Mamut Dos - De-Generados

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EDITORIAL

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Los actores de teatro saben muy bien que la segunda función siempre es más difícil que la primera. Así ocurre también con los escritores o directores de cine que, después de un éxito, se enfrentan a su segunda novela o película. Repetir es duro, requiere mucho más esfuerzo y mucha más concentración para superar el miedo de no estar a la altura del primer intento, o cierto grado de complacencia con lo que ya se ha logrado y que, por lo tanto, ya no constituye un reto. Fue un poco lo que nos ocurrió al tener que enfrentarnos a este segundo número de Mamut. ¿Continuamos? ¿Sabremos completar otro número? ¿Encontraremos material? Si estás leyendo estas palabras significa que hemos conseguido contestar a esas preguntas ¿No? Pero no fue tan sencillo. Una vez conformes en continuar, el siguiente paso fue elegir el tema. Al inicio pensábamos enfocar el número sobre cuestiones de género y sexualidad relacionadas con la ciencia ficción, el terror y la fantasía. Sin embargo, no queríamos caer en el típico juego dualista que consiste en posicionarse en uno de los dos extremos (el que se considera inferior, marginal y secundario) y desde allí empezar a lanzar sentencias reivindicativas. Obviamente no se puede ignorar la existencia de una ideología dominante que considera el sujeto masculino, blanco, de clase medio-alta y heterosexual como modelo ideal al cual todas las otras tipologías tienen que someterse. Pero creemos que ponernos “en contra” supondría, de alguna manera, reforzar el modelo en lugar de debilitarlo. Lo que queremos es desmontarlo (o “deconstruirlo”), empezando a considerar las supuestas oposiciones (cualquier oposición), no como entes separados sino como polos de un contínuum, las infinitas caras de una misma moneda. Adoptamos pues la multiplicidad en lugar de la separación y reconvertimos, parafraseando a Levi-Strauss, las diferencias de clase en diferencias de grado. Bajo estos presupuestos teóricos, hemos llenado este nuevo número de Mamut con obras de personae: escritores, artistas, ilustradores y pensadores, cuyos trabajos nos han sorprendido, gustado, divertido y despertado la curiosidad. Empezamos con Margaret Cavendish, figura fundamental de la Inglaterra del siglo XVII. De ella os presentamos las primeras páginas de su obra más célebre El mundo resplandeciente (The Blazing World, 1666), según algunos críticos la primera novela de ciencia ficción. Sea como sea, es sin duda uno de los textos más complejos y enigmáticos de su época. Seguimos con una selección de cuentos escritos por autoras norteamericanas de entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Son muestra de la gran actividad de las escritoras en las revistas de género, sobre todo de ciencia ficción y terror, y que conocerán un enorme éxito a partir de los años veinte. A continuación, os ofrecemos un cómic inédito del reconocido artista canadiense Julian Peters, especialista en convertir versos célebres en vigorosas, a la par que poéticas y evocativas, viñetas de líneas, encuadres y planos llenos de lirismo. Tenemos el honor de contar con su interpretación, a través del lenguaje visual, del célebre poema Annabel Lee de Edgar Allan Poe.Y, desde Poe, el sutil hilo rojo de la narrativa fantástica se extiende a través del espacio y del tiempo y llega hasta David Roas, escritor y uno de los más importantes especialistas en literatura fantástica. David Roas nos ha regalado el cuento “Casa con muñecas”. La sección "Cuéntame un cuento..." está dedicada al nonsense y para ello contamos con uno de sus padres, Edward Lear, del cual publicamos nuestra atrevida traducción de la célebre The owl and the pussy-cat (1871). Para los otros dos grandes representantes del nonsense, Lewis Carroll y Frank Baum, tenemos el gran privilegio de contar con las magníficas y perturbadoras ilustraciones de Stefano Bessoni, artista polivalente (es director de cine, ilustrador, animador en stop motion) y uno de los mejores talentos italianos contemporáneos. Y gracias a vuestras aportaciones, la sección "Salen de la oscuridad" puede presumir de cuatro cuentos inéditos. Muchas gracias y ¡seguíd enviándonos material! Finalmente, cerramos el número con los primeros capítulos de la segunda parte del tratado del siglo XVII, De masticatione mortuorum. En estos capítulos el autor sigue elaborando su minucioso estado de la cuestión dedicado al fenómeno de la resurrección de los muertos en sus tumbas y, en concreto, su valoración se centrará en la responsabilidad de animales chupadores de sangre, ángeles caídos, brujas y del mismo Diablo.

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Redacción Mamut


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NÚMERO 2 De-Generados

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#1 MARGARET CAVENDISH

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55 Casa con muñecas por David Roas 58 #4 CUÉNTAME UN

EL MUNDO

CUENTO ANTES QUE EL

RESPLANDECIENTE

MUNDO SE ACABE

por Margaret Cavendish

por Carles Monfort Bellver 90 Descomposición

futuro; o, El mundo en el siglo XXIX

por José Manuel Mariscal 94 #6 LIBER ANTECESSOR

por Elizabeth T. Corbett 26 Una vampira profesional

96 LA MASTICACIÓN DE LOS MUERTOS - parte II

por Claire K. Alden 30 La broma jupiterina

por Phillip Rohr 103 Bestiario - El Eurynomus

por Lorraine Lilith

por M. A. Martí 46 #3 EL CÓMIC: Annabel Lee

84 Artrópodo

88 Bajo la piel

20 Una mirada hacia el

45 Micronomicón 1: Árbol

OSCURIDAD

por José Luis Trujillo

18 #2 MUJERES PULP

Lovecraft

82 #5 SALEN DE LA

86 Tres Cuervos

por M. A. Martí Escayol

por Hazel Heald y H.P

por Franz Kafka

por Ángel del Rio

12 IMAGINAR OTRO LUGAR

36 El hombre de piedra

81 Micronomicón 2: El buitre

61 EDWARD LEAR 62 El búho y el gatito por Edward Lear 70 STEFANO BESSONI Una selección de ilustraciones desde el mundo

Adaptación gráfica del poema

de "Alicia bajo tierra" y "El

de E.A.Poe por Julian Peters

mago de Oz"

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EDITORIAL

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#1 MARGARET

C AV E N D I S H MAMUT

Donde os presentamos las primeras páginas de una gran obra, El mundo resplandeciente (The Blazing World), escrita en el año 1666 por Margaret Lucas (1623-1673), mejor conocida como Margaret Cavendish.

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Margaret Lucas Cavendish fue una filósofa, científica y escritora de obras de ficción y no ficción. En su producción imbrica la ciencia y la filosofía con temas sociales, políticos e identitarios propios de su coyuntura histórica y vital. Nacida en el año 1623 en el seno de una familia realista monárquica, su vida está marcada por el contexto de la Revolución inglesa, que incluye el reinado de Carlos I (16251649), la Guerra Civil (1642-1649), la proclamación de la República (1649-1660) y la restauración de los Estuardo en 1660. Durante este periodo Margaret Lucas ejerció de dama de honor en la corte de la reina consorte de Inglaterra Henrietta Maria, de origen francés y religión católica, a quien acompañó al exilio. Durante su estancia en París, mientras era la dama de una reina sin reino, la mayor parte de su familia murió. En 1645 contrajo matrimonio con el general William Cavendish, el futuro Duque de Newcastle. Ambos regresaron a Inglaterra en 1660 y ella fallecería de forma repentina en 1673. La primera edición de El Mundo Resplandeciente se publica en el año 1666, al año siguiente Margaret Cavendish visitaría la Royal Society, fue la primera mujer que lo hizo y la única hasta 1945.


Frontispicio de la edici贸n de 1668 de The Blazing World. Hemos traducido los versos que aparecen en el pedestal. Como se puede apreciar, la autora se presenta como una diosa entre las estatuas de Atenea y Apolo.


LA

DESCRIPCIÓN DE UN NUEVO

MUNDO, LLAMADO MAMUT 6

El mundo resplandeciente. ESCRITO Por la tres veces Noble, ilustre y excelente

PRINCESA, La

Duquesa de Newcastle. LONDRES, Impreso por A. Maxwell, en el año M.DC. LX. VIII.


Por Margaret Lucas Cavendish Primera edición de 1666 Traducción: M. A. Martí Escayol ©2016

A la duquesa de Newcastle, en su nuevo Mundo Resplandeciente. Nuestro viejo mundo, con todas sus técnicas y habilidades,1 solo podía dividir el mundo en tres partes. Colón, por la navegación afamado, nombró América a su nuevo mundo hallado. Pero este nuevo mundo se ha descubierto, no fue construido, mientras yacía en la sombra del tiempo fue solo encontrado.

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Entonces ¿quién eres tú para construir todo un mundo o una porción sin ningún caos haber encontrado? Tu imaginación creadora ha logrado de la nada, con tu mero ingenio, crear todo un mundo. Tu Mundo Resplandeciente, por encima de lo estelar, con un fuego celestial todo logra iluminar. William Newcastle

Prefacio. Al lector2 Si usted se pregunta porque he unido una obra fruto de la imaginación a mis serias Observaciones Filosóficas, piense que no es un menosprecio a la filosofía o una opinión fuera de lugar, como si este noble estudio no fuera más que una ficción de la mente. Esto es, aunque los filósofos pueden errar en la búsqueda e indagación de las causas de los efectos naturales y muchas veces abrazan falsedades por verdades esto no prueba que la base de la filosofía sea mera ficción. Los errores proceden de los diferentes movimientos de la razón que causan diferentes opiniones en diferentes partes y en algunos son más regulares que en otros por ser la razón divisible, pues lo material no se puede mover en todas partes de la misma manera. Y ya que solo existe una verdad en la naturaleza todos aquellos que no llegan a la verdad yerran, algunos más y algunos menos. Por esto algunos pueden llegar más cerca de la meta que otros, lo que hace parecer su opinión más probable y racional que la de otros, aunque en la medida que se desvían de esta única verdad, están errados. Sin embargo, todos basan sus opiniones en la razón, esto es, en las probabilidades racionales. O al menos ellos lo piensan así. Pero las ficciones son un tema de la imaginación de los hombres, enmarcadas en

sus propias mentes, acorde con sus deseos, sin tener en cuenta si las cosas que imaginan existen sin su mente o no. Por esta razón buscan en la profundidad de la naturaleza y después persiguen las verdaderas causas de los efectos naturales. Pero la imaginación crea por sí misma todo lo que le place y deleita con su propia obra. El objetivo de la razón es la verdad, el objetivo de la imaginación es la ficción. Pero no me malinterpretéis cuando distingo entre imaginación y razón. No quiero decir que la imaginación no sea creada por las partes racionales de la materia. Sino que por razón entiendo una búsqueda e indagación racional de las causas de los efectos naturales. Y por imaginación una creación o producción voluntaria de la mente. Siendo ambas cosas efectos o más bien acciones de la parte racional de la materia. Por lo tanto, la razón es un estudio más provechoso y útil y también más difícil y laborioso. Y a veces requiere la ayuda de la imaginación para recrear la mente y distraerla de sus más serias observaciones. Y por esta razón he añadido esta pieza fruto de mi imaginación a mis Observaciones Filosóficas y las he unido como dos mundos por el extremo de sus polos. Lo he hecho tanto por mi propio deseo de


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distraer mis pensamientos estudiosos que empleo para la contemplación como para deleitar al lector con variedad, lo que siempre es placentero. Pero dejé alejarse demasiado a mi fantasía, elegí tal ficción para hacer más agradable el tema que traté en la primera parte. Es la descripción de un Nuevo Mundo, no como el de Luciano ni el mundo en la luna del hombre francés. Sino un mundo de mi propia creación, al que he nombrado Mundo Resplandeciente. La primera parte es Romántica, la segunda filosófica, y la tercera es meramente imaginada, o (si así puedo llamarlo) fantástica. Si esta obra te da algún tipo de satisfacción debo denominarme a mí misma una creadora feliz; sino, deberé vivir una vida melancólica en mi propio mundo. No puedo llamarle un mundo pobre, si la pobreza es solo deseo de oro, plata y joyas. Pues en él hay más oro que todo el que los químicos han creado (realmente lo creo) o serán capaces de crear. Por lo que se refiere a las piedras de diamantes deseo con toda mi alma que se repartan entre mis nobles amigas y con esta condición de buen grado renuncio a mi parte. Por lo que se refiere al oro, solo necesito el suficiente para reparar las pérdidas de mi noble señor y esposo. Pues no soy codiciosa pero si tan ambiciosa como ha podido ser o pueda ser cualquiera de mi mismo sexo. Esto hace que aunque no pueda ser Enrique V o Carlos II todavía me esfuerzo en ser Margarita la Primera. Y aunque ni tengo poder ni ocasión para conquistar el mundo como lo hicieron Alejandro y César, y tampoco no puedo ser dueña de uno pues ni la Fortuna ni el Destino me lo darían, he creado un mundo por mí misma, por lo que nadie, espero, podrá culparme al tener cada cual el poder de hacer lo que desea. La descripción de un Nuevo Mundo llamado El Mundo resplandeciente.

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ientras un mercader viajaba por un país extranjero se enamoró perdidamente de una joven dama. Pero, siendo un extranjero en esa nación, y siendo inferior a ella, tanto por rango como por riqueza, tenía pocas esperanzas de conseguir lo que deseaba. Sea como sea su amor creció más y más y, a pesar de tenerlo todo en contra, decidió llevársela furtivamente; lo que tenía oportunidad de hacer, porque la casa paterna de ella no quedaba lejos del mar y solía ir a recoger conchas en la orilla acompañada solamente de dos o tres de sus criados, lo que animó al mercader a ejecutar su propósito. Así que un día se acercó hasta donde ella solía ir con un buque ligero, similar a un buque correo, tripulado por algunos hombres de mar y bien avituallado,

temiendo algunos accidentes que quizás retrasarían su viaje. Y se la llevó. Pero, cuando se creía el hombre más feliz del mundo, se volvió el más desdichado. El cielo, enojado por la usurpación, levantó tal tempestad que nadie supo qué hacer ni a dónde ir. De esta manera el buque tanto por su tamaño como por el violento movimiento del viento fue llevado como una flecha a través del polo norte, y al poco tiempo llegó al Mar Helado, donde el viento lo condujo a través de enormes trozos de hielo. No obstante, la virtuosa dama recibió la asistencia y el favor de los dioses y así el pequeño y ligero buque navegó, giró y voló a través de estos precipicios como si estuviera guiado por un experimentado piloto o un habilidoso marinero. Pero, ¡ai! los pocos hombres que estaban allí, no sabiendo hacia dónde iban ni lo que tenían que hacer en tan extraña aventura y no estando preparados para tan frío viaje, se congelaron. Solo la joven dama, por la luz de su belleza, el calor de su juventud y la protección de los dioses, permaneció con vida. No es de extrañar que los hombres murieran de frío. Ellos fueron a parar no solo al mismo final o punto extremo del polo de este mundo, sino a otro polo de otro mundo, situado allí cerca. Y por esa conjunción de los dos polos allí el frío tenía doble fuerza, era insoportable. Al fin, el buque fue llevado hasta otro mundo; porque es imposible circunvalar estos mundos de polo a polo, tal y como nosotros hacemos de Este a Oeste, porque los polos del otro mundo, ensamblándose a los de este mundo, no permiten ningún otro paso para circunvalar el mundo. Así si alguien llega a alguno de esos polos es forzado o bien a regresar o bien a entrar al otro mundo. Quizás usted dude esto y piense que siendo así aquellos que viven en los polos o bien ven dos soles simultáneamente o bien no ven el sol durante seis meses seguidos, como se cree comúnmente. Usted debe saber que cada uno de estos mundos, teniendo su propio sol para iluminarlo, se mueve en sus propios círculos. Cada movimiento es tan justo y exacto que ningún sol puede ni ocultar ni obstruir al otro porque ellos no exceden sus trópicos. Y aunque ellos deban encontrarse, nosotros en este mundo no podemos percibirlos, a causa de la brillantez de nuestro sol, que estando más cercano a nosotros obstruye el esplendor de los soles de otros mundos. Además, están demasiado distantes para ser apreciados por nuestra percepción óptica a menos que usemos telescopios muy buenos, con los cuales astrónomos habilidosos han observado a menudo dos o tres soles a la vez. Pero, volviendo al buque errante y a la angustiada dama. Ella, viendo a todos los hombres muertos, encontró poco consuelo en la vida. Sus cuerpos, durante


trampas para zorros. La subieron a una barca donde la esperaban algunos hombres-oso y hombres-zorro; y tan pronto como ellos habían cruzado el río, llegaron a una isla donde había hombres con cabezas, picos y plumas como patos silvestres, solo que estos andaban a dos piernas, como los hombres-oso y los hombres-zorro. Andaban con las grupas entre sus piernas, sus alas eran tan largas como sus cuerpos, y arrastraban sus colas de distintas longitudes como si fueran el adorno de una dama. Y después que los hombres-oso y los hombres-zorro declarasen su intención a sus vecinos los hombres-patos o hombres-pájaro, algunos de ellos se unieron al resto, y acompañaron a la dama a través de la isla, hasta llegar a otro largo y gran río, donde se hallaban preparadas diversas barcas como si fueran nidos de pájaro, pero de mayor tamaño; y habiendo cruzado el río, llegaron a otra isla, de temperatura cálida y agradable, llena de bosques y cuyos habitantes eran sátiros, quienes recibieron a los hombres-oso, hombres-zorro y hombres-pájaro con todo respeto y civilidad. Y después de diversas reuniones (todos ellos entendían las lenguas del resto) algunos jefes de los sátiros se les unieron y acompañaron a la dama fuera de aquella isla hasta otro río, donde encontraron diversas atractivas y cómodas barcazas; y habiendo cruzado este río, entraron dentro de un largo y espacioso reino, donde los hombres tenían la complexión de la hierba verde. Estos les entretuvieron muy amablemente y les proveyeron para su viaje. Hasta este punto solo cruzaron ríos, pero ahora ya era inevitable entrar al mar abierto. Para ello adaptaron sus barcos y empezaron a navegar hasta la isla donde residía el Emperador del Mundo Resplandeciente (como lo llamaban). Eran buenos navegantes y aunque no conocían ni la piedra imán, ni la aguja imantada, ni relojes de péndulo6, tenían (lo que les era muy útil) mucha práctica y observaciones minuciosas. De tal manera que no sólo podían conocer la profundidad del mar en todos sus puntos, también sabían donde se hallaban los bancos de arena, las rocas y otros obstáculos a evitar por cualquier experimentado y habilidoso hombre de mar. Además, eran excelentes augures, lo que ellos consideraban una habilidad más necesaria y beneficiosa que el uso de brújulas, rosas de los vientos7, relojes o similares. Pero sobretodo tenían un ingenio extraordinario, muy a tener en cuenta por los filósofos experimentales, y que era cierto artilugio

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todo este tiempo preservados por el frío extremo de la putrefacción y el hedor, empezaron ahora a descongelarse y a corromperse. Sin tener la fuerza necesaria para tirarlos por la borda se vio obligada a abandonar su pequeño camarote en la cubierta para evitar el olor nauseabundo. Y encontrándose el buque flotando entre dos bloques de hielo, como un arroyo corriendo entre dos orillas, al final avistó tierra, aunque cubierta de nieve. Y de allí llegaron, andando sobre el hielo, extrañas criaturas de formas similares a los osos pero andando como hombres. Esas criaturas llegaron cerca del buque y lo agarraron con sus garras, que les servían de manos. Primero entraron dos o tres y después el resto. Y al final, después de mirar y observar lo que había en el buque, hablaron entre ellos en una lengua ininteligible para la dama. Y después de sacarla hundieron bajo el agua el buque con los hombres fallecidos. La dama, encontrándose ahora en un lugar extraño3, y entre tal curioso4 tipo de criaturas, estaba impactada por el miedo y solo podía pensar que en cualquier momento la sacrificarían. Pero aquella especie de osos, que tan horribles le parecían, estaban lejos de ejercerle algún mal, al contrario, le ofrecieron toda la civilidad y amabilidad imaginables. No pudiendo la dama caminar sobre el hielo, por ser resbaladizo, ellos la llevaron en volandas hasta la ciudad, donde en lugar de casas tenían cuevas subterráneas. Y, tan pronto como entraron en la ciudad, tanto machos como hembras, jóvenes y viejos, se acercaron para ver a la dama, levantando sus patas a modo de admiración. Después, la llevaron hasta una espaciosa y larga cueva, que prepararon para su recepción y la dejaron en custodia de mujeres, quienes la entretuvieron con amabilidad y respeto, y le ofrecieron alimentos de los que ellas comían. Pero viendo que su constitución no se correspondía ni con el temperamento de su clima ni con su dieta, resolvieron llevarla a otra isla más cálida, habitada por hombres similares a zorros que andaban sobre dos piernas, quienes recibieron a sus vecinos los hombres-oso con gran civilidad y cortesía, admirando mucho a la bella dama. Y, habiendo discurrido un rato, acordaron al final llevarla al Emperador de su mundo.5 Para esto, después de una breve estancia en el mismo sitio, la llevaron a través de aquella isla hasta un largo río, cuyo caudal corría suave y claro como el cristal; donde había muchas barcas, parecidas a nuestras

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"Usted debe saber que cada uno de estos mundos, teniendo su propio sol para iluminarlo, se mueve en sus propios círculos."


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que creaba gran cantidad de aire y emitía viento con gran fuerza. Este artilugio, cuando reinaba la calma, lo situaban detrás de los barcos y, durante la tormenta, delante. Era útil contra las furiosas olas, como los cañones contra un ejército hostil o una ciudad sitiada. Podía golpear y romper las olas cuando eran tan altas como campanarios. Y tan pronto como se abría una brecha podían atravesarlas, aunque soplara el viento más furioso, usando dos de esos artilugios en cada extremo. Uno situado delante, para romper las olas, y otro detrás, para guiarlo. Así el viento artificial ganaba al natural porque tenía una mayor ventaja sobre las olas que el natural en los buques. El natural, al correr por encima de la superficie del agua no podía impulsar los barcos sin hacer un movimiento hacia abajo a la derecha. Mientras que el artificial con un movimiento lateral penetraba en las entrañas de las olas. Por otra parte, debe observarse que durante una gran tempestad se unían sus naves en orden de formación de batalla. Y cuando ellos temían que el viento y las olas podrían ser demasiado fuertes y podrían dividir sus barcos, se unían tantos como les permitía la extensión del lugar o las posibilidades del líquido elemento. Sus naves eran tan ingeniosamente ideadas que se podían situar tan cercanas unas de las otras como si fueran un panal, sin desperdiciar ni un milímetro; y estando así de unidos ni viento ni olas podían separarlos. Las naves del Emperador estaban elaboradas con oro. Las de los comerciantes y navegantes con cuero. Las naves de oro no eran mucho más pesadas que las nuestras de madera porque estaban construidas cuidadosamente y no requerían grosor ni estaban cargadas de brea, carbón, bombas, pistolas y todas las cosas que provocan que nuestras naves sean muy pesadas. Aunque no eran de una sola pieza estaban tan bien soldadas que no existía peligro de filtraciones, grietas o hendiduras. En cuanto a las armas, no las usaban en absoluto, pues su único enemigo eran los vientos. Pero los barcos de cuero no eran tan seguros, aunque mucho más ligeros. Además, estaban protegidos del agua con brea. Habiendo preparado y ordenado su armada, continuaron navegando tanto con tormenta como con calma. Y aunque la dama al principio se sentía triste y tenía la mente atormentada por las dudas y los miedos, no sabiendo si esta extraña aventura la conduciría a la salvación o a la destrucción, teniendo un espíritu generoso y un agudo ingenio y considerando los peligros que había pasado y encontrando a esos hombres civilizados y diligentes hacia ella, se armó de coraje y se esforzó en aprender su lengua. Y después de haber

aprendido algunas palabras y gestos ya estaba lejos de temerles, pues en su compañía se encontraba a salvo y muy feliz. Con esto podemos observar que la novedad descompone la mente, pero el conocimiento la apacigua y tranquiliza. Al final, habiendo pasado por diversas ricas islas y reinos, se dirigieron al Paraíso, que era donde vivía el Emperador, y sabiéndolo se regocijó mucho. Al principio la dama solo podía percibir rocas, que parecían tocar el cielo, y aunque no parecían de la misma altura parecían ser una única pieza, sin particiones. Pero al fin, estando más cerca, percibió una hendidura, que era una parte de esas rocas, de donde aparecieron gran cantidad de barcos, que parecían un ejército de hormigas, marchando uno detrás de otro. Los barcos parecían como los agujeros o particiones de un panal de abejas, cuando se reagruparon se situaron uno justo al lado del otro. Los hombres eran de varias complexiones, pero ninguna similar a cualquiera de las complexiones de nuestro mundo. Y cuando los barcos y las naves se encontraron se saludaron y hablaron entre ellos muy cortésmente. Para ellos solo existía una lengua en ese mundo. Y solo había un Emperador, al cual se sometían con la más grande de las servidumbres y obediencias, lo que les permitía vivir en una continua paz y felicidad, sin conocer guerras con el exterior ni insurrecciones en el interior. La dama, habiendo llegado a este sitio, fue conducida desde su nave a uno de los barcos y acompañada por el mismo pasaje (no había otro) fue llevada a la parte del mundo donde residía el Emperador, que era un lugar muy placentero y de apacible templanza. El territorio estaba dividido por un gran número de vastos y largos ríos, todos corriendo y fluyendo hacia diversas islas a distinta distancia unas de otras que en su mayor parte no podían ser más placenteras, saludables, ricas y fructíferas. Y, como he mencionado anteriormente, era un lugar protegido de invasiones extranjeras, pues solo tenía un sitio por donde entrar, y este era como un laberinto, sinuoso y zigzagueante, entre las rocas, que solo las barcas pequeñas podían pasar, llevando únicamente tres pasajeros. En cada lado del estrecho y serpenteante río se hallaban varias ciudades, algunas de mármol, algunas de alabastro, algunas de ágata, algunas de ámbar, algunas de coral y algunas de otros materiales preciosos desconocidos en nuestro mundo. Después de cruzar ciudades la dama llegó a la Ciudad Imperial, nombrada Paraíso. Por su forma parecía estar formada por varias islas, pues los ríos fluían por cada calle junto a los puentes y las calles pavimentadas. La ciudad estaba construida de oro, y la arquitectura era noble, majestuosa y magnífica no como la nuestra moderna, sino como la de los romanos. Pues


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El palacio del Emperador se alzaba sobre una moderada cuesta de la ciudad imperial. En la parte alta de dicha cuesta se hallaba un gran arco, soportado por varias columnas, que rodeaban el palacio y se extendían en cuatro de nuestras millas inglesas del siguiente modo. A lo largo de todo el arco se hallaba la guardia imperial, compuesta por distintos tipos de hombres. A cada media milla se podía entrar por una puerta y cada una tenía un diseño distinto. La primera entrada permitía el paso al Palacio y la flanqueaban por ambos lados claustros cuya parte externa se sostenía en arcos apoyados en columnas pero la parte interna estaba cerrada. Entrando por la entrada el palacio parecía el pasillo de una iglesia de una milla y medio de largo y media milla de ancho. Su techo abovedado descansaba sobre columnas situadas con tanto arte8 que un extranjero se habría perdido sin un guía. A cada extremo, es decir, en el exterior y en el interior del claustro estaban las habitaciones para los guardas del lugar, y en medio del palacio las habitaciones privadas del Emperador con los ventanales9 situados en la parte superior de cada una, a causa de la intensidad del sol. El apartamento del Emperador no estaba más protegido que el resto. Cada apartamento tenía un trono imperial y sus ornamentos solo se podían percibir cuando se entraba, porque las columnas estaban tan juntas que no permitían verlos. La entrada del Palacio era, como la ciudad Imperial, toda de oro. Y el apartamento imperial era tan rico en diamantes, perlas, rubíes y similares piedras preciosas que soy incapaz de enumerarlas todas. Comparada con el resto de habitaciones la Habitación Imperial del Estado parecía más magnificente. Estaba tan habilidosamente pavimentada con diamantes verdes (en este mundo existen diamantes de todos los colores) que parecía una única pieza. Las columnas estaban tan repletas de diamantes tan juntos unos de los otros que era glorioso para la vista. Entre cada columna se dibujaba un arco con unos tipos de diamantes sin par en nuestro mundo que al estar en cada uno de los arcos en varias filas parecían muchos arcoíris de muchos distintos colores. La bóveda de los arcos estaba rellena de diamantes y en el centro una piedra pre-

ciosa representaba el sol, mientras la salida y la puesta en el este y el oeste de la habitación se representaban con rubíes. Fuera de esta habitación un pasillo conducía al dormitorio del Emperador, las paredes eran de azabache y el suelo de mármol negro. El techo era de madreperla, y en él la Luna y las estrellas se representaban con diamantes blancos mientras la cama estaba construida con diamantes y piedras preciosas. Tan pronto como la dama fue presentada ante el Emperador, él la concibió como una diosa y se ofreció a adorarla, lo que ella rehusó diciendo (por entonces ella ya había aprendido bastante bien su lengua) que aunque venía de otro mundo solamente era una mortal. A esto el Emperador se regocijó, la esposó y le otorgó poder absoluto para dirigir y gobernar como quisiera todo ese mundo. Pero sus súbditos, quienes difícilmente podían ser persuadidos para creer que fuese una mortal, le otorgaron veneración y adoración como si se tratase de una deidad.

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nuestros puentes modernos son como los castillos de naipes que construyen los niños, con un piso encima de otro, construidos primero para los pájaros, y después para los hombres. Pero los suyos eran más largos y amplios por la base y después se alzaban. El más alto no excedía los dos pisos, a parte de las habitaciones bajo tierra, como sótanos y otras oficinas.

1. En el original: “Skills and arts”. 2. Prefacio a la primera edición, de 1666. 3. En el original “strange” 4. En el original “wonderful” 5. En el original: “to make her a Present to the Emperor of their World” 6. En el original: “load-stones, needle or pendolous watches.” Los tres instrumentos son para la navegación, los dos primeros para determinar la dirección y el tercero para medir la longitud. 7. En el original “Card”. 8. En el original “Artificially” 9. En el original “Lights”


IMAGINAR OTRO LUGAR Guía de lectura para El Mundo Resplandeciente de Margaret Lucas Cavendish

por M.A. Martí Escayol

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a primera edición de El Mundo Resplandeciente se publica en el año 1666. En la obra se construye “otro lugar”, un producto de la emergencia, donde la autora puede gestionar su caos coyuntural y vital, tomar las riendas del poder y desplegar toda la complejidad de una mente consciente de estar plenamente insertada en el contexto intelectual del siglo XVII. Para Europa este es un siglo situado en el período de la época moderna, entre Copérnico y Newton, entre la llegada a América, la exploración de Asia y la Revolución francesa, es el siglo de la Revolución Mecanicista, de la consolidación de los estados modernos y de la construcción de las identidades patrióticas y, sobretodo, es un siglo que obliga a imaginar. No en vano la imaginación es un componente esencial del pensamiento científico y la filosofía literaria de Margaret Cavendish. El Mundo Resplandeciente es otro mundo imaginado donde, desde la distancia de un exilio voluntario, la autora puede explorar y transformar la multiplicidad y definición de la identidad inglesa y del yo. Esta exploración se materializa narrativamente con la amalgama de viejos y nuevos géneros literarios. Si bien se ha incluido El Mundo Resplandeciente dentro del género de la utopía o de la ciencia ficción cualquier tipo de categorización es contraria a la misma filosofía científica de Margaret Lucas, el materialismo vitalista que lo impregna todo. Sus obras destilan escepticismo y ambivalencia entorno el concepto de categorización y de hecho su peculiar y consciente mezcla de géneros, más allá de responder a los recursos estilísticos de las

novelas de la época, es una oda a la imaginación y el triunfo de la heterodoxia y la subjetividad. Definir el materialismo vitalista, la base de su pensamiento científico, no es nada sencillo, como tampoco lo es contextualizar su cosmovisión en el siglo XVII, un siglo tan decisivo para la ciencia como cargado de matices. En esta cosmovisión la naturaleza es eterna, infinita y compuesta por materia animada, pensante y en movimiento. Como Francis Bacon, Thomas Hobbes y Renée Descartes es contraria al aristotelismo y al escolasticismo. Pero diverge del mecanicismo de Bacon y del dualismo de Descartes. Como la Royal Society y como Bacon considera que la ciencia debe mejorar la vida de las personas. Como Bacon defiende el uso de la imaginación en el ámbito de la razón. Pero Margaret Lucas es animista y organicista y, en ciertos puntos, el reverso del proyecto de tendencias baconianas donde la técnica ha de transformar la naturaleza. Para contextualizar su filosofía es imprescindible también tener en cuenta la influencia intelectual de su marido. Alrededor del duque de Newcastle se configura el denominado círculo CavendishNewcastle o Círculo Welbeck donde debatían, entre otros, Charles Cavendish, hermano menor del duque, Thomas Hobbes, Pierre Gassendi, Renée Descartes o Christiaan Huygens. Todos estos intelectuales estaban relacionados con el círculo de Hartlib, decisivo para la configuración científica de la época y estaban involucrados en la fundación de una de las principales instituciones científicas europeas, la Royal Society.


J.J. Grandville, "El puente entre mundos" en Un autre monde, 1844. Fuente: Carl Guderian.

Otro mundo y otro territorio El libro narra la llegada de una dama al Mundo Resplandeciente donde es esposada por el Emperador del lugar. Este territorio es otro mundo, no es el planeta Tierra del lector y del narrador. Y podríamos pensar que el mundo de la joven y bella dama es la Tierra. Pero no, la protagonista no es terrestre. Y aquí, como en otras cuestiones del libro, los dualismos se dinamitan pues de hecho no existen solo la Tierra y otros dos mundos. En realidad, los mundos son infinitos. Podemos relacionar la opción de situar la historia en otro mundo con el exilio –en un sentido amplio de la palabra- de la propia autora o con la condición de extranjera de la reina Maria Henrieta. Pero el Mundo Resplandeciente situado dentro de un universo de mundos infinitos también forma parte del debate desarrollado por Giordano Bruno, Galileo Galilei, Tommaso Campanella, Johannes Kepler, Renée Descartes y John Wilkins. Al respecto, en el prefacio Margaret Lucas escribe:

“Es la descripción de un Nuevo Mundo, no como el de Luciano ni el mundo en la luna del hombre francés sino un mundo de mi propia creación, al que he nombrado Mundo Resplandeciente”. La elección de autores es significativa. Atañe al mundo de la literatura fantástica de Luciano de Samosata del siglo II que, como el mundo de Ludovico Ariosto en el XVI, inspira la literatura fantástico-científica de viajes a la luna propia del siglo XVII como el viaje del “hombre francés”, que podría referirse o a Cyrano de Bergerac o a Pierre Borel autores respectivamente de Histoire comique des états et empires de la Lune (1656) y Voyages o Discours nouveau prouvant que les astres sont des terres habitées (1657), y a los que podríamos añadir el Somnium (1634) de Kepler o el The Man in the Moon (1638) de Francis Godwin. Como expone el historiador de la ciencia Paolo Rossi, en el siglo XVII imaginación y cosmología no son términos antitéticos. Al contrario, las “fantasías”, con sus analogías, contribuyeron de forma decisiva al cambio del curso de la historia de la ciencia.


Pero el otro mundo de Margaret Lucas también bebe de la narrativa de exploración territorial moderna. En El Mundo Resplandeciente descubrimiento territorial y creación literaria están estrechamente imbricados ya desde los prefacios. Al respecto es significativa la dedicatoria del duque de Newcastle a su esposa, donde equipara el descubrimiento de Cristóbal Colon con su creación territorial imaginaria. William Cavendish se alinea así con la narrativa que asociaba el globus materialis con el intellectualis y que inspiró, por ejemplo, a Francis Bacon para presentarse en el Novum Organum como el Cristóbal Colón de la investigación científica o a Jonh Wilkins para equiparar su hipótesis sobre una luna habitable con la incredulidad suscitada por el proyecto del navegante genovés. En el mismo sentido es relevante la retórica anti-conquista de Margaret Lucas en el prefacio y durante todo el texto, seguramente influenciada por la épica satánica británica sobre América desarrollada durante las décadas de 1620 y 1630 y donde se identifica a Satán con los conquistadores españoles. MAMUT 14

En la descripción del Mundo Resplandeciente se combinan elementos de la narrativa de viajes medievales y modernos con la narrativa de descubrimiento, exploración, conquista y la narrativa utópica. A continuación repasaremos el argumento a través de la identificación de estos géneros. La historia se inicia con un hombre que se enamora de una dama joven y bella. Por sus diferencias sociales decide secuestrarla y la embarca forzada en un barco lleno de marineros. El libro se inicia así con un tópico de la literatura clásica, el de la abducción romántica, y con uno de la literatura colonial y la literatura científica baconiana (si aplicamos una lectura ecofemenina a los textos de Francis Bacon), el de la mujer-tierra conquistable. Al embarcarse en el barco iniciamos la narrativa de viajes y pronto el barco es transportado contra la voluntad de sus tripulantes, por el viento. Se escoge así un tópico común de la épica satánica de conquista americana, el de la naturaleza como campo de batalla y en concreto el del océano como lugar dominado por Satán. William Shakespeare adapta la trascendencia del dominio del mar a la tradición inglesa en La Tempestad y en Margaret Lucas la naturaleza dominada por algún ser poderoso también es malévola, aunque solo para los hombres. Por la fuerza del mar, como el protagonista de la utopía de Johann Valentin Andreae, la dama llega al polo donde se encuentra el pasaje a otro mundo, al que solo ella pasará con vida. Todos los hombres mueren por congelación y así en el nuevo mundo solo ella (la dama

y la autora) podrá transformarse. Los hombres se congelan (en una apelación a la climatología extrema que vivía la Europa del siglo XVII en el contexto de la Pequeña Edad de Hielo), y así en principio parece que se abandona el discurso de la abducción romántica y la conquista de la mujer. La dama pasa de ser alguien abducido y conquistado a ser la única persona que llega a un nuevo mundo que, a diferencia de América no explorarán los hombres. Y es que en el mundo de Margaret Lucas las reglas del viaje son diferentes, de nada sirven las habilidades navales de los marineros y, además, este es un viaje vertical. Si Vespucio o Colon navegaron de Este a Oeste semi circunvalando la tierra, el viaje de nuestra dama es de polo a polo. Significativamente el pasaje o umbral de acceso a otro mundo es un contínuum polar referencialmente elástico, una elección coherente con el materialismo vitalista de la autora. El contínuum niega el dualismo, permite dialogar a los opuestos hasta fusionarlos y apostar por la permeabilidad en referencia tanto, por ejemplo, a los géneros literarios (ciencia y ficción), los tipos de discurso (razón e imaginación), los roles de género (femenino y masculino) y, sobretodo, en referencia a los límites entre lo real y lo irreal. Si quisiéramos arriesgarnos y entrásemos en categorizaciones de géneros literarios podríamos decir que es en este pasaje polar donde se funda la ciencia ficción. Y si quisiéramos arriesgarnos aún más diríamos que una mujer funda la ciencia ficción. Pero no lo haremos. Al llegar al nuevo territorio la dama toma el protagonismo de la narración. En el nuevo mundo por primera vez la perspectiva de la narración es la de ella. Antes, la mujer ha sido un sujeto-objeto pasivo: una mujer es vista, el hombre la secuestra, el hombre la embarca, la tormenta transporta el barco. Pero al entrar al nuevo mundo encontramos la subjetividad de la dama. Detenidos en este momento sabemos por primera vez qué ve ella: los hombres muertos. Y también podemos conocer sus sentimientos respecto la situación: “Ella, viendo a todos los hombres muertos, encontró poco consuelo en la vida. Sus cuerpos, todo este tiempo preservados por el frío extremo de la putrefacción y el hedor, empezaron ahora a descongelarse y a corromperse. Sin tener la fuerza necesaria para tirarlos por la borda se vio obligada a abandonar su pequeño camarote en la cubierta para evitar el olor nauseabundo.”


La descripción de los nativos es cercana a las caracterizaciones elogiosas del siglo XVII de las sociedades de China y Japón. Podríamos decir que es el reverso de aquella narrativa del descubrimiento de América deliberadamente tergiversadora por estar sujeta a un objetivo ideológico, el de la conquista, donde lo intencionadamente imaginado construye discursos ideológicos como el del racismo científico inventado por los criollos en el siglo XVII. Los animales antropomórficos son elogiados por ser respetuosos, amables y civilizados. Además son los científicos del Mundo Resplandeciente y con quien, después, la dama debatirá extensamente en la parte del libro más compleja. Es la parte donde se puede explorar la posición de la autora respecto el pensamiento científico de la Inglaterra del siglo XVII. Donde, por ejemplo, como en los Diálogos de Galileo y como en los objetivos fundacionales de las academias científicas de la época, el diálogo es un recurso literario a la par que método científico de conocimiento, aprendizaje y divulgación. Siguiendo con el argumento, la adaptación definitiva de la dama al nuevo territorio se consolida a través

Veamos a continuación como la llegada a este nuevo territorio permite a la autora explorar la identidad de Inglaterra y la suya propia. La Identidad inglesa A lo largo del argumento del libro Margaret Lucas fragmenta Inglaterra en tres escenarios. El Mundo Resplandeciente es otro territorio pero no deja de ser la imagen especular invertida de la convulsa Inglaterra del siglo XVII; el mundo nativo de la dama es el espejo de la Inglaterra de la guerra civil (donde en el mundo real se enfrentan realistas y parlamentarios mientras la autora vivía en el exilio); y el mundo del personaje de la duquesa de Newcastle (la escriba que aparecerá avanzado el argumento) es la Inglaterra de la Restauración. Sin duda, la obra es un análisis de la identidad inglesa. Es en esta época cuando se consolida la construcción narrativa de las identidades patrióticas. La exploración de otros territorios y la consolidación teórica y práctica de los estados modernos occidentales son procesos estrechamente ligados con el descubrimiento de las propias naciones y el desarrollo del sentimiento de identidad hacia una “patria” política. De esta manera, El Mundo Resplandeciente forma parte de la representación del propio país que desde la época elisabetiana diversos intelectuales desarrollan a través de la literatura, la corografía, la geografía, la cartografía o el arte. Esta representación es una construcción ideológica, es una ficción como lo eran las descripciones de las tierras lejanas. Y en ella hay mucho de imaginación, exageración, ilusión y, también, crítica. Como exploración identitaria la obra se inserta en el género de la utopía moderna. Como define Lewis Mumford, el tipo de utopía redescubierta junto con el Nuevo Mundo y, podríamos añadir, junto

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Como en la narrativa del descubrimiento europeo de América se describe a los nativos, “los otros”, y no por casualidad una de las especies nativas del Mundo Resplandeciente son unos animales antropomórficos, que recuerdan los monstruos de la literatura medieval. Y es relevante también la inclusión de la alteridad bidireccional, es decir, los sentimientos de los otros (como también hará Aphra Behn en la célebre Oroonoko (1688). Los otros se sorprenden y confunden a la dama, por su belleza, con una deidad. Por considerarla una diosa deciden llevarla hasta el palacio del Emperador en la ciudad llamada, significativamente, Paraíso. Es como si la dama hubiera triunfado en encontrar en otro mundo el paraíso que Colón quiso encontrar y no encontró en la Tierra.

del estudio de un idioma que es común a todos los nativos. La elección del lenguaje como método de adaptación no es casual a la luz de las propias circunstancias de la autora en el exilio y del debate de la época sobre la filosofía del lenguaje. Para Hobbes, por ejemplo, entender era un trabajo de la imaginación y necesariamente involucraba el lenguaje. Y es preciso citar aquí los numerosos proyectos elaborados durante el siglo XVII para crear una lengua de carácter universal. Entre otros proyectos de esta naturaleza destacan los de Bacon, Leibniz o Wilkins.

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Lo que ocurre entre “encontró poco consuelo en la vida” y “se vio obligada a abandonar el barco” puede ser angustia, miedo y, quizás, cierta vacilación. Todo es superado y la acción continua básicamente por lo insoportable del hedor de los hombres muertos. Ya en el nuevo mundo la narración sigue las convenciones de la narrativa de viajes. Por ejemplo, encontramos la descripción del entorno, lo que es un tópico común en los naturalistas y científicos del siglo XVII, y esta descripción está marcada por el tono de admiración y sorpresa característicos de los viajes medievales de Mandeville y Marco Polo.


la exploración europea de Asia y la determinante Reforma protestante. El Mundo Resplandeciente es un mundo pacífico, socialmente y religiosamente estable, reinado por un único Emperador y tecnológicamente avanzado. Como mundo utópico supone una crítica a ciertos aspectos de la Inglaterra que sirve de base (con recursos similares a la distopia de Londres de Joseph Hall, Mundus alter et ídem… (1607) y como utopía expone proyectos para instaurar formas de organización diferentes a las que existen en la realidad, como lo hacen las obras de Thomas More, Johann Valentin Andreae o Francis Bacon. Este otro mundo es la Inglaterra ideal para la autora. Identidad personal

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El Mundo Resplandeciente es el paraíso para una mujer noble que busca un lugar donde empoderarse y solucionar los problemas de su país y su propia historia vital. Y aquí debemos poner la palabra "problemas" en perspectiva. No debemos olvidar que estamos tratando con la obra de una mujer tremendamente rica, aunque a su regreso a Inglaterra su esposo esté endeudado, una mujer noble que se codea con la monarquía, aunque viva en la época de la Revolución inglesa, una mujer noble que puede escribir, publicar y conocer a los máximos intelectuales del momento, aún no tener con ellos intercambios epistolares. Pero, en el momento que escribe su obra ella se siente como una mujer que ha perdido a su familia durante la guerra, ha regresado a su país después de un largo exilio y es esposa de un noble endeudado. Todo es cuestión de perspectiva. Y sin duda, como se ha hecho, su obra puede calificarse de fantasía egocéntrica, de literatura compensatoria elaborada como una reacción al fracaso. Y también podríamos añadir que es un ejemplo perfecto de fantasía lacaniana (una constante en toda la producción de Margaret Lucas). En cualquier caso, como escribe en el prefacio a la primera edición de la obra: “(…) he creado un mundo por mi misma, por lo que nadie, espero, podrá culparme al tener cada cual el poder de hacer lo que desea.” Así, el Mundo Resplandeciente es el paraíso donde ella hace lo que desea: explorarse, ser la más bella, la más deseada, tener poder absoluto, salvar al rey, fundar instituciones científicas, dialogar con expertos en todas las materias y crear y destruir mundos a su antojo. El Mundo Resplandeciente es un lugar donde Margaret Lucas puede transformarse y explorarse como individuo y autora. Es un lugar donde aflora esa

autoconciencia del individuo fruto del Renacimiento que explica la emergencia en la época moderna de los diarios, las memorias personales y las autobiografías (al respecto, para entender su producción de ficción es imprescindible leer su autobiografía, A True Relation of my Birth, Breeding, and Life). Así, El Mundo Resplandeciente, como los romances de Shakespeare, es una serie de aventuras fantásticas similar a las novelas de aventuras medievales, pero teniendo como motivo de búsqueda una exploración del yo íntimamente relacionada con la definición de la autoría y la subjetividad. En la obra dos personajes son el alter ego de la autora, la Emperatriz y su escriba, la duquesa de Newcastle. Pero la Emperatriz es también, entre otros, su marido y las reinas Henrietta Maria y Elizabeth I. Y, siendo todos ellos, la dama puede reinar con un poder absoluto, puede eclipsar al Emperador como hizo Henrietta Maria con el rey (según los opúsculos críticos que corrían en la época), puede dirigir batallas como hicieron Henrietta Maria y Elizabeth I, puede hacer discursos a sus súbditos calcados a los de Elizabeth I, o también puede, como hizo su marido, teorizar sobre el ejercicio del poder o organizar tertulias científicas. El poder de lo imaginado Veamos a continuación cuatro momentos relevantes del argumento donde se explora la subjetividad y el poder de la imaginación. Primero, desde una perspectiva científica. En un momento de la novela se aborda la subjetividad y los límites de la observación cuando la Emperatriz ordena destruir los telescopios de los científicos al considerar que causan más desencuentros que encuentros en la interpretación del universo. La orden de destrucción no es como podría interpretarse una simple crítica al empirismo. La orden de destrucción es una metáfora elaborada para exigir el reconocimiento de la inevitable interferencia de la subjetividad en la investigación científica y la necesidad de la imaginación. Para Margaret Lucas la imaginación es una herramienta de la razón. Como Descartes y Hobbes confía en la mente pues, si bien el telescopio y el microscopio permiten observar el espacio o la naturaleza, siempre queda algo inobservable tanto en el espacio como en la comprensión, por ejemplo, de la óptica o el magnetismo. Y el espacio entre lo observable y lo inobservable lo ocupa la imaginación,


Segundo, desde una perspectiva literaria. En un momento de la narración se dinamita la relación entre autor, obra y personaje. Nos referimos a cuando nos damos cuenta que El Mundo Resplandeciente puede ser un lugar creado no por Margaret Lucas sino por los propios personajes del libro. El procedimiento narrativo del “mise en abyme”, del relato dentro del relato, dinamita las fronteras de lo observable y lo inobservable, del yo y el otro, de lo imaginado y lo real, del autor y el lector, de lo literario y lo literal, de la representación textual y la transformación material. Así los mundos infinitos del universo del Mundo Resplandeciente son tan infinitos como personajes puedan existir dentro de estos mundos. Esta revelación denota la compleja definición de imaginación y subjetividad subyacente en todo el texto. Pero ante todo, el mise en abyme nos constata que lo imaginado, El Mundo Resplandeciente, no tiene porque no ser real. Como expone Philip Sidney, la ficción no es igual a la mentira. Tercero, desde una perspectiva filosófica. En un momento del argumento la Emperatriz y su escriba la duquesa de Newcastle, se dedican a crear mundos a partir de diferentes modelos teóricos. En esta escena a partir de un marco mental determinado se genera una realidad y, lo que es más importante, si se cambia el marco se cambia la realidad. Así se asume que creando

Tanto la Emperatriz como la escriba crearán mundos basándose en Tahles de Mileto, Pitágoras, Platón, Aristóteles, Descartes y Hobbes. Pero a partir de la filosofía de estos intelectuales logran sociedades distópicas e insostenibles, siendo el lugar ideal el creado a partir del materialismo vitalista. Este recurso literario permite a la autora explorar el rastro material de la imaginación y remite al idealismo subjetivo filosófico, pero también al subjetivismo literario a partir del cual la literatura de ciencia-ficción posterior imaginará diferentes mundos a partir de, por ejemplo, la antropología o la estadística. Cuarto, desde una perspectiva de la teoría política. En este mundo imaginado pero real la Emperatriz lucha y consigue resguardar el poder y prestigio del rey de su país nativo ante la amenaza de otros territorios. Para hacerlo, ya avanzada la historia, la dama regresará a su mundo nativo jugando con la condición divina adjudicada por los nativos del Mundo Resplandeciente. Y así, en una gran batalla naval, la relación entre simulación, escenografía, poder y deseo son un auténtico tratado de teoría política y evocan inevitablemente a las obras de William Cavendish sobre la importancia de gestionar el espectáculo para ejercer el poder, pero también, a las críticas mascaradas cortesanas del siglo XVII, al Leviatán de Hobbes y, saltando en el tiempo, a la simulación del Mago de Oz. En definitiva, la gran batalla naval remite a esa ilusión más real que la realidad misma que Žižek encuentra en la ficción cinemática. En conclusión, con el objetivo de la exploración coyuntural y de la subjetividad la obra explosiona dualismos fusionando ciencia y ficción, realidad e irrealidad, razón e imaginación. La fusión permite convertir la imaginación en una herramienta imprescindible para repensar la historia y transformarla. La imaginación es pues, algo activo, heroico y transformador.

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Podríamos relacionar la reivindicación de la autora con la idiosincrasia de la Royal Society en ese periodo especialmente a la luz del círculo de intelectuales contemporáneos a la autora y a su marido, en particular Johann Valentin Andreae y Samuel Hartlib. A menudo se ha interpretado la institución como el origen de la compleja coyuntura de escisión de “las dos culturas”, la científica y la humanística. Al respecto, según escribió en el año 1922 Lewis Munford, Johann Andreae aconsejó a Samuel Hartlib no descuidar las humanidades en la fundación de la Royal Society, sin embargo los estatutos fundacionales limitaron el trabajo a las ciencias físicas. No obstante sería impreciso y precipitado señalar a la Royal Society como responsable de la escisión y sería simplista definir a Margaret Lucas como la abanderada en la defensa de la unión entre ambas culturas. Solo pretendemos aquí destacar su discurso en pro del uso de la imaginación y del territorio literario como método de crítica y transformación.

diferentes modelos se repiensa la misma historia. Con esta ontología la imaginación tiene el poder de cambiar el entorno a partir de la tensión dinámica entre quien imagina y su realidad.

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la abstracción, la metáfora, la analogía. En este sentido la orden de destrucción es la reivindicación del espacio de la imaginación dentro de la ciencia.


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A partir de la segunda mitad del siglo XIX empiezan a multiplicarse las revistas que entre sus páginas incluyen relatos de ciencia ficción y terror. En gran medida, el éxito de estos géneros es debido, tanto en términos de recepción como de autoría, a las aportaciones femeninas. Se trata de una tendencia particularmente evidente en Inglaterra y Estados Unidos, aunque el fenómeno se expandirá a muchos estados europeos. En América del Norte, la actividad editorial relativa a la literatura prospectiva y fantástica saldrá progresivamente de las revistas generalistas típicas del fin de siécle, para ir progresivamente fragmentándose y especializándose, sobre todo en el periodo de entreguerras, con la proliferación de revistas "pulp" donde publicaban centenares de autoras. Aquí, a modo de muestra, os presentamos cuatro cuentos de esta transición, ya que cubren un arco temporal de casi sesenta años, desde la publicación de "Una mirada hacia el futuro", relato utópico en forma de diálogo teatral escrito por Elizabeth T. Corbett en el Godey's Lady's Book en 1876, hasta "El hombre de piedra" de Hazel Heald publicado en Wonder Stories en 1932. Imagen: detalle y elaboración de la portada de Future Combined with Science Fiction Stories, Noviembre de 1950, ilustrada por Milton Luros. Fuente: www.isfdb.org



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Le Sortie de l'opéra en l'an 2000 (1902) por Albert Robida. Fuente: Library of Congress

Una mirada hacia el futuro; o, El mundo en el siglo XXIX A Glance into the Future; or, The World in the Twenty-Ninth Century por Elizabeth T. Corbett Publicado en In Godey's Lady's Book, Marzo 1879,Vol. 98, No. 585 Traducción: Raul Ciannella y M. A. Martí Escayol ©2016


Un salón de una hermosa casa en Nueva York. El mobiliario es elegante pero destaca la ausencia de caldera, rejilla de ventilación, chimenea o cualquier otra fuente visible de calor. Tampoco tiene aparatos de gas. En un lado se ve una especie de reloj o dial (aunque sin agujas ni números) empotrado en la pared y justo debajo se encuentra un elegante receptor de tarjetas. La única ocupante de la habitación es una dama sentada ante un mueble parecido a un escritorio. Aunque sus dedos se muevan con afán no está escribiendo. En este momento una joven entra y empiezan a conversar: Señorita Trevor. Bien, Edith ¿qué cuenta Georgiana ? ¿Dónde está ahora? Señora Trevor. No ha dicho mucho. He estado hablando todo el tiempo yo, y mis dedos están bastante rígidos por la fatiga. Todavía está en Alemania y propone encontrarnos allí el sábado; en el balneario, ya sabes. Srta. T. ¿El sábado? ¡Pero hoy es martes y tendremos sólo mañana para prepararnos! No creo que tengamos tiempo Edith. Sra T. Yo tampoco… Pero si cogiésemos el globo del sábado podríamos llegar el lunes por la noche

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¿Qué te parece? ¿Le digo que vamos a ir? Srta T. ¡Sí, por supuesto! (La Sra. Trevor vuelve a mover los dedos durante unos instantes y después se reclina en su silla, cansada.) Sra. T. ¡Hecho! Estoy demasiado cansada para más correos. Desearía que alguien viniese aquí a hablar con nosotras. Srta T. Por lo visto el deseo te ha sido concedido. El Dr. Renington y el profesor están en la puerta. (El dial antes mencionado se abre revelando la imagen de un caballero, mientras una tarjeta de visita cae en el receptor. Poco después, una segunda imagen sustituye a la primera y una segunda tarjeta cae en el receptor). Sra. T. Sí, ahí están, ¡es estupendo! (Ella pulsa un pequeño botón plateado. Inmediatamente las grandes puertas correderas al otro extremo de la habitación se abren, y en el vestíbulo dos sillones ascienden desde el suelo. Dos caballeros avanzan, intercambian saludos con las damas y se inicia la conversación). Profesor. Disculpe, señora Trevor, pero ¿no está su casa demasiado caliente? El calor es opresivo, una temperatura tan alta no es buena para la salud. Sra. T. A mi también me lo parece y no me lo explico. Tan solo hemos abierto un tarro de calórico desde ayer, es nuestra cuota habitual en esta época del año. Debe ser más potente de lo normal. Srta T. (riendo). Clara, me siento obligada a confesar mi fechoría… hace unas horas he volcado un tarro entero en la biblioteca y me temo que desde entonces estás sufriendo las consecuencias. Dr. Renington. Es una pequeñez, señorita Clara… No es nada comparado con lo que hizo el profesor cuando vino conmigo al Polo Norte el mes pasado. Srta T. ¡Oh Doctor! ¿Me explicará lo que pasó? Dr. R. Por supuesto… Primero capturó un oso blanco y lo llevó a bordo de la embarcación. Sra. T. ¿Vivo? Dr. R. Muy vivo, mi querida señora, como usted verá cuando le cuente lo que pasó. La bestia consiguió liberarse, irrumpió en nuestro almacén y rompió casi todos los frascos de calórico que llevábamos a bordo, antes que lo pudiéramos volver a atar. Srta T. ¿Y qué le pasó al oso? Dr. R. No tuvimos la oportunidad de castigarle como merecía ya que le sobrevino un rápido final. La inmensa cantidad de calórico tan repentinamente liberada fue demasiado para su “osidad”. De hecho, fue parcialmente asado en el acto. Srta T. ¡Oh, qué horrible! Pobrecito. Dr. R. Sería mejor que se compadeciese por las


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Prof. A pesar que cruzaban el océano en barcos de vapor, grandes, lentos y torpes, tardando ocho o diez días para hacer el viaje. Dr. R. Y consideraban cuarenta millas por hora en tren un viaje rápido. Prof. Y se valían de las clases pobres como sirvientes domésticos. Srta T. Sí, eso lo encontré muy curioso. ¿No es extraño? ¿No sabían lo suficiente como para tener criados mecánicos? Prof. No, señorita Clara. Ni ellos ni sus hijos fueron capaces de resolver este difícil problema doméstico. No fue hasta el siglo XXVI cuando se construyeron los primeros sirvientes mecánicos. Y, aún así, estaban tan mal hechos y eran tan deficientes que se usaron raramente. Se tardó casi cien años en perfeccionar la invención y producirlos así como son ahora. Srta T. A propósito de eso, tuvimos una experiencia graciosa aquí la semana pasada. Háblales sobre tu nuevo cocinero, Edith. Sra. T. Ah, es una cosa bien absurda. Pero ya que Clara lo ha mencionado, se lo tendré que contar. La semana pasada me engatusaron para que comprase un nuevo cocinero patentado, tenía tantas mejoras que me persuadió por completo. Por eso lo adquirí y le dije a Dawson, mi mayordomo, que lo pusiese en marcha en seguida. Lamentablemente, teníamos una cena esa noche, y podéis imaginar cómo me sentí cuando descubrí que todo se había echado a perder totalmente ¡Literalmente todo había quedado reducido a cenizas! Y para coronar mis miserias cuando llegó el momento

La portada de Godey's Lady's Book de 1879.

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víctimas reales, señorita Clara. Nos encontrábamos en una situación terrible. Nos quedaba tan poco calórico que nos vimos obligados a utilizarlo casi todo para derretir el hielo que atravesamos durante nuestro regreso; por lo tanto no nos atrevimos a calentar la cabina en absoluto. Por mi parte, yo estaba casi congelado, y de hecho nunca me he podido descongelar del todo desde entonces. Sra. T. ¡Vaya! Fue realmente terrible. ¿Donde ocurrió el accidente, doctor? Dr. R. En el pasaje del noroeste. Prof. Pero Renington, como dije en su momento, con esta experiencia tuviste la posibilidad de experimentar algunos de los sufrimientos de la navegación en la antigüedad, cuando nadie ni siquiera soñaba en nuestro actual método de llevar calor a latitudes frías. Sra. T. Profesor, me asombra ¿esa gente siempre se aventuraba a ir a esas regiones congeladas sin ninguna protección contra el frío intenso? Prof. Efectivamente, y soportaban increíbles dificultades al hacerlo. Dr. R. Y ahora nos dotamos de unas docenas de tarros de calor condensado y no sufrimos molestia alguna por más bajas que sean las temperaturas. Srta T. A menos que usted lleve un oso a bordo. Prof. Vamos, señorita Clara, eso es injusto. Sra. T. Dígame ¿cuándo la gente empezó a usar el calórico o calor condensado? Así, como lo usamos ahora. Prof. Hará unos doscientos años. Por cierto, el siglo XXVII fue notable para la historia del mundo. Está repleto de descubrimientos e invenciones, más o menos importantes, aunque no todos igual de llamativos. Nuestro modo actual de comunicación con los amigos ausentes se perfeccionó en ese momento. Antes, habían probado primero los telégrafos y después los teléfonos, así les llamaban. Eran artilugios engorrosos y complicados, llenos de defectos y propensos a los accidentes. Aprendieron muy lentamente la verdadera utilidad y potencia de la electricidad. De hecho, las mentes más avanzadas del siglo XIX habrían considerado increíbles algunos de los aparatos más comunes del XXIX. Pero el inventor siempre ha sido y siempre será un ser adelantado a su tiempo. Srta T. ¡Oh, profesor! Díganos más acerca de estos descubrimientos. Por favor, ¡explíquenos algo! Sra. T. Pero empiece más atrás, díganos algo sobre el siglo XIX, el que hemos estado estudiando últimamente ¡qué poco sabía la gente de esa época! Prof. ¡Y cuánto creían saber! Srta T. Sí ¡es tan cómico! Uno se imaginaría, leyendo la literatura de la época, que habían alcanzado la cumbre de la grandeza y de la sabiduría.


El "Telephonoscopio", anticipador de la "videollamada", imaginado por el ilustrador francés Jean-Marc Côté, que a partir de 1899, produjo

mite preguntarle ¿qué historia antigua ha estado leyendo últimamente? Srta T. Oh, no es una historia, ni siquiera un tratado de historia, doctor Renington. Pero un día mientras estaba mirando los libros en las Salas del Anticuario ¡conseguí este volumen tan extraño! Estaba olvidado en un rincón polvoriento, como si a nadie le interesase, y se titulaba el “Registro del Centenario”. Lo traje a casa y desde entonces Edith y yo nos hemos sumergido en él. Da cuenta de un gran festival celebrado en el año 1876 en este país, en el cual todos los habitantes se unieron para mostrar su devoción a ese gran pájaro que adoraban, el Águila Americana, creo. Dr. R. Oh, no, señorita Clara, en eso se equivoca. Los americanos antiguos no eran idólatras, y nunca adoraron el águila. Sin duda la ortografía bárbara de su viejo libro le confundió. Pero el profesor puede explicarle el objetivo de esa gran reunión mejor que yo, ¿qué era, profesor? Prof. Ciertamente no era un festival religioso. Era una de las ferias gigantescas que se consideraba impulsaban el desarrollo de las Artes y Ciencias y se celebraron en varios países de Europa durante la segunda mitad del siglo XIX, de los cuales hemos estado hablando. Nada más que eso. Sra. T. Es bueno conocer todas estas cosas, pero la verdad es que me alegro cuando pienso que no nací en una eépoca tan estúpida. Srta T. Sí, ¡así es! tenemos mucho que agradecer cuando consideramos que incómoda debe haber sido la vida en unos entornos tan básicos. Sra. T. Quería preguntar ¿disponían de algún globo para viajar en esos días? Ciertamente he leído sobre globos en la historia de la América antigua, pero

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una serie de postales ilustradas, imaginando el mundo en el año 2000.

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de preparar el café la cosa horrible se había parado totalmente, inmóvil ¡Y el atornillarlo y engrasarlo sólo empeoró las cosas! Prof. Pero ¿por qué no avisaron al fabricante o al comerciante? Sra. T. Lo hicimos. Pero cuando el fabricante vino la mañana siguiente insistió que fue Dawson quien lo había roto. Por supuesto no podía ser, ya que Dawson ha estado conmigo durante cinco años y dirige a todos los sirvientes maravillosamente, aunque tengo algunos de muy complicados. Está mi nuevo camarero con el accesorio de doble suspensión, que es una cosa bien intrincada, y Dawson lo entendió a la primera, aunque yo aún no me he atrevido y nunca me atreveré ni siquiera a ponerle un dedo encima. Srta T. Yo le puse un día un dedo encima y la consecuencia fue que vertió una botella entera de vino en mi copa, o mejor dicho encima de mi copa. Dr. R. No debe sorprender que estos accidentes puedan ocurrir a veces; lo sorprendente es que no ocurran más a menudo. Puse en marcha mi escritor-de-cartas hace no mucho tiempo para escribir una carta de condolencia y pésame a un amigo que había perdido a su esposa, pero en su lugar envió una carta de felicitación. Sra. T. ¡Vaya! Eso sí que es realmente terrible. Dr. R. Así es, señora Trevor, casi acabó con nuestra amistad. Sra. T. Pero al fin y al cabo qué son esas molestias comparado con lo desagradable de estar rodeada de sirvientes con ojos, orejas y lenguas. Quiero decir, la intimidad doméstica debió ser imposible bajo tales condiciones. Prof. Sin duda lo fue, pero la gente se vio obligada a padecer tal mal al no poder encontrar ninguna cura. Estos bárbaros civilizados se jactaban, también, de haber sometido el caballo para servirles ¿sabe que empleaban esos animales para tirar de vehículos? ¡E incluso montaban encima de ellos! Sra. T. Sí, he leído sobre eso. ¿En qué momento les surgió la idea de usar propulsores eléctricos como los nuestros? Prof. Alrededor del 2450, seguramente usted ya conoce los modelos y dibujos de las Salas del Anticuario que ilustran el caballo antiguo. Srta T. Sí, estuvimos allí la semana pasada. Parece casi increíble, pero supongo que realmente iban en esos vehículos raros, con los caballos adjuntos. Dr. R. Sin duda alguna, señorita Clara. Me per-


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no estoy segura de la fecha. Prof. Tiene usted razón. Eran parcialmente conocidos antes del año 1900, pero ese conocimiento era tan defectuoso e imperfecto que se consideraban más juguetes que medios de transporte útiles y necesarios. Por supuesto había algunos espíritus aventureros que viajaron en globo y asombraron a todos los espectadores con su temeridad. Pero el globo no fue utilizado hasta finales del siglo XXVI, casi en el XXVII. Sra. T. Qué lástima, porque sin duda es un modo muy fascinante de viajar, muy superior a ese túnel sombrío, si uno desea cruzar el océano. Dr. T. En eso discrepo con usted. Prefiero mucho más el túnel, sin considerar el tiempo que ahorras. ¿Sabe que los trenes expresos ahora hacen el viaje en tan solo treinta horas? Sra. T. Bueno, los globos sólo tardan cuarenta y ocho, y eso es lo suficientemente rápido para mí. Además, mientras estoy en ese túnel siempre me temo que las luces se agotarán y entonces… ¡Imagínense la oscuridad! Me moriría de miedo si ocurriera. Prof. No hay peligro de eso, señora Trevor. La empresa siempre incluye un suministro extra de luz con cada tren y lo pone en los tarros más prácticos que jamás haya visto. De hecho, encontré la luz demasiado intensa para mí y me vi obligado a apagarla varias veces para descansar mis ojos. Sra. T. Aún así, creo que seguiré viajando en globo; me siento mucho más segura. Srta T. Edith, eres una verdadera cobarde ¿qué habrías hecho si hubieras estado obligada a cruzar en un buque de vapor, con las olas gigantes golpeando por todos lados y amenazando con tragarse buque y pasajeros? Sra. T. Pues me habría quedado en casa, supongo, más que enfrentarme a tales horrores. Prof. Señoras, perdónenme si recuerdo a Renington que tenemos un compromiso para cenar con un viejo amigo de Charleston esta noche y el día casi ha terminado. Pero antes tenía algo para usted, señorita Clara (toma algunos paquetes pequeños del bolsillo de su abrigo). Sé que lo disfrutará. No les vi en la ópera anoche, así que les traigo algunas de las joyas. Esta aria del segundo acto está especialmente bien y apuesto a que se hará muy popular. Srta T. Oh, gracias, ¡qué amable ha sido en acordarse de mi! Estaba tan ansiosa por ir anoche, ya que era la primera representación, pero me fue absolutamente imposible… así que tener esto me ilusiona mucho. Supongamos que abrimos el aria que ha mencionado y la disfrutamos ahora ¿podría quitarle el sello, por favor? Prof. Por supuesto.

(El Profesor vuelve a coger uno de los paquetes pequeños y con cuidado rompe el sello. De inmediato una encantadora voz de soprano ejecuta una difícil aria. Todos escuchen atentamente. La voz termina.) Srta T. ¡Qué encanto! Se lo agradezco mucho. Ahora quiero pedirle un favor que esta música me ha recordado, aunque mi petición no tiene nada que ver con óperas ¿me podría dar su último discurso ante la Sociedad Histórica? El paquete que Edith compró era defectuoso. Algunas de las frases eran absolutamente inaudibles y nos sentimos muy decepcionadas. Prof. Me será un gran placer traerle uno nuevo. Pero, ¿dónde compró el suyo? Lo pregunto porque supongo que el copista debe haber utilizado un aparato defectuoso y quiero investigarlo. Sra. T. Lo compré donde voy a por todos nuestros paquetes de lecciones y música, en el nuevo Bazar. Pero creo que tendré que cambiar, me han vendido muchas cosas defectuosas últimamente. Prof. Tal negligencia es inexcusable, no sólo cada palabra y cada inflexión de la voz puede sino que debe ser dada de manera distintiva. Les aconsejo ir a la tienda de Trevelyan en el futuro. Pero ahora debemos despedirnos. Renington, nos vamos. (Los caballeros se despiden. La señora Trevor vuelve a pulsar el botón pequeño plateado, las puertas correderas se abren y reaparecen los sillones ascendiendo del suelo. Los visitantes toman sus asientos, y los sillones descienden a la sala inferior. Allí un sirviente mecánico les ofrece sus sombreros y abrigos y abre la puerta para ellos. Entran en pequeños vehículos elegantes de estilo peculiar, pulsan un botón durante unos momentos, luego se reclinan cómodamente hacia atrás y son propulsados hacia afuera.) Arriba la señora Trevor comenta: Creo que deberíamos encender las luces ahora, Clara; está ocureciendo. (La señorita Trevor se dirige a una mesa donde hay un jarrón exquisito. Levanta la tapa, y en seguida el apartamento se llena con un suave resplandor dorado. Entra el sirviente mecánico con el periódico, que coloca sobre la mesa, y se retira.)

Algunas de las tecnologías futuristas propuestas en esta "mini" utopía: Autómatas para el servicio doméstico; latas acumuladoras de calor y luz; música enlatada; escritor automático de cartas; sistema de correo a distancia (chat); coches eléctricos; interfono; tren transoceánico...


Portada de The Black Cat, mayo 1902. Fuente: Hathi Trust Digital Library


Una vampira profesional A Professional Vampire por Claire K. Alden Publicado en The Black Cat, Mayo 1902,Vol. 7, No. 8 Traducción: Raul Ciannella y M. A. Martí Escayol ©2016

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omo una más del extenso ejército de mujeres solitarias, indigente de familia, amigos y fondos, Hope Strong tuvo que decidir entre los competitivos encantos de la música, el matrimonio, el teatro, la enseñanza, el arte y los negocios. Al elegir lo último se apuntó a un curso ofrecido por una institución que prometía a sus pupilos familiarizarse con las finanzas. La promesa se cumplió a la perfección. Cuando finalmente había dominado todo el saber comercial prometido por el plan de estudios la guinda al pastel fue un breve pero decisivo curso de bancarrota. Y no fue una simulación, como lo eran las transacciones más prósperas de la escuela, sino algo muy real. Siendo breve: la institución quebró y cerró sus puertas. Al entender que la contabilidad comprendía toda la esencia de los negocios, dedicó todos sus esfuerzos a esta rama. Pero inmersa en la batalla de la vida real descubrió, sorprendida, que el número de contables competentes en busca de empleo excedía de mucho el número de empresas que deseaban tales servicios. Y después de una búsqueda desalentadora se contentó con un puesto de cajera en un pequeño restaurante, conocido por sus clientes como “el agujero en la pared.” Aunque pequeño, el restaurante estaba abarrotado a todas horas cuando Hope Strong entró a ocupar su caja. Y sus hábiles dedos se mantenían activos todo el día y buena parte de la noche para recaudar dinero mientras su lengua ágil respondía a las más o menos despreocupadas charlas frívolas de sus clientes. Su dedicación era incuestionable. Con todo, en seis meses, por alguna razón inexplicable, la clientela declinó hasta tal punto que el propietario se vio obligado a cerrar, perdiendo su entera inversión.

Mientras tanto, la señorita Strong había atraído la atención favorable de un pequeño comerciante al por menor, que almorzaba apresurado todos los días en el “agujero.” Su negocio de calzado se había incrementado de tal manera que su plantilla inicial ya no era suficiente y le era imprescindible contratar un contable profesional. Sabiendo que Hope disponía de un competente certificado como contable la contrató el día después de la quiebra del restaurante. Esta ocupación se correspondía más con sus ambiciones profesionales, así que se aplicó a la tarea con empeño. Y pronto relevó a su jefe de toda preocupación en asuntos de contabilidad. Esto permitió al propietario concentrarse por completo en el desarrollo de su comercio, el cual respondió perversamente a sus esfuerzos disminuyendo de manera alarmante, como claramente demostraban las cifras muy bien forjadas en los libros contables. Y cuanto más él se esforzaba para aumentarlo tanto más este disminuía, hasta que finalmente quebró. Su procurador definió al conjunto de libros y extractos financieros de la señorita Strong como los más bonitos y más rigurosos que jamás había visto en el curso de una experiencia bastante larga con asuntos de negocios moribundos. Además, las alabanzas de sus capacidades contables, pronunciadas durante la reunión de acreedores, impresionó tanto al representante de la gran compañía de manufactura de zapatos (con la cual la empresa en bancarrota estaba más endeudada) que fue contratada para formar parte del personal de oficina, por la reciente ampliación del edificio de la fábrica. En las espaciosas y tranquilas oficinas de la descomunal fábrica de calzados, al no tener que ocuparse


“Mujer, particularmente dotada en la destrucción de negocios o estados contables y en esparcir plagas sobre la vida en general, desea ampliar su esfera de influencia funesta. Aproveche esta excepcional oportunidad para castigar a sus enemigos personales o profesionales. Se dispone de numerosos testimonios fiables entre las quiebras de los últimos años. Dirigirse a “Vampiro”, esta oficina.” Una sola inserción de este peculiar anuncio bastó para consolidar a Hope Strong en su nueva profesión, tanto que precisó de una maleta para llevarse el tonel de cartas recibidas. Como es costumbre, todo el mundo acudió a quien se atribuyó poderes superlativamente malos. A partir de ahí el cartel en su puerta bastó para atraer a una multitud de gente con enemigos a quien castigar. Altos y bajos, robustos y delgados, hombres, mujeres y otros apenas unos niños, cada uno con un agravio que una perezosa providencia no había podido reparar. Estaba ocupada a todas horas. Un día, mientras devoraba un sándwich en horario de trabajo, poco tiempo después de embarcarse en su nueva y lucrativa carrera, la vampira profesional fue interrumpida por una llamada en la puerta seguida por la brusca entrada de un joven cuidadosamente ataviado, con barba corta y puntiaguda. Incluso sin llevar el maletín, una fisonomista tan capacitada como Hope Strong habría diagnosticado fácilmente que su visitante era un médico. Que un médico pudiese sentirse impelido a obviar su propia profesión para arruinar una vida humana sorprendió a la vampira, pero no tanto, al parecer, como el efecto que su aspecto provocó en él. “¿¡Usted destruye vidas humanas!?” exclamó, cuando finalmente ella logró identificarse como el monstruo Maléfico que él estaba buscando. “¡Es absurdo! ¡Una joven tan inocente no podría destruir ni a una ostra cruda!”

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Durante su estancia en la compañía fiduciaria dedicó a la literatura la mayor parte de su tiempo libre, cada vez más amplio a medida que ascendía en el mundo empresarial. Poemas, cuentos y ensayos brillantes sobre temas sociales se desprendían de su talentosa pluma con la rapidez y precisión de los proyectiles de una ametralladora Gatling. Los resultados no divergieron. Las publicaciones que aceptaban sus artículos inmediatamente experimentaban terribles dificultades financieras y las revistas con las cuales trabajaba regularmente se tambaleaban hasta desplomarse. Como todos bien saben, la desastrosa suspensión de la compañía financiera Bicontinental fue universalmente atribuida al pánico de 1893, pero Hope Strong se vio obligada a reconocer para sus adentros que la verdadera razón era de naturaleza muy diferente. Examinando su variada carrera en la fría y clara luz de la propia consciencia y mediante su metódico talante de contable, anotó por el lado deudor de su cuenta la quiebra de una media docena de muy prósperas empresas, desde un pequeño restaurante hasta una institución fiduciaria colosal, incluyendo dos periódicos semanales y al menos una revista prominente. Cayó en la cuenta que ella había agitado, aunque inconscientemente, una varita destructiva sobre todas estas empresas, y que ella por alguna misteriosa acción de su personalidad no era la eficiente asistente que había esperado ser y luchado por ser. Al contrario, era una vampira devoradora. Una atípica tierna conciencia de Nueva Inglaterra despertó por este descubrimiento atroz y le imploró

desistir. Ella escuchó sus mandatos y no se esforzó en buscar otro trabajo, evidentemente difícil de encontrar después de un desplome financiero. Pero cuando sus pocos ahorros estaban casi agotados, la cuestión de los recursos se hizo tan apremiante que Necesidad ganó en la lucha feroz contra Conciencia. Después de todo ¿por qué no podía aprovechar sus peculiares dones como hacen todos los especialistas en cualquier campo? ¿Por qué no alimentarse de la carne que para otros significaba veneno? Como más meditaba la idea más la poseía. Y al final decidió emplear el poco dinero que le quedaba en garantizar la inserción en los periódicos locales del siguiente anuncio:

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de nimiedades como antes, Hope Strong disponía de mucho tiempo libre. Entendió que solo profundizando en sus conocimientos de taquigrafía, mecanografía y contabilidad, podía aspirar a un ascenso hasta conseguir un puesto más deseable, como el de secretaria ejecutiva o de gerente comercial, y por consiguiente dedicó mucho tiempo a perfeccionarse aún más en esos aspectos. El resultado de su celo y aplicación fue inevitable. El fracaso de los fabricantes de Zapatos Exclusivos Para Mujeres, con pérdidas por valor de 675.000 dólares, fue difícil de olvidar en el mundo del cuero. Antes que los negocios finalizasen — para no volver nunca más – Hope Strong había, como de costumbre, caído, con ambos pies elegantemente calzados con Zapatos Exclusivos, detrás de la ventanilla de una compañía fiduciaria muy conocida, encargada de ocuparse de las exequias de la empresa de calzado.


"Después de todo ¿Por qué no podía aprovechar sus peculiares dones como hacen todos los especialistas en cualquier campo?"

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“¡Claro que sí!”, respondió la vampira, con la justa indignación de una artista menospreciada. “Basta con ver mis críticas en la prensa, aquí tiene. Lea estas fichas en el Clipping Bureau. Todos son casos míos, se lo aseguro, a estos he enviado a los tribunales de divorcio a la bancarrota, al manicomio y a la tumba. “¿Que no puedo destruir una ostra cruda? Mi estimado señor, nací vampira moral y puedo arruinar a cualquier persona en la cual centre mi influencia.” “Es una chica”, dijo el Doctor, después de sopesar debidamente las garantías de la vampira. “Una chica, hermosa como usted, que emprendió ella misma un pequeño negocio de vampira amateur tratando de destruir mi vida, dejándome plantado. Estaba comprometido para casarme con ella, y entre el día de mi boda y yo solo había el insignificante obstáculo de una renta, que esperaba con confianza razonable superar en el curso de uno o dos años. Pero ella siempre fue de carácter impetuoso y precipitado y, en breve, se casó ayer con un odiado competidor que por medio de prácticas que sería poco profesional por mi parte describir adecuadamente, está nadando, literalmente, en ese oro que hasta ahora se me ha negado. Ahora bien, si se pudiese organizar algún desastre para tomar la delantera a esta pareja indigna, no consideraré excesiva ninguna tarifa razonable.” Hope notó inevitablemente, mientras el doctor hablaba, que su pérdida no le había cegado en absoluto para apreciar sus encantos de mujer. Más allá de la característica diligente y profesional manera de tratar con los pacientes, se le adivinaba en los ojos el brillo de un cálido aprecio personal por su atractivo. Y ella se regocijó secretamente en la placentera sensación de estar arreglada y bien vestida. En este estado efusivo de ánimo fácilmente emprendió su encargo. “Evidentemente tendré que visitar a estas personas”, dijo. “Necesito saber su dirección y alguna información respecto a sus hábitos y gustos. Yo me encargaré del resto. La foto de ella está en ese reloj de bolsillo, supongo.” El Doctor, ruborizándose, se la entregó. Hope Strong, al verla, esbozó una sonrisa de satisfacción al

apreciar que la “rechazante” no era ni de lejos tan guapa como ella. Cuando estaba a punto de irse el Doctor se detuvo en la entrada. “Y si la contrato ¿no caeré yo mismo bajo su nefasta influencia?”, preguntó vacilante. “Estoy consolidando un buen consultorio.” “Esto lo hace bajo su propio riesgo,” respondió tranquilamente la vampira. “Ninguno de mis clientes ha parecido tener en cuenta esa posibilidad. Sin embargo, dejaré el caso, si lo desea. “ “¡Oh, no, en absoluto!” exclamó precipitadamente “No me abandone ahora. Siento que necesito sus servicios. Hay algo en la atmósfera de esta habitación, algo en su propia presencia, que emana esperanza. Ojalá su ocupación no fuese tan desagradable. Personalmente, me gustaría conocerla mejor.” “¡Cuidado!” dijo la vampira con picardía, apuntando a su letrero, una caldera hirviente donde se leía: “Dobla, dobla, trabajo y afán"*. “Mejor no te metas con una bruja. Aún así, de manera profesional, estaré obligada a verle de vez en cuando. Regrese el próximo jueves y le informaré sobre los progresos.” Pero el doctor More no esperó hasta el día indicado. El siguiente martes por la noche, después del horario de trabajo de la vampira él llamó. Hope Strong le recibió con cierta ansiedad. Tenía que admitir que no había logrado mucho. Visitó a su rival haciéndose pasar por una paciente y durante su visita el Doctor se cortó seriamente con un cuchillo quirúrgico y un trabajador del segundo piso aprovechó la confusión para saquear las joyas del tocador de su esposa. Pero más allá de estas minucias no ocurrió nada más. El doctor More notó su nerviosismo y preocupación. “Póngase la capa” dijo, con su manera autoritaria y profesional, “y salgamos a pasear. Debe permitirme que le recete ejercicio al aire libre.” Hope objetó. “Está muy bien recetar” dijo ella, “pero un médico no debería administrar personalmente sus remedios”.


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convirtió poco después en señora Hope More, un miembro útil de la sociedad y compañera del médico. Con el riesgo de popularizar una práctica ya generalmente reconocida por ser antihigiénica y poco aconsejable, debe señalarse como hecho científico curioso que con el primer beso de esponsales todos los rastros de la energía psíquica maligna de Hope Strong desaparecieron total y definitivamente.

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“Sin embargo, me permitirá supervisar la cura que he recomendado,” respondió el médico, tomando sus manos en una lucha simulada sobre la capa. “¡Qué manos tan pequeñas!” continuó él “¿Por qué la Providencia no me proporcionó una mano como esta?” Y suspiró considerablemente. Hope Strong se echó a reír. Fue un paseo muy agradable. Ella olvidó su funesta profesión, su fracaso y decepción, todo. Cuando al despedirse pidió disculpas por su poco éxito en el encargo del médico, él la interrumpió. “Me temo que todo es culpa mía”, dijo. “Entiendo que en estos casos es esencial la cooperación mental activa de los clientes. Y yo no le he asistido. La verdad es que no he estado pensando en la cuestión en lo más mínimo. Otra cosa entretuvo mi mente.” Y suspiró otra vez con un significado inequívoco. Este halago sutil estimuló el sentido profesional de la vampira, tanto que retomó el caso con renovado ardor. La herida en la mano del doctor rival, de una desconsiderada pequeñez, evolucionó peligrosamente. Se presagió una amputación y, aunque se evitó tal desastre, una larga enfermedad seguida de un exilio forzado al sur de California le costó perder la mayoría de sus pacientes, que pasaron en gran medida a las manos del Doctor More. Su esposa, la “rechazante”, una persona puramente mercenaria, lo abandonó, se pasó al teatro y ahora protagoniza “East Lynne” y “La mano oculta”, representadas en el circuito de pequeñas ciudades del estado de Maine. La visita del doctor More para pedir la cuenta pronto fue seguida por otra para pagarla, y por una tercera, sin razón coherente y otras más, que ocuparon el tiempo antes dedicado por la vampira en trabajar para una corriente de personas vengativas, tanto hombres como mujeres, que ahora iba disminuyendo rápidamente. Por las fiestas de Navidad la corriente de sus clientes había dejado de fluir por completo, tal vez por estar todo inundado por la sensación de benevolencia humana propia de la temporada. En Nochebuena, mientras Hope estaba pensativa oyó un extraño ruido en el salón, parecía que alguien trabajaba con herramientas. El sonido metálico continuó unos momentos, parecía proceder del exterior y para resolver el entuerto abrió la puerta. Y allí estaba el doctor, con el letrero de Hope en una mano y un destornillador en la otra. “¡Una vampira profesional!” exclamó, lanzando el letrero de cristal en el suelo y rompiéndolo. “Eres una impostora ¡Te acuso de mala práctica! Has confundido totalmente tu vocación. Sé que eres la mujer más dulce, reconfortante y portadora de buena suerte del mundo!” Así que, de esta guisa, la vampira ex-profesional se

* Se trata de las palabras mágicas de encantamiento que pronuncian las tres brujas en Macbeth (IV, 1): Double, double toil and trouble; Fire burn, and caldron bubble Dobla, dobla, trabajo y afán. Avívate, fuego, y tú, caldero, hierve.


La broma jupiterina The Jovian Jest por Lorraine Lilith Publicado en Astounding Stories of Super-Science, Mayo 1930 Traducción: Raul Ciannella y M. A. Martí Escayol ©2016

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“Y vino desde el vasto universo hasta nuestro minúsculo planeta, un radiante viajero con un mensaje y una broma.”

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a consternación se apoderó de la aldea de Elsnore cuando la Cosa Sin Nombre fue descubierta en el maizal del granjero Burns. Corrió el rumor de que se trataba de algún tipo de meteorito del espacio y reporteros, científicos interestelares y profesores universitarios se acercaron al lugar deseosos de extraerle partículas para analizarlo. Pero pronto descubrieron que la Cosa no era un meteorito ordinario, brillaba intensamente durante la noche con una luminescencia peculiar. También observaron que era prácticamente ingrávido, puesto que al posarse sobre la tierra apenas se había incrustrado unas pocas pulgadas. Cuando el primer grupo de periodistas y científicos llegó a la granja se observó claramente otro fenómeno: ¡La Cosa crecía! El granjero Burns, con ánimo de lucrarse, había construido una cerca de madera alrededor de su visitante estelar, cobraba entrada para verlo e impedía firmemente extraerle muestras o incluso tocarlo. Se criticó seriamente su actitud, pero él se aferró obstinado en la teoría que la propiedad otorga el derecho de explotación. Tres días después de la caída del meteorito el profesor Ralston de Princewell advirtió sobre su crecimiento. Sus colegas le rodearon mientras él precisaba esta

particularidad, y pronto descubrieron otro factor: ¡La pulsación! Más grande que un globo pequeño y expandiéndose gradualmente, casi imperceptiblemente, con su transparencia viscosa atravesada por luces opalescentes, la Cosa permanecía allí mientras anochecía. Y palpablemente tembló. En la oscuridad incipiente una especie de infernal radiación empezó a exudar de ella. Digo infernal, porque no existe otra palabra para describir esa espectral, sulfurosa emanación. Mientras los curiosos alrededor de la cerca temblorosamente se alejaban de la luz extraña que fluía hacia ellos y teñía sus caras de una palidez horrenda y verdosa, el hijo pequeño del granjero Burns, movido por algún diablillo perverso, hizo una cosa característicamente infantil: ¡Tomó una piedra de tamaño considerable y la arrojó justo a través de la masa sin nombre! En lugar de virar y caerse como si hubiera impactado sobre algo duro, la piedra se hundió dentro de la superficie de la Cosa como si esta fuese un charco de baba protoplástica. Cuando alcanzó la base central de la Cosa, algo salió repentinamente ondeando desde el centro hasta la circunferencia. Ondas visibles de color sensible circundaron la piedra sólida. Emanaron espadas de luz punzantes que perforaron la piedra, desmenuzándola y absorbiéndola. Cuando desapareció, sólo


Portada ilustrada por H.W.Wesso. Astounding Stories of Super Science de mayo 1930 que contiene el cuento de Lorraine Lilith. Fuente: Project Gutemberg.


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quedó un punto rojo, como un ojo inyectado en sangre, palpitando siniestramente. Antes que la muchedumbre, ahora profundamente desconcertada, pudiese comentar algo sobre esta desintegración inexplicable, acaeció una manifestación aún más horrible. La Cosa, como si hubiera sido completamente despertada y vitalizada por un inusual alimento, estrajo un tentáculo. Salió justo desde la parte más alta del globo palpitante, ondeando lentamente y anticipando la fatalidad. Dudoso, flotó unos momentos, girando, torciéndose, tanteando. Finalmente salió disparado hacia el exterior, veloz como el ataque de una serpierte de cascabel. Sin permitir escapar a la abarrotada muchedumbre, rodeó el cuello del espectador más cercano, el vaquero Bill Jones, y lo atrajo, mientras se retorcía y gritaba, hacia el núcleo rojizo. Estupefacta y aterrorizada, con su conciencia de masa prácticamente aniquilada ante un hecho sin precedentes, la multitud solo pudo emitir un quejido al unísono y aguardar el resultado. La absorción de la piedra les había puesto en antecedentes, y por un momento pareció que sus peores presagios estaban a punto de realizarse. Las lentas corrientes dibujaban círculos en la Cosa, remolinando el cuerpo de la víctima hacia el centro. El tentáculo gigante se retiró nuevamente al interior del globo y se convirtió él mismo en una corriente. Los círculos concéntricos se fusionaron apretándose y conviertiéndose en una soga reluciente que rodeó la presa desamparada. Desde la circunferencia interna de la soga se dispararon, no las espadas de la luz que habían pulverizado la piedra convirtiéndola en átomos, sino miríadas de tentáculos radiantes que agarraron el cuerpo y lo succionaron por mil lugares. Los tentáculos se retiraron repentinamente, todos excepto los que agarraban la cabeza. Éstos parecían reforzar su presión, hinchándose y palpitando con una sustancia grisácea que fluía de las ventosas a la soga y de la soga hacia el cuerpo de la masa. Sí, era algo grisáceo, una especie de esencia fumosa succionada desde la cavidad craneal. Bill Jones ya no gritaba ni chillaba, estaba tieso y rígido como una piedra. No obstante, no tenía ninguna marca visible sobre su cuerpo; su carne parecía ilesa. Rápidamente llegó el clímax tremendo: ¡Los tentáculos ondeantes se retiraron, el cuerpo de Bill Jones perdió su rigidez! Un movimiento jadeante desde el centro de la Cosa expulsó su carga ¡Y Bill Jones salió! Sí, salió y se quedó inmóbil por un momento, con la mirada vidriosa fija al frente, mirando a la nada. Cada una de las personas del tembloroso y paralizado grupo sabía por instinto que algo increíble le había sucedido. Algo se había revelado, algo hasta ahora

posible solamente en los espacios abismales del Otro Lado de las Cosas. Finalmente Jones se dio la vuelta y miró al objeto sin nombre, levantó su brazo rígida y automáticamente, como en un saludo militar. Después se giró y caminó a sacudidas, mecánicamente, en torno al globo, marchando como un soldadito de juguete. ¡Mientras tanto la Cosa se quedó quieta ¡harta! El profesor Ralston fue el primero en recuperar la voz. De hecho, el profesor Ralston siempre recuperaba su voz en los lugares más inesperados. Pero esta vez tenía escalofríos. Temblaba. “Caballeros”, comenzó, mirando académicamente de arriba a abajo a la heterogénea muchedumbre, como si dudase de lo adecuado de su saludo. “Conciudadanos”, se corrigió, “el fenómeno que acabamos de atestiguar es, para la mente no experta, inexplicable. Para mi, y para mis honorables colegas (añadió rectificando), es bastante claro. Absolutamente claro, mejor dicho. Nos hallamos ante un espécimen, un espécimen perfecto, podríamos decir, de un... Hesitó en presencia del innombrable. Su vacilación captó la atención de la multitud que esperaba sin aliento una explicación y de nuevo se centró en el inexplicable. En la fracción de segundo que sus miradas habían sido desviadas de la Cosa al profesor, el objeto había extraido otro tentáculo para agarrarlo por el cuello y cortar su frase con un horrible chirrido que sonó como un crujido mortal. Huelga decir que el repugnante proceso que había convertido Bill Jones de un humano a un vacío autómata fue repetido con el profesor Ralston. Sucedió como antes, demasiado rápidamente para intervenir, demasiado repentinamente para que las mentes de los espectadores pudiesen librarse de la parálisis de una pesadilla sin precedentes. Pero cuando la víctima fue lanzada a la superficie, cuando fue expulsada vaciada de la esencia grisácea fumosa, un tentáculo todavía agarraba su cuello, mientras que otro descansaba directamente encima de su cabeza. Este último tentáculo, en lugar de absorber de él, vertió visiblemente en él lo que parecía un chorro filiforme de luz violeta. De cara a la audiencia encogida por el miedo, con mirada vidriosa, aún paralizado por lo incognoscible, el profesor Ralston hizo una cosa increíble. ¡Reanudó su discurso en el punto exacto de la interrupción! ¡Pero habló con el tono apagado de una máquina, una máquina accionada por la voluntad de un dictador, inhumano e inexorable! “Lo que ven antes ustedes”, la voz continuó, la voz que ya no repetía los pensamientos del profesor, “es lo que ustedes llamarían una ameba, una ameba gigante. Soy Yo, esta ameba, que se dirige a ustedes, hijos de un universo alienígena. Yo a través de este instru-


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mento expresivo que he capturado cuya extraña lengua podéis entender, explicaré mi presencia en vuestro planeta. Vierto mis pensamientos en este cerebro-caja especializada que he previamente vaciado de su pobre contenido reflexivo". Aquí los “honorables colegas” se dieron maliciosos codazos. "Le he vaciado con finalidad de análisis y así el flujo de mis propias ideas pueden pasar de mi mente a la vuestra sin ninguna distorsión que pudiera de otra manera ser causada por el conflicto con los pensamientos de este individuo.” “Primero absorbí el contenido del cerebro de este ser quién ustedes llaman Bill Jones, pero encontré su instrumento mental inasequible. No estaba técnicamente preparado en el uso de vuestras palabras y no podía expresar con corrección mi mensaje. Él posee lo que ustedes llamarían “inteligencia natural,” pero no ha perfeccionado el cerebro mecánico para que esta “inteligencia natural” puede transmitirse a otros y ser aplicada para obtener ventajas prácticas.” “Ahora bien, la criatura que estoy utilizando está, como podríais decir, repleta de sonido sin sentido. ¡Su cerebro es un trastero en el cual ha amontonado una conglomeración de ingeniosas y apropiadas palabras con las cuales disfrazar la penuria de sus ideas, con las cuales no expresa nada! Con todo, esa misma abundancia de material en su trastero proporciona a una

mente cultivada unas excelentes herramientas para el traslado de sus ideas hasta otras mentes.” “Que sepáis, pués, que no estoy aquí por accidente. Soy un viajero del espacio, un explorador procedente de un super-universo cuya evolución procede de la línea de vuestra ameba. Vuestra evolución, como percibo de un análisis del contenido cerebral de vuestro profesor, inició su desarrollo de manera similar al nuestro. Sin embargo en vuestro sistema más pequeño, ajustado menos perfectamente que el nuestro al mecanismo cósmico, ocurrieron una serie de cataclismos. De hecho, vuestro sistema planetario fue en sí mismo el resultado de una catástrofe, o de lo que pudo haber sido una catástrofe, si los dos grandes soles hubiesen chocado visto que sus acercamientos provocó el origen de vuestros planetas. De este accidente colosal, raro, indudablemente, en los anales de las estrellas, nació una infinita cadena de accidentes, una cadena de la cual este espécimen, este profesor, y la especie que él representa, es uno de los eslabones más débiles.” “Vuestra infinita variedad de especies se debe directamente a la variedad de adaptaciones necesarias requeridas por esta sucesión de accidentes. En el super-universo del cual vengo, tales desarreglos de la maquinaria celestial simplemente no ocurrieron. Por esta razón, nuestra evolución se ha desplegado armo-

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Ilustración original por John Fleming Gould. Fuente: Project Gutemberg.


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niosamente a lo largo de una sola línea de desarrollo, mientras que la vuestra se ha ramificado en diversas y grotescas expresiones del Principio Vital. Vuestra supuesta manifestación más alta de este principio, a saber, vuestra propia especie, se caracteriza por una gran cantidad de órganos especializados. A través de esta misma especialización de funciones, sin embargo, habéis perdido vuestra inmortalidad individual, y ha ocurrido que solamente vuestra corriente vital es inmortal. La célula primordial es intrínsecamente inmortal, pero la muerte es una consecuencia de la especialización.” “Nosotros, los seres de este universo ameba, somos individualmente inmortales. No tenemos ningún órgano altamente especializado que pueda averiarse bajo la tensión del ambiente. Cuando deseamos un órgano, lo creamos. Cuando ya ha lo hemos usado, lo retiramos. Extraemos nuestros tentáculos y nos acercamos aquello que deseamos. Si se destruye un tentáculo, sacamos otro.” “Nuestro universo es hermoso, más allá de los sueños de vuestros poetas más inspirados. Mientras que vuestros paisajes, aunque encantadores, son inmóviles, inmutables excepto bajo esfuerzos hercúleos. Los nuestros son protéicos, eternamente cambiantes. Con nuestra propia sustancia, construimos nuestros minaretes de luz, perforando la aura del infinito. Bajo las órdenes de nuestras voluntades creamos, preservamos, destruimos, solamente para construir otra vez más gloriosamente.” “Sacamos el sustento de los primates, al igual que vuestras plantas, y substituimos constantemente la base electrónica de estos primates con nuestras propias emanaciones, de una manera similar a como vuestras plantas nitrogenadas revitalizan vuestra tierra. Mientras creamos y retiramos órganos a voluntad, no tenemos nada que se corresponda con vuestros cinco sentidos. Adquirimos conocimiento desde un único sentido solamente ¿O debería decir un super sentido? Vemos y oímos y tocamos y probamos y olemos y sentimos y conocemos, no a través de un único órgano, sino a través de nuestra estructura entera. La fuerza

homogénea de nuestra omni-sustancia somete el mundo plural al proceso de una poderosa unidad.” “Podemos disolver nuestros cuerpos a voluntad, conservando solamente el átomo permanente de nuestro ser, la semilla de la vida soltada en el suelo de nuestro planeta por una inteligencia infinita. Podemos propulsar esta semilla indestructible en rayos de luz por las profundidades del espacio. Podemos visitar el universo más lejano a la velocidad de la luz, puesto que la luz es nuestro medio de transporte. Al llegar a vuestro pequeño mundo, he consumido millones de años, porque mi mundo está a millones de años luz: con todo, para mi raza un millón de años es como uno de vuestros días.” “Al llegar a cualquier destinación dada, podemos construir nuestros cuerpos con los elementos del planeta extranjero. Adquirimos nuestro conocimiento de las condiciones de cualquier planeta dado absorbiendo el contenido reflexivo de los cerebros de algunos miembros representativos de su raza dominante. Cada mente bien equilibrada contiene la experiencia de la raza, la esencia de la sabiduría que el alma de la raza ha adquirido durante su residencia en la materia. Hacemos de este conocimiento parte de nuestro propio pensamiento, y así el universo yace antes nosotros como un libro abierto.” “Al final de cada experimento después de la absorción del pensamiento, devolvemos la materia mental al cerebro de su poseedor. Recompensamos a nuestro sujeto por su turbación momentánea vertiendo en su cuerpo nuestra excelente vitalidad. Esto alarga su esperanza de vida inmensurablemente, literalmente quemamos de su sistema los gérmenes de enfermedades reales o incipientes que contaminan la circulación sanguínea.” “Esto, creo, concluirá mi explicación, una explicación a la cual vosotros tenéis derecho, como raza en la cual la inteligencia está amaneciendo. Pero tenéis todavía un largo camino por recorrer. Vuestros canales de pensamiento están lamentablemente bloqueados y entrecruzados con complejos absurdos e inhibitorios que obstruyen el verdadero progreso. Pero lo solucio-

Nuestro universo es hermoso, más allá de los sueños de vuestros poetas más inspirados. Mientras que vuestros paisajes, aunque encantadores, son inmóviles, inmutables excepto bajo esfuerzos hercúleos, los nuestros son protéicos, eternamente cambiantes.


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de la luz hasta desaparecer. Toda esta improbable ocurrencia podría haber sido despachada como un caso raro de delirio colectivo, ya que tales casos no son desconocidos en la historia, si no hubiese sido por sus convincentes repercusiones. La culminación de una serie de coincidencias tan alarmantes como ridículas y trágicas finalmente enfrentaron a los hombres con un hecho indiscutible, a saber: que Bill Jones había emergido de su bautismo ardiente dotado de las competencias de pensamiento propias del profesor Ralston, mientras que el profesor fue obligado a seguir penosamente adelante con las exiguas habilidades educativas de Bill Jones. De esta irónica manera el viajero del espacio había dejado la prueba indiscutible de su visita rindiendo un tributo a la inteligencia natural y haciendo una broma jupiterina sobre el bien educado bufón, una limpia transposición. Un Colón de un universo más vasto y bondadoso se había tomado una breve pausa para conocer la historia de nuestro minúsculo sistema. Nos trajo un mensaje desde las más remotas ciudadelas de la vida y se fue otra vez en su viaje aeonico desde lo eterno hacia lo eterno. MAMUT

nareis, porque la chispa divina que pulsa a través de nosotros, del universo más grande, pulsa también a través de vosotros. Esa chispa, una vez encendida, no puede extinguirse nunca, nunca podrá ser tragada otra vez por el cieno primitivo.” “No hay nada más que yo pueda aprender de vosotros, nada más puedo enseñaros en la etapa actual de vuestra evolución ¡Pero tengo un mensaje para vosotros! Un pensamiento con el cual despedirme ¡Seguid adelante! Estáis en el camino correcto, las estrellas están sobre vosotros, su luz destella en vuestras almas el lema de los soles federados más allá de las fronteras de vuestros pequeños mundos beliguerantes ¡Seguid adelante!” La voz se extinguió como el repique de una gran campana retrocediendo en distancias inmensurables. Los tonos arrogantes del profesor se habían rendido al dulzor y a la luz de la gran mente en cuyo instrumento él se había convertido momentáneamente. Se cargó finalmente de una resonancia dorada que parecía resonar a lo largo de vastos, ilimitados pasillos más allá de las más lejanas fronteras del tiempo. Apenas la voz se difuminó hasta el silencio sepulcral, la heterogénea multitud, movida por un impulso común, inclinó sus cabezas como si orase. El gran globo palpitó y brilló a través de sus profundidades concientes como un mar de joyas líquidas. Entonces el tentáculo que agarraba el profesor lo tiró hacia el núcleo chispeante. Simultáneamente otro brazo se extendió hacia fuera y agarró a Bill Jones, que, durante la extraña conferencia, había cesado su marcha de soldadito de juguete y se había parado a escuchar atentamente. Los cuerpos de ambos hombres dentro del núcleo fueron rodeados una vez más por la corriente única. De ella salieron otra vez los tentáculos, succionando sus cabezas, pero esta vez la esencia fumosa fluyó en ellas, y con la esencia fluyó un minúsculo chorro filamentoso de luz violeta. Entonces vino el movimiento jadeante donde las corrientes luminosas cogieron a los dos hombres y los expulsaron, ilesos pero visiblemente dotados de un semblante resplandeciente de vida. Sus caras brillaban intensamente y sus ojos se iluminaron con una luz que seguramente no pertenecía a este mundo. Entonces, ante los ojos mismos de la maravillada gente, el gran globo empezó a menguar. Las luces de joyas se intensificaron, concentradas, fusionadas, hasta que finalmente quedó solo un único punto no más grande que la cabeza de un alfiler, pero cuyo fulgor era, no obstante, ardiente e intensísimo. Entonces repentinamente el punto se elevó hacia los cielos, girando, sumergiéndose y volteando como diciendo adiós, y finalmente salió disparado a la deslumbrante velocidad


El hombre de piedra Man of Stone por Hazel Heald (colaboración no acreditada de H.P. Lovecraft) Publicado en Wonder Stories, Octubre 1932,Vol. 4, Nº 5 Traducción: Raul Ciannella y M. A. Martí Escayol ©2016

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en Hayden siempre fue un tipo obstinado. Cuando supo que existían esas extrañas estatuas en las montañas Adirondacks no pudo evitar ir a verlas. Hemos sido íntimos amigos durante años. Somos inseparables, como Damón y Fintias. Por esta razón cuando Ben finalmente decidió ir, nada impidió que le acompañase, como un fiel perro collie. “Jack”, dijo, “¿conoces a Henry Jackson? El que vivía en una choza más allá de Lake Placid, para tratar esa mancha bestial en su pulmón. Bueno, regresó el otro día casi curado. Y tenía por explicar muchas historias extrañas y diabólicas de por ahí arriba. Todo fue muy repentino y no estaba seguro de si solo se trataba de unas estatuas extrañas o el caso iba más lejos. La cuestión es que me contagió su inquietud. Según parece un día salió de caza y encontró lo que parecía un perro delante de una cueva. Cuando esperaba el ladrido volvió a mirarlo y pudo ver que no se trataba de un animal vivo. Era un perro de piedra. Pero de una forma tan perfecta, con unos pelos tan finos, que no podía discernir si era una estatua esculpida con una habilidad extraordinaria o un animal petrificado. Temía tocarlo pero al hacerlo notó que era piedra. Unos momentos después se armó de valor para entrar en la cueva, y allí tuvo un sobresalto aún ma-

yor. Un poco más adentro encontró lo que parecía otra figura de piedra, pero esta tenía forma de hombre. Estaba tumbado, de lado, vestido y con una peculiar sonrisa en su cara. Esta vez Jackson no se atrevió a tocar nada. Se largó directamente hacia la aldea de Mountain Top. Evidentemente preguntó, pero no sacó nada en claro. Entendió que el tema era delicado pues las gentes del lugar solo sacudían sus cabezas, cruzaban los dedos y murmuraban algo sobre un tal ‘Dan el loco’, quienquiera que fuese. El asunto sobrepasó a Jackson y decidió regresar a casa semanas antes de lo previsto. Como me conoce y sabe lo que me gustan las cosas extrañas me lo contó todo. Y yo, curiosamente, me acordé de algo que enlazaba bastante bien con su historia: “¿Te acuerdas de Arthur Wheeler? El escultor realista a quien la gente empezó a llamar “el fotógrafo tridimensional”. Creo que lo conociste un poco. Bueno, de hecho, él también acabó en esa parte de las Adirondacks. Pasó mucho tiempo por allí y luego desapareció. Y nunca se volvió a saber nada de él. Ahora bien, si justo por allí empiezan a aparecer estatuas de piedra parecidas a hombres y perros, me parece que podría tratarse de su trabajo, a pesar de lo que digan o no digan sobre ello la gente de allí. Naturalmente un tipo con los nervios de Jackson puede alterarse con cosas como esas, pero


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yo habría investigado más antes de salir corriendo. De hecho, Jack, yo voy ahora mismo a echar un vistazo, y tú te vienes conmigo. Sería muy interesante encontrar a Wheeler o alguno de sus trabajos. Además, el aire de la montaña nos hará bien.” De esta manera, pocos días más tarde, emprendimos un largo viaje en ferrocarril y autobús, y, después de disfrutar de un paisaje impresionante, llegamos a Mountain Top. Era una radiante y soleada tarde de junio. La aldea tan solo tenía unas pequeñas casas, un hotel y un almacén donde nuestro autobús se paró. Supusimos que en el almacén podríamos obtener información. Y así fue, el típico grupo de holgazanes estaba congregado en los escalones del edificio y cuando nos presentamos como convalecientes en busca de un ambiente saludable no tuvieron problemas en recomendarnos varios alojamientos. En principio no teníamos previsto hacer ninguna investigación hasta el día siguiente. Pero Ben percibió la locuacidad senil de uno de los zarrapastrosos holgazanes. Así que no pudo resistirse y se aventuró a preguntar con cautela algunas cosas vagas. Conociendo la experiencia de Jackson, sabía que habría sido inútil comenzar preguntando sobre las extrañas estatuas así que se arriesgó en mencionar a Wheeler. Dijo que era un conocido nuestro y que estábamos interesados en su paradero. El grupo pareció inquietarse cuando Sam dejó de tallar formas en una madera con el cuchillo y empezó

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Así Frank R. Paul retrata Hazel Heald en Wonder Stories

a hablar, pero no tuvieron muchas razones para alarmarse. Aquel viejo montañés descalzo y decadente se angustió cuando escuchó el nombre de Wheeler y no fue fácil para Ben sacarle algo coherente. “¿Wheeler?” finalmente dijo, con un hilo de voz. “Oh, si. Ese tipo se pasaba todo el tiempo volando rocas para esculpir estatuas. Así que lo conocíais ¿eh? Bueno, no hay mucho que decir y quizás ya he dicho demasiado. Vivió un tiempo en la cabaña de Dan el loco, en las colinas, pero no por mucho tiempo. Se lo ventilaron pronto… mejor dicho, Dan lo echó. El tipo se camelaba a la mujer de Dan hasta que el viejo diablo se enteró. Supongo que ella se dejaba... Pero se largó de repente y nadie le ha vuelto a ver el pelo. Dan le debió dejar las cosas claras ¡Un mal tipo para tenerlo en contra, ese Dan! Mejor mantenerse lejos de ahí, muchachos, no hay nada bueno en esa parte de las colinas. Dan cada día está de más mal humor y ya no se ve por aquí. Tampoco a su mujer. Supongo que la ha atado corto para que nadie más le eche el ojo.” En cuanto Sam volvió a su navaja y su madera, después de algunas observaciones más, Ben y yo nos miramos. Nos pareció una pista que merecía ser seguida. Decidimos alojarnos en el hotel, donde nos instalamos inmediatamente y planificamos una inmersión en el montañoso país salvaje para el día siguiente. Salimos al amanecer, cada uno llevaba una mochila cargada de provisiones y las herramientas que consideramos podríamos necesitar. En el día que despertaba corría un estimulante aire acogedor bajo el cual se sentía una débil amenaza siniestra. El camino áspero de la montaña enseguida se volvió empinado y sinuoso, así que pronto nos empezaron a doler los pies. Después de unas dos millas abandonamos el camino, cruzamos un muro de rocas a nuestra derecha, cerca de un gran olmo, y nos desviamos en diagonal hacia una empinada ladera, siguiendo el mapa y las indicaciones que Jackson había preparado para nosotros. Era un camino arduo y espinoso, pero sabíamos que la cueva no quedaba lejos. Al final, casi de repente, llegamos a la apertura. Era una grieta negra, escondida entre los arbustos, donde la tierra subía bruscamente. Y a su lado, cerca de un pequeño charco, se alzaba rígida, una pequeña figura, como si luchara contra su propia repulsiva petrificación. Era un perro gris, o la estatua de un perro. Cuando nuestra respiración agitada cesó, nos quedamos sin saber que pensar. Jackson no había exagerado lo más mínimo, era imposible de creer que la mano de un escultor hubiera esculpido con tal perfección. Cada pelo del magnífico pelaje del animal parecía único, y los del lomo estaban erizados como si algo desconocido lo hubiese sorprendido. Ben, finalmente, tocó la delicada


"Ben no estaba preparado para lo que vio cuando iluminó esos rasgos pétreos. Su grito fue totalmente justificado y yo no pude evitar hacer lo mismo cuando me acerqué y también lo vi."

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piel pedregosa con cierta ternura y al instante exclamó: “Por Dios, Jack, esto no puede ser ninguna estatua. Mira, todos los pequeños detalles, y la forma del pelo… ¡Esto no es obra de Wheeler! Es un perro de verdad, aunque sólo el cielo sabe cómo acabó así, como si fuera de piedra. Acarícialo tu mismo ¿crees que quizás algún tipo de gas extraño pueda salir de la cueva y producir esto? Nos deberíamos haber informado más sobre las leyendas locales. Y si esto es un perro real, o era un perro real, el hombre de ahí dentro también ha de ser real.” Con una buena dosis de auténtica solemnidad, casi pavor, entramos a gatas por la boca de la cueva. Ben iba el primero. La entrada medía menos de un metro y después la gruta se expandía en todas direcciones para formar una cámara húmeda y crepuscular repleta de escombros y detritos. Durante un rato pudimos ver poco, pero en cuanto nos levantamos y los ojos se adaptaron a la oscuridad, empezamos a divisar una figura recostada entre lo tenebroso del lugar. Ben buscó su linterna, pero dudó un momento antes de iluminar la figura. Estaba bastante claro que esa cosa pétrea había sido un hombre, y la idea nos inquietó. Cuando finalmente Ben apuntó con el rayo eléctrico vimos que el objeto estaba de espaldas a nosotros. Claramente era del mismo material que el perro, pero vestía con restos podridos, y no petrificados, de una basta ropa de deporte. Preparados para un impacto, nos acercamos muy lentamente para examinarlo. Ben se acercó por el otro lado para vislumbrar el rostro escondido. Ben no estaba preparado para lo que vio cuando iluminó esos rasgos pétreos. Su grito fue totalmente justificado y yo no pude evitar hacer lo mismo cuando me acerqué y también lo vi. No es que fuera

algo horrible o intrínsecamente espantoso. Simplemente fue por el impacto de reconocerlo. Sin la menor sombra de duda esa figura de roca fría con su expresión medio asustada, medio amarga, tiempo atrás había sido nuestro viejo conocido, Arthur Wheeler. El instinto nos hizo huir. Salimos de la cueva, tambaleándonos y arrastrándonos, y descendimos la cuesta sinuosa hasta que ya no pudimos ver el siniestro perro de piedra. No sabíamos qué pensar, nuestros cerebros se removían entre conjeturas y temores. Ben, que había conocido bien a Wheeler, estaba particularmente alterado, y parecía estar juntando algunos cabos sueltos que a mi se me habían escapado. Cuando pasamos por la verde ladera repetía una y otra vez “¡pobre Arthur, pobre Arthur!. Pero no fue hasta que murmuró “Dan el loco” cuando recordé los problemas que habían tenido justo antes de su desaparición. Dan el loco, insinuó Ben, se alegraría al verlo de esa manera. Por un momento se nos pasó por la mente que el celoso anfitrión podría haber sido el responsable de la presencia del escultor en esa aciaga cueva, pero la idea desapareció tan rápido como había llegado. Lo que nos causaba más perplejidad era explicar el fenómeno ¿qué tipo de emanación gaseosa o de vapor de minerales podía haber forjado ese cambio relativamente tan súbito? Estaba absolutamente fuera de toda lógica. La petrificación era un proceso químico de remplazo y, por lo que sabíamos, era lento, requería de un largo periodo para concluirse. Pero aquí teníamos dos formaciones de piedra de seres con vida tan sólo unas semanas antes, por lo menos en el caso de Wheeler. La conjetura fue inútil. Claramente, solo podíamos notificarlo a las autoridades y dejar que otros averiguasen lo que pudieran. Sin embargo, en algún recóndito lugar de la cabeza de Ben persistía la idea de Dan el loco. Cuando nos dirigimos hacia la carretera Ben no giró hacia la aldea. Miró hacia arriba, donde estaba la cabaña de Dan, según había dicho el viejo Sam. Era la segunda casa desde la aldea, había farfullado el viejo vago, y quedaba a la izquierda, muy lejos de la carretera, entre un espeso bosque de robles. Antes de darme cuenta Ben ya me estaba arrastrando por la carretera arenosa, más allá de una granja desastrada, y nos adentramos en un territorio que cada vez era más agreste. No se me ocurrió protestar, pero sentí como en mi interior crecía cierta amenaza a medida que desaparecían los indicios de agricultura y civilización. Finalmente se abrió a nuestra izquierda un camino estrecho y descuidado, mientras se asomaba el techo puntiagudo de un edificio sórdido y sin pintar más allá de un matorral de árboles medio muertos. Supuse que se trataba de la cabaña de Dan el loco. Y me preguntaba por qué Wheeler había elegido para establecerse un lugar


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llamar la atención, había un libro de notas delgado y maltratado, sujeto por un gran embudo de lata. Ben se acercó para leerlo. Era una especie de diario o conjunto de entradas fechadas, escritas por una mano insegura y poco habil. Las primeras palabras captaron mi atención, y antes de pasar diez segundos él ya estaba devorando ese texto irregular, y yo lo imité ávidamente mirando por encima de su hombro. Mientras leíamos nos trasladamos a la atmósfera menos repugnante de la habitación contigua, allí se nos aclararon muchas cosas mientras temblábamos por una mezcla de emociones complejas. Esto fue lo que nosotros, y más tarde el juez de instrucción, leímos. El público ha recibido la versión tergiversada y sensacionalista de la prensa popular. Pero aun así ni se acerca lo más mínimo al terror genuino que la versión original nos proporcionó mientras intentábamos descifrarlo a solas en esa cabaña mohosa entre las colinas salvajes, con dos monstruosas anormalidades pétreas acechando en el silencio sepulcral de la habitación contigua. Cuando terminamos Ben guardó el libro en su mochila, con un gesto casi de repulsión, y sus primeras palabras fueron: “Vámonos de aquí.” MAMUT

como ese. Aunque temía andar por el camino hostil y lleno de matorrales no me quedé atrás cuando Ben avanzó con rapidez y empezó a golpear vigorosamente la puerta destartalada y roñosa. Nadie respondió a los golpes, y algo en sus ecos me produjo escalofríos. Ben, sin embargo, estaba absolutamente imperturbable, y empezó a rodear la casa buscando alguna ventana abierta. La tercera que probó, en la parte trasera de la triste cabaña, parecía medio abierta, después de un enérgico salto pudo colarse al interior y desde allí me ayudó a entrar. La habitación en la que aterrizamos estaba llena de bloques de granito y piedra caliza, herramientas de cincelar y modelos de arcilla. Inmediatamente nos dimos cuenta que se trataba del antiguo estudio de Wheeler. Hasta ahora no habíamos encontrado ninguna señal de vida, pero por encima de todo flotaba un endemoniadamente siniestro olor polvoriento. A la izquierda una puerta abierta conducía a la cocina situada en el lado de la chimenea de la casa y Ben se dirigió allí con la intención de encontrar cualquier explicación sobre el destino de su amigo. Estaba delante de mí cuando cruzó el umbral, como me tapaba no pude ver lo que le detuvo y le obligó a emitir un leve grito de horror. Cuando logré verlo repetí su grito instintivamente, como lo había hecho en la cueva. Porque aquí en esta cabaña, lejos de cualquier profundidad subterránea que podría criar extraños gases y extrañas mutaciones, había dos figuras pétreas que no podían haber sido producto del cincel de Arthur Wheeler. Delante de la chimenea, en un rústico sillón estaba atada con un largo látigo de cuero la figura de un hombre, desaliñado, anciano y con una mirada de insondable horror en su malvada cara petrificada. En el suelo, a su lado, estaba la figura de una mujer agraciada, con una cara que desprendía considerable juventud y belleza. Su expresión parecía ser de satisfacción sardónica y cerca de su mano derecha distendida había un cubo grande de metal, algo manchado en el interior con un sedimento negruzco. Ni intentamos acercarnos a esos cuerpos inexplicablemente petrificados ni pudimos hacer ningún tipo de conjeturas. No cabía ninguna duda que esa pareja pétrea habían sido Dan el loco y su esposa, pero el saber como habían acabado en el estado actual era otro tema. Al observar temerosamente el escenario entendimos que las circunstancias debieron desarrollarse de forma repentina. Todo lo que allí había, a pesar de la densa capa de polvo, denotaba que lo acontecido les sorprendió en medio de las más comunes actividades cotidianas. La única excepción a esa cotidianidad estaba en la mesa de la cocina. En el centro, despejado adrede para

Portada de Wonder Stories de Octubre 1932, ilustrada por Frank R. Paul. Fuente: Comic Book Plus


En silencio y nerviosos nos apresuramos en llegar a la parte delantera de la casa, abrimos la puerta y salimos para emprender el largo camino de regreso a la aldea. Durante los días siguientes tuvimos que dar muchas explicaciones y contestar a muchas preguntas. Y estoy seguro que ni Ben ni yo jamás pudimos desprendernos de los efectos de esa angustiosa experiencia. Tampoco pudieron algunas de las autoridades locales y los periodistas de la ciudad que acudieron allí, a pesar que quemaron cierto libro y los papeles encontrados en las cajas del ático y destruyeron muchos de los aparatos que estaban en lo más profundo de esa cueva siniestra. Sea como fuera aquí está el texto en cuestión:

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5 de noviembre. Mi nombre es Daniel Morris. Por aquí me llaman ‘Dan el loco’ porque creo en ciertos poderes en los que ya nadie cree. Cuando subo a Thunder Hill para celebrar la Fiesta de los Zorros piensan que estoy loco. Lo piensan todos, excepto los aldeanos de aquel lugar, ellos me temen. Tratan de evitar que sacrifique la Cabra Negra en vísperas de Halloween y siempre me impiden hacer el Gran Rito que abriría la puerta. Deberían ser más sensatos, porque saben que soy un Van Kauran por parte de madre, y cualquiera por este lado del río Hudson puede decir lo que los Van Kauran han dejado en herencia. Descendemos de Nicholas Van Kauran, el mago, ahorcado en Wijtgaart en el año 1587. Y todo el mundo sabe que él había pactado con el Hombre Negro. Los soldados nunca lograron encontrar el libro de Eibon cuando quemaron su casa, y su nieto, William Van Kauran, se lo trajo consigo cuando llegó a Rensselaerwyck y cuando más tarde cruzó el río hacia Esopus. Pregunten a cualquiera en Kingston o Hurley sobre lo que los descendientes de William Van Kauran pueden hacer a la gente que se cruza en su camino. También, pregunten si mi tío Hendrik logró conservar el libro de Eibon cuando lo echaron de la ciudad y llegó con su familia, remontando el río, hasta este lugar. Estoy escribiendo esto, y voy a seguir haciéndolo, porque quiero que se sepa la verdad después de mi desaparición. Además temo realmente que enloquecería si no escribiera las cosas tal y como son. Lo tengo todo en mi contra, y si sigue así tendré que utilizar los secretos del libro y evocar ciertos poderes. Hace tres meses el escultor Arthur Wheeler llegó a Mountain Top, y lo enviaron aquí por ser yo el único hombre de la zona que sabe algo más aparte de trabajar el campo, cazar y desplumar a turistas en verano. El tipo parecía interesado en lo que tenía que decir y hicimos un trato para que se quedase aquí por trece dólares a la semana,

comidas incluídas. Le ofrecí la habitación trasera contigua a la cocina para sus bultos de piedra y su cincelado y acordamos con Nate Williams que se ocuparía de la voladura de las rocas y de acarrear las piezas grandes con un carro y un buey. Eso fue hace tres meses. Ahora sé por qué a ese maldito hijo del infierno le gustó en seguida este lugar. Para nada fueron mis palabras, sino la apariencia de mi esposa Rose, que es la hija mayor de Osborne Chandler. Es dieciséis años más joven que yo y siempre hace ojitos a los chicos de la ciudad. Pero siempre nos las hemos arreglado bastante bien hasta que vino esa rata sucia, aunque ella siempre se resistió en ayudarme con los ritos de Roodmas y Hallowmass. Ahora veo que Wheeler está trabajando para seducirla y que ella se está encariñando tanto de él que apenas me mira. Supongo que tarde o temprano intentará fugarse con ella. Pero trabaja lento como todos los perros taimados y refinados y tengo mucho tiempo para pensar en qué hacer al respecto. Ninguno de los dos siquiera sabe que sospecho algo, pero en breve sabrán qué comporta romper el hogar de un Van Kauran. Les prometo que lo que haré será algo muy novedoso. 25 de noviembre. ¡Día de acción de gracias! Parece una buena broma, pero ciertamente tendré algo que agradecer cuando termine lo que he empezado. Sin duda Wheeler está tratando robarme a mi mujer. Por el momento, sin embargo, voy a dejar que siga siendo un huésped de honor. La semana pasada saque del ático el libro de Eibon del viejo baúl del tío Hendrik y estoy buscando algo bueno que no requiera de sacrificios difíciles de hacer por aquí. Quiero algo que acabe con estos dos furtivos traidores pero que no me cause problemas. Si tuviese incluso un toque de drama, mucho mejor. He pensado evocar la emanación de Yoth pero precisa de sangre de niño y debo ser cuidadoso con los vecinos. El Decaimiento Verde promete, pero sería bastante desagradable tanto para mí como para ellos. Hay ciertas cosas que no me gusta ni ver ni oler. 10 de diciembre. ¡Eureka! ¡Por fin lo tengo! La venganza es dulce ¡Y este es el clímax perfecto! Wheeler, el escultor !Esto es demasiado bueno! Sí, de hecho, ese maldito farsante va a producir una estatua que ¡se venderá más rápidamente que cualquier otra de las cosas que ha tallado estas últimas semanas! Un realista ¿eh? Muy bien ¡A la nueva estatua no le faltará realismo! He encontrado la fórmula en un manuscrito añadido en la página 679 del libro. Juzgando por la letra creo que fue escrito por mi bisabuelo Bareut Picterse Van Kauran, el que desapareció de New Paltz en 1839. ¡Iä! ¡Shub-Niggurath! ¡La Cabra de los Diez Mil Retoños!


¡Iä! ¡Shub-Niggurath! ¡La Cabra de los Diez Mil Retoños!

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a nadie se le ocurre ir por allí en invierno. Cortaré leña para justificar mi ausencia. Una o dos cargas deberían bastar para engañarlos. 20 de enero. Es más difícil de lo que pensaba. Todo depende de usar las proporciones exactas. Llegaron los instrumentos de Montreal, pero tuve que hacer otro pedido para adquirir mejores balanzas y una lámpara de acetileno. Estoy despertando la curiosidad entre los del pueblo. Ojalá la oficina de correo expreso no estuviera en la tienda de Steenwyck. Estoy probando varias mezclas con los gorriones que beben y se bañan en el charco delante de la cueva cuando no está congelado. A veces los mata, pero otras se echan a volar. Está claro que me he saltado alguna reacción importante. Supongo que Rose y ese presumido están aprovechando mi ausencia, pero puedo permitirme dejarlos. Sin duda conseguiré tener éxito. 11 de febrero. Lo conseguí ¡por fin! Puse una porción recién hecha en el pequeño estanque, que está bien descongelado hoy, y el primer pájaro que lo bebió se desplomó como si le hubiesen disparado. Lo recogí un segundo más tarde, y era una perfecta pieza hecha de piedra, incluso sus más pequeñas garras y plumas. Ni un músculo ha cambiado desde que bebió, por lo que debió morir el mismo instante en el que la poción llegó a su estómago. No me esperaba que la petrificación fuera tan instantánea. Pero un gorrión no es una prueba correcta para calcular como actuaría con un animal de gran tamaño. Debo conseguir algo más grande para probarlo, porque debe tener la potencia adecuada cuando se la administre a esos cerdos. Supongo que Rex, el perro de Rose servirá. Me lo llevaré conmigo la próxima vez y le diré que un lobo lo mató. Ella le quiere mucho, y no me arrepentiré de darle un aperitivo antes de la hora de la verdad. Tengo que vigilar donde escondo este libro. Rose a veces curiosea en los lugares más insospechados. 15 de febrero. ¡Preparándome! Lo probé sobre Rex y funcionó de maravilla con sólo doblar la potencia. Preparé el charco y le convencí para beber. Pareció saber que algo raro le había ocurrido, se le erizó el pelo y gruñó, pero se convirtió en un pedazo de piedra antes de poder girar la cabeza. La solución debería haber

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Dicho claramente, he hallado la manera de convertir a esas ratas miserables en estatuas de piedra. Es absurdamente sencillo y realmente depende más de simple química que de Potencias Exteriores. Si puedo conseguir los elementos correctos puedo preparar una bebida que pasará por ser vino casero, y un solo trago podría acabar con cualquier ser más pequeño que un elefante. Sería como una especie de petrificación infinitamente acelerada. Rellena todo el sistema de sales de calcio y bario y reemplaza las células vivas con materia mineral tan rápidamente que nada puede detenerlo. Debe haber sido una de esas cosas que el abuelo consiguió en el gran Sabbat en Sugar-Loaf por las montañas de Catskill. Allí solían ocurrir cosas extrañas. Creo que oí hablar de un hombre en New Paltz, Squire Hasbruck, que se convirtió en piedra o algo así en 1834. Era un enemigo de los Van Kauran. Lo primero que debo hacer es comprar los cinco elementos químicos que necesito en Albany y Montreal. Después tendré mucho tiempo para experimentar. Cuando todo habrá terminado ¡reuniré a todas las estatuas y las venderé como obras de Wheeler para pagar sus deudas como huésped! Siempre fue un realista y un egocéntrico. Sería natural para él hacerse un autorretrato en piedra y usar a mi esposa como modelo para otra figura. En realidad, ¿no es lo que ha estado haciendo durante los últimos quince días? ¡Confío en que el estúpido público no preguntará de qué cantera vino la extraña piedra! 25 de diciembre. Navidad ¡Paz en la tierra y todo eso! Estos dos cerdos se miran el uno al otro como si yo no existiera. ¡Deben pensar que estoy sordo, mudo y ciego! El sulfato de bario y el cloruro de calcio llegaron de Albany el jueves pasado, y los ácidos, catalizadores e instrumentos llegarán desde Montreal en cualquier momento. Las cosas de palacio… ¡y todo eso! Haré las pruebas en la cueva de Allen cerca de la parte baja del bosque y al mismo tiempo sin esconderme haré el vino en la bodega de aquí. Debería haber alguna excusa para ofrecer una nueva bebida, aunque no necesitaré de mucho planeamiento para engañar a esos dos bobos enamorados. El problema será hacer que Rose tome vino, ya que dice que no le gusta. Cualquier experimento en animales lo haré allí en la cueva,


Ilustración original de Frank R. Paul para The Man Of Stone de Hazel Heald. Fuente: Comic Book Plus.

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sido más fuerte y para un ser humano debe ser mucho más fuerte. Creo que ahora le estoy pillando el truco y estoy casi listo para ese otro perro, Wheeler. El líquido parece insípido, así que para estar seguro lo mezclaré con el vino nuevo que estoy haciendo en casa. Ojalá estuviera más seguro sobre su insipidez, así se lo podría dar a Rose en el agua sin pedirle que bebiera vino. Me cargaré a los dos por separado. A Wheeler aquí y a Rose en casa. Acabo de preparar una solución fuerte y he quitado todos los objetos extraños de la cueva. Rose lloriqueó como un perrito cuando le dije que un lobo

mató a Rex, Wheeler vomitó mucha compasión. 1 de marzo. ¡Lä R’lyeh! ¡Alabado sea el Señor Tsathoggua! ¡Por fin tengo al hijo del infierno! Le dije que había encontrado un nuevo saliente rocoso con piedra caliza quebradiza yendo hacia la cueva, ¡y él siguió trotando como el perrito faldero que es! Tenía el líquido con sabor a vino en una botella en mi cadera, y él aceptó un trago cuando llegamos aquí. Se lo tragó en un segundo y se desplomó antes que usted podría contar tres. Pero adivinó que me estaba vengando, porque le eché una mirada que no pudo esquivar. Vi la mirada


la estatua! Fui a la cueva esta mañana y todo está bien allí. A veces oigo los pasos de Rose en el ático, y creo que se están haciendo más y más pesados. El líquido funciona seguro, pero es demasiado lento. No es lo suficientemente fuerte. A partir de ahora voy a aumentar la dosis. 11 de marzo. Es muy extraño. Todavía está viva y se mueve. El martes por la noche la escuché intentando abrir una ventana, entonces subí y le di un buen latigazo. Ella parece más esquiva que asustada, y sus ojos se ven hinchados. Pero nunca podría saltar hasta el suelo desde esa altura y no tiene nada por donde poder descender. He tenido pesadillas por la noche, oír en el techo como arrastra lentamente los pies me pone nervioso. A veces creo que intenta forzar la cerradura de la puerta. 15 de marzo. Sigue viva, a pesar de aumentarle la dosis. Todo esto es muy extraño. Ahora solo se arrastra y ya casi no se oyen pasos. Pero el sonido de su gatear es horrible. Además, hace ruido en las ventanas y hurga en la puerta. Tendré que poner punto y final con el látigo si esto sigue así. Tengo mucho sueño. Me pregunto si Rose se puso en guardia. Pero ella debe de tomar el líquido. Esta somnolencia es anormal, creo que el esfuerzo me afecta. Tengo sueño...” (Aquí la cursiva se pierde en un garabato vago pasando a ser una letra más firme, evidentemente femenina, que revela una gran tensión emocional.) 16 de marzo. 4 a.m. Esta anotación es de Rose C. Morris, a punto de morir. Por favor notifiquen a mi padre, Osborne E. Chandler, ruta 2, Mountain Top, N.Y. Acabo de leer lo que ha escrito la bestia. Sospechaba que él había matado a Arthur Wheeler y me lo ha confirmado la lectura de este terrible cuaderno. Ahora sé

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Nadie sabrá nunca lo que pasé siendo su esposa. No era simplemente crueldad, aunque Dios sabe que era lo suficientemente cruel y a menudo me golpeaba con un látigo de cuero.

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de comprensión en su rostro mientras colapsaba. En dos minutos era piedra sólida. Lo arrastré dentro de la cueva y volví a poner la figura de Rex afuera. Esa forma de perro erizado ayudaría a ahuyentar a la gente. Se acerca la temporada para los cazadores de primavera y además, hay un maldito enfermo de los pulmones llamado Jackson en una cabaña sobre la colina que se pasa el día fisgoneando por la nieve. ¡No quisiera que mi laboratorio y almacén se encontrasen! Cuando llegué a casa le dije a Rose que Wheeler había recibido un telegrama en el pueblo y le pedían volver a casa de inmediato. No sé si ella me creyó o no pero no importa. Para evitar sospechas empaqué las cosas de Wheeler y las saqué de casa diciéndole que iba a enviárselas. Las escondí en el pozo seco de la casa abandonada de Rapelye ¡Ahora le tocaba a Rose! 3 de marzo. No puedo hacer beber vino a Rose. Espero que esa cosa sea bastante insípida para pasar desapercibida en el agua. Lo he intentado en el té y el café, pero se precipita y no puede utilizarse de esa manera. Si lo uso en el agua tendré que reducir la dosis y confiar en una acción más gradual. El señor y la señora Hoog nos visitaron este mediodía, y me costó bastante evitar alargar el tema de la partida de Wheeler. No debe correr la noticia que lo requirieron en Nueva York cuando todo el mundo en la aldea sabe que no llegó ningún telegrama, y que no subió a ningún autobús. Rose se está comportando de una manera bastante extraña con todo el asunto. Tendré que provocar una pelea y encerrarla en el ático. Para que se enfade lo mejor sería pedirle que beba el vino envenenado, y si lo hace, mucho mejor. 7 de marzo. He empezado con Rose. No quiso beber el vino así que cogí un látigo y la hice subir al ático. No volverá a bajar viva nunca más. Le paso un plato de pan y carne salada y un cubo con agua algo alterada, dos veces al día. La comida salada debería provocarle sed, y no puede pasar mucho tiempo antes de que haga efecto. No me gusta la manera como grita sobre Wheeler cuando estoy en la puerta. El resto del tiempo se mantiene absolutamente callada. 9 de marzo. Es malditamente extraño lo lento que es conseguirlo con Rose. Voy a tener que hacerlo más potente, probablemente no lo notará con toda la sal que le estoy dando. Bueno, tengo un montón de otras opciones. ¡Pero me gustaría resolverlo con este limpio plan de


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como me libré. Noté el sabor raro del agua, así que no tomé más tras el primer sorbo. Lo tiré todo por la ventana. Ese primer sorbo me había casi paralizado, pero aún puedo moverme. La sed era terrible, pero comí tan poca carne salada como pude y fui capaz de conseguir un poco de agua por donde el techo goteaba. Hubo dos aguaceros. Pensé que estaba tratando de envenenarme, aunque no sabía qué tipo de veneno era. Lo que ha escrito sobre nosotros es una mentira. Nunca fuimos felices juntos y creo que me casé con él sólo bajo el efecto de uno de sus hechizos. Supongo que nos hipnotizó tanto a mi padre como a mi, ya que siempre fue odiado y temido y sospechoso de pactos oscuros con el diablo. Mi padre una vez le llamó pariente del diablo, y tenía razón. Nadie sabrá nunca lo que pasé siendo su esposa. No era simplemente crueldad, aunque Dios sabe que era muy cruel y a menudo me golpeaba con un látigo de cuero. Era más, mucho más de lo que nadie nunca podrá entender. Era una criatura monstruosa y practicaba todo tipo de ceremonias infernales que se remontan al linaje de su madre. Él intentó hacer que le ayudase en los ritos, y no me atrevo ni siquiera a insinuar lo que eran. Yo no lo hacía, así que él me golpeaba. Sería blasfemia contar lo que intentó obligarme a hacer. Puedo decir que era un asesino incluso entonces, porque sé lo que sacrificó una noche en Thunder Hill. Era sin duda el pariente del diablo. Intenté huir cuatro veces, pero siempre me atrapó y me golpeó. Además, tenía una especie de control sobre mi mente e incluso en la de mi padre. Sobre Arthur Wheeler no tengo nada de que avergonzarme. Llegamos a amarnos uno al otro, pero sólo de manera honorable. De él recibí el primer trato bueno desde que dejé a mi padre, y quería ayudarme a salir de las garras de ese demonio. Mantuvo varias conversaciones con mi padre y trató de ayudarme a huir hacia el oeste. Después de mi divorcio nos habríamos casado. Desde que ese bruto me encerró en el ático he planeado salir y acabar con él. Siempre conservé el veneno durante la noche por si lograba escapar, lo encontraba dormido y se lo podía dar de alguna manera. Al principio se despertaba fácilmente cuando intentaba forzar la cerradura de la puerta y comprobaba el estado de las ventanas, pero después comenzó a cansarse más y a dormir más profundamente. Siempre me enteraba cuando dormía por sus ronquidos. Esta noche dormía tan profundamente que forcé la cerradura sin despertarlo. Fue difícil conseguir bajar con mi parálisis parcial, pero lo logré. Lo encontré aquí con la lámpara encendida, durmiendo con la cabeza apoyada sobre la mesa, donde había estado escri-

biendo este libro. En la esquina estaba el largo látigo de cuero con el cual tan a menudo me había golpeado. Lo utilicé para atarlo a la silla para que no pudiese mover ni un músculo. Le sujeté el cuello para poder verter cualquier cosa en su garganta sin que se resistiese. Se despertó justo mientras estaba acabando y supongo que vio en seguida que no tenía nada que hacer. Gritaba cosas espantosas e intentó recitar fórmulas místicas, pero le hice callar con un trapo del fregadero. Luego vi este libro en el que había estado escribiendo, y me detuve a leerlo. El impacto fue terrible, casi me desmayé cuatro o cinco veces. Mi mente no estaba preparada para ese tipo de cosas. Después hablé con ese demonio durante dos o tres horas seguidas. Le dije todo lo quería decirle a lo largo de los años que había sido su esclava, y muchas otras cosas que tenían que ver con lo que había leído en este libro horrible. Estaba casi púrpura cuando acabé y creo que deliraba. Entonces saqué un embudo de la despensa y lo metí en su boca después de sacarle la mordaza. Él sabía lo que iba a hacer, y no podía evitarlo. Había bajado el cubo de agua envenenada y sin ningún tipo de escrúpulos vertí casi la mitad por el embudo. Debía ser una dosis muy fuerte, porque casi al instante vi como ese bruto empezaba a endurecerse y a volverse de un color pétreo grisáceo y apagado. En diez minutos ya era de piedra sólida. No podía soportar tocarle, pero el embudo de lata tintineó de una forma horrible cuando lo saqué de su boca. Ojalá pudiera haber dado a ese hijo del diablo una muerte más lenta y dolorosa, pero sin duda esta fue la más adecuada que podría haber tenido. No hay mucho más que añadir. Estoy medio paralizada y con Arthur asesinado no tengo motivos para vivir. Voy a completar la obra bebiendo el resto del veneno después de colocar este libro donde pueda ser encontrado. En un cuarto de hora seré una estatua de piedra. Mi único deseo es ser enterrada al lado de la estatua que fue Arthur, cuando la encuentren en esa cueva donde la dejó el demonio. El pobre y fiel Rex debería yacer a nuestros pies. No me importa lo que le pase a ese diablo de piedra atado a la silla...”


Micronomic贸n 1


#3 EL CÓMIC

ANNABEL LEE por Julian Peters

Inspirado en el poema omónimo de Edgar Allan Poe MAMUT 46

Julian Peters es un dibujante de cómics e ilustrador procedente de Montreal, Quebec. Sus adaptaciones de poemas en viñetas han aparecido en numerosas antologías y revistas. En 2014 completó un máster en historia del arte con una tesis enfocada en la influencia de los cómics sobre ciertos escritores y artistas de la vanguardia de los años sesenta y setenta. De madre italiana, Peters pasó la mayor parte de su infancia en el Lago de Orta, Piemonte, donde empezó a desarrollar su pasión por los cómics y a cultivar su sensibilidad artística, inspirándose en los grandes artistas europeos: de Hugo Pratt a Andrea Pazienza, de Edmond Baudoin a Emmanuel Guibert, sin olvidar las pasiones infantiles por Disney y Hergé. Además, el arte de Peters está empapado también de los grandes ilustradores de finales de XIX como Aubrey Beardsley, Arthur Rackham y Edmund Dulac. El rasgo más peculiar de Peters reside en su interés por realizar proyectos que integren comic y literatura, un ejemplo del cual es la maravillosa traslación a viñetas de Annabelle Lee, el último poema completo escrito por Edgar Allan Poe, a quien ya rendimos un homenaje gráfico en el primer número de esta revista. De Peters nos impresiona la aparente sencillez con la cual captura el momento perfecto de cada verso, por ello no hemos querido traducir el texto en las viñetas. Sin embargo, en la página que sigue tendréis la traducción del poema compuesta por el poeta, traductor y editor catalán Fernando Maristany i Guasch publicada en La cien mejores poesías (líricas) de la lengua inglesa (1918). Os aconsejamos que no os perdáis los trabajos de Julian Peters para apreciar su arte, su versatilidad estilística y sus múltiples intereses en el campo literario y artístico.

http://julianpeterscomics.com/


It was many and many a year ago,

Muchos, muchos años atrás,

In a kingdom by the sea, That a maiden there lived whom you may know By the name of ANNABEL LEE; And this maiden she lived with no other thought Than to love and be loved by me.

En un reino junto al mar turquí vivía una doncella a quien quizá conozcáis, llamada Annabel Lee, que tenía en la vida un único afán: amarme y ser amada por mí.

I was a child and she was a child, In this kingdom by the sea: But we loved with a love that was more than love— I and my ANNABEL LEE; With a love that the winged seraphs of heaven Coveted her and me.

Aunque no éramos más que niños, en el reino junto al mar turquí, nos amábamos con un amor tan pleno, yo y mi Annabel Lee, que los alados serafines del cielo lo codiciaban para si.

And this was the reason that, long ago, In this kingdom by the sea, A wind blew out of a cloud, chilling My beautiful ANNABEL LEE; So that her highborn kinsman came And bore her away from me, To shut her up in a sepulchre In this kingdom by the sea.

Fue por esta razón que, tiempo atrás, en el reino junto al mar turquí de una nube sopló un viento que heló a mi hermosa Annabel Lee. Entonces llegó su patricio tutor y la separó de mí para encerrarla en un sepulcro en el reino junto al mar turquí.

The angels, not half so happy in heaven, Went envying her and me— Yes!—that was the reason (as all men know, In this kingdom by the sea) That the wind came out of the cloud by night, Chilling and killing my ANNABEL LEE.

Los ángeles, infelices en el cielo ulterior; nos envidiaban a ella y a mí, y fue por eso (como saben todos en el reino junto al mar turquí) que de esa nube nocturna un viento sopló hasta helar a mi Annabel Lee.

But our love it was stronger by far than the love

Pero era tanto más fuerte nuestro joven amor

Of those who were older than we— Of many far wiser than we— And neither the angels in heaven above, Nor the demons down under the sea, Can ever dissever my soul from the soul Of the beautiful ANNABEL LEE:

que el de toda la gente de allí, que el de gente mayor y más sabia, ¡oh, sí! que ni los ángeles del cielo ulterior ni los demonios bajo el mar turquí podrán separar mi alma del alma de la hermosa Annabel Lee.

For the moon never beams, without bringing me dreams Of the beautiful ANNABEL LEE; And the stars never rise, but I feel the bright eyes Of the beautiful ANNABEL LEE; And so, all the night-tide, I lie down by the side Of my darling—my darling—my life and my bride, In the sepulchre there by the sea, In her tomb by the sounding sea.

Pues la luna, al brillar; me invita a soñar en la hermosa Annabel Lee; y al salir los luceros veo los ojos certeros de la hermosa Annabel Lee; y así paso, tendido a su lado, las noches, velando a mi amada, mi amor; mi consorte, en su sepulcro junto al mar turquí, el mar que ruge por ella y por mi.

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ANNABEL LEE Traducción de Fernando Maristany

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ANNABEL LEE Versión alternativa publicada en 1859








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Casa con muñecas por David Roas ©2015

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ariquita Pérez, Polilla, Nikito, Maricris, Loretín... Mientras escucha la interminable retahíla de ridículos nombres, Pablo trata inútilmente de reprimir la angustia que siempre le han provocado las muñecas antiguas. Ajena a su sufrimiento, Marta no se contenta con ir señalándolas mientras recita sus nombres, sino que toma de las estanterías algunos ejemplares selectos y se los va pasando para que pueda apreciarlos mejor. Pablo casi no se atreve a tocarlos. Su piel brillante, sus mofletes sonrosados, el tacto casi natural de sus cabellos, sus bocas pintadas… Los ojos es lo que menos puede soportar de las muñecas. Ojos muertos de mirada fija, pero, al mismo tiempo, con algo detestablemente humano. Muchas llevan conmigo desde niña. Son mis confidentes, mis amigas. Ojalá pudiera llevármelas cuando salgo de casa, pero son ya tantas mis pequeñinas… Pablo da un respingo. Dos horas antes, Marta le había parecido una mujer ingeniosa y divertida, no la chiflada que tiene ante sí. La cara que pone al hablar de sus pequeñinas, la forma en que las acaricia (a una incluso la ha besado) antes de dárselas, resulta inquietante. Aunque quizás está exagerando: la aprensión es mala consejera. Se siente injusto por pensar así. Coleccionar esas siniestras muñecas no es menos raro que atesorar figuritas de la Marvel, como hace uno de sus amigos, cuarentón como él. Pero el Capitán América, Batman o la Cosa no dan miedo. Y las pequeñinas de Marta son muchas. Demasiadas. Mientras sostiene cada uno de los ejemplares el tiempo justo antes de devolvérselos con una forzada mueca que intenta parecer una sonrisa de aprobación, Pablo sólo piensa en arrojarlos al suelo y pisotearlos sin piedad, aplastar sus cándidas caritas, sus ojos inertes. Gisela, Bimbo, Lili, Maricela, Estrellita…

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Para Patricia Esteban Erlés


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En el pub, Marta se le ha adelantado al proponerle que la acompañe a su casa. Está muy cerca, allí podemos tomar una última copa con más tranquilidad. Entre trago y trago, han empezado a besarse en el sofá del salón. Entonces, Marta se ha levantado y lo ha cogido de la mano. Ven, tengo una sorpresa para ti. Con una sonrisa, Pablo la ha seguido sin rechistar. No mentía: la sorpresa ha sido total. En la habitación debe haber más de un centenar de muñecas, metódicamente dispuestas en dos filas de estanterías que recorren sus cuatro paredes. Unas llevan anticuados vestiditos de calle; otras, ropa escolar, inmaculados camisones, relamidos trajes de baño; también hay algunos bebés. Grotescas miniaturas humanas sentaditas en sus baldas. Todas mirando hacia la cama. Yo no puedo follar aquí. Un pensamiento que se contradice con la excitación que siente al contemplar el imponente cuerpo de Marta. Mientras se quita la ropa, ésta sigue con su inagotable salmodia –Pirri, Chelito, Cayetana, Mirinda…-, que termina con un Todo lo comparto con ellas que Pablo no escucha, perdido en sus apetitosas curvas. Antes de tumbarse, Marta retira con delicadeza dos muñecas que hay sobre la cama. Mis preferidas. Siempre las tengo cerca, dice antes de colocarlas junto a la lámpara de la mesita de noche. Pablo se desnuda incómodo ante las repletas graderías. Está tentado de decirle –fingiendo bromear- que podrían hacerlo a oscuras, o volver al cómodo sofá del salón. Donde sea, pero lejos de la horda de muñecas. Se calla. La solución más fácil es no mirarlas. Recorre a ciegas el soberbio cuerpo de Marta. Aunque no puede evitar –cuando cambian de posición y de caricias- que se le escape algún vistazo fugaz hacia las estanterías. Las muñecas siguen ahí (pensamiento infantil), sentaditas en sus gradas. Una legión de diminutos jueces vigilando, inmóviles y en silencio, lo que ocurre sobre la cama. El miedo puede más que la curiosidad y cierra los ojos. No vuelve a abrirlos hasta que han terminado. Hacerlo con los ojos cerrados ha añadido una interesante y desconocida sensación, extrañamente placentera. Como si anular la vista hubiera potenciado el resto de sus sentidos. Marta no tarda en quedarse dormida. Pablo aprovecha la ocasión para apagar la lámpara, evitando rozar los cuerpos de las dos preferidas. Protegido por la penumbra que crea la pálida luz que proyectan las farolas de la calle, recorre con la mirada los estantes. Las

muñecas parecen cuervos posados ordenadamente en sus ramas (piensa en Tipi Hedren). Esperan y observan. Debe ser un efecto de la escasa luz, pero sus miradas ya no le parecen indiferentes. Molesto, cubre su cuerpo desnudo con la sábana. Cierra los ojos de nuevo y trata de apartar de su mente esa idea ridícula. Dormir será lo mejor. Aunque también podría largarse de allí, volver a su casa sin muñecas. Pero eso le parece poco educado. Un rato después –debe de haberse quedado dormido sin darse cuenta- se despierta al notar unas suaves caricias en su pene. Como Marta no dice nada, él decide continuar con el juego y no abre los ojos. Prefiere concentrarse en la placentera sensación que no tarda en provocar que su pene se anime de nuevo. Mantener los ojos cerrados también le evita volver a ver el horrible enjambre de muñecas acomodadas en la doble tribuna. Las mínimas caricias vienen acompañadas de rápidos y delicados roces con la punta de la lengua, que ahora le parece áspera como la de un gato. Su excitación aumenta. La experta boca de Marta le da pequeños mordisquitos que él nota –imposibles- en varias zonas de su pene a la vez. El inmenso placer está alterando sus sentidos. Nunca le habían hecho algo así. En el momento del orgasmo, Pablo abre los ojos. A su lado, Marta duerme con una plácida sonrisa. Levanta la vista: en las hileras de muñecas descubre varios lugares ominosamente vacíos. Las preferidas de Marta ya no están sobre la mesita de noche. Pablo cierra de nuevo los ojos y salta de la cama. No recuerda haberlos abierto para recoger su ropa, vestirse y lanzarse corriendo a la calle. No ha vuelto a ver a Marta, ni siquiera la ha telefoneado. Pero conforme pasan los días, siente la irreprimible necesidad de quedar con ella. Podría fingir que todavía le gusta y llamarla. Proponerle una cita en su casa. Regresar a la habitación de las muñecas. Una vez más. Sólo una vez más.


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ratura la Literatura y Lite de ía or Te de or critor y profes rige el Grupo de celona, 1965) es es donde también di a, on el rc Ba de DAVID ROAS (Bar a tico/Brumal. om ción sobre lo Fantás Universidad Autón ga la sti ve en In da de ra ta pa vis Re om C umal. ntástico (GEF) y Br Estudios sobre lo Fa the Fantastic. reeditado de un necio (1996; Research Journal on os ch di s Lo os at el rr 07; y de cuentos y micro cuarto, Palencia, 20 os es en en m (M lú s vo no s ia lo tid co de Es autor 10), Horrores nador del VIII lia, Nueva York, 20 ma, Madrid, 2010; ga pu Es de as in ág (P para e-book, Digita s (Micrópolis, sione Intuiciones y delirios Lima, 2009), Distor s, e , re o) ito añ l Ed de or s ad to rr en Bo cu sta del XII Madrid, 2014; finali or libro español de ej a, m m al pu l Es ni te de Se as io in ág da para Prem nidos a Incaland® (P nto (1996; reedita ve rie en ng Bi sa y ) de 12 loi lu 20 , Ce rú Lima, Pe o las novelas yonet, 2013). Es mbién ha publicad ala (Candaya, Avin ko l de gia te tra es Premio Setenil). Ta La .d.a., Málaga, ueva York, 2011) y s de un arponero (e N ne , cio lia ta ita igi ed D M , as ok ic bo íst enumbra y de crónicas humor ntástica: Zona de pe ro fa lib a l iv de at r rr to na au su én de tambi antología o de aparecer una , Lima). 2008). Está a punt gel San Miguel SAC án rc A l ria to di (E ticos destacan: gías, entre las que otros cuentos fantás lo to an as rs ve di cogidas en última generación, aciones han sido re rativa española de ar N s. te an ut M Algunas de sus narr .), ía del relato ds Francisco Ferré (e rturbaciones . Antolog Pe an ), Ju d. y (e a el eg rt ng O Re lio oz Ju tología del uñ 07; Juan Jacinto M res-Suárez (ed.), An 20 nd , A ba ne do Ire ór ; C , 09 ce 20 , ni o entren Bere adrid Salto de Página, M is Cáceres (ed.), N , al Lu tu e ac rg l Jo ño ; pa 12 es 20 , o rid 12; y fantástic 11), Cátedra, Mad Babel, Ecuador, 20 20 6de 90 ca (1 te l io ño bl pa Bi es La microrrelato a Stephen King, , Madrid, 2014. en español tributo 992-2012), Cátedra (1 al 1408 / Antología al tu ac l ño pa es d.), Cuento lo fantástico Ángeles Encinar (e destacar : Teorías de be ca s yo sa en s su ca Nueva, e ura fantástica, entr influencias (Bibliote at e er ión lit pc en ce a Re st . ali ña ci pa Es española Espe tico en la cultura 2001), Hoffmann en ás , nt fa rid ad lo M , de os s br ne Li íge atura (Arco/ illa al horror. Los or Allan Poe y la liter av r ar ga m Ed la . e vo D er ), cu l 02 Madrid, 20 ), La sombra de . Una definición a de Arousa, 2006 los límites de lo real as Tr ), 11 20 , rid ad (Mirabel, VIlagarcí M ameaça do ga de Ensayo), y A l siglo XIX (Devenir, ála de M la io ño em pa es Pr a IV tic ; ás 11 fant adrid 20 ulo, 2014). inas de Espuma, M itora UNESP, São Pa Ed , ks Fu de lo fantástico (Pág n liá Ju d. ões teóricas (tra fantástico: Aproximaç

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David Roas


#4 CUÉNTAME UN CUENTO ANTES QUE EL MUNDO SE

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Donde os presentamos obras textuales y artísticas relacionadas con el mundo de la tradición oral, de la literatura popular e infantil y del folklore. Aquí acogemos cuentos de hadas, leyendas y fábulas; ilustraciones y pinturas; mitos antiguos y modernos; obras fieles a la tradición e innovaciones. En fin, todo lo que nos ocurra


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"Blondine y la tortuga", ilustraci贸n por Virginia Frances Sterret (19001931) incluida en el libro Old French Fairy Tales escrito por la Sophie Rostopchine, condesa de Segur (1799-1874). Fuente: Archive.org.


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Autocaricatura por Edward Lear (1870). Fuente : Wikipedia.

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EDWARD LEAR Es muy difícil encuadrar Edward Lear (Holloway, Inglaterra, 1812 - San Remo, Italia, 1888) dentro de una categoría determinada. Fue ilustrador, pintor de paisajes, escritor y músico. Sin embargo, es universalmente reconocido por haber dado vida al género del nonsense.

Su principal biógrafa, Vivien Noakes, especuló, en su libro Edward Lear The life of a Wanderer (1969), sobre la supuesta reprimida homosexualidad del autor, proponiendo una análisis freudiana de sus composiciones y dibujos, y observando con detenimiento su biografía y relaciones sociales. Sin embargo, curiosamente, estas alusiones desaparecerán por completo en su último libro sobre el autor Edward Lear: The Complete Verse and Other Nonsense (2001). Sea como sea, la introducción del nonsense en la literatura victoriana supuso, al igual que otros géneros como el fantástico y, más adelante, la ciencia ficción, una vía de escape a las restricciones sociales, al conformismo y a la rigidez de acción y pensamiento. A pesar de su aparente sencillez e inocencia, el nonsense reivindica el poder subversivo de la palabra que, rompiendo las normas lógicas compele a buscar nuevos sentidos y nuevas relaciones entre signo y (presumida) realidad.

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Ya a partir de 1837, Lear deja Inglaterra emprendiendo una serie de viajes alrededor de Europa y del mundo, volviendo raramente a su tierra natal y escogiendo como base la ciudad de Roma. Durante sus viajes se dedicará a componer versos y música, pintar paisajes y establecer relaciones con diferentes personalidades entre las cuales el poeta Alfred Tennyson, quien suscitará una gran influencia y admiración por parte de Lear, tanto que, en los últimos años de su vida, cuando se establecerá definitivamente en San Remo, nombrará a su casa "Villa Tennyson".

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Vigésimo de los veintiún hijos de una familia que sufrió un grave revés financiero, empezó desde adolescente a trabajar como ilustrador. A los 15 años abandona la casa familiar para vivir con su hermana mayor, que se ocupará de él el resto de su vida. Sus ilustraciones de loros para el Zoological Society de Londres, publicadas en 1830, cautivaron al conde de Derby que lo invitó a trabajar en su mansión para ilustrar su zoológico privado, una tarea que lo ocupó durante los siguientes cinco años. Según algunos biógrafos es aquí cuando, para entretener los sobrinos del conde, compone sus primeros nonsense limericks acompañados por ilustraciones y que acabarán formando el primer Book of Nonsense publicado en 1846.


El búho y el gatito The Owl and the Pussy-cat

por Edward Lear Publicado por primera vez en Nonsense Songs, Stories, Botany, and Alphabets, 1871 Ilustraciones originales de William Foster publicadas en Nonsense Drolleries, 1886. Traducción: Raul Ciannella y M. A. Martí Escayol ©2016

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En las páginas que siguen os presentamos nuestra versión de The Owl and the Pussy-cat, posiblemente el poema nonsense más célebre de Edward Lear y traducido a más de un centenar de idiomas. Ante las elecciones de mantenernos fieles al texto o a la estructura métrica, hemos decidido emprender un camino intermedio que fuese lo más fiel posible a la narración y al mismo tiempo conservase (donde fuera posible) el uso de la rima y del ritmo. Asimismo, decidimos mantener tal cual las palabras completamente inventadas por Edward Lear, como bong y runcible, porque consideramos que en castellano "sonaban" igual de bien. Finalmente, a pesar de que hoy en día tendemos a inferir como femenino el término pussycat, por vía de las connotaciones sexuales que ha ido adquiriendo la palabra pussy, este sigue siendo un nombre genérico y neutro con el cual se identifica un gato doméstico. Esto no crea ningún problema en inglés pero sí en castellano (y otras lenguas) porque fuerza a elegir un género. Nos hemos decantado por mantener ambos nombres masculinos ya que ni en los versos ni en las ilustraciones originales de Lear existe referencia alguna a un género específico para ninguno de los dos animales. Sin embargo, como veréis, William Foster elige asignar, en sus dibujos aquí incluidos, sexos distintos para los dos personajes. ¿Qué opináis de esta elección?


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El bĂşho y el gatito se fueron al mar En un bello barco verde guisante algo de miel cogieron y mucho dinero llevaron en un billete de cinco contante y sonante


El búho el cielo estrellado miró Y con su pequeña guitarra entonó, “Oh hermoso gatito, gatito, mi amor Qué hermoso gatito eres tú, eres Tú eres Tú Qué hermoso gatito eres tú!”

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Gatito dijo al búho cantante, “Tú, ave elegante, ¡Qué encantador y dulce es tu cantar! ¡Oh! ¡Por qué no nos casamos! Demasiado tiempo nos demoramos: Pero, ¿cómo un anillo vamos a encontrar?


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Salieron a navegar Durante un año y un día por el mar, yendo en dirección donde crece el árbol bong; Y allí en un bosque estaba un cerdillo, y en la punta de su morro un anillo, Un anillo Un anillo en la punta de su morro un anillo.


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“Querido cerdillo ¿nos venderías por un dinerillo tu anillo?” “Lo haré”, dijo el cerdillo.


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Y así el anillo se llevaron y al día siguiente se casaron, los casó el pavo que vive en el montecillo.


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Cenaron carne en picadillo y rodajas de membrillo lo comieron con una runcible cucharilla cogidos de la mano, al borde de la orilla Bailaron bajo la luz de la luna, La luna La luna, Bailaron bajo la luz de la luna.


STEFANO BESSONI Nos hace una tremenda ilusión poder acoger en nuestras páginas las estupendas ilustraciones de Stefano Bessoni, artista polifacético, cuyo talento moldea personajes y atmósferas que nos cautivan por la multiplicidad y heterogeneidad de las sensaciones que son capaces de transmitir. Sus ilustraciones constituyen una taxonomía de un imaginario a la vez infantil, macabro, grotesco y poético. Bessoni es originario de Roma y empieza su formación artística con el maestro grabador napolitano Mario Scarpati, quien le transmite el arte de las antiguas técnicas calcográficas y le introduce en la “gráfica mágica”, procedente de artistas del este de Europa como Dusan Kalley, Roland Topor, Jiri Anderle y Felicien Rops, quienes constituirán las bases de su imaginario visual junto a otros artistas como Dave McKean, Elizabeth McGrath, Mark Ryden y los exponentes del Pop Surrealism. Por sus intereses en zoología y biología cursará estudios en Ciencias Biológicas y finalmente se diplomará en la Academia de Bellas Artes de Roma. Es justamente esta conmixtión entre ciencias y arte, el umbral transgresor entre disciplinas oficiales y artes expresivas, el objeto principal de su investigación poética, una investigación que empieza siempre con bocetos e ilustraciones, para alargarse después a otras formas expresivas como el cine y la animación stop motion. Bessoni considera que el cine es el medio ideal para expandir las potencialidades de las ideas capturadas en papel. Para ello, uno de sus mayores puntos de referencia, por afinidades temáticas y la incansable exploración en las posibilidades expresivas de la manipulación de imágenes, es Peter Greenaway. Hasta la fecha, Bessoni ha dirigido tres largometrajes: Frammenti di scienze inesatte (2005), Imago Mortis (2008) y Krokodyle (2011). Con el último ha recibido el premio a la mejor película fantasy en el 6° CINEFANTASY 2011 de San Paulo (Brasil), el premio a la mejor película internacional en el PUERTO RICO HORROR FILM FEST 2011 y la mención especial, Méliès de Plata, en SITGES 2011. Ente sus publicaciones destacamos: Homunculus (2011), Wunderkammer (2011), Alicia bajo tierra (2012), Canti della forca (Gallow songs, 2013) y Pinocchio (2014). Su último trabajo es Stop-Motion: la fabbrica delle meraviglie, un manual ilustrado que recorre la historia y explica las técnicas de esta tradicional forma de animación. El listado completo de sus obras es disponible en este enlace: http://www.libri.it/StefanoBessoni_Bookshop Para nuestras páginas, Bessoni nos ha ofrecido ilustraciones procedentes de su libro Alicia Bajo Tierra y algunas imágenes en exclusiva de su personal interpretación del Mago de Oz, que formarán parte de un libro de próxima publicación.

¡A disfrutar! A la derecha, "Liebre de marzo" de Alicia bajo Tierra, © 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni.


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"Alicia" de Alicia bajo Tierra, Š 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni.


"Alicia y los insectos" de Alicia bajo Tierra, Š 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni.


"La Oruga Azul" de Alicia bajo Tierra, Š 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni.


"El Sombrerero Loco" de Alicia bajo Tierra, Š 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni.


"El Gato de Cheshire" de Alicia bajo Tierra, Š 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni.


"El Tres de Corazones" de Alicia bajo Tierra, Š 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni.


"Dorothy" de Oz Š 2015 Stefano Bessoni


"Espantapåjaros" de Oz Š 2015 Stefano Bessoni


"Dorothy en electrochoque" de Oz Š 2015 Stefano Bessoni. Se trata de un homenaje a la película de Robert Murch Return to Oz (1985), donde Dorothy es sometida a una terapia electroconvulsiva para eliminar las "visiones" del mundo de Oz que la atormentan.


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Micronomic贸n 2


#5 SALEN DE LA

OSCURIDAD


Donde os proponemos cuentos de autores ¡EMERGENTES! Este es el espacio dedicado a las obras inéditas, a los escritores desconocidos o poco publicados y a los textos extranjeros contemporáneos traducidos por nosotros. Aquí acogemos también vuestros cuentos, vuestras historias y vuestras pesadillas.

Ilustración: elaboración digital por Raul Ciannella del grupo escultórico "The Awakening" realizado por J. Seward Johnson Jr. en 1980.


Artrópodo por Ángel Del Rio ©2015

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uando nos conocimos, me encaminaba hacia los cuarenta. Pensaba que continuaría sumido en la soledad de aquél que decide vivir estando solo, únicamente consigo mismo. Mis últimas relaciones habían terminado en tragedia y, por decisión personal, había decidido que no volvería a pasar por más tormentos. Pero como acostumbra a acontecer, uno nunca puede llegar a planear todo este tipo de cosas, siempre ocurren sucesos incontrolables... Disculpen, habitualmente pierdo el hilo de lo que andaba contando y me voy por otros derroteros. Comenzaré por el principio de todo: Yo era un cuentista, un escritor. Habitualmente, entre cada diez y quince días, debía enviar a mi editor algún que otro cuento, ensayo o texto literario, para publicarlo en la contraportada de su revista de literatura. Llevaba unas semanas parado sin demasiada inspiración y decidí salir a pasear para buscar alguna historia extraña, útil, para ser contada. Deambulé durante un rato por el barrio Gótico –siempre he pensado que se trata de un lugar idóneo donde puede ocurrir algo insólito, fuera de lo normal–, entrecrucé el casco antiguo y, cuando comenzaba a sentir algo de flojera en mis piernas, decidí tomarme un descanso, acompañándolo de una buena taza de café. Las conversaciones se filtraban y se tapaban las unas con las otras, entremezclándose y formando una abominable masa ruidosa. El siempre asfixiante olor a fritura se extendía por toda la superficie rancia del barucho antiguo. Al fondo del bar, apareció un extraño personaje que voceaba y bramaba, como una bestia herida y hambrienta. Desde que se precipitó en el interior del bar, se tambaleaba cual Polifemo enrabietado, mostrando su agresiva bestialidad. Sin duda, debía tratarse de alguna extraña criatura con fines maquiavélicos, pensé. Llegó hasta mi mesa y emitió uno de sus rugidos. Me tambaleé hasta casi caer de lo alto de mi silla, miré hacia el suelo evitando su mirada y, tras unos segundos, la criatura


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Tampoco importaba. Quedé fascinado por aquella criatura. Ella dejó caer el contenido de la bolsa que sujetaba y me agarró fuertemente por los hombros, no era capaz de moverme, estaba a su merced… Unas horas más tarde, ambos estábamos instalados en mi casa. Nos habíamos besado y amado toda la noche, atraídos el uno por el otro, dejándonos llevar por el deseo, hasta quedar completamente dormidos. Cuando por fin desperté, reparé en que mi amada no se encontraba al otro lado del camastro. Me levanté sigilosamente y me aproximé hacia la cocina, atraído por unos ruidos que parecían provenir de la nevera. Ella estaba allí, mientras yo la observaba en silencio. Sujetaba un trozo crudo de ternera de grandes dimensiones entre sus manos –repletas de fuertes púas, que sin duda, le ayudarían a sujetar el trozo de carne– y lo devoraba despiadadamente con sus tenacitas. Pobrecita, pensé, debe haberlo pasado mal y seguramente tenga un hambre atroz. La pieza de carne le duró tan solo unos segundos. Seguidamente, sin que pudiera descubrir mi posición estratégica, fue hacia el lavabo y comenzó a desvestirse para tomar una ducha relajante. Yo la miraba escondido tras la puerta. Su cuerpo era hermoso y, sin duda, ni aquel abrigo ni la oscuridad imperante de mi apartamento me habían permitido ver su belleza por completo. Como ya había advertido, su abdomen era de grandes dimensiones, a lado y lado de éste, cuatro finitas pero robustas patas –capaces de sostener su gran tamaño– emergían sinuosas. Su piel era de color pardo, por algunos lados, y de un tono verdoso por otros. Gracias a la luz del lavabo, pude observar sus enormes y poderosas patas delanteras, perfectamente dobladas y juntitas que guardaban una extraña forma, como si mi amada estuviese realizando una oración previa a la ducha. Sonreí quedamente al observar tanta belleza. De repente, ella se dio cuenta de que alguien la miraba y giró su cabeza triangular 180º, hasta cruzar su mirada con la mía. Sus inmensos ojos verdes me habían detectado. Al instante reparé en que desde lo alto de su frente, dos antenitas se agitaban constantemente, como si gracias a ellas pudiera haberme localizado. Una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro.

Fuente imagen: Pixabay, DP.

desapareció y comenzó a bramar frente a otros clientes, mientras pretendía que le diesen unas monedas de beneficencia. Al otro extremo del bar, un pequeño engendro correteaba y saltironaba, zarandeando a una pobre mujer, a la que le obligaba – literalmente– a que saciase su apetito de monstruo. La criatura devoraba y devoraba todo cuanto la penitente le ofrecía, evitando así el enfado del pequeño monstruito. Ya había tenido suficiente de tanta monstruosidad. Tomé mi libretita, agarré mi chaqueta y, justo cuando me levantaba del asiento, tras los cristales que daban a la plazuela, observé una extraña figura que me dejó perplejo. Corría apresurada por entre las calles, erguida pero con un insólito modo de caminar. Debía correr si no quería perderla de vista. Salí rápidamente del barucho y aceleré mi paso para darle alcance, pero no tuve suerte, el extraño ser se había perdido entre los callejones del casco antiguo. Me rodeé durante un buen rato, cautivado por aquella imagen anómala. Las horas avanzaban con enorme velocidad y, sin casi ser consciente, la noche cayó. Comencé a perder la esperanza de hallarla. Entonces, sin previo aviso, ella apareció frente a mí. Era extraña, diferente al resto de mujeres y, por qué no decirlo, tenía un algo especial que no acababa de comprender. Me miraba con unos ojos abiertísimos, de tan abiertos que eran, parecía que ocupasen la totalidad de su cabeza. Me miraba fijamente, intimidaba. Emitía un extraño chirrido y salivaba continuamente, hecho que lo asocié rápidamente a que estaba a punto de devorar lo que fuese que sostenía con sus manos firmemente, ocultado tras una bolsa marronosa de plástico. Era mucho más alta que yo, su tórax era largo y parecía poseer un abdomen de gran tamaño. ¡Qué mujer!, pensé mientras observaba el resto de su fisonomía. Por desgracia, el larguísimo abrigo que llevaba encima cubría casi la totalidad de su cuerpo y no pude continuar con mi particular análisis.


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Fuente imagen: Public Domain Pictures, DP.

Tres Cuervos por José Luis Trujillo ©2013


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cimiento. Por tanto María había recuperado sus ganas de vivir, parte de su alegría e incluso colaboraba en el hospital donde la trataban, cuidando de otros enfermos. Los cuervos se habían convertido en parte del grupo familiar y andaban siempre por la casa de un lado a otro, con la complicidad y aprobación de todos. Exceptuando el herido, los otros dos salían de vez en cuando y, aunque podían estar fuera algunas horas, siempre volvían y se colocaban en el rincón de la estancia donde su compañero cumplía la convalecencia. Por eso María, se extrañó cuando volvió aquella tarde del hospital y no los vio. Ciertamente alarmada, empezó a buscarlos aunque no fue necesario mucho tiempo ya que un graznido que provenía del quicio de la ventana sirvió para que los localizara. Notó rápidamente que la pata del cuervo herido estaba perfectamente y por la mirada que los tres le dirigieron pudo interpretar que aquello era una despedida. Lo lamentaba aunque lo entendía, así que después de acariciarlos unos minutos sin ninguna resistencia por su parte, contempló como volaban en dirección norte y como, después de girar su mirada por última vez hacia ella, se perdían en el horizonte. Semanas después, en el monasterio budista de Taktshang, situado en un acantilado a 3120m, sobre el nivel de mar en el Reino de Bhutan, un monje conocido como Padmasambbhara, en honor al gurú del mismo nombre, introductor del budismo en la zona, retiraba con pesar de una de las ventanas una vasija con cereales, bayas y frutas que, como cada día había colocado de madrugada y que seguía intacta. Justo cuando se giraba en dirección a su pequeña celda, oyó a sus espaldas una serie de graznidos muy reconocibles. Sonrió, se giró y comprobó que los viajeros habían vuelto. Eso sí, el viaje había sido esta vez el más largo de los últimos años. Ek, Dui i Tin, eran considerados los cuervos sagrados de Bhutan, con poderes sobre la salud, la fortuna y la inteligencia. Vivían desde siglos en el monasterio y cada año viajaban una vez en busca de nuevas energías y nuevos conocimientos. Nadie sabía cuando se iban ni cuando volvían exactamente, pero eran esperados con gran interés por los monjes y habitantes del reino, los cuales celebraban anualmente su vuelta con una gran fiesta. Éste es el cuento que me contaron y es por eso que desde entonces siempre que abro mi ventana espero encontrar en ella tres cuervos.

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quel día María se levantó pronto. Ya hacía tiempo que no dormía bien. Los problemas no la dejaban descansar y las pastillas que su psiquiatra le recetaba apenas le hacían efecto. No era fácil convivir en aquella situación. Su marido llevaba dos años en paro, y ya había perdido las fuerzas y la ilusión por recuperar una vida laboral normal, limitándose a sobrevivir de una manera casi autista. Su único hijo dejó de estudiar dada la precariedad familiar y realizaba trabajos esporádicos que, a pesar que ayudaban a la economía diaria, no servían para conseguir que se sintiera realizado y feliz. Aunque lo peor, sin duda, era el cáncer que le habían diagnosticado a María hacía ya varios meses y que a pesar de los diversos tratamientos y medicamentos que utilizaba, no parecía remitir. Ciertamente, no eran buenos tiempos. Abrió la ventana de su habitación para que la incipiente luz natural le aportara energía positiva y el optimismo que la noche le negaba y entonces fue cuando los vio. Eran tres cuervos, parados en el quicio de su ventana y que parecían mirarle. Se sorprendió e incluso se asustó ligeramente, aunque la aparente tranquilidad que las aves mantenían y sus profundas miradas, la tranquilizaron. Acomodó lentamente la ventana y se acercó a los cuervos que no hicieron ningún gesto de abandonar su sitio. Entonces se percató que uno de ellos, el que se había situado en el centro, tenía una herida en una de sus patas, posiblemente rota y se paraba inmóvil en espera de ayuda. Con cierta precaución y no menos cuidado, lo tomó y lo introdujo en la casa seguida de los otros dos cuervos que en corto vuelo se situaron al lado del herido. Aplicando sus conocimientos de enfermería, el oficio en el que ya no podía trabajar, le curó e inmovilizó la pierna. Después colocó agua y unos trozos de nueces -¿dónde había leído que a los cuervos les gustaban?- y los dejó descansar. Habían pasado ya algo más dos meses de este hecho, pero fueron dos extraordinarios meses, ya que una serie de positivas circunstancias permitieron que María y su familia mejoraran su situación. La empresa donde su marido había trabajado varios años, superada la crisis que había atravesado, empezó a llamar a antiguos colaboradores y él fue uno de los primeros, por lo que recuperó trabajo, salario y autoestima. Este hecho permitió también que su hijo volviera estudiar al no ser ya imprescindible su corta aportación económica. Pero lo mejor era que, de manera imprevista y poco comprensible para los médicos, el tumor de María había remitido de manera ostensible y presentaba menor tamaño y mejor aspecto en cada nuevo recono-


Bajo la piel por Carles Monfort Bellver ©2015

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ada vez que nos acostamos juntos en la cama, él de espaldas a mí y yo rodeándole con mis brazos, escudriñando su pelo, rozándole con suavidad, buscando el nacimiento de su cabello, ese remolino imposible que es donde todo empezó. Cada vez que hago esto, una ínfima idea, de proporciones microscópicas, se forma dentro de mí y ya no me abandona. Cada vez que mis dedos recorren su cráneo, repasando con las yemas de los dedos las pequeñas deformaciones que tiene y asimilando su forma, como un dibujo pintado por un viejo pintor que sabe que esa será su última obra, la idea de abrir su cráneo se vuelve nítida, como un impulso fugaz pero que deja huella en alguna parte de mí. Ahora mismo, mientras escucho su respiración tranquila y calmada, me gustaría abrirle el cráneo con mis manos, como si de una pieza de fruta se tratase, y ver qué hay en su interior, poder leer su cerebro, seguro que está caliente, seguro que la viscosidad que brotaría de su interior abrasaría mis circuitos internos. Me gustaría saber cómo funciona, poder palpar con este material sintético que recubre el metal y que todos llaman piel la textura que tiene su cerebro, ver la forma en la que una idea es concebida fuera de todo algoritmo matemático, palpar un sentimiento que guarde en los más profundo y saborearlo para saber que se siente al tener uno revoloteando dentro de esa masa encefálica. Sería justo que yo lo hiciese, al fin y al cabo ellos lo hicieron conmigo, hurgaron dentro de mí, metieron sus manos enguantadas dentro de mi cabeza y sembraron la semilla de la inteligencia. Sin embargo, no sé hasta qué punto me pertenezco, no sé dónde está el límite de lo que yo soy y lo que yo creo que soy. No puedo discernir entre un pensamiento real, que nace de forma espontánea y muere lentamente, y uno impostado, no puedo decir con seguridad que todo esto, todas estas dudas, sea consecuencia de mi inteligencia, ¿hasta qué punto estaba previsto que yo pudiese pensar? No lo puedo decir con seguridad. ¿Acaso todas estas preguntas sobre mí misma constituyen una prueba de que soy inteligente? Al menos sé que me diferencia de los animales, pero ¿acaso eso me acerca más a los humanos? He empezado a pensar que si nosotros estamos aquí, si existimos como tal, es para recordarles a ellos que son únicos en su especie. Cada sistema de inteligencia artificial, cada proyecto fallido, es una confirmación de que jamás podrán ser sustituidos, jamás nadie podrá ser como ellos. Es curioso cómo su cuerpo reacciona cuando tiro con violencia y le arranco un pelo, corto y apenas visible, su cabeza se sacude y su cuerpo se convulsiona, no puedo herirle, he sido programada para ser lo que él quiera que sea. Un sólo pelo, una unidad tan ridículamente pequeña y frágil como un grano de arena en la playa, contiene más información de la que mi memoria interna puede almacenar. Yo le digo que lo siento, que ha sido sin querer ¿acaso puedo hacer algo sin querer? Él gruñe, se gira y me dice mirándome a los ojos, vamos a tener que realizar otro test de evaluación, puede que exista un fallo en los ajustes hidráulicos de tus dedos. Yo sonrío aunque sé que es tan sólo una respuesta mecánica e insignificante, no importa, estoy ensimismada observando mi reliquia, si tanta historia cabe en una cosa tan pequeña, ínfima e inservible, ¿qué secretos se esconderán en el interior de su cráneo?


Fuente imagen: Pixabay, DP.

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Descomposición por José Manuel Mariscal ©2015

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brió los ojos en mitad de la noche despertado por un ruido que no supo identificar en primera instancia. Ya antes de mirar a su lado su cuerpo notaba la ausencia de su esposa junto a él en la cama. Volvió a escuchar el sonido que le había despertado. Provenía del cuarto de baño. Se levantó de la cama y se dirigió hacia allí. La puerta del aseo estaba abierta y la luz encendida. Se quedó de pie observando como su mujer se encontraba en el interior, de rodillas, vomitando en el interior de la taza del váter. – ¿Te encuentras mal? En cuanto emitió la pregunta se dio cuenta de que era una cuestión bastante estúpida. Si estaba vomitando era obvio que se encontraba mal. Ella guardó silencio arrodillada reposando entre arcadas, con las lágrimas intentando salir de sus ojos y un hilillo de saliva colgando de sus labios. Apoyó a su mujer en el trance sujetándole la cabeza. No pudo evitar sonreír ya que recordó que la primera vez que se encontraron en la misma tesitura era debido a las náuseas que ella tuvo durante el embarazo. Acababan de mudarse a aquella casa por aquel entonces. Sonó una voz infantil en el pasillo a sus espaldas. – ¿Mamá? El padre se volvió y vio a su hijo de siete años en pijama en mitad del pasillo. Tenía muy mal aspecto, se encontraba realmente pálido. Sin dar tiempo a ningún intercambio de palabras, el chiquillo empezó a vomitar en el suelo del pasillo. Al cabo de un rato tanto madre como hijo estaban acostados en sus respectivas camas. El padre les había acomodado y colocado junto a cada uno una escupidera por si volvían los vómitos. Supuso que el malestar había sido provocado por algo que ambos habían comido, pero le desconcertaba que aquella noche los tres habían cenado exactamente lo mismo. Mientras pensaba en ello miró por la ventana del cuarto de su hijo. Ya empezaba a amanecer, no merecía ya la pena volver a acostarse. Dejó que su familia siguiera durmiendo. Habían pasado una noche horrible y al fin y al cabo era sábado y no tenían que ir a ninguna par-


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– Algo raro está pasando. – ¿Cómo? – No eres el primero que me llama entre ayer y hoy para que vaya a ver cómo se encuentra alguien enfermo, y todos aquellos a los que he observado tienen los mismos síntomas. Un silencio surgió entre ambos. – ¿Cada uno está en su dormitorio? – Sí. – Iré a ver. Víctor hizo las preguntas y análisis que estimó oportunos. Finalmente le dijo que le acompañara al salón y se sentó pesadamente en el sofá. – Tienen los mismos síntomas que todo el mundo. – ¿Crees que hay algún tipo de virus extendiéndose por la población? – No lo sé, la verdad. – ¿Crees que puede ser grave? – Los síntomas no son diferentes de los de una gastroenteritis cualquiera. Sinceramente, no creo que sea grave. Lo que es sorprendente la rapidez con la que se ha extendido, de la noche a la mañana. Las farmacias de guardia que he visto no daban abasto con tanta gente comprando medicinas. He hablado con un compañero del hospital y la sala de urgencias se encontraba a rebosar. – Supongo que yo me acabaré contagiando también si es un virus, ¿no? He estado expuesto a los dos todo el tiempo. – Bueno, aunque no conozco el origen de la enfermedad, visto como se está extendiendo, es bastante probable. Víctor se despidió y marchó a casa conduciendo. Mientras lo hacía otro conductor no pudo resistir la necesidad de vomitar y al hacerlo perdió el control de su coche, que se estrelló contra el del médico, muriendo ambos en el acto. Pasaron tres días. Su mujer y su hijo se consumían. Cada vez estaban peor. Llegó un momento que les obligó a comer por la fuerza pero inmediatamente vomitaban aquello que ingerían. No sabía qué hacer. El pánico empezó a embargarle cuando se asomó a la terraza y vio como varias personas sacaban en camilla de un portal un cuerpo totalmente cubierto por una sábana. Fue cuando empezó a notar que el hedor tanto de su casa como de la calle empezaba a hacerse insoportable.

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te. Se preparó un café con leche y una tostada con aceite. Mientras desayunaba escuchó la voz de su mujer llamándole con voz enferma. Se levantó inmediatamente y con un pedazo de pan caliente aún en la boca se presentó en el dormitorio. – ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras peor? – Más o menos igual. Me duele muchísimo la cabeza. Haz el favor de traerme un par de aspirinas. ¿Cómo está el enano? – Creo que tiene exactamente lo mismo que tú. Debe ser algo que ambos habéis comido. – Anoche cenamos los tres lo mismo y tú estás bien. – Bueno, no sé. Cada organismo es un mundo. Su mujer mostró gesto de no tener ganas de hablar y se recostó de nuevo con el brazo sobre la frente. Marchó hacia el baño, donde se encontraba el botiquín con las medicinas y cogió un par de aspirinas. Igualmente cogió aspirina infantil, ya que supuso que a su hijo le dolería la cabeza también si padecía el mismo mal que su madre. Tomó un par de vasos de agua de la cocina. Dejó uno junto con las aspirinas en la mesita de noche del dormitorio de matrimonio y entró con el otro y la aspirina infantil en el cuarto de su hijo. El chico estaba despierto pero tenía un aspecto horrible. – Tómate esto. –le dio el vaso de agua y la medicina. Con gesto de desagrado el niño obedeció. Sin mediar palabra volvió a echarse en la cama. Tomó los dos vasos vacíos y se fue a la cocina. Cuando quiso retomar su desayuno estaba frío. Ninguno de los dos mejoró durante el día. No quisieron probar bocado alguno y de vez en cuando empezaban a vomitar. La noche fue igual que la anterior y ninguno de los tres pudo tener un sueño reparador. En la mañana del domingo tomó una decisión y se lo dijo a su mujer. – Voy a llamar a Víctor y le voy a pedir que venga. Víctor era un amigo suyo desde los tiempos en que ambos iban al instituto. Era médico. No contestaba al teléfono así que decidió mandarle un mensaje de texto al teléfono móvil explicándole la situación. La respuesta llegó en poco tiempo. Víctor iría pero tardaría una hora en llegar. Apareció tras la puerta hora y media después. – Agradezco que hayas venido


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Pasaron seis días más. Asomado a la terraza durante ese tiempo observó como la gente seguía sacando cadáveres de las casas. Llegó un momento en que podía observarse esa escena en varios portales a la vez, incluso paseaban contenedores de basura para ir metiendo dentro todos los cuerpos que pudieran. Luego el ritmo fue disminuyendo hasta que cesó completamente. Sabía que no era porque había dejado de morir gente, sino porque ya no quedaba nadie para transportar los cadáveres. Podía desde su ventana observar el interior de otras casas con gente fallecida en el suelo en medio de un charco de vómito. Su mujer y su hijo habían muerto también. Pero él se había ocupado de que lo hicieran con dignidad, limpiando los vómitos y los orines que expulsaban. Y por nada del mundo iba a tirarlos en un contenedor de basura, no. Cuando murieron sacó los cuerpos de sus respectivas camas, los bañó y los vistió como si fueran a ir a una boda. Limpió toda la casa para ahuyentar en todo lo posible ese mal olor al que había llegado a acostumbrarse y los acostó a ambos, uno junto al otro, en la cama de matrimonio. Se sentó a su lado observándolos durante horas. Parecían dormir. En todo ese tiempo sólo fue capaz de decir una frase en voz alta. – ¿Por qué yo no enfermé? Cuando el hedor empezó a notarse de nuevo decidió marcharse. No se iba a quedar allí viendo como ambos cuerpos se descomponían. Cogió toda la ropa y utensilios que pudo y la poca comida que quedaba en el frigorífico y marchó a la calle sin saber a dónde dirigirse. Durante toda la convalecencia de su familia su único contacto con el mundo exterior había sido a través de la ventana de la terraza y de la televisión, hasta que ésta dejó de emitir. Ver el dantesco espectáculo a pie de calle le pareció como introducirse dentro de una película que hubiera visto en algún canal. Cuerpos pudriéndose por doquier, contenedores de basura llenos de cadáveres, mares de vómito en las calles, coches estrellados y sobre todo, un olor cuya peor cualidad era que ya no le molestaba. Caminó por las calles desoladas durante horas, intentando encontrar a algún otro superviviente. No sabía cuánto tiempo llevaba caminando cuando lo encontró. Sentado en el banco de un parque encontró un hombre de edad avanzada leyendo. Pensó que quizá debería alegrarse por el descubrimiento, pero realmente

el único sentimiento que experimentó fue una pequeña sorpresa. – ¡Eh! El lector levantó la cabeza para mirarle. – Buenas tardes. – Llevo horas caminando buscando algún otro superviviente hasta que le he encontrado. ¿Sabe de alguien más? – He visto un par de personas. Ayer vi a un hombre más o menos de su edad y esta mañana vi a una mujer joven. Le sorprendió la pasividad al hablar de aquel lector. Parecía no darle importancia alguna a haber visto a otros supervivientes. – ¿Habló con alguno de ellos? – No, sólo intercambiamos un gesto de saludo. No nos dirigimos ni una palabra. Usted es la primera persona con la que hablo en bastantes días. No podía entender nada. No entendía cómo los escasos supervivientes que quedaban no tenían el más mínimo interés en interactuar para ayudarse mutuamente. El lector volvió a bajar la cabeza hacia su libro. Caminó durante varias horas más por la ciudad. Se encontró con cuatro o cinco personas. Intentó entablar conversación con ellas, pero algunas se limitaban simplemente a mirarle antes de continuar su camino sin decir una palabra. Otras le saludaban y posteriormente tenía lugar una conversación similar a la mantenida con el viejo lector del parque. Nadie tenía interés en hablar con nadie. Al cabo de un tiempo decidió que no había nada más que hacer. Entre el equipaje llevaba una soga. Amarró un extremo de la misma a una rama de un árbol. Trepó al árbol como pudo y se sentó en la rama mientras anudaba a su cuello el otro extremo de la soga. – Afortunadamente enfermaron ellos. Fueron sus últimas palabras antes de saltar.



#6 L I B E R ANTECESSOR MAMUT 94

Donde os presentamos textos y documentos que, en diferentes épocas históricas, se han ocupado de temas, motivos y tópicos culturales que poblan el imaginario colectivo, como la vida después de la muerte, la brujería, el vampirismo etc.


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LA MASTICACIÓN DE LOS MUERTOS DISSERTATIO HISTORICO-PHILOSOPHICA DE MASTICATIONE MORTUORUM por Philipp Rohr publicado en 1679 Traducción y edición: M. A. Martí Escayol ©2016

MAMUT "La stryge" de Charles Meryon (1853). Fuente: Bnf Gallica.

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Continuamos aquí ofreciéndoos el texto escrito por Philipp Rohr en 1679, Dissertatio Historico-Philosophica de Masticatione Mortuorum, donde se compendian testimonios y posibles explicaciones alrededor del fenómeno de la masticación de los muertos en sus tumbas. En el número 1 de MAMUT pudisteis leer la parte dedicada a la historia y en este os ofrecemos las primeras ocho secciones de la parte dedicada a la filosofía. En la sección 2 el autor expone y refuta la posibilidad de las causas externas como explicación al fenómeno, en concreto menciona la acción de los planetas y los astros. En la sección 3 explica la acción del ángel Azazel según la interpretación de textos de autores judíos. En la sección 4 refuta la posibilidad que animales como estirges, sanguijuelas o hienas puedan ser la causa. En la sección 5 expone que la causa es la acción del diablo. En la sección 6 propone dos causas a partir de la acción del diablo, la principal y la instrumental. En la sección 7 declara al demonio la causa principal.Y en la sección 8 describe la participación de las brujas como causa secundaria o subordinada.

Capítulo II Filosófico

La masticación de los muertos es erróneamente atribuida a una cualidad oculta. No pocos autores creyendo en supersticiones tratan de buscar la causa en el propio cadáver y al no poder encontrar explicación lo llaman “causa oculta”. Según Kormannus “Sin duda existe una causa oculta” (Parte VI, capítulo 64). Para aclararnos debemos exponer brevemente el significado para la física de estas causas y qué efectos provienen de ellas. Existen cualidades ocultas que son fuerzas naturales aun no descubiertas y desconocidas debido a cuya acción la naturaleza es agente o paciente, la razón verdadera de su acción no se puede explicar. Algunos autores coinciden en que el origen de estas fuerzas son los planetas y el cielo, bajo cuya influencia las cosas naturales son empujadas a ciertas acciones. Pero la razón de estas acciones nos es desconocida. Otros autores, según mi opinión acertadamente, niegan la existencia de una causa externa y se centran en el propio cuerpo, o en el alma o la combinación de ambos, y aquí encuentran la causa de la acción natural. Ahora no es nuestra intención discutir extensamente todas las opiniones que se han dado. Pero puede ser útil aclarar la diferencia. Solo decir que las influencias ocultas a veces se originan en los cuerpos o en las almas o en la substancia que pertenece a ambas de una manera instrumental y secundaria, pero derivan de una esencia real de una manera primaria y eficaz. Debemos ver esta distinción. La puntualización sirve para refutar las opiniones de quienes opinan que la masticación de los muertos proviene de causas ocultas. Ciertamente nadie diría que son causadas por el cielo y los astros, pues son causas universales y, si lo produjesen, lo producirían: 1) Más a menudo; 2) En todos los muertos o al menos en más cantidad; 3) Tanto en periodos de pestilencia como en periodos sin pestilencia.

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SECCIÓN 2

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Hasta aquí hemos expuesto argumentos históricos para nuestra disertación; ahora expondremos las causas, que serán divididas en falsas y verdaderas.


Se desconoce porque solo en tiempos de pestilencia los planetas han de ejercer esta influencia sobre los difuntos, y no en el resto del tiempo. Es decir: es una tontería aducir causas universales a efectos particulares. Por otra parte, nadie en su sano juicio diría que la manducación es provocada por el alma, ni la de los beatos ni la de los condenados. Cuando el alma deja el cuerpo este no puede hacer nada por sí solo. Igual de importante es que ninguna de estas cualidades y condiciones tiene ninguna influencia pues si no existe la esencia principal (como no está en un cadáver) no tiene poder. Por lo tanto si no existe causa oculta externa no hay efecto, tampoco en los cadáveres. SECCIÓN 3 Imaginar que los cadáveres son devorados por Azazel es una leyenda sostenida por rabinos judíos. Ya hemos expuesto que suponer que tal masticación puede ser subjetiva es erróneo. Y ahora hallamos una causa objetiva, la atribución a Azazel. Existen dos teorías: MAMUT

Que los cadáveres son devorados por Azazel. Que esta es la opinión de los rabinos.

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Entre los autores que apoyan la primera creencia encontramos a Kornmannus en De Miraculis Mortuorum (parte VII, capítulo 64), aunque no la desarrolla; a Paulus Schalichius en su tratado De Demonio Infernali (48); y a Pistorius en su Daemonamania, donde expone el hecho de ser devorado por Azazel. Según estos autores Azazel sería una serpiente (según algunos una opinión aceptada por los judíos) así la carne es el alimento de una serpiente. Esto no es muy serio. Según ellos los judíos lo prueban por el texto del Génesis, III, 14: “Dios el Señor dijo entonces a la serpiente: «Por lo que has hecho ¡Maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes! Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.” También en Isaías 85, 25 se escribe: “El lobo y el cordero pacerán juntos, y el león, como el buey, comerá paja, y para la serpiente el polvo será su alimento. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte, dice el Señor.” Ante la interpretación uno solo puede reírse. Los textos se refieren a un animal, la serpiente, no se dice que sea Azazel sino ‫שחנ‬, la palabra para designar serpiente en las escrituras. El texto se refiere a tierra no a cadáveres, de lo que trata el texto es obvio. La opinión deriva de varias tradiciones registradas por los doctores judíos en relación a Azazel como espíritu diabólico, no como serpiente. Según Johann Buxtorf1: “Azazel es

el nombre de un ángel quien junto el ángel Semyazza cayó del cielo”, en Lexicón Talmudicum (col.1593). Debe añadirse que según Johann Frischmuth2 los nombres de los cuatro demonios en la tradición judía son: Sammael, Asasel, Asael y Muchazael. En su tratado De Hirco Emissario, I, sqq., cita un autor útil para consultar este punto: Johann Benedict Carpzov3. Este, en su Disputatio de Gigantibus (IV) recoge muchas leyendas judías de los textos rabínicos referentes a Azazel y nunca se dice que el espíritu se metamorfosee en serpiente. Para saber más se puede consultar Meyer, Philosophia Sacra4 (II), y Coelum Oriens de Bang5. De todos modos los judíos cuando comentan los textos mencionados del Génesis e Isaías no mencionan Azazel, usan la palabra ‫שחנ‬, y seguramente no conocen nada de los cadáveres que son masticados y devorados por Azazel en forma de serpiente. Entonces, ¿cómo es posible que algunos hayan creado esta leyenda atribuyéndola a los rabinos? Esto provine de varias tradiciones registradas por los talmudistas judíos en relación al Ángel de la Muerte. Johann Buxtorf en su Synagoga Iudaica (Capítulo XXXVI) sobre la autoridad de Elías Grammaticus en su Lexicon6 escribe: “Según los rabinos cuando un judío muere y es sepultado viene el ángel de la muerte y se sitúa encima la tumba y al instante el alma retorna al cuerpo, y el cuerpo se revitaliza, y el Ángel de la muerte, con una cadena medio de hierro y medio de fuego, golpea el cuerpo con la parte de fuego. En el primer golpe los miembros se desgarran, en el segundo todos los huesos se desprenden y en el tercer golpe todo el cuerpo se convierte en polvo.” Esto es lo que creen los judíos del ángel de la muerte, pero este ángel no come cadáveres, Pausanias en su libro décimo cuando escribe sobre los fenicios dice: “Entre los dioses del submundo está Eurynonum, cuyos ritos se celebran en Delphi, y se dice que este espíritu diabólico devora la carne de los cadáveres sin dejar nada, solo los huesos”. Después añade la descripción del Dios: “Su complexión se encuentra entre el negro y el azul muy oscuro, tiene el color de mosca azul como las que revuelan la carne fresca, muestra los dientes blancos relucientes, está sentado sobre la piel de un buitre.” También es verdad que según una historia judía cuando el cadáver se entierra aparece un ratón que se lo come cruelmente mientras el cadáver grita. Diversos escritores han mencionado la leyenda. Ver Geier, Tractatus de Luctu Hebraeorum (V, 17). Notemos que


deen en cementerios sin que nunca nadie los haya descubierto, aunque esta suposición sea difícil de creer, ¿Como podemos decir que la masticación la hacen ellos? Es cierto que en su país pueden alimentarse de cuerpos muertos, como los feroces osos en Moscú, un asunto descrito por diversos autores. Germanorum Ulysses, Olearius Itin. Pers (Lib. II. c. 10. p.m. 119).

“Esta deidad no es mencionada en la Odisea de Homero, ni en la Minyas, ni en el poema Reditus (y estos son los poemas que más detalles ofrecen del submundo, sobre sus secretos y dioses) el nombre de Eurynomus no aparece en ninguno para designar un poder infernal.” SECCIÓN 4 Es una tontería atribuir la masticación a los estirges, sanguijuelas o hienas, pues estos animales no se encuentran en nuestra región. El asunto es tan claro que apenas necesita argumentarse. Para los estirges ver Delrio, Disquisitiones magicae I y II. Se dice que existen pájaros que chupan sangre a los vivos especialmente a los niños. ¿Esto tiene relación con los cadáveres? ¿Y con el sonido de la masticación de los cadáveres? La hiena es desconocida entre nosotros, y sería un error pensar que viene hasta nuestro país para comer en las tumbas. Suponiendo que estos animales mero-

SECCIÓN 5

Estamos obligados a atribuirlo a un espíritu maligno, es obligado seguir el axioma que dice que si existen acciones sin causa razonable y fuera de las facultades humanas y nada indica que pueda atribuirse a Dios o los ángeles, debe ser obra del demonio. Pero al respecto de la masticación que nos ocupa: 1) Se ha demostrado que no puede provenir del cadáver, por no tener cuerpo y por lo tanto ser incapaz de ejercer una acción. 2) No se puede atribuir a ningún tipo de animal. 3) La bondad de los ángeles nos impide atribuirles tal sórdido asunto. ¿Qué haría un espíritu puro con los cadáveres y la sordidez de las tumbas? Los ángeles viven en el cielo, no en las criptas de los muertos. Custodian los huesos de los muertos, no los usan para abusar ni hacer trucos de magia. Quien causa esta monstruosa masticación es el diablo. Como algún murciélago o pájaro nocturno, se deleita en los sepulcros, como se escribe en las Sagradas Escrituras, Marcos V, 2.3.5; san Mateo VIII, 28. También Psellus10 en su tratado Natura Daemonum dice que de los seis géneros de Demonios el quinto es subterráneo y permanece en cavernas y cuevas de montañas solitarias. Coincide con Caspar Schott11 en su Physica Curiosa. Según John Chrysostom en sus Homilias de San Mateo, capítulo X, no solo es opinión de gente común sino también de académicos y hombres cultos que el demo-

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Habiendo expuesto las causas de las masticaciones y demostrado que son erróneas, concluimos que la verdadera causa es el demonio.

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los mahometanos tienen las mismas historias de serpientes que los judíos, y también alguna leyenda de un dragón que tiene noventa y nueve cuellos, cada uno con siete cabezas. Y que cuando un descreído es enterrado cada una de las cabezas lo muerde por sus pecados. Edward Pocok, en su Miscellanies7, y Garmer en su De Miraculis Mortuorum, (III, 3) asegura que los turcos creen en esto. Según una fábula se cuenta que la serpiente nació de la columna vertebral de un cadáver. Para esto ver Kornmannus (op. cit VI, 30). Todas estas historias son fabulaciones. Como ha dicho el eminente teólogo John Conrad Dannhuerus son “historias sin sentido y sueños para los habitantes de tierras sin luz que viven sumidos en la ignorancia”. Según Pausanias8, Eurynomus9 no está en ningún catálogo de dioses del infierno:

Podemos citar a John Chrysostom en su homilia 13 a San Marcos: “Nunca se ve a la hiena de día, siempre de noche, ni cuando hay luz, siempre en la oscuridad. Tiene una naturaleza tan feroz que podría desenterrar los cadáveres y devorarlos. ” De lo cual se deduce que cuando alguien ha sido enterrado con negligencia, sin cuidado, a poca profundidad, la hiena puede sacarlo de su tumba y devorarlo. No importa donde están las tumbas ni los huesos, es la guarida de la hiena. Hom. XIII. Supr. Marc. Tom. H. ap. Kornmann. de Mirac. M. part.X.c.21.


nio habita en los cementerios y acostumbra a acechar. Lo mismo expone el jesuita Sánchez de Alcalá en el capítulo LXV de sus comentarios al profeta Jeremías. SECCIÓN 6

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Llegados hasta aquí, para continuar con el estudio es necesario distinguir dos términos de la causa activa de la masticación, la causa principal y la causa instrumental. SECCIÓN 7

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La causa principal es el demonio, es el motor y productor. No se debe dudar de su voluntad por hacer tal efecto. Es el enemigo más astuto (μυριοτ εχυίτης) que lo hace todo para provocar daño a los miserables mortales. Después de la muerte el hombre no tiene odio en su interior, pero dentro del diablo siempre lo hay, pues su placer es causar daño al género humano, de cualquier modo y en cualquier momento. El diablo ha evidenciado su virulencia con la lucha contra el arcángel Miguel y sobre el cuerpo de Moisés, s. Judas 9. No pensamos que tenga poder sobre el alma de los difuntos cuando se separa del cuerpo, como opina Delrio y se extralimita en el asunto en Disquisitiones Magicae. Pero que tiene poder sobre el cuerpo, en la medida que Dios lo permite, esto no lo negamos. Si Dios quiere el diablo puede turbar la vida, inquietar los sueños, distorsionar las extremidades, afligir la salud con enfermedades. Esta es la opinión de Cipriano de Cartago12 en su tratado Quod Idola dii non sint, y sus palabras están recogidas por Binderus13 en su tratado De Causa Pestis. Puede también, según Delrio, “ejercer cosas extraordinarias a los cuerpos de los muertos, como si reviviesen en cuerpo y alma”. Puede por ejemplo hacer que la sangre de un asesinado fluya en presencia del asesino

y que no se corrompa el cuerpo. Esto puede pasar de forma natural, siendo embalsamado, por la naturaleza del lugar o por características del propio difunto. Es imposible citar todas las cosas extraordinarias que el poder del demonio puede causar a los cadáveres. Y sin duda puede causar la masticación y el terrible sonido que la acompaña. SECCIÓN 8 Quizás en este asunto cooperen brujas. Y sin duda el diablo es la causa principal y ellas la secundaria o subordinada. El diablo es el causante principal de estos asuntos; pero sin duda se sirve a veces de brujas. Estamos seguros de esto conociendo todas las otras cosas que son capaces de hacer estas desgraciadas usando el poder de esta vieja serpiente. Muy acertadamente Delrio escribe “las brujas son capaces de hacer muchas cosas extraordinarias con la ayuda del demonio, y esto lo hacen con el permiso de Dios”. Disquisitiones Magicae, II, qu. 7. El mismo autor en los siguientes capítulos recoge un gran numero de hechos del mismo tipo, y los cita de autores antiguos y recientes. Por ejemplo cita de la Suida14 el ejemplo de Julian de Chaldaen quien tenía poderes extraordinarios que le permitían poner fin a plagas y epidemias. Pero como dice el anteriormente citado Conrad Schlüsselburg es común creer que las plagas pueden ser inducidas por la masticación de los muertos, y si este es el caso puede decirse que las brujas inducen a la masticación. Recordemos qué escribió Albius Tibullus15 sobre cierta bruja en su segunda Elegía (Libro I): “Sus cantos hacen abrir la tierra sagrada Salir los espíritus de las tumbas y arrancar los huesos de la pira funeraria aún humeante.”


Y Ovidio16 en sus Heroidas, en La Epístola de Hipsípla a Jasón, escribe: “Entre las tumbas vaga desabrochada con su cabellera despeinada, y recoge huesos de piras funerarias aún humeantes.” Si arrancan los huesos de las piras funerarias no deben dejarse la carne de los cadáveres en las tumbas. Principalmente porque como explica Jeremiae Gödelmanno Rostochiensi hacían un buen uso de los cadáveres para preparar sus pócimas venenosas. Según Gödelmanno : “A través del diablo o de artes y procedimientos indebidos los ladrones arrancan cadáveres de sus tumbas y elaborar mezclas con los cuerpos para dañar la salud de personas y animales.”

“Pero cuando los cuerpos se sepultan en las tumbas, los humores internos desaparecen y se endurecen los cuerpos , ya que es cuando ya no quedan las partes inmediatamente corruptibles, entonces es cuando ella se ensaña ávidamente con todos los miembros y sumerge sus manos en las órbitas y se complace en extraer los helados ojos …” Delrio, una eminencia en su género, recoge de varios autores muchos ejemplos relacionados con este asunto, entre otros se puede ver Disquisitiones Magicae, III, part I, qu.3. también se puede consultar el Tractatus de Impietate Sagarum de Theodore Thummius20. Existen muchos autores que hablan de magos y brujas que usan para sus pócimas parte de los cuerpos de los cadáveres, solo hemos escogido a algunos de ellos.

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Paulus Grillandus17, citado por Delrio escribe: “Ciertamente las brujas exhuman los muertos, su ropa, grasa y huesos.” Lucan18 en sus Farsalia, VI, describe como sigue a una bruja19:

1. Johannes Buxtorf (1564 –1629), especialista

9. Eurynomos, según la mitología griega es el

manuales para cazar brujas.

en estudios hebráicos.

espíritu que devora cadáveres.

18. Marcus Annaeus Lucanus (39 –65) poeta

2. Johann Frischmuth (1619-1687), autor de

10. Miguel Psellos (c. 1018-1078) fue un filósofo

romano autor del poema Farsalia, el canto VI se

De hirco emissario, populi peccata in desertum

bizantino autor de De Operatione Daemonum

considera uno de los tratados de necromancia

bajulante (1668)

(siglo XI)

más significativos de la antigüedad.

3. Johann Benedict Carpzov II (1639 –1699),

11. Kaspar Schott (1608 –1666) científico

19. Se refiere a la bruja llamada Erichto.

teólogo luterano autor de De Gigantibus,

jesuita alemán autor de Physica Curiosa (1662)

20. Theodor Thumm (1586-1630),

dissertatio (1660)

12. Tascio Cecilio Cipriano (c. 200 - 258) clérigo

teólogo luterano alemán autor de

4. Lodewijk Meyer (1629-1681), filósofo, autor

y escritor romano autor de Quod idola dii non

Tractatus theologicus de sagarum impietate (1621).

de Philosophia Sacra Scriptune interpres (1666)

sint (c. 359)

5. Thomas Bang (1600-1661), orientalista,

13. Christophorus Binderus (1575-1616)

especialista en estudios hebráicos y

teólogo alemán autor de De Causa Pestis (1611)

demonología, autor de Caelum orientis et prisci

14. Enciclopédia bizantina del siglo X.

mundi triade exercitationum literariarum (1657)

15. Albius Tibullus (c. 55 BC – 19 BC) poeta

6. Elias Levita (1469-1549), poeta, traductor y

latino autor de Elegias

escritor autor de Liber grammatici electi (1517)

16. Publio Ovidio Nasón (43 BC - 17 ) poeta

7. Edward Pococke (1604 –1691), orientalista y

romano autor del poema elegíaco Heroidas.

teólogo inglés.

17. Paolo Grillandi (s. XV-XVI) jurista italiano

8. Pausanias (c. AD 110 – c. 180), geógrafo

participante en los tribunales papales de caza

griego.

de brujas y autor de libros de demología y de


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Bestiario

Eurynomus es un ser del inframundo que según el geógrafo griego Pausanias (s. II) devoraba la carne de los cadáveres, tenía largos dientes, el cuerpo peludo de color azul oscuro, como el de una mosca, y se cubría con una piel de oveja. Los demonólogos del siglo XIX lo sitúan en lo más alto de la jerarquía del infierno, por detrás de Belcebú y Satán. Según el escritor francés Alexis-VincentCharles Berbiguier de Terre-Neuve du Thym, más conocido como Charles Bergiguier (1765 –1851), autor de Les farfadets ou Tous les démons ne sont pas de l’autre monde (1820), era el Príncipe de la muerte y poseía la Gran Cruz de Belzebú del Orden de la Mosca. La imagen que os ofrecemos es del libro de demonología Dictionnaire infernal: répertoire universel des êtres, des personnages, des livres… qui tiennent aux esprits, aux démons… (primera edición de 1818 y edición ilustrada de 1863) escrito por el francés Jacques Collin de Plancy (1794-1881). En 1892 Carl Robert (1850-1922) reconstruyó una pintura de Polygnotus (s. V aC) del Lesche de Cnidians, en Delfos, donde aparece representado Eurynomus.

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El Eurynomus en una ilustración del Dictionnaire Infernal (1863). Fuente: BnF Gallica.

Monstruos que nos acompañan


MAMUT Nº 2 “De-Generados” Marzo 2016

Dirección y coordinación Raul Ciannella Maria Antònia Martí Escayol Investigación y traducción Raul Ciannella Maria Antònia Martí Escayol Ilustraciones y dibujos Maria Antònia Martí Escayol MAMUT

Diseño y maquetación Raul Ciannella

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Ilustración de portada De "Alice Sotto Terra" #logosedizioni © 2015 Stefano Bessoni - Logos Edizioni Todos los derechos de obras y textos publicados en esta revista pertenecen a sus respectivos autores salvo donde sea claramente indicado Iconos vectoriales diseñados por Freepic.com Editado en Barcelona ISSN: 2462-2966 ©2016. Todos los derechos reservados

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