Mandala: Filosofias Underground

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MÁNDALA Filosofías Underground


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Alina de la Rosa

Mauricio DĂ­az


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Samantha Nolasco Coiffier


El Turista Una fotografía de las pirámides de Tenochtitlan, las de Chichén Itza, de la pirámide de Cholula, las del Tajín, Monte Albán, de los Atlantes de Tula y de cada lugar al que van. La artesanía de barro negro, los sombreros de palma, las camisas de manta, la blusa bordada, las pulseras de colores, los collares de jade, los alebrijes, las máscaras, las piñatas, el chocolate chiapaneco, el oaxaqueño, el hiter “azteca”, la pipa de mármol, los morrales de chaquira, el oro y la plata, los chiles en nogada y el mole poblano más caros del país, las cemitas, los camotes; los dulces regionales: las obleas, “las glorias”, ate, borrachitos, quesos artesanales, la cerámica, las canastas, el rosa mexicano, el azul rey, el verde, blanco y rojo, el amarillo, todos los colores, todo este folclor es admirado y consumido por el turista extranjero, que por más que se esfuerce no deja de ver a México como ese folclor, esas vacaciones, ese viaje, ese capricho que sus dólares o euros pueden pagar. Sin embargo los extranjeros, ingenuos, fascinados, prematuros en este trágico lugar de folclor no hacen más que consumir en este mundo comerciante, negociante, “truequero”, que no sabe ni diferenciar entre la auténtica artesanía mexica y la barata y sustituta imitación hecha en China. Pero sin duda al extranjero e ingenuo turista damos gracias por el pan de cada día. Lo que caracteriza a un turista es el enriquecimiento cultural que busca en cada lugar al que va, pero sobre todo el turista conserva en todo momento la FASCINACIÓN, la fascinación que lo convierte en un ser selectivo, que elije ver siempre lo mejor, lo más bonito, lo hermoso del lugar

Karen Ouh

al que va. ¿Entonces no somos también turistas los mexicanos? Día a día el mexicano se desplaza en su territorio como un ente, un ENTE, un zombi, uno más del montón, un usuario, un número, un padre de familia, un hijo, un trabajador. Pero, aunque inconsciente, aunque masa el mexicano se desplaza siempre con esa fascinación de turista, viendo siempre lo “bonito de su país”, sintiéndose orgulloso de su bandera, su himno nacional, sus colores. Y cada que puede, cada que festeja, cada que se emborracha recuerda y grita su orgullo nacional. El mexicano vive turista, vive preso de la emoción


trillada de su natal arraigo, vive ignorando al perro atropellado en la autopista, la suciedad y las ratas del mercado; vive evitando pensar en los problemas del país, en el cadáver que vio tirado cerca de su casa, evitando pensar que vive en el último piso del último edificio que parece se está cayendo a pedazos y al que sólo le quedan unos cuantos retazos de color; un color triste, vive ignorando su pobreza y anhelando por siempre los bienes materiales. El mexicano, nostálgico visitante de su propia nación vive con una carga muy pesada que es la del olvido. La realidad mexicana es color sepia, sin embargo nos empeñamos en corregirla en un sueño eterno que imaginamos todos los días. El mexicano quiere vivir siempre en el baile de

anoche, en la fiesta del año pasado, en su vencida infancia, en la consumida borrachera. Y sí, México sí es todo ese folclor, todos esos colores, todo ese pluralismo, esas diferencias, sí es el son huasteco, el jarocho, sí es el pulque, el tequila, mezcal, cerveza, sí es la artesanía, la arquitectura prehispánica, la barroca, sí es danza, es nopales, ríos, desiertos, mares selvas, museos, sí es náhuatl, totonaco, zapoteco, mixteco, tolteca, rarámuri, tarahumara, sí es chiapaneco, norteño, chilango, costeño, sí es autóctono, español , criollo, mestizo. Pero también es esa madre pobre que no tiene leche para amamantar a sus hijos, también es narco y corrupto, hipócrita, dramático, es imitación, es dejado, sometido, pisoteado. Somos la negación de la negación de la historia, historia que apenas conocemos. Pero ¡Viva México cabrones! Qué viva sólo en tiempos prósperos, qué viva en días de fiestas y en la feria de mi pueblo, qué viva México cabrones; cabrones cuando la selección Mexicana de futbol obtiene un triunfo olímpico, olímpico como la única medalla de oro que ganaron en Londres los mexicanos; mexicanos como esos mexicanos que sí lo son cuando cantan el Himno nacional y adoran su bandera; bandera de tres colores que sepa sólo la patria mal parida y deforme qué significa cada uno. Uno solo es el pensamiento de los nacidos en los Estados Unidos Mexicanos, cuando deberían ser según el INEGI 112 millones de pensamientos diferentes y no por diferentes no respetados. Espero algún día regresemos de ese largo viaje, que algún día dejemos de olvidar, por que en ese olvido está nuestra perdida identidad. ¡Pero México es lindo y querido, muy querido!


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Alina de la Rosa


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Samantha Nolasco Coiffier

Mauricio DĂ­az


¡Ah que la chingada!

Omar Rodríguez Cerón

Había una vez un cabrón que se llamaba Cristóbal Colón. Era un marinero bien chingón y por estar buscando nuevas rutas para que su patria siguiera vendiendo sus chingaderas, que se encuentra por accidente unas tierras nuevas bien chingonas. Al mismo tiempo en esas tierras, a los mayas, a quienes, a pesar de ser también unos chingones, les estaba yendo de la chingada; tanto, que creían que sólo un milagro podía salvarlos, así que decidieron esperar a los mas chingones: sus dioses. Mientras esperaban a sus chingonerias de dioses, qué llegan unos weyes con vestimentas extrañas, pero bien chingonas, con un color raro en la piel, pero igual bien chingón, con extraños artefactos en sus manos, pies, cabezas, ah eso sí, bien chingones… tanta chingonería sólo podía significar una cosa: los chingones que los iban a salvar habían llegado ya…

y los españoles dijeron “pues ya chingamos”. Cuando los mayas se dieron cuenta de que los nuevos dioses nada más los venían a chingar… pues ya era demasiado tarde. Sin embargo, los indígenas empezaron a chingarle la madre a los españoles porque no se iban a dejar chingar tan fácil. Hubo fuertes peleas y la guerra pintaba muy mal para los españoles, aunque nunca dejaron de verlos como seres superiores, o séase más chingones, lo cual pesó demasiado. Además había otro problema… un problema que traían los indígenas de tiempo atrás: resulta que los tlaxcaltecas y los aztecas se venían chingando la madre desde hace rato… tanto que eran enemigos mortales y cada vez que se veían, o se armaba la guerra, o se mandaban a la chingada. De esto se dio cuenta un español muy chingonsísimo,


se llamaba Hernán Cortes, y como ya sentía la derrota hasta las amígdalas… pues empezó a chingar por ahí… ofreciendo tratos a cada bando: aquel que se aliara con los conquistadores, se iba a poder chingar al otro. Y pues pasó, que por querer ser los más chingones, pues que los tlaxcaltecas se alían con los españoles… y se chingan a los aztecas y comenzó la chingada conquista, y así fue como siempre ha sido nuestra chingada historia, porque de haberse limado las asperezas entre aztecas y tlaxcaltecas los pinches extranjeros simplemente se hubieran chingado, pero por el pinche afán de querer nada más chingarse al otro, por anhelar y creer que se iban a convertir en dioses también para tener más poder, por la ridícula idea de que nos iban a ver como iguales… por esas putas ideas nos cargó la chingada… bonita herencia nos dejaron. Y esas pinches ideas que nos chingaron hace ya varios siglos… nos siguen chingando día a día. Nos seguimos chingando el uno al otro; y si no vean nada más el índice de crímenes de nuestro país… la violencia, la desigualdad, y lo que chinga más… la discriminación. ¿Crees que porque se chingaron a tu madre la Malinche ya tienes sangre de español? Pues no cabrón(a)… eres un híbrido… mitad español… mitad indígena… Porque esos cabrones ni siquiera nos exterminaron: nos dominaron (aunque tal vez hubiera sido mejor lo primero). Para cerrar el pacto de alianza los tlaxcaltecas llevaron ante los españoles a cierto numero de mujeres, las mas hermosas, y fue así como se inicio oficialmente el mestizaje, y también fue así como surgió

una nueva raza, que no le gusta ser de aquí, y que piensa que es de allá, pero que nunca será aceptado como tal… y pues nos pasaron a chingar. El problema es que siempre vamos a ver a esos culeros como dioses, siempre queriendo servirles disque creyendo en su amistad y creyendo que te ven como igual… cuando te botan de su país si no eres invitado por alguien de ahí. Y no sólo los españoles, ahora también quieres ser estadounidense, italiano, inglés, francés… todo menos mexicano, ¿acaso sabes que todos ellos son ricos ahora gracias a nuestras tierras? ¿A la explotación de nuestros antepasados? Es a lo que se llama origen del capital… Date cuenta de que estás alabando a alguien que nos chingó la vida… que te quieres vestir del mismo modo… que quieres usar sus mismos artefactos… leer sus mismos libros… escuchar su misma música… que quieres vivir su vida… y que los únicos beneficiados son ellos. Date cuenta también de que nuestra banda resiste… la única… la original… nosotros somos simples copias burdas… los verdaderos mexicanos siguen allá afuera… en las montañas… en los desiertos… en los valles… tratando no de vivir… si no de sobrevivir… manteniendo los chales… los huipiles… el pulque… y otras más recientes como el huapango… el mariachi… y demás. Para ser una raza nueva y auténtica hay que voltear hacia el otro lado, y no digo hacia abajo… porque no estamos abajo… ni ellos están arriba… nadie es mejor ni es peor… simplemente somos diferentes… pero chingones. ¡Ah que la chingada¡ ¡Viva México chingones¡


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J. Cracket

Samantha Nolasco Coiffier


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Nancy Vite


Amorcito corazón

La épo cine Si hay algo hermoso y de gran trascendencia en la historia de nuestro México lindo y querido es la Época de oro del cine, época en la cual se exportaron la mayor cantidad de largometrajes, escritos, dirigidos, producidos y protagonizados (en su mayoría), por mexicanos. Como lo señalan diversos críticos e historiadores del arte cinematográfico, la Época de oro del cine mexicano comprende del segundo lustro de la década de los 30´s con la película Allá en el Rancho Grande (1930); hasta la muerte del “Charro cantor” en el año de 1957, puesto que, simbólicamente, con la muerte de Pedro Infante moría también la Época de oro del cine nacional. El comienzo En sus inicios, el cine mexicano sirvió como un medio masivo de comunicación que resaltó y contribuyó en gran medida a la generación de una identidad mexicana, mediante géneros tales como el drama, la comedia, melodrama; y cuyos temas principales se centraban en la pobreza, los triángulos amorosos, la injusticia, los problemas familiares, el pobre enamorado de la rica y viceversa; así como peleas en cantinas, duelos de canto, etc. Pobres pero honrados A medida que el cine mexicano ganaba fanáticos y exportaba más material, la generación de estereotipos no podía esperar: estaba la huérfana, el charro caballero y el charro mujeriego, el borracho, la madre abnegada, el rebelde sin causa, los multimillonarios “mala onda”, el padre autoritario, la “mujer bonita”, el héroe del pueblo, los religiosos, el maleante, el párroco, y el pueblo: pobre pero honrado. El gran auge Bajo la mirada caprichosa de afamados directores tales como: Emilio “el Indio” Fernández, Luis Buñuel, Ismael Rodríguez, Alejandro Galindo, Julio Bracho, Roberto Gavaldón y Rogelio A. González, por mencionar algunos, se llevaron a la pantalla grande numerosos dramas galardonados no sólo a nivel nacional sino también reconocidos en el extranjero, por ejemplo; según los Premios Ariel las mejores películas de la Época de oro del cine mexicano son: La barranca (1944) de Roberto Gavaldón; Enamorada (1946), La perla (1945) y Río Escondido (1947) de Emilio Fernández; Una familia de tantas (1948) de Alejandro Galindo y Los olvidados (1950) de Luis Buñuel.


n yo tengo tentación de un beso…

oca de oro del mexicano

Karen Alfaro

Cabe mencionar que también destacan títulos tales como: Salón México (1948) de Emilio Fernández; Nosotros los pobres (1947) de Ismael Rodríguez y una de mis grandes favoritas del gran maestro Luis Buñuel, Ensayo de un Crimen (1955). La gran popularidad generada por las películas mexicanas de la primera mitad del siglo XX, se debió en gran medida a las temáticas populistas manejadas, (pero sobre todo temáticas realistas), pues éstas le provocaron al espectador un alto grado de identificación ya fuese con los personajes o con los problemas planteados y sobre todo, lograban entretener a toda la familia. Los ídolos Con un charro cantador, valiente de corazón, enamorado al por mayor y con mujeres de a montón, se da vida al gran ícono del cine mexicano: Don Pedro Infante, quien se convirtió en el galán y cantante más famoso de la Época de oro del cine mexicano y me atrevo a decir que fue, ha sido y será el más grande ícono del cine nacional de todos los tiempos. Por el lado de las féminas, destaca Doña María Félix, quien por su carácter, personalidad y belleza destacó del resto de las actrices mexicanas. Otros actores de gran importancia fueron Jorge Negrete, Arturo de Córdova, Dolores del Río, Blanca Estela Pavón, Columba Domínguez, David Silva,, Elsa Aguirre, Esther Fernández, Gloria Marín, Fernando

Soler, Marga López, Pedro Armendáriz y Sara García; los comediantes Germán Valdés “Tin Tan”, Mario Moreno “Cantinflas” y Joaquín Pardavé; así como los extranjeros Jorge Mistral, Libertad Lamarque, Miroslava y Sara Montiel. El comienzo del fin Al dar un gran salto de las historias rurales a las urbanas se podría decir que la crisis del cine nacional comenzaba; los temas gastados, el reciclaje actoral y la llegada de la televisión representaron un parte aguas para el progreso del cine mexicano. Pero, al morir Pedro Infante murió de cierto modo la gran época del cine mexicano. El cine de Luis Buñuel, la aparición de los nuevos héroes enmascarados y el nacimiento del cine independiente, fueron las únicas novedades dentro de esta industria ya agotada, desencadenando paulatinamente el tema del que les hablaré en el próximo número de Mándala, “El cine de Ficheras”, algo no tan chido de nuestro México lindo y querido.


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Karen Ouh


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Mowgli420

J. Cracket


ESPACIO SOLAZ

Il Benigno

AL SON QUE ME TOQUEN BAILO Negrita de mis pesares, ojos de papel volando; negrita de mis pesares, ojos de papel volando; a todos diles que sí, pero no les digas cuando; así me dijiste a mí, por eso vivo penando . <Son de la Negra>, Rubén Fuentes y Silvestre Vargas

TENGO LA PLENA CERTEZA DE QUE A USTED MI QUERIDO LECTOR, LE HA RESULTADO DIFÍCIL OBSERVAR EL FRAGMENTO DE LA CANCIÓN SIN PONERLE LA TONADA CARACTERÍSTICA DEL MISMO, O ¿ME EQUIVOCO?; Y NO ES PARA MENOS PORQUE MEXICANOS SOMOS Y NUESTROS SONES CONOCEMOS. ÉSTA ES UNA DE LAS TANTAS FORMAS DE EXPRESIÓN DEL FOLCLOR QUE LE DA COLOR A NUESTRA CULTURA. ¿A quién no le han dado ganas de zapatear cuando escucha el Jarabe Tapatío?, por lo menos a mí sí; y es que me hace recordar aquellos años de escuela cuando era obligatorio participar en el ballet folclórico – independientemente de que se fuera diestro para la danza o no-; sin embargo, se imprimía en uno el orgullo de ser mexicano. Un orgullo bordado con chaquira y lentejuela, vestimenta de colores vibrantes y movimientos precisos y constantes; acompasados al ritmo de huapangos, polkas y sones, que describen realidades de todo un país; y al mismo tiempo dejan ver la alegría con la que se matiza cada región, desde el

norte hasta el sur y del este al oeste, unificando a un pueblo gozoso de sus tradiciones. Así es México, donde sus canciones y bailables reflejan lo bonito de vivir en un país que no le pide nada a otros; aquí se combinan la riqueza natural y la calidez de un pueblo, además de guardar celosamente las memorias con las cuales se cubrió de gloria, y se edificó una identidad reflejada en patriotismo. Seguramente lo mismo pensó Jesús Monge Ramírez al componer cada estrofa de “México lindo y querido”, pues, se hace imposible evitar sentir ese amor a la patria cada que se escuchan los acordes de tan emblemática melodía. Dice el dicho popular: “como México no hay dos” y ciertamente concuerdo con esta sabia aseveración, independientemente de cualquier infortunio –llámese violencia, corrupción e impunidad -, que manchan y denigran a un país víctima de estas situaciones. Pero, por qué no olvidarnos sólo por un instante de los problemas alrededor y pensamos en todo eso que embellece a nuestro México y que día a día le da una razón de ser. Por ello, ahora que estamos en vísperas del mes patrio honremos a nuestra tierra recordando sus canciones, sus danzas, su gente generosa; enaltezcamos la dicha de ser mexicanos y vistámonos de fiesta porque ha llegado la hora de exclamar ¡Viva México!


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Samantha Nolasco Coiffier

Mauricio DĂ­az


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Alina de la Rosa

Nancy Vite


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Karen Ouh


LOS JEFES DE JEFES: EL ROCK URBANO EN MÉXICO Viko Del Real

Existen diversos calificativos para hablar de un país como México, conforme avanzan los años siguen existiendo razones para amarlo y odiarlo a la vez. Es un lugar que atrapa a todos por sus diferentes riquezas naturales y culturales. En el ámbito de la cultura, más allá de diversas manifestaciones artísticas, como lo son la pintura, la escultura, el teatro, la literatura; la música siempre ha sido un elemento fundamental para la vida de las personas. Por desgracia en nuestro país muchos celebran cosas que no son mexicanas y en cambio se avergüenzan de las que sí, y les guste o no, forman parte de nosotros. Una de esas expresiones poco reconocidas por los mexicanos y de las cuales muchas personas abiertamente se avergüenzan es el rock urbano. Con expresiones como: “esa música es para nacos”, “esa cosa no es música”, “es música para pobres”, entre muchas más se desacredita a esta forma de expresión musical. Y contrario a todas esas maneras de desaprobación por parte de la gente, el rock urbano se ha encargado de tener encendido el espíritu rebelde y contestatario del rock. Es muy cierto que: “en gustos se rompen géneros”, pero negar a esta expresión como rocanrolera es un grave error. No hay mejor género musical en nuestro país que refleje la realidad en la sociedad (mal gobierno, pobreza, delincuencia, etc.). En cambio miles de bandas siguen en sus múltiples intentos (que casi siempre se convierten en fracasos) de parecerse


a una banda de otro país. Por supuesto que no todo deber ser rock urbano y la prueba está en las múltiples bandas mexicanas de diversos géneros que son muy buenas, destacan por supuesto: Caifanes, Café Tacuba, La Maldita Vecindad, Santa Sabina, Molotov. Aunque también hay diversas propuestas interesantes y buenas, que se necesitaría un articulo completo para enumerarlas. Hay un gran número de artistas que le han dado forma a esta expresión musical, se han dedicado toda una vida a mantenerla viva. Los héroes son muchos, pero como siempre hay personajes claves en la escena: Rockdrigo, El Haragán, Alex Lora, Banda Bostik, Charlie Monttana, Liran´Roll, Tex Tex, Interpuesto, Trolebús, Loba son sólo algunos de los artistas que se han encargado de llevar la realidad a la gente. Realidad ignorada por muchas bandas que se hacen llamar de rock en México. Sólo ellos saben expresar mediante canciones lo que mucha gente quiere escuchar, y pocos se atreven a decir.

Y es que nada más rocanroleramente mexicano que canciones como: “Mi muñequita sintética”, “Rock del Ete”, “María”, “Tu mamá no me quiere”, “Triste canción”, “Historia de un minuto” (sí la del silbidito) entre muchas otras. Estas canciones son un himno para miles de personas que se ven reflejadas en las historias que los artistas plasman en cada una de sus obras musicales. Por eso, en sus presentaciones la gente se deja llevar por la música, razón por la cual siempre se les sataniza. Todos hemos visto un cartel de una presentación de este tipo de bandas y rápidamente se tiene un mal comentario de las personas que asisten. Ellos no tocan en el salón 21, en el Auditorio Black Berry y mucho menos en el Auditorio Nacional. La clandestinidad de sus presentaciones es una de sus características. Dejarse llevar por esta expresión musical es todo un placer, un viaje, un mundo, una realidad, como dice Chava Rock: “Este rock, el mal llamado “urbano” es parte ya de la canasta básica cultural de la gente. Porque de seguro a la vuelta de la esquina, cuando estás en una fonda, en la fiesta de generación, en la cantina, en la casa del vecino, cuando viajas, a la salida de la escuela, cuando cierras los ojos para dormir, algún día escucharás que se escapan las notas de estas viejas rolas de rock que han sido el pan nuestro de cada día y que nos hacen pensar que, en verdad, vivir en México no es lo peor”. .


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Samantha Nolasco Coiffier


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Karen Ouh

Alina de la Rosa


Roberto Pacheco La semana continuó y con ella la experiencia del FICCHT, la cual sólo fue mejorando día con día, dejando atrás mi disgusto y mala impresión del festival. En esta ocasión la sede sería en el hermoso y hogareño auditorio de la Alianza Francesa donde proyecté algunos cortos de la muestra y selección oficial del FICCHT (ver en el sitio web del festival); para mi gusto fueron muy buenos en su mayoría. Yo estaba extasiado proyectando películas desde mi pequeño cuartito de control, manipulando el sonido, luces y demás, viendo por un cuadrito la película, ahora entiendo cómo debía sentirse “Totó” de Cinema Paradiso. Cuando terminaban las proyecciones, debía correr a las otras sedes (ver programación) para checar si no se necesitaba nada, pero casi siempre todo estaba bajo control y podíamos disfrutar con el resto de la audiencia la función. La exhibición nocturna era la más concurrida y quizá por el hecho de ser gratuita –como todas las demás proyecciones del festival—, en nada más ni nada menos, que en la mega pantalla IMAX del MUMCI (Museo Modelo de Ciencias e Industria,) en la que se proyectaron los largometrajes: Un Mundo Secreto, (una de las que más me gusto), 180 grados, El Fantástico Mundo de Juan Orol (Film que fue el hit del festival), La Noche del Pirata (con una gran aceptación por parte de la audiencia infantil) y el documental argentino, Buscando a Larissa (también muy aplaudido). Si les hablara de cada uno de los films presentados, me llevaría toda la revista, así que sólo me concentraré en decir que, a pesar de la desorganización en la inauguración, —la cual no fue del todo su culpa, los invitados también tuvieron algo que ver— se reconoce que se hizo un gran esfuerzo de parte de mucha, mucha gente para crear

este espacio, que aporta una importante oportunidad para fomentar y apoyar al cine independiente y aún más a nuestro cine, al cine mexicano. Las mesas de trabajo, talleres y conferencias (ver programación), fueron como la cereza del pastel, como si no fuera suficiente con poder disfrutar de los cortos, medios y largometrajes, este festival nos ofrece la verdadera oportunidad de enriquecernos, en especial a nosotros, los cinéfilos, pues tenemos el chance de escuchar de propia voz de los realizadores, sus inspiraciones, ideas, tropiezos, obstáculos, anécdotas, experiencias y satisfacciones después de crear una película, y nos da también la pauta para conocer realmente lo que ocurre en el gremio laboral cinematográfico, de saber lo que nos espera a quienes queremos ser parte de este genial mundo , y aunque fue doloroso enterarse de que no todo es color de rosa y hacer cine en nuestro país tiene su alto grado de complejidad, fue a su vez genial —al menos para mí—, que gente tan experimentada y talentosa, sea quien te abra los ojos y te motive a seguir en tu camino de convertirte en un cineasta de calidad para así representar orgullosa y dignamente a nuestro país en el mundo. Además, creo importante señalar que todas las proyecciones, conferencias, talleres y mesas de trabajo, fueron totalmente GRATUITAS (a excepción de las proyectadas en los CINEMEX Toluca y Metepec, las cuales manejaron 2x1 en todas las funciones relevantes al FICCHT). Lo que también me agradó mucho , fueron los “pequeños” pero acogedores auditorios de las demás sedes donde se hacían las proyecciones (Alianza francesa, Centro Cinematográfico Metepec, Biblioteca Infantil y Juvenil, etcétera), tenían ese sabor hogareño que te seducía, para sentarte


y disfrutar de la película sin importar cuál fuera. En la Biblioteca Infantil y Juvenil se proyectaban los cortos de animación para niños hechos por los hermanos Raúl y Rafael Cárdenas (con un valor cultural, estético y educacional mucho mayor que otros programas basura transmitidos a estas jóvenes generaciones por nuestra querida y brillante televisión), en la Alianza Francesa se proyectaban los cortos extranjeros, en el CCM las realizaciones nacionales y así, cada sede trataba de conceptualizarse con los films que ofertaría. Algo bastante enriquecedor fue el acompañamiento, en varios de los eventos, de parte del elenco (artistas, directores, productores, editores, etcétera); y en cuanto la función terminaba podías intercambiar diálogos y opiniones directamente con los realizadores y para uno, como cinéfilo, no hay nada mejor después de ver un film, que el poder platicar con todas las mentes detrás de esa creación. También hizo de mi estancia en Toluca, una invaluable y muy grata experiencia, la calidad de la gente con la que tuve la oportunidad de trabajar y conocer: Artistas, productores, directores, coordinadores, organizadores y demás voluntarios; quienes me mostraron el estilo de vida toluqueño y al final me hice de buenos amigos; a pesar del corto tiempo que convivimos juntos,de ellos me llevo muy buenas vivencias. Habiendo tocado los puntos más relevantes de este festival, no me queda más que concluir que el FICCHT, cumple con esa acción tan importante de recordarnos que nosotros también producimos cine y es cine de calidad, cine inteligente, cine de arte. Sí, está bien consumir el cine extranjero (hollywoodense), no tiene nada de malo, pero no

debemos olvidar, darle la oportunidad a las nuevas producciones, a los nuevos talentos mexicanos y quitarnos ese estereotipo de las cintas mexicanas; ya no son sólo de ficheras y rancheros, la cinematografía mexicana ya se ha ampliado, se ha reformado, ha crecido mucho más. Es gracias a festivales como éste, el que dichos trabajos vayan circulando y vayan siendo reconocidos por el público, así que únicamente me resta agradecer a todos los involucrados detrás de esta primera edición del Festival Internacional de Cine del Centro Histórico de Toluca (en especial a Mario Martínez, coordinador general), por todas sus atenciones y por haberme brindado la oportunidad de ser parte de esta grandiosa experiencia; y felicitarlos una vez más por el gran esfuerzo que hicieron todos, desde voluntarios, coordinadores hasta los organizadores. Sí, es verdad que hubo detalles, pero es necesario tener en cuenta que fue la primera edición de este festival, y como todo, lleva un proceso de aprendizaje, del cual estoy seguro todos los involucrados aprendimos mucho y les garantizo, que si esta primera edición estuvo bastante buena, la siguiente será excelente, en hora buena felicidades al FICCHT y nos vemos el año que viene. Así que ya lo saben queridos Mándalectores, consumamos cine mexicano, vayamos al cine a apoyar a nuestro talento; hasta la próxima edición, buena vibra y paz para todos, ciao. *Si quieres saber la programación, talleres, mesas de trabajo y conferencias que hubo en el festival checa su sito web http://fictoluca.com/


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Elizabeth Ramos Castillo


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Samantha Nolasco Coiffier

Adriana Saac


Flora mexica “Si Kafka fuera mexicano, sería un escritor costumbrista”, y ésta no es una frase exagerada. México es mágico, surrealístico, psicodélico y por qué no, magníficamente pacheco. Vivimos en un país lleno de colores y sabores, los pueblos con tintes citadinos, las ciudades con costumbres rurales, somos un revoltijo de formas simbólicas en un solo país, por lo tanto, un universo de interpretaciones. Tenemos de todo, no por nada México es “el cuerno de la abundancia”: Lugares paradisíacos, tradiciones ancestrales, costumbres fuera de lo común, personas amables, animales místicos y una flora magnifica para toda ocasión; para los muertos, para la virgen, para el mal de ojo, para las limpias y para abrir la mente hacia dimensiones desconocidas. Sí, hablo de las plantas psicodélicas. La tierra mexicana es mística, misteriosa y capaz de darnos plantas, yerbas y flores para usarlas como llave para adentrarnos a las zonas antípodas de nuestra mente, no importando el clima donde se encuentre; ya sea desértico o tropical, en México te topas con tesoros psicodélicos en todos lados. En el centro del país puedes hallar floripondio en cualquier lugar, incluso en los jardines de las señoras, donde admiran el color y el penetrante olor de su flor, desconociendo que están enfrente de una poderosa planta capaz de crear alucinaciones maravillosas de todo tipo. El floripondio, perteneciente a la familia del toloache, igual es una planta peligrosa, ya que su dosis activa es muy cercana a la dosis mortal, pero sabiendo calcular y no cayendo en exceso el viaje es tranquilo.

Si nos vamos más al norte del país, a los lugares desérticos y soleados, donde la flora es escasa y las serpientes anuncian su presencia con un cascabel, en ese sitio descrito, nos es posible encontrar un cactus de fama mundial: El Peyote. Ese cactus nacido de las pisadas del Venado Azul, ese tesoro psicodélico que hizo un hombre de conocimiento a Carlos Castaneda gracias a las enseñanzas del chamán Don Juan Matus, esa fuente de mezcalinate muestra tus visiones en la mano de una persona de color verde nopal. El sol derritiendo realidades. Moviéndonos al sur encontramos un clima diferente, con mucha vegetación, húmedo, boscoso, tropical, mágico y misterioso.


ana psicodélica Mowgli420

El sur de México, en especial Oaxaca, específicamente Huautla de Morelos, lugar donde encontraras hongos mágicos literalmente: El teonanácatl o “carne de Dios”. Un hongo con propiedades curativas, no sólo físicas, sino espirituales, llevado a la fama mundial por una guía turística de viajeros psicodélicos: María Sabina, la mujer constelación huarache, curandera, chamán y comedora de hongos, de ésos que según la leyenda nacieron por la lágrimas de Jesucristo y cayeron a la tierra. Aquí el sol no derrite realidades, sino que la niebla juega con la percepción. Algo chido fue que México se convirtió durante los 60’s en el lugar preferido para todos los hippies gringos, en la meca de la pachequez. El

país tenia de todo: las plantas psicodélicas, los paisajes, objetos, artesanías, y leyendas para potencializar el viaje. Incluso la marihuana mexicana de esa época era de las más potentes, ¡orgullo nacional chingao! La hibridación cultural comenzó en esos días; jóvenes de ambos países compartiendo gustos musicales, artísticos, creativos y literarios. Las fronteras desaparecieron de la imaginación un rato. Otro factor chido fue que la juventud mexicana comenzó a voltear hacia el pasado, no con el pensamiento de “pobres indígenas” sino con el orgullo de pertenecer a una cultura ancestral, usar prendas de manta, collares con estilos prehispánicos, el uso de copal en sus reuniones, dejar la mochila de llantitas por un morral colorido y natural, retomar las costumbres y tradiciones a las que en la supuesta “época de modernidad” se les hacía el feo, el fuchi. Estas características aún persisten en algunos sectores de la juventud que aman los paisajes que les regala su hermoso país, ellos gustan de probar sustancias que alteran la mente.


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Karen Ouh

Samantha Nolasco Coiffier


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Nancy Vite


Nahui Olin,
 con el mar en los ojos.

Adriana Saac

Aprovechando la visita de Elena Poniatowska a la 25º Feria Universitaria del Libro, me permito escribir una breve glosa de Nahui Olin, que toma como referencia el libro de Elena Poniatowska, Las siete cabritas, biografía de esta descollante mujer. Carmen, Carmelita, Carmelina, en rojo carmín arde eterno mi deseo; Carmen Mondragón Valseca soy y me propongo relatar unas cuantas de mis memorias, no con la intención de ser comprendida, porque nadie en el absoluto universo me entenderá jamás, sólo por el gusto de narrar, de contar mi historia que infinidad de veces lo han hecho ya, la historia de mi pasión que fue olvidada, y sin embargo rememorada al poco rato. Soy la quinta hija del general Manuel Mondragón y Mercedes Valseca de Mondragón. “No soy feliz porque la vida no ha sido hecha para mí, porque soy una llama devorada por sí misma y que no se puede apagar; porque no he vencido con la libertad la vida teniendo el derecho de gustar de los placeres estando destinada a ser vendida como antiguamente los esclavos, a un marido. Protesto a pesar de mi edad por estar bajo la tutela de mis padres”. Nunca conforme, siempre buscando más. Me casé con el cadete Manuel Rodríguez Lozano, mi hermoso soldadito… vaya sorpresita con la que me salió. Era guapo, no lo niego, y eso me bastó para pedirle a mi papá que me lo diera. Así fue. Un año después de contraer nupcias nos fuimos a Paris, y comenzó la desgracia. No desperdiciaré más mi tiempo hablándoles de él. Comenzó pronto y terminó aún más. No funcionó, como no funcionarán muchas otras cosas en mi vida. Al regreso pedí el divorcio, pero mis padres no lo permitieron. Estaba mal visto, -cómo si me importara-. Sólo nos separamos, pero probablemente me afectó más de lo que me permití expresar en el momento.

Pasaron los años y mi espíritu rebelde se incrementó. Comenzó una búsqueda por mí misma, buscando no sé qué cosas, explorando mi cuerpo, mi libertad. Me hice de buenos amigos, me corté el cabello y comencé a usar mini faldas. Me gustó lo que encontraba. Me apasionaba el placer, mis ojos, los hombres y en medio de una ventisca de sensaciones y colores, de palabras y notas musicales, lo encontré a él. Lo esperaba sin saberlo, me encontraba en una fiesta en casa de la señora Almonte. De pronto apareció frente a mí. Lo observé serena, con mi mirada coqueta que atrapa a todo individuo, animal o quimera que se me antoje, como el mar que atrae a los hombres hacia un exorbitante abismo, él quedó inmerso en mi océano pasional. Me ofreció visitar su hogar para apreciar su arte, y por supuesto que acepté. Amartelado por los volcanes, me enseñó sus pinturas, repletas de ellos. Me pareció fascinante. Extendimos el contacto por medio de cartas, y otras cortas visitas a su casa. Se encendió una llama en mi corazón y el deseo se prendió como un fósforo que arde al instante y recorre el cuerpo insaciable. Posteriormente me entregué a él siempre febril. “Eres Dios, ámame como Dios, ámame como todos los dioses juntos. Perfora con tu falo mi carne, perfora mis entrañas, desbarata todo mi ser, bebe toda mi sangre y con la última gota que me quede escribiré esta palabra: te amo”. Porque lo amé. Por supuesto que lo amé, pero resultó ser no más que “un pinche medicucho cabrón.” La pasión nos llevo del amor al odio, a la aversión, al completo aborrecimiento del uno por el otro. Yo no lo podía contener. Siempre lo encontraba con alguna ramera, o con dos quizás. ¿Cómo soportar ese tipo de vilezas? Me ardía la sangre con sólo imaginarlo. Las palabras se convirtieron en gritos, y los gritos ahogados que con ser escuchados ya no eran suficiente, se tornaron en golpes secos y empujones férreos. Al principio no podía dejarlo, los


golpes a veces se disfrazaban en sexo enardecido y triste también. Mas en realidad lo odiaba, lo odio y lo odiaré. Todo lo que me dejó Gerardo Murillo fueron unas cuantas noches de lánguido placer, y mi perpetuo seudónimo Nahui Olin, el movimiento renovador de los ciclos del cosmos. Al dejarlo, no pude evitar escribirle: “Te he puesto los cuernos con veinte enamorados de verdad, viejo loco, te crees inteligente porque explotas el talento de los demás -que me importa tu despecho-. Te mueres de rabia porque Carmen es la ambición de todos los jóvenes bien de México. Tengo ya mi novio que es un cantor italiano de ópera y no necesito de ti. Carmen”. Me fui a Estados Unidos, y posé desnuda para el fotógrafo Edward Weston. ¿Qué les puedo decir? Fueron momentos fenomenales, amo mi cuerpo y creo que el haberlo hecho ha sido de las mejores decisiones que he tomando, junto con las fotos que posteriormente me tomaría Antonio Garduño. Al hacerlo me sentí sumamente satisfecha. El haber perdido al Doctor Atl me dolió lo que tenía que doler, pero no perdí el deseo ni mi astucia, ni la insaciable hambre por buscar lo que sé nunca me habría de llenar. Pero por un momento, por un lapso de cuatro años llegué a sentirme en paz, creí encontrar…lo, aquello que no sabía qué era. Me enamoré de Eugenio Agacino, capitán de la nave “La Habana” y fue un amor para recordar. Viajamos por Europa y América haciendo escalas en Cuba. No sólo me dedique a escribir acerca de nuestras aventuras, sino que también las plasmaba en pintura. Agacino me inspiró a mucho más que simples pasiones libertinas. Pero poco me duró el gusto. Falleció en 1934 y fue el golpe que me desvió. Jamás lo olvidé, todos los días pensaba en él, con La Habana, con nuestras noches de calor postrados en la cama, recargados en la pared, haciéndolo contra la ventana. Siempre soñé que me cuidaba, regresaría por mí y besaría mi frente con sus labios de fresa húmeda. Iríamos a España, donde el Rey exhibiría en su galería mis más recientes obras, siempre retratándome junto a Eugenio, mi amado Eugenio. Y es que la verdad no murió, sólo se fue a otro de sus viajes por el Caribe y cuando regrese me encontraré con él en el puerto de Veracruz, y regresaremos aquí, a mi cama, haremos el amor toda la noche, nos llenaremos el cuerpo con caricias tibias y nuestros labios iluminarán nuestra piel con una urgencia sin prisa. Es que no está tan lejos de mi… a decir verdad se encuentra aquí, en el cuarto de al lado. Podemos ir. Mírenlo. Me quedó hermoso, no es sólo la sábana que recubre mi cama cuando se oculta el sol, yo lo hice. Es Eugenio Agacino, mi Eugenio en mi sábana blanca. Él me protege en las noches, me recubre con su sopor y por las mañanas, lo cuelgo otra vez y él me espera, él espera mientras yo juego con el sol por la Alameda, porque soy yo, soy Nahui Olin, la del mar en los ojos, la dueña del sol.


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Samantha Nolasco Coiffier


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Elizabeth Ramos Castillo


¿EL SONORO RUGIR DE QUÉ? Oliver García Orgulloso iba yo rumbo al escritorio de la profesora de geografía, vertí en mis líneas toda la hueva y pesadumbre que me causaba cantar el Himno nacional a las siete de la mañana, mientras mis nudillos se congelaban. Se lo dije, de forma cruda. Quizá fueron los inicios de mi pesimismo realista acerca de las cosas. Ella puso una jeta chueca y me preguntó: “¿todo esto sientes cuando cantas el himno?”. Después siguió felicitando a quienes daban hilo suelto a los clichés. No quise compartir su hipocresía, como si cada lunes ella hubiera usado su manita en el saludo a la bandera con euforia, con gusto. Ese nacionalismo que se fuma el 15 de septiembre, permanece en el filtro, no te lo tragas, no te lo crees, sin embargo, la hipocresía también complace, ¿no? Benditos asuetos. Intenté evocar algo dentro de mi cabeza, único y orgullosamente mexicano y no hallé respuesta. Lo siento no lo sé, no tengo ni puta idea. En este juego de oposiciones donde todos voltean al indito pa’ sentirse autóctonos, y acusan, desde las clases de primaria, a los “malditos españoles” por conquistarnos y arrancarnos el México ilusorio y armonioso, incluso queda, todavía queda, el sabor de todo. La globalización obstruye estos sentimientos/pensamientos nacionalistas, decía mi amigo Canclini, no obstante, aun con el vaivén de productos (chinos en su mayoría) e ideologías (norteamericanas casi siempre), la vida de un hombre sólo alcanza apenas para conocer el pedazito de mundo que le tocó vivir. Así pues, jamás podríamos saber a ciencia cierta si hay algo nuestro, no identificable en ningún otro lado; no viviremos allí. Entonces, desde mi modesto nicho puedo darme el gusto de proyectarme y hablar acerca de mis actividades y aficiones relacionadas con la patria. Odio el Himno nacional, bueno, cuando algún cabrón lo canta mal en público y todos lo criti-

camos, ya no tanto (la neta yo tampoco me lo sé completo :P). Me gusta comer mierda (diría un amigo mío), tacos, chalupas, gorditas, quesadillas, ya saben puro aceite de oliva. No sé, hay un sabor especial en la tradición del maíz. No voy al Burger, no voy al McDonals, pero poco apoco los “supuestos” orientales nos invaden, y saben algo, ni es tan malo. A veces caminaba por la ciudad de México en medio de la basura y de un montón de ambulantes, y me quejaba (como siempre); no obstante, hoy pienso en estos mexicanos que han preferido surtirse y surtirnos del made in somewhere en vez de robar y así tener un modo de salir adelante, me gusta imaginar esa perseverancia como una especie de línea destructora de tiempos y clases sociales; todo mundo hace su luchita. Ah, y me gusta oírlos, a todos, nuestro acento, según neutro, nuestro tono, nuestra altura y las pequeñas aventuras vocales; sí, adoro el SÚBALE LLEVA LUGARES. Oír a un país es posible, soy flojo, pretensioso; y si converso con un chiapaneco, me sentiré inundado de su vida, y cuando lo cuente ya no diré “él”, sino “dicen”; ¿quiénes?, no importa, pero dicen que Chiapas es maravilloso, dicen de las playas y dicen de los barrios; y de mi Bella airosa, no sé, pero yo digo que es como un sueño guajiro de Marilyn Monroe.


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Nancy Vite

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Mowgli420


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