Capítulo IV LA NUEVA ERA GLOCAL DE CRECIENTE MULTIPOLARIDAD, Y EL DESAFÍO CIVILIZATORIO DEL BICENTENARIO
El capitalismo neoliberal, los Desafíos Civilizatorios del Perú y la Plutocracia apátrida
1. Los inicios del neoliberalismo del capitalismo global, y el ajuste estructural de la autocracia fujimorista El fracaso económico y político del primer gobierno de Alan García (1985-1990), con la hiperinflación más alta de la historia del Perú, y una de las más altas del mundo, y con una generalizada corrupción, favoreció la elección de Alberto Fujimori, un outsider de la política, el que aprovecho al máximo del descrédito y crisis del sistema político. Ante la crisis nacional, el gobierno autocrático de Fujimori adopta el ajuste estructural neoliberal, basado en el Consenso de Washington. Impone un conjunto de políticas destinadas a la apertura de la economía, la privatización de las empresas públicas, y el predominio de la inversión extranjera directa en los recursos naturales (minas, gas, petróleo), la banca, el comercio y los servicios avanzados, telecomunicaciones y TICS.
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Este neoliberalismo de los años 90, tuvo importantes efectos en el cambio de la estructura productiva, desindustrializó y debilitó el crecimiento del mercado interno del país. Se impuso como sector hegemónico el de las industrias exportadoras, de poco valor agregado, y escasa contribución tributaria al país. Se vuelve a la reprimarización del país, cuyas actividades principales se sujetan a la exportación tanto de materias primas mineras (cobre, oro y otros metales), así como de un nuevo sector agro-exportador, asentado en la costa del país, y productor de alimentos e insumos agro-industriales, especialmente el espárrago, las uvas, paltas y otros, destinados al consumo en Estados Unidos y Europa. Los impactos sociales de este modelo neo-liberal, fueron el incremento de la pobreza, la precarización del empleo, y la intensificación de la centralización económica y fiscal. Un balance inicial del nuevo modelo económico, fue realizado por Efraín Gonzales (1991) en su libro El Péndulo Peruano. Afirma que el “neoliberalismo a la peruana” fue el resultado del fracaso del modelo intervencionista, de la crisis de divisas y de políticas públicas muy voluntaristas, llevado a sus límites por el gobierno de Alan García, además de las condiciones generadas por el terrorismo. El péndulo económico del largo plazo, que venía de las reformas velasquistas, desde 1990 se movió y modificó varias estructuras importantes, como la propiedad y el papel del Estado en la inversión. El Perú pasó de ser un país con presencia importante del Estado en la economía a ser privatista. El Estado fue achicado a su mínima expresión. Pero por las graves consecuencias fiscales y productivas de la hiperinflación alanista, el Estado tuvo que ser, paradójicamente, reforzado por el modelo neo-liberal, pero modificando su acción, abandonando las políticas económicas y la actividad empresarial del Estado pues era necesario pagar deudas, y ocuparse de las políticas sociales para que el modelo tuviera viabilidad. Durante el gobierno de Fujimori, tras el autogolpe de 1992, que instala un régimen autocrático, se procede a la venta de las empresas públicas, a la apertura de la economía interna hacia el comercio exterior global, y al fomento irrestricto de la entrada de las inversiones extranjeras directas en los sectores más dinámicos, como la exportación de materias primas, en particular minerales, y la agro-exportación costeña de alimentos, la banca, el turismo receptivo y otros servicios avanzados. El Gobierno de Fujimori en la década del 90, marca los inicios del neoliberalismo en el Perú. Este viraje se institucionaliza con el golpe de estado autocrático de 1992, que se trata de legitimar con la fraudulenta Constitución de 1993. Trataron de marcar la hegemonía neoliberal, con la desregulación de los mercados: laboral, cambiario, crediticio. Para imponerlo, el objetivo político del Fujimorismo fue derrotar y desmovilizar
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el movimiento político, social, sindical, que en las décadas anteriores había conquistado derechos, presencia social, soberanía, actividad estatal en la economía, descentralización y regionalización, estabilidad laboral y condiciones de empleo. Sin embargo, la ofensiva neoliberal privatista tuvo límite debido a la crisis internacional de 1997-1998, que marcó límites económicos al gobierno. La resistencia cívica democrática ciudadana, generó la crisis política del régimen, que tras la reelección del 95, pretendió un tercer gobierno de la autocracia. Ante el ascenso popular, democrático, el 2000 el dictador fugó del país, renunció por Fax y el congreso declaró su vacancia. Las fuerzas democráticas y progresistas lograron la caída del Fujimorismo.
2. La consolidación del neoliberalismo, la transición democrática y la crisis económica por la mayor desigualdad Los primeros años del siglo XXI, se dan con la brusca caída de Fujimorismo y una nueva transición a la democracia. En este periodo, las instituciones democráticas son renovadas, el Estado se moderniza, se impulsa el proceso de descentralización, con la formación de los Gobiernos Regionales; en el Estado Unitario, se desarrolla en 3 niveles de gobierno: el nacional, el regional y el local. Asimismo, los actores sociales y los movimientos reivindicativos desarrollan procesos de identidad y consolidación institucional. Sin embargo, no se logra cambiar la Constitución Autocrática del 93 y su dictadura económica neoliberal del mercado sobre el Estado y la sociedad, y tampoco se renuevan las instituciones del sistema democrático, en particular, los partidos políticos. El obstáculo mayor fue que pese a la transición a la democracia, se mantuvo el régimen constitucional privatista de la autocracia y el carácter oligopólico-mafioso plutocrático de la burguesía monopólica asociada al gran capital transnacional, y su control del Estado, de las decisiones de inversión y participación en asociaciones público privadas, y sobre todo, de sus importantes recursos presupuestales-financieros. Este carácter antinacional del poder del Estado, se traduce en que pese a las elecciones democráticas, persiste el autoritarismo y la corrupción generalizada, en lo que se ha denominado el “Estado mafioso” (título del Libro mío que publicó El Virrey el 2002, haciendo la autopsia de la Dictadura Fujimontesinista), es decir, en hacer de las reglas de la mafia las que ordenan y mandan el poder y el funcionamiento de las instituciones estatales y buena parte de la sociedad. De esta manera, la corrupción se generaliza hacia los gobiernos regionales y municipales, con festín de los fondos públicos y el poder creciente de la economía ilegal del narcotráfico.
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Otros especialistas señalan que en la estructura de la economía peruana existen tres sistemas socioeconómicos (formal, informal y delictiva) explicados parcialmente por los problemas estructurales de desempleo, debilidad del Estado, y los incentivos de la no-formalidad. La informalidad y la delictividad, han crecido desde 1980. (Francisco Durand: Socio economías informales y delictivas, Perú Hoy. .El Perú subterráneo, DESCO, Lima, 2013, pp. 19-38) Este factor político fue un poderoso elemento que favoreció la consolidación del neoliberalismo del 2000 a la fecha. Este neoliberalismo, renuncia a las políticas estatales activas, que pretendían desarrollar estructuras productivas más homogéneas, articuladas y equitativas. Mediante una débil regulación de los mercados, deja la iniciativa a poderosos grupos económicos y empresas transnacionales, reforzando desigualdades laborales y de ingresos. El Estado se refugia en el ámbito de las políticas sociales focalizadas, con limitadas iniciativas de redistribución hacia los sectores más excluidos y empobrecidos de la sociedad, negando y recortando la universalidad de los derechos sociales en toda la población. Esta consolidación del neoliberalismo peruano, se favoreció de una coyuntura internacional, de excepcional crecimiento de precios de los metales, que favoreció a la exportación de los minerales que producimos (oro, zinc, cobre, etc.). Esta alza fue posible por el incremento del consumo en los centros industriales del sistema mundo euro céntrico, así como por el impulso en las economías emergentes de plataformas de producción para la exportación, especialmente en China y otras economías asiáticas. Esta alza tuvo una intensidad y duración particular, que no se veía en años en la economía internacional, ya que desde los años 70 del siglo anterior se vivió la crisis del dólar, del petróleo, y de falta de innovaciones para enfrentar la crisis de acumulación mundial, con la caída importante de la tasa media de ganancia. La recuperación de la democracia el año 2000, permitió una mejor organización y conciencia histórica de los sectores populares y democráticos. El Estado regresa a su función de garante de algunos servicios básicos hacia la ciudadanía, mediante el aumento de la inversión y el gasto social, y el establecimiento de políticas públicas (Acuerdo Nacional), pero la estructuración productiva y la dinámica económica, de acumulación e inversión queda en manos de los poderes del capital global. La pequeña empresa, las microempresas forman la llamada economía popular, pero con productos de variada calidad, fluctuando entre la reproducción simple, y el lento crecimiento de su productividad y eficiencia.
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El modelo neo-liberal se afianza del 2000 a la fecha y maneja el presente y futuro de la economía y sociedad peruana: la combinación de economía liberal y abierta con un gobierno de corte autocrático y populista; la promoción de la inversión privada en el sector minero, en el gas y en servicios públicos; la disciplina macroeconómica impuesta por el FMI, que generó estabilidad económica con baja inflación, pero también un crecimiento con desigualdad y empleo precario, ante el cual la respuesta fueron políticas sociales compensatorias. La gobernabilidad se dio sobre la fórmula populista de política macroeconómica ortodoxa para los ricos con política social para los pobres, directamente manejada por el poder ejecutivo presidencialista. El modelo económico ha sido mantenido, incluso hasta ahora, con ligeras variantes, y buscando asentarse en un sentido común neoliberal en la población, con un fuerte individualismo, precarización del trabajo, y despolitización en relación a la defensa de sus intereses sociales. El poder de los medios de comunicación ha sido muy fuerte, el que se ha concentrado, al punto que un solo grupo económico, El Comercio, tiene bajo su mando el 80% de la prensa escrita y dos canales de TV. De esta forma, se impone extendido un sentido común neoliberal. Sin embargo, el neoliberalismo peruano tiene pies de barro. La economía nacional se hace más vulnerable a los cambios (auge y crisis) cíclicos del capitalismo global. Desde la crisis mundial de 2007-2008 y sus efectos recesivos en las economías nacionales, en el consumo e inversión, apreciamos la permanente desaceleración de la economía peruana, manifestada no sólo en la caída de los volúmenes y precio de los productos de exportación, sino, en la disminución de sus impactos en la economía domestica, en la menor importación de bienes de consumo duraderos y no duraderos; en la pérdida de poder adquisitivo de las remuneraciones y salarios; en el estancamiento del boom inmobiliario privado, así como en la caída de la inversión pública en construcción de infraestructuras. Los límites de expansión del modelo neo-liberal están en su fragilidad frente a las fluctuaciones del mercado mundial capitalista. Se vive actualmente una crisis económica nacional por la desigualdad que impone la política neoliberal con la polarización entre los ingresos provenientes del trabajo en relación a las utilidades de las grandes y medianas empresas. La crisis del sector externo, la disminución de la inversión privada, especialmente externa, se traduce rápidamente en crisis fiscal, y esta precariedad nos lleva a la necesidad de un ajuste económico. Frente a esta situación la burguesía monopólica pide reducción de impuestos, y mayor precarización laboral, por ejemplo, los empresarios solicitan que el precario régimen laboral de las agro-exportaciones, con derechos recortados a mínimos de exclusión, sea extendido a todo el mercado laboral.
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3. El neoliberalismo y la acumulación por desposesión: aspectos teóricos La historia del desarrollo capitalista de los países latinoamericanos ha sido definida primariamente por su condición de colonialidad, dependiente del sistema-mundo eurocéntrico. En este sistema económico es dominante, la ecuación capital –recursos naturales– trabajo precario, porque su integración mundial se dio a través de distintas materias primas que requería el mundo desarrollado e industrializado, ya sea recursos minerales o agropecuarios, y las formas de trabajo (industrial, servidumbre y asalariado precario). En la etapa actual del sistema capitalista-imperialista las empresas monopólicas multinacionales buscan campos de inversión para elevar la rentabilidad del capital, controlar territorios con fines geoestratégicos en el mapa de la geopolítica del poder global, y acaparar reservas de materias primas de valor estratégico. Por lo tanto en la actual competencia internacional se producen disputas en las zonas de influencias, disputas por el grado de participación en la distribución de los beneficios, las que expresan cada vez más fuertemente, en los campos político, diplomático, económico por el desarrollo tecnológico y la carrera por la búsqueda de espacios, ya sea para la extracción de los recursos-insumos como para la construcción de mercados de consumo y de acumulación. David Harvey desarrolla su propuesta de acumulación por desposesión, como rasgo distintivo de la actual etapa del sistema imperialista. Con este fin rediscute las tesis de Marx sobre la acumulación primitiva del capital, que en sus formas más clásicas se situarían en un supuesto “estado originario” o en todo caso como algo “externo” al sistema capitalista. En Marx, la acumulación “primitiva” u “original” que se produjo como un fenómeno histórico perteneciente a los albores del capitalismo occidental. Era la acumulación bajo la forma de reproducción ampliada, con un mercado consolidado en donde reina la propiedad privada y la igualdad jurídica, la separación del trabajo respecto a sus medios de reproducción social, es decir su proletarización. Todos estos factores aseguran una situación de relativa estabilidad, o equilibrios de mercado, donde este funciona eficientemente por acción de la mano invisible de las “leyes de la oferta y demanda”, y la menor injerencia del Estado, según el credo de los economistas clásicos o de los actuales neoliberales. Según Marx, dicha dinámica solo llevaría a una mayor explotación social, una mayor desigualdad y a reiteradas crisis de sobre-acumulación. Para Rosa Luxemburgo, el curso histórico del capital se nutre de dos procesos ligados orgánicamente. Por un lado, “paz, prosperidad e igualdad” que son el reino de la producción de plusvalía y del mercado de mercancías que esconden su verdadero ser de apropiación de lo ajeno, explotación y dominio de clase; y por el otro, la relación entre el capital y las formas de producción
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no capitalistas, en donde reinan –ya sin disimulo- la política colonial, la guerra, la opresión y la rapiña. En el desarrollo del capitalismo hasta la actualidad, nos señala Harvey, la acumulación basada en la depredación y la violencia sin disimulo han ido mucho más allá de sólo un estado originario o de sólo como algo exterior. Es la permanencia de esta forma de construir mercado en las zonas periféricas del sistema mundo euro céntrico, lo que se ha hecho claramente evidente en la política imperialista post segunda guerra mundial, y especialmente desde la década del setenta y ochenta del siglo XX con la crisis del Estado Benefactor y la emergencia sin tapujos, de los más arraigados principios del neoliberalismo, en la época de Thatcher y Reagan, y del inicio del capitalismo globalizado. Es así que asistimos a la continuación de los procesos de lo que se llamó la acumulación primitiva, en tanto el mercado se expande sin cesar por el mundo, hablándose incluso de nuevas formas de “cercamiento”, que implican la anulación creciente de los derechos básicos de los pueblos que aún no habían sido del todo integrados al capitalismo en proceso de mundialización. Esta “acumulación mediante desposesión” (según la denominación de David Harvey) adquiere entonces en la actualidad una evidente visibilidad, como política generalizada para mantener la acumulación de capital a escala mundial. Gran parte del mundo entonces, incluida América Latina obviamente, se reconvierte una vez más (luego de los fallidos intentos de industrialización por sustitución de importaciones y rescate de la soberanía de los ´50 y ´60 del siglo XX) por la imposición de una nueva especialización y división internacional del trabajo basada en la ventajas comparativas estáticas, como proveedor de materias primas y otros productos de escaso valor agregado. De esta manera la pugna entre las empresas transnacionales y las comunidades locales se concentran en espacios y territorios rurales para la extracción de hidrocarburos, minerales, biodiversidad y alimentos bajo fórmula de la división internacional del trabajo, enunciada oficialmente como un modelo de crecimiento abierto a los mercados globales y con aprovechamiento de las oportunidades en base a las ventajas comparativas y competitivas, para capturar por el desbocado capital financiero las “rentas estratégicas nacionales” y los limitados ingresos de una población precarizada. Esta acumulación por desposesión se promueve mediante las políticas neoliberales impulsadas por el BM, el FMI, OMC y otras organizaciones internacionales, y asume características particulares en América Latina desde los años 80 del siglo pasado. Un rasgo saltante es la reprimarización de la estructura productiva exportadora, y el desmantelamiento parcial de la base de industrialización del modelo de acumulación del capitalismo dependiente. En segundo lugar, el abandono del rol de planeamiento y gestión del Estado como garante de la soberanía nacional, para transformarse en un acompañante
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del modelo extractivista mediante la provisión de infraestructura y servicios necesarios para la producción y circulación de los productos de exportación. Otro rol importante que se impone al Estado es la mantención de la precarización del empleo, y la mantención de salarios y remuneraciones mínimos, subsidiados por la pequeña producción campesina y alimentaria, la que abastece de bienes, alimentos e insumos agropecuarios a bajos precios, mientras que recibe productos industriales, nacionales e importados, dándose un intercambio desigual campo-ciudad. Otra función importante del Estado en beneficio del modelo neoliberal es la mantención del salario mínimo y del promedio de las remuneraciones, en un nivel que fluctúa entre la canasta familiar de consumo básico y una canasta ampliada para cubrir limitadamente gastos de salud, educación especializada, así como una provisión de bienes duraderos como computadoras, electrodomésticos, vehículos de uso personal, etc. Este fenómeno social se ha denominado como el resurgimiento de la “clase media” en América Latina. Este sector social, sin embargo, carece de las capacidades técnicas y recursos como para afianzarse como un segmento social, estable, estructurado y con conciencia clara de su posición en la sociedad. Esta “clase media” aplaudida por el Banco Mundial, es más bien una precaria categoría social de ingresos y consumo, promovida por el sistema financiero, que le otorga líneas de crédito de consumo, con tasas de interés agiotistas. Es un sector social, temporal, no estructurado, e inestable frente a las fluctuaciones de la economía que elevan su vulnerabilidad para afrontar su elevado endeudamiento personal y familiar. Que sale y entra de la pobreza, en un sube y baja periódico, según los ciclos económicos, y permanente, que esconde su real condición desigual de trabajo precario sin derechos ni sostenibilidad, y vive atado a un artificial consumo sujeto al uso de tarjetas de crédito (con créditos de tasas de interés que pueden llegar al 100%) y en cualquier momento los devuelven al hoyo de la pobreza que imaginan haber abandonado, en el mar de una sociedad donde la mayoría absoluta vive en los subibajas de la precariedad del empleo y del consumo. El capital financiero internacional difunde un patrón de acumulación cuyo principal sector dinámico es el orientado hacia el comercio exterior, tanto la producción de materias primas como el sector importador de bienes de consumo, duraderos y de capital. Para este objetivo se aumenta el grado de apertura de la economía (exportaciones mas importaciones sobre producto bruto interno), se reducen casi a cero los aranceles, se dan incentivos a la inversión mediante exoneraciones tributarias y convenios de estabilidad tributaria, y se multiplican los tratados de libre comercio. Este modelo incrementa la vulnerabilidad externa de la economía, la que no cuenta con mecanismos para amortiguar los choques externos y crisis internacionales con alta fluctuación de precios. Mirado en términos histórico latinoamericanos regresa a situaciones de finales del siglo
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XIX y la primera mitad del siglo XX, pero ahora el control imperialista de colonialidad toma nuevas formas y mecanismos de explotación. Para el desarrollo del modelo neoliberal extractivista se necesita privatizar y monopolizar la infraestructura y servicios logísticos. Para empezar, la organización vial y de transporte, y también la industria y redes de energía y electricidad de uso comercial e industrial, se hace en función de los centros de producción exportadores (minas, concentradoras y refinadoras, grandes plantaciones agro-industriales, yacimientos petroleros y gasíferos, bosques para extracción maderera, plantas conserveras y productoras de harina de pescado) y se organiza alrededor de la concentración empresarial en la industria de transportes de carga, los almacenes aduaneros, y la red de puertos y aeropuertos a nivel nacional. Subordina a esta dinámica, la que se contrapone con las densidades poblacionales que forjan sistemas urbano - rurales regionales, reclamando otras condiciones de desarrollo zonal, productivo y ambiental. El modelo neoliberal extractivista y depredador necesita un factor articulador. Esta función es desempeñada por el capital financiero internacional, el que pasa a controlar el sistema financiero nacional, un oligopolio integrado por bancos, financieras, compañías de seguros, bolsa de valores, fondos privados de pensiones etc., manejado por 4 o 5 grupos económicos. Estos tentáculos nacionales del capital financiero facilitan las actividades económicas del mercado interno, del crédito a las empresas manufactureras, agrarias, de comercio minorista, pero con un perfil depredador con manejo de la especulación, y altas tasas de intereses pasivas y activas. Mediante este mecanismo se apropia de parte importante de la plusvalía y excedentes creada en los mercados nacionales. Otro mecanismo que utiliza el capital financiero internacional es la apropiación de la renta y plusvalía urbana. Mediante el control del capital inmobiliario y la gestión del uso de tierras en las ciudades, reconfigura los espacios públicos, achicándolos y privatizándolos para lograr la expansión de los centros comerciales y de servicios, así como, la especulación urbana, con el incremento del valor de la tierra y de las construcciones en la zonas residenciales y en la zonas de expansión urbana para fines residenciales, comerciales e industriales. De esta forma, el capital financiero completa su control sobre las economías emergentes, tanto en la acumulación del sector extractivo-exportador como en el mercado interno incorporado a la reproducción del capital financiero internacional.
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4. Recursos naturales, medio ambiente y capitalismo global El uso masivo, despilfarrador y la disputa global por el control de los recursos naturales es uno de los elementos más característicos de la dinámica del capitalismo global y de su lógica de acumulación. América Latina es un espacio crucial de esta disputa, por la dimensión de las reservas de recursos estratégicos que posee y por su condición histórica de ser una región exportadora de materias primas. El alto grado de vulnerabilidad y dependencia de importaciones que Estados Unidos tiene en relación a un gran número de minerales que América Latina produce, y la creciente demanda china de estos recursos, muestran que la región se debate en una disyuntiva, de seguir siendo un patio trasero de USA, o aprovechar soberanamente esta situación para desarrollar condiciones de negociación y asumir soberanamente la gestión económica y científica de los recursos minerales que posee en beneficio de su desarrollo nacional independiente. Es así que se vienen definiendo una serie diversa de recursos estratégicos. Por un lado, son aquellos que la dinámica global del capital define como recurso demandado en un momento histórico determinado; y por otro aquellos que las condiciones ecológicas regionales determinan como aptos para ser producidos o extraídos en cada lugar. El caucho, es un ejemplo histórico en la América Tropical. Más contemporáneo, la explotación de los hidrocarburos y de minerales no deja de generar conflictos socio-políticos y territoriales, donde entran en juego intereses geoestratégicos norteamericanos, capitales multinacionales de base europea y gobiernos con orientación popular-reformista. Existen importantes conflictos geopolíticos derivados por la posesión de los yacimientos de gas y petróleo en las recientes historias de Venezuela y Bolivia, más la llamada Guerra del Agua, también en Bolivia, o las más recientes disputas en torno a la potencial energía hidroeléctrica de los ríos patagónicos, muestran de forma elocuente lo central de esta cuestión. Primordial es también mencionar el proceso creciente de la soja transgénica (sojización) de América del Sur, que arrasó con ecosistemas, agro-sistemas y culturas, representa otra variante, constituyendo un recurso donde no solo se visualiza su “oportunidad” en términos de su demanda por las naciones más industrializadas (alimento de ganado y biodiesel) sino que además la aplicación de la tecnología más concentrada, que además de transgénica, depende de la empresa que es productora monopólica de semillas de la soja, de una planta anulada para producir semillas y limitada a venderse tal cual. Perú tiene importantes reservas de materias primas consideradas estratégicas para Estados Unidos como Bismuto (35% de las reservas mundiales), Oro (21%), Plomo (50%), Cadmio (53%), Molibdeno (10.5%), Zinc (58%), Estaño (68%), Selenio (31%), Plata (35%), Cobre (24%), Renio (16%), Boro (67%).
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El ser humano para subsistir debe satisfacer un conjunto de necesidades básicas como el alimento, el agua, el abrigo y la vivienda, pero estas necesidades se relacionan directamente con el desarrollo de las sociedades y los niveles de bienestar logrados. La historia del cambio medioambiental durante el siglo XX nos dice que el modelo capitalista permitió erigir una civilización basada en el consumo de combustibles fósiles, altamente especializados y ecológicamente perjudiciales. Con un régimen de trastorno ecológico incesante, nuestras actividades económicas son insostenibles, y no sabemos cuánto tiempo podemos seguir manteniéndolas o que podría ocurrir si lo hacemos. El criterio general del siglo XX fue intentar obtener el mayor partido de los recursos, hacer que la naturaleza rindiera al máximo y esperar que ocurriese lo mejor. El futuro es muy incierto. Ante la crisis ambiental global por el cambio climático se necesitan fuertes ajustes y reales políticas de cambio. Muchos de los amortiguadores ecológicos (tierras sin explotar, agua sin utilizar, espacios sin contaminar) que ayudaban a las sociedades del pasado a capear tiempos difíciles, han desaparecido. Algunas de las condiciones más complicadas van a ser probablemente (o mejor dicho, menos improbablemente) la escasez de agua dulce, los incontables efectos del calentamiento del clima y la reducción de la biodiversidad. (John R McNeill. Algo nuevo bajo el sol. Historia medioambiental del mundo en el siglo XX, Alianza Editorial 2003, pp. 26, 428, 430).
5. La desposesión del trabajo, la vida, los recursos y la cultura La versión peruana del neoliberalismo y la acumulación por desposesión no tienen como centro de acumulación la reproducción ampliada mediante la plusvalía relativa y la proletarización de la mano de obra, sino que mantiene y amplifica los regímenes laborales, precarios, temporales, inestables y sujetos a los ciclos económicos. Con el predominio del modelo de acumulación peruano en su etapa exportadora, semiindustrial y dependiente, impulsado en el periodo 1950-1990, el núcleo de empresas capitalistas fue de reducido tamaño, por la utilización de tecnologías intensivas en capital y con reducida incorporación de mano de obra, fomentando un amplio polo marginal, de empresas informales, de escasa productividad y utilización de trabajadores con salarios de sobrevivencia y limitados derechos. Ahora con el nuevo modelo de acumulación por desposesión se mantiene esta configuración productiva y de empleo. Las diferencias sustanciales se dan en los nuevos centros de acumulación dinámicos, como la minería, agro-exportación, el capital inmobiliario y la construcción, la industria manufactura, de bienes de consumo (textiles, alimentos y bebidas, mobiliario domés-
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tico), y de bienes intermedios y de capital complementarios a las actividades de exportación, servicios financieros, centros especializados de comercialización y servicios con tiendas por departamentos en las principales ciudades, servicios de telecomunicaciones y de conectividad, que demandan trabajadores con competencias y capacidades técnicas y profesionales adaptadas a tecnologías modernas. Pero este sector laboral es reducido en relación al total de la PEA ocupada. 5.1. La sobre explotación del trabajo: regímenes laborales precarios Una novedad de la acumulación por desposesión es la relación que establece con la pequeña producción, la microempresa, los profesionales y técnicos de servicios personales. Convive con la informalidad, y penetra las redes de la economía ilegal (contrabando, narcotráfico, lavado de activos) para someterlos a su control mediante el capital crediticio y comercial. La acumulación por desposesión mantiene e intensifica la utilización de los regímenes laborales especiales, que suponen la existencia de una política de promoción de un sector económico en particular, o la necesidad de adaptar la legislación general a situaciones particulares. En el caso del sector agroexportador, dicha Ley ha generado incentivos para la atracción de la gran inversión en las zonas de la costa, facilitando la concentración de tierras. Al mismo tiempo se ha constituido en un elemento que ha aumentado la diferenciación entre el denominado “agro moderno”, básicamente de agro-exportación, y el “agro tradicional” que se encuentra más orientado hacia el mercado interno y que descansa en la pequeña producción. Para facilitar las contrataciones en el sector agroexportador el régimen laboral redujo costos a los empresarios, disminuyendo los derechos a las y los trabajadores y reduciéndoles su aporte a ESSALUD del 9% al 4%. La primera situación estaría generando vacíos en el marco normativo laboral del sector, perjudicando a los trabajadores, en comparación con sus pares del régimen general. Por lo tanto, la precariedad como rasgo distintivo de la calidad del empleo, en el Perú de hoy, nadie lo puede discutir. Por el lado del acceso a la cobertura de los riesgos sociales, propios de una economía capitalista y de mercado, los trabajadores aparecen con muy bajos niveles de cobertura. Uno de cada 5 trabajadores de empresas formales trabaja en condiciones de alta precariedad –sin acceso a planes pensionarios, seguro de salud y de accidentes de trabajo- siendo esta situación focalizada
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en el sector obrero. Pero, considerando tanto asalariados como independientes, tres de cada 4 integrantes de la PEA carecen de cualquier tipo de cobertura social. En relación con la situación contractual de los trabajadores, mientras que en 1970 en Lima Metropolitana había 41 mil eventuales y 309 mil estables, en el 2006 los estables ascendían a 331 mil trabajadores pero los eventuales sumaban 1.363 millones. Si se midiera la precariedad en el empleo por la proporción de empleo informal en comparación con el empleo formal, este último sólo aparece representando el 32,2% de la PEA de Lima Metropolitana mientras el empleo informal significa el 67,8%. 5.2. Renta nacional energética minera El sector minero-energético, petrolero y gasífero es la fuente principal de obtención de ganancias del capital imperialista localizado en nuestro país. La minería representa el 40% del valor total de las exportaciones y contribuye al 15% del PBI. Las ganancias extraordinarias se producen como resultado del auge de precios internacionales de los metales, que en términos reales alcanzaron máximos históricos en 2007 y en algunos se cuadriplicaron. (CEPAL 2013: 15). El estudio CEPAL (2013) ha realizado una estimación de la participación estatal en la renta del sector minero durante 2000 y 2012. Se midió la participación del Estado a través de los ingresos fiscales y como porcentaje de la renta minera estimada. El Perú es uno de los países con mayores incrementos de la renta económica estimada, pasando del 0.4% (2000-2003), al 7.5% en 2004-2009) y 9% en 20102012. Sin embargo, los ingresos fiscales, si bien se incrementan, representando: 0.2%, a 1.5% en el periodo 2000 y 2012, estos no guardan proporción con las ganancias privadas. Puede ser importante en este caso referirnos a la situación chilena, cuyos ingresos fiscales originas en la minería, pasaron de 0.9% al 6.2%. Y la respuesta no se explica principalmente por una mayor tasa tributaria sino a la participación de CODELCO, como ente empresarial público presente en la actividad minera, que genera un tercio de la producción nacional y aporta dos tercios del incremento del ingreso fiscal. Si en Perú los ingresos fiscales (impuestos y regalías) por minería como porcentaje de la renta minera ascendieron a 15.3% en 20102012, en Chile fue de 25.9%.
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Constatamos que el régimen fiscal del sector minero no ha logrado incorporar instrumentos fiscales diseñados para capturar rentas extraordinarias en periodos de auge de precios. Otro elemento a destacar es el de los beneficios de la participación directa del Estado a través de empresas públicas o participación vía inversiones mixtas. Esta situación es análoga al caso de las rentas petroleras y gasíferas. En relación a la millonaria renta de los hidrocarburos está en disputa el aprovechamiento de las reservas de gas del Sur-andino y la petroquímica, con proyectos de más de 15 mil millones de inversión para movilizar recursos valorizados en más de 50 mil millones de dólares; así como se disputan las reservas de petróleo de la amazonía y el zócalo continental, valorizadas en más de 55 mil millones de dólares. Para una mayor participación de esta renta petrolera, muy importante en caso de petróleo, ya que si los costos de producción alcanzan un promedio de 15 dólares el barril, tenemos que el precio de venta supera los 100 dólares por barril. Por eso, en función de la soberanía energética debe ser objetivo estratégico de la empresa estatal PETROPERÚ de contribuir a maximizar la renta petrolera del Estado impulsando la integración vertical de la empresa y, de esta manera el gobierno recuperar la millonaria renta petrolera-gasífera, y dar paso a la recuperación de los lotes petroleros del zócalo noroeste y la modernización de la refinería de Talara. Un paso inicial es la asociación de Petroperú con una empresa norteamericana para explotar el lote 64 en la selva, mediante un contrato de joint venture. Las reservas petroleras del lote 64 (entregado a Petroperú por Talismán), las que están valorizadas en 5 mil millones de dólares. Se ha iniciado el proyecto de modernización y ampliación de la Refinería de Talara, lo que permitirá incrementar la capacidad de la refinería en 50% y para procesar 95,000 barriles por día, y de esta manera reducir la importación de combustibles por más de 1,450 millones de dólares anuales. La renta de hidrocarburos es muy alta por el diferencial entre el precio internacional estratégico (encima de los US$ 100 el barril), y el costo de producción (que puede variar de US$ 10 a 30 por barril). Quien controle el proceso de explotación (extracción de petróleo de los pozos) y el proceso final de comercialización de combustibles, gasolinas y GLP y, sobre todo el proceso petroquímico, se queda con lo fundamental de la ganancia (renta petrolera). En el Perú lo crucial es que, además de las necesidades del mercado mundial, se debe incrementar las reservas y procesos tecnológicos posibilitando que la nación
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alcance seguridad energética y diversificación de la oferta para el cambio de la matriz energética nacional, y que asimismo, pueda recuperar y ampliar la renta de hidrocarburos, mediante la integración vertical de Petroperú (extracción de petróleo, refinación y comercialización mediante red de estaciones de servicio) y el desarrollo petroquímico del gas (etano ,metano) de gran rentabilidad mediante la creación de un polo petroquímico y termoeléctrico en la macro región Sur. Se puede producir gran cantidad de polietileno y de urea y fertilizantes para el mercado peruano y exportaciones (Colombia, Ecuador, Chile, etc.). Respecto al negocio gasífero. El Perú tenía en gas reservas por 11 TCF y las ha incrementado de 5 a 10 TCF más. Se calcula un potencial de 40 TCF en Camisea. El Consorcio Camisea está dominado por TECHINT-PLUSPETROL-REPSOLSHELL, teniendo a Pedro Pablo Kuczynski, miembro del Directorio de la empresa Techint, como su principal lobbysta. Este grupo controla el Gasoducto Central, las exportaciones de gas y líquidos, y el mercado cautivo de 6 millones de usuarios de balones de gas licuado (GLP). Pretende tener el Monopolio de la actividad y expandirse a otras áreas. El Consorcio Camisea, en menos de una década, ya ha recuperado íntegramente su inversión de US$ 3,500 millones del ducto central y las plantas asociadas. (Eleodoro Mayorga Alba: Camisea. Gas, la energía que cambio al país, Lima Julio de 2012). Tiene fabulosas ganancias por la exportación del gas de Camisea, cuyo contrato a México estaba estimado en 9 mil millones de dólares; habiendo subido el gas en su precio en el mercado mundial de $4 a $10.5 el MM BTU. El Perú tiene reservas probadas en petróleo por más de 140 millones de barriles en la costa Norte valorizadas en 15 mil millones de dólares, que con las nuevas tecnologías pueden incrementarse rápidamente a más de 20 mil millones. 5.3. Renta pesquera anchoveta La política neoliberal de los años 90 ha mantenido al sector pesquero como una fuente de ganancias monopólicas; pero es un sector no dinámico, sin inversiones significativas, ni diferenciación de su producción, capturando el mercado nacional, Solo se captura el recurso marino, no se le da mucho valor agregado, y se obtiene ganancias por la subida de la demanda internacional.
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La contribución del sector pesca a la recaudación fiscal ha sido mínima, según datos de SUNAT fue menor del 1% del total de ingresos tributarios recaudados en el periodo 2005-2011, pese a que la renta pesquera es alta, (alrededor del 13.5% de precio por TM de harina de pescado. La exportación de harina de pescado y congelados de distintas especies de consumo humano directo (como la pota, merluza, caballa, sardina, atún) se destina a los mercados externos (China y Alemania para harina de pescado; aceite de pescado a Dinamarca, Chile, Bélgica; congelados a China y España).. El país produce aproximadamente el 30% de la harina de pescado mundial. Es la segunda actividad de exportación, luego de la minería. Sin embargo, para el nuevo modelo de acumulación neoliberal extractivista el sector pesca ocupa un lugar secundario. Durante el periodo 2001-2011, es el sector que registro la menor tasa de crecimiento (4.1% por año). Además, las variaciones en su valor exportado se explican, más por la variación de los precios, más no en el volumen. El mar peruano es la parte más occidental de territorio peruano, muy rico en especies hidrobiológicas debido a la existencia de importantes zonas de afloramiento de aguas y de su alta productividad en el Pacífico Sur. Esta condición permite el desarrollo en grandes volúmenes de numerosas especies de peces. La zona de mayor producción primaria es la que está influenciada por la corriente peruana, que cubre casi todo nuestro mar territorial. Desde finales de la década de 1950, la especie más utilizada por la industria es la anchoveta, que representa cerca del 8% de las capturas mundiales. Durante la década de los ´70 esta actividad pesquera, se cuadriplico de 3.5 a 12 millones de toneladas, y puso en peligro de extinción a este recurso. En la actualidad, el promedio de extracción es de unas 7.5 toneladas por año. Sin embargo, la pesca tiene otros destinos y mercados, la producción para consumo humano directo e indirecto, la que según la escala de extracción y el equipamiento utilizado, se puede clasificar como artesanal o industrial. La pesca artesanal se desarrolla sobre la base de unas 200 caletas pesqueras, a lo largo del litoral, utilizan embarcaciones, instalaciones y técnicas simples. La pesca industrial, se caracteriza por sus grandes volúmenes y alta selectividad de especies, que son después procesadas, en la actualidad son complejos industriales, que poseen su propia flota de captura. Utilizan tecnologías sofisticadas de navega-
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ción, detección y captura. En la actualidad existen más de 150 fábricas procesadoras de harina de pescado, 87 de congelados, 85 de enlatados y 17 de curados. Sus perspectivas hacia el futuro derivan de las limitaciones naturales impuestas al crecimiento del volumen que podrá producir el sector; siendo la variable dinámica las fluctuaciones de los precios que muestran tendencia al crecimiento a nivel mundial por la demanda creciente de la población. Pero es necesario reforzar la institucionalidad, debilitada y con prácticas corruptas, además, se necesitan reforzar las actividades de monitoreo, investigación, supervisión y control adecuado por parte del estado. Para detectar por ejemplo la pesca ilegal o pesca negra, o el cumplimiento de los derechos de pesca o cuotas. (Carlos Eduardo Paredes: Atrapados en la Red ¿La Reforma y el futuro de la pesca en el Perú? USMP, pp. 191-192). Este incremento en los precios impacta positivamente en las rentas pesqueras, por lo que es necesario una adecuada regulación sobre la presión a la biomasa, para evitar situaciones críticas en el sector. 5.4. Capital inmobiliario y Plusvalía urbana En la actualidad asistimos al crecimiento del capital inmobiliario, con la presencia de empresas constructoras, nacionales y extranjeras, con múltiples oportunidades para inversiones en la infraestructura y servicios del sector exportador, minero, petrolero y gasífero, y la atención al crecimiento de las ciudades, sus servicios comerciales, y viviendas multifamiliares. El neoliberalismo y la acumulación por desposesión ha “creado” este sector empresarial, el que combina la especulación territorial y la modernización urbana. Se presenta como el Boom inmobiliario, con una manipulación de la oferta y demanda de terrenos urbanos, expresada en un incremento muy veloz del precio de las propiedades. Este sector empresarial ha crecido, gracias a su imbricación con el capital financiero, y el financiamiento público de infraestructuras logísticas y de servicios sociales. Esto permitió abrir líneas de financiamiento de viviendas, de hasta 25 años (crédito hipotecario). Pero como detallamos más adelante, los grupos económicos nacionales, concentrados y vinculados entre sí en 4 o 5 grandes grupos económicos articulados por las finanzas están presentes en la minería, la gran industria, el comercio importador, los servicios urbanos, han encontrado una fuente adicional de obtención de ganancias, en forma de plusvalía urbana. El sector inmobiliario,
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productor e importador de materiales de construcción y servicios de ingeniería se enlaza con los grupos económicos, con la participación activa de bancos e instituciones financieras. En 2012 el sector construcción fue protagonista importante –nuevamente– de la producción nacional. De acuerdo a cifras oficiales, el rubro registró un avance de 15,17%, cifra impulsada por el mayor consumo interno de cemento y el aumento de la inversión en el avance físico de obras. El sector representó el 14,1% del PIB en 2012 al totalizar una producción de S/.16.837 millones en ese año. Las proyecciones para el rubro son bastante saludables. Según el Fondo Mi Vivienda (FMV), este crecerá 15% anual hasta 2016. ¿La razón? Según esa entidad, el principal motivo del dinamismo será la demanda de vivienda insatisfecha. Asimismo, de acuerdo al Fondo Mi Vivienda FMV, la construcción crecerá 15% anual hacia 2016.
6. El poder financiero lobbysta plutocrático: Poder económico del capital financiero concentrado por 4 bancos El capital financiero es el eje impulsor del nuevo imperialismo, la economía extractiva y la acumulación por desposesión en la economía peruana. Desde inicios de la reforma estructural del neo-liberalismo en los años 90, se abrió la inversión extranjera en la banca, otras instituciones financieras, mercado de capitales y bolsa de valores de Lima, Las reformas neo-liberales en el sistema bancario condijeron a su monopolización. En el periodo 1997-2006., el número de bancos se redujo de 25 a 11 instituciones. Los cuatro principales bancos (Crédito, Continental, Scotiabank e Interbank) manejan más del 80% de los depósitos y colocaciones. Un estudio especializado sobre la concentración bancaria en el Perú indica que los coeficientes de concentración son muy elevados, y si se aplicaran los coeficientes establecidos en la regulación de Chile y Estados Unidos, la banca peruana seria materia de intervención anti-monopolista. El impacto inmediato se da sobre el manejo del mercado crediticio, y el manejo de las tasas de interés, en una situación que dista mucho de un mercado en competencia perfecta, (Hernán Garrido-Lecca. Concentración Bancaria en el Perú, Fondo Editorial de la Universidad San Martín de Porres, Lima 2008, p. 78). Así este sector financiero, actúa como grupo monopolista y maneja arbitrariamente el mercado del dinero, el crédito y la fijación de las tasas interés. En nombre del riesgo de
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las personas y unidades productivas se fijan tasas de interés, muy desiguales, con tasas de interés, bajas, según la tasa libor, mientras que las tasas para las pequeñas y medianas empresas es cinco o más veces superior. Un caso escandaloso son las tasas de los créditos de consumo, préstamos personales directos o mediante tarjetas de crédito, que lleguen a ser de 70 a 100 por ciento sobre el crédito efectivo otorgado. En un reciente estudio sobre la oferta de servicios financieros accesibles, elaborado por ONUDI se realiza diagnóstico sobre el sistema financiero peruano. • Existe en Perú una situación de alta concentración de la oferta de productos financieros, sobre todo de crédito, en pocas entidades financieras, dirigida principalmente a las corporaciones, grandes empresas y créditos de consumo, focalizadas en las regiones Lima Metropolitana y Callao. • En los últimos 10 años es notorio el avance de las Instituciones Financieras Intermediarias (IFIS) de micro finanzas (constituidas por instituciones financieras no bancarias y MI BANCO) incrementado su participación en la masa crediticia del país, principalmente para Mypes, en mercados fuera de Lima y áreas rurales, incorporando a emprendedores. Tienen enfoques en pro de un sistema financiero inclusivo en la filosofía y conducción política de sus instituciones, incluyendo, además, innovaciones tecnológicas en la gestión y desarrollo de sus productos, para asegurar su sostenibilidad. Estas IFIS están por ser adquiridas por los grandes bancos. • La otra gran asimetría del mercado financiero peruano se presenta en los grandes diferenciales de tasas de interés: no sólo entre activa y pasiva, que reduce el peso de la intermediación financiera en el ciclo ahorro-inversión, sino sobre todo en los niveles de tasas de interés con que obtienen crédito las grandes unidades económicas (desde 5.5% anual) frente a lo que pagan las MYPE (de 33% a 80% anual), es decir no menos de 6 a 15 veces más •
En el Perú, todas las IFIs, especialmente los bancos asumen como determinante “técnico” del cálculo de riesgo al tamaño de la unidad económica o su patrimonio; de un lado están las corporaciones y grandes empresas y, de otro, las MYPE, de tal manera que se convierte en un estigma el hecho de ser pequeño, para que automáticamente sea causal de imponerles muy altas tasas de interés. La fundamentación del riesgo es rígida antes que racional y objetiva, la cual podría ser evaluable con criterios realmente técnicos, tal como sucede en otros países donde existe una tasa básica, tipo “prime rate”, y el riesgo se expresa en el “spread” el cual es evaluable de acuerdo al comportamiento crediticio y los fundamentos económicos del agente
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económico. Esa falta de criterios técnicos que da lugar a altas tasas de interés, para las MYPE y para la mayoría de la sociedad, • Es importante propiciar programas y estrategias de soporte a las IFIs desde las instituciones financieras del Estado (Banco de la Nación, COFIDE, AGROBANCO) como banca de segundo piso, con fondos de costo cercano a la tasa interbancaria, que propugne mejores condiciones crediticias, especialmente para crédito de inversión. Esto no rompe la subsidiariedad del Estado sino que lo ubica como facilitador de recursos en condiciones de mercado alineadas con las prioridades nacionales y refuerza las “buenas prácticas de gestión” de las entidades financieras, basadas en la adecuada calificación del sujeto de crédito, sin importar el tamaño del usuario final. • Para efectos de inducir a la reducción de las tasas de interés, especialmente para las MYPE, sin romper los criterios de mercado, se debe promover la cultura de tasas básicas de interés, sustentadas en la tasa de interés interbancaria, como expresión real del costo del dinero, estableciendo rangos máximos de “spread” que pueden disminuir de acuerdo a la reducción de los riesgos y la mejora de los resultados. • Impulsar a las Mypes, como clientes con potenciales menores riesgos, las cuales mejoran sus niveles tecnológicos, la estandarización de la calidad, accesos a mercados, concertaciones comerciales, etc., fortaleciendo su cadena de valor, en busca de su sostenibilidad. Proponer sinergias entre la prestación de servicios financieros con los no financieros, los cuales tienen una interdependencia concomitante. Distintos estudios recientes nos describen la realidad de los créditos de consumo personal, así entre 2014/2013 el préstamo de consumo promedio subió a S/. 7,282 nuevos soles debido a la agresiva oferta de líneas paralelas en las tarjetas de crédito. Las personas, por lo común, sin contar una mínima cultura financiera, proceden al uso indiscriminado de estas tarjetas crediticias para adquirir sus bienes, hasta los de primera necesidad como comida y productos en general. Otra opción de mucho costo es la disposición en efectivo, mediante el uso de estas tarjetas en los cajeros automáticos. Los signos de desaceleración de la economía está afectando la capacidad de pago de los prestatarios, por lo que la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) está señalando la elevación de la morosidad durante el último año.
7. Perú: neoliberalismo y acumulación por desposesión y desafíos nacionales El desarrollo integral del Perú como Nación soberana requiere superar el neoliberalismo y su acumulación por desposesión, Su persistencia y continuidad nos lleva a una
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crisis que afecta a la configuración básica de la propia nación. Diversos aspectos lo demuestran. Para hacer frente, son necesarias políticas públicas, basadas en el Proyecto de Nación Integral y de la República de Ciudadanos. Entre sus principales elementos, están los siguientes. 7.1 Nueva Ecuación tierra/población/agua/producción, como desafío civilizatorio de ampliación de capacidades productivas básicas ante el Cambio Climático Como hemos señalado, la economía internacional basada en una organización productiva de alto consumo y despilfarro de recursos naturales, ha impactado intensamente sobre los equilibrios e intercambio generando un cambio medioambiental que pone en riesgo de colapso los sistemas ecológicos, el agua, el aire, el suelo y la biosfera de la Tierra. a. Vivimos un cambio climático de consecuencias de cambio civilizatorio por el calentamiento global. La Comisión Global de Economía y el Clima ha presentado a las Naciones Unidas (septiembre 2014) un documento titulado La Nueva Economía Climática, donde se detalla cómo los países pueden reducir los riesgos del cambio climático y alcanzar un grado resiliente e inclusivo, que permitan restaurar y proteger los entornos naturales en todo el mundo. Tenemos que proteger el medio ambiente, los alimentos, los bosques, lograr el consumo responsable de la población mundial. El rápido crecimiento de la población global, la urbanización, el aumento de ingresos y limitación de recursos, están ejerciendo una enorme presión en la tierra y recursos hídricos en la agricultura y bosques, que son cruciales para la seguridad y la subsistencia. Casi un cuarto de las tierras agrícolas del mundo se encuentran gravemente degradadas y los bosques continúan siendo talados para madera y carbón, y para el uso de la tierra para cultivo y pastoreo. Los servicios de ecosistemas claves están siendo amenazados y la base de recursos naturales se está volviendo menos productiva. Al mismo tiempo, el cambio climático está planteando enormes retos, incrementando tanto el riesgo de inundaciones como de sequías en muchos lugares, y alterando los sistemas hidrológicos y patrones estacionales climáticos. Es urgente lograr mejor energía limpia y sostenible. El uso de la energía global ha crecido en más del 50% desde 1990, y debe seguir creciendo para respaldar el desarrollo sostenible. Una cuarta parte de la demanda energética actual se generó en sólo la última década. Desde el año 2000, todo el crecimiento neto se dio en países
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no miembros de la OCDE, más de la mitad sólo en China. El futuro es ahora más incierto, ya que las proyecciones muestran una expansión de la demanda energética global de 20% a 35% durante los próximos 15 años. La OCDE ha proyectado que si las tendencias actuales continúan y la población global crece de 7 mil millones en 2010 a más de 9 mil millones en 2050, el consumo per cápita se incrementara en más del triple, de unos US$ 6,600 a US$ 19,700 anuales, y el PBI se cuadriplicara, requiriendo 80% más de energía. El crecimiento sostenido a esa escala solo puede ser posible con modelos de negocios, productos y medios radicalmente nuevos que incluyan el uso de fuentes alternativas de energía (solar, eólica) y el uso de tecnología con baja emisión de carbono y eficiencia energética. Es indispensable la transformación de los sistemas actuales de energía global, agricultura y ciudades. b. Para diagnosticar la oferta ambiental que en nuestro país ofrece el ecosistema, tenemos que referirnos a cuatro factores que determinan una impresionante diversidad biológica y constituyen Potenciales Civilizatorios del Perú: • La latitud, en donde la cercanía al Ecuador implica mayor humedad, temperaturas más altas y estabilidad climática que favorece la gran diversidad en formas de vida. • La andinidad altitudinal, de la cordillera de los andes, cuya orientación Nortesur implica una variación latitudinal de importantes factores ambientales como altitud y temperatura que contribuyen a generar mayor diversidad ambiental en espacios entrelazados. • La condición de Oceanidad, por la cual la Corriente Peruana enfría gran parte del mar, influyendo en los ecosistemas terrestres adyacentes a la franja litoral y generando un complejo proceso climático que impide la caída del aire húmedo del mar en forma de lluvias. Se originan así los desiertos, los bosques secos de la costa Norte y los pisos ecológicos de la cordillera occidental. Y se influye en el bosque tropical amazónico. • Además de la diversidad biológica el país incluye en su oferta ambiental recursos minerales, energéticos, paisajísticos y turístico-recreativos. (Hildegardo Córdova: El Perú y sus recursos. Una mirada desde la Geografía Económica. ANR, Lima Agosto 2009, p. 45). • La transversalidad, que integra en sistemas ambientales: el mar, la cordillera, la Amazonía, existiendo condiciones de intercambio y habitabilidad por las poblaciones.
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El perfil medioambiental peruano tiene varias ventajas. Un gran potencial en recursos hídricos, sobre todo en la vertiente Atlántica, contando con el 5% del agua de todo el planeta. Un gran potencial forestal, el 65% de nuestro territorio es netamente forestal. Un territorio privilegiado en reservas de minerales (metálicos y no metálicos). Una variedad climática y altitudinal que favorece el desarrollo de una diversidad de ecosistemas, con especies biológicas y recursos genéticos de interés mundial. Un gran potencial de recursos turísticos, culturales e históricos. En cuanto a las desventajas tenemos varios aspectos que deben ser adecuadamente afrontadas desde nuestra base civilizatoria andina. La topografía de los Andes, con cañones y laderas muy empinadas que dificultan los usos del suelo en gran escala, pero generan los mosaicos de ecosistemas complementarios entrelazados, nuestra diversidad civilizatoria fundamental. Esta situación también impacta en costos y densidades de las redes de comunicación terrestre. El agua es escasa en la costa, donde se ubica el 45% de la población, mientras que en la selva abunda pero habita allí el 12% de la población. Un 40% de los suelos agrícolas está afectado por procesos de desalinización y mal drenaje. Además hay crecidas anuales de los ríos en verano, y se da de manera regular el fenómeno de El Niño afectando las tierras ribereñas. En la sierra un 60% de los suelos agropecuarios están afectados por procesos de erosión causados por abandono de los andenes y la falta de técnicas de manejos, lo que reduce las áreas de cultivos y propicia la destrucción de cobertura vegetal en las laderas. En la amazonía hay un número importante de tierras en estado de abandono por perdida de la fertilidad y la erosión. (Hildegardo Córdova: El Perú y sus recursos, pp. 60-62). c. El Informe sobre Desarrollo Humano-Perú 2013. Cambio Climático y Territorio del PNUD nos proporciona un análisis sobre nuestra realidad nacional. En los últimos años, eventos de extrema intensidad han abatido distintas regiones del país: la cota más alta registrada en el río Amazonas inundó la ciudad de Iquitos en abril del 2012; la crecida más grande registrada en el río Rímac amenazó la capital en diciembre del mismo año; la lluvia más intensa y prolongada registrada en Arequipa afectó seriamente la ciudad en febrero del 2013; y, hace muy poco, una nevada sin precedentes acumuló durante 48 horas un metro y medio de nieve en la provincia de Carabaya (Puno) y otras zonas del Sur andino. El cambio climático es la raíz de una crisis humana actual, no del futuro lejano. Entre 1880 y 2012, la temperatura promedio global aumentó 0,8°C debido a la in-
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tensificación del efecto invernadero. Para el año 2100 la temperatura media podría incrementarse, según el escenario menos desfavorable, en 0,3°C; y en un escenario extremo, hasta en 4,8°C. Esto podría provocar escenarios catastróficos e impredecibles para la humanidad. Los conocimientos acumulados hasta hoy sobre el cambio climático –dice PNUD Perú - permiten suponer razonablemente que es posible que se produzca un escenario en el que los trastornos del clima, derivados del incesante calentamiento global, puedan alcanzar una dimensión capaz de detener y revertir el progreso económico y social del Perú. En el Perú, la temperatura en los Andes aumentó alrededor de 0,7°C entre 1939 y 2006. En un escenario de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) altas. Al finalizar el siglo XXI se produciría un calentamiento considerable de 5°C a 6°C en muchas partes de los Andes, y los mayores aumentos sucederían en los puntos más elevados de la cordillera Blanca. Se estima que para el año 2050, incrementos de 2°C en la temperatura máxima y de 20% en la variabilidad de las precipitaciones generarían una caída promedio en la tasa de crecimiento anual de 0,67%, según el Banco Central de Reserva (BCR). Si no se toman medidas adecuadas al respecto, el PBI de 2050 será entre 20% y 23,4% menor del que se lograría en un escenario sin cambio climático. Según el PNUD existen tres ejes principales de políticas que deberían aplicarse transversalmente para lograr mejoras. El primero es la información e investigación, pues para poder predecir y mitigar los efectos del cambio climático, son necesarios estudios adecuados a la diversidad de climas, pisos ecológicos y condiciones socioeconómicas que caracterizan al territorio nacional. El segundo es la construcción de una institucionalidad estatal con capacidad de gestión territorial y articulación transversal para enfrentar los retos del cambio climático. Finalmente, se requiere un soporte financiero y presupuestal para implementar las políticas planteadas en materia de adaptación y mitigación del cambio climático. d. Luego de una evaluación del clima en los últimos 42 años, el estudio del MINAM que contiene la “Segunda Comunicación Nacional del Perú a la Convención Marco de las NN.UU. sobre el Cambio Climático 2010”, de Junio 2010, hace un estimado de las proyecciones del clima al futuro, que es importante tener en cuenta.
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Asume un escenario de alta emisión (A2) y una media de 10 años (2015-2035) para proyectar el clima del 2030. Los resultados al 2030 para las temperaturas máximas indican que la mayor variación seria de +1.6 grados C, en regiones andinas y selva Norte, mientras que en la costa central/sur y selva Sur no presentaría mayor variación con relación a la climatología actual. El Informe señala que el Perú es un país altamente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático, pues presenta cuatro de las cinco características de la vulnerabilidad reconocidas internacionalmente. Se hace más grave si se considera singularidades del país que enumera: “continua crecimiento poblacional y ocupación económica del territorio, con persistencia de pobreza, ecosistemas amenazados, glaciares tropicales en reducción, problemas de distribución de recursos hídricos por su geografía diversa mayormente agreste, y actividades económicas altamente dependientes del clima. Los escenarios que prevé son los siguientes: • La precipitación presentaría incremento y disminuciones significativas distribuidas en forma localizada en todo el país. • En la costa y sierra Norte, parte de la sierra central y selva Sur, se registrarían incrementos de la precipitación de hasta el 20% y disminuciones también de hasta 20% en la selva Norte y parte de la sierra central y Sur. • Las lluvias extremas estimadas mostrarían un probable decrecimiento en los próximos 30 años en gran parte del territorio. • Con respecto a las temperaturas extremas, se esperaría mayormente un incremento en gran parte del país, tanto en la mínima como en la máxima. El incremento de la temperatura máxima llegaría hasta 16 grados C en promedio (9.53 Grados C por década) mientras que para la mínima el mayor incremento alcanzaría 1.4 Grados C (0.47 Grados C por década) • Los mayores incrementos de las temperaturas se presentarían en la costa y sierra Norte, en la selva norte y en la sierra central y Sur del país • Regiones como la costa central-sur y la selva Sur no mostrarían mayores cambios hacia el 2030 con respecto a las temperaturas extremas. • Se proyecta que hasta el año 2020 se presentaría al menos un evento El Niño similar al de gran magnitud de los años 1982/83.
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e. El Perú está incluido entre los 10 países más vulnerables del mundo al cambio climático, según Tyndalll Centre, 2004. No es suficiente la mitigación ni las políticas de adaptación. Es necesario tomar en cuenta que somos uno de los países del planeta en el cual los efectos del cambio climático, por las condiciones específicas de recursos de biodiversidad y desigualdades territoriales y socio-económicas estructurales, hacen imperativo en el corto plazo un cambio civilizatorio en la capacidad productiva de la nación, que la proyecte con sus potencialidades históricas fundamentales. Este desafío se aprecia claramente en los siguientes aspectos que el Informe registra: • Las emergencias por fenómenos hidrometeorológicos se han incrementado más de seis veces desde 1997 al 2006, y es probable una intensificación de El Niño, para lo cual no está preparado el país y las regiones afectadas. • Para el 2030 la temperatura mínima del aire aumentaría en el país entre 0.4 y 1.4 GC, en especial en el sector de la costa y selva Norte y sector central y parte del sector surandino. • Las precipitaciones anuales mostrarían deficiencias mayormente en la sierra entre -10% y -20%, y en la selva Norte y central (selva alta) en hasta -10%; los incrementos más importantes se darían en la costa norte y selva Sur entre +10% a +20%. • En la costa Norte el incremento del nivel del mar seria de aproximadamente entre 60 a 81 centímetros para los próximos 100 años, lo que afectara a las poblaciones, actividades económicas, crecimiento urbano y asentamiento poblacional principal en el país. • Pese a poseer el 71% de los glaciares tropicales del mundo, ya se ha perdido los últimos 30 años el 22% de la superficie glaciar, perdiéndose más de 12,000 millones de metros cúbicos de agua. En los próximos 10 años podrían desaparecer todos los glaciares por debajo de los 5 mil metros. De esta forma, la disponibilidad hídrica en la vertiente Pacífico disminuirá en 6% (salvo el extremo Norte), afectando la costa donde está ubicada el 80% de la población peruana y los principales tierras irrigadas con agua canalizada desde las altas vertientes andinas. • Se acentuara los problemas de una distribución del recurso hídrico limitada en la costa donde hay más población, errática y polarizada y restringida en la zona de alta potencialidad pero sin fuentes de almacenamiento y sistemas de riego, y en la amazonía será abundante pero con variaciones sustantivas entre los periodos
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de altas y bajas, afectando al bosque amazónico incrementado la tendencia a la deforestación y perdida de los bancos genéticos de biodiversidad. f. El Perú está entre los 10 países más megadiversos del mundo, pues presenta más del 70% de la biodiversidad del planeta y alberga 27 de los 32 climas del mundo. Pese a que es nuestra riqueza estratégica más importante, hasta la fecha no se ha realizado el estudio de los impactos del cambio climático en los principales ecosistemas, y la biodiversidad, pero es evidente el serio y gran impacto que tendrá en la propia biodiversidad y su relación con la producción, sistemas y servicios ambientales. El Perú, ante los efectos del cambio climático que requieren políticas más sustantivas que la mitigación y adaptación, transformando las capacidades productivas de la nación. El Informe nacional para la COP20 señala sus impactos principales ante los que debe ampliarse la capacidad productiva nacional y el uso de las tecnologías más avanzadas. Somos uno de los 4 países del mundo más afectados por el cambio climático. Por los impactos previstos, no se requiere solo una política de mitigación, ni tampoco solo de repuesta adaptativa a ellos. Es indudable que no corresponde que a través de las políticas públicas se evite el cambio climático. Y también es cierto que instrumentos claves, como el del reemplazo del uso de combustibles fósiles por otras fuentes sustentables de energía, es una medida que solo puede ser lograda por el esfuerzo conjunto de la humanidad. Pero por nuestra situación de altísima vulnerabilidad que afecta sustantivamente a la Nación, el Perú requiere transformaciones estratégicas. La gravedad del cambio climático para el Perú, obliga a que deba asumirse un proyecto de nación que incorpore un salto decisivo en la ampliación de las capacidades productivas básicas de la nación, que empiece de inmediato y sea llevado a cabo en forma persistente hasta el Bicentenario, como etapa básica. Uno de sus componentes decisivos es una nueva articulación entre la ecuación tierra/población/ agua/producción, a partir de un cambio sustantivo en la capacidad productiva de la nación en la nueva ecuación Tierra / población/ agua/ producción. Nuestros desafíos estratégicos son: • Respuesta al cambio del ciclo hidrológico nacional. En los próximos 20 años desparecerán los nevados andinos debajo de los 5,000 m.s.n.m. y el clima será más extremo. Se requieren nuevas fuentes de reserva de agua construidas por la
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sociedad, así como políticas de uso de suelos en las laderas y planicies andinas con climas más intenso y contrastados de lluvia y sol, políticas adecuadas sostenibles de impulso a las centrales hidroeléctricas en las cordilleras, y la recuperación masiva de los andenes andinos que son mecanismos para ampliar el riego y el suelo agrícola. • Subirá el nivel de los mares en la costa así como la napa freática costera será afectada por la intrusión de aguas saladas, por lo que debe normarse las construcciones y habilitaciones urbanas e industriales costeras, la recarga de la de los proyectos de irrigación costera, las actividades de la pesca costera y promocionar la acuicultura en el mar, los ríos y los lagos. • Se afectará el régimen de nubosidad en las reservas genéticas y de cursos hídricos en la amazonía, por lo que es indispensable políticas para la afirmación de los boques y la biodiversidad en base a la alianza estratégica del estado nacional con las comunidades nativas amazónicas y las sociedades regionales, utilizando las más avanzadas tecnologías de gestión de la biodiversidad y recuperación de las sabidurías ancestrales y afianzando las áreas naturales protegidas. • Cambios en el uso de las fuentes de energía y sus impactos. Es decisivo cambiar hacia una matriz energética sustentable limpia y segura, ampliando el uso de centrales hidroeléctricas adecuadas y otras fuentes de energía renovables (solar, eólicos, etc.). Garantizar y ampliar las reservas de gas como fuente nacional de energía limpia y fuente para la petroquímica del etano y metano que industrialice las producciones regionales y mejore la productividad de las tierras con adecuados fertilizantes. Ampliar la mayor extracción de petróleo en condiciones sustentables adecuadas y participativas. Las políticas al respecto están desarrolladas en los capítulos 12 y 15 del presente libro. • Mejorar sustantivamente las tecnologías de gestión del agua y de productividad en las actividades agropecuarias, promoviendo conglomerados productivos que afiancen la biodiversidad y garanticen la producción alimentaria nacional, fortaleciendo las capacidades productivas de la economía rural familiar, pequeña y comunal. • Resolver una nueva relación de la pesca industrial con la alimentación nacional, con sistemas de pesca adecuados, tecnologías de acuicultura en mar, ríos y lagos, y sistemas industriales de transformación industrial de la pesca, basado en la anchoveta y otras especies, una de las principales de la alimentación nacional.
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7.2 Bases de sistemas productivos: productividad y tecnología El nuevo imperialismo con su acumulación por desposesión, produce un desarrollo altamente desigual entre los sectores y ramas productivas de la economía peruana. Por un lado, están los sectores minero, petrolero, agrícola, la gran industria, de bienes de consumo y capital, las finanzas y los servicios avanzados, en los que se desarrolla la reproducción ampliada y la acumulación, mediante el cambio tecnológico y el incremento de la plusvalía relativa de la composición orgánica de capital. Por otro lado, tenemos la microempresa y la pequeña producción agropecuaria, manufacturera, de comercialización y servicios personales que se mueve entre la informalidad, la tecnología tradicional, la sobreexplotación laboral y la atención a mercados locales y regionales. No estamos hablando de una economía dualista sino de una economía articulada, en formas diversas, por el capital financiero y la acumulación por desposesión con sus mecanismos de extracción de excedentes vía comercialización y el crédito. La CEPAL (2010) en su estudio “La Hora de la Igualdad” realiza un diagnóstico sobre la heterogeneidad estructural y las brechas de productividad en América Latina. En las economías latinoamericanas muestran dos rasgos característicos: el rezago relativo o brecha externa, y la brecha interna sobre las diferencias de productividad entre los distintos sectores de la economía. La brecha externa se refiere a las asimetrías en las capacidades tecnológicas con respecto a la frontera internacional. La velocidad con que las economías innovan y difunden tecnología en su tejido productivo supera la rapidez con que los países de América Latina son capaces de absorber, imitar, adaptar e innovar a partir de las mejores prácticas internacionales. a. Asociatividad, Trabajo Productivo, Innovación: Bases del salto en productividad La brecha interna se refiere a las notorias diferencias de productividad que existen entre los distintos sectores y dentro de cada uno de ellos, así como entre las empresas de cada país, que son muy superiores a las que se observan en los países desarrollados. Esto se denomina heterogeneidad estructural y denota marcadas asimetrías entre segmentos de empresas y trabajadores, que se combinan con la concentración del empleo en estratos de muy baja productividad relativa. (CEPAL (2010): La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir, p. 91).
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Asimismo, la profunda desigualdad social en las sociedades latinoamericanas se explica por la existencia de desigualdad en la calidad y productividad de los puestos de trabajo en y entre los distintos sectores de la actividad económica, con rendimientos muy desiguales entre los trabajadores. La característica predominante de la economía peruana es la severa heterogeneidad productiva lo que significa una alta presencia de empleo informal y gran variación del nivel de productividad de los distintos sectores económicos y territorios. De conformidad con un informe de la OECD (2011), la micro y pequeña empresa representa cerca del 99% de todos los negocios privados formales, con 88% del empleo y 41% del PBI generado por las empresas privadas. En cambio, 800 grandes empresas y aproximadamente un centenar de empresas de mediano tamaño, dan cuenta únicamente del 1% del empleo agregado y del 58.5% de contribución al PBI nacional. El 24.7% de los peruanos vive en áreas rurales, y en estas áreas la población pobre supera el 65%, mientras los pobres extremos representan el 40.6%. El 11.6% del área geográfica del país corresponde a la costa, el 28.1% a la sierra y el 60.3% a la selva. La costa concentra el 52% de la población (29% en la capital, Lima Metropolitana, y 23% en el resto de la costa), un 35% vive en la sierra y un 13% en la selva. Cerca del 46% del PBI se genera en el departamento de Lima. En Arequipa, La Libertad, Piura, Ancash e Ica se produce el 20% del PBI. El 53% de la producción manufacturera, el 47% de la producción de servicios gubernamentales, el 45.5% de la producción de la industria de la construcción y el 67% de la producción de otros servicios se concentran en el departamento de Lima. El aparato productivo es tecnológicamente heterogéneo y desarticulado. La minería no está articulada a las actividades de transformación y estas tampoco se articulan con la agricultura. El modelo primario exportador ha dado lugar a un proceso de tercerización de la economía. Cerca del 72% de la PEA se encuentra en las actividades terciarias o de servicios y estas actividades generan el 61% del PBI. Un cambio del modelo de acumulación neoliberal extractivista debe ampliar mercado interno tanto por mejores ingresos de la población, como con el cambio y mejora tecnológica. Acortar la brecha tecnológica (y las desigualdades salariales) entre las empresas grandes y la pequeña y microempresas, de las áreas urbanas y rurales, pasa por la redistribución del ingreso y los activos en beneficio de la actividad agropecuaria de sierra y selva, la pequeña agro-industrial y manufactura en el
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marco de una descentralización y regionalización integradora. Se trata de construir una trayectoria sostenible de elevado crecimiento en el largo plazo. Hay que construir capacidad productiva industrial, agroindustrial y agropecuaria (oferta), y simultáneamente desarrollar la demanda interna para asegurar el uso de esa capacidad. Además, una demanda interna que se sostiene en el tiempo estimula nuevas inversiones para expandir y diversificar la capacidad productiva. Estos cambios deben aumentar la participación relativa de los sectores intensivos en conocimiento en la producción total para fortalecer las capacidades, los conocimientos y los procesos de aprendizaje que se dan en conjunto con la producción y la inversión. El aprendizaje tecnológico, la diversificación de la estructura productiva y el potencial de crecimiento económico guardan una estrecha interrelación. b. Decisivo Impulso Estratégico a la Ciencia y tecnología en el Perú La Vigésima Política de Estado del Acuerdo Nacional se refiere al desarrollo de la ciencia y Tecnología, a través del cual las partes participantes se comprometen en esta directriz, comprometiéndose a fortalecer la capacidad del país para generar y utilizar conocimientos científicos y tecnológicos, para desarrollar los recursos humanos y para mejorar la gestión de los recursos naturales y la competitividad de las empresas. Para el desarrollo tecnológico nacional, CONCYTEC ha formulado el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para la competitividad y el desarrollo humano 2006-2021 con el triple propósito de elevar el valor agregado y la competitividad, mejorar la calidad de vida de la población y contribuir al manejo responsable del medio ambiente. Se realizaron talleres de consulta y estudios prospectivos para definir las prioridades: agricultura, ganadería y agroindustria, acuicultura, minería y metalurgia, producción forestal, energía, telecomunicaciones, investigaciones histórico-arqueológicas, salud, educación, ambiente, vivienda y saneamiento. Las siguientes principales metas del Plan al 2021: • Situar al Perú en el tercio superior del ranking mundial del Índice TecnológicoIT. En 2005, Perú ocupó la posición 75 (tercio intermedio). • Incrementar el número de empresas innovadoras a nivel nacional a una tasa promedio no menor de 10% anual.
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• Incrementar la participación de las exportaciones de bienes de alta y media tecnología en las exportaciones totales a 10% en 2015 y a 15% en 2021. La línea de base de 2001 es 2.9%. • Incrementar el número de alianzas estratégicas entre centros de investigación y empresas, llegando a triplicar dicho numero en 2015 y quintuplicar el número en 2021. • Incrementar la inversión nacional en I+D como porcentaje del PBI a por lo menos 0.5% en 20015 y a 0.7% en 2021. Perú invirtió el 0.1% del PBI en 2002. Recientemente el MEF y CONCYTEC han aprobado una política de inversión pública en Ciencia, Tecnología e Innovación. Prioridades 2013-2020, En base a un diagnóstico, que señala que una de las principales razones de la baja productividad de la economía peruana es la preponderancia de la micro y pequeña empresa y el problema del autoempleo (empresa de una sola persona). Y que estos agentes económicos tienen limitada capacidad de identificación, adopción y uso de conocimientos y tecnologías relevantes, aun cuando estas son de libre disponibilidad en el mercado, se plantea una política en CTI para atender con eficiencia y oportunidad a este segmento de productores.(MEF: Perú Política de Inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación, Lima, diciembre de 2012, p.12). Esta Política de Inversión Pública en CTI 2013-2021, en lugar de colocar como punto de partida la generación de conocimientos y tecnologías, seguido de transferencia y difusión, y finalmente la adopción y uso de nuevos conocimientos y tecnologías, ha colocado las prioridades en un orden contrario a lo que el país requiere: 1. La adopción y uso de conocimientos y tecnologías; 2. La transferencia y difusión de conocimientos y tecnologías; y 3. La generación de conocimiento. Para lograr un aparato productivo más diversificado y con más convergencia tecnológica se requiere el cambio estructural virtuoso que debe permitir una estructura distributiva orientada a la disminución de la segregación productiva y la desigualdad. Con mayor desarrollo de capacidades y recursos, y poder de negociación de las micro y pequeñas empresas. Esto no se da espontáneamente y requiere el desarrollo y fortalecimiento de instituciones económicas, sociales y públicas que aseguren una amplia distribución de los frutos del progreso técnico y prevengan su excesiva concentración. En el mediano plazo, el cambio estructural deseable debe conducir a una mejor distribución del ingreso y del acceso a los factores de producción. En la transición
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desde una estructura heterogénea y monopólica hacia una estructura con mejor distribución, el cambio estructural debe estar acompañado de pilares de protección social y fomento productivo para los sectores cuya incorporación a las dinámicas productivas requiere lapsos mayores, así como de políticas para el desarrollo de capacidades de la pequeñas y microempresas y que les faciliten su incorporación más dinámica a la economía nacional. 7.3 Sistemas productivos y nueva Minería Las políticas del neoliberalismo buscaron trasformar los centros de acumulación en la economía peruana para adecuarla a las necesidades actuales del capitalismo global, en este periodo de globalización de los mercados postcrisis internacional de los años 70 del siglo pasado. La coyuntura de las últimas décadas del siglo XX permitió al sistema mundo capitalista una ampliación territorial de los mercados mundiales así como una revolución científico tecnológico para la producción de nuevos productos, materiales, tecnologías de la información y comunicaciones. El colapso y desintegración de la Unión Soviética abrió la oportunidad para incorporar a los mercados de consumo e inversión a muchos países como Rusia y los países de Europa oriental. Asimismo, en Asia, Japón y China, y la India, los nuevos tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Singapur) se amplían por toda región desarrollando modelos de economía de mercado para la producción de bienes de consumo y de capital, de tecnología intermedia para la exportación. En este contexto internacional se reformula la división internacional del trabajo, y América Latina, y en menor medida, África, pasa a ser un campo de disputa para el control de materias primas diversas, petróleo y gas, productos minerales, alimentos e insumos agropecuarios. No sólo hay capitales americanos y europeos, sino, que vemos, en los últimos años, la presencia creciente de empresas chinas y rusas. Sin embargo, hay que considerar el caso de cinco grupos mineros nacionales (Buenaventura, Brescia, Volcán, Hochschid y Milpo), asociados al control familiar de las empresas y supervivientes del modelo económico pre-neoliberal, y que desarrollan distintas estrategias, de fortalecimiento financiero, ya sea de crecimiento para integrarse a la gran minería en asociación con las grandes empresas transnacionales; o adquiriendo minas antes en manos estatales y que fueron privatizadas, o diversificando las actividades de inversión como capital inmobiliario, o comercialización y servicios urbanos. (Víctor
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Torres Cuzcano: Grupos económicos y Bonanza Minera en el Perú, CooperAccion, Lima, julio de 2013). La producción minera en América Latina ha experimentado un desarrollo importante, en el caso de cobre y oro localizado en Perú, Chile, México. El cobre en mina pasó del 24.9% como porcentaje respecto al total mundial en 1990 al 44.6% en 2012 para Chile, Perú y México; En Cobre Refinado de 15.7% en 1990 al 19% en 2012 para Chile, México y Perú; y en oro, del 10.3 en 1990 a 21.4% en 2012. En Plata de 34.2% en 1990 a 47.7% en 2012 para México, Perú y Chile. (CEPAL, Recursos Naturales. Situación y tendencias para una agenda de desarrollo regional en América Latina y el Caribe, Diciembre de 2013). En el caso peruano la ampliación de la minería de exportación se convierte en el factor más importante para penetración imperialista y la acumulación capitalista. La posición privilegiada del Perú en la tenencia de reservas de principales metales favoreció esta especialización productiva. Nuestro país ocupa el primer lugar en las reservas mundiales de plata; tercer lugar en Cobre y Zinc; cuarto lugar en Plomo y Molibdeno, sexta posición en Estaño. Entre 2003 y 2010 la inversión en exploración minera ha pasado de 2003 con 566 millones de dólares a 3024 millones de dólares en 2012 en América Latina. Los países más beneficiados con esta inversión fueron: Perú, México, Brasil, y Chile. La inversión extranjera directa extranjera representada por empresas internacionales especializadas (americanas, canadienses, europeas, y ahora chinas) en la extracción y procesamiento minero y metalúrgico se instalan en el país. En 2013, Perú, Chile y Brasil se situaron entre los diez principales países de destino de la inversión minera. En nuestro país se amplía el ámbito territorial de las inversiones mineras, no solo en zonas tradicionales como Moquegua, Arequipa, Tacna, Cerro de Pasco, Lima, sino también la sierra Norte, Cajamarca, Ancash, La libertad. Luego Puno, y Apurímac. Las nuevas inversiones previstas para el siguiente quinquenio se concentran en Apurímac, Arequipa, Cajamarca, Moquegua y Junín. Representan el 72% de una inversión superior a 40,000 millones de dólares. Durante el gobierno de Humala se han dado medidas de política económica para facilitar y otorgarle mayores beneficios a la actividad extractiva de nuestros recursos naturales para lo que corporativizan el territorio en fragmentado archipiélago minero-energético, en los cuales las empresas internacionales asumen los atributos del poder local, en pacto con la elite del Estado. Estamos regresando a los antiguos”
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enclaves”, mini estados al interior del Estado-Nación, lo que denominamos inmensas Zonas Francas privatizadas o enclaves despóticos en áreas andinas y rurales del territorio nacional, que “privatizan para las corporaciones” los territorios de la Nación. No se ha establecido ninguna política de fomento de valor agregado, por lo que, se mantuvo la tendencia predominante en América Latina en este periodo, con aumento de la producción y exportación de concentrados, debido a que no se impulsó un aumento equivalente de la capacidad de refinación. Las relaciones de las empresas con su entorno local son débiles, en términos de sus compras a proveedores del lugar así como en bajos niveles de contratación de mano de obra. Esto se ve favorecido por las características de atraso económico y pobreza de los espacios rurales donde se ubican los yacimientos mineros, y el conflicto que se apertura por el control de tierras y fuentes de agua, así como del alto impacto contaminante de humo, polvo, relaves y otros elementos en los territorios. Se requiere de una política de una Nueva Minería, basada en el adecuado ordenamiento del territorio nacional, con estrictas exigencias ambientales, obligando al uso de tecnologías más avanzadas, estableciendo la desalinización de agua de mar en las actividades costeras y el cuidado del sistemas hídricos en los andes; así como de las áreas protegidas en la Amazonía. El Estado debe tener un plan nacional de usos de suelo en el ordenamiento de los recursos del territorio. Debe respetarse los derechos de los pueblos indígenas y la necesaria consulta previa. Debe promoverse clusters productivos minero-metalúrgicos, como los que pueden hacerse en torno al cobre en el Sur peruano. El Estado deberá ser comprador exclusivo de oro, organizando un sistema sostenible en alianza con los pequeños productores en proceso de formalización. La infraestructura de la Minería debe estar concordada con las necesidades y requerimientos de las grandes zonas macrorregionales y su productividad competitiva y sostenible. 7.4. Agricultura simple/ bioagricultura/Mecanización/Industrialización La agricultura es un sector económico fundamental para la reproducción de las sociedades humanas, al ser fuente de abastecimiento de alimentos y de insumos para las industrias. Con el neoliberalismo y la acumulación por desposesión se regresa a la polarización entre la gran propiedad y una inmensa mayoría de pequeños propietarios, pero esta contradicción tiene características diferentes al viejo gamonalismo.
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a. Neo-latifundios y agricultura pequeña, familiar y comunal Los nuevo latifundios utilizan tecnología y una agricultura intensiva irrigada y de exportación no tradicional, se concentran en la región costera, y sus productos son alimentos e insumos para el mercado global; además, se está produciendo, un proceso lento pero ascendente formación de una burguesía media de compra de tierras y despojo de propiedades pequeñas y comunal en costa y sierra. Mientras que en la amazonía la extracción de maderas, para consumo nacional, y para la exportación (principalmente Estados Unidos, China, México) se da en condiciones deplorables, con extracción ilegal de especies codiciadas como la caoba a cargo de empresas que causantes de la tala ilegal, deforestando los bosques, sin respetar las áreas naturales protegidas y las propiedades de las comunidades nativas. Se estima en 1 416.120 las has deforestadas en Loreto, Ucayali y Madre de Dios, amenazado con la desertificación del bosque tropical, en sus áreas estratégicas. Por otro lado, tenemos una agricultura de pequeños propietarios, de comunidades indígenas, y algunas cooperativas y formas asociativas con una agricultura extensiva de cultivos tradicionales (arroz, algodón, caña, maíz amarillo, papa, etc.), orientada al mercado interno. Este es el sector mayoritario y sobre el que descansa la producción y consumo alimentario nacional. Por último, tenemos la agricultura de subsistencia, con población en condiciones de pobreza, que ocupa tierras marginales, son comunidades y minifundios de una área menor a 0.5 has., y cuenta con el apoyo de distintos programas sociales del Estado. La agricultura en la historia peruana ha sido siempre un recurso productivo codiciado y que fue controlado en forma directa por la propiedad privada territorial, desde la colonia hasta la república para ser sustento de la clase dominante semifeudal y capitalista. Su época de auge fue el poder oligárquico durante la República Oligárquica Terrateniente. Pero los avances de la modernización capitalista y, sobre todo, la fuerza de los movimientos campesinos, la lucha por la tierra desemboco en las distintas reformas agrarias, en particular la de 1969 impulsada por la dictadura militar velasquista. Con esta RA el gamonalismo y los barones del azúcar y el algodón perdieron su poder económico y político, dándose paso a la difusión de la pequeña producción parcelaria, las cooperativas y formas comunales. El neoliberalismo y la acumulación por desposesión le abren nuevas oportunidades a la gran propiedad agraria. Después de 25 años de implementación tenemos una nueva polarización. Se han formado grandes latifundios capitalistas, en la zona costera, mediante la adquisición y compra de tierras a sus dueños y principalmente
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mediante el acaparamiento de las zonas de expansión agrícolas mediante irrigaciones, financiadas por el Estado, con una producción tecnificada, de productos alimenticios destinados al mercado mundial. La pequeña producción de la costa y sierra, de la economía familiar y comunal, avanza lentamente en su modernización capitalista especializándose en el abastecimiento de insumos y alimentos para la creciente demanda de la población urbana. Es este caso funciona la desposesión mediante el comercio, el intercambio desigual de precios entre el campo y la ciudad, el acceso al crédito caro, la provisión de insumos y maquinaria especializada. De manera general, la pequeña producción agraria termina subsidiando también a los sectores capitalistas, de reproducción ampliada y acumulación, al proveer bienes salarios (alimentos y otros) y mantener las tendencia a la baja del salario mínimo y las remuneraciones. La agricultura en el Perú, ha sufrido importantes cambios en los últimos 50 años. Ha pasado de ser una agricultura concentrada en grandes haciendas en la década de los cincuentas y sesentas, a un proceso de reforma agraria (entre 1969 y 1976), que luego desembocó en un proceso de parcelación que atomizó a la agricultura nacional (en la década de los ochenta) todavía protegida por el aparato público. A inicios de los noventa se produjo un cambio estructural en la economía, con las políticas neoliberales y de la acumulación por desposesión, que retiró la protección que tenía la pequeña agricultura y liberalizó los mercados, incluyendo el mercado de tierras. En este nuevo contexto, la agricultura logró desarrollarse, pero principalmente, por el “boom agroexportador” promovido por la explotación de grandes extensiones de tierra de la zona costera en manos de grandes grupos económicos. La agricultura hoy en día es fuente principal de ingresos de 2.3 millones de familias que representan el 34% de los hogares peruanos; genera aproximadamente el 7.6% del Producto Bruto Interno (PBI), teniendo un peso en la producción regional que oscila entre el 20% y el 50% (excluyendo Lima). En los últimos años la agricultura ha mostrado gran dinamismo, promovida por el desarrollo de la agro-exportación (la cual creció a un ritmo de 14.5% anual desde el año 2000). Sin embargo, la agricultura ha crecido a un ritmo menor que la producción nacional (3.74% frente a un 4.4% del total de la economía), lo que ha devenido en una reducción de su peso relativo en la producción nacional. La producción nacional se desarrolla en 2.5 millones de hectáreas, de las cuales el 84% se dedica a la producción de cultivos
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transitorios y el restante a frutales. Los principales productos agrícolas peruanos son el arroz (19%), maíz amarillo duro (14%), papa (13%), maíz amiláceo (10%), trigo (7.5%), cebada grano (7.4%), entre otros. Por otro lado, las aves y la producción de ganado vacuno se llevan el 64% del valor bruto de la producción pecuaria (45% y 18% respectivamente). b. Bosques y Amazonía La estructura productiva forestal constituye uno de los recursos naturales renovables más importantes en el país, pero que continúa un proceso desorganizado, donde la tala ilegal, la colonización mediante ampliación de tierras cultivables deforestando los bosques naturales. La acción estatal es mínima, pese a la normatividad reciente que promueve una autoridad (Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre) y la promoción de concesiones para un manejo sostenibles de los bosques amazónicos. La industria maderera ocupa el noveno lugar de las exportaciones no tradicionales. La situación de la Amazonía, a fines de 2013, está caracterizada por un conjunto de aspectos demográficos, económicos y sociales que dan contexto a los problemas de la Amazonía peruana y su desarrollo económico. La población que compone el área amazónica representaba poco menos del 10% de la población nacional, siendo los departamentos de Loreto y San Martín lo que presentan una mayor cantidad de habitantes. La composición y distribución de la población en la Amazonía, según la Encuesta nacional de hogares, se mantuvo prácticamente invariante entre los años 2004 y 2012. Sin embargo, es importante resaltar que la tasa de crecimiento promedio anual entre los años 1992 y 2007, según los censos nacionales de población y vivienda, se encuentra entre las que más han crecido en el país, lo que indicaría que la Amazonía continúa representando un polo de atracción para la migración. Además, aproximadamente, el 54% de su población urbana y en 46% rural, lo que contrasta con el indicador a escala nacional que informa que el 70% de la población peruana vive en áreas urbanas. Por otro lado, la mayoría de estos departamentos presenta una población indígena: en Amazonas esta población representa el 13,9% de la población total del departamento, en Loreto el 11,9% y en Ucayali el 9,4%; en Madre de Dios y Ucayali tal porcentaje es mucho más reducido (3,7% y 2,9%, respectivamente). La contribución de la amazonía al PBI nacional representaba sólo 5,6% en el año 2001 y 5,2% en el año 2011. La brecha entre el PBI nacional y el de la Amazonía se ha ido acentuando en los últimos diez años, principalmente por el énfasis de la política económica en priorizar el desarrollo de otras regiones del país. Si bien
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el PBI per cápita de la Amazonía aumentó en los últimos diez años, las brechas mencionadas persisten, pues el PBI per cápita nacional dobla al de la Amazonía durante el período 2001-2011. En lo que respecta a la estructura económica de los departamentos de la Amazonía, a grandes rasgos podemos afirmar que los sectores que contribuyen en mayor porcentaje al valor agregado bruto (VAB) departamental son el sector agricultura, caza y silvicultura, comercio, otros servicios y manufacturas. En Madre de Dios, la minería constituyó la principal actividad económica, con una participación de 37,7% al VAB, mientras que en los demás departamentos de la Amazonía tal participación se encuentra por debajo del 3% en todos los casos. Asimismo, los departamentos amazónicos que representan un mayor porcentaje del VAB nacional son Loreto y San Martín con el 1,9% y 1,3% del total nacional, respectivamente. Madre de Dios es el departamento amazónico con el menor aporte al VAB nacional, con sólo 0,4%. (Roxana Barrantes y Manuel Glave (editores): Amazonía y Desarrollo Económico, IEP/GLADE, 2014, pp. 14-17) En relación a la estimación de los niveles de degradación y deforestación, un estudio reciente señala que la cobertura de bosque a no bosque por deforestación (entiéndase pérdida de bosque) en el período 2009-2010 fue de 108.572 ha., mientras que en el período de análisis 2010-2011 la pérdida de bosques por deforestación fue de 103.380 ha., obteniéndose una deforestación absoluta de 211.952 ha para período 2009-2011 y una tasa promedio de deforestación de 105.976 ha./año (Mnam 2012). (Roxana Barrantes y Manuel Glave (editores): Amazonía y Desarrollo Económico, pp.175) En la actualidad existen 78.8 millones de hectáreas de bosques naturales (incluyendo los bosques amazónicos naturales), que ocupan alrededor del 56% del territorio nacional. c. El Riego y Ruralidad Casi el 100% de la agricultura de la costa y aproximadamente un 40% de la agricultura de la sierra es de riego; sin embargo, es todavía muy reducido el porcentaje que adopta técnicas modernas de riego, en un contexto de escasez de agua que se agrava por el proceso de calentamiento global que ha generado cambios climáticos que vienen afectando las fuentes principales de agua de riego (glaciares y lluvias en la sierra). Una de las principales limitaciones para la adopción de riego tecnificado es su alto costo relativo a los costos de producción agropecuarios promedio nacionales y el
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limitado acceso a servicios financieros de los agricultores. El Perú es hoy en día un país cuyo nivel de dependencia alimentaria es muy bajo (es decir, produce lo que sus habitantes consumen) y es, además, un exportador neto de productos agrícolas. Sus principales importaciones son insumos para la alimentación de pollos y ganado (maíz amarillo, soya, entre otros) e insumos para la producción de pastas (trigo principalmente). Si bien la dependencia alimentaria no es un problema hoy, las tendencias mundiales por demanda de alimentos, el desarrollo del sector de biocombustibles y la degradación de la tierra constituyen una amenaza importante para la seguridad alimentaria nacional. Los agricultores peruanos son fundamentalmente rurales y el 64% se encuentra en la sierra, la región más pobre del país. En la sierra rural vive el 36.7% de los pobres peruanos y el 59.8% de los pobres extremos. A grandes rasgos, un agricultor promedio vive en la sierra, es pobre, no tiene educación primaria completa (aunque los hijos duplican el número de años de escolaridad de los padres), viven con limitado acceso a la red pública de agua, desagüe y saneamiento, tienen limitados activos productivos (hogares precarios y pequeñas extensiones de tierra distribuidas en parcelas dispersas de poco tamaño). La propiedad de la tierra corresponde principalmente a los pequeños agricultores, de los cuales aproximadamente 77% tiene títulos de propiedad adecuadamente registrados. La situación económica del pequeño productor se ha visto afectada por un incremento moderado en los precios recibidos por sus producciones (1.1% en términos netos en los últimos 9 años), contrastado con un importante crecimiento de los costos de producción (la urea, principal insumo para la fertilización, aumentó en más de 48% en los últimos 9 años). Por otro lado, se ha reconocido que el Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático. La dependencia de las lluvias influye directamente en las siembras de productos agrícolas nacionales y constituye una de las principales vulnerabilidades del sector, dado que alrededor del 44% de las siembras en el Perú se realizan entre octubre y diciembre, esperando la temporada de lluvias en la sierra que se inicia en diciembre y concluye en marzo. Los hogares agrarios tienen estrategias de diversificación de ingresos, es decir, no son eminentemente agricultores sino que se dedican a otras actividades (principalmente actividades independientes comerciales o mano de obra estacional), y no participan completamente del mercado, ni para la venta de sus producciones, ni para la compra de insumos.
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Un elemento que ha caracterizado a los hogares rurales en los últimos años, además de la diversificación de sus actividades económicas, es también la migración hacia otras zonas con el objetivo de conseguir mayores ingresos. En este sentido, existen dos tipos de migración: la migración permanente y la migración temporal. Sobre la migración permanente encontramos que la población rural es cada vez más pequeña. Gran parte de la migración del campo a la ciudad se genera en la población más joven, generando lo que se denomina el “envejecimiento del campo”, donde predominan los menores de edad y los ancianos productores agrícolas. Este problema ha generado que existan cada vez más parcelas abandonadas o con limitado uso productivo, o de auto consumo, en las pequeñas comunidades rurales. d. Las nuevas condiciones Agrarias y su polarización Lo nuevo fue que desde inicios de la década de 1990 las exportaciones de productos agrícolas “no tradicionales” se sumaron a las exportaciones mineras, pesqueras y agrarias “tradicionales” (sobre todo el café y cacao). El éxito del sector agroexportador chileno impulsó a los gobiernos pos reforma 1969-1976 agraria y a potenciales inversionistas a tomar partido por las excelentes condiciones naturales de la costa peruana para cultivos comerciales de contra-estación (en relación con el hemisferio Norte), y por las ingentes inversiones públicas en infraestructura vial y de riego acumuladas en esa región a lo largo de décadas (en marcado contraste con las otras dos regiones del país, la sierra y la selva, que se mantienen absolutamente descapitalizadas). La década del presidente Fujimori (1990-2000), facilitó el fortalecimiento de un sector neo-latifundista moderno agroexportador que es, sin duda, el que más sobresale por su dinamismo en el sector agrario. A la vanguardia tecnológica y de la gestión moderna en el mundo rural peruano, la inversión por unidad de superficie en estas nuevas empresas agrarias es definitivamente más alta que en la agricultura orientada al mercado interno. Sin embargo, este sector agroexportador “no tradicional” no ocupa ni 10% de las tierras agrícolas de la costa y comprende apenas 1,5% de las tierras de cultivo del país (mientras que más de 4,5% del área total en producción está cubierta por los cultivos de exportación “tradicionales”). El diagnostico que nos proporciona los datos del último Censo Agropecuario de 2012 indica cambios en la estructura de la propiedad de la tierra con un regreso a la reconcentración, pero con latifundios y medianas empresas organizadas con sistemas modernos, capitalistas, especializados en alimentos y otros productos agropecuarios para el mercado mundial, además, de los productos tradicionales, como
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Manuel Dammert Ego Aguirre / Desafíos Históricos
café, cacao, etc. Se ha incrementado la mecanización, con un mayor uso de tractores en la actividad agrícola. El número de productores que declaró en el Censo que utilizan tractores pasó de 9.4% en 1972, a 16% en 1994 y 22.7% en 2012. En similar sentido, el uso del crédito se ha extendido. El número de productores que contestaron afirmativamente en uso del crédito, pasó de una cifra baja en 1972: 12.8%, a un crecimiento sostenido en 1994: 76.7% y 90.3% en 2012. Las fuentes proveedores de crédito durante 2012 fueron en orden de importancia: Cajas municipales de ahorro y crédito: 28.7%, luego Cooperativas (12.7%) y Cajas rurales (12.3%), y recién en cuarto lugar, AGROBANCO con 10.0% El sistema financiero moderno, mediante la banca formal solo atiende el 9.6%. ¿Hacia una nueva polarización del agro? Terminar con la polarización de la propiedad de la tierra —marcada por la coexistencia de una gran concentración en pocas manos con el minifundio, como dos caras de la misma moneda— ha sido la razón principal para emprender muchas de las más significativas reformas agrarias, incluyendo la peruana. Las cifras del último Censo Agropecuario de 2012, indican que las unidades agropecuarias de 500 a más has concentran el 68.6% de la superficie agraria mientras que la pequeña entre 5 y 100 has tienen el 17% de la superficie, la pequeña unidades de hasta 5 has solo cuentan con el 5.9% del área total. Los neolatifundios entre 1971 y 2012 se han incrementado de manera sostenida, eran el 66.3% en 1972, disminuyo esta cantidad en 1994: 62%, y en último periodo ha crecido a un nivel superior al tenido en 1972, 68.6%. Las pequeñas unidades (en 5 y 100 has.) tienen una tendencia a la baja: era 17.9% en 1972, crecieron en 1994 hasta 21.2%, y disminuyo hasta 17.1% en 2012). También las medianas unidades presenta una tendencia a la baja: 9.1% en 1972; y 8.4% en 2012.