La Habana, ¿paz de los vencedores o de los vencidos? (2ª Parte)

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La Habana, ¿paz de los vencedores o de los vencidos? (2ª Parte) Por Gearóid Ó Loingsigh Se anunció el inicio de un proceso de la paz con las FARC con bombos y platillos y convocaron a la prensa, gobiernos, ONG, la ONU etc. para un evento en Oslo que daría inicio al proceso. Era una rueda de prensa glorificada donde cada parte intentó quedar mejor que la otra. Como en todos los procesos de paz hubo un intento de sentar las bases del discurso público sobre el proceso como tal. Iván Márquez el comandante de las FARC dio un discurso muy acertado en muchos puntos sobre la realidad de Colombia. Difícilmente el gobierno podía negar la realidad. Márquez afirmó que “En Colombia no hay economía nacional. Quienes exportan petróleo, carbón, ferroníquel y oro, y se benefician con ellos, son las multinacionales. La prosperidad, entonces, es de estas y los gobernantes vendidos, no del país.” Pero una descripción de la realidad puede hacer cualquiera y el gobierno no se molesta, pero intentar dar la impresión que las FARC iban a negociar esos puntos era otra cosa. El jefe de la delegación estatal Humberto de la Calle fue enfático, el modelo no estaba en discusión. El Estado colombiano es un estado de mentirosos, criminales y corruptos. Cuando uno lee sus informes presentados ante entidades internacionales como la ONU, se ve con claridad que la mentira cae de los labios de un representante del Estado con más facilidad que la verdad. Pero no se trata de una cuestión de la poca honestidad. Podemos creerle a De la Calle por una simple razón: el Estado no está derrotado y no hay nada que indique que la burguesía siente la necesidad de hacer concesiones mayores de fondo como sería en el caso de la política minero-energética. Si quisieran, podrían hacer esos cambios sin necesidad de negociar con la guerrilla, pero han hecho todo lo contrario, profundizando las políticas estatales en materia de minería, el agro, los derechos humanos etc. Semejante espectáculo se vio en Irlanda donde el IRA y Sinn Féin hicieron sus declaraciones duras, por poco declarando la victoria, y hoy sabemos que el invicto estado británico tenía más razón, ellos no se iban del país. Márquez también afirmó que “la locomotora minero-energética es como un demonio de destrucción socioambiental, que, si el pueblo no la detiene, en menos de una década convertirá a Colombia en un país inviable”. Eso es cierto, pero surge la pregunta entonces ¿por qué a cambio de dinero varios frentes de las FARC permiten la entrada de maquinaria minera a las comunidades campesinas, y los territorios de los pueblos negros e indígenas? Si quieren apostar a una nueva Colombia deben ser coherentes y consecuentes. Aunque el ELN no está en negociaciones con el Estado en este momento, se les puede hacer la misma pregunta, pues varios de sus frentes hacen lo mismo que las FARC respecto a la minería. Realmente el discurso de Márquez fue un ejercicio en relaciones públicas. Estaba diciendo a su base que iban a negociar una Colombia nueva, y como las negociaciones son secretas nadie iba a poder llevarle la contraria hasta el final del proceso cuando seguramente, nos habríamos olvidado de las declaraciones duras o revolucionarias hechas durante el proceso. Sin embargo, a pesar de la manta de secretos en que han envuelto el proceso nos incumbe intentar mirar por donde va el proceso y la naturaleza de los “acuerdos” con el gobierno. El


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