Mandala: Filosofias Underground

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EDITORIAL Hablar de los muertos en su día es muy mainstream por eso tu revista preferida retoma el tema algunos días después, recordando por supuesto, que cada reflexión sobre el final de tus días, es asimismo una invitación, porque a veces se nos olvida vivir. El camino de la muerte es una travesía que incita a mirar expresiones que se nutren de ella y la acogen como en ningún otro país. Para muestra, las siguientes páginas…

ÍNDICE - Compañera

- Muerte locura y amor - XANTOLO: Día de Muertos - Calaveras y Diablitos - No is died! not today, but yes now! - Preludio a una premonición - Cayendo al Infinito - El Músico - Te Vives - El día que la conocí - Hostil - Juegos vitales; sombras materiales - Muerte - La Soga - La Muerte Presente - Tarde o temprano... llega

Fotodélicos David Eurosa Luna J. Cracket Meli Vera Moisés Lozada Quitze Sanchez Samantha Nolasco Coiffier Portada: Aymer Gálvez Contraportada: Mowgli420

Agradecimiento especial a La MUERTE

Facebook: /MandalaFilosofiasUnderground Twitter: @Mandalafu


Por: Samantha Nolasco Coiffier


Compañera

Adelante, al lado nuestro, atrás, así es como la muerte va siempre con nosotros, acompañándonos y cuidándonos hasta que partimos de un mundo terrenal y caemos en su manto por completo. Una pérdida en este mundo, es un hijo más para ella, ¿por qué le habremos de temer si el futuro será igual para todos? Que como buena madre no hace distinción y a todos nos acoge por igual. Ese es nuestro destino.

Por: Ara Verde


Arbol de la Muerte

Por: Samantha Nolasco Coiffier


Por: Quitze Sanchez

Por: Quitze Sanchez


MUERTE LOCURA Y AMOR Por: Oliver García La tortuga gigante, la abeja haragana, el almohadón de plumas. Todos en algún momento de nuestra infancia, niñez tardía, o incluso en los primeros años preparatorianos leímos alguno de los cuentos de Horacio Quiroga. No es necesario que recuerdes los títulos sino las impresiones. Las reminiscencias del modernismo se aprecian en su obra, una descripción detallada del espacio: recinto verde, agraviado por el sol y el aire húmedo y pesado de la selva. Sus personajes encuentran la muerte e intentan alejarla, otros terminan sometiéndose a ella y finalmente hay quienes son atacados por sorpresa y sin aparente razón alguna. La vida campesina, agrícola, marinera, no discrimina entre humanos y animales y, se les enfrenta en cada historia. La muerte va de la mano de la locura, viene de un río, de un alambre, de las necedades y de un ambiente en apariencia imperturbable, pero cuya realidad insomne descubre a su lector ante la crudeza y hostilidad de los propios instintos. En lo personal recuerdo la historia de Anaconda, cada personaje comparte características con los humanos, además de que las víboras miden su valor con respecto a su capacidad para matar. En el cuento, varias son encerradas por un grupo de médicos y, a pesar de sus diferencias, se unen para acabar con el enemigo común: el ser humano. Al final la tregua se rompe y anaconda se entrega a su destino, una eterna rivalidad contra una cobra real. Durante su vida, el autor vivió dos ocasiones bajo el cobijo de la naturaleza y después de su suicidio pidió que su cuerpo se trasladara a la selva nuevamente. Actualmente la crítica reinterpreta su trabajo y le concede un valor mayor al que se le dio durante sus publicaciones. El mismo autor modificó Cuentos de amor de locura y de muerte (1917) en sus ediciones posteriores, por lo que el número de textos varía. La mayoría de sus relatos son fáciles de conseguir, y aquí les dejo un pequeña colección. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/quiroga/hq.htm


XANTOLO: DÍA DE MUERTOS

Por: arleQuin

Este festejo tradicional se ha ido modificando al paso del tiempo, afortunadamente se ha conservado la esencia de recibir a los difuntos en algunas comunidades, por ejemplo en Huejutla Hidalgo, un pequeño pueblito escondido entre la bellísima naturaleza de la sierra huasteca. Xantolo: es una palabra introducida al Náhuatl que significa “fiesta de todos los santos”. Viajaremos por maravillosos caminos que cruzan la sierra para permitirnos ver emerger en medio de lo verde, las flores de Cempoalxóchitl que decoran los altares, para respirar aire húmedo y cálido, disfrutar del cacao y apreciar los bailes regionales de Huejutla. CALORCITO Huejutla de Reyes se encuentra al norte del Estado de Hidalgo a sólo 140 metros sobre el nivel del mar, lo cual da como resultado un clima cálido y húmedo, prácticamente costeño, verdaderamente agradable, incluso en invierno podrás salir sin abrigarte. INICIO La aventura comienza desde el momento que entras al corredor de la montaña, pues inmediatamente sientes un cambio drástico en el clima ya que aquí estamos a una altura de 2600 metros sobre el nivel del mar, así que la temperatura es bastante baja y regularmente la carretera esta cubierta por un manto de neblina. Después del corredor de la montaña (Real del Monte, Omitan, Huasca de Ocampo) la temperatura comienza a ascender pues


entramos a la sierra. Antes de llegar a Huejutla pasaremos por otros pueblitos, entre ellos Atotonilco, Metztitlán, Zacualtipán, Tlanchinol, entre otros y finalmente Huejutla. Durante todo el recorrido encontraremos hermosos paisajes, entre llanos, campos y verdes laderas. La vegetación es increíble pues veremos plantas, árboles y enredaderas de hasta 10 metros de altura sin mencionar bellísimas caídas de agua que decoran el paisaje. ¿HAMBRE? Huejutla no sólo es famoso por el Xantolo, también existen una serie de platillos típicos que no encontrarás en ningún otro lado. Sus famosas enchiladas huastecas y los bocoles que son todo una combinación de sabores para deleitar el paladar. HUAPANGUEANDO El huapango es la música tradicional de la Sierra, siempre tocada por tríos y cantando improvisadamente; muchos huapangos se han vuelto tan populares que todos los conocemos así como el de “La llorona” y “La bruja”. En los pueblos de la sierra es muy común que durante las festividades se baile el huapango, lo curioso no es eso, sino que sólo lo bailan los hombres, algunos disfrazados de mujeres pero esto es sólo una tradición, no tiene nada que ver con su orientación sexual. Se puede ver a las “cuadrillas”, que son varias generaciones de hombres de una familia comprometidos con su tradición que ensayan por días la danza para el Xantolo y otros festejos como el Carnaval. Sin duda el Estado de Hidalgo está lleno de riquezas inimaginables, no sólo sus paisajes y gastronomía sino también las tradiciones que han persistido a lo largo de generaciones luchando por no ser devoradas por este mundo globalizado.


Luces que no se apagan


Calaveras y Diablitos Seamos claros, los mexicanos tenemos que celebrar el Día de muertos en medio de ofrendas, llenas de papel picado, frutas, guisados, cervezas, cigarros, pulque y sobre todo calaveritas de chocolate. Sí, bien es cierto que vivir en esta esfera global denominada planeta tierra nos hace proclives a adoptar prácticas y culturas de cualquier lugar. La constante saturación de información a la que vivimos sometidos no la podemos evitar y en consecuencia adoptamos lo que los medios que están a nuestro alcance nos dan. Ahora bien, cada vez es más común escuchar preparativos para fiestas de Halloween que la preparación de altares para montar las ofrendas. Si hablamos de riquezas culturales, al menos en nuestro país, son las ofrendas las que deberían engalanar las festividades de día de muertos. Es decir, vayamos juntos, pero no revueltos. Claro que las fiestas del “día brujas” son interesantes y divertidas como cualquier otra, además que al ser de disfraces les da un toque especial, la capacidad creativa en su máxima expresión. Pero, para cuando llega el día de muertos todos despertamos como verdaderos cadáveres, muertos. Los muertos, que en teoría nos deberían importar al menos ese día,

quedan delegados, olvidados. Si bien las grandes ofrendas y costumbres que ocurren a lo largo y ancho de nuestro país siguen estando vigentes, las nuevas generaciones las desconocen ampliamente y sobre todo las excluyen. Es decir, hay una omisión cultural, la cual puede ser temporal o simplemente la tradición puede quedar en el olvido. Las costumbres se transmiten de generación en generación, y al menos gracias a las personas mayores podemos comprender la importancia de venerar a los muertos. Eso de platicar con los muertos sí que es un viaje, y por desgracia o tradición, como lo quiera ver solo se da una vez al año. Así que por ser un país lleno de misticismo, interrogantes y, sobre todo, mucha injustica, el día de muertos podría parecer un escaparate a la igualdad. Es cuestión de gustos, pero al menos por cuestiones de tradición veo más riqueza cultural en la exposición de ofrendas que en una simple fiesta. Al montar altares reafirmamos una convicción hacia un estado que algún día, tarde o temprano, todos compartiremos, la muerte. Es decir, prefiero más calaveras (escritas, de chocolate, dulce, etc.) que diablitos disfrazados. Por: Viko del Real


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No is died!

Not today, but yes now! Por: Lala Lalal Estar loco es estar muerto con los ojos bien abiertos. Atento a la lucha por seguir en el mundo de los vivos, pero sin piedad. Esas miradas perdidas que encontramos en la calle de vez en cuando, esos cuerpos que andan sin rumbo, y que caminan por inercia, no son más que cuerpos con el corazón y las ganas destrozadas por el pasado. Inquietante resulta intentar mirar esos ojos vacíos que difícilmente pueden traducir alguna emoción, sentimiento o deseo preciso; tan cerca de la comunidad y tan alejados de la sociedad. Son los cuerpos que se saben muertos ya en vida, corazas impenetrables que contienen de todo menos espíritu, menos ímpetu, menos realidad. ¿Cuántas almas perdidas habrá en el aire?, ¿cuántas almas han evacuado sus cuerpos y los han dejado con las energías para caminar sin rumbo y hablar sin sentido? ¿Cuántos locos has topado en tu vida?, ¿cuántos tienen una pequeña esperanza de realmente estar vivos?, resulta ilógico que exista ese abandono en un mundo en donde son demasiados humanos de sobra. ¿Y cuántos han muerto definitivamente por dentro? ¡Quizá no fueran tan locos y solitarios si no vivieran en una sociedad de hormigas!


Sol Azteca

Por: Samantha Nolasco Coiffier


PRELUDIO A UNA PREMONICIÓN Por: Victos Salazar

6:00 am Te levantarás bien temprano en la mañana, abrirás con trabajo tus ojos que se ciegan con el rayo de sol que se escapa insolente por la ventana, “otro buen día, otro pinche buen día”, te levantarás mientras acostumbras a tu cuerpo al cambio, mirarás al vacío. Caminarás hacia el ropero mientras tratas de recordar tu sueño (Un sueño. El sueño. Ella. Tu sueño. Tu gato. Ella. El maldito recuerdo. Ella. Tú. La cafetería. La cama. El sexo. El sueño. Ella.), tomas una camisa, un pantalón, una chaqueta negra, los tenis, un recuerdo… Su perfume… La sientes tan cerca y a la vez tan ajena. ”No seas idiota”, te recuerdas a regañadientes. Caminas hacia el comedor (caíste en una rutina, por cierto); te servirás un vaso de café en esa taza oxidada de textura corrugada, lo tomas amargo, sientes la necesidad de tomarlo amargo, cierras los ojos para dar los últimos tragos de amarga existencia…

Enciendes el televisor, pones las noticias (no seas idiota, no lo pienses, no hablan de ella), subes el volumen y aprovechas para acicalarte un poco, caminas sin levantar la vista. 7:45 am Abres el grifo, escuchas el agua caer, qué desperdicio; juntas tus dos manos para recibir el escaso manojo de agua que llegarás a sostener, acercas tu cara, tratas de no ser tan idiota como para ahogarte, limpias tu rostro y humedeces un poco tu cuello, tu nuca. Te mirarás en el espejo… Has cambiado, perdiste la felicidad, quedaste solo. Cierras los ojos y tratas de negar lo que eres. 9:00 am Trabajo, pinche trabajo; pinche jornada, pinche gente, pinche neurótico. 8:00 pm Llegas cansado, harto. Te quitas los zapatos, tomas el paque-


te de cervezas que compraste en aquella tienda mal oliente, el paquete de cigarrillos de segunda; ¿cómo aguantas a la gente?, ¿cómo te aguantas a ti mismo? Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco cervezas. Vas a “El baúl” por unas pastillas que te quiten el dolor de cabeza, esa migraña sin sentido, ese vacío neuronal. Quedan 3, las tomas apresuradamente (Deja de buscar un suicidio), te sientes pesado en el silencio… caes dormido (idiota). 11:00 pm Tres horas, desperdiciaste tres horas. “Ni que fueran tan importantes”. Te recuerdas. Temes en el fondo que pase el tiempo y sigas con la rutina de siempre. 12:10 am Comienzan los recuerdos, estás ebrio, solo, manchaste tu ropa de cerveza tratando de ahogar los recuerdos, tratando de ahogarla a ella, buscas irremediablemente soluciones para acabar con tu sentimiento de soledad. Ella se fue, si fueras menos orgulloso, menos insano, menos vicioso, menos ciego, menos idiota, menos altanero, quizás ella estaría aquí contigo, abrazándote, y no en un ataúd odiándote, te ha costado tanto “acatar” el vacío que ella ha dejado por tu culpa. Conservas las fotos, las notas, los poemas, las canciones, las palabras de amor. Tratas de que el ruido de su voz no se pierda con el de tu silencio. Estabas ebrio, chocaste, la perdiste, pinche orgulloso, pinche vicioso, pinche vida, pinche muerte. Pinche destino. Una familia que se avergüenza de ti, una musa muerta que llora en alguna parte, unos

“amigos” que te traicionarían en cuanto pudieran, un trabajo mediocre, eras feliz con ella. Lloras, le extrañas, estás harto, estás adolorido… Lloras, bebes, fumas, lloras, fumas, bebes, bebes, lloras. Lloras, gritas, golpeas, limpias el vaso de vidrio roto y la sangre, bebes, sufres, te duele. Recuerdas, “la cuerda”. Una cuerda anudada que usaste en una obra de teatro como escenografía… La cuerda. Te alegras de tenerla guardada. Caminas apresuradamente hacia el sótano, bajas las escaleras, enciendes la luz, levantas las cajas viejas frías por el piso vacío, la encuentras. Estás decidido. Te levantas, subes las rechinantes escaleras, vas a tu habitación, colocas la cuerda desde cualquier extremo donde pueda sostenerse… Te sacudes las lágrimas. Escribes en un viejo cuaderno con una pluma que sacas de un portafolio arrumbado y escribes tus últimos versos; …sin tenerte a mi lado y sin poder descansar, todo lo que en el mundo he amado, se ha marchitado. Buscaré el camino de mi conciencia tranquila y profunda, a mi modo he dado todo lo que soy…. Te subes a una silla apresuradamente, te urge perderte, esperas que con la nota, la persona que te encuentre se apiade y te regale un lugar en la tierra… 3:00 am Sonríes. Al fin, sonríes.


Por: Moisés Lozada

Por: Moisés Lozada


Cayendo al Infinito Estoy muerto... Tanto que el mundo se vuelve pequeño. Tanto que el sol ya no arde. Y en mi cuerpo ya no hay sangre ni latidos en el corazón... Me dirijo a un vacío sin pobreza, a una calle sin pereza ni marginación. Donde la imaginación se funde con el único sueño que en vida logró darme amor... Ya no respiro... Por mis pulmones ya no hay más humo Ni tabaco, ni alquitrán... Y en mis manos no más copas ni veneno en el altar. Por un camino de flores me condeno a caminar lejos de esos dolores que gritaban al andar. Corriendo entre almas desnudas, cantando con Lennon y Judas Despidiéndome hasta del adiós, y de las crudas, de la ausencia y de la duda, del rechazo, y de mi viuda... Estoy muerto... Con el espíritu suelto Estoy muerto... Aunque vivo, jamás me sentí... Por: Carlos Santamaría


EL MÚSICO

Inspirado y suspirado por “El cantante de muertos” de un norteño de nombre Antonio.

Hay una historia guardada en los cajones del tiempo, escrita con la luz de las almas de quienes lo dejaron todo para buscar la nada. Éste es el testimonio del final. -Le cerramos la puerta a la muerte, en la cara. Se lo juro por Dios, doña Tina. Venía cantando con Aurelio, el músico. Traía todos los zapatos llenos de tierra, la suela desgastada, la piel más oscura que nunca, el sol le dibujaba unos caminos en la cara qué sabrá Dios a dónde llevan. La traía escondida en el alma, a la muerte, yo lo escuché y sentí que el corazón se me encogía de miedo. Teresa está tendida en su cama, tiene frío, mucho frío. Cantando voy por la vida nomás recorriendo el mundo, si quieren que se los diga: yo soy un alma sin dueño. A mí no me importa nada pa’ mi la vida es un sueño.


-Le digo que desde que llegó a la ciudad ya todo se sentía como raro, usted sabe cómo son aquí las cosas, todos estamos lejos y somos ajenos, nadie nos avisa de las tragedias, nadie nos previene de las calamidades. Nada es como en el pueblo, nada tiene ese sentido ni esa magnitud. Aquí todos somos anónimos y pasajeros, errantes y traicioneros. La ciudad nos esculpe a su manera y en ella yo lo escucho, se lo juro, Tinita, viene por usted cantando esas canciones con la voz más cortada que las manos en temporal. La luna se arrugaba en los charcos de la calamidad, el cielo lloró sobre la ciudad. Pronto será de día, el eco del músico imbuye todo a su alrededor. Yo tomo cuando yo quiero, no miento soy muy sincero y soy como las gaviotas volando de puerto en puerto, yo sé que la vida es corta al fin que también la debo. Teresa se mueve de lado a lado de la cama, inquieta, desconsolada. -Escúchelo, pare bien el oído, afile la desconfianza y deje que esa voz le profane los oídos. Viene con ese traje como feo y esa guitarra del mal agüero. Escúchelo, es el pueblo, allí lo trae escondidito en su panza de madera. Esos son los gallos que nos anunciaban la mañana, los árboles columpiándose con el aire, las brasas peleoneras del comal de la tía Eugenia, la tierra que nos volaba por los zapatos, mi tierra. El día que yo me muera no voy a llevarme nada, hay darle gusto al gusto, la vida pronto se acaba.

-¿Ya oyó doña Tina? Esa voz que parece un hilo negro, es el músico. Se la va a llevar, no tenga miedo, dicen que luego del camino, todo es un sueño. Pinche Aurelio, ya no cantes, cállate, mi músico, el cantante maldito, el cantor de los muertos. La mano de Ernestina le barre la frente a Teresa. Lo que paso en este mundo nomás los recuerdos quedan ya muerto voy a llevarme nomas un puño de tierra. -Es tu músico, Tere, no tengas miedo. Aurelio me llevó para allá desde hace mucho, luego de que la muerte se enojara con el pueblo por cerrarle la puerta en la cara. El músico le cantó siete noches con sus días y ella le dio permiso para llevarnos a todos. ¿Te acuerdas? Ese tiempo de la maldición que nos cayó encima. Ese día nos habíamos levantado pensando “hoy no” y entre todos nuestros pensamientos juntamos la fuerza para no dejar que se llevara a nadie más, la enfermedad había caído, como cobija. en todo el pueblo y ya teníamos los ojos inflamados de tanto llorar. -Ven ya, Tere, Él es el ángel maldito de la pulga de tierra de donde venimos nosotros. No tengas miedo; pueblo está allí adentro, en la panza de madera de su guitarra, a lo lejos, donde todos estamos a salvo de nuevo. Teresa siguió a su pueblo. La noche se hizo eterna.

Por: Enid Adriana Carrillo Moedano


El ayer en el presente


Te vives Por: Nan Gissel Villareal

Lo vio mal. Peor que antes. Como nunca. A pesar de eso ella sabía que lo vería mañana. Tenía que verlo. Para al fin hacer lo que tanto miedo le daba cada vez que lo tenía enfrente. Mañana sabría cómo decirle te amo. Pasado mañana cómo abrazarlo sin lastimarlo. Y a la semana siguiente cómo ayudarlo sin hacerlo sentir inútil. Uno nunca se imagina cómo es lidiar con tu cercanía. Impredecible, paciente, silenciosa, rebelde y ventajosa. No puedo entender tu descaro. ¿Por qué te metes con quienes menos lo merecen? Y no es que alguien te merezca, pero te habla un corazón lacerado por tu voluntad. ¿Por qué él? ¿Por qué los niños? ¿Por qué las madres? ¿Por qué los hijos? Se despidió de él como siempre. No como hubiera querido, pero como siempre. Ya era algo. Habría un mañana. Algo en el viento le decía que estabas cerca, el llanto de su madre le hablaba del futuro.

ra. No hubo otra reacción más que gritar, que maldecir, que no entender. Agua y sal salían de los ojos. Miedo bajó por la espalda. Ella te veía, te sentía cerca, pero quería negar tu llegada, tu misma existencia. Ley de la atracción. El recorrido llegó a su fin. Quería que sus pasos fueran lentos y largos, interminables. Unos brazos la recibieron, acompañados de ojos con agua. (No, no, no, no). Se detuvo. Aceptó el abrazo un rato. No pudo más. Subió esas escaleras que tantas veces la llevaron a encontrarse con él, con su boca de pocas palabras y sus ojos suplicantes. Ahí estaba él, durmiendo. (Debía estar durmiendo). Unas manos lo auscultaban, en el pecho, en los ojos. Una negación con la cabeza. Medianoche. Comienza.

El teléfono sonó, ella ya en pijama. Vio en la pantalla el nombre del emisor y prefirió pasar el teléfono a su madre. (Cobarde) (No, no, no, no). - Mamá: ¡¿qué?! - Ella: …

No respira. Vómito. Miedo. No respira. Vacío. No respira. Duerme. No puede. Camina. Le da hambre. Muerde una galleta. Satisfecha. Vómito. No respira. Se duerme. Se muere. Te siente cerca. Te quiere cerca. Te desea. Camina. No la abracen. Llora. Abrácenla. Llora, llora, llora. Lo ve. Lo besa. No te tiene miedo. Te quiere de frente. Te odia. Llora. Abrácenla. Se tiene que despedir. Abrácenla. Grita. Que no se vaya. Que no le dijo todo. Que lo ama. Que se lo quiere decir. Que ya no puede. Grita. ¡GRITA! GRITa, GRIta, GRita, Grita, grita, grita, grita, grita. Ahora sigue.

Un ladrillo en el pecho. Una casa ente-

Así te vives.

Tú también le hablaste del futuro, en un sueño, ¿te acuerdas? Ella no le dio importancia, prefirió seguir la ley de la atracción y mandarte a la fregada cerrando los ojos fuerte y maldiciendo tu favor de prepararla. Ella no lo había pedido, no lo necesitaba. Gracias, pero no.


El día que la conocí Por: Mowgli420

Dicen que la muerte anda tras mis huesos. Si es así la espero, pa’ darle sus besos. Todos en nuestra vida siempre hemos hablado de la muerte, aunque no nos guste. Quizás es un tema que evitamos, por misterioso, porque provoca miedo, porque no sabes qué pasará cuando la conozcas, pero saben qué, no es tan mala, bueno, conmigo se portó bien. El día que la conocí estaba frente a un señor de bata blanca, quien con ojos tristes me dijo: Señor, tiene poco tiempo de vida. Al escuchar las palabras, mi instinto hizo que volteara hacia la izquierda. No había nada. Recibí la noticia y claro, fue un madrazo en la cara del cual no me podía recuperar. Sin familia y con pocos amigos sería difícil sobrevivir a lo poco que me faltaba, ni siquiera tenía una lista de “cosas que hacer antes de morir”, mi vida era un completo asco. Mi teoría de que los niños y los perros son sensibles ante cosas extrañas como la muerte estaba comprobada, los bebés me veían raro, mi perro se la pasaba todo el tiempo conmigo y en ocasiones ladraba hacia la nada. Siempre hacia mi lado izquierdo El día que la sentí por primera vez fue cuando intente suicidarme ¿para qué esperar el día ya sentenciado? Decidí buscar una manera para lograrlo ¿ahorcarme?, ¿ahogarme?, ¿un disparo en la cabeza? ¿Tirarme de un puente y ser la nota roja de algún periódico sensacionalista? Creí que la última opción era la mejor, así que me subí al primer puente que encontré, con los huevos bien puestos trate de tirarme, pero algo me jaló mi mano izquierda, evitando que hiciera tal tontería. El día que la conocí fue un día de muertos. Me senté frente a la ofrenda de mi casa toda la noche, pensando que quizás, el próximo

año, ahí estaría, representado por una veladora y un vaso de agua. Volteé hacía la izquierda y vi a una mujer que me sonreía. Entre en un tipo de trance, la mujer no me asustó, era hermosa y vestía de una manera muy elegante. Delgada, blanca y con una mirada penetrante. Me tomó de la mano y me dijo: Sí, dentro de un año estarás aquí, de una manera que no conoces. Comenzamos a platicar, me contó que ella era mi muerte, que siempre está a mi lado izquierdo y que creció junto a mí. Ya no tenía miedo a morir, tendría una muerte hermosa. El día que me enamoré fue cuando me visitó nuevamente, pensé que era el día de mi muerte, pero no. Platicamos un largo rato, de mis teorías sobre la muerte, de las cuales ella soltaba grandes carcajadas, mientras ella contaba sobre lo maravilloso que es flotar y pasar desapercibido entre las personas vivas. Me prometió que cuando muriera me llevaría a hacer cosas divertidas; como espiar a personas y asustarlas, acostarse en una carretera sin tener miedo a ser atropellado, volar encima de las palomas y la mejor de todas: estar sin miedo alguno de morir El día de mi muerte me preparé, me puse mis calzones de la suerte y una ropa de lo más formal. Quería morir dormido, pero le dije que estaría mejor sentado en un sillón, ella había dicho que cumpliría mi última voluntad. Pensé que sacaría algún arma mortal, la imagen de la guadaña me hubiera parecido todo un cliché, pero no, sólo se acercó, me tomó de las manos y cerré los ojos. Sentí cómo me separaba de mi cuerpo, y veía cómo ese costal de huesos, músculos y órganos estaba ahí, sentado, sin que nadie se acercara, y así pasaron cinco días Di el paso a la muerte, no es tan diferente, ella sigue a mi lado izquierdo.


Luto Estudiantil


HOSTIL Por: Moisés Lozada

Entonces despierto, camino a la orilla de un parque de provincia, unas monjas me invitan a pasar al santuario, yo no tengo nada que hacer así que acepto, camino, bajo escaleras, entro a lo que parece ser un kiosco y de pronto todo se oscurece, al instante aparecen cuadros con fotografías muy antiguas, comienzo a leer las sinopsis bajo los cuadros, pero no entiendo nada, entonces tengo tres opciones: 1.-asumo que estoy dormido; 2.- que sin alguna razón o lógica aparente me encuentro, en el mejor de los casos, en un país extranjero donde no se habla alguna lengua remotamente conocida por mí; o 3.- he sido transportado a alguna realidad alterna sin ninguna modificación en mi cuerpo después de este viaje tiempo-espacio.


Quiero la primera opción pero eso no está en mis manos. Sin miedo alguno comienzo a recorrer dicho lugar, veo sólo las fotos porque como ya lo expliqué no entiendo nada, mientras recorro los pasillos voy escuchando voces y el crujir de puertas viejas que se abren, llego a una especie de sala comedor donde hay 22 personas que entre otras cosas juegan ajedrez, fuman y toman algo parecido al café pero por el aroma que esta bebida despide me doy cuenta de que no lo es, así que prefiero no arriesgarme a probarlo. Salgo del comedor y paso por un pasillo blanco con luces de neón a los costados, antes de cruzar una puerta gris alguien que no conozco me ofrece un arma, la acepto y entro a lo que parece ser un estacionamiento de varios niveles. Escucho gritos, piden ayuda y dicen mi nombre, entonces mi idea de que esto es un sueño se hace más fuerte, pero de todos modos quiero ayudar a esta gente, comienzo a subir por las rampas de caracol buscando en cada nivel dónde están aquellas personas, a punto de subir al último piso alguien dispara, no me da y me alegro; mi adrenalina se eleva y comienzo a sudar, entonces tal vez no sea un sueño. Después de esconderme tras una columna de cemento busco a mi cazador, entiendo que tengo un arma, no sé qué calibre es pero sé usarla y debo responder a la agresión. Obedezco a mis instintos, disparo hacia la izquierda y recibo respuesta, una lluvia de plomo comienza y al no tener opción

comienzo a correr; no quiero arriesgarme ante la posibilidad de que mi pistola no tenga balas infinitas, las reservo para cuando realmente sea necesario. Llego a la planta baja y alguien o algo me pregunta si tengo la llave, reviso mis bolsas y le respondo que no, esa cosa me dice que tengo hasta antes de que el sol comience a brillar y que esas 22 personas confían en mi, no pienso, actúo, DISPARO contra el candado de las rejas, pero con una bala no se rompen debo repetir la operación ocho veces mas, lo cual me preocupa pues después de esto sólo me queda una bala en mi pistola. Mi agresor vuelve y al parecer esto sí es un sueño puesto que él dispara sin clemencia. no me preocupo, ninguna de sus balas me ha hecho grave daño, respiro, sé que éste es mi último disparo, es una lindo amanecer para morir, jalo el gatillo y por suerte la bala se incrusta en la mano con la que sostiene su revolver, ahora tendré que matarlo a golpes, me abalanzo contra él con la furia de un animal rabioso y comienzo a golpearlo con toda la fuerza que mi cuerpo perforado por las balas me permite; la sangre comienza a hacer charco en el piso, aún no se si es la propia o la de este tipo; antes de azotar su cabeza contra el concreto en repetidas ocasiones sé que debo decir algo, algo épico o cuando menos algo sin sentido pero que venga de mi corazón, entonces de mis labios se escucha: –Me llaman hostil, he venido de un lugar muy diferente a este, y aunque éste es tu sueño voy a matarte-.


Cempoalx贸chilt

Por: Quitze Sanchez


JUEGOS VITALES; SOMBRAS MATERIALES Por: Oscar Raú Pérez Cabrera

Brillan los ojos de los peces cegados por el mítico universo, partituras de ilusión escapan por doquier…. Pinceladas del deseo cavaron tumbas de credulidad de mitos no encontrados en sólidos muros eclesiásticos. Bajo la almohada yace el calabazate y bajo la caja está una cruz de cal; Por encima quién ya no debe estar, cuatro estrellas alumbran su camino. Lágrimas que acortan las distancias, espejos de podredumbre y fanatismo, calamidad que se ha de reconocer. La raíz ha muerto y las ramas se secarán. Sangre corre entre caminos de herencia y prontitud, pocos se han dado cuenta hay un nuevo sol. Cuatro son los rumbos uno de la muerte debe ser, colores de sueños y anhelos, entre flores y nopales, la espina ha de caer. Sólo se mira la cama de silencio recuerdos de polvo y lechugas frescas Afuera llueve pero el grito no escapa, fuego en la garganta, aire en el cerebro… Muerte, Parca, Huesuda, Niña Blanca, Santa Muerte… ¡Calavera! Aquí estoy y éste… ¡Éste, es mi funeral!


Por: MoisĂŠs Lozada


Muerte

“El amor está en el corazón del presente y en la mente del futuro del amor” Poetiza Pame Silveira “La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse” Oscar Wilde “El que da amistad al que pide amor es como darle pan al que muere de sed” “¿Por qué amas al que te ignora y por qué ignoras al que te ama?” “Un día sin sonreír, es un día perdido” Charles Chaplin “Sólo se puede odiar lo amado” “Si la vida te quita algo bueno es para darte algo mejor” “Nunca ames demasiado, te pueden romper el corazón” ¡Sonríe, y demuéstrale a la vida que eres mas fuerte que ella! Por: Poetiza Pame Silveira


Los colores de la

MUERTE Por: Meli Vera



La Soga

Sobre una mesa se presenta el hombre que hace años ha dejado el uniforme, y como si su vida estuviera en un sobre disipa angustias sobre sus sueños, y escribe años de desvelos y tiempo de paz... En una cuerda escribe su nombre y en sus ojos las huellas del hambre grabadas con sangre cual cobre. Se arrepiente de todo pecado y reza a cada Dios alabado por su eternidad... Él no ha muerto, y no morirá hasta que sus manos se despeguen del papel, hasta que sus razones abandonen el andén, y su tren parta a Europa, con una escala en Belén Y si el último respiro roba cada célula de su piel, y si su pasado cobra cada eternidad de su Ser, entonces morirá tranquilo. Colgado en su propio olvido Y en el sobre, la carta eterna De su amargo “adiós amigo”

Por: Carlos Santamaría


Sirena de Metal

Por: J. Cracket


Por: Samantha Nolasco Coiffier


La muerte presente Por: Marianno Herrera Salvalaggio

La muerte en México nació, y desde ahí nuca desapareció. Ella se hace presente cada año, recordándonos a nuestros santos en rebaño. El pueblo con cariño la acogió y de colores y flores la llenó. Huesuda y alegre se pasea inspirando a todo lo que le rodea. No se asuste cuando la vea, pues otra vida lo bordea. Una vida sin preocupación en donde se canta siempre esta canción: “Qué podemos hacer si todo sigue como va. Hay que reírse un poco que la muerte siempre está. Vamos a hablar de algo que nos haga divertir que de tanta sonrisa la muerte se va inhibir “ La Vela Puerca


Por: Samantha Nolasco Coiffier

si coqueteamos con la muerte es porque casi siempre nos seduce el diablo


Tarde o temprano...llega La muerte eres tú, soy yo. Es la respiración inexistente, que cede, que deja fluir el silencio. La muerte es reunión. Se vuelve lágrima y risa. Luto, transformación y color… Fiesta y espíritu. La muerte es ayer, hoy y mañana. Es familia, despedida, una oración que se eleva, purifica y comunica. Respeto y magia. Parte de Dios y una flor. El humo que envuelve y asfixia a la vida, se la lleva. Se la lleva y la contempla, la transporta y la libera. Una estrella encendida. Y una llama que cobra fuerza. La muerte es chiquita, risueña y espontánea. La muerte es antaña, reservada y callada. Ella es un huehue. Una máscara y una danza. No es una oz, es un susurro y ocaso para la luz. La muerte es sorpresa, una fuerza que te atrapa. Es un soplo, un torbellino de imágenes Y un relámpago que sella. Por: Meli Vera



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