Bienestar HYDRASKIN final 2014.pdf
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Hydraskin LA HIDRATACION Y HUMECTACION PARA EL ROSTRO Y EL CUERPO QUE RESTAURA LA BARRERA HIDROLIPIDICA
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Hydraskin BODY
Hydraskin SILK
Fórmula hidronutritiva, Indicado en pieles secas o maduras.
Topicare
HIDRATANTE CORPORAL
Ultra hidratación corporal.
Hidratación y Humectación para pieles sensibles o en niños.
Hydraskin
Retiderm Reti tid ti ide derm r
FACE
Hidratante facial indicada en pieles con tendencia acné y/o grasas.
Contorno de oj o ojos os
Contorno de ojos, reduce arrugas y lineas de expresión.
Bienestar SYNDERM final 2014.pdf
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Synderm En las pieles sensibles el dermolimpiador para todo tipo de piel.
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Synderm
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Synderm
Loción
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Dermolimpiador suave para el cuidado de pieles delicadas.
Dermolimpiador para pieles grasas ó con tendencia ácne.
NO NECESITA ENJUAGUE
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Espuma
Limpiador facial para pieles deterioradas o irritadas.
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Desmaquillante Solución desmaquillante para todo tipo de piel.
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Scrub
Acción exfoliante con microgránulos.
Contenido
Octubre · Noviembre de 2014
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4 Editorial 8 Numeromanía 10 Producto La quinua 12 13
Belleza y bienestar
Diana Mina
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Por: Marcela Riomalo
66 Carta abierta Las cinco preguntas más comunes de los padres alrededor de los videojuegos
Vivir con bienestar
26 Diccionario
60 Abecé Dietas de desintoxicación
Sanitas hoy
Beneficios y convenios para usuarios Colsanitas
Por: Álvaro Franco Zuluaga
68 Carta abierta Desvaríos sobre la felicidad Por: Óscar Domínguez G.
72 Crónica Hijos del corazón Por: María Gabriela Méndez
44 Crónica Vivir para correr Por: Diana Morales Lara
78 Carta abierta Terapia de pareja
56 Carta abierta Locura en el cine
80 Testimonio Tengo psoriasis
Por: Miguel Mendoza Luna
Por: Eduardo Carvallo
Por: Mauricio Muñoz
36 Entrevista Ivar Da Coll
24 Vivir con bienestar Cenas para niños
33 Carta abierta Testimonio de un duelo
50 Testimonio La historia de mi mastectomía
EDITORI A L Carta del presidente
Sostenibilidad en Sanitas Internacional Desde 2008, de la mano del Departamento de Salud Ocupacional, hemos implementado una cultura de cuidado del medio ambiente en Sanitas Internacional. Diseñamos sistemas de tratamientos de aguas residuales y de monitoreo de emisiones atmosféricas en todas nuestras clínicas. También implementamos medidas de gestión ambiental, que se concentran en el manejo de aceites usados, escombros, residuos sólidos peligrosos, reciclaje de equipos electrónicos, uso racional de la energía y tecnología de bajo consumo para nuestras operaciones. Como complemento, realizamos inspecciones ambientales a todos los CliniSanitas, clínicas Colsanitas y el resto de sedes de la compañía, para efectuar reportes del consumo de agua, energía y producción de residuos. Capacitamos a todos nuestros funcionarios para garantizar el uso racional de los recursos, y tenemos la campaña Trabajando Sanitos para promover dentro de la empresa conductas amigables con el planeta y con nuestro entorno. Por otro lado, la Fundación Sanitas está manejando de forma exitosa el programa de reciclaje en Bogotá, que se ocupa de vender el material reciclable recuperado de las compañías de la Organización. Desde 2008, esta iniciativa ha permitido reutili-
zar 398 toneladas de papel y 532 de cartón. El dinero recaudado por este medio se usa para financiar distintos proyectos sociales de la Fundación. Desde la Editorial Bienestar Sanitas, en 2012 decidimos convertir la revista Bacánika en una publicación digital, lo que nos permitió ahorrar de más de 360 mil ejemplares impresos por año. Igualmente, desde su edición número 135 la revista Bienestar Sanitas empezó a imprimirse en papel biodegradable con sello Ecolabel, cuyas fibras provienen de bosques certificados por su gestión sostenible. En la producción de este papel no se utilizan colorantes o químicos que puedan contaminar el agua. Seguiremos en la búsqueda constante de alternativas para brindar servicios de salud de alta calidad, siempre con la filosofía de fomentar iniciativas que se traduzcan en beneficios para todos.
Ignacio Correa Sebastián P residente S anitas I nternacional
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Consejo editorial Eduardo Arias Enrique Bernal José María del Castillo Camilo Jiménez John Naranjo Diego Quintero José Nelson Rivera Ximena Tapias Director Camilo Jiménez Jefe de redacción Maricielo Acero Rodríguez Asistente editorial María Andrea Muñoz Gómez
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El Mundo de Osi Gisela Bohórquez
Victoria Holguín María Gabriela Méndez
Sanitas Hoy Diego Fernando Uzeta
Ilustración Elizabeth Builes César Garzón Luisa Martinez Randy Mora Raúl Zea
Diseño y diagramación Rey Naranjo Editores Cra. 4 Nº 54a-10 Teléfono (57 1) 3680 344 www.reynaranjo.net Fotografía Camilo Rozo Jorge Andrade Blanco Marcela Riomalo Raúl Zea Juan Benavides
Dirección administrativa y de distribución Víctor Cárdenas Mendoza PBX (1) 646 60 60 Extensión 57 11153
Dirección comercial Multimedios Plus - PBX 635 4566 - FAX: 520 5121 Calle 100 Nº 17 – 09 Piso 4 Bogotá – Colombia Directora comercial Natalia Montenegro
nmontenegro@multimediosplus.com.co
Impresión Grupo OP Gáficas S.A., quien sólo actúa como impresor
Tarifa postal reducida Nº 1536 Derechos Reservados Servicio al usuario Central de llamadas de Colsánitas Teléfono (1) 487 1920
Carátula Fotografía de Camilo Rozo con intervención gráfica de Ivar Da Coll Bienestar Sanitas ISSN 0122 – 011X Resolución Mingobierno 9079
100% papel reciclado
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N UMERO M A N Ă? A Reciclaje
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P RODUCTO Quinua
La semilla madre Por: Gloria Susana Esquivel * • fotografía: Juan Benavides La quinua es una semilla altamente nutritiva, con gran potencial para convertirse en una respuesta a la desnutrición global. Sin embargo, su auge en países del primer mundo ha puesto su consumo en el centro de varias polémicas. En 1993 la NASA emitió el reporte Quinua: un emergente “nuevo” cultivo con potencial para SSVEC (Sistema de soporte de vida ecológico controlado). Y aunque el título del documento suene como parte de la bitácora del capitán Kirk en Viaje a las estrellas, lo cierto es que se trata de un extenso estudio donde se analizaba el potencial de este alimento como comida para los astronautas. La NASA concluyó que la quinua era el snack perfecto para largas misiones espaciales, ya que es la única semilla vegetal que puede reemplazar la proteína animal. Después de esta publicación, la popularidad de la llamada “semilla madre” de los incas se disparó en los Estados Unidos y Europa. Reconocidas presentadoras de televisión como Oprah y Martha Stewart comenzaron a predicar sus milagrosas propiedades, comerciantes ecologistas organizaron convenios con campesinos bolivianos para facilitar su exportación y granjeros orgánicos hicieron sus primeros cultivos en las montañas de Colorado. Un auge sin precedentes para un alimento que era llamado, de manera despectiva en Perú y Bolivia —únicos lugares del mundo donde se cultiva—, “comida de indios”, y que fue prohibido por los españoles en la Conquista bajo la premisa de que solo era bueno para cebar cerdos. A pesar de su antigüedad, muy poco se sabe de ella. Incluso, muchos confunden esta semilla de la familia Amaranthaceae, la misma de la espinaca y la remolacha, con un cereal, y se piensa erróneamente que sus propiedades nutricionales son más cercanas a las del arroz y el trigo. Lo cierto es que la quinua podría ser una alternativa para reemplazar estos granos ya que, por un lado, dobla en proteína al arroz y a la cebada y, a diferencia del trigo, no contiene gluten. Así mismo, germina en climas áridos, alturas superiores a los 3.000 metros y suelos salinos. Por eso la ONU proclamó 2013 como el “Año internacional de la quinua”, en un esfuerzo por dar a conocer esta semilla como una alternativa clave en la lucha contra el hambre y la desnutrición. Los incas conocían muy bien sus milagrosos componentes y la utilizaban como alimento base de su dieta. También la usaron en compresas para reducir la hinchazón de los hematomas; en infusión como diurético; para tratar problemas hepáticos y del tracto urinario y en tratamientos para la tuberculosis. Otro simpático registro que se tiene de sus beneficios se encuentra en
La mesa peruana, el primer recetario anónimo que se compendió en el país andino, en 1867, donde se lee: “Se dice vulgarmente que cuando las niñas comen quinua hervida sin agua y sin sal amanecen más hermosas y de muy buenos colores, con los ojos grandes y la boca chica. ¿Será cierto?”. Se ha comprobado que la quinua contiene el doble de fibra que la avena. Su alto porcentaje de vitamina B12 ayuda a reducir la migraña, y su alto contenido de magnesio la hace ideal para combatir la presión arterial alta, pues este mineral hace que los vasos sanguíneos se relajen. Además fortalece el sistema inmunitario y estimula la producción de serotonina en el cerebro, haciéndola efectiva en los tratamientos anti depresión. La polémica Sin embargo, este boom ha acarreado también polémicas. La quinua pareciera un alimento perfectamente diseñado para la nueva cultura de consumo consciente o para los bobós: bohemios burgueses, como satíricamente se les ha llamado a estos compradores, para quienes las etiquetas “libre de gluten” y “comercio justo” son tan importantes que los llevan a pagar el doble o el triple por estos productos en los mercados de productos orgánicos, sostenibles y demás. En efecto, en esta última década el precio de la quinua se ha triplicado. Los campesinos e indígenas que la cultivan prefieren venderla a consumirla, y esto ha cambiado sus hábitos alimenticios causando altos niveles de malnutrición en zonas andinas. Muchos campesinos han decidido reemplazar las tierras de pastoreo por cultivos de quinua, para suplir la demanda internacional. Ante esta situación, expertos en ética alimentaria como Tanya Kerssen, de la Universidad de Berkley, se han pronunciado: “Cuando un alimento se transforma en mercancía hay una ruptura en las dinámicas sociales y un alto costo ambiental”. El debate, que pone en una balanza sus beneficios nutricionales y las consecuencias de una alta demanda, ha llevado a que expertos a reflexionen sobre la posibilidad de cultivar quinua en regiones como Asia y en crear planes alimenticios que hagan que esta semilla vuelva a tener un precio accesible para los indígenas y campesinos que la han desplazado de su dieta. ¶
* Escritora colombiana, colabora en revistas y páginas web nacionales e internacionales.
* Periodista y escritora colombiana, colabora en diversos medios impresos y digitales. 10
Bienestar Sanitas
Cinco claves para cocinar la quinua · Asegúrese de lavarla muy bien; la quinua está revestida con una sustancia antiséptica llamada saponina que es altamente tóxica · · Tuéstela antes de cocinar para darle un sabor más intenso · · Cocinar la quinua es similar a cocinar arroz. Solo necesita hervirla en agua y luego dejarla cocer a fuego lento · · Tenga en cuenta que es un alimento de preparación rápida. La quinua no necesita más de quince minutos para estar lista · · Antes de servir, separe los granos con un tenedor para mayor textura · Bienestar Sanitas
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BEL L EZAYYBIBI ENESTAR BELLEZA EN ESTA R Diana Mina Catalina Aristizábal
Diana Mina Cuando Diana llega a cualquier lugar, es imposible no mirarla. ¡Su cuerpo perfecto detiene el tráfico! Sin embargo, lo que realmente enamora de esta periodista es su sonrisa cargada de buena energía. Ella sabe que en la actitud está el secreto de la belleza. Pero, claro, tiene algunos trucos que suben puntos. Aquí los comparte.
Pelo
Nutrición
“Hago una mascarilla de aguacate licuado con dos cucharadas de yogurt, que le aporta al pelo aminoácidos y lípidos esenciales. Esto lo complemento con la línea de restauración de Moroccan Oil”.
“Como cinco veces al día y procuro no comer carnes rojas. Por el contrario, tomo leche de almendras, como muchas frutas y verduras. Eso sí, me encanta el chocolate y me premio una vez a la semana”.
Piel
Cuerpo
“No salgo de la casa sin protector solar. También uso crema hidratante de Elizabeth Arden con ceramidas, el Pre-Prime y polvos de SmashBox y una base líquida de L’Oréal Luminous. En las noches, me aplico relajante y contorno de ojos de aceite de semillas de girasol”.
“Entreno mucho. Todos los días hago mínimo dos horas de TRX. Además formo parte de la liga de baloncesto de Bogotá”.
Perfume Beyoncé Heat by Beyoncé
Fotografía: Paula Thomas, Maquillaje y peinado: Cece Areas, Producción: Adriana Restrepo.
Vivir con bienestar 14
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Comer para vivir
Mitos
Contraindicaciones
Granos
Los dulces y los niĂąos
A la hora de calentar
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Estilo de vida
Recomendaciones
Mal, bien y mejor
La oficina perfecta
Cinco razones para tomar cafĂŠ
Cena para niĂąos
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COMER PA R A V I V I R Granos
Ricos en sabor y nutrientes, los granos son fundamentales para una alimentación completa, saludable y balanceada. Aquí compartimos algunos pormenores de los más populares en Colombia.
Arveja Sus nutrientes y sabor varían según se consuman frescas, secas o enlatadas. Las primeras tienen más agua; las segundas, más proteínas, y las terceras más sal y menos nutrientes. Como todos los granos, aportan fibra soluble e insoluble. La primera ayuda a reducir el colesterol y a controlar la glicemia en la sangre, mientras que la fibra insoluble sirve para regular el funcionamiento del intestino, lo que evita el estreñimiento. Aportan proteínas, vitaminas y minerales, dentro de los cuales se distinguen el potasio y el zinc, que mejoran la circulación y fortalecen el sistema inmunitario.
Garbanzo Como los demás granos, contienen una gran cantidad de fibra, que facilita el tránsito intestinal. Un gran punto a favor es que el garbanzo aporta más ácidos grasos insaturados (linoleico y oleico) que los demás granos. Estos ácidos grasos son importantes para controlar el colesterol y los triglicéridos. Por eso el garbanzo se considera un aliado en la reducción del riesgo de enfermedades cardiacas. A diferencia del fríjol, el garbanzo es mejor tolerado por el estómago porque contiene menos azúcares, y el tamaño del grano acelera la sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar el peso corporal.
1 taza de arvejas cocidas contiene: Calorías: 184 Proteínas: 14 gramos Grasa: 0,5 gramos Carbohidratos: 32 gramos
1 taza de garbanzos cocidos contiene: Calorías: 203 Proteínas: 11 gramos Grasa: 3 gramos Carbohidratos: 33 gramos
* Periodista bogotana. Es jefa de redacción de Bienestar Sanitas.
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Bienestar Sanitas
Por: Maricielo Acero R. * Fotoilustración: Rey Naranjo
Fríjol Existen más de 50 variedades de fríjol y todas tienen alto contenido de proteínas, vitaminas, minerales y fibra, por lo que son una buena alterativa para quienes han adoptado dietas vegetarianas. El 65% del peso del fríjol corresponde a carbohidratos complejos, ideales para diabéticos o para quienes necesitan energía extra a largo plazo, como los deportistas. El mayor inconveniente de este alimento es que genera gases o flatulencia porque contiene azúcares que son difíciles de descomponer en el tubo digestivo. Eso se resuelve adicionando una cucharadita de bicarbonato de sodio al agua en que se remojan el día anterior y desechando esa agua antes de cocinarlos.
Lentejas En ningún tipo de dieta se recomienda dejar de consumir lentejas, ya que contienen muy poca grasa y aportan una proteína muy completa. Cuando se complementan con arroz sustituyen una porción de carne, con la ventaja de que no contienen grasa saturada. Son buena fuente de hierro, zinc y potasio, así como de vitaminas del complejo B. Quienes sufren de anemia pueden compensar el hierro que les falta con la ingesta regular de lentejas acompañadas con un trozo de carne magra, una ensalada verde y una limonada, ya que todos estos alimentos aportan hierro, y la vitamina C del cítrico favorece la absorción del mineral.
1 taza de fríjoles cocidos contiene: Calorías: 193 Proteínas: 7,5 gramos Grasa: 1 gramo Carbohidratos: 33 gramos
1 taza de lentejas cocidas contiene: Calorías: 189 Proteínas: 14 gramos Grasa: 0,4 gramos Carbohidratos: 31 gramos
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VIVIR CON BI EN ESTA R Decoración
La oficina perfecta Guía
Texto e ilustración: Raúl Zea Aunque suene contradictorio, cada vez que hablemos de nuestra comodidad deberíamos ser inflexibles. Basta de sillas giratorias mal diseñadas, no más distancias cegadoras y por favor, ya fue suficiente con los escritorios para pigmeos. Merecemos algo mejor.
* Diseñador colombiano. Director de arte de Rey Naranjo, editorial y estudio de diseño.
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Bienestar Sanitas
El camino hacia la estación de trabajo perfecta empieza con la iluminación. Si bien la luz natural es la opción ideal, no está disponible en todas las situaciones. Una buena lámpara de mesa es entonces lo primero que debemos considerar. Conviene que tenga un brazo ajustable que permita dirigir la luz hacia donde se necesite, y una base con el peso y la estabilidad suficientes para que podamos hacerlo con una sola mano. La fuente de luz debe ser LED e, idealmente, atenuable. Se suele decir que en el joven pero amplio mundo de las sillas de oficina, existe un antes y un después de la Aeron de Herman Miller. Sin embargo, la obra maestra de Chadwick no se destaca por su economía, y aunque resulte desagradable ponerle un límite de precio a nuestra comodidad, en el mercado hay numerosas opciones igual de efectivas y a precios mucho menores. Reposa brazos, soporte lumbar, altura ajustable, base rodante, mecanismo giratorio y un material capaz de mantener una temperatura fresca luego de horas de uso, son requisitos indispensables de la silla perfecta. El objetivo de nuestra mesa de trabajo no debería ser nada más que sostener una pantalla: hay que procurar un espacio lo suficientemente amplio para escribir con comodidad, para tener un vaso de agua cercano a la mano —pero no al teclado— y una altura ajustada a nuestro cuerpo. La mayoría de escritorios miden aproximadamente 75 centímetros de alto, y si bien es una medida correcta para muchos, no lo es para todos. Lo que recomienda la ergonomía es que nuestros ojos deben estar perfectamente alineados con el tercio superior del monitor del computador, y nuestra distancia respecto a este no debería ser menor a los 60 centímetros. No siempre tenemos que obedecer a nuestro minimalista interior, no importa lo que diga Mies Van der Rohe. Si pasas una buena parte de tus días frente al escritorio, es improbable no querer personalizarlo un poco; un calendario, una planta o un par de audífonos deben poder habitar la superficie de trabajo sin riesgo de caerse o estorbar. ¶
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MITOS Dulces
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Bienestar Sanitas
Los dulces y los niños Texto: Maricielo Acero R.* · Fotografía: Hande Yuce El dulce es el sabor favorito de los niños: es el primero que conocen a través de la leche materna. Por eso, no deberíamos prohibirles consumirlo, pero tampoco dejarlos a su aire en la escogencia de lo que quieren comer. Como en todo asunto, se trata de establecer un consumo racional.
1. Deben ser alimentos, no instrumentos para premiar. El inconveniente con los dulces es la forma errónea como los adultos los vinculan a la alimentación del niño, ya que los usan para recompensar una buena acción. De esta forma el niño relaciona los dulces con algo positivo y creerá que son los mejores alimentos, cuando en realidad son poco nutritivos. 2. No etiquete alimentos como buenos o malos. El deber de los padres es explicar a los hijos desde pequeños las propiedades de todos los alimentos y enseñarles a comer de todo con moderación. Lo ideal es que solo en ocasiones especiales, como cumpleaños, Navidad o celebraciones, se les permita a los pequeños comer un poco más de dulce de lo habitual, como hacemos los adultos, para que comprendan que los pueden incluir dentro de una dieta balanceada sin abusar de ellos. 3. Empaque loncheras ricas y variadas. Según Darío Botero, médico pediatra especialista en puericultura, hay que procurar incluir un lácteo, una fruta y un alimento de sabor dulce (no necesariamente un caramelo), que además de azúcar tenga otros nutrientes. Puede ser un bocadillo, una panelita de leche, una chocolatina pequeña o una porción de ponqué. No hay que empacar más de uno, ya que los chicos los preferirán sobre los otros alimentos, y luego no querrán comer otra cosa.
4. Mantenga abundantes frutas en casa a la vista de todos, y guarde las golosinas. Son numerosas las investigaciones que han demostrado que poner frutas al alcance de la mano aumenta su consumo considerablemente tanto en casa como en la oficina. Además, recuerde que siempre es más efectivo educar con el ejemplo: nuestros hijos comerán lo que comemos. No podemos pedirles que coman frutas y verduras mientras nosotros destapamos un paquete de papas fritas.
Son numerosas las investigaciones que han demostrado que poner frutas al alcance de la mano aumenta su consumo considerablemente tanto en casa como en la oficina. 5. Procure que no coman dulces en la noche. Lo mismo aplica para los fritos o alimentos procesados. Así evitará que sobrepase las cantidades diarias recomendadas, ya que muchos niños han comido dulce durante el descanso escolar o en la merienda. Además, muchos niños se saltan el aseo bucal nocturno, por cansancio u olvido, y el dulce favorece la aparición de caries dentales. Otros obtienen un poco más de energía con los alimentos dulces, y pueden postergar el descanso, pero todo depende de la susceptibilidad de cada organismo. Lo que recomiendan los especialistas es que en la noche la comida sea ligera y balanceada. ¶
* Periodista bogotana. Es jefa de redacción de Bienestar Sanitas.
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RECOME N DAC I I ON ES Café y salud
5 Razones para tomar café Texto: Maricielo Acero R.*
Es la segunda bebida más consumida en el hemisferio occidental, después del agua.Por esto, médicos y otros profesionales se han dedicado a estudiar sus más de mil componentes, para entender qué efectos tienen sobre la salud. Los resultados demuestran que el café no solo es seguro, sino que previene algunas enfermedades.
Protege contra enfermedades Según el estadounidense James Coughlin, especialista en nutrición y seguridad alimentaria, el café tiene más polifenoles que muchos alimentos, incluyendo el vino tinto, las frutas y las verduras. Además contiene ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y fibras vegetales, que le otorgan efectos protectores contra enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, inflamatorias, ciertos tipos de cáncer y algunos trastornos asociados al envejecimiento. Previene algunos tipos de cáncer El café tiene ácidos clorogénicos y cafeicos, similares a los taninos del té o las quercetinas del vino tinto. Estos ácidos tienen efecto antioxidante y aumentan la motilidad del intestino grueso, por lo que disminuyen el riesgo de cáncer de colon y recto. También ayuda a disminuir la acumulación de gasa en el hígado, así como la concentración de lípidos en la sangre. Esto puede evitar la cirrosis y el cáncer hepático. Evita la diabetes tipo 2 Una investigación del Instituto Alemán de la Nutrición demostró que el consumo de más de cuatro tazas de café al día con cafeína está asociado con un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Ya se ha comprobado tanto en animales como en humanos que la ingesta de café evita que incremente el azúcar (glucosa) en la sangre y mejora la sensibilidad a la insulina (hormona que permite que la glucosa ingrese a las células). Refresca la memoria La cafeína es un estimulante del sistema nervioso central que mejora el estado de alerta y reduce la fatiga. También se ha comprobado que hace que el cerebro trabaje de forma más eficiente, mejorando el razonamiento lógico, la atención, la memoria y el tiempo de reacción. Como es rico en compuestos alcaloides y antiinflamatorios (polifenoles, metilxantinas), puede retrasar la pérdida de memoria de las personas con Alzheimer debido a que la enfermedad comienza varias décadas antes de que se diagnostique. Mejora el ánimo y retrasa el envejecimiento Estudios del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos han confirmado que los pacientes que toman café están menos expuestos a la depresión y tienen mejor estado anímico. La evidencia médica más reciente indica que la cafeína y demás compuestos de la bebida tienen un efecto neuroprotector que retardan el proceso de envejecimiento y alivian los síntomas de la enfermedad de Parkinson. Se ha visto que con solo dos tazas al día se atenúan los trastornos motores de rigidez muscular, temblores y la pérdida de equilibrio.¶
* Periodista bogotana. Es jefa de redacción de Bienestar Sanitas.
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CONTRA I N D I C AC I ON ES Calentamiento
A la hora de calentar Por: Maricielo Acero R.* · Ilustración: Luisa Martínez
Buena parte de las lesiones y problemas musculares de quienes hacen ejercicio se deben a la falta de calentamiento. Existen algunos detalles que se deben tener en cuenta para acondicionar el cuerpo correctamente. Estos son los errores más frecuentes.
* Periodista bogotana. Es jefa de redacción de Bienestar Sanitas.
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Bienestar Sanitas
No calentar lo suficiente
No estirar al final
El calentamiento permite que la sangre comience a circular más rápido para que haya más oxígeno disponible en los músculos.
Después de la práctica deportiva es preciso dedicar unos minutos a estirar de nuevo los músculos y articulaciones.
Unos músculos calientes y flexibles se lastiman menos, dice la doctora Carolina Held, médica fisiatra adscrita a Colsanitas. Por eso, se recomienda tomarse cuando menos cinco minutos para prender motores y poner el cuerpo en marcha. Cuando se va a realizar una actividad deportiva durante un tiempo prolongado, como un partido de fútbol o de tenis, o una buena sesión de bicicleta, el calentamiento debe ser de por lo menos 10 a 15 minutos.
En esa fase final el cuerpo comienza a metabolizar las sustancias que ha producido el organismo durante la práctica deportiva, como el ácido láctico, cuya acumulación se percibe con el molesto dolor muscular al día siguiente. Terminar con estiramientos también sirve para reducir el cansancio, recuperar energía y relajar tanto la mente como el cuerpo. El calentamiento por la mañana debe ser más largo que en la tarde, ya que en las primeras horas el organismo necesita más tiempo para adaptarse al esfuerzo.
Hacer estiramientos fuertes al comienzo
No escuchar al cuerpo
Estirar es fundamental para ganar flexibilidad. Es incluso instintivo: basta ver que lo primero que hace un gato o un perro antes de moverse es estirarse. La idea es comenzar caminando rápido o trotando suavemente, a bajo ritmo, e ir aumentando la actividad de forma progresiva, para que cuando llegue el momento de estirar los músculos, los tendones y las articulaciones tengan mayor movilidad. Así se trate de una fase de preparación, cualquier exigencia desmedida en el calentamiento puede ocasionar lesiones serias y crónicas. Vaya poco a poco.
El calentamiento debe ser individualizado. Los niños y los adolescentes, así como una persona bien entrenada, requieren menos minutos de calentamiento que un adulto mayor, un individuo sedentario o un paciente con una enfermedad crónica. La elasticidad se pierde con los años. Por eso, a mayor edad, más tiempo de calentamiento. Otra recomendación es consultar con el médico acerca del tipo de ejercicios que se deben evitar en caso de haber sufrido una fractura, un esguince o un desgarro. Aunque un cuerpo en movimiento se mantiene más sano, en algunos casos es mejor no correr riesgos. ¶
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VIVIR CON BI EN ESTA R Mal, bien y mejor
Cena para niños Por: Redacción Bienestar Sanitas · Fotoilustración: Rey Naranjo Muchos padres se están acostumbrando a suplir la cena de los hijos con comidas rápidas, enlatadas, congeladas o para microondas, o les ofrecen solo golosinas porque al final del día están muy cansados para preparar la cena.
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Según Alicia Cleves, nutricionista-dietista y directora del Centro de Nutrición y Medicina Integral, cenar de manera inadecuada puede desencadenar alteraciones de sueño, una baja en la glicemia o dificultades gastrointestinales, además de obesidad o malnutrición. La cena de un niño es tan importante como las demás comidas. Hay que procurar no darles fritos por la noche, ya que
es usual que tiendan a consumirlos al almuerzo o durante el día. También se aconseja limitar los alimentos precocidos y las carnes frías, así sean de pollo o pavo, porque suelen tener cantidades notables de aditivos, preservativos y más sal de la indicada para un niño. Invitamos a los padres a revisar los hábitos alimenticios de sus hijos y a prestarle a la cena la importancia que tiene para los niños en crecimiento.
mal
bien
mejor
01
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1 porción de pizza 1 brownie 1 vaso de gaseosa Calorías: 790 Proteína: 13.8 gramos Grasas: 14.1 gramos Carbohidratos: 106 gramos Sodio (sal): 2.5 gramos
1 taza de colada de avena en leche 2 galletas integrales 1 trozo de queso Calorías: 245 Proteína: 11. 5 gramos Grasas: 10.7 gramos Carbohidratos: 25.5 gramos Sodio (sal): 1 gramo
1 taza de crema de verduras 1 trozo de pollo o carne asada 1 porción de arroz Calorías: 226 Proteína: 18 gramos Grasas: 3.9 gramos Carbohidratos: 29 gramos Sodio (sal): 1 gramo
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2 deditos de queso apanados 1 salchicha frita 1 vaso de malteada de chocolate Calorías: 587 Proteína: 29.5 gramos Grasas: 34 gramos Carbohidratos: 41 gramos Sodio (sal): 2 gramos
1 porción de carne desmechada 1 papa en puré 1 vaso de leche y un bocadillo Calorías: 277 Proteína: 21.5 gramos Grasas: 10 gramos Carbohidratos: 22 gramos Sodio (sal) 0.5 gramos
1 filete de pescado blanco asado 2 rodajas de tomate 1 patacón mediano Calorías: 183 Proteína: 14. 5 gramos Grasas: 9 gramos Carbohidratos: 11 gramos Sodio (sal): 1 gramo
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1 croissant de jamón y queso 1 dona de arequipe 1 jugo de fruta en caja Calorías: 919 Proteína: 25 gramos Grasas: 48 gramos Carbohidratos: 98 gramos Sodio (sal): 3 gramos
1 wrap con carne y queso 1 porción de zanahorias baby 1 vaso de jugo de fruta en leche Calorías: 317 Proteína: 22 gramos Grasas: 10 gramos Carbohidratos: 34 gramos Sodio (sal): 0.5 gramos
2 albóndigas de carne 1 porción de arroz con cilantro 1 porción de bolitas de fruta Calorías: 194 Proteína: 14.8 gramos Grasas: 4 gramos Carbohidratos: 25 gramos Sodio (sal): 1 gramo
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1 hamburguesa con queso 1 paquete de papas 1 porción de flan de chocolate Calorías: 672 Proteína: 20.3 gramos Grasas: 20.1 gramos Carbohidratos: 83 gramos Sodio (sal): 2.1 gramos
1 tortilla de espinaca con cebolla 1 arepa y un yogur 1 trozo de ponqué Calorías: 375 Proteína: 12 gramos Grasas: 6.5 gramos Carbohidratos: 66 gramos Sodio (sal): 1 gramo
1 fruta 1 porción de pasta con pollo 1 vaso de leche Calorías: 277 Proteína: 21. 5 gramos Grasas: 10. 5 gramos Carbohidratos: 24 gramos Sodio (sal): 1 gramo
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DEFIN IC I ON ES Referencias
Diccionario Medicamentos
Excipiente Sustancia que se usa para dar a los medicamentos la forma (tableta, cápsula, solución, aerosol), el color y el sabor, para modificar la velocidad de acción del principio activo o el lugar donde será absorbido por el cuerpo, y para proteger dicho principio activo de los efectos del aire, la luz o la humedad. Entre los excipientes más comunes están la glucosa, la sacarosa y el almidón. En farmacéutica también se les llama vehículos, por su función de transportar el principio activo.
Medicamento biológico Son fabricados a partir de organismos vivos como virus, bacterias, tejidos de animales o vegetales y fluidos de humanos (derivados de sangre o plasma), cuyo ADN se modifica para fabricar el medicamento. Algunos ejemplos son las vacunas, las hormonas, los factores de crecimiento y los anticuerpos. La composición molecular de los medicamentos biológicos es mucho más compleja que la de los convencionales o sintéticos.
Medicamento de marca También conocido como original o innovador, es aquel que ha demostrado su seguridad y eficacia para prevenir, curar, aliviar o mejorar la calidad de vida de un paciente. Para elaborarlos, el laboratorio debe investigar y probar varios principios activos (moléculas) para tratar una determinada enfermedad y someterlos a tres fases de ensayos clínicos, lo que puede tomar al menos diez años de investi-
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gación. Tan pronto demuestra que sirve para tratar determinada enfermedad de forma segura para la salud humana, se le otorga la patente por 20 años.
Medicamento genérico Es el que tiene exactamente las mismas características en cuanto a calidad, efectividad y seguridad del medicamento original, pero no es innovador. Debe demostrar que es equivalente, es decir, que tiene la misma composición y los mismos efectos del medicamento original para que sea aprobado y comercializado. La principal diferencia entre el genérico y el innovador está en el nombre, ya que el genérico se llama igual al principio activo. Los bajos precios de los genéricos obedecen a que el laboratorio que los fabrica no tiene que investigar nuevas moléculas de principios activos ni hacer ensayos clínicos. Lo único que debe hacer es demostrar la equivalencia.
Principio activo Es la sustancia que produce el efecto que busca el medicamento; o sea, es el que evita, cura, modifica o alivia la enfermedad o dolencia. Los principios activos se pueden obtener de plantas, minerales, animales o producirse en laboratorios con sustancias químicas. Muchas veces se mezclan varios principios activos para tratar mejor una enfermedad. Así, por ejemplo, se han obtenido analgésicos unidos a antiinflamatorios. La efectividad de un principio activo depende de la cantidad ingerida y absorbida por el organismo.
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DEFIN IC I ON ES Referencias
Diccionario Dolencias
Embarazo ectópico Tiene lugar cuando el óvulo fecundado se implanta por fuera del útero. El 95% de estos embarazos se localiza en la trompa y es causa importante de mortalidad materna en el primer trimestre de gestación, dado que muchas veces no genera síntomas. Por tratarse de una situación peligrosa, en la que no es viable la culminación del embarazo, es necesario extraer el embrión a través de cirugía abierta o laparoscópica. Dos de cada tres mujeres que han pasado por esta experiencia pueden tener hijos más adelante sin mayor inconveniente.
Endometriosis Es la implantación de células del endometrio (membrana interna que recubre el útero) por fuera del mismo, como en el intestino, el recto o la vejiga. El dolor en la parte inferior del abdomen durante el periodo menstrual y las relaciones es el síntoma más frecuente. También causa infertilidad en el 25 al 50% de las mujeres que tienen esta alteración. Hay diferentes tratamientos que van desde analgésicos hasta terapia hormonal (anticonceptivos) y cirugía para retirar los focos de tejido endometrial externos.
Lipoma De la raíz griega lipos: grasa. Es un tumor benigno que se forma por células de grasa. Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo por debajo de la piel. Si no genera dolor ni limitación en el área donde se encuentra, no requiere de tratamiento.
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Solo se extrae mediante una cirugía ambulatoria cuando tiende a crecer o provoca alguna incomodidad.
Mioma De la raíz griega myos: músculo. Es una protuberancia que se forma en las paredes del útero por influencia de los estrógenos. Una de cada tres mujeres presenta miomas después de los 35 años. No son cancerosos, pero pueden incrementar el dolor y el sangrado durante la menstruación. El tratamiento depende de la edad de la mujer, del número y tamaño de los miomas, de las molestias que ocasionen y del deseo o no de tener hijos. Si no crecen ni provocan síntomas, solo hay que seguir con controles ginecológicos periódicos. Se extirpan cuando generan hemorragias, demasiado dolor o impiden la fecundidad.
Quiste Del griego kystis, que significa vejiga. Es el nombre que se le da a una bolsa cerrada que se forma en cualquier cavidad o estructura del cuerpo; por ejemplo, hay quistes ováricos, sebáceos, testiculares, renales y hepáticos. Estas vejigas, una especie de ampollas, pueden estar llenas de agua, aire, grasa u otras sustancias. Por lo general aparecen de forma espontánea sin que exista una causa determinante. En ocasiones pueden afectar el área donde se forman, y entonces es necesario drenarlos. Sin embargo, la mayoría de las veces desaparecen por sí solos.
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Testimonio de un duelo Texto: Piedad Bonnett* ¡ Obras de Daniel Segura Bonnett
Autoretrato (2001)
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CARTA ABI ER TA Duelo
No hay palabra que describa el dolor por la muerte de un hijo. Pero la autora, una de las más destacadas poetas del país, encontró en la escritura una herramienta para lidiar con la tristeza.
A los pocos meses del suicidio de Daniel, el menor de mis hijos y el único hombre, emprendí la escritura de un libro que pretendía dar cuenta del entramado de hechos que, a la luz de su muerte, parecía ser la línea trazada por un destino trágico. Esa tarea, que me llevó a hablar con algunos de sus amigos y exnovias, con siquiatras y sicólogos, y a leer innumerables libros, tanto científicos como filosóficos y literarios, ocupó muchas horas de los siguientes doce meses, pues el texto no cesaba de rehacerse, a instancias de nuevos “hallazgos” y de relecturas que me llevaban a hacerle correcciones. Hoy, cuando paradójicamente soy incapaz de leer el libro que yo misma escribí, puedo afirmar que el hecho insólito de convertir mi tragedia en materia de escritura a tan poco tiempo de su muerte, fue una de las formas —la principal— que mi inconsciente encontró de hacer el duelo. Una forma extraña, por lo demás, porque a pesar de haber escrito varias novelas, me reconozco más como poeta, es decir, como una persona que tramita su relación con el mundo a través del lenguaje metafórico, abiertamente simbólico y con un componente lírico. Lo que no tiene nombre, en cambio, es un ejercicio literario que privilegia la reflexión crítica y el pensamiento racional. Muchas veces me han preguntado cómo hice para escribir ese libro en ese estado de conmoción emocional y por qué escogí ese género, y sólo puedo dar una respuesta que es apenas hipotética: en primer lugar, porque para mí, como para muchos escritores, la escritura no es un oficio sino una opción de vida; es casi una forma de respirar, un vicio y una pasión, y el corazón me decía que la de mi hijo era “la historia de mi vida”, en el sentido más cursi —y preciso— de la expresión. Y porque lo único que yo quería en esos momentos era hacer memoria, reconstruir esos últimos años de Daniel, para tratar de entender y para, de alguna manera, traerlo a mí, sentirlo cerca, preguntarme qué tanto lo había conocido. Novelar esos hechos me habría parecido impúdico con Daniel, con mis allegados, conmigo misma: solo cabía el rigor de la “verdad”, que no era otra que mi verdad, mi interpretación honesta de los hechos. Escri-
bir me significó entonces establecerme en una frontera entre el dolor de la reminiscencia, con su poder de evocación de situaciones, de emociones, de olores y texturas, y un universo de ideas, de decisiones literarias, de relación mental con un lector al que desconocía. Descubrí muy pronto que cuando el dolor y el llanto me arrasaban podía agarrarme, como una tabla de salvación, de las formas literarias mismas, que me permitían distanciarme de los hechos y remontarme a un mundo de abstracción que me obligaba a ponerme riendas. Y así, oscilando de la emoción a la razón, construí un método precario, mi propio método, para no hundirme en la desesperación. Un duelo, pienso, es siempre una experiencia nueva. O para decirlo de otra forma, no hay nunca dos duelos semejantes, como tampoco puede haber dos amores iguales. Pero, además, las formas de reaccionar frente al hecho definitivo y siempre misterioso de la muerte de alguien profundamente amado son imprevisibles. El psicoanálisis fue el primero en hablar del duelo patológico o duelo no resuelto, ese que nos hunde obsesivamente en el dolor de lo perdido hasta el punto de debilitar nuestro deseo de vivir y hacernos creer que nuestra existencia no tiene ya sentido. Por fortuna, no fue ese mi caso. A pesar del amor inmenso que le profesaba a Daniel — no sólo por el hecho de ser mi hijo y haber vivido con él por veintisiete años, sino por su temperamento dulce y respetuoso de los demás, y por saberlo víctima de una enfermedad implacable contra la que luchó con entereza—, no caí derrumbada por la pena, como yo misma había temido. Por qué, no es algo que pueda contestar en forma contundente. Yo diría que ayudó a que mi dolor fuera sereno el hecho de que tanto Daniel como nosotros, sus padres y sus hermanas, habíamos tenido que hacer ya un duelo previo: el de su enfermedad, una forma de esquizofrenia. Saber que su vida jamás sería igual, que su futuro profesional y afectivo era incierto, que tendría que depender de los fármacos y sus atroces efectos secundarios, había representado, tanto para él como para nosotros, una gran pena.
*Escritora colombiana. Premio Nacional de Poesía en 1994 y Premio Casa de América de poesía americana en 2011. Su último libro se titula Lo que no tiene nombre, un sentido testimonio alrededor de la muerte de su hijo Daniel.
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Serie Embozalados (2007-2008)
Por otra parte, el suicidio es una decisión, la más importante que un ser humano puede tomar. Aun si se comete en el peor estado de confusión, implica una pulsión anterior, un deseo posiblemente considerado en repetidas oportunidades. Respetar amorosamente esa decisión, aceptar que el que se fue lo vivió como un acto de liberación, ayuda a hacer un duelo. Y, sin embargo, el suicidio añade a nuestra pena unos matices especialmente duros, casi insoportables, porque nos hace pensar en un abandono de los que quedamos, en una notificación de que no cupimos en esa decisión; y porque imaginamos que hubo un nivel de sufrimiento tan enorme, una soledad última tan infinita, que se nos parte el corazón de pena. Leer a Jean Amery, un filósofo austriaco que escribió un libro sobre el suicidio y luego escogió esta forma de muerte, significó para mí un gran consuelo: él explica que cuando el suicidio es un imperativo ineludible para el que lo comete,
no puede haber siquiera un pensamiento dedicado a los que queremos. El yo sólo debe pensar en el yo, para darse valor. Y aclara que casi siempre tomar la decisión trae paz al espíritu. Algunos testimonios que he leído después así lo corroboran. “He tenido dos intentos previos de suicidio” escribió en una conmovedora carta de despedida que colgó en Internet el chileno Pablo Ramdohr. “El primero estaba triste. El segundo no sentí nada. Y hoy me siento tranquilo y contento. Así como en paz”. Yo espero, con toda mi alma, que así haya sido para Daniel. Siempre pensé, desde que empecé a escribir mi testimonio, que no debía permitirme la rabia o la venganza. Y no porque sea una persona especialmente buena, sino porque sería añadirle malestar a unos días ya especialmente oscuros y debilitantes. La rabia, pienso, sirve algunas veces para impulsarnos a tomar decisiones, a emprender luchas, a vencer injusticias. Rabia sentí muchas veces frente a la negligencia médica o la insensibilidad frente a la enfermedad. Pero es un sentimiento al que no me quiero plegar en lo que a la muerte de Daniel respecta, ni aun ahora, frente a una que otra insidiosa sugerencia escrita que he encontrado por ahí. El odio enloda, debilita, se vuelve contra nosotros mismos. La indiferencia desdeñosa es, creo, la mejor forma de enfrentar la agresión injustificada. Queda el tema de la culpa, ineludible a la hora de hacer un duelo, porque no hay muerte, por previsible y natural que sea, que no induzca a ciertas preguntas sobre el que ha muerto: ¿le dije suficientemente que lo quería? ¿Lo acompañé como debía? ¿Podría haber evitado algo de dolor, cambiar el desenlace? No hay nada más íntimo y crucial que esas preguntas. Probablemente jamás nos demos respuestas definitivas, porque el duelo es así, cambiante en sus énfasis, sin certezas últimas. Yo me digo: tal vez pude hacer otra cosa, pero conscientemente nunca creí esa otra cosa necesaria. Ser madre es una tarea difícil, propensa a las equivocaciones y a las malinterpretaciones. Yo estaba llena de amor, e hice lo que ese amor me dictó. Estaba a punto de añadir: “Dani sabrá comprender”. Y es que frente a la muerte siempre asoma su rostro el pensamiento mágico. “Si pudieras oírme…” comienza un poema de Olga Orozco a su madre muerta, que revela a la vez la impotencia y el deseo. Yo respeto a los que tienen fe, y entiendo que para ellos es más sencillo el duelo, porque están esperanzados en el reencuentro. Yo creo en la disolución del yo, de lo que los griegos llamaban la persona. Pero creo también en un orden natural, frío y sin sentido, frente al que no vale la pena rebelarse. Vida y muerte son parte de un orden cíclico, imperturbable. Desde esa perspectiva, con el estoicismo del que soy capaz, acepto la muerte de Daniel, cuya frente llena de sufrimiento beso todas las noches, cuando cierro los ojos, antes de entregarme al sueño. Porque la única vida que tienen los muertos es la que los vivos podemos darles.¶
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EN TREVI STA Ivar Da Coll
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Ivar Da Coll por: Isabel Calderón Reyes* · fotografías: Camilo Rozo
Ilustrador autodidacta, creador de personajes entrañables, titiritero, lector incansable, amante de los animales. El último ganador del Premio SM de Literatura Infantil y Juvenil está lleno de sensibilidad y buen tono.
* Periodista bogotana. En la actualidad se encarga de las comunicaciones de Espantapájaros.
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EN TREVI STA Ivar Da Coll
Un pequeño chigüiro está listo para ir a la playa. Trae puesto un sombrero y en la mano lleva un flotador redondo. Una chiva muy colorida, con un mico al volante, pasa por su lado y él se sube. Por el camino, recogen a una gallina. Luego, una piedra pincha el neumático de la chiva y los tres animalitos se bajan preocupados. Discuten hasta que al chigüiro se le ocurre una idea que salva el paseo: quita la llanta agujereada y en su lugar pone el flotador que llevaba a la playa. Esta historia se le ocurrió al ilustrador y escritor colombiano Ivar Da Coll. ¡Y la contó sin usar ninguna palabra! Chigüiro viaja en chiva es un libro de imágenes dirigido al público infantil y publicado por primera vez en 1985. No es el único: hace parte de una serie protagonizada por ese roedor con el que los niños latinoamericanos se han encariñado desde hace décadas. Quienes nacieron en los años ochenta y conocieron a Chigüiro cuando eran pequeños ahora son padres y leen a sus niños esas historias que a ellos les leyeron en la cuna. Hijo de un italiano y una colombiana con ascendencia sueca, Ivar Da Coll nació en Bogotá en 1962. Es un amante de los animales, dibuja ocho horas al día y los niños lo adoran. Quizá es porque en sus libros los personajes se enfrentan a situaciones cotidianas de la infancia, como el miedo a los monstruos, la alegría de celebrar un cumpleaños o la llegada de un hermanito a la familia. En el año 2000, Da Coll fue nominado al Premio Hans Christian Andersen, conocido como “el Nobel de la literatura infantil”, y algunos libros suyos han estado en la Lista de Honor de la IBBY (International Board on Books for Young People). Poco antes de que esta revista entrara en la imprenta, Ivar recibió el prestigioso premio SM de Literatura Infantil y Juvenil, quizá el más importante del género en el ámbito hispanoamericano. Invítanos al lugar donde empezó todo: tu cuna. ¿Qué te leían cuando eras pequeño? Mi mamá siempre fue una gran lectora y recuerdo que nos leía mucho. Sobre todo, los clásicos: eran libros muy grandes, de pasta dura, con las historias de Hans Christian Andersen y Charles Perrault. Otras veces llegaban a sus manos algunos libros raros, porque alguien los traía de otro país... Me acuerdo de un cuento sueco, que tenía unos dibujos muy graciosos y contaba la historia de unos niños que empiezan a pintar figuras y las figuras cobran vida; resulta que una de ellas es un león y los quiere atrapar... entonces, ellos dibujan una jaula y lo encierran. ¿Qué cuentos pedías que te leyeran una y otra vez? Uno era “La vendedora de cerillos”, porque me parecía muy impresionante. Y “El patito feo” me gustaba mucho, por supuesto. También me encantaban algunas partes de “El soldadito de plomo”, pero otras no. 38
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¿Y cuándo empezaste a dibujar? Siempre dibujé mucho, desde pequeño. Recuerdo que mi papá me compraba cuadernos y lápices de colores. A él no le gustaba darnos dinero fácil; nosotros le pedíamos plata y él nos la daba, pero siempre a cambio de algo. Como él veía que a mí me gustaba dibujar, me proponía que hiciera dibujos y si a él le gustaban me premiaba con dinero para comprar más materiales. Cuando estabas en el colegio entraste a trabajar a una compañía de títeres. Cuéntanos sobre esa experiencia. Mi papá se murió cuando yo tenía 11 años. En ese momento, me uní al Teatro de Títeres Cocoliche. Julia Rodríguez, que era mi profesora en el colegio, dirigía el grupo y me ofreció un entrenamiento remunerado. Ahí me empecé a formar en actuación, diseño de personajes y de escenografías. Aprendí a fabricar los títeres y a resolver todo tipo de problemas. Hacíamos programas de televisión y éramos muy profesionales. ¿Y también allí aprendiste a crear historias? La verdad es que yo no me inventaba las historias. A veces Julia escribía los libretos y en otras ocasiones usaba toda la literatura infantil y juvenil que llegaba a Colombia en esa época. Gracias a eso me pude acercar a autores alemanes, norteamericanos, ingleses, italianos… Y no solo escritores: también vi el trabajo de muchos ilustradores. Así que la experiencia me permitió adquirir un gran bagaje y acercarme a la literatura infantil desde otra perspectiva. Tu biografía dice que fuiste un ilustrador autodidacta... Sí, y a la literatura infantil yo llegué por accidente, por el camino de los títeres. Cuando joven, yo quería estudiar Bellas Artes en la universidad. Y la primera vez que me presenté, pasé la prueba de talento pero no pasé el examen de conocimientos. Me tuve que presentar una segunda vez y ahí sí entré. Pero yo tenía la idea de que estudiar Bellas Artes sería menos rígido. Yo no iba con la idea de no hacer nada, no creas. Pero tampoco quería hacer planas. Y allá me pusieron a hacer planas, dibujo técnico y cosas muy tiesas. Entonces hice un semestre y me retiré. ¿Y cómo llegaste al oficio de la ilustración? Con un texto escolar. Lo primero que hice fueron las ilustraciones para un libro de texto. ¡Y no me gustó mi trabajo! Me pareció que tenía que mejorar mucho… Pero me empecé a interesar en el oficio y pronto apareció la oportunidad de crear el Chigüiro. ¿Cómo nació Chigüiro? La editorial Norma, donde estaba Silvia Castrillón, me encargó esa serie. Pero antes de eso yo ya me había acercado a los chigüiros. Todo empezó con un alimento llamado Calcetose, que era como un Milo pero más pulverizado. Cuando empezaron a salir
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era mi primer libro y hacer un personaje en secuencia que se repite en veinte páginas es algo muy difícil. A mi Chigüiro le criticaron que se veía un poco tieso… Pero ahí está. Muchos de los personajes que has creado son animales. ¿Siempre has tenido mascotas? Sí, toda la vida he querido mucho a los animales. En la época de Chigüiro yo vivía con una gata que adoraba, llamada Sara. Es muy interesante porque la comunicación que uno tiene con los animales es distinta a la que tiene con las personas. Eso hace que la relación sea muy emotiva, muy personal y muy perceptiva. Hacer libros sin palabras, solo con imágenes, debe ser muy difícil para alguien que está acostumbrado al lenguaje verbal. Es de suponer que la relación con tus mascotas debió aportarle mucho a tus primeros trabajos... Claro que sí. ¿Y sabes qué más me sirvió mucho? El oficio de titiritero en el que me había entrenado. Aprendí que entre menos gestos usa el títere para manifestar sus emociones, es más intenso lo que transmite. Por lo general, cuando la gente piensa en títeres se imagina un muñeco que se zangolotea. Pero Julia nos enseñó lo contrario: a cuidar cada gesto pequeño de los muñecos. Y ese aprendizaje me acompaña siempre.
al mercado varios productos similares, que a los niños les gustaban más, los fabricantes se preocuparon un poco y se les ocurrió una estrategia de mercadeo que consistía en hacer unos mini libros y pegarlos a los empaques de Calcetose. Los protagonistas de esos libritos iban a ser el chigüiro, el tucán y otros animales en vía de extinción. El proyecto no prosperó pero yo ya había hecho bocetos de Chigüiro y se los presenté a la editorial Norma. Y cuando hiciste los primeros bocetos, ¿habías visto chigüiros de carne y hueso? No, en ese entonces el chigüiro era un animal en vía de extinción y todavía no existían los criaderos. Tuve que conformarme con las cuatro o cinco fotos que había. No era fácil encontrar material gráfico; busqué en enciclopedias, en el Inderena conseguí algunas fotos... y me pareció divino el animalito. Además me hablaron muy bien de él, me contaron que era dócil, que se podía domesticar, y a mí me encantó. ¿Y qué características le atribuiste tú al dibujarlo? Bueno, yo quería que fuera tierno, peludito y muy simpático. Quería que cuando los niños lo vieran sintieran lo que yo había sentido cuando me hablaron por primera vez de él. Obviamente
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Años después de esos primeros Chigüiros, publicaste otros libros con el mismo personaje pero con una gran diferencia: ya no eran álbumes de imágenes, sino que tenían texto. ¿Por qué decidiste poner palabras en la boca de un personaje que había sido mudo? En la editorial me pidieron que lo hiciera. Les parecía que podía ser interesante poner al Chigüiro a hablar. La verdad, fue muy complicado. ¡Al principio escribí unos ladrillos terribles! Y las pobres editoras de Norma no sabían qué hacer porque yo insistía en que sí me gustaba lo que había escrito y ellas necesitaban algo más sencillo. Hasta que Verónica Uribe, con quien ya había trabajado en Ediciones Ekaré, en Venezuela, se sentó conmigo y me explicó que mis textos no funcionaban porque eran demasiado intelectuales para los niños. Me sirvió mucho lo que me dijo; salí de la reunión, me puse a caminar y se me ocurrieron dos historias: Chigüiro se va y Chigüiro, Abo y Ata. Tengo miedo es uno de los primeros libros que escribiste (antes de los Chigüiros con texto) y cuenta la historia de un pequeño gato que no se puede dormir porque le dan pavor los monstruos. ¿Cómo te acercaste al tema de los temores de los niños, las pesadillas y los monstruos? Cuando escribí Tengo miedo tenía 22 años y era muy tímido. Me daba pánico hablar con la gente y me quedaba mudo en las reuniones. Con frecuencia me consolaba pensando que las personas extrovertidas, a las que no les da miedo hablar, deben tener otros temores. Por eso, en el libro, Ananías le explica a Eusebio que esos monstruos espantosos que a él lo trasnochan le temen a la luz, odian la sopa, tienen que lavarse los dientes... Al enterarse de estas cosas, Eusebio logra dormir tranquilo. Mi forma de escribir la puedo explicar así: tomo aquello que a mí, como adulto, me afecta emocionalmente, ya sea porque me produce alegría o
tristeza, y trato de contarlo de la manera más sencilla. Creo que en Tengo miedo eso es claro. Tu libro ¡Azúcar! cuenta a los niños la historia de Celia Cruz. ¿Por qué decidiste emprender este proyecto? Antes de ¡Azúcar! escribí e ilustré El Día de Muertos, sobre la tradición mexicana de hacer altares a los muertos. Y el libro de Celia Cruz sigue la misma línea: en ambos casos me interesó tomar manifestaciones culturales muy populares que estaban mejor apropiadas por los adultos y contarlas a los niños. Yo había visto muchas entrevistas a Celia Cruz y me parecía un ser tan encantador y tan sencillo que dije: su historia hay que contarla. ¿Te gusta pasar tiempo con los niños? Sí, voy a muchos encuentros con niños. Y cada vez me gusta más y cada vez tengo mejor comunicación con ellos. Me parece que los adultos suelen hablar de los niños con un tono arrogante y con distancia. Pero yo siempre los veo como iguales. Y me parece que un autor de literatura infantil debe pasar tiempo con los niños; a diferencia de otros autores, creo que es un requisito importantísimo para escribir e ilustrar. Además, esto puede sonar cursi pero los niños me emocionan de una forma en que jamás podrán emocionarme los adultos. ¿Qué cosas divertidas o emocionantes te han sucedido en encuentros con tus lectores? Bueno, muchísimas. Al principio, los niños hacen preguntas sobre los libros; sobre las historias o los personajes que llamaron su atención. Pero después, cuando entran en confianza, se vuelven curiosos, chismosos, y quieren saberlo todo sobre mi vida: me preguntan si estoy casado, cuántos hijos tengo o cosas por el estilo. Algo que también me conmueve es que cuando les leo mis cuentos siempre hay dos o tres que se los saben de memoria y los van recitando mientras leo. En los últimos diez años han salido nuevas versiones de los primeros libros que escribiste. ¿Cómo te sientes con el trabajo de reeditar tus propias obras? He estado muy contento. Por un lado, el trabajo con la editorial Babel me ha dejado muy satisfecho. Pero además creo que vale la pena corregir y reescribir los libros. Hay personas que dicen: lo que ya hice, ya quedó así. Pero si uno puede ofrecer una obra mejor y dirigida con más respeto a su público, ¿por qué no hacerlo? Ahora, lo malo de eso es que hay muchos libros nuevos que tengo en la cabeza y que quiero hacer... y a veces, por estar reeditando los viejos, no me queda tiempo para los nuevos. ¿Qué te gusta más: el papel y el lápiz o el dibujo digital? Ahora estoy dibujando todo en digital. No es que me guste más, o lo prefiera, pero sí me facilita las cosas. Dibujar en digital te permite equivocarte más o, por lo menos, si sientes que te estás equivocando, te permite devolverte. Y se pueden hacer las mismas cosas que se hacen en papel. Esta entrevista empezó contigo en la cuna y con una madre que te leía los clásicos. Para cerrar, cuéntanos qué te gusta leer ahora en tu tiempo libre. Lo que más gusta es leer novelas. Y la novela clásica me interesa especialmente. Aunque les he metido el diente a muchos autores contemporáneos, creo que disfruto más leyendo a Dickens o a Proust. Todavía encuentro más claves para el trabajo y para mi vida en los clásicos. ¶
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Vivir para correr Por: Diana Morales Lara* · Fotografías: Correcaminos Colombia Correr es toda una tendencia en muchas ciudades del mundo. Cada vez más personas deciden participar en carreras y se preparan durante semanas para ello. Corren porque es saludable, porque es divertido, porque les gusta. Correr es bueno.
Cuando cumplió 30 años, Diego Luis Morales era un hombre satisfecho. Tenía un trabajo estable que le permitía tomar vacaciones, no estaba casado pero tenía novia, sus amigos cercanos eran personas que conocía desde el colegio, había decidido creer en Dios, nunca le habían hecho una cirugía en su vida y pocas veces se enfermaba. Un domingo de octubre, mientras estaba en un viaje de negocios en Miami, salió a la calle para ver pasar a los atletas que competían en el medio triatlón Ironman 70.3. Para ser una carrera tan exigente le pareció que participaba mucha gente. Le pareció también que las vidas de esas personas no podrían ser muy distintas a la suya; seguro tenían trabajos, parejas, buena salud. La única diferencia, en ese momento bastante obvia, era que mientras él los animaba con aplausos desde el andén ellos estaban corriendo con las últimas fuerzas que les quedaban después de haber nadado 1,9 kilómetros y recorrido 90 en bicicleta. —Después de ver la carrera tuve una especie de confrontación personal: con toda esa gente de todas las edades que vi allí compitiendo me pregunté si realmente estaba llevando mis retos al nivel que me gustaría. Me emocioné con la idea de un cambio, y antes de regresar a Colombia me compré unos tenis —dice Diego
* Periodista colombiana. Analista en comunicación y mercadeo digital.
Luis hoy, dos años después de ese domingo de octubre de 2012. Un mes después viajó a Tierra Santa. Entre todas las cenas, peregrinaciones y visitas a lugares turísticos que tenía programadas con el grupo con que iba, correr no aparecía en el horario, pero él llevó sus tenis aún sin estrenar. El 4 de noviembre a las 5:15 de la mañana salió a caminar cerca del mar de Galilea para probar los tenis nuevos. No recuerda bien, pero cree que hizo uno o dos kilómetros. *** Correr ya es no es cosa de pocos. Mientras que la Federación Colombiana de Atletismo programó 30 competencias oficiales con sede en Colombia para 2014, el calendario atlético de la página www.colombiacorre.com, uno de los sitios más completos con información para corredores, planifica 51 carreras en lo que queda del año a partir de octubre. Otra web para atletas y aficionados, www.correrbien.com, en su actualización del 16 de septiembre, cuenta 50. Un cálculo rápido arrojaría un promedio de diez carreras por mes para el segundo semestre en Colombia, pero lo cierto es que, al igual
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que el deporte mismo, la cifra no es estática. Lo único fijo es una confirmación, algo sorprendente, que dice que correr ya no es lo que era antes; que si existen ahora tantas carreras es porque existen también quienes las corren. Diego es uno de ellos. Hace un año y once meses, cuando empezó a correr, pesaba 96 kilos y medía 1,68 metros de estatura. Estaba en sobrepeso. Correr más de tres o cinco kilómetros le parecía desmesurado para su condición física, y hacer una media maratón era una idea cercana a la locura. Hoy parece increíble que en menos de dos años Diego haya corrido cuatro carreras de 10 kilómetros, una carrera de 15 kilómetros y dos medias maratones. —Creo que las decisiones que te cambian la vida tienen que ser radicales. Se hacen y ya. No hay intentos— dice Diego. *** Para correr —en serio— hay que entrenar. La fórmula, que se repite en tantos y tan variados oficios, es fácil: para hacer, lo que sea que se haga, hay que hacerlo. El corredor debe ponerse los zapatos, salir y empezar a mover las piernas. Con el tiempo el entrenamiento físico se va transformando en entrenamiento mental y los atletas desarrollan capacidades únicas de domadores. Aprenden a adiestrar los músculos, y siempre un poco más, la mente. En el caso de los principiantes la frecuencia e intensidad de la práctica es dictada por el descubrimiento progresivo de la capacidad del cuerpo. Durante su primer mes, Diego caminaba 2,5 kilómetros —más o menos siete vueltas a una cancha de fútbol profesional— y solo podía trotar poco más de 600 metros. Cuando terminaba tenía la sensación de que sus pulmones podían seguir funcionando fuera del pecho. En ese entrenamiento empírico y solitario trascurrieron los primeros siete meses. Dos hallazgos hicieron que cada vez fuera más difícil parar: el primero, darse cuenta de que podía traspasar sus barreras personales; y el segundo, empezar a ver en las calles cosas que nunca había visto. En esa fiebre inicial de correr, mientras investigaba sobre la técnica en internet encontró los planes de entrenamiento propuestos por Hal Higdon. Este maratonista profesional y entrenador de 83 años cuelga en su página web (www.halhigdon. com) programas de entrenamiento para atletas novatos, nivel intermedio y avanzado. Hal Higdon ha corrido más de 100 maratones y escrito 36 libros. En 1975 estableció el récord americano en la carrera de obstáculos de 3.000 metros en los Campeonatos del Mundo Master, es decir, la categoría de corredores mayores de 35 años. El propósito de los planes en su sitio web es ayudar a los corredores a preparar distancias en un tiempo determinado con una buena asimilación de la práctica. Los entrenamientos van desde 5, 8 y 10 kilómetros hasta medias maratones, maratones, ultra maratones y triatlones. A los tres meses de haber salido por primera vez, Diego decidió correr sus primeros cinco kilómetros. No se trataba de una 46
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carrera sino de una distancia específica que quería realizar, y para prepararse usó las instrucciones de Hal Higdon: ocho semanas, distancias intercaladas, caminatas con tiempos y días de descanso. Hizo el programa tal cual se indicaba y lo logró. —Fue un domingo nublado y con algo de brisa en Cartagena. Cuando estaba empezando los cuatro kilómetros vi pasar a dos de mis mentores, también corredores, que me gritaron “vas bien Dieguito, en el último kilómetro que vayas a hacer, aprieta el paso”. Eso hice y terminé los cinco kilómetros con mucha emoción. Siguiendo el plan de Higdon entendí que la distancia va llegando, que lo realmente difícil es crear una disciplina que te permita disfrutar lo que estás haciendo. Cuando Diego aprendió que el paso entre disfrutar y suspender por tedio era muchas veces un día de descanso, supo que ya tenía su primera lección mental. La técnica también había mejorado; tanto los pulmones como el corazón, que en un principio sentía explotar mientras corría, encontraron su ritmo adecuado. Lo próximo que quiso hacer, y que había relegado por inseguridad, era salir a entrenar en grupo. Aunque correr es, a diferencia de muchos deportes, uno en el que el triunfo se consigue en un esfuerzo exclusivamente individual, entrenar en equipo puede proporcionar motivación y una asimilación del ritmo más rápida. Salir en grupo es un desafío donde se enfrentan el límite personal con la meta general que se plantea. El miedo de quedarse atrás y no resistir el ritmo que proponen las otras personas es también un motor para exigirse. —En mayo del 2013, cuando ya estaba alrededor de los 7 kilómetros, salí por primera vez en grupo —dice Diego—. Ellos iban a hacer un recorrido de 14 kilómetros, entonces mi idea era hacer la mitad de la distancia. Al terminar mis siete, cogí un taxi y le dije al conductor que me llevara al punto de salida para esperar a que mis compañeros llegaran. Cuando me bajé, allí estaban. Todos habían llegado de hacer los 14 kilómetros y me estaban esperando. Después de correr sus primeros cinco kilómetros, haber salido por primera vez en equipo, sentir que quedaba mucho por mejorar y saber que podía hacerlo, Diego se inscribió en su primera carrera: los 10k de la Media Maratón de Bogotá en 2013. Además de los cambios corporales como la disminución de peso y la transformación de sus hábitos alimenticios, Diego había empezado a percibir que correr le daba un sentido distinto a su vida. En su caso, sentía que el entrenamiento mental para superar distancias lo ayudaba a reubicar los problemas del día a día y del trabajo dentro de una proporción justa. La escogencia de su primera carrera de diez kilómetros fue fácil. Como vive en Cartagena, una ciudad con pocas carreras de atletismo para aficionados, y la fecha más próxima de una competencia con esa distancia era la Media Maratón de Bogotá, no lo pensó mucho. Con la motivación de tener que viajar para correr empezó a entrenar con tres meses y medio de anticipación, teniendo en cuenta que la carrera sería a 2.600 metros de altura y su cuerpo estaba habituado a correr a nivel del mar.
Corren porque es saludable. Porque alarga la vida. Corren porque les gusta. Porque cuando se empieza ya no se puede parar y cuando se para siempre se vuelve. —Mi reto personal era no parar y mi miedo, la altura. Confiaba en mi entrenamiento y en que lo que había hecho se vería reflejado, pero nunca había estado en una carrera. La ansiedad era fuerte. La logré terminar, sin parar, en 1 hora y 19 minutos. Aunque Diego preparó su primera carrera con un plan preciso que le permitió cumplir su objetivo principal, el deportólogo Andrés Hernández, especializado en rehabilitación cardíaca, recomienda que antes de empezar la temporada de carreras se realice un examen de pre-participación, es decir, “una valoración general preventiva que ayuda a minimizar los riesgos de lesiones, detectar las condiciones cardiovasculares específicas y potenciar el entrenamiento”. Este examen, que consta de un interrogatorio, una revisión de lesiones pasadas (si existen) y estudios complementarios que pueden ser pruebas de laboratorio, lo realiza un médico deportólogo y el paciente obtiene un certificado donde se establece con evidencias claras si se encuentra apto para correr. En caso de que se detecte un problema, se reciben recomendaciones de seguimiento y tratamientos según el caso. En el escenario ideal, cualquier corredor que quisiera entrenar con responsabilidad sin arriesgar ninguna pieza de su máquina corporal se podría realizar este examen de rutina con un tiempo de cuatro a seis semanas previas a la competición. Sin embargo, con la cantidad de carreras recreativas y competencias de atletismo que se llevan a cabo durante el año, el periodo de participación se convierte realmente en una o dos carreras puntuales en las que los atletas quieren dejarlo todo. ***
CRÓN IC A Actividad física
—Si estoy bravo, corro. En mi cumpleaños corro el kilometraje que cumplo. Si estoy feliz también corro y lo hago mucho mejor —dice Luis Carlos Sánchez mientras toma un sorbo de agua. Luis Carlos tiene 23 años, ojos verdes, piernas flacas y dientes feroces, filosos. A los 13 años fue Campeón Nacional de los 3.000 metros ruta y a los 16, después de ganar la primera posición en la Copa Nacional de Cross Country en Sogamoso, clasificó para competir en el Campeonato Sudamericano de Cross Country en Mar del Plata, Argentina. Dice que aunque pensó que no podría viajar, fue una experiencia que le mostró cómo irónicamente moviendo los pies se podía salir del país. A diferencia de Diego, Luis Carlos entrena desde los 11 años, nunca ha pesado más de 60 kilos, no consume lácteos porque es intolerante a la lactosa y si corre a más de cinco minutos por kilómetro le empiezan a doler las rodillas. Aunque practica con entrega de monje todos los días en el parque El Tunal, guiado por el profesor y atleta veterano Antonio Vargas, la única vez que corrió fuera del país fue esa vez a los 16 años en Argentina. Cuando atletas principiantes como Diego le cuentan que viajaron a Miami para correr la media maratón, que hicieron un tiempo de 2 horas 18 minutos, Luis Carlos repasa mentalmente su teoría sobre los tipos de atletas: —Creo que hay tres tipos de atletas: por sacrificio, por genética y por talento. Es decir, el que entrena mucho y lo logra, el que entrena poco e igual lo logra y el que asimila bien los entrenamientos. Admiro mucho a las personas que se han propuesto una meta, entrenan y si bien no son atletas de alto rendimiento logran romper sus barreras. Corriendo uno aprende a no juz-
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gar, uno entiende que es un deporte de una experiencia muy subjetiva. En un lado Diego, un corredor aficionado que explora el mundo del atletismo y de las carreras como oportunidades extraoficiales para superar sus límites y demostrarse que siempre se puede; en el otro Luis Carlos, un atleta de alto rendimiento que vive para correr y que compite parar romper metas casi imposibles. Pareciera que el único punto en común fuese la determinación de mover el cuerpo (y con tremendas diferencias) y, sin embargo, allí estaban los dos, el 27 de julio de 2014, esperando junto a otros 44.355 atletas a que dieran la orden para empezar a correr la decimoquinta edición de la Media Maratón de Bogotá. *** Los datos generales: 15 años desde la primera versión, más de 44 mil participantes, 5 años consecutivos con el sello de oro de la IAAF (que solo lo tienen tres medias maratones), más de 40 países inscritos, record histórico de Geoffrey Mutai de 1 h. 2 min. 20 s., un recorrido de 21 kilómetros con 97 metros y un costo aproximado de cuatro millones de dólares. La Media Maratón de Bogotá es una carrera que con la misma determinación de sus atletas se ha abierto paso en los calendarios mundiales de competencias a punta de exigencia. En su primera versión, en el año 2000, resultado de la idea de cuatro amigos maratonistas aficionados, la carrera contó con la participación de 24.820 corredores y 26 atletas profesionales.
La medición del tiempo se hacía de forma manual. En su última versión, la que corrieron Diego y Luis Carlos, el incremento de corredores fue de 44%, se le dio por primera vez chip de medición a todos los atletas y participaron delegaciones de más de 43 países. Este mismo incremento en participación lo alcanzó en 5 años, desde su primera versión, la carrera 15k patrocinada por la aseguradora Allianz. Esta carrera es la segunda con mayor acogida después de la Media Maratón de Bogotá, y funciona como una competencia preparatoria para los atletas que quieran hacer los 21 kilómetros. La Media Maratón de Bogotá no es una carrera fácil. Ni para los organizadores ni para los participantes. Mientras que los coordinadores tienen que garantizar tecnología, cuerpo logístico sobre la marcha, puntualidad, difusión, seguridad y pagar exageradas sumas de dinero a los entes reguladores del espacio público para realizarla, los atletas tienen que luchar contra el cansancio sobrecogedor y pasar la temible “pared” para poder terminarla. Este enemigo, que según Diego no es sino un conflicto mental frente a algo que estás preparado para hacer pero dudas poder alcanzarlo, lo tienen hasta los más grandes. Geoffrey Kipsang Kamworor, ganador de la Media Maratón de Bogotá en 2014, admitió en entrevistas que en el kilómetro 15 pensó que no iba a poder seguir, que fue el ánimo de los espectadores lo que lo ayudó a continuar adelante.
Con el tiempo el entrenamiento físico se va transformando en entrenamiento mental y los atletas desarrollan capacidades únicas de domadores. Aprenden a adiestrar los músculos, y siempre un poco más, la mente.
sabe que puede un poco más y quiere confirmarlo. Si bien duda un poco al responder, dice que quiere probar a ver cómo se siente en los próximos meses. Que si se siente bien y preparado su próxima meta es la Maratón de París el 12 de abril de 2015. *** Se corre por terapia, se corre por la meta, se corre por otro, se corre por la carrera. Se corre por el agua, por el cáncer, por los militares, por la mujer, por las mascotas, por el parkinson. Empresas como Bodytech, McDonald’s, Allianz, Polar, Adidas, Reebok, Nike, Avianca y muchas otras quieren que se corra, y patrocinan competencias. Corren porque es saludable. Porque alarga la vida. Corren porque les gusta. Porque cuando se empieza ya no se puede parar y cuando se para siempre se vuelve.¶
*** A pesar de haber corrido la misma carrera, para Luis Carlos y para Diego los retos de la Media Maratón 2014 fueron muy distintos. La pared mental de Diego llegó al kilómetro 17. Como estaba en una curva, no veía la valla que indicaba 18 km y se tuvo que ayudar con la música para continuar contra el cansancio moviendo un pie tras otro. En el caso de Luis Carlos más que una pared mental se trató de superar un impedimento netamente físico. Su mismo cuerpo se convirtió en un muro de carne y huesos que por poco lo hace abandonar la carrera en el mismo kilómetro 17 de Diego. —Este año entrené fuerte para la Media Maratón —cuenta Luis Carlos—, pero tres días antes de la carrera me dio una virosis y me tocó guardar reposo. Aunque el día de la MMB me sentía con fuerza, faltando 4 kilómetros para terminar me dio escalofríos y me tocó bajar el ritmo, porque sentía que me iba a desmayar. No paré. Uno como atleta sabe que retirarse es morir; prefiero llegar gateando pero al menos terminar la carrera. Finalmente hice un tiempo de 1 hora y 18 minutos. Hay quienes dicen que una competencia de 21 kilómetros es una distancia ideal para mejorar tiempos y seguir exigiéndose; piensan que la maratón completa es un esfuerzo demasiado doloroso e innecesario. Aunque Luis Carlos no tiene intención de aumentar a una distancia mayor que la media maratón, Diego
La décima edición de Cartagena 10k, la Carrera del Caribe, tendrá lugar el sábado 8 de noviembre. El recorrido, alrededor del casco histórico de la ciudad, saldrá desde la Plaza de la Aduana. Las inscripciones están abiertas desde el 1 de octubre y son gratuitas. Para mayor información, visite www.correcaminoscolombia.com. Enlaces para los interesados: www.runningcolombia.com www.correcaminoscolombia.com www.colombiacorre.com.co www.correrbien.com www.halhigdon.com www.iaaf.org
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La historia de mi mastectomía Por: Martha Restrepo · Fotografía: María Gabriela Méndez Ante un diagnóstico de cáncer de seno, esta bacterióloga colombiana decidió hacerse una mastectomía radical. Su testimonio recoge los momentos dulces y amargos de miles de mujeres.
Me diagnosticaron en septiembre de 2008, cuando acababa de cumplir cincuenta años. Siempre había tenido mamas densas, con nódulos; entonces me chequeaba con frecuencia. De hecho, me hicieron una mamografía dos años antes del diagnóstico, y no salió nada. Pero ese día, cuando me dieron el resultado, empecé a intuir. Sabía que era delicado, pero uno entra en negación. Cuando le entregué el examen a mi hermana, que es médica, su primera reacción fue tirar el papel. Ahí pensé: esto es preocupante. A los pocos días me hicieron una ecografía con biopsia. Estaba acostada mientras el radiólogo hacía el procedimiento. Cuando el doctor le dictó a la secretaria lo que veía, me dije: estas son palabras mayores. Ya el tumor no estaba localizado, tenía bordes y medía dos centímetros. Pensé: si no estuviera acostada me caería al suelo. Eso es un impacto tremendo, y uno piensa: esto no me puede estar pasando a mí. Hay una dosis importante de incredulidad, y mucho tiempo después, viene la resignación. A estas enfermedades las llaman catastróficas porque mueven todo. Te afectan a ti, pero también afectan mucho el entorno familiar, personal y laboral; no hay cabeza para nada. Ese día del examen, el médico salió del consultorio y llamó a otro especialista por teléfono delante de mis hermanas, sin saber quiénes eran, y dijo: “A esto hay que correrle, y es ya”. Ellas lo abordaron y él les confirmó que había un cáncer. De allí salimos a tomarnos un café. Me sentía como en una película, y pensaba: “Mientras sigue este diagnóstico, qué va a pasar conmigo, qué tan grave es. Necesito trabajar, soy madre cabeza de familia, tengo una responsabilidad con mi hija”. Ese debió ser el café más largo y más maluco que me he tomado en mi vida. Sin embargo, les dije a mis hermanas: “Tranquilas, yo decanto esto, no se preocupen, no me voy a morir”. Pero esa noche no pude dormir. Me entregué a Dios y le pedí que me mostrara cómo andar ese camino. Fue una noche muy larga. Me recomendaron un médico mastólogo con el que hice una gran empatía, y al que le tengo un especial agradecimiento
y cariño; él me explicó con mucha claridad las dos opciones que tenía. Una: preservar el seno y aplicar quimio antes de operar. Pero no se sabía qué tan comprometido estaba el seno. Él no me podía operar con el tumor así como estaba. También me dijo: “Puede que la quimio no reduzca ese tumor”. La otra opción era hacer una mastectomía de una vez. Toda la familia estuvo a mi lado siempre y me animaron. “Lo que tú decidas”, decían. Entonces empecé a evaluar, sabía que tenía que recibir varios ciclos de quimio y pensé: el toro por los cachos; vámonos con la mastectomía. Como no tenía pareja en ese momento fue más fácil tomar esa decisión. Tres semanas después del diagnóstico ya estaba operada. Me hicieron una mastectomía radical. Antes de la cirugía viví momentos de mucho miedo y ansiedad, pero no dudé de la decisión. Recuerdo que ese día tenía que estar a las seis de la mañana en el hospital. Llegué y me entregué al Señor. Cuando desperté, la sensación fue de alegría: “estoy viva”. También sentía gratitud. Es muy contradictorio, pero de eso se compone la vida: de momentos de mucho dolor, pero también de mucha alegría. Ese fue uno de los instantes que me fortalecieron para poder seguir adelante. La cirugía fue muy dolorosa. Me pusieron un catéter y salí con una sonda y una bolsa. Es muy impactante. Tengo senos pequeños, así que la diferencia no es tan notoria. Antes yo no me fijaba en los senos de las otras mujeres, pero con la operación empecé a hacerlo. Las miraba, muchas de ellas con senos grandes, y pensaba: siquiera conmigo la diferencia no se va a notar tanto. Todo este proceso, por fortuna, lo viví en Medellín, con mis padres, mis hermanos y gente muy cercana al lado. Algunos viajaron expresamente a acompañarme en ese difícil trance. No hubiera sido lo mismo si me diagnostican acá en Bogotá, donde vivo ahora. Ese es un componente muy importante: la compañía y el soporte de la familia y de la gente que te quiere. A mi hija le dije que me iban a operar, pero en ese momento no se mencionó la palabra cáncer. En un proceso de estos, cualquier hijo necesita
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apoyo y orientación. A ella le costó mucho vivir esas semanas después de mi cirugía. Para mí, lo más importante de haber tenido esta enfermedad fue entender que de mi hija, alguien se encargará si yo falto. Yo no puedo controlar todo. Aprendí a soltar. Nunca se me olvida un día del postoperatorio: después de tomar un analgésico me desmayé. Mi hermana me asistió; mi hija vio que su mamá se iba y perdió totalmente el control. Yo veía esa película y hacía un esfuerzo por no perder el conocimiento del todo. Ella gritaba, y empecé a entender que no podía hacer nada. No todos tenemos esa oportunidad en la vida, de entender que si nos vamos, no hay nada que podamos controlar. Nos cuesta demasiado soltar el control, pero fue así que empecé a entender que tenía que aprender a hacerlo. A los quince días de operada me fui a la oficina, porque ya no aguantaba la casa y el no hacer nada. En esa época trabajaba en una compañía de promociones publicitarias. Volver al trabajo fue una bendición: tener la mente ocupada. Ayuda mucho también creer en algo. Para mí es importante ir a misa, soy rezandera. En esos momentos la oración se vuelve un alimento para el alma. En esa época todo el mundo me empezó a llevar rosarios; fue muy bonito. Tengo una colección de rosarios, y tengo uno que mi abuela, que también fue operada de cáncer de seno hace muchos años, me legó cuando se estaba muriendo. Esos objetos cobraron mayor importancia. Después de la cirugía no sabía si me había salvado de la quimioterapia. Tenían que analizar el tumor y el seno extirpado antes de decidir qué tratamiento íbamos a seguir. A Dios gracias entregaron todos los análisis y mi mastólogo dijo que se quedaba tranquilo si me bloqueaban con Tamoxifeno, un medicamento que termina siendo casi una quimio, porque es muy fuerte: mucho sangrado, várices, riesgos de trombosis, afecta el sistema digestivo, los huesos. Tuve muchas hemorragias al principio. Ese medicamento lo tomé durante cinco años según la recomendación de los médicos. Quedan secuelas, todo tiene un costo. Yo tuve controles cada tres meses en los primeros dos años. Luego, cada seis meses. Las revisiones se vuelven tan largas que, quieras o no, sigues con el rótulo del cáncer pegado en la frente. Las probabilidades de que la enfermedad repita o haga metástasis siempre están presentes. En el plano emocional eso hace que no te sueltes: sigues imbuido en la enfermedad. Dentro de todo, por haber elegido la mastectomía fui afortunada: el costo que pagué no fue tan alto. La vida diaria de una mujer sin senos no es fácil. Algunas se ponen rellenos hechos con medias, telas, o incluso con alpiste para reemplazar sus mamas, porque las prótesis que se encuentran en el mercado son muy caras y las formas y tamaños en que vienen diseñadas no le sirven a todas las personas. Eso no es digno para una mujer. Además, en la sección de ropa interior femenina, para mujeres con mastectomías hay un solo tipo de brasier, y lo sacan en pocos colores. Yo me di a la tarea de averiguar por qué no sacaban sostenes con encaje, con colores variados, porque finalmente seguimos siendo femeninas aunque estemos operadas. Hay una marca alemana para mujeres mastectomizadas, pero sus diseños son para mujeres europeas, 52
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con constitución diferente a la de nosotras las latinas. Al menos a mí no me sirvieron ni sus modelos ni sus prótesis. Como muchas, tuve que inventarme mi propio método: con mucho cuidado corto con unas tijeras muy pequeñas la parte interna del brasier, y hago un bolsillo donde meto la prótesis. Solo así me puedo dar el lujo de tener ropa interior bonita. Porque una cosa es la enfermedad y otra es la rehabilitación, incluido el nivel emocional: ver cómo empiezas a adaptarte a la vida con tu nueva condición. Si no lo asumes y lo procesas con una buena actitud, te puedes volver a enfermar. Y después de superar un cáncer, la vida que nos queda debemos vivirla con alegría, autoestima y, sobre todo, con mucha dignidad. Así no se reconozca, la falta de seno provoca un gran impacto emocional. Todos los días, cuando uno se mira al espejo, falta algo. Por esta razón en algún momento me remitieron a un cirujano estético para hacer una reconstrucción, pero para tener un nuevo seno me tenía que someter a tres nuevas operaciones. Y no estaba dispuesta a pasar por todo eso de nuevo. Con el tiempo aprendí a verlo no como una mutilación, sino como una opción de vida. Y dos años después de la cirugía, decidí hacerme un tatuaje.
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Con cierto pudor le dije al chico tatuador lo que quería. Él me sugirió una flor de loto por su significado. La flor de loto significa renacimiento y transformación.
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Empecé a investigar ese mundo y consulté con los médicos: algunos no estuvieron de acuerdo por temor a complicaciones, pero mi mastólogo y mi médica de cabecera, que es mi hermana, me apoyaron. Fui a un sitio que me recomendaron, y con cierto pudor le dije al chico tatuador lo que quería. Él me sugirió una flor de loto por su significado. La flor de loto significa renacimiento y transformación. El tatuaje quedó muy bien, pero hice una alergia tremenda. Y pensé: la embarré. Me tuve que aplicar varias cremas dermatológicas y sábila helada, pero no cedía la inflamación. Hasta que un día entendí: aquí hay mucho dolor acumulado, tengo que sacar todo esto para empezar a sanar de verdad. Y empecé a escribir, a sacar todos los sentimientos y emociones de este difícil proceso. Y lloré mucho. Para eso son las lágrimas, para limpiar. Solo así sentí que entregué lo vivido y sané. No había hecho catarsis, no había hecho el duelo, y tenía que asumir la pérdida antes de levantarme para poder seguir. Eso fue a los dos años, pero los procesos de la mente y el espíritu llevan su tiempo. Solo hasta hace muy poco dejó de importarme la pérdida de mi seno. Me volví más transparente ante la pérdida. Cuando me pongo camisetas y se alcanza a ver algo de mi flor de loto, me identifico con ella y me siento feliz, porque marcó un renacer en mí. Y aunque es cierto que los senos hacen parte inherente de la mujer, yo siempre digo que una mujer es mucho más que un par de senos. Así me veo yo. ¶
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La alegría del domingo en la mañana por: Sumito Estévez* · Fotografía: Victoria Holguín Invitar a nuestros amigos a casa no debería generarnos estrés. Por el contrario, es una oportunidad inigualable para estrechar lazos y generar recuerdos gratos. El reconocido cocinero venezolano nos da algunas recomendaciones para hacerlo aún más divertido.
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Aunque fascinante, el tránsito de eso que los humanos llamamos cotidiano no deja de ser hostil, y si dejáramos que nos arropara con su rutina, probablemente nos vencería hasta molernos. La vida, en fondo y superficie, es saltar con pericia de charco en charco para abrir puertas de armisticio que nos alejen de la rudeza. Para algunos, ese armisticio tiene cara de taza de té o de silencio-yoga, para otros, un domingo pedaleando en una ciclovía o el reto de correr 10 kilómetros en menos de una hora, y para muchos, el rítmico teclear del ordenador que nos hace creer en el eufemismo de que estamos navegando, o bucear en libros que leemos espasmódicamente de fin de semana en fin de semana. Pero todas esas puertas que nos inventamos para acallar lo que “está allá afuera” son puertas que abren cuartos solitarios. Paladear, contorsionar, pedalear, trotar, chatear o leer son universos solitarios. Por alguna razón hemos empezado a creer que la paz solo se consigue alejándonos, cuando paz también es darse el tiempo para reír sonoramente, acompañados de gente como uno. Gente que busca paz. Gente para la cual la puerta del armisticio es la puerta de nuestra casa. Invitar amigos a comer a casa es algo que muchas veces posponemos por las implicaciones que tiene: casi siempre se nos ocurren cenas que implican mucho trabajo (¡especialmente cuando se van los invitados!), así que uno se lo piensa hasta tres veces cuando descubre que el único espacio en la agenda es justo el día libre. Además, no deja de ser un reto decidir cómo sentar a los invitados para garantizar conversaciones amenas durante la velada. Muchas veces las cenas en casa terminan por ser muy agradables y hasta sanadoras para los invitados, y extremadamente estresantes para quien invita. Todo eso es cierto; también lo es que hemos olvidado una de las veladas gastronómicas más fáciles de organizar, más distendidas, y que más alegrías colectivas puede dejar. Una en la que todos tenemos parte del día para descansar y donde la mesa se llena de cuentos frescos. Una en donde literalmente convertimos nuestras casas en un mundo de vacación virtual que nos recuerda tiempos de hoteles o de cruceros. ¡Brunch! El maravilloso y casi olvidado brunch de los domingos. El que más se apega a nuestra propia cultura gastronómica, porque justamente en los platos de desayuno es en donde menos negociamos las tradiciones. Brunch relajado sin corbata de 10 de la mañana, brunch que recuerda las fotos en blanco y negro de mesas en la Toscana, llenas de gente riendo, pan, flores y cosas en el centro de la mesa para que cada quien se sirva lo que le provoque, cuando le provoque. La gran recomendación para un brunch es, antes de cualquier cosa, recibir a los invitados en la puerta con una mimosa, ese coctel fresco de espumante ligero con jugo de naranja que tantas alegrías le ha dado a la humanidad. Otro de los grandes
secretos de un brunch exitoso radica en procurar la puntualidad de los invitados, porque una buena velada tardía de domingo está diseñada para que la fiesta suceda, desde el inicio, en la mesa; contrario a muchas cenas en las que es normal reunir primero a los invitados, a medida que llegan, en un salón distinto al de la comida. Y antes de hablar de comida, un tercer factor importantísimo es esperar a los invitados con una mesa decorada con estudiada informalidad campestre. Es allí en donde flores, frutas y cestas de pan hacen su jugada maestra. Los brunchs deben ser generosos porque suelen ser comidas que se extienden por al menos un par de horas, y en general lo ideal es que los platos que se coloquen a lo largo de la mesa sean agradables de comer tanto calientes como a temperatura ambiente. Por ejemplo, si usted hierve espárragos para luego espolvorearlos con queso parmesano rallado, y los mete un minuto al microondas, serán muy bien recibidos calientes, recién llegados a la mesa, pero no dejarán de estar sabrosos cuando otro comensal goloso estire la mano y tome uno un buen rato después. Muchos platos poseen esta característica de permanencia: fiambres, ahumados, tortillas, antipastos, cremas untables para los panes tostados, chicharrones, natas campesinas y hasta arepitas.
Los brunchs deben ser generosos porque suelen ser comidas que se extienden por al menos un par de horas, y en general lo ideal es que los platos que se coloquen a lo largo de la mesa sean agradables de comer tanto calientes como a temperatura ambiente.
En el fondo todo brunch se parece mucho a una sinfonía con unos acordes introductorios que se mantienen a lo largo del concierto (la copa de espumante), con un allegro festivo y celebratorio representado por los platos calientes que siempre se sirven primero (granos, huevos benedictinos o alguna sopa), para pasar a un largo y pausado adagio donde en el centro de la mesa han quedado comidas que uno va sirviéndose a ratos; y un gran final que busque ovación donde algún postre llamativo (casi siempre una torta o un crujiente pastel de masa crumble con frutas) haga su entrada dramática, indicando sutilmente que la velada comienza a llegar a su fin. Que muchas de las personas que apreciamos nos consideren su reducto de paz, que franquear la puerta de nuestras casas sea para ellos un espacio de armisticio ante los agobios cotidianos, que esté en nosotros hacer mejor a otros es una perspectiva embriagadora… una que un simple brunch de domingo puede lograr. ¶
*Chef venezolano, escritor y conductor de programas televisivos. Fundador del Instituto Culinario de Caracas, actualmente vive en Isla Margarita, donde se ocupa del restaurante Mondeque.
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cine
Los mitos cinematográficos de las enfermedades mentales Por: Miguel Mendoza Luna* · Ilustración: Caligari El cine ha recreado cientos de veces historias relacionadas con las enfermedades mentales e incluso con la figura de los psiquiatras. Una y otra vez, las películas acuden a argumentos vinculados con la locura, pero muchas veces de manera errada, deforme e ilusoria frente a la veracidad de las patologías y diagnósticos clínicos. Sentémonos por un momento frente a esa alucinación consensuada que es el cine, para reconocer cómo algunas películas que han tratado el tema de la locura, una vez se enfrentan a la realidad clínica no siempre resultan ser tan verosímiles. El mito del espacio del terror: el manicomio Si bien la historia de los manicomios presenta un oscuro panorama donde en el pasado el enfermo mental era tratado de forma insensible, incluso sin buscar su cura, también es cierto que a partir de la segunda mitad del siglo XX este tipo de instituciones han reformado y abolido las prácticas inhumanas. No obstante, el cine ha perpetuado la imagen del manicomio como un lugar siniestro dedicado a horrores y abusos.
*Escritor y profesor universitario colombiano. Autor del libro de relatos Cruentos cruzados, de la novela Malditos, hermosos, del ensayo divulgativo Asesinos en serie: perfiles de la mente criminal y de la biografía Truman Capote, las horas negras. Bienestar Sanitas
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CARTA ABI ER TA Cine y salud
Tal como lo evidencia la película Letras prohibidas: La leyenda del Marqués de Sade (Philip Kaufman, 2000), desde el siglo XVIII los manicomios franceses eran menos que cárceles, donde sujetos inescrupulosos insistieron en “tratamientos” crueles con pretensiones de cura. El aislamiento de los enfermos mentales en condiciones lamentables define en gran parte el pasado de la institución mental. En la famosa película Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975, traducida en América Latina como Atrapado sin salida), se expresa el descontento y sospecha que se tenía sobre muchos centros psiquiátricos. En esta historia, la insensible y tiránica enfermera Mildred representa el abuso e indiferencia de un sistema psiquiátrico obsoleto; su trabajo se centra en anular la identidad de los pacientes y en hacer aún más miserable sus existencias. Otros tópicos cinematográficos relacionados con el manicomio, sin sustento en la realidad, son el uso brutal de camisas de fuerza, las terapias de electroshocks y la administración desmedida de sedantes y fármacos. También es frecuente la representación de lobotomías, el controversial y ya prohibido procedimiento quirúrgico, que básicamente consistía en destruir parte de la corteza frontal del cerebro. En la película Sucker Punch (Zack Snyder, 2011) una joven, en la década de 1950, es recluida en un hospital psiquiátrico y sometida a esta cruel operación. Historias de terror como Gothika (Mathieu Kassovitz, 2003), Halloween (Rob Zombie, 2007) o Madhouse (William Butler, 2004) han mezclado el terror sobrenatural con la locura para perpetuar la idea de que el manicomio es el espacio ideal de emergencia de la maldad humana, e incluso de la sobrenatural. el mito del terapeuta malvado o excéntrico En muchas películas el personaje del terapeuta suele asimilarse a la figura de un peligroso criminal que se camufla como benefactor. Así ocurre con el doctor Jonathan Crane, el Espan-
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tapájaros de Batman Begins (Cristopher Nolan, 2005), quien convierte el Asilo Arkham en la cuna perfecta para dirigir a los villanos y así sembrar el pánico en Ciudad Gótica. Los psicólogos y los psicoanalistas también suelen representarse de forma caricaturesca o paródica; bien como ineptos o como charlatanes incluso más locos que sus pacientes. Por ejemplo, en Analízame (Harold Ramis, 1999) Billy Cristal encarna a un particular psicólogo que debe lidiar con un rudo mafioso interpretado por Robert de Niro, quien sufre ataques de pánico derivados de su actividad criminal. La caricaturización de la terapia psicoanalítica es típica de muchas películas de Woody Allen: Annie Hall, Zelig, Deconstruyendo a Harry y muchas otras. Otro cliché recurrente ha sido el de la “cura mágica” ideada por el terapeuta idealista, quien con tratamientos innovadores o incluso involucrándose afectivamente con sus pacientes logra ayudarlos. Así ocurre en El príncipe de las mareas (Barbra Streisand, 1991), En busca del destino (Gus Van Sant, 1997) y en Locos de ira (Peter Segal, 2003). el mito de la división del yo: ¿una ficción de la ficción? El fenómeno de las múltiples personalidades es uno de los motivos favoritos de Hollywood. El guión suele presentar a un individuo que, afectado por algún trauma, experimenta una fragmentación de su mente que da origen a dos o más personalidades paralelas (por general una de ellas malévola). Debido a películas como Las tres caras de Eva (Nunnally Johnson,1957), Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), El club de la pelea (David Fincher, 1999) o El maquinista (Brad Anderson, 2004), el mito literario del doctor Jeckyl y el señor Hyde se ha renovado, alentando en el imaginario colectivo la creencia en un tipo de enfermedad bastante controversial en la comunidad psiquiátrica. En efecto, la historia de Shirley Ardell Mason, el caso más famoso de múltiples personalidades —registrado en el libro
La locura en todas sus facetas nos intimida y a la vez nos atrae, de tal manera que cuando el cine recurre a sus temas suele inquietarnos acerca de nuestra propia condición psíquica. Estas ficciones nos permiten asomarnos a los laberintos de la mente humana de forma segura y especulativa.
Sybil, el cual fue adaptado al cine e interpretado por Sally Field en 1978—, terminó por ser reconocido como una suerte de fraude. A finales de la década de 1950, Mason fue tratada por la doctora Cornelia Wilbur, quien le diagnosticó un severo caso de disociación, en el cual se llegaron a manifestar 15 personalidades. La severidad del trastorno, se suponía, era consecuencia del abuso por parte de la madre de la mujer. Ante el revuelo mediático que despertó esta historia, con suspicacia el psiquiatra Herbert Spiegel trabajó con Mason durante varias sesiones; finalmente concluyó que todo el asunto se trataba de una farsa orquestada por Wilbur, quien había manipulado a su sugestionable paciente para que dramatizara las diversas personalidades. Si bien no existe un consenso definitivo en la comunidad psiquiátrica sobre la existencia real del denominado Trastorno Disociativo de la Personalidad, sí se acepta que la disociación es un mecanismo que puede afectar la identidad humana, ya sea como un factor de protección psicológica o de represión frente a una situación perturbadora o como negación de un recuerdo nocivo. Falso o no, Hollywood nunca abandonará el atractivo y truculento recurso argumental que esta presumible condición mental le ofrece. El mito de la esquizofrenia como fuente de maldad Uno de los aspectos más controvertidos sobre la esquizofrenia en el cine se relaciona con el reiterado argumento de que quien sufre esta enfermedad tarde o temprano se convierte en un cruel asesino. Incluso en películas como El resplandor (Stanley Kubrick,1980, adaptación de la novela de Stephen King), o la saga del doctor Hannibal Lecter, se confunden y fusionan la figura del esquizofrénico con la del psicópata, siendo este último un desorden de la personalidad muy diferente. El personaje del “esquizofrénico maligno motivado por la locura” ha deformado profundamente la situación real de esta enfermedad. Los psiquiatras insisten en que las conductas violentas por parte de personas que sufren esquizofrenia son poco frecuentes; señalan que estos pacientes no son más violentos que las personas sin esta condición. La esquizofrenia se ha plasmado de forma más sensible en películas como Alas de libertad (Alan Parker, 1984), Una mente brillante (Ron Howard, 2001), Spider (David Cronenberg, 2002) y El solista (Joe Wright, 2009). Dichas historias, de forma más o menos acertada, han retomado los aspectos esenciales de esta compleja enfermedad: las alucinaciones, los delirios y, por supuesto, el aislamiento emocional que implica esta difícil condición mental.¶
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Dietas de desintoxicación Con el auge de la alimentación saludable y el creciente interés por los temas de bienestar, la práctica del detox (desintoxicación, limpieza) se ha popularizado durante los últimos años. Cada vez más médicos lo recomiendan como apoyo en tratamientos contra alergias, adicciones, sobrepeso y enfermedades crónicas y autoinmunes. Sin embargo, aún hay mucha confusión alrededor del término. ¿Qué es un detox, cómo es recomendable hacerlo y por qué es beneficioso para la salud? Aquí despejamos algunas dudas.
Texto y Fotografías: Marcela Riomalo*
Agradecimientos Uva Bar www.uvabar.co
Granel Gourmet www.facebook.com/granelgourmet
* Periodista y fotógrafa colombiana, colabora en diversos medios impresos y digitales.
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Qué es un detox Aunque nuestro cuerpo está diseñado para eliminar toxinas de forma natural, a menudo esta habilidad se ve afectada por factores como los malos hábitos alimenticios, el estrés, los productos cosméticos, los químicos, los desechos industriales y la polución ambiental. La exposición durante largo tiempo a estas sustancias lleva a la sobre-utilización del colon, el hígado y los riñones, órganos principales de desintoxicación del organismo. Eventualmente, estos órganos se saturan y dejan de funcionar como deberían. Las toxinas empiezan a acumularse en nuestros tejidos y, poco a poco, van sembrando el terreno para la enfermedad. Entonces aparecen síntomas como la pesadez, la falta de energía, la inflamación, el acné, la irritabilidad, el insomnio y el aumento de peso. Todas estas son señales de que nuestro metabolismo necesita una limpieza. Renovar y reestablecer los sistemas de desintoxicación naturales del cuerpo es el objetivo principal de una dieta de desintoxicación, o detox, como se le conoce popularmente. Esto puede hacerse de diferentes maneras, pero todas buscan proporcionarle un descanso al cuerpo alimentándolo con comida limpia y desintoxicante para que pueda regenerarse y auto-sanarse. De la misma manera en que un carro funciona mejor después de una revisión técnico mecánica, nuestro cuerpo opera de forma más eficiente después de eliminar los desechos y toxinas acumuladas durante años. Cómo funciona un detox Cualquier programa de desintoxicación implica dos pasos primordiales: despertar las toxinas y eliminarlas. Los alimentos procesados, enlatados y congelados dejan residuos densos en nuestras células que, con el tiempo, se convierten en toxinas. Un proceso de desintoxicación busca rehidratar y despertar esas toxinas por medio de la ingesta de jugos verdes, vegetales crudos y frutas. La alcalinidad de estos alimentos atrae los residuos almacenados en los tejidos y en las células y los lleva a la superficie. Estos entran en el torrente sanguíneo y son filtrados a los órganos de eliminación para ser liberados. La segunda parte del proceso ocurre a través de la piel, el hígado, los riñones y el colon, órganos principales de eliminación. Entre el primer y el segundo paso podemos experimentar síntomas poco deseables como estreñimiento, rabia, dolor de cabeza, nauseas, cansancio o dolor muscular. Es muy importante entender estos malestares como parte de la limpieza y no detener el proceso. La meditación, la respiración consciente, un sauna o una colonterapia pueden ayudarnos a sobrellevar este momento de la desintoxicación, que está a solo un paso de la recompensa final: sentirnos más ligeros, radiantes y llenos de vitalidad. Tipos de detox Existen muchos tipos de dietas de desintoxicación. Las hay desde las más extremas, que proponen ingerir solo agua caliente con limón y pimienta cayena, hasta las más ligeras, que incluyen un amplio rango de alimentos dentro del programa. Dada la gran cantidad de información disponible sobre el tema, y
Renovar y reestablecer los sistemas de desintoxicación naturales del cuerpo es el objetivo principal de una dieta de desintoxicación, o detox, como se le conoce popularmente.
teniendo en cuenta que cada persona tiene características diferentes, es altamente recomendable consultar a un médico, nutricionista o coach nutricional que asesore la escogencia de la dieta de desintoxicación que más nos convenga según nuestro estilo de vida, alimentación y condición física. Cualquiera que sea el programa que decidamos hacer, es importante que contenga ingredientes específicos que neutralicen y eliminen las toxinas. Estos ingredientes son: fibra, que arrastra las toxinas y promueve su eliminación; probióticos, suplementos dietarios que matan las bacterias malas y mantienen una flora intestinal saludable; nutrientes, vitaminas y minerales que regeneren el colon y el hígado, y un plan alimenticio que promueva la desintoxicación sin darnos la sensación de privación o prohibición. No es necesario aguantar hambre o pasarla mal para tener un detox efectivo. Por el contrario, el éxito de cualquier programa está en entenderlo como un acto personal de auto-cuidado y auto-sanación. Desintoxicar a través del alimento Hay quienes asocian el término detox con una dieta líquida o un ayuno extremo. Esto no es del todo cierto. Existen muchos programas que, por el contrario, se valen del alimento como agente de desintoxicación. En muchos casos, es suficiente eliminar sustancias irritantes como el gluten, los lácteos, la soya, el azúcar, el alcohol, los alimentos procesados, los fritos, la teína y la cafeína. Estas comidas son la causa más común de la inflamación, las alergias y el desequilibrio hormonal, por lo que removerlas de la dieta por unos días impulsa automáticamente un proceso de desintoxicación. La idea de este tipo de detox es usar las propiedades naturales de la comida para liberar toxinas, comiendo regularmente para que no haya hambre y dándole prelación a los alimentos vivos (frutas, verduras, nueces, semillas) y a los llamados súper alimentos (quinoa, maca, spirulina y amaranto). Esta forma de detox es ideal para personas que nunca antes hayan hecho un proceso de limpieza o que no tengan los mejores hábitos alimenticios pero quieran empezar a incorporar ciertos cambios en su dieta, pues es bastante flexible y se lleva a cabo sin sentimientos de privación. Se recomienda hacerlo durante 21 días, período durante el cual el cuerpo empezará a asimilar la comida con mayor facilidad y a transformarla en energía más limpia y duradera. En cualquier caso, es importante realizar el proceso bajo la asesoría de un profesional en el tema. Solo jugos Este es uno de los programas de limpieza más populares actualmente. Se trata de tomar de 7 a 9 jugos diarios por un período de Bienestar Sanitas
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1, 3 o 7 días. Idealmente deben contener un 25% de frutas y un 75% de verduras. La ventaja de esta limpieza es que el cuerpo obtiene el alimento que necesita sin gastar energía en el proceso de digestión, pues no tiene que descomponer los alimentos, y la absorción de los nutrientes ocurre de manera efectiva y rápida. Este programa es recomendable para personas vegetarianas o con una gran conciencia alimenticia, y debe incluir uno o dos días previos y posteriores en los que se lleva una dieta ligera, libre de carnes, azúcares, lácteos, alimentos procesados y harinas refinadas. Ayuno Se trata de un proceso de un día o una semana en el que se ingiere agua caliente sola o con limón, anís o jengibre cada hora con el fin de renovar completamente el sistema inmunológico. Esta puede ser una opción para aquellos que ya tienen hábitos alimenticios saludables y probablemente han removido de su dieta alimentos como carnes, grasas, lácteos y harinas blancas. Colonterapia y limpieza hepática La colonterapia es un procedimiento terapéutico que, mediante un equipo especializado, envía corrientes alternadas de agua fría y caliente desde el recto hasta la pelvis, recorriendo el intestino en su totalidad. Esta práctica es deseable durante cualquier programa de limpieza, pues remueve material tóxico acumulado durante años y renueva la flora intestinal. Durante el proceso, los músculos del colon se ejercitan y su tono y motilidad se
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reactiva, lo que regula el metabolismo y corrige el estreñimiento. Por otro lado, ayuda a nivelar el colesterol, los triglicéridos, la glicemia y el ácido úrico, y descarga órganos como el hígado, los riñones y los pulmones. Además, sus beneficios trascienden el plano corporal: para la medicina alternativa, el colon es el lugar físico donde almacenamos las emociones y la memoria celular más antigua. Por esa razón, cuando desintoxicamos el intestino grueso estamos limpiando también la mente y el corazón. Es recomendable también acompañar la colonterapia de una limpieza hepática. El hígado es el segundo órgano más grande después de la piel y actúa como filtro neutralizador de toxinas. Cuando está funcionando de manera óptima, experimentamos una sensación de bienestar y equilibrio hormonal; además, con el hígado funcionando bien obtenemos buen descanso y una piel limpia y radiante. La limpieza puede hacerse con sales de Epson, aceite de oliva y jugo de toronja, según indique nuestro médico. En conclusión Una dieta de desintoxicación no tiene por qué ser aburrida, extrema o imposible de llevar a cabo. Su única propuesta es devolvernos a lo básico: a cuidar de nuestro cuerpo y a trabajar con él para garantizar una salud mental, física y emocional óptima y sostenible a largo plazo. Si la salud no es un estado sino una condición de continua renovación y siembra, un detox puede ser una oportunidad para limpiar el terreno y prepararlo para que puedan nacer cosas nuevas.¶
Beneficios
de una desitoxicación 1 Fortalece nuestro sistema inmune
Las toxinas comprometen nuestras defensas y nos vuelven vulnerables a todo tipo de enfermedades. Una desintoxicación alcaliniza el cuerpo y asiste, así, a nuestro sistema inmunológico.
4 Mejora la calidad de la piel
Los signos más claros de toxicidad se reflejan en las aflicciones cutáneas. Los brotes de acné y la piel opaca o demasiado roja indican que es tiempo de hacer una limpieza. 5 Aumenta la energía y brinda un sentido
2 Ayuda a bajar de peso
Las células de grasa almacenan toxinas y, por ello, para bajar de peso no solo es necesario eliminar el exceso de grasa, sino también liberar los residuos tóxicos que la acompañan. Por eso, para quienes se preguntan por qué se les dificulta bajar de peso a pesar de llevar una dieta saludable y hacer ejercicio regularmente, un detox puede ser la respuesta. Este proceso desencapsula las toxinas de las células de grasa, mejora el metabolismo e impulsa la capacidad del cuerpo para bajar de peso de forma natural. 3 Evita el envejecimiento prematuro
La mala alimentación y la continua exposición a elementos nocivos del medio ambiente llevan a la acumulación de los principales responsables del envejecimiento prematuro: los metales pesados (plomo, mercurio) y los radicales libres (moléculas reactivas que afectan el ADN y la reproducción de las células). Durante una desintoxicación estos son removidos de la superficie del intestino, lo que permite una mejor absorción de nutrientes, antioxidantes y vitaminas.
general de bienestar Al dejar de ingerir toxinas y comidas irritantes, la carga de trabajo de nuestro cuerpo disminuye y toda la energía que dejamos de usar en descomponer esas sustancias se pone al servicio de nuestra mente y de la regeneración de los órganos. Como resultado, nos sentimos más vitales, ligeros y radiantes. 6 Genera conciencia sobre la alimentación
La dieta estándar de una persona que vive en la ciudad y trabaja incluye productos congelados, enlatados, empaquetados y preservados. Una desintoxicación remueve estos “alimentos muertos” y los reemplaza por comidas naturales y orgánicas, que nos ayudan a reconectarnos con la tierra. 7 Combate el estrés
Al eliminar toxinas, eliminamos también síntomas secundarios de la toxicidad como la ansiedad, la irritabilidad, la impulsividad y el cansancio. Esto resulta en una cierta distensión emocional.
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CA RTA A BI ER TA Puericultura
Las cinco preguntas más comunes de los padres
alrededor de los videojuegos Texto: Álvaro Franco Zuluaga* · Ilustración: Randy Mora
Los juegos de video no son malos. Ni buenos. Simplemente, hay buenos y malos usuarios de ellos. La máxima antigua también aplica en este caso: todo con moderación.
No conviene condenar los videojuegos de entrada: son una alternativa de entretenimiento en casa, desarrollan habilidades motoras, enseñan y son un vehículo para compartir en familia. Durante mi práctica con niños y adolescentes —y con sus padres— he identificado las inquietudes más frecuentes alrededor de este tema, que comparto con los lectores. ¿Son buenos o malos los videojuegos? En los videojuegos, como en la mayor parte de aspectos de la vida, no hay nada completamente bueno ni completamente malo: hay elementos positivos y otros negativos.
Dentro de los aspectos positivos podemos mencionar el hecho de que mejoran la coordinación oculomotora, es decir, entre el ojo y los dedos, la cual será esencial para los chicos en su vida diaria cada vez que estén frente a un ambiente virtual: computador, tabletas, teléfonos y demás pantallas táctiles. Algunos juegos lo capacitan en el uso de simuladores de vuelo en caso de que quiera ser piloto, o corredor de autos como lo fue Juan Pablo Montoya, quien siempre comentó que practicaba con videojuegos. Si su plan es ser cirujano, la coordinación oculomotora debe ser óptima, y la desarrollará con amplitud frente a la consola de videojuegos.
*Médico, psiquiatra infantil y de adolescentes. PhD en Bioética.
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También les permite mejorar su pensamiento estratégico, lo que será muy útil para los jóvenes que estudien administración de empresas, o sigan la carrera de estudios políticos o relaciones internacionales, o si se deciden por la carrera militar. Incluso muchos niños aumentan sus conocimientos, cultura y bases de otros idiomas, en especial cuando interactúan en red con chicos de otros países, lo cual les da una visión más amplia del mundo. Los juegos de video favorecen la imaginación y creatividad, proporcionan temas de conversación y debate no solo con sus amigos sino incluso también con los padres. Los videojuegos reducen tensiones (el niño se puede desconectar por momentos de sus problemas cotidianos) y, por supuesto, ¡entretienen! Sobre los aspectos negativos hay varios que afectan la salud física: favorecen la tendencia al sobrepeso por el sedentarismo que generan (algunos viodeojuegos, otros lo contrario y hasta permiten practicar deportes de manera virtual y motivan a hacer ejercicio frente a la pantalla). En cuanto a los aspectos psicosociales negativos, algunos menores pueden desarrollar dificultades para diferenciar la fantasía de la realidad. En consulta los padres se quejan de que sus hijos leen menos libros o sacan malas notas en el colegio por estar “jugando todo el tiempo”. Incluso, se habla y se observa que los niños que juegan repiten conductas violentas, o mantienen arquetipos y prejuicios. Pero aquí debemos preguntarnos: ¿esto depende de quién? ¿Debe el niño autorregularse o el adulto poner límites? ¿Qué se puede hacer para controlar su uso? Lo más importante es prestar atención a lo que juegan los niños. Todos los videojuegos tienen una clasificación por edades que sirve de guía a los padres. Es responsabilidad de ellos, y no del niño, escoger juegos que se adecuen a los deseos de los padres y a los gustos del menor. No podemos imponer patrones recreativos o estéticos antiguos a los niños de hoy. En segundo término, hay que ofrecerles alternativas diferentes de recreación a los niños: salir con ellos a parques, realizar actividades deportivas y culturales en familia, etc. En cuanto a los límites de tiempo para jugar, es importante que sean apropiados para el nivel de desarrollo del niño. Es decir, se espera que en los menores de 5 años no jueguen más de dos horas al día; a medida que incrementa la edad se les puede permitir más horas de uso siempre y cuando el aparato esté apagado durante las horas de comida y de estudio. Controlar los hábitos de uso permite que el niño se autorregule cuando llegue la preadolescencia. ¿El niño puede volverse adicto a los videojuegos? Claro que sí. En la actualidad es considerada una adicción más, pues comparte síntomas con el alcoholismo y la drogadicción, como la tolerancia y la dependencia. Son signos de alerta cuan-
do el niño usa el aparato de manera continua por mucho tiempo, cuando evade los espacios de comunicación con la familia por estar jugando, cuando se pone de mal genio o incluso agresivo si se le pide que pare de jugar, o cuando se observe un aumento de peso, problemas en el sueño o en el apetito. ¿Los videojuegos generan violencia? Solo los de contenido violento. Son muchos los videojuegos que se asocian al uso de armas, incluso que convierten a los niños en perpetradores activos, en gran parte porque matar es un juego en el que no se asocia la violencia con el dolor ni con el sufrimiento, no hay remordimiento ni castigo asociados sino todo lo contrario: la lógica del juego es que mientras el jugador más enemigos mate, más puntos y premios obtiene. Sin embargo, no es posible encasillar las respuestas de los niños que usan juegos violentos. Algunos de ellos se vuelven “inmunes” a la violencia y pueden repetirla con sus hermanos menores o con compañeros del colegio en actitudes de matoneo; en el otro extremo están los niños que quedan con temores de ser víctimas de la violencia, y en los que en general se encuentran síntomas como pesadillas, ansiedad, temor al abandono o a la muerte de un ser querido. Lo que sí parece estar claro es que niños que viven en familias violentas, que observan actos de violencia intrafamiliar o son victimas de maltratos o abuso, son más agresivos e impulsivos con el uso repetido de videojuegos violentos.
Es necesario establecer estrategias alternativas para el uso del tiempo libre, y planear actividades para el hijo o los hijos en compañía de los padres. No es solo apagando las consolas que aprenden los niños a hacer buen uso de esta tecnología: también hay que poner a su alcance otras alternativas.
¿Qué hacer cuando se presentan síntomas que muestran adicción, ansiedad o agresividad? Hablar con el hijo, explicarle las consecuencias en la vida real (familiar, social, académica, etc.) de estar abusando de los videojuegos. También es preciso evitar que los niños jueguen con programas de alto contenido violento. Es necesario establecer estrategias alternativas para el uso del tiempo libre, y planear actividades para el hijo o los hijos en compañía de los padres. No es solo apagando las consolas que aprenden los niños a hacer buen uso de esta tecnología: también hay que poner a su alcance otras alternativas. Hay que recordar que los videojuegos no son ni buenos ni malos: es el uso que les damos lo que los puede convertir en una fuente de recreación o una fuente de problemas. ¶
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CARTA ABI ER TA Felicidad
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Desvaríos sobre la
felicidad Por: Óscar Domínguez G.* · Ilustraciones: Elizabeth Builes
Nadie sabe muy bien qué es la felicidad ni dónde está, pero todos estamos afanados buscándola. El autor revisa con ánimo divertido algunas definiciones y alcances de ese sueño compartido.
Aristóteles (384-322 a.C) lo dijo: “La felicidad es el significado y el propósito de la vida, el fin de la existencia humana”. Solo en los años sesenta el reino de Bután decidió que era más importante medir el índice de la felicidad que el Producto Interno Bruto, PIB. La ONU, haciéndose eco de los butaneses, declaró el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad. La voz felicidad, al lado de otras como amor y amistad es, tal vez, una de las más trajinadas del idioma. Sin falta, en algún momento del día la utilizamos u oímos hablar de ella. Nos interesa, así sea para envidiar a quien dice haberla alcanzado. De un tiempo para acá, los colombianos nos acostamos aliviados y nos levantamos con alguna encuesta que nos proclama entre los más felices de la aldea global. La siguiente encuesta en la que no clasificamos llega tan pronto que no alcanzamos a disfrutar de la felicidad por decreto que nos habían deparado. Diríase que somos felices a nuestras espaldas. En una de tales encuestas o investigaciones —el nombre es lo de menos— fuimos segundos, después de una remota isla del Pacífico de la que apenas teníamos noticia: Vanautú. Solo en este caso el segundo no es el primero de los derrotados, como sucede en el deporte.
*Periodista, fue director de Colprensa y corresponsal de Radio Francia y DW. Tiene una columna semanal en El Colombiano y otra en El Tiempo.
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En otra investigación publicada en 2007 subimos al podio: fuimos terceros, detrás de la permisiva Holanda, el país que le puso oficio al viento con los nostálgicos molinos, y de la festiva Puerto Rico. En una más, realizada por la Universidad de Leicester, Inglaterra, Colombia ocupó el remotísimo puesto 34. Dicho estudio concluyó, adicionalmente, que la felicidad está relacionada con la salud, la riqueza y la educación. Hay investigaciones para todos los gustos. La del centro Pew, de Estados Unidos, dictaminó que son más felices los casados que los solteros, los ricos más que los pobres, los blancos más que los negros, los que tienen mascotas más que aquellos que no. Científicos hay, que estiman que las personas felices se caracterizan porque se tienen confianza, se aceptan como son, son optimistas y se relacionan bien con su prójimo. ¿Cómo alcanzar la felicidad? Debe haber tantas fórmulas como especialistas. Uno de ellos, Andrés Ramírez Ordóñez, profesor de la cátedra “El negocio de la felicidad”, tiene una receta sencilla. Es tan simple que provoca ir “a por ella”, como dicen los españoles: desayunar bien, hacer ejercicio, tener una buena postura y calzar zapatos cómodos. Conviene adicionar lo anterior con “la parte del comportamiento”, en la semántica de Ramírez. Entonces conviene ser agradecidos, positivos, saludar y ser amables, tener principios, sueños, metas y darle buen trato al prójimo. ¿Y dónde está el negocio de la felicidad? Fácil: “Ser felices”, explica Ramírez, “contribuye a construir familias, sociedades y a tener países más felices y, por ende, más armónicos”.
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La Universidad de Chicago reveló que “la felicidad en el trabajo no está atada al salario y al estatus social que este proporciona a las personas, sino a la satisfacción de tener contacto y poder ayudar”. La circunspecta BBC, de Londres, les preguntó a sus lectores durante la última campaña política si votarían por un candidato que proclama, como en Bután, que la felicidad es tan importante como el crecimiento del Producto Interno Bruto (¿por qué le dirán bruto al pobre producto interno, si no ha hecho nada malo?). La información de la BBC aclaraba que en el Reino Unido, los principales partidos, el Laborista y el Conservador, han puesto la felicidad en el centro de su programa político. Como en Colombia “todo nos llega tarde”, hasta la felicidad, de esta propuesta poco se habla en la plaza pública durante las campañas electorales. Los gringos, la cosita que en todo está, tienen el derecho a la búsqueda de la felicidad incorporado en su Declaración de Independencia. Prácticamente todas las investigaciones al respecto señalan que hacen más felices a las personas profesiones con componente social. Esos oficios son, en ese orden, los de clérigo, bombero, fisioterapeuta, escritor, profesor de educación especial, profesores en general, artistas, sicólogos, sociólogos, asesores comerciales de servicios financieros e ingenieros civiles. (¿Y el periodismo? Bien, gracias, ¿y usted?). La Universidad de Columbia concluyó en una investigación que a mayor felicidad, menos probabilidades hay de padecer problemas cardíacos. O sea que podríamos morir de puro aliviados, pero felices. En la elitista Universidad de Harvard se imparten cursos para alcanzar la felicidad. El meollo de la receta está en privilegiar lo positivo sobre lo negativo. Perogrullo no lo habría dicho mejor. *** “La felicidad, ja, ja, ja, ja, me la dio tu amor, jo, jo, jo” cantaba un poco irónico, escéptico, Palito Ortega en los años sesenta. El “impío” Voltarie, como le decían en los púlpitos, con exceso de pragmatismo dijo: “Decidí ser feliz porque es bueno para la salud”. Alguien bromeó por Twitter, el esperanto de la síntesis: “Soy tan feliz que creo que me va a dar cáncer”. Séneca, el Joven, también lo dijo en pocas palabras: “Felicidad es no necesitar la alegría”. Serrat, setentón, filósofo de lo cotidiano, supo desde siempre dónde está la felicidad: “Las pequeñas cosas son las que nos acaban haciendo feliz el día… Este sol, disfrutar lo que la vida puede llegar a ofrecerte. La gran cuestión es ser agradecido”. No se quedó atrás el Nobel García Márquez, y en su Manual para ser niño, que espera su aplicación, lo dejó claro: “Creo, con una sinceridad absoluta, que hacer siempre lo que a uno le gusta, y solo eso, es la fórmula magistral para una vida larga y feliz”.
Dos aportes de la cosecha de Borges (peor para el Nobel de Literatura que no se ganó un Borges): “Todo ser humano tiene la obligación de ser feliz, aunque sea, por orgullo”, y “Leer y escribir son formas accesibles de la felicidad”. Lo dice quien cometió, según él, el peor de los crímenes: no fue feliz. ¿Cómo no recordar siempre la fórmula de don Alberto Einstein? A (felicidad) = X + Y + Z, en la que X es trabajar, Y es jugar y Z callarse la boca. (Gandhi callaba los lunes. Así podía trabajar sin la interferencia de oportunistas, que abundan en todos lados: aquí en Colombia los llamamos lagartos). La empresaria Marujita Iragorri, ese postre de natas payanés, fue contundente una vez que se lo pregunté: “Cada uno tiene la obligación de ser feliz”. Y una colega suya, Greta Garbo, la sueca divina, practicaba este mandamiento que olvidó Moisés: “Para ser felices hay que tener buena salud y mala memoria”. Mi receta es menos sofisticada: para ser felices basta con olvidar. En la célebre película, “8 ½”, de Fellini, el protagonista, interpretado por el inmortal Marcelo Mastroiani, pontifica: “La felicidad consiste en decir la verdad sin ofender a nadie”. El novelista italiano Humberto Eco, no se fue por las ramas en alguna de sus columnas de prensa: “Quien es feliz todo el tiempo es un cretino”. La siguiente parece una paradoja de Oscar Wilde. Ignoro si es suya, en todo caso la pesqué en una vieja revista de peluquería: “Si algo aburre a un hombre es una mujer feliz”. No le pondría papel carbón a esa descomedida metáfora. “Si tan solo dejáramos de tratar de ser felices, podríamos pasarla muy bien”. Edith Walton, terapista norteamericana. A los santos no les incomoda la felicidad: “Dame, Señor, sentido del humor. Dame la gracia para comprender una broma, para lograr un poco de felicidad en esta vida y saber regalarla a los demás. Así sea” (gracias, Tomás Moro, por la oración recibida). “La plata no da la felicidad, pero ayuda”, dijo uno de los Beatles cuando eran cuatro y “más famosos que Jesucristo”, según la feliz blasfemia de uno de ellos. El padre Gonzalo Gallo en sus breves y certeras píldoras suele regalarnos enseñanzas como esta: “Lo que nos hace felices tiene que ver con experiencias humanas gratificantes, no con lo material”. Don Otilio Gutiérrez, 92 años, campesino del norte de Antioquia, viudo tres veces, o sea, tres veces soltero cero kilómetros, me garantizó que la felicidad matrimonial consiste en que ellas siempre digan sí. “El primer deber del hombre es ser feliz, y el segundo, hacer felices a los demás”, pontificó Cantinflas. Don Mario Moreno nos hizo felices a muchos con sus películas bellas, profundas e ingenuas como las hortensias. Ojo que la felicidad nos está respirando siempre en la nuca. Una exiliada afgana, cuando llegó a Estocolmo después de una larga travesía con visos de pesadilla, reveló qué clase de felicidad buscaba: “Todo lo que quería era volver a abrir y cerrar una puerta”. Y un colombiano de la diáspora dijo por la radio, cuando le preguntaron por qué se fue del país: “No sabía que era feliz”. ¶
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Hijos del corazón Texto y fotografías: María Gabriela Méndez* El número de adopciones en Colombia viene en descenso desde 2011, mientras crece el número de niños con los derechos vulnerados y hay cada vez más parejas en lista de espera. ¿Por qué es tan complicado el proceso de adopción en el país?
Un día, en el colegio, Vivianne se levantó de su pupitre y dijo a viva voz que era adoptada. Lo dijo divertida, espontánea, natural, como había sido para ella siempre. Cuando su mamá fue a recogerla por la tarde, varias compañeritas de Vivianne, que estaba en primero de primaria, se acercaron para averiguar: —¿Es verdad que Vivianne es adoptada? Reyna Tesone, la mamá, decía sin problema: —Si, Vivianne es adoptada. La última niña en acercarse preguntó lo mismo, pero fue la única que se quedó pensativa. Al cabo de unos segundos, volvió a preguntar: —¿Adoptada? ¿Y eso qué es? Como esa niña, mucha gente no sabe en realidad qué es la adopción, o conocen superficialmente de qué se trata. Por eso, ven de reojo esa alternativa para miles de niños con sus derechos amenazados o vulnerados, que podrían tener una vida mejor al encontrar una familia. Reyna Tesone ha padecido esos prejuicios desde el día en que se le cruzó la idea de adoptar, hace 31 años: —Mi esposo y yo habíamos intentado tener una familia y no pudimos. En esa época yo estaba viendo una telenovela que trataba sobre una pareja en trámites para adoptar. Un día lo comenté en una sesión de psicología que tenía con mi esposo: no sé cuál de los dos me miró peor. Yo no volví a tocar el tema. Un año después, mi esposo me dijo que quería adoptar. Reuní a la familia y les dije que íbamos a hacerlo, para que no hubiera rechazo. Ahí empezó esta historia Elizabeth Cortina y su esposo, John Jairo Naranjo, intentaron muchas veces tener hijos. Tras el sufrimiento y la frustración por no lograr embarazarse, Elizabeth pensó en la adopción. Aunque su esposo no estaba convencido, la acompañó a un taller
* Periodista venezolana residente en Colombia. Frecuente colaboradora de Bienestar Sanitas.
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en la Fundación CRAN (Centro para el Reintegro y Atención del Niño). Dos años y medio después, con su hijo Samuel correteando por la casa, Naranjo reconoce que, como a muchos, a él lo frenaba el miedo: —Hay mucha desinformación y estigmatización. No estamos educados para la adopción, no somos conscientes de cuál es el significado. Dentro de todo el proceso, valoro mucho ese taller inicial porque nos sirvió para despejar dudas. Adoptar es lo mejor que me ha pasado —dice con una sonrisa—. Veo parejas que no pueden tener hijos y no toman la decisión de adoptar porque conservan muchos prejuicios. Yo les digo que empiecen el proceso, aunque no estén decididos. Su esposa interviene: —Si alguien me hubiera explicado, como lo hicieron en CRAN, en qué consistía la adopción, lo hubiera hecho mucho antes. Los padres adoptantes dudan si su hijo los va a amar y si ellos van a poder amarlo a él; temen que alguien se los quite aunque ellos tengan la patria potestad; tiemblan de solo pensar que el hijo quiera conocer a su familia biológica y las consecuencias que eso pueda traer; les asusta la posibilidad de que sus hijos sean discriminados. También hay mucha incertidumbre y preocupación. ¿Estará sano? ¿Será un bebé llorón o tranquilo? ¿Será rebelde en la adolescencia? Frente a esas típicas preguntas, Diana Dueñas, trabajadora social de la Fundación Casa de la Madre y el Niño, una institución con más de 70 años, responde: —Un bebé en adopción y un bebé biológico plantean el mismo misterio. 74
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Lo primero que hay que entender es que el proceso de adopción consiste en encontrar la familia idónea para un niño, y no lo contrario. Parece una sutil diferencia, pero no lo es. Porque lo que prevalece son los derechos del niño, que son los que están vulnerados, no los del adulto. Diana Dueñas es tajante: —Las familias no escogen a los niños. Es el comité de adopciones, en nombre del niño, el que escoge a la familia idónea social, psicológica, moral y económicamente. Nunca ponemos a un niño en una familia por el bienestar de la familia, es al revés. Por esa razón, los niños no se eligen ni por sexo ni por señas particulares. “El que quiere elegir a un niño con tales o cuales características, que compre una mascota”, acota Gonzalo Gutiérrez, director de CRAN, una de las seis instituciones autorizadas por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para adelantar procesos de adopción. Otra idea equivocada es pensar que la adopción es una obra de caridad, cuando en realidad es un acto de verdadero amor y compromiso para toda la vida. La mayoría de las parejas que empieza un proceso de adopción lo hace por problemas de fertilidad, y da el paso guiada por el deseo de tener una familia, no por compasión hacia estos niños. Atada a esta creencia hay otra, también errada: que los padres adoptivos “compran” un bebé. Reyna Tesone dejó de contar las veces que le preguntaron “¿Cuánto pagó por la bebé?”. Todavía la altera pensar en tal desconocimiento. La ley establece que ni el ICBF ni las instituciones autorizadas podrán cobrar directa o indirectamente retribución alguna por la entrega de un niño. Lo que sí deben pagar son los gastos que generen los trámites.
Lo primero que hay que entender es que el proceso de adopción consiste en encontrar la familia idónea para un niño, y no lo contrario. Parece una sutil diferencia, pero no lo es. Porque lo que prevalece son los derechos del niño, que son los que están vulnerados.
Laberinto administrativo Reyna Tesone y su esposo esperaron, curiosamente, nueve meses para conocer a Vivianne: un día los llamaron de FANA (Fundación para la Asistencia de la Niñez Abandonada) y les pidieron que fueran hasta la sede de la institución. Después de más de una hora en suspenso, entraron a una habitación y les pusieron a una niña en los brazos. —Fue muy emocionante. No tuve dolores de parto, pero el apego fue inmediato, eso no tiene explicación con palabras. Tuve una conexión que no sé explicar, lo sientes como tuyo, como si fuera biológico desde el primer momento. Desafortunadamente, no todas las parejas tienen la suerte de esperar pocos meses. En promedio, el tiempo de espera para una familia colombiana puede ser de mínimo un año y máximo tres. El tiempo varía dependiendo de la edad del niño que desean: los bebés y niños menores de tres años son los más solicitados. Una familia extranjera que quiera adoptar niños entre cero y seis años de edad debe esperar, según el ICBF, hasta siete años. Pero si la familia está dispuesta a adoptar grupos de hermanos, niños mayores de ocho años, o niños con algún problema médico, es decir, de difícil adoptabilidad (suman más de siete mil en todo el país), la adopción es casi inmediata. Por decreto, las familias colombianas tienen preferencia frente a las extranjeras. Todos los niños, niñas y adolescentes que tienen sus derechos amenazados deben pasar, sin excepción, por un Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos que lleva adelante el ICBF, y que culmina con el reintegro del niño a su familia biológica o con su adopción por una familia adoptante. Mientras tanto, están al cuidado de hogares sustitutos o institucionales. A las familias biológicas regresa entre el 80 y el 90% de los niños que entran al Proceso. Solo del 10 a 20% pasa a ser declarado como adoptable. Aunque el artículo 100 del Código de la Infancia y la Adolescencia establece que el Proceso de Restablecimiento de Derechos debe resolverse dentro de los cuatro meses siguientes a la fecha de la presentación de la solicitud, y que, excepcionalmente, se podrá ampliar hasta por dos meses más, lo cierto es que en promedio, un niño puede estar quince meses en una casa de adopción. Hay quienes están menos tiempo y hay quienes están cuatro o cinco años. Lo ideal es que el menor no pase más de un año en una institución. Helena Martínez, directora de FANA, explica: Bienestar Sanitas
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—El niño debería estar con una familia definitiva lo más rápido posible. Cuando un niño que tiene los derechos vulnerados llega a un hogar sustituto o institucional comienza a crecer, sus potenciales se abren, sus ojos brillan. Pero después de un tiempo empieza a decaer, porque necesita tener una familia que sea suya para siempre, no un hogar de paso. Desde la Subdirección de Adopciones del ICBF, autoridad central en esta materia, se define la situación actual como “preocupante”, pues el proceso para la declaratoria de adoptabilidad
se extendió debido, sobre todo, a la Sentencia T-844 de 2011, de la Corte Constitucional, que establece que para declarar la adoptabilidad de un niño, el ICBF debe tratar de localizar a su familia hasta el sexto grado de consanguinidad, para ver si alguno de sus parientes quiere adoptarlo. La consecuencia inmediata es la imposibilidad de cumplir con los tiempos de espera estipulados en la ley, y la permanencia indefinida de niños que crecen en medio de la incertidumbre legal y las carencias afectivas. —Yo lo veo como algo natural —dice Tesone—. Si yo quiero un hijo y otro no lo quiere, ¿por qué no adoptarlo? Aunque la ecuación parece simple, no lo es porque la adopción es un proceso complejo: de un lado hay 3.534 familias (3.181 extranjeras y 353 colombianas) en espera para adoptar un niño; del otro, hay alrededor de 10.000 niños que tienen declaratoria de adoptabilidad. El número de familias en listas de espera crece, mientras que la cantidad de adopciones viene en descenso. Y no porque haya menos niños con sus derechos vulnerados, sino por retrasos en el sistema. En 2011, en Colombia, se adoptaron 2.713 niños; el año siguiente la cifra bajó a 1.465. En 2013 siguió cayendo: solo se dieron en adopción 1.125 niños; hasta agosto de este año se habían concretado 735 adopciones. Desde mayo de 2013 no se reciben nuevas solicitudes de familias extranjeras, con la idea de no crearles falsas expectativas. El sistema de adopción es lento porque comprende un engranaje donde intervienen muchos actores: el ICBF, la Procuraduría con sus delegados para la infancia y la adolescencia, los jueces de familia, los tribunales. Según explica Gutiérrez, hay muchos de estos funcionarios a quienes no les gusta la adopción como forma legítima de darle a un niño unos padres reales: —Tienen muchos prejuicios en torno a la adopción y a veces prefieren reinsertar al niño con su familia biológica, aunque ésta lo maltrate. El ICBF tiene 1.300 defensores de familia y, en mi opinión, no más de 50 ven la adopción como algo legítimo. Son pocos los que asumen que los derechos del niño están por encima de todo, y aplican la ley. El problema no es de la ley; la ley está bien, pero no se puede quedar solo en enunciados, debe cumplirse. La Encuesta Nacional de Demografía y Salud más reciente de Profamilia (2010) reveló que 52% de los niños nacidos en Colombia no son deseados o planificados. ¿Cuántos de esos niños serán abandonados o maltratados en el futuro? Es algo que no se puede saber. La única certeza es que la cifra crece. Cada año pasan por el proceso de restablecimiento de derechos unos 80 mil niños, niñas y adolescentes. El Estado tiene un compromiso pendiente en esta materia: agilizar los procesos y garantizarle a estos niños una familia en un tiempo breve. La sociedad tiene también una tarea: dejar de mirar la adopción con prejuicios. Padres biológicos y padres reales Para Elizabeth y John Jairo no fue fácil tomar la decisión de adoptar: hacerlo significaba ponerle punto final a los intentos
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de tener un bebé, aceptar definitivamente que esa no sería la vía para ser padres. Se puede formar una familia a través de un camino diferente. Con la idea en su cabeza, Elizabeth se lo comentó a su madre y ella le dijo: “Ser mamá no es parir sino criar. Hay muchas formas de ser mamá”. Al tener eso claro, dejó de importarle cómo iba a llegar su hijo: —Me hice esta pregunta: ¿Qué quieres realmente, estar embarazada o tener un bebé? Y la respuesta fue: tener un bebé. La pareja recibió del CRAN una fotografía de su hijo un mes antes de la entrega. Desde ese primer “encuentro” ambos empezaron a amar a Samuel: —Entendí que no tienes que conocer a alguien para amarlo. ¡El amor que se siente es algo inexplicable, porque lo has esperado tanto! Tenía que pasar por esto para encontrar a Samuel. Menos mal que no quedé embarazada, porque no nos hubiéramos conocido. Él es mi hijo y no otro —dice emocionada Elizabeth. Gonzalo Gutiérrez cita al psiquiatra colombiano Juan Rafael Padilla:
—“Hay padres biológicos y padres reales. A veces, coinciden los dos”. La familia real es aquella con la que el niño se vincula, con la que interactúa, que lo cuida y lo protege. Por eso —dice—, la adopción no es para todo el mundo. Adoptar es una decisión de por vida. Por su parte, Reyna Tesone afirma: —Hay que estar muy seguro de esa decisión. Es una responsabilidad mayor de la que implica tener un hijo biológico. Porque este niño ya ha pasado por el trauma del abandono y es muy importante darle mucho amor, que se sienta feliz. Para Elizabeth y John Jairo ha sido tan maravillosa la experiencia de la paternidad que han querido repetirla: en enero de 2014 empezaron un nuevo proceso de adopción porque quieren darle a Samuel la felicidad de un hermano o hermana. Esta segunda vez la espera volverá a sentirse infinita, no importa cuánto tarde el proceso. Pero Elizabeth sabe cómo ganarle el juego a la ansiedad: —Uno tiende a desesperarse como padre adoptante. Pero después de que lo tienes contigo y ves lo perfecto que es, piensas: ya sé por qué se demoraron tanto.¶
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CARTA CARTA ABI ABIER ERTA TA Terapiasde pareja Terapia
Cuándo, por qué y para qué
acudir a terapia de pareja Texto: Eduardo Carvallo* · Fotoilustración: Rey Naranjo
El de pareja es uno de los vínculos más complejos y complicados que podemos tener los seres humanos. Ser pareja implica un compromiso —por lo menos a mediano plazo— de construir a cuatro manos un proyecto de vida; por lo general implica exclusividad sexual, y exige una convivencia que, inevitablemente, genera algún tipo de fricción. Por más que no lo queramos, tarde o temprano nos enfrentaremos a un primer desencuentro. Hay muchos factores que coinciden para que se active ese estado que llamamos enamoramiento: la atracción física, el reconocimiento consciente de las características que tiene la otra persona y que se acercan a un modelo de pareja que nos hemos imaginado. Pero también se requiere el reconocimiento inconsciente de aspectos que tienen que ver con ideales o patrones personales, familiares o culturales, presentes en el inconsciente y que nos atraen de esa persona. Una vez que nos enamoramos, por un tiempo todo lo que nos interesa girará alrededor de un posible encuentro con el otro. Muchos autores han escrito sobre cómo se va desarrollan-
do el vínculo en el tiempo. La mayoría coincide en que la experiencia emocional va cambiando. De esa intensa primera etapa de enamoramiento vamos moviéndonos a experiencias más tranquilas pero no por ello por ello menos ricas. Un día, después de semanas de estar sumergidos en un estado de absoluta entrega al encuentro con la otra persona, tendemos a retomar nuestra cotidianidad tal como la conocemos. Muchas personas perciben este momento de “desaceleramiento” natural como una señal de que algo no está funcionando o de que se dio un cambio que pone en peligro la relación. Es quizás el momento donde la construcción de la mayoría de las relaciones se detiene. Si nos damos la oportunidad de seguir adelante, los aspectos idealizados van quedando atrás y podremos acercarnos a su aspecto más real. Para muchos, es a partir de este momento que comienza la posibilidad real de comenzar a construir el vínculo como pareja. Para los griegos, los fundadores de nuestra cultura occidental, existían tres tipos de amor: el amor erótico, el amor
* Médico psiquiatra, analista junguiano y psicoterapeuta. Contacto: eduardocarvallo@gmail.com 78
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filial y el amor compasivo. El primero, Eros, está relacionado con la pasión y la sexualidad; es el más conectado con nuestros instintos, desde los cuales buscamos al otro. El segundo, Philia, tiene que ver con los encuentros enmarcados en la admiración, en los que se comparten valores e intereses. El tercer tipo, Ágape, es el amor incondicional relacionado con la ternura y el deseo desinteresado del bienestar del otro. La pareja es el único vínculo humano donde se presentan los tres tipos de amor y donde todos exigen un espacio y atención, aunque ésta cambie dependiendo del momento de vida en que se encuentre la pareja. Por lo general, mientras más joven sean los dos, el tipo de amor que prevalecerá será el erótico. Pero a medida que pasa el tiempo el entorno va cambiando y los otros tipos de amor comienzan a tener más relevancia. Así, al final de la vida pudiésemos decir que el amor que predomina, por lo general, es el amor compasivo, Ágape. A pesar de que alguno pueda prevalecer sobre otros, todos exigen atención y cuidado. Es por ello que aunque el amor erótico puede perder protagonismo al nacer los hijos —dando paso al amor filial—, en alguna medida estará exigiendo ser atendido a lo largo de toda nuestra vida, y de no ser tomado en cuenta puede generar malestar en la pareja. Cada momento de vida tiene exigencias diferentes, exigencias que pueden quitarle espacio a la pareja, que comienza a sentirse asfixiada o abandonada. Si no estamos conscientes de esto el vínculo comienza a sufrir, a debilitarse, e incluso puede terminar rompiéndose. Muchas parejas acuden al especialista cuando ya el vínculo se rompió y no hay nada que pueda hacerse para recuperarlo. Es por ello que no hay desencuentro que sea poco importante. Pudiésemos decir que en cualquier desencuentro que sucede en la pareja hay por lo menos dos niveles: uno operativo y otro psicológico. Con nivel operativo me refiero a los acuerdos básicos y necesarios en cualquier vínculo: ¿a qué hora nos reunimos para almorzar?, ¿quién se encarga de sacar al perro?, ¿dónde pongo mi ropa? Este nivel, aunque parezca intrascendente, puede ser fuente de mucho malestar; sin embargo, por lo general puede resolverse a partir de una buena comunicación y acuerdos claros. Con nivel psicológico me refiero a las dinámicas y aspectos no conscientes que están presentes y que se pueden activar en cualquier momento de la relación. Muchos de ellos están enraizados en idealizaciones, modelajes previos y preconcepciones. Por lo general, cuando estos aspectos inconscientes se activan se genera una polarización inmediata en la pareja, y cada uno se siente atacado y adopta una actitud defensiva. El desencuentro se acompaña de una sensación de “mi sistema contra tu sistema” que no permite ver otros puntos de vista sobre lo que está sucediendo. Esta situación descansa sobre ideas preconcebidas alrededor de la relación de pareja y la convivencia, que se fueron desarrollando a lo largo de nuestra vida, donde los modelos familiares tienen una gran importancia. De allí lo
difícil de renunciar a una posición centrada en nosotros mismos y que nos permita “ponernos en los zapatos del otro”. Solo cuando seamos capaces de ver a nuestra pareja tal cual es y aceptarla desde allí, es que podremos comenzar a construir un vínculo real donde cada quien está presente con sus miedos, necesidades, fantasías y sueños.
Todos buscamos lo mismo con nuestras parejas: sentirnos seguros y protegidos en brazos de alguien con quien podamos compartir nuestros sueños más profundos y construir un proyecto común que le dé más sentido a nuestra vida.
¿Cuándo deberíamos buscar ayuda? Como dijimos al comienzo, es imposible no tener momentos de desencuentro con la pareja. Sin embargo, cuando cualquiera de los dos comienza a sentirse solo, cuando la sensación de abandono o de indiferencia se va instalando en la relación, o cuando comenzamos a responsabilizar de todo nuestro malestar a la persona con la que convivimos, es importante pensar en buscar el acompañamiento de algún especialista con el que podamos analizar más objetivamente lo que nos está sucediendo, porque muchas veces, cuando estamos atrapados en alguna dinámica que nos afecta profundamente, es imposible ver con claridad o reconocer alguna salida por nuestra propia cuenta. La terapia de pareja puede tener aproximaciones diferentes, que van a depender del especialista al cual acudamos. Hay especialistas que se aproximan a una terapia de pareja atendiendo a cada persona por separado. Esta terapia se basa en el principio de que si logramos reconocer en nuestra historia lo que nos atemoriza y nos pone a la defensiva con nuestra pareja, poco a poco podremos acercarnos al otro, responsabilizándonos por la emoción que aparece y que no corresponde con lo que está sucediendo en el momento. De esta forma, podemos reconocer que el otro no es nuestro enemigo o la persona que nos quiere molestar o hacer daño, sino que una parte nuestra interpreta lo que está sucediendo como algo que nos amenaza porque potencialmente puede producirnos dolor, basado en experiencias familiares o del pasado. Hay especialistas que prefieren ver a ambos miembros de la pareja al tiempo. De esta manera pueden reconocer y reflejar las dinámicas inadecuadas que están presentes, y sugerir vías diferentes para reencontrarse y restablecer el bienestar entre ambos miembros de la pareja. En el fondo, todos buscamos lo mismo con nuestras parejas: sentirnos seguros y protegidos en brazos de alguien con quien podamos compartir nuestros sueños más profundos y construir un proyecto común que le dé más sentido a nuestra vida. ¶
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TESTIMO N I O Psoriasis
Tengo psoriasis Por: Mauricio Muñoz · Fotografía: Jorge Andrade Blanco*
El 29 de octubre es el Día Internacional de la Psoriasis, una enfermedad de la piel a primera vista inofensiva, pero que afecta terriblemente la vida de los pacientes.
Tengo clara la fecha porque marcó mi vida. El 20 de noviembre de 2010 desperté y vi que mi dedo meñique de la mano izquierda tenía la uña levantada, fea, como si tuviera un hongo. Enseguida pensé: ¿Dónde habré metido la mano? Al principio no me preocupé, porque era solo ese dedo. Pero a los dos días casi no tenía uña. Es muy incómoda la sensación de no tener uña. Los dedos se vuelven más sensibles, te lastimas a cada rato y sientes que el corazón palpita allí donde falta la uña. Esa semana fui a ver a una dermatóloga, pero ella no estaba segura del diagnóstico. Mientras tanto, me mandó unas cremas que no sirvieron para nada. Fue angustiante ver que la cosa fue pasando a otros dedos y deteriorándolos: las uñas se decoloran, se deforman, se manchan, se levantan y terminan por caerse. O tienes que sacártelas, porque se deforman de tal manera que es imposible conservarlas. Yo llegué a perder ocho uñas de las manos y seis de los pies en poco tiempo. En esa época me puse a investigar sobre la psoriasis, porque teníamos la sospecha de que ese era el diagnóstico. Leí muchísimo y supe que hay varios tipos: la mía es psoriasis ungueal. Siempre la he tenido en las uñas, pero me están monitoreando
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constantemente la piel para asegurarse de que no se presente. La verdad, yo me siento afortunado de no tenerla en la piel. La enfermedad no se contagia por contacto: puedo tocar, puedo abrazar sin riesgo para los demás. Esto es algo que está en el sistema inmunológico de la persona que lo padece. Pero la gente no sabe eso y le genera impresión cuando ve los daños que produce la enfermedad. Conmigo el rechazo era marcadísimo. Me miraban con asco. Por más que yo explicaba, nunca me entendían. Estoy seguro de que incomodé a mucha gente durante esos tres años, que fue el tiempo en el que tuve la enfermedad en el peor estado. Tres años. Trabajo en una multinacional de alimentos. Y con esas manos así, impresentables, era un problema. Me invitaban a reuniones, y antes de ir averiguaba si el sito del evento era oscuro, o si tenía muchas luces; tenía que pensar en la ubicación, dónde iba a sentarme. Me convertí en un mago para esconderme, porque no quería que me vieran las manos. Y cuando me veían, el cambio en la gente era notorio: ya nunca más me daban la mano, me evitaban. O hablaban y propagaban el rumor: “¿Le viste las uñas?”. Por eso mantuve esto en secreto. Tan secreto que esta es la primera vez que lo hago público.
Una vez, en Cartagena, pasé unos días bochornosos. La empresa organizó un evento y nos concentramos todos en un hotel. Allí hubo actividades, fiesta, encuentros. Yo amo la playa, es de las cosas que más me gustan, pero no pude disfrutarla. En un sitio así, la enfermedad se hace más evidente: no podía usar sandalias porque se veía el desastre que eran mis pies. En ese viaje tuve que disimular mucho, ocultarme; hasta que me fui a la habitación. Me encerré. Estuve triste muchos días a raíz de esa situación. Antes jugaba mucho al golf, y también me gustaba cocinar. Pero tuve que renunciar a todo eso por la enfermedad: dejé de reunirme con la gente. Evitaba las reuniones con amigos de mi esposa o míos y familiares porque no quería que supieran. A todas estas yo no sentía que tenía ayuda de ninguna persona: sentía que generaba rechazo. Tenía que limarme las uñas solo, aprender a hacerlo con la mano izquierda. Cuando me limaba, parecía un volcán: por todas partes se esparcía una cantidad impresionante de láminas de uñas. Mi esposa estaba muy contrariada, como mucha gente, sobre todo por desconocimiento. Acariciarla era complicado. Para una mujer no es lo mismo mirar las manos de un hombre y sentirse segura, protegida, que ver unas manos rotas y enfermas. Entonces intentaba mantener mis manos alejadas de ella y de todos. Las ocultaba constantemente. Empecé entonces a buscar gente que hiciera manicure, para que me ayudaran a mantener el cuidado. Pasé por tres o cuatro mujeres, algunas fueron a mi casa. Una de ellas era experta en uñas con psoriasis, y sin embargo tampoco pudo. Dijo que nunca había visto un caso así de crónico como el mío. Con el tiempo, frente a mi angustia, mi esposa se involucró; empezó a buscar en internet y fue ella la que encontró al doctor César González, que me trata desde hace nueve meses. Con él he visto muchos cambios. Él fue el que sugirió tomarme fotos para que pudiera ver el progreso. También me pidió que invitara a mi esposa para que me acompañara en la recuperación. Él quería levantarme el ánimo. Resulta que las uñas tardan entre seis y siete meses en crecer completas. Ahora, por fin, estoy viendo mi primera camada de uñas casi normales. El doctor dice que por ahí en el tercer crecimiento de las uñas podré verlas todas sin diferencia de color o de textura: parejas. “Te salvé las uñas”, me dice bromeando, “me debes la vida”. Y la verdad es que esto parece un milagro: el doctor es mi héroe. Con esta enfermedad tengo un alto riesgo de padecer artritis psoriásica. Generalmente llega a los cinco años desde la aparición de la enfermedad. A mí todavía no me ha atacado, pero presiento que va a llegar. Ya estoy sintiendo dolor en algunas articulaciones: rodillas, tobillos, muñecas. De hecho, tengo que ir a reumatología y no he ido, porque tengo el temor de que me confirmen el diagnóstico. La reumatóloga me manda un medicamento para postergar la aparición de la artritis, y el medicamento es tan fuerte que a los médicos les preocupa el impacto en los riñones. A veces lo suspendo, porque está comprobado
Mucha gente subestima esta enfermedad, pero las manos hacen parte de la comunicación, de la forma como nos comunicamos con el mundo. Uno puede expresarse solo con las manos. Y si te las quitan, te quitan una parte del habla. Todavía me cuesta no meter las manos debajo de la mesa: mi impulso siempre es esconderlas.
que trae lesiones secundarias. Además me aplico Adalulumab, una inyección contra la psoriasis, dos veces por mes. Es un medicamento biológico que trabaja en el sistema inmunitario. El otro es el Metrotexate. Ese también es muy agresivo. Algunos médicos opinan que no se debería tomar durante más de seis meses, y yo la tomé un año. Por último, ácido fólico para contrarrestar los efectos en los huesos. Contar el viacrucis para conseguir la inyección es toda una historia aparte. Es casi un trabajo de tiempo completo: te evalúan en cada oportunidad; hace falta una evaluación y una autorización de los médicos. Hasta que te la aprueban. Debo decir que mis lesiones van mucho más allá de las manos y los pies: hay lesiones sicológicas. De hecho, todo este proceso lo he hecho con nutricionistas y psicólogos. Adelgacé mucho porque no comía, por el desánimo y la tristeza. Tenía un estado anímico muy bajo. Me daban gripes que me duraban hasta seis semanas; me daban alergias. Tenía mi sistema de defensas en el suelo. Todo era una cadena de problemas. Soy paciente, pero bastantes veces perdí el control: he llorado, he gritado, he peleado de frustración por esto. A veces no sabía si salir, si quedarme en la casa. En un momento tomé mucho, porque el alcohol me daba sueño y me tranquilizaba. También me volví muy hiriente, irritable. Era una reacción por la impotencia que sentía. Mucha gente subestima esta enfermedad, pero las manos hacen parte de la comunicación, de la forma como nos relacionamos con el mundo. Uno puede expresarse solo con las manos. Y si te las quitan, te quitan una parte del habla. Todavía me cuesta no meter las manos debajo de la mesa: mi impulso siempre es esconderlas. Mis uñas y yo terminamos siendo compañeros. Podría contar la historia individual de cada una de ellas. Pero si no hubiera controlado la enfermedad, creo que habría arriesgado mis relaciones; quizá hasta mi matrimonio se habría terminado. Y todavía temo por el futuro: temo que la enfermedad vuelva y tenga que esconderme otra vez. Solo pensarlo me aterra. La relación con mi hija más pequeña, por fortuna, no sufrió durante todo este proceso. En el peor estado, ella me sobaba las manos y me consolaba. Miraba mis uñas, miraba las suyas y decía: “Oh no, yo no”. Y yo pensaba: “Sí: tú no, tú no”. ¶
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De alta Chรณcolo
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