Asociación Think Again / EDICIÓN Miguel Pradas, Sergio Sánchez / REDACCIÓN Sergio Sánchez (sermi19.com) / DISEÑO / COLABORADORES Emilio Perianes, Miguel Ángel García Ruiz, Tom J. Manning, María Sánchez, Álvaro Campos Suárez, Isabel Moreno Caro, Miguel Blasco, María José Moreno, Manuel Andreas, Francis Moriel, Carmen Alcaraz, Nacho Sánchez, David Dueñas, Antonella Montinaro, Marta Vega, Guillermo Laín Corona, Marta García Villar, Isabel Bono, Guiomar Díez Puertas, Marisa Carmona, Juan Jesús Millán CEDMA - DIPUTACIÓN DE MÁLAGA / ENTIDADES COLABORADORAS MA 3069-2009 / DEPÓSITO LEGAL 2171-3979 / ISSN manualdeusocultural@gmail.com / CONTACTO
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EL TAROT DE CALVINO
POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA RUIZ. DUEÑO DE LA LIBRERÍA 'EL LIBRO ERRANTE'.
A Italo Calvino le encantan los experimentos, y para escribir 'El castillo de los destinos cruzados', que reúne dos relatos con toques medievales, se disfraza de tarotista. Juega con dos mazos de cartas del tarot, el Visconti (antiguo y elegante) para el relato que da nombre al libro, y el de Marsella (más tosco y cercano al pueblo llano) para encontrar 'La taberna de los destinos cruzados'. Y digo encontrar porque a eso dedicó el italiano: a mover los mazos, encajando las figuras unas con otras, hasta que surgieron unas historias donde participan todas las cartas. Así, lo que en un primer momento pueden parecer unos clásicos cuentos medievales, con varios recursos que podría haber usado Chaucer para sus 'Cuentos de Canterbury', en realidad esconde un fondo experimental y filosófico importante, pues Calvino enmudece a los personajes mediante magia (muy típico de la Edad Media), los reúne alrededor de una mesa y
les hace contar sus aventuras usando las cartas, donde las historias se entrecruzan y cada narrador le da un significado distinto a cada arcano, pues, al fin y al cabo, son símbolos, y, por lo tanto, interpretables de múltiples modos. Esto nos lo demuestra el propio autor continuamente, cuando hace su apreciación personal de lo que el personaje quiere decir al mostrarnos una carta (que acompaña con un repertorio de mímica), para al momento siguiente contarnos otras posibles interpretaciones igualmente válidas, dejando a nuestra elección las palabras que le pondríamos a esa escena. Al final, desbrozando las historias, nos encontramos viajando a la raíz de las leyendas y los mitos, pues Calvino nos enseña que todas nuestras historias son universales, surgen de las mismas fuentes y se pueden unir, como en un mecano, para conformar el relato de toda la humanidad.
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MEDARDO DE TERRALBA I Y II
POR MIGUEL PRADAS.
Un mundo repleto de responsabilidades y fuegos fatuos acoge ya para la eternidad, en esa escritura vigorosa de Italo Calvino, a Medardo de Terralba I y II, el 'vizconde demediado', un personaje dividido por el transcurso de la vida. «Nuestros sentimientos se hacían incoloros y obtusos», se decía en Terralba, su pueblo, cuando se le vió aparecer partido tras un cañonazo de la guerra librada por cristianos y turcos. En esta espléndida fábula, Medardo volvía convertido en dos personas y presentaba, entre los precipicios del siglo XVII, el rostro latente de la maldad y, al mismo tiempo, el de la más purificada bondad. Allí en Terralba llegarían a convivir un Medardo malvado y un Medardo virtuoso: uno propiciaba el caos a su semejanza, mutilaba todo al vuelo de una espada, era el amo al que había servir y del que uno no podía desanudarse, y el otro se mostraba servicial, humilde, maravillaba sufriendo por los
males del resto, a modo de antítesis de la negrura. Y así, una doble naturaleza emergería en ese pueblo, «entre caridad y terror», donde ambos vagaban con ese perfil que seguía siendo perfil aunque se mirara de frente. «Ojalá todo se pudiera partir por la mitad, así cada uno podría salir de su obtusa e ignorante integridad», exclamaba uno de los dos Medardos, como si lo bello y lo esencial sólo pudiera encontrarse en aquello que está construido a trozos. Sería lo bueno de estar fragmentado: llegar a comprender que, aun estando entero, se está siempre incompleto. «A mí me importaba el problema del hombre contemporáneo alienado», resaltó Calvino al respecto, creyendo que «todos realizamos una parte de nosotros mismos y no la otra». Los dos Medardos reflejan efectivamente esa preocupación en una pugna cuya condena no podía significar otra cosa que el más deslumbrante reencuentro.
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«Cuando oigo hablar de cultura, echo mano a mi pistola». Esta línea de una obra teatral de Hanns Johst se hizo célebre, sin duda, gracias a su errónea atribución a Hermann Göring. «Pero aquellos que sacan sus revólveres nada saben acerca del origen de la cita. No leen. Simplemente no leen» (Umberto Eco). Y los que leen, cuando oyen hablar de neovanguardia o de narrativa metatextual, sin ignorar el epíteto de posmoderna, que acompañan la carrera literaria de Italo Calvino, no dudarán en sacar la pistola, la otra, la de Machado: «Si mi pluma fuese tu pistola de capitán, contento moriría». Arma que, sin duda, empuñaría Calvino en sus tiempos de partisano antifascista, de donde saldrían sus neorrealistas 'Il sentiero dei nidi di ragno' y 'Ultimo viene il corvo'. Después se encontraría, como tantos otros, inmerso en la hercúlea tarea de construir una nueva Italia sobre las cenizas de la posguerra. Época oscura
donde solo unos poquísimos privilegiados, Orwell, Koestler o Camus, pudieron vislumbrar el camino a seguir como escritores, además intelectuales sin pretenderlo. Calvino yerra al afiliarse al PCI, y del shock que le produce la renuncia a la fe comunista, surge su trilogía 'I nostri antenati', con cuyos títulos pudimos conocerlo…, sin entenderlo. No incluían el imprescindible manual necesario para desencriptar metatextos ni la postura adecuada que había que adoptar para iniciarse en la neovanguardia, una lástima. Y menos mal que posmodernos sí, eso lo hemos sido desde siempre. 'El barón rampante', 'El vizconde demediado' y 'El caballero inexistente' configuraban un estilo literario, de obligada lectura en los setenta, en los que podría intuirse a lo sumo, un ejercicio surrealista que pretendía adaptar el dadaísmo a la vida real, aquel de «Yo era una vaca, pero lo que he visto me ha convertido en dos vacas» que Alberti
dedicase al inefable Buster Keaton. Pero, sin embargo, escondían una carga de profundidad estilística y literaria, oculta para los lectores poco atentos, siendo esto de atentos un amable eufemismo de los críticos constructivistas para descalificar a los que no vimos este tremendo ejercicio alegórico y simbólico sobre el hombre contemporáneo, por el que los doctores de la semiótica encumbraron a Italo Calvino. De ahí hasta el final, la deconstrucción de la narración objetiva hasta reducirla a una técnica combinatoria de las palabras con la que cierra su carrera en 'Palomar': no cesa en ningún momento de transmitirnos el estresante trauma mental, el pesimismo nihilista de un pensador comprometido con su país en un tiempo que non è ancora finito, en el que «oscuro y tormentoso se presentaba el reinado de Witiza», como se describía metafóricamente en los manuales de historia la entrada
de nuestro país en el medioevo, la del nuestro y la del de Italo Calvino. Y es que puestos a hacer metáforas, dejadme que yo prefiera las fábulas de los clásicos, donde los dos niveles de lectura, el de los niños que ven animales y personas, y el de los atentos y sesudos padres y abuelos, logran simultáneamente alcanzar el placer y el conocimiento, la lección moral que pretende el escritor. Esopo, Iriarte y Samaniego, más actuales que nunca. Releamos la clarividente descripción de nuestra situación socioeconómica actual, y de sus causas, escrita hace trescientos años: 'El perro que lleva la comida de su amo' de La Fontaine. Respecto a la diferencia que existe entre el escritor brillante y aquel comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir, sólo recordar la frase de alguien –no quisiera despertar la ira de Eco– que insiste en que solamente aquellos escritores que intentan mejorar, a través de toda su obra, la situación y el futuro de su país, pueden considerarse auténticos intelectuales. En cuanto a Calvino, aclarar que este autor, cubano de nacimiento, escribió una novela que resume como ninguna la náusea existencial y política del último siglo, que no es el de las luces precisamente: 'La giornata d´uno scrutatore', la jornada de un interventor electoral durante el escrutinio en un manicomio. Compendio y resumen, fácilmente digerible, de toda su carrera literaria. | Emilio Perianes | Pieza gráfica: Tom J. Manning
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La ciudad, como el 'Tao', fluye, muta y es tan indescriptible en su esencia como inasible. Cada ciudad es única, pero lo que la hace diferente no es el trazado de sus calles o el enclave geológico, sino ese sentimiento compartido con sus propios habitantes. Existen ciudades alegres, continuas o ciudades sombrías. Pero también existen ciudades de memoria, ciudades de muerte y ciudades escondidas, ciudades de intercambios, ciudades sutiles y del deseo. Y a todas esas ciudades fantásticas (en el doble sentido del término) dedica Italo Calvino su fantástica obra 'Las ciudades invisibles'. Esta obra, publicada por primera vez en 1972, es una suerte de poemario no rimado que describe las diferentes urbes con las que Marco Polo se va encontrando a lo largo de sus viajes por el imperio tártaro. Para guiar el relato, al principio y al final de cada capítulo, Marco Polo dialoga con Kublai Khan, rey de los tártaros. Tan bastos son sus dominios que el monarca sólo «Es 'Las ciudades puede conocerinvisibles' una suerte de los a través los poemario no rimado» relatos de sus mensajeros. Si el imperio está en depresión o en expansión es la paradoja de Schrödinger a la que insalvablemente se enfrenta Khan. Más allá de la historia entre el viajero y el rey que sirve como soportal a la descripción de las diferentes ciudades, 'Las ciudades invisibles' es una pequeña
obra arquitectónica. Cincuenta ciudades con nombres de mujer se estructuran en once categorías (cinco ciudades por categoría). A su vez, el libro se divide en nueve capítulos y cada uno de ellos contiene cinco ciudades, excepto el primero y el último (diez cada uno). Con todos estos pilares tan bien posicionados es imposible que el edificio se derrumbe. 'Las ciudades invisibles' es, en realidad, un libro perfectamente simétrico. Si bien en esta oda a la ciudad el escritor no podía ser menos que un arquitecto, Calvino dedicó tanta atención a la estructura porque era un desafío y una regla de juego de Oulipo. Oulipo significa 'Ouvroir de littérature potentielle' (Taller de literatura potencial) y es el nombre del grupo de experimentación literaria creado en los años 60 por Raymond Queneau, escritor, y François Le Lionnais, matemático. La autoimposición de normas o estructuras es lo que limita y estimula la creación literaria. Aunque este movimiento se considera heredero del surrealismo, no hay azar en la creación de los autores pertenecientes al Oulipo. Si no más bien es justamente la búsqueda de la fórmula, la estructura y la lógica aplicada lo que guía su experimentación. Aunque oficialmente Calvino no formó parte de Oulipo hasta 1974, dos años después de la publicación de 'Las ciudades invisibles', el autor italiano estuvo en contacto con el grupo y sus
prácticas desde su llegada a París en 1967. De esta etapa combinatoria y metatextual datan también sus obras 'El castillo de los destinos cruzados' (1969) y su segunda parte 'La taberna de los destinos cruzados' (1973), donde para construir la estructura del relato el autor se basó en el tarot, y 'Si una noche de invierno un viajero…' (1979), una historia de historias inacabadas, considerada por muchos como una excelente muestra de literatura postmoderna. La intención de comparar 'Las ciudades invisibles' con el 'Tao' al principio de este texto no era sólo la de describir su esencia, sino la de proponer una lectura concreta: abrir el libro de Calvino por cualquier página al azar. Como ocurre con el 'Tao Te King' o el 'I Ching', las respuestas o las premoniciones surgirán de ese azar bien construido. En el caso de 'Las ciudades invisibles', son las cuestiones como la evolución urbana, la insostenibilidad o la identidad en el mundo globalizado las que indudablemente reaparecen cargadas de actualidad. Todas esas reflexiones estuvieron presentes desde los primeros bocetos de esta excepcional obra. En la Nota Preliminar, Italo Calvino se confiesa: «¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades. Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y 'Las ciudades invisibles' son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles». | María Sánchez
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Un día de verano de 1767 el futuro Barón de la villa de Ombrosa, Cosimo Piovasco di Rondò, siendo sólo un niño, se subió a los árboles para no volver a bajar nunca jamás. Fue un acto de rebeldía contra la etiqueta, contra la norma doméstica y contra el castigo patriarcal, un acto de determinación que perpetuado convertiría este gesto, en principio infantil, en una hipérbole de la obstinación y en un ejercicio desmesurado de autolibertad y madurez. 'El barón rampante', publicada en Turín por vez primera en 1957, y conformando parte de la trilogía 'Nuestros antepasados', junto con 'El vizconde demediado' y 'El caballero inexistente', es una novela absolutamente deliciosa, paladeable, un tesoro italiano soterrado, pues lamentablemente casi nadie parece recordar ya a Italo Calvino. Cosimo, 'El barón rampante', se eleva a las ramas del mundo para observar la realidad con un distanciamiento feliz al tiempo que reniega de la aburrida uniformidad humana, corporeizando una «Su grandeza reside en metáfora de las ligar con primor juego, bondades de la aventura, bufoneo...» fantasía y el refugio en la naturaleza en tiempos tumultuosos. Sin embargo, ante la utopía de la propuesta, Calvino hace un esfuerzo consciente por presentar la vida de Cosimo como factible, y para ello recrea los detalles de su rutina con una verosimilitud intencionada, integrando con gracia
las vertientes literaria fantástica y una especie de realismo mágico. No sería por otro lado de extrañar, que Calvino hubiese leído el 'Walden' de Thoreau, pues Cosimo parece encontrar una alternativa redentora en los bosques, aunque frente a la propuesta de soledad y el ascetismo del estadounidense, Italo propone a un héroe mundano y aventurero, cuentista y robinhoodesco, que recusa el aislamiento y a su modo se integra parcialmente en la sociedad, cultivando la amistad y el amor, incluso convertido en una parte de la novela en un Casanova forestal. 'El barón rampante' acopia varios niveles de lectura, según la juventud y bagaje literario del receptor, lo que acentúa su valor, pues de las aventuras de Cosimo con los ladronzuelos de fruta, los españoles exiliados en los árboles de Olivabassa o los piratas berberiscos, que casan idílicamente con la plástica del ilustrador Howard Pyle, se pasa a estratos más hondos, como la belleza poética de ciertos pasajes, con connotaciones sexuales, o las sutiles reflexiones sobre el cultivo del intelecto y la lectura. Las fuentes son más que profusas, tanto las medievales como otras citadas, pasando por Richardson, y siendo la más reconocible la cervantina; 'El manco' se hace presente sobre todo en los personajes secundarios, donde resplandece la gracia de Calvino, y donde se encuentran una Dorotea, un temible ladrón,
Gian Dei Brughi, que aburrido en sus escondites se deja atrapar por la lectura al punto de que esta le traiciona y le lleva a la horca, o el caballero abogado, hermano natural turco del padre de Cosimo, que traiciona a los Ombrenses con la piratería berberisca y muere decapitado vociferando el nombre de una tal Zaira. Los personajes femeninos son apabullantes, raros, pujantes, los mejores: la madre del barón, la generala, obsesionada por la guerra y sus tácticas Battista; la hermana monja que posteriormente se casa con el Condesito y que tortura a los Piovasco di Rondò con una cocina altamente grotesca y asquerosa; y por encima de todas Viola, la marquesita de la que se enamora el barón, con una fuerza de carácter y una personalidad aplastantes, que arrastra a los hombres como perfume fatal. Pero los personajes masculinos tampoco tienen desperdicio, desde el abate jansenista Flauchelafleur, que se columpia entre la severidad y la indiferencia, pasando por el barón padre, subyugado por aspiraciones de clase desfasadas. Tampoco son en absoluto desdeñables las improntas que Calvino ofrece del 'siglo de las luces', una recreación histórica mojada de ironía. La grandeza de Italo reside en la capacidad hechicera de ligar con primor ingredientes de fantasía, aventura, juego, bufoneo, Historia, extrañamiento..., y en amar el oficio, siendo merecedor de una gran reverencia que el tiempo sin duda le hará tarde o temprano. | Isabel Moreno Caro
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En 1963 la editora Einaudi decide publicar en una colección de libros para niños la antología de cuentos centrada en el personaje de Marcovaldo. El protagonista es un obrero ingenuo y bueno que vive en un entorno urbano lleno de hostilidad y que siente nostalgia hacia el mundo de la naturaleza. Pero, ¿existe todavía la naturaleza? Los veinte relatos que componen la obra se presentan como cuentos contemporáneos, con un estilo y un tono que recuerda el de los cuentos de las narraciones de la tradición oral en las que Calvino ya se había interesado curando la edición de 'Fiabe Italiane' (1956). Los textos están divididos en cinco ciclos de cuatro cuentos, cada uno dedicado a una estación del año y la narración diferencia entre realismo y comicidad, resolviéndose siempre con consecuencias tragicómicas. Si bien el entorno de los relatos va cambiando, sigue constante el esquema narrativo, ya que el protagonista siempre acaba engañado y desilusionado por la ciudad. La 'ciudad' de Marcovaldo, aunque no tenga nombre, está seguramente inspirada en Turín, una de las ciudades protagonistas del boom económico de los años sesenta en Italia. En 'Setas en la ciudad' (primavera), Marcovaldo encuentra en un pequeño arriate unas setas silvestres pero finalmente descubrimos que se trata de hongos venenosos. 'Unas vacacio-
nes en banco' (verano) cuenta cómo el protagonista intenta dormir en un banco buscando paz y frescor porque en su casa hace mucho calor. 'El pichón municipal' (otoño) relata cómo quiera cazar una becada para asarla en su balcón pero sólo logra atrapar a un pichón. En 'La ciudad perdida en la nieve' (invierno), Marcovaldo se convierte en un muñeco de nieve dentro del patio de su bloque. En 'La cura de avispas' (p) nuestro personaje cree equivocadamente que el veneno de las avispas tiene propiedades medicinales. 'Un sábado de sol, arena y sueño' (v) reseña una excursión poco afortunada en busca de un baño de arena curativo. En 'La fiambrera' (o) Marcovaldo tiene que renunciar a su almuerzo en el trabajo por intercambiar su fiambrera con un niño. En 'El bosque de la autopista' (i), los hijos del protagonista confunden unos carteles publicitarios con vegetación real. Buscando 'El aire sano' (p) en una colina, Marcovaldo y su familia acaban en un sanatorio. 'Un viaje con las vacas' (v) es una reflexión sobre lo cansado que puede ser vivir en el campo. En 'El conejo venenoso' (o), Marcovaldo roba del hospital un conejo que es parte de una experimentación científica. En 'La parada equivocada' (i) cree haberse equivocado de parada de autobús, pero en realidad se encuentra en un avión. '¿Dónde es más azul el río?' (p) relata cómo el protagonista pesca unas tencas
contaminadas en un torrente demasiado azul. En 'Luna y Gnac' (v), el hijo del protagonista quiere destruir unos rótulos publicitarios molestos, sin éxito. En 'La lluvia y las hojas' (o), Marcovaldo empieza a cuidar una planta en su trabajo, pero ésta crece demasiado rápido hasta perder todas sus hojas. Marcovaldo en 'El supermercado' (i) llena el carro de la compra, pero no puede permitirse nada. En 'Humo, viento y pompas de jabón' (p), Marcovaldo tira al río unos detergentes que se transforman en pompas de jabón en contacto con el humo de las fábricas. En 'La ciudad entera para él' (v), el protagonista quiere explorar la ciudad vacía en tranquilidad pero se involucra en un rodaje televisivo. En 'El jardín de los gatos obstinados' (o), Marcovaldo descubre un palacete lleno de gatos de propiedad de una vieja señora que no quieren que se construya un bloque en su casa. En 'Los hijos de Papá Noel' (i), el protagonista se disfraza para repartir regalos de Navidad junto a su hijo, pero entregan uno destructivo. Quizás Marcovaldo no sea sólo un libro para niños. Calvino utiliza aspectos típicos de las fábulas para tratar con ironía los problemáticas de la actualidad: la vida caótica de la ciudad, la urbanización sin racionalidad ni orden, la industrialización creciente, la pobreza de los estratos más bajos de la población o las dificultades en las relaciones interpersonales. | Antonella Montinaro | Pieza gráfica: Marta Vega
Cine
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50 años después del estreno de 'Simón del desierto' podemos confirmar –una vez más– no sólo la genialidad de don Luis Buñuel sino su tremenda capacidad visionaria. Película que cierra su fecunda etapa mexicana (y siendo México ya de por sí un país tremendamente surrealista no es de extrañar que uno de los máximos exponentes de esa vanguardia de principios del siglo XX encontrara en esas tierras fuentes de inspiración constantes) y que se puede ver como una especie de spin off de 'El ángel exterminador' puesto que nos volvemos a encontrar con Claudio Brook (ese mayordomo lambisconeador de sus patronos que se queda atrapado junto a ellos y toda la troupé mezquino-burguesa en el salón de la mansión) y con el terremoto
Silvia Pinal (en esta ocasión en el papel de Satanás). Guste o no guste (y en esta ocasión me temo que no, que para nada) a las altas autoridades eclesiásticas en particular y a los beatos en general, el 'Simón del desierto' de Buñuel ha conquistado dentro del imaginario colectivo la imagen que tenemos de ese personaje que parece sacado del Antiguo Testamento. Y me arriesgaría a afirmar que junto a ese anciano que se retira al desierto palestino con el ánimo de pasarse treinta años sin hablar y que cuando aparece Brian le pisa, y grita y maldice ('La vida de Brian', 1979), son los dos anacoretas más famosos y cachondos de la historia del cine. Desde tiempos inmemoriales ha existido la noble figura del ermitaño,
16 ese ser humano profundamente disgustado de la estupidez que lo rodea y que opta por abandonar el mundanal ruido y aislarse en un paraje tranquilo. De esos momentos de justa introspección surge, por ejemplo, el 'Walden' de Thoreau. Ahora bien, el ermitaño o eremita más mainstream, el más conocido, es aquel que se retira a orar, libro sagrado de turno en mano, y cuando alcanza la iluminación o cuando se le junta un grupito de gente alrededor, va y les predica. Es este tipo de outsider fanático al que un gamberro mega sacrílego como don Luis Buñuel debía fascinarle. Mezclando todos estos atributos ese terror de las sotanas que fue don Luis se encarga de darle voz y rostro creando para la posteridad este 'Simón del desierto'. Y no me cuesta nada imaginarme a Buñuel escribiendo el guión de este mediometraje, riendo él mismo a carcajadas al idear la serie de acontecimientos y situaciones bizarras que precisamente sacan a la luz todas las paradojas y las oscuras contradicciones en las que cae un santurrón plasta de este «Es la deriva hacia el estilo. La película vacío y la estupidez del es un repertorio mundo moderno» de momentos brillantes, una colección de absurdos surrealistas, una metralleta de rabia contenida que dispara ráfagas certeras sobre los grandes mitos de la religión cristiana. No hay un momento de tregua ni un gag bien intencionado. La mala leche del genio de Calanda
se ceba contra la figura de ese estilita que pretende ser número uno en cuanto a santidad, decoro, rectitud, abnegación, beatitud, etc… Tras esa figura imposible, ese hombre que aspira al dudoso camino de la perfección, se esconden otras sombras históricas mucho más siniestras: papas, obispos, cardenales, iluminados varios… que han hecho lecturas cerriles de textos bíblicos imponiendo verdaderos regimenes de terror y oscurantismo. En 'Simon del desierto' apreciamos además la escala de valores del cineasta exiliado. Y es que Buñuel podía tenerle especial tirria a la burguesía, ridiculizarla hasta el extremo; podrá ser el gran ateo gracias a Dios y disparar en cada momento dardos envenenados contra la corrupta Iglesia católica…, pero hay algo que parece darle mucho más miedo que todo esto, asquearle incluso todavía más. Y esto es –a la magnífica secuencia final me remito– la deriva hacia el vacío y la estupidez del mundo moderno. Cuando la demoníaca Silvia Pinal consigue por fin seducir al casto Simón se lo lleva a una discoteca y esta discoteca es el Horror, es la visión de don Luis acerca de cómo será el mundo mañana (es decir, hoy): un lugar oscuro, pesadillesco, alienante, donde no para de sonar una música atronadora. Y por cómo está rodado nos remite a imágenes que conocemos: un videoclip, una fiesta de famosos, una nueva edición del Gran Hermano. | Miguel Blasco
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‘CANÍBAL’
‘DIAMOND FLASH’ Carlos Vermut, 2011
POR MARÍA JOSÉ MORENO.
Carlos es un prestigioso modista granadino. Trabajador, inteligente, servicial, humilde, pero también frío y calculador. Carlos, además de modista, es caníbal. Se alimenta de mujeres. Les engaña con la promesa de pasar un fin de semana inolvidable en la sierra. Y luego vuelve a la ciudad solo. Pero repentinamente aparece alguien que le hace cambiar la perspectiva, resituarse. Ganadora del Goya a la mejor película, y con una dirección impecable por parte de Martín Cuenca, en 'Caníbal' vemos a un Antonio de la Torre y a una Olimpia Melinte –sus protagonistas– capaces de unificar de un modo sublime dos realidades, la de la cotidianidad y la del horror. Destacadísima la actuación del malagueño, quien encarna a la perfección la figura del antihéroe. | Sergio Sánchez
De sorprendente podríamos calificar esta película del historietista madrileño Carlos Vermut, de obligada revisión tras el estreno reciente de su segundo largo, 'Magical Girl', triunfador en el Festival de San Sebastián. 'Diamond Flash' es una propuesta inquietante y arriesgada, un artefacto a vueltas con el costumbrismo y el aura irreal de un violento superhéroe, una estación extraña que acoge un resquicio que muchos en el cine español deberían contemplar. Diamond Flash es el personaje fantástico sobre el que gira todo, erigido a la vez en anhelado salvador, fascinante modelo y amenaza perenne para cinco mujeres que en ocasiones se complementan como en un puzzle, pero que en otras, no dudan en descender a la mugre del callejón para defender su posición en la vida. | M. Pradas
Buena parte de la crítica cinematográfica, ya sea en blogs o revistas, en televisión o diarios, suele utilizar expresiones como «una inteligente trama», «diálogos memorables», «un ejercicio narrativo de insuperable nivel», «guión que no convence», «guión insípido» para referirse al trabajo del guionista en tal o cual película. Lamentablemente, todavía no se ha generalizado la publicación de guiones en papel, pero algunas editoriales están «El problema es que lanzando al mercado coleccio- los críticos no leen los nes como las de Ocho y medio, guiones publicados» Lagarto Editores o Malpaso donde se nos ofrece si no el guion original al menos una versión del de rodaje. El problema radica en que en general los críticos de cine no leen los guiones publicados y, por tanto, desconocen realmente el texto de partida de las películas y las transformaciones que ocurren tras las decisiones del director. Criticar una película sin leer el guion previamente es lo mismo que valorar una canción sin atender a la letra.
Manuel Martín Cuenca, 2013
EL TEXTO INVISIBLE
Televisión
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JUGAR A LOS DADOS Ante el irreductible azar que comenzaba a describir la física cuántica, Einstein se despachó con una famosa frase: «Dios no juega a los dados». Uno de los cerebros más brillantes del siglo XX no podía aceptar que a escalas minúsculas la materia se comportase sin ton ni son. Algo debía de estar fallando… En 'The Leftovers' el 2% de la población mundial ha desaparecido de repente y sin que en principio medie explicación racional alguna. Este trompazo cósmico (o flagelo divino, o desaguisado científico, o deshumanizada planificación política) va a evidenciar la fragilidad del ser humano y la necesidad imperante de buscar un lógico porqué al que agarrarse y con el que mitigar el dolor
de esta ambigua pérdida. Tres años después del fatídico suceso, siguen sabiendo lo mismo. Es decir, nada. Pero la duda ha acentuado el desorden, dinamitando las relaciones afectivas y radicalizando los enfrentamientos entre los ciudadanos. Esta desesperada situación es el caldo de cultivo para toda una sarta de grupos e individuos que se promocionan a sí mismos como garantes de la verdad. Surgen por doquier gestores de la salvación, vendedores de figuras que suplantan la fisicidad de los desaparecidos o improvisados canalizadores del sufrimiento, como Walter, cuyo supuesto don para eliminar el dolor atrae a sus manos almas destrozadas y jovencitas asiáticas dispuestas a ser
20 la madonna del nuevo milenio. Incluso el gobierno intenta imponerse con su burocracia y pseudociencia, comprando el silencio humillante de los ciudadanos a través de prestaciones, camelándolos con estadísticas o acallando con violencia las verdades incómodas de las proliferantes sectas. «Diga la palabra y todo vuelve a la normalidad», le dice un agente antisecta a Justin, el jefe de policía de Mapleton. Nuevas matanzas como la de los davidianos en Waco planean sobre el mundo. Independientemente de a quién podamos atribuir el desvanecimiento repentino de ese 2% de la humanidad, lo magistral de 'The Leftovers' reside en el tratamiento de la pérdida. El olvido es necesario después de tres años cargando con una tensión incierta. Pero el problema es sangrante, porque por un lado no existen cuerpos con los que poder cerrar el luto y por otro temen que con la erradicación del dolor desaparezca también el recuerdo de los suyos. De ahí que la secta más influyente en Mapleton sea la de los Culpables Remanentes. Las propiedades, la familia, la fe protestante; todo ha ido perdiendo terreno bajo su radio de influencia. La ciudad intuye que los Remanentes conforman la única corporeidad real de una angustiante parábola que no alcanzan a entender. Y ante eso solo cabe actuar de dos formas: sumarse a sus filas o negarlos. Una tercera vía media, la de aceptar lo impenetrable como tal, hubiese sido la más saludable.
Sin embargo, esta plaga blanca es de condición mesiánica, acopiadora, indoblegable. Son guerreros prontos al sacrificio, callados perseguidores que van crispando el ánimo de aquellos que perdieron a alguien o van convenciéndolos para su causa. Y es que en cierto modo los Remanentes son los recuerdos mismos, blancos como su indumentaria, silentes y vaporosos como el humo de sus pitillos. Y toda vivificación es o bien profundamente dolorosa o bien atrayentemente redentora. Desde su planteamiento, 'The Leftovers' es inquietante y enigmática, más aún cuando a día de hoy no sabemos nada del avión desaparecido hace apenas seis meses en Malasia con más de 200 personas a bordo. Nadie está a salvo de evaporarse en un abrir y cerrar de ojos. Pero más inquietante aún si cabe es la reacción impredecible del ser humano ante una catástrofe de tal magnitud. Pues si la ciencia y la razón han sido el caballero en ristre que desde la civilización griega fue arrinconando lo inexplicable; lo inexplicable en cambio puede abrir profundas grietas por las que la razón y la ciencia se desmoronen de un plumazo. Esto es precisamente lo que les interesa a Damon Lindelof –creador y guionista de 'Perdidos'– y Tom Perrotta –autor de la novela en la que se basa la serie–. Pues qué duda cabe de que no solo en la ficción se juega a los dados. Y digo yo que algo debe de estar fallando… | Manuel Andreas
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‘THE STRAIN’
‘FAWLTY TOWERS’
John Cleese y C. Booth, 1975 BBC, 2 temporadas
POR FRANCIS MORIEL.
La trilogía literaria sobre vampiros ideada por Guillermo del Toro y Chuck Hogan ha llegado a la televisión de la mano de sus propios creadores. Una de esas series que mantiene el suspense y se acerca al género de terror, muy al estilo de 'The Walking Dead' o 'Helix' (lo nuevo de SyFy), pero con el toque característico de Del Toro. Y como va siendo habitual en la última década, todo sucede a raíz del descubrimiento de un nuevo virus que amenaza con expandirse.
Una de esas joyas televisivas de los setenta. 'Fawlty Towers' fue una sitcom británica que escribieron el Monty Python John Cleese y Connie Booth, ambos protagonistas, en la que encarnaban a un matrimonio dueño de un pequeño hotel. Basil (Cleese) se tortura con «el molesto grupo del público general que insiste en quedarse en los hoteles», y es constantemente reñido por su mujer (Booth). Los platos rotos los paga Manuel, el botones.
No todo en las series usamericanas van a ser personajes complejos y guiones profundos. También hay sitio para el entretenimiento, ideal para aparcar los problemas de la vida durante una hora. Esta misión la cumple bien 'Gotham', la serie sobre Bruce Wayne, pero sin Batman, la misma fórmula que vimos con Clark Kent, pero sin Superman en 'Smallville'. Ésta última se dirigió al público adolescente, algo que «Es una perspectiva 'Gotham' no puede clonar, pues aquí el futuro del Universo Batman superhéroe tiene 12 años y tampoco iban a hacer no conocida» una serie Disney; por lo que la acción se centra en las tramas policíacas que lleva a cabo un joven Jim Gordon que, luchando contra la corrupción sistémica de la ciudad, llegará un día a ser nuestro querido Comisario, único amigo y aliado del futuro Batman. No olvidemos que el amor a Gotham es el motivo real del nacimiento de Batman, así que siempre es interesante ahondar en una perspectiva del Universo Batman que nunca antes conocimos.
G. del Toro y C. Hogan, 2014 FX, 1 temporada (en emisión)
SUPERHÉROES SIN TRAJE
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En enero de 1975, hace ya cuatro décadas, se publicaba el maravilloso 'Blood on the Tracks' de Bob Dylan, un disco envuelto en la tristeza de la pérdida, en el calvario tras el destino esperado que se incumple, en eso mismo que el tiempo, inmisericorde, nos arrebata de las manos. «Time is a jet plane, it moves too fast», nos cuenta el genio en 'You're a Big Girl Now', en la resignación de que todo esto es la vida y nada más. Sabemos que este disco era la respuesta de Dylan a las tensiones que le abrumaban tras la separación de su esposa Sara. Era como una escapatoria a la carretera embarrada que se delinea en 'Shelter from the Storm', a cuando los pájaros vuelan bajo, a
la noche eterna de 'Meet Me in the Morning', a la humareda del olvido que se traga a las personas esenciales, a esos cubos de lluvia y de lágrimas que, finalmente, abrazaría para reivindicarse. Los diez temas de 'Blood on the Tracks' van evolucionando en cada escucha, arqueándose al paso de nuestra insistencia, solapándose. En algún sitio se decía que este disco sería el ideal para llevarse a una isla desierta: reflejaría la esperanza frente a la amargura de la soledad perenne, sería una fuente de la que extraer lo mejor que vivimos, un recurso de inspiración para no perder la memoria, un acto de fe que nos recompondría al escuchar la evocación de lo universal a
24 través de algo como «And though our separation, it pierced me to the heart. She still lives inside of me, we've never been apart». Henry Miller vino a decir que un hombre escribe para liberarse y expulsar el veneno que ha acumulado. Dylan hace suyas estas palabras y acude al novelista neoyorquino para expresarlo: «El papel del artista es inocular al mundo su desilusión». Bien que lo recordaría su hijo Jakob al apelar a los tintes autobiográficos de este disco: «Eran mis padres hablando». Era la angustia de la ruptura, era la rabia ante la frustración de lo que no se puede remendar, era el arrebato del perdedor. Pero era también Aniuta sollozando ante un negrísimo porvenir en una de las deliciosas historias de Chéjov o esa contemplación, con la sutileza de Rilke, de la vacuidad de las viejas avenidas de plátanos donde ya no vela la tarde. Y es que aunque el amor influya en todo –«Love will conquer everything, I suppose», confesaría–, la cultura también empapa nuestra biografía, y en el caso «Era la angustia de la de Dylan aflora ruptura, era el arrebato el romanticismo del perdedor» del poeta de Praga; la condensación sentimental del cuentista ruso, eterno ganador por knock-out, como diría Cortázar; o el ardor de Ginsberg y Kerouac, referencias cuando se trasladó de Minnesota a Nueva York en busca de sus mayores sueños. También la guitarra 'matafas-
cistas' de Woody Guthrie, el maestro de 'Deportee' o 'Bound for Glory', que servirían para abrir los ojos de muchos ante el derrumbamiento de todo lo de alrededor. «The only thing I knew how to do was to keep on keepin' on like a bird that flew, tangled up in blue», relata Dylan al inicio de 'Blood on the Tracks', previendo esa sensación de que es un disco de difícil escucha, que no provee gratificación inmediata: lo único es seguir adelante, «envuelto en la tristeza», con la insistencia de quien no tiene nada que perder. Demasiado contemplativo, demasiado pausado, se leía en labios exquisitos. Lo seguro es que su riqueza no se percibiría con una pasada de limpiacristales. Para valorarlo exige la atención del más minucioso, como si tuviéramos que aprendernos de memoria cada escena de la mano del enamorado irreductible de 'If You See Her, Say Hello'. De ahí brotaría el lapidario «Can't you tell?» con el que Dylan finaliza el disco y nos pasa el balón aguardando una respuesta. Estas diez canciones piden la reflexión ante el poema, la paciencia del que se desvive por aprender, la atención ante lo que creemos que ocurrirá sólo una vez en la vida, el suspiro de ver llegar la primavera. Y por eso nos canta «I could stay with you forever and never realize the time» en ' You're Gonna Make Me Lonesome When You Go', como si el reloj ya no tuviera que importarnos. | Miguel Pradas
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'DOOLITTLE'
'DEGRADATION TRIP' Jerry Cantrell, 2002
POR CARMEN ALCARAZ.
Un indiscutible clásico es este trabajo de Black Francis y los Pixies, una banda de Boston insólita y fascinante, precursora de la escena alternativa americana de los 90, de tono heterógeno con letras que van desde alusiones bíblicas hasta abrazos al surrealismo. Tanto es así que el tema de apertura, 'Debaser', menciona, en su tránsito alucinado, la obra paradigmática de Buñuel y Dalí 'Un perro andaluz', cuyo título resuena como un eco eterno. Es un disco de contrastes, desde la guerrera y truculenta 'Wave of Mutilation' hasta la maravillosa rutina que se propone en 'Hey' o 'Monkey Gone to Heaven'; desde la locura que emana de 'Crackity Jones' o 'Mr. Grieves' hasta la melódica rareza que es 'Here Comes your Man', de la que se hizo un videoclip imperdible en el que nadie canta. | M. Pradas
Un espectáculo es el segundo disco del guitarrista y principal compositor de Alice in Chains, Jerry Cantrell. 'Degradation Trip' está repleto de riffs abrumadores que se entretejen con esa atmósfera depresiva y melancólica que tan bien compuso con el grupo de Seattle. Aquí, como si se tratara de un nuevo disco de Alice in Chains –con la salvedad de la inolvidable voz de Layne Staley–, Cantrell vuelve a hacer gala de una capacidad extraordinaria para remover las entrañas. 'Angel Eyes', 'Mother's Spinning in Her Grave' o 'Solitude' son buena muestra de esa música que parece hecha para arrastrar el ánimo. «Down in a hole, feeling so small, down in a hole, losing my soul», cantaba Staley con la pluma de Cantrell diez años antes. Este 'Degradation Trip' es una continuación de esa brecha de desilusión. | M. Pradas
Una guitarra señalando el camino, una voz rota que escupe versos y un universo de sensaciones que se entretejen en cada estrofa y se dejan ver, oler, saborear y acariciar a través de esa armonía que siempre transporta. Así es 'En la frontera', el último disco del gaditano Carlos Chauen que, sin abandonar sus orígenes, se reinventa en cada tema con un sonido más rockero. Con las frágiles alas de la autoproducción, Chauen consigue «Se reinventa en cada volar alto reivindicándose un tema con un sonido jugador independiente que más rockero» siempre apuesta a ganar. Y gana. Eso dicen las cifras de este noveno disco grabado en Tarifa, que cuenta con la colaboración de compañeros como Sherpa (Barón Rojo) o Andreas Lutz (O´Funkillo) y que, debido a su buena acogida, ha provocado la reedición de cuatro de sus trabajos anteriores. Letras que exudan pasión como 'La nena' y apuntan al cielo abierto como 'No soy el único' o 'Quiero vivir'. Once temas para viajar al otro lado del espejo.
Pixies, 1989
CARLOS CHAUEN, EN LA FRONTERA
Literatura
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«…ese raro espécimen de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías». El relato sobre uno mismo no deja de ser una guerra, quizá una liberación o una reconstrucción del conocimiento. Un género que se presta a ser condescendiente con el propio ego encuentra en Juan Goytisolo y en 'Coto vedado' (1985) una expresión trémula, vacilante en ocasiones y arriesgada hasta el final: la traición de un pasado que quedó acotado entre los muros de un territorio prohibido. Esta obra, que supone un redescubrimiento y una revalorización estilística de la autobiografía avanza en innovación regalán-
donos un retrato desolador de España de posguerra y un fluido torrente de experiencias desde la mirada única de un individuo con libertad literaria, sexual y política. Al fin y al cabo «la obra de quien no innova podría no existir sin que su desaparición afectara en nada al desenvolvimiento de su cultura». Los intrincados rumbos de la vida conforman un viaje ignoto y, en concreto, para Juan Goytisolo, el «sondear cautamente la entraña de la que brota a borbollones el magma de la historia» le condujo hasta las cálidas y excitantes arenas del continente vecino pasando por la tranquilidad sexual que le brindó la cama de su esposa Monique, por el exilio de ese coto de caza
28 del que se liberó y, mucho antes, por la trágica ausencia de la figura materna. La necesidad de romper las barreras que aprisionan la conciencia del autor se desdibuja en pequeños hilos que buscan justificar el impulso de volar, de rebelarse y renunciar al pilar familiar. Hilos que, como sostenidos por la firme mano de Aracne, se entrecruzan en un tapiz vital que halla su sentido en el propio proceso creador. Los largos párrafos de 'Coto vedado' ansían el hallazgo de nuevas formas estilísticas en una cascada de ideas que recogen las experiencias más trascendentales desde el nacimiento del autor en 1931 en el seno de una familia burguesa hasta su exilio en París en 1956. Este apátrida «ajeno y reacio a agrupaciones y categorías» acabaría por reivindicarse como «moro de nacionalidad cervantina», como hombre que acepta la ambivalencia de su plenitud en el siguiente volumen de sus memorias 'En los reinos de taifa' (1986). Uno de los motivos y los impulsos principales de 'Coto vedado' es el descubrimiento de una bisexua«Sus largos párrafos lidad que, anunansían hallar nuevas ciada y presenformas estilísticas» tida, atraviesa numerosas fases de represión y rechazo en esta batalla contra el ego. Desde la culpabilidad y la vergüenza que le suscitan al autor los actos cometidos en su familia, se acentúa una clara indiferencia hacia las mujeres y una vacilante y dudosa inexperiencia en las
relaciones con hombres. Será Monique Lange, su futura esposa, quien serene y neutralice temporalmente la confusión sexual en este primer volumen de estas memorias, además de quien le proporcione una estabilidad y una armonía intelectual necesarias para desarrollar su futura labor creativa e impulsora de grandes obras literarias al otro lado de la frontera. De este modo, una turbia sexualidad presente en oníricas experiencias oscuras y violentas va relajándose para trascender en un camino de iluminación y autoconocimiento, ajena a las barreras y a los convencionalismos sociales: «Lenta cognisción y aprendizaje del cuerpo: vértigo, inmersión […] mudo descenso al abismo, gravitación animal: afán de aniquilación, misterios de gozo y dolor, crudo, exaltador Vía Crucis». Así, este relato autobiográfico de Juan Goytisolo responde a un juego de progresivas caídas de máscaras rotas en un suelo de mármol sobre el que el autor se asienta para observar su memoria desposeída. Una senda más allá del coto prohibido y el paraíso inalcanzable, un ejercicio de arrojo y una paciente tarea de minuciosa mirada a un espejo. Una cultura y una sexualidad autoconocidas que el autor dibuja como propias una vez que el medio queda arrojado al vacío y los hilos se rompen, una vez que no queda más que correr tras la verja para encontrarse en la distancia mirándose en el profundo abismo de los ojos de uno mismo. | Marta García Villar
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‘CHESIL BEACH’ Ian McEwan, 2007
ANAGRAMA. 7€. 185 PÁGINAS.
'MANUAL DE LITERATURA PARA CANÍBALES’ Rafael Reig, 2006
SER FELIZ EN YORKSHIRE
POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA RUIZ. DUEÑO DE LA LIBRERÍA 'EL LIBRO ERRANTE'
EDITORIAL DEBATE. 18€. 310 PÁGINAS. La extraordinaria clase literaria de Ian McEwan sale a relucir en esta novela, breve pero intensa, contenedora de una pareja en constante tira y afloja, presa de la lucha de clases y de las convenciones de una época, la década de los 60. Como es habitual en el escritor inglés –por ejemplo, en 'Expiación' o en 'Niños en el tiempo'–, la historia se va configurando con suavidad, a partir de la sugerencia y el detalle, hasta dejar una herencia grabada a fuego. Dos jóvenes empiezan su noche de bodas en un hotel situado en la paradisíaca Chesil Beach y McEwan la presenta delicadamente, con las palabras precisas, como crónica de lo mejor que hubiera pasado en nuestras vidas. Pero este maestro sabe que todo, irremediablemente, en la profundidad del tiempo, acaba por marchitarse. | M. Pradas
Esto no es un manual de literatura. Es novela que parodia los manuales para saber literatura sin tener que leerla. Una burla, pues, de las prácticas manualísticas. Pero vintage: sin llegar a la 'Wikipedia de literatura para twitteros'. Reig cuenta una historia marquesiana: una saga de escritores fracasados, que pretenden hacer la literatura que se ha pasado de moda. El primero de la saga quiere ser neoclásico cuando arrasa Espronceda. El último manda al cuerno la literatura, más o menos antes de Internet. Es una visión pesimista, pero cargada de humor, con retratos desternillantes, como las borracheras de Rubén Darío. El lector se echa unas risas, y algo aprende de paso. Acaso esta ocurrencia de novela/chiste se hace algo repetitiva. Claro que más cansino es Dan Brown. | Guillermo Laín Corona
Leemos en la obra de James Herriot las vivencias de un veterinario inglés en los parajes de Yorkshire, tan bellos que parecen creados por Dios mismo. Puede que eso sea lo que le ha llevado a tomar los títulos de sus libros de un poema dedicado a la condición divina del mundo, que le sirve a su intención de sacar a relucir la belleza oculta bajo lo que nos rodea. Parece difícil que lo pueda conseguir, pues continuamente «Ese raro sentido de lo vemos a un hombre golpeado cotidiano no deja otro por los animales, menosremedio que leerle» preciado por los granjeros, manchado de barro o sangre y que raramente gana sus batallas... Sin embargo, cuando toma una taza de té caliente después del parto difícil de una vaca, o se tumba en la hierba disfrutar de las vistas, supera la anécdota para enseñarnos que no necesitamos a Dios para ser felices. Ese raro sentido de la felicidad de lo cotidiano no nos deja otro remedio que leer sus libros con una sonrisa y un deseo inmenso de pasear por los valles de Yorkshire.
Arte
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El modernismo invade las paredes del Museo Carmen Thyssen de Málaga. La exposición 'Casas - Rusiñol. Dos visiones modernistas' ofrece una mezcla perfecta entre lo cosmopolita y lo bohemio: los principales representantes de este movimiento, Santiago Rusiñol (1861-1931) y Ramón Casas (18661932), se muestran juntos para recorrer una época donde el arte dejó las reglas tradicionales para buscar nuevas formas de expresión. Estos artistas fueron dos de los grandes representantes de la producción de finales del XIX español, renovaron el panorama pictórico de su tiempo y condujeron con su cambio a las vanguardias. Ambos se conocieron en 1882, gracias al escultor Enric Clarasó y desde entonces compartieron pro-
fesión, triunfos y una amistad que duraría hasta el final de sus vidas. Vivieron en el París de las tertulias, donde ambos casi sin saberlo fueron dando paso a una nueva forma de pintar, experimentando con las formas, la luz y el color. Fueron el símbolo de un mundo que acogió primero la curiosidad y luego el entusiasmo de unas miradas encontradas. Junto con Pere Romeu crearon 'Els Quatre Gats', inspirada en la cervecería 'Le Chat Noir', lugar de encuentro de los mejores artistas de la época. Sus cuadros son fiel reflejo de parte de sus vivencias en la capital francesa, donde el aire bohemio y moderno se nota en cada pincelada. La vida cotidiana y los cuidados interiores son el tema principal de esta exposición, pero también
32 vislumbramos las penurias y la esencia de la vida nocturna, reflejo de su forma de vivir. Procedentes de familias de posición económica desahogada, fueron el mejor ejemplo de cómo la burguesía se acercó al arte. Desglosando la muestra podemos ver una primera parte denominada 'Artistas y burgueses', donde podemos disfrutar de un curioso retrato que hicieron ambos pintores, primero Casas pintado por Rusiñol y luego al contrario: en él sorprenden al espectador con un innovador encuadre. Seguidamente, en el espacio 'Dos bohemios en París' nos trasladan al ambiente que ellos mismos vivieron. Una de las más bellas estampas es la del 'Interior del Moulin de la Galette' de Casas, que nunca se había expuesto hasta ahora y que proporciona una vista parcial superior de la sala. El resultado consigue un efecto casi fotográfico, la perspectiva muy cercana al techo nos muestra los rosetones decorativos de los que penden grandes lámparas, donde la luz penetra hasta el final del espacio. En la siguiente parte, 'Paisajes compartidos', podemos «La vida cotidiana y ver algunos de los los cuidados interiores momentos en su son el tema principal» visita por Cataluña: Casas se muestra paisajista, aunque el peso recae en un cuadro pintado entre los dos, en el que aparecen retratándose mutuamente. Este lienzo esta firmado por ambos, pero deja evidencia en la técnica utilizada que las arquitecturas pintadas pertenecen al primero.
A continuación llegamos a 'Plenitud creativa y éxito en Cataluña', que avanza hasta la década de 1890, cuando ya consagrados, regresan a su lugar de origen: durante este tiempo logran reconocimiento y algunas de sus obras maestras. Ejemplo de ello es 'Interior al aire libre', de Casas, o 'La morfina', de Rusiñol, un escalofriante retrato de una enferma que traslada el dolor al espectador con una luz suave y un tono intimista en el momento en el que poco a poco la medicina comienza a hacer efecto en su débil cuerpo. Finalmente terminamos el recorrido con los 'Caminos divergentes', donde ambos optaron por plasmar en el lienzo su mejor cualidad: Casas a través de la figura femenina y Rusiñol con un paisaje lleno de jardines solitarios y melancólicos. Los más de cuarenta óleos de estos dos pintores se complementan con varios carteles publicitarios. Tres de ellos de Rusiñol y otros tantos de Casas, donde podemos reconocer marcas como Codorniú o Anís del Mono, una obra que resultó ganadora del concurso publicitario de la firma de bebidas, aunque el cartel definitivo apareció con un mono y una botella de anís bajo el brazo. Este último cartel ha sido la excusa perfecta para una curiosa iniciativa recreada por tres grafiteros (Dadi Dreucol, Lalone y El Alfil), que ha logrado acercar al público más joven a la exposición del Museo Thyssen. | Marisa Carmona | Piezas gráficas: Juan Jesús Millán
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'UN MUNDO SIN LUZ' CAC Málaga (hasta 08/02)
'PABLO PICASSO: 'HENDU' MOMENTOS DECISIVOS' POR GUIOMAR DÍEZ PUERTAS. Museo Casa Natal (hasta 31/03)
El CAC Málaga presenta la primera exposición individual del artista sevillano Manuel León en un museo. 'Un mundo sin luz' consiste en 32 acuarelas y 10 lienzos que abordan temas actuales desde un punto de vista crítico e irónico a la vez. Con influencias barrocas, las pinturas de Manuel León representan a penitentes con el rostro cubierto muy arraigados a la cultura popular, resaltando los anhelos y miedos a los que cada individuo tiene que enfrentarse en la época actual. | CAC Málaga
'Picasso: momentos decisivos' alberga 18 obras del artista malagueño que testimonian tres fases cruciales de su obra y que proceden de las colecciones de la propia Casa Natal, la Fundación Málaga y el Ayuntamiento de la ciudad. En la primera de ellas, la atención se centra en piezas que se sitúa en la gestación de dos obras maestras de Picasso: 'Las señoritas de Aviñón' (1907) y 'Guernica' (1937). Junto a ellas, la muestra pone el foco en el tránsito entre sus etapas azul y rosa. | Museo Casa Natal
'Hendu' da título a una serie fotográfica de la artista Paula Anta que retrata su experiencia en Mauritania, en el contexto de un proyecto cultural por la cooperación internacional de Oxfam Intermón y la Galería Blanca Soto. En su obra los escenarios del país africano quedan pausados por nuestra atenta mirada a la tormenta o masa de polvo suspendida en el primer plano. Anta llena el desierto con el clamor de un «Lo sutil disfraza pueblo, esculpiendo en el aire y congelando con su una cuna más cámara estas nubes de tierra, continentes de una dura realidad. Lo sutil y ligero de sus imágenes, dis- agreste y de dolor» fraza una cuna más agreste y de dolor. Este velo de arena representa la barrera esquiva con la que eclipsamos nuestra atención a realidades áridas ajenas, como la de Mauritania, que se ahoga y disuelve su existencia a manos del hambre, la esclavitud, del terrorismo y del poder. La ignorancia, pues, añade capas ocres de olvido y despoja, incluso de su sombra, a un país sin recursos.
Matrícula abierta todo el año Centro concertado de atención temprana, educación infantil, educación primaria, educación especial y rehabilitación del lenguaje y la audición.
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El perfil
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CUANDO EL ARTE MEJORA LA CIUDAD POR NACHO SÁNCHEZ.
Visitando centros culturales, no es difícil comprobar que el arte está, en muchas ocasiones, alejado de la ciudadanía. Lejos de lo que realmente importa. El arte contemporáneo, aún más. Y es bueno plantearse cuál es su función. Por eso, es vital encontrase con iniciativas que bajan al arte de cualquier pedestal; que subrayan el compromiso de la mayoría de artistas con lo social. Que ayudan a entender que el arte está ahí, en gran medida, para discutir, para denunciar. Para hacer llegar un mensaje. Y es por ello que disfrutar de las obras participantes en el proyecto Artistas Acoge sirve para reconciliarse con el arte. Para subrayar los valores de unos artistas comprometidos. Para ayudar a que la sociedad en general y Málaga en concreto sean mejores lugares para toda la ciudadanía. Entre las obras del proyecto 'Artistas Acoge' hay mensajes que nos indican que hay esperanza, como el collage realizado por Betty Bundy. Chema
Lumbreras, por su parte, habla de acogida, de cómo un grupo de personajes diversos se dispone a entrar en una misma casa mientras unas ratas les miran con desdén. La fotografía de Florencia Rojas nos muestra a Omar, una persona inmigrante que mira hacia el mar, ese que tantas vidas se ha cobrado en el Estrecho. Mientras, una persona huyendo hacia ninguna parte es, en su caso, protagonista del grabado de Paco Aguilar. Visiones como las que dan también nombres de disciplinas tan variadas como los de José Medina Galeote y Javier Calleja o el diseñador Nacho Contreras, pasando por el graffitero Dadi Dreucol, la firma creativa Narita Estudio o las ilustradoras Margarita Serrano, Patrizia Torres y María Jaime. 'Artistas Acoge' es una iniciativa de la asociación Málaga Acoge, entidad que promueve que las personas inmigrantes tengan plenos derechos y deberes como ciudadanos. En el proyecto
35 participaron ya más de medio centenar de artistas, primero de forma virtual y luego de forma física en dos exposiciones realizadas recientemente en el Espacio Cienfuegos y la Galería Central de la Universidad de Málaga. Pero el proyecto continúa en las redes sociales, ya que nuevos artistas están realizando obras que se exponen en la cabecera de la página de Facebook de Málaga Acoge durante 15 días. Y, además, la asociación tiene un catálogo con las obras ya expuestas, que están a la venta para financiar sus programas de trabajo. No sólo es importante que tanto esos creadores como el resto que han participado y están participando en 'Artistas Acoge' comuniquen a través de sus obras; también lo es que demuestren su solidaridad, su compromiso, su interés porque las cosas vayan mejor formando parte del proyecto y, en la mayoría de los casos, donando las obras. Es básico que la sociedad en general y esta ciudad en concreto cuente con personas con tanta responsabilidad. Personas conscientes de que entre todos podemos cambiar las cosas. Gracias a ellos y ellas, además, el proyecto ha sido nombrado como 'Buena práctica para la integración' por la Comisión Europea. Un empujón que sirve para alentar más a quienes se suman a proyectos así de manera incondicional. Y que demuestra que el arte lo tiene todo para poder cambiar las cosas, por mucho que, en ocasiones, parezca tan alejado de la realidad.
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LETANÍA DEL MIEDO
POR ISABEL BONO.
Hay quien coloca a San Cristóbal en el salpicadero. Yo tengo a San Kurt Vonnegut del Perpetuo Asombro y a San Muñozquintana en la cocina. Siempre acabábamos allí, confesándonos, con una copa de Pajarete. Poeta sobre todas las cosas, tenía claro que no escribía para críticos ni amigos, escribía para aquellos lectores que nunca iba a conocer. Le daba cierto morbo pensar en alguien a mil kilómetros leyendo sus poemas. Si en vez de un Pajarete eran dos, entonces levantaba el dedo cual San Pancracio de panadería y afirmaba: «Yo escribo para los lectores que aún no han nacido». La risa siempre fue nuestro único mandamiento. Todos los que escribimos esperamos que nos lean, pero también buscamos algo, quizá respuestas, quizá más preguntas. Antonio Muñoz Quintana termina uno de sus poemas diciendo: «He hurgado». Sé que la fe (y yo se la tuve siempre) no admite indecisión,
pero, ¿cómo que ha hurgado? Alguien con una vida interior sumamente rica, alguien que se va sabiendo que se va y, serenamente, se despide de los que quiere y les dice «dentro de la tristeza de perderos, me marcho muy tranquilo y sereno», ¿ha hurgado? Sin don alguno que me avale, me atrevo a asegurar que hizo mucho más que eso. Y si alguien duda de mi palabra, puede meter la mano en el costado de sus poemas. El poeta Antonio Muñoz Quintana, romántico y vehemente, apasionado por las causas perdidas, falleció el pasado 24 de octubre. Nos deja, entre otros, dos libros que son mi única religión: 'Canciones para un pequeño circo ruso' (Málaga, 2007) y 'Miedo a los perros' (Zaragoza, 2012). «El azar gobierna el mundo, esa es mi letanía del miedo», dijo. Yo, sin embargo, creo que si alguien no teme a la muerte, no le teme a nada. El día 22 de enero habría cumplido 46 años.
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UNA VEZ MÁS FIELD COMMANDER COHEN
POR DAVID DUEÑAS.
Es un hecho contrastado que la inmediatez y la crítica musical, que van en la mayoría de los casos de la mano, no siempre son un acertado maridaje. El reposo es algo que muchos discos se merecen y es, a su vez, algo que no obtienen con demasiada frecuencia. Por todo esto cuando tuve entre mis manos el nuevo trabajo de Leonard Cohen me propuse darle todo el tiempo necesario antes de poner sobre el papel mis impresiones. Créanme si les digo que no ha sido tarea fácil aguantar hasta ahora pero cuando me prometí esperar no había más meta que la de huir de esa primera escucha, de ese momento que podría contaminarme de un exacerbado fervor o de una galopante decepción y el experimento ha sido todo un éxito porque el disco no pierde fuelle por más que se acumulen las escuchas. Tras esa horripilante portada que las cobija nos encontramos con una gavilla compuesta por nueve canciones que en-
troncan sin desentonar un ápice con su producción anterior y este es el mayor de sus logros. El canadiense consigue ampliar su obra con un apéndice que continúa en la maestral línea que ha ido desarrollando a lo largo de toda su carrera. Con pureza, desde una profunda sinceridad, ahondando en todas las claves que ha manejado con soltura siempre y abrochándolo todo con su gutural y particular voz ha conseguido demostrar una vez más su excepcional calidad. Y si antes he afirmado que este disco es un apéndice no es más que por el deseo que albergo en mi fuero interno de que aún tenga –tengamos– la suerte de encontrarnos con otro trabajo de Cohen, ojalá este 'Popular Problems' no se convierta en una coda a toda su carrera pero si este hecho ocurre –y es muy factible que sea así porque son ya ocho décadas las que lo contemplan– será un broche que no desmerecerá en nada a toda su producción anterior.
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RUTA LEH
POR ÁLVARO CAMPOS SUÁREZ.
India, dieciocho de agosto de dos mil catorce. Echo de menos el paisaje postapocalíptico entre Keylong y Sarchu, un erial extraplanetario de negros, grises y terrosos en perfecta sintonía con el claroscuro de las laderas y los picos glaseados. Ladakh y sus estupas nos reciben en un espacio desértico de tonalidades amarillas y magentas, atravesado longitudinalmente por una carretera de veinte o treinta kilómetros, asfaltada y en aceptable estado. Pueden verse caballos salvajes a un lado de la vía. Hoy en el cielo no reinan las nubes. Tampoco hay arboleda, pero el azul es arrebatador. Amandeep, el conductor, comenta que se está construyendo desde Manali un gigantesco túnel a través de las montañas para evitar el cierre de los puertos varios meses al año por las heladas. La presencia del ejército ya no es tan continua como en jornadas anteriores, al alejarnos de los territorios fronterizos con Pakistán. Media luna nos ob-
serva en las alturas cuando arribamos al segundo paso más alto del mundo, Taglang La, 5328 metros sobre el nivel del mar. Antes, sendos adelantamientos a grupos de ciclistas extranjeros, numerosos en esta región tan propicia para los deportes de aventura. Diviso ocres y morados en elevaciones a lo lejos, aunque es ahora el violeta el que domina la mirada. Hay momentos en que el piso, en aquellas áreas no pavimentadas, torna rosáceo en ósmosis con las faldas de Shiva, y a la derecha, un riachuelo embarrado y jubiloso que acompaña nuestro avance invita a que nos fundamos en uno: carne, piedra y agua. Las señales de tráfico amenizan el recorrido: «After whisky, driving risky»; «It’s no rally, enjoy the valley». Y así hacemos, cuando un panel del Gobierno de Jammu & Kashmir da la bienvenida al distrito de Leh. Hasta la ciudad del mismo nombre, 50 kilómetros, el Indo y un océano de colores. Todo aquí resulta tan intenso…