Revista oct nº 057 ene dcccxcivpdf

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Contenido c  PORTADA

Editorial c  Federico Leiva Paredes. Editor c

 LAS CATEDRALES DEL MUNDO. (La Catedral Vieja de Salamanca).  HISTORIA DE LA NAVIDAD.  ARQUITECTURA CRISTIANA EN TIERRA SANTA.  LOS REYES MAGOS.  LA CUARTA CRUZADA.  LOS PAPAS DE LA HISTORIA. (San Esteban I).

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Colaboradores c

 Joaquín Salleras Clarió (Historiador de Fraga).  Albert Coll Vilá.  Josep Ricard Vento Belda.  Juan A. Portales.  Frey Jesús.  Fredy H. Wompner c

Publicación de artículos c  Email: revista@ocet.org.es

 El RINCON DE JOAQUÍN SALLERAS.  LOS TERCIOS ESPAÑOLES. (III y Última Parte).

Contactos c  www.ocet.org.es  preceptor@ocet.org.es c

 ARQUITECTURA ROMÁNICA EN ESPAÑA.  OBRA SOCIAL “TEMPLE SOLIDARIO”.  LEYENDAS Y TRADICIONES POPULARES. (La Leyenda del Castillo de Monzón).  CONTRAPORTADA.

EDITA: OCT (Orden Católica del Templo) La OCT no se responsabiliza de las opiniones o doctrinas de los autores, ni de la posible violación de autoría y originalidad de los trabajos, colaboraciones o artículos enviados a esta redacción. Los autores serán los únicos responsables de todas las cargas pecuniarias que pudieran derivarse frente a terceros de acciones, reclamaciones o conflictos derivados del incumplimiento de estas obligaciones previstas por la Ley. Reservados todos los derechos de edición, publicación y difusión.


Catedral Vieja de Salamanca La Catedral Vieja de Santa María es una de las dos catedrales que hay en Salamanca. Fundada por el obispo Jerónimo de Perigord, se empezó a construir en el primer tercio del siglo XII y siguió hasta el XIV en estilo románico y gótico. Se terminó gracias al impulso que dio a las obras el obispo Alfonso Barasaque. Esta dedicada a Santa María de la Sede. Se comenzó a construir a poco de restaurarse la diócesis de Salamanca, tras la reconquista, por iniciativa de su primer obispo, Jerónimo de Perigord (m. en 1120), en el momento en que el románico estaba dejando paso al gótico, algo que es apreciable en la diferencia existente entre los pilares y los arranques de las bóvedas de crucería, ya que no existe continuidad constructiva entre ellos, al ser ideados los primeros para soportar una bóveda de cañón. Estuvo a punto de ser destruida ya que al proyectar la Catedral Nueva se pensó en derribarla, pero el tiempo que transcurre desde el comienzo de las obras de la Catedral Nueva (en torno a 1520) y la tardía fecha de conclusión (hacia 1733), así como la necesidad de un espacio donde celebrar el culto mientras se terminaba la construcción, hace que la decisión inicial de destruirla fuera rechazada. En planta la nave izquierda aparece más estrecha, consecuencia de la construcción de la Catedral Nueva. Se trata de un edificio de planta basilical, en cruz latina y tres naves, crucero marcado y cabecera formada por tres ábsides semicirculares, que muestran arcos de medio punto al exterior. Dado el carácter fronterizo de Salamanca, fue proyectada también como fortaleza, ahora no tan visible, puesto que han desaparecido las almenas de la Torre Mocha y la cubierta de la nave, antes en terraza transitable, se ha cambiado por otra de teja árabe. Por esta razón se la conoció popularmente como fortis salmantina. Las obras comenzaron a realizarse por el ábside, por eso ésta sería la parte más antigua, pudiéndose contemplar el cambio de estilo en las bóvedas que cubren las naves, ya que estaban proyectadas bóvedas de arista y se sustituyeron por bóvedas de crucería.


El elemento que más destaca es el considerable cimborrio que se eleva sobre el crucero apoyado en cuatro impresionantes pechinas; la fecha de construcción debe situarse en torno al año 1150. Al interior tiene forma de naranja abierta con ocho gajos, al exterior en cambio tiene forma de torre con decoración de escamas, se conoce popularmente como la “Torre del Gallo”, ya que este animal corona la veleta de esta torre. Se apoya en un tambor con dieciséis columnas en el interior, aligerado por 32 ventanas, 16 nervios se cruzan encontrándose en la parte central del cimborrio. El modelo de la cúpula está en la Catedral de Zamora que fue la primera de este grupo. Los conocidos como Grupo de cimborrios del Duero (los de las catedrales de Zamora, Plasencia y la propia Catedral Vieja de Salamanca junto con el de la Colegiata de Toro), presentan una estructura similar con dos cúpulas distintas, una al interior y otra al exterior, entre ellas habría un relleno de grava y tierra, pero se apoyan una en la otra. La decoración exterior de forma escamada es muy curiosa y difícil de rastrear en la Historia del Arte, existen decoraciones similares en Iglesias de Turquía, aunque también aparecen en la decoración de las torres de la Iglesia de Santa María la Grande de Poitiers (influencia mucho más probable que la turca), si tenemos en cuenta que la repoblación de la ciudad se hizo con gente proveniente de Francia. En el siglo XIX ante el peligro de hundimiento fue desmontada completamente y profundamente alterada, hasta el punto de cambiar capiteles de gusto gótico, como correspondía a lo avanzado de su edificación por otros neorrománicos. Otros atractivos con los que cuenta el templo son, el retablo principal del siglo XV, atribuido a Nicolás Florentino (1430) y el fresco superior, que representa el Juicio Final, que es, con seguridad, de Nicolás Florentino (1445). A los pies está la capilla de San Martín o del aceite. Esta última fue pintada por Antón Sánchez de Segovia en 1262, pinturas consideradas como las más antiguas de Europa con firma. En el claustro hay unos frescos de los siglos XIII-XIV que decoran los sepulcros y se abre una serie de capillas, entre las que se cuentan la de Talavera, la de Santa Bárbara, con el sepulcro del obispo Juan Lucero, en la que se realizaban los exámenes de grado de la Universidad, la de Santa Catalina y la de San Bartolomé o de Anaya. EL RETABLO MAYOR La obra debe situarse entre los años 1430-1450. Tres son los autores que trabajan en las 53 tablas que componen el retablo de la Catedral Vieja de Salamanca. Las obras principales corresponden al artista Italiano Daniel Delli, más conocido como Dello Delli, a él corresponden las 12 primeras tablas, que son sin duda las que mayor calidad tienen. Dello contaría con ayuda de sus dos hermanos, Sansón Delli realiza algunas tablas de la parte central del retablo ayudado de artistas locales que trabajarían bajo las órdenes de Dello Delli. Por fin el tercer hermano Nicolás Delli, más conocido como Nicolás Florentino, realiza algunas de las últimas tablas de la obra y la pintura del Juicio Final que se encuentra en el cascarón del ábside de la Catedral. El retablo presenta un ciclo de la vida de la Virgen María y de Jesucristo, desde el Nacimiento de la Virgen hasta la muerte de la Madre de Cristo, todo acompañado de escenas de la vida de Jesús y rematadas por el magnífico Juicio Final. Las pinturas se muestran como muy avanzadas para el momento artístico que se vive en España en ese momento, algunas de las soluciones renacentistas que aparecen en los edificios de las pinturas, así como algunas cúpulas que recuerdan la obra que Brunelleschi son demasiado nuevas para un país que todavía construye en gótico.


Los colores vivos, destacando entre ellos el rosa, hacen muy reconocibles las pinturas. La influencia de la pintura italiana, en concreto de la escuela sienesa y florentina, mezclado con los detalles típicos de la pintura flamenca, se unen de forma magistral para ofrecer un magnifico ciclo pictórico. En la parte del cascarón del ábside se representa el Juicio Final, donde aparece Jesucristo que camina amenazante para separar a los buenos de los malos. La mano derecha de Jesús se encuentra entre la bendición y la amenaza, la mano izquierda se la lleva al pecho con intención de abrirse la herida del costado y enseñarla a todo el mundo. El esquema iconográfico de Jesucristo es igual al que posteriormente utilizará Miguel Ángel para el Juicio de la Capilla Sixtina. Cristo aparece rodeado de ángeles que portan diferentes elementos de la pasión. A sus pies se encuentran la Virgen María y Juan Evangelista de rodillas esperando el avance de Jesús que parece que camina. A la derecha de Cristo aparece los salvados, vestidos de blanco, a su izquierda los condenados, desnudos y que parecen caminar hacia la boca de un monstruo gigante. Entre las figuras de los condenados se aprecian los rostros de algún obispo y algún Papa, aludiendo a que nadie está libre del juicio de Dios. El retablo está presidido por una imagen conocida como la Virgen de la Vega, patrona de la ciudad. La imagen cuyo interior está realizado en madera, está cubierta de bronce sobredorado con incrustaciones de esmaltes y piedras preciosas. Procede del desaparecido monasterio de la Vega, de canónigos regulares de San Agustín situado en la vega del río Tormes. Debe fecharse en el siglo XII, sigue modelos bizantinos, inmóvil, sostiene en sus rodillas al niño, mostrándolo al espectador con su mano derecha. LA CAPILLA DE SAN MARTÍN O CAPILLA DEL ACEITE. El nombre del Santo parece que no pudo ponerse como titular de la Catedral porque estaba dedicada a la Virgen María, por eso un Santo tan francés como Martín, quedó relegado a una pequeña capilla situada a los pies de la Catedral, alojada en el hueco de la torre de campanas. El nombre del Santo sí pudo darse a una iglesia románica que con un esquema similar a la Catedral, aunque más pequeña, se construyó extramuros, donde luego se haría la Plaza Mayor de Salamanca (que por eso, al principio llevó el nombre de plaza de San Martín). Justo antes de entrar en la Capilla y descubierta hace poco tiempo aparece una gran pintura sobre la pared del templo donde San Martín se encuentra compartiendo su capa. Lo más interesante que tiene esta capilla son unas pinturas engalanadas con escudos de Castilla y de León, algunas aparecen datadas en el año 1262 y tienen como autor a Antón Sánchez de Segovia (aunque habría que poner en duda una fecha tan temprana), situadas en el testero del fondo con imágenes de Jeremías, Isaías y Daniel arriba y San Joaquín, y Santa Ana abajo, todos ellos bajo arquillos arquitectónicos fingidos. Junto a éstas, situada en el testero de al lado y realizada en el siglo XIV, destaca la imagen de un Juicio Final, pintada como si fuera un tapiz, donde Jesucristo se presenta dentro de una almendra y mostrado manos, pies y costado para enseñar las heridas de la pasión, acompañado por Apóstoles y la Virgen, separa a los salvados de los condenados. Varios sepulcros, entre ellos, decorado con pinturas de la misma época y escenas de la Adoración de los Magos, se encuentra el del Obispo Rodrigo Díaz, que falleció en el 1339; frente a él otro sepulcro alberga los restos del fundador de la Capilla, Pedro Pérez, fallecido en 1262.


LA CAPILLA DE TALAVERA. Es la más antigua de todas las capillas que forman el claustro. Está cubierta con una cúpula con 16 nervios paralelos dos a dos que se apoyan en columnas, y que forman una estrella de ocho puntas en la clave. Este tipo de cúpulas son de influjo musulmán y muy extrañas para una época tan temprana en el norte de España. En esta capilla, fundada por Rodrigo Maldonado, natural de Talavera, catedrático y rector de la Universidad, se mantiene desde el siglo XIV el Rito mozárabe. El sepulcro del fundador y el de su esposa se encuentran en el centro de la capilla. LA CAPILLA DE SANTA BÁRBARA. Fue fundada por el Obispo Juan Lucero en 1334 y está decorada con varias tumbas y un pequeño retablo que incluye pinturas que representan escenas de la muerte y pasión de Cristo y una imagen de la Santa titular, esta última realizada en el siglo XVI. El frente del altar muestra una magnífica decoración de cerámica de Talavera. Un ejemplo de cómo se pintaba el Víctor en las fachadas de Salamanca. Desde los comienzos de la Universidad de Salamanca y cuando los estudios se hacían en la propia catedral, esta capilla servía como lugar donde se realizaban los exámenes finales. El estudiante que iba a realizar su examen de grado o de doctorado debía pasar toda la noche encerrado en la capilla, (lo que solían hacer sentados en una silla, con los pies apoyados sobre los de la escultura yacente del Obispo Lucero, situada en el centro de la capilla) y preparando (velando los libros) la defensa de su tesina (licenciatura) o su tesis (doctorado). A la mañana siguiente entraban los profesores (y cualquier otro doctor que quisiera intervenir) que se sentaban en los bancos que hay alrededor de la capilla y discutían al estudiante punto por punto las razones de su trabajo. Si el estudiante aprobaba el examen, salía por la puerta principal de la catedral donde le esperaban sus amigos y juntos hacían una fiesta. Si el grado obtenido era el de doctor (el más alto de los estudios universitarios), sus compañeros escribían en una pared un anagrama de la palabra latina Victor seguida de su nombre -en letra o anagrama también- lo que equivaldría a “¡Victoria!”. A partir de cierto momento (quizá a comienzos del siglo XVII), para celebrar la fiesta el doctorando debía ofrecer un toro a sus compañeros que, previamente toreado y estoqueado, servía para la comida de celebración (lo que hacía que conseguir un doctorado solamente estuviera al alcance de gente con posibles). Si el estudiante no superaba el examen, salía por otra puerta, conocida como la “puerta de los carros”, una estrecha comunicación con la Calle de Tentenecio donde no había ni amigos ni fiesta. LAS SALAS CAPITULARES DEL CLAUSTRO. Actualmente se usa como Museo Catedralicio albergando algunos de los cuadros de los que el Cabildo es depositario, estas salas capitulares fueron construidas en el año 1526. Entre ellos los más destacados son tres obras del artista Fernando Gallego que estarían pintados en la segunda mitad del siglo XV. El más destacado de los tres es el tríptico que representa el Martirio de Santa Catalina, pintado en estilo Flamenco, fácilmente reconocible por los suelos levantados y por la línea de fuga que siempre va en diagonal hacia la derecha.


Ello junto al detallismo y el realismo con que están pintadas las obras las hace reconocibles en este autor. No hay más que mirar la tabla de la derecha donde aparece un verdugo cortando la cabeza de la Santa, pero tan reciente es el tajo que la cabeza todavía se encuentra a medio caer. Detalles como éste se ven en la tabla de Jesús con la Cruz a Cuestas donde uno de los sayones da una patada al Cristo mientras otro de ellos saca la lengua para insultarle. Ese detallismo es típico de la pintura Flamenca que florece en Castilla del siglo XV. La segunda de las salas está cubierta con un rico artesonado de estilo mudéjar con ornamento renacentista, que fue realizado por el carpintero Pedro Nieto. Aquí se conserva una pintura de Fernando Gallego que representa el Nacimiento de Cristo. En la tercera sala hay obras del artista Pedro Bello, discípulo de Fernando Gallego, unas obras que se pueden fechar en torno al año 1500. Junto a ellas se conservan un tríptico y cuatro tablillas de un mediocre seguidor de Dello Delli. LA CAPILLA DE SAN BARTOLOMÉ O DE LOS ANAYA. En la parte central está el sepulcro del fundador de la capilla y patriarca de la familia Diego de Anaya, obispo de Salamanca y arzobispo de Sevilla, devoto de San Bartolomé y mecenas que fundó el Colegio Mayor de San Bartolomé o Colegio Viejo (el más antiguo de Salamanca). Está realizado en alabastro, posiblemente por un maestro alemán; está rodeado por una bellísima reja (que impide parcialmente la visión del sepulcro) también realizada en el siglo XVI, llena de decoración y con constantes alusiones a la muerte. Otros miembros de la familia Anaya se encuentran enterrados en la misma capilla, donde dos de las tumbas conservan los colores originales con los que fueron hechas. Esta capilla fue reformada en el siglo XVI, como puede apreciarse en la bóveda estrellada que cubre el techo de la misma. Además en la capilla se conserva un órgano que pasa por ser uno de los más antiguos que existen, que debería fecharse en el siglo XIV; actualmente se encuentra colocado encima de un magnífico podio de estilo mudéjar y conserva pinturas en el frente que representan una Anunciación; desgraciadamente el órgano no funciona.

Por F.L.P.


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La Navidad es una de las festividades más importantes del cristianismo, junto con la Pascua de resurrección y Pentecostés. Esta solemnidad, que conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén, se celebra el 25 de diciembre en la Iglesia católica, en la Iglesia anglicana, en algunas comunidades protestantes y en la Iglesia ortodoxa rumana. En cambio, se festeja el 7 de enero en otras iglesias ortodoxas, que no aceptaron la reforma hecha al calendario juliano para pasar al calendario conocido como gregoriano, nombre derivado de su reformador, el papa Gregorio XIII. Los angloparlantes utilizan el término Christmas, cuyo significado es ‘misa de Cristo’. En algunas lenguas germánicas, como el alemán, la fiesta se denomina Weihnachten, que significa ‘noche de bendición’. Las fiestas de la Navidad se proponen, como su nombre indica, celebrar la Natividad (es decir, el nacimiento) de Jesús de Nazaret. Existen varias teorías sobre cómo se llegó a celebrar la Navidad el 25 de diciembre, que surgen desde diversos modos de indagar, según algunos datos conocidos, en qué fecha habría nacido Jesús. Según la Enciclopedia Católica, la Navidad no está incluida en la lista de festividades cristianas de Ireneo ni en la lista de Tertuliano acerca del mismo tema, las cuales son las listas más antiguas que se conocen. La evidencia más temprana de la preocupación por la fecha de la Navidad se encuentra en Alejandría, cerca del año 200 de nuestra era, cuando Clemente de Alejandría indica que ciertos teólogos egipcios “muy curiosos” asignan no solo el año sino también el día real del nacimiento de Cristo como 25 pashons copto (20 de mayo) en el vigésimo octavo año de Augusto. Desde 221, en la obra Chronographiai, Sexto Julio Africano popularizó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús. Para la época del Concilio de Nicea I en 325, la Iglesia Alejandrina ya había fijado el Díes nativitatis et epifaníae. Existen diversas teorías sobre el origen del 25 de diciembre como día de la Navidad. Según defiende William J. Thige, ya en el siglo III se celebraría el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, aún antes de que los romanos celebraran la fiesta del Sol invencible (Sol Invictus).


Según otros autores, la celebración de esta fiesta el 25 de diciembre se debe a la antigua celebración del nacimiento anual del dios-Sol en el solsticio de invierno (natalis invicti Solis), adaptada por la Iglesia católica en el tercer siglo d. C. para permitir la conversión de los pueblos paganos. En Antioquía, probablemente en 386, Juan Crisóstomo impulsó a la comunidad a unir la celebración del nacimiento de Cristo con el del 25 de diciembre, aunque parte de la comunidad ya guardaba ese día por lo menos desde diez años antes. En el Imperio romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papa Julio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha, finalmente el papa Liberio decreta este día como el nacimiento de Jesús de Nazaret en 354. La primera mención de un banquete de Navidad en tal fecha en Constantinopla, data de 379, bajo Gregorio Nacianceno. La fiesta fue introducida en Antioquía hacia 380. En Jerusalén, Egeria, en el siglo IV, atestiguó el banquete de la presentación, cuarenta días después del 6 de enero, el 15 de febrero, que debe haber sido la fecha de celebración del nacimiento. El banquete de diciembre alcanzó Egipto en el siglo V. Algunos mantienen que el 25 de diciembre fue adoptado solamente en el siglo IV como día de fiesta cristiano después de que el emperador romano Constantino I el Grande se convirtiera al cristianismo para animar un festival religioso común y convertir a los paganos en cristianos. La lectura atenta de expedientes históricos indica que la primera mención de tal banquete en Constantinopla no sucedió sino hasta 379, bajo San Gregorio Nacianceno. En Roma, puede ser confirmado solamente cuando se menciona un documento aproximadamente del año 350, pero sin ninguna mención de la sanción por el emperador Constantino. Sin embargo, los primeros discípulos de Cristo (llamados posteriormente cristianos en Hechos 11:26) no celebraban la Navidad, divergencias con respecto a la fecha de nacimiento han hecho se adoptara el 25 de diciembre como fecha oficial de su natalicio y el 6 de enero como la Epifanía (Esto todavía se celebra en Argentina, Armenia, Chile, Colombia, Ecuador, España, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela). Algunas tradiciones de la Navidad, particularmente las de Escandinavia, tienen su origen en la celebración germánica de Yule, como son el árbol de Navidad. Allí la Navidad se conoce como Yule (o jul). Algunos expertos han intentado calcular la fecha del nacimiento de Jesús tomando la Biblia como fuente, pues en Lucas 1:5-14 se afirma que en el momento de la concepción de Juan el Bautista, Zacarías su padre, sacerdote del grupo de Abdías, oficiaba en el Templo de Jerusalén y, según Lucas 1:24-36 Jesús nació aproximadamente seis meses después de Juan. Crónicas 24:7-19 indica que había 24 grupos de sacerdotes que servían por turnos en el templo y al grupo de Abdías le correspondía el octavo turno.


Contando los turnos desde el comienzo del año, al grupo de Abdías le correspondió servir a comienzos de junio (del 8 al 14 del tercer mes del calendario lunar hebreo). Siguiendo esta hipótesis, si los embarazos de Isabel y María fueron normales, Juan nació en marzo y Jesús en septiembre. Esta fecha sería compatible con la indicación de la Biblia (Lucas 2:8), según la cual la noche del nacimiento de Jesús los pastores cuidaban los rebaños al aire libre, lo cual difícilmente podría haber ocurrido en diciembre. Cualquier cálculo sobre el nacimiento de Jesús debe estar ajustado a esta fuente primaria, por lo que la fecha correcta debe estar entre septiembre y octubre, principios de Otoño. Además, debe tomarse en cuenta el censo ordenado por César al tiempo del nacimiento del Hijo de Dios, lo cual obviamente no pudo haber sido en diciembre, época de intenso frío en Jerusalén, la razón es que el pueblo judío era proclive a la rebelión y hubiera sido imprudente ordenar un censo en esa época del año. Como los turnos eran semanales, tal y como lo confirman los manuscritos del Mar Muerto, descubiertos en Qumrán, cada grupo servía dos veces al año y nuevamente le correspondía al grupo de Abdías el turno a finales de septiembre (del 24 al 30 del octavo mes judío). Si se toma esta segunda fecha como punto de partida, Juan habría nacido a finales de junio y Jesús a finales de diciembre. Así, algunos de los primeros escritores cristianos (Juan Crisóstomo, 347-407) enseñaron que Zacarías recibió el mensaje acerca del nacimiento de Juan en el día del Perdón, el cual llegaba en septiembre u octubre. Por otra parte, según los historiadores, cuando el Templo fue destruido en el año, el grupo sacerdotal de Joyarib estaba sirviendo. Si el servicio sacerdotal no fue interrumpido desde el tiempo de Zacarías hasta la destrucción del templo, este cálculo tiene al turno de Abdías en la primera semana de octubre, por lo que algunos creen que el 6 de enero puede ser el día correcto. En un tratado anónimo sobre solsticios y se afirmó que "Nuestro Señor fue concebido el 8 de las calendas de abril en el mes de marzo (25 de marzo), que es el día de la Pasión del Señor y de su concepción, pues fue concebido el mismo día en que murió". Si fue concebido el 25 de marzo, la celebración de su nacimiento se fijaría nueve meses después, es decir, el 25 de diciembre. En la actualidad, prácticamente todas las Iglesias cristianas históricas (Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana, diversas Iglesias protestantes, etc.) otorgan a la solemnidad de la Natividad o Navidad una importancia tal que se la antecede de un tiempo de preparación, el Adviento, de la misma forma que la Cuaresma constituye el tiempo de preparación para la Pascua. Con la celebración de la Natividad en las vísperas del 25 de diciembre se inicia en la Iglesia católica el llamado «tiempo de Navidad», que abarca la celebración de la Sagrada Familia (domingo infraoctava de la Natividad), la solemnidad de Santa María, Madre de Dios (1 de enero, es decir, la octava de la Natividad), la solemnidad de la Epifanía del Señor (6 de enero) y la fiesta del Bautismo del Señor (domingo después de Epifanía), con la que concluye ese período. El período de la Natividad también incluye otras festividades tales como la de san Esteban, protomártir (26 de diciembre), la de san Juan, apóstol y evangelista (27 de diciembre) y la de los Santos Inocentes (28 de diciembre).


Es costumbre que se celebren varias misas en Navidad, con distinto contenido según su horario. Así, la noche anterior (Nochebuena) se celebra la famosa Misa de Gallo o Misa de Medianoche; en algunos lugares se oficia una Misa de la Aurora que acompaña el amanecer del 25 de diciembre, de forma de vivir la noche de Navidad como una vigilia festiva. Finalmente, también se celebra la Misa del día. En la basílica de San Pedro y en el marco de la Misa del día, el papa predica un mensaje de Navidad a todos los fieles del mundo. Desde el «balcón de las bendiciones», imparte luego una bendición solemne conocida como Urbi et orbi (en latín: A la ciudad (de Roma) y al mundo). Las Iglesias orientales por no aceptar el calendario propuesto por el papa Gregorio XIII, aún usan el calendario juliano y por lo tanto la Navidad la celebran el 25 de diciembre pero que, según el calendario gregoriano, es 7 de enero. Aunque la Iglesia Armenia la celebra el 6 de enero, junto con la Epifanía. Se exceptúan las Iglesias de Alejandría, Rumanía, Bulgaria, Albania, Finlandia, Grecia y Chipre; que sí festejan Navidad el día 25 de diciembre. Cabe señalar que en Belén, ciudad de nacimiento de Jesucristo, la Navidad se celebra dos veces. Pues la Basílica de la Natividad es administrada por la Iglesia católica que celebra Navidad el 25 de diciembre; y la Iglesia ortodoxa de Jerusalén que la celebra el 6 de enero. En esa iglesia hay una caverna subterránea con un altar sobre el lugar en el que según la tradición nació Jesús. El punto exacto está marcado por un agujero en medio de una estrella de plata de 14 puntas rodeada por lámparas de plata. Aunque hasta el siglo XIX algunas Iglesias protestantes dejaron de celebrar Navidad, para desligarse del catolicismo, la mayoría, comenzando por Lutero, continuaron celebrándola el 25 de diciembre. En Estados Unidos compartieron la Navidad católicos y protestantes desde 1607, año en que se celebró por primera vez esa fiesta en Norteamérica. La Navidad es celebrada por la mayoría de los cristianos, aunque algunos (como los Testigos de Jehová y algunas denominaciones protestantes) consideran que, al no indicar en la Biblia la fecha del nacimiento de Jesucristo ni ordenar celebrarla, no hay razón para celebrar o crear una fiesta por ese motivo. Así también muchos protestantes creen que la Navidad no debe ser motivo de disputas por no seguir las viejas tradiciones de la Iglesia Católica o por saber la fecha exacta del nacimiento de Jesús... Durante la Reforma protestante, la celebración del nacimiento de Cristo fue prohibida por algunas iglesias protestantes, llamándola "Trampas de los papistas" y hasta "Garras de la bestia", debido a su relación con el catolicismo y el paganismo antiguo. Después de la victoria parlamentaria contra el Rey Carlos I durante la Guerra civil inglesa en 1647, los gobernantes puritanos ingleses prohibieron la celebración de la Navidad. El pueblo se rebeló realizando varios motines hasta tomar ciudades importantes como Canterbury, donde decoraban las puertas con eslóganes que hablaban de la santidad de la fiesta. La Restauración de 1660 puso fin a la prohibición, pero muchos de los miembros del clero reformista, no conformes, rechazaban las celebraciones navideñas, utilizando argumentos puritanos.


En la época colonial de los Estados Unidos, los puritanos de Nueva Inglaterra rechazaron la Navidad, y su celebración fue declarada ilegal en Boston de 1659 a 1681. Al mismo tiempo, los cristianos residentes de Virginia y Nueva York siguieron las celebraciones libremente. La Navidad cayó en desgracia en los Estados Unidos después de la Revolución, porque se consideraba una costumbre inglesa. En la década de 1820, las tensiones sectarias en Inglaterra se habían aliviado y algunos escritores británicos comenzaron a preocuparse, pues la Navidad estaba en vías de desaparición. Dado que imaginaban la Navidad como un tiempo de celebración sincero, hicieron esfuerzos para revivir la fiesta. El libro de Charles Dickens Un cuento de Navidad, publicado en 1843, desempeñó un importante papel en la reinvención de la fiesta de Navidad, haciendo hincapié en la familia, la buena voluntad, la compasión y la celebración familiar. La Navidad fue declarada día feriado federal de los Estados Unidos en 1870, en ley firmada por el Presidente Ulysses S. Grant, pero aún es una fiesta muy discutida por los distintos líderes puritanos de la nación. Cabe mencionar que los Testigos de Jehová en sus inicios sí celebraban la Navidad, no de un modo religioso como tal, pero sí a manera de socializar entre sus miembros dicha fecha. El cambio de actitud hacia dicha festividad se debió al parecer a las nuevas enseñanzas distintivas de su nuevo líder religioso, el juez Joseph Franklin Rutherford. Producto de tradiciones lugareñas cercanas al paganismo es frecuente encontrar algún personaje o personajes, que visite a los niños para dejarles regalos bajo el árbol de Navidad. Los más conocidos son: Carbonilla es el encargado de dar carbón en vez de un regalo a los niños que se portaron mal. Para algunos es acompañante de los Reyes Magos, y para otros, de Santa Claus. Los Duendes navideños de la mitología popular navideña. Befana en partes de Italia. El Olentzero en Vascongadas. Esteru en Cantabria. El Apalpador en Galicia. Santa Claus o Papá Noel en EE.UU. y el Norte de Europa, aunque la expansión comercial de Estados Unidos, ha convertido a Santa Claus en el personaje central de la Navidad en todo el mundo, y ha desplazado el sentido religioso de esta fiesta por el sentido más comercial actual. Tío de Nadal en Cataluña, o Cachafuòc en Occitania. Aparte del origen cristiano de la Navidad, esta fiesta ha ido mezclando su carácter religioso con la tradición de convivencia familiar, debido en gran medida a la popularidad de esta celebración y a la mercadotecnia. Es desde el siglo XIX cuando la Navidad empieza a afianzarse con el carácter que tiene hoy día, pues en ese siglo se popularizó la costumbre del intercambio de regalos; se creó a Santa Claus y regalar tarjetas de Navidad. Costumbres que con el tiempo la mercadotecnia (en especial la norteamericana) aprovecharía para expandir la Navidad por el mundo dándole un carácter distinto al religioso, y con temas que poco o nada tienen que ver con la tradicional celebración navideña.

Por E.S.R.


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Parte 1ª

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El arte románico de Tierra Santa se caracteriza por tratarse de un arte totalmente funcional, condicionado por las Cruzadas. Cuando los ejércitos cristianos europeos se asentaron en las tierras conquistadas e instauraron los reinos francos de Oriente, levantaron construcciones propias según los gustos continentales, pero también reconvirtieron mezquitas y edificaciones bizantinas en edificios profanos o iglesias. En líneas generales, podemos encontrar en las construcciones religiosas influencias bizantinas y la pureza de líneas propias del románico del siglo XII avanzado, con escasa decoración escultórica. Estas mismas influencias se aprecian también en la elaboración de obras de carácter suntuoso y manuscritos. La mejor pieza que se conserva es un salterio realizado para la reina Melisenda, elaborado entre 1131 y 1143 y actualmente en Londres, con un gran número de miniaturas de clara tradición bizantina en las figuras e inglesa en las iniciales, así como sus dos cubiertas realizadas en marfil. La obra debía proceder de un scriptorium situado junto a la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. SANTO SEPULCRO El Santo Sepulcro es un santuario religioso del Cristianismo, situado en la ciudad de Jerusalén. Se encuentra bajo la custodia de diversas confesiones cristianas, entre ellas, armenios ortodoxos, católicos ortodoxos y católicos romanos. El lugar, llamado también Gólgota (en arameo, Gólgota, "calavera") es el punto exacto donde -según los Evangelios- se produjo la Crucifixión, enterramiento y Resurrección de Cristo. Está ubicado dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, la cual a su vez se ubica en la línea de confluencia entre la Jerusalén oriental (árabe) y occidental (judía). Al templo del Santo Sepulcro también se le conoce como Basílica de la Resurrección. Es uno de los centros más sagrados del Cristianismo, y ha sido un importante centro de peregrinación desde el siglo IV. Hoy día alberga la sede del Patriarca Ortodoxo de Jerusalén y es la catedral del Patriarcado Latino de Jerusalén.


En general, cuando se habla del Santo Sepulcro, se pueden distinguir dos cosas: La iglesia en la que se encuentran el sepulcro de Jesús, el monte Calvario (donde murió), la piedra donde fue ungido antes de ser sepultado y el aljibe donde fue encontrada su cruz cuatro siglos más tarde. Secundariamente alberga diversas capillas. Entre ellas destaca la capilla de Santa Elena, el coro de los griegos y la capilla del Santísimo (de los franciscanos, custodios de Tierra Santa), la capilla de Longinos, y otras más. El sepulcro de Jesús (que se encuentra dentro de aquella iglesia). El lugar hace referencia a la sepultura de Jesús en una época comprendida entre el año 30 y 33. Entre los sitios religiosos de Tierra Santa, el Santo Sepulcro es uno de los mejor datados históricamente. El significado religioso dado al Santo Sepulcro dentro del Cristianismo es importantísimo, pues dentro de este recinto se encuentra tanto el Calvario, donde Jesucristo murió, como su sepulcro, lugar en el que, según afirman los Evangelios, resucitó al tercer día de su muerte. Por esta razón el sepulcro es el centro principal de la basílica. La capilla que lo contiene, en medio de la llamada «Rotonda» al frente del coro de los griegos, es conocida como la ἀνάστασις (que en griego significa 'resurrección'). Según los evangelios, antes de la muerte de Jesús el sitio era una tumba ya habilitada como tal, pero no utilizada todavía, propiedad de un rico judío seguidor de Cristo llamado José de Arimatea. Se trataría de un hueco horadado en la roca, que podía taparse con una gran piedra destinada al efecto para que rodara o se deslizara hasta la abertura del nicho. Una de las versiones sobre el primer anuncio de la Resurrección de Cristo, según los Evangelios, es el momento en que las mujeres que iban a ungir su cadáver con especias aromáticas —María Magdalena, María de Cleofás, madre de Santiago el Menor y Judas Tadeo, y Salomé (discípula), madre de Santiago y Juan— se encontraron con la piedra desplazada, y el nicho expuesto y vacío. Siempre teniendo como única fuente los Evangelios, pero confirmados por los trabajos arqueológico], la tumba estaría situada en un jardín próximo a la roca —o montaña, o montículo; los evangelios dicen lugar— donde se produjo la Crucifixión, llamado originalmente Gólgota y luego Calvario (lat. calvaria, calavera), o en griego kranion (cráneo). Ese lugar estaba muy próximo a la muralla herodiana de la ciudad de Jerusalén, e incluso comunicado con ella por una calle, pero extramuros, ya que las normas judías prohibían los enterramientos intramuros, salvo para el caso de los reyes. La destrucción de Jerusalén efectuada por los romanos trajo la ruina para el Templo de Jerusalén y para otros lugares tradicionales de la antigua ciudad puesta entonces bajo el mando de los paganos. Si bien los primeros cristianos huyeron hacia Petra antes de la destrucción siguiendo una interpretación profética de Jesús (Lucas 21, 20-22), los mismos dejaron por escrito en los Evangelios la descripción del lugar de la Crucifixión y de la sepultura: Mateo 27, 33; 57 - 61; Marcos 15, 22; 42 - 47; Lucas 23, 33; 50 - 55; Juan 19, 17; 38 - 42. Ambos sitios, el Gólgota y la Tumba, están a pocos metros de distancia y entre ellos se encuentra la Piedra de la Deposición, lugar en donde dice la tradición el cuerpo de Jesús fue preparado después de ser bajado de la cruz para ser enterrado - Mateo 27, 59 y paralelos -. El lugar fue evidentemente una cantera por la enorme riqueza lítica y la red de cavernas que se pueden observar, un sitio ideal para la construcción de tumbas, una actividad muy normal en la época, especialmente entre personas de cierta posición social. El nombre, «Gólgota», la «Calavera», viene probablemente de la semejanza que las formas que las rocas tenían, como se puede comprobar hoy por hoy en los paisajes desérticos del Mar Muerto.


Los romanos cambiaron el nombre de Jerusalén por el de Aelia Capitolina con el fin de hacer de la ciudad un enclave exclusivamente greco-romano - prohibieron el ingreso de los pueblos semitas - y construyeron lugares de culto pagano en donde estaba el Templo de Jerusalén y el Santo Sepulcro. Dicho acontecimiento es una de las pruebas históricas y arqueológicas que evidencian la historicidad de ambos sitios. En cuanto al Santo Sepulcro, en el año 326, el Emperador Constantino mandó erigir la Basílica del Santo Sepulcro en el lugar prescrito por la tradición y en el cual estaba erigido el culto pagano a la diosa romana Venus, mandado construir por Adriano, hacia el 135. La Emperatriz Elena había acudido a la ciudad tras escuchar el informe presentado por Macario, obispo de Jerusalén, sobre el lamentable estado en el que se encontraban los lugares descritos en los evangelios (santos lugares, para los cristianos), decidida a mejorar personalmente la situación. Tenía también el propósito de localizar la cruz de la ejecución de Jesús; Constantino había empezado a utilizar el signo de la cruz, y a considerarlo presagio de victoria. Elena, tras fracasar en la búsqueda de la cruz, o como parte de ella, inició la del sepulcro. La tradición cuenta que al derruir el templo pagano para aislar el Calvario e iniciar las nuevas edificaciones aparecieron también tres cruces, una de las cuales necesariamente habría de ser la Vera Cruz o auténtica cruz del martirio de Cristo. Varias leyendas describen el prodigio que permitió identificar la Vera Cruz, casi siempre basadas en que una de las cruces producía curaciones milagrosas, y las otras dos no. Los sucesos descritos a partir de 325-326, sobre el descubrimiento del sepulcro y la Vera Cruz por la Emperatriz Elena, se deben al obispo de Cesarea (Palestina) e historiador Eusebio, llamado también el Padre de la historia de la Iglesia. SANTA ANA DE JERUSALÉN La iglesia de Santa Ana es una iglesia católica situada en el Barrio Musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén. La iglesia se encuentra en los alrededores de la Piscina de Bethesda. Actualmente pertenece al grupo de "Territoires français de Jérusalem" (Territorios franceses de Jerusalén) por lo tanto administrada por el gobierno francés. Levantada en la primera mitad del siglo XII, la iglesia de Santa Ana de Jerusalén tiene planta de cruz latina, con tres naves y tres ábsides; la nave, el transepto y la capilla mayor son de mayor altura que el resto de elementos, y sobre el crucero se levanta una fabulosa cúpula ovalada, mientras que la nave se cubre con bóveda apuntada que descansa sobre columnas con capiteles de escasa decoración. Según la tradición bizantina, la cripta se encuentra en el lugar donde estuvo la casa de Ana y Joaquín, los padres de la Virgen María. El templo es una iglesia bizantina construida en tiempos de la emperatriz Eudocia en dedicación a la Virgen María.


La iglesia fue destruida durante la invasión persade 614, y tras su reconstrucción fue destruida de nuevo en 1009 por Al-Hakim. La iglesia actual es de estilo romano y fue construido por los Caballeros de la Cruz en 1140 para dedicarla a Santa Ana. Tras la conquista de Jerusalén por Saladino, la iglesia se convirtió en una escuela de ley de islámica. En 1856, después de la guerra de Crimea se entregó la iglesia del sultán Abd-alMajid a Francia en reconocimiento por su ayuda a Turquía. La iglesia fue restaurada por el estado francés y en 1877 se cedió a Charles Martial Lavigerie y a su Sociedad de Misioneros de África. Entre 1882 y 1946 la iglesia albergó un seminario para la formación de sacerdotes greco-católicos. SAN JUAN DE BIBLOS La catedral de San Juan de Biblos fue levantada inicialmente en 1115 como baptisterio, y reconstruida a partir de 1170 tras su hundimiento parcial a causa de un terremoto. La construcción presenta fuertes influencias bizantinas, constando de tres naves de distinta altura acabadas en tres ábsides semicirculares. La fachada es fruto de una reconstrucción posterior, y adosado a ella se levanta el baptisterio, una estructura de planta cuadrada cubierta con cúpula y abierta en todas sus caras. BASÍLICA DE LA NATIVIDAD La Basílica de la Natividad, en Belén, es uno de los templos cristianos en uso más antiguos. Fue construida sobre la cueva, más conocida como portal de Belén, donde tradicionalmente se cree que nació Jesús de Nazareth. La primera edificación de este templo data del siglo IV después de Cristo, por orden del emperador romano Constantino I. De acuerdo con los Evangelios, Jesús nació en un pesebre. De aquí se extrae que Jesús nació en un establo y en la región en torno a Belén se usan tradicionalmente grutas como establo. Desde el Siglo II hay constancia escrita acerca de que Jesús nació en una gruta. Tras la expulsión de los judíos de Tierra Santa, en el siglo II, los romanos transforman la gruta donde se creía que había nacido Jesús en un lugar de culto a Tammuz-Adonis, para borrar con ello la memoria del culto de los cristianos. Bajo el emperador romano Constantino I, el Imperio Romano adopta el cristianismo como religión oficial y se manda construir un templo en torno a la gruta. El edificio original fue construido por el obispo Makarios de Jerusalén, por órdenes del emperador romano Constantino el Grande, durante el primer Concilio de Nicea el año 325. En el año 529, durante la rebelión de los samaritanos, fue quemado y destruido completamente. Actualmente, la basílica es administrada por la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa Griega y la Iglesia Apostólica Armenia. La tradición dice que la iglesia fue construida en el lugar donde nació Jesús de Nazaret, ahora lugar sagrado tanto para cristianos como musulmanes.


Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2012. En la actualidad, la basílica es una combinación de dos iglesias, cuyos cimientos se hallan donde se cree que nació Jesucristo. La sección principal (la basílica) está bajo la autoridad de los ortodoxos griegos. Está diseñada como una basílica romana genérica, con tres naves y un ábside. Aunque en la actualidad se encuentra bastante deteriorada, en su día contó con mosaicos dorados que cubrían las paredes laterales, así como con un suelo de estilo romano que fue cubierto posteriormente. También dispone de un gran iconostasio y de una compleja red de lámparas dispuestas por toda la iglesia. La iglesia católica romana anexa fue construida empleando un estilo Gótico renovado, y desde entonces ha sido modernizada aún más de acuerdo con las tendencias litúrgicas surgidas del Concilio Vaticano II. La caverna subterránea cuenta con un altar sobre el lugar en el que se dice que nació Jesús. El punto exacto está marcado por un agujero en medio de una estrella de plata de 14 puntas rodeada por lámparas de plata. Este altar es neutral, aunque su diseño es principalmente ortodoxo armenio. CASTILLOS Y FORTIFICACIONES

Donde se ve más claramente la interacción entre Cruzadas y arte es en el campo de la arquitectura de carácter militar. En un primer momento, la rapidez con que los cruzados se asentaron en Tierra Santa pilló desprevenidos a los musulmanes, pero éstos se no tardaron en organizarse e iniciar la contraofensiva. Como respuesta a ello, muchas de las fortificaciones levantadas por ellos y ahora en poder de los cruzados, se vieron transformadas mediante la inclusión de elementos cristianos en estilo románico. Igualmente, la aparición de las órdenes militares (hospitalarios, templarios y teutones) conllevó la construcción de nuevas fortalezas para defender los distintos reinos francos; para ello, adoptaron muchas soluciones innovadoras que en poco tiempo se extendieron también por el continente europeo. En primer lugar, el castillo debía tener una entrada inaccesible ante asedios y de gran tamaño para permitir el paso a caballos y carros; en ocasiones encontramos puertas más pequeñas para facilitar una vía de escape, a menudo comunicada con un pasadizo subterráneo. Se levantan sobre una loma o bien están rodeados por un foso que se cruzaba mediante un puente levadizo, llegando hasta una puerta cerrada con rastrillo y protegida por saledizos. Normalmente, acostumbran a estar constituidas por dos recintos defensivos, comunicados entre sí por amplias rampas para carros; en el exterior se disponían los dormitorios de la tropa y las caballerizas, mientras que en el interior se encontraban la capilla, las cocinas, el refectorio y los aposentos de los caballeros.


Como elementos defensivos se utilizan glacis, adarves y aspilleras que permitían controlar el terreno circundante. EL KRAK DE LOS CABALLEROS El Krak de los Caballeros es la más importante fortaleza en Tierra Santa. El castillo fue construido por los cruzados sobre un espolón del desierto sirio con el fin de proteger la ruta que unía la ciudad siria de Homs (bajo dominio musulmán) con Trípoli (Líbano), capital del condado del mismo nombre, en la costa del Mediterráneo. La fortaleza original había sido construida por el emir de Alepo. Fue capturado por Raimundo IV de Tolosa en 1099 durante la Primera Cruzada, pero fue abandonado cuando los cruzados siguieron su ruta hacia Jerusalén. Fue recuperado por Tancredo, príncipe de Galilea en 1110. Raimundo II, conde de Trípoli, se lo cedió a los caballeros hospitalarios en 1142. Durante el siglo y medio siguiente, los caballeros construyeron una imponente fortaleza, la mayor de Tierra Santa, que resistió al menos doce asaltos por parte de los musulmanes. El Crac de los Caballeros (Krac des Chevaliers en francés), fortaleza de los caballeros en una mezcla de árabe y francés es un castillo situado en la actual Siria que fue la sede central de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en Siria durante la época de las cruzadas. Según el arquitecto restaurador, D. Leopoldo Torres Balbás, con su doble recinto amurallado constituye el prototipo de la arquitectura militar del siglo XII y XIII, siendo su único paralelo la Alcazaba de Málaga que pertenece al periodo taifal español, siglo XI. Fue incluido por la Unesco en el Patrimonio de la Humanidad, en el año 2006 junto con el Castillo de Saladino. El castillo se construyó en dos etapas. En la primera se levantaron los muros exteriores y un núcleo interior de pequeñas edificaciones cuadradas, de forma que para 1170 la fortaleza estaba terminada. En 1202 un terremoto afectó a parte de las fortificaciones, por lo que poco después se acometió una profunda reestructuración. Así surgió el núcleo actual de fortificaciones y las defensas exteriores: un muro externo de 30 m de anchura con siete torres de 8-10 m de anchura, creando una fortaleza concéntrica. Las laderas escarpadas del espolón se aprovecharon con fines tácticos. Aunque el risco en el que estaba situada proporcionaba un emplazamiento ideal, una fortificación situada en este punto poseía dos puntos débiles: la puerta principal y el flanco sur, abierto a la llanura. Para proteger este expuesto lado, se levantó un muro de albañilería con tres grandes torres, precedido de un enorme parapeto de mampostería que en algunas zonas medía 25 metros de espesor. El problema de la entrada se resolvió haciendo que el acceso a ella se construyera en zigzag por el declive escarpado, de manera que un posible invasor se expondría durante su asalto al fuego de los adversarios. Entre las puertas exterior e interior, un angosto pasillo entre muros y defensas colosales. La posibilidad de rendir la fortaleza mediante asedio también resultaba inútil. La fortaleza poseía un almacén de 120 metros de largo y almacenes adicionales excavados en el acantilado bajo la fortaleza, donde se almacenaba agua y alimentos suficientes para mantener largo tiempo a una guarnición de 2.000 hombres. Se estima que podría haber resistido un asedio de cinco años. Además del control de la ruta hacia el Mediterráneo, los caballeros hospitalarios ejercieron cierta influencia sobre el lago Homs al este, donde podrían haber controlado la industria pesquera y vigilado los ejércitos musulmanes reunidos en Siria.


En 1163, la fortaleza fue infructuosamente asediada por Nur alDin. Después de esta victoria, los hospitalarios se convirtieron en una fuerza virtualmente independiente en la frontera del condado de Trípoli. Fue asediado, también infructuosamente por Saladino en 1188. Finalmente, fue el sultán de Egipto, Baibars, quien consiguió tomar la fortaleza el 8 de abril de 1271. En aquel entonces la guarnición de hombres era escasa. Un año antes, la Octava Cruzada había fracasado y el envío de ayuda desde el oeste resultaba imposible. Durante varias semanas, las fuerzas de Baibars minaron la torre sudoeste del muro exterior hasta que se derrumbó. Sin embargo, cuando los atacantes penetraron en el recinto, se encontraron ante la segunda línea fortificaciones, también imponentes, que aún les cerraba el paso. Baibars, no queriendo aceptar la derrota o la posibilidad de un largo cerco, recurrió a la astucia. Según los historiadores árabes, se valió de una paloma para enviar una carta falsa al castillo. El mensaje decía venir del gran maestre de la orden hospitalaria y ordenaba la rendición de la tropa, pues no era posible enviarles hasta allí socorro alguno. La orden fue obedecida y Baibars pudo capturar la fortaleza. Además, concedió caballerosamente a la guarnición un salvoconducto para que se trasladara hasta Trípoli. Baibars refortificó la fortaleza y la usó como base en su campaña contra Trípoli. También convirtió la capilla en mezquita. Los mamelucos la utilizaron posteriormente en su ataque a San Juan de Acre en 1291. Hasta la segunda década del siglo XXI, el castillo subsistía notablemente bien conservado y era objeto de atracción turística, pero durante la Guerra Civil Siria ha sido el centro de numerosos combates, sobre todo entre los años 2012 y 2013. A raíz de ello, sus murallas han sufrido daños de diferente consideración por ataques con morteros, cohetes y armas automáticas de diferente calibre. A lo largo de 2013, los rebeldes han usado el castillo como base militar para atacar, lo que ha hecho que el gobierno mantenga potentes bombardeos en el castillo. Estos ataques han devastado al lugar y lo han dejado en ruinas. La fortaleza es uno de los pocos lugares donde el arte cruzado (en forma de frescos) se ha preservado. Eduardo I de Inglaterra, durante la Novena Cruzada en 1272, vio la fortaleza y la usó como ejemplo de sus propios castillos en Inglaterra y Gales. Según expresión de T.E. Lawrence, el Crac de los Caballeros es el castillo más admirable del mundo.

Por M. L. M.


UNA MIRADA HISTORICA En el evangelios de San Mateo, en el capítulo dos, versículos uno al doce, se narra cómo unos Magos, guiados por una luminosa estrella, llegaron a Belén para adorar y ofrecer sus místicos dones al recién nacido Mesías, burlando al infanticida más temido y famosos de la historia, Herodes. Pero el mismo San Marcos no ofrece detalles sobre su origen, ni siquiera afirma que fueran reyes, por lo que muchos autores consideran que el evangelista, que escribía para los judíos, los utilizó como recurso para realzar la naturaleza divina y el carácter de Jesús como Mesías. Existen interpretaciones que dicen que los Reyes Magos podrían haber sido astrólogos babilonios o sacerdotes persas, cultivadores de las ciencias -particularmente la astronomía- desde un punto de vista teológico. Tampoco cita San Mateo el lugar o país del que procedían, aunque todo apunta a Babilonia o Persia; Babilonia era un gran centro astrológico, donde al igual que Persia, los magos eran una casta con mucha influencia. Lo más probable es que llegasen a Jerusalén dos meses después de que naciera Jesús. En cuanto al número de magos, se acepta el de tres, teniendo en cuenta el número de presentes ofrecidos. No obstante en determinadas representaciones pictóricas, por razones de perspectiva o capricho del autor, sólo aparecen dos o, en otras ocasiones, cuatro. Los tres nombres que han llegado hasta nosotros en la tradición occidental Melchor, Gaspar y Baltasar- no son los nombres primitivos u originales de los Magos, los cuales se desconocen por completo (Mateo tampoco los menciona). La representación de uno de los Reyes Magos como hombre de raza negra, no comenzó hasta el siglo XIV. El venerable monje benedictino, Beda, doctor de la Iglesia, los describió así en un códice: "Melchor, anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color; Gaspar, más joven y rubio; Baltasar, negro". Beda los consideró representantes de Europa, Asia y áfrica, para así acentuar la soberanía universal de Cristo sobre todas las razas y países. Los nombres son distintos en diversas lenguas. En griego, Appellicon, Amerín y Damascón; en hebreo, Magalath, Galgalath y Serakin. Los armenios suponen que fueron 12, por lo que les asignan doce nombres diferentes. Los magos que visitaron al niño Jesús eran provenientes de la tierra de Persia pertenecientes a la religión de Zoroastro. Después de cierto período el imperio persa y la tierra de Media formaron un gran conjunto imperialista y político.


Es bien conocido por los historiadores que los magos de la antigua Persia eran personas avanzadas en conocimientos arcanos cuando se les compara con el conocimiento general de la época. El comentario del Nuevo Testamento la edición de 1970 de Luis Bonnet y Alfredo Schroeder hablando en cuanto a los magos hacen la siguiente admisión y declaran: "Los magos eran entre los persas y los medas una casta sacerdotal muy respetada; formaban el consejo secreto de los reyes, administraban los asuntos religiosos y se dedicaban al estudio de la naturaleza." Analicemos estas palabras con sumo cuidado. La primera admisión que hacen los escolásticos occidentales es que los magos era una casta sacerdotal. El título mago era el rango más elevado que podía ostentar los sacerdotes de la religión zoroastriana. Los magos estudiaban asuntos profundos los cuales eran desconocidos por las masas. Realizaban estudios e investigaciones en cuanto a los misterios de la naturaleza y administraban los asuntos religiosos. Esto pone en manifiesto y saca fuera de toda duda razonable que los mismos pertenecían a una religión en particular. El sacerdocio es un puesto relacionado a religión. Pretender que ellos solo estudiaban las estrellas (astronomía) como se le quiere hacer pensar a muchos es desviar a las masas de la realidad. La cuarta admisión que realizan los escolásticos en su comentario es que los magos se dedicaban al estudio de la naturaleza. El estudio de la naturaleza en aquella época es lo que conocemos hoy día como ocultismo, ciencias ocultas. Es por esta razón que la narración de Mateo en cuanto a la visita de los magos al niño Jesús presenta dificultades. En resumen, estas personas practicantes de las ciencias ocultas y de la magia eran pertenecientes a una religión que tenía distintas deidades. Se ha deducido con razón que eran paganos, y la iglesia antigua, considerándolos como las primicias del paganismo traídas al pie de Jesús, celebró su memoria en la fiesta de la epifanía. Lo que esto quiere decir es que los magos siendo líderes de la alta clase social de otra religión se sometieron simbólicamente al cristianismo. Aunque históricamente el cristianismo fue iniciado por Jesús a la edad de 30 años con su ministerio sobre la tierra y recién después de su muerte de Jesús es que comienza a propagarse en el mundo. La edad que tenía el niño Jesús cuando fue visitado por los magos, también es una incógnita. La Biblia declara en Mateo 2:16 que el rey Herodes ordenó la matanza de todos los niños nacidos en Belén menores de dos años. La edad del niño Jesús era menor de los dos años, pero Herodes quiso cubrir esta edad para asegurarse de que no fracasara en su intento por asesinar al niño Jesús. El destino de los reyes magos, tras la adoración, fue incierto. San Mateo sólo dice que regresaron a su país por otro camino para burlar a Herodes. La tradición piadosa afirma que fueron discípulos de Santo Tomás. Otros afirman que fueron consagrados obispos y murieron martirizados hacia el año 70 de nuestra era. Sus supuestas reliquias fueron transportadas de Milán a Colonia en el siglo XII, donde aún hoy son veneradas en un relicario bizantino de la catedral de esa ciudad alemana. Otro de los enigmas de los Reyes Magos más estudiados es la naturaleza del brillante astro que les condujo hasta el pesebre de Jesús. Para muchos autores no era sino un cometa o meteoro luminoso. Hay quien mantiene que pudo tratarse del cometa Halley. Kepler, en 1606, afirmó que pudo nacer de la conjunción triple de dos planetas, Saturno y Júpiter, en la constelación de Piscis. Por último, en la biblioteca de la Universidad de Salamanca se encuentra un curioso códice del siglo XV, titulado Historia de los Reyes Magos. Plagado de citas del Antiguo Testamento, relata la trayectoria de estos durante y después de la adoración. Destaca el episodio de las tentaciones que sufrieron los tres Reyes a cargo de Satanás.


Finalmente se ha escogido el 25 de Diciembre como época para celebrarse la Navidad. Aproximadamente en el año 354 de nuestra era el obispo Iberio ordenó que el 25 de Diciembre fuese la fecha oficial de la celebración de la Navidad. Esto fue realmente una movida estratégica para tratar de eliminar la fiesta del solsticio de invierno practicada por los distintos pueblos paganos. La fiesta era conocida como la Natividad. La celebración simbolizaba la caída de las tinieblas (24 de diciembre) o el fin de un ciclo y la llegada de la luz (el amanecer del 25 de Diciembre) representaba el inicio de un nuevo ciclo. Tampoco esta claro que el nacimiento del niño Jesús haya ocurrido en el mes de Diciembre. El motivo por el cual se sostiene esto es que existen varios factores de lo cual mencionaremos solamente uno. El anuncio de los ángeles a los pastores se produjo en un momento de la noche cuando los pastores cuidaban sus rebaños. "Habían pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño." [Lucas 2:8] Es bien sabido que el mes de Diciembre es un mes sumamente frío en Israel. Debido al clima y a la temperatura sería totalmente un suicidio el cuidar unos rebaños en las frías temperaturas de la noche y más aún cuando se trata del mes de Diciembre. Por último, debo decir que los hechos históricos que rodean el nacimiento de Jesús, son aun motivo de estudio y requieren nuevas precisiones, no obstante resulta incuestionable que el nacimiento de Jesús debe ser mirado desde un punto de vista espiritual, como salvador de la humanidad y luz del mundo, donde los detalles históricos no tienen mayor relevancia, sino que representan un condimento más para disfrutar y celebrar de la natividad del señor.

Por Fredy H. Wompner


1202-1204 La Cuarta Cruzada (1202–1204) fue una expedición militar organizada como una cruzada para reconquistar Tierra Santa, pero que varió su rumbo, terminando con la conquista y el saqueo de Constantinopla, capital del Imperio bizantino, que se llamaba entonces, como "Imperio Romaniae". La Tercera Cruzada no había logrado su objetivo de recuperar Jerusalén, que continuaba bajo dominio musulmán. El tratado que Ricardo «Corazón de León» y Saladino habían firmado en1192 dejaba en poder de los cristianos tan sólo una estrecha franja costera desde Tiro hasta Jaffa, aunque aseguraba la seguridad de los peregrinos cristianos que viajasen a Jerusalén. El Papa Inocencio III, deseoso de establecer la autoridad de la Santa Sede en todo el orbe cristiano, tenía un gran interés por los asuntos de los estados cristianos de Oriente. Por otro lado, en la última década del siglo XII había ido intensificándose la rivalidad entre Enrique VI de Alemania y el emperador bizantino Isaac II Ángelo. La anterior expedición alemana, guiada por Federico I Barbarroja, se había deshecho a causa de la muerte del emperador. Enrique, su hijo y sucesor, exigía de Bizancio la entrega de la región de los Balcanes y el pago de los daños sufridos por la expedición de Barbarroja. Su política en Oriente, aceptando los juramentos de vasallaje de los reyes de Armenia y de Chipre, era de deliberada hostilidad contra Bizancio. Es posible que Enrique tuviera ya en mente la posibilidad de dirigir una nueva cruzada contra Constantinopla. Sin embargo, falleció en 1197, en Messina, a la edad de 32 años. Su sucesor en el trono alemán, Felipe de Suabia, tenía además intereses personales en Bizancio, ya que estaba casado con Irene Angelina, hija del emperador Isaac II Ángelo, que fue depuesto en 1195 por su hermano. La ciudad-estado de Venecia, principal potencia marítima en el Mediterráneo oriental, tenía fuertes intereses comerciales en los territorios bizantinos, y muy especialmente en la capital, Constantinopla. Desde finales del siglo XII gozaban de privilegios especiales para comerciar en el Imperio Bizantino, pero en 1171 el emperador Manuel I Comneno ordenó la detención de los comerciantes venecianos y la confiscación de sus bienes, lo cual provocó una suspensión de la actividad comercial entre Venecia y Bizancio que se prolongó por espacio de quince años. En 1185, Venecia acordó la reanudación de las relaciones comerciales con el emperador Andrónico I Comneno, así como el pago de una cantidad económica en concepto de compensación por las propiedades confiscadas en 1171, que nunca llegó a hacerse efectivo. Bizancio, además, explotaba en beneficio propio la rivalidad comercial de Venecia con otras ciudades-estado italianas, como Génova y Pisa.


El objetivo de Venecia, por lo tanto, era asegurarse la supremacía comercial en Oriente, desplazando definitivamente a sus rivales. En 1198, el nuevo Papa, Inocencio III comenzó a predicar una nueva cruzada. Su llamada, sin embargo, tuvo poco éxito entre los monarcas europeos. Los alemanes estaban enfrentados al poder papal, en tanto que Francia e Inglaterra se encontraban combatiendo la una contra la otra. Sin embargo, gracias a las encendidas prédicas de Fulco de Neuilly, se organizó finalmente un ejército cruzado en un torneo organizado en Ecri por el conde Teobaldo de Champaña en noviembre de 1199. Teobaldo fue nombrado jefe de este ejército, del que también formaban parte Balduino VI de Henao, conde de Flandes, y su hermano Enrique; Luis, conde de Blois, Godofredo III de La Perche, Simón IV de Montfort, Enguerrando de Boves, Reinaldo de Dampierre y Godofredo de Villehardouin, entre otros muchos señores del norte de Francia y de los Países Bajos. Más tarde se añadieron a la empresa algunos caballeros alemanes y varios nobles del norte de Italia, como Bonifacio, marqués de Monferrato. La expedición se encontró con el problema de transporte, pues carecía de una flota para trasladarse a Oriente y la ruta terrestre era poco menos que imposible a causa de la decadencia del poder bizantino en los Balcanes. Se decidió que se haría un desembarco en Egipto, desde donde se avanzaría por tierra hasta Jerusalén. En 1201 murió Tibaldo de Champaña, y los cruzados eligieron como nuevo jefe de la expedición a Bonifacio de Monferrato. Éste, firme partidario de los Hohenstaufen, conoció en la corte de Felipe de Suabia a Alejo, hijo del depuesto emperador Isaac II Ángelo, quien deseaba contar con la ayuda de los cruzados para recuperar el trono imperial, que le correspondía por herencia. Entretanto, los cruzados enviaron mensajeros a Venecia, Génova y otras ciudades para contratar el transporte de la expedición. Uno de los enviados fue el historiador Godofredo de Villehardouin. Finalmente se llegó a un acuerdo con Venecia, en abril de 1201, por el cual la República se obligaba a hacerse cargo del transporte hasta Egipto de un ejército de 33.500 cruzados (junto con 4.500 caballos), a cambio de 85.000 marcos de plata. Cuando llegó el momento de embarcar, en junio de 1202, los cruzados, cuyo ejército era sensiblemente menos numeroso de lo que habían previsto, no pudieron reunir la cantidad acordada. Venecia se negó a transportar al ejército a menos que se pagase íntegra la cantidad acordada. Los cruzados pasaron el verano acampados en la isla de San Nicolás de Lido, sin poder zarpar, hasta que finalmente Bonifacio de Monferrato pudo llegar a un acuerdo con Venecia. Los venecianos estaban enfrentados con el rey de Emérico de Hungría por la posesión de Dalmacia. El reino húngaro había heredado en 1091 los territorios de Croacia y Dalmacia tras la muerte del rey Dmitar Zvonimir de Croacia, ya que la reina viuda Helena de Hungría, llamó a su hermano el rey San Ladislao I de Hungría, a quien le otorgó dichas regiones. Considerándolo un punto estratégico, la República de Venecia siempre intentó extender sus influencias sobre esa región. Sin embargo Zara fue una ciudad debatida que pasó de unas manos a otras en un periodo relativamente corto. En el curso de esta guerra, habían perdido recientemente a manos húngaras la ciudad de Zara. Su propuesta fue permitir el aplazamiento del pago de la cantidad que se les adeudaba a cambio de que los cruzados les ayudasen a conquistar esta ciudad. Bonifacio de Monferrato y el dux Enrico Dándolo se pusieron de acuerdo. A pesar del desagrado del Papa, que desautorizó esta expedición, la flota zarpó de Venecia el 8 de noviembre de 1202, y, dos días después, los cruzados atacaban Zara, que fue conquistada el día 15 del mismo mes.


El Papa optó por excomulgar a todos los expedicionarios, aunque más adelante rectificó y perdonó a los cruzados, manteniendo la excomunión sólo para los venecianos. Mientras el ejército cruzado invernaba en Zara, llegó un mensajero de Felipe de Suabia, portador de una oferta del pretendiente al trono bizantino, Alejo. Si el ejército cruzado se desviaba hasta Constantinopla y le ayudaba a reconquistar su trono, Alejo no sólo estaba dispuesto a garantizar el pago de la deuda que los cruzados habían contraído con Venecia, sino que además se comprometía a aportar a la cruzada un contingente de 10.000 soldados, así como fondos y provisiones para emprender la conquista de Egipto. Tanto Monferrato como Dándolo aceptaron el cambio de planes. Algunos cruzados se opusieron, arguyendo que si habían emprendido la cruzada era para luchar contra los musulmanes: abandonaron el ejército y se embarcaron hacia Siria. La mayoría, sin embargo, optó por continuar. En abril llegó Alejo a Zara, y pocos días después la flota emprendió de nuevo el viaje. El 24 de junio de 1203 el ejército cruzado se encontraba ante Constantinopla. Tras atacar sin éxito las ciudades de Calcedonia y Crisópolis, en la costa asiática del Bósforo, el ejército cruzado desembarcó en Gálata, al otro lado de lCuerno de Oro. Sus primeros intentos de conquistar Constantinopla no tuvieron fruto, pero el 17 de julio los venecianos lograron abrir una brecha en las murallas. Creyendo inminente la caída de la ciudad, el emperador Alejo III decidió huir, llevándose consigo a su hija favorita y una bolsa llena de piedras preciosas, y refugiarse en la ciudad tracia de Mosynópolis. Los dignatarios imperiales, para resolver la situación, sacaron de la cárcel al depuesto emperador Isaac II Ángelo, padre de Alejo y lo restauraron en el trono. Tras unos días de negociaciones, llegaron a un acuerdo con los cruzados por el cual Isaac y Alejo serían nombrados coemperadores. Alejo IV fue coronado el 1 de agosto de 1203 en la iglesia de Santa Sofía. Para intentar cumplir las promesas que había hecho a venecianos y cruzados, Alejo se vio obligado a establecer nuevos impuestos. Se había comprometido también a conseguir que el clero ortodoxo aceptase la supremacía de Roma y adoptase el rito latino, pero se encontró con una fuerte resistencia. Confiscó algunos objetos eclesiásticos de plata para pagar a los venecianos, pero no era suficiente. Durante el resto del año 1203, la situación fue volviéndose más y más tensa: por un lado, los cruzados estaban impacientes por ver cumplidas las promesas de Alejo; por otro, sus súbditos estaban cada vez más descontentos con el nuevo emperador. A esto se unían los frecuentes enfrentamientos callejeros entre cruzados y bizantinos. El yerno de Alejo III, también llamado Alejo, se convirtió en el líder de los descontentos, y organizó, en enero de 1204, un tumulto que no tuvo consecuencias. En febrero, los cruzados dieron un ultimátum a Alejo IV, quien se confesó impotente para cumplir sus promesas. Estalló una sublevación que, tras algunas vicisitudes, entronizó a Alejo V Ducas. Alejo IV fue estrangulado en una mazmorra, y su padre Isaac II murió poco después en prisión. En marzo, los cruzados deliberaron sobre lo que convenía hacer. Decididos a recuperar la ciudad por la fuerza y a colocar en el trono a un emperador latino, no lograban sin embargo ponerse de acuerdo acerca de quién sería el mejor candidato de entre ellos a ocupar el trono imperial. Bonifacio, el jefe de la expedición, no estaba bien visto por los venecianos. Finalmente se decidió que se formaría un comité electoral, compuesto de seis delegados francos y seis venecianos, que elegiría al emperador. Atacaron por primera vez la ciudad el 6 de abril de 1204, pero fueron rechazados con un gran número de bajas. Seis días después reiniciaron el ataque. Los cruzados consiguieron abrir una brecha en la muralla en el barrio de Blanquerna.


Al mismo tiempo, se produjo un incendio en la ciudad, y la defensa bizantina se desmoronó. Los cruzados y los venecianos entraron en la ciudad. Alejo V huyó a Mosynópolis, donde un año antes se había refugiado su suegro, Alejo III. Los nobles ofrecieron la corona a Teodoro Láscaris, yerno también de Alejo III, pero éste la rechazó y huyó a Asia con su familia, el patriarca de Constantinopla y varios miembros de la nobleza bizantina. Se estableció en Nicea, donde fundó el Imperio de Nicea, depositario de la legitimidad bizantina. La ciudad fue saqueada durante varios días. Los cronistas se hacen eco de las atrocidades perpetradas por los conquistadores. Del saqueo no se libraron las iglesias ni los monasterios, y en la misma Santa Sofía fueron destruidos el iconostasio de plata y varios libros y objetos de culto. Según relata Nicetas Choniates:

Destrozaron las santas imágenes y arrojaron las sagradas reliquias de los mártires a lugares que me avergüenza mencionar, esparciendo por doquier el cuerpo y la sangre del Salvador [...] En cuanto a la profanación de la Gran Iglesia, destruyeron el altar mayor y repartieron los trozos entre ellos [...] E introdujeron caballos y mulas a la iglesia para poder llevarse mejor los recipientes sagrados, el púlpito, las puertas y todo el mobiliario que encontraban; y cuando algunas de estas bestias se resbalaban y caían, las atravesaban con sus espadas, ensuciando la iglesia con su sangre y excrementos. Una vulgar ramera fue entronizada en la silla del patriarca para lanzar insultos a Jesucristo y cantaba canciones obscenas y bailaba inmodestamente en el lugar sagrado [...] tampoco mostraron misericordia con las matronas virtuosas, las doncellas inocentes e incluso las vírgenes consagradas a Dios. Finalmente, se restableció el orden y se procedió a un reparto ordenado del botín según lo que se había pactado previamente: tres octavas partes para los cruzados, otras tres octavas para los venecianos, y un cuarto para el futuro emperador. A pesar de las pretensiones de Bonifacio de Montferrato, el comité eligió emperador a Balduino IX de Flandes, primer monarca del Imperio Latino. Los cruzados llamaron a este acontecimiento como "Partitio terrarum imperii Romanie" (partición del Imperio Romano de Oriente).

Por F.L.P.


Aunque hay alguna duda sobre las fechas referentes al pontificado de San Esteban I, generalmente se cree que fue consagrado el 12 de mayo de 254 y que murió el 2 de agosto de 257. De acuerdo a los más antiguos catálogos, era un noble romano, destinado a una de las siete diaconías e hijo de Jovio. Fue obispo de Roma en una época tranquila del imperio de Valeriano. Pudo entonces, dedicarse a los problemas internos de la Iglesia. No hay razón para dudar de la aserción del “Liber Pontificalis”, que el Papa San Lucio I, cuando estaba a punto de ser martirizado, le cedió el cuidado de la Iglesia a su archidiácono Esteban (254). Mucho de lo que sabemos del Papa Esteban está relacionado directa o indirectamente con las severas enseñanzas del hereje Novato. Relacionado con su trabajo más importante, su defensa de la validez del bautismo herético contra la opinión errónea de San Cipriano y de otros obispos de África y Asia, no hay necesidad de hablar ahora, pues la historia de esta importante controversia puede ser hallada bajo Bautismo y San Cipriano. Es suficiente con llamar la atención a ciertas cartas recientemente descubiertas sobre el tema por San Dionisio de Alejandría (“Eng. Hist. Rev.”, enero 1910, 111 y siguientes) y notar que con el último Arzobispo Benson de Canterbury, Esteban “triunfó y que la Iglesia de Roma triunfó, según se lo merecía” [E.W. Benson, "Cipriano, Su Vida, sus Tiempos, sus Obras", VIII (Londres), 1897. A principios de su pontificado, Esteban fue apremiado por Faustino, Obispo de Lyons, a tomar acción contra Marciano, Obispo de Arles, quien adhiriéndose a las doctrinas de Novato, denegó la comunión a los lapsi penitentes. Por razones desconocidas para nosotros, Esteban no hizo nada. Los obispos de Galia, de común acuerdo, recurrieron a Cipriano y le rogaron que le escribiera al Papa. El santo cumplió con tal requerimiento en una carta que es nuestra única fuente de información en relación con este asunto (Epp. LXIX, LXVIII). El Obispo de Cartago le suplica a Esteban que imite a sus martirizados predecesores e instruya a los obispos de Galia para que condenen a Marciano, y que elijan otro obispo en su lugar. Como San Cipriano no dice más sobre este asunto, se supone que el Papa actuó de conformidad con sus deseos y que Marciano fue destituido. Los casos de los obispos españoles Marcial y Basilides también relacionaron a Esteban con San Cipriano. Como los libellatici, ellos habían sido condenados por los obispos de sus provincias por negar la fe.


Al principio ellos reconocieron su culpa, pero después apelaron a Roma y, engañado por su historia, Esteban se esforzó por asegurarles la reinstalación. Algunos de sus compañeros obispos estuvieron de sus lados, pero otros presentaron el caso ante San Cipriano. Una asamblea de obispos africanos que él convocó, renovó la condena contra Basílides y Marcial, y exhortaron a la gente a entrar en comunión con sus sucesores. Al mismo tiempo se esmeraron en señalar que Esteban había actuado como lo hizo porque “situado a gran distancia e ignorante de los verdaderos hechos del caso”, había sido engañado por Basílides. San Esteban quiso dominar al obispo de Cartago (San Cipriano) pretendiendo la primacía de su obispado de Roma sobre los otros con el argumento del Tu es Petrus que se encuentra en el Evangelio de Mateo:

"Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta roca, Yo edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no prevalecerá contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra será también desatado en los cielos" (Mateo 16, 13-20) Ansioso por preservar la tradición de sus predecesores en asuntos de caridad práctica, tanto como en la fe, a Esteban, se nos dice, alivió en sus necesidades a “todas las provincias de Siria y Arabia”. En sus días, las vestimentas que utilizaba el clero en las Misas y otros servicios religiosos, no diferían en material ni forma de las usadas ordinariamente por los laicos. Dice el “Liber Pontificalis” que Esteban, sin embargo, ordenó que las vestimentas usadas para propósitos eclesiásticos no se usaran en el diario vivir. Las mismas autoridades añaden que el finalizó su pontificado en el martirio, pero la evidencia acerca de esto generalmente se considera dudosa. Fue sepultado en el cementerio de San Calixto, de donde su cuerpo fue trasladado por el Papa San Paulo I a un monasterio que él había fundado en su honor. Bajo su pontificado se agudizaron las luchas cismáticas secuaces del antipapa Novaciano.

Por Frey Jesús


Sobre la primera Encomienda del Temple en Cataluña

EL PRIMITIVO CASTILLO DE BARBERÁ Durante la ocupación sarracena de Barberá ya estaba repoblado. Pero con la ocupación cristiana se procedió a una nueva repoblación del valle. Concretamente recuperado en tiempos de Ramón Berenguer I en 1068 se infeudó el territorio y correspondió al señor Arnau Pere de Ponts quien construirá el castillo de Barberá, para evitar las razzias del Islam y para controlar la administración de la población. El castillo de Barberá de la Conca (Tarragona) estaba construido sobre un yacimiento ibérico. Corresponde a la etapa pre Templaria. Aquel castillo estaba integrado por una torre de defensa de base redonda, un cercado cerrado y alguna edificación residencial. Este lugar recibió ataques musulmanes en 1096, que significaron su destrucción, además de la muerte de Arnau Pere. En este breve intervalo el castillo de Barberà debió quedar despoblado, sufriendo posiblemente sucesivas incursiones. Uno de los restauradores fue Vidià de Ponts. En 1119 el dicho Vidià hizo testamento dejando el castillo de Barberá a favor de su hijo Pere de Puigverd que lo tendrá hasta 1132 en su totalidad y debió completar su restauración. NOTICIAS PRETEMPLARIAS (1130) La Orden fue fundada en Jerusalén entre 1118-1120, y desde entonces los Templarios estaban presentes en las campañas de los condes catalanes y rey de Aragón, sobre todo después de los pactos entre los condes catalanes con los obispos franceses. Guillem, arzobispo de Aux, informó a los condes catalanes i al rey de Aragón la creación de la milicia de Cristo, establecida en Francia después de su regreso de Jerusalén. Los obispo franceses les otorgaron privilegios y esperaban que los condes catalanes y Alfonso I de Aragón hicieran lo mismo. Además de sugerir su prestación personal en la lucha contra el Islam, no sólo en Jerusalén. La petición de ayuda a los nobles hispanos tuvo su efecto. Ramón Berenguer III, conde de Barcelona y de Besalú, pactó un acuerdo previamente con el conde de Ampurias, Ponç II, sobre la campaña que podían organizar juntos contra el Islam poniéndose como límites de conquistas y repartos en el castillo de Pavía hasta el de Estopanyà, desde Estopanyà a Fraga y Lérida, y desde estos lugares hasta la ciudad de Tortosa. (ACA, perg. Ramon Berenguer III, carp 31. nº 241) Por su parte, el rey de Aragón Alfonso I, aún fue más lejos: hizo un primer testamento en octubre de 1131, dejando su reino en manos de las órdenes militares del Santo Sepulcro, de la Orden del Hospital y de los Templarios, pero cuando el rey falleciera. (ACA, perg. Ramón Berenguer IV, carp 37. nº 7)


RECEPCIÓN DE DONACIONES POR LA ORDEN DEL TEMPLE (1131) A partir del año 1131 y posteriores los Templarios empezaron a recibir en tierras catalanas diversas donaciones. Al principio reducidas y modestas. Es la caso del lugar de Granyena (en la Sagarra) que fue ofrecido a los Templarios por el conde de Barcelona Ramón Berenguer III (+1131), posiblemente en el año de su fallecimiento o el anterior. (ADB, Cartulari de Barberá, fol. 22v-23, edit por CAMPOMANES, Disertaciones históricas del orden y caballería de los Templarios, Madrid, 1747.) LA ENCOMIENDA DE BARBERÁ (1133) Sin embargo, la donación más destacada a los Templarios fue la del castillo de Barberá, por parte del conde de Urgell, Armengol VI, junto con un hombre de cada uno de sus castillos y villas para favorecer la repoblación. (ACA, perg. Ramon Berenguer IV. Carp 34, nº 14). Esta donación del mes de septiembre fue confirmada por el conde de Barcelona en 3 de enero de 1133, castillo que recibe fr. Arnau de Bedós y fr. Hug de Rigald. (ACA, perg Ramon Berenguer IV, carp 34, nº 27 y 198). Como era de esperar, el dicho Pere de Puigvert se opuso a dicha donación Templaria alegando ser de su señoría, y por lo tanto, defendía sus derechos. Este desencuentro dio pie a un juicio (1157) y a unos acuerdos posteriores, que permitieron el establecimiento de la Orden hacía el 1170. El pleito obligó a la intervención del papa Clemente III y el traspaso definitivo del castillo a manos de la Orden del Temple, el 1195. Pere de Puigverd, hijo de Arnau de Pere, solicitó del obispo de Lleida su mediación en la disputa que mantenía con el Maestre del Temple Ramón de Canet, maestre de la Provenza y de Hispania (1183-1185), por la posesión del castillo de Barberá. Arnau de Puigvert presentó ante el obispo de Lleida las escrituras correspondientes de la donación del lugar a favor de su padre Arnau Pere, por primera vez en su familia desde tiempos de Ramón Berenguer II y el conde de Urgell, en 1055. Y la posterior del conde de Urgell en 1130 o 1131 y confirmación del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, en 1133 (ACL. 02237-01, 02237-02.) Desde Barberá se extendieron hacia Vallfogona donde dejaron como huella de restauración Templaria la sala de las “arcadas”; y se extendieron hacia La Cueva y posesiones de los alrededores. Parece que la mayor renta la encontraron en la explotación de molinos, como los de la Cadena (Vallfogona), el molino de Arriba (Albió), el molino de la Mesó (Barberá, propiedad actual de Concavins), o el molino del Temple (Montbrió). Otra de las actividades rentables era la restauración y protección de puentes en los que cobraban derecho de paso como los de Alguera y Ollers. Poseyeron diversas fincas cedidas a repobladores que satisfacían un censo anual. También poseyeron otros derechos, entre los que debe destacarse la actividad ganadera. Encomiendas dependientes de la de Barberá de la Conca fueron: la de Rourell desde 1180, la de Vallfogona desde 1196, y la de Espluga de Francolí, junto al monasterio del cister en Poblet, desde 1255.

Por Joaquim Salleras Clarió


(3ª y Última Parte)

TERCIOS DE ESPAÑA Tercio Viejo de Lombardía, Tercio Viejo de Sicilia, Tercio Viejo de Nápoles, Tercio Viejo de Brabante, Tercio de Flandes, Tercio de Saboya, Tercio de Diego de Castilla, Saavedra, Álvaro de Sande, Fuenclara, Caracena, Mortora, Garciez, Alburquerque. Tercio de Arauco, Araujo, Bonifacio, Meneses, Seralvo, Córdobas, Casco de Granada, Nuevo de Toledo, Nuevo de Valladolid, Azules Viejo, Fijo del reino de Nápoles, Zapena, Villar, Monroy, Morados Viejos (Sevilla), Amarillos Viejos, Azules Viejos (Toledo), Viejo Lesaca, Castilla, Guipúzcoa, Los Arcos, Idiáquez, Aragón, Valencias y Conde de Garcies, Verdes Viejos, Diputación de Cataluña, Ciudad de Barcelona, Colorados Viejos, Amarillos Nuevos (Tercio provincial de León), Costa de Granada posteriormente Tercio de la Sacra Liga., Azules Nuevos (Tercio provincial de Murcia), Los Blancos (Tercio provincial de Segovia), Colorados Nuevos (Tercio provincial de Gibraltar), Morados Nuevos (Tercio provincial de Toledo). La mala fama de los Tercios españoles forma parte inseparable de la Leyenda Negra difundida por la historiografía anglosajona y francesa para perjudicar la imagen política de España a partir —sobre todo— de Felipe II. Esos prejuicios se basan en hechos ciertamente lamentables que fueron obra de los rudos y feroces soldados en algunos episodios de desorden y saqueo indiscriminado acompañado de crueles matanzas, aunque era menos de lo que se difundió. Durante el desempeño del cargo de jefe de los Tercios que hizo el tercer Duque de Alba, los odios se exacerbaron, ante todo a raíz de la política de mano dura y represión que impulsó el noble, considerado todavía hoy una auténtica bestia negra por los flamencos y holandeses protestantes. Aunque todos los ejércitos anteriores y posteriores a la época cometieron y cometerían los mismos excesos, la mala fama de los Tercios españoles fue aumentada por el odio holandés y protestante a un invasor que veían como una doble amenaza: política (acusando a España de imperialismo) y religiosa (luchando contra el catolicismo que los Austrias querían imponer a toda costa en los territorios donde caló profundamente la Reforma Protestante). Los peores desmanes de los Tercios los ocasionaban los continuos atrasos en el envío de la paga. Los sueldos ya de por sí eran bajos, pero con ese salario hay que tener en cuenta que el soldado pagaba la ropa, su manutención, las armas y a veces hasta el alojamiento, aunque excepcionalmente algunos nobles se ofrecieron a costear los gastos de una guerra concreta para ganar méritos y prestigio ante el rey de España.


Si la paga llegaba a tardar más de 30 meses (como ocurrió en algunos momentos), los Tercios se amotinaban y eran capaces de lo peor, aunque jamás pusieran en duda su plena fidelidad a España y al rey. Era entonces cuando el saqueo descontrolado pasaba a ser el único sistema para resarcirse de la falta de dinero, y ese saqueo podía proceder tanto de la captura de bagajes enemigos como del pillaje en pueblos y ciudades. El botín estaba prohibido cuando una ciudad pactaba voluntariamente una rendición antes de que los sitiadores instalaran la artillería, pero si esto no se producía, la plaza quedaba entonces a merced del vencedor. Uno de los episodios más negros de los Tercios se produjo en el saqueo de Amberes en 1576, que duró más de tres días y llegó hasta extremos inhumanos de barbarie y devastación. El 4 de noviembre de 1576, las calles quedaron sembradas de cadáveres de toda clase y condición, con los dedos y las orejas cortados para llevarse las joyas personales que los soldados tanto ansiaban. Familias enteras fueron torturadas en busca de dinero. Episodios similares se vivieron en Cataluña y en Portugal, que se rebelaron contra la Corona de los Austrias a causa de la falta de acuerdo en materia de política económica interna y, sobre todo, del mantenimiento costosísimo que representaban los Tercios en campaña. El estacionamiento de los Tercios en la frontera catalana con Francia y la polémica Unión de Armas que proyectaba hacer el valido de Felipe IV, el Conde Duque de Olivares, reuniendo el dinero y los efectivos humanos de todos los reinos y señoríos hispánicos, acabaron por encender la mecha del polvorín en el que se habían convertido el Principado de Cataluña y el Reino de Portugal, totalmente contrarios a tales medidas porque perjudicaban de forma grave sus expectativas económicas, a la vez que violaban sus privilegiados fueros de origen medieval. Los Tercios eran una olla de presión allá donde se dirigían, y sumándole a esto la falta de tacto del valido y el tozudo autoritarismo real de Felipe IV, más la también terca reticencia y desconfianza de las cortes catalanas y portuguesas, el resultado fue tan caótico que sumió simultáneamente a la Península Ibérica en dos frentes rebeldes al rey. Los Tercios estacionados en Cataluña pesaban como una losa sobre las posibilidades de las clases humildes y populares a causa de sus gastos y excesos. El amotinamiento de los soldados se sumó a la rebelión popular en respuesta de sus atrocidades. Pueblos enteros fueron saqueados e incendiados en el Principado catalán en 1640, dando inicio a la llamada Guerra de los Segadores y a la temporal escisión de Cataluña del Imperio gracias a las calculadas maniobras políticas del cardenal Richelieu, valido de Luis XIII. Tras varias negociaciones y la pérdida resignada de Portugal, independizado con los Braganza como nueva dinastía nacional, el gobierno de Madrid logró encauzar la situación a costa de aceptar todas las condiciones fijadas por la Generalidad catalana y dejar que Francia consolidase sus anexiones al norte de los Pirineos, donde ocupó varias comarcas catalanas.


La batalla de Rocroi, el 19 de mayo de 1643, marcó un antes y un después en la legendaria historia de los tercios españoles. Fue una auténtica derrota moral, en mitad de la Guerra de los Treinta Años, que sumió en el desconcierto y el desánimo a los soldados, hasta el punto de impactar en todo el continente deshaciendo el mito de que los tercios españoles eran invencibles. Los tercios que sitiaban la ciudad francesa de Rocroi, partieron con varias desventajas al enfrentarse con las tropas que aparecieron para auxiliar la plaza sitiada. Lucharon, para empezar, en inferioridad numérica, y otro de los errores que sufrieron fue su imprevisión o su exceso de confianza ante un enemigo que subestimaron, cuando un simple espía habría podido detectar la llegada de las fuerzas galas. La hegemonía francesa en Europa estaba decidida a partir de aquel episodio.

Aunque la derrota no fue tan abrumadora como la propaganda francesa ha hecho creer siempre, dado que los tercios recuperaron otra vez Rocroi y siguieron igualmente combatiendo en Flandes durante la segunda mitad del siglo XVII. Para enviar sus refuerzos a la zona, la Corona Española tuvo que poner en funcionamiento el llamado Camino Español, un itinerario vital que discurría por ruta terrestre (la marítima estaba cortada por ingleses, franceses y holandeses) desde el Milanesado a través del Franco Condado, Alsacia, Alemania, Suiza y Lorena hasta llegar a Flandes. El duque de Alba (1507–1582) fue el primero que utilizó este recorrido en 1566, y fue tan exitoso que logró mantenerse hasta 1622. Fue en ese año cuando Francia logró estrangular el Camino llegando a un pacto de intereses con el duque de Saboya, que se alió con los galos para evitar el paso de tropas hispánicas por su territorio. Este hecho obligó a los españoles a buscar una nueva alternativa, y la encontraron en un itinerario que discurría algo más al este, partiendo también de Milán y cruzando los valles suizos de Engadina en los Grisones y Valtelina hasta Landeck, en el Tirol, y de ahí, bordeando el sur de Alemania, cruzaba el Rin por Breisach y alcanzaba los Países Bajos por Lorena. Este segundo Camino Español aguantó hasta que los franceses invadieron la Valtelina y Alsacia y ocuparon también Lorena. Se intentó entonces arribar a la costa de Flandes por vía marítima desde los puertos gallegos y cántabros, pero la derrota naval en la batalla de las Dunas (muchos historiadores dan por más grave esta derrota terrestre y naval que sufrieron los españoles, donde el mariscal francés Turenne tuvo el apoyo de la flota inglesa del dictador Cromwell) que sentenció definitivamente el eje vital que permitía al Imperio avituallar sus efectivos en Flandes. La última victoria de los tercios sería en la batalla de Valenciennes (1656), frente a los franceses.


El declive militar del Imperio español era ya visible a consecuencia de la falta de replanteamiento de estructura y de instrucción de los tercios, que habían quedado inevitablemente obsoletos ante unas rápidas renovaciones de armamento que ya seguían muy por delante tanto Francia como Holanda o Inglaterra. La Corona Española había sufrido una sangría imparable de dinero, hombres y todo tipo de recursos con tal de aniquilar a los protestantes y mantener sus dominios de Flandes e Italia frente al expansionismo holandés y francés. Las bajas de los combates, las enfermedades, las deserciones, causaron que el organigrama de los tercios se viniera totalmente abajo. Era imposible sufragar una renovación de técnicas y armamento porque el déficit, que tragaba todo el oro y casi toda la plata que cada vez costaba más extraer de las colonias americanas españolas (se iba agotando), resultaba simplemente demoledor. El tercio era una tropa muy cara, y dado que la economía de los reinos hispánicos estaba demasiado descentralizada y no tenía intereses fáciles de conciliar, los Austrias menores (Felipe III, Felipe IV, Carlos II) cada vez lo tuvieron peor para lograr un pacto económico con las Cortes de cada Estado del que eran reyes. Los banqueros del rey solían adelantar el dinero en forma de préstamo, pero cuando el dinero del Estado se acababa, los banqueros cerraban su bolsa y las consecuencias eran irremediables. La guerra en Flandes, por ejemplo, duró de 1568 a 1609 y de 1621 a 1648 (Paz de Westfalia), con tan sólo un frío interludio con la Tregua de los Doce Años que logró Felipe III. Ese conflicto devoró durante más de 80 años el Tesoro Real para nada: las Provincias Unidas se independizaron del Imperio y fueron compensadas con dos provincias más (al norte del río Escalda, lo que arruinó la salida fluvial de Amberes), aparte de las colonias que ya había ocupado en las Indias Orientales. Tras 1648 fue Francia la que invadió paulatinamente territorios al sur, acabando por forzar en 1659 la Paz de los Pirineos, que supuso ya la pérdida de una parte considerable de territorios al sur y al este de Bélgica. Y España tenía frentes abiertos con casi todas las potencias: franceses, ingleses, holandeses, protestantes alemanes y suecos. Los banqueros genoveses y los mercenarios extranjeros que apoyaban a los ejércitos hispánicos, cada vez exigían prestaciones más elevadas, viéndose la Corona ahogada ya de por sí en el despilfarro de la Corte, la falta de visión política de los monarcas y sus cada vez más incompetentes validos, y en una serie de interminables guerras que asolaron Europa hasta hundir del todo la política de un imperio multinacional y católico como era el de los Austrias.


Bajo el reinado de Carlos II el Hechizado continuaron los ataques franceses para acabar con lo poco que quedaba del Flandes hispánico. Mediante la Paz de Aquisgrán (1668), España volvía a perder plazas en la región. Cinco años más tarde, Luis XIV propuso intercambiar Flandes por el Rosellón y la mitad de la Cerdaña, comarcas perdidas al norte de los Pirineos en 1659, pero Carlos II se negó en redondo, lo que significó nuevamente el estallido de la guerra. La Paz de Nimega volvió a mermar los dominios hispánicos, que acabaron desapareciendo a principios de siglo XVIII con la Paz de Utrecht que ponía fin a la Guerra de Sucesión Española entre Felipe V y el archiduque Carlos de Austria por el trono español. El Sacro Imperio fue el nuevo dueño de Flandes en lo sucesivo. Aunque Felipe V disolvió el tercio en su reforma de 1704, este nombre se conserva aún hoy día en unidades tipo regimiento de la legión y de la infantería de marina españolas, heredera esta última de los viejos tercios de mar. Con la llegada de los Borbones se impuso el modelo francés de ejército, que se desarrolló durante el siglo XVIII. Oxidados y acabados, los tercios fueron suprimidos. Felipe V los sustituyó por regimientos al mando de coroneles, según los modernos modelos francés, prusiano y austriaco, aunque la vieja cruz de San Andrés ondea aún como insignia de la mayoría de las unidades de infantería española. En la actualidad diversas unidades de las Fuerzas Armadas Españolas conservan el nombre de Tercio. En la Legión encontramos el Tercio «Juan de Austria», el Tercio «Alejandro Farnesio», el Tercio «Gran Capitán» y el Tercio «Duque de Alba». Por otra parte, en la Armada Española la Infantería de Marina se organiza en Tercios. Su unidad expedicionaria principal es el Tercio de Armada, heredero directo de los Tercios Viejos de Armada o Tercios del Mar de Nápoles. El resto de la Infantería de Marina se organiza en otros tres Tercios de guarnición denominados Tercio del Sur (San Fernando), Tercio del Norte (Ferrol) y Tercio de Levante (Cartagena). Estos tres tercios forman junto a las Agrupaciones de Canarias y Madrid las Fuerzas de Protección. Las banderas e insignias de los Tercios españoles continúan portando la antigua cruz borgoñona o de San Andrés que portaban los Tercios del emperador Carlos. En la actualidad, la patrona de la Infantería Española es la Inmaculada Concepción. Este patronazgo tiene su origen en el llamado Milagro de Empel durante las guerras en Flandes. El 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueado por completo por la escuadra del Almirante Holak. El bloqueo se estrechaba cada día más y se agotaron los víveres y las ropas secas. El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio. En ese momento crítico, un soldado del Tercio que estaba cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:


«Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen Maria, esperaban en su bendito día». Un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro». Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia, la flor y nata del ejército español. Sin embargo, este patronazgo se consolidaría trescientos años después, luego de que la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima; el 12 de noviembre de 1892 a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se: «Declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción». EXPRESIONES DE FLANDES El sargento mayor de cada Tercio dirigía los compases de sus hombres moviendo un gran garrote, una especie de antecedente de la batuta de orquesta que recibía el explícito nombre de porra. Cuando una columna en marcha hacía un alto prolongado, el sargento mayor hincaba en el suelo el extremo inferior de su porra distintiva para simbolizar la parada. En su inmediación se establecía rápidamente la guardia, encargada de custodiar los símbolos más preciados del Tercio: la bandera y el carro donde se llevaban (cuando había) los caudales. También quedaban bajo su vigilancia los soldados arrestados, que durante ese descanso debían permanecer sentados en torno a la porra que el sargento había clavado al principio. Eso equivalía por tanto a «enviar a alguien a la porra» como sinónimo de arrestarle. Esta irónica pero curiosa locución tuvo bastante éxito, por lo que pasó a engrosar la riqueza léxica del español originando el actual y despectivo « ¡vete a la porra!». El pífano o el "pito" era el chico que tocaba tal instrumento en el ejército. Su paga era muy baja. Por tanto cuando utilizamos la expresión "me importa un pito" damos a entender que le damos muy poco valor al asunto. Otras expresiones directamente relacionadas con las guerras de Flandes y los Tercios han marcado profundamente la lengua española. Por ejemplo, en el caso de frases tan comúnmente usadas por los hispanohablantes como «Se armó (o se armará) la de San Quintín» (que alude a la batalla que tuvo lugar el día de San Lorenzo —10 de agosto— de 1557, ganada por las armas españolas de Felipe II contra los franceses, y en la que los Tercios estuvieron dirigidos por Manuel Filiberto, duque de Saboya) o «pasar por los bancos de Flandes» (que significaría superar una dificultad, lo que vendría de su similitud con una zona peligrosa en el mar de Flandes, las casas bancarias flamencas y los muebles fabricados con pino de Flandes). Recordemos, también, la que expresa «poner una pica en Flandes» (como sinónimo de algo sumamente dificultoso o costoso, refiriéndose a los gastos y esfuerzos que suponía el envío de los Tercios). Por J.M. Moliner


I Parte

Se llama estilo románico en arquitectura al resultado de la combinación razonada y armónica de elementos constructivos y ornamentales de procedencia latina, oriental (bizantinos, sirios, persas y árabes) y septentrional (celtas, germánicos, normandos) que se formó en la Europa cristiana durante los primeros siglos de la baja Edad Media. Recibe el nombre de románica por coincidir su floración con la aparición de las lenguas románicas o romances. Otras fuentes afirman que fue en el siglo XIX cuando el arqueólogo Charles de Gerville dio este nombre a la arquitectura cristiana occidental de los siglos X al XII, por alusión a la arquitectura romana, en la que se suponía que se había inspirado. La época en que se considera que se desarrolla el estilo románico comprende los siglos XI y XII, sin exclusión de otros siglos anteriores y posteriores, pues aunque algunos edificios del siglo X tal vez ya puedan calificarse de románicos, se erigieron otros verdaderamente tales en diversas zonas (especialmente, en Asturias y Galicia) durante la época gótica hasta casi alcanzar el Renacimiento. La división más común que puede mantenerse del estilo Románico es entre el Románico sencillo y el Románico de transición dando a este segundo grupo un valor secundario y considerándolo como una variante del primero, con tal de incluir en él los edificios de aspecto románico que ostenten algunos arcos ojivales o apuntados sin cubrirse con bóvedas de crucería. Este segundo grupo empieza en el siglo XI pero no se hace común hasta mediados del mismo siglo e incluso entonces coexiste con el primero. Cabe también distinguir por otro concepto el estilo Románico en dos variantes, con los nombres de sencillo y rebelde, pues se observa que en la primera época del estilo, hasta ya entrado el siglo XII, se presentan los edificios con relativa asidualidad en los adornos de puertas y ventanas y con cierto aspecto de pesadez y tosquedad, que van perdiendo a medida que avanza dicho siglo; mas no puede establecerse esto como una norma constante, por obedecer a muy diferentes causas: regionales o locales, la perfección y elegancia propia de cada construcción, o por corresponder su filiación a distinta escuela artística. No obstante, la división entre Románico sencillo y Románico florido servirá en multitud de casos para determinar la cronología de los edificios de este tipo en una misma región o localidad que haya de estudiarse; y desde luego se pueden atribuir en España al segundo grupo (correspondiente a mediados del siglo XII hasta bien entrado el siguiente) los edificios románicos que ostenten exuberancia ornamental o gran finura de ejecución de los detalles.


Entre los elementos arquitectónicos que destacan en el estilo Románico los más característicos del mismo son: El pilar compuesto y de núcleo prismático, el arco de medio punto, la cubierta de bóveda de medio cañón y de arista, la cúpula poligonal sobre trompas, los ábsides semicirculares en planta de cruz latina en las iglesias, la planta basilical es la típica latina A continuación otros de los elementos arquitectónicos propios el estilo: Contrafuertes muy desarrollados, arcos doblados y arquivoltas, capiteles decorados, impostas, frisos decorativos, escultura monumental aplicada a la arquitectura, PLANTA. La planta típica de una iglesia románica es la basilical latina con cuatro, tres o cinco naves y crucero de brazos salientes. En el testero o cabecera, que siempre mira a oriente, se hallan tres o cinco ábsides semicirculares de frente o formando corona, llevando cada uno de ellos tres ventanas en su muro. Y en los pies o entrada del templo se alza un pórtico o nártex flanqueado por dos torres cuadradas. Pero así como las iglesias rurales o menores sólo constan de una sencilla nave y un ábside sin crucero saliente y sin torres junto a la portada, así las mayores sobre todo, las de grandes monasterios o los santuarios visitados por numerosas peregrinaciones suelen ofrecer muy amplio el transepto y crucero, como también tienen prolongadas las naves laterales en torno a la capilla mayor constituyendo la girola o nave semicircular que da paso a diferentes capillas absidiales, abiertas en torno de ella a modo de corona. Algunas iglesias tienen los brazos del crucero convertidos en sendos ábsides que con el central forman una especie de gran trifolio. Las iglesias de Templarios y de otras órdenes caballerescas afines se hallan, por lo común, sobre planta poligonal o circular y son de escasas dimensiones. Asimismo, existen pequeños oratorios de planta circular que fueron capillas funerarias o que estuvieron unidas a fortificaciones como oratorios militares y no faltan otras que siguiendo el estilo o inspiración bizantina se disponen a modo de cruz griega y de cuadrifolio. CONTRAFUERTES. Los soportes que son más característicos de un edificio románico, son el pilar compuesto y el estribo o contrafuerte adherido exteriormente al muro. Los contrafuertes tienen por objeto reforzar los muros y servir a la vez de estribo o contrarresto a los arcos y bóvedas (servicio que también prestan los pilares compuestos): son visibles al exterior, lisos y de forma prismática. Pero cuando se adhieren a los ábsides aparecen frecuentemente a modo de columnas que sostienen el alero. Los muros están formados de sillarejo o de sillares desiguales con poca regularidad en las hiladas. PILARES Y ARCOS. El referido pilar monta ordinariamente sobre un zócalo cilíndrico o de poca altura y se compone de una pilastra simple o compuesta que lleva adosadas a cada frente o a alguno de ellos una o dos columnas semicilíndricas (o en vez de éstas, otras pilastras más estrechas) con objeto de dar pie a los arcos formeros y a los transversales o fajones. Dichas columnas tienen basa y capitel igualmente adosados al núcleo central prismático. Hay también columnas exentas y pareadas, de dos en dos, o de cuatro en cuatro pero no se hallan de estas formas ordinariamente sino en los claustros, pórticos, galerías y ajimeces.


Los capiteles románicos ofrecen especial interés por lo variado de sus formas y por las curiosísimas labores con que suelen decorarse. Algunos de ellos conservan reminiscencias clásicas de sabor corintio degenerado pero en su gran mayoría se forman de un grueso prisma o de un tronco piramidal o de cono invertido en cuyos frentes lleva esculpidas labores geométricas entrelazadas o motivos vegetales que en forma de hojas le rodean o asuntos simbólicos e históricos. Va coronado el capitel por un ábaco grueso, denominado cimacio, el cual se halla casi siempre decorado con molduras u otros ornamentos propios del estilo y frecuentemente lleva por su parte inferior una serie de modillones cuadrados que parecen almenas. En las columnas geminadas o yuxtapuestas suele cubrir el ábaco a todo el grupo de ellas uniendo así sus capiteles. Las bases de las columnas tienen la forma toscana o ática pero con el toro inferior ancho y aplastado y suelen llevar en las enjutas o ángulos del plintouna figurilla caprichosa o bien una garra que aparenta sujetar con el plinto la moldura curva o toro que en él descansa. En el siglo XII se ornamentan frecuentemente las basas con diferentes labores propias del estilo lo cual ya se usó alguna vez en la arquitectura visigoda (y mucho más en la romana) según se observa en la iglesia de San Pedro de la Nave. Los arcos de construcción se apoyan inmediatamente sobre el referido ábaco y son de medio punto o peraltados y casi siempre dobles o triples, es decir, que cada uno de ellos consta de dos o tres semi anillos adheridos uno debajo de otro siendo más ancho el de encima. Cuando se adorna con molduras propiamente dichas, se denuncia la segunda época del estilo y se presentan ellas en forma de un baquetón grueso, bordeando la esquina del arco. Propio asimismo de la segunda época (siglo XII) es el arco apuntado, también llamado ojival, que a veces se halla en edificios románicos como medio constructivo para disminuir el empuje lateral (sin que por esto sea indicio de estilo gótico si falta la bóveda de crucería) y nunca como ornamento. Se hallan, no obstante, en algunos edificios románicos, influidos por la arquitectura arábiga, arcos lobulados y entrelazados, ya ornamentales, ya constructivos. Pero estos últimos sólo en arcadas de claustros o en obras equivalentes. CUBIERTA INTERIOR. La cubierta interior de las naves y estancias diferentes consiste por lo general en la bóveda de medio cañón —a veces, apuntada como los arcos— para la nave central; de arista o de cuarto de cañón para las laterales y de concha o de cuarto de esfera para los ábsides, alzándose sobre el crucero una cúpula poligonal apoyada en trompas (a estilo persa) que se colocan en los ángulos o rincones resultantes del encuentro de los arcos torales. Dichas trompas se constituyen por una bovedilla semicónica o por una serie de arquitos en degradación que hacen el mismo oficio. Algunas veces, según la escuela a que pertenezca el edificio, la nave central lleva techumbre de madera o carece de cúpula o por el contrario, la tiene verdaderamente esférica y elevada sobre pechinas a estilo bizantino. La dificultad y la diferencia mayor que se hallan en estos edificios estriban en el problema de combinar el abovedamiento de todas las naves con la iluminación suficiente de la central y, además, en dar al crucero o al encuentro de las naves un equilibrio muy estable y una cubierta proporcionada: las soluciones varias que se dan a este doble problema constituyen las diferencias principales de la escuelas arquitectónicas del estilo románico.


CUBIERTA EXTERIOR. La cubierta exterior o tejado insiste sobre las bóvedas mediante una armadura sencilla de madera que se apoya en ellas, pero en el siglo XII se hace independiente esta armadura y es sostenida sólo por los muros para no cargar de peso las bóvedas y cúpulas. Sobre la cúpula poligonal del crucero se eleva una linterna prismática ya formando cuerpo con ella, ya estando independiente a modo de domo. Dicha linterna se termina por una cubierta piramidal, semejando el conjunto una torre de base ancha y poca altura que, a veces, ejerce también funciones de campanario. PUERTAS Y VENTANAS. Las puertas se hallan formadas por una serie de arcos redondos concéntricos y en degradación apoyados en sendas columnillas de suerte que todo el conjunto forma una especie de arco abocinado y moldurado contribuyendo al mayor efecto visual el mismo grosor del muro que suele formar allí un cuerpo saliente. Algunas portadas carecen de dintel y de tímpano pero por lo general se hallan provistas de uno y otro y entonces se esculpen sobre el último relieves simbólicos o iconísticos y a los lados de la portada o en las jambas y aun en el mismo arco abocinado se disponen variadas series de labores ornamentales en relieve, flanqueándose, a veces, con estatuas el ingreso en las iglesias más suntuosas. Las ventanas se abren casi siempre en la fachada y en el ábside y algunas veces en los muros laterales. Son bastante más altas que anchas y terminan por arriba en arco doble, generalmente plano o de arista viva apoyado sobre columnitas como las de la portada y cuando estos arcos se rodean de molduras finas o baquetones o bien las ventanas han dejado la primitiva estrechez, pertenecen a la segunda época del estilo. Hay también ajimeces, óculos y pequeños rosetones, correspondiendo estos últimos al último periodo. Se cierran las ventanas con vidrieras incoloras o de color en algunas iglesias suntuosas o con láminas traslúcidas de alabastro o yeso cristalino o con simples celosías de piedra perforada y en las iglesias pobres con simples telas blancas enceradas o impregnada con trementina. De aquí que hayan de ser poco extensas las ventanas de esta época (lo mismo que en la precedente) hasta que se fue ensayando y generalizando el uso de grandes vidrieras. CORNISAS. Las cornisas, forman como una imposta corrida sobre pilastras y muros y a continuación de los ábacos de los capiteles y adornan el frontispicio colocadas encima de la portada o debajo de las ventanas. Llevan adornos y molduras y a menudo (al igual que el frontón y el alero o tejaroz, que también son cornisas) están sostenidas por canecillos o por series de arquitos ciegos.


ORNAMENTACIÓN. La ornamentación típica del estilo románico se manifiesta principalmente en las cornisas, arquivoltas, capiteles, puertas y ventanas y consiste en un conjunto de líneas geométricas quebradas o en sisas, billetes, ajedrezados, dientes de sierra, puntas de diamante, lacerías, arquerías o arquitos ciegos, rosetoncitos, follaje serpenteante y otros motivos vegetales siempre estilizados o con escasa imitación de la naturaleza. También se utilizan los relieves y estatuas iconísticas, los mascarones o canecillos, los bestiarios (monstruosas figuras de animales) y los relieves simbólicos. Se decoraban los muros interiores con varias pinturas de dichos motivos y de escenas religiosas o bíblicas y los pavimentos alguna vez con mosaicos. Por regla general, se halla íntimamente unida con la estructura en los edificios románicos su decoración escultórica, de modo que sirva ésta para acentuar los miembros más salientes de aquélla y no sea como vestidura postiza del edificio. No obstante, se observan en algunos edificios esculpidas varias figuras de monstruos como aplastados por las basas de las columnas o de relieve en el zócalo de las fachadas con idea evidentemente simbólica o moral ya que no la tienen arquitectónica. ESTRUCTURA. La estructura general de una iglesia románica puede inferirse de lo dicho sobre la planta, soportes y bóvedas. Sólo falta advertir que toda la composición interior se acusa exteriormente por los contrafuertes que señalan los tramos de la planta. Asimismo, por las impostas corridas que indican las divisiones de la alzada. Por las ventanas y arquerías, que responden a los triforios interiores o a sus equivalentes y a las diferencias de altura en las naves, etc. En las fachadas bien dispuestas se advierte una gran cornisa sostenida por canecillos sobre la portada, una o tres ventanas o un rosetoncito en lo alto, dos o tres series de arquerías ciegas a diferentes niveles y un frontón o piñón bordeado por una cornisa en el término superior del muro.

Por F.L.P.


UN AÑO DE ACCIÓN SOCIAL A pesar de que este recientemente terminado año 2013 no ha sido un buen año para casi nadie. Un año con mucha necesidad creada por la crisis que ya llevamos arrastrando varios años. Si tuviéramos que hacer un balance a nivel de organización pues en realidad no habría sido un año tan malo para la OCT. En este pasado ejercicio se han logrado metas muy importantes, pues todos nos hemos volcado en la Obra Social de la Orden, se ha creado el primer Banco de Alimentos y Ropa en Castelnou – Teruel, se ha conseguido un acuerdo con el albergue de Jatiel para dar cobijo y sustento a todos los transeúntes que hasta nosotros lleguen. La Campaña Ningún Niño sin Juguete ha sido un éxito total para ser la primera vez. Se está trabajando ayudando a un convento pequeño de hermanas. Se está colaborando con el Hogar Nazaret del Padre Ignacio Mª Doñoro, del que más adelante hablaremos. En definitiva se está llegando a muchos puntos y bien, que es e nuestro objetivo principal. Como decía, el Padre Ignacio Mª Doñoro, sacerdote católico español un día viendo la necesidad que había en Sudamérica decidió dejar España y trasladarse al corazón del Amazonas, a un lindo lugar llamado Puerto Maldonado. Allí viendo a los niños abandonados en las calles, presa de las drogas, de la delincuencia, desnutridos y sin alegría en la mirada, decide crear el Hogar Nazaret para niños necesitados. En el tiempo que lleva al frente ha logrado recoger a una veintena de niños, incluido un bebé rescatado de la calzada, como él nos dice, son veinte niños Jesús que logré salvar. Sin embargo no hay camino sin piedras, pues son las pruebas que nos pone nuestro Señor. Angustiado nos solicita ayuda el Padre Ignacio, pues si nada ni nadie lo remedia en marzo, como mucho en abril tendrá que cerrar y dejar a esos niños nuevamente en la calle, pues no recibe ninguna ayuda ni de los gobiernos, ni de la Iglesia de Roma, ha gastado todo su dinero y el poco que ha ido consiguiendo en este tiempo a través de algunas ayuditas de gente humilde. Continua diciéndonos, “pero… ¿Cómo voy a tirar de nuevo a la calle a esos niños?, es como si tirase al mismo niño Dios, me niego”. En su petición de ayuda nos deja un número de cuenta para aquellos que quieran colaborar con alguna donación, La Caixa: nº 2100-1592-02-0200098501, pueden encontrar más información del Hogar Nazaret en www.hogarnazaret.es La Orden Católica del Templo tiene como objetivo la organización de un gran evento para poder sacar adelante y por mucho tiempo al Hogar Nazaret y los niños del Padre Ignacio.


BANCO DE ALIMENTOS Y ROPA Como ya anunciábamos la OCT ya cuenta con su primer Banco de Alimentos y Ropa en la localidad turolense de Castelnou, gracias a la constancia del Hermano Ricardo Vento y sus colaboradores y por supuesto a D. José Miguel Esteruelas, alcalde de Castelnou, quien nos ha cedido una casa para tal efecto. Este banco de alimento va a servir para paliar las necesidades de muchas familias de la Comarca del Bajo Martín. Así mismo se ha llegado a un acuerdo cruzado entre la OCT (Encomienda de Aragón), Guardia Civil de Híjar, Cruz Roja de Híjar y el Albergue de Jatiel, con el fin de dar cobijo y que no se queden sin techo a los transeúntes que por necesidad viajan desde Zaragoza sin billete y que en Híjar son obligados a apearse del tren. Tanto la Guardia Civil como Cruz Roja avisan, la OCT los recoge y los traslada al Albergue de Jatiel donde se les da alojamiento y sustento durante unos días. Esto está también enfocado al Camino de Santiago aragonés que transcurre por las cercanías y que de paso sea dicho también se está colaborando en la señalización de dicho camino. A todo peregrino que por estos lares arribase sepa que si tiene necesidad solo tiene que acudir a la Encomienda de Aragón en el teléfono 678843509 y le atenderán de todo corazón. CAMPAÑA DE REYES “NINGÚN NIÑO SIN JUGUETE” Comenzamos esta campaña allá por el mes del noviembre pasado sin saber realmente cual sería el resultado, pues era la primera vez que trabajábamos directamente con niños. Nos pusimos en contacto con los hermanos de la Hermandad de la Santa Cena y Caballeros del Santo Cáliz de Torrente y juntos decidimos emprender esta labor. No ha sido fácil, es cierto, no había experiencia, pero bueno lo que si era verdad es que empezábabamos bien, con una gran donación de D. Juan Martí Puchalt que altruistamente donó una ingente cantidad de juguetes para niña y niño, a eso se fue añadiendo las donaciones que buenamente los hermanos más concienciados de la OCT fueron realizando. Así se llegó a la fecha señalada con regalos para más de 200 niños y niñas. Y de esta manera llegó la hora de la verdad, se habían repartido 100 tickets para la recogida de regalos, sin embargo la realidad superó a las expectativas y se llegó a más de doscientos niños.


Fue sin duda una grata experiencia que habrá que repetir en años venideros. Sentir de cerca esa ilusión que irradian los niños cuando muestran su felicidad es algo que no se puede describir con palabras, hay que vivirlo. Desde aquí queremos agradecer a todos los hermanos y hermanas de la Hermandad de la Santa Cena y Caballeros del Santo Cáliz que trabajaron en la presentación del local, a todos los donantes y colaboradores tanto de la OCT como de fuera de ella. Gracias especialmente al Rey Gaspar y sus acompañantes, un rey que se mantuvo estoicamente durante cuatro horas en su improvisado trono y al que solo se le veían los ojos, pero esto era suficiente para denotar la alegría y la felicidad que estaba experimentando en ese acercamiento a los más pequeños. Tanto que pidió interpretar el mismo papel el próximo año.

Pero si realmente hay que agradecer algo es a Cristo y a los niños mismos, por habernos brindando esta la oportunidad de poder ser útiles a una buena causa, no olvidemos nunca nuestro lema: “Non nobis Domine non nobis, Sed Nomine Tuo da Gloriam” “No a nosotros Señor, no a nosotros, Sino a Tu nombre da la Gloria”.


Leyenda del Castillo de

El Castillo de Monzón como muchos de nosotros sabemos, está situado en Huesca, a unos 70 km. por la carretera de Lleida, en un alto cerro rodeado de laderas empinadas. Allí se reunían las tres Cortes, de los Tres Reinos de la corona de Aragon, (Cataluña, Aragón y Valencia) para celebrar reuniones y tomar decisiones importantes sobre tan amplio territorio. Se reunían allí gobernadores, lugartenientes, el rey o los virreyes de estas tierras. La primitiva fortaleza musulmana se llamada “Monçones”. Estaba construida sobre una atalaya fortificada musulmana, que a su vez ocupó el emplazamiento de una edificación romana anterior. Se donó a los Templarios el 27 de Noviembre de 1143, que recibieron el castillo con sus tierras y propiedades. La Orden del Temple convirtió Monzón en la principal casa de la Orden en la Corona de Aragón. La leyenda comienza cuando un caballero llamado Guillem de Montredó, en 1203 ingresó como Caballero Templario. Muy apreciado por el rey Pedro II de Aragón, luchó a su lado en la Batalla de Las Navas de Tolosa y en la Batalla de Muret, donde murió el rey, luchando contra Simón IV de Monfort. El hijo de Pedro II, de cinco años de edad, el futuro rey Jaime I de Aragón, (Jaime el Conquistador) fue secuestrado por Simón de Montfort, un barón francés, terriblemente sádico y sanguinario, que lo tuvo retenido un año entero como rehén. Guillem de Montredó movió cielo y tierra para recuperar al pequeño heredero al trono. Convenció al papa Inocencio III, para que obligara a Montfort a que entregara al pequeño Jaime a los Templarios.


El Rey Jaime I tenía seis años y cuatro meses cuando fue reclamado por el Temple. En cumplimiento del testamento de su madre, fue educado por los Templarios, le protegieron en el Castillo de Monzón hasta los nueve años, en que un grupo de nobles aragoneses y catalanes pidieron su salida. En 1220 fue nombrado rey, en la capilla de San Nicolás. Toda la nobleza fue jurando lealtad al pequeño rey Jaime I. Fue escoltado, rodeado y protegido por los todos los Caballeros Templarios. Todos ellos se inclinaron ante él y prometieron fidelidad, defensa y amor hacia su rey. Los veinte primeros años de la vida de Jaime I serían el resultado de la educación impartida en el castillo de Monzón. Años más tarde, los Templarios fueron cercados por las tropas del rey Jaime II de Mallorca, éstas se quejaban que a pesar del cerco duro y tenaz, los Templarios del castillo de Monzón realizaban frecuentes incursiones clandestinas por todo el valle, introduciendo víveres en su castillo, practicando estas salidas por las diferentes minas y pasadizos secretos del castillo. Jaime II atacó sus muros en 1308 con el fin de expulsar a lo últimos Templarios que se habían hecho fuertes en él. Siete meses duró el cerco de Monzón desde Octubre de 1308 hasta el 24 de Mayo de 1309 después de un prolongado cerco y de una aguerrida defensa se rindieron, cuarenta Templarios prestaron declaración entre Chalamera y Monzón. Y el castillo pasó a manos de los hospitalarios que intentaron borrar a golpe de martillo todos los símbolos dejados por los Templarios. El último Comendador que rindió el castillo fue Fray Bartolomé de Bellvís. De este castillo se cuenta, que ciertas noches de primavera, a finales de mayo, se ve pasear por las estancias del castillo una figura blanca, que se oyen gritos y fuertes golpes, que conmocionan toda la fortaleza. Muchos aseguran, que se trata del Comendador Fray Bartolomé de Bellvís. El último Comendador del castillo, el que tuvo que rendir y entregar la fortaleza al ser suprimida la Orden. Dicen que va vestido de blanco y que su rostro está ensangrentado, que grita y golpea las paredes del castillo, demostrando la gran injusticia cometida contra el Temple. Yo solo digo una cosa, he estado en bastantes ocasiones en el castillo y aún siendo diurnas todas esas visitas, siempre cuando he estado solo en la sala capitular he sentido que no estaba solo en la estancia, alguna presencia me acompañaba y no soy el único que lo ha sentido. De Leyendas Templarías



Edita:

Orden Cat贸lica del Templo Maestrazgo Templario Cat贸lico Internacional www.ocet.org.es

Registrada en el Ministerio del Interior (RNA) Gpo. 1 N潞 604098


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