto podría provocar un proceso de desregulación de las células que acabara desembocando en la generación de procesos cancerígenos”.573 La pregunta que surge de inmediato es cómo piensan controlarlo, cuánto tiempo durarán las observaciones y quiénes serán los observadores. También piensan que estas vacunas podrán generar anticuerpos anti-ADN y la eclosión de enfermedades autoinmunes por reacciones cruzadas. Nos podemos formular las mismas preguntas anteriores, es decir, cómo piensan evitarlas, cuánto tiempo durarán las observaciones y quiénes serán los observadores. Finalmente se preguntan por el destino final del material genético transferido, en qué partes del cuerpo se distribuye y durante cuánto tiempo estará presente en los organismos transfectados. A pesar de las dudas que plantean las vacunas transgénicas, los ensayos en Fase I siguen su curso. Como sucede y ha sucedido con los alimentos transgénicos, las estrategias de penetración en el mercado ya están siendo diseñadas, y como muestra citamos literalmente lo que manifiestan nuevamente los miembros del VRD de la OMS mencionados anteriormente: “Incluso en el caso de que se desarrollen vacunas de ADN eficientes y seguras, la administración de material genético no será fácilmente aceptada por la opinión pública. Antes de la introducción de estas vacunas en el mercado se deberá diseñar una campaña de información completa, sencilla y asequible a todo el mundo”.574

573 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T Op. Cit. Pág. 714. 574 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T Op. Cit. Pág. 714. 277


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Nuevas vacunas En estos momentos, y a pesar del gran consumo de antibióticos y vacunas, a las enfermedades llamadas infecciosas se les considera responsables de la tercera parte de las muertes que se producen en el planeta. Se dice que unos 17 millones de personas fallecen cada año por esta causa. De ellas, 12 millones son niños menores de cinco años y 3 millones de éstos no alcanzan la semana de vida. Se dice también que las enfermedades infecciosas son ya la tercera causa de mortalidad en los Estados Unidos. Es de suponer que la población afectada debemos encontrarla entre los más de 80 millones de pobres que forman parte del censo del país más poderoso del planeta, es decir de lo que anteriormente hemos denominado el “tercer mundo” del “primer mundo”. Por tanto, el argumento que relaciona el incremento del asma y las alergias con la falta de infecciones se desvanece. Entre las enfermedades infecciosas que producen mayor número de muertes destacan, según la OMS, las infecciones respiratorias agudas y las diarreicas. Para hacer frente al panorama actual de las enfermedades infecciosas, la OMS reestructuró hace unos años su organigrama y ha puesto todo lo relacionado con la vacunación bajo el GPV o Programa Mundial de Vacunas e Inmunización. Al parecer, el objetivo del GPV es cohesionar “el vacío tradicional” existente entre investigación y desarrollo de vacunas y su aplicación en los países del llamado Tercer Mundo. Con la nueva organización, el GPV coordina y supervisa todas las actividades que desarrollan tres unidades operativas, a saber: el VRD o unidad de Investigación y Desarrollo de Vacunas; el EPI o Programa Ampliado de Inmunización y el VSQ o unidad de Calidad y Aprovisionamiento de Vacunas. El VSQ, que es una unidad operativa de nueva creación, se encarga de supervisar la calidad y viabilidad de la producción de vacunas a largo plazo, así como de asesorar a los gobiernos sobre la financiación y la logística necesaria para implementar programas de vacunación. Aunque el GPV se encargue de coordinar todas las actividades, el desarrollo de nuevas vacunas va a depender, por tanto, de las decisiones y prioridades que se plantee el VRD junto al sector privado, ya que el VRD “no puede cubrir todos los aspectos incluidos en el desarrollo y la introducción de nuevas vacunas, ni tiene capacidad ni recursos para hacerlo” en expresión literal de L. Jódar, P.H. Lambert y T. Aguado, personas vinculadas al propio VRD como ya hemos comentado, desde la región europea de la 278


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OMS con sede en Ginebra.575 A su vez, el VRD se estructura en diferentes Comités de Dirección, como el de Enfermedades Diarreicas o el de Neumonías y Meningitis, compuestos por expertos de “reconocido prestigio mundial”, y tiene un importante papel como planificador, coordinador y catalizador de la investigación, según señalan los autores mencionados. Estas personas afirman que “el desarrollo de nuevas vacunas es largo y costoso. Los países en vías de desarrollo no pueden correr con los gastos de investigación y desarrollo, y los países que sí pueden hacerlo, no necesariamente tienen el mismo orden de prioridades (...) El sector privado debe desempeñar un papel fundamental en este proceso. Para ello es necesario desarrollar fórmulas que concilien la precaria situación económica de los países más pobres y los beneficios que busca cualquier industria”.576 Los mismos autores apuntan posibles soluciones como “desarrollar tecnologías que puedan aplicarse a diversos tipos de vacunas, unas de mayor interés para los países desarrollados de las cuales la industria pudiera obtener beneficios, favoreciendo así el desarrollo de otras vacunas de interés más restringido a los países en desarrollo… Además, el UNICEF ha desarrollado una estrategia que escalona los precios de las vacunas adaptándolos a los distintos tipos de mercados. Esto supone que el UNICEF puede suministrar vacunas a bajo precio a los países más necesitados, y los productores establecen, en compensación, precios más altos para los países industrializados. Otros incentivos que aumentarían la implicación de la industria en el desarrollo de nuevas vacunas incluyen garantizar a la industria mercados para nuevas vacunas, el diseño de una política fiscal ventajosa o desarrollar incentivos financieros en el sistema de patentes”.577 Estas manifestaciones son sumamente elocuentes y ponen de manifiesto cómo lo deseable y lo posible no van siempre de la mano. Es más, aunque no estemos de acuerdo con las estrategias preventivas de la OMS para los países del llamado Tercer Mundo, pues pensamos que es una quimera pretender combatir los efectos de la miseria y el hambre con vacunas, las declaraciones anteriores exponen con crudeza cómo los intereses de la población y los intereses industriales son en este caso divergentes, por no decir contrapuestos. La Salud Pública no debería ser un negocio cualquiera y en consecuencia las prioridades no 575 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T Op. Cit. Pág. 697. 576 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T Op. Cit. Pág. 718. 577 JÓDAR, L., LAMBERT, P. H. AGUADO, T Op. Cit. Pág. 718. 279


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deberían venir marcadas por la obtención de “los beneficios que busca cualquier industria”. No queremos, por otro lado, demonizar el mundo de los negocios, ni la actividad privada. La vida en el sentido profundo es un negocio, es un intercambio continuo de materia y energía; los seres vivos “negocian” la existencia constantemente y de cada intercambio obtienen un beneficio. Creemos, con Alicia Duran y Jorge Riechmann, que la ética de los fines, la ética de los medios y la ética de las consecuencias deben presidir las actividades económicas. Pero del mismo modo que existen formas de intercambio biológico aberrantes y perversas que conducen a la enfermedad y a la destrucción, también existen formas de negociar que tienen el mismo resultado, aunque de ello se beneficien, de forma inmediata, algunos individuos y/o determinadas corporaciones. En este sentido y en relación a la implementación de los programas de vacunación a los países del Sur, todo apunta a que estamos delante de un complejo entramado científico-sanitario-industrial en el que el rostro dulce y humano lo ponen la OMS y la UNICEF, según apunta M.Georget. Sí, es cierto que los ciudadanos de los países del Norte anhelamos o necesitamos creernos las iniciativas aparentemente altruistas que tranquilizan nuestras conciencias; con estos sentimientos nobles especulan precisamente los depredadores, pero los trabajos de Debabar Banerji, doctor en medicina, antropólogo, miembro de diferentes Comités de Expertos de la OMS sobre sistemas sanitarios, no pueden ser más reveladores. En efecto, según Banerji en Alma-Ata, 1978, los pueblos más oprimidos del mundo consiguieron un logro histórico en materia de salud pública. En contraposición a los clásicos programas tecnológicos prefrabicados generadores de dependencia, la Declaración de Alma-Ata recomendaba el desarrollo de servicios sanitarios elaborados por las poblaciones autóctonas, de manera que estos promovieran la autonomía de las comunidades y estuvieran controlados por el propio grupo social. A juicio de Banerji, la reacción de los países ricos frente a esta temeraria declaración de independencia fue fulminante e inmediata, y de la mano de la UNICEF y la OMS intentaron desactivar los acuerdos de Alma-Ata a través del programa Cuidados Sanitarios Primarios Selectivos. El resultado final ha sido la intensificación de los programas masivos de vacunación contra las 6 enfermedades incluidas en el EPI —difteria, tos ferina, tétanos, poliomielitis, sarampión y tuberculosis— incremen280


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tando así la dependencia de los países pobres. Por su trascendencia reproducimos una parte del trabajo donde Banerji desenmascara la estrategia seguida por la UNICEF y la OMS, apoyadas por resoluciones de la Asamblea Mundial de la Salud, que a su juicio no tuvieron en cuenta ninguna de las lecciones de las campañas masivas de los años cincuenta y sesenta, entrando, además, en franca contradicción con los acuerdos de Alma-Ata que, previamente, ellas mismas habían apoyado. Bajo el título Imponer el programa a las poblaciones, leemos: La UNICEF organizó una campaña publicitaria masiva para “lanzar” el “producto social” de la supervivencia de los niños de los países pobres. El marketing social simbolizó todo el programa. La iniciativa conjunta UNICEF-OMS, que se beneficiaba del apoyo de algunos países del Norte y de entidades de voluntarios, como la Fundación Rockefeller y el Rotary Internacional Club, presentaba las siguientes características inquietantes: 1) Imposición: un programa que fue impuesto a los pueblos del Sur por el Norte, lo que constituye una fuerte contradicción a la Declaración de Alma-Ata. 2) Tecnocentrismo: un programa de carácter tecnocéntrico, cuyo postulado es que la aplicación de la tecnología vacunal, incluida la que emplea la biotecnología, iba a “salvar la vida” de muchos niños del Tercer Mundo, aunque tuvieran que vivir luego en condiciones ecológicas degradantes. 3) Dependencia: un programa que creaba dependencia y ataba a la gente. Los países del Sur quedaron en manos del Norte para conseguir algunas vacunas y algunos equipos de “cadenas de frío”, así como para obtener dinero. 4) Anticientífico: el programa se lanzó sin verificar siquiera la importancia de los problemas planteados por las seis enfermedades involucradas. Tenemos aquí un inconcebible ejemplo de cómo organizaciones internacionales altamente respetadas hacen declaraciones rimbombantes sin poseer una cantidad mínima de datos básicos. El Norte “fabrica” problemas que encajan con la estrategia de imponer al Sur un programa tecnocéntrico creador de dependencia. 5) Tendencia a la exclusividad: un programa semejante al que se decidió lanzar es peor que una campaña masiva, por281


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que se moviliza el conjunto de la infraestructura sanitaria para alcanzar el objetivo en un plazo de tiempo limitado (1990). Ello implica que se ejerzan presiones sobre los agentes sanitarios para que se alcance el objetivo fijado. En las regiones con tasas elevadas de morbilidad y mortalidad y servicios de salud deficientes, se observará una tendencia a inflar los resultados y a vacunar en detrimento de otras actividades, incluidas otras medidas sanitarias hacia las madres y los niños. 6) Tendencia a la desinformación: es probable que debido a las evidentes deficiencias expuestas, haya existido una tendencia a proclamar el éxito de manera completamente falsa y sin fundamento. El informe de la UNICEF sobre el Estado de los Niños del Mundo (Grant, 1983), así como el Día de la OMS para la Vacunación (Mahler, 1987) constituyen ejemplos inquietantes de ello. Es natural que semejantes maniobras conduzcan a otras para que se suprima cualquier información no favorable y que se produzca una deformación de la información, e incluso una tendencia a una grosera desinformación.578 A pesar de la estremecedora denuncia de D. Banerji, el VRD de la OMS potencia el desarrollo de nuevas vacunas contra determinados microorganismos, teóricos responsables de enfermedades infecciosas que diezman a las poblaciones, sobre todo infantiles, de los países subdesarrollados. Volvemos a repetir, y no nos cansaremos, que nos parece una broma de mal gusto y un eufemismo esta particular forma de identificar o denominar a las secuelas del hambre, del sufrimiento y de la miseria de la que reiteradamente hacen gala algunos sectores tecnocientíficos que, bien por limitaciones conceptuales, bien por autocomplacencia y/o defensa de intereses espúreos, tienden a separar sistemáticamente el fenómeno del contexto en que se produce. En relación a las enfermedades diarreicas, las futuras vacunas pretenden combatir a los siguientes microorganismos:579 1) Rotavirus: Se dice que las diarreas por rotavirus producen entre 600.000 y 800.000 muertes cada año, en su mayoría niños de los paí578 BANERI, D. “Imposición de los programas de vacunación a los países del Sur”, Natura Medicatrix, nº 46-47, pág. 67, 1997.

579 La información que hace referencia a todas estas vacunas procede del capítulo “investigación y desarrollo de vacunas para el siglo XXI: Estrategias del Programa Mundial de Vacunas e Inmunización de la OMS” cuyos autores son JODAR, LAMBERT y AGUADO, del libro “Vacunaciones Preventivas”, Ed. Masson, Barcelona, 1998. 282


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ses pobres, lo que supondría el 6% de las muertes en niños menores de cinco años. Se dice también que la mayor mortalidad en los niños de los países subdesarrollados, en relación a los de los países del primer mundo (prácticamente inexistente), es debida “probablemente” (¿es que lo dudan?) a estados de malnutrición y a otros factores subyacentes como el déficit de vitamina A y la existencia de coinfecciones. 580 2) Shigella: A este microorganismo se le considera responsable de la muerte anual de 600.000 niños por diarreas disentéricas. Se dice que esta enfermedad endémica produce epidemias explosivas que afectan sobre todo a los niños, del Tercer Mundo obviamente, de entre 1-4 años. En Catalunya se produjeron 39 casos de shigelosis en el año 2000, lo que da unas tasas aproximadas de 0,6 por 100.000 habitantes. La Shigella se encuentra habitualmente en las aguas residuales y los casos de sighellosis se relacionan con la falta de higiene. 3) El cólera: Las diarreas de tipo coleriforme producen unas 120.000 muertes al año. El 50% de los fallecidos son niños menores de 14 años, en su gran mayoría habitantes de África y Asia. El agente causal último es el Vibrio cholerae y se encuentra en aguas contaminadas. Las viejas vacunas dejaron de ser obligatorias en las Regulaciones de Salud Internacional por decisión de la XVI Asamblea de la OMS, ya que su memoria era muy corta, inferior a 4 meses. 4) Escherichia Coli Enterotoxígena —ECET—: Se dice que la ECET es la responsable de la muerte de unos 400.000 niños menores de cinco años y que es la causa más frecuente de diarrea en los países del llamado Tercer Mundo (unos 400 millones de casos anuales) aunque de carácter, en general, benigno. Se le considera causante de la diarrea del viajero. La Escherichia Coli es uno de los microorganismos que conforma la flora bacteriana intestinal. Algunas de estas vacunas se encuentran ya en estado muy avanzado, la OMS se plantea incluirlas en los programas de vacunación infantil, aunque no será fácil, pues los recursos económicos de estos países son muy limitados. Además de las vacunas antidiarreicas vistas, la OMS se plantea también la implementación de planes de vacunación contra otras enfermedades para las que ya existen vacunas en el mercado occidental. Así, el Comité de 580 NdE: En Argentina está en el calendario nacional de vacunación desde 2015. A pesar de que el propio Presidente de la Sociedad de Infectología admite que los casos se dan en los niños/as del NOA, NEA y conurbano bonaerense, o sea, en los sectores marginales de la población, la mejor solución que encontró el Estado nacional es vacunar a todos los niños de la Argentina, por las dudas. Ver Pagina 12 del 6 de junio de 2014 http://www.pagina12.com.ar/diario/ sociedad/3-247985-2014-06-06 283


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Dirección sobre Neumonías y Meningitis de la VRD se plantea introducir en el Tercer Mundo vacunas contra el Haemophilus influenza tipo b (Hib) al que se responsabiliza de un número de muertes anuales que va de los 385.000 a las 700.000. Lo mismo sucede con el Streptococus pneumoniae, al que se adjudican un millón de muertes cada año y con la Neisseria meningitidis, a la que se atribuyen 30.000 decesos. Al virus respiratorio sincitial (VRS) se le hace responsable de unas 900.000 defunciones, aunque se reconoce que en los países subdesarrollados la epidemiología es poco conocida; en este caso aún no existen vacunas pero ya hay algunos candidatos, dos de ellos con opciones francas, nos referimos a las vacunas vivas atenuadas y a las vacunas sintéticas. El VRD incentiva y potencia también la consecución de nuevas vacunas contra la tuberculosis. De hecho, resulta incomprensible que en 1988 incluyera en el EPI a la vacuna actual o BCG, cuando ya había sido retirada de la mayoría de los países occidentales por su ineficacia y graves efectos secundarios. El VRD también estimula la búsqueda de vacunas contra el dengue, la encefalitis japonesa y otros agentes infecciosos y enfermedades degenerativas, así como nuevas tecnologías para la fabricación y el desarrollo de los planes de vacunación. Vemos pues que la afirmación que hacíamos al principio de este capítulo, al identificar vacunación con “filón inagotable”, no era ni maximalista ni gratuita. En estos momentos la praxis vacunal resulta, para bien o para mal, un negocio inconmensurable y de proporciones insospechadas hace tan solo unas décadas, la propia publicidad del grupo Rhône-Poulenc (una de las corporaciones más poderosas a nivel mundial, de la que forman parte los previamente agrupados laboratorios Pasteur-Serums-Vaccins, el Instituto Merieux y la canadiense Connaught) no puede ser más elocuente: “Cuando RhônePoulenc vacuna a 20 personas por segundo en el mundo, esto es bueno para el mundo y es bueno para los accionistas”.581

581 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 295. 284


XV. Consideraciones finales Somos conscientes de las limitaciones de este pequeño trabajo. El mundo de las vacunas es vastísimo, en él confluyen disciplinas muy dispares que van desde la microbiología a la política, pasando por la inmunología, la fisiología, la fisiopatología, la genética, la farmacología, la epidemiología, la medicina preventiva, la salud pública, la ética, la teoría de la ciencia, la filosofía y por supuesto la economía y el marketing. Pero que sea una disciplina compleja que se nutre a su vez de otras, no significa que debamos ser “expertos” a la hora de tomar decisiones, se trata sencillamente de no olvidar, de no despistarse, de no dejarse seducir por “cantos de sirena”, de tener claros unos cuantos conceptos sencillos y básicos que están más allá de cualquier moda, de cualquier tiempo y lugar. Se trata en definitiva de tener presente que somos seres vivos y que los seres vivos viven en equilibrio dinámico con el medio que los rodea. Se trata de tener claro que los seres vivos y el medio en donde se produce ese milagro que llamamos vida son una y la misma cosa. La vida no es posible fuera de ese marco. Los seres vivos, incluidos los seres diminutos, formamos parte de una tupida red de interacciones e interdependencias. La salud y la enfermedad son expresión de ese dinamismo. La historia de la humanidad muestra que las formas de enfermar están directamente vinculadas a las formas de vivir, es decir, al cómo son nuestras casas, nuestras ciudades o aglomeraciones humanas, cómo tratamos los residuos, qué comemos, bebemos y cuánto, cómo trabajamos y cómo y cuánto dormimos. También sabemos que las emociones y los sentimientos, es decir, cómo queremos y odiamos, cómo reímos y lloramos, cómo nos humillan y humillamos, juegan un papel relevante. Todo esto que acabamos de citar y mucho más es lo que llamamos el medio, las interacciones y las interdependencias. Por tanto, tener una vida sana es lo mismo que tener relaciones, interacciones e interdependencias sanas. Cuidarnos significa cuidar nuestro hábitat, nuestro entorno y a las criaturas que habitan en él. Esto es lo que hay que tener claro. En 1996, en el capítulo sobre enfermedades infecciosas del informe anual del Worldwatch Institute, Anne E. Platt escribía: 285


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“En la naturaleza los cambios suelen favorecer a una forma de vida en perjuicio de otra. Esta pauta habitual se aplica a todos los niveles, desde los microbios y las algas a los mamíferos y los árboles... Durante las perturbaciones ecológicas —incendios, inundaciones, deforestaciones, terremotos o nuevos usos de tierra— el equilibrio entre la población humana y los microbios se desvía a favor de éstos. Cada vez que infligimos daños a nuestro entorno nos hacemos más vulnerables a las especies oportunistas. En el futuro, además de mantener intactos los ecosistemas y reducir al mínimo las alteraciones de los hábitats, se necesitará una planificación que prepare a las comunidades para todas las consecuencias imprevistas del desarrollo, y que integre las consideraciones sanitarias en las principales actividades humanas”.582 Esta reflexión nos retrotrae a las circunstancias que se dieron en Europa durante los siglos XVIII y XIX y nos permite entender la emergencia de las grandes epidemias que dieron lugar a la génesis y el desarrollo de la vacunología y del mito vacunal. En efecto, bajo el empuje de la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra y las subsiguientes revoluciones burguesas, las sociedades rurales salidas de la Edad Media empezaron a transformarse de forma acelerada. El modo de producción capitalista precisaba romper el corsé que le imponía el marco jurídico-político del “Ancien Regime” de corte eminentemente feudal. A la primera oportunidad, los grupos sociales emergentes demolieron el obsoleto andamiaje institucional sobre el que descansaba la vieja sociedad estamental. Aunque Napoleón fue definitivamente derrotado en 1814, los intentos restauradores de las monarquías fueron infructuosos, Europa no volvería a ser la misma. Las transformaciones sociopolíticas iniciadas con la convocatoria de los Estados Generales y el estallido de la Revolución Francesa de 1789 serían irreversibles. Paulatinamente todo se fue convirtiendo en mercancía; el liberalismo, sobre todo en su vertiente económica y los grupos humanos beneficiados, irrumpían con fuerza; su meteórica y triunfal carrera aún no se ha detenido, superando brillantemente los obstáculos y retos, revoluciones socializantes incluidas, que les ha deparado el devenir. Una de las reformas más profundas, casi podríamos decir condición sine qua non para el desarrollo de la economía de mercado, fue la abolición de la primogenitura y la liberalización de la tierra y de las personas a ella ligadas. Si hasta ese momento los seres 582 PLATT, A. E. “La Situación del Mundo 1996, Worldwatch Institute, Ed. Icaria, Barcelona. 286


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humanos pertenecían a la tierra y ésta era inalienable, el nuevo marco legal invertía los términos: la tierra pertenecía al ser humano y éste podía cuartearla, trocearla y venderla. Numerosos bienes y tierras comunales fueron desamortizados, es decir, vendidos al mejor postor. Los estados modernos empezaban a financiarse transfiriendo propiedades a sus acólitos. Los vínculos, derechos y deberes que unían a campesinos y siervos con los señores también saltaron por los aires. Desaparecieron las servidumbres y las personas fueron libres. Libres ¿para qué?, nos podemos preguntar. Libres para emigrar a las ciudades y hacinarse en los suburbios de los incipientes núcleos industriales: la “prole” se convierte en el proletariado. Se inicia el éxodo del campo a la ciudad, éxodo que en un intervalo muy corto de tiempo cambiaría la estructura de la población mundial de manera radical. La balanza población urbana-población rural se decanta inexorablemente hacia un mismo lado. Las aglomeraciones de hombres, mujeres y niños en condiciones infrahumanas y las consiguientes epidemias de tuberculosis, sarampión, tos ferina, cólera, viruela, difteria, etc., fueron la consecuencia directa de esos cambios tan drásticos en el modo de vivir. El primer acto que dio lugar al surgimiento de la vacunología echaba el telón. Pero para el desarrollo de esta disciplina no bastaba con grandes epidemias y aglomeraciones urbanas, ya las hubo en épocas pretéritas. La inercia transformadora iniciada en Europa al calor del Renacimiento y de las transformaciones económicosociales precapitalistas, se plasmaron también en las demás actividades humanas, incluyendo a la filosofía, al arte y, por supuesto a las ciencias. Si las revoluciones burguesas supusieron la demolición de las estructuras político-jurídicas medievales, de las instituciones del “Ancien Regime”, la revolución científico-tecnológica vino a desmontar la superestructura filosófico-ideológica, es decir, el sistema de creencias en torno al cual pivotaban las sociedades de aquellos tiempos. Como perfectamente ha glosado F. Capra, la ciencia medieval se alimentaba de la fe y de la razón y “su meta era comprender el significado y la importancia de las cosas, no predecirlas o controlarlas. En la Edad Media, los científicos que investigaban el objetivo primario de los distintos fenómenos naturales daban la máxima importancia a todo lo relacionado con Dios, con el alma humana y con la ética”.583 La Revolución Científica, al frente de la cual se ha colocado a Copérnico, a Galileo, a Newton, a Descartes y una larga pléyade de 583 CAPRA, E. “El Punto Crucial”, Ed. Gaia, Barcelona, 1985, pag. 55-56. 287


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grandes científicos y pensadores, imprimieron un cambio radical en la conceptualización de la vida y del cosmos. Capra lo vuelve a glosar magistralmente: “la visión del universo como algo orgánico, vivo y espiritual fue reemplazada por la concepción de un mundo similar a una máquina; la máquina del mundo se volvió la metáfora dominante de la era moderna”.584 A partir de ese momento la consideración del Universo como una Gran Máquina impregnaría todo el quehacer humano, ya no bastaba con la comprensión del mundo en todas sus manifestaciones, se trataba de controlarlo, dominarlo y someterlo. La visión mecanicista de la vida se extendió inexorablemente por doquier y la medicina no hubo de ser menos. En anatomía, el impulso revolucionario que inauguró Andrés Vesalio en el siglo XVI permitió llegar al siglo XIX con un conocimiento más profundo del cuerpo humano, apareciendo primero la noción de órgano y posteriormente el concepto de tejido como elemento estructural de los órganos. El descubrimiento de la circulación menor por Miguel Servet (quemado por los calvinistas) y de la mayor por Harvey en el siglo XVII servirían de trampolín para el desarrollo ulterior de la fisiología en el siglo XIX, siendo Claude Bernard una de las figuras más sobresalientes de esta disciplina y al que se considera padre de la criatura. No obstante, la terapéutica, en pleno siglo XIX, seguía anclada en la vieja teoría humoral en función de la cual se seguían prescribiendo sangrías, vomitivos y purgantes, aunque ya no habría de durar mucho tiempo. Para ello fue necesario el surgimiento de la química y de la microbiología. Si bien la primera persona que describió, en el siglo XVII, los microbios fue un vendedor de telas y sombreros holandés llamado Antony van Leeuwenhoek con microscopios construidos por él mismo, el advenimiento de la microbiología como disciplina aconteció en el último tercio del siglo XIX. A ello contribuyó notablemente el desarrollo tecnológico que por todas partes impuso la Revolución Industrial. La mejora de las lentes y de la óptica permitió construir microscopios más potentes, y de este modo Louis Pasteur y Robert Koch han pasado a la historia como figuras legendarias relacionadas con el mundo de los microbios. Estudios recientes de investigación realizados por autores franceses han puesto, no obstante, de manifiesto que muchos de los méritos en relación al papel de las levaduras en la fermentación, atribuidos tradicional e inmerecidamente al químico y hábil “comerciante” Louis Pasteur, fueron obra del médico Antoine Bechamp, autor, 584 CAPRA, E. Op. Cit. Pág. 56. 288


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entre otros muchos trabajos de investigación, de una gran obra llamada Los Microzimas, y del que Pasteur, al parecer, fue un astuto plagiador.585 La historia desgraciadamente está plagada de estas pequeñas truculencias, injusticias y paradojas. El acceso al mundo microscópico hizo posible también el surgimiento de la Teoría Celular; el concepto de tejido pasaba a un segundo plano y la célula empezó a considerarse el elemento morfológico básico de todos los tejidos, gracias a los trabajos de Schleiden y Schwann. De aquí a la elaboración de la teoría celular, cuyo máximo representante fue Virchow, solo había un paso. Los estudios de este científico alemán pusieron de manifiesto que la célula no solo era el elemento morfológico básico, sino también el elemento estructural y funcional fundamental de todo lo viviente: “omnis celula e celula”, o sea donde nace una célula hay una célula, es decir, una célula procede de otra célula igual. La aparición de la teoría celular tuvo una gran trascendencia en todas las ciencias biológicas. Por un lado abrió nuevos senderos para el desarrollo de la fisiología celular, por otro, aportó nueva luz acerca de la ontogénesis, cerrando el debate, tal vez de forma precipitada, sobre la generación espontánea y, vinculado a lo anterior, en etiopatología fue el trampolín a partir del cual se elaboró la teoría exógena, de gran importancia en medicina. Si la teoría celular afirmaba que una célula procedía de una célula igual, la teoría exógena postulaba que cuando en la materia viva o muerta se encontrasen células diferentes —por ejemplo bacterias— a las teóricamente pertenecientes a esos tejidos, debería entenderse siempre, para bien o para mal, que éstas procedían del exterior. La estigmatización de los microorganismos estaba servida y la consideración infecciosa e infectocontagiosa impregnará el inmediato devenir médico. El desarrollo vertiginoso de la microbiología, la fisiología y la biología celular, que a su vez daría paso a la biología molecular, supuso un salto cualitativo en la forma de entender los modos de enfermar y cambió por completo el antiguo enfoque terapéutico basado en la teoría humoral. La visión mecanicista de los seres vivos se impuso, y a grosso modo podemos decir que la comprensión de la patología a partir de los desequilibrios humorales fue sustituida por la visión de la enfermedad como rotura de los mecanismos biológicos, ya fuera por desgaste o por agresión externa (física, química, microbiana); esta línea de pensamiento es la que 585 NONCLERQ, M. “Antoine Béchamp 1816-1908. L’homme et le savant, originalité et fécondité de son oeuvre”, Ed. Maloine, París, 1982. 289


hoy sigue siendo dominante, e incluso se empieza a relacionar cada vez más a los microbios, sobre todo a los virus, con enfermedades que hasta la fecha no tenían una consideración infecciosa, como por ejemplo la patología cardiovascular, las úlceras de estómago, el cáncer, etc. El descubrimiento de los microbios y su relación con numerosos procesos patológicos, especialmente con las epidemias, hizo creer a las personas que al fin había encontrado a los culpables de las enfermedades, y de este modo surgió la teoría de la etiología específica. Esta idea apostaba por la vinculación de un microorganismo concreto con una determinada enfermedad. Sobre el horizonte pareció dibujarse la posibilidad real, por vez primera, de un mundo sin enfermedades. Hasta ese momento los jardines del Edén, el anhelo del paraíso donde el ser humano moría en plácida longevidad, se había ubicado en lejanas y míticas tierras o en lejanos y misteriosos tiempos. Ahora el positivista y entusiasta hombre de ciencia pensó que el paraíso era algo a conquistar y, además, en un espacio de tiempo relativamente corto. El profesor Kedrov, miembro de la en su día prestigiosa Academia de Ciencias de Moscú, llegó a afirmar: “La fortaleza de la enfermedad ha sido asaltada en un amplio frente y será destruida. En el futuro no habrá enfermedades”.586 Para conseguirlo era preciso y necesario acabar con esos diminutos seres; una vez más, y como es habitual en las historias de las personas y en la historia de la humanidad, resultaba mucho más cómodo buscar enemigos o causas externas que profundizar en el complejo mundo de las interacciones entre los diferentes seres vivos. Tal vez una de las consecuencias más provechosas del descubrimiento de los microorganismos haya sido el desarrollo de la higiene y la salubridad, medidas que por sí solas han permitido reducir drásticamente el impacto de la gran mayoría de enfermedades infectocontagiosas; no obstante, la estigmatización de los microorganismos desencadenó una carrera frenética en la búsqueda de sustancias (antibióticos y vacunas) que acabasen con estos diminutos y endiablados seres. Con la microbiología se cierra el segundo acto en el devenir de la vacunología tal y como la entendemos hoy. El inicio del tercer y último acto se pierde en la noche de los tiempos tal y como hemos expuesto en el capítulo que hace referencia al origen de las vacunas, y se relaciona con la técnica conocida como variolización, que se practicaba ya en Asia en el siglo 586 LAÍN ENTRALGO, P. “La enfermedad en el futuro”,en Albarracín Historia de la Enfermedad, Pág. 397, Ed. Wellcome y Saed, Madrid, 1987.


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VI antes de Cristo. Jenner, a finales del XVIII, puso en marcha la que hemos denominado vacunación propiamente dicha, y esa técnica se abrió camino a pesar de la ausencia de los mínimos conocimientos y de las controversias generadas. Ahora bien, para que esa técnica se generalizase fue preciso no solo el advenimiento de la microbiología y otras disciplinas, especialmente la química y la bioquímica, sino la emergencia de una incipiente industria químico-farmacéutica para la cual, ya desde sus inicios, las vacunaciones masivas podían representar una sustancial e inagotable fuente de beneficios; Louis Pasteur fue, en este caso, uno de los pioneros, al crear sus propios laboratorios. Desde ese momento, la vacunaciones sistemáticas son metódicamente presentadas como la medida preventiva más efectiva y eficiente en la lucha contra las enfermedades infecciosas, y todos aquellos que la cuestionan total o parcialmente, o que advierten de los riesgos potenciales, son tildados de retrógrados y enemigos del progreso. Sistemáticamente también, los accidentes y los efectos secundarios vacunales son minimizados, silenciados o considerados como meras coincidencias, y los posibles efectos beneficiosos, magnificados y ensalzados. A la par, el descenso paulatino de la morbilidad de diferentes enfermedades debido a las mejoras en las condiciones de vida es atribuido, sistemáticamente también, a las vacunaciones, independientemente de la fecha de implementación de los programas de vacunación; el marketing hace su aparición. El mito vacunal se abre camino y cala profundamente en el subconsciente de la población. A ello contribuye en sobremanera la liturgia y las características propias del acto vacunal; pareciera como si, de alguna forma, la persona vacunada hubiera sido tocada por el halo divino. Efectivamente, basta una pequeña cantidad de ese “elixir” para que uno pueda adentrarse sin temor, y durante mucho tiempo, por procelosos caminos y lugares hasta ese momento sumamente peligrosos. De esta manera la obra concluye, el círculo (epidemias-microbios-vacunaciones-industria) se cierra, los microbios son considerados únicos responsables y el ser humano puede soñar y creer que el paraíso perdido, los jardines del Edén, se pueden conquistar de la mano de un potente complejo sanitario-industrial que se encarga de producir y comercializar los “proyectiles mágicos” salvadores. Pero ¿ha sido así?, ¿se ha cumplido el sueño del académico soviético Kedrov?, o ¿el del sanitario inglés Brockington que creía que “la simple ausencia de 291


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enfermedad ya no está muy lejos”?587 Los indicadores parecen señalar otra dirección.

El futuro de la enfermedad Hace unos años, en un capítulo del libro Historia de la Enfermedad, Pedro Laín Entralgo reflexionaba sobre su futuro en los siguientes términos: La comparación entre la situación presente de la morbilidad humana y la del inmediato ayer, ¿permite constatar un progresivo descenso de ella? En modo alguno. Es cierto, sí, que ha disminuido notablemente la cifra de enfermedades infecciosas; aún cuando la morbilidad de algunas, como la tuberculosis, las venéreas y, por supuesto, las virosis ya conocidas, los resultados no hayan sido tan favorables como se esperaba. Bien recientemente, el SIDA, otra virosis, ha puesto ante nuestros ojos la existencia de inéditos modos de enfermar. ¿Quién puede negar, por otra parte, la posible aparición de mutaciones patógenas en los gérmenes de dolencias que hoy parecen enteramente dominadas? Mucho menos alentadoras son, en cualquier caso, las cifras estadísticas relativas a las enfermedades cardiovasculares, neoplásicas, traumáticas, metabólicas y psiquiátricas, todas ellas en franco aumento tras la Segunda Guerra Mundial. Se dirá, es cierto, que en un futuro más o menos remoto podrán ser dominadas las causas de todas las enfermedades cuya frecuencia se mantiene o crece. Más no parece que la duda acerca del éxito de esa “solución final” pueda ser enteramente abolida. El futuro hablará.588 En realidad el futuro y el presente no han dejado de hablar en ningún momento; entonces, si las perspectivas parecían tan halagüeñas ¿en qué nos hemos equivocado? ¿qué hemos hecho mal? A lo largo del texto hemos señalado que salud y enfermedad son dos aspectos indisolubles de ese fenómeno increíble que llamamos vida. Sabemos que el dinamismo es una de las caracte587 LAÍN ENTRALGO, P. Op . Cit. Pág. 397. 588 LAÍN ENTRALGO, P. Op. Cit. 402. 292


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rísticas más relevantes del mundo viviente. Y no solo del mundo viviente. Es evidente que el universo manifestado está en movimiento constante, que el dinamismo es inherente a él y que las transformaciones son complejas y diversas, unas sumamente lentas, otras sumamente rápidas. Salud, enfermedad, supervivencia, evolución son conceptos que están indisolublemente unidos y dependen de la capacidad o posibilidad de adaptación. Cuando las transformaciones son rápidas y profundas la adaptación se compromete, peligra y en este sentido los expertos nos recuerdan, otra vez, que los cambios medioambientales producidos por la actividad humana en los últimos cincuenta años están generando alteraciones desconocidas en toda la biósfera, apreciándose señales de fatiga, trastorno e inadaptación en todos los niveles de la vida. Estos trastornos e inadaptaciones están dando lugar a la aparición de nuevas y complejas enfermedades, que es lo que desde ahora podemos denominar modernas epidemias.

Las modernas epidemias Por modernas epidemias debemos entender (sacaría esta a) a las expresiones patológicas generalizadas producidas como consecuencia directa del desarrollo científico y sus aplicaciones prácticas, en expresión literal del Dr. Jordi Dalmau.589 Esta brillante definición nos enfrenta a la dramática realidad que supone para todas las criaturas vivas la gran acumulación de residuos y contaminantes químicos (abonos, pesticidas, herbicidas, conservantes, fármacos, hormonas…) y físicos (radiaciones ionizantes, radiaciones electromagnéticas, acústicas…) en proporciones inauditas. En estos momentos se pueden encontrar COP’s (Compuestos Orgánicos Persistentes entre los que destacan el plaguicida DDT, las dioxinas y el hexaclorobenzeno) en la gran mayoría de animales y plantas en porcentajes que alcanzan el 80-90% de la población. La acción perversa sobre los seres vivos de los contaminantes se produce a través de mecanismos variados y complejos imposibles de glosar aquí. Unas tienen que ver con la cantidad y otras con la cualidad; así, por ejemplo, hay dioxinas que pueden desencadenar procesos tumorales en proporciones ínfimas de ¡una parte por tri589 DALMAU, J. “Las modernas epidemias”, Investigación Homeopática, nº 18, 26, 1987. 293


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llón! Básicamente lo que hacen los residuos tóxicos es dificultar las transacciones metabólicas más elementales de los seres vivos, dando lugar a la aparición de procesos inflamatorios crónicos, a procesos degenerativos y/o a la atrofia de órganos y funciones que, como en el caso de los PCB’s (policlorobifenilos) en muchos casos dificultan la reproducción. En relación a esto último, el libro titulado Nuestro futuro robado pone precisamente de manifiesto cómo algunas sustancias químicas (entre ellas los PCB’s, el dietilestradiol —DES— utilizado durante el embarazo en los años 50-60 con la producción de abortos y malformaciones, etc.) se comportan como disruptores hormonales y están comprometiendo la reproducción y la supervivencia de numerosas especies animales de localización geográfica muy dispar, incluido el animal humano.590 De hecho se reconoce que el descenso en la producción de semen en los hombres y el aumento del número de parejas infértiles se puede relacionar con el notable incremento de sustancias químicas, desde los años cincuenta, en nuestros organismos; sustancias de las que se desconocen sus potenciales efectos biológicos y que ingerimos a través de las aguas, los alimentos y el aire que respiramos. El papel del hidróxido de aluminio, adyuvante que contienen numerosas vacunas, apunta en la misma dirección al relacionársele con nuevas enfermedades como la miofascitis por macrófagos, con el síndrome de la Guerra del Golfo, con la fatiga crónica y la fibromialgia. Pues bien, precisamente una de las modernas epidemias que pone en el punto de mira a las vacunaciones sistemáticas son las alergias y el asma. El asma es en estos momentos la enfermedad crónica infantil número uno. Se calcula que en la actualidad hay unos 150 millones de asmáticos en el mundo. En Europa Occidental, en España y en Catalunya el número se ha doblado en los últimos diez años y la epidemia sigue creciendo a un ritmo del 10% anual. En los EEUU la cantidad de personas afectadas ha pasado de 6,8 a 14,6 millones en el período que va de 1980 a 1995. El asma aumenta también en los países en vías de desarrollo, se dice que entre un 20% y un 30% de los niños de Perú, Brasil y Costa Rica presentan síntomas de esta enfermedad; los casos curiosamente se producen entre las clases sociales que han adoptado un estilo de vida occidental. En el año 1999 un estudio epidemiológico realizado por personal del Instituto Municipal de Investigación Médica de Barcelona y del Departamento de Alergología del Hospital Universitario Germans Trías i Pujol (estu590 COLBORN, T. Myers, J. DUMANOSKI, D. “Nuestro Futuro Robado” Ed. Ecoespaña, Madrid, 1997. 294


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dio realizado en cinco ciudades diferentes de España) concluía que la razón última del incremento del número de asmáticos era un cambio en el comportamiento del sistema inmunológico de las personas y los niños dado que, al ser el incremento homogéneo en todas las ciudades, se descartaban factores medio-ambientales de ámbito local.591 Evidentemente la pregunta que emerge con fuerza es: ¿qué puede estar provocando tal cambio en el comportamiento del sistema inmunitario? y, evidentemente, también emerge con fuerza la sospecha de que las vacunaciones sistemáticas e indiscriminadas pudieran estar en la base de este fenómeno ya que, con el estado actual de los conocimientos, no hay otra forma de manipulación humana más directa sobre el sistema inmune que la vacunación o inmunización activa. Sin embargo, y aunque se cita a las vacunas, dicho cambio es atribuido a la higiene y a la falta de infecciones, y la terapia propuesta consiste en la administración de microbios intestinales a embarazadas y lactantes y lo más sorprendente es que los ensayos clínicos empezaron en Finlandia en 2001.592 De esta manera, llegamos a la cuadratura del círculo: te vacuno para que no tengas infecciones y bacterias, la falta de infecciones produce asma y a continuación administramos bacterias para que no seas alérgico; eso sí, por el camino la industria produce dos medicamentos y algunos hacen estudios y tesis que son presentados en congresos y conferencias, ¿es esto comprensible? Otras afecciones que se han multiplicado espectacularmente en las últimas décadas y han alcanzado proporciones epidémicas son el autismo y las diabetes juveniles insulino-dependientes. Desde algunos sectores médicos se considera que existen suficientes indicios que apuntan al incremento de la presión vacunal como una de las causas principales del aumento vertiginoso de estas patologías. Así el autismo, que en los años cincuenta tenía una incidencia inferior al 1/1000, ha experimentado un crecimiento exponencial en los países desarrollados. Según la Dra. Mª Jesús Clavera, en la actualidad afecta a 1 de cada 150 niños y en algunas áreas tecnológicamente desarrolladas como Silicon Valley (California) puede llegar a tasas de 1 cada 82 niños.593 Es posible que las causas sean diversas, pero en relación al autismo, el Dr. Bernard Rimland, que lleva 45 años inves591 EL PAÍS, domingo 2 de mayo de 1999.

592 EL PAÍS, martes 17 de abril de 2001 “terapia de microbios intestinales contra el asma, el eczema y la rinitis alérgica”. 593 CLAVERA, M.J. Y MARTÍNEZ, F.J. “Cómo la biología de su hijo influye en su comportamiento”, 2003. 295


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tigando la enfermedad y es director del Instituto de Investigaciones sobre el Autismo, editor de Autism Research Review International y fundador de la Asociación Americana de Autismo, realiza una crítica dura y dramática a diversas instituciones (CDC, FDA y asociaciones médicas) de EEUU, teóricas encargadas de velar por la salud de la población, por negar y/o minimizar sistemáticamente el vínculo entre inmunizaciones y autismo. En un documento titulado La epidemia de autismo es real y la excesiva vacunación su causa el Dr. Rimland escribe: • El número de vacunas se ha incrementado en un 700%. De 3 en los años setenta hemos pasado a 22 en el año 2000. Paralelamente el incremento del autismo es también del 700%. • El autismo de aparición tardía (inicio después de los 2 años) raramente se producía en los años cincuenta, sesenta o setenta. Actualmente la proporción es de 5 a 1. El aumento es paralelo de nuevo al número de vacunas. • Miles de padres informan (y demuestran con videos) que sus hijos eran normales y respondían bien hasta que recibían una vacuna y se producía una reacción adversa. El Instituto de Investigación de Autismo ha monitorizado esta relación autismo-vacunas desde 1967. • El mercurio, uno de elementos más tóxicos que se conoce, se utiliza como conservante vacunal. Algunos bebés reciben dosis que sobrepasan 125 veces la cantidad máxima aconsejada para un solo día. La sensibilidad al mercurio varía enormemente de un individuo a otro de acuerdo a su predisposición genética. • Existen numerosos estudios científicos que muestran diferencias notables en las pruebas analíticas de laboratorio (sangre, orina y biopsias) entre los niños autistas y los niños control. Dichas diferencias apuntan directamente a las vacunas como origen de estas diferencias.594 No solo el mercurio vacunal es responsable directo de los síndromes autistas; tanto las vacunas monovalentes antisarampionosas como la triple vírica han sido relacionadas con esta patología en publicaciones tan prestigiosas como The Lancet (ver capítulo del sarampión), aunque oficialmente se siga negando el vínculo. A pesar de las negaciones sistemáticas, podemos concluir que la inoculación reiterada e indiscriminada de tóxicos inmunobiológicos, que es lo que eufemísticamente llamamos vacunas, puede estar obligando a que el sistema inmune presente respuestas anómalas, 594 RIMLAND, B “La epidemia de autismo es real y la excesiva vacunación su causa” Trabajo recibido por internet. 296


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entre las que sobresalen las reacciones de hipersensibilidad y las reacciones cruzadas (enfermedades autoinmunes), del mismo modo que los metales pesados y el cúmulo de residuos contaminantes obliga a las especies vivas a comportarse de forma anómala o enfermiza como expresión de las dificultades adaptativas a que se ven abocadas. Creemos, en consecuencia, que debería abrirse una moratoria antes de la introducción de nuevas vacunas, en base al “principio de precaución”, y un período de reflexión y debate entre diferentes sectores sociales implicados acerca de la racionalidad del actual calendario vacunal. Es comprensible que la búsqueda de soluciones mágicas a los problemas planteados por la industrialización encandilara a los hombres de aquel tiempo, pero persistir en esa línea, con el nivel de los conocimientos actuales, resulta contraproducente y peligroso. Nadie duda de la capacidad del método científico experimental para resolver problemas específicos relacionados con la salud; sin embargo, como señala René Dubos, resolver un problema patológico no es lo mismo que crear salud y felicidad; esto último “exige una sabiduría y una visión que trascienda el mero conocimiento de los remedios y los tratamientos, y que capte todas las complejidades y sutilezas inherentes a la relación entre los seres vivos y su medio”.595 Obviamente, para ello, algunos postulados sobre los que descansa la biología clásica, como la teoría celular, la teoría microbiana, la teoría exógena, el “pasteurismo” y la asepsia celular, que dan cobertura teórica a gran parte de la praxis médica de nuestro tiempo, especialmente a la vacunología y a la antibioticoterapia, deberían revisarse en un futuro no muy lejano.

Revisando postulados biológicos La reciente secuenciación del genoma humano y de otras especies ha puesto en cuarentena algunas ideas acerca del determinismo genético. Si hasta ese momento se creía que deberían existir genes en cantidad suficiente para codificar la multiplicidad de rasgos y funciones que caracterizan a un ser humano, la primera sorpresa ha sido constatar que no hay tantos genes como en buena lógica cabía esperar. La segunda, relacionada con la anterior, es además suma595 DUBOS, R. “El espejismo de la Salud”, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1975. 297


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mente paradójica: resulta que la mayoría del material genético ha sido catalogado, según han reflejado los medios de comunicación, como “basura genética” o “ADN inútil”. Es ésta una curiosa forma de expresión para denominar a lo desconocido, y trae a colación aquella famosa sentencia, atribuida a un ilustre filósofo, según la cual “si los hechos no encajan con la teoría, tanto peor para los hechos”. Lo que nos interesa aquí de aquellas manifestaciones es que a una parte de esa “basura genética” se le identifica como material viral y/o bacteriano. Si estas consideraciones y otras formuladas hace mucho tiempo se acercan a eso que llamamos realidad, la revisión de numerosos conceptos celulares y biológicos, como por ejemplo la teoría exógena de las infecciones y el “pasteurismo”, se torna aun más perentoria, puesto que permitiría aproximarnos con nueva luz a la génesis de algunas o muchas enfermedades, catalogadas a día de hoy como infecciosas y/o infectocontagiosas.

La teoría endógena Hemos tenido oportunidad de señalar anteriormente que, bajo el prisma de la teoría celular, el debate en torno a la generación espontánea se cerró, tal vez, de forma precipitada consagrando a la teoría exógena como la única forma posible de entender las enfermedades llamadas infecciosas. También hemos señalado que la estigmatización de los microorganismos, la búsqueda de enemigos externos a lo que no es ajena la teoría darwiniana de la evolución, y la búsqueda de “proyectiles mágicos” que acabaran con los intrusos, fueron la consecuencia lógica de esta peculiar forma de hermenéusis médica. Diversos autores, sin embargo, han sugerido que algunas enfermedades en las que proliferan microorganismos y que han sido catalogadas de infecciosas podrían ser el resultado de procesos endógenos, lo que significaría que tomamos como causa lo que solo es una consecuencia. Uno de los personajes peor entendidos del siglo XX fue Wilhelm Reich. Hombre inquieto y de gran curiosidad, este médico y discípulo de Freud abandonó los caminos de la Sociedad Psicoanalítica de Viena para adentrarse en territorios adscritos a la biología y la física. Sus teorías han sido muy controvertidas y una forma de desprestigiarlo fue acusarlo de locura. Sin embargo en sus estudios sobre el cáncer pudo constatar la presencia de protozoarios en el interior de tumores sólidos enquistados. ¿Cómo habían llegado hasta 298


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allí?, si la teoría celular dice que una célula procede de una célula igual ¿qué pintaban allí estas células, totalmente diferentes de las nuestras? Como la hipótesis de que hubieran llegado a través del torrente sanguíneo no le satisfacía, llegó a la conclusión que esos seres eran producto del proceso de putrefacción, de descomposición orgánica que se producía en el tumor. Es decir, según W. Reich, estructuras vivas más elementales como bacterias —células procariotas— y otras como los protozoarios, podían derivarse de estructuras vivas más complejas como son las células eucariotas que conforman nuestros tejidos. De hecho, para él el tumor canceroso era la expresión visible de un proceso general de putrefacción que afectaba a todo el organismo, una especie de muerte en vida, a la que denominó biopatía carcinomatosa.596 Estas observaciones y otras le hicieron cuestionarse la teoría exógena y le llevaron, por otro lado, a plantearse el origen de la vida, de la biogénesis a partir de lo inorgánico, identificando, a través de experimentos en el laboratorio, a unas estructuras intermediarias a las que llamó biones y que incluso llegó a filmar. Estos estudios y las muestras correspondientes fueron enviados a la Academia de Ciencias de París en 1937 y el profesor honorario de la Sorbonne Louis Lapique pretendió publicarlas en forma de extracto, cambiando el sentido y la explicación del fenómeno, a lo que W. Reich, como es obvio, se negó.597 Paralelamente J.Tissot, también en los años cuarenta, puso de manifiesto en el libro Constitución de los organismos animales y vegetales. Causas de las enfermedades que les afectan y en el opúsculo La catástrofe de las vacunaciones obligatorias, que determinados procesos mórbidos como el tétanos y la tuberculosis (también el cáncer) tenían un origen endógeno. Tissot escribía: “Al ser la tuberculosis una enfermedad autógena, la inmunización es imposible, las enfermedades autógenas no inmunizan jamás al enfermo. Ejemplo: el tétanos y el cáncer”.598 Según Tissot, los bacilos del tétanos y de la tuberculosis procederían de la degradación de elementos celulares. Para M. Georget599 esto explicaría algunos fenómenos aún no aclarados, como por ejemplo: 1) Que el alcoholismo, al alterar los tejidos, esté presente en 596 REICH, W. “La biopatía del Cáncer”, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1985.

597 DE MARCHI, L “Wilhelm Reich, Biografía de una Idea” Ed. Península, Barcelona, 1974.

598 TISSOT, J. “La Catastrophe des Vaccinations obligatoires” Opúsculo reeditado por ALIS. 599 GEORGET, M. “Vaccinations les vérités indesirables”, Ed. Dangles, Sain Jean de Braye, Francia, 2000. 299


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muchos casos de tuberculosis, o que el tétanos se desarrolle, a menudo, en personas ancianas con úlceras, donde los tejidos están alterados y desvitalizados. 2) Que estas enfermedades no sean inmunizantes y que, por tanto, una misma persona las pueda volver a padecer ya que ¿cómo inmunizarse contra uno mismo? 3) Que células de especies diferentes den lugar a cepas tetánicas diferentes, lo que haría comprensible que una persona desarrolle anticuerpos contra un bacilo tetánico de cualquier animal sin estar protegido contra el suyo propio, explicando los casos de tétanos en personas con títulos de anticuerpos muy superiores a los considerados protectores. M. Georget también constata que cualquier célula eucariota puesta en cultivo acaba por liberar virus.600 Estos virus, que no proceden del exterior sino que son elaborados por la célula en cultivo, demuestran que éstas poseen información genética para producirlos, de hecho esta sería la explicación de las contaminaciones de las primeras vacunas antipoliomielíticas con virus de procedencia simiesca como el SV40. Ya hemos explicado que los virus para la fabricación de vacunas se obtienen tras cultivarlos en células vivas y, aunque a partir de las desafortunadas experiencias acumuladas, son filtrados y depurados, no existen garantías absolutas acerca de los riesgos implícitos, al poderse inocular o transmitir estructuras o moléculas cuya potencia morbífica resulta desconocida para el nivel de los conocimientos que se tiene en ese momento. Al respecto, el papel de los priones en la génesis y transmisión de la enfermedad de “las vacas locas” es un ejemplo aleccionador, que sin embargo no sirve de lección y freno a los científicos mecanicistas dispuestos a jugar con el fuego, sobre todo si el fuego es ajeno. Los priones demuestran cómo, en determinadas circunstancias, pueden sintetizarse endógenamente proteínas anómalas que posteriormente pueden convertirse en “agentes infecciosos”, trasladando una afección artificial de las vacas (originada por la mano del humano) a los propios humanos. Sin duda alguna, alimentar a animales herbívoros con proteínas animales en forma de alimento balanceado fabricado con restos procedentes de las propias vacas, supone una barbaridad y una temeridad inauditas, y en última instancia viene a expresar una ignorancia y unas carencias conceptuales y metodológicas que no son ajenas al paradigma científico actual. Por otro lado, es preciso recordar que, aunque años después recibió el 600 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 349. 300


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premio Nobel (1997), Stanley Prusiner fue duramente criticado por amplios sectores del mundo científico cuando planteó la existencia de “proteínas infectantes” o priones. Wilhelm Reich también hizo experimentos en los que trataba de demostrar la aparición de formaciones bacterianas a partir de tejidos orgánicos. Recientemente en un simposio internacional sobre Nuevas formas de acción infecciosa, Jonathan Stoye, experto en retrovirus y director del departamento de Virología del Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres, advertía de los riesgos infecciosos en los xenotrasplantes por la activación de retrovirus endógenos en los siguientes términos: “Muchos de estos virus, que constituyen más del 5% del material genético de nuestros cromosomas, no son funcionales sino defectivos, ya que no tienen ninguna función (eso está por demostrar, añadimos nosotros) ni crean problemas. Sin embargo una parte de ellos puede reactivarse y multiplicarse como virus con capacidad infecciosa y todavía no conocemos bien las consecuencias”.601 Más recientemente, la prensa se ha hecho eco de una investigación realizada en el hospital de la Paz de Madrid y en el General de Albacete, acerca del origen de las metástasis cancerosas. Según el articulista, la investigación ha llegado a conclusiones sorprendentes y contrarias a uno de los paradigmas de la oncología. En efecto: “Según los primeros resultados de esta investigación, las metástasis no estarían causadas por células que viajan por la sangre, se instalan en otros órganos y allí desarrollan nuevos tumores malignos, como se daba por seguro hasta ahora. La nueva hipótesis señala que lo que realmente viaja por la sangre son cadenas de ADN y de ARN, o cadenas de genes tumorales, que alcanzan a células de otros órganos”.602 Aunque la investigación no ha aclarado cómo circula este material genético, uno de los investigadores señala: “una hipótesis apunta que las cadenas de ARN podrían estar recubiertas de liposomas. Esto cambiaría nuestra percepción sobre el cáncer, ya que una cadena de ARN recubierta de liposomas es algo muy parecido a un virus”. Aunque esto último se refiere a las metástasis cancerosas, por extensión es obvio que debería hacernos mucho más cautos a la hora de introducir material viral y genético, es decir información codificada, por medio de vacunas, pues las desregulaciones celulares pueden ser impredecibles. Que las células eucariotas en cultivo liberen virus al medio exterior 601 EL PAIS, Martes 21 de mayo de 2002.

602 El PAIS, Martes 17 de septiembre de 2002. 301


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y que parte del “ADN inútil” o “basura genética” se corresponda con material viral que puede reactivarse y multiplicarse en xenotrasplantes y otras situaciones desconocidas, que las metástasis puedan deberse a material genético interno que se desplaza, cuestiona de raíz el dogma pasteuriano de la asepsia celular, abriendo las puertas a nuevas formas de comprensión de la biología, a nuevas formas de entender las interacciones entre las diferentes criaturas vivientes, a la transmisión de información entre ellas y en especial al origen y función de los microorganismos, y nos alerta, como acabamos de comentar, sobre los riesgos implícitos en la transmisión de estructuras víricas o bacterianas extrañas como se hace con las vacunaciones. Desde esta perspectiva, el origen externo de las cepas virales de la gripe, por ejemplo, resulta dudoso, y la comprensión de la dinámica epidémica adquiere nueva luz, pues los virus podrían ser un componente más de los detritus celulares que acompañan a ese peculiar estado metabólico que conocemos como gripe. Se puede entender mejor la variabilidad vírica gripal de cada temporada; permite entender mejor que las epidemias aparezcan cada año por la misma época debido a las “influenzas” climáticas o externas, con lo que la asombrosa procedencia asiática de los virus, vía aérea, podría pasar a mejor vida. Se entiende mejor también lo irracional de la vacuna antigripal preparada cada temporada con supuestos virus invasores, así como las contaminaciones virales de las vacunas elaboradas en los años cincuenta a partir de cultivos en células renales de mono. Podría entenderse mejor la baja infectocontagiosidad de las meningitis (o de la tuberculosis), su baja incidencia y que los teóricos agentes causales “se salten” la infranqueable barrera hematoencefálica. Desde esta perspectiva también es posible la aparición de virus en los tejidos que sufren procesos degenerativos, ya sea a nivel cardiovascular, ya sea en las displasias y/o condilomas del cuello uterino, o la aparición de bacterias —helicobacter pilori— en las úlceras gástricas. Incluso el mecanismo de acción de los antibióticos y la aparición de resistencias bacterianas podrían reelaborarse. Existen numerosos interrogantes que harían prácticamente interminable el listado de fenómenos biológicos que precisan respuesta, pero para terminar citaremos algunos más; por ejemplo: ¿cómo se explica que las células tengan en sus membranas receptores virales, lo que facilitaría su infección?, si los virus solo juegan un papel nocivo y proceden del exterior ¿cómo es posible que a lo largo de la evolución las células no se hayan desembarazado de los receptores víricos?, o ¿cómo es posible que las células desarrollen receptores para virus nuevos como el HIV?, ¿es posible que los virus desempeñen otro papel?, ¿qué papel 302


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juegan las misteriosas células M del intestino que lo hacen permeable a los elementos extraños? A estas cuestiones planteadas por M. Georget603 podemos añadir ¿cómo es posible que reaparezcan las hepatitis en los enfermos transplantados?, ¿cómo se explica que los recién nacidos, que proceden en principio de un medio estéril, desarrollen durante los primeros días de vida una complejísima flora bacteriana intestinal compuesta por ¡billones! de microorganismos sin que el neonato sufra ningún trastorno?, ¿de dónde proceden estas bacterias?, ¿y las que pueblan otras cavidades, cómo la rinofaríngea y la vaginal? Somos conscientes de que la mera formulación de la teoría endógena puede producir hilaridad y asombro en aquellos sectores del mundo tecno-científico instalados en los postulados clásicos de la biología. Ahora bien, no será ni la primera vez ni la última que esto sucede en el devenir del conocimiento humano. También sufrió mofa y escarnio el Dr. Semmelweis, al punto de llegar a la locura, cuando propuso en el siglo XIX, poco antes del advenimiento de la microbiología, la necesidad de lavarse las manos antes de pasar de la sala de autopsias a la de partos. Con esta medida tan simple consiguió reducir drásticamente el número de muertes, del 26% al 1%, en las parturientas a causa de la fiebre puerperal. El carácter infectocontagioso del proceso era evidente, pero a pesar de las evidencias palmarias, antes como ahora, siempre ha habido gente a la que le resulta difícil cambiar las coordenadas de su universo conceptual. No se trata, repetimos, de hacer aquí una recopilación exhaustiva de todas aquellas hipótesis o descubrimientos que han sido negados de facto porque iban en contra de los dogmas o postulados aceptados en un momento histórico dado, pero por ejemplo los biólogos John Maynard Smith y Eörs Szathmáry en su libro Ocho hitos de la evolución, sugieren como precursores de las primeras células a unas estructuras que denominan “semicélulas” que “se habrían formado como minúsculas ampollas sobre superficies minerales”,604 lo que, curiosamente, evoca a las vesículas que W. Reich denominó biones. Estos mismos autores ponen de manifiesto que algunos científicos fueron ridiculizados cuando hace un siglo sugirieron que determinados orgánulos de las células eucariotas, como los cloroplastos y las mitocondrias, podían ser descendientes de bacterias de vida libre. Sin embargo, estudios posteriores de genética y de biología molecular han hecho que hoy día toda la comunidad científica acepte esa idea, 603 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 350-351.

604 SMITH, J.M.M, SZATHMÁTY, E. “Ocho hitos de la evolución”, Ed. Tusquets, Barcelona, 2001 303


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sobre todo a partir de que Lynn Margulis, en los años setenta, resucitara “con argumentos convincentes la hipótesis del origen simbiótico de plastos y mitocondrias en el citoplasma celular”.605 Además, si la evolución admite que lo orgánico surgió de lo inorgánico y que los organismos superiores se desarrollaron a partir de microorganismos mediante complejos procesos de mutación, asociación y síntesis, ¿no es factible considerar el proceso inverso, en apariencia, más sencillo? La teoría endógena no debería escandalizar; es además totalmente compatible con la teoría exógena. Deberían abrirse líneas de investigación que profundizasen esta vía; ello, sin duda, permitiría un conocimiento más adecuado de la realidad biológica, de las interacciones entre los diferentes seres vivos, así como una mejor comprensión de la génesis de numerosas enfermedades y del papel que desempeñan los microorganismos; es por eso que las reflexiones del microbiólogo René Dubos vuelven a ser aleccionadoras: Probablemente a causa de que el hombre tiene un menor control sobre el mundo microbiano que sobre el resto de factores que influyen en su vida, las disciplinas microbiológicas siguen a menudo un derrotero ajeno a las grandes corrientes del pensamiento, que frecuentemente se antoja ingenuo a la luz de la biología moderna. De acuerdo con lo antedicho, se consideran buenos algunos microbios cuya actividad proporciona satisfacciones al hombre; la mayoría, empero, son malos porque su actividad es aparentemente perjudicial para la vida y los intereses de la humanidad. Esta directriz antropocéntrica es, por supuesto, filosóficamente discutible; más aun, su claridad conceptual es mucho menor de lo que parece a primera vista.606 Los microorganismos son fundamentales para la vida, están presentes en la tierra fértil, en las raíces de las plantas y de los árboles, en el tubo digestivo de los vertebrados superiores y hasta se les busca en exploraciones espaciales. La biología ha de reelaborar numerosos conceptos y superar el estrecho marco conceptual que heredó del siglo XIX. La medicina también tiene que desprenderse del asfixiante corsé que supone la microbiomanía imperante. Los microorganismos no son los culpables de nuestras desgracias. 605 SMITH, J.M.M, SZATHMÁTY, E Op. Cit. Pág. 94. 606 DUBOS, R. Op. Cit. Pág. 78.

304


XVI. Conclusión A lo largo de todo el texto, hemos intentado clarificar algunos aspectos de ese complejo mundo que supone la vacunología actual, para que el lector tenga elementos de juicio a la hora de tomar decisiones que tengan que ver con la salud propia y la de sus allegados. El esquema de estudio seguido ha sido el mismo para cada una de las vacunas, a saber: naturaleza de la enfermedad, evolución epidemiológica, circunstancias favorecedoras o predisponentes, la vacunación y su proceso de fabricación, su eficacia-efectividad, efectos adversos y peligros potenciales. El estudio de otras vacunas de uso menos frecuente en nuestro medio, queda fuera de los objetivos de este libro; no obstante, creemos que los argumentos expuestos constituyen una herramienta útil a la hora de evaluar otras posibles inmunizaciones presentes o futuras. Consideramos probado que la creencia generalizada de que gracias a las vacunas han desaparecido las epidemias, resulta, en lo que a Occidente se refiere, insostenible. La mayoría de enfermedades que han contribuido a fortalecer el mito vacunal, como la difteria, tos ferina, sarampión, tuberculosis, etc. presentaban curvas epidemiológicas descendentes de larga de evolución cuando se iniciaron planes de vacunación masivos. Han sido los cambios en las condiciones de vida, acaecidos en los últimos cincuenta años, los responsables fundamentales de la práctica desaparición de las epidemias que asolaron a Europa en siglos pasados. La evolución de enfermedades contra las que nunca se ha llegado a vacunar (escarlatina) o de las que nunca se llegó a vacunar masivamente (fiebre tifoidea) así lo corroboran. Aguas potables, alimentos, fin de las guerras, mejoras en las condiciones de vida, y menos jeeps cargados de vacunas, es precisamente lo que necesitan las gentes y los pueblos del llamado Tercer Mundo. Que las vacunas no hayan sido las responsables de este descenso no significa que sean inocuas. Las vacunas son potentes fármacos que deberían ser utilizados con prudencia. Sin embargo, su uso masivo e indiscriminado junto al desconocimiento de las interacciones de antígenos, adyuvantes y conservantes con el sistema inmune y con todo el organismo, nos hace pensar, de forma 305


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legítima, que las inmunizaciones reiteradas, además de producir efectos adversos inmediatos fácilmente constatables, pueden estar detrás del surgimiento de nuevas y complejas enfermedades. Esta realidad, junto al predominante patrón epidemiológico de marcado carácter de degenerativo debería ser suficiente para cuestionar las actuales estrategias de vacunación; sin embargo, en una especie de huida hacia delante, observamos todo lo contrario: nuevas y sofisticadas vacunas para enfermedades benignas o de muy baja incidencia y una política de negación sistemática de los efectos adversos a corto, a medio o largo plazo. Por todo ello, la necesidad de un debate profundo sobre la oportunidad y pertinencia de los programas masivos de vacunación que implique a las autoridades, a los profesionales y a los ciudadanos se torna ineludible. Variolización y trangénesis son dos vocables que marcan la evolución de una práxis que empezó hace siglos en Asia, como un intento puntual de controlar la virulencia de una determinada enfermedad y que, en un período de tiempo muy corto, coincidente con la emergencia de la economía de mercado, del experimentalismo tecno-científico, del positivismo y de la visión mecanicista de la vida, se ha transformado en una práctica universal que de la mano de la biotecnología simboliza el afán último por el control y sometimiento de la naturaleza y de las fuerzas de la vida. En efecto, ya no se trata de domeñar la incidencia de las enfermedades infectocontagiosas; la vía abierta por la teoría celular y la biología molecular nos ha llevado directamente, previo descubrimiento del ADN por Wat-son y Crick, a las vacunas transgénicas. Las nuevas vacunas, las futuras inmunizaciones y con ella la inmunología, se adentran por territorios cada vez más inquietantes, la advertencia-amenaza de Jódar, Lambert y Aguado, miembros de la OMS no deja lugar a dudas: “Incluso en el caso de que se desarrollen vacunas de DNA eficientes y seguras, la administración de material genético no será fácilmente aceptada por la opinión pública. Antes de la introducción de estas vacunas en el mercado se deberá diseñar una campaña de información completa, sencilla y asequible a todo el mundo”. Con las vacunas transgénicas, con los organismos manipulados genéticamente, con la clonación vegetal, animal y humana y con los investigadores trabajando en porcentajes cada vez mayores a sueldo de grandes corporaciones industriales, ya sean militares, agroquímicas o sanitarias, culmina un proceso que ha convertido a todo el planeta en un enorme laboratorio. Que la mayoría de tecno-científicos no trabajen en institucio306


Vacunaciones sistemáticas en cuestión

nes independientes, ya sean universidades, fundaciones sin ánimo de lucro, etc. no es un tema baladí; al estar al servicio de intereses privados su actividad científica está contaminada en origen, puesto que las líneas de investigación, la publicación de trabajos y resultados vienen marcadas por los “intereses propios de cualquier industria” por utilizar la expresión acuñada por Jódar, Lambert y Aguado. Y no solo eso, significa además que cualquier vía de investigación cuya rentabilidad no sea inmediata o coincidente con los intereses corporativos es rechazada. En numerosos casos, investigadores de prestigio han sido marginados, repudiados y calumniados por el mero hecho de expresar opiniones o marcar líneas de trabajo no deseables, el caso de Peter Duesberg, experto en virología, al cuestionar la hipótesis vírica del SIDA, es paradigmático. De este modo se pasa del hombre de ciencia, del científico que busca “la verdad”, el conocimiento, al investigadormercenario al servicio de fines concretos, a veces inconfesables, de forma más o menos consciente. Obviamente, ello determina que las claves en las que se basa la interpretación de los fenómenos que se transmiten en escuelas, institutos, universidades y otras instituciones, sean aquellas que el devenir ha impuesto en un momento histórico dado, excluyéndose a todas aquellas formas de pensar y obrar que no se ajustan al modelo experimental previamente definido como científicamente correcto, con lo que la figura amenazante del pensamiento único se acrecienta inexorablemente. En este sentido las declaraciones de Joan Ramon Laporte, jefe del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital del Valle Hebrón y catedrático de farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona, en un reciente encuesta organizada por Colegio Oficial de Médicos de Barcelona sobre Investigación Clínica y conflicto de intereses con la industria farmacéutica son concluyentes: Ahora las prioridades de la investigación son determinadas, sobre todo, por la necesidad que tiene la industria fabricante de tecnologías médicas de desarrollar constantemente nuevos productos que le permitan ser competitiva y aumentar su volumen de negocio. La investigación médica no está determinada por la necesidad de conocimientos sobre los problemas de salud, sino por intereses comerciales (...) Además, desde hace años, y gracias a la parálisis de las organizaciones proveedoras de servicios de salud, la industria farmacéutica se ha convertido en el principal suministrador de información y de formación 307


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continuada para los profesionales de estas organizaciones. Así, estas organizaciones, que en realidad son (o tendrían que ser) empresas de conocimientos, se han convertido en reproductoras de mensajes y de intereses de los laboratorios. A la par, la lucha por el control y monopolio de la información se acompaña de una carrera frenética por el control futuro de lo que podemos denominar el mercado de la vida. En consecuencia, el dilema que plantean Alicia Durán y Jorge Riechmann resulta ineludible: “El nudo crucial que se está debatiendo en los últimos años es el problema de la mercantilización de la vida: la compatibilidad o incompatibilidad entre seres vivos y mercados capitalistas, que abarca desde la posibilidad de patentar materiales biológicos y los mismos seres vivos hasta la comercialización de partes del cuerpo humano, pasando por el coordinado asalto que un puñado de transnacionales realizan para intentar controlar la enorme porción del “pastel” económico mundial —hoy, aproximadamente el 40%— que se basa en procesos biológicos”. Hasta el siglo XIX el laboratorio era el lugar “utópico” donde el ser humano, tras reducir al mínimo las numerosas variables que inciden sobre los fenómenos naturales, “el tenebroso laberinto” en expresión de Galileo Galilei, trataba de contrastar y comprender si sus observaciones se ajustaban a la realidad, es decir, si eran objetivas, lo que suponía que lo externo, la realidad, la naturaleza se tomaban como punto de referencia. Hasta el siglo XIX el laboratorio desempeñaba el papel de “mundo a pequeña escala” donde se descubría cómo ocurrían las cosas en el grande. Para ello era preciso aislar los fenómenos, era preceptivo sacarlos del contexto en el que se producían, ya que las infinitas variables incidentes imposibilitaban su comprensión, cuantificación y experimentación. Se pretendía así seguir la ruta, la secuencia de movimientos lineales, que permitían establecer relaciones de causalidad. Un movimiento produce otro, una causa tiene su efecto. Era la ciencia clásica, la física de la cinética, se construían artificios teóricos y prácticos en el laboratorio para explicar la realidad inexpugnable. Era el paradigma mecanicista. Pero en el siglo XX, la nueva física y otra gran pléyade de científicos y pensadores, pusieron de manifiesto que no iba a resultar tan sencillo descubrir los entresijos de la Gran Máquina del Mundo. Nuevos interrogantes, al modo y manera de las muñecas rusas, aparecieron en el horizonte y el mundo de la complejidad empieza a cuestionar al mundo de la simplicidad o de las máquinas. Aparece el concepto de relatividad, y lo que parecía objetivo se torna 308


Vacunaciones sistemáticas en cuestión

subjetivo, la linealidad da paso a la circularidad convirtiendo a los efectos en causas y a las causas en efectos, y la idea de retroalimentación, de interacción y de interdependencia se abre camino emergiendo un nuevo paradigma, llamado holístico, que da lugar a una visión más compleja e integral de la vida. Sin embargo y a pesar de la irrupción del nuevo paradigma, grandes sectores de las ciencias biológicas y la medicina continúan aferrados a la antigua y simple concepción mecánica de la vida y de la enfermedad y así ante las nuevas epidemias, ante los nuevos problemas a los que se ven abocados los seres vivos, debidos a las transformaciones y los desequilibrios medioambientales vertiginosos que impone el actual modelo de desarrollo, persisten en la búsqueda de fallos en los mecanismos, persisten en la búsqueda de factores externos, ya sean virus, bacterias o genes anómalos a los que responsabilizar de sus propios despropósitos y a los que pretenden poner solución con medidas correctoras superficiales y transitorias, con “proyectiles mágicos”, que vienen a incrementar o a desencadenar nuevos desequilibrios, siguiendo una espiral de acciones y reacciones entrelazadas en la que una vez perdidas las referencias se acaba por confundir causas y consecuencias. En el interregno, el laboratorio ya no es ese espacio físico concreto donde se trataba de descifrar las claves del universo misterioso; el científico que buscaba el conocimiento tampoco. La industrialización, la mercantilización y el “progreso económico” imponen sus leyes, condicionando todo el quehacer humano, y la investigación tiene como horizonte la rentabilización cuanto más inmediata mejor. La agricultura y ganadería industrial sustituyen a la agricultura y ganadería tradicional y las comunidades rurales que viven apegadas a la tierra y con ellas sus culturas, sus mitos y sus leyendas ven amenazada su existencia. La tierra es abonada y contaminada químicamente, las “malas hierbas” y los “bichos” son fumigados, herbizados y pestizados y con ellos las aguas subterráneas, los ríos, los mares y los océanos. Los animales son cebados, medicados, hormonados y si es preciso sacrificados en masa. Es la usura de la vida y del planeta. El hombre cree poder decidir qué microorganismos, qué plantas y qué animales deben subsistir y para ello experimenta y reexperimenta en tiempo real sin medir las consecuencias, convirtiendo a todo el globo terráqueo en un enorme campo de experimentación. Como si su reino no fuera de este mundo, la humanidad de siglo XX convierte a la Tierra en un enorme laboratorio, iniciando y continuando ansiosamente una 309


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carrera sin destino final aparente. En este escenario, la ingeniería genética imprime al incipiente siglo XXI una brusca aceleración. La irrupción de las biotecnologías supone un salto cualitativo sin precedentes en la historia de la humanidad, y sus repercusiones, imprevisibles y universales, afectarán a todos los ámbitos de la vida y sus efectos se notarán en la agricultura, en la ganadería, en la sanidad, en la industria y pondrán sobre el tapete temas muy complejos relacionados con la biodiversidad, el medioambiente, los derechos de propiedad industrial, el control de la reproducción y los derechos de las generaciones futuras, tal y como plantean certeramente Alicia Durán y Jorge Riechmann. En lo que a nosotros respecta, las biotecnologías suponen una vuelta más en la espiral de acciones y reacciones incontroladas. Con las técnicas de manipulación genética el hombre se desafía a sí mismo y se atreve a redefinir a la naturaleza mediante la hibridación forzosa de las más diversas criaturas. Se transmutan genes entre diferentes especies microbianas, entre diferentes especies vegetales, entre diferentes especies animales y entre todas ellas, y es probable que en un futuro no muy lejano tengamos árboles con escamas y peces con hojas, por lo que habrá que rehacer toda la taxonomía actual. Las barreras de especie saltan por los aires y del mismo modo que la fisión nuclear (con cuyos residuos altamente tóxicos no sabemos qué hacer) acabó con lo que se consideraba el elemento básico de la materia: el átomo; la manipulación genética ha puesto fin a lo que se consideraba la unidad fundamental de los seres vivos: la célula, abriendo la puerta a la parte más íntima de ellos. De esta manera, la teoría celular también salta por los aires y los herederos de Virchow, tan refractarios a la teoría endógena, ya no podrán decir omnis célula e célula , una célula viene de otra célula igual, ya que mediante el proceso de manipulación genética el resultado final de la reproducción celular puede ser cualquiera. Como cualesquiera, imprevisibles e irreversibles, serán los efectos de una praxis que parte del supuesto de que un determinado gen codifica un determinado rasgo o función independientemente del contexto, cuando, como apunta Jean Marie Pelt, no se sabe prácticamente nunca dónde queda colocado el transgén en el genoma receptor, ni sabemos cuándo se fija. No obstante y a pesar de las limitaciones conceptuales, y de los interrogantes abiertos en relación a los organismos genéticamente modificados, la carrera para la obtención de vacunas transgénicas sigue su curso, promocionadas y avaladas por la propia OMS. A 310


Vacunaciones sistemáticas en cuestión

juicio de L. Jódar, P. H.Lambert y T. Aguado, miembros de la VRD con sede en Ginebra, estas vacunas presentan una serie de ventajas, entre las que destacamos: 1) Son vacunas de fabricación fácil y baratas, adapatables a la mayoría de laboratorios. 2) Permiten combinar diferentes genes de antígenos diferentes del mismo microorganismo o de varios. Es decir, nos introducirán genes diversos para que nosotros mismos sinteticemos proteínas extrañas contra las que nuestro sistema inmune deberá producir anticuerpos ininterrumpidamente. 3) Permitirán evitar la interferencia de los anticuerpos maternos o incluso inducir respuesta en los recién nacidos. Este tercer punto es realmente paradigmático y pone abiertamente de manifiesto cómo se han perdido las referencias a las que hemos expresado anteriormente y cómo el endiosamiento científico pretende redefinir a la naturaleza manipulando, en este caso, las entrañas celulares. Hasta la fecha, el diseño creacional había previsto que los neonatos estuviesen amparados por la transmisión de anticuerpos maternos a través de la placenta y de la leche materna. Esta transferencia garantizaba la inmunidad del bebé mientras acababa de construir y madurar su propio sistema inmunitario. Sin embargo, esta cobertura, de naturaleza increíblemente maravillosa, se transforma de golpe en un obstáculo y los estudiosos deciden cortocircuitarla a la par que reprograman, vía vacuna transgénica, el proceso de maduración del sistema inmune de los recién nacidos. ¿Es esto lo que propone la OMS? Si nos atenemos a sus propios argumentos eso es lo que parece aunque antes, apuntan, deberán solventarse algunos problemas relacionados con esta tecnología. ¿Qué problemas?, el primero consiste en la posibilidad de que el material genético inyectado se integre en el genoma del individuo, dando lugar a la generación de procesos cancerígenos; el segundo sería el desarrollo de enfermedades autoinmunes, al producirse reacciones cruzadas a causa de la producción de anticuerpos anti-DNA y el tercero tiene que ver con la ubicación, permanencia y destino final del material genético transfectado. ¿Qué garantías se ofrecen? sencillamente “ensayos clínicos en modelos animales que descarten los problemas mencionados, al menos a corto plazo”, ¿y el medio y el largo plazo? Evidentemente éstas son cuestiones que no interesan al modelo de progreso y desarrollo que, preocupándose solo de la rentabilidad inmediata dibuja un futuro sumamente incierto para las generaciones venideras. Des311


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pués... ya veremos, evocando a Laín Entralgo el futuro hablará, mientras tanto un nuevo problema generará la necesidad de una nueva solución, con lo que la espiral frenética de acciones y reacciones garantizará nuevas inversiones, nuevos proyectos, nuevos mercados, aunque, eso sí, todo se hará en nombre de la lucha del bien contra el mal, de la salud contra la enfermedad. El experimentalismo tecno-científico y el complejo sanitario-industrial conducirán a la humanidad a la Tierra de la Promisión, los Jardines del Edén están próximos, en el futuro no habrá sufrimiento, ni enfermedad, ni dolor. Aunque las declaraciones a la prensa del científico norteamericano Richard Seed, tras la aparición de la oveja Dolly, parezcan disparatadas: “Quiero ser el primero en producir a un ser humano por el procedimiento de la clonación (...) cuando Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, lo que quería es que el hombre terminara convirtiéndose en Dios. La clonación es el primer paso serio en la conversión del ser humano en Dios”, en realidad revelan las intenciones subyacentes y marcan la trayectoria de una gran parte del mundo tecnocientífico que actúa de forma menos esperpéntica pero más sigilosa e inquietante. Compartimos los anhelos de Alicia Durán y Jorge Riechmann sobre una ciencia responsable cuyos límites deben estar marcados por la ética: ética de los fines, ética de los medios, ética de las consecuencias, pero creemos que resultará muy difícil satisfacerlos en el actual marco de intereses, relaciones y creencias; la locomotora va demasiado rápida y sin control aparente. La manipulación del genoma y la clonación abren un “abismo ante nuestros pies” (Durán y Riechmann dixit), el animal humano se enfrenta a desafíos insospechados. Maliciosa o cándidamente hemos abierto la “caja de los truenos” y controlarla no será tan fácil, son muchas las tentaciones. Con las biotecnologías, con las técnicas de modificación germinal, con la clonación, con las vacunas transgénicas, el hombre cree o pretende tomar el control, no solo de la suya, sino de toda la evolución. La vieja disputa entre los dioses y los hombres, expresada en la mitología griega, se hace realidad 3.000 años después. Los científicos mecanicistas compiten con la divinidad: el arma, el método experimental, el escenario, la biosfera, el objeto de la disputa “la Bolsa y la Vida”. ¿Quién ganará? El futuro lo dirá, pero mucho nos tememos que para entonces, si el tiempo no lo impide y la autoridad lo permite, a estos modernos aprendices de brujo les suceda lo mismo que a Aureliano Buendía, el último de 312


Vacunaciones sistemáticas en cuestión

la estirpe, mientras trataba de descifrar ansiosamente los versos en sánscrito escritos por Melquíades. Parafraseando al entrañable Gabriel García Márquez, es posible que, por fin, cuando nuestros modernos aprendices de brujo hayan descifrado los versos en sánscrito de la vida, acaben descubriendo y comprendiendo que, al igual que Macondo, la civilización de los espejos o los espejismos será arrasada y desterrada de la memoria de los hombres sin que, tal vez, tengan una segunda oportunidad.

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Índice Prólogo ............................................................................. 5 Introducción ..................................................................... 9 I. Origen de las vacunas .......................................... 13 La variolización .............................................................. 13 La vacunación ..................................................................... 15 La inmunización ................................................................. 21 II. El sistema inmunatario .......................................... 23 El sistema inmunitario propiamente dicho ..................... 25 Anatomía del sistema inmunitario .................................. 25 Inmunidad innata o inespecífica ...................................... 26 Inmunidad adquirida o específica .................................... 27 Digresión sobre el sistema HLA, los déficits inmunitarios y las vacunaciones indiscriminadas ............. 32 III. La práctica Vacunal ............................................. 37 Definición. Clasificación ................................................... 37 Definiciones y conceptos: inmunización activa y pasiva ...................................................................... 38 Clasificación sanitaria ........................................................ 39 Vacunaciones sistemáticas. Inmunidad colectiva o de grupo ....................................... 39 Inmunidad de grupo y coberturas vacunales .................... 42 Infecto-contagiosidad o Tasa Básica de Reproducción ..... 43 Fiabilidad del modelo de cálculo ....................................... 44 Vacunaciones no sistemáticas ............................................. 47 Vacunas desensibilizantes o antialérgicas ......................... 50 315


IV. La vacuna como fármaco. Fabricación ........... 53 Tipos de vacunas ................................................................. 54 Vacunas antibacterianas ..................................................... 54 Vacunas antivíricas .............................................................. 55 Vacunas atenuadas o vivas .................................................. 57 Vacunas inactivadas o muertas ........................................... 59 Riesgos inherentes al proceso de fabricación: una pequeña digresión sobre los cultivos celulares y las contaminaciones por material genético, virus y proteínas ................................ 60 Los adyuvantes .................................................................... 63 El hidróxido de aluminio .................................................... 63 Los conservantes ................................................................... 67 Los antisépticos mercuriales ............................................ 67 V. El calendario vacunal infantil ........................ 73 VI. La DTP: Difteria, Tétanos y Tos ferina ......... 75 La difteria ............................................................................ 75 Epidemiología .................................................................. 76 La vacunación .................................................................. 77 Efectos adversos ................................................................ 80 El tétanos ........................................................................ 84 Epidemiología ............................................................... 85 La Vacunación .............................................................. 87 Efectos adversos ............................................................ 91 La tos ferina o pertussis ................................................... 92 Epidemiología .............................................................. 93 La vacunación ............................................................... 99 Efectos adversos ........................................................... 103 VII. La Poliomielitis ............................................... 109 Epidemiología ................................................................... 110 Interrogantes .................................................................. 112 316


Extensión de la poliomielitis. Factores a considerar ....... 114 Las inyecciones intramusculares ........................................ 114 La amputación de amígdalas ............................................ 116 Vacunaciones y poliomielitis paralítica asociada a vacuna (PPAV) ............................................................ 116 Otros factores ................................................................. 118 La vacunación ................................................................... 119 Efectos adversos ................................................................ 127 La contaminación con el virus SV 40 ............................... 129 Las poliomielitis paralítica asociadas a la vacunación (PPAV) ................................................... 132 VIII. La triple vírica ............................................... 137 El sarampión ..................................................................... 137 Epidemiología ............................................................ 138 La vacunación .............................................................. 143 Efectos adversos ........................................................... 148 La rubéola ..................................................................... 151 Epidemiología ............................................................. 151 La vacunación .............................................................. 153 Efectos adversos ........................................................... 157 La parotiditis o paperas ................................................. 158 Epidemiología ............................................................ 159 La vacunación ............................................................. 160 Efectos adversos ........................................................... 161 IX. Meningitis y Vacunas ........................................ 163 El estado de la cuestión ................................................. 164 Las meningitis meningocócicas ..................................... 165 Epidemiología ............................................................. 166 La vacunación ............................................................. 168 Efectos adversos .......................................................... 172 Las meningitis por haemophilus influenza tipo B ........ 173 Epidemiología ............................................................ 174 La vacunación ............................................................. 176 Efectos adversos ........................................................... 178 317


X. La Epatitis ............................................................ 179 La hepatitis A .................................................................... 180 Epidemiología ................................................................ 181 La vacunación ................................................................ 181 La hepatitis B .................................................................... 182 Epidemiología ................................................................. 183 La vacunación ................................................................ 187 Efectos adversos .............................................................. 188 XI. Vacunaciones No Sistemáticas ...................... 193 La tuberculosis .................................................................. 193 Epidemiología ................................................................ 195 La vacunación ................................................................. 199 Efectos adversos ............................................................... 206 La prueba de la tuberculina ............................................. 208 La gripe ............................................................................. 209 Epidemiología ................................................................ 211 Una pequeña digresión sobre la gripe A o la profecía autocumplida ................................................ 212 La vacunación ................................................................ 216 Efectos adversos ............................................................... 220 XII. La vacuna contra el Papilomavirus o VPH ..... 223 El Carcinoma de Cérvix ............................................... 225 Epidemiología ............................................................. 225 Diagnóstico y Tratamiento y Prevención ..................... 226 ¿Son los VPH los responsables del cáncer de cuello de útero? ............................................. 228 La vacunación ............................................................. 231 Efectos adversos ........................................................... 235

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XIII. Consecuencias de los programas de vacunación ................................................................ 239 La negación, la inversión y la culpabilización de la víctima ................................................................... 240 Farmacovigilancia: conflicto de intereses ....................... 245 Farmacocinética y farmacodinamia ................................ 249 Algoritmos de Karch-Lasagna ........................................ 250 Efectos directos: reacciones adversas siguientes a vacunación —RASV— .............................................. 252 Clasificación de las RASV ............................................... 253 Efectos indirectos ......................................................... 260 Efectos indirectos o diferidos ....................................... 261 La hipoteca o deuda vacunal ......................................... 265 XIV. Perspectivas de futuro ................................ 271 El mercado vacunal ....................................................... 272 Vacunas de ADN .......................................................... 275 Vacunas de ADN recombinante .................................. 275 Vacunas de ADN desnudo o vacunas transgénicas ...... 276 Nuevas vacunas ............................................................ 278 XV Consideraciones finales ................................. 285 El futuro de la enfermedad ........................................... 292 Las modernas epidemias ............................................... 293 Revisando postulados biológicos ................................... 297 La teoría endógena ....................................................... 298 XVI Conclusión ........................................................... 305

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