8 Bienestar Sanitas
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Correo
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Numeromanía
8
Producto El café
11
Vivir con bienestar
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Colombianos en el exterior
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Contraindicaciones El guayabo
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Diccionario
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Qué hay de nuevo
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Sanitas hoy
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Abecé Cómo vive un deportista de alto rendimiento María Gabriela Méndez Crónica Una noche en el servicio de Atención Médica Domiciliaria Daniel Páez Mitos y realidades alrededor de la gastritis Maricielo Acero Mi vida con… Una enfermedad en el exterior Jorge Orlando Melo Aída Paz Claudia Castro Salud pública Embarazo en la adolescencia Juan Carlos Vargas
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De alta Correr, o cómo desaparecer completamente Leila Guerriero
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Entrevista Juan Gabriel Vásquez
CORR EO
La nueva Bienestar Sanitas 1. Comedidamente me permito hacer un comentario sobre la nueva revista Bienestar Sanitas. Sentí nostalgia y decepción, ya que en la anterior se publicaban artículos médicos de gran interés, sobre diferentes temas. Era una revista que valía la pena coleccionar. Pienso que la vida de Vicky Dávila, muy respetable, es más para una publicación de farándula. Qué me puede interesar, al igual que a muchos lectores, la vida de un Darío Arizmendi, Julio Sánchez, Graciela Torres (la Negra Candela), que imagino si van por esa línea, estarán en lista para las próximas publicaciones. Sería superinteresante conocer las biografías de tantos científicos colombianos, como los doctores Rodolfo Llinás, Salomón Hakim, Manuel Elkin Patarroyo y tantos otros. Les agradezco disculparme la molestia que les pueda causar, pero en verdad me causó un no sé qué… Teresa Herrera C.
2.
Recibo con entusiasmo el nuevo formato de la revista Bienestar. Esta revista llega desde hace años a mi casa y fueron muchos los ejemplares que tiré a la basura sin sacarlos del celofán
transparente. En general, me parecía una revista de promoción institucional que no aportaba mucho al bienestar de los afiliados y que no parecía dirigida a las familias colombianas sino a un público neutral en cualquier lugar del mundo. Celebro entonces que la nueva revista parece pensada para servir a gente real con preguntas concretas sobre salud, alimentación y vida cotidiana. Espero seguir encontrando recetas, entrevistas y datos prácticos que ayuden a entender y usar de manera eficiente el enredado sistema de salud colombiano. Katherine Ríos
3.
Los lectores de las salas de espera deben estar muy agradecidos con Colsanitas por publicar una revista institucional de una EPS que no parece una revista institucional de una EPS. Se nota la intención de buscar artículos que tengan una relación con los temas de salud o seguridad social pero que, antes que eso, sean entretenidos y bien escritos. Eso se agradece. Espero que los siguientes números sigan así de divertidos. Alejandro Peláez
Escríbanos sus comentarios a bienestarsanitas@colsanitas.com
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Invita a compartir, mejora el ánimo y hace que quien llega se sienta acogido. El capuchino da estatus, el tinto hace amigos y el café frío es sinónimo de juventud. Conozca en las líneas que siguen algunos detalles del producto colombiano por excelencia. Texto: Maricielo Acero. Ilustraciones: Raúl Zea
Negro como el diablo, caliente como el infierno, puro como un ángel, dulce como el amor: así describió un café perfecto el político francés Talleyrand de Perigot. Tanto si se trata del colombianísimo tinto para iniciar una charla con amigos, del “aguacafé” con panela para terminar de despertar, del café con leche para unas onces en familia o de un granizado en una tarde soleada, hablar del café es hablar de Colombia, de amistad, de tradición. Oriundo de Etiopía, exactamente de Kaffa, en la Edad Media el arbusto fue llevado a Arabia por los marineros africanos a través del Mar Rojo, y allí se creó el primer cultivo de café. A fines del siglo XVI botánicos y viajeros alemanes, holandeses e italianos comenzaron a enterarse sobre el uso de la bebida, y es un mercader holandés, en 1690, quien la lleva a su país, desde donde comienza su expansión por Europa. En 1723 el capitán Gabriel Mathiew de Clieu introduce la planta en Martinica, en las Antillas, y los holandeses comienzan a enviar arbustos a las Guayanas; de allí paso a Brasil y a Colombia, donde se arraigó. Después de todo ese recorrido, en el siglo pasado comenzaron a aparecer corrientes médicas que lo consideraron un veneno para la salud, tanto que los médicos lo ponían junto con el cigarrillo y el alcohol. No obstante, varios estudios recientes han mostrado que ese pequeño grano, que ha hecho estremecer la economía colombiana en los últimos años, tiene muchos beneficios para la salud. Dada la controversia entre la comunidad científica, desde finales del siglo pasado se empezaron a realizar múltiples investigaciones para descifrar en detalle la composición química del cafeto y los efectos que podrían tener sus componentes sobre el organismo. Si antes se decía que causaba gastritis, que volvía polvo los huesos, que impedía tener hijos, que era adictivo y que ponía el corazón a mil, desde hace unos años pasó a considerarse un fruto casi milagroso para prevenir muchos males.
Hoy la comunidad científica ha revelado que el consumo moderado de café (hasta seis pocillos al día, preparados con seis gramos de café por cada pocillo de 150 centímetros cúbicos) no hace ningún daño y, por el contrario, es muy beneficioso, explica John Duperly, médico internista, PhD en medicina del deporte. El estudio más reciente realizado por el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos y publicado en la revista The New England Journal of Medicine, en mayo de 2012, demostró que el consumo de café puede prolongar la vida. La investigación analizó a más de 400.000 hombres y mujeres de 50 a 71 años, y los resultados dejaron perplejo al mundo entero, pues la ingesta de entre tres y seis tazas de café al día se vio asociada con un descenso en las muertes por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, accidentes cerebrovasculares, cáncer, diabetes, infecciones, lesiones y accidentes. Unos años antes, en 2007, se había publicado un artículo en la revista Neurology que resumió lo que cualquier consumidor habitual de café sabe: que este fruto ayuda a estar más despierto, mejora el rendimiento físico, el sentido de alerta y que reanima hasta a un muerto (de cansancio, claro está).
Dentro del grano de café Cuenta la leyenda que cierto día un pastor llamado Kaldí apacentaba su rebaño cerca de un convento; de pronto, notó que sus cabras empezaron a comportarse de una manera muy extraña después de comer los granos que colgaban de un árbol. El pastor recogió algunos de ellos y los cocinó, pero enseguida los tiró al fuego cuando probó una bebida muy amarga. Fue entonces cuando el delicioso aroma de esos granos tostados
* Periodista, jefa de redacción de Bienestar Sanitas. Es coautora, con Marisol Ortega, del libro El médico en casa.
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Lo que no sabía del café El café contiene micronutrientes como magnesio, potasio, niacina y antioxidantes, como prolifenoles y flavonoides. Otros de los beneficios para la salud son:
► El American Journal of Clinical
le hizo pensar en una preparar una infusión diferente, y entonces, ¡milagro! Apareció el café. Dice el doctor Duperly que en realidad lo que las cabras probaron fue una cereza de café, compuesta principalmente por cafeína, un alcaloide blanco que después de 45 minutos de ingerido está circulando por el sistema sanguíneo, y cuyo efecto perdura por tres o cuatro horas en promedio. Pero este pequeño grano tiene, además de la cafeína, polifenoles, que no son más que los renombrados antioxidantes, que ayudan a combatir los radicales libres (moléculas que resultan de procesos comer, respirar, hacer ejercicio y también de la polución y la radiación del medio ambiente, y que dañan las células). Después de tantas investigaciones, la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos (FDA) incluyó la cafeína en la categoría de “GRAS”, es decir, un alimento seguro. La Asociación Médica de los Estados Unidos (AMA) afirmó que el uso de cafeína con moderación en quienes tienen un estilo de vida saludable no debe representar un problema de salud. Y para tranquilidad de los que creen que si prueban un sorbo de café se convertirán en adictos, la Organización Mundial de la Salud ha dicho que no existe ninguna prueba de que cause adicción, puntualiza el doctor Duperly. La razón por la que el café es ahora la segunda bebida más consumida en el mundo occidental después del agua embotellada no es porque sea adictivo: 10 Bienestar Sanitas
es simplemente porque su aroma atrapa y la sensación que deja en el paladar después de degustarlo hace imposible no amarlo para siempre. Pero, entonces, ¿por qué para unos es el mejor antídoto contra todo y a otros les produce pesadillas? La respuesta está en la genética. Según la nutricionista Gloria María Agudelo, cada quien tiene una sensibilidad individual a la cafeína que depende del peso corporal, la contextura física, la cantidad de café que consuma y la frecuencia con que lo haga. También influye la variedad de grano de café y la forma de prepararlo. Si aún hay dudas, algo que comprueba que se trata de un alimento seguro es que muchas personas que huyen del café con la excusa de que mancha los dientes (lo cual es cierto), lo consumen sin darse cuenta en dulces, tortas, licores, gaseosas, bebidas energizantes y hasta en medicamentos, pues la cafeína hace parte de algunos de los analgésicos para tratar la migraña que se venden en cualquier farmacia sin prescripción médica. En Colombia, más del 90% de los hogares colombianos y el 83% de los jóvenes mayores de 18 años toman café. Negro, cargado, clarito, solo o pintadito: no importa la forma de consumirlo porque siempre sabe bien. Así, no hay motivos para privarse de invitar a los amigos a disfrutar de una buena taza de café, pues si esta bebida es saludable a solas, lo es mucho más cuando se sirve en buena compañía. ¶
Nutrition, en 2012, publicó un estudio que concluyó que el consumo de cuatro tazas de café (cafeinado o descafeinado) a diario protege contra el cáncer de colon e incrementa la movilidad del intestino grueso.
► Según las investigaciones publicadas en la revista Diabetología en 2007, y en otros numerosos estudios, el consumo habitual de café brinda protección parcial contra la diabetes mellitus tipo 2.
► Una taza de café solo (sin leche, ni azúcar, ni aguapanela) contiene entre 2 y 5 calorías, por lo que no altera los índices de glucosa.
► Protege contra arteroesclerosis y tiene efectos cardioprotectores. El café no aumenta el colesterol ni los triglicéridos, no induce ritmos anormales en los latidos del corazón (arritmia), no aumenta la hipertensión arterial y, por el contrario, mejora la capacidad de reparación de los vasos sanguíneos. Así quedó registrado en la revista Circulation, en junio de 2012.
► Tiene un efecto positivo en el rendimiento y en la resistencia de los atletas. Según un estudio científico publicado en el Journal of the International Society of Sports Nutrition, entre los beneficios de la ingesta mºoderada de cafeína se encuentra una mayor resistencia muscular, un mayor metabolismo anaeróbico y mejores tiempos de rendimiento.
Vi v ir con bi enestar
12 Comer para vivir Quesos 14 Mal, bien, mejor Picadas para una fiesta 16 Salud oral DiseĂąo de sonrisa 20 Yo recomiendo Libros para leer con los hijos 22 Tres planes para hacer con la familia 24 TecnologĂa y bienestar Aplicaciones para controlar la dieta Bienestar Sanitas 11
V I V I R CO N BIE NE STAR Comer para vivir
Aquí está el queso Está presente en las culturas orientales y occidentales, en las dietas de grandes y de chicos, de los que cuidan la figura y de los que no, de carnívoros y de vegetarianos. El queso es uno de los alimentos más versátiles de la dieta humana. Por ser un derivado de la leche es fuente de proteínas, calcio y vitaminas A, D, B2, B3, B6. Según el proceso de elabo-
ración, existen dos grandes familias de quesos: los frescos y los curados. Los primeros son los que están listos para consumir tan pronto se fabrican. Los curados o madurados, además de la fermentación de la leche, pasan por otros procesos para conseguir diferentes sabores y texturas. Pusimos un ojo en los más populares.
Mozzarella
Doble crema
Es un queso fresco que se elabora con leche de vaca o búfala, cuajo, sal y se le agrega ácido cítrico para darle un poco de acidez. Por su textura, es perfecto para ensaladas y para gratinar, porque se derrite. 100 g. de queso mozzarella tienen: Calorías: 233 Grasa saturada: 9,92 g. Grasa monoinsaturada: 4,56 g. Colesterol: 78 miligramos Carbohidratos: 2,20 miligramos Calcio: 632 miligramos
Similar al mozzarella, también pasa por un tratamiento especial de hilado, para darle elasticidad. El mozzarella se prepara con leche semidescremada y el doble crema con la leche entera, lo que hace que tenga más grasa saturada. 100 g. de queso doble crema tienen: Calorías: 286 Grasa saturada: 13,1 gramos Grasa monoinsaturada: 6,6 g. Colesterol: 78 miligramos Carbohidratos: 2,2 gramos Calcio: 517 miligramos
Parmesano Es un queso madurado porque requiere mínimo un año para su curación. Se le agregan bacterias lácticas y enzimas coagulantes que le dan esa textura quebradiza y al tiempo densa. 100 g. de queso parmesano tienen: Calorías: 456 Grasa saturada: 19 gramos Grasa monoinsaturada: 8,7 gramos Colesterol: 79 miligramos Carbohidratos: 3,7 gramos Calcio: 1.376 miligramos
Campesino
Azul
Es un queso fresco, sin maduración ni fermentación. Suele ser uno de los más bajos en grasa. Sin embargo, puede tener un poco más de sal para conservarse en buen estado. Ideal en ensaladas o con pan. 100 g. de queso campesino bajo en grasa tienen: Calorías: 155 Grasa saturada: 4,8 gramos Grasa monoinsaturada: 0 gramos Colesterol: 15 miligramos Carbohidratos: 6,3 gramos Calcio: 800 miligramos
Se elabora en tres meses, agregándole enzimas coagulantes, bacterias lácticas, levaduras y hongos (Penicilium roquefortii), que le dan el nombre y aspecto característico. Su sabor fuerte lo hace óptimo para acompañar ensaladas, en pastas y para untar. 100 gramos de queso azul tienen: Calorías: 353 Grasa saturada: 18,7 gramos Grasa monoinsaturada: 7,78 gramos Colesterol: 75 miligramos Carbohidratos: 2,3 gramos Calcio: 526 miligramos
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Para picar, picar y picar
Uno se cuida hasta que sale a comer o a una fiesta. Ahí vienen las tentaciones y, muchas veces, los excesos. Esto porque la mayoría de pasabocas que se ponen como centro de mesa para picar y ‘embolatar’ el hambre mientras llega la comida son altos en calorías, ricos en carbohidratos y con grasas ocultas, señala la nutricionista– dietista Constanza Martínez. No se trata de no meterse nunca una papa frita a la boca: se trata de saber elegir, y de combinar tentempiés sanos con otros algo más calóricos. Aquí presentamos algunas alternativas de pasabocas para que pase rico en su fiesta sin desmandarse ni sacrificarse mucho.
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Mal (1 porción) 1 paquete de papas fritas de 25 gramos, 1 paquete de chicharrones de 13 gramos, 1 paquete de patacones de 42 gramos, ½ libra de queso mozzarella en trozos, 1 cábano de 20 gramos partido en trozos, 1 salchicha frita de 25 gramos partida en trozos. 1.005 calorías 92 gramos de proteína 54 gramos de grasa 57 gramos carbohidratos Bien (1 porción) 1 paquete de maní salado de 50 gramos, ½ taza de ciruelas pasas, 50 gramos, 1 paquete de nueces de 30 gramos, ½ libra de queso campesino en trozos, 1 paquete de tacos integrales de 25 gramos, ½ taza de cebolla, tomate y
cilantro con vinagre para untar sobre los tacos. 973 calorías 90 gramos de proteína 50 gramos de grasa 65 gramos de carbohidratos
Mejor (1 porción) 1 paquete de trozos de mango deshidratado de 100 gramos, 1 paquete de almendras de 25 gramos, ½ taza de uvas, ½ taza de zanahorias cortadas en bastones, 2 huevos de codorniz cocinados y pelados, ¼ de jamón de pavo en cuadrados 720 calorías 30 gramos de proteína 46 gramos de grasa 90 gramos de carbohidratos
Informaciรณn comercial
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Salud oral
Diseño de sonrisa
El diseño de sonrisa no es nuevo; se trata de varios trabajos en los dientes y encías para mejorar la apariencia de la sonrisa. Normalmente comprende tratamientos de ortodoncia, reemplazo de prótesis o calzas en mal estado, poner implantes, corregir la simetría de los maxilares con cirugía, cortar fragmentos pequeños de la encía, poner carillas y aclararlas, etc. Según el odontólogo y rehabilitador oral Eduardo Duperly, la finalidad es crear armonía entre los labios, los dientes, el color de la piel y de los ojos, y las facciones de la cara. Ahora bien, las motivaciones del paciente no siempre son estéticas, sino que el odontólogo detecta problemas de salud oral y recomienda el procedimiento. Entre los problemas de salud que justificarían un diseño de sonrisa están el apiñamiento de los
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dientes, que impide realizar buena higiene; las alteraciones de los maxilares, que dificultan la oclusión y desencadenan cansancio muscular y dolor de la articulación temporo-mandibular; los desgastes dentales cuando el paciente aprieta los dientes por estrés, y el oscurecimiento de piezas dentales por golpes o pigmentación. Un diseño de sonrisa mejora tanto la parte funcional como la estética, lo que también mejora el estado anímico y la autoimagen del paciente. El doctor Duperly señala que aunque un diseño de sonrisa brinde una mayor confianza al sonreír, no hay nada mejor que cuidar los dientes naturales desde la niñez y corregir oportunamente cualquier alteración dental o maxilofacial. Porque lo artificial nunca será igual a lo natural.
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Con Gas Natural hay vacaciones tranquilas En esta época de mitad de año muchas familias toman un merecido descanso, y para ello, algunas salen de viaje, lo que implica dejar sus casas o apartamentos solos durante algún tiempo. Por esta razón, así como es importante planear el viaje, empacar todo bien y no olvidarse del protector solar y las medicinas del abuelo, también lo es dejar en casa todo muy bien ordenado mientras dura el viaje familiar. En este sentido, Gas Natural Fenosa recomienda a los usuarios de este servicio que tomen medidas de seguridad a la hora de dejar sus inmuebles. Las precauciones que se tomen son las que protegerán a su hogar de posibles fugas de gas y de una eventual combustión, la cual podría traer graves consecuencias tanto para todos sus bienes como para las personas y viviendas aledañas a la suya.
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Por ello, antes de salir de viaje tenga en cuenta las siguientes recomendaciones que buscan proteger su hogar: ► Asegúrese de que todas las perillas de la estufa y el horno estén bien cerradas. ► Cierre las válvulas amarillas de la estufa, el calentador y cualquier otro artefacto a gas que tenga en su vivienda. ► Cierre la válvula del medidor de gas natural. Como ve, prevenir es sencillo y así su descanso no se daña por algo que se puede evitar fácilmente. Haga mantenimiento periódico, por lo menos una vez al año, con técnicos autorizados, a todos los gasodomésticos y revise siempre la ventilación de su hogar. No olvide que la llama debe ser siempre de color azul (pues amarilla es señal de peligro). Es importante también que en esta época, cuando se presentan temperaturas muy bajas en algunas regiones del país, no se tapen las rejillas de ventilación, ya que por esto se pueden generar accidentes. Igualmente, si durante las vacaciones no va a salir de casa, y si los niños van a permanecer en la vivienda, debe hacer uso seguro del gas natural para evitar accidentes; por esta razón hay que seguir las siguientes recomendaciones:
Información comercial de importancia vital
► No deje los quemadores de los artefactos a gas encendidos y cierre las llaves de paso del gas cuando no lo esté utilizando. ► Si el horno no se utiliza con frecuencia, verifique periódicamente que sus válvulas estén bien cerradas. ► Evite que se derramen líquidos sobre los quemadores, pues al apagarse la llama hay escapes de gas. ► No ponga sustancias ni objetos combustibles (papeles, telas, pinturas, alcohol, etc.) cerca de los artefactos a gas o aparatos de medición. ► Si detecta una fuga de gas, cierre todas las válvulas, abra las ventanas y puertas, no accione interruptores eléctricos; evacue la vivienda y llame a la empresa de gas desde el teléfono de un vecino. No regrese a su casa hasta que llegue la cuadrilla de emergencias de la Empresa. ► Antes de acostarse o cuando salga de la vivienda, verifique siempre que las válvulas de los artefactos a gas estén bien cerradas. ► No deje cocinando alimentos mientras duerme. Nunca salga de su casa mientras se están cocinando alimentos. ► Mantenga sus gasodomésticos limpios.
► Asegúrese de que las ollas y fogones estén libres de fósforos usados, grasa, papeles, etc. ► Mantenga siempre limpios los fistos/ inyectores de la estufa y cierre completamente las perillas cuando termine de cocinar. ► Nunca use su horno o estufa para calentar su casa. ► Los artefactos de gas deben recibir mantenimiento y limpieza al menos una vez al año, esto con el fin de prevenir posibles fugas en las juntas y mangueras que los unen a su red interna y para garantizar que están realizando una adecuada combustión. ► No permita la conversión de artefactos eléctricos para que funcionen con gas natural. ► Utilice gasodomésticos de buena calidad, fabricados bajo normas técnicas por empresas reconocidas que ofrezcan servicio de mantenimiento y garantía. El gas natural, como todo energético, es seguro si se siguen unas mínimas indicaciones. Es por ello que dentro de nuestra Política de Responsabilidad Corporativa insistimos en el uso seguro y responsable del gas natural para mejorar la calidad de vida de las familias, y disfrutar del servicio con economía y seguridad.
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C R ÓNIC A
Una noche en el servicio de Atención Médica Domiciliaria
La atención médica y la hospitalización domiciliaria fueron diseñadas para brindar un servicio médico profesional en la comodidad del hogar. Un periodista acompañó a un grupo de profesionales durante una noche para contarnos cómo funcionan. Textos y fotografías: Daniel Páez*
El tráfico de Bogotá es una enfermedad crónica que no mejora nunca. En la mañana las rutas escolares saturan las calles. Al mediodía, cuando supuestamente no es hora pico, es imposible moverse por la ciudad sin encontrar un embotellamiento o un accidente. A medida que cae la noche se hace peor y todas las vías están atestadas con personas afanadas por llegar a su descanso. Después de las nueve de la noche parece más liviano, pero muchos conductores olvidan las normas de tránsito. “A la media noche todos los semáforos son verdes”, afirma la doctora Lenia Ortiz, encargada de hacer turnos nocturnos de Atención Médica Domiciliaria (AMD) de Colsanitas. Más de una vez se ha pegado un susto cuando algún irresponsable se pasa la luz roja y el conductor de su carro de servicio es quien lleva la vía. Los turnos de los recorridos empiezan en una central ubicada en el norte de Bogotá a las seis de la mañana, a las dos de la tarde y a las siete de la noche. Lo primero que hacen los médicos es recibir un equipo y definir su trabajo del día: los que atenderán el Programa de Hospitalización Domiciliaria (PHD) tienen programado un número de visitas, y los de AMD deben esperar las llamadas de urgencia; al inicio de cada turno y a lo largo del día se ubican por zonas. Los conductores, que realizan turnos de doce horas, son los escuderos de estas misiones: sus carros no llevan sirenas que les 50 Bienestar Sanitas
abran el paso –de hecho, son vehículos bastante modestos, Renault Logan que pasan desapercibidos en las calles–, y de su dominio del volante depende la prontitud o puntualidad de cada visita. Hernán Castillo, uno de los pilotos, casi siempre trabaja en el día, cuando todo es más caótico. A lo largo de la jornada debe sortear todo tipo de dificultades –además del tráfico también están los huecos y las alcantarillas abiertas– y buscar atajos para encontrar el camino más rápido para llegar al lugar de quien solicita el servicio. Por fortuna, confiesa, jamás ha sucedido nada grave. La central de Fonosanitas recibe cada día más de cien llamadas de enfermos con diferentes niveles de gravedad que se asignan a AMD, ambulancias o salas de urgencias. Al igual que en un triage físico, telefónicamente se preguntan los síntomas, se hace una clasificación de los pacientes basándose en las prioridades de atención y a los de baja complejidad se les envía un médico a la casa. Si es posible, se les brinda asistencia telefónica previa a la visita. Entonces, las enfermeras de la central se comunican con el conductor asignado a una zona de la ciudad, que es el encargado de anotar todos los datos de los pacientes y de decirle a Fonosanitas el tiempo * Periodista y diseñador. Tiene una columna en el diario Publimetro y es editor del portal En Órbita, de Señal Colombia.
estimado para atender cada llamada. El lapso máximo de espera es de dos horas, y en la noche el cubrimiento está restringido a algunas zonas de la ciudad por cuestiones de seguridad. Tanto en AMD como en PHD, el equipo que portan los médicos es muy sencillo: en un pequeño maletín similar al del doctor Chapatín caben los implementos básicos (estetoscopio, lámpara, tensiómetro, jeringas y medicamentos de emergencia) y los documentos necesarios para los papeleos que hagan falta (recetas, remisiones, autorizaciones). No hay equipos de reanimación ni nada que requiera complejidad: en caso de que un paciente esté grave, se llama una ambulancia y el doctor espera hasta que esta llegue y todo esté bajo control.
Empieza la noche Según las doctoras encargadas del turno de la noche, este viernes 24 de mayo está atípico. Generalmente los conductores reciben las primeras llamadas a las siete, pero hoy tuvimos que esperar hasta pasadas las ocho, con un frío cada vez más fuerte y en medio de conversaciones sobre la vida cotidiana de los conductores y las doctoras. Curiosamente, en esta central del norte de Bogotá esta noche están de turno sólo doctoras. Una de ellas, cubierta con un tapabocas y con una bata como si estuviera en una sala de urgencias, sale a atender a Paola, una
mujer de 30 años con náusea y debilidad. La acompaño. El esposo de Paola abre la puerta con una bebé de brazos a punto de caer dormida. Vamos a la habitación, donde está acostada la mujer viendo televisión y con un claro malestar en la cara. Después de lavarse las manos con jabón desinfectante, la doctora se sienta en la cama y hace las preguntas de rigor, le toma los signos vitales a Paola y diagnostica un proceso viral en desarrollo. No le da ningún medicamento, pero le recomienda reposar y le aclara que no dude en llamar de nuevo si vuelve a sentirse demasiado débil. La primera consulta tiene el costo normal de cualquier cita. Si el paciente requiere asistencia médica en las siguientes 48 horas, tanto en la casa como en una clínica, las consultas son gratuitas. Se puede pagar en efectivo o con vales; los doctores no llevan cambio, así que cuando el pago es en efectivo debe ser exacto. En la misma carpeta sobre la que toman notas, archivan el pago y cuando regresan a la central entregan los vales, el dinero y las historias médicas recogidas en la noche. Salimos del apartamento de Paola después de media hora de visita, y Richard, el conductor, ya tiene asignado un nuevo paciente. Nos dice que a más tardar en cuarenta minutos debemos llegar a una dirección a unas ochenta calles de donde estamos. En medio de los desplazamientos, según la distancia y el cansancio, algunos doctores alcanzan a
tomar un refrigerio o una pequeña siesta. Esta noche nos la pasamos hablando. Las mascotas también hacen parte de las familias y, eventualmente, representan algo de peligro para los médicos: las doctoras de este turno me contaron de un par de ataques. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos los animales acompañan la visita del médico. Por ejemplo, cuando llegamos a la casa de Tomás, un niño de 7 años, su cachorro se encarga de darnos la bienvenida, y mientras la doctora le revisa el oído al niño, el perrito se acomodó en las piernas del papá dejando que la mamá se pusiera al tanto de todo lo que necesitaba su hijo, incluyendo las órdenes para unos exámenes. Comúnmente, los doctores aprovechan estas consultas para educar a las familias, indicándoles qué medicamentos funcionan y qué cuidados se pueden tener en casos específicos, sin que esto invite a la automedicación. Así se fortalece la relación con los pacientes y se les dedica todo el tiempo que requieren, sin las prisas de un consultorio o una sala de urgencias. Una cita puede durar entre veinte minutos y dos horas, según la complejidad. Con Tomás estuvimos media hora. Cuando salimos, ya el conductor tiene dos nuevas asignaciones, una muy cerca de donde estamos y otra bastante más lejos. Por supuesto, vamos primero a la que está a pocos minutos. Andrea, una paciente de 33 años, es consciente de que en las salas de urgencia Bienestar Sanitas 51
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se deben atender casos realmente graves. Así que después de tomarse un par de aspirinas, decidió llamar a la central telefónica porque su dolor de cabeza se salía de lo normal. Aunque tampoco daba como para pedir una ambulancia. A pesar de su indisposición, recibe a la doctora con algunas risas, dando a entender que lo suyo no es mortal. Después de revisarla y hacerle un muy detallado interrogatorio, la doctora concluye que se trata de un episodio de migraña. La solución inmediata: una inyección. Al principio, con algo de miedo, Andrea dice que prefiere esperar a que las pastillas le hagan efecto, pero ante la insistencia de la doctora, cede. Un poco adolorida por el pinchazo, se despide con una sonrisa de resignación y un comentario: “¡qué lástima que las inyecciones no se pueden tomar!”. Media hora después llegamos al apartamento de Álvaro, un profesor de 70 años. Es la primera vez que usa el servicio de AMD: “Prefiero ir a las clínicas porque allá hay más recursos”, afirma. El problema esta noche es que sus rodillas le están produciendo un dolor demasiado intenso y ni siquiera puede ponerse de pie. La doctora examina, palpa, pregunta y vuelve a preguntar. Al parecer, todo se debe a un nuevo ataque de gota –el paciente ya había sufrido varios antes, pero en otras partes del cuerpo–. La doctora atiende el dolor y da sus recomendaciones. En estas consultas los doctores están supeditados a la información que les 52 Bienestar Sanitas
brinden los pacientes: como son llamadas de urgencia, no llevan las historias clínicas ni tienen acceso al sistema para conocer más detalles. Por eso, las preguntas que hacen empiezan por lo más general y se vuelven tan específicas como sea posible, buscando que los enfermos revelen todos los datos que permitan un diagnóstico acertado. Después de recibir el medicamento, la visita se va volviendo cada vez más familiar y Álvaro nos cuenta parte de su vida y de su trabajo. incluso bromea con su esposa, Sonia, haciéndole chistes sobre lo obsesiva que es con el cuidado de la casa. Entre las risas y la conversación, después de una hora, es difícil despedirse y salir de nuevo a la calle. En un turno de once horas se ven hasta trece casos. Pero este fue un viernes anormal y la jornada estuvo más tranquila que nunca.
Una clínica en casa Tanto la asistencia médica domiciliaria como la hospitalización domiciliaria funcionan de manera similar a una clínica: hay una central de enfermeras –seis por turno– con una jefe, dos médicos que brindan el apoyo telefónico y 44 más que están en las calles en tres horarios distintos, y 7 carros rodando por cada turno. La principal función de estos servicios es descongestionar las salas de urgencias y las clínicas, permitiendo que los pacien-
tes con los problemas más graves sean quienes reciben todos los cuidados de un hospital y estén más cerca, entre otras cosas, de una sala de cirugías o un equipo de radiología. Con los registros de la consulta domiciliaria también se realizan estudios para definir las enfermedades más comunes y sus rangos de edad, con el fin de prevenir ciertos casos en el futuro y permitir seguimientos más detallados. La percepción general de los pacientes a este programa es muy positiva: a la comodidad y el apoyo emocional de la familia se suma que hay menos exposición a los virus que en un hospital. La queja más recurrente es la demora tanto para contestar las llamadas como en la llegada del servicio, aunque la mayoría suele ser comprensiva con el tráfico y la demanda de otros usuarios. La señora Leonor, una paciente de 60 años que sufrió una infección después de una cirugía de artritis de cadera, cree que “la clínica es buena pero incómoda. En la casa uno tiene sus cosas y está más tranquilo”. Algunos doctores coinciden en que “aunque se pueden mejorar algunas cosas, como acceder a las historias clínicas por internet, creo que todos los ciudadanos deberían tener acceso al servicio de AMD como parte del POS”.
Hospitalización domiciliaria Desde mayo de 2013 el programa de AMD fusionó dos aspectos que tenía
separados: la consulta prioritaria y la supervisión de la hospitalización domiciliaria. El primero se atiende las 24 horas; el segundo, durante el día. Así, los médicos tienen más tiempo para dedicarles a sus pacientes y logran brindar un cuidado más personalizado. Únicamente en hospitalización domiciliaria hay alrededor de cuatrocientos pacientes. Al doctor generalmente lo acompaña una enfermera jefe que supervisa detalles como las canalizaciones o el suministro de medicamentos, tal como lo haría en una clínica. La complejidad del cuidado se define según la estabilidad en la que se encuentre la enfermedad y después de analizar las condiciones que ofrece el hogar. Cada día, incluyendo fines de semana y festivos, un médico ve alrededor de seis pacientes hospitalizados en sus casas. Las enfermeras llaman diariamente a todos los convalecientes para saber cómo están evolucionando –muchos tienen enfermeras también en su casa–, y la visita médica se realiza con la periodicidad que demande la recuperación. Ejemplos como el de un niño con parálisis cerebral, un hombre con un problema neurológico o un abuelo que fue víctima de un germen atípico hacen parte del PHD. Según el criterio clínico se definen las remisiones, los exámenes, los medicamentos, las visitas o las terapias pertinentes.
En casos específicos se llama al especialista tratante para conocer detalles y hacer recomendaciones adicionales a las normales de cada consulta. Al final, siempre se les recuerda a los pacientes que pueden llamar las 24 horas, todos los días, en caso de alguna eventualidad. Como sus citas son frecuentes, se genera verdadera confianza con las familias y casi se entra a hacer parte de ellas. No es raro que le ofrezcan alguna vianda a la enfermera y al médico; incluso en los tratamientos que ya están a punto de terminar, algunos convalecientes lamentan de que no volverán a recibir las visitas del equipo. Lo más sorprendente de este programa es la camaradería que se genera, al estilo de los viejos doctores que conocían a toda la familia. Para la enfermera jefe Ana Lizarazo, el PHD es mejor que un hospital: “allá una auxiliar tiene diez o doce pacientes a su cargo, aquí sólo tiene uno; eso le brinda más tranquilidad a todo el equipo y le permite al médico tomar mejores decisiones”. El doctor Ricardo Correa, que lleva dos años en el programa, cree que “ahora cualquier cambio se documenta y hay mayor vigilancia”. Por su parte, el señor Pedro, que lleva 4 años hospitalizado en su casa por culpa del síndrome de Guillain-Barré, concluye que “el apoyo familiar genera un fortalecimiento físico y espiritual. Y eso es algo que en una clínica está muy limitado”. ¶
«La principal función de estos servicios es descongestionar las salas de urgencias y las clínicas, permitiendo que los pacientes con los problemas más graves sean quienes reciben todos los cuidados de un hospital y estén más cerca, entre otras cosas, de una sala de cirugías o un equipo de radiología».
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MITOS
Mitos y realidades alrededor de la gastritis Si hay una enfermedad asociada a los afanes de la modernidad, esa es la gastritis. Todos en algún momento hemos experimentado ese dolor en la boca del estómago que nos quema. A continuación despejamos los principales interrogantes entorno al tema. Texto: Maricielo Acero*. Ilustraciones: Raúl Zea
Mito: Comer cítricos da gastritis. Realidad: No. Los cítricos por sí solos no incrementan la acidez del estómago al punto de causar gastritis. Lo que ocurre es que los alimentos ácidos pueden favorecer la aparición de reflujo gastroesofágico (devolución del alimento del estómago hacia el esófago) y dar lugar a síntomas como ardor en la boca del estómago, acidez, agrieras y distensión abdominal, explica el médico gastroenterólogo Oscar Gutiérrez. Como la inflamación e irritación de la mucosa que recubre el estómago tiene muchas causas, lo mejor es prestar atención a cualquier alimento que produzca de forma repetida molestias digestivas, porque cada quien tiene una sensibilidad individual y no hay nada escrito. Lo que le hace bien a alguien, a otra persona puede caerle como una piedra, y en ese caso es mejor excluir el alimento de la dieta.
Mito: Aguantar hambre produce gastritis. Realidad: No de una forma directa. Saltarse los horarios de las comidas y pasar largos periodos de ayuno lleva a que los jugos gástricos aumenten la irritación en la mucosa del estómago. Además, con hambre muchas veces se ingiere un exceso de alimentos, y así, el sistema digestivo se va volviendo cada vez más sensible. Lo mejor es hacer entre cinco y seis comidas pequeñas al día, disfrutando de lo que hay en el plato.
Mito: El estrés causa gastritis. Realidad: No. Si bien lo que pase por la mente precipita o hace más fuertes las molestias propias de la gastritis —así como de otros problemas de salud—, no hay suficiente evidencia médica que demuestre que el estrés sea responsable de la gastritis cónica, es decir, la que persiste por meses o años. Las preocupaciones, el mal genio y el acelere hacen que aumente la secreción ácida del estómago de forma temporal, y eso puede acrecentar esa sensación de agujero en la boca del estómago que ocurre durante la gastritis aguda (la que dura unos días o unos momentos).
Mito: El cigarrillo daña los pulmones, pero no el estómago. Realidad: ¡Error! Muchas personas no asocian el hábito de fumar con la gastritis, pero ya está demostrado que la nicotina y los demás tóxicos del cigarrillo aumentan la producción de ácido clorhídrico en el estómago, propiciando la aparición de esta afección. Así mismo, el tabaquismo es una causa directa del cáncer de esófago, de páncreas y de estómago. Hay que precisar que hasta hace un tiempo se creía que el café favorecía dicha afección, pero hasta ahora ninguno de los estudios más completos ha demostrado que el consumo moderado de café (entre tres y cuatro tazas al día) desencadene los síntomas. Por el contrario, se ha visto que la fibra soluble obtenida del café contiene sustancias (antioxidantes, minerales y vitaminas) benéficas para la flora intestinal.
* Periodista, jefa de redacción de Bienestar Sanitas. Es coautora, con Marisol Ortega, del libro El médico en casa.
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Mito: La gastritis es una infección. Realidad: La gastritis es ocasionada por una infección bacteriana. En la década del ochenta, el gastroenterólogo australiano Barry Marshall encontró que una bacteria que habita en la mucosa del estómago, llamada Helicobacter pylori, es la directa responsable de la gran mayoría de los casos de gastritis, úlceras y cáncer gástrico, porque genera inflamación permanente de las mucosas. Hace poco la Organización Mundial de la Salud le dio la clasificación de carcinógeno categoría 1 a esta bacteria por su capacidad carcinogénica comprobada. A veces las personas consumen medicamentos que sólo contienen un componente conocido como omeprazol, cuya acción es reducir la cantidad de ácido clorhídrico para aliviar el malestar, pero no es capaz de erradicar la bacteria. El tratamiento consiste en suministrar antibióticos específicos para atacar el microorganismo de raíz. Mito: A los niños no les da gastritis Realidad: Los estudios clínicos han evidenciado que hasta el 80% de los niños en países subdesarrollados ya tienen la infección de la Helicobacter pylori antes de los 10 años. Por eso, no están exentos de padecer la enfermedad. De otra parte, los menores suelen copiar los hábitos de los adultos y cada vez es más frecuente diagnosticar en los infantes afecciones que antes se creían exclusivas de los adultos. A eso hay que agregar que los pasabocas en paquete y las comidas rápidas contienen grasas, salsas, condimentos, preservativos y aditivos que irritan la mucosa gástrica, sin olvidar que las gaseosas, con o sin gas, son una mezcla de varios elementos químicos y sabores artificiales con agua e incrementan la acidez y la secreción de ácido en el estómago. De ahí que la gastritis no diferencie edad, sexo o condición social. Mito: Se puede tomar algún analgésico para aliviar la gastritis. Realidad: No. Los analgésicos y antiinflamatorios que se venden de forma libre, así como los antibióticos, son fármacos que debilitan las defensas del estómago, por lo que no deben consumirse con frecuencia y menos en caso de dolor gástrico. Muchas personas
toman este tipo de analgésicos para calmar la gastritis y lo único que logran es acrecentar la molestia. Se recomienda que los individuos que tomen analgésicos a menudo por ciertas condiciones, como la artritis, evalúen con el médico la dosis, elijan presentaciones que eviten el contacto directo con el estómago, y traten de consumirlos siempre con los alimentos o con antiácidos, para reducir el daño en la mucosa gástrica. Mito: Los antiácidos curan la gastritis. Realidad: No. Estos medicamentos tienen un efecto de corta duración; alivian, pero no curan el problema. Además, no son inocuos. Un estudio realizado por médicos holandeses y publicado el año pasado en The Journal of the American Medical Association (JAMA), demostró que los antiácidos aumentan la vulnerabilidad a otros tipos de infecciones, ya que la acidez natural del estómago sirve de defensa contra agentes patógenos que están en los alimentos que se consumen. Al bloquearse la producción de ácidos, los microorganismos pueden dar lugar a mayor número de infecciones. Cuando se deban consumir por más de un par de semanas, es importante que haya una evaluación médica para determinar la causa de los síntomas. Mito: Hay que tomar mucha agua. Realidad: No. Aunque el agua es sinónimo de vida, la cantidad de líquidos que el organismo necesita es de dos a tres litros por día, incluyendo los que se adquieren de sopas, frutas, ensaladas, café, té y jugos. Tomar más de la cuenta es perjudicial por muchas razones, entre ellas porque los riñones no son capaces de filtrarla con la suficiente rapidez y eso hace que los componentes de la sangre (sodio, potasio y cloro) se diluyan, lo que puede ocasionar edema cerebral y otras alteraciones en órganos vitales. Tomar mucha agua también altera el pH del estómago, lo que podría intensificar los síntomas de la gastritis. La forma ideal de tratar la acidez es de una forma natural, con unos sencillos cambios en el estilo de vida que lleven a comer más frutas (no cítricas) y verduras, a alejarse del cigarrillo y del exceso de alcohol, y aprender a sortear las dificultades con serenidad. ¶
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MI VIDA CO N...
Una
enfermedad en el exterior Las enfermedades y urgencias mĂŠdicas no conocen el sentido de la oportunidad: pueden llegar cuando estamos en un viaje de descanso o de trabajo. Tres personas cuentan su experiencia. Ilustraciones: Paula OrtĂz
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MI VIDA CON...
Una gripa en Nueva York Jorge Orlando Melo*
Me agarró una gripa dura paseando en Nueva York. Los veranos son muy calientes pero también helados: museos, tiendas y restaurantes ponen el aire acondicionado tan fuerte que para mantener la temperatura exterior uno necesitaría una chaqueta de plumas en agosto. Primero fue la congestión nasal y la carraspera en la garganta, después llegó la fiebre y, finalmente, una tos de esa que parece que va a salir con pedazos de pulmón. Las pastillas de miel y las aguas de jengibre que me daba mi mujer no parecían funcionar. Habíamos quedado de encontrarnos con un amigo médico que lleva muchos años viviendo en Estados Unidos. Nos recogió cerca de Columbia, donde nos estábamos quedando, y nos fuimos a desayunar un domingo en una de esas cafeterías de moda en los nuevos dominios de Chelsea, esas que sirven brunch junto a las galerías de arte. Apenas me vio puso cara de preocupación. Esa tos no me gusta, dijo. Me interrogó brevemente y me dijo que me tenía que tomar un antibiótico porque, faltando pocos días para regresar a Bogotá, podía agravarme y además contaminar a mis vecinos de avión. No sé si por costumbre o casualidad, mi amigo tenía un recetario médico en el carro. Llenó la fórmula y me dijo que lo mejor era que la dejáramos en la farmacia antes de sentarnos a comer, porque podía tomar un par de horas. En la farmacia me sentí pasando por inmigración otra vez: la dependiente llenó un formulario con todos mis datos, la dirección en la que me alojaba, el teléfono, verificó que el de la foto del pasaporte se pareciera a mí. Revisó también la licencia del médico. En algún momento pensé que me iba a mandar al famoso cuartico para un interrogatorio más extenso. Nos ordenó volver en dos horas. Le pregunté a mi amigo qué tipo de remedios me había prescrito que generaban tantas suspicacias. Pensé que me iba a tomar uno de esos jarabes que hacen alucinar a los adolescentes y los
convierten en caníbales o asesinos seriales a la primera cucharada. La receta era simple: Azitromicina y un jarabe expectorante. Volvimos dos horas y media después y la fórmula no estaba lista, tuvimos que esperar unos treinta minutos más y responder de nuevo las mismas preguntas del cuestionario inicial. Pagué 90 dólares por las tres pastillas y 20 por el jarabe. El mismo antibiótico cuesta 5.000 pesos en Colombia y, claro, como cientos de medicamentos que sólo se deberían vender con fórmula médica, se puede comprar sin ninguna restricción. Nadie entiende bien lo del precio de las drogas: hay muchas que son mucho más baratas en Colombia, mientras otras son carísimas, por las patentes o porque hay tanta demanda que los laboratorios o farmacias ponen los precios que quieren, o por la resistencia a los genéricos, o porque las reglas que impiden importar barato sí se cumplen. Si mi amigo no me hubiera atendido habría tenido que buscar un médico y pagar una consulta. Enfermarse en Estados Unidos puede salir carísimo. Conozco personas que han tenido que empeñarse para pagar tratamientos médicos allá. Como hay mucha gente que no tiene seguro de salud, cuando se enferman pueden quedar en la ruina: se supone que eso es lo que está tratando de lograr la reforma de salud de Obama, que todos tengan un seguro. Los estudios están de acuerdo en que los antibióticos están perdiendo eficiencia, pues hemos tomado tantos que estamos ayudando a una exitosa selección natural a las bacterias, que se están haciendo inmunes. Me pregunto cuánta gente en Colombia toma antibióticos sin prescripción médica. Desde aquel viaje siempre cargo una caja de Azitromicina en la maleta. La llevo para ahorrarme los 100 dólares, por si me la vuelven a recetar. La compro en Bogotá, obviamente sin fórmula y sin ninguna restricción.
* Historiador. Columnista del periódico El Tiempo.
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MI VIDA CON...
Varicela en Lisboa Aída Paz*
No tengo problema en ir sola a conocer un país. Puedo ir a un restaurante, a cine o a un museo y entretenerme sin compañía. Pero hay algo que siempre prefiero hacer acompañada: ir al médico. Aunque sea por una simple gripa, el tiempo en la sala de espera me agobia, me hace sentir vulnerable. Ni hablar de ir a un examen de laboratorio o, lo que es peor, a urgencias. En febrero pasado me fui de paseo a Lisboa. Llevaba años aplazando el viaje. Alquilé un apartamento y me dediqué a recorrer la ciudad. Usualmente camino mucho y soy muy activa, pero a los quince días de estar en la capital portuguesa comencé a cansarme y a sentirme adormilada a las cinco de la tarde. Me
quedaba dormida en buses y trenes. Pensé que se venía una gripa fuerte, porque me dolían la espalda y las piernas. Un par de días después me salió un sarpullido en el pecho. Empecé a revisarme por todas partes y me encontré con una bolita en el cuello, detrás de la oreja. Quién dijo miedo. Primero le pregunté al doctor Google, y no hay cosa más traumática en un momento así: en cinco minutos uno pasa de tener alergias a pensar que se va a morir de cáncer. Entre las respuestas de Google y las de un médico amigo a quien contacté por correo, todo parecía indicar una enfermedad eruptiva. No quería preocupar a mis papás y no iba a sonar casual llamar a preguntarles si recordaban cuándo me dio varicela, rociola, rubiola, rubiela… Con la angustia y las investigaciones me fui llenando de más ronchas, que en Internet se llaman erupciones vesiculosas, nombre que no ayuda para nada. Cabeza, cuello, brazos y pecho comenzaron a parecerse a la superficie de marte. No tenía celular y la conexión a Internet en el apartamento temporal era cara y mala. Al día siguiente amanecí con fiebre y más ampollas. Podía sentarme a llorar, pero sola, en una ciudad en la que no conocía a nadie, no iba a servir de nada hacer drama. Mi universidad en Europa me obliga a tener un seguro médico privado, así que los contacté por Skype. Se me olvidó hablar inglés de los nervios. Me costó explicarle que no tenía celular, que tenía miedo y que si me seguía preguntando a quién podrían contactar en caso se emergencia me iba a poner a llorar. La señorita (supongo que todas que trabajan en los call center son señoritas) de la aseguradora resultó muy eficiente: a los 15 minutos me contactó por Skype y me dio el nombre y la dirección de la clínica a la que debía ir. Me dijo que ya habían mandado un fax informando que mi seguro estaba vigente y que no debían cobrarme nada. En Lisboa llovía y venteaba durísimo. Me envolví en pañoletas para no asustar a nadie y salí a buscar un taxi.
* Profesora universitaria bogotana. Adelanta un postgrado en Humanidades en Berlín.
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En urgencias entregué mi pasaporte y el carnet del seguro al funcionario de turno. Todos los funcionarios de turno del mundo son iguales: desde que recibió los papeles puso cara de signo de interrogación. Me dijo que primero el seguro debía enviar un fax y que no había llegado, pero que para hacerlo todo más fácil, obvio, podía pagar los servicios y después pedir el reembolso al seguro. En español e inglés le expliqué que ya habían mandado el fax, pero él señaló un fax a su derecha y me dijo que no había llegado nada. La rabia de sentir que me estaban embolatando me dio ánimo y decidí darle la batalla. Llamé al seguro desde un teléfono público, le pedí al funcionario de la clínica el e-mail, un segundo número de fax, en fin. O me atiende, o me atiende. Con resignación, el tipo me puso una cinta naranja en la muñeca y me pasó a la sala de espera. En un cartel en la pared leí que el color de la pulsera indicaba el grado de urgencia. Naranja era el que más podía esperar. Había poca gente: una señora que parecía tener una pierna rota, una anciana tosiendo y un par de personas más. A los quince minutos el número que me asignaron apareció en la pantalla y pasé al consultorio 3. Con solo verme la cara la medica me diagnosticó varicela. —Lo bueno es que da una sola vez en la vida —me dijo. Tenía mi vuelo de regreso a los cuatro días y le pregunté si podía viajar. Sí, claro que puede, no se siente al lado de niños ni mujeres embarazadas, y ya. Mientras esperaba un taxi en la recepción de la clínica vi al funcionario recogiendo una pila de papeles de otro fax. Seguro eran las cinco hojas que mi aseguradora mandó a tiempo. Pude volver a mi casa en Berlín y estuve doce días encerrada y sin poder hacer mucho: las pastillas me daban moridera y no era capaz ni de ver películas. Lo demás fue aprender a no rascarme, a no moverme. La varicela es una enfermedad para entrenar la paciencia y recibir mimos. No tenía quien me mimara y la paciencia no la va conmigo: aprendí a enfermarme sola.
Apendicitis en Roma Claudia Castro*
Me casé en noviembre y tuve que esperar hasta enero para la luna de miel. Mi marido y yo teníamos que trabajar así que, siendo él italiano, aplazamos el viaje para enero y así matar dos pájaros de un tiro: presentarme a su familia y tener una luna de miel como las que salen en televisión. Llegamos un 20 de enero al pueblo de mi nueva familia. Los italianos comen y toman más que los colombianos. Una tarde de asado colombiano no tiene alka seltzeres que envidiarle a una tarde de pastas, panes, jamones y botellas de vino de
* Diseñadora caleña residente en Bogotá.
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MI VIDA CON...
una tarde familiar en Italia. Cada tío, primo y nuevo conocido significaba otra última cena. Pero como estábamos en plan de paseo, nunca dijimos no. Fueron diez días celebrando de nuevo nuestra unión. El plan era salir para Roma el 30 y estar una semana allá, ahora sí de luna de miel. La tía que mejor cocina, lo que ya es un chiste, nos invitó a una cena de despedida. Creo que pensaron que nunca más nos volverían a ver y sirvieron comida para un batallón: todo delicioso, pero por toneladas. Llegamos a la casa en la que nos hospedamos, hicimos maletas, guardamos todo en el carro y pusimos los despertadores a las cuatro de la mañana. Nuestro plan era salir a las cinco. Como a las nueve de la noche comencé a sentir malestar de estómago y se lo achaqué a todo lo que comimos. Era tarde y ya no encontraría farmacias abiertas para comprar algún antiácido. Hacía las once comencé a sentir unos retortijones horribles en el bajo vientre. Sentía ganas de orinar pero al ir al baño no hacía nada. En el cuarto intento por ir al baño ya no podía ni poner el pie en el piso del dolor tan intenso. 62 Bienestar Sanitas
Mi marido se dio cuenta y me dijo que me vistiera y nos fuéramos para la clínica. Eso parece una apendicitis, dijo. El despertador sonó cuando nos estábamos montando al carro. El recorrido hasta el pueblo vecino, donde está el hospital de la región, usualmente toma 20 minutos, pero yo creo que lo hicimos en 10. Cuando llegamos a la clínica ya estaba llorando del dolor. Nos atendieron rápido, mi marido entregó la tarjeta Assist Card y mi pasaporte y nos pasaron inmediatamente a un consultorio. Primero me atendió un médico general que después de tocarme el estómago y hacerme algunas preguntas pareció confirmar las sospechas de mi esposo: apendicitis. Me tomaron una muestra de sangre y mientras esperaba los resultados, y para descartar otras posibilidades, me remitió a una ginecóloga que me hizo una ecografía. El médico llegó adonde yo estaba con un cirujano y ahí me llené de pánico. A mí nunca me habían operado, nunca me habían puesto anestesia general, nunca había ni siquiera dormido en una clínica. Se me despertó una mamitis terrible y yo pensaba en una cirugía lejos de ella. Pregunté si podía esperar para operarme en Colombia, pero me dijeron que no, que una apendicitis no da espera. Mi nerviosismo aumentaba porque no entendía nada. Como no sé italiano, mi esposo tuvo que traducir mis gritos y las preguntas del médico. A esa hora no tenía sentido llamar a mi casa a avisar, era la una de la mañana en Cali y no podía llamar a mi mamá a decirle que se me había presentado un problemita y me iban a operar. Le hice prometer a mi esposo que en cuanto fuera una hora decente iba a llamar a mi familia a contarle lo que había pasado. Me desperté después del medio día. Estaba en una camilla rodeada de cortinas blancas y conectada a una bolsa de suero. Al rato me pasaron a un cuarto y pude ver a mi esposo. Como dicen los médicos, la operación fue un éxito: me quedé sin el apéndice y con cuatro heridas pequeñas pues fue una laparoscopia. Estuve dos días en el hospital –el segundo día ya me dieron comida– y el resto de mi luna de miel la pasé en la casa de mi suegra. Aunque todo había salido muy bien y sin mayores problemas, la recuperación fue lenta: una semana larga en la que uno no puede hacer fuerza, agacharse ni caminar mucho. Ella se portó como una madre, se aguantó mis lloradas, me conseguía hielo para ponerme en la herida dos veces al día, y me daba las medicinas a tiempo. La luna de miel se nos volvió a quedar en veremos. ¶
SALUD PÚBLICA
Embarazo en la adolescencia Texto: Juan Carlos Vargas* Ilustraciones: Luisa Martínez
El embarazo en mujeres adolescentes, es decir, entre los 13 y los 19 años, había venido aumentando desde 1990 y hasta 2005 en toda Suramérica, a excepción de Paraguay. En Colombia, infortunadamente, las cifras habían presentado mayor crecimiento para el 2005, según los resultados de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) que cada cinco años realiza Profamilia. Para ese año se observó una prevalencia de 20,5%; es decir, que en el momento de la encuesta una de cada cinco mujeres entre 13 y 19 años había sido madre o estaba embarazada. Para 2010, según ENDS, se redujo un poco la tendencia, pues la prevalencia pasó al 19,5%. Este resultado no significa haber ganado la batalla, pero nos alienta a continuar en la lucha por la prevención del embarazo en adolescentes y a fortalecer el trabajo con este grupo. Múltiples factores afectan las cifras de embarazo en la adolescencia; por ejemplo, la zona de residencia, como se puede ver en la siguiente tabla. Zona
ENDS 1995
ENDS 2000
ENDS 2005
ENDS 2010
Urbana
14,6%
16,9%
18,5%
17,3%
Rural
25,2%
26,2%
26,9%
26,7%
Del 95 al 2005 se ve un aumento rápido e importante en la zona urbana, que baja de una forma significativa en 2010. Mientras tanto, en la zona rural las cifras presentan incrementos menores, pero en el momento del descenso, el cambio es menos pronunciado. De igual forma, el nivel de ingresos marca una diferencia. Las adolescentes con menores ingresos económicos presentan un 29,5% de embarazos, frente a un 7,45% en el grupo de adolescentes con mayor ingreso. Esta situación ha cambiado: para 1995 la diferencia entre los niveles de ingreso eran más marcados: 25,3% contra 2,2%. Estas cifras no concuerdan con el aumento en la escolaridad de las mujeres adolescentes entre 1995 y 2010. También se ha visto un aumento en el uso de métodos anticonceptivos, y finalmente los estudios económicos han mostrado que en el país los indicadores que evalúan la calidad de vida han mejorado. Entonces, ¿por qué la prevalencia de embarazo en este grupo de edad había venido en aumento? * Médico ginecólogo. Gerente de Investigaciones de Profamilia.
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SALUD PÚBL ICA
Evidentemente las intervenciones que se venían haciendo con los jóvenes, que son de impacto individual, no han sido suficientes. Es posible que a pesar de que existe más información sobre los métodos anticonceptivos y sobre derechos sexuales y reproductivos, pueden existir vacíos en la comprensión del funcionamiento de la reproducción y de cómo funcionan los métodos anticonceptivos, lo que lleva a un uso incorrecto de los mismos y, por lo tanto, a una mayor tasa de falla. También se puede pensar que los jóvenes no han interiorizado la educación sexual tal como la hemos venido haciendo. Finalmente, quizá, está el punto donde el impacto depende de todos, es decir, los factores psicosociales y socioculturales. Pero, ¿esto qué es? Varios estudios han buscado medir la calidad de la educación sexual, e incluso se han utilizado escalas de puntuación de la calidad percibida por los adolescentes. El 80% de los jóvenes de 13 a 19 años informa que ha recibido educación sexual formal, es decir, en colegio, universidad, centro de salud, iglesia, Profamilia, conferencias o talleres. Un 66% reporta haberla recibido de manera informal, es decir, a través de amigos, novios, sacerdotes, médicos, padres u otro miembro de la familia. Finalmente, el 51% dice haber recibido educación sexual por los medios de comunicación: radio, prensa, revistas y televisión. Para analizar la calidad se revisan puntos clave de la educación sexual, que son: • Conocimiento personal y de pareja, que incluye: negociación, toma de decisiones, planes de vida, liderazgo, autoestima, desigualdad de géneros, afecto, comunicación y calidad de vida en pareja. • Conocimiento físico, sexual y de métodos, esto es, anatomía y funcionamiento de los aparatos reproductores, embarazo, parto, anticoncepción, violencia, abuso, aborto, infecciones de transmisión sexual y sida.
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• Derechos sexuales y reproductivos (DSR) y homosexualidad. La investigación encontró que la mayor parte de la educación sexual formal está centrada en la fisiología de la reproducción, de una forma descriptiva y usando como eje central los genitales. La parte de derechos fue la menos impartida en las actividades de educación sexual. En Profamilia hicimos un análisis sobre embarazo en la adolescencia, con base en los resultados de las ENDS de 1995 a 2010. Allí constatamos realidades que todos debemos conocer: • El inicio de las relaciones sexuales es cada vez más temprano. • Cada vez es más común que se tengan relaciones sexuales regulares antes de formalizar una unión, bien sea consensuada o legal. • El porcentaje de mujeres adolescentes que tienen hijos después de establecer una unión es más baja. En 1995 era del 75%, y para el 2010 era del 58%. De otra parte, el porcentaje de adolescentes embarazadas nunca unidas era en 1995 del 20% y en el 2010 pasó al 34%.
¿Hay diferencias entre esas adolescentes que habiendo iniciado su actividad sexual deciden constituir una unión, con respecto a las que no lo hacen? Según nuestro estudio, sí, las hay. Las mujeres que deciden no constituir unión tienen mejor nivel educativo, una mejor asistencia escolar y una menor migración; de igual manera, tienen madres con mejor nivel educativo, y las parejas que constituyen tienen menos diferencia de
edad, pues en el grupo de mujeres alguna vez unidas en la adolescencia, alrededor del 50% establece esta unión con un compañero al menos seis años mayor. Y además, hacen uso más frecuente del condón como método de protección en la primera relación sexual, lo que habla de una mayor habilidad para la negociación de la protección. Esos son los datos de las mujeres que han iniciado actividad sexual y han tenido embarazos. Pero es interesante conocer también los determinantes de las mujeres que no han iniciado su actividad sexual. En ellas se observó que son mujeres con mejor nivel educativo y también con mejor asistencia escolar, hijas de mujeres con un mejor nivel educativo. Este grupo de adolescentes que no ha iniciado la actividad sexual, en general, ha tenido una educación sexual formal en una mayor proporción. En conclusión, la evidencia indica que las adolescentes que no han iniciado relaciones sexuales tienen características sociodemográficas más favorables, seguidas por las que habiendo iniciado actividad sexual, no han estado nunca unidas. Los datos arrojados por el estudio también permiten identificar algunos factores protectores para el embarazo en la adolescencia. Es definitiva la asistencia escolar, pues se ha visto que hay menor número de embarazos en adolescentes con un nivel escolar más alto; esto también nos lleva a afirmar que es determinante la continuidad en la escolaridad, la permanencia en la institución educativa. Por último, vivir en un hogar nuclear, es decir, con padres y hermanos, es otro factor de protección frente al embarazo temprano. El embarazo en la adolescencia es una preocupación permanente. Según lo que hemos podido constatar en Profamilia, con educación, estabilidad emocional y anticoncepción se puede proteger a las jóvenes de este evento, generalmente no programado, que altera todo y para siempre su proyecto de vida. ¶
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DE ALTA
Correr, o cómo desaparecer completamente Por: Leila Guerriero. Ilustración: Raúl Zea
En los días buenos, que siempre son pocos, se obtiene el mismo tipo de placer –abstracto, geométrico– que se obtiene cuando se sueña con nadar en el aire: esa levedad porosa, esa libertad olímpica que sólo se experimenta haciendo lo imposible: cosas de superhéroe, lo que no se puede hacer. En los días malos, que son la mayor parte de los días, es una pelea contra el aire que falta, contra el viento que hace llorar los ojos, contra los músculos que duelen, contra el calor, contra el frío pero, sobre todo, contra la conciencia asesina de que falta mucho para volver a casa. Entonces, si lo bueno es tan escaso y lo malo es casi siempre, ¿por qué corro? Lo primero que pienso es que, para correr, hay un método. Y que ese método es sencillo y austero, y que eso me gusta: hacer algo poderoso para cuya ejecución no se necesita nada. Sólo el suelo firme bajo los pies. *** Cuando era chica corría con mi padre en Junín, la ciudad de Argentina en la que nací. Un hombre de 34 años y su hija de 14 trotando por caminos de tierra, entre criaderos de cerdos y campos que en verano crujían bajo el sol y en invierno bajo las heladas. Corríamos una hora, dos o tres veces por semana, tragando polvo, sudor y agonía, sin música, hablando entre nosotros. Cuando faltaba medio kilómetro para llegar, mi padre decía “Vamos, el último esfuerzo”, y nos lanzábamos en una carrera frenética, salvajes sicópatas de nosotros mismos, más rápidos que la tierra y que el sol,
fatales, perfectamente fuertes, hasta arrojarnos jadeantes sobre el capó del auto o de la camioneta. Y nos sentíamos lobos. Ahora, en los días buenos, que siempre son pocos, yo todavía siento esa felicidad maníaca. La de haberle ganado una pelea a un dios. *** No sé cuándo empecé a correr tres, cuatro veces por semana, media hora o treinta y cinco minutos cada vez. Supongo que en 2004 o 2005. En todo caso, sólo tengo recuerdos a partir de 2007, cuando me mudé al barrio en el que vivo y empecé a correr por esas calles que desconocía: para domar, para doblegar el territorio. Ahora, en Buenos Aires, ese es mi circuito de hámster, mi rueda sin fin. Doblo en la esquina de mi casa hasta la cancha de fútbol, la bordeo, tomo la curva que termina en una rotonda desierta y emprendo un largo camino de calles flanqueadas por depósitos cerrados, tapicerías viejas, talleres mecánicos, casas bajas: una postal urbana de la desolación. Rechazo con ímpetu cualquier insinuación de correr por sitios más amables –un parque amplio, un barrio mejor– porque, cuando los días son buenos, ese circuito –ese corral– es mi cárcel y mi liberación. Porque, cuando los días son buenos, la cancha, la rotonda, los talleres, no están ahí. Y yo tampoco. Yo estoy en algún sitio, dentro de mí, perdida en ese instante de absolución salvaje en el que el mundo, arrasado por una inoculación violenta de omnipotencia y de ferocidad, desaparece.
*** Leo, en una de esas páginas dedicadas al running –a las que entro ahora, por primera vez, para escribir esto– que “Al convertirte en runner ya nunca dejas de marcarte objetivos. Te conviertes en un ‘medidor’ de pulsaciones, tiempos y distancias, a inventarte metas para las próximas carreras”. Yo no me marco objetivos, no sé cuántos kilómetros corro y voy a la velocidad que me imponen el clima, las piernas, el sol, el hígado y el brillo de las hojas. No llevo un medidor de pulsaciones sino el ipod (con música absurda: Jacques Brel y Calexico, Paco Ibáñez y Pearl Jam) y las llaves de casa. No corro de noche. No corro en el campo. No corro en circuitos diseñados para correr. Y corro en soledad. Correr y escribir: sólo puedo hacerlo si estoy sola. *** Correr y escribir parecen dos actividades unidas por algún hilo invisible y eso es, a estas alturas, un lugar común. Casi todos los escritores que corren, como Haruki Murakami o Joyce Carol Oates, establecen alguna relación entre una cosa y la otra. En su artículo Del correr y escribir, Joyce Carol Oates dice: “Al correr, la mente vuela con el cuerpo; la misteriosa florescencia del lenguaje parece latir en el cerebro al ritmo de nuestros pies y el balanceo de nuestros brazos. Idealmente, al correr, el escritor atraviesa las ciudades y paisajes de su ficción, como un fantasma en una locación real”. Yo no corro para escribir, pero quizás corra por los mismos motivos por los cuales escribo: para propinarme, cada tanto, una experiencia abrumadora de la que sé que saldré ilesa. Para lanzarme al galope cuando no quedan fuerzas. Para llegar no más lejos, pero sí más alto. Para estar sola. Quizás –no lo diré nunca– para volver a casa. Donde sea que quede. Y si es que hay. ¶ * Escritora argentina. Es autora de los libros Los suicidas del fin del mundo, Frutos extraños y Plano americano.