Manual de Uso Cultural 24

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NÚMERO VEINTICUATRO - MAYO Y JUNIO DE DOS MIL CATORCE

Tema del Mes Aki Kaurismäki 04 Cine ‘París, Texas' de Wim Wenders 14 Televisión ‘True Detective’ 18 Música Antonio Vega 22 Literatura 'Dinero' de Martin Amis 26 Arte Frida Kahlo 30 Turismo Andaluz Tarifa 34 El Cierre 36 Asociación Think Again / EDICIÓN Miguel Pradas, Jesús Peña, Sergio Sánchez / REDACCIÓN Sergio Sánchez (sermi19.com) / DISEÑO / COLABORADORES María José Moreno, Miguel Blasco, Emilio Perianes, María Sánchez, Marisa Carmona, Carmen Alcaraz, Juan Jesús Millán, Miguel Ángel García Ruiz, Álvaro Campos Suárez, Antonella Montinaro, Alejandro Díaz del Pino, Isabel Bono, Nacho Sánchez, Antonio Gómez Hueso, Marta García Villar, Francis Moriel, Esther Gómez Cáceres, Manuel Andreas, Isabel Moreno Caro, David Dueñas Imprime: CEDMA / ENTIDADES COLABORADORAS MA 3069-2009 / DEPÓSITO LEGAL 2171-3979 / ISSN / CONTACTO manualdeusocultural@gmail.com / Miguel Pradas (666 701 142), Jesús Peña (645 623 693)

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TRASCENDER FRONTERAS EN LE HAVRE

POR MARÍA SÁNCHEZ.

Casi 20 años después, Aki Kaurismäki devuelve a la vida en 'Le Havre' (2011) a uno de los protagonistas de 'La vida bohemia' (1992), el escritor Marcel Marx (André Wilms). Aquel bohemio parisino ahora limpia botas en la ciudad francesa de Le Havre. La humilde y tranquila vida de Marcel se verá alterada por dos acontecimientos: la enfermedad de su sumisa esposa Arletty (por la finlandesa Kati Outinen) y la interceptación de un contenedor lleno de inmigrantes africanos en el puerto. Idrissa (Blondin Miguel) es el otro protagonista de esta historia, un niño africano que viaja hacia Londres en busca de su madre y a quien Marcel Marx dedicará todo su esfuerzo. 'Le Havre' es un drama positivista ante todo, y una fábula que celebra la capacidad de organización del pueblo para superar las vicisitudes. Especialmente aquellas que le son impuestas al hombre de forma contraria a su naturaleza solidaria, como es el tan presente tema de la inmigración. Un punto de

vista humano y humanizador, que incluye también a aquellos que se imaginan –en el binomio bueno/malo– como los enemigos, y hablamos aquí del policía Monet, interpretado por Jean-Pierre Darroussin. Si bien el argumento de la película es actual y la localización física concreta, Kaurismäki sitúa contextualmente la historia en un lugar incierto. Las rutinas de Marcel Marx, el bar que visita y el barrio proletario en el que habita recuerdan a la revolución industrial, pero se paga en euros. Los teléfonos de disco se mezclan con los celulares, y suena música de Gardel, Edith Piaf y rock and roll. Esta descontextualización de la historia la hace internacional, intemporal y ciertamente la extranjeriza. Como extranjero es el niño africano Idrissa, el escritor protagonista exiliado de su pasado parisino y el extraño acento de la esposa; así como también lo es Kaurismäki, que con su cine trasciende las fronteras dialécticas y culturales.


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JUHA, BÚSQUEDA DESESPERADA

POR MIGUEL PRADAS.

Las películas de Kaurismäki siempre fueron la crónica de una búsqueda desesperada de la felicidad, y en 'Juha' (1999), quizá la menos kaurismäkiana de todas, esto se contempla con apenas un puñado de gestos, sin palabras. En 'La fábrica de cerillas' (1990), Kati Outinen era el rostro contenido de la tragedia, abrumada por un entorno rutinario, desagradable y plomizo en el que nunca lograría integrarse; en 'Juha' repite un magnético protagonismo a través de una puesta en escena que Kaurismäki radicaliza en su sequedad y de una amalgama tragicómica que bien podría sentenciar que «cuando la esperanza se acaba, ya no hay razón para el pesimismo». Muda, con rótulos que sólo narran lo indispensable, 'Juha' desnuda la fatalidad de una pareja con el contrapunto de la peculiar banda sonora desplegada por Anssi Tikanmäki. «Eran felices como niños», se refleja nada más empezar, en un preludio que sólo

destacaríamos si supiéramos que todo, inevitablemente, ha de torcerse. El elemento de distracción de un matrimonio modélico lo representa el impagable André Wilms, de esencia bohemia y sonrisa a media asta, un dandi que consigue engatusar a la esposa abnegada para emprender una escapada con aroma a gloria. «Les paso el guión y les digo 'cállense'», confiesa el director finlandés de su trabajo con los actores y en 'Juha' lo cumple hasta las últimas consecuencias. Aquí todo se entreteje de forma que cada uno es dueño de su destino, como si se tiñeran de ambigüedad los actos de víctimas y villanos. «Finlandia es siempre oscura y cuando hay oscuridad, la mentalidad se ensombrece», diría el cineasta ante el melancólico discurrir de sus personajes. Y de desconsuelo silencioso es esa odisea del marido en busca de los huidos, como si el sentido de la vida se lo hubieran arrebatado de las manos.


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AKI KAURISMAKI MINIMALISTA Y ESPARTANO

«Cuando soy buena, soy buena; pero cuando soy mala, soy mucho mejor»: Mae West. Estereotipo de vampiresa cinematográfica imposible para nosotros, por pertenecer a una época donde la transgresión era el reclamo obligado de la barraca y el vodevil de donde, para algunos, jamás debió salir el cine. Y también por poseer un físico absolutamente incongruente con los cánones femeninos de hoy. Dice Mae, con la agudeza y arte de ingenio del mismísimo Gracián, que a veces la cara visible, la imagen que nos construimos alrededor de una artista, o de una persona de nuestro entorno, con ser buena, o muy buena, a veces no hace otra cosa que enmascarar el otro lado, el mejor, que sólo estará al alcance de aquellos cuya sagacidad, y su insistencia, les sean propicios para apreciar la maravilla escondida en el lado oculto de las cosas. Elemental maniqueísmo, el del bien y del mal, para llegar a

todo tipo de espectadores, pretensión primigenia del cine de Hollywood. Pero si en la literatura universal ya quedaba meridianamente claro que entre el blanco y el negro existen una infinidad de matices, de grises diferentes y maravillosos, en el cine europeo, desde siempre creo, el asunto de los héroes y los villanos ha sido rápidamente obviado por la figura del antihéroe, y si es un antihéroe cotidiano mejor. Este personaje normal, creíble por su cercanía, y arrollado por sus circunstancias a veces en la condiciones más terribles, que no son necesariamente las más espectaculares, las más vistosas para el público, ha ido destilándose desde Renoir, Bergman, Bresson, Fassbinder, hasta sublimarse en el cine lacónico y austero, en la sucesión de fotogramas y rostros, en que a veces se convierte el cine del finlandés Aki Kaurismäki. Minimalista hasta en la duración de sus largometrajes, y espartano en la pues-

ta en escena, ambientes tan oscuros y sombríos como sus protagonistas, pero evidenciando siempre ese humanismo tan querido a los europeos, una luz de esperanza que ilumina las desdichas y que, a veces, resulta milagrosa para estos perdedores, de imposible presencia en el cine americano, a la vez que provechosa, satisfactoria para el espectador que encuentra en la tragicomedia de la vida, que al fin es lo que retrata Kaurismaki, el elemento fundamental para considerarnos personas y disfrutar siéndolo, el humor. Un humor negro, delicadísimo, en un segundo plano, lo suficientemente oculto y a la vez perceptible, para mantener la sonrisa del apesadumbrado cinéfilo que, a veces, debe dar un salto en la butaca, atravesado por el aguijón, el arpón más bien de este cineasta que vino del frío, de la gélida Finlandia, haciéndonos saber que las historias universales, el crimen y el castigo, la cerillera de los


terroríficos cuentos infantiles que la censura paterna alejaba de nosotros, siguen formando parte de la cotidianeidad. No hay límite, tampoco, para los géneros que aborda Kaurismäki, desde los clásicos de la literatura hasta el musical, inefable 'Leningrad Cowboys Go America', o la tremenda aproximación a la más actual de las tragedias, la de los inmigrantes 'ilegales' en su penúltima película, 'Le Havre', donde la complicidad del paisaje francés llega a endulzar, aparentemente, la dureza de las vidas de unos y otros, a la vez que toma cartas el azar, presencia oculta tras los férreos guiones de este director que, sin buscarlo, y acusado por los críticos de imitar a éste o a aquél, ha conseguido un estilo propio que a la vez resulta inclasificable, por sorpresivo, por romper temáticas sobadas de forma inmisericorde y por su intención de seguir haciéndolo. Tan prolífico como adictivo para sus seguidores. Pienso en sus maestros, los del cine B universal, los europeos que inventaron aquello tan difícil de decir tanto con los medios más reducidos, y me maravillo de los que van a seguir, o están siguiendo su camino. Quizás Béla Tarr, si encontrase algo tan sutil como escaso, el complemento imprescindible para una obra maestra: el humor. Mae West andaba sobrada de humor, y es eso, y no otra cosa lo que hace eterno el aforismo. Breve y divertido, como las películas de Kaurismäki. | Emilio Perianes


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LA VIDA BOHEMIA: SOMBRA EN EL PARAISO «Con mi cara de extranjero/ de judío errante y pastor griego/ y mis cabellos al viento/ con mis ojos desleídos […]». 'Le métèque'. Georges Moustaki, cantautor que nos dejo hace casi un año, describió en tan solo tres minutos de canción la vida de un bohemio como un alma libre en lucha constante por sobrevivir. Porque no hay que confundir la vida bohemia –penurias en pro del arte y el conocimiento–, con otros estilos de vida pseudoartísticos. De un lado los intelectuales hambrientos que malviven ya por los exiguos ingresos de su arte ya gracias a la picaresca, y del otro un sector acomodado que aunque de ínfulas artísticas van sobrados, muy lejos les quedan la rebeldía y la pobreza de vocación. Laren Stover, autor de 'Bohemian Manifesto', bautizó como los nouveau bohemian a quienes definió seguidores de la tradición bohemia en armonía con la cultura contemporánea y con buenos ingresos económicos. Nada que ver con el origen del término bohémien utilizado por los franceses del siglo XIX para referirse peyorativamente a una minoría de gitanos supuestamente proveniente de la región de Bohemia en la antigua Checoslovaquia. No se le conoce la connotación romántica hasta que Henri Murger, en su obra 'Scènes de la Vie de Bohème', cuenta las desventuras de tres artistas

mediocres para sobrevivir en el parisino barrio de Montmartre. Si hasta ese momento vivió sumido en la miseria, Puccini escribió su conocida ópera 'La bóhème' a partir de esta obra, bien le sirvió para salir de la cuneta literaria y artística e inmortalizar la imagen del bohemio hasta nuestros días. Además de servir de inspiración para Giacomo, esta obra que empezó siendo una colección de cuentos para luego convertirse en una novela, ha sido adaptada como libreto operístico en varias ocasiones, zarzuela, musical y llevada al cine varias veces. La que nos ocupa esta vez es la versión cinematográfica de Kaurismäki titulada 'La vida bohemia' (1992), que se basa libremente en la versión novelada de Henri Murger. El argumento se desarrolla en un barrio de Paris pero igualmente podría haberse ubicado en un barrio finlandés sin necesidad de alterar nada. La esencia del discurso, la caracterización de los personajes y su inconfundible estilo se reconoce en todas sus películas, bien podríamos intercambiarlos y seguiría funcionando. Como en la novela, la película desarrolla su narración a través de los avatares que sobrevienen a sus personajes. Así comienza el relato con Marcel, un escritor mediocre a punto de ser embargado, en lo que será un periplo por la atmósfera romántica e idealista del Paris decimonónico. El destino cruzará su camino con Rodolfo,


un pintor emigrante sin papeles con el que estrechará vínculos, que nos deja una secuencia con tintes surrealistas donde comparten una trucha bicéfala. Un músico completa el trío, Shaunard, nuevo inquilino de la recién embargada vivienda de Marcel, que se convierte en el tercer personaje desheredado de la historia. De aquí en adelante contemplamos en los pequeños detalles que lo realmente importante para estos tres errantes –más allá de lo puramente material– es la dimensión espiritual del arte. Kaurismäki exalta la solidaridad, la amistad y el amor desde la miseria que los circunda y que no parece preocupar tanto a sus personajes quienes se contentan con poco (el tierno reencuentro del pintor y su perro). No dudan en vender sus pequeños tesoros en favor de sus amigos, parecen sufrir más con el dolor ajeno que con la desventura propia. Es un retrato lento construido cuidadosamente con memorables instantes de humor y ternura sobre personas que viven en un mundo hostil que les excluye porque no les entiende o los considera fuera de lo establecido. Kaurismäki, siempre cautivado por el ambiente de los bajos fondos con sus peculiares personajes tan carismáticos como desamparados, casi siempre contenidos, antihéroes esbozados, alcohólicos, meretrices, obreros y vagamundos, acaba su película con uno de los finales más tristes de la historia del cine. Sólo se puede descubrir lo auténtico si buscas la sombra en el paraíso. | María José Moreno


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ESTOICISMO, VODKA Y ROCK N ROLL 'Leningrad Cowboys Go America' fue una de las primeras películas que Aki Kaurismäki hizo (en 1989) y la que le reportó fama internacional. Se trata de un road movie que, a través de caricatura de estereotipos, realiza una atípica parodia del sueño americano. The Leningrad Cowboys, un grupo musical finlandés, quiere viajar a América con su representante Vladimir en busca de fama y fortuna. Motivados por su peculiar aspecto, con zapatos y tupés en punta, la banda quiere probar suerte en los Estados Unidos, llevando con ellos un ataúd con el cuerpo del bajista que se había quedado congelado por ensayar al aire libre durante una noche de frío y que el mánager también utiliza para mantener frías las latas de cerveza. El humor absurdo caracteriza toda la obra. Una vez llegados a Estados Unidos, tras un vuelo en el que han estado intentando chapurrear un poco de inglés, el grupo consigue un concierto en un local muy underground de la ciudad de Nueva York. Tras la actuación, el dueño del local sugiere que prueben suerte en California, de este modo deciden atravesar el país y, tras comprarle un viejo cadillac a un vendedor de coches, cameo de Jim Jarmusch, se preparan para un largo viaje hacia la costa Oeste atravesando la América más profunda. Nadie siente interés ni entusiasmo por ellos, los dueños de los locales les

sugieren buscar el éxito en México, pero en realidad sólo desean que se vayan. La banda actúa en todo momento como si fuese un solo personaje, sin matices ni personalidades individuales, se trata de una agrupación homogénea y sin grietas. Por otro lado, el mánager de la banda, es un tirano que les engaña y se aprovecha de ellos robándoles sus míseros beneficios. Hay otro personaje que completa el argumento de la película: Igor, el tonto del pueblo, atormentado por no tener suficiente pelo para peinarse con un tupé como ellos, les sigue desde Finlandia escondido en el avión. Los Leningrad Cowboys cantan de todo, desde canciones tradicionales rusas hasta corridos en bodas mexicanas, pasando por el rock y country. Las letras de sus canciones son absolutamente cómicas y mezclan tópicos de la América más rural y de la Rusia soviética. La relación de Kaurismäki con la música de su país empezó en 1981, cuando él y su hermano Mika llevaron a cabo el documental 'Saimaa-ilmiö', dedicado a tres bandas finlandesas de rock, y seguiría desarrollándose en una larga colaboración con los Leningrad Cowboys, para los que ha filmado dos películas, un concierto y unos cuantos vídeos musicales. Los Leningrad Cowboys han llegado a actuar en galas de MTV, y sus conciertos en Helsinki, Belgrado o Berlín son muy populares


y con gran afluencia de público. Hay muchas semejanzas entre el humor de Kaurismäki y el de la banda. Quizás los Leningrad Cowboys sean un grupo de rock muy extravagante y raro, siendo capaces de combinar en sus conciertos canciones tradicionales rusas con versiones de Led Zeppelin o de los Beatles. En una ocasión llegaron a hacerse acompañar en directo también por el coro del ejército ruso. Otro detalle a destacar es el estilismo propio de la banda: vestimenta hortera, gafas de sol a todas horas, peinados impresionantes, zapatos a juego con los tupés y el amor por vodka, cerveza, tractores y por supuesto la música. Su especial personalidad puede resumirse con su actitud estoica ante la vida, que es de una imperturbabilidad increíble: nada parece afectarles y el rock es su única prioridad. Kaurismäki presenta a sus personajes con una rigurosa falta de entusiasmo, no sobrecarga el lado mezquino de la aventura y tampoco subraya el surrealismo de las situaciones a través de gags incesantes. El filme y sus protagonistas carecen de pretensiones de ningún tipo. El humor finlandés es algo singular, de modo que hay algunos elementos de esta película que pueden resultarnos chocantes o que no hacen tanta gracia, pero lo que es seguro es que el rock 'n' roll y el vodka, constantemente presentes, se revelan como elementos que, si bien no nos darán la felicidad, sí sirven para alegrarnos un poquito la vida. | Antonella Montinaro


12 EL HOMBRE NO TIENE NATURALEZA «El hombre no tiene naturaleza, sólo tiene historia», decía Ortega y Gasset. Y cuántas veces no soñamos con volver a nuestra prehistoria, con transformar nuestro bagaje, con olvidar un recuerdo traidor, o con borrar esas motas de polvo que ensucian nuestros currículums vitales. El protagonista de 'Un hombre sin pasado' (2002), tras una paliza inesperada para robarle al bajarse de un tren con una maleta a cuestas, se ve involuntariamente sumergido en una amnesia que lo deja vacío de pasado, ya que ni siquiera puede recordar su propio nombre. Así, herido y desmemoriado, se ve compelido a empezar a vivir desde cero, a construir una nueva identidad al tiempo que sobrevive en la miseria. Pues bien, sobre esta base, Aki Kaurismäki elabora una cinta de ritmo pausado y sabor ecléctico, en que la sencillez domina a todos los niveles, y donde como es habitual en él se da lugar a la problemática del estamento humano pobre y marginado, que se ahoga bajo el yugo capitalista. Los personajes de 'Un hombre sin pasado' son marcadamente hieráticos y poco expresivos, tanto que recuerdan un poco a los cuasi-autómatas del director griego Yorgos Lanthimos; entre ellos sobresalen por su carácter compasivo las mujeres, las que curan, visten y dan de comer a los desvalidos, especialmente la dulce Irma, la no tan joven trabajadora de la asociación religiosa que escucha estática música rock como la que oye una misa, la

que no frecuenta el amor hasta conocer al protagonista sin pasado. En el caso de los hombres, las gamas de grises y negros de la condición humana son más matizados, desde el corrupto guarda de los contenedores que representa a los que abusan de los desfavorecidos, si bien no es tan brutal como quisiera, y al final evita que le den otra paliza al protagonista dejándole sin historia de nuevo, pasando por el propio hombre sin nombre, que sorprende al no querer compartir su cosecha de patatas con un vecino cuya mujer le salvó la vida tras la tunda inicial. Por otro lado, uno de los propósitos palmarios de Kaurismäki es arremeter contra la burocracia moderna y la inmunidad del sistema, y es que un hombre sin pasado no puede conseguir un trabajo en una oficina de empleo, no puede ser titular de una cuenta bancaria o vivir en paz sin ser interceptado por la ley, pues no cooperar con las autoridades en la revelación de la identidad equivale a ser un criminal. La moral y modus operandi de las instituciones y la inflexibilidad del sistema social son puestos en entredicho mediante la parodia que atraviesa el discurso de abogados y policías, a través de la ética revertida de un ladrón de banco honrado, que roba para devolver a sus empleados el dinero que paradójicamente el banco le arrebató con ánimo lucrativo, o por medio de la voz de una empleada de banco que pierde su puesto a un paso de jubilarse, por haber sido su


empresa absorbida por una más grande. La música ocupa un lugar privilegiado en la película, entretejiéndose el folclore popular con el rock y el blues, con un cariz entre balcánico a lo Kusturica y rockabilly obrero, y con letras significativas en las que por ejemplo un hombre implora a Dios para que le saque del lado oscuro, siendo varias las actuaciones en vivo de una banda religiosa que se hace rockera. Cuando la policía acude al hombre sin pasado para revelarle que han descubierto su identidad y restaurar el ámbito del orden, éste descubre que en su pasado ha sido un mal marido de clase media-alta, jugador y belicoso, ahora ya divorciado, y opta por cerrar la puerta que dejó atrás para volver con su dulce Irma a la vida de contenedor y sopas pobres. El sentido del humor, a veces negro, y la ironía, asoman sutiles en la película, donde los espacios son despejados y decadentes, y donde los símbolos sugieren sin imponerse: las máscaras, los bulbos que crecen en el huerto a medida que el protagonista rellena de experiencias su pretérito, o el cubo roto por el que se sale el agua. El estilo exento de afectación y la mirada transparente de Aki Kaurismäki no dejan indiferentes, y al final de la cinta el espectador reflexiona sobre este mundo al revés subyugado por el poder y la corrupción, por el falso y prestigioso normativismo, proponiendo el finlandés un contraorden en que los valores verdaderos residen en la humanidad despojada del dinero o la clase, la que tiene que ver con la caridad, el amor desinteresado y la lealtad. | Isabel Moreno Caro


Cine

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L A OQUEDAD DEL HOMBRE Si en 'El amigo americano' Wim Wenders indaga acerca de hasta dónde es capaz de llegar un hombre por dinero, en 'París, Texas' despoja al hombre de sentido, lo enfrenta a su oquedad, prefigura lo que será el hombre del siglo XXI: un hombre perdido en el desierto. A 'París, Texas' se puede llegar desde diversos caminos. Se puede llegar desde una playa, con un jovencito Jean Pierre Léaud ansioso de ver el mar en 'Los 400 golpes' y congelado al llegar a su meta. Todos los personajes masculinos de Fassbinder y hasta algunos de Antonioni son una buena manera para entender al personaje principal de 'París, Texas'. Se puede llegar también de una manera más críptica –pero no por ello menos válida– a través de la conversación que se da entre dos

fascistas en 'Pocilga' de Pasolini. Uno le dice al otro: «El problema del futuro ya no es individual. No quedará ni un trazo de cultura humanística mañana. Y así, el hombre no tendrá problemas de conciencia». Cuando no quede ni un resto de cultura humanística o mientras ésta va desapareciendo a buen ritmo, el amor y el contacto humano se dará en ese peep show que tan bien filma Wenders, en esa celda voyeur en la que Harry Dean Stanton contempla y charla con la bella Nastassja Kinski: una Penélope que ya no espera a Ulises. Hoy continuamos en París, Texas. Después de ese hombre deambulando por el desierto no hemos parado de ver en el cine nuevos muertos vivientes. Si uno coge el principio de 'Shame' de



16 Steve McQueen y, mientras Michael Fassbender está tirado en su cama, le pone la música de Ry Cooder que da comienzo a 'París, Texas', la cosa funciona. Se puede hacer al revés igualmente. Poner los compases iniciales de 'Shame' en el desierto de París, Texas. Del mismo modo todos los personajes de las películas de Lisandro Alonso no son más que variaciones del personaje que interpreta Harry Dean Stanton. Y todos tienen algo de vaqueros tristes, un western que no explica ya míticas fundaciones del imperio yanqui sino eternas soledades. Obviamente, hay resistentes. Bien mirados los personajes de Lisandro Alonso, resisten. En mitad del desierto, en mitad de la jungla. Hasta Harry Dean Stanton resiste, trata de volver a ubicarse en el mundo y a hacer lo que se espera de él una vez ha perdido el amor. Sobre el desierto y los peligros del hombre en el desierto –ahora que lo pienso–, Pasolini, al final de 'Teorema', también parece decirnos algo. El burgués que grita desnudo en mitad de un paisaje medio volcánico. «Harry Dean Stanton Philippe Garrel resiste, trata de volver a en 'La cicatriz ubicarse en el mundo» interior' no paraba de dar vueltas y más vueltas en el desierto mientras Nico llora y se desgarra y le pide más jaco. 'Avaricia' de Erich von Stroheim termina con dos hombres codiciosos a punto de lincharse abandonados en su desierto interior, un desierto quemado y que

refulge. Hasta Glauber Rocha al final de 'Dios y el diablo en la tierra del sol' toma a un hombre y a un desierto y le da una dimensión diferente que en 'París, Texas'. Su personaje ha de atravesar corriendo muy rápidamente el sertao, ese desierto tremendo del interior de Salvador de Bahía, porque en esa carrera va a abandonar todos su preconceptos, todo lo aprendido, y cuando llegue a algún sitio, igual llega un hombre más libre, despojado. El desierto también puede ser un refugio. En el documental mexicano 'Peyote' observamos cómo pasan los días en el hermoso desierto potosino (se parece al de 'París, Texas') y la cantidad de hombres sabios que por allí desfilan buscando en la planta sagrada, el peyote, lo que otros buscan a través del arte, la cultura o el conocimiento. El caso es que queden trazos de cultura humanística en el mañana. Si no, además de desierto, va a caer la noche. Por cierto, al desierto podríamos mandar a todas las películas olvidables, a las innecesarias, no a las malas, que hay muchas, porque las malas no tienen culpa de serlo, sino a las películas de presupuesto obsceno que vienen a engañar, a marcar estilos de vida, a glorificar consumos y comportamientos, sí, las que inundan las carteleras de todo el mundo e idiotizan, esas películas que se producen ya en un desierto, el de Los Ángeles, USA, y del que ojalá no salieran nunca. | Miguel Blasco


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‘IDA’

‘EL MUNDO EN EL ALAMBRE’ 'THREE... EXTREMES' Rainer Werner Fassbinder, 1973

POR CARMEN ALCARAZ.

Con una fotografía luminosa en blanco y negro y una música exquisita, 'Ida', del polaco Pawel Pawlikowski, deslumbra proyectándonos una de esas historias mínimas que dejan poso. Remite a cine de antaño, pausado, minimalista, hasta compararse, como se ha dicho, con Carl Theodor Dreyer o Robert Bresson. Efectivamente, hay ecos de estos maestros, como si Ida fuera una Gertrud en búsqueda eterna del sentido de su existencia, siempre iluminada por un foco situado en el cielo. Precisamente, Ida, una novicia huérfana a punto de tomar los votos, decide visitar a su tía para indagar sobre lo que le ocurrió a sus padres durante la ocupación nazi en Polonia. Un proceso de autoconocimiento se abrirá en ella para comprender, al final, que su rumbo vital debería ser otro. | Miguel Pradas

Un laberinto de tres horas y media es el que esboza Rainer Werner Fassbinder en la originalísima 'El mundo en el alambre'. Encarnada por varios de los actores y actrices que acompañaron a RWF en su trayectoria (Klaus Löwitsch, Günter Lamprecht o Ulli Lommel), la película refleja a un ingeniero que destapa una conspiración urdida entre una gigantesca empresa de realidad virtual y los gobernantes de turno. Con el estilo tan particular de RWF se nos presenta un mañana grotesco y repleto de desesperanza, con una fotografía que hiela y nos confunde, que se sitúa detrás de cristaleras y espejos mientras busca a personajes de múltiples rostros y doble moral. Una fórmula que repetiría poco después con la cruda parábola del mundo burgués narrada en 'La ruleta china' (1976). | M. Pradas

Para los amantes de ese miedo perturbador que se coge al pecho y regresa con imágenes y pensamientos espeluznantes cuando más desvalido te encuentras, 'Three… Extremes' es una película indispensable. Compuesta por tres historias independientes de los directores Fruit Chan, Park Chan-Wook y Takashi Miike, la cinta recorre diferentes estratos del terror psicológico. Personajes y escenarios que se orquestan y desdibujan para crear una «Sobrecoge y atrapa sensación inquietante que atrapa en una maraña de y sobrecoge al espectador en sombras y miseria» una maraña de sombras, restos humanos y miseria. Nada en común une a la señora Lee, la joven Kyoko y el director de cine Ryo Ji-Ho y sin embargo, la película queda compactada de tal manera que el recuerdo de uno no sería posible sin los otros. Una suerte de pesadilla que refleja los miedos de la sociedad actual, criticando las mentiras, deseos y secretos que se esconden tras las vísceras podridas de cada uno de nosotros.

Pawel Pawlikowski, 2013


Televisión

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VA R I A C I O N E S D E U N S PA R R I N G Nadie presta atención a estos asesinatos, pero en ellos se esconde el secreto del mundo. ('2666', Roberto Bolaño)

Con lo que la luz golpea. La nada, en su sadismo infinito, se pegó un tiro en el pie. Creó el Tiempo para ver crecer las cosas. Para verlas crecer y luego extinguirlas en una interminable espiral de variaciones. Pero con la dimensión temporal, inesperadamente, apareció la luz a quemarropa. Y la luz también se las ingenia para sacudir duro. La princesa catódica, la HBO, es un ejemplo en la lona. En una nueva pericia técnica, se ha sacado de la manga 'True Detective': un gancho con detectives de raza, cuyas temporadas, que serán interpretadas por distintos actores, tendrán la estructura de

filmes largos y autónomos. Suena la campana para Cohle (Matthew McConaughey) y Martin (Woody Harrelson), dos detectives de Luisiana que tuvieron que vérselas en un primer asalto con un truculento suceso: un crimen demasiado simbólico, violento y escurridizo para ser real. Por eso la investigación de aquello es revelada desde la memoria, una memoria aturdida y onírica, con tintes alucinógenos y pómulos abiertos: «La mayor parte del tiempo –susurra Cohle– estaba convencido de que se me iba la cabeza. Pero otras veces, sentía estar alienado con el curso del Universo». Cohle y Martin están siendo interrogados sobre lo ocurrido hace años, pues el modus operandi de aquel asesinato ha vuelto a repetirse. En su



20 esquina, la oscuridad parece haber recuperado el aliento. ¿Pero alguna vez lo perdió o amagó con tirar la toalla? Todo es un brote cíclico en un otoño de ciénagas. Fulgurante tras su guardia, la luz responde. Y lanza a través de la identidad de estos dos detectives – magistrales McConaughey y Harrelson– toda una miríada de jabs, de golpes certeros. La tenacidad corrosiva y la obsesión crónica, Cary Fukunaga (director) y Nic Pizzolatto (creador), el insomnio de aceite y las drogas, la amistad lacerante, el deber a las víctima; pero sobre todo un sentido de justicia cósmica inherente a sus genes. Con lo que la oscuridad golpea. Pero lo que les sucedió les ha pasado factura. El Rey amarillo los aguardaba paciente. Los días de nada, días de perros abandonados, y el haber chapoteado durante demasiado tiempo en las ciénagas, les han arañado la piel, dejándoles surcos como la Garganta de los Gaitanes. «La maldición del detective», repite varias veces Martin, quizás como consuelo al derrumbe de su matrimonio y a su errada teoría del equilibrio: hacer guantes con la oscuridad, con infidelidades y violencia, es la única forma de salvaguardar y restituirle la paz al hogar. Pero la nada es una enfermedad incurable que, como una necrosis, termina por corromperlo todo, hace putrefacto cualquier orden, cualquier lapsus de felicidad. Solo Cohle es capaz de mantenerse en una suerte de resaca existencialista

con la que parece querer decirnos: «¡Chicos, aquí no ha pasado nada! Y si quieren saber algo, callen la boca o hagan mejores preguntas». Los golpes ya le endurecieron el estómago antes de lidiar con el macabro reverso de Luisiana. Viene de haberse ejercitado en el sadismo, la pérdida y la derrota. Para el mal, Cohle es un burócrata paciente que anota y dibuja en su cuaderno las líneas aciagas de su árbol genealógico: el culto al pantano, Carcosa y su simbología de espirales, cicatrices y tepees, la adoración al diablo, el sacrificio de niños, las snuffs. Y, mientras fuma y bebe cerveza, y hace muñecotes de latón, con la tranquilidad del que espera ya poco de cualquier viaje, nos susurra la filosofía de sus ácidos tentáculos. Resulta paradójico que en un arrebato de optimismo en 'True Detective' se apueste por la salvación. (¿Hay que sacarle rendimiento económico a esta espléndida pareja de detectives? ¿Huele esta franquicia a dogmatismo divino?) Convaleciente, agarrado a Martin, Cohle sentencia que es la luz y no la oscuridad la que va ganando el combate. ¿Pero cuáles son las posibilidades de que la luz logre un nocaut? Me temo que, hasta el último round, nos quedará solo la dicha de seguir en el asalto. Pues en este inmenso cuadrilátero a oscuras, la vida es un exceso de hybris, una linterna de luz mordiente a la que tarde o pronto se la acabarán las pilas. | Manuel Andreas


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‘NASHVILLE’

‘BANSHEE’

David Schickler, 2013 Cinemax, 2 temporadas

POR FRANCIS MORIEL.

Con una banda sonora que podríamos calificar como espectacular y que acoge las deliciosas escenas del folk, country y bluegrass, 'Nashville' remite irremediablemete a la película homónima que Robert Altman firmó en 1975, que giraba también en torno a la industria discográfica de la ciudad. Aquí se refleja la competencia descarnada por llegar a la cima del reconocimiento con un toque de amistad sin barreras y relaciones amorosas.

Un ladrón que se hace con el cargo de sheriff en un pueblo de Pensilvania llamado Banshee –para continuar con su actividad criminal– es el punto de partida de esta serie que ha sorprendido a los espectadores por su frescura, a pesar de acoger a personajes recurrentes en historias que abordan la corrupción pública o representan a indios, boxeadores o la opresión mafiosa. En mayo se estrena en España su segunda temporada y ya cuenta con una legión de seguidores.

Soy una persona paciente, que sabe esperar. Adquirí esta virtud de mis tiempos con un módem de 56 kbps: si querías descargar algo, había que esperar. Y mucho. Más de una década después, sé exactamente para qué me sirve ser paciente: para aguantar los inmensos períodos entre temporadas de algunas series sin llegar a caer en la locura. Para series de 24 capítulos, hay varios parones durante una misma temporada: navidad, SuperBowl, midseason, primavera… Esto «A veces, durante las es aguantable, pero en series de 10-12 capítulos esperas, encontramos (como 'Game of Thrones'), los parones entre joyas fugaces» temporadas llegan a ser de 8 meses. Pero siempre puede ser peor: puedes ser seguidor de 'Sherlock' (BBC) y tener que esperar dos años, dos, para ver tres aventuras más de nuestro «sociópata altamente funcional» favorito y del gran John 'Bilbo' Watson. Pero no todo es malo: a veces, durante estas esperas nos encontramos auténticas joyas fugaces como 'True Detective'. Y así, todo merece la pena.

Callie Khouri, 2012 ABC, 2 temporadas

START & STOP


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ANTONIO VEGA UNA DÉCIMA DE SEGUNDO MÁS

El doce de mayo del presente año se cumplen ya cinco años del fallecimiento de Antonio Vega. Un lustro desde que nos dejó huérfanos de esa sensibilidad con la que impregnaba todas sus canciones, de esa sensación de profundidad que ponía no solo al escribirlas, sino también al interpretarlas. Una eternidad sin ese chico triste y solitario al que sus más allegados siempre han descrito como alguien cercano con un especial sentido del humor. Algo bastante alejado del cliché que siempre le acompañó. Con estas palabras que me dispongo a dejar negro sobre blanco en este preciso momento no quiero hacer una biografía, ni una hagiografía, ni un repaso somero o profundo a su obra, ni cualquier cosa que pueda parecer-

se a eso ya que sus canciones son de sobra conocidas por todos y si entre los lectores se encuentra algún neófito o alguien poco versado les conmino desde aquí a realizar el viaje de seguir la estela de Vega. El vértigo al que se enfrentarán bien merece el esfuerzo. Un viaje íntimo del que no se vuelve igual. Ahora me gustaría hablar de sensaciones, de lugares, de sentimientos, de soledad, de oscuridad, de todo aquello que en algún momento puede traspasar el alma y es que una vida sobre el alambre de las adicciones puede dar para mucho. Menos tiempo pero más intensamente vivido, pese a que esto pueda parecer y pueda ser una excusa, una forma de maquillar una vida malgastada, es la definición que más se acerca y que mejor define



24 la existencia de Antonio Vega. El azar quiso que el que este texto escribe acabara hace unos días, tras una intensa noche dando tumbos por los bares de Malasaña, tomando una cerveza acodado en la barra del Penta. Un lugar de esparcimiento y de recogimiento –al mismo tiempo– para Antonio, su templo personal durante mucho tiempo. De todos es sabido que no se puede pisar ese lugar sin echar una mirada –aunque hayan sido miles las veces que uno haya hecho esto– a la letra de 'La chica de ayer' que, manuscrita del puño del propio Antonio Vega, se encuentra a cobijo dentro de un cuadro que cuelga sobre una columna. Fue verla y sentirme ante un trozo bastante importante de la historia de la música de este país. Tras leer y releer los versos de esa archiconocida canción que nació en el seno de Nacha Pop –que es para muchos el lugar donde se creó el Vega solista muchos años antes de que iniciara su verdadera andadura como tal– me invadieron sensaciones extrañas, distintos sentimientos en«Nunca dejó de contrados. Por componer, siempre halló un lado la belleel impulso necesario» za del texto en sí que no te deja indiferente y por otro no pude evitar pensar en qué podría haber sido si Antonio no hubiese empleado la misma pasión por el caballo que por la música. ¿Qué joyas nos hemos perdido por culpa de esa adicción? ¿Hubieran sido otros los temas sin esa terrible

carga? Son muchas las conjeturas que se plantean y como no se puede dar marcha atrás lo mejor es quedarse con lo positivo, con la belleza de lo creado. Con esa deslumbrante fragilidad que impregnaba todo lo que hacía. Porque hay una cosa muy clara a día de hoy y es que pese a esa tendencia que tenía a frecuentar callejones sin salida, con eternas idas y venidas a los infiernos, en ningún momento dejó de componer. Siempre halló el impulso necesario que acaba con la guitarra en la mano dando forma a alguna nueva canción. Una línea de creación que pese a todo supo mantener de manera constante y que le llevó a firmar un puñado de grandes canciones, temas que quedarán eternamente y que podrán ser disfrutados cada vez que alguien lo desee. Y ese legado es una herencia que está ahí al alcance de cualquiera que quiera asomarse a ellas. Ese es el verdadero tesoro, un legado íntimo que al cobrar forma sobre soporte magnético es ya de todos. Una pena que no podamos seguir disfrutando de esa belleza transmitida a viva voz desde el particular sitio de su recreo. Cerrando el círculo no puedo acabar este texto sin sentir una punzada aguda en el corazón, sin lamentar que la vida de Antonio Vega no haya durado al menos una décima de segundo más. Una ínfima fracción de tiempo que en sus manos se hubiese convertido en toda la eternidad. | David Dueñas | Piezas gráficas: Juan Jesús Millán


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'LA MONEDA EN EL AIRE'

'RESITUACIÓN' Nacho Vegas, 2014

POR ANTONIO GÓMEZ HUESO.

La Habitación Roja firma con 'La moneda en el aire' (Mushroom Pillow, 2014) su noveno disco y dos décadas en la brecha. El nuevo LP del grupo valenciano suena a lo de siempre: a lo bonito que fue aquel verano, a la eterna insatisfacción y a unas melodías pop que te producen cierta vergüenza ajena. Pero esto no es una crítica negativa. A los que disfrutamos de La Habitación Roja nos gusta recordar aquel verano del amor que en el fondo nunca lo fue tanto, y jugar a hacer equilibrismo entre la confusión edulcorada y malentendida de la post treintena, la insatisfacción inane y el compromiso impostado. Sabemos que nuestra ñoñería nos pertenece y, como la peor de las locuras, sólo la padecen las personas que nos quieren y nos rodean como satélites de amor que no se encontrarán. | Alejandro Díaz del Pino

Tras la décima escucha, concluyo que 'Resituación' (Marxophone, 2014) es una rareza en la discografía de Nacho Vegas. Es un disco coral, de personajes, explicaba en las entrevistas que precedieron al lanzamiento del que es su sexto trabajo en solitario. Sin embargo, estos actores poco memorables representan un perfil plano, sin matices ni lugar para la parodia. Entonces a uno le da por extrañar a tipos como Dodó de 'En la sed mortal': misteriosos, crípticos, capaces de arrancarte media sonrisa en pleno trago amargo. Nacho promete luz y promete hablar de su tiempo. Un contexto de crisis sin el que jamás podrá entenderse un trabajo cuya mayor tragedia es que devuelve la misma luz saturada y añeja de la cultura heredada que trata de cuestionar. | A. Díaz del Pino

Con gran éxito mundial, y tibia acogida en España, acaba de publicarse 'Out Among the Stars', un álbum con doce canciones inéditas del legendario músico. El disco, cargado de buen rockabilly y hermosas baladas, se sitúa en la época que hubo entre los grandes trabajos para la CBS y su última etapa, para la American. De los doce temas, solo dos firma el propio Cash; el resto son versiones más o menos clásicas del country. A destacar los duetos con June Carter Cash (su amada esposa) y Waylon Jennings. El material, grabado en Nashville en 1981 y 1984, permanecía inédito, ya que Cash y la CBS habían rescindido el contrato que les unía. Ha sido su hijo quien encontró estas canciones revisando los archivos de su padre. De hecho, anuncia muchas más, que verán la luz en los próximos años. Como es habitual, encontramos historias tristes de marginados, canciones de amor, desgarradoras confesiones espirituales, todo con el ritmo trepidante y a veces lacónico que caracterizaba su estilo. Aunque este álbum no figurará entre lo mejor de su gran obra, sí le sobra calidad para recomendarlo y se nos antoja imprescindible para sus seguidores.

La Habitación Roja, 2014

JOHNNY CASH, ENTRE LAS ESTRELLAS


Literatura

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DINERO MARTIN AMIS, PILOTO DE LA VIDA

«No sólo soy un pasajero: soy uno de los pilotos de la vida», exclama John Self, el protagonista de 'Dinero' (Martin Amis, 1984), en su inacabable pulso con los poderes que determinan las cosas. «Tal vez fracase, pero sé exactamente qué voy a hacer», diría sumergido en esa vorágine de whiskeys triples y calles que cantan. Pero como aquello que un ajedrecista entendería como zugzwang, su último movimiento no podría ser nada más que la pérdida, siempre en la obligación de dar un paso al vacío. Se cumplen treinta años desde que Amis compusiera con Self un personaje eterno, abrazado a toda adicción existente, narrador descarnado del

cemento y la fauna de Londres y Nueva York mientras se define «hecho de desfase temporal, conmoción cultural y cambio zonal». Se trata de un renombrado y pudiente director de anuncios que se prepara para dirigir su primera película; le respaldará un productor, Fielding Goodney, máquina de hacer dinero, que se erigirá en intermediario con inversores, guionistas y actores en un balanceo constante sobre el océano Atlántico. En un mundo repleto de consumismo que empuja a sus discípulos a una carrera trepidante, Self, con su pulso febril, sólo atiende a dos ideas, pelear y avanzar, marcadas de manera indeleble en el estruendo de silbidos y



28 temblores de tierra que aguanta estoicamente con esa enfermedad llamada tinnitus. «Yo seguía haciendo surf sobre la electricidad estática de Manhattan», viene a decir mientras los semáforos y su propio cuerpo le piden calma. Que nos fijemos en su vida, exclama más de una vez Self, en tono agridulce, cuando se ve envuelto en el ambiente de restaurantes de lujo, partidos de tenis en un rascacielos cualquiera, boudoirs de la era espacial y caprichos terrenales de las estrellas de cine. Goodney le guiará hasta las entretelas de la escena cinematográfica, donde viejas glorias que interpretaron a Napoleón se resisten a asumir el cambio generacional y donde los intérpretes que emergen pisotean sin pudor las flores de antaño. 'Bad Money' o 'Good Money': entre esos dos títulos oscila el sentido de la ópera prima de Self, apoyado en Doris Arthur, una reputada guionista que parece situar la esencia de la historia en la cuerda floja, inquietante y poética, con un abismo acechante, como si fuera «Self, con su pulso febril, Philippe Petit, el funambulista sólo atiende a dos ideas, que en 'Man on pelear y avanzar» Wire' bailaba sobre un alambre que unía las torres gemelas del World Trade Center. Todo aparece en tambaleo perenne, convertido a fin de cuentas en un chiste épico, como algo que se intentara recordar en la resaca de un litro de scotch y cincuenta aspirinas.

John Self (Yo Mismo en la traducción de su apellido) es fruto de la experiencia vital de su creador, según ha reconocido, y juega con la identidad para esbozar los conflictos finales. Y tal y como hiciera Michel Houellebecq años más tarde en 'El mapa y el territorio', donde sería inmortalizado en lienzo por un referente de la modernidad como Jed Martin, Amis desembarca en su propia novela con un personaje homónimo, el enigmático escritor Martin Amis, otro miembro más del desfile de ideólogos de un filme, 'Bad Money' o 'Good Money', que se iría desintegrando. De hecho, Self y Amis se enfrentan en una partida de ajedrez que desvela finalmente la maniobra maravillosa que supone esta novela, ceñida a la fatalidad. El dinero, sucio o limpio, termina por enfriar en 'Dinero' las relaciones humanas. «Al principio la niebla parecía amor, en serio, parecía amor, eso que es imposible de encontrar en el mundo», dice Self a punto de explotar, rememorando en el viejo continente su relación con la pequeña Selina Street, trituradora de tarjetas de crédito, visitante generosa de áticos de ejecutivo. Self nunca tuvo suerte al respecto y acodado en el exceso vivido tiene que escuchar, en el eco de una escueta habitación de hotel, el deseo de que los hombres de su estilo nunca deberían haber existido: «Nunca me pareció que tu olor fuera el adecuado para atraer dinero. Nunca oliste como hay que oler»... | Miguel Pradas


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‘QUÉ HACER CUANDO EN LA ‘LEGADO EN PANTALLA APARECE THE END’ LOS HUESOS’ Paula Bonet, 2014

Dolores Redondo, 2013

LUNWERG. 20€. 200 PÁGINAS.

DESTINO. 18’50 €. 560 PÁGINAS.

Cuando uno lee la contraportada del libro de Bonet, sabe que ya le ha ganado. Como un río de agua cristalina, vemos nuestro reflejo en cada línea, esos adioses que nunca supimos decir y que nos cuelgan de los dientes, se esconden bajo la lengua y rara vez logramos, siquiera, que asomen a los labios. Adioses que tienen cara, olores y una marca hendida que nos recorre la piel. Pequeñas historias individuales que relatan, con una prosa dulce y embriagadora, encuentros y desencuentros cotidianos, fantásticos o espectaculares en los que siempre podremos reconocer a M., R. o T. Todo ello envuelto en el velo hipnótico de los dibujos de Paula. Un libro maravilloso para recrearnos y abandonarnos al recuerdo, librando batallas que sabemos perdidas, ahogándonos en mares que llevamos dentro. | Carmen Alcaraz

Segunda entrega de la 'Trilogía del Baztán', esta excepcional novela confirma a su joven autora, Dolores Redondo, en la cúspide de la novela negra española. De nuevo Amaia Salazar, inspectora de la Policía Foral de Navarra, afronta la resolución de varios crímenes que le atañen muy de cerca. Magníficas descripciones, creación de una atmósfera agobiante derivada de los bosques de la comarca, imaginación a raudales, intriga muy original e imprevisible, sutiles referencias a mitos y tradiciones esotéricas pirenaicas, perfectos retratos psicológicos de los principales personajes, son algunos de los valores de esta novela, continuación de 'El guardián invisible', que también cosechó un gran éxito. Ahora a esperar la tercera y última parte de la trilogía, que se titulará 'Ofrenda a la tormenta'. | Antonio Gómez Hueso

WALSER Y LA REALIDAD ENCANTADA

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA RUIZ. DUEÑO DE LA LIBRERÍA 'EL LIBRO ERRANTE'

Como sé que a Robert Walser no le importaría, voy a empezar por el final, diciendo que cuando uno termina de leer un libro suyo, siente que el mundo es bello y que la vida merece ser vivida, porque el suizo se impuso como profesión embellecer el mundo. Para ello, fija los detalles hermosos como en un cuadro, creando una imagen poética que se desvanece al instante, pero que deja marcada el alma, convirtiendo lo super«Cuando uno termina ficial en profundo y dotando a sus historias de una luz dorada un libro suyo, siente que el mundo es bello» que les da aspecto de encantadas. Tres recomendaciones para entrar en su luminoso mundo: 'El paseo', introducción ideal donde el autor nos cuenta un caminar cuyo único objetivo es el disfrute estético de la vida. 'Jakob von Gunten', probablemente su novela mejor construida y donde explicita muchas de sus motivaciones. Y 'El bandido', para disfrutar del Walser más juguetón, donde la interacción con el lector es continua y los experimentos literarios muy divertidos.


Arte

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FRIDA KAHLO ETERNA SUFRIDORA Este año se cumplen 60 años de la muerte de la genial pintora mexicana Frida Kahlo; una mujer fuerte y luchadora que se ha convertido en un referente cultural, rebasando el mito que la pintora creara de sí misma. Si observamos la obra de Frida veremos reflejada la historia de su vida: «Mi obra es la biografía más completa que pueda hacerse de mí». Lo dijo ella, la protagonista de una vida que siempre osciló de extremo a extremo. Frida es sujeto y objeto de su pintura. Su carácter lo forja el sufrimiento: la poliomielitis a los siete años, y a los dieciocho, el terrible accidente que repercutiría en su salud el resto de su vida. Después del accidente tuvo que pasar largar temporadas postrada en la cama y para matar el aburrimiento y

«por el tormento y por los dolores que tenía que soportar», comenzó a pintar. La pintura vino a ella como un canal de escape. Decía que pintaba su propia realidad por necesidad; que pintaba todo lo que pasaba por su cabeza, sin más consideración. Frida Kahlo, como ningún otro artista del siglo XX, tradujo el dolor al arte. Sufrió treinta y dos operaciones. Su biografía consiste en veintinueve años de dolor constante. Es el San Sebastián mexicano, atravesado por flechas. Es la encarnación de la tremenda descripción que nos dejó Platón: «El cuerpo es la tumba que aprisiona igual que la concha que encierra a la ostra». Su dolor y su cuerpo son las fuentes del arte de Frida; pero no las únicas. Allí están las fotografías de su pa-



32 dre, Guillermo Kahlo, pero también los humildes exvotos de las iglesias mexicanas que nos cuentan un suceso terrible, un accidente, una pérdida dolorosa. Y luego tenemos a José Guadalupe Posada, el maravilloso artista gráfico que dibujó los acontecimientos que provocaban la curiosidad del pueblo mexicano: escenas de crímenes, suicidios, escándalos callejeros, etc. Posada desciende de Goya, que universalizó lo marginal y lo excéntrico; y de Bruegel y su crónica detallada de la vida popular. Y a todos ellos, Kahlo añade sus pintores favoritos: Bosch y Magritte. Ellos le enseñan que la fantasía requiere un pincel realista. Como Rembrandt o Van Gogh, Kahlo cuenta su biografía con sus autorretratos: «Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco». En esta declaración está ya descrita la característica más obvia de la mayoría de sus autorrepresentaciones: la artista se pintaba en amplios, áridos paisajes o en frías habitaciones vacías «Mis temas son mis que reflejaban sus sensaciones, mi soledad. También reacción ante la vida» de sus retratos de cabeza y busto emana esta sensación. Estas obras están marcadas por la relación con su marido Diego Rivera, la forma de sentir su cuerpo, su salud, la incapacidad de tener hijos, así como su filosofía de la vida. Con sus personalísimas representaciones rompió

tabúes que afectaban al cuerpo y la sexualidad femenina. Diego Rivera observó que era «la primera vez en la historia del arte que una mujer ha expresado con franqueza absoluta […] aquellos hechos generales y particulares que conciernen exclusivamente a la mujer». Kahlo convocó todo un universo a partir de fragmentos de su propio ser y de las persistencias de su propia cultura. Desarrolló un lenguaje pictórico que se remonta, sobre todo, al arte popular mexicano y a la cultura precolombina. ¿Por qué y cómo creó Frida Kahlo tan buen arte? Ella misma daría las respuestas. Su amor por la sorpresa, su sentimiento de que la franqueza y la intimidad eran inseparables, su voluntad de eliminar todo lo que no tuviera origen en sus impulsos líricos. «Mis temas, dijo, son mis sensaciones, mis estados de ánimo, mis reacciones ante la vida». En vida, Frida Kahlo fue la exótica flor en el ojal de Diego Rivera. Tras su muerte en 1954, se guardó silencio sobre ella hasta que en los años 70 su personalidad fue adoptada como una de las banderas del feminismo internacional. Sufrió por amor, por dolor físico, por su incapacidad para tener hijos y todo ello lo volcó en su obra: «La pintura ha llenado mi vida. He perdido tres hijos y otra serie de cosas que hubiesen podido llenar mi horrible vida. La pintura lo ha sustituido todo». | Esther Gómez Cáceres


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'LA AVENTURA IMPRESIONISTA'

'LA EXPERIENCIA DE LA TOTALIDAD'

POR MARISA CARMONA.

A partir del 12 de junio y hasta octubre, el Museo Carmen Thyssen Málaga acoge a Darío de Regoyos y la muestra 'La aventura impresionista'. Regoyos fue alumno en Madrid de Carlos de Haes y de él heredó su amor por el paisaje. Luego estableció contacto con Seurat, Signac, Pissarro o Van Rysselberghe, lo que explica su experimentación puntillista y su vinculación con el impresionismo, siendo uno de los pintores españoles más cosmopolitas de su tiempo. | Museo Thyssen Málaga

El ruso El Lissitzky se alza como uno de los artistas más influyentes, experimentales y controvertidos de las primeras décadas del siglo XX. Arquitecto, pintor, diseñador gráfico, diseñador de exposiciones y fotógrafo, contribuyó al desarrollo del Suprematismo junto a su amigo y mentor Kazimir Malévich y del Constructivismo posteriormente. La exposición abordará la trayectoria creativa de este artista a través de pinturas, fotografías, películas o revistas. | Museo Picasso Málaga

Al visitar en CAC Málaga la exposición 'Final days' de Kaws recordamos nuestra infancia a través de los dibujos animados, sus esculturas inspiradas en Mickey Mouse muestran un ratón convertido en objeto fetiche. El artista consigue transformar reconocibles personajes icónicos de la cultura de consumo en nuevas formas. Las colosales figuras están edulcoradas con un toque de locura que nos resulta sorprendente «Las colosales figuras y abominable al mismo tiempo. El espectador se están edulcoradas con siente pequeño ante tal mole de madera maciza negra, que te atrapa en un mundo irreal donde los un toque de locura» ratones llevan guantes y sus ojos son grandes cruces que parecen negarse a mirar al mundo. Sus poses sin embargo resultan totalmente humanas, como el propio artista explica, las figuras las adoptan al sentirse observadas continuamente. Kaws se mueve entre lo artístico y una reflexión ante el consumismo, una estética denominada 'Art & Toys' que rompe las reglas del mercado del arte y nos hace sentir como niños.

Thyssen Málaga (desde 12/06)

KAWS

Museo Picasso (desde 23/06)

Matrícula abierta todo el año Centro concertado de atención temprana, educación infantil, educación primaria, educación especial y rehabilitación del lenguaje y la audición.

Calle Doctor Escassi, 12. CP 29010 Málaga Tel. 952 30 57 46 Fax 952 61 32 51 lpurisimansma@planalfa.es www.lapurisimamalaga.com En Facebook: Colegio La Purísima (Málaga)


Turismo Andaluz

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TARIFA: HOMENAJE AL VIENTO POR NACHO SÁNCHEZ.

Aunque puede ser enloquecedor, a veces es una bendición. Llega con urgencia, veloz, acelerado. A veces en rachas que remueven el alma. Otras, en una perseverante estabilidad. En ocasiones –pocas– como una brisa que levanta faldas y mueve flequillos. Llega el viento de poniente y de levante. El primero, para los amantes del kitesurf. El segundo, para los que practican el windsurf. Y lo hace dosificado, para que nadie se enfade. Ni en Los Lances, Punta Paloma o Bolonia. Porque las playas de Tarifa dan para todo y para todos: para deportistas enfundados en neopreno que surcan las olas, para paseantes que disfrutan de la fina arena y la infinita costa, para locos de la fotografía. Para los que se deleitan con el entorno natural. Y, sin duda, para los amantes de la gastronomía basada en el mar. Tarifa es sol, playa, luz, aire y cometas en el cielo. Pero es también atún, tortillas de camarones, borriquete, lenguado,

chocos. Y una de acedías, que no falte. Los aerogeneradores que dan la bienvenida a Tarifa desde cualquier punto geográfico desde el que se llegue ya indican que allí el viento es el protagonista. Pero lejos de ser un inconveniente, allí se aprovecha al máximo. El entorno que da el Parque Nacional del Estrecho, la calma que se respira, el color turquesa del agua y los refrescantes chiringuitos convierten a la zona en una de las preferidas por los amantes del kitesurf y del windsurf de todo el mundo. Y nada de estacionalidad, porque las condiciones son buenas todo el año, como demuestran las constantes cometas que se ven casi a diario desde la sinuosa y preciosa carretera nacional 340 que recorre la zona, dominada por las dunas de Valdevaqueros y Bolonia, esta última monumento natural. La propia ciudad de Tarifa añade aún un encanto especial al lugar. Sobre todo de muros para adentro, los que rodean


35 ese antiguo municipio creado siglos atrás y que a tantas batallas y piratas resistió desde el castillo de Guzmán el Bueno. Callejones blancos, andaluces. repletos de geranios y cactus. Plazas soleadas. Y una inmensa variedad de pequeños bares y restaurantes que hacen obligatoria una ruta gastronómica. Con el atún como base para tomarlo de mil maneras diferentes –en manteca, ahumado, en mojama, encebollado– la cocina local no esconde sus secretos y se deja probar junto a una refrescante cerveza o un buen vino. Ofrece también Tarifa una interesante cantidad de opciones para descansar. Hoteles con encanto se complementan con una amplia variedad para los que prefieren abrir su tienda quechua en un camping, sin olvidar a los preciosos alojamientos rurales que se encuentran en la zona y los municipios cercanos. Es precisamente todo ello que lo que convierte a la localidad tarifeña en un estupendo punto de partida para rutas cercanas: a pie, en bici o en coche, para llegar a Castellar de la Frontera y su imponente castillo en pleno Parque Natural de los Alcornocales, a Zahara de los Atunes o Barbate donde todo huele a mar, a Vejer y su entramado morisco. Y, por supuesto, a cruzar en barco ese Estrecho repleto de delfines y ballenas que lleva hasta la cercana costa marroquí donde Tánger te recibe llena de secretos y rincones para pasar desapercibido. Como la propia Tarifa, alejada del urbanismo loco reinante en otras costas.


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POR LOS CLAVOS DE CHET

POR ISABEL BONO.

Recuerdo perfectamente la madrugada del 13 de mayo de 1988, en la que Chet Baker cayó por una ventana, porque yo dormía aproximadamente a 2.468 kms del Prins Hendrik Hotel en un colchón inflable que alguien me había prestado. De madrugada oí un golpe. El que pronto sería mi suegro se había abierto la cabeza con un estante lleno de libros. Los del servicio de urgencias estaban ocupados con asuntos más graves, así que lo curamos en el cuarto de baño. Amsterdam no es mal sitio para morir, pienso ahora. Pero, ¿quién puede desear morir en plena primavera cuando todo rezuma vida, cuando los vencejos destronan a los murciélagos y la luz alarga la mano para acariciarnos la espalda? Supongo que vivía, como todos, en un dulce y casi sensato almost blue intermitente. Los del servicio de urgencias encontraron a Baker en la acera con un

clavo en la mano. El clavo que sostenía el pasante que cerraba la ventana de la 210. Motivos para querer morir tenemos todos, pero me da que aquella noche él sólo tenía frío. O calor, en mayo nunca se sabe. También encontraron drogas en su sangre casi azul, nada nuevo. Si alguien hubiese analizado mis bolsillos habría encontrado una flor diminuta arrancada de un seto de los juzgados de Cádiz y un anillo hecho con semillas de algarroba. Mi madre dijo que un traje de chaqueta blanco habría sido más adecuado para la ocasión, pero yo opté por un vestido con caída. Recuerdo perfectamente la madrugada en la que Chet Baker cayó por aquella ventana porque todas las camas de la casa estaban ocupadas por familiares. Dormir, dormí poco. Por la mañana me pinté los labios de rojo y me casé, nada nuevo nada prestado nada azul. Vestida de negro como para el más exquisito de los funerales.


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EL VIAJE DE LA VIDA, EL VIENTO Y EL HÉROE

POR MARTA GARCÍA VILLAR.

Imagina un microorganismo que se afana por sobrevivir en un océano de inmensidad. Dibújate a ti mismo siendo el viento que recorre infinitas lomas de flores mientras a tu paso se desprenden pétalos irisados. Visualiza por un instante el despertar de un héroe silencioso rodeado por dunas de brillante arena sin más guía en su camino que una lejana luz. Las tres imágenes que he descrito son videojuegos, retratos de una singular fuerza poética que se encierran en el código más allá de lo audiovisual y lo interactivo. En un momento en el que el estudio académico del videojuego está en desarrollo, existen trabajos de gran calidad que profundizan en horizontes narrativos inexplorados. En este caso, los tres tienen nombre propio: la lucha por la vida, 'Flow'; el vuelo del viento, 'Flower', y el camino del héroe hacia la luz de su destino, 'Journey'. Todas son fruto del esfuerzo de Thatgamecompany, un

joven estudio independiente afincado en California cuya principal filosofía es crear experiencias de juego partiendo de la emoción. De entre las tres, el flechazo es para Journey, que fue muy alabado tras conquistar la cima artística del sector hace apenas dos años. A través de una experiencia tremendamente evocadora caminamos en la piel de un peregrino silencioso cuyo objetivo es alcanzar la luz que brilla en lo alto de una lejana montaña. El lenguaje carece de interés, al igual que la meta. Como en la propia vida, lo que importa es el camino. Un camino de una clarísima inspiración en la mitología comparada y en El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. Un camino que podemos compartir con otro jugador en un emotivo vínculo sin que las palabras sean necesarias para unir nuestra senda hacia el síndrome de Stendhal. Creedme, es impresionismo interactivo. Es poesía en movimiento.


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ESTAR EN LAS NUBES

POR ÁLVARO CAMPOS SUÁREZ.

A la memoria de Luis Cernuda, en el 50º aniversario de su muerte. Siempre me ha fascinado el vapor de agua y esas curiosas formas que tiene de manifestarse. De entre ellas, la preferida es, como tantas veces, la que no vuelve: durante una ducha caliente, formando el vaho propiciatorio en el espejo del baño en el que, de niño, pintaba monstruos o replicaba amenazas fraternales. Pero mi primer encuentro con el arte efímero no transcurrió en el hogar sino a plena luz del día pues, desde muy pequeño, escrutaba con avidez el cielo. Pasaba las tardes en el mejor de los cines; gratuito, sin rombos ni censura, de verano y de todas las estaciones, un mágico lugar donde, en vez de comer regaliz o palomitas, disfrutaba del gran algodón de los sueños. Aquellos días eran una continua fiesta. Y es que, aquí como en el París de He-

mingway, para entender el mundo sólo hay que mirar a las nubes, el espectáculo público mayor, perfecto reflejo de la vida en tierra pasado por el filtro del esperpento. Con los años, capturé mi visión en una frase: Amables dragones besan a perros con cara de niña. Fantasmagorías extraordinarias que sin embargo hoy me son algo ajenas, al descubrir para mi sorpresa que, lamentablemente, no todo son aventuras en los cúmulos. En ocasiones, toca función en el azul pero hay que suspenderla por la lluvia, venga ésta de las alturas o de los ojos tristes. En esos casos, conviene espirar el aire denso de una eterna y fría noche de invierno, y con ello, en la soledad del campo, dibujar el mapa de retorno. Lo importante es recordar que (casi) todo es breve y maravilloso, como el amor que nunca fue… o las mejores nubes.




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