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Historia resumida De la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salom贸n
Federico Leiva Paredes Edita OCET Reservados todos los derechos de edici贸n, publicaci贸n y difusi贸n .
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INDICE Capitulo I El origen de la Orden del Temple. Los nueve fundadores de la Orden del Temple. Expansión de la Orden del Temple. La Regla antigua de la Orden del Temple. Bernardo de Claraval. Capitulo II La iniciación de los Caballeros Templarios. Organigrama de la Orden del Temple. Breves biografías de los Maestres del Temple. Capitulo III El Temple en la Península Ibérica. Alfonso I El Batallador. Batalla de las Navas de Tolosa. Jaime I El Conquistador. Cronología de la Orden del Temple en la Corona de Aragón. Capitulo IV Herederos de la Orden del Temple. Orden de los Caballeros de Cristo. Capitulo V Proceso en España y resto de Europa. Orden de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama. Capitulo VI Mitos y leyendas. Templarios, Montesinos, Cister y Santes Creus. Carta de J.M. Larmenius. Las vírgenes negras. ¿Templarios en América? El misterio de Gisors.
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Capitulo VII Rutge Von Blume o Roger de Flor. Capitulo VIII Hugo de Bagá o Pinós. Capitulo IX El Camino Mágico de Santiago. Capitulo X Cronología completa.
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Capitulo I La Orden del Temple está emparentada íntimamente con las Cruzadas. Nace como consecuencia de la Primera Cruzada y muere poco después de que se hiciera inviable el último proyecto de ellas, (la alianza entre cristianos y mongoles nestorianos), al comenzar el siglo XIV. Las Cruzadas y el Reino Franco así como la Orden del Temple, perdurarían por tanto, casi exactamente dos siglos, desde finales del siglo XI a principios del XIV. EL ORIGEN DE LA ORDEN DEL TEMPLE “Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, a hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que ante las fuerzas espirituales del Cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto con la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno”. Corría el año del Señor 1118-1120 los cruzados occidentales gobiernan Jerusalén bajo el mandato del rey Balduino II. Es primavera y nueve caballeros, con Hugues de Payns a la cabeza, y a similitud de los ya existentes Caballeros del Santo Sepulcro, fundan una nueva orden de caballería, con el beneplácito del rey de la ciudad. Han nacido los Templarios. Sin embargo existen otras fuentes que dan por sentado que no fueron nueve sino alrededor de una treintena de caballeros hispanos y que su primer Maestre fue Hugo de Bagá o Pinós, pero ahora nos centraremos en la historia conocida. No obstante más adelante hablaremos del caballero Hugo de Pinós. El primer Maestre (que no Gran Maestre, como erróneamente se le suele llamar), Hugues de Payns nació en un noble caserío cercano a Troyes hacia el año 1.080 con una sólida educación cristiana y un hábil manejo de las armas, sintió desde muy joven la dualidad vocacional de monje y soldado. Probablemente se alistó en la Primera Cruzada antes de cumplir los
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veinte años, enrolado en las tropas del conde Hugues de Vermandois, hermano de Felipe I rey de Francia. Es durante esta cruzada de desbordante fe, cuando el joven Hugues se da cuenta que es posible unir sus dos vocaciones con la creación de una nueva orden de carácter religioso-militar, la primera de estas características, destinada al servicio en Tierra Santa. En medio de aquella vorágine de ejércitos cristianos no tardaría en encontrar a otros ocho caballeros que participasen de su ideal y concepción de la vida. LOS NUEVE FUNDADORES DE LA ORDEN DEL TEMPLE Es significativo resaltar la donación por el rey Balduino II de Jerusalén, de la mezquita de Al-Aqsa en el Monte del Templo como sede de la nueva orden, de ahí su denominación. Es necesario indicar que en la época, se identificaba dicha mezquita con el emplazamiento exacto del Templo de Salomón, hoy sabemos que era mucho mayor y la mezquita solo ocupaba el atrio del templo, y por ello no es fácilmente explicable como a una recién fundada “policía de caminos”, pues esa era la principal función de los Templarios en sus comienzos, se le fue donado tan semejante emplazamiento, donde cabrían sobradamente varios miles de caballeros, teniendo que eran solo nueve hombres más los sirvientes y escuderos que pudiesen tener. Un hecho que también contiene un cierto halo de misterio, es el hecho de que estos primeros nueve caballeros no admitiesen a nadie en la recién creada orden durante los nueve siguientes años de existencia. Algunas especulaciones relacionan esta decisión con una excavación secreta que hubiesen llevado a cabo en los sótanos del Templo, donde podrían haber buscado el Arca de la Alianza u otros objetos de suma importancia para el cristianismo, tarea de la cual únicamente tendrían conocimiento unos pocos elegidos. Así pues, parece ser que durante los primeros nueve años, los Caballeros del Temple no hacen otra cosa que defender a los peregrinos en el peligroso pasillo que iba del puerto de Jaffa a las murallas de Jerusalén. Un siglo después, el historiador Jacques de Vitry describe de esta manera extraordinaria lo que fue el origen del Temple.
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“Caballeros agradables y sacrificados a Dios, ardientes de caridad, renunciando al mundo y consagrándose al servicio de Cristo, obligándose por una profesión de fe y votos solemnes, hechos ante el Patriarca de Jerusalén, a defender los peregrinos contra los salteadores y a esos hombres de sangre, a proteger las vías públicas, a combatir por el Soberano Rey, viviendo como canónigos regulares en la obediencia, en la castidad y sin propiedad. Los principales entre ellos fueron dos hombres venerables y amigos de Dios, Hugues du Payns y Godefroi du Saint-Omer. Al principio no fueron más que nueve en tomar una resolución tan santa. Llevando las ropas que los fieles les daban a titulo de limosnas, durante nueve años vivieron bajo el manto secular…como todavía no tenían iglesia, ni residencia fija, el señor rey les concedió por un tiempo una parte de su palacio, cerca del Templo del Señor. El abad y los canónigos del mismo templo les dieron también, para sus necesidades de sus servicios, la plaza que ellos poseían al lado del palacio del rey. Y como ellos tuvieron desde entonces su estancia cerca del Templo del Señor, fueron llamados en lo sucesivo Hermanos Caballeros del Templo.”
Templo de Salomón
En 1127, el Maestre Hugues de Payns emprendió un viaje a Roma con el fin de obtener una definitiva aprobación pontificia, y que de ese modo el Temple se convirtiera en Orden Militar de pleno derecho. Balduino II regente de Jerusalén, escribió a Bernardo, entonces abad de Clairvaux, para que favoreciese al primer Maestre de la Orden ante la Iglesia. San Bernardo de Clairvaux o Claraval, uno de los iniciadores de la Orden del Cister en Francia, tenía a sus veinticinco años una personalidad espiritualmente arrolladora, incansable trabajador, fundador de numerosos monasterios,
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escribe a reyes, papa, obispos y monjes, redacta tratados de teología, está siempre en oración y batallando constantemente a los enemigos de la fe cristiana. Tenía además dos parientes cercanos entre los nueve fundadores de la Orden del Temple, (Hugues de Payns y André de Montbard, este último era su tío carnal), por lo que parece probable que ya tuviese conocimiento de la fundación de la Orden. Y como esta Orden colmaba su propia idea de sacralización de la milicia, recibió con gran entusiasmo la carta del rey Balduino y se convirtió en el principal aval del Temple. Los Templarios habían recibido de los canónigos del Santo Sepulcro la misma regla de San Agustín que ellos profesaban, pero el abad de Claraval quería algo más próximo y personal para sus nuevos protegidos. Lo primero que hizo fue gestionar a favor de su pariente Hugues de Payns y los cuatro Templarios que le acompañaban, tuvieron una acogida cordial y positiva por parte del Papa Honorio II. De acuerdo con la propuesta de San Bernardo, en la primavera de 1.128, se celebró un concilio extraordinario en Troyes, con nutrida asistencia de prelados franceses y de los territorios próximos e infinidad de personajes eclesiásticos, todo bajo la presidencia de un legado papal, el Cardenal Mateo de Albano. El habilidoso Bernardo de Claraval, que de una manera u otra estaba vinculado a la mayoría de los asistentes, expuso los principios y primeros servicios de la Orden, y luego supo responder con prontitud y acierto a todas las preguntas que le fueron formulando. El Concilio de Troyes, después de varias semanas de deliberación e interrogatorios, aprobó a la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón con entusiasmo, a modo de institucionalización de las cruzadas. De esta manera quedó establecida oficialmente la Orden del Temple. El concilio instó a nobles, príncipes y reyes a que apoyasen y sufragasen a la nueva orden y encargó a Bernardo de Clairvaux que redactase una Regla personal para los Templarios. La idea que tenía nuestro querido San Bernardo era la de adaptar para la Orden del Temple la durísima Regla del Cister, con arreglo a la cual la Orden organizaría la vida monacal.
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Además de los votos de todos ya conocidos, los Templarios debían pronunciar un cuarto voto, el de contribuir a la conquista y conservación de Tierra Santa, para lo cual, si fuese necesario, darían gustosamente la vida, cosa que ocurriría en multitud de ocasiones. EXPANSIÓN DE LA ORDEN DEL TEMPLE Las hazañas de los cruzados en Tierra Santa habían inundado de fervor religioso a las gentes de Occidente, y la ayuda al Temple, la orden que concentraba lo mejor de la Cruzada y que estaba avalada por el abad de Claraval y sus aliados, ofrecía a todos la posibilidad inmediata de participar en la defensa de los Santos Lugares. Hugues de Payns se dirigió a Anjou y a Maine, donde cosechó gran éxito. Después recorrió Poitiers y Normandía, donde de alguna manera estaba emparentado con nobles y duques, así que fue bien acogido. Se le concedieron tierras y posesiones, e importantes donaciones de todo tipo, se le permitió reclutar gente, se le abrieron las iglesias y le dejaron hablar en las plazas. Allí Enrique I rey de Inglaterra, le comunica que existe una gran expectación por el Temple en su país, por lo que el Maestre viaja a Inglaterra y Escocia, de donde consiguió traerse una cantidad considerable de buenos hombres avezados en la lucha. Desembarcó en Flandes y llegó a su Champagne natal en enero de 1.129, acompañado de gran número de nobles y caballeros que habían tomado la cruz. Al mismo tiempo, los demás Templarios habían realizado una labor semejante en sus regiones de origen, Godofredo de Saint-Omer en Flandes, Payen de Montdidier en Picardía. Hugo de Rigaud obtuvo tal éxito en el sur de Francia (Languedoc), que tuvo que encargar a un Templario recién incorporado la continuación de su labor en España. Todavía en ese mismo año, los cinco Templarios y su contingente de selectos reclutas descienden entre loor de
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multitudes de ciudades y pueblos por el Valle del Ródano, para embarcarse rumbo a Jerusalén, donde serían recibidos con gran júbilo en la Casa del Temple, donde habían enviado cantidades ingentes de oro y plata para ir componiendo su magistral despliegue militar en Tierra Santa. El primer Maestre podía sentirse satisfecho. Había dejado en Occidente una importante organización Templaría en marcha, que enviaría cada vez más recursos y hombres a Ultramar. Esa retaguardia dirigida por los lugartenientes, con Hugo de Rigaud a la cabeza como Procurador de la Orden, extendió la presencia y el influjo del Temple por las regiones que ya habían sido estudiadas por la primera expedición, y más tarde por otros reinos cristianos, como el Imperio Alemán, Italia y las Coronas de Aragón. Castilla y Portugal, donde se comprendió perfectamente el ideal Templario ya que en la Península Ibérica también había una Cruzada en marcha. No se conocen bien las actividades militares de los Templarios durante los años posteriores, hay poca información al respecto. Es muy probable que los Caballeros concentrasen sus fuerzas en la tarea, para la cual habían sido destinados en un principio, proteger las rutas que solían transitar los peregrinos, exceptuando el frustrado asalto Damasco, promovido por Balduino II, al regreso de Hugues de Payns con las fuerzas que había reclutado. La primera fortaleza importante asignada a los Templarios no se hallaba en el reino de Jerusalén, sino en la frontera más septentrional de las posesiones latinas, que eran las montañas de Amanos, que hacían de frontera entre el reino de Cilicia y el principado cristiano de Antioquia. En la década de 1.130, al Temple se le dio la responsabilidad de proteger esa región fronteriza. Para proteger el paso de Belén, ocuparon la fortaleza de Bagrás, a la que llamaron Gastón, fortaleza levantada sobre un inexpugnable peñasco. Más al norte, para proteger el paso de Hajar Shuglan, ocuparon los castillos de Darbsaq y la Roche de Rousell. En la Cisterna Rúbea entre Jerusalén y Jericó, los Templarios construyeron un castillo, una estación vial y una capilla. En Bait Jubr at-Tahtani, un castillo y un priorato en la cima del Monte de la Cuarentena. Desde los principios se quiso dejar constancia que para los Templarios las obligaciones religiosas deberían de estar por encima de las militares, pues se entendía que un cristiano
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reconfortado con el favor divino se hallaría más dispuesto al martirio. Lógicamente no se suponía que los caballeros eran enviados a la muerte, ya que por su condición de excelentes guerreros lo más probable es que saliesen victoriosos de cualquier batalla.
Abadía de Clairvaux
En torno al abad de Claraval se agruparon Pedro el Venerable, Abad de Cluny, el Abad Suger de Saint-Denis, el Prior de la Cartuja y Esteban Harding Abad del Cister, impulsando entre todos ellos el nacimiento y crecimiento de la Orden del Temple, favorecidos por la inmensa red de monasterios que obedecían a este grupo de abades aliados de Bernardo de Claraval. <<< Abadía de Cluny
Hugo de Payns y sus amigos donaron al Temple sus tierras, con las que se construyeron las primeras encomiendas. Una riada de nuevos reclutas se incorporó a los trabajos de los cinco misioneros Templarios, llamados desde todas partes para que explicasen a las gentes su vocación, que sintonizaba perfectamente con el sentido cristiano y caballeresco de la
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época. Todos ellos recibían de nobles, donaciones en calidad y cantidad inverosímiles, que en pocos años con el apoyo del Cister y Cluny transformaron Europa en un verdadero entramado Templario. El extenso recorrido de los cinco monjes-soldados por varios reinos después de la clausura del Concilio de Troyes fue verdaderamente apoteósica, fueron acogidos con entusiasmo y generosidad desbordante, por reyes, príncipes, obispos, nobles y por el mismo pueblo. Hugo de Payns, fundador de la Orden del Temple, falleció habiendo visto cumplido su sueño y su ideal, el 24 de Mayo de 1.136, se ignora la causa, aunque sí se sabe que no fue en combate. Tres años después el Papa Inocencio II dictó la bula Omne Datum Optimum, dirigida al segundo Maestre de la Orden del Temple, Robert de Craón, que incorporaba a la Orden grandes ventajas: quedaban fuera de toda jurisdicción eclesiástica intermedia, debiendo obediencia solamente al Papa. Incluso el Patriarca de Jerusalén, ante quien los caballeros fundadores habían hecho sus votos, perdía toda autoridad ante la Orden. La bula permitía al Temple tener sus propios oratorios y autorizaba a los sacerdotes a unirse a la hermandad en calidad de capellanes, lo que hacía a los Templarios independientes de los obispados diocesanos, tanto en Ultramar como en Occidente. El Temple tenía derecho a percibir diezmos, pero no precisaba pagarlos, exención que hasta entonces solo se había concedido a los monjes cistercienses.
LA REGLA ANTIGUA DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS “Acta del Concilio de Troyes en el cual, como deja constancia Juan Michaelensis, nombrado escribano para la ocasión, San Bernardo de Claraval entrega a Hugo de Payns y a los demás Caballeros Templarios, la regla que en adelante deberían seguir, como Orden de Caballería, Francia, en el año del Señor de 1.127.” A todos se dirige especialmente nuestra platica, á aquellos que desprecian seguir sus propias voluntades, y desean con pureza de ánimo militar al Supremo y Verdadero Rey, para que deseen tomar las excelentes armas de la obediencia,
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cumpliendo con exactísima atención, y perseverancia: por esto aconsejamos á vosotros que havéis abrazado hasta aora la milicia secular, en que Christo no fue la unica causa, sino el favor de los hombres, que perpetuamente os acelereis á asociaros á la unidad de aquellos, que el Señor eligió del monton de la perdicion , y dispuso con su piadosa gracia, para defensa de la Santa Iglesia: para esto, o Soldado de Christo, seas quien fueres, que eliges tan Santa conversacion, conviene que tú, acerca de tu profesion, lleves una pura diligencia, y firme perseverancia, que se conoce ser tan digna, santa, y sublime para con Dios, que si pura, y perseverantemente se observa por los Militantes, que dieron sus almas por Christo, mereceran obtener la suerte; porque en ella floreció, y apareció una Orden Militar, que dexado el zelo de la Justicia, intentaba, No el defender á los Pobres, ó Iglesias, como era de su instituto, sino robarlos, despojarlos, y aun matarlos; bien, pues, os sucede á vosotros, á quienes nuestro Señor, y Salvador Jesu-Christo, como amigos suyos os dirigio desde la Santa Ciudad á habitar en Francia, y Borboña, que no cessais, por nuestra salud, y propagacion de la verdadera Fé, de ofrecer al Señor vuestras almas en victima agradable á Dios. Finalmente, nosotros, con toda afeccion, y piedad fraternal, y a ruegos del Maestre Hugo, en quien la sobredicha Milicia tuvo principio, estando juntos, con ayuda de Dios, e influyendo el Espiritu Santo de diversa mansiones de la Provincia ultramontana, en la fiesta de San Hilario, año de la encarnacion del Señor 1.128, y del principio de la nueva Milicia el nono, merecimos oir de boca del mismo Maestre Hugo, el modo, y observancia de esta Orden Militar, capitulo por capitulo; y según la noticia de la pequeñez de nuestro saber, todo lo que en el presente Concilio no se nos pudo contar, y referir de memoria, lo pusimos, de conformidad, y con dictamen de todo el Capitulo, á la providencia, y discrecion de nuestro Venerable Padre Honorio II, y del inclito Patriarca de Jerusalén Esteban, esperto en la fertilidad, y necesidad de la Religion Oriental, y de los pobres Conmilitones de Christo; á la verdad, aunque un gran número de Religiosos Padres, que en aquel Concilio se juntaron por Divina Inspiracion, apoya la autoridad de nuestro dictamen, no debemos pasar en silencio aquellos que vieron, y profirieron estas verdaderas sentencias, de que yo Juan Michaelensis, por mandato del Concilio, y del Venerable Abad de Claraval, a quien estaba encargado, y aun le era debido este asunto, merecido, por la Gracia Divina, ser escritor de la presente pagina.
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Asistieron á la celebracion de esfte Concilio Matheo, Obispo Alvanense Cardenal y Legado Apostolico, Raynaldo, Arzobispo Remense, Henrique, Arzobispo Senofense, y sus Sufraganéos, Rankedo, Obispo de Carnotense, Gosleno de Soisons, el de Paris, Trecense, Orleans, el de Augerre, Meldense, cathalaunense, Laudunense, Belvacense, y el Abad de Beceliacense, que después fue Legado Apostolico, y Arzobispo de Leon, el Abad Cisterciense, Pontiniacense, el de Tres Fuentes, el de San Dionisio de Rhems, el Abad de San Esteban de Dijón, el Abad de Molismense, Alberico Remense, y Fulgerio Maestro, y otros muchos. De seglares, el Conde Theobaldo, el conde Nivernense, y Andres de Bandinento. Asistieron tambien el Maestro Hugo, con Fray Godofrido, Fray Rotallo, Fray Gaufrido, Bisól, Fray Pagano de Monte-Desiderio, y Archembando de Santo Amando, Cavalleros Templarios.
(NOTA: El texto es traducción del original, por lo tanto está escrito en el castellano de la época y no guarda las mismas reglas ortográficas que hoy conocemos).
A continuación reproduciremos capitulo por capitulo la regla Primitiva de la Orden de los Caballeros Templarios.
REGLA DE LOS POBRES CONMILITONES DE LA SANTA CIUDAD I Cómo se ha de oir el Oficio Divino. Vosotros que en cierta manera renunciasteis á vuestra propia voluntad y demás que por la salvacion de las almas militáis; sirviendo al Rey Supremo con caballos y armas, procurad universalmente con piadoso y puro afecto oir los maitines y todo el Oficio entero, según la canónica institución y costumbres de los doctos regulares de la Santa Iglesia de Jerusalén; y por eso, ¡oh venerables hermanos! Á vosotros muy en particular os toca, puesto que, habiendo despreciado al mundo y los tormentos de vuestros cuerpos, prometisteis tener
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en poco al mundo por el amor de Dios, y axial refocilados y saciados con el divino manjar, instruidos y firmes en los preceptos del Señor, después de haber consumado y concluido el misterio divino, ninguno tema la pelea, sino esté preparado para la corona. II Que digan las oraciones dominicales si no pudieren asistir á oir el Oficio Divino. Demás de esto, si algún hermano estuviese distante ó remoto en negocio de la Cristiandad oriental (que sucederá muchas veces), y por tal ausencia no oyere el Oficio divino, por los Maitines dirá 13 Pater Noster, ó sea oraciones dominicales, y por cada una de las horas menores 7, y por las Vísperas 9, puesto que éstos ocupados en tan saludable trabajo no pueden acudir á hora competente al Oficio Divino, pero si pudieren que lo hagan á las horas señaladas. III Lo que hay que hacer por los hermanos difuntos. Cuando alguno de los hermanos muriese, que la muerte á nadie perdona ni se escapa de ella, mandamos que con los clérigos y capellanes que sirven á Dios, Sumo Sacerdote, caritativamente con ellos ofrezcáis con pureza de ánimo el Oficio y misa solemne á Jesucristo por su alma, y los hermanos que allí estuviereis pernoctando en oración por el alma de dicho difunto, rezareis 100 Pater Noster hasta el DIA séptimo, los cuales se han de contar desde el DIA de la muerte, ó que se supiera, con fraternal observancia, porque el número siete es número de perfección. Y todavía os suplicamos con divina caridad y os mandamos con pastoral autoridad que, así como cada DIA se le daba á nuestro hermano lo necesario para comer y sustentar la vida, que esto mismo se le dé en comida y bebida á un pobre hasta los cuarenta días, y todas las demás oblaciones que se acostumbran hacer por dichos hermanos, así en la muerte de alguno de ellos como en solemnidades de Pascuas, indistintamente del todo las prohibimos.
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IV Los capellanes solamente tengan comida y vestido. Mandamos dar las demás oblaciones y limosnas de cualquiera forma que se hagan, á los capellanes á otros que están por tiempo en la unidad común del Cabildo, por su vigilancia y cuidado, y así que los servidores de la iglesia tan solamente tengan, según la autoridad, comida y vestido y nada más, sino lo que cristianamente les diere de su voluntad el Maestre. V De los soldados difuntos que asisten con ellos. Hay tambien soldados en la Casa de Dios y Templo de Salomón viviendo con nosotros, por lo cual os suplicamos y con confianza os mandamos con inefable conmiseración que si alguno de estos muriese, se le dé á un pobre por siete días de comer, por su alma, con divino amor y fraternal piedad.
VI Que ningún hermano que queda haga oblación. Determinamos, como se dijo arriba, que ninguno de los hermanos que quedan presuma hacer oblación, sino que permanezca de DIA y noche en su profesion con limpio corazón, para que en esto pueda igualarse con el más sabio de los Profetas que en el salmo 115 decía: “Recibiré el cáliz del señor é imitaré en mi muerte la muerte del Señor;” porque así como Cristo puso por mi su alma, así yo estoy pronto á ponerla por mis hermanos: veis aquí una competente oblación y hostia viva de placer á Dios. VII De lo inmoderado de estar en pié. Habiéndonos dicho un verdadero testigo que oís el Oficio divino en pié inmoderadamente, mandamos no lo hagáis, antes lo vituperamos, sino que concluido el salmo: Venite, exultemus
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Domíno, con el invitatorio é himno, todos os sentéis, así los débiles como los fuertes, y os lo mandamos para evitar el escándalo, y estando sentados sólo os levantéis al decir Gloria Patri, concluido el salmo, suplicando vueltos al altar, bajando la cabeza por reverencia á la Santísima Trinidad nombrada; y á los débiles basta que hagan la inclinación sin levantarse; hasta el Benedicamus Domíno estaréis en pié, y á los Maitines de Nuestra Señora. VIII De la comida en refectorio. Creemos que comeréis en refectorio; cuando alguna cosa os faltase y tupiendo necesidad de ella, si no pudierais pedirla por señas, la pidáis silenciosamente; y así siempre que se pida algo estando en la mesa, ha de ser con humildad, obediencia y silencio, como dice el Apóstol: “Come tu pan con silencio”, y el Salmista os debe animar diciendo: “Puse á mi boca custodia ó silencio, que quiere decir: Deliberé el no hablar, y guarde mi boca por no hablar mal.” IX De la lectura ó lección cuando se come. Siempre que se coma y cene se lea la santa lección; si amamos á Dios debemos desear oir sus santos preceptos y palabras, y así el lector está indicando silencio. X Del comer carne en la semana. En la semana, sino es en el DIA de Pascua de Navidad ó Resurrección ó festividad de Nuestra Señora ó de Todos Santos, que ocurran, basta comerla en tres veces ó días, porque la costumbre de comerla se entiende es corrupción de los cuerpos. Si el martes fuere de ayuno, el miércoles os dé en abundancia. En el domingo, así á los caballeros como á los capellanes se les dé sin duda dos manjares en honra de la Santa Resurrección, los demás sirvientes se contenten con uno, y den gracias á Dios.
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XI Como deben comer los caballeros. Conviene generalmente coman de dos en dos para que con cuidado se provean unos de otros, para que la aspereza de vida y abstinencia en todo se mezcle, y juzgamos justo que á cada uno de dichos caballeros se les den iguales porciones de vino separadamente. XII Que los demás días basta dar dos ó tres platos de legumbres. En los demás días, como son lunes, miércoles y sábado, basta dar dos ó tres manjares de legumbres ú otra cosa cocida, para que el que no come de uno coma de otro. XIII Que conviene comer los viernes. El viernes basta comer de comida de Cuaresma á toda la comunidad por la reverencia debida á la Pasión, excepto los enfermos y flacos, y desde Todos Santos hasta Pascua, si no es en el DIA del nacimiento del Señor, ó viniendo festividad de Nuestra Señora, ó Apóstoles, alabamos al que no la comiere en el demás tiempo, si no viniere DIA de ayuno la coman dos veces. XIV Después de comer que den gracias á Dios. Después de comer y cenar, si la iglesia está cerca, y sino en el mismo lugar, den gracias á Dios, que es nuestro Procurador, con humilde corazón, y así lo mandamos, y á los pobres mandamos se les den los fragmentos y que se guarden los panes enteros. XV Que el diezmo del pan se le dé al limosnero.
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Aunque el premio de la pobreza es el reino de los cielos, y sin duda se le deba á los pobres, mandamos á vosotros dar cada días al limosnero el décimo de todo el pan. XVI Que la colación esté al arbitrio del Maestre. Habiéndose puesto el sol, id a la señal ó la campana según la costumbre, conviene que todos vayan á Completas, habiendo hecho antes colación, la cual ponemos en el arbitrio del Maestre, cuando quisiere se dé de agua, y cuando use de misericordia, vino templado, ó aguado, y eso no para hartarse, sino con parsimonia, pues muchas veces vemos hasta los sabios faltar en esto. XVII Que concluidas las Completas se guarde silencio. Concluidas las Completas conviene ir cada uno á su cuarto, y á dichos hermanos no se les dé licencia de hablar en publico, sino es en urgente necesidad, y lo que se hubiere de decir, dígase en voz baja y secreta. Puede suceder, habiendo salido de Completas instando la necesidad, que convenga hablar de algún negocio militar ó acerca del estado de la Casa al mismo Maestre ú otro que haga sus veces con cierta parte de los hermanos, entonces se haga; fuera de esto no, pues, según consta del cap. 10 de los Proverbios “el hablar mucho no huye de pecado”, y en el 12 dice “que la muerte y la vida están en la lengua”, y en lo que se hablare, del todo prohibimos palabras ociosas y chanceras que mueven á risa; yéndose á acostar mandamos decir la oración dominical ó Pater Noster, y si alguna cosa se habló neciamente se diga con humildad y devoción pura.
XVIII Que los que estuvieran cansados no se levanten á Maitines. Alabamos que los caballeros cansados y fatigados que constare estarlo, no se levanten á Maitines, sino que con licencia del Maestre ó del
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que estuviese en su lugar, descansen y digan y canten las trece oraciones dominicales ó Pater Noster (como está dicho), de forma que el pensamiento acompañe á la voz según aquello del Profeta: “Cantad al señor sabiamente”, y aquello “Te cantaré en presencia de los ángeles”. Esto siempre se debe dejar al arbitrio del Maestre. XIX Que la comunidad de la comida se guarde entre los hermanos. Se lee en las divinas letras: “que se dividía á cada uno como había necesidad”, y por tanto no decimos que haya excepción de personas, pero debe haber consideración de enfermos, y así el que menos necesidad tiene, dé á dios las gracias, y no se entristezca, y el que tiene necesidad humíllese, y no clame por la misericordia, y así todos estarán en paz, y esto prohibimos porque á ninguno le sea licito abrazar inmoderada abstinencia, sino tengan con firmeza la vida común. XX De la calidad del vestido y de su modo. Mandamos que el vestido sea siempre de un mismo color, blanco ó negro; y concedemos á los caballeros en el invierno ó estío vestimenta blanca (si puede ser), pues ya que llevan vida negra y tenebrosa, se reconcilien con su Criador por la blanca. ¿Qué es la blancura sino una entera castidad? La castidad en seguridad del pensamiento y sanidad del cuerpo; y si un soldado no preservare casto no puede ver á Dios, ni gozar de su descanso; afirmándolo S. Pablo; “Seguid la paz con todos, y la castidad, sin la cual no se verá Dios”. Y este vestido de superfluidad y arrogancia debe carecer de vuestra estimación; y así lo mandamos a todos tener, para que solo con suavidad pueda vestirse y desnudarse. El procurador de este ministerio con vigilante cuidado procure que dichos vestidos no estén ni cortos ni largos, sino es con mesura á los que los visten y usan, y así lo dé á dichos hermanos según su cantidad, y en recibiendo los nuevos, entreguen puntualmente los viejos para ponerlos en el cuarto que el hermano á quien toca este misterio determinare, para los novicios y pobres.
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XXI Que los fámulos no traigan vestimenta blanca, esto es capa. Contradecimos firmemente esto que sucedía en la casa del Señor y de sus soldados del Temple sin discreción ni consentimiento del común cabildo, y lo mandamos quitar del todo, como si fuera un particular vicio. Tenían en otro tiempo los fámulos y sirvientes armígeros vestidos blancos, de donde venían insoportables daños, porque de las partes ultramarinas se levantaron ciertos fingidos hermanos, casados y otros, diciendo que eran del Temple, siendo del mundo, de donde resultaron tantos daños, tantas contumelias al orden militar, y los dichos causaron muchos escándalos; y así traigan los dichos fámulos del Temple vestidos negros, y si no pudieran hallar, traigan los que se pudieran tener en la provincia donde estuvieren, ó de aquel color más bajo que se pudiere encontrar, conviene á saber, burella. XXII Que los caballeros que hubiere tan solamente traigan vestidos blancos. A ninguno es concedido traer vestidos blancos ó capas cándidas, sino es á los dichos soldados de Cristo nombrados. XXIII Que usen de pieles de carneros ó borregos. Determinamos de común consejo que ningún hermano tenga perpetuamente pieles, ú otra cosa tal que pertenezca al uso de su cuerpo, aunque sea coopertorio, sino es de carnero ó borrego. XXIV Que las vestiduras viejas se dividan y repartan entre los armígeros y hermanos sirvientes.
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Que el procurador de los paños ó vestimentas reparta igualmente los viejos entre los armígeros y sirvientes, y á veces entre los pobres con fidelidad. XXV Que al que desea el mejor vestido se le dé el peor. Si algún hermano quisiere, ó ya por merito ó por soberbia, el mejor vestido, sin duda merecerá el peor. XXVI Que se guarde la cuantidad y calidad de los vestidos. Que lo largo de los vestidos sea según los cuerpos de cada uno y lo ancho tambien, y sea en esto curioso el procurador. XXVII Que el procurador de los paños ó vestidos observe igualdad. Que dicho procurador guarde igualdad en la longitud y medida, porque ninguno de los criminosos y malcontentos lo vea ó note, y así mírelo todo con fraternal afecto, que de Dios tendrá la retribución. XXVIII De la superfluidad del pelo ó cabello. Todos los hermanos conviene tengan cortado el pelo por delante y por detrás con cuanta regularidad puedan, observándose lo mismo en la barba y melenas, porque la superfluidad no denote vicio en el rostro. XXIX De los rostrillos y lazos. Que los rostrillos y lazos es cosa de los gentiles, y como sea abominable á todos, lo prohibimos y contradecimos, para que ninguno los tenga, antes carezca de ellos; á los otros sirvientes que estuvieren por tiempo tampoco permitimos tenga ni pelo superfluo ni inmoderada largura en el vestido, antes bien lo
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contradecimos. Los que sirven á Dios es necesario sean limpios en lo interior y en lo exterior; pues así lo afirma el Señor: “Sed limpios, porque yo lo soy”. XXX Del número de caballos y armígeros. A cualquiera de dichos soldados les es licito tener tres caballos, porque la eximia pobreza de la casa de Dios y del Templo de Salomón no permite al presente más, sino es con licencia del Maestre. XXXI Que ningún caballero castigue á su armigero que le sirve de balde. Solo se concede á cada soldado un armigero, y si este sirviere de gracia ó caridad, no es licito castigarlo ó por cualquier culpa herirle. XXXII Como se han de recibir los caballeros. Mandamos á todos los caballeros que desean servir á Dios con pureza de ánimo y en una misma casa por tiempo, que compren caballo y armas suficientes para el servicio cotidiano, y todo lo que fuere necesario; y además de esto juzgamos por bueno y útil el que se aprecien dichos caballos por ambas partes, guardada igualdad; lo que se tenga por escrito para que no se olvide, y todo lo que necesitare dicho caballero para sí y el caballo ó armigero, se lo dé dicha casa con fraternal caridad; y si al caballero por cualquier accidente se le muriere el caballo en este servicio, el Maestre que tiene el mando y rentas de la casa le dará otro, y en viniendo el tiempo de volver á su patria, dará la mitad del precio de lo que costó el caballo que se le dio, y la otra mitad la pondrá en el común de los hermanos si el caballero quisiere. XXXIII Que ninguno ande según su propia voluntad.
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Conviene á dichos caballeros así por el servicio que profesaron como por la gloria de bienaventuranza, ó temor del infierno, que tengan obediencia perpetua al Maestre, o en su defecto al Prior General. Se ha de observar lo que fuere mandado por el Maestre, ó por otro que haga sus veces, y se ha de ejecutar sin tardanza, como si Dios lo mandara, no habiendo dilación en ejecutarlo, y de éstos dice el salmo XVII: “Luego que lo oíste, me obedeciste”. XXXIV Si sea licito andar por el lugar ó villa sin licencia del Maestre. Por lo mismo mandamos y firmemente encargamos á los caballeros conventuales que dejan su propia voluntad, y á los demás que sirven por tiempo que, sin licencia del Maestre, ú otro que esté en su lugar, no presuman salir de la ciudad, sino es de noche al Santo Sepulcro y estaciones que están dentro de los muros de la santa ciudad. XXXV Si les sea licito andar solos. Pero estos estando así, no sin compañero ó caballero se atrevan á andar ni de día ni de noche, y en el ejército después que fueran hospedados, ningún caballero ó armigero, ú otro, ande por los patios de otros caballeros, con el motivo de verse y hablarse sin licencia (como arriba se dijo). Y aconsejamos que en tal casa como ordenada por Dios ninguno milite en ella, ni descanse, sino es según el mandato del Maestre, á quien incumbe para que imite la sentencia del Señor: “No vine á hacer mi voluntad, sino la de aquél que me envió”. (S. Juan, V). XXXVI Que ninguno por su nombre pida lo que necesite. Mandamos escribir esta costumbre entre las demás y con toda consideración la mandamos, que obligue por el vicio de pedir, pues ningún hermano señaladamente, y por su nombre, debe buscar el caballo ó armas; pues ¿cómo? Si su enfermedad ó debilidad de sus caballos ó el peso de sus armas se conoce ser tal, que en el andar así sea daño común, venga al Maestre ó á otro que haga su vez, demuéstrele la causa con verdadera y pura
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fe, y que esté en la disposición del Maestre la cosa y la determinación. XXXVII De los frenos y espuelas. De ninguna manera queremos sea licito á ningún hermano comprar ni traer oro ó plata, que son divisas particulares, en los frenos, pectorales, estribos, y espuelas, pero si estas cosas le fueren dadas de caridad y estos instrumentos usados, al tal oro ó plata se le dé tal color que no parezca y reluzca tan espléndidamente que parezca arrogancia; si fueran nuevos los dichos instrumentos, haga el Maestre de ellos lo que quisiere. XXXVIII No traigan cubierto en las astas ó lanzas ó escudos. No se tenga cubierto en las astas, escudos, y en las lanzas, porque entendemos que no aprovecha, sino daña. XXXIX De la licencia del Maestre. Es licito al Maestre dar caballos á cualquiera ó armas ú otra cualquier cosa. XL Del saco y de la maleta. Saco y maleta con llave no se conceden, y se expongan de tal suerte que no se tengan sin licencia del Maestre, ó del que esté en su lugar. En este capitulo no se incluyen los procuradores ni el Maestre ni los que habitan en otras provincias. XLI De las cartas misivas. De ninguna suerte sea licito escribir cualquiera de los hermanos á los padres, ni á otro cualquiera sin licencia del Maestre ó Procurador, y después que el hermano tuviese licencia, en presencia del Maestre, si le place, se lean; si los padres le dirigieron alguna cosa, no presuma recibirla, sino fuere
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mostrándola al Maestre. En este capitulo no se contienen el Procurador y el Maestre. XLII De la confabulación de las propias culpas. Como toda palabra ociosa sea pecado, de los que se jacten de ellas sin ser antes su juez, ciertamente dice el Profeta, si de las buenas obras por la virtud de la taciturnidad debemos callar, cuánto más de las malas palabras por la pena del pecado; vedamos y contradecimos que ningún hermano diga las necedades que en el siglo hizo ó en el miliar servicio, ó se atreva a contar las delectaciones que con las miserables mujeres tuvo, á su hermano ó á otro alguno, y sí las oyese referir á otros, enmudezca, y cuanto antes pueda con el motivo de obediencia se aparte, y no muestre su corazón ó complacencia ó gusto al que las dijere. XLIII Del logro ó ganancia, ó acepción. Si alguna cosa, sin logro, fuere de gracia dada á algún hermano, llévela al Maestre; si al contrario, su amigo ó padre no quiere darla sino es á él, no la reciba hasta tener licencia del Maestre y si le fuese dada á otro no le pese, y tenga por cierto que si le pesa ofende a Dios. En esta regla no se contienen los Administradores, á los cuales es concedido especialmente este ministerio de maleta y saco. XLIV De las cebaderas ó talegos para comer los caballos. Útil es á todos que estén obligados á este mandato; ningún hermano presuma hacer talegas de lino ó lana. XLV Que ninguno se atreva á cambiar y buscar otra cosa. No queda otra cosa sino es, que ninguno presuma de cambiar sus cosa hermano con hermano sin licencia del Maestre, y buscar cosa alguna sino sea hermano para hermano y siendo la cosa parva.
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XLVI Que ninguno cace ave con ave. Nosotros determinamos generalmente que ninguno se atreva á coger ave con ave; no conviene á la Religión llegarse de tal suerte á los mundanos deleites, sino oir de buena gana los preceptos del Señor, y frecuentemente orar y confesar á Dios sus culpas en la oración con lágrimas y gemidos, ningún hermano presuma ir por esta causa con hombre que caza con gavilán ú otra ave. XLVII Que ninguno hiera á fiera con arco ó ballesta. Conviene ir y seguir á toda Religión sencillamente y sin risa, humildemente y no hablar mucho, sino lo razonable y no con clamorosa voz; especialmente mandamos á todo hermano profeso no se atreva á herir con arco ó ballesta en el bosque, ni que con el esto hiciere vaya, sino es por guardarlo de algo pérfido gentil, ni con perros sea osado á dar voces ni clamar, ni pique á su caballo con ánimo de coger la fiera. XLVIII Que al león siempre hiera. Porque es cierto lo que especialmente debéis, y se os tiene encargado el poner vuestras almas por las de vuestros hermanos y extirpar de la tierra á los incrédulos que siempre amenazan al hijo de la Virgen, porque de el león leemos lo siguiente: “porque él anda circuyendo, buscando á quien devorar”, y en otra parte; “sus manos contra todos y los de todos contra él”. XLIX Que toda cosa que acerca de vosotros se os demande se oiga en juicio. Sabemos que los perseguidores de la santa Iglesia son innumerables y no cesan de inquietar aun á aquellos que no quieren contiendas con ellos, y así si alguno de estos en las religiones orientales ó en otra parte os preguntare alguna cosa acerca de vosotros, os mandamos oírlos con juicio por fieles y jueces, y lo que fuere justo os mandamos ejecutéis sin falta.
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L Que esta regla se tenga en todas las cosas. Esta misma regla mandamos se tenga en todas las cosas que injustamente se os hayan quitado. LI Que sea licito á todos los caballeros profesos tener tierras y hombres. Creemos por divina providencia que este nuevo género de Religión tuvo principio en estos Santos Lugares para que se misturara la religión con la milicia y la Religión proceda armada con la milicia y hiera al enemigo sin culpa; juzgamos según derecho que como os llamáis caballeros del Temple, podáis tener por este insigne mérito y bondad tierras, casa, hombres y labradores, y justamente gobernarlos pagándoles lo que ganaren. LII Que se tenga gran cuidado con los que estuviesen enfermos. Estando enfermos los hermanos se ha de tener sumo cuidado y servirlos como á Cristo según el Evangelio: “Estuve enfermo y me visitasteis”. Estos se han de llevar con paciencia, porque de esto se nos dará celestial retribución. LIII Que á los enfermos se les dé todo lo necesario. Mandamos á los Procuradores de los enfermos, que á estos se les dé todo lo necesario para la sustentación de las enfermedades según las facultades de la casa, v. gr. Carnes, aves…, hasta que estén buenos. LIV Que unos á otros no se provoquen á ira. Conviene huir mucho de que no se provoquen unos á otros á ira, porque en la propincuidad y la divina hermandad tanto á los pobres como á los ricos con suma clemencia nos ligó Dios. LV De qué modo se tengan ó reciban los hermanos casados.
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Os permitimos tener hermanos casados de este modo, que si piden el beneficio y participación de vuestra hermandad, la porción de su hacienda que tuvieren ambos y la demás que adquirieren, le concedan á la unidad común del capitulo después de la muerte, y entre tanto hagan honesta vida, y procuren hacer bien á los hermanos, pero no traigan vestidura blanca; si el marido muriere antes, deje á los hermanos su parte, y la otra quede para la sustentación de la mujer. Esto consideramos injusto, que habiendo prometido los hermanos castidad á Dios, que semejantes hermanos permanezcan en una misma casa. LVI Que no tengan hermanas en su compañía. Es cosa peligrosa tener las hermanas consigo, porque el antiguo enemigo á muchos ha separado del recto camino del paraíso por junta con mujeres; y así, hermanos carísimos, y para que siempre la flor de la castidad permanezca entre vosotros, no es licito usar de esta costumbre. LVII Que los hermanos del Temple no participen con excomulgados. Hermanos, en gran manera se ha de temer y huir que ninguno de los caballeros de Cristo presuma juntarse con excomulgado nominatim ó público, ó recibir sus haciendas porque no sea descomulgado; si solo fuere entredicho, será licito no sin razón particular juntarse con él, y recibir caritativamente su hacienda. LVIII Por qué se reciban caballeros seglares. Si algún caballero ú otro seglar queriendo huir y renunciar al mundo quiere elegir vuestra compañía, no se reciba luego al punto, sino según aquello de san Pablo: “Probad el espíritu si es de Dios”, y así probados se les conceda, y se lea en su presencia la Regla; entonces si el Maestre ó hermanos tuvieren á bien el recibirlo, llamados los hermanos haga patente su deseo y petición, y demás de esto, el término de sus pruebas esté en la consideración y providencia del Maestre según la honestidad de su vida.
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LIX Que á los consejos secretos no se llame á todos los hermanos. No siempre mandamos llamar á todos los hermanos á consejo, sino á aquellos que se conocieren próvidos é idóneos: cuando se tratase de cosas mayores, como es el dar tierras, ó conferenciar de la Orden ó recibir á alguno, entonces es competente llamarlos á todos si al Maestre pluguiere, y oídos los votos del común Cabildo, se haga por el Maestre lo que más convenga. LX Con qué silencio deben orar. Hermanos, conviene orar con el afecto del alma y cuerpo pidiere, ó sentado ó en pié. Pero con suma reverencia, y no con clamores, por que unos no turben á otros; así lo mandamos de común consejo. LXI Que crean á los sirvientes. Hemos conocido que muchos de muchas provincias, así sirvientes como armígeros, deseando por la salud de las almas manciparse en nuestra casa, es útil que los creáis, aunque el antiguo enemigo les intime indecentemente alguna cosa en el servicio de Dios, para que de repente los aparten y desarraiguen del buen propósito. LXII Que no se reciban muchachos, mientras sean pequeños, Entre los hermanos del Temple. Aunque la Regla de los Santos Padres permita tener muchachos en la congregación, nosotros no lo alabamos, y así de los tales no os carguéis. El que quisiere perpetuamente dar su hijo ó pariente á la militar Religión, críelo hasta los años en que puedan varonilmente echar los enemigos de Cristo de la Tierra Santa, y después según la Regla, el padre ó padres lo traigan y pongan en medio de los hermanos y hagan patente á todos su petición; mejor es no ofrecer en la puericia, que después de hecho hombre enormemente huir.
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LXIII Que siempre veneren los ancianos. Conviene honrar con todo cuidado á los ancianos con piadosa consideración, sobrellevándolos según su flaqueza, y de ninguna manera estén obligados en estas cosas que son necesarias para el cuerpo con rigor, salvo la autoridad de la Regla. LXIV De los hermanos que están repartidos por todas las provincias. Los hermanos que están repartidos por diversas provincias, procuren guardar la Regla, en cuanto sus fuerzas alcancen, en la comida y bebida y demás cosas, y que vivan sin que tengan que corregírseles, para que á todos los que por de fuera los vieren les den buen testimonio de su vida, y no manchen el propósito de la Religión ni con hecho ni con palabra, sino que á todos aquellos con quien se juntaren sirvan de ejemplo de sabiduría y de buenas obras, y de buen conocimiento de todo, y á donde quiera que se hospedaren, sean decorados con buena fama, y si puede hacerse que en la casa del huésped no falte en la noche luz, porque el tenebroso enemigo motive pecado, lo que Dios no permita; y donde dichos caballeros oyeren se juntan no excomulgados, allí vayan. No considerando tanto la temporal utilidad como la salud de sus almas, alabamos se reciba á hermanos en las partes ultramarinas dirigidos con la esperanza de subvención, que quisieran perpetuamente juntarse á dicha militar Orden, y así uno ú otro parezca ante el obispo de aquella provincia, y el prelado oiga la voluntad del que pide, y así oída la petición, el hermano lo envíe al Maestre y á los hermanos que asisten en el Temple que está en Jerusalén; y si su vida fuere honesta y digna de tal compañía, misericordiosamente se reciba, si al Maestre y hermanos parezca bien; si entre tanto muriese por el trabajo y fatiga, como á uno de los hermanos se le aplique todo el beneficio y fraternidad de los pobres y conmilitones de Cristo. LXV Que el sustento se dé á todos igualmente. Juzgamos que se ha de observar esto congrua y racionalmente para que á todos los hermanos se les dé igualmente el sustento según la cualidad del lugar; no es útil la
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acepción de personas, pero es necesaria la consideración de las enfermedades. LXVI Que los caballeros del Temple tengan diezmos. Y porque creemos que dejando las abundantes riquezas os sujetasteis á la voluntaria pobreza, por eso permitimos sólo justamente á vosotros tener diezmos, pues vivís en la vida común de esta manera. Si el Obispo de la Iglesia á quien justamente se le debe las décimas os las quiere dar caritativamente, se os deben dar con consentimiento del Cabildo. Si cualquier seglar las retiene culpablemente en su patrimonio, y arguyéndole su conciencia os la dejase á la voluntad de aquel que gobierna tan solamente, puede ejecutar y hacer esto sin consentimiento del Cabildo. LXVII De las leyes y graves culpas. Si algún hermano hablando ó militando ó de otra forma delinquiere en alguna cosa leve, él mismo á su voluntad muestre su delito satisfaciendo al Maestre; de las leves si no sean de costumbre, se les ponga penitencia leve; pero si él la callare, y por otro fuese conocida, se sujete á mayor corrección y castigo; si el delito fuere grave, sea apartado de la familiaridad de los hermanos, no coma con ellos á la mesa, sino solo, y esté a la dispensación ó juicio del Maestre todo, para que permanezca salvo en el DIA del juicio. LXVIII Por qué culpa no se reciba más al hermano. Ante todas cosas se ha de mirar que ningún hermano, rico ó pobre, fuerte ó débil, queriéndose exaltar, y poco á poco ensoberbecerse y defender su culpa, no quede sin castigo; y si no quisiere enmendarse se le dé más grave corrección, y si con las piadosas admoniciones y hechas oraciones por él, no se corrige todavía, sino siempre más y más se ensoberbeciere, entonces sea echado del piadoso congreso, como dice el Apóstol: “Apartad todo lo malo de vosotros, es necesario que toda oveja enferma se arroje de la compañía de los hermanos fieles”. Pero el Maestre que debe tener el báculo y la vara en la
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mano, el báculo con que mantenga y sustente la flaqueza de los demás, y la vara con que castigue los vicios de los delincuentes con el celo de la rectitud, procure hacer esto con el consejo del Patriarca y espiritual consideración, porque, como dice San Máximo, la suavidad no dé más soltura al pecador, y la inmoderada suavidad no aparte al delincuente de la caída. LXIX Que desde la solemnidad de la Pascua hasta Todos Santos se ha de poner una sola camisa de lienzo. Consideramos con misericordia por el demasiado ardor de la región oriental, que desde la solemnidad de la Pascua hasta la festividad de Todos Santos á cualquiera se le dé una camisa tan solo de lienzo, no por precisión sino por gracia, á aquel que quisiere usar de ella, pero fuera de este tiempo generalmente tengan todos camisas de lana. LXX Qué ropa sea necesaria para la cama. Con común consejo aprobamos que cada uno duerma en su cama solo y no de otra suerte, á no intervenir justa causa ó necesidad para lo contrario. La ropa de la cama la tenga uno con moderada dispensación del Maestre, por lo que queremos baste á cada uno un jergón, una sábana y un cobertor, pero el que careciese de alguna de estas prendas tenga un cobertor, y en todo tiempo le será licito usar de una colcha de lienzo. Duerman siempre con camisa y calzoncillos, y estando durmiendo los hermanos nunca falte luz que alumbre continuamente hasta el amanecer. LXXI Que se evite la murmuración. También os mandamos que evitéis y huyáis como peste por precepto divino las emulaciones, envidias, rencor, murmuración, detracción y otra cualquier cosa de estas; procure, pues, cada uno con animo vigilante no culpar ni reprender á su hermano; antes bien con especial estudio advierta el consejo del Apóstol: “No seas criminoso ni murmurador en el pueblo”, pero si conociere claramente que su hermano pecó en algo, pacíficamente y con piedad fraternal, según el precepto del
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Señor, le reprenda privadamente entre los dos; y si no hiciese caso, llame á otro hermano para el mismo efecto,, y si á ambos los despreciase, sea reprendido delante de todos públicamente en el convento, porque á la verdad están en grande ceguedad los que murmuran de otros y son muy infelices los que no se guardan de la soberbia, por lo que caen en aquel antiguo pecado del enemigo común. LXXII Que se eviten los ósculos de las mujeres. Creemos que es peligroso á todo religioso reparar con nimiedad los semblantes de las mujeres, y por lo mismo no sea osado hermano alguno á oscular á viuda ni á doncella. Huya por esto mismo semejantes ósculos la milicia de Cristo, por los que suelen frecuentemente peligrar los hombres, para que con conciencia pura y perfecta vida logre gozar perfectamente de la vista del Señor.- Amen. * Colección de Concilios, tomo 12 – Raym. Zapater: Cister Militante. BERNARD DU CLAIRVAUX O CLARAVAL San Bernardo es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que más impacto ha tenido. Nace en Borboña, Francia (cerca de Suiza), en el año 1.090 con sus siete hermanos recibió una excelente formación en la religión, el latín y la literatura. Bernardo tenía un extraordinario carisma para atraer a las masas hacía Cristo. Amable, simpático, inteligente, bondadoso y jovial. Todo esto y su vigor juvenil le causaba un gran reto en las tentaciones contra la castidad y la santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacía lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.
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Cuentan que como sus pasiones sexuales le asaltaban violentamente, una noche se revolcó sobre el hielo hasta sufrir profundamente el frío. Sabía que la carne gusta del placer y comprendió que si la castigaba así, no vendrían tan fácilmente las tentaciones. Aquel tremendo remedio le trajo liberación y paz. Una noche de Navidad mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de Maria, y que la Santa Madre le ofrecía su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde ese día no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Así, Bernardo se fue al convento de los monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior era Esteban Harding (San Esteban), quien lo aceptó con gran placer pues, en aquel convento, hacia quince años que no ingresaban religiosos nuevos. Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desaprovechar una gran personalidad para ir a encerrarse en un convento. La familia no lo aceptaba de ninguna manera. Pero él les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y a treinta y un compañeros. Dicen que cuando llamaron a Nirvardo el hermano menor para anunciarle que se iban de religiosos, el muchacho les respondió: “¡Aja! ¿Con que ustedes van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar”. Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Antes de entrar en el monasterio, Bernardo llevó a su finca todos los que deseaban entrar en el convento para prepararlos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1.112, a la edad de veintidós años, entra en el monasterio del Cister. Más tarde, habiendo muerto su madre, entra en el monasterio su padre. Su hermana y el cuñado, de mutuo acuerdo
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decidieron también entrar en la vida religiosa. Aquí podemos comprobar la gran influencia que era capaz de ejercer Bernardo de Claraval. En la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por el Todopoderoso de un poder de seducción tan grande para llevar gentes a la vida religiosa, como el que recibió Bernardo. Dicen las leyendas que las muchachas tenían pavor de que sus novios pudiesen hablar con el santo. En las universidades, en las aldeas y pueblos, en los campos los jóvenes al escucharle hablar de las ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formase como religiosos. Durante su vida fundó más de trescientos conventos para hombres, e hizo llegar a una gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban “el cazador de almas y devociones”. Con su apostolado consiguió que novecientos monjes hicieran profesión religiosa. Fundador de la Abadía de Clairvaux (Claraval). En el convento del Cister mostró tales cualidades de líder y de santo, que a los veinticinco años (con solo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar otro convento. Escogió un lugar solitario en el bosque, donde los monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le llamó Claraval, que significa valle claro, ya que allí el sol brilla fuerte todo el día. Supo irradiar de tal manera fervor y entusiasmo a los religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo veinte compañeros a los pocos años tenía alrededor de ciento treinta religiosos. De este convento de Claraval saldrían monjes a fundar otros sesenta y tres conventos. Lo llamaban “Doctor Boca de Miel” (Mellifluous Doctor). Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de muchas oraciones, y de grandes penitencias, era de rápido efecto en los oyentes. Quien escuchaba a San Bernardo sentía de inmediato un fuerte impulso a volverse mejor. El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Santo Padre, los pueblos y los gobernantes solicitaban continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre presto
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a brindar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud bastante debilitada (porque los primeros años de religioso se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño el estomago) recorrió toda Europa poniendo paz donde habían guerras, deteniendo herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la religión católica. Era el árbitro aceptado por todos. Solía exclamar: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas. (Ya en las noches pasaría luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación). Un hombre muy preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, lo cual hizo de muy buena voluntad. Llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Honorio III. El santo le escribió un famoso libro llamado “De Consideratione”, el cual propone una serie de consejos importantísimos para los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: “Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación”. Despedida cumplida y gozosa. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo, de haber conseguido varios milagros y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: “Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacía mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él le parezca”. Y por lo visto, a Dios le pareció que ya había trabajado y sufrido bastante y que ya se merecía el descanso eterno y la recompensa que se tiene preparada para los discípulos más fieles, y se lo llevó con Él a su reino, feliz el 20 de Agosto del Año del Señor 1.153.
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Tenía 63 años. Desde entonces ese día se conmemora su festividad. El Sumo Sacerdote lo declaró “Doctor de la Iglesia”.
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Capitulo II LA INICIACIÓN DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS “Para cada uno de ellos la disciplina es una devoción y la obediencia una forma de respetar a sus superiores, porque estos Caballeros mantienen fielmente una existencia compartida, sencilla y alegre, sin esposa ni hijos.” En las siguientes páginas reproduciremos lo que era una ceremonia típica de aquella época, extraída de la declaración que realizó el Caballero Gerard de Caux en el interrogatorio al que fue objeto durante el proceso Templario, celebrado el día 12 de enero de 1311, y donde explicaba como fue iniciado en la fiesta de San Pablo y San Pedro en el año 1298. La vida religiosa de un Caballero Templario se abría como decíamos con la ceremonia de iniciación o de investidura. Habitualmente se utilizaban las iglesias o capillas propiedad de la Orden del Temple. El novicio aparecía con una túnica blanca, con el cabello descubierto y desarmado y debía jurar que renunciaba a la existencia laica, para convertirse en un monje-guerrero. “A altas horas de la noche, los aspirantes son conducidos a una pequeña antecámara contigua a la capilla del convento. Dirige la iniciación el Maestre Provincial, en presencia de numerosos Templarios. Dos Caballeros se dirigen a los aspirantes: “¿Buscáis la compañía de la Orden y deseáis participar en sus obras espirituales y temporales?” A la respuesta afirmativa el hermano Templario proseguía: “Buscáis lo que es grande pero no conocéis los duros preceptos que se observan en la Orden. Nos veis con hermosos hábitos con hermosas monturas, perfectamente equipados, pero no podéis conocer la vida austera de la Orden, porque si deseáis vivir a este lado del mar, seréis llevados a Ultramar y recíprocamente; si deseáis dormir tendréis que levantaros y caminar hambriento si habéis deseado comer. ¿Aguantareis todo esto por el honor de Dios y la salvación de vuestra alma?”
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Ante la nueva repuesta afirmativa el hermano toma la palabra: “Queremos saber si creéis en la fe católica, si estáis de acuerdo con la Iglesia de Roma, si os habéis comprometido con otra Orden o estáis vinculados por matrimonio. ¿Sois caballero nacido de matrimonio legitimo?, ¿Estáis excomulgado por vuestra falta o por otra razón?, ¿Habéis prometido algo o hecho algún regalo a un hermano de la Orden para ser recibido?, ¿No estáis afectados por alguna enfermedad ocultar que pueda imposibilitar vuestro servicio en la Casa o vuestra participación en el combate?, ¿No estáis cargado de deudas?” Una vez dichas y escuchadas las respuestas afirmativas de los aspirantes los dos Caballeros Templarios se retiran, dejando al Maestre Provincial, postulantes y demás caballeros rezando en la capilla. Regresan, preguntan a los postulantes si persisten en su demanda y se retiran por segunda vez para informar al Maestre de la voluntad claramente manifestada. Después les conducen hasta el Maestre, con la cabeza descubierta, se arrodillan los postulantes y hacen la siguiente petición. “Señor, hemos venido ante vos y ante los hermanos que están con vos para solicitar la compañía de la Orden”. El Maestre les solicita que confirmen las respuestas a las preguntas de los dos caballeros, los postulantes juran sobre la Santa Biblia y el Maestre continua: “Debéis jurar y prometer a Dios y a la Virgen que obedeceréis siempre al Maestre del Temple, que guayareis la castidad, los buenos usos y las buenas costumbres de la Orden, que viviréis sin propiedad. Que solo guardareis lo que os sea dado por vuestro superior, que haréis todo lo que podáis para conservar el Reino de Jerusalén y para conquistar lo que todavía no se ha obtenido, que jamás iréis por vuestra voluntad a los lugares donde se mata, saquea o se deshereda a los cristianos injustamente, y que si se os confían bienes del Temple juráis que los guardareis bien. Y no abandonareis la Orden, para mejor o peor, sin el consentimiento de vuestros superiores”. Los postulantes juran y el Maestre continúa:
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“Os recibimos, a vosotros, a vuestro padre y a vuestra madre y a dos o tres de vuestros amigos que deseen participar en la obra espiritual de la Orden, del principio al fin”. Y dichas estas palabras les inviste con el manto blanco y les da la bendición, y para ello un hermano capellán canta el “Ecce quan bonum” y después se recita la oración del Espíritu Santo. El Maestre entonces les levanta con sus manos, les besa en la boca y les indica que el sacerdote y los caballeros presentes les besen en la misma forma. Todos se sientan. El Maestre detalla para los nuevos hermanos el código disciplinario de la Orden, les describe las faltas que acarrean expulsión de la Casa y la pérdida del hábito; después pasa revista a las reglas principales de la vida cotidiana de los Templarios. Recuerda que deben vivir en castidad y que les está prohibido el trato con mujeres. Y finaliza: “Marchad, Dios os protegerá”.
ORGANIGRAMA DE LA ORDEN DEL TEMPLE “Destaca su excelente organización militar, la rapidez de sus movimientos y la facilidad con que saben prevenir cualquier ataque, como si fueran capaces de leer en el aire u oler al enemigo que todavía no es visto por los demás. Pueden ser pocos, pero valen por muchos…”
En el año 1163 quedó fijada la organización de la Orden del Temple. Hallándose todos bajo las órdenes del Maestre del Temple de Jerusalén. Aunque debía atenerse al voto de la mayoría del Capitulo para decidir las cuestiones más importantes: nombramientos de los distintos comendadores de provincias, declaraciones de guerra, firmas de armisticios, el asedio a una fortaleza y hasta la admisión de un nuevo novicio.
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DIRECCIÓN DE LA ORDEN MAESTRE Solo respondía a la autoridad del Papa, aunque debía ser respetuoso con los obispos y con los reyes. Disponía de cuatro caballos, además de uno especial para el combate. Tenía a su servicio un secretario e intérprete árabe, un soldado de caballería ligera, un herrero, un cocinero y dos criados de a pie. SENESCAL Era la segunda autoridad de la Orden del Temple, suplía al Maestre en sus ausencias. MARISCAL Mandaba a los Templarios en la guerra y en la batalla si el Maestre no se encontraba presente. COMENDADOR DE JERUSALÉN Tesorero y gestor de las finanzas de la Orden. Era asimismo el jefe de la marina Templaría y guardaba la Vera Cruz en las batallas. Se encargaba en la Ciudad Santa de la protección de los peregrinos y de la vigilancia de los caminos. PAÑERO MAYOR O VESTIARIO Era el encargado de la uniformidad de los caballeros, escuderos y sirvientes. También realizaba las tareas de secretario y escribiente. Asistía a las ceremonias de iniciación. COMENDADORES TERRITORIALES Estaban en Palestina (Acre) y Siria (Antioquia). De ellos dependía el conjunto de castillos de cada región. TURCOPLERO Jefe de la caballería ligera indígena, que formaba el escuadrón de los turcopolos.
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COMENDADORES PROVINCIALES Preceptores de las diferentes provincias en las que se dividía la Orden. Se encargaban de administrar las donaciones, cuidar de los hermanos que tenían a su cargo y debían enviar la mayor cantidad posible de fondos a Tierra Santa. LISTA DE LOS MAESTRES DEL TEMPLE
Hugo de Payns de 1118 a 1136 Robert de Craón de 1136 a 1146 Everard des Barres de 1146 a 1149 Bernard de Tremelay de 1149 a 1153 Andrè de Montbard de 1153 a 1156 Bertrand de Blanchefort de 1156 a 1169 Philipe de Milly de 1169 a 1171 Eudes de St. Amand de 1171 a 1179 Arnaldo de Torroja de 1179 a 1184 Gerard de Ridefort de 1185 a 1189 Robert de Sablè de 1191 a 1193 Gilbert Erail de 1193 a 1200 Philipe de Plaissiez 1201 a 1208 Guillaume de Chartrès de 1209 a 1219 Pedro de Montaigud de 1219 a 1230 Armand de Perigord de 1232 a 1244 Richard de Bures de 1245 a 1247 Guillaume de Sonnac de 1247 a 1250 Reinald de Vichiers de 1250 a 1256 Tomás Berard de 1256 a 1273 Guillaume de Beaujeau de 1273 a 1291 Teobald de Gaudin de 1291 a 1293 Jacques de Molay de 1293 a 1314
CLASES COMBATIENTES CABALLEROS Era la “crem de la crem” del cuerpo bélico Templario. Eran los únicos con derecho a portar el manto blanco con la Cruz Pateé. Disponían de tres o cuatro caballos para utilizarlos, si era preciso, sucesivamente.
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SARGENTOS Servían a los caballeros y se diferenciaban de estos en que vestían con manto pardo o negro con la misma cruz. ESCUDEROS También armados y a caballo, aunque no tan poderos como los caballeros. SIRVIENTES Formaban, con escuderos y caballeros, el grueso del ejercito Templario. Portaban armamento ligero y se ocupaban de los caballos del Caballero. Apoyaban a este con sus arcos y le daban protección. TURCOPOLOS Caballería ligera de cristianos nativos, que colaboraban con la Orden aunque no formaban parte de ella. Era por lo tanto un cuerpo bélico auxiliar. CABALLEROS SEGLARES Caballeros que hacían el voto de peregrinación y se ponían voluntariamente al servicio del Temple, y por lo general durante un tiempo limitado. Estos caballeros vivían en los conventos de la Orden, excepto si estaban casados y sus mujeres se encontraban con ellos en Tierra Santa, en cuyo caso residían fuera de los recintos religiosos.
CLASES MONÁSTICAS
ABAD DEL TEMPLE Este personaje residía en Jerusalén, y era el superior de toda la división monacal de la Orden, que podía considerarse totalmente independiente de la militar.
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SACERDOTES o CAPELLANES Normalmente llamados capellanes. Asumían funciones únicamente religiosas y de atención espiritual a las demás clases de Templarios. Se encargaban asimismo del cuidado de las iglesias. El contraste más evidente que podemos encontrar entre la parte monástica y la parte militar es de tipo cultural. Los Caballeros Templarios (como también escuderos y sirvientes) carecían generalmente de educación y de cultura, y eran con frecuencia analfabetos, (entre ellos incluso algunos Maestres). Los clérigos sin embargo, eran personas muy bien preparadas en las escuelas catedralicias, monásticas y en las universidades. CUERPOS AUXILIARES
HERMANOS LEGOS Desempeñaban tareas conocidos como donados.
de
tipo
domestico.
También
COMPAÑEROS DEL SANTO DEBER Llamados también compañeros de oficios, carpinteros, constructores, etc. Vivían en los establecimientos Templarios (castillos, conventos) y estaban vinculados a la Orden. Se encargaban, bajo la dirección de un Templario de cualquier grado, de la edificación y mantenimiento de los castillos y edificios de encomienda. Se incluyen aquí a los agricultores, que generalmente no pertenecían a la Orden sino que eran contratados por ella en condición de siervos y ocasionalmente, de esclavos. COOPERANTES Personas que admiraban a la Orden del Temple y la ayudaban, fuera de la vida conventual. Algunos historiadores opinan que es la única clase en donde podían colaborar las mujeres organizándose de forma autónoma. Pero al parecer hay documentos que demuestran lo contrario. Según afirma el historiador Justo A. Navarro… “La presencia de hermanas en la
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Orden del Templo no como pertenecientes a cofradías, que las hubo y están documentadas en cartularios de hacia 1150, sino confirmado por la existencia de un documento de 1201 en el que Urraca Vermudez "Soror Militie Templi" adquiere para la Orden unas tierras en Loureiro compradas a Pedro Rodríguez y su esposa Guntroda Peláez. A continuación en las próximas páginas daremos un breve repaso sobre los diecinueve Maestres de la Orden del Temple, lugar de nacimiento, hechos, escudos de armas, etc. Siempre se nos ha ofrecido los nombres y las fechas pero poco más, vamos a intentar con esto que el lector tenga una visión más cercana a los Maestres del Templo. Seguimos dando como bueno el nombre de Hugo de Payns como fundador y primer Maestre del Temple.
<<< Supuestamente escudo de armas de Hugues de Payns. HUGUES DE PAYNS 1er Maestre del Temple Hugo de Payns (1070-1136).Nació en el Castillo de Payns cerca de Troyes y murió en Palestina. Fundador de la Orden del Temple y 1er. Maestre de la misma. Participo en la I Cruzada, formando parte del ejército de Godofredo de Bouillon. En Jerusalén, creo la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo. Con la ayuda de Balduino y el Patriarca de Jerusalén, regresa a Francia, donde obtiene la amistad y los favores de Bernardo de Claraval. Participo en el Concilio de Troyes (1128), de donde salieron los estatus de la nueva Orden del Temple, redactados bajo los dictados de Bernardo de Claraval. Hugo de Payns, sirvió en el ejército de Godofredo de Bouillon durante la Primera Cruzada. Fundó en Jerusalén la orden que más tarde se convertiría en el Temple, e hizo que
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fueran aprobados sus estatutos en el Concilio de Troyes, en 1128. Dirigió la Orden desde la creación en 1115 hasta su muerte 1136, consiguiendo posicionarla como una influyente institución militar y financiera internacional.
ROBERT DE CRAÓN 1.136 1.146 2º Maestre del Temple Conocido también con el sobrenombre de “El Borgoñón”, era el segundo hijo del señor de Craón y estaba prometido. La aparición de la Orden dio un cambio radical a su vida, abandona títulos, propiedades y prometida, ingresa en el temple y parte hacía Palestina. Participa en la II Cruzada. Destaca por sus dotes organizadoras y militares demostrando gran valor en el combate. Estas cualidades a la postre le valdrían para ser investido segundo Maestre de la Orden. Al frente de esta Robert de Craón adopta la Cruz de Ocho Beatitudes y convierte a la Orden como la autentica organizadora de los Estados Latinos. Durante su Maestrazgo consigue qué el Papa Inocencio II el 29 de marzo de 1139, emita la bula “Omne Datum Optimum”, que excluye a los Templarios del pago de impuesto y de la jurisdicción episcopal. Derrota al emir de Alepo y se enfrenta a los turcos en la batalla de Técua, no obstante no es capaz de hacerse con el control de la estructura militar.
EVERAD DES BARRÉS 3º Maestre del Temple Everard des Barrés dirige la Orden desde 1147 hasta 1151, fecha en la que abdica para ingresar en la Orden del Cister. Gran caballero, valiente, enérgico y muy religioso. Antes de ser nombrado Maestre era el Preceptor de la Orden en
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Francia. Durante la II Cruzada tiene que actuar para salvar al rey de Francia Luís VII, entablando una buena amistad que ejercerá una gran influencia sobre el rey. Everard des Barrés abraza la vida monástica de Clairvaux y abdica en 1151 a pesar de las presiones de los Templarios para que continuase en el cargo. Muere en 1174. BERNARD DE TREMELAY 4º Maestre del temple Bernard de Tremelay anteriormente era el comendador de Dole, y fue Maestre de la Orden desde junio de 1151 a 16 de agosto de 1153. Bernard participó en la reconstrucción de Gaza que les había encomendado Balduino III. Murió luchando en la batalla de Escalón, cuando consiguieron abrir una brecha en la muralla, Bernard y un grupo de Templarios, plenos de coraje penetraron y fueron emboscados y masacrados. ANDRÈ DE MONTBARD 5º Maestre del Temple Andrè de Montbard (1103-1156). Uno de los nueve fundadores y tío de San Bernardo, lo que facilitó el interés de este en la propuesta y desarrollo del Concilio de Troyes, en 1154 es elegido Maestre de la Orden hasta su muerte el 17 de octubre de 1156. Fue uno de los personajes que más influencia tuvo en la creación de la Orden del Temple. Su elección supuso un acto de independencia de la Orden frente a las pretensiones de Luís VII rey de Francia por controlar la Orden y forzar al Capitulo, a la elección de un Maestre afín a sus intereses. El Capitulo, respeto escrupulosamente las reglas y se eligió al Senescal Andrè de Montbard.
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BERTRAND DE BLANCHEFORT 6º Maestre del Temple Bertrand de Blanchefort (1109 – 2 de enero de 1169). Hombre muy religioso y dotado de una gran estrategia militar. Fue hecho prisionero por Nur ed-Din en el Valle de Jacob y liberado tras dos años de prisión, merced al rescate pagado por el Emperador bizantino Manuel I Comneno. Participa en la expedición a Egipto, que dirigía el rey de Jerusalén Amalrico I. tiene que abandonar la expedición contra Egipto, para ponerse al mando de las fuerzas Templarías y Cruzadas que defendían Antioquia y Trípoli del ataque lanzado por Nur ed-Din. En 1165 es derrotado en la batalla de Harens. Las relaciones con Almarico I rey de Jerusalén, se resienten por la intolerancia y estupidez del rey de apresar a 12 Templarios que custodiaban una fortaleza, cuando era inútil cualquier tipo de resistencia. Y por política de rey, partidario de romper el tratado de paz, firmado por el Templario Geoffroy de Foulcher. La ruptura del tratado y comienzo de las hostilidades, terminó con la derrota, dándole la razón que el rey le negó. PHILIPPE DE MILLY 7º Maestre del Temple Philippe de Milly o Nablus, Maestre desde 1169 hasta 1171. Nació en Tierra Santa, concretamente en Nablús. Era noble y terrateniente y permuta con el rey de Jerusalén Balduino III, sus tierras de Nablús por las de Montreal. Defendió la zona de Gaza, frente a los ataques de Salah ed-Din (Saladino) y acompañó a Amalrico I a Constantinopla, donde volvió a tener disensiones estratégicas. Dejó la Orden presentando su dimisión en 1171. EUDES DE SAINT-AMAND 8º Maestre del Temple Eudes (Odón) de Saint-Amand (11711179), ya desde joven desempeño un papel
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importante en Palestina. Dotado de un gran espíritu de combe, forjado en la batalla, coraje y estrategia, consigue ser nombrado Mariscal del Temple en Jerusalén. Como los anteriores Maestres tuvo enfrentamientos con el rey Amalrico I, cuando este le exige que le entregue al Caballero Templario Gantier du Mesnil, acusado de asesinar a un mensajero de la secta de los Hassassins o Asesinos (Comedores de Hachis), al frente de la cual estaba Hasan Ib Sabbah más conocido como El Viejo de la Montaña, a lo que Saint-Amand se opuso rotundamente. Muerto el rey Amalrico I le sucede Balduino IV. La sabida debilidad del rey es aprovechada por Salah ed-Din, que en no demorando le presentará batalla en Escalón. El ejército musulmán presentaba una diferencia numérica de diez a uno. El ejército cristiano comandado por Eudes de Saint-Amand y ochenta Templarios, tiene el apoyo de unos trescientos caballeros cruzados y poco más de dos mil efectivos de infantería. La derrota estaba anunciada, pero Saint-Amand vuelve a demostrar su estrategia y bravura. Los Templarios lanzan un ataque que logra desarbolar las defensas de Salah ed-Din, quebrando su estrategia y haciendo cundir el pánico. Salah edDin aprendía rápido de sus errores y al año siguiente, ataca por sorpresa el Vado de Jacob, provocando la retirada del ejército cristiano, donde solo los Templarios y los hospitalarios presentaron batalla hasta la muerte, exceptuando al Maestre que fue capturado y hecho prisionero para ser intercambiado por un sobrino de Salah ed-Din, rehén de la Orden. Eudes de SaintAmand se opuso y murió en cautiverio. ARNALDO DE TORROJA 9º Maestre del temple Arnaldo de Torroja (1180-1184). Aragonés o catalán, primer Maestre español de la Orden, curtido en la Reconquista de España, donde desempeña un papel importante como Maestre de Aragón y Provenza. Elegido Maestre General de la Orden, se encuentra desconocedor de los problemas que existen en la Ciudad Santa, donde los hospitalarios sienten cada vez más envidia hacia el
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Temple, por la cada vez, mayor influencia y poder de dicha Orden. El de Torroja que fue, según las crónicas, un gran negociador, lo que unido a su avanzada edad, le hace inclinarse a intentar alcanzar soluciones negociadas entre ambas ordenes. Para lo que solicita la mediación de Balduino IV y del Papa Lucio III. Su etapa como Maestre está marcada por los problemas que el loco y exaltado fanático Reynaldo de Chatillón ocasiona, con sus incursiones mercenarias rompiendo los tratados de paz con Salah ed-Din. Temeroso del ataque musulmán viaja a Europa en compañía del Maestre de la Orden de San Juan del Hospital, para solicitar refuerzos o una nueva Cruzada que les permita contener el ataque de Salah ed-Din. Ya no regresará a Tierra Santa, pues muere en Verona el año 1184. GERARD DE RIDEFORT 10º Maestre del Temple Gérard de Ridefort Maestre de la Orden del Temple desde 1185 hasta 1189. De origen flamenco, sin lugar a dudas puede considerarse el peor Maestre que tuvo la Orden. Se une a la II Cruzada y entabla amistad con Raimundo de Trípoli, acordando un matrimonio de conveniencia con Lucía de Botrun, que a la fin terminaría frustrado. Esto convierte a Gérard de Ridefort en un acérrimo enemigo de Raimundo III. Apoyo a Guy de Lusignan a conseguir la corona de Jerusalén en detrimento de Raimundo III. Fue partidario de la línea de enfrentamientos con Salah ed-Din. Uno de los culpables de la derrota en la batalla de los Cuernos de Hattin. Apresado por Salah ed-Din junto con sus amigos Guy de Lusignan y Reynaldo de Chatillón a quien se dice que Salah edDin degolló personalmente. Todavía hoy se desconoce por qué fue liberado Gérard de Ridefort. Murió en 1189 delante de San Juan de Acre.
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ROBERT DE SABLÉ 11º Maestre del Temple Robert de Sablé (1191-1193). Después de la derrota de los Cuernos de Hattin, el cargo de Maestre de la Orden estuvo vacante, mientras se reformaron las medidas disciplinarias de la Regla, para evitar así de esa manera actuaciones como la de Gérard de Ridefort. Robert de Sablé, participa en la toma de San Juan de Acre y combate al lado de Ricardo Corazón de León en la batalla de Arsuf. GILBERT HÉRAIL 12º Maestre del Temple Gilbert Hérail (1191-1193). Fue partidario de respetar la línea de armisticios con los musulmanes, conseguida esta por Ricardo Corazón de León, se tiene que enfrentar a la dura línea de los hospitalarios y obedecer las equivocadas órdenes del Papa Inocencio III. Para ello, no dudan en acusar de traición al Temple, el tiempo les daría la razón demostrando que la estrategia que pretendía seguir era la correcta. Los sinsabores de Tierra Santa se ven recompensados con los éxitos cosechados en la Cruzada Española. PHILIPPE DU PLAISSIS 13º Maestre del Temple Philippe du Plaissis (1201-1208). Nacido en Anjou, ingresa en la Orden del Templo durante el transcurso de la III Cruzada. Intenta restablecer la paz con los hospitalarios y firma diversos acuerdos de cooperación. La situación en Tierra Santa era catastrófica y a todo ello se le viene a unir la aparición de los primeros brotes de la Peste en
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el año 1201, y en 1202 se agrava de manera alarmante con un terremoto que afecta a la mayoría de las estructuras. Se producen nuevas discrepancias entre la Orden del Temple y la del Hospital por las diferentes treguas firmadas con los musulmanes, lo que origina nuevamente la intervención de un papa, esta vez será Inocencio III quien deba intervenir en este nuevo conflicto.
GUILLAUME DE CHARTRES 14º Maestre del Temple
rey Cruzada.
Guillaume de Chartres (1210-1219), hijo del conde de Bar-sur-Seine, se ignora su fecha de nacimiento así como la vida que llevó hasta su elección como Maestre en el año 1210. Apoya la coronación de Juan de Brienne como de Jerusalén. Participa con sus Templarios en la V
Una epidemia de peste acaba con la vida de muchos cruzados entre los que se encuentra el Maestre Guillaume que fallece en febrero de 1219. Otro éxito importante conseguido por el Maestre fue en 1211 la recuperación del Castillo de Gastein, que había sido tomado por los musulmanes en 1190 y conquistado por el rey de la Pequeña Armenia y después de un arbitraje papal es devuelto a los Templarios. PEDRO DE MONTAIGÚ 15º Maestre del Temple Pedro de Montaigú (1219-1230). Segundo Maestre español, de Valencia. Fue elegido Maestre de la Orden durante el sitio de Damieta en 1218. Sin embargo fue informado bastante después de su elección, ya que según documentos, en noviembre de 1228 todavía firma como Prefecto de Provenza y de España, se conservan muchas actas de su Maestrazgo. Rechazó acompañar en 1229 al rey Federico II de Alemania, al haber sido este excomulgado. Hombre valiente y hábil en el combate. Fallece el 28 de enero de 1232.
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ARMAND DE PÉRIGORD 16º Maestre del Temple Armand de Périgord o Hermann de Pierre-Grosse (1178-1247), era Conde de Périgord. Entre 1205 y 1232 en que fue elegido Maestre de la Orden, lo había sido de Abulia y de Sicilia. Organizó el ataque de Caná, de Safita y de Séforis, como estratega no fue muy brillante, pues todas estas empresas se saldaron con desastroso fracaso reduciendo el poderío de la Orden. En septiembre de 1239, Armand llega a un acuerdo en San Juan de Acre con el Sultán de Damasco, siguiendo el ejemplo de hospitalarios y teutones. En octubre de 1244 las fuerzas confederadas de Templarios, Hospitalarios y Caballeros Teutónicos, de acuerdo con el ejército del Sultán de Damasco, se enfrentan al Sultán de Egipto, aliado a su vez del imperio de Jwarizm, en la batalla de la Forbie, cerca de Gaza. La coalición de cristianos y musulmanes sirios fue vencida, dejando más de treinta mil hombres muertos en el campo de batalla. Es incierta la suerte que corrió el Maestre Armand de Périgord, no se sabe con certeza si murió en la batalla o fue hecho prisionero. RICHARD DE BURES 17º Maestre del Temple Richard de Bures (1244-1247), era el señor de Chastel Blanc y anteriormente había sido Comendador General de la Orden. La incertidumbre de si Périgord había o no muerto, llevó al Capitulo a elegir a un Maestre de manera provisional, en cuanto no se aclarase la cuestión. GUILLAUME DE SONAC 18º Maestre del Temple Guillaume de Sonac (1247-1250), perteneciente a una familia noble. Hay constancia de su participación en la toma de Damieta. Defendió al rey de Francia y queriéndole
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proteger, fue herido de muerte en la batalla de Mausourah el 3 de julio de 1250. RENAUD DE VICHIERS 19º Maestre del Temple Renaud de Vichiers, natural de la Champagne. Anteriormente había sido Preceptor de Francia y Mariscal General de la Orden. Es elegido Maestre durante el asedio de Damieta. Interviene en la liberación del rey Luís IX (San Luís) que fue capturado por los musulmanes en Mausourah y obtiene la libertad un mes después a cambio de ceder Damieta. Renaud de Vichiers fallece el 20 de enero de 1256. THOMAS DE BÉRARD 20º Maestre del Temple Thomas de Berard (1256-1273). Vivió un periodo convulso de luchas con los hospitalarios siendo testigo de los progresos del sultán mameluco Baibars al Bunduqdari, quien poco a poco, fue obligando a los cristianos de Palestina a encerrarse tras los muros de San Juan de Acre, último baluarte cristiano en Jerusalén. Thomas murió en 1273. GUILLAUME DE BEAUJEU 21º Maestre del Temple Guillaume de Beaujeu, (1273-1291). Natural de Beuajolais de donde deriva su apellido. Guerrero dotado de un gran carisma, talento y estrategia negociadora. Era comendador de Apulia cuando fue elegido Maestre en su ausencia. A él le toca vivir el asedio de San Juan de Acre por el Sultán de Egipto Al-Ashraf Khabil hijo de Qalawun, teniendo que realizar una defensa a la desesperada, efectuando incursiones temerarias para destruir las maquinas de guerra que asediaban San Juan de Acre. Muere durante la defensa de la
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ciudad tras ser alcanzado por una flecha que le penetra por la axila y se le incrusta en el pecho, era el 18 de mayo de 1291. Con los resistentes se encontraban el Comendador de Acre Thibaud Gaudin y el Mariscal de la Orden Pierre de Sevry. Se podría decir tanto y tan bueno de Guillaume de Beaujeu que nos pasaríamos horas escribiendo, pero esto es a “grosso modo” un poco de su historia. THIBAUD GAUDIN 22º Maestre del Temple Thibaud Gaudin 1291-1292), elegido Maestre, le corresponde vivir la pérdida del último bastión cristiano en Tierra Santa. Asume el mando de las tropas en San Juan de Acre, retirándose hacia Sidón y posterior embarco al Castillo de Sagette, donde es elegido Maestre en agosto de 1291. Su mandato tan solo duraría ocho cortos meses, al morir el 16 de abril de 1292. JACQUES BERNARD DE MOLAY 23º y último Maestre del Temple Jacques Bernard de Molay, (1244-1314), noble borgoñés que entra en la Orden en Beaume en 1265. La expulsión de Tierra Santa, se convierte en una obsesión y organiza múltiples expediciones para su reconquista, sin recibir ayuda ni de reyes ni de otras ordenes. Jacques de Molay el más conocido por ser el último Maestre de la Orden del Temple, pero el más desconocido por sus actos y no fueron pocos ni poco importantes, nunca debemos olvidar algo de él, Jacques Bernard de Molay dio su vida para preservar la del Temple.
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En 1298 los Templarios atacan y vencen al Sultán de Egipto, Malej Nacer consiguiendo entrar en Jerusalén. En 1299 cerca la ciudad de Edesa. Ataca Siria y están a punto de recuperar Tartús (Tortosa).
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CAPITULO III EL TEMPLE EN LA PENÍNSULA IBÉRICA La Orden del Temple, tuvo una importancia vital en la Reconquista de la Península Ibérica. La aportación que la Orden hizo a los reinos de Aragón, Navarra, Castilla y Portugal todavía hoy no ha sido valorada en su justa medida. La primera participación de la Orden en una guerra fue en la Península, en Tierra Santa habían participado en algunas escaramuzas. ALFONSO I “EL BATALLADOR” Ramón Berenguer III, Conde de Barcelona y Señor de la Provenza pide en 1.131 entrar en la Orden del Temple coincidiendo con la presentación de la Orden en Toulouse. La entrada del Temple en la Península Ibérica coincide con el reinado de Alfonso I llamado “El Batallador”. Para establecerse de forma definitiva en la Península, la Orden recibió del Conde de Barcelona el Castillo de Grañena y Alfonso I les donó la recién conquistada fortaleza de Calatrava. Alfonso I fue un gran admirador de la Orden del Temple y decidió crear una Orden similar a la que denominó Orden de Montjoy. A la muerte de este la nueva orden tuvo que fusionarse al Temple, aportando las inmensas posesiones que tenía en el sur de Aragón. Alfonso I murió en 1.134 durante el asedio de Fraga, dejando el trono sin descendencia legal, hace testamento de la Corona a las Ordenes del Temple, Hospital y Santo Sepulcro. Los nobles aragoneses se oponen al testamento, y buscan una solución con las órdenes, para que el trono no recaiga en el legítimo sucesor Alfonso VII de Castilla. Los nobles recurren a legitimar el derecho de sucesión, mediante el hermano de Alfonso I, Ramiro “El Monje”, que era obispo y por tanto no podía tener descendencia. Piden una dispensa Papal para que Ramiro pueda tener hijos. Ramiro tiene una hija, Petronila, y es considerada como la legítima sucesora al trono del Reino de Aragón. Ramón Berenguer IV se casa con Petronila que pasa a ser Rey de Aragón, Barcelona y Provenza.
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En septiembre de 1143 los acuerdos recibieron el visto bueno de Robert de Craón, entonces Senescal del Temple. El acuerdo con las órdenes establecía: Creación de una nueva caballería, bajo potestad del Temple, que debía luchar contra los musulmanes. Para generar fondos, se reserva el 20% de las tierras conquistadas a los moros más el 10% de la parte Real. La cesión de los castillos de Monzón, Mongay, Barberá, Belchite, y Remolins. El diezmo de todo lo que el rey posea, incluidos los tributos de la Taifa de Valencia. El Papa, otorga por Bula, la cesión del diezmo eclesiástico. (Omne Datum Optimum). La Orden del Hospital y la del Santo Sepulcro, renunciaron a la Corona a cambio de casas, terrenos y privilegios. El Temple se constituyó como principal baluarte de los Reinos de Aragón y Cataluña, siendo el destino de todos los caballeros de la nobleza y receptora de importantes bienes aportados. 1er Testamento de Alfonso I El Batallador* “En nombre del Señor e incomparable bien, que es Dios. Yo don Alfonso, Rey de los aragoneses, pamploneses, y de los sobrabienses o ribagrorzanos. Pensando en mí mismo y tratando muchas veces con mi alma, que la naturaleza engendró a todos los hombres sujetos a la muerte, porque firmemente en mi ánimo, mientras tenga vida y goce de buena salud ordenar acerca del reino que Dios me ha concedido y de las posesiones y rentas que me pertenecen para después de mis días. Por tanto, temiendo el divino juicio, por la salud de mi alma y también por la de mi padre y madre y de todos mis predecesores hago este testamento, a Dios y a Nuestro Señor Jesucristo y a todos sus santos. Y con buen ánimo y espontánea voluntad ofrezco a Dios y a la bienaventurada Santa María de Pamplona y a San Salvador de Leyre el castillo de Estella, con toda su villa y con todas las demás cosas pertenecientes al derecho Real de tal forma que sean repartidos por iguales partes,
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y la una parte lleve a la iglesia de Santa María y la otra la de San Salvador. Asimismo doy al monasterio de Santa María de Nájera y al de San Millán el castillo de Nájera con cuantas cosas y honores pertenecen al propio castillo, y también les doy juntamente la fortaleza de Tubia con todos sus honores y de todas esas cosas media parte sea para Santa María y otra media para San Millán. Ofrezco a San Salvador de Oña el castillo de Belorado con todo su honor. Doy asimismo a la iglesia de San Salvador de Oviedo las villas de San Esteban de Gormaz y de Almazán, con todo cuanto es suyo y les puede pertenecer. También mando y doy a Santiago de Galicia, de ciudad de Calahorra, las villas de Cervera y Turtullon, con todas sus pertenencias. A Santo Domingo de Silos, le doy el castillo de Sagüesa con toda la villa y entre ambos Burgos, el nuevo y el viejo con sus respectivos mercados. Mando también y le doy al bien aventurado Bautista Juan de la Peña y al bien aventurado Pedro de Ciresa toda la dote que fue de mi madre. Esto es Biel, Bailo y Astorit y Ardenes y Sios y todas aquellas posesiones que pudieran averiguarse que fueron propiedad de mi madre, y de todas éstas que una mitad sea de San Juan de la Peña, y la otra mitad de San Pedro de Ciresa con todas sus pertenencias. Con esto, después de mi muerte, dejo por heredero y sucesor mio, al Santo Sepulcro del Señor que está en Jerusalén, y a los que están en su custodia y vigilancia y allí mismo sirven a Dios; y al Hospital de los pobres que también está en Jerusalén, y al Templo del Señor con las milicias que velan allí para defender el buen nombre de la cristiandad. A estas tres órdenes concedo todo mi Reino, el imperio y gobierno que tengo en toda la tierra de mi reino, y asimismo el principado y jurisdicción que me pertenece sobre todos los hombres de mi tierra, asó clérigos como seglares, obispos,
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abades, canónicos, monjes, hombres ricos, caballeros, ciudadanos labradores y mercaderes, varones y mujeres, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y moros con las mismas leyes, Fueros y costumbres que mi padre, mi hermano y yo hemos tenido hasta aquí y debemos tener. Añado también a la milicia del Templo mi caballo con todas mis armas, y si Dios me diere la ciudad de Tortosa toda ella sea para el hospital de Jerusalén. Además de todo lo dicho, porque podemos habernos equivocado por ser hombres, si yo, o mi padre, o hermano hubiéramos quitado injustamente a las iglesias de nuestra tierra, sedes o monasterios o cualquier otra cosa, así como honores o posesiones, rogamos y mandamos que los prelados y señores del Santo Sepulcro, del Hospital y del Templo lo restituyan con justicia. De igual forma, acerca de las propiedades que a nos, o a nuestros antecesores nos pertenecieron por derecho hereditario, excepto las que están dadas a lugares santos, las dejo enteramente al Sepulcro del Señor, al Hospital de los Pobres y a la milicia del Templo, con la condición de que después de mi muerte aquellos que por mi las posean, las tengan por toda su vida, como si fuesen por mi, y después de su muerte sean enteramente del Sepulcro, del Hospital y del Templo, o de quienes ellos buenamente las quieran dar justamente, todo lo entrego y concedo al Sepulcro de Cristo, al Hospital de los pobres y al Templo del Señor, para que ellos lo tengan y posean por terceras en justas e iguales partes. Todas las cosas predichas doy y concedo a Dios Nuestro Señor, y a los santos arriba expresados, para que sean tan suyas propias y firmes, como hoy lo son mías, y para que tengan facultades para darlas o quitarlas. Y si alguno de los que ahora tienen estos honores, o de los que los tuviesen en el futuro se quisiesen levantar con soberbia y no quisiesen reconocer a estos santos como a mí mismo, mis hombres y mis feudos los acusen de traición y de bandidos, como lo habrían hecho si yo estuviese vivo y presente, y los ayuden con fidelidad y sin engaño.
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Si durante mi vida me agradara y de estos honores arriba expresados quisiera dejar o a Santa María o a San Juan de la Peña, o a otros santos, lo pueda hacer, y aquellos que los posean deberán de recibir de mi lo que valgan. Todo lo sobredicho hago y ordeno hacer por las almas de mi padre y de mi madre y en remisión de mis pecados y para que merezca tener lugar en la vida eterna. Este documento fue hecho en la Era de 1168 (año del Señor 1130), en el mes de octubre, en el sitio de Bayona. Sancho de Piedra Rubia, notario del Rey, lo escribió tal como fue dictado. *Extraído del libro Haereticus de D. Antonio Galera Gracia.
Castillo Templario de Monzón (Aragón)
Castillo Templario de Tortosa (Cataluña)
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BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA La dolorosa derrota cosechada en Alarcos, sirvió para que los reyes cristianos se unieran y contaran con el apoyo estratégico y logístico de la Orden del Temple. La unión de los reyes, Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho VI de Navarra, la Orden del Temple, hospitalarios de Aragón, Orden de Calatrava y la Orden de Santiago, constituyó un ejército organizado y consolidado, con grandes posibilidades de derrotar al ejército almohade superior en fuerza numérica. El día 13 de julio de 1212, los ejércitos se encuentran en las llanuras de las Navas de Tolosa, en la provincia de Jaén. Las Órdenes del Temple, Calatrava y hospitalarios aragoneses, bajo el mando de Alfonso VIII de Castilla, forman el núcleo central del ejército. La Orden de Santiago, se desplegó por la izquierda bajo las órdenes de Pedro II de Aragón y por la derecha, actuaba el ejército de Sancho VI de Navarra, que a la sazón fue decisiva para el éxito de la batalla. Los almohades encadenados en círculo presentaban un ejército sin fisuras, en cuyo centro se resguardaba el Califa. Tras una desastrosa primera carga del ejército cristiano, los reyes retoman la decisión de un nuevo ataque, Sancho VI sería el primero en romper el círculo almohade, y lo que al principio parecía una barrera inexpugnable se convirtió para los almohades en un inconveniente para continuar la batalla, Sancho VI llegó hasta la tienda del Califa, provocando el pánico entre los almohades e inclinando la victoria a favor de los cristianos. Desde entonces se ve en el escudo de Navarra las cadenas rotas, que Sancho VI adaptó como símbolo de la libertad de su reino.
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JAIME I EL CONQUISTADOR Jaime I de Aragón llamado “El Conquistador”, fue educado por los Templarios desde los seis años en la Casa de la Orden en Barcelona y más tarde en la Fortaleza de Monzón, donde permaneció hasta los nueve años al cargo de Guillém de Montrodó. Durante dicho periodo asumió la regencia el Conde Sancho Raimundez, hijo de Ramón Berenguer IV y tío abuelo de Jaime I. La conquista de una isla nunca fue tarea fácil, máxime si quien la realiza es un inexperto marinero y carece de flota propia. Sin embargo, Jaime I emprendió la conquista de Mallorca asistido por la flota y logística Templaría y un pequeño número de Templarios.
Moneda de Ramón Berenguer IV
Jaime I El Conquistador
Como agradecimiento Jaime I hace donación a la Orden del Castillo y de la Judería (barrio judío), más la tercera parte de la ciudad de Palma, la porción de tierra necesaria para mantener unos seiscientos caballeros, hornos, molinos y el puerto de Palma. Encarga la conquista de Menorca al Templario Ramón de Serra que luego sería Maestre Provincial de la Orden. Igualmente encarga a Guillém de Cardona, Comendador de Miravet más tarde también Maestre Provincial de la Orden, la conquista de Valencia. Como compensación la Orden recibe la donación de una parte de la ciudad, concretamente el arrabal de Al Russafí (Barrio de Ruzafa) y la Puerta y Torre de Al Sachar, la zona que hoy se
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conoce como barrio del Temple y donde se encuentren la Plaza, el Palacio y la Iglesia llamada del Temple. En 1265, con la ayuda de los Templarios, Jaime I toma Murcia, que se había sublevado. La campaña la dirigió el Mariscal del Temple en Aragón, Pere de Queralt. Murcia era vasalla de Castilla, pero con la ayuda de Granada consiguió su independencia. Jaime I “El Conquistador” falleció en Alcira (Valencia) el 27 de julio de 1276. CRONOLOGIA DE LA ORDEN DEL TEMPLE EN LA CORONA DE ARAGÓN 1147-1148, conquistas de Tortosa y Lérida. La Orden recibe una parte de Tortosa, adquiriendo la totalidad al comprar las partes del rey y de la flota genovesa. De la conquista de Lérida, obtienen la plaza de Gardeny y el Castillo de Corbins. En 1153, en agosto los Templarios dirigen la conquista de la fortaleza de Miravet, que protegía el valle del Ebro. El castillo por su emplazamiento y situación estratégica era considerado el bastión más importante de los musulmanes. La posesión del Castillo de Miravet permitía a los Templarios el control del Ebro catalán, desde Mequinenza hasta el mar. Compran a la Corona las poblaciones de Horta y Ascó. En 1162, muere Ramón Berenguer IV. Los Templarios protegen durante la minoría de edad a Alfonso II, hijo de Petronila de Aragón y de Ramón Berenguer IV. En 1187, se produce el asentamiento de la Orden del Temple en Ponferrada, el primer Maestre es Guido de la Gard. En 1194, se establece el Tratado de Tordehumos entre los reyes de Castilla y León, por el que ambos reyes intercambian cinco castillos en el territorio del otro. La custodia de los castillos en tierras de Castilla, bajo soberanía leonesa es encargada a los Templarios, que así garantizaban la seguridad en el Camino de Santiago. En 1196, la Orden de Mont Gaudí, cuya sede estaba en Montfragüe, entrega todas sus posesiones y caballeros a la Orden del Temple de Aragón.
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En 1197 la Orden toma posesión del Castillo de Cantavieja y centran la atención en la franja comprendida entre Castellón y Teruel, denominada Maestrazgo, que proviene de Maestre. En 1212 participan en la Batalla de las Navas de Tolosa, al lado de Pedro II de Aragón, siendo la punta de lanza del ataque. En 1213 fallece Pedro II, cuando acude a la defensa de su señorío en el Languedoc. La mayoría de la población era cátara. La Orden tenía que optar por tomar parte, entre ayudar al rey Pedro II y luchar a favor de los cátaros, o participar en la Cruzada Albigense promulgada por Inocencio III contra los cátaros, prevaleciendo su obediencia al Papa, como era obvio, aunque el ejército Templario nunca llegó a empuñar la espada contra los cátaros. El joven Jaime I fue hecho prisionero por Simón de Monfort. Huérfano Jaime I, es acogido en la Orden por deseo del Papa Inocencio III y de su madre Maria de Montpellier. En 1229-1231, conquistas de Medina Mayürqa (Mallorca) y Menorca. En 1238 conquista de Valencia. En 1265 conquista de Murcia.
Castillo Templario de Peñíscola (Valencia)
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CAPITULO IV HEREDEROS DE LA ORDEN DEL TEMPLO ORDEN DE LOS CABALLEROS DE CRISTO
Orden militar portuguesa heredera de la Orden de los Caballeros Templarios en este país. En los siglos XII y XIII y todavía en plena Reconquista los Caballeros de la Orden del Temple ayudaron a los portugueses en todas las batallas libradas contra el “moro infiel”. Como no podía ser de otra manera fueron recompensados por su aportación, recibiendo ingentes extensiones de terreno y poder político. Los castillos, iglesias y poblaciones que recibieron prosperaron de manera colosal bajo su protección. Tal y como fue en Portugal el primer territorio europeo donde se instalaron los Templarios en el año 1.128, asimismo fue también el último en salvaguardar los postreros remanentes de la Orden. Se encontraban todavía los Templarios defendiendo la conquista del Algarve cuando fueron suprimidos por el Papa Clemente V. El rey Don Diniz que por entonces regentaba la Corona de Portugal, lamentó las perdida de aquellos auxiliare de campo tan valiosos, máxime cuando en los juicios a que había sido sometida la Orden en toda la Cristiandad, los Templarios de Portugal habían sido declarados inocentes de todos los cargos que se le imputaban por la Corte Eclesiástica del Obispo de Lisboa. Para llenar ese inmenso vacío que dejaba la desaparecida Orden, el rey instauró una nueva Orden, que albergaría a todos los ex-Templarios de Portugal bajo el nombre de Christi Militia (1317). Obteniendo para esta nueva Orden la aprobación del Papa Juan XXII, quien por una bula en 1323,
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daba a estos Caballeros la regla de los Caballeros de Calatrava, poniéndolos bajo el control del Abad Cisterciense de Alcobaça. Más tarde por otra Bula de 1323 el Papa Juan XXII autorizaba al rey Don Diniz para hacer entrega a la nueva Orden de Cristo de las propiedades portuguesas de los Templarios, y, la gran precipitación por convertirlos en Caballeros de Cristo, puede ser explicado como el fundamento de Don Diniz en su intención tanto en lo personal como el lo territorial de una continuación en su reino de una nueva Orden del Temple. Instalados en un principio, en Castro Marino, y estableciéndose más tarde de manera definitiva en el año 1357 en el Monasterio de Tomar, cerca de Santarem. El príncipe Enrique El Navegante Maestre de la Orden de Cristo (1417-1465), hijo del rey Joao I, abrió un nuevo campo para su utilización llevando la guerra contra el Islam dentro de África. La conquista de Ceuta en 1415 fue la primera etapa hacía la formación de un gran imperio portugués más allá de los mares. El emblema de la Orden, la Cruz de la Orden de Cristo, adornaba las velas de los navíos portugueses que exploraban los mares desconocidos. El Papa Calixto III (de la familia de los Borgia-Borja) le concedió la jurisdicción eclesiástica en todos los territorios desde los cabos de Borjador y de Nam a trabes de toda Guinea y hasta la orilla meridional. Mientras esas expediciones extranjeras mantenían vivo el espíritu militar de la Orden, su disciplina religiosa fue disminuyendo notablemente. El Papa Alejandro VI (el Papa Borgia), en 1492, modificó el voto de celibato por el de castidad conyugal. La Orden fue haciéndose cada vez menos monástica y más secular y fue tomando el carácter de una institución real. El poder y las riquezas acumulados por la Orden la convirtieron en un posible peligro para el estado, la historia se repetía, aunque sin final trágico. Por ello en 1551, el titulo de Maestre fue irrevocablemente unido al de soberano de Portugal. A partir del siglo XIX su actividad se redujo al mantenimiento de sus bienes y se convirtió en una Orden Honorífica, la mayor distinción del Reino de Portugal.
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Abolida la monarquía, quedó destinada a la distinción de los funcionarios portugueses que hayan destacado notablemente en sus funciones. El rey de Portugal es hoy todavía y oficialmente “Gran Señor de la Orden de Nuestro Señor Jesús Cristo, y como tal confiere la calidad de miembro o socio titular de la Orden, junto a la condecoración de la Cruz carmesí ornamentada con otra Cruz blanca, más pequeña.
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CAPITULO V PROCESO EN ESPAÑA Y EL RESTO DE EUROPA
El reino de Nápoles estaba regido por Carlos II tío del rey de Francia, y en los interrogatorios se empleo con saña la tortura contra los freires Templarios, que por supuesto, confesaron lo inconfesable. En los Estados Pontificios, como tampoco podía ser de otra forma, se siguieron las indicaciones del Papa Clemente V y se aplicó la tortura, se conseguirían algunas confesiones, pero la mayoría de los Caballeros Templarios se negaron a hacer declaración alguna. En Lombardía los Obispos favorecieron al Temple, y los Caballeros de la región fueron exculpados totalmente. La conclusión a la que se llegó tras los interrogatorios, fue igualmente de confusa. En la región de Renania se celebraron varios concilios, algunos concluyeron con la absolución de los Templarios, como el celebrado en Tréveris. Una anécdota bastante singular es la ocurrida mientras se celebraba el Concilio de Maguncia, Hugo de Salm Preceptor de Grumbach irrumpió en la sala junto con veinte Caballeros Templarios bien armados y ante todos proclamó que el proceso había sido un mascarada del Papa para destruir a la Orden del Temple, el asustado arzobispo dijo que transmitiría las quejas al Papa y se suspendió el concilio. Cuando se volvió a reanudar el concilio, otro Templario, el Preceptor del Rin Federico de Salm, hermano del anterior, el solo, blanco y pulcro, reglamentariamente armado defendió a la Orden con argumentos similares a los de su hermano Hugo de Salm. Así con estas pruebas de valor e inocencia impresionaron totalmente a la opinión pública y el Concilio de Maguncia absolvió a los Templarios. Cabe pensar pues, ¿qué hubiese sucedido si el resto de los Templarios de toda Europa hubiesen reaccionado de igual forma que los valientes hermanos Salm de Maguncia?, posiblemente yo no estaría escribiendo estas lineas ni vosotros leyéndolas, pues lo más probable es que la Orden del Temple aun existiría.
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Hemos repasado a grosso modo lo derivado del proceso contra los Templarios en Europa, pero aun nos quedaría un último bastión antes de adentrarnos en lo acaecido en la Península Ibérica, hablamos del cuartel general del Temple en Limasol, Isla de Chipre. Hagamos pues un breve examen del efecto causado por la detención de los Templarios de Francia, en la que se incluía la del propio Maestre Jacques Bernard de Molay, que como sabemos, fue llamado por el Papa Clemente V a finales de 1.306, posiblemente para tenerlo a mano cuando todo empezase. Los numerosos Templarios de la Isla de Chipre vieron lejanamente la detención de sus hermanos en Francia el 13 de octubre de 1307. Cuando llegó la orden papal a principios de 1308 de proceder contra los Templarios, Amalrico se hizo el despistado durante algún tiempo, pero el 12 de mayo envió a Balian de Ibelin, príncipe de Galilea y principal Consejero, a Limasol a invitar a los Caballeros Templarios a cumplir las decisiones papales y darse por detenidos. Hasta mayo de 1310 no empezó el proceso en Chipre, declararon personas ajenas a la Orden y todos los testimonios resultaron favorables al Temple y sus miembros, sin un ápice de acusación. Los Templarios fueron interrogados más tarde, ninguno confesó nada execrable. Si miramos en conjunto el proceso contra los Templarios fuera de Francia demuestra totalmente el fracaso de los intentos de Felipe IV y Clemente V para inculpar a la Orden del Temple. A pesar de todo los dos se habían confabulado en acabar con el escabroso problema Templario en el conocido Concilio de Vienne. Clemente V inauguró el concilio el sábado 16 de octubre de 1311, al que solo asistieron ciento catorce altos cargos eclesiásticos y solamente un rey, el de Francia por supuesto, que llegó a punto de tratar el tema de la supresión del Temple, tal vez para coaccionar al Papa. La bula de supresión, “Vox in excelso”, se fechó y se firmó el 22 de marzo de 1311 y en sesión plenaria del concilio el 3 de abril se leyó ante los Padres Conciliadores, y cuyos párrafos más esenciales son: “Considerando por lo tanto la infamia, la sospecha, la ruidosa insinuación y otras cosas que se han aducido contra esta Orden, y también la secreta y clandestina recepción de los hermanos de la Orden, y la diferencia de muchos de esos hermanos con la costumbre general, vida y hábitos de otras compuestas por
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fieles cristianos, especialmente cuando reciben a otros como hermanos de su Orden, en la recepción hacen profesión y juran no revelar a nadie la forma de esta recepción y no abandonar la Orden, como resultado de lo cual se han levantado sospechas sobre ellos, considerando el grave escándalo que se ha levantado contra la Orden por estas cosas, que no parece puedan ser comprobadas mientras la Orden continúe su existencia, y también el peligro para la fe y para las almas, y las muchas cosas horribles que se han hecho por muchísimos hermanos de esta Orden, y que han caído en el pecado de la malvada apostasía contra el Señor Jesucristo, en el crimen de detestable idolatría, el execrable ultraje de los sodomitas, considerando que la Iglesia Católica Romana ha sido causa de que otras ordenes ilustres sean suprimidas por causas incomparablemente menores que la de arriba mencionada, incluso sin que se arrojasen culpas sobre los hermanos; no sin amargura y tristeza de corazón, no por la vía de sentencia judicial, sino por vía de decisión de autoridad apostólica, suprimimos la dicha Orden del Temple y su constitución, hábito y nombre por decreto irrevocable y perpetuamente válido, y la sometemos a prohibición perpetua con la aprobación de este Santo Concilio, estrictamente prohibiendo a todos que pretendan ingresar en esa Orden en el futuro y que reciban o porten el hábito o actúen como un Templario. Si alguien obra contra esto, incurra en la sentencia de excomunión ipso facto. Además reservamos las personas y bienes de dicha Orden a la ordenación y disposición de nuestra sede apostólica la cual, por gracia del amor divino, deseamos establecer para el honor de Dios y exaltación de la fe cristiana y el estado prospero de Tierra Santa antes de que finalice el presente Concilio”. (Archivo Secreto Vaticano, Registro Clemente V, libro 45 folios 203-205).
de
bulas
pontificias,
Según palabras del historiador Ricardo de la Cierva; este decreto no representa en ningún modo una pieza legal sino un esperpento. El Papa no juzga a la Orden, pero la condena. Reconoce que no hay pruebas suficientes ni fehacientes, pero suprime la Orden arbitrariamente. “La decisión contra los Templarios es un atentado al Derecho, una burla a la justicia y una vergüenza para la historia de la Iglesia Católica”.
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En la Península Ibérica a principios de 1310, la Inquisición junto a los obispos correspondientes montó el proceso contra los Templarios en Lérida, de los interrogatorios que allí se obtuvieron al igual como de los del Reino de Mallorca, incluidas sus dependencias de Perpignàn y Montpellier, nada se pudo probar contra los Caballeros Templarios. Y así lo indica la sentencia del Concilio de Tarragona del 4 de noviembre de 1312 donde se declara inocentes a todos los Templarios de la Corona de Aragón, poniéndoles en libertad además de ordenarse su manutención con las rentas de las pérdidas posesiones de la Orden del Temple. Según nos cuenta el historiador Martínez Diez, consta relación documentada de las pensiones pagadas por la castellanía y el priorato que corresponden al año 1319, estas oscilan entre los 8000 sueldos barceloneses anuales y los 500 sueldos la pensión más baja, con un total de 134650 sueldos anuales. Para que podamos hacernos una idea de aproximación al nivel de vida que estas pensiones permitían a los Templarios válganos con apuntar que aquellos que los vigilaban mientras estuvieron prisioneros cobraban 10 dineros diarios, o sea, 3650 dineros anuales, lo que equivale a 304 sueldos. Muy similar fue el resultado obtenido de los procesos que se abrieron en los Reinos de Castilla cuya regencia ostentaba Fernando IV El Emplazado. La causa Templaría se llevó conjuntamente entre Castilla y Portugal en el Concilio Regional que se celebró en Salamanca en el año 1310, este concilio también absolvió a los Templarios y se les puso en libertad. Por lo que toda la estrategia esgrimida por Felipe IV fracasó significativamente en la Península Ibérica, dejando al Papa Clemente V en una posición bastante peliaguda ante el Concilio de Vienne.
Castillo Templario de Ponferrada
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En el Reino de Aragón, el rey Jaime II que un principio estuvo al lado de los Templarios, a finales de noviembre de 1307 cambio bruscamente de idea y se postuló con la posición de Felipe IV, ordenando la detención de los Templarios y la incautación de sus bienes, uno de los Templarios detenidos fue el Maestre de Aragón Emenen de Lenda, a quien Jaime II pocos días antes había dado palabra de su deseo de proteger al Temple. Según parece ser el monarca aseguró al Papa que su cambio de política se debía, a evitar que los bienes del Temple cayeran en manos de otras ordenes religiosas adelantándose a ello con sus inesperadas medidas, no cabe duda que esta acción era puramente de carácter político y económico, el monarca, aunque simpatizante del Temple no era tonto y con una sola maniobra le quitaba todo el poder a la Orden del Temple, sin causar daño a sus miembros, y los ubicaba en una nueva orden militar que estaría bajo su control. El Castillo de Peñíscola se entregó sin batalla, no así en Miravet o en Monzón, donde el asedio duró varios meses, pues los Templarios sabedores de lo que se avecinaba hicieron acopio de provisiones. El Castillo de Miravet no cedió hasta finales de 1308 y el de Monzón en 1309 que cayó debido a una traición. ORDEN DE SANTA MARIA DE MONTESA Y SAN JORGE DE ALFAMA Jaime II pretendía recoger el espíritu Templario en una nueva orden, así una vez superadas algunas vicisitudes, tres años más tarde llega a un acuerdo con el Papa Juan XXII, quien otorga la Bula “Ad Fructus Uberis” el 10 de julio de 1317, en la que se dispone que todos los ex-Templarios que lo deseen pueden pasar a engrosar las filas de la nueva orden, la Real Orden de Santa Maria de Montesa, que tomaría su nombre de la fabulosa fortaleza de Montesa en el Reino de Valencia, puesto que la supresión del la Orden del Temple no incluía la perdida de los votos de castidad, pobreza y obediencia, que jurasen en su día.
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En cuanto a religión, Montesa se rigió según la regla del Cister, aunque observando una doble dependencia, de compleja naturaleza jurídica, nunca claramente explicada, y que solo haya paralelismo, casualmente, con la Orden de Cristo de Portugal, con la que también compartía las causas de su fundación, preservar a los Caballeros y los bienes Templarios. Montesa obedecía por una parte a la Orden de Calatrava y por otra, y por expreso deseo de su fundador Jaime II, al monasterio tarraconense de Santes Creus. Para el cargo de Maestre, primero de la Orden de Montesa, es elegido el Venerable Guillermo de Eril, hombre bastante anciano, pero avezado en las artes militares y perteneciente al Monasterio de Santes Creus. Montesa debió su existencia al empeño personal del rey Jaime II, quizás por ello fue durante la Edad Media, Orden fiel a la monarquía aragonesa. Muchos de los monarcas de Aragón que sucedieron a Jaime II, se valieron de su apoyo militar en campañas tanto intestinas como exteriores, desde la defensa de Valencia ante los moros de Granada hasta enfrentamientos con Castilla, desde la guerra de la Unión, o expediciones a Marruecos, Cerdeña o Italia, reyes como por ejemplo, Alfonso IV, Pedro IV El Ceremonioso, Juan I, Martín El Humano, Fernando de Antequera o Alfonso V El Magnánimo. Montesa tuvo además una presencia activa en el desarrollo y desenlace del Cisma de Occidente. Peñíscola fue durante muchos años residencia del antipapa aragonés Benedicto XIII (El Papa Luna), protector y protegido de Montesa, que durante unos meses de 1410 y ante un vacío de poder ejerció como señor temporal del Maestrazgo Montesino. En el año 1604 se desprendió de la tutela de la Orden de Calatrava, en 1671 también el Monasterio de Santes Creus perdería sus derechos sobre Montesa, y al final en 1677 la Orden adoptaría el Oficio Romano y relegaría al cisterciense. La Orden de Montesa a semejanza de la de Cristo en Portugal, con el tiempo fue haciéndose cada vez más seglar, aunque la mayoría de sus miembros pertenecen al clero. Del castillo de Montesa existe una laguna documental sobre a quien perteneció anteriormente de que pasara a manos de la Orden de Santa María de Montesa, sabemos que su dueño fue
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Pedro II de Aragón y está claro también que a su muerte fue a manos de su hijo Jaime I y de este a Jaime II, quien a la sazón lo donaría a la nueva Orden de Montesa, pero la pregunta es, ¿Quién lo habitó hasta entonces?
Caballeros de relevancia de la Orden de Montesa
Castillo de Montesa
En varias ocasiones he visitado este castillo, así como el museo parroquial y la iglesia, en ninguna he conseguido la información sobre el castillo, sin embargo si he obtenido una
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animadversión hacia mi persona al mostrar el motivo de mi visita. En cierta ocasión visitando las dependencias privadas de la iglesia, al preguntar al historiador oficial del ayuntamiento de Montesa, que qué me podía decir sobre la virgen negra que preside la iglesia, su respuesta fue: “Los Templarios se creen que todo pertenece al Temple” , no entendí muy bien aquella reacción, que dejé pasar sin darle mayor importancia. Y es así de manera generalizada, no conozco el motivo pero para los habitantes de Montesa aquello perteneció a la Orden de Montesa y nada al Temple, se respira cierta antipatía. Al contrario que la propia Orden de Montesa que tenía admiración por la del Templo de Salomón, sin ir más lejos la siguiente imagen es una placa adosada a la pared lateral exterior de la Iglesia de Santa María de Montesa y del Temple de Valencia, en ella la de Montesa conmemora a la del Templo.
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Orden de Montesa – Iglesia de Sta. María de Montesa y del Temple, Valencia, Mayo 2012
Hay un detalle de mis visitas al castillo de Montesa que creo que aporta alguna prueba, aunque remota de la presencia Templaría en esta fortaleza. En una de esas visitas me dio por revisar las piezas de piedra que pertenecían al catillo y que estaban apiladas para su reconstrucción. No fue fácil dar con ella, ya casi a punto de abandonar esa tarea y volver al pueblo, de repente mi amigo Paco Ripoll grito: ¡¡Aquí, mira esto!!, y efectivamente allí estaba una pieza de un capitel con la conocida marca de la Pata de Oca, esta marca de cantarería era la utilizada por el gremio de constructores llamados los “Jares” (Ocas), este gremio era por decirlo de alguna forma, el que al parecer era el grupo que oficialmente realizaba las construcciones del Temple. Pero yo quiero ir más allá y voy a mostrar un texto que estoy seguro no dejará indiferente a nadie que lo lea. El siguiente fragmento pertenece a la exaltación que de la Orden de Montesa hace el Prior de San George, Frey Hipólito De Samper, en su obra “Montesa Ilustrada” del año 1669 y que reproducimos conforme al texto original:
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“No luzca el Farol Templario, pues en fu lugar fe fuftituye una de las mayores Antorchas de la Iglefia, Diamantino Efcudo de Feé, y afombro de las Sarracenas Lunas”. “No luzca el Farol Templario, pues en su lugar se sustituye una de las mayores Antorchas de la Iglesia. Diamantino Escudo de Fe, y asombro de las sarracenas lunas”. Creo que esto no deja lugar a dudas, está claro que antes de nacer la nueva Orden de Montesa, un farol, el Templario, ya custodiaba los muros de este castillo de Montesa. Ahora cada cual que saque sus propias conclusiones. Yo no tengo lugar a dudas.
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CAPITULO VI MITOS Y LEYENDAS
TEMPLARIOS, MONTESINOS, CISTER Y SANTES CREUS Como ya hemos podido comprobar, tanto los Caballeros Templarios, los de Montesa y Santes Creus, es un circulo que está unido por los lazos e influencia de la Orden del Cister, y esto amigos no es pura casualidad. Así como tampoco lo es el retablo que se encuentra en la Capilla de San Juan Evangelista del Monasterio de Santes Creus. Al margen de la indudable calidad artística de los variados estilos de la iglesia monacal; llama considerablemente la atención del visitante una de las dos capillas situadas a ambos lados del templo, junto a la entrada. En la imagen central del retablo podemos observar la figura andrógina de un San Juan Evangelista de cabellos rizados y pelirrojos, labios femeninos de tono carmesí, y para acabar de rematar el asombro que nos produce su visión, este sujeta en la mano izquierda una copa o grial, lo cual podemos interpretar como una alegoría a Maria Magdalena. Bajo el icono central hay siete iconografías de menor tamaño y cuyas figuras se identifican plenamente con Maria Magdalena, en varios de los iconos podemos observar a una Magdalena en avanzado estado de gestación, pues muestra un vientre bajo y pechos hinchados. En otro de los iconos nos encontramos a Maria Magdalena acompañada de sus dos retoños, dos niñas mellizas o gemelas.
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Si como ya sabemos los Caballeros Templarios que sobrevivieron a la quema se refugiaron en otras órdenes como la de Santa Maria de Montesa, no es descabellado pensar que además de sus bienes e inmuebles también llegarían sus conocimientos secretos, más, teniendo en cuenta que este retablo es de principios del siglo XVII. Si a esto le añadimos que Maria Magdalena era una figura de relevante figura para la Orden del Temple, que estos llegaron a Santes Creus a través de la Orden de Montesa y que todos ellos son de corte y tradición cisterciense, podemos decir que tenemos completado el puzle.
CARTA DE J. M. LARMENIUS
La Orden del Temple ha sido, sin duda desde su desaparición por decirlo de alguna manera el huevo de Colón para muchos, sobre todo para órdenes, hermandades, organizaciones, y un largo sin fin. Llegando a falsificar documentos con el prepotente propósito de captar hacía su interés y beneficio propio a personas de buen corazón que no son capaces de dudar de la autenticidad de dichos documentos.
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El documento de Larmenius, como dice el historiador Antonio Galera Gracia, “Es la teta que viene amamantando a todas estas entidades, una carta tan fraudulenta como la propia orden que la presenta a sus posibles postulantes como indiscutible y autentica. Poco hay que saber de historia medieval para comprobar que la citada carta es una escandalosa falsificación. El documento en cuestión basa todo su argumento de la siguiente manera: Supuestamente, la noche antes de morir en la hoguera, Jacques Bernard de Molay hizo llamar a un caballero de su confianza llamado Johannes Marcus Larmenius y le encomendó una misión: “Baja a la cripta secreta, abre la puerta y llévate los objetos consagrados. Saca de las dos columnas huecas que están en la entrada las monedas y los documentos que allí se guardan, porque en ellos están las enseñanzas de la Orden”. Ante este argumento que más bien parece un cuento de los hermanos Grimm, se plantea la primera duda, ¿Cómo pudo el Maestre de Molay llamar a un caballero de su confianza si estaba preso e incomunicado?, acaso Jacques de Molay al igual que el resto de dignatarios estaban en su casa, y podían recibir todo tipo de visitas. Si los que inventaron esta fantástica historia se hubiesen documentado mejor, tal vez hubiesen caído en la cuenta de que esos presos, no eran unos presos normales, contrariamente eran unos presos muy significativos, no olvidemos de que estaban allí detenidos por orden del mismísimo rey de Francia y por orden de Clemente V. Existe un documento en poder del historiador Antonio Galera Gracia, que habla de las grandes dificultades que existían para visitar a estos presos. Se trata de una carta que escribió el capellán del Coro de la Catedral de Notre Dame, Johannes de Blanchefort, remitida a su obispo y que ha quedado guardada en el Archivo de la misma catedral, libro 61, página 43. En esta carta entre otras cosas el capellán Johannes de Blanchefort dice lo siguiente:
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“Después de quince días he obtenido el permiso para visitar al Regente de los Templarios, pues quería saber por su propia voz la verdad de cuantas acusaciones a la Orden se le imputan. No os quiero ocultar las muchas dificultades que tuve que salvar para conseguir el permiso…” Hay un documento del día 15 de noviembre de 1870, un artículo concretamente escrito en el Boletín de la Real Academia de la Historia, por el historiador D. Vicente de la Fuente titulado; “Una Medalla Masónica”, en el cual comenzaba diciendo: “A principios del siglo pasado se les antojó a varios caballeros franceses jugar a los Templarios, como podían haberse puesto a jugar a los soldados, o a cualquier otra cosa de pasatiempo más o menos honesto y recreativo. Hacía el año 1715 Felipe de Orleáns se puso al frente de esta Orden, a falta de otro mejor entretenimiento. Entonces un jesuita italiano, llamado el Padre Bonanni, gran anticuario y buen dibujante, se entretuvo también, ¡mal pecado!, en inventar un acta, de la cual aparece que estando Jacques de Molay preso en la Bastilla, (dato erróneo, pues la Bastilla se construyó durante el reinado de Carlos V, entre los años 1370 y 1383 por Hugo Aubriot siendo este uno de sus presos más celebres, además dicho enclave en un principio se dedico como fortaleza a defender la puerta de San Antonio y no como prisión), y previendo la extinción del Temple y los regalitos calurosos que el rey de Francia les tenia preparados, transmitió su jurisdicción y derechos maestrales a un tal Johannes Marcus Larmenius, el cual a su tiempo nombró por sucesor a un tal Tomás Teobaldo de Alejandría, el cual a su vez, transmitió su jurisdicción a otros, de modo que la Orden se fue perpetuando de siglo en siglo”. La Orden de los Caballeros del Templo de Jerusalén se extinguió por desgracia a principios del siglo XIV y los que perduraron lo hicieron en otras órdenes como hemos visto al
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principio, de haber habido una continuación del Temple en la sombra, ¿no hubiesen seguido en él todos los hermanos en vez de unirse a otras órdenes?
LAS VIRGENES NEGRAS Desde la más remota noche de los tiempos, el ser humano ha sentido la necesidad espiritual de encontrar lugares definidos para dedicarlos al recogimiento, al culto y la oración. Enclaves de características que los hacían propicios a la reflexión, a la busca del gnosticismo (conocimiento) a encontrar las respuestas a las preguntas que el hombre se ha planteado a través de su existencia. Durante miles de años bosques, cavernas, fuentes o montañas han sido lugares donde los enigmas se transformaron en creencias que fueron tomando forma en la figura de las divinidades. De estas divinidades sin duda alguna la primera fue la Madre Tierra, la tierra englobaba el universo humano en ella se sucedían los fenómenos naturales en los que el ser humano consolidaba sus creencias. Y el hombre adoró a la Diosa Madre en lugares donde podía comunicarse con ella, creando así auténticos enclaves sagrados en focos activos de energía telúrica, situados a lo largo y ancho del mundo. La tierra al igual que la hembra era la hacedora de la vida. Las culturas ancestrales así lo continuaron reflejando. Y no fue hasta la expansión del cristianismo cuando este culto a lo femenino fue sustituido por el masculino, ahora se adoraba a Dios encarnado en la figura de Jesús. A pesar de todo ese culto pagano a la diosa Madre no llegó a disiparse totalmente. Pero sabiendo la Iglesia que el antiguo culto estaba más arraigado que la nueva religión que ella difundía, trató por todos los medios de minimizar la influencia pagana de la divinidad femenina. Por ello se dedicó a evitar que la figura de la Virgen Maria, la Madre se igualase a la de Dios, a este y al Salvador Nuestro Señor Jesucristo debía dedicarse el culto principal, relegando las figuras femeninas a un segundo plano.
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No obstante se debe a los monjes cistercienses de San Bernardo y también a sus allegados los Caballeros Templarios el resurgimiento de la ancestral tradición. San Bernardo sabemos que fue el verdadero impulsor del culto mariano y sabemos de su gran devoción por la Virgen Maria. Por otra parte los freires Templarios fueron aun más allá y bajo su influencia surgió un fervoroso culto a Nuestra Señora o Notre Dame, que situaron bajo la imagen de vírgenes negras en bastantes de sus enclaves y en su mayoría de las catedrales góticas de Francia, edificadas casualmente o no, en enclaves mágicos venerados desde la antigüedad. La diferencia que hay entre Templarios y cistercienses es que el culto a Notre Dame no iba dirigido a la Virgen Maria, sino a Maria Magdalena, figura de mayor importancia secundaria.
Ntra. Sra. de Atocha
Ntra. Sra. de Montserrat
Las Vírgenes negras son de color oscuro porque representan a la Madre Tierra y a la sabiduría ancestral, que fue pretendía por los Caballeros del Temple. Otras diosas de las antiguas culturas como Isis, Cibeles, Demeter fueron con frecuencia representadas de color negro. En Inglaterra existió una Black Annis, y en Efeso, en el Templo de Diana, una de las maravillas del mundo, se veneraba una imagen negra de la Gran Diosa.
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El problema de los Templarios en Europa era que el regreso al antiguo credo de la tierra, el culto a una deidad pagana, podría traerles graves problemas en el seno de la Iglesia Católica, obligando a los Templarios a actuar ingeniosamente, bajo un culto dominantemente masculino, y sabedores de que el culto a la Diosa Madre significaría sin duda una herejía los Caballeros Templarios decidieron inventar la figura de “Nuestra Señora” y ocultar a la Diosa Madre bajo la imagen de una “Virgen Negra”, asociando esta imagen a la Maria Magdalena del cristianismo, a la que casualmente los Evangelios del siglo I y los apócrifos reservan un papel mucho más importante que a la madre de Jesús. Esta apariencia se ha mantenido vigente hasta nuestros días, dentro del culto a distintas “Nuestra Señora”, en muchos lugares del territorio europeo, como la Notre Dame de París. En los enclaves donde hay una Virgen Negra continuas evocaciones a Maria Magdalena, lo que probaría que los Templarios aspirarían a retornar a una ancestral tradición que unificase a todos los hombres. Regresando a esa religión ancestral, el Temple aspiraba a la abolición total de las guerras, de las desigualdades y a la extirpación del odio predicado por las religiones. Instaurar una sinarquía, el reino de la razón, de la caridad, del amor, en definitiva el Reino de Dios de las profecías bíblicas.
¿TEMPLARIOS EN AMÉRICA? Hoy por hoy, afirmar que Cristóbal Colon fue el primero que pisó América es poco menos que ingenuo, cuando parece más que probado que los vikingos lo hicieron tiempo antes por la Ruta del Norte, así mismo parece ser que también los Caballeros Templarios estuvieron allí antes que el célebre marino genovés. No deja de ser sorprendente que hace miles de años, griegos, egipcios y otras culturas mediterráneas estuvieran en la convicción de que la Tierra fuese redonda, de la medida aproximada de su radio, de su distancia con el Sol o la Luna, y que sin embargo las obtusas mentes del siglo XV tuviesen miedo de caer por el borde del mundo, en caso de adentrarse lo suficiente en el Océano Atlántico. Hoy sabemos que estaban equivocados y que las antiguas culturas no eran tan primitivas ni
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tan ignorantes. Hay quien suscribe que desde tiempos remotos el hombre ya había navegado el mundo entero.
Como se ve en las imágenes las carabelas de Colón y la flota Templaría portaban idénticas cruces pateé
El aventurero noruego Thor Heyerdahl, en sus expediciones “Ra”, demostró que los egipcios tenían tecnología suficiente como para haber alcanzado el Nuevo Mundo en sus primitivas embarcaciones de papiro. ¿Lo sabían los Templarios antes que Colon?, ¿Se aprovecho el almirante de los conocimientos que estos legaron? La hipótesis no es tan descabellada como puede parecer al principio. En el Museo Nacional de Turquía se halla un mapa fechado en 1513, que perteneció al pirata y cartógrafo turco Piri Reis. Este mapa muestra Gran Bretaña, España, África Occidental, el Atlántico, porciones de Norteamérica, un perfil completo de la mitad oriental de Sudamérica y en la parte inferior, la línea costera de la Antártida. Hasta aquí todo parece normal, pero si tenemos en cuenta detalles como que en el plano se muestran el cauce de ríos como el Orinoco, el Paraná y otros que en aquella época no habían
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sido explorados o que la Antártida aparece libre de hielos, la duda comienza a surgir. El propio Piri Reis cuenta que en una batalla contra los españoles, en 1.501, él y su tío Kemal capturaron a un marino que había navegado en tres expediciones colombinas y que portaba unos extraños planos, utilizados según el prisionero, por Colon. El origen de estos planos se remontaba a Grecia, ya que el marinero confeso: “Cierto libro, del tiempo de Alejandro Magno (356-323 A.C.) fue trasladado a Europa y después de leerlo Cristóbal Colon con los barcos proporcionados por el gobierno español descubrió Las Antillas”. El propio pirata turco Piri Reis, reconoce asimismo: “Al preparar este mapa, hice uno de unos veinte planos viejos y de ocho mapamundis en los cuales aparecía la totalidad del mundo habitado”. A lo largo y ancho del mundo, hay otros muchos mapas antiguos, algunos tan fascinantes o incluso más que este, pero este sin embargo, tiene espacial interés por su posible relación con el Temple. Tenemos el mapa y se sospecha que pudo haber sido utilizado por Colon, pero ¿Cómo llegó a sus manos?, veamos la posibilidad. Como ya sabemos al poco de la fundación de la Orden esta fue creciendo económicamente, gracias a las ingentes donaciones. Conocedores de que el mantenimiento de su ejército en Tierra Santa era sumamente costoso, el Banco del Temple y su Flota tendieron una tupida red que estableció relaciones comerciales con los estados europeos y musulmanes. Ejerciendo de tesoreros de reyes y nobles, y no solo aceptaban moneda, sino también cualquier objeto de valor, prestando a cambio dinero efectivo. A pesar de sus múltiples operaciones financieras siempre disponían de mucho capital efectivo, y sin embargo, en esa época las piezas monetarias en circulación eran escasísimas. Eso no fue óbice para que en el siglo XII financiaran en Francia la construcción de más de setenta iglesias y ochenta catedrales, pagando los materiales y los salarios de todo tipo de obreros y especialistas. El oro no abundaba y la plata era escasa y que había llegado a cotizarse más que aquel, dado que desde la época romana no habían existido nuevas explotaciones, pero se tornó bastante corriente con la entrada en escena de la Orden del Temple. Había
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muy pocas minas en Europa, Asia y África, si tenemos en cuenta la enorme cantidad de este material que se movió en la alta Edad Media, y después de la desaparición de la Orden, resultó que la producción de las minas existentes en los territorios oficialmente conocidos en el siglo XIV era claramente insuficiente. Entonces, ¿de dónde provenían las reservas? Algunos autores sostienen que los Templarios iban y venían de América con barcos cargados de plata que posteriormente concentraban en la ciudad francesa de Sours. Sabiendo que los vikingos alcanzaron el continente americano bastante tiempo antes que los conquistadores españoles, la hipótesis no debe resultarnos extraña. Veamos las posibles evidencias. Tras la disolución de la Orden del Temple, los Templarios españoles ingresaron en masa en la Orden de Calatrava, entre otras, y parece seguro que fue en el convento de dicha Orden donde Cristóbal Colon, que se alojó allí, halló los elementos que le dieron la certeza en cuanto a la existencia de las Indias. En Portugal como ya sabemos fue creada especialmente para los Templarios supervivientes la Orden de Cristo, que usaba la cruz Templaría, la cruz de gules pateada. Cuando los portugueses de Enrique el Navegante se lanzaron al descubrimiento de los océanos pareciendo saber exactamente a donde iban, sus velas deberían llevar obligatoriamente la cruz roja de la Orden del Temple. Los marinos portugueses tenían prohibido navegar más allá del Cabo Mogador si no portaban dicho pabellón. Cruz que por otra parte, también se hallaba en las naves colombinas. Casualmente en el país vecino estuvo el genovés, no solo para encontrar financiación para su empresa, sino con el fin de estudiar las cartas marítimas que guardaba la Orden de Cristo y que se consideraban las más completas del mundo. Por otra parte, los Caballeros Templarios tenían una flota importantísima, con puertos que miraban no solo al Mediterráneo sino también al Atlántico. Hay que destacar la enigmática Encomienda de La Rochelle, en la que el Temple tenía un puerto muy importante, dicho puerto se encontraba fuertemente protegido por unas cuarenta encomiendas en un radio de ciento cincuenta kilómetros. Por su parte los conquistadores españoles se encontraron en la península del Yucatán una leyenda que
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narraba que unos hombres blancos llegaron a sus costas en grandes barcos, y estos altos y hermosos hombres que vestían extraños ropajes fueron generosos y legaron a las gentes mayas grandes conocimientos. Una de las cosas que más asombró a los religiosos que acompañaron a Colon, fue que los indígenas no se extrañaban al ver la cruz ni al contemplar a los caballeros armados, es más, incluso parecía como si los estuviesen esperando. Algunas de sus tradiciones hablaban de que: “llegará un día en el que vendrán por mar grandes hombres vestidos de metal, que cambiaran nuestras vidas para bien”. También los mayas adoraban a Kukulkán, un dios “blanco y barbado” y a una cruz en la que murió “un hombre de luz que vivirá eternamente”. ¿Pudieron ellos solos alimentar esta idea tan cercana al cristianismo? No tenemos respuestas definitivas a lo que aquí se ha expuesto, sencillamente porqué no las hay.
EL MISTERIO DE GISORS
Castillo de Gisors, Francia
En 1.946, un jardinero francés llamado Roger Lhomoy, aseguró que bajo de un torreón del castillo donde trabajaba había encontrado unos cofres y varios sarcófagos, tras haber realizado unas excavaciones en las cercanías. Lhomoy había nacido en la región y había escuchado a menudo que en el subsuelo del castillo se encontraba un fabuloso tesoro. Algunos no dudan en pretender que este sea el tesoro de los Templarios, muy presentes en la región. El castillo, ejemplo magnifico de la arquitectura feudal, había pertenecido ciertamente unos años a la
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Orden del Temple, durante el siglo XII, lo que les facultaría para conocer los subterráneos existentes debajo del mismo. Al parecer, el jardinero encontró dos años antes un pozo sellado en la entrada de uno de los torreones. De forma clandestina excavaba ayudado por material rudimentario al que tenía acceso, hasta que consiguió abrir una galería de unos veinte metros de profundidad. Aseguró que una noche se dio de brices con un muro, y que, tras separar algunas piedras, comprendió que se hallaba delante de la pared de una sala de grandes dimensiones, así que se introdujo por una ranura. Había encontrado una cripta de alrededor de trescientos metros cuadrados y cuatro de altura, que parecía ser una antigua capilla donde podía verse el altar con su tabernáculo y apoyadas en las paredes estatuas de Cristo y los Apóstoles. Pero lo que más llamó su atención fueros unos sarcófagos pétreos de unos dos metros de largo y en número de diecinueve, alineados a lo largo de la cripta. Asimismo, treinta enormes cofres de metal coronaban el descubrimiento de Lhomoy. Una vez fueron avisadas las autoridades y extendida la noticia los curiosos se concentraban en el lugar, aunque las decepciones no tardarían en llegar. Nadie se atrevía a bajar por aquella especie de madriguera excavada por Lhomoy, que amenazaba con desmoronarse, hasta que el comandante de los bomberos, Emile Beyne, se ofreció voluntario. Pero tras avanzar por la intrincada galería, Beyne desistió a falta de cuatro metros para el final, dijo que era demasiado arriesgado y que la falta de aire le impedía seguir. Roger Lhomoy respaldado por la opinión pública, pidió continuar con las excavaciones y ensanchar la galería, pero el permiso le fue denegado por el Ayuntamiento. Y para sorpresa de todos, se tomó la medida de ordenar que las galerías fueran recubiertas de hormigón y nuevamente selladas. A pesar de esto Lhomoy continuo con su idea, solicito con éxito una autorización del Ministerio de Cultura francés para proseguir las excavaciones, pero la respuesta por parte del
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Ayuntamiento fue rotunda, lo tildaron de loco y amenazaron con encerrarle si no desistía de su proyecto. Pero el jardinero no era hombre fácil de convencer, y después de dejar pasar seis años, con una nueva autorización del Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento no tuvo más remedio que claudicar, además Lhomoy ya no estaba solo, ahora llevaba con él a dos socios. Aun así el Consejo Municipal puso muchas objeciones a los trabajos, y se les impuso el pago de una cuantiosa garantía además de asegurarse la propiedad de buena parte de los posibles hallazgos. El acuerdo era inviable y Lhomoy y sus socios se vieron destinados a abandonar el proyecto. Después de esto el asunto quedó apartado durante casi dos décadas, no se produjeron novedades hasta 1.962, en que el Ministro de Cultura Ander Malroux, ordenó proseguir con la investigación. Después de reabrir las galerías se mandó llamar a Lhomoy para que comprobase personalmente los trabajos.
La galería que excavó Roger Lhomoy
Lhomoy llegó a bajar al fondo del pasadizo comunicando que aún faltaba el último metro y medio por despejar. Curiosa e inexplicablemente estando tan cerca de la supuesta cripta, los trabajos se postergaron otros dos años. Finalmente en febrero de 1.964, cuando se iba a excavar el último tramo, el lugar fue declarado zona militar y la investigación fue parada definitivamente.
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¿Había encontrado Roger Lhomoy el tesoro de los Templarios? O ¿Se trataba como apuntan otras fuentes, de archivos secretos del inexistente Priorato de Sión? Hay una historia un tanto rocambolesca que habla también de Gisors, “La tala del Olmo de Gisors”. En esta fortaleza se celebró en 1188 una reunión entre los reyes de Inglaterra y Francia para resolver una extraña historia sobre la tala de un olmo: al parecer, ocurrió una disputa entre Felipe II de Francia y Enrique II de Inglaterra y las tropas inglesas se refugiaron bajo el olmo que el rey de Francia taló. No se conoce el significado completo de esta historia. Aunque según los periodistas e investigadores de la BBC y autores del “Enigma Sagrado”, Lincoln, Baigent y Leigh y según los Documentos Priurè, esta tala supuso la separación del Priorato de Sión y de la Orden del Temple, ya que, según esos documentos encontrados en el Archivo de la Biblioteca Nacional de Francia, las dos organizaciones caminaban juntas hasta esa fecha. Cosa esperpéntica cuando de todos es sabida que el Priorato de Sión no ha existido jamás, a menos que llamemos con ese nombre a los cuatro personajes de relevancia que en Francia se unieron con el fin de devolver la monarquía a su lugar.
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CAPITULO VII RUTGE VON BLUME ó ROGER DE FLOR Su verdadero nombre era Rudge Von Blume, si bien la traducción es correcta ya que Blume en alemán significa Flor. Si alguien conoció verdaderamente a Roger de Flor ese fue sin duda el cronista catalán Ramón Muntaner, que surcando el Mare Nostrum al servicio del rey de Aragón, le conoció a finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, del que a la postre sería teniente general. Tal vez por este motivo, por capitanear una cofradía de almogávares catalanes y su buena relación con Cataluña, se le haya querido hacer pasar por catalán, nada más lejos, pues nació en el año 1266 en Brindisi (Italia), por lo tanto era siciliano. Fue hombre de origen poco elevado que, por su valentía, llegó a un rango más alto que el qué haya alcanzado ningún otro. Hijo de un halconero del emperador Federico II y de una rica mujer de Bríndisi. Su padre murió en la batalla de Tagliacozzo, que aseguró la victoria de Carlos de Anjou sobre Conradino. Huérfanos y desprovistos de bienes paternos, Roger y su hermano se crían en Bríndisi, donde invernan las naves de Abulia y de Mesina. Cuando Roger de Flor contaba alrededor de ocho años de edad sucedió que un hombre bueno, hermano Templario de nombre Vassayl, que era de Marsella y además comendador de un navío del Temple, y buen marino, vino a pasar un invierno en Bríndisi. Roger de Flor, que no vivía muy lejos del puerto, pasaba su tiempo a bordo del anclado barco. El hermano Vassayl le cogió tanto cariño al niño que lo llegó a querer como si fuese su hijo, de tal manera que le pidió a su madre que lo dejase a su cargo, asegurándole que haría lo que estuviese en su mano para que fuese un buen hombre del Temple, y su madre se lo confió. Con el tiempo se convirtió en el muchacho más experto en el mar, a los quince años se le consideraba un buen marino en la práctica y a los veinte en la teoría y en la navegación. El Maestre al verlo tan ardiente y bueno le dio el manto y le hizo hermano Templario. Al poco tiempo después el Temple adquiriría un gran navío genovés, el más grande que se había construido hasta
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entonces y de nombre “El Halcón”, que luego pasaría a llamarse, “El Halcón del Temple” y que le fue confiado a Roger de Flor. En 1292, la fecha en que se perdió Acre y el Reino Latino, Roger de Flor se encontraba por entonces en el mismo puerto de San Juan de Acre con la nave, acogiendo en ella a muchas damas con sus grandes riquezas y muchas y buenas gentes, transportándoles después a Mont-Pelegrin, ganando unas importantísimas cantidades con dicho viaje. Posiblemente entregaría mucho dinero al Maestre y a todos los que tenían poder en el Temple, no hay duda, pero no obstante acabó siendo acusado ante el Maestre, de poseer grandes riquezas, que había atesorado tras la caída de Acre, hasta el punto que el Maestre, que por entonces era Thibaud Gaudini, le requisó todo lo que se le pudo encontrar, y luego se dio orden de prenderle. Pero él se enteró con antelación, desaparejo el barco en el puerto de Marsella y se fue a Génova. Como reza el dicho “Quien algo teme, algo debe”. Allí se conoce por documentos de venta, que compra una galera, llamada “La Olivette”, con la cual se dirigió a Mesina, poniéndose al servicio del rey Federico de Sicilia, hermano del rey de Aragón, su reputación va en aumento. Después de dedicarse un tiempo a la piratería, a expensas de los angevinos, crea una compañía formada por aragoneses y catalanes, fieles y disciplinados. Se le puede considerar uno de los primeros condotieros de la Italia medieval. En el año 1302 Carlos de Anjou y Federico sellan la paz. Pensando que aquello no sería bueno para sus intereses, dado que el rey estaba en paz con la Iglesia, el Maestre del Temple, el rey Carlos y el duque Roberto de Anjou que en tan mal estima le tenían, no dejarían de reclamarle al Papa, decidió dar un giro y partió hacia Grecia. Una vez en Grecia pone la compañía al servicio del emperador bizantino. Reuniendo alrededor de cuatro mil hombres, entre ellos caballeros de primer plano, como el renombrado Berenguer de Entença. El emperador Andrónico le recibe con fervor y de gran favor le nombra Mega Duque del Imperio. La compañía comienza sus hazañas eliminando a los genoveses de Constantinopla, lo que parece que resulta de gran
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agrado al emperador. Tras franquear el Bósforo y combatir contra los turcos retorna a Constantinopla.
Entrada de Roger de Flor en Constantinopla
A su llegada a Constantinopla deja su titulo a favor de Berenguer de Entença y él toma para sí el de César el Predicado Imperial. Sus éxitos y este título indispusieron contra él al hijo del emperador, Miguel. Roger es atraído a una trampa en Andrinópolis y muere asesinado, corría el año 1305.
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CAPITULO VIII HUGO DE BAGÁ O PINÓS ¿Fue el español Hugo de Pinós fundador de la Orden del Temple? Pues realmente no lo sabemos ciertamente, pero si sería un orgullo que así fuese y un disgusto para nuestros vecinos franceses. Por lo que se puede saber, un grupo de al menos una treintena de caballeros hispanos partieron hacía Tierra Santa, para participar en la conquista de Jerusalén. Entre ellos se encontraban dos de los miembros de la dinastía Pinós, los hermanos Hugo y Galcerán, hijos del Almirante de Cataluña, viajaron como decimos a Tierra Santa durante la I Cruzada donde participaron en la toma de Jerusalén para acompañar a nobles de los condados de la Cerdaña y el Rosellón. De allí Hugo se trajo, al parecer, una extraña y milagrosa cruz patriarcal bizantina. Dicha cruz, fabricada en madera repujada en plata, es única en Cataluña por su forma y se creía que guardaba en su interior un trozo del sagrado Lignum Crucis. Bien, la hipótesis de que Hugo de Pinós fuese el primer Maestre de la Orden del Templo de Salomón, nace por un documento encontrado en la Biblioteca Nacional de Madrid y que se puede consultar en dicha biblioteca como manuscrito sign. 7.377, pág. 81-91 v. El manuscrito en cuestión es anónimo de siglo XVIII y dedicado al Conde de Guimerá, entre otras cosas dice lo siguiente: “DECLARACIÓN DE LA INSCRIPCIÓN GRIEGA DE LA CRUZ DE LA IGLESIA DE SAN ESTEBAN DE BAGÁ, CABEZA DE LAS BARONIAS DE PINÓS, GUIÓN DE LA ARMADA QUE TOMÓ TIERRRA SANTA, AÑO DE 1.110. DON HUGO DE BAGÁ PRIMER MAESTRE DEL TEMPLE”.
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Uno de los primeros historiadores que tuvieron acceso a estos documentos fue el primer secretario de la Sociedad de Estudios Templarios y Medievales D. Justo A. Navarro, para el cual la documentación y las pruebas existentes le llevan a la conclusión de que el primer Maestre de los Templarios fue el catalán, Hugo de Pinós. Justo A. Navarro, profesional periodista en TVE decide iniciar una segunda carrera vocacional: historia y especializarse en edad media y órdenes militares. Leída en Atienza la cita al libro (inencontrable) de J. Mª Bererciatúa Olarra, donde se mencionaba por primera vez el manuscrito 7377 de la Biblioteca Nacional y su referencia a Hugo de Pinós -que ni Atienza ni los que le siguieron casi literal y textualmente después, consultaron jamás- le llamó tan poderosamente la atención la posibilidad de la fundación de la Orden del Templo por un hispano que desde entonces -el año próximo serán 30 años- dedicados a la tarea de investigar a fondo la cuestión. Provisto de la Tarjeta Nacional de Investigador consultó documentos y códices originales, en el Archivo Histórico Nacional y en la Biblioteca Nacional. En ellos además de seis manuscritos sobre los Pinós. Constaté, (nos dice), tres cuestiones fundamentales para la historia de la Orden del Templo: 1º) La verosimilitud de la existencia de Hugo de Bagá y la coherencia de la documentación al respecto, 2º) La presencia de la Orden en Hispania en diciembre de 1128 (es decir antes de la fecha admitida de 1134 para hacerse cargo de la herencia del Batallador), confirmada en tres escrituras y no una como ha afirmado mi maestro Martínez Díaz y 3º) La presencia de hermanas en la Orden no como pertenecientes a cofradías, que las hubo y están documentadas en cartularios de hacia 1150, sino confirmado por la existencia de un documento de 1201 en el que Urraca Vermudez "Soror Militie Templi" adquiere para la Orden del Temple unas tierras en Loureiro compradas a Pedro Rodríguez y su esposa Guntroda Peláez. No hace mucho mantuvimos unas conversaciones D. Justo A. Navarro y un servidor sobre este tema de Hugo de Bagá, de las cuales voy a desprender algunos párrafos esperando que sea de lo más aclaratorio. Quede siempre claro que toda la información e investigación corresponde a Justo Navarro y a su trabajo de cerca de treinta años dedicado a investigar rigurosamente todo lo que rodea a la Orden del Templo de Salomón.
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“La teoría mencionada del fundador de la Orden no solo no está descartada por mí, sino que avanzó mucho más y casi (casi) podría asegurar a fecha presente que Hugo de Pinós = Hugo de Bagá es el inconsistente Hugues de Payns. Sobre esto tengo escrito bastante y fue lo que confirmé en la conferencia que di y a la que fui invitado en las III Jornadas Templarías de Bagá (19 marzo 2010) promovidas por la Asociación "Templers" de Bagá. “Lo del Sr. Travé es de chiste, pues osó afirmar que la documentación existente sobre Hugo de Pinós en la Biblioteca Nacional era una falsificación, en base a.... ¡¡no haberla consultado, ni leído!! Y estos son los llamados historiadores. Todos hablan de un manuscrito de la Biblioteca Nacional y se citan y recitan unos a otros calcándose como loritos, pero yo soy el ÚNICO que lo ha consultado, leído, copiado, transcrito y obtenido fotocopias en la Biblioteca Nacional y no solo de este sino de otros ¡¡SEIS!! Que los indocumentados comentantes (Lamy, Atienza, Alarcón etc...) ignoran porque nunca han accedido a las fuentes directas. (Manuscrito 7377 de la Biblioteca Nacional). /Justo A. Navarro)”. Yo- Entonces me corrobora ¿Qué Hugo de Pinós y Hugo de Payns es la misma persona? “Para mí son la misma persona, por muchos motivos que son de amplio desarrollo y por tanto prolijos para escribir en este breve medio. Pero intentaré apuntar en diversas tandas algunos argumentos a favor de la identidad de Hugo de Bagá (Baganis) alias Hugo de Pinós (Payns) que se fundamentan en las leyes de la evolución fonética, en la onomástica y otros de índole puramente histórica”. “Yo creo sinceramente que la documentación ha estado bastante perdida y "camuflada". Conviene recordar que los franceses ocuparon el norte de Cataluña en varias ocasiones (guerras del XVII y XVIII) y pudieron apoderarse de mucha documentación”. “Además la historiografía clásica ha dado por bueno que los cruzados eran "francos" identificando esto con franceses y las fuentes islámicas además los llamaron "frany". Pero hay que recordar algo de lo que he escrito en varias ocasiones: los franceses se "apoderan" y "nacionalizan" todo lo que pillan. ¿No
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han impuesto la creencia de que los maestres de la Orden del Templo eran franceses por el hecho de que han afrancesado los nombres? ¿Acaso no llaman Robért de Sablé al inglés Róbert Sable, pronunciado Séibol? (uso los acentos artificialmente para remarcar una y otra pronunciación) ¿No era italiano Teobaldo Gaudini al que llaman Thibaud Gaudin (Godán)? ¿No era catalán Arnau de Torroja o Torroba (Torrerubea en la documentación) y lo han convertido en Arnald de Torrotge? ¿No era valenciano Pere Montagú al que han convertido en Pierre de Montaigu? No quiero ser extensivo, pero sobran ejemplos. Y no se ha dicho con suficiente claridad que los primeros contingentes cruzados eran básicamente vasallos del Raymond de Saint Gilles, conde de Tolosa, emparentado con los condes de Barcelona y en sus fuerzas había provenzales y catalanes, gentes del Rosellón y la Cerdaña... y no eran franceses sino aragoneses y vasallos del rey de Aragón. Había champañeses, pero eran borgoñones y no serían franceses hasta el siglo XIV. Los de la Aquitania eran técnica y legalmente ingleses. Y los de Artois y Vermandois, flamencos y belgas, no se consideraban precisamente franceses sino súbditos del sacro-imperio. Con la Francia construida en el siglo XIX a raíz de la expansión de las guerras revolucionarias y napoleónicas se nos ha hecho creer que todo territorio hoy francés siempre lo fue y eso es una falsedad”. La siguiente imagen es una miniatura medieval que representa al Príncipe de Antioquía, Bohemundo II y que se publicó en un artículo de la Revista Templarios de Cristo de la OCT, cuando Justo Navarro vio la imagen no tardó en decirme: “En el primer artículo (Bohemundo II de Antioquía) que publica la revista de la OCT, se reproduce una miniatura medieval que, aunque de época tardía respecto a la Orden del Templo, me consta fehacientemente que representa a Gotfried de Sant Omer, cofundador como sabemos de la misma. Fíjese bien, amigo Leiva, en el caballero que hay detrás en último término y en el escudo de armas que porta. Vemos en él "como" (pues el miniaturista no lo detalla) tres formas circulares dispuestos como los vértices de un triángulo equilátero invertido. Algunos
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comentaristas antiguos dieron por armas a Hugues de "Payns" en la misma disposición tres cabezas de "moro". Iban encaminados pero no acertaron. Pues bien, las armas de los Pinós fueron tres piñas sinople (verdes) con la misma disposición sobre campo de oro. Y uno de los manuscritos de la Biblioteca Nacional que menciona a cuatro personajes de la Casa de Pinós que fueron, uno el mencionado Hugo y los otros tres fueron Maestres del Hospital. Hablando de uno de ellos, Othon de Pinós (1297-1300), nos recuerda su redactor que los franceses le llaman Othon de Pins para excusar (distraernos) de la idea de que era un Pinós, pero da la casualidad de que en francés Pyns es exactamente el plural de "pino" es decir: pinos”. Realmente hay tanta información sobre Hugo de Pinós, que no existe sobre Hugo de Pains, que hace que esto sea algo más que una hipótesis. Y, ¿Por qué la hipótesis no es Hugo de Pains entonces? Para finalizar este tema de Hugo de Pinós o de Bagá, que parece ser el más extenso hasta la fecha publicado, les dejo con la traducción completa del famoso Manuscrito 7377 y que tampoco había sido publicado hasta hoy, traducción ofrecida por el único historiador que ha realizado una investigación exhaustiva de dicho manuscrito, Justo A. Navarro Martínez y que muy amablemente me cedió una copia. [Fol 81-V] DECLARACIÓN DE LA INSCRIPCIÓN GRIEGA DE LA CRUZ DE LA IGLESIA DE SAN ESTEVAN DE BAGÁ CABEÇA DE LAS VARO NÍAS DE PINÓS GUIÓN DE LA ARMADA QUE TO MÓ LA TIERRA SANCTA EL AÑO DE 1000 DON HUGO DE BAGÁ PRIMER MAESTRE DEL TEMPLE Dexó tan lastimados los coraçones de los christianos la pérdida de la tierra sancta, y ardían de manera en ellos los fervorosos desseos de recobrarla, que fomentándolos Urbano Papa en el
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Concilio que por los años de Mil noventa y cinco se tuvo en Claramonte propuso a los Príncipes, Prelados y Personas que en él assistían el servicio grande que a Dios se haría en su recuperación y la obligación que a la Iglesia toda corría y en su nombre a aquél ajuntamiento de procurarla. Siguióse a la persuasión sancta del pontífice una general aclamación alentándose unos a otros a tan deuida empresa: para cuya prosecución quedó assentada y concertada una liga de que fue Capitán General Godofre de Bullón acompañado de un legado apostólico. Dió Urbano para guión del exército una Joya inestimable, una gran porción de la Cruz soberana en que murió Cristo divino autor de nuestra salud, la cual era llevada por un Obispo, costumbre perpétua de aquéllos tiempos y más en esta occasión, que como la Jornada se encaminara a conquistar la tierra donde esse señor murió puesto en la Cruz, era muy a propósito darles por Guión la misma Cruz en quien están libradas nuestras victorias. [81-R] Entre otros Príncipes y Señores que passaron en la Jornada de España fueron los Condes de Rossellón y Cerdaña y Guillén de Canete y en su compañía llevaron a don Galcerán de Pinós y a don Hugo de Pinós hermanos hijos de don Pedro Galcerán de Pinós y de doña Berenguera de Moncada. Era don Pedro Almirante de Cataluña y el primero que tomó tierra en la Isla de Mallorca en su conquista: confinaron sus estados con los condados de Cerdaña y essa razón de vezindad y otra mayor del mucho deudo que entre sí tenía por Alda muger que fue de don Ramón Galcerán de Pinós hija de Oliva Cabreta Conde de Bessalú y Cerdaña ocassionaría a estos mancebos a acompañar en viaje tan pío al Conde. Tuvo la Jornada tan dichoso fin que quedó por los nuestros la Sancta Ciudad de Gerusalem, y la entraron guiados de aquél sagrado Guión por la puerta en que fue apedreado el primer hijo de la Cruz el glorioso Protomartir San Esteuan, llamado por essa razón del nombre del sancto. Esta victoria despertó en los ánimos de algunos Cristianos caualleros un generoso affecto de servir, acompañar y amparar a los que acudiessen a visitar el Sancto Sepulcro y lugares sagrados de nuestra Redempción y los que de este empleo se encargaron tomaron por apellido Templarios, ora porque tenían casa junto al Templo, ora lo más cierto, porque acompañauan a los Peregrinos en sus Estaciones de Templo en Templo. A esta militar Religión dieron principio Hugo de Pinós, o Bagá y Jofre de Adimaro con
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otros siete compañeros, los quales dedicándose al servicio de Dios bajo el instituto de defender a los Peregrinos en los passos y caminos de la Inclemencia y furia con que eran tratados en ellos de los Bárbaros. Hizieron solemne Professión en manos del Patriarcha de Gerusalem prometiendo perpétua [82-V] Castidad Obediencia y Pobreza. Dioles habitación Balduino Rey de Gerusalem en su palacio junto al Templo de Salomón: vivían de limosna, y vestían lo que los otros dexauan, hasta que en el Concilio que se celebró en Troya ciudad de Campaña por los años de Mil ciento y veinte y ocho presidiendo en él el obispo de Albano legado del Papa Honorio segundo les fueron dado guardar la regla que les compuso el padre San Bernardo, el qual les señaló hábito propio que fue Un Manto blanco anchuroso grande y muy autorizado sobre el qual en tiempo del Papa Eugenio Tercero que era año mil ciento y quarenta y siete cosieron una Cruz de paño roxo desta forma ques la misma que hoy trahen los Canónigos del Sepulcro Sancto de la Ciudad de Calatayud reyno de Aragón reliquias desta religión, la qual creció de modo en número de personas [XXXX] que el Arzobispo de Tiro dize eran en su tiempo estos caualleros sin el crecido número de sirvientes más de trezientos, los quales a más del ordinario exercicio de hospedar y acompañar Peregrinos acudían ayudando a la guerra de los Príncipes de Siria y Reyes de Gerusalem. Llevauan en las batallas estandarte blanco y negro denotando con la blancura la benignidad para con los fieles y con lo negro la saña y enojo para con los infieles sus enemigos; si que no dezimos que lo blanco misteriosamente significó los felices principios desta religión y lo negro sus tristes y desastrados fines. Trayan en el estandarte en lengua Francesa por Mote VAVCENT que es dezir en la nuestra VALE CIENTO. (siguen 22 líneas repitiendo lo dicho en folios anteriores) (línea 29) …………..Llamóse Hugo dexando el apellido de Pinós de Bagá o Baganis, no de Paganis como algunos corrompidamente quieren buscando en esse nombre misteriosos excusados, de la Villa de Bagá cabeça de las varonías de su Padre donde él hauía nacido ora esto lo hiziesse en honra de su patria ora lleuado de la religiosa humildad que hoy se practica en las más reformadas religiones de dexar los honrosos apellidos de sus padres y tomar el de sus tierras y patrias; y en el número de sus nueve compañeros [88-R] con que dio Hugo principio a su
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religión si bien en quanto a la divina disposición fue por conformar esse número con el de los choros de los Ángeles cuyos oficios imitaban guiando, guardando y acompañando los Christianos: pero quanto a lo humano me parece séalo Hugo [¿?] de ssu numero a remembranza de aquellos nueve varones que vinieron a la conquista que [entraron] en Cataluña de uno de los quales el era descendiente por sus padres Pinos(sus) y de muchos otros por su madre Moncada y otras aguelas suyas. Esta bereda emprendió el segundo hermano Hugo de Pinós de la Jornada de Gerusalén…………. … (siguen 82-R y 83-V, sin transcribir. Faltan en esta copia del 83-R al 85-V) [86-R] Vida de quatro Maestres del Temple y de Sanct Juan de la ilma familia de pinós y declaración de la Inscriptión Griega de la Cruz de Vagá guión de la armada que gano la tierra sancta en el año de 1000
Al Ilmo. Conde de Guimerá Quatro famosos caualleros religiosos militares del Temple el uno y de San Juan los tres a tenido la cassa de V. S. Illma. dignamente merecedores de que su piedad y proezas sean entendidas del mundo pues conocidas de sus religiones las obligaron a hacerles sus Maestres. Mándame V. S. Illma. yo manifieste esta noticia sacada de sus trabajos y papeles y que a bueltas desto como en su lugar proprio declare la Inscription Griega de la antiquísima cruz que está en la Iglesia del protomartir San Esteuan en la Villa de Vagá caueça de las Varonías de Pinós en el principado de Catalumnia de las quales es oi V. S. Illma. el verdadero e indubitado Señor y por consiguiente Venturoso conservador de esse Thesoro. Y si en su declaración me aparto en todo de las muchas que otros an echo no con ánimo de contradecirlos sino obligado a decir lo que siento amparada mi osadía V. S. Illma. a quien obedezco diziéndolo a cuia prudente censura ba todo subordenado pues siendo lo más suio sólo son míos los deseos de su servicio en el qual V. S. Illma. me emplehe y onrre muchos y felices años.
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Relación histórica de los Condes de Ribagorza Anónimo. Siglo XVIII. Biblioteca Nacional (Madrid). Manuscrito ms-7377, folio 81-v y siguientes Transcripción: Justo A. Navarro Martínez © 1984-2011 Ahora queden con esta reflexión y ustedes decidan lo que tiene más veracidad. Para mí está muy claro.
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CAPITULO IX EL CAMINO MÁGICO DE SANTIAGO La peregrinación es un hecho totalmente común a todas las religiones. Los tres grandes centros del peregrinaje cristianos son, Jerusalén, donde murió Jesucristo, Roma donde está la tumba de San Pedro y Santiago de Compostela donde el mito cristiano sitúa los restos del Apóstol Santiago. Se trata de lugares que a modo de imán han atraído siempre a los fieles, metas sagradas a las que se llega tras un viaje en que el peregrino se enfrenta a la naturaleza y se encuentra consigo mismo. El hombre ha peregrinado siempre, desde sus orígenes se ha desplazado a tierras prometidas, hacía lugares desconocidos. Movido por razones de fe o impulsado por la necesidad misma de caminar, el ser humano está lanzado casi obligado a la búsqueda y a lo largo de los tiempos ha manifestado esta necesidad de conocer lugares nuevos, de andar por tierras extrañas que le permitan avanzar en su trayecto. Nos marcamos ciertas metas y emprendemos el camino, el peligro está presente durante todo el ascenso, pues en todo trayecto surge la dificultad, la lucha, el enfrentamiento con las fuerzas externas y de uno mismo. Elegir el viaje es saber que uno va a dejar atrás muchas cosas. Es más, el hombre puede peregrinar desde una perspectiva interior y así, el trayecto externo del camino tiene su correspondencia en el viaje interior que ofrece todo peregrinaje. Esa es la Verdadera Magia del Camino. El Camino de Santiago es la ruta mágica por excelencia de Occidente, ruta que fue desarrollada y elevada al máximo por el cristianismo, impulsada por los monjes cluniacenses, pero que sin embargo posee un innegable origen precristiano.
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El Camino de Santiago, como Camino Mágico hay que entenderlo desde la definición de magia, lo grande de nosotros mismos, lo que nos trasciende, lo que va más allá de la personalidad. Magia es, cuando nosotros somos capaces de atender a la vida de tal manera que la vida se muestra ante nosotros en todas las percepciones, no solo en la racional, también la intuitiva, la estética y lo que los místicos podrían llamar la espiritual. El Camino de Santiago es el resultado de muchos años, no es una idea creada en un despacho, sino que se fue generando por una serie de circunstancias, económicas, políticas y culturales. Uno de los elementos importantes fue que, las órdenes monásticas, fundamentalmente la Orden de San Benito y del Cister sufrieron una transformación, creando monasterios que se convirtieron en centros de desarrollo económico principalmente agrario con las tierras que circundaban los monasterios, estos centros se fueron extendiendo, enfrentándose a la línea que formaba el mundo musulmán. Estos habían llegado hasta Francia y aquello alarmó a la cristiandad. Y entonces los monasterios eran asentamientos que iban tomando cuerpo y formando a través de los siglos una frontera, esa frontera que va de este a oeste y que llega hasta Santiago de Compostela, y así se va creando ese Camino. Al mismo tiempo que se crea el Camino se genera el mito y este mito lo que hace es articular todo un pensamiento, toda una ideología católica floreciente, fuerte, frente al pensamiento musulmán. Por lo tanto son los Reinos Cristianos, el Sacro Imperio Romano los que conforman la vieja Europa, evidentemente en el origen de Europa no está solo el cristianismo, pero si está también el cristianismo, sobre todo está el cristianismo en cuanto a que se confronta con el pensamiento musulmán, con la cultura musulmana en la propia Europa. Desde el siglo IX y X hasta nuestros días son mil años moviendo influencias, en la música, en la arquitectura, en la economía, el tráfico de influencias políticas, los reyes, los nobles, los obispos y los papas vienen a Compostela, y de Compostela salían los productos económicos y productos culturales de Galicia por el mundo adelante. En los siglos X, XI y XII el norte de la península conoció un esplendor religioso cultural excepcional, un hecho histórico
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transcendental que marcó el origen de lo que hoy es Europa. De él guardan buena cuenta las construcciones, monasterios, iglesias o castillos que el románico y el gótico han dejado a lo largo del Camino. La magistral arquitectura cristiana es de una fuerza evidente, pero tras ella se hallan capas más profundas que descubren el Camino más remoto, un trazado más antiguo, construido sobre las vías romanas que llevaban al Finisterre atlántico y a su vez se habían servido de antiguos trayectos sobre los que ya caminaban las tribus más primitivas. Y es en la pista de lo pagano donde descubrimos el trazado de un Camino mucho más antiguo, lleno de magia y misterio. Hoy la ciudad de Santiago es más que una meta cristiana, es una metáfora abierta al paso de los tiempos, un símbolo que invita a reflexionar a todo caminante que se dirige a ella. La ciudad de Santiago es un símbolo, es un mito, es una creencia, es una ciudad mágica y hay que partir desde ese punto. Son muchos y no uno los Compostelas posibles, la ciudad es un ser vivo en continua transformación que se regenera y se adapta al devenir de los tiempos sin perder su dimensión espiritual. Compostela acoge maternal a peregrinos de todos los países, devotos, turistas, cristianos o no, que han elegido realizar el Camino y adaptar el reloj al ritmo de sus propios pasos. Compostela es una ciudad muy vieja y es previa a la propia época cristiana, de hecho en las excavaciones que se hicieron en
la catedral durante la década de los sesenta en las que se intentaba encontrar vestigios que enlazaran el descubrimiento
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del Apóstol con la antigüedad, fundamentalmente la Iglesia Católica trató de buscar improntas que le dieran argumentos históricos al mito del Camino de Santiago, al enterramiento de Santiago. Y si, encontraron enterramientos, de notables, de épocas previas al cristianismo incluso, y se aprovecharon estos enterramientos indudablemente para asentar sobre ellos el mito del Apóstol. Se construye poco a poco el Camino Jacobeo y frente a Mahoma el Mensajero de Alá, los cristianos proponían a Santiago, discípulo y hermano de Jesús, así encontramos al Santiago Peregrino convertido en Santiago Matamoros. Santo convertido en guerrero alzando su espada y subido a su blanco caballo. En torno al Apóstol y al Camino se han generado muchas leyendas, pero la primera leyenda y la que hay incluso un intento general de haberla presentado como histórica por las partes interesadas, fundamentalmente de la Iglesia Católica. Es la leyenda de la Traslatio o Translación del Apóstol Santiago a Compostela, donde hipotéticamente estaría hoy enterrado, cuenta esta leyenda que el hijo mayor del Zebedeo Santiago, es decapitado en Jerusalén por las autoridades judías, los discípulos cogen su cuerpo lo ocultan y lo trasladan en una barca por todo el Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar, que es donde se decía que estaban las columnas de Hércules, que era la puerta de entrada al Océano Atlántico. Atravesando las Columnas de Hércules suben por toda la Península Ibérica delante de Portugal y entran por el río Ulla y llegan a Iria Flavia, allí los discípulos intentan buscar un
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lugar noble, un lugar importante donde enterrar el cuerpo del Apóstol y allí encuentran la colaboración de una reina, la Reina Lupa que vivía en un monte que hoy recibe el nombre de Pico Sacro y que les prestó toda su ayuda para enterrar al Apóstol. Desde ese momento se oculta a este y desaparece durante siglos, hasta el siglo VIII o IX cuando se produce el descubrimiento. Muchos son los que se preguntan cuando llegan a Santiago conocedores de la historia y de la imposibilidad histórica de que ahí descansen los restos del Apóstol Santiago, ¿Quién entonces está enterrado aquí? No son pocos los que creen que quien realmente está enterrado en la Catedral de Santiago no es otro que Prisciliano, Obispo de Ávila, (del cual hablaremos en un monográfico propio) ya que parece más real que la leyenda del Apóstol que resulta más fantástica, llega a Compostela en una barca de piedra y eso resulta como menos creíble. Prisciliano como veremos es un heresiarca, un hereje, detenido por enfrentarse a Roma, juzgado y ajusticiado en Tréveres, cortándole la cabeza al igual que hipotéticamente a Santiago. El proceso del Camino se apoyó muchísimo en los monasterios del Cister, esto conllevaba todo un desarrollo urbanístico, un desarrollo de monasterios, de catedrales, hospitales que a lo largo de los años fueron atrayendo la mano de obra, los canteros, los braceros, carpinteros y también a los maestros de obras, sobre estos se tejieron leyendas de misterio, pero hay verdades como puños que son las obras que han levantado estos arquitectos construyendo un Camino, un Camino de piedra. Se decide trabajar la piedra como elemento constructor, pero la Iglesia no era quien directamente trabajaba la piedra, ni quien diseñaba la arquitectura de los edificios, sin duda hay que agradecerles mucho en el Camino de Santiago a sus artífices, los constructores. Se encomienda la construcción de albergues,
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iglesias etc., a los compañeros constructores, maestros de la cantería, profesión harto antigua que cobra nuevamente fuerza. Y es que el Camino de Santiago es principalmente un camino creado, esculpido, elevado por constructores. Para ellos suponía también un camino iniciático, en el que el Maestro constructor había pasado por diversas fases hacía el conocimiento de su materia, la mayoría de los capataces recorrieron el Camino y su saber parece estar plagado de la espiritualidad de todo camino iniciático. Así como los Templarios tenían un precepto, hablamos de los Templarios occidentales, que era hacer el Camino de Santiago a caballo y sus protegidos la hermandad de constructores del Camino, también tenían entre sus preceptos para ascender en el oficio, de albañil a arquitecto, el peregrinar hasta el fin del mundo, hasta el Finisterre, la Vía Láctea de los alquimistas. Para un Maestro constructor Galicia era la escuela suma, el final del camino en su carrera, solo después de haber conocido el granito, de haber tallado el granito uno era verdaderamente un Maestro constructor. Los Templarios encargaron muchas de sus construcciones a estas hermandades, a estos gremios de constructores. Bien es sabido que los Templarios tenían el propósito de custodiar el Camino y proteger a los peregrinos y darles servicio y asistencia. A través de un camino iniciático los Templarios al igual que los constructores vivían su espiritualidad a través de niveles que se relacionan con las fases alquímicas en busca del conocimiento, la Piedra Filosofal. La alquimia era, digamos, el arte de las artes y la ciencia de las ciencias que se desarrolló en la Edad Media a partir del concepto de la pirámide, la pirámide clásica egipcia era de cuatro caras, que simbolizaba los cuatro aspectos del
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conocimiento, la ciencia, la filosofía, la religión y el arte. Pero la alquimia suponía, además, un camino de transformación, porque sin transformación no se podía acceder a aquel estado de sensibilidad que permitía hacer la unión de los cuatro saberes, la alquimia era una cocción de conocimiento interior a lo largo del Camino que tenía que cocinarse dentro del horno alquímico del alma, de la experiencia y de la vivencia del propio caminante. Uno de los gremios más conocido es Los Pata de Oca, Los Patucos, que marcaban la piedra con esta marca. La Oca también es un animal guía, sagrado para los antiguos celtas, y hay muchos lugares del Camino que guardan relación con los Jares (pata de oca), jar era el antiguo idioma. Castrogeriz, (Ciudad de ocas), Manjarín. (Hombre de Oca), Montes de Oca. También el Juego de la Oca está relacionado con los Templarios y con el Camino de Santiago, algunas teorías apuntan a que este podría tratarse de un juego inventado por los Caballeros Templarios que a modo de símbolo lo utilizaban para recordar el Camino de Santiago, lo ideasen o no, no es extraño pensar que los Templarios utilizasen este juego como metáfora del Camino Jacobeo, pues se puede trazar una correspondencia entre las casillas del tablero y sus correspondientes lugares físicos a lo largo del Camino y la analogía se presenta más que atractiva. <<<Puente de Órbigo
Si resulta significativo, El Laberinto, El Puente, en el Camino existen dos puentes simbólicos, y muy importantes, Puente de Órbigo y Puente La Reina en Navarra, Ponferrada sería el Laberinto, ahí se pierden la mayoría de los peregrinos por su mala señalización, esta La Posada que serían los albergues, La Cárcel que bien podría ser el Valle de Valcárcel a dos jornadas de Manjarín y los dados serían la piedra angular de las catedrales. Lo correcto en este viaje sería ir de Oca en Oca, es decir protegido al abrigo de un castillo o encomienda Templaría. Los romanos también influyeron en la configuración del mito Jacobeo, en El Bierzo se sitúan Las Medulas, minas de oro romanas que dan muestra de una época de esplendor que fue decayendo con las invasiones bárbaras.
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Puente La Reina
El Camino Jacobeo se construyó partiendo de la antigua ruta de las estrellas de ahí que también se ha llamado Camino de las Estrellas o Vía Láctea. Aunque hoy Vía Láctea sea el modo de designar a toda nuestra galaxia, antes hacía referencia a esa banda de hileras estrelladas que podemos observar extendiéndose en el cielo, sobre todo en las noches de verano despejadas. Esa banda lechosa que es la Vía Láctea, ha guiado a todos los pueblos que a lo largo de los tiempos peregrinaron hacía los Finisterres Atlánticos, el Camino de las Estrellas sigue la dirección de la Vía Láctea, atravesando el norte de la Península Ibérica por el paralelo 42’5 aproximadamente, una vía en la que encontramos abundantes elementos relacionados con el mundo celeste. Pero este antiguo eje sufrió sus transformaciones para adaptarse al institunacionalizado Camino Medieval. Como sus antepasados los constructores del Camino Jacobeo, clérigos, constructores, capataces, alquimistas o Templarios al elegir sus emplazamientos conservaron lugares simbólicos de la antigua Ruta de las Estrellas. Muchos de estos lugares llevan aun el nombre de estrellas recordando ese Camino astrológico. El verdadero final del Camino no es la ciudad compostelana, sino el mar, el símbolo del peregrino que el cristianismo asumió como propio es una concha de viera, cuando Santiago supuesto final del Camino es una ciudad sin
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mar. La Concha Jacobea, Venera o Viera, tiene un significado que antecede en Galicia a lo cristiano y que hace referencia al reino sagrado de las aguas. El agua tiene una memoria de nuestro inconsciente colectivo, el sentir de purificación, y la concha ha sido utilizada en diversas culturas a lo largo de los tiempos como elemento de culto, la concha es en el Camino Mágico la Diosa Madre que acoge al peregrino, el origen y el final, la muerte y la resurrección. Desde el cabo, el peregrino del pasado observaba con respeto y cierto miedo la caída del sol, imponente se ofrecía a ser contemplado, como si la fuerza mítica de la Costa Da Morte guardara un secreto al que muy pocos tenían acceso. Y es que donde el sol se pone, en el horizonte se sitúa el final de todos los Caminos, como la muerte es la meta biológica de toda vida, pero si lo biológico y la materia tienen la posibilidad de transformarse, el peregrino como el alquimista puede transformar su materia interior a lo largo de este camino mágico. Lo verdaderamente importante del Camino de Santiago, es que como cualquiera de los caminos de la vida habla a cada persona en su propio lenguaje, el Camino es suficientemente poderoso para que cualquiera que siga la ruta del sol, desde su nacimiento hasta su muerte, recorra ese mismo Camino Solar dentro de si, y si él es un peregrino atento el Camino habla claramente para él con todo lo que él está necesitando saber y cuando vuelve a su casa vuelve convertido en otra persona, en un caminante, en un guerrero, una persona que enfrentará la vida de una manera más profunda, más intensa, más personal y más autentica.
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CAPITULO X CRONOLOGÍA 1095 El Papa Urbano II llama a los cristianos a la Cruzada. 1099 Jerusalén es tomada por los cruzados. 1118-1119 Hugo de Payns funda la Orden del Temple. 1128 El Concilio de Troyes establece la Regla del Temple. 1130 Bernardo de Claraval escribe “Liber ad Milites Templi de Laudae Novae Militiae” a instancias de Hugo de Payns. 1139 El Papa Inocencio II crea la figura del capellán del Temple, independiente de la jurisdicción episcopal. 1146 Bernardo de Claraval predica la II Cruzada. 1148 En el Capítulo General celebrado el 27 de abril el Papa Eugenio III establece que quienes ostenten el grado de Caballero en la Orden del Temple añadan a sus blancos mantos una cruz bermeja que cruce su corazón, “para que tal signo triunfante les sirva de escudo y así no vuelvan grupas ante ningún infiel”. 1150 Fracaso de la II Cruzada. 1.153 Salah ed-Din comienza sus incursiones en Palestina. 1187 Jerusalén es tomada por Salah ed-Din. 1189 Comienza la III Cruzada, al mando de Federico I Barbarroja (Alemania), Felipe Augusto (Francia) y Ricardo Corazón de León (Inglaterra). 1192 Ricardo Corazón de León, disfrazado de Templario, intenta regresar a Inglaterra atravesando Europa, siendo capturado por el Duque de Austria. Liberado posteriormente, desembarca en Inglaterra en 1194.
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1199 Preparativos para la IV Cruzada. 1200 Wolfran Von Eschenbach escribe su “Parcival”. 1204 Los cruzados saquean Constantinopla. 1218 Los efectivos de la V Cruzada atacan Damieta. 1220 Primera irrupción de los mongoles en Siria-Palestina. 1221 Desastre de la V Cruzada en ruta hacía El Cairo. 1239 El Papa Gregorio IX ordena la predicación de una nueva Cruzada. 1244 Los turcos Corasmios toman Jerusalén. 1248 Comienza la Cruzada de Luís IX de Francia, (S. Luís). 1250 Derrota en Mansura. Los mamelucos se hacen dueños de Egipto. 1254 Luís IX regresa a Francia. 1261 Urbano IV es elegido Papa. 1270 Muerte de Luís IX en Túnez. 1280 Tregua de diez años entre los cruzados y Egipto. 1285 Philippe le Bel (Felipe IV de Francia), sube al trono de Francia. 1291 Muerte de Guillermo de Beaujeu en Acre y pérdida de Tierra Santa. 1296 Discrepancias entre Bonifacio VIII y Felipe VI. 1298 Jacques Bernard de Molay es elegido Maestre del Temple. 1302 El Concilio de Roma obliga a Felipe IV, a contar con la aprobación del Papado para el cumplimiento de su política.
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1303 Bonifacio VIII excomulga a Felipe IV, quien a su vez encarga al canciller Guillermo Nogaret la detención del Papa. A la muerte de Bonifacio VIII accede al Papado Benedicto XI, que absuelva a Felipe IV, pero no a Nogaret. Morirá poco después. 1305 En Francia y Aragón comienzan los rumores contra los Templarios. Bertrand de Got, Clemente V es elegido Papa. 1306 Felipe IV, escaso de liquidez, confisca los bienes a los judíos y lombardos, después de orquestar una campaña contra ellos que acaba en graves desórdenes. La reestructuración económica que propone da lugar a una revuelta popular que le obliga a esconderse en la Casa del Temple de Paris, donde se halla el banco más importante de la Orden y donde la codicia de Felipe IV crece. 1307 Después de alertar a Jacques de Molay, el Papa permite que Felipe IV abra una investigación sobre los Templarios. 13 de octubre Un día después de que Jacques de Molay haya acompañado al rey en un acto fúnebre, todos los Templarios de Francia, excepto los del Languedoc, son detenidos. 25 de octubre Primeras confesiones en público de Jacques de Molay y otros Templarios sometidos a tortura. 27 de octubre Carta de protesta de Clemente V al rey de Francia. 17 de noviembre Bula papal que ordena el arresto en toda Europa de los Templarios. Diciembre Felipe IV se muestra dispuesto a entregar a los prisioneros a la custodia del Papa. 1308 Clemente V descalifica a los inquisidores, dando pie a que Jacques de Molay se retracte de su confesión. El rey crea una campaña de opinión dirigida a desacreditar al Papa.
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27 de mayo En Poittiers, el rey vuelve a presionar al Papa para que se muestre con dureza ante los Templarios. 17-20 de agosto El Maestre y los demás Templarios no son conducidos a Poittiers donde espera el Papa para su interrogatorio, sino a Chinón, para ser interrogados por orden de Nogaret. 1309 Apertura de un nuevo proceso contra los Templarios. El Papa traslada su residencia a Avignon. 1310 Felipe de Marigny, hombre de Felipe IV, promovido a obispo, manda que quemen a cincuenta y cuatro Templarios. 1311 Se inaugura el Concilio de Vienne (Francia). 1312, 3 de abril En la apertura de la segunda sesión del concilio se produce la lectura de la Bula Papal Vox in Excelsis, que decreta la extinción del Temple. 2 de mayo La Bula Ad Providiam otorga los bienes del Temple a los hospitalarios, con excepción de los de la Península Ibérica. Viernes 18 de marzo de 1314 Juicio y retractación de Jacques de Molay y del Preceptor de Normandía Godofredo de Charnay, ese mismo día serán asesinados en la hoguera frente de Notre Dame, en la Isla de la Citè. 20 de abril de 1314 Muerte del Papa Clemente V. 29 de noviembre de 1314Muerte de Felipe IV.
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