EDITORIAL En los espacios habituales, los tiempos no son comunes. Un joven se pregunta si la música de la radio del fondo es muy vieja o si simplemente se olvidó la manera de hacerla y es toda la que queda. Otros buscan los sonidos afuera y sonríen porque su ciudad todavía florece y les platica cosas. Dos más allá suman y restan, el primero sabe que obedece al reloj y se le está haciendo tarde, el segundo reclama que los demás se queden con sus horas. Por aquí, la mujer mira a quienes pasan y se pregunta si detrás del volante, aparte de carreteras no dejan vidas pasadas. Y dos niños se asoman, ella intenta atisbar el futuro, él sólo se deja atrapar por la vida.
ÍNDICE ·¡Big Up! ·¿Y dónde esta mi Rock and Roll? ·Valedores Juveniles ·Dilo ·Ella me dice... ·La Malquerida ·¿Qué hay de nuevo? · 5 Minutos ·Dicotología
Fotodélicos ADOC Alma Laura Lagarde David Eurosa Luna Itzel Alexis Meli Vera Samanta Nolasco Coiffier
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La Cruzada VS El Hambre
Por: Itzel Alexis
¡BIG UP!
Es una productora creada en la ciudad capitalina del estado de Hidalgo, Pachuca, creada sin fines de lucro, con la idea de traer grandes artistas de la escena reggae (contando todos los sub géneros como: roots, dance hall, rock stady, drum & base, dub, etc.), además de buscar espacios donde la música reggae sea un pretexto para transmitir conciencia, relajarse de las rutinas laborales, bailar y brincar al ritmo de este candente género musical del caribe. BIG UP surgió con base en la necesidad de que las nuevas generaciones en Pachuca, conozcan y sepan que la música reggae es música de conciencia natural, social y cultural; Pachuca carecía de eventos de reggae y para poder ver a un artista tenían que viajar al D.F. en el mejor de los casos, la finalidad es que la banda tenga estos artistas cerca y así mismo Pachuca sea un mercado importante para la escena reggae, como lo son DF, Edo. de México, Guadalajara, León, Monterrey, entre otros. El impacto que ha tenido BIG UP al día de hoy ha sido positivo y más grande de lo que se esperaba, pero nos falta llegar más arriba en el mercado musical de Pachuca, y claro la intención es seguir convocando a todos los amantes de la música reggae de todo el estado de Hidalgo y seguir persuadiendo a aquellas personas que no conocen del todo este grandioso género musical. BIG UP ha traído a artistas de talla internación a la ciudad de Pachuca, artistas como: Maxi Vargas, Nano Bravo, Pablito Molina, Novato, The Kreation Band y Quique Neira.
Por: Erick Giovanny Flores Islas
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El día en la hermosa agonía, para su fin...
Por: Meli Vera
¿Y DÓNDE ESTA MI ROCK AND ROLL? Todo comenzó en la comodidad de mi cuarto (bueno cada quien entiende comodidad como mejor le parece), cuando de pronto desde mi iPod comenzó a sonar “Purple Haze” de Jimi Hendrix, sublime, única, extraordinaria, alucinante, etc. Podría seguir enumerando calificativos, pero ése no es el tema aquí. De pronto la duda, el reclamo ¿dónde está mi rock and roll? ¿Murió? ¿Lo secuestraron? Y es que por más que le busco no lo encuentro, me tengo que remitir a hace ya varios años, y si bien como dice Neil Young el rock no morirá jamás, en los albores del siglo XXI le están dando en la madre. Ya en este mismo espacio he hecho gala de mi proclive actitud hacia la tolerancia con respecto a los gustos de las personas. Pero en este caso es diferente, pues hablo de una corriente en especifico, la llamada escena del rock and roll. No sé si sea producto de mi edad, pero por más que intento escuchar algo nuevo, que se inscriba en las estrictas líneas de lo que conocemos como rock and roll, no lo encuentro. Tenemos que seguir recurriendo a Morrisey, The Rolling Stones, The Who, Black Sabbath, por sólo mencionar a algunos de los viejos seniles del rock que siguen vigentes. La fama y la moda, son las máximas metas de las actuales bandas alrededor del mundo y no está mal, pero de eso no se trata el rock and roll. Existen miles de bandas que en su primer disco nos estregan un disco bueno, interesante o en algunos casos extraordinario para después perderse en lo pantanoso de lo comercial, y eso, en verdad, en parte da hueva y tristeza. Traicionan un ideal, una forma de vida que abandonan cuando logran el mínimo de fama.
Por más que no quiero ser destructivo no encuentro otra alternativa, hoy en día si abres una revista de “rock” es más factible que encuentres un catálogo de moda que propuestas o reseñas de discos. Ahora todo es masivo, a las personas les da lo mismo ir al Foro Sol a ver a Alejandro Sanz que a Iron Maiden con Slayer, o espérense a que venga Daft Punk y todos querrán asistir al “evento”. Y bueno, al final de cuentas nos lo ha dicho AC/DC “Money talks”, así es, con dinero baila el perro. Y así como en alguna de mis conversaciones-charlas-pedas-pachequeces con Mowgli 420, colaborador neto de esta revista, quizás somos muy antisociales o en pocas palabras amargados. Pero al menos coincidimos en que actualmente el rock and roll da una hueva tal que es más factible ver un partido de la selección mexicana que escuchar una “nueva” banda, y eso en verdad es decir mucho. Y aunque existen propuestas buenas y novedosas la tendencia sigue siendo negativa. No queda más que seguir en un marco de retrospectiva musical, remitiéndonos a años atrás en donde todavía no era tan comercial el rock and roll. En donde todavía se sentían las cuerdas pesadas del bajo, el doble bombo y platillos de la batería, las voces estruendosas o alucinantes, lo tenebroso o fascinante de un piano y sobre todo en donde se escuchaba lo sublime de la guitarra, pero en fin, eso ya parece un sueño inalcanzable.
Por: Viko del Real
VALEDORES JUVENILES Creo que más de uno de nosotros ha escuchado la siguiente frase cuando se platica sobre música. -Oye ¿qué música te gusta? - De toda -¿Te late el rock? (Atención con la próxima frase) -Sí, pero el rock urbano no, se me hace como para naquitos. Muchos piensan que el rock urbano es para naquitos, que no está chido, que lo “in” en el rock es aparecer en revistas con portadas plastificadas, salir en los programas de MTV o Telehit, tocar en los “grandes” conciertos patrocinados por grandes transnacionales y que seas la imagen de alguna cervecería, de güisqui o hasta de ropa deportiva. Señores, eso a mi parecer no es “hacer rock”. Un disco que cambió mi perspectiva completamente con respecto al rock urbano (sí, sí, yo también era de los que decía que no le latía mucho el rock urbano) fue el primer disco de El Haragán y CIA que salió en 1992 con el nombre de “Valedores Juveniles” y que según la pagina de dicha banda lleva mas de 1 millón de copias vendidas, y hasta los seguidores lo nombran como el Disco Rojo (nada que ver con el de Grand Funk Railroad). Pero ¿Por qué esta chingón este disco? Porque sigue una línea diferente de lo que la mayoría de “rockers” quieren o tratan de hacer. Este disco no trata sobre planetas, anémonas de luz, esporas de caracoles y demás palabras rebuscadas. Este disco es
macizo y conciso, se centra en temas cotidianos, sucesos que acontecen en las calles pavimentadas de una ciudad, cosas que vemos día a día mientras vamos hacia la escuela o el trabajo, queriendo o evadiendo ser parte de esas historias. (Sugerencia del autor: darle play al disco antes mencionado) El disco abre con la canción llamada Juan El Descuartizador donde con un ritmo rockandrollero de a de veras nos narra la historia de un señor quien es un inadaptado social y depravado sexual, por ende tiene dos identidades, un ejemplo del uso de máscaras que uno debe de utilizar en la sociedad para poder sobrevivir, vender una buena imagen es la solución (remember las primeras temporadas de Breaking Bad). La siguiente rola también nos habla de un personaje de barrio, de la muchacha que tiene algo que atrae a los muchachos. Ella, la perra brava, que vive en la calle 1222, tiene algo más que su boca pintada de azul. Nos muestra a la Venus del barrio, a la Afrodita de la vecindad, a quien todos espiamos y olemos como perros ese aroma a rosas que deja detrás. La rola que sigue es un clásico de clásicos mexicano, que hasta en los bailes sonideros ponen y uno que otro artistilla se cuelga de su fama y le hace un “bonito cover”, sí, hablamos de esa muchacha que inhala resistol y se pasa la vida perdida en un vaso de alcohol (quizás y hasta es la misma perra brava de la rola anterior). Esa muñeca sintética, que trata de olvidar algo de su
pasado refugiándose en rituales oscuros, donde las bardas se manchan de brandy y de ron, y que finalizan en un acto sexual. La pista 4 del disco igual es un clásico que se encuentra en todos los compilados de discos piratas que tratan de juntar lo mejor del rock urbano, hablamos de esa rola que explica ese sentimiento que muchos hemos tenido y lo denominamos como “bache existencial” donde nos preguntamos qué hacemos en la vida, para qué estamos y demás preguntas sin respuestas. Hablamos de esa rola que dice No estoy muerto simplemente… estoy un poco cansado. Dice la frase que no hay quinto malo, y ésta no es la excepción, quizás esta rola es un emblema del rock no sólo urbano, sino nacional, hablamos de: El no lo mato. Una canción que a manera de historia nos narra un suceso que llamaría el interés de Durkheim ¿la sociedad corrompe al humano, o la sociedad está corrompida gracias al humano? Si no la han escuchado, esta rola trata de un carnal de 17 años que desenfundó su puñal y se dispuso a robar una gran tienda, de abastos, popular. El titulo de la rola se refiere al policía, quien perforó el corazón al chamaco gracias a una bala, pero en sí, él no lo mató, sino la sociedad en donde se desarrolló. La siguiente rola baja un poco de intensidad del disco, pero no deja de ser buena, es una canción preventiva hacia marihuanos que bien podria ser cantada por una madre preocupada. La rola se llama El Chamuco y si no te corriges y si no se aliviana, el chamuco aparece y se lo lleva (cualquier parecido con el “coco” es mera coincidencia). La séptima rola (Antes me gustabas) habla sobre el cambio, así como Heráclito de Efeso decía que todo estaba en constante movimiento, lo mismo pasa con la perspectiva de un muchacho hacia la que era su mujer perfecta. Nos habla del pasado, de cuando esa mujer era la protagonista de todos sus sueños, pero con el tiempo ya ni como co-estelar aparece. Y ahora la chava que no lo pelaba, es quien trata de llamar la atención. El destino es una mala broma. La rola que sigue es una baladita donde
al parecer habla de lo rápido y acelerado que muchas personas se toman la vida, haciendo una analogía acerca de los choques automovilísticos. Líneas como: Él no respira, fuma, él no come, bebe, él no vive, muere. Nos demuestran lo rápido e inconsciente de la vida de muchas personas que piensan que la vida es una carrera, sin saber que todos ¡TODOS! Llegaremos a esa meta; La muerte. La penúltima rola lleva por nombre ¿qué va a ser de él, Dios? Y esa pregunta constantemente se escucha en la rola, la cual trata sobre la indiferencia de las personas hacia los problemas que existen en la sociedad, algo como lo que sucede en la sociedad mexicana, que poco a poco pierde esa sensibilidad, que le da igual que aparezcan personas colgadas en puentes y descuartizados en las carreteras. Y sí, la rola sigue vigente, qué va ser de nosotros. La rola que le pone la cereza al pastel se llama Basuras, la cual nos hace recordar la cuarta rola del mismo disco, donde se cuestiona sobre el sentido de la vida, pero en este caso el sentido está perdido, ya sea porque las personas ya no tienen sueños o se volvieron parte del sistema al cual huían. En la rola las personas les llama; fantasmas, sombras y basuras con un aspecto cadavérico y autómatas del sistema, sustantivos que denotan algo “malo”, una situación no grata. Y nos hace cuestionar si en verdad estamos viviendo la vida que queríamos. Y cómo no cerrar un disco con una excelente frase que nos hace reflexionar y tratar de no ser ese tipo de personas: gente que en vez de vivir muere a cada instante. (si usted querido lector ha llegado a esta parte, lo felicito, usted probablemente también sea capaz de escuchar y ponerle atención a todo el disco antes descrito, nuevamente ¡felicidades!)
Por: Mowgli420
Dilo
Dilo, dilo otra vez, y aún otra más que me quieres, aunque esta palabra duplicada, en tus labios, el canto del cuclillo recuerde. Y no olvides que nunca la fresca primavera llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques, en su entero verdor, sin la voz del cuclillo. Me saluda en las sombras, amado mío, incierta, esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa, grito: ¡Vuelve a decir que me quieres! ¿Quién teme demasiadas estrellas, aunque los cielos se llenen, o un exceso de flores atando todo el año? Di que me quieres, di que me quieres: renueva el tañido de plata ; pero piensa, amada, en quererme también con el alma, en silencio.
Por: Víctor Espinosa
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The view from here would be better with you by my side
Por: Alma Laura Lagarde
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Mandalas
Por: David Eurosa Luna
ELLA ME
DICE... Ella me dice que me detenga a mirar la lluvia a la luz del semáforo en verde, le digo que parece una parvada de mosquitos. Me resulta grato verla sonreír y ella, al parecer, agradece que yo ría, que esta vez no sea el caradura de siempre. Es bueno verla actuando en el teatro, es linda toda esa cachondería acompañada de diálogos en prosa y verso. Pero es más grata su presencia bajo el escenario, fuera del teatro, mientras se cubre con sus brazos de futuro incierto, cual rebozo de piel cálida y tibia; es más sensual ver cómo el frio hace de las suyas con sus pezones, que verla gemir postrada en el piso del escenario. Salimos del edificio antiguo de la universidad, caminamos alrededor del reloj monumental, mientras platicamos de cómo nuestras vidas ya no son las mismas, nos sentamos y olvidamos la medición del tiempo, hablamos de cosas que ahora creemos saber, de lo que viene de lo que hay, hasta que nos damos cuenta de que ya es tarde, es hora de irse. Camina-
mos sobre la calle de Guerrero hasta la parada de sus colectivas, me pide que me detenga a mirar las gotas de la lluvia a la luz del semáforo de peatones que está en verde, yo le digo que parece una parvada de mosquitos cayendo. Cruzamos la calle, nos despedimos con un abrazo, un beso en la mejilla y con la esperanza de volver a vernos, nos despedimos sin cursilerías sólo un adiós y ya. Entonces es todo, yo escribo esto mientras viajo en un autobús Futura de vuelta a Tulancingo, mientras las gotas de lluvia se estrellan cual kamikazes en el cristal de la ventanilla y la neblina me impide la visibilidad a menos de 2 metros; entonces los caballeros fantasma, de los cuales ya he hablado antes, me dicen que duerma mientras me arrullan las gotas de lluvia que ahora ya no simulan mosquitos, sino una pintura efímera como la vida.
Por: Moisés Lozada
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Por: ADOC
LA
MALQUERIDA Para leer en tecnicolor, cegados por las luces de ciudad.
Huele a norte. A carretera. A la mujer que le ha hecho daño. Porfirio tiene ese olor que se ha vuelto su piel. Es de noche. Maneja. El bulevar es tan grande que parece no tener fin, serpiente de grava y piedras que se extiende por el suelo, soberbia, engreída, retorcida y seria; mojada, como ella. La lluvia había acentuado aquel olor: a recuerdo que se pasea frente a él en zapatillas, con una cruz persignada con perfume en el escote, venenos de mujer con nombre de monja y cara de arpía. Su futuro le pertenece. La sufridera de Porfirio comenzó dos años atrás, tiempo suficiente para tener un calvario, y un vía crucis y una tempestad y un temblor, un tsunami y una erupción, todo al mismo tiempo. Ser joven, ser hombre, le era tan complicado. Por alguna extraña manera el tipo podía desdoblarse con generosidad, tenía refinada la sensibilidad, el alma. Masculino, tosco, sombre-rudo de ojos oscuros, un poco animal y un poco hombre. De esos que son hechos por mujeres, moldeados en barro por abuelas hablantinas que cuentan histo rias de madrugada mientras soplan un comal. De ciudad y de campo, joven y experimentado, loco y enamorado. ¡Válgale Dios!
Porfirio no tenía miedo en ese entonces. Era el tiempo del revuelo, de las curvas de mujer, de esa mujer que le despertaba una irresistible obscenidad y le rompía los tímpanos con tan solo pronunciar su nombre; el tiempo de las medias que se rompían como un himen y explotaban en una fiesta de bien-venida. Sin miedo, como hay que vivir, pues. Dolores lo había conquistado una de las noches más frías que puedan recordarse en la ciudad, en ese lugar, en ese centro. Luces y letreros bien peinados adornaban las calles, la noche era vieja y todo seguía vivo, latente. Porfirio había salido a tomar y de todos los lugares que pudo escoger, tuvo que llegar a ese: La misteriosa. Era una cantina que recién se había convertido en bar, que luego se convirtió en farmacia clandestina, que luego fue fonda, que luego volvió a ser cantina y luego bar y volvió a brillar con sus focos-lentejuela para recibir a ese pobre desgraciado en su primer paso para perder la dignidad. Y mesas y cervezas y humo de cigarro, y gente bailando y matándose las neuronas de a poco. Y entonces Dolores: más plantada que flor que no pasa del corredor, olvidada por un hombre del que no se puede hablar en este cuento. Estaba allí sentada, con ese vestido que se convertiría en la camisa de fuerza de
Porfirio, con ese cabello estrangulador, asesino. El lugar estaba lleno, los acercó; dos extraños en el mismo lugar, en el momento exacto en el que el universo tuvo el humor de jugar una broma. Y esa fue la primera vez que se vieron: una mujer que necesita consuelo y un hombre que no tiene nada que perder. Dolores lo amó, se lo dijo. Le invitaba paseos descalzos y le prometía su vida entera, juraba por los santos en los que no creía que quería ser suya, de Él, no del otro. Que lo pasado no importaba, que desde esa noche misteriosa todo había cambiado para ella, que sería su mujer, su esposa, su amante, su puta. Lo fue. Y Porfirio lo dejó todo, embrujado, borracho y apasionado. Era joven, era hombre, ¡qué cosa tan peligrosa! Y cayó. De su amor a su dinero, se lo entregó todo, le dio los ojos y las ganas, el pensamiento; su lujuria, su sangre joven, su esperanza recién estrenada por una mujer. Las historias de su abuela, los recuerdos de la niñez, el futuro que todavía no pasaba, se lo dio todo. Lo suyo era fe. Con un taconazo lleno de odio y de maldad, Dolores le atravesó el corazón, luego se lo sacó y lo comió con un tenedor, impecable, sin compasión. Sentido figurado, desgraciadamente. Esto hubiera sido mejor para Porfirio, al menos hubiera tenido un final que no le atormentara con recuerdos. Ella no hizo más que irse. ¿Hacía falta algo más? Irse, como se van los cobardes, irse con el otro, con el que ya estaba allí, grandísimo idiota. Lo hizo en honor a su nombre, a su falta de lealtad, a su sobra de escote; le gustaba sufrir, ser mal-tratada, mal-querida, mal-amada. Dolores. Porfirio lo supo por un mensaje en el
espejo: Me vuelvo a Tampico con Javier, lo siento, lo amo. Y un beso pintarrajeado de lipstick barato. ¿Podía ser más vil? Pues sí pudo: escribió una carta interminable, justificando todo, dando razones, pidiendo perdón. Recitando amor con terribles faltas de ortografía, pregonando su necesidad tan fuerte por el pasado, agradeciendo el dinero, largándose. No lo hizo sin antes dejar en esa carta maldita cada detalle y atributo del hombre al que amaba. Saber el nombre de un hombre rival es el inicio de la locura. Se fue. Lo que le sucedió a continuación a Porfirio es casi irrespetuoso: el tiempo le taladró la cabeza, quería arrancarse la piel, las manos que la habían tocado, caminaba por el centro esperando encontrarla, toparse con ella y pedirle la muerte. Manejaba por las carreteras que no podían moverse, que no podían irse y que no podían dejarlo. Lloraba, gritaba, pisaba el pedal esperando escurrirse a través de él y desaparecer para siempre. Iba siempre en la misma dirección, escuchando esa canción que le recordaba su vida antes de Ella; esos lugares que no estaban marcados por ese olor, por ese recuerdo que tenía clavado en el cuerpo entero. Es el norte. Carretera. Porfirio maneja por esa gigantesca plancha de cemento, dueña del silencio, dueña del tiempo que toma atravesarla; dueña de tantas noches desesperadas y angustiadas en búsqueda del desembrujo. Allí va, el mismo hombre, del que sabemos su historia, acompañado de mujeres mal-queridas que tienden a cobrar. Le puso su nombre a la puta. Y nunca la pudo olvidar. Por: Enid Adriana Carrillo Moedano
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Stairway to Heaven
Por: Alma Laura Lagarde
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El futuro es un agujero obscuro
Por: Alma Laura Lagarde
Vive porque el vivir es de cabal hermosura, y el morir en vida es una de las peores locuras. -Carmen Mtz. R-
¿Qué hay de nuevo? Hoy me gustaría subirme hasta el último vagón del metro, caminar por el carril central de una autopista, o mejor aún recostarme en medio de un cruce automovilístico, me gustaría subir a una de las cabezas de las estatuas de los toltecas, me gustaría hacer un viaje solitario al infinito. Algo que cambie en mí la rutinaria forma, de subirme al transporte público sabiendo a dónde voy; de ir al baño, de cagar, limpiarme, salir y seguir con lo que sea que hacía; tengo ganas de no estar esperando lo que ya sé que llegará, tengo ganas de no escribir sin antes no saber sobre qué hacerlo. Me gustaría gustarle a una prostituta, ir por una y que se enamorara de mi sin remedio. Me gustaría saber por qué está en tal situación, sobre mí, me gustaría explicarle a algunos papis sobre la infortuna de las mujeres que penetran como si fueran sandías, ¿o melones? O pasteles con olor a refrigerador. Me gustaría hacer lo estrictamente imposible de hacer, me gustaría dejar una o dos mentes en blanco para conocer exactamente lo que es estar tranquilo, entender lo que es no darse cuenta de lo mierda que resulta ser la vida cuando se mira desde fuera de los ojos. Me gustaría conocerme a mí mismo por un tiempo, hacerme daño y después repararlo, me gustaría ser tú para verme como tú lo haces. Me gustaría estar en silencio total y poder escuchar lo que la nada absoluta tiene que contarnos. Me gustaría saber de ti. Absolutamente.
5 minutos Un minuto Basta para enamorarte, es suficiente para crear el enredijo de ilusión bajo el cual construyes las caricias, los besos, el anhelo y los deseos. Un minuto se convierte en eternidad cuando no le ves; pero se va, como agua entre las manos cuando sabes que necesitas a alguien que nunca estuvo y que en un minuto apareció. Dos minutos La sexagésima parte de una hora multiplicada por dos. Equivale a lo que no puede ser, a tomar decisiones repentinas, ciento veinte segundos que trasmutan en alacranes de adrenalina que saben donde pinchar. Un semáforo: la luz roja, luego verde; dos autos, una charla; el celular, el encendedor, el cigarrillo, vidrios por doquier, la muerte. Tres minutos Aquél hombre besa a la niña, parece ser su padre; ella, jovial, llena de vida, pómulos exagerados por el uso del rubor, la sangre sube y los pezones se erectan, la blusa lo dice todo, no es su padre sino su amante. Dos cafés, una pareja, tres minutos y el automóvil es suyo, sonríe y deja caer su cabeza sobre el pecho del casi anciano. Un ramo de flores, tres espinas, la esposa llegó. Cuatro minutos Suficiente para contar la historia del día, cuatro son los rumbos y cuatro las aristas de un cuadrado.
Cuarto dónde pasas tus días en la utópica felicidad de la nada, de tu mundo, de la realidad que pocos llegan a conocer, quizá ninguno. Se dilatan las pupilas, gritas y tomas las flores. Dices bailar como una princesa, sueñas, juegas, ríes, los demás creen que estás sola. Entran los hombres, te inyectan y comienza tu sueño dentro de tu sueño. Manicomio. Cinco minutos Giras una vez más, abres los ojos, y crees despertar; “cinco minutos, sólo cinco minutos más” dices a ti misma; el alcohol se hace presente y te incita a continuar el sueño, cierras los ojos. Las pupilas se dilatan el reloj digital marca un minuto más, te quedan cuatro. Sueñas que te levantas, ves el reloj, estás a tiempo, no hay doctores, no hay flores ni rosas, no está su mujer, tres minutos y ni uno más. Un fuerte golpe te hace dejar el mundo de Morfeo. En la calle la muerte está y aún te queda un minutito… Cinco minutos, crees poder, el agua caliente te espera en la ducha, la cabeza comienza a doler, casi te ahogas con tu propia baba, volteas y ves las manecillas del reloj, el tiempo se multiplicó mientras la pantalla engañaba el mundo que abre sus ventanas apenas has cerrado los parpados; es tarde, lo sabes y no hay forma de remediarlo... Por: Oscar Raúl Pérez Cabrera
Misterio Fluorescente
Por: Meli Vera
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Mandalas
Por: David Eurosa Luna
Dicotología
A veces no sé quién está más loco, si el que no está consciente de sus actos, a aquél que estando consciente de lo que hace y sabe que lo jode, pero lo sigue haciendo. Estamos inmersos en una locura colectiva bro. Mira que tener que hacer todo un circo para comprar un café: “aquí no se paga, aquí no se atiende, del otro lado le dan su azúcar”. Ir y venir en un espacio tan reducido; te juro que me costaba tanto trabajo, tanta flojedad. Sentía como si tuviera que salir de mi casa, caminar mis dos kilómetros diarios, esperar el bus (con lo que le gusta hacerme esperar, bus de mierda); todo para llegar a un lugar al que no tengo que ir, pero me veo obligado. Todo eso en menos de un metro y medio. No, en serio bro, así mero.
Por: Omar Rodríguez Cerón
¿Por qué todo tiene que ser una obligación? ¿Por qué tengo que subirme al bus para llegar a un lugar? Tener que ir allí para arreglar acá, mover esto para arreglar aquello, que en esta ventanilla te informan a cuál ventanilla debes acudir, todo para que en esta otra ventanilla te manden a otra ventanilla en donde te dicen que tienes que esperar porque el encargado no ha llegado. Y lo esperas, y lo esperas. ¿Qué son 10 minutos?, ya van 30, bueno otros 10 minutos y ya me voy, bueno otros cinco, bueno pues ¿quién se cree ese tipo?, si no “tuviera que”, maldita sea, tengo una vida. Y sin embargo lo esperas. ¿Qué no se dan cuenta de que están entregando sus vidas? Nos quitan tiempo, 10 minutos, 30 minutos, una hora, cinco horas. Es más, ellos no nos las quitan: noso-
tros se las damos en palanganas de “Pilatos”. Y es más, ni siquiera le damos nuestras horas a ellos; se las estamos dando al sistema, si bro, se las estamos dando y también las horas. Ellos únicamente, como “Pilatos” que son, se lavan las manos en la palangana de nuestras horas y se las dan de beber al sistema. El sistema tiene vida propia, el verdadero “César”, un César que se alimenta de horas, de nuestras horas, no despojadas, si no perfectamente ordenadas como el César lo pidió y enclaustradas dentro de una palangana disfrazada de folder color crema. Posiblemente esos 10 minutos los hubiera ocupado para fumarme un porro, escuchar a… luchar contra un monstruo en mi nariz, hacer nada. ¿Qué cuál es la diferencia, si bien puedo hacerlo mientras espero? Que sería elección mía bro, no algo que tenga que hacer porque tengo que esperar. Leer porque tengo que esperar, te ponen una televisión porque tienes que esperar. ¿Y las sillas bro? Ese detallazo. Inmediatamente, si ves sillas, es que tienes que esperar, tan canallas, pero lo vemos tan normal.Y volvemos con las malditas dicotomías, a veces creo que odio a Saussure. Todas las ciencias psi se basan en dicotomías; si haces esto significa esto, si no haces esto otro, en realidad quieres decir esto, “¿no sabes por qué actúas así?, no te preocupes, encontraremos la explicación”. Te dirían que en realidad no quieres hacer las cosas o que no te gusta esperar porque en realidad eres una persona egocéntrica, tanto que crees que las demás
personas no merecen un minuto de tu tiempo, y no es eso bro (negación, primer síntoma del problema); en serio, no lo soy (más negación, aumenta el grado del problema); maldita sea, ¡qué no lo soy¡ (la intensidad de la negación es directamente proporcional al tamaño del problema); está bien, tal vez si lo sea (aceptación). Tremendas hijas de puta. Las ciencias psi no te ayudan a volar, te ayudan a volver al nido.Las ciencias psi te dan una descripción detallada de ti mismo en sociedad; por supuesto que te van aclarando el panorama, pero a la vez también te están delimitando, demarcando, localizando. Ahora váyase a su casa, reflexione, acepte lo que no quería aceptar, espere todo lo que tenga que esperar, es por su bien, distráigase, que para eso están esas otras instituciones de ocio, haga un viaje, recargue las pilas y en cuanto se sienta listo vuelva otra vez al sistema que con gusto lo estaremos esperando para que nos las dé (y también las horas). Y recuerde que ésta es una sociedad “libre”. O sea que no hay opción: hay que entrarle a los madrazos. Pero, ¿y si no quiero? ¿Por qué querer siempre encontrar explicación a todo? ¿Por qué siempre la necesidad de querer hacernos la idea de algo? ¿Por qué no ir un poco más allá, sólo un poco? Estar por un momento realmente del “otro lado”. Imagínate por un instante sentirte fuera del tiempo de los otros, vivir a tu tiempo nada más bro. Darle gusto a Nietzsche y que las ciencias psi no te puedan describir, para triunfar en el arte de vivir.
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“lo puedes probar, lo tocas y lo sientes, que no es amor pero se le parece...”
Por: Samantha Nolasco Coiffier
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Repique del Verano
Por: Meli Vera
Portada: Aymer Gรกlvez Contraportada: Mowgli420