Tema del mes Akira Kurosawa 04 Perfil Rolabola 18 Cine 'Mean Streets' de Martin Sco rsese 20 Televisión ‘Louie’ 24 Música Johnny Cash 28 Literatura David F oster Wallace 32 Arte Picasso: Álbum de familia 36 El Cierre 40 Asociación Think Again / Edición Miguel Pradas, Jesús Peña, Sergio Sánchez / REDACCIÓN Sergio Sánchez (sermi19.com) / Diseño / colaboradores Irene Urbano, Marisa Carmona, Emilio Perianes, Rafael Malpartida Tirado, Antonella Montinaro, Fran Sánchez, Nacho Sánchez, Tom J. Manning, Estanislao M. Orozco, María José Moreno, Isabel Moreno Caro, Isabel Bono, Guiomar Díez Puertas, Esther Gómez Cáceres, David Dueñas, Francis Moriel, Manuel España Arjona, Jesús Díez Fernández, Antonio Gómez Hueso, Juan Jesús MIllán, Miguel Blasco, Noelia Rosa Márquez, Carmen Alcaraz, Juan Gabriel Pelegrina, Marta García Villar, Daniel Espinar MA 3069-2009 / depósito legal 2171-3979 / ISSN / contacto manualdeusocultural@gmail.com / Miguel Pradas (666 701 142), Jesús Peña (645 623 693) Manual de Uso Cultural es una publicación gratuita de la asociación Think Again. No se hace responsable de la opinión de sus colaboradores. Prohibida la reproducción total o parcial de sus contenidos.
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VIVIR
POR MARISA CARMONA.
Akira Kurosawa refleja en la pantalla un poético recordatorio de la ineludible muerte que nos hace tomar consciencia de nuestra vida, comprender nuestras angustias y buscar nuevos anhelos, para comenzar así a vivir. Esa realidad la traslada a sus personajes cotidianos, Kenji Watanabe es un funcionario al borde de la jubilación, incesante en su trabajo deja pasar los días con una inevitable monotonía. Acusado de unas molestias acude al médico y allí descubre una terrible verdad. En la consulta el espectador es el único que conoce realmente el fatal diagnóstico, a pesar de que Watanabe desconoce la verdad, sus gestos ante la cámara denotan que es consciente del inminente final de su vida. Kurosawa utiliza la enfermedad como momento de crisis y el detonante para un radical cambio en la vida del protagonista, que dejará a un lado su monotonía para vivir el tiempo que le queda.
La película refleja el momento histórico de Japón, tras la II Guerra Mundial, el director quiere acercar la cultura nipona al mundo a través del cine. La ciudad está sumida en un halo de pobreza, con un aire pintado de un gris espeso que mezcla contaminación y el ambiente derrotista tras la contienda. Los ciudadanos se mueven entre la pobreza y la élite que trabaja para el gobierno, que se muestra ajena a los problemas reales y agudizan el mito weberiano de la burocracia que impone su cruel jerarquía. En palabras del mismo Kurosawa, le hubiese gustado enseñar el Japón contemporáneo como ya había hecho Vittorio de Sica en 'Ladrón de bicicletas' en 1948. Por ello ha sido considerado uno de los grandes humanistas de la gran pantalla, consiguiendo acercar la condición humana de una forma impactante pero con sencillez, logrando así acabar con la desesperanza mostrándonos un rayo de luz al final del camino.
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EL TREN DE KUROSAWA
POR RAFAEL MALPARTIDA TIRADO.
Siento debilidad por otro Kurosawa –Kiyoshi, al que el tiempo creo que pondrá en lugar muy destacado–, pero indudablemente es Akira el cineasta nipón más reputado en Occidente, y no tanto por sus coqueteos con Shakespeare o por el arropamiento de Spiel-berg y Lucas en sus 'Sueños', sino por su extraordinaria versatilidad, que tal vez le haga parecer menos monocorde, visto desde estos lares, que un Ozu, un Naruse o un Mizoguchi. Y 'Dodeskaden' (1970) –onomatopeya para el tren en japonés– es claro ejemplo de ello: película inclasificable, contiene trazas de neorrealismo y de comedia bufa, conmoviendo a la par que divirtiendo, dada la capacidad de su realizador para conjugar los aspectos más sórdidos de la cruda realidad (p. ej., padre e hijo en terrible lucha por el sustento diario) con una cierta ternura humorística (p. ej., unos maridos intercambiados), lo que confiere al
filme un gran encanto. Aunque la película sea coral, permanece en la retina la imagen del chico que se reinventa como maquinista de su imaginario tren, pues el tema de Dodeskaden no es simplemente la miseria, sino más concretamente el poder de la mente para trascenderla, con lo que esta joya entronca con la serie de filmes muy dispares sobre la necesaria ficcionalización de la propia vida como modo de supervivencia: 'El viaje a ninguna parte', 'Big Fish', 'Lila dit ça' o 'La vida de Pi', por citar títulos de todo pelaje. La vuelta de tuerca que dio Kurosawa es que llegamos a oír de veras los sonidos de un tren y no solo los que emite, remedándolos, el joven. ¿No será que, gracias al cine, la ficción se ha impuesto, no como terapéutica autosugestión, sino como nueva realidad más potente que se erige sobre aquellas chabolas de intensos colores pero mustia existencia?
Tema delmes
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la vida durante todo este tiempo «Mahda-kai» («¿Estás listo para irte al otro mundo?»), pregunta cada año la muerte, durante la ceremonia ritual entre el profesor Uchida y sus antiguos alumnos. Y es tan sólo después de apurar la gigantesca jarra de cerveza cuando el anciano puede musitar lleno de orgullo: «¡Mada-dayo!» («Todavía no»). 'Ikiru' ('Vivir', 1952), 'Dersu Uzala' ('El cazador', 1975), 'Madadayo' (1993): Kurosawa insistiendo en la necesidad de terminar el viaje con la única satisfacción posible, la de ayudar a los demás a ser mejores. Son tres películas aparentemente diferentes, realizadas con intervalos de veinte años, en las que encontramos personajes y actores muy parecidos. Quizás nos resulten extraños, casi desagradables en su rareza; y si los aceptamos, si nos atrevemos con ellos, será sólo después de etiquetarlos como exóticos, ajenos. Craso error que se pone de manifiesto en cuanto vuelven su
rostro hacia a la cámara y esbozan una sonrisa, haciendo prácticamente desaparecer sus inteligentes y minúsculos ojos rasgados. Vivísima mirada que de pronto nos abre la puerta a otra parte de la cultura universal, tan complementaria como imprescindible. Kurosawa rompe moldes a través de su obra más intimista (las tres películas citadas) centrándose en el fin de la vida. Iniciado con la noticia de la próxima muerte del personaje principal de 'Ikiru', el funcionario que intenta evaluar la utilidad que él ha supuesto para los demás y la capacidad que aún tiene para enmendarla. Continuado en la sonrisa generosa y bobalicona del buen salvaje, el cazador de 'Dersu Uzala', sin cuya presencia y entrega no habría podido sobrevivir el oficial ruso que nos cuenta la historia, historia sobre exploradores y naturaleza, de una tierra virgen tan peligrosa como de belleza sobreco-
gedora que se instala para siempre en nuestras retinas. Y vuelve a aparecer en el bondadoso profesor de 'Madadayo', a quien la vida, como a los otros dos, no ha dado hijos, solo una fiel esposa y un gato cuya dolorosa perdida –metáfora seguramente incomprensible para los teleadictos– deriva en episodio melodramático que da el tono justo, sentimental y preciso a quien nada tiene, más allá de la fidelidad de sus alumnos. Sólo los cinco primeros minutos, o los cinco últimos, sobrarían para justificar la maestría de Kurosawa, la sabiduría para contar, para presentar la historia de una generación que comienza aprendiendo alemán y dejándose crecer el bigotillo chaplinesco y termina, cantando jingles y bebiendo martinis, veinte años después. Y lo hace mezclando realismo y poesía en unas proporciones que únicamente el cine oriental es capaz de precisar, a la vez que nos deslumbra con la sabiduría y sobre
todo con la excepcional alegría de vivir del viejo profesor. 'Ikiru' se mueve en un medio tan hostil como 'Dersu Uzala', pero infinitamente más triste, puro neorrealismo, donde la única luz que puede iluminarlo es su joven compañera de oficina, con quien comparte una escena dialogada en el restaurante en el que se celebra un cumpleaños. Secuencia magistral, con silencios perfectamente cubiertos por los efluvios juveniles de la planta inferior, mientras las miradas de dos seres humanos están intentado pasarse las claves vitales, el testigo, como llaman al palo en la carrera de relevos, y lo hacen con frases que seguirán sonando para siempre dentro de la cabeza de los espectadores: «La vida es muy corta. Enamórate pequeña, mientras tus labios sigan rojos, y antes de que éstos se enfríen, porque sin duda lo harán». Pero estos personajes, y sus historias, se agigantan tras sus respectivas muertes. Los tres sepelios, los duelos para los que sobreviven, más sabios después, son el perfecto epílogo para esta crónica imprescindible. Y es que la muerte no cierra para Kurosawa puerta alguna, es solamente un nuevo escenario, donde los dolientes van a buscar y, a veces, encontrar su propio camino. Descubrir que el cineasta es además un moralista de considerable enjundia, es una de las alegrías que no podemos dejar de disfrutar. «No sé lo que he estado haciendo con mi vida todos estos años» ('Ikiru'). | Emilio Perianes | Pieza gráfica: Irene Urbano
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'': _ rashomon (1950): memoria y subjetividad ¿Cuántas versiones puede tener una historia? La respuesta más precisa: tantas como protagonistas y testigos hubiere, pues la percepción y la memoria están sometidas a la subjetividad personal. En cierta forma, cada persona habita en un mundo distinto ya que tiene sensaciones distintas a las de otro individuo aunque ambos hayan captado un mismo estímulo. Ryūnosuke Akutagawa, escritor japonés nacido en Tokio (1892) y que desgraciadamente se suicidó con treinta y cinco años (1927), plasmó este efecto de la subjetividad humana ante la realidad vivida en su cuento 'Entre la maleza' (publicado en 1922) al reconstruir el asesinato de un hombre y la violación de una mujer, esposo y esposa, cometidos por un ladrón llamado Tajōmaru, mediante las diferentes declaraciones ante un juez de los tres implicados directamente en el suceso criminal (el autor confeso, Tajōmaru, la esposa ultrajada y el propio cadáver, que habla a través de una médium) y de cuatro testigos (un leñador, un bonzo, un confidente de la policía y una anciana). Por supuesto, cada uno de ellos relata una historia, o una parte de la historia, que difiere de las otras, a veces de manera prácticamente total, presentando al lector una serie de versiones con las que resulta imposible colegir unívoca e indudablemente cómo ocurrieron los hechos de verdad.
De este cuento de Akutagawa, Akira Kurosawa se inspira para realizar su película 'Rashōmon' (1950), que toma el título y la ambientación inicial y final –un impresionante pórtico de la época Heian en ruinas– del primer cuento de Akugatawa, publicado en 1915. En este pórtico es donde tres personajes se encuentran al hallar amparo de la violenta lluvia del exterior y donde dos de ellos (un bonzo y un leñador) relatan al tercero, un personaje algo cínico, las declaraciones del juicio a Tajōmaru en el que testificaron. Existe en la película de Kurosawa una traslación fiel de la literatura de Akutagawa, no obstante, observamos que el director japonés para realzar la confrontación de los diferentes relatos sobre el asesinato y la violación se centra en los testimonios de los cuatro personajes principales, los tres protagonistas y un testigo, el leñador (que fue quien encontró el cadáver), mostrando así cuatro historias, es decir, cuatro versiones plausibles, coherentes y, sin embargo, incompatibles. Akira Kurosawa debuta tras las cámaras con 'La leyenda del gran Judo', en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Además, como es bien sabido, Japón pierde aquella guerra, exacerbándose el sentimiento nacionalista en el país y la histeria ante lo que tuviese reminiscencias occidentales. Esto obliga a Kurosawa a introducir elementos nacionalistas en sus primeras obras
para que estas no tuviesen problemas para conseguir el visto bueno del gobierno japonés. El talento de Akira rápidamente se hace notar, además de su dedicación al trabajo: gustaba de un perfeccionismo que, en ocasiones, rayaba con la obsesión. Lentamente, aquel peso nacionalista en la censura va disminuyendo y el cineasta puede emprender proyectos más personales; así es como, en 1950, consigue rodar 'Rashōmon', tras superar las dificultades para encontrar financiación para un proyecto tan novedoso en aquel tiempo. En la fotografía de la película está Kazuo Miyagawa, un maestro de la luz cinematográfica que es perfectamente aprovechado por Kurosawa para, incluso, llegar a mostrar el sol en pantalla, un logro que sorprende a los críticos occidentales. Para el rol del ladrón y asesino Tajōmaru, Kurosawa confió en su actor fetiche, Toshirō Mifune. Muchas de las escenas se ruedan en exteriores, lo que supone un ahorro de medios materiales que posibilita que Kurosawa, a pesar de no contar con un presupuesto demasiado abultado, construya un decorado realmente imponente para las partes que deben ser rodadas bajo el enorme y ruinoso pórtico. 'Rashōmon', película imprescindible para el cinéfilo, posiblemente la mejor película en blanco y negro de Akira Kurosawa, obtuvo en 1951 el León de Oro y el Premio de la Crítica en Venecia y el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. | Estanislao M. Orozco | Pieza gráfica: Sergio Sánchez
10 yojimbo (1961): pugna cegadora por el poder Es fruto del más puro azar que Sanjuro, un ronin, un samurái sin señor, llegue a un pueblo desértico del Japón del siglo XIX en el que un perro deslucido pasea surrealista con una mano colgando en el hocico, así como también lo es que salga con vida en una lucha final tras devolverle incomprensiblemente un revólver a un contrincante moribundo que no le matará por pura contingencia; esto y mucho más es 'Yojimbo' (1961), una cinta dirigida por Akira Kurosawa e inspirada en la novela 'Red Harvest' del escritor estadounidense Dashiell Hammett, y en la película basada en ella 'The Glass Key' (1942), del director Stuart Heisler. En 'Yojimbo', cuando el imponente actor Toshiro Mifune arriba a un pueblo fantasma nipón asolado por la afición al juego de los aldeanos y las luchas de poder, el mesero le revela la escisión de sus habitantes en dos bandos sanguinarios, el de Ushitora y el de Seibei, enfrentados por hacerse con el mando, y engrosados por mercenarios cobardes de baja ralea. El astuto Sanjuro, dominado por la codicia, decide entonces sacar partido de la situación, y mata a algunos hombres mostrando su destreza con la katana con el fin de que ambos bandos se disputen sus servicios, y venderse al mejor postor, como así sucede, saltando aleatoriamente de un clan a otro según su conveniencia, extorsionando y vendiendo información, hasta
que sus medios y propósitos arteros se revelan y todos buscan acabar con él. Kurosawa nos trae en esta cinta lo que parece en cierta medida una parodia del cine épico de samuráis, que tras la Segunda Guerra Mundial daría un viraje desde un tono más dramático y solemne hacia la prevalecencia de la acción, dominada por ronin más turbios y solitarios. Y es que Sanjuro parece cuanto menos cuestionar el Bushido, el código ético samurái, pues si bien es el único personaje valiente de 'Yojimbo', por otro lado le mueve el dinero, y es un hombre caprichoso y desleal, un samurái de carne y hueso con pronunciados matices antiheroicos, que sin embargo contempla un porte físico y una gravedad apabullantes, encarnadas por un Mifune que se sale de la pantalla; en cuanto a los otros personajes de 'Yojimbo', es innegable el sesgo teatral que observan, con ademanes exageradamente ridículos, hiperbolización de sus flaquezas y sobreactuación intencionada con fines humorísticos, al punto de encontrarse en el reparto el paralelo a la figura del gracioso del teatro kyogen japonés; una figura interesante es la esposa de uno de los jefes, una reelaboración de la ambiciosa Dinah Brand de 'Red Harvest', que propone a su marido que al cumplir Sanjuro sus servicios se deshagan de él para recuperar los ryos. A nivel de personajes, un problema del que adolece
la película es que la proliferación de caracteres confunde al espectador al punto de no saber quién es de cada bando, de modo que la trama no resulta clara en sus singularidades. Bajeza humana, estupidez, traición y sobre todo el gran tema de las pugnas cegadoras por el poder, que en el caso de este pueblo no permiten un desarrollo constructivo de los negocios del sake y la seda; una ambición desmedida y shakesperiana a la que acabará sucumbiendo la mayoría de los pobladores. Por otro lado, en las bases de 'Yojimbo' se encuentra el cine western clásico, lo que se hace perceptible a nivel guión, asentado en la pacificación de un territorio comanche, en la propia escenografía de pueblo del oeste, o incluso en la presencia de un samurái pistolero (símbolo por otro lado del lado perverso de la modernidad), resonancias del cine de John Ford; el director italiano Sergio Leone debió de advertir ese cariz del western en 'Yojimbo' y realizó el remake 'A Fistful of Dollars' (1964), la madre del spaghetti western, que le llevaría a los tribunales por no contar con la autorización previa de Kurosawa. 'Yojimbo' cautiva por la meticulosidad del montaje y el esplendor fotográfico, por la deliciosa música compuesta por Masaru Sato, por la estilización y sutileza de las escenas de lucha, pero sobre todo, insisto, por la excelsa interpretación de Mifune, que le valió la Copa Volpi del Festival de Cine de Venecia. | Isabel Moreno Caro | Pieza gráfica: Tom J. Manning
12 RAN ( 1 9 8 5 ) : DURE Z A Y BELLE Z A «Ran» es una palabra japonesa que significa «caos», «miseria», y es una película japonesa de 1985 escrita y dirigida por Akira Kurosawa. Se trata de un drama épico japonés, un Jidaigeki, que reflexiona de manera existencialista sobre el poder, la ambición y la guerra entre hombres, incluso de la misma familia. 'Ran' se adentra en la historia del Japón, entre los años 1467 y 1582, cuando los diferentes clanes del país libraban encarnizadas luchas para salvaguardar su poder. La película está inspirada en la tragedia de Shakespeare 'El rey Lear', a pesar de que la historia original inicial estuviese basada en leyendas del señor feudal japonés Motonari Mori, al que la unificación de su país le pilló demasiado viejo para tener un papel decisivo. Si bien la obra del dramaturgo inglés cuenta la guerra fratricida de las tres hijas del rey Lear cuando éste decide dividir su reino entre ellas, Kurosawa cambia en su historia a las tres «Kurosawa tardó diez protagonistas años en conseguir que de Shakespeare se realizara 'Ran'» por tres hombres que traicionan su fidelidad a su padre por causa de las conspiraciones de las mujeres que les rodean. Kurosawa tardó diez años en realizar 'Ran', desde los primeros bocetos y dibujos, realizados a mitad de los años ’70, sobre el vestuario, los decorados y
la escenografía. No fue hasta principios de los 80 cuando encontró el apoyo del productor Serge Silberman, algo muy importante si consideramos que fue uno de los filmes más caros de la historia realizados fuera de los circuitos de Hollywood, con un presupuesto de alrededor de 12 millones de dólares. El relato cinematográfico describe la caída del poderoso clan Ichimonji después de que su patriarca Hidetora (Tetsuya Nakadai), un señor de la Era Sengoku, tome la decisión de dar el control de su reino a sus tres hijos: Tarō, Jirō y Saburō. Tarō, el mayor, recibe el prestigioso Primer Castillo y se convierte en el líder del clan Ichimonji, mientras que a Jirō y a Saburō se les concede los castillos Segundo y Tercero, respectivamente. Jirō y Saburo tienen que apoyar a Tarō, e Hidetora les ilustra esta orden mediante la imagen de un haz de flechas. Hidetora seguirá siendo el líder oficial y mantendrá el título de Gran Señor. Saburō critica la lógica de su padre: Hidetora consiguió su poder mediante la traición, le dice, y sin embargo espera que sus hijos le sean leales. Hidetora confunde este comentario con una amenaza y, cuando su sirviente Tango sale a defender a Saburō, les destierra a ambos. Sobre la época en la que se desarrolla la película, Kurosawa explicaba que había sido una etapa más libre, en la que los hombres estaban menos condicio-
nados y controlados. Si a un samurai no le gustaba su señor, podía abandonarlo. Eso le permitía poder desarrollar los caracteres de sus personajes a su gusto. Además, en el siglo XVI también existía un gran sentimiento estético pues los hombres se preocupaban por la belleza y quería rodearse de objetos preciosos. Akira Kurosawa se ocupó con meticulosa antelación de todos los detalles de la película, planificando la puesta en escena y dando especial relevancia al uso del color: quería reproducir los colores del siglo XVI japonés, haciendo hincapié sobre todo en el vestuario. En las batallas atribuyó un color a cada una de las partes enfrentadas, para no confundir al espectador y otorgando también una cierta simbología con los caracteres que representaban. Como en toda su filmografía, los escenarios y los personajes forman una asociación indisoluble y el tratamiento de la imagen es muy cuidadoso bajo todo los aspectos. La interpretación de los actores no está relacionada con el teatro clásico japonés ni por reglas teatrales, sino por el formalismo y el código de la buena educación del siglo XVI. Kurosawa juega magistralmente con las formas y los colores. El sentido plástico de estas escenas y el brillante uso del color, también admirable en las secuencias intimistas, acaban por otorgar todo su valor a esta obra maestra. La plástica de 'Ran' es fascinante, roza la perfección, y nos sorprende por el equilibrio entre su belleza y por su dureza. | Antonella Montinaro | Pieza gráfica: Sergio Sánchez
14 barbarroja (1965): pasillo inacabable de miseria Insuperable es 'Barbarroja', esa películacima que Akira Kurosawa regaló al mundo en 1965, un poema que aflora entre la fruta podrida, aquello mismo que alguien, cruelmente, calificaría como el «olor de la pobreza». Un joven doctor comienza a trabajar en una clínica con pocos recursos regentada por Kyojō Niide, 'Barbarroja', al que encarna Toshiro Mifune. Al novato le habían prometido que sería el médico del 'shogun', pero la realidad le abofetea y le empujará finalmente a una lección de humanidad. «Hasta la mala comida sabe bien si la masticas una y otra vez. Ocurre lo mismo con nuestro trabajo aquí, si uno se aplica con ahínco», le dice 'Barbarroja' al joven nada más llegar, consciente de que se encontraba lejos de sus sueños, en un paisaje de pacientes hacinados. «Quebrantaré todas las normas», exclamaría rebelde el principiante hasta comprobar que la existencia puede escaparse en apenas un suspiro, «Intenta mostrar un abrazada a una paisaje desolador del frase de Mifune que no poder escapar» de eco perenne: «No hay nada más solemne que los últimos momentos de un hombre». Kurosawa expone, caso a caso, la lucha del individuo frente a la indigencia y la ignorancia y cómo la desgracia se oculta detrás de la enfermedad. Es un drama social, con reproches
a la inacción de la política. Junto a ellos, el aprendizaje de un joven, una cura de humildad, un trayecto hacia la madurez que dejará para siempre una memoria desgraciada. La chica enclaustrada que seduce y mata, como una mantis; el artesano que esmaltaba objetos en oro y que ahora se consume con las manos vacías: demasiado tarde para ambos, son vidas que se cruzan en un itinerario plagado de mala fortuna, pero que va despejando fantasmas. Se dice que, con 13 años, al presenciar las consecuencias de un terremoto en Tokio, Kurosawa comprendió, ante la devastación, que debía afrontar sus miedos y no apartar la mirada. Y en 'Barbarroja' intenta mostrar, precisamente, un panorama desolador del que no podamos escapar. Su experiencia personal le sirve para componer lo que, a sus ojos, es la naturaleza del cine para un cineasta: «Cuando haces una película, te fundes con el personaje principal, lloras con él, te ríes con él, sufres con él». Mifune, en su último papel con Kurosawa a pesar de que su carrera actoral se dilataría hasta mediados de los años noventa, expone de nuevo un personaje eterno a través de ese médico que infunde respeto y conmueve, con un apodo, 'Barbarroja', que nos traslada a atmósferas sanguinarias sólo para que veamos, al fin, cómo de equivocados estábamos. Mifune corona con él ese
muestrario de protagonistas junto a Kurosawa que había comenzado al interpretar al médico idealista de 'Duelo silencioso' (1949) y que había continuado, sin respiro, escalando con nervio, por el asaltante desquiciado de 'Rashōmon' (1950), el forajido monumental de 'Los siete samuráis' (1954), el empresario acodado en el apocalipsis de 'Crónica de un ser vivo' (1955), el Macbeth de 'Trono de sangre' (1957) o el industrial embarrado en un dilema moral de 'El infierno del odio' (1963). Kurosawa y Mifune se despedirían en 'Barbarroja', donde, según el cineasta, el actor hizo su mejor trabajo, justo cuando «se encontraba en la cima». Y desde la proyección de este filme, en esa cumbre, el director japonés empezaría a tener problemas para hallar financiación y sólo pudo estrenar 7 películas hasta 1993. Antes de 1965, había rodado 23: «Yo nunca ruedo lo que no quiero». Aquí, en 'Barbarroja', Kurosawa insiste en perpeturar ese pasillo inacabable de miseria que es la clínica, donde la vida se va mientras el novato gime en una esquina mugrienta: «Él dice que es algo solemne ver a un moribundo, yo creo que es horrible». Pero, como otros personajes paradigmáticos de Kurosawa, 'Barbarroja' ve más allá que cualquiera, se erige en maestro perfecto, agita las conciencias y «examina, además de los cuerpos, el interior de los corazones». | Miguel Pradas | Pieza gráfica: Fran Sánchez
16 dersu uzala (1975): la insignificancia del hombre No a muchos interesa la leyenda de un cazador perdido en la taiga rusa, situada entre los límites de la tundra y la estepa, sin más compañía que una región de coníferas mecidas por el viento boreal. ¿Será que ya no hay lugar para 'Dersu Uzala' en nuestra sociedad? Los bosques desaparecen y los moradores, antes nómadas, que cambiaron el abrigo de los montes por el progreso de las ciudades olvidaron el significado de prójimo a quien guardar un trozo de pan «para que no muera». El cazador de Kurosawa, sus valores orientales, su modus vivendi, no encuentran su reflejo en el siglo XXI como tampoco lo encontró en el destacamento ruso al que sirvió como guía en la expedición de Vladimir Arseniev entre 1902 y 1907. En su libro homónimo, cuenta Arseniev como este hombre primitivo aparentemente desvalido los salvó en más de una ocasión de morir de hambre y de frío. No se equivocaba el capitán en su diario al proclamar «¡qué insignificante es el hombre «Dersu habla con el ante la naturalefuego, utiliza lo que la za!»; Kurosawa naturaleza le brinda» se encargó de mostrarlo durante toda su filmografía en la que nunca falta algún agente atmosférico como parte significativa de la narración aunque, sin duda, este filme sea uno de los más orientales de su carrera como director. Dersu lo sabía, y fue ese respeto al medio y la solidaridad de
este pequeño nómada siberiano los que logran despertar la curiosidad primero, la empatía y el cariño más tarde, tanto del lector-espectador como del pelotón que prontamente cautivado por su ingenio y altruismo adoptó al amable salvaje como guía. De esta convivencia surge una amistad hilvanada de anécdotas, basada en el respeto y la fascinación del geógrafo Arseniev y la generosidad de Dersu el cazador. Es tal el vínculo que se establece entre ellos que, además de ser una de las tramas principales, configuran todo el metraje desde la secuencia uno donde vemos a un abatido Arseniev buscando la tumba de su amigo de aventuras hasta el extenso flashback a 1902 donde empieza la épica historia. Dersu habla con el fuego, utiliza lo que la naturaleza le brinda para sobrevivir, respeta y mantiene el equilibrio natural siempre que tiene ocasión. El mismo que llama «personas importantes» al sol, la luna, el viento y demás elementos se ve obligado a disparar en defensa propia a 'Amba', espíritu del bosque manifestado en un tigre; pero Dersu sabe que en la espesura de la taiga toda agresión conlleva un precio. Desde este momento y hasta el final el camino del cazador se convertirá en un lento descenso hasta reparar la falta con su muerte. En su periplo, el animista venido a menos pierde el sentido de la vista dejándolo incapacitado para cazar, su única forma de vida. La oferta de ir a
vivir con su amigo a la ciudad no se hace esperar, pero después de un tiempo alejado de su 'hábitat' Dersu se siente enjaulado; no entiende que haya que pagar por el agua cuando los ríos están colmados de ella. Su amigo le comprende, la diferencia cultural los separa y el nómada vuelve a su hogar. Arseniev en un gesto de amistad le regala un rifle moderno sin imaginar que esto provocará su muerte. 'Amba', la inevitable muerte que tarde o temprano nos encuentra a todos, exige el pago. Imagino que tener como contexto geográfico la salvaje Rusia debió al menos favorecer la decisión de Kurosawa de rodar en color por primera vez; qué hermosa ocasión para fijar en el celuloide semejante maravilla de parajes. Habrá que agradecer a la productora soviética Mosfilm el encargo que le resucitó como director cuando nadie confiaba en él. Al parecer el periodo de depresión favoreció la maceración de ideas que resultaron en esta bella película. Uno no puede más que acabar enamorándose de Dersu, de su alma, e interiorizar el discurso implícito de sus acciones, de sus diálogos. Un discurso que centra al hombre en el núcleo del problema; un agente hostil que opera en contra del medio y del propio hombre. Kurosawa nos increpa, nos punza la razón más allá de la moderna conciencia ecologista: si la tierra que habitamos es de todos ¿porqué vivimos bajo un sistema feudal que oprime y coarta las libertades naturales?. | María José Moreno | Pieza gráfica: Sergio Sánchez
Elperfil
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Alfonso de la Pola: El circo como vida POR NACHO SÁNCHEZ.
Lo hemos visto manejando bandejas mejor que ningún otro camarero. También haciendo equilibrios dignos de un superhéroe y acrobacias que desafían los límites de la gravedad. Con los malabares pocos son los que están a su altura. E incluso un toque flamenco nunca le ha parecido mal. Y, sobre todo, le hemos podido ver haciendo reír por toda la geografía española. Su nombre es Alfonso de la Pola y es sinónimo de Rolabola, compañía que fundó hace más de una década. Una figura básica para entender el circo andaluz y malagueño de los últimos años: hablar de circo en Málaga es hacerlo de Rolabola. O lo que es lo mismo, es hacerlo de Alfonso de la Pola. Hace ya muchos años que llegó desde Ciudad Real para convertirse, paso a paso, en uno de los referentes del circo andaluz con una trayectoria más
que brillante. Desde aquellos viejos locales en Dos Aceras o la Zamarrilla –en los que media Málaga ha aprendido a hacer malabares– hasta su paso por el proyecto 'La Carpa', en Pizarra, muchos han sido los hitos artísticos de alguien que ha creído en el circo como arte escénica desde siempre. Circolari, Charivari, Casa Paco y Plázidos Domingos fueron los espectáculos que hicieron grande a Alfonso de la Pola sobre los escenarios y donde compartió carretera y tablas con varios de los nombres de referencia del circo malagueño y andaluz: desde Miguel Ángel Moreno 'Bolo' (Vaivén Teatro Circo) hasta Marta Sitja (Las Polis), Antonio Ramírez (Kristall Zirkus) o Javier García 'Mimo' (Compañía Barré), entre otros. Y también con Manolo Carambolas, con quien ha creado 'Cirkea', un intenso, sorprendente y precioso espectáculo para sala. Sin olvidar el
19 'Circo sobre ruedas', esa especie de cabaret ambulante circense donde las bicicletas, los malabares y las risas son la clave. Rolabola, Alfonso de la Pola, decidió cambiar de formato de trabajo hace un par de años. Si hasta el momento basaba su fórmula de trabajo como compañía en números de amplio formato, la presencia de varios personajes y una cuidada escenografía, ahora De la Pola trabaja en solitario. Es el caso de 'Lucha!', donde encarna la piel de Jessie Colleman, personaje bajo el que repasa todas las técnicas desarrolladas durante su carrera: desde la música al equilibrio sobre objetos, pasando por los malabares o el humor. Y, mientras todo eso ocurre, ya empieza a salir al escenario con el que será su próxima pareja artística, su perro Maikel. Durante este verano la furgoneta de Rolabola apenas ha descansado entre festivales y fiestas populares por el sur y el norte español. Y, paralelamente, Alfonso de la Pola sigue también trabajando en la dignificación del circo y en su consideración como arte escénica desde la Asociación de Circo de Andalucía (ACA), una entidad que nació tras unas primeras reuniones en La Casa Invisible hace unos años y que está dando pasos de gigante para que el circo cuente más para las administraciones y esté a la altura que se merece. Desde su vicepresidencia de la asociación, Alfonso de la Pola sigue mejorando un mundo del circo que en Málaga se inventó él. O casi.
Cine
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la ciudad y los perros Mediante el método prueba-error Martin Scorsese culmina en 1973 con 'Malas calles' lo que será el corpus ideológico y cinematográfico de todo su cine posterior. Esto es mentira y casi suena a frase hueca. Pero lo cierto es que hay chicos italoamericanos que se quieren sacar las castañas del fuego. Hay música bien usada. Hay buenos actores. Hay una Mafia incipiente (o en pleno desarrollo). Hay un juego con el lenguaje. Hay un guión sólido. Hay un discurso de alguien que conoce porque le ha tocado vivirlo cerca y en carne propia. Martin Scorsese me parece el cineasta de Nueva York mientras que Woody Allen es el cineasta de los viajes del Imserso por Europa. Quiero decir, uno es el chico malo y el otro el que casi se
hizo pasar por chico malo. Puede que los dos sean malos chicos y los dos adoren Nueva York; ahora, uno de ellos intenta siempre filmarla desde el olor de las cloacas. Otra mentira y otro engaño. Los dos han rodado sus películas de Nueva York desde una cómoda silla con su nombre. Sin decirlo muy alto conviene apuntar que 'Malas calles' podría ser el reverso setentero y suavito de 'On the Bowery' (1956) de Lionel Rogosin. Nuevos tiempos, nuevos problemas para NY, nuevas gentes en los ghettos. Luego hay una cosa que me fascina: las imágenes sobre la Mafia. La Mafia que se personifica en un par de chavales que se dedican a trapichear y forman un grupete delictivo o la Mafia
22 como las imágenes de la Mafia que Martin Scorsese ha creado a partir de películas posteriores. Porque no hay que olvidar que mientras en 'Malas calles' hay un incipiente olor a que algo se está gestando en Nueva York, en 'Uno de los nuestros' (y 'El Padrino' de Coppola, etc…), la Mafia se personifica a partir de un claro ideario estético y, por supuesto, ideológico. El germen del italoamericano que va a EE.UU. a ganarse la vida se desvirtúa hasta el punto que cualquier pizzero con mucha gente en su local –y bien vestido– podía ser un mafioso. Al mismo tiempo, la Mafia ha existido desde que EE.UU. es EE.UU. Desde que es un país 'abierto' con profundas raíces puritanas. Entonces, todo el que llega choca y, algunos, hasta hacen películas. Películas que chocan hechas por directores llegados a un país 'abierto'. Las mejores películas americanas son las de Fritz Lang, Lubitsch, Von Stroheim, Sternberg. Hitchcock… Gente que ha sabido pillar de qué onda va el país. Tal cual Scorsese. Si quitamos algunas peliculitas de encargo y «Podría ser el reverso algunos deslices, setentero de 'On the Scorsese me paBowery' de Rogosin» rece un señor que reflexiona acerca de ¿qué hago yo aquí?, ¿de dónde vine?, ¿por qué?, ¿qué han hecho otros inmigrantes italianos?, ¿dónde está mi lugar?, ¿qué significa todo esto?. Siempre, desde luego, con la gran suerte y la gran ventaja de acomodar la cabecita dentro del colchón de la industria
hollywoodiense y deberse plenamente a ella. Otra cosa que me fascina de él es su labor para con la cinefilia y su recuperación de gran cantidad de archivo cinematográfico a punto de extinguirse así como la distribución de grandes talentos desconocidos. Todos esos tremendos inmigrantes europeos que luego se convirtieron en engeniecidos directores americanos le van a decir en el séptimo cielo: «Martin, eres unos de los nuestros. Eres legal. ¡Es un tipo con el que me tomaría un plato de spaghetti…!», como se dice en 'Malas calles'. Otro descubrimiento de Martin es, precisamente, dar luz a actores tan cojonudos como Robert de Niro o Harvey Keitel. Y si nos fijamos con algo de distancia todos se cansan. Scorsese, De Niro, Keitel…, cada uno con la edad sale o hace películas que son truños como catedrales con tal de mantener sus vicios caros. De alguna u otra manera todos los perdonamos. Siempre los recordaremos, ¿no es cierto?, en el hallazgo milagroso, en ese cruce de caminos lucernario que es 'Malas calles', en ese punto donde la ciudad juntó a los perros. No se me pide pero igual yo la regalo: ¿quién podría ser el Scorsese del futuro? No lo sé. Alguien que sin entrar en la Mafia denuncie a la Mafia. Esa persona tal vez ya esté muerta o dentro de otros treinta años ya nadie hable de ella. A Martin, su ciudad y sus perros, siempre los recordaremos. | Miguel Blasco | Piezas gráficas: Juan Jesús Millán
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‘mystery train’
‘MUD’
'confessions'
Un destartalado hotel en la americana Memphis es el marco perfecto para construir las pequeñas situaciones protagonizadas por un grupo atípico de personajes no relacionados, al menos de modo evidente. Años después de la desaparición del Rey del Rock, la ciudad sigue emanando el carisma de Elvis Presley, y allí es donde va a parar una joven pareja de japoneses, obsesionados con la cultura de los 50; o donde van a encontrarse mujeres solitarias y en cierto modo dementes; o donde de nuevo el genial Steve Buscemi despacha situaciones cómicas sin apenas despeinarse; o donde el recepcionista nocturno y el botones debaten sobre absurdas nimiedades. El 'Mystery Train' –tema de Junior Parker versionado por Elvis– de Jarmusch es así un pequeño retrato de la America más profunda. | Sergio Sánchez
Notable es la nueva propuesta de Jeff Nichols, un seco retrato de la desolación. Después del fascinante apocalipsis que reflejara 'Take Shelter' (2011) y de la polvareda de rabia que levantara 'Shotgun Stories' (2007), Nichols nos traslada, de la mano de un estupendo Matthew McConaughey, a las turbias aguas del Missississipi para relatar el trayecto a la edad adulta de dos adolescentes cuya interpretación resulta magnífica. La misma que la del ya clásico Sam Shepard, que sienta cátedra desde 'Días del cielo' (Terrence Malick, 1978) y que encarna a un vecino de pasado oscuro. En medio de la nada, enclaustrado en una isla propia de otros tiempos, el personaje de McConaughey liderará una historia propia de cine negro entre rednecks y chatarra, en busca de un amor que siempre vio en el horizonte. | Miguel Pradas
Si ancestralmente la filosofía ha venido a cuestionar la naturaleza humana, enfrentando teorías sobre su innata maldad o bondad, Tetsuya Nakashima, con un guión original de la escritora Kanae Minato, evidencia durante 106 minutos la raíz perversa del hombre y la absoluta podredumbre de su sociedad. Un planteamiento en origen brutal que alcanza un nivel superior al ser puesto en escena por un grupo de estudiantes de sólo 13 años. «Un sello propio, Cuatro personajes desvisten tenebroso, extraño, ante el espectador la degradahipnotizador» ción humana sin la opaca cortina de moscas de la supervivencia. Ligado con imágenes que aúnan belleza y sadismo, así como una magistral banda sonora que ofrece la cobertura requerida a su ritmo pausado, 'Confessions' analiza el recurrente tema de la venganza aportando un sello propio, tenebroso, extraño y sobre todo hipnotizador. Un desgarro en la epidermis, la certeza de que existe el estrato del que emergen las sombras que realmente nos conforman.
Jim Jarmusch, 1989
Jeff Nichols, 2012
POR CARMEN ALCARAZ.
Televisión
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dias de televisió o n Cuando Woody Allen rodó 'Días de radio' (1987), desde un medio ajeno en el que se movía como pez en el agua, el cine, homenajeaba con nostalgia una época de gloria que jamás volvería a repetirse. Cierto que también hizo lo mismo con la propia historia del séptimo arte, pero ese es otro tema en el que no quiero ahora mojar los pies. Si quisiésemos rescatar hoy una época nostálgica que nos identificase (y me refiero a aquella generación que vivió los últimos cines de verano y las perennes y solitarias películas en cartel, durante semanas o meses), esta tendría el formato de un serial televisivo y no sería extraño que se titulase 'Días de cinematógrafo'. El monologuista Louie C. K. sería un
óptimo candidato, sino el candidato por antonomasia, para realizar este hipotético proyecto. Y las razones son varias. Una: burgués tardocapitalista y neoyorquino, pelirrojo patoso y centro gravitacional de sus mofas, argumentos y gags hilarantes. Dos: virtuoso del medio, que no tiembla un ápice al dirigir, protagonizar, guionizar o producir sus inventos televisivos. Y tres: 'Louie C. K.', la serie de la HBO, de la que hasta ahora se han emitido tres temporadas, es otra muestra, en este caso en el campo de la comedia, de la época dorada que vive la televisión. Y esto último es un genuino producto suyo. Este heredero de lo mejor de Woody Allen y de lo más hiriente y políticamente incorrecto de Bill Hicks,
26 sin pelos en la lengua a la hora de hablar de sexo, asuntos escatológicos o racismo, ya se había estrenado con un notable sitcom de trece capítulos, 'Lucky Louie'. Pero lejos queda aquello en esta nueva vuelta de tuerca que es 'Louie C. K'. No obstante, en ella sigue latiendo este tipo de subgénero televisivo, aunque cueste trabajo encasillarlo como tal. Seguramente sea porque rompa y rehúya los clichés estilísticos y argumentales de seriales de manual como 'Friends' o '7 vidas': risas enlatadas o en directo, decorados teatrales, episódicas tramas ceñidas con corsé, etc. El argumento de 'Louie C. K.' es sencillo, se nos muestra el día a día de un monologuista divorciado de clase media, que intenta a duras penas ejercer de buen padre con sus dos hijas pequeñas. Llama la atención que la ficción no necesite careta, ya que es el propio Louie en carne y hueso el que se expone y se disecciona, sin ambages, dando la sensación a veces de que lo que se presencia son insertos de actuaciones suyas en un «En situaciones críticas modesto club y periodos bisagra aflora de la comedia y lo mejor del arte» de que todo ello forma parte de un reality y no de un serial al uso. Realidad y ficción o ficción y realidad, poco importa. Tantos años en el espectáculo riéndose de sí mismo hacen que él y su personaje compongan un matrimonio indisociable. Lo que me recuerda nuevamente a Woody Allen. La realidad (o la ficción)
le presta los tópicos, a los que recurre una y otra vez: la poca habilidad para ligar con las mujeres, a las que atosiga ridículamente, la relación con sus dos crías (extraordinarias ambas), el onanismo, la profesión de cómico desde su parte más amarga y terrenal, el fracaso matrimonial, la viscosa y deteriorada salud del que engorda a base de helados y comida basura… Los recursos de la ficcion (o de la realidad) le permiten elaborar complejos puzles argumentales, reírse de Aristóteles. Porque la verosimilitud poco o nada importa en situaciones ilógicas, absurdas (impagable el episodio en el que su octogenaria madre, de repente lesbiana, le presenta a su joven novia), o en los innumerables cameos de colegas de profesión (igualmente impagable es el rumor –verídico mientras se emitía el capítulo– en el que a Jay Leno, presentador del mítico programa 'The Tonight Show', pretenden jubilarlo y los capos de la NBC le ofrecen su jugoso puesto a Louie). Es curioso que la época de oro de la televisión no sea más que una madura autodefensa ante la revolución comunicacional de internet o quizás el pronóstico de sus últimos días. En situaciones críticas y periodos bisagra aflora lo mejor del arte. Quién sabe si en este nuevo medio que es la Red no se está gestando ya el futuro relevo de Louie, rumiando de a poco una nueva web fiction, presumiblemente titulada 'Días de televisión'. | Manuel España Arjona
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‘oz’
‘UTOPIA’
Dennis Kelly, 2013 Channel 4, 1 temporada
POR FRANCIS MORIEL.
Si hoy en día las grandes cadenas de televisión apuestan por series de calidad que hacen frente a cualquier superproducción cinematográfica es gracias a ésta, una de las primeras de HBO en sentar unas bases contestatarias e irreverentes en la pequeña pantalla. En la penitenciaria de Oswald no hay lugar para la cordura: todos y cada uno de los presos tienen una razón para joder al prójimo. Por cierto, aquí los cliffhangers crean tensas e inevitables esperas al espectador.
Un grupo de personas sin conexión aparente encuentran el manuscrito de una legendaria novela gráfica con extrañas y apocalípticas concepciones sobre el futuro. Pero una organización en la sombra les persigue. Para nada es una serie rancia aunque el argumento nos suene. Es un thriller alternativo y transgresor al más puro estilo Channel 4 que incrementa la incertidumbre capítulo a capítulo con alguna que otra interpretación sobresaliente que dejará helado a más de uno.
«Sabe, señora Banks, noto algo diferente en usted», decía Jazz a la 'nueva' Vivian Banks, personaje de 'El Príncipe de Bel Air' que pasó a ser interpretado por una actriz totalmente diferente a la original. Además, el cómplice gesto facial de Will Smith, como diciendo «uf, creo que se ha dado cuenta», fueron las únicas licencias de esta legendaria serie para tratar un tema muy espinoso y por el que han «La muerte del pasado numerosas producciones televisivas: la marcha o despido de un protagonista. La muerte protagonista, como trágica de Cory Monteith, de 'Glee', me ha hecho argumento recurrente» recordar este momento y contraponerlo con otras soluciones vistas otras veces, siendo la más recurrente un viaje del personaje, o la muerte del mismo si la situación no tiene vuelta atrás y hay aires de venganza por la decisión del actor/actriz implicado. A veces, los guionistas se inventan disparatados accidentes, aunque en la mayoría de casos, ni pierden el tiempo en explicar cómo ocurre el cambio.
Tom Fontana, 1997 HBO, 6 temporadas
LAVADO DE CARAS
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i
una decada sin el genuino hombre de negro Se cumple en estos días una década de la desaparición de una de las leyendas más espectaculares de la música: John Ray Cash, conocido artísticamente y para la posteridad con el nombre de Johnny Cash, con el que le bautizó el también legendario productor Sam Phillips. La figura de Cash se agiganta con el paso de los años, cuando valoramos la importancia de su legado, que abarca varios estilos (country, gospel, rock&roll y rockabilly, fundamentalmente), la autoría de más de mil quinientas canciones, noventa álbumes de estudio e innumerables recopilaciones, la venta de cien millones de discos y la consecución de quince premios Grammy, entre otros logros. Pero Cash no sólo es números exito-
sos, sino mucho más; su figura, compleja, carismática, discutida, apasionante, es objeto de estudio por musicólogos, que han desglosado la validez de sus principios sociales, con los que siempre fue coherente y comprometido, la rebeldía que manifestó y la innovaciones musicales que aportó, no sólo como compositor sino como intérprete y también versionista de grandes autores del siglo pasado, es decir, una enciclopedia andante de la canción norteamericana. Colaboró generosamente con infinidad de músicos, fueran grandes o desconocidos, actuó y grabó a veces con su esposa June, formó el primer supergrupo de la historia: Million Dollar Quartet, con Elvis, Perkins, Lee Lewis y él mismo. Su azarosa vida (dos matrimonios, siete encar-
30 celamientos ocasionales por motivos de drogas o altercados, cuatro compañías discográficas…) y su versatilidad artística (fue, aparte de autor e intérprete musical, presentador de TV, actor, escritor…) añaden interés al mito. Características identificativas son su voz profunda, poderosa, llena de matices, el «boom-chick-a-boom» de su banda, el vestir ropa oscura (lo que le valió el apodo de 'The Man in Black', es decir, 'El hombre de negro', título de uno de sus temas más populares, toda una declaración de principios, que fue versionado al español por Loquillo) y que iniciaba todos sus conciertos con la sencilla frase: «Hello, I'm Johnny Cash». Empezó grabando en Sun Records, el legendario sello de los grandes del rock (Elvis, Orbison, Lee Lewis, Perkins…), pero la mayor parte de su obra la registró para CBS, en donde se hallan sus álbumes más importantes y legendarios. Cuando terminó su contrato con esta compañía, realizó cuatro álbumes para Mercury, que tuvieron poca repercusión. Retirado ya, fue rescatado por el genial Rick Rubin para el sello American, «El tren como metáfora con el que grapara describir la vida de baría sus últimos los más desfavorecidos» cuatro y grandiosos discos, la serie American Recordings. Cuenta Cash en su última entrevista que Rubin (el avispado productor, recuperador del grandes figuras del rock) conectó con él para ofrecerle la producción de una serie de discos, pero insistió en que no quería nada de banda «boom-chick-a-
boom», sino a un Johnny Cash acústico, por primera vez solo con su guitarra y su voz, herida ya y con otro timbre, debido al avanzado estado de su enfermedad neurodegenerativa. El resultado: cuatro magistrales discos intimistas, desgarradores, espirituales, nada que ver con el country que había practicado durante toda su carrera, con espeluznantes arreglos y geniales versiones de temas legendarios. La prisión, los trenes, la religión y el amor fueron sus grandes temas. Sobre el tema carcelario grabó dos álbumes en directo delante de miles de presos, que hoy se cuentan entre los mejores de la historia del Rock: 'At Folsom Prison' y 'At San Quentin'. En ambos, Cash demostraba su empatía por el colectivo carcelario, a los que soliviantaba y ponía al borde de la sublevación cantándoles versos como éste: «Me reí en la cara del sheriff y le escupí en el ojo», y manifestando ideas como ésta: «Algo va mal en nuestro país cuando tenemos un millón y medio de personas bajo llave». Los trenes fueron otros de sus temas sobresalientes porque su ritmo se parecía al estilo asincopado de la banda, porque Cash utilizaba al tren como metáfora de la vida y para describir las malas condiciones de la clase trabajadora. Fue un gran contador de historias, utilizando a veces el humor y denunciado las malas condiciones de vida de los desfavorecidos, con los que siempre fue solidario. «Hasta que las cosas no mejoren, no me verás con traje blanco», cantaba. Vistámonos también de negro. | Antonio Gómez Hueso
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'RISING TIDE'
'JACKSON C. FRANK' Jackson C. Frank, 1965
POR DAVID DUEÑAS.
Resulta que una mañana me encuentro escuchando un grito solitario y desgarrador en 'Hoy Empieza Todo' de Radio 3 y me embriaga su espíritu furtivo, salvaje. Parece que de pronto me encuentro en la estepa africana observando el Kilimanjaro y un grupo de rinocerontes. Ese aullido va seguido de un ritmo místico y embaucador. Forma parte de uno de los temas de este 'Rising Tide', trabajo de la banda de Zimbabwe Mokoomba. Pero ahí no se queda la cosa. De pronto suenan unos acordes que hacen recordar salsa. Sí, salsa. Como si se fuera a arrancar alguno de los Buenavista Social Club. O algo de funky, o de reggae. Madre mía, ¡qué sinergia! Pero para nada desentona, es más, hipnotiza a nivel del baile burtoniano de 'Bitelchús'. Déjense de Nueva York o París, ¡viajemos a África!. | S. Sánchez
La enigmática figura del cantante neoyorquino de folk Jackson C. Frank fue reivindicada hace poco en la película de Sean Durkin 'Martha Marcy May Marlene' (2011), en la que composiciones como 'Marcy's Song' o 'Marlene' contribuían a sumergir al espectador en esa espiral de rabia y desesperanza que evocaba el rostro alucinado de Elisabeth Olsen. A un disco homónimo de 1965 se limita su trayectoria, producido por Paul Simon; un trabajo que haría poco ruido pero que ejercería gran atracción sobre artistas como Nick Drake. Canciones como 'Blues Run the Game' emanan del alma de alguien torturado por el recuerdo de un incendio que mató a sus compañeros de colegio. Acabaría en un sanatorio y vagando por las calles sin poder ofrecer al mundo canciones tan necesarias. | M. Pradas
La recién llegada al mercado décima entrega de –la imprescindible– 'Bootleg Series' recoge en cuatro cedés las sesiones acústicas y descartes del polémico 'Self Portrait', además de distinto material procedente de los álbumes 'Nashville Skyline' y 'New Morning'. Cierto es que en esta ocasión la serie se hace eco de una etapa un tanto turbia que no fue bien aceptada ni por la crítica ni por el público ni por el propio Dylan. Pero no quiero extenderme acerca del apropiado o inapropiado giro que Bob «Un amplio puzzle dio en su carrera con la llegada que arroja luz sobre del mencionado 'Self Portrait'. su quehacer creativo» Quiero centrarme en la fabulosa aportación antropológica que hace esta serie a toda la obra de Dylan. Recogiendo flecos de distintas etapas de su carrera artística nos brinda piezas que andaban sueltas y que dan forma a un amplio puzzle que arroja luz sobre su, a veces, caprichoso quehacer creativo. Los diez volúmenes son un auténtico autorretrato y nos brindan una visión amplia de su obra.
Mokoomba, 2012
Dylan. 'Another Self Portrait'
Literatura
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Si usted todavía no ha leído a David Foster Wallace, debería prestarnos su atención. Usted sabe que David Foster Wallace suena en todos los círculos de la gente culta y posmoderna, que pronunciar su nombre queda bien en todos los saraos literarios y que es sinónimo de buen gusto. Pero teme leerlo porque dicen por ahí que David Foster Wallace se sirve de una sintaxis endiablada de enunciados hipertrofiados y que el número de páginas de su obra más laureada, 'La broma infinita', sobrepasa su tiempo de lectura veraniego. No se preocupe, si lee 'Conversaciones con David Foster Wallace' comprobará que este autor no pretende complicarle la vida a sus lectores. Solo busca un clic, el mismo clic que hará en
usted y que lo dejará en casa leyendo en lugar de asistir a los eventos culturales de su ciudad. Para empezar, hágase con un ejemplar de 'Extinción', y no se deje intimidar por el título. Siéntese en su sillón para leer y empiece el primer relato, 'Señor Blandito'. Si usted trabaja en una empresa, es posible que a medida que avance su lectura se le escape un suspiro. Pero no se estremezca, recuerde en todo momento que se trata de una ficción y que David Foster Wallace es como la tecnología de la realidad aumentada: resulta abrumadora, pero nos ayuda a comprender mejor lo que tenemos frente a nosotros. Si la lectura de 'Extinción' acaba felizmente, usted podría sentir el ánimo de leer más relatos de nuestro autor
34 y 'La niña del pelo raro' o 'Entrevistas breves con hombres repulsivos' serían las dos estupendas opciones que tiene a su disposición. Reconocerá en seguida que el imaginario de David Foster Wallace no es tan excéntrico como lo pintan, porque, al fin y al cabo, usted sabe que el mundo de hoy en día es así. Si, en cambio, le apetece variar el tono, sepa que David Foster Wallace puede ofrecerle otras experiencias distintas, como sus artículos y ensayos, en donde nuestro autor es enviado por varias revistas a diversos eventos para que escriba sobre ellos. Los resultados serán prodigiosos, llenos de ironía, inteligencia y la más hilarante crueldad; por lo que en 'Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer' y en 'Hablemos de langostas' usted podrá disfrutar de una serie de ejercicios periodísticos ideados en las antípodas del periodismo. Es probable que, a estas alturas, usted se sienta prendado por la estética literaria de David Foster Wallace, tan radicalmente «‘La broma infinita’ es distinta a lo como hacer carretera sin que había leído saber a dónde ir» anteriormente y tan cercana, a fin de cuentas, a la extraña forma de nuestros días. Si su intención es ahondar en su obra de ficción, dispone de tres novelas que amplían su repertorio: 'La escoba del sistema' (escrita a la precoz edad de veinticinco años), 'El rey pálido' (su última obra, inconclusa) y, si
acaso usted se viene arriba, si ha logrado cultivar una disciplina y una constancia dignas de los acérrimos seguidores de nuestro autor, le invitamos a que lea el hiperbólico universo fosterwalliano de 'La broma infinita'. Habrá oído por ahí que esta novela trata sobre la adicción, que se ambienta en una academia de tenis y en un centro de desintoxicación para drogodependientes. Pero todo eso no importa. 'La broma infinita' es una experiencia vital, como tomarse unas vacaciones largas y coger el coche para hacer carretera sin saber muy bien a dónde se va. Y aquí no acaba todo, porque quizá usted le haya cogido cariño a David Foster Wallace. A lo mejor empieza a preocuparse por él como ser humano, a sentir curiosidad por su vida. En 'Conversaciones con David Foster Wallace' podrá acercarse, a través de una compilación de entrevistas, a la persona que se esconde tras estas obras, a un tipo que es más normal de lo que podría parecer, bastante tímido, al que no le gustan los grandes aspavientos; encontrará, además, algunas de las claves de su obra y eso lo hará disfrutar más si cabe. Seguramente, habrá oído por ahí que nuestro autor se suicidó a los cuarenta y seis años, hace ya cinco. No lo hizo por malditismo, no fue un hombre con ínfulas autodestructivas. Acabará comprendiéndolo y queriéndolo tal como es. Usted va a ser un maravilloso lector de David Foster Wallace. Confíe en él y confíe en sí mismo. | Daniel Espinar
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‘EL MAPA Y EL TERRITORIO’
'pollo con ciruelas’
anagrama. 21€. 384 PÁGinas.
NORMA EDITORIAL. 13€. 88 PÁGinas.
¿Y si el territorio no fuera tan interesante como la reinterpretación que le hace cada ojo? En 'El mapa y el territorio', el arte de Jed Martin alcanza altas cotizaciones en el circo mercantil, y sin embargo él vive insatisfecho, proyección del intenso schopenhaurarismo que asola a Houellebecq, que se complace en los padecimientos de un protagonista misántropo, al que sólo le cae bien el personaje nihilista que encarna el propio escritor, y con el que comparte fracaso socio-amoroso. Una propuesta que recoge un amplio espectro temático sacudido con jugoso cinismo; juegos técnicos maestros, tales como el trazo narrativo de personajes retratados paralelamente en pinturas, o el inesperado giro final hacia una línea de novela negra, convierten la lectura de 'El mapa y el territorio' en una miscelánea agridulce no apta para paladares gruesos. | Isabel Moreno Caro
La ilusión es sencillamente el sabor de la vida. El deseo a que llegue ese momento en el que esperamos cualquier evento, por nimio que pueda parecer, para degustar por unos instantes la felicidad y poder paladearla en el recuerdo. Una melodía; una imagen cotidiana; pollo con ciruelas. El día que Nasser Ali Khan descubre que jamás recuperará la felicidad que encarna obtener con caricias el dulce canto de las cuerdas de su tar, decide dejarse morir. Durante ocho días de espera el lector acompaña a Nasser a través del túnel que siempre recorre aquel a quien el pasado lastra sus pasos futuros. De nuevo Satrapi, la 'Dama del cómic', realiza un hechizo de pluma e ingenio para, con una historia sencilla en la que subyace la complejidad como sello personal, ofrecernos el deleite de sentir y soñar a través de los ojos. | Carmen Alcaraz
Michel Houellebecq, 2010
Marjane Satrapi, 2004
el poeta que no fue nada
POR GUIOMAR DÍEZ PUERTAS.
'El poeta que no fue nada' señala un capítulo del único e inesperado póstumo libro de Carlos González, y congela el juicio de un disparo que varó para siempre la pluma de este joven poeta. «Araño el tiempo que me queda, al tiempo desconocido» son los últimos versos que guardaba en el bolsillo la tarde de su muerte. El 26 de septiembre de 1976 varios fascistas vestidos de paisano, disparaban contra una manifestación por la amnistía y libertad en la madrileña calle Barquillo, donde Carlos, ajeno «Retratista de ilusiones, de los sabores de las a la protesta, fue asesinado. calles nocturnas» «¿Y qué contemplarán hombres futuros cuando miren los ojos de los poetas muertos?». Escritor de la esperanza, contra la injusticia al refugio de los sueños, retratista de ilusiones, de los sabores de las calles nocturnas, ¡del amor! dedicado a Marién, musa con quien «profanaba el mar» y compartía amaneceres. Un poeta al que robaron el aire y escribía para volar del silencio «Y no me podrán callar, callarme no es apagar un fuego […]».
Arte
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ÍNTIMO PICASSO El Museo Picasso de Málaga ofrece hasta octubre la exposición 'Pablo Picasso. Álbum de familia', que reúne 44 retratos de las mujeres con las que el genio compartió su vida y de sus hijos. Estos retratos, procedentes de las colecciones de los herederos del artista, se completan con 73 fotografías del álbum familiar, muchas de ellas inéditas. Picasso, a lo largo de toda su obra, no cesó de cuestionar los cánones marcados por la historia del arte. Su constante experimentación le llevó a reinventar el género del retrato. A principios del siglo XX, la crisis de identidad del hombre moderno, la irrupción de la fotografía y la crisis de confianza del arte en la verdad de sus imágenes influyeron especialmente
en el desarrollo del retrato. En ese momento, el gesto iconoclasta de Picasso, Matisse, Modigliani o Derain de sustituir premeditadamente los rasgos del rostro de los retratados por máscaras de facciones abstractas, abrió definitivamente el camino hacia la consolidación del retrato moderno. Desde pequeño, Picasso se vio envuelto en un universo femenino: vivió rodeado de tías y hermanas, no tuvo hermanos o primos con los que jugar. Por lo tanto, su educación está en consonancia con su posterior actitud alternativamente misógina y tierna hacia las mujeres. Utiliza a la mujer como imagen y modelo iconográfico intemporal, incluso platónico. En 1904, Picasso conoció a Fernande Olivier y rápidamente se convirtió
38 en su compañera y modelo. En 1909 pasan el verano en Horta del Ebro, donde la retrata y esculpe, suponiendo un momento crucial en el desarrollo del cubismo. Picasso se casó, en 1918, con la bailarina rusa Olga Koklova y ambos compartieron diez años cada vez más conflictivos. La relación entre ambos se vuelve insoportable y, a partir de ese momento, su producción artística se desborda surgiendo en su pintura seres monstruosos. En 1921 tuvieron a su hijo Paul. Marie Thérèse fue la más física de las relaciones de Pablo. Las pinturas que hizo de ella son extremadamente sensuales y líricas. Fue el gran amor de Picasso en los años 30 y su modelo principal en la 'Suite Vollard'. En 1935 dio a luz a su hija Maya. El afecto de Picasso pronto se marchitó y en 1936 conoció a la fotógrafa surrealista Dora Maar, que soportó la pesada carga de la furia y el horror del artista ante la guerra y el sufrimiento. Sus retratos marcaron el punto de máxima violencia en la obra de «Amó como un loco, buscando a la mujer que Picasso, dando comienzo a un alimentaría su arte» nuevo capítulo de belleza trágica y monstruosa como metáfora de la nueva conciencia moderna. Cuando se conocieron, Françoise Gilot tenía 21 años y era estudiante de derecho y artista. Picasso tenía 61 y era el artista que más vendía del mundo. A los 24 años la inmortalizó
como 'La femme-fleur'. Tuvieron dos hijos: Claude y Paloma pero abandonó al genio en 1954. La propia François declaró: «Fue el amor más grande de mi vida pero había que tomar medidas para protegerse. Yo lo hice: me fui antes de terminar destruida. Las otras no lo hicieron, se aferraron al poderoso minotauro y pagaron un precio muy alto». A los 71 años se casa con la asistente de alfarería Jacqueline Roque, de 27 años. Con ella vivió durante los últimos veinte años de su vida sirviéndole de modelo para varias series como 'El artista y la modelo'. Olivier Widmaier Picasso, nieto del pintor, explica la fuerza magnética que ejercía sobre sus amantes: «Picasso amó como un loco, buscando con furia a la mujer que alimentaría su arte y su vida. A cada nueva compañera le imponía recorrer un trayecto de iniciación, una prueba afectiva y artística para seducirla, para darle seguridad, para obligarla, para obtener una fuente de inspiración y de creación que el agotaba antes de abandonarla (…) Muy pocas lo resistieron». Sólo su madre sabía la permanente insatisfacción que hervía en el interior de Pablo. Una frase suya, pronunciada a propósito de la visita de su hijo a Barcelona acompañado de Olga, refleja el profundo conocimiento que tenía doña María de su hijo: «Ninguna mujer podrá ser feliz con mi hijo. No pertenece a nadie, porque no pertenece más que a su arte». | Esther Gómez Cáceres
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CABRA DE LUNA
RAYMOND PETTIBON CAC Málaga (hasta 26/10)
POR juan gabriel pelegrina.
'Cabradeluna' es el título de la exposición de José Manuel Cabra de Luna en las Salas de la Coracha del Museo del Patrimonio Municipal de Málaga. En torno a 150 obras componen la muestra de este polifacético malagueño, donde el color es el elemento principal que articula y define toda su obra. Óleos, grabados y serigrafías, libros de artista y joyas, además de dos pinturas murales realizadas expresamente para la ocasión, forman parte de esta exposición. | MUPAM
La galería David Zwirner presenta la exposición 'To Wit' de Raymond Pettibon, un artista que ya expuso en CAC Málaga en 2006. Su trabajo abarca un amplio espectro de la cultura estadounidense. Toma como punto de partida la cultura punk-rock del sur de California de finales de los 70 y 80, el do-ityourself y la estética de portadas de discos, cómics, conciertos y fanzines que caracterizaron el movimiento: sus dibujos han llegado a ser un propio género dentro del arte contemporáneo. | CAC
El Museo Reina Sofía mostrará a partir del 2 de octubre la obra de Chris Killip, fotógrafo inglés que reflejó la vida y el desencanto obrero en el Reino Unido del primer liberalismo. La exposición recogerá fotografías realizadas desde sus inicios en la década de los sesenta hasta el año 2004. Las imágenes de Killip son las de un sistema que cambia rápidamente, y también «Un fotógrafo que las de la gente y lugares que quedan fuera de él. reflejó la vida y el Al igual que otros fotógrafos documentalistas desencanto obrero» de los ochenta, generó nuevas interpretaciones de su entorno, alejadas de la historia oficial y menos absolutas. No hay grandes temas detrás de las fotografías. Tampoco forman narraciones aisladas. Más bien funcionan como una sucesión de recortes de algo mucho más grande. Un tipo de fotografía surgida de aquellos que necesitan que siga existiendo la vida real, a pesar de que la fotografía tampoco sea capaz de recuperar y fijar todo su significado.
MUPAM (hasta 13/10)
Matrícula abierta todo el año Centro integrado de Educación Primaria, Educación Infantil, Educación Especial y Atención Temprana.
Chris Killip. 'Trabajo'
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y al decimoséptimo no descansó
POR ISABEL BONO.
Purificación Campos Sánchez. ¿No?, ¿nada? Pues esta santa señora ha sido Gran Premio del 31º Saló Internacional del Còmic de Barcelona 2013. Mi idolatrada Purita Campos creó el Universo Esther en diecisiete tomos (en los años 70) y no descansó, escribió siete más (en los 80). 'Esther y su mundo'. ¿Ahora sí?. Recuerdo mis peregrinajes al kiosco, cada martes después del colegio y sin pereza alguna, para comprar el 'Lily'. Allí guardábamos la cola como si estuviéramos delante de un confesionario, apestando a avaricia y rezando al cielo para que no se agotaran. Algunas niñas iban sólo por el póster de Leif Garrett o Pablo Abraira, pero nunca fui de gavilanes ni palomas. Yo era de Esther Lucas y Juanito Wowden, un rubio veleta con pelucón que parecía un maniquí del Corte Inglés. Aquella historia de amor sin final feliz fue mi educación sentimental: jamás quise saber nada de los rubios. Por aquel entonces no entendía
que la historieta sucediera en Inglaterra. Después supe que 'Esther y su mundo' era la traducción al castellano de la serie 'Patty's World' de Phillip Douglas. Yo también tenía pecas y una amiga muy guapa. Juntas nos compramos nuestra primera barra de labios (ella sabor cereza, yo sabor albaricoque), sólo porque Esther y Rita acababan de estrenar las suyas. Así todo. Mi Juanito se llamaba Josemiguel y jamás me hizo caso, así que me identificaba con ella y, como ella, no me dejaba caer. Hay quien lee la Biblia para sobreponerse, yo leía mi evangelio particular según la Lucas. No es pasión ciega, en 2010 Purita Campos recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Después vinieron otros personajes (Jana, Tina, Gina), pero yo me había hecho mayor y pasaba de largo, casi soberbia, por delante del kiosco de la mano de mi novio. Moreno, por supuesto.
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LA BELLA HA LLEGADO
los amantes suicidas
POR NOELIA ROSA MÁRQUEZ.
El 6 de diciembre de 1912 el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt halló el busto de la reina Nefertiti en el taller del Escultor Real Tutmosis en Amarna. El significado de su nombre, 'La Bella ha llegado', ya nos da una idea de su hermosura. Pero si aún queda alguna duda, basta adentrarse en la Isla de los Museos para visitar el Neues Museum de Berlín y toparnos con la exclusiva sala donde la majestuosa escultura se encuentra. Allí su realismo, expresividad y belleza da muestra al visitante de la importancia y admiración de esta reina, no solo para su marido y faraón Akenatón sino también para el pueblo egipcio. Una vez recuperados de esta primera impresión, solo cabe un recorrido por la cuadricular urna de cristal y observar con detalle su elegante imagen, en la que se admira su cuello de jirafa, sus labios carnosos, su perfecta nariz, sus marcados y redondeados pómulos y para más realismo
POR MARTA GARCÍA VILLAR.
sus arrugas. Pero a pesar de éstas y de su tuerto ojo en blanco, las mujeres piensan al verla: «¡Qué envidia!», «¡Tal belleza y sin cirugía! ¡Increíble!»; y los hombres: «¡Eso sí que es una mujer!». En este punto del trayecto, muchos de sus observadores, tanto hombres como mujeres, empiezan probablemente a recordar y confirmar el título de Diosa Egipcia que en ocasiones se le ha otorgado y que ha aparecido en distintos textos. La fisonomía real de Nefertiti se perpetuó en un pequeño busto, provocando quizás que su creador sintiera como Shakespeare al escribir sus versos: «So, till the judgement that yourself arise, / You live in this, and dwell in lovers' eyes». Ésta, ahora ya convertida en un icono de Berlín, proyecta tal fuerza en nuestras mentes que su impacto nos traslada a tal embelesado estado que imaginamos llegar, aunque sin alcanzarla del todo, a la idea de belleza.
«Triste es este soñar en el sueño»: 'Los amantes suicidas' de Sonezaki (1703), obra emblemática del Bunraku o teatro de marionetas tradicional japonés, estará presente en el Teatro Español de Madrid los días 27 y 28 de septiembre como una de las actividades que conmemorarán su 430 aniversario. El legado de su autor, Chikamatsu Monzaemon (al que se ha equiparado en importancia con Shakespeare) queda respaldado por la dirección del afamado fotógrafo Hiroshi Sugimoto, que mezcla en la escenografía el valor tradicional japonés con proyecciones vanguardistas, y artistas de la talla del prestigioso marionetista Kanjuro Kiritake o el intérprete de shamisen Seiji Tsurusawa, reconocido como Tesoro Nacional Viviente. Esta representación se enmarca en la celebración del Año Dual EspañaJapón y llega a nuestro país gracias a la Fundación Japón Madrid como una oportunidad única de dejarnos sobrecoger en un mítico abrazo de amor y muerte.
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UN CASTILLO DE NAIPES
POR JESÚS DÍEZ FERNÁNDEZ.
Antes o después tenía que suceder. Sonó el teléfono al amanecer y un pesar afloró en mis ojos. Era difícil reconocer su voz, pidiéndome que fuera con urgencia. Al llegar pregunté por ella, me llevaron al lugar. Estaba sentada, apoyando su espalda en la chapa abollada de un coche desguazado. Seguía aferrando entre los dedos de una mano su móvil. En la palma de la otra mano abierta, reposaba una jeringuilla ensangrentada. ¡La pesadilla se acabó! dijo en un balbuceo al advertir mi presencia. Ya es demasiado tarde, pensé. Durante unos segundos al acercarme a su cuerpo tendido, oí su respiración, un canto similar al de las olas rozándome el cuello. Luego con voz desfigurada por la sobredosis, pronunció una frase invisible: De toda mi vida sólo consigo recordar una sonrisa, es la de un tren dibujado en tus ojos… Sólo tu mirada, el tren y una sonrisa, –me apresuré a decirle–. Me agaché apoyando la cabeza en su pecho.
Durante unos minutos le silbé las notas de una canción, un pentagrama lejano que a los dos nos gustaba bailar, 'Lady Sings the Blues' interpretado por Billie Holiday. Trató de abrir los ojos. No hubo respuesta y comprendí que jamás podríamos acercarnos al otoño de aquel blues. Tampoco yo retenía las llaves de los buzones, donde estaban las cartas desvanecidas del amor, las hojas arrancadas por el viento. La luz del nuevo día murmuró en la ranura de sus ojos una expresión de dolor, una broma injustificada. Algo parecido al claqué de las palabras dentro de una prisión. Como si en su interior, se hubiera derribado un castillo de naipes edificado sin ninguna ilusión. Quedamos encorvados el uno en el otro, en la sonrisa de un tren sin retorno. Mientras le quitaba el reloj de su muñeca inerte, creí oír su voz preguntándome el porqué me latía el corazón tan deprisa. (Relato del libro inédito 'Babel y la mirada').
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