AQUÍ NO LLUEVE
MANUEL VILLAGRAN REYES
TENGO TODO“ LO“ TALENTO“ MENO“ EL DE “ABER U“ARLO“
EL AUTOR
DEDICATORIA
A mi querida familia A mis inolvidables terruĂąos: Durango y Zacatecas
MIS AGRADECIMIENTOS: A la maestra Josefina Nava Sanchez A Anabel Rubalcaba Flores
por su desinteresada y valiosa ayuda en las transcripciรณn y correcciรณn de los textos cuantas veces fue necesario
AQUÍ NO LLUEVE Dios hizo al mundo y lo pobló de humanos. Después se lavó las manos y lo dejó libre que rodara:
¡Maldita sea! otra noche más y el tuerto no regresa, y ya no falta mucho pa’ que amanezca. Y ni modo que no sea cierto, si yo lo vi con mis propios ojos cuando salió de su casa despuesito de cerrar la tienda, hasta iba el, su tío, y el ministro rumbo a la escuela, dónde éste vive solo, y donde se reúnen y juegan cartas o dominó y beben vino, pos son bueno amigos y siempre se procuran. Pos el maistro es el único amigo que aquí tiene el tuerto, tal vez porque éste no tiene esposa, o porque los dos son fuereños. Si, ha de ser por eso. Pero lo mejor es largarme ya de aquí pa´ que nadie me vea, pos esto que quero hacer debe ser discreto. Al cabo, en el peligro: reiterarse no es huir, i el espe a es p ude ia… uie o ete e a la cama pa´ que se me quite el frio, pos no sé por qué canijos la madrugada es fría; pos aquí, en este tiempo, son calientes, y en el día se anda uno derritiendo sobre este llano de mucha tierra, que más que tierra parece ceniza. Y estoy harto de llegar de madrugada tras madrugada, cansado y molesto
MANUEL VILLAGRAN REYES 2 por culpa del maldito tuerto. Ya hasta sufro de insomnio noche y día. ¡Ah! ue agusto. ¡A do i !.........Pe… pe o, ¡qué diablos me pasa!... ¡debo dormir!... no quiero pensar, me volveré loco. Dios mío ¿por qué no me quitas esta maldita idea que me atosiga y me obliga a que haga algo malo, aunque tenga mucho miedo? ………Mira estoy apostándome a mí mismo, ¿Y si pierdo?......... ¡Pos ya estaría de Ti!... ¡Ay! Mi corazón es o o u hoyo va ío……… ¡Ca ajo! ya so u has las noches las que me eh pasado cazanguiando al tuerto, pa ´en la primera oportunidá, cobrarme la que me debe; ya hasta me está haciendo callo la pistola en la cadera por la falta de costumbre, por no hacerle caso a mi apá, pos me decía, hijo: las armas son pa´ cargarse. El siempre traía su pistola en la cintura, hasta cuando dormía no se separaba de ella pos la metía debajo de la almohada. ¡Já, Já! Aquella vez que estaba soñando que entraron tres a robarlo, entre dormido y despierto, agarró la pistola y se puso a disparar y mi amá se despertó toda asustada, gritando: -¡Qué pasa… ué pasa!... Entonces él, ya despierto, le dijo: -Nada vieja. Sólo estoy practicando. Y se puso a roncar como si nada.
MANUEL VILLAGRAN REYES 3 El maldito tuerto pocas veces sale de su casa, y cuando lo hace es acompañado del maistro Raúl o de su tío José que vive en la misma casa y no lo dejan ni a sol ni a sombra y le tapa todas sus sinvergüenzadas, lo malo es que es tan brago como él………Qué a o, el tuerto rara vez madruga, pos dicen que al que madruga Dios lo ayuda, y que aquél que no madruga pos es que Dios ya lo ayudó, será po eso………Al aist o, a pesa de se u at í , o se le asusta con el petate del muerto. Recuerdo que recién llega al pueblo nos caía gordo, pos siempre anda de traje y corbata, pos según él, pa´ que no lo absorba el medio, ¡vaya, vaya! Tereso, Luis, Lionardo, del que dice Braulio que es híbrido de lión y liopardo, y el panzón de barriga bola, Juan, un día en la calle se encontraron con él y empezaron a echarle pullas delante de algunas gentes por lo que éste, i á dolos e ojao, les dijo: Mi e : … seño es, yo o vine aquí a empeorar el desorden, pero tampoco voy a permitir que unos jumentos me pateen sin yo defenderme, así que el que se sienta más machito adelante, con confianza. ¡Já, Já! Los cuatro se quedaron como pendejos que son, no se movieron ni dijeron nada. Y el maistro al ver que no había respuesta, movió la cabeza y siguió su camino. Antes, Ruperto, que avega a e sus aguas , se lo e o t ó y le dijo como buen borracho:
MANUEL VILLAGRAN REYES 4 -Échese un trago, profe. -No, gracias. -¿Pero por qué no? -Porque así me siento bien. -¡Mire, mire! Que se me hace que no es tan ho e… -El que es hombre, con o sin vino lo es. Y si yo no soy, aunque tome, éste no me hará hombre, me hará bestia. Ruperto, a pesar de su estado, comprendió y se fue gruñendo. Bien dicen que en el borracho la estupidez se desborda con toda libertad. Al maistro desde entonces todo el mundo lo respeta. Es muy exigente y muy francote, no se anda por las ramas pa´ decir algo. Y es bueno con los muchachos ¡Hasta juega con ellos! Cada fin de semana se va pa´ la ciudá a con su familia, y algunas veces lo acompaña el tuerto. El maistro no tiene enemistades como el Felipe por mujeriego, pos éste, por eso siempre carga pistola y cuchillo al cinto, no por aquello de a gao de a as, a gao de iedo . No, o Felipe eso o va. Yo eo que si no fuera por eso, Felipe sería bien visto por todo el pueblo, ya que siempre ayuda a la gente más pobre con mandadito, lo que sea de cada quien; pos es muy rico, se sabe heredó una gran fortuna, por eso su tienda es la más surtida y grande; además, tie e u a ió , y su asa es uy o ita………Pa í
MANUEL VILLAGRAN REYES 5 que el tuerto anda juyendo de algo, por eso se vino a vivi a á………¿Pe o, ué le ve las uje es a Felipe? ¿Será lo alto y fornido? ¿Lo güero y bigote delgao? ¿Las botas y sombrero texano de los finos, y hora un parche negro cubriéndole el ojo izquierdo? ¿O porque es muy atrevido el condenao? pos es un gallo al que no le importa que haya otros en el gallinero, a todas les hace la rueda y a muchas pisa. A las mujeres que le gustan las mira fijamente, y como que se les mete por los ojos primero; luego, a quemarropa les pregunta: - ¡Entonces qué! ¿Habrá modo? Eso es todo. El uy hijo de… ha di ho o todo descaro que pa´ que se casa, habiendo tantas mujeres a la mano; que pos el amor de muchas bien vale una muerte. Aquel día que fui a comprar unos cigarros a su tienda, antes que yo, entró la mujer de Nicanor a comprar medio kilo de frijol, y al terminar de despacharla, el cabrón le dijo delante de mí, sus hechiceras palabras, lo que hizo que la Josefa se pusiera colorada, agachara la cabeza y se fuera de allí a toda prisa. -¡Oiga! Eso no se hace. –Le reclamé, y el muy cabrón me contestó: -¿Y porqué no? ¿Qué tiene de malo? -Es casada. -¿Y…? -Pos hay que tener respeto.
MANUEL VILLAGRAN REYES 6 -Já, Já! Mire amigo, la honestidad en las mujeres es solo un velo que cubre las llamas del amor; y pues, a veces, éste se quema; y, a pesar de haber muchas, po … o tos o las goza os. No, o se ad i e i se espante, todo es natural; yo con todas tengo amistad, esto no significa, que todas han sido mis amantes, sólo alabo y complazco en todo lo que puedo a la hermosa y a la fea, porque ni la una ni la otra son distintas entre sí sexualmente, sólo son dife e te p ese ta ió … -Pos sí, pe o… -Nada amigo, la lucha es prometida. Y, un mes después, supe por mi prima Chole, que sí hubo modo con la Josefa. Así es este maldito. Y no es que sean pasalones los gueyes de este pueblo, lo que pasa es que son cobardes y no se atreven a ha e ada. Me… ejo di ho: o os at eve os, ¡Me lleva…! Los ue se at evie o , aho a está ie muertos, pos Felipe es muy peligroso, ya que no conoce el miedo, de esto ha dado muchas pruebas, lo e o oz o. Re ié llegaos al pue lo, Li o io y el Neg o Jua , fue o e us a e ple o día pa´ matarlo por andar con sus mujeres, primeras víctimas de este garañón sin rienda, pero él se los echó a cuchilladas en menos que canta un gallo. A él sólo le sacaron un ojo, desde entonces lo llamamos el tuerto Felipe. Todo sucedió cuando los ahora muertitos, recién llegao del norte, contentos porque
MANUEL VILLAGRAN REYES 7 traían dolaritos, se fueron con la Chuya la que vende mezcal, a celebrarlo. Algunos de los que estaban allí, se les unieron a invitación de ellos, pero a trago y trago, las lenguas se soltaron y salió a relucir el engaño de sus mujeres con Felipe el de la tienda, y pa´ luego se fueron pa´ sus casas, y después de la bárbara golpiza que les dieron a sus esposas, que no metieron pa´ nada las manos y llorando, sólo decían que lo hicieron porque los niños tenían hambre. Los dos hombres, ciegos de coraje, salieron en busca del sonsacador, se juntaron casi llegando a la casa de Felipe. Este daba de comer a un gallo giro que tenía amarrao de una estaca, fuera de la tienda. Al verlos presintió que iban por él y se alistó pa´ la lucha, sacó el cuchillo de la funda y los esperó tranquilamente. Li o io se a gó a la de e ha y el Neg o Juan al otro lao pa´ agarrarlo en medio. Pero Felipe, astuto y ágil, entendió la jugada y dio un gran salto y se puso al lao de Juan, que sorprendido por la acción de su rival, perdió ventaja y ya cuando quiso defenderse, estaba con chico agujerote en la panza, ya Liborio estaba al ataque y le tiró una cuchillada, pero con tanta mala suerte, que apenas con la punta del cuchillo le sacó el ojo izquierdo un instante antes que Felipe le ensartara el suyo en el meritito corazón. Y, luego de un tiempo, también se enfrentó con Justino por la misma razón, hombre de pocas palabras y de muchos güevos como el Felipe.
MANUEL VILLAGRAN REYES 8 Por casualidá se encontraron. -A ti te iba a buscar –le dijo Justino. -¿Sí? ¿Para que soy bueno? -¡Pa´ nada! -¿Tú crees? ¡Pregúntale a tu mujer! -Maldito! Te voy a……… Intentó sacar la pistola, pero el tuerto, más rápido, se le adelantó con muy buena puntería, y como las balas no son fruta que se pueda digerir, pos le hicieron un gran daño en la panza. De esto, hace ya tiempo, y con tan buena suerte o con tan buenos dineros, que nunca ha sido detenido. Descaradamente ha dicho que las leyes sólo se hicieron pa´ violarlas y comprarlas. Cómo lo odio por haberse metido con mi Petra, a la cual yo quería u ho, y a la ue ayudé a ie o i ……… ¡Ay Dios! ya no debo pe sa … de o do i … ¡Ah a ajo! El sol ya va alto… ¡Có o!... ¿Nu es?... “í. “í so u es, nubes que llevan prisa, pero nubes: grandes, negras, pesadas… ¡Ca a as! ya ha e u hos años ue a uí no llueve, lo que se llama llover, pos sólo aparecen de vez en cuando unas nubecillas que parecen lana, o algodón desmenuzao por el viento, y unas quiotras aguaceras despistadas pero tan tacañas que más que lluvia, lo que sueltan son relámpagos y truenos en todas direcciones amenazando con acabar con el mundo; y, a veces ni eso. El viento que las viene arreando se las lleva a la fuerza hacia los cerros
MANUEL VILLAGRAN REYES 9 azules que casi se confunden con el cielo, allá por onde se mete el sol. Cada año se me figura que jamás volverán a cruzar más nubes este llano caliente que ni con varias tormentas se quitaría la sed de tanto tiempo de estarse secan do al sol. Decía mi padre, que en paz descanse, que antes a fuerza de rezos y procesiones, llevando por delante a San Isidro Labrador hasta los barbechos, llovía, de mala gana, pero llovía y se levantaba el maicito y el frijolito pa´ irla pasando. Todavía a mí me tocó siendo niño, estas procesiones acompañadas de molestos cuhetones que me asustaban. ¿Pero, qué hacer con estas salvajadas? ¡Nada! Son costumbres, y hay que aguantarlas, aunque sea olestas………Esos g itos… ¡Ah! es Pancho, el sacristán. ¿Pero, qué razón lo mueve a cargar con el santo y la cera? ¿Qué no se aburrirá de ser el encargao de la capilla? ¿Será porque como dice Braulio, bueno está San Pedro en Roma aunque no coma? Yo creo que los que velan por la iglesia aran en el cielo. Esta es una capillota que más cré uno bodega de cosas, que una capilla, donde parece almacenada la oscuridá pa´ las noches, pos sie p e está os u a……… ¡Ca ajo! ta to hijo ue tie e el o de ao Pa ho… ¿Qui ce? no, ¡diez y seis! más uno que viene, parecen escalerita, y todos panzones y flacos, pues piden pan y no les dan, piden queso y les dan un beso. ¿Pos así quien no está flaco? Siempre tiene a su mujer como cuero de tambor, y
MANUEL VILLAGRAN REYES 10 más descolorida y flaca que una tortilla, con poca carne y faldas largas, y hasta la amenaza con abandonarla el día que deje de parir. Yo creo que sólo así se siente que es hombre; además, pos es fiel al: C e ed y ultipli aos . Pos no se equivoca Braulio cuando dice que las mujeres del campo son sólo máquinas de hacer niños, y que por eso debe haber una ley que obligue a cada pareja a tener dos o tres hijos como máximo, y que así no habría tanto desempleo y tanta miseria, ni habría tantos problemas que provoca tanta gente, y que, aunque el hambre se reparta entre muchos, de todos modos a todos alcanza bastante. Que pos al pobre, su misma escasez le aumenta su miseria, que de ésto no hay duda. Y que lo malo no es haber nacido idiota, sino seguir siéndolo, a pesar de la experiencia, dice que: El estado del pobre siempre es crítico, pues su mesa modesta siempre es escasa y su le ho ise a le, p olífi o… ¡Carajo! aquí el dinero es tan escaso que apenas se o o e y……… ¡Ya asta! de o do i ……… ? “í. Pancho es cabrón, es de los que con gusto te ayudan, arrojándote sin remordimiento la piedra más pesada sólo pa´ matarte una mosca que te molesta en tu cara, y le gusta pasarse de listo, cuando nació su primer niño a los seis meses, le preguntó al doctor
MANUEL VILLAGRAN REYES 11 que porqué tan pronto, éste le dijo: No te preocupes, esto sucede frecuentemente sólo al primer chiquillo, ¡y no te hagas!......... Yo creo que a ve es os es dive tido se to tos……… ¿Qué di e?… ¡Ah! ue sa ue os a “a Isid o……… Algu os ha e o o, o o e os……… Po ie to, ¿ ué dijo el pad e ito la últi a vez ue vi o, ha e… ás de u año?... ¡Ah!, que nosotros tenemos la culpa de que no llueva, pos dios está ya cansao de nuestras maldades y nos manda estas sequías en lugar de otro diluvio pa´ castigarnos, que porque el otro fue inútil, pos cré que este castigo es pior que el otro. Pero yo creo que ni éste ni otro nos hará cambiar, pos ya semos malos de por sí. Pos todos llevamos una fiera adentro, por eso creo que no estamos hechos a semejanza de Dios, como todo mundo cree. También cada vez que viene nos echa en cara que abandonemos a nuestras viejas, o que seamos infieles. Nos contó que mucho antes, los cristianos, aquellos cristianos de a deveras, no dormían con su esposa las tres primeras noches después de la boda; y que hoy son las únicas noches que duran juntos y a luego luego cada quien por su lao. Y que mujeres hay que se casan y tienen un marido en varios cuerpos, que hoy al despertar un marido, halla a su lado otro Adán, que pos que qué es. Dijo también que algunas señoritas se encierran en el castillo de su recato, pero que es un castillo que casi siempre se rinde al
MANUEL VILLAGRAN REYES 12 primer asalto. También les dijo a las mujeres que deben bajar los ojos mirando a la tierra y no a los hombres. Yo creo que, como los hombres, según la Santa Biblia, fueron hechos de tierra, ellos deben mirar a la tierra; y las mujeres como fueron hechas del hombre, deben mirar al hombre. Socarrón, dijo: Ustedes mujeres, se lavan y pintan para ir a… ual uie luga . E a io e asa, sie p e está de asiado ellas para molestarse en arreglarse, eso no es justo. también muy enojao, dijo: -No hay en el mundo bastantes sabios ni buenos cristianos, ni bastante gente caritativa, pos casi nadie da limosnas; y los que se dicen cristianos han convertido a los templos en basureros de devoción rutinaria; y si hubiera bastantes sabios mi público no sería tan numeroso. Esto último, lo dijo como pa´ sí, mientras hojiaba un libro. Después de sermoniarnos, nos dijo que debemos amar a dios sobre todas las cosas, pero yo creo que primero hay que tener todas las cosas, pa´ pode a a a Dios so e ellas………Las vo es se a e a … ¡Ah! es Rod igo y Abel los que llevan a San Isidro, y todos cantan el ave María, pero, ¡qué desentonaos!...... Van rumbo a las tierras de siembra. Yo debo ir, pero la verdá no tengo ganas, ¿pa´ qué? Además, San Isidro ya no le echa ta po o ga as. Ped o, el a oso , di e ue se lla a san Isidro Hablador, que porque ni es labrador ni es aguador. ¡Caray! ya no hay respeto ni pa´ los
MANUEL VILLAGRAN REYES 13 sa tos……… ¡Ay Dios!...... ¿Y de dó de sacaron ese uevo a to? Ha e … Di e : Santa Virgen de Fátima por favor implora por nos, ten de nosotros lástima y recomiéndanos a Dios. Santa María, Santa Coca Supliquen al Señor las dos, que a nosotros pedir toca y a ustedes e via el sos… Pa´ mí ue o es sa ta Co a, si o “a ta Cu a……… Pe o ue o… Llovie do, o o sea. Po e de A el, es de da lásti a ta allao y ta … Su gorda mujer, rellena de mal humor lo tiene agorsomao, su pendejez es confundida por algunos como santidad, y lo compadecen. Hora creo que los hombres son lo que las mujeres quieren. Ella es muy curiosa, como que se cré una muchacha, y es muy cursi y ¡hasta coqueta la condenada! Y dicen que nomás se la pasa pintándose las uñas; uña tras uña, todas las uñas. Eso debe ser agotador. Tal vez por eso siempre anda como cansada; y siempre está de pleito con el pobre Abel. A lo mejor por eso se hacen las guerras. Aunque dice Braulio que éstas las hacen los poderosos, como otros hacen peleas de box o lucha
MANUEL VILLAGRAN REYES 14 entre animales, sólo pa´ divertirse, y sobretodo pa´ ga a i uezas o el ielo……… Cua do le p egu té que creía sobre la gloria, riéndose me dijo que, con cierta dosis de estupidez se puede ganar fácilmente, ue pos así lo ga a tiza el Bie ave tu ados los pobres de espíritu por que de ellos es el reino de los ielos ……… Di e también que no entiende por qué hombres cultos son tan creyentes, que acaso son sólo es lavos de u a t adi ió , ue…… o se es ho e o se es o je……… ¿A B aulio le ha á he ho daño el estudio? Pos tiene a veces ideas muy raras. Pos dice que el hombre no ha evolucionado en cuanto a creencias, pos que sigue siendo tan primitivo como antes. Pa´ mí que anda mal, pos en lugar de haber dado un paso pa´ lante lo dio pa´ tras, ¡pobrecillo!........ .......... ¡Carajo! ni madre de sueño te go……… ¡Me lleva!……… ……… Tengo hambre, pe o… o he puesto los f ijoles……… ……… ¡Ah! ué i o está ese ez al……… A ue A el, di e ue los ricos tienen la culpa de que seamos pobres. Pero yo le digo que no. Que semos pobres por pendejos o por güevo es… ¡Ay! e o dí la le gua……… Pa´ ue pe sa e eso……… Pe o. ¿Cuá tos go dos hay a uí? Ha e : i p i a Chole… Ped o… Jua … A ue Jua , i a la ciudá nada más pa ir al club de tragones anónimos de c.v., o sea, de comidas varias, que pa´ adelgazar, mejor debía de comer menos y hacer más eje i io……… ¡Ah! Que alo y o llueve, sea po
MANUEL VILLAGRAN REYES 15 Dios. Sí, por eso Braulio, compuso dizque una oración que pa´ que llueva. ¿Cómo va?... creo que así: Diosito, o seas alito, haz ue llueva, mira que si no lo haces, la… os lleva. No abras toda la llave ni tampoco la cierres, compadécete de tus hijos; ¡No la amules! Mira, dále agua a los campos sedientos para que den sustento a tus hijos ha ie tos . Dios mío, aquí todo va de mal en pior, por eso algunas mujeres se van a la carretera caminando los tres kilómetros que hay hasta allá, a venderse a los traileros. Algunas casadas, como la de Hilario y la de Toribio, que ellos mismos las encaminan todos los días muy temprano; y después, al oscurecer van por ellas hasta el entronque. Sonriente, Toribio dice que a él no le ponen cuernos sino mesa y comida. Además, que comparte lo que de su mujer le sobra. ¡Qué po a ad e………! Hila io, a lo ejo tie e azó , se le ay la a o, po eso es la uje de Estebanillo aunque esté casao, pos éstos son como los a os del t e , e ga ha po los dos laos……… Y como dice Braulio muchos hacen el oso, el perro, y hasta el güey, pos si solitos lamben las coyundas; pos hay hombres que son como bestias y bestias que son como maridos. (Esto lo dice por un caso que
MANUEL VILLAGRAN REYES 16 sucedió). Pero yo creo que la maldita pobreza obliga a hacer cosas malas, desde aquella maldición que nos t ajo Adá de ue al ho e le sude hasta el… lo o pa´ poder comer. Además, pos muchas mujeres son como el dinero: Amigas de rodar y que las manosién. Pos dicen que las mujeres son como los trenes, que cuando deciden descarrilar no hay quien las dete ga…… ¡Ah! pe o, ue a ve es las uje es pueden ser felices en el matrimonio; y los hombres minotauros, dice Braulio. Pa´ él, cuernos en la cabeza de un hombre sólo significa que éste tiene cabeza. ¡Pos sí!.......y yo creo que no se debe prestar a la mujer ni al caballo, por que los regresan muy al……… ¡Já, Já! Que Hila io a tes de asa se se confesó, y al ver que el padre no le imponía ninguna penitencia, preocupado le preguntó la razón, y éste respondió, riéndose: Ya es bastante penitencia el at i o io, hijo. A da, vé o dios………Já, Já y, cuando la mujer de Hilario me dijo, tomándome de la mano: -Vé te, va os a… -Yo, riéndome, la atajé, diciéndole: ¡No! -¡Pero!... ¿Por qué no? Eres solo, y ya bastante grandecito. –Me preguntó sorprendida. -Pos, es que no sabes como me gusta. -¿Pos cómo te gusta, desgraciao? -Pos, regaladito. -A ue…Baltaza . Dijo y se ió la o de ada.
MANUEL VILLAGRAN REYES Yo digo lo que Braulio:
17
Sólo porque el toro es hijo de vaca llega hija de diosa y leche lesaca. Y así es, ella desde luego no es como la Petra, pero pior es nada, a caballo dao no debe buscársele colmillo, pos a quien dan no se escoge. Además, se conserva fresca y es melosa. No sé por qué, dice que debo casarme otra vez. Dios perdona un error una vez pero dos veces el mismo, no. Pos lo mismo es casarse que estar en prisión. Como Remigio, después que le fue como en feria, trata de ser marido otra vez. El uy… u o di e ue la espe a za de se feliz puede más que el escarmiento. Pos allá él; porque yo ni loco. Me dice que el consejo de una mujer es poco, y el que no lo toma es loco. Pos yo, por creerme de una mujer, estoy loco. Pero, si me caso, haré lo que los novios de hoy, que van al altar contentos porque han de divorciarse o enviudar mañana, por aquello de: hasta ue el ve i o os sepa e …… De e ás ue hay mujeres raras, y las que no los son, se venden caras y como lo exquisito es raro, yo creo que por eso ta ié se ve de a o… ¡Ay Dios! Ya e o tagió B aulio de sus i as………Pe o, de o do i . Dios ío, ayúda e… ya o uie o pe sa … Maldito
MANUEL VILLAGRAN REYES 18 tuerto, por tu culpa me estoy volvie do lo o……… ¡Maldición! Aquí no hay nada que hacer, es por eso que muchos hombres se han ido en busca de trabajoa otros lugares, o se van de mojaos pa´l otro lao, y algunos ya no vuelven, por eso el pueblo se ha ido despoblando desde hace años, teniendo desde entonces más mujeres que hombres. Yo debo irme también. Pero no puedo dejar este maldito pueblo hasta a egla i asu tito……… Me duele lo ue dijo Braulio, que pa´, otros lleva el burro la carga, que pa´ otros tiene la lana la borrega, que pa´ otros hace la leche la vaca, que éste es el retrato de nosotros que ada ás sa e os t a aja pa´ ot os……… ¿Pe o, cómo nació este pueblo y cómo ha logrado sobrevivir en este lugar, donde hasta las lagartijas y las víboras le hacen el feo, y donde hay pocos pajarillos, y a donde las golondrinas llegan cada año cantando y haciendo giros bruscos y vuelos a ras de tierra, y de pronto desaparecen, dejando sólo el grato recuerdo de su alegría? A decir verdá, este pueblo es un lugar muy triste y feo, y más ahora que no tengo a mis padres ni a la mujer que tanto quise. Vivir aquí es como estar enterrao en vida. aquí no crecen las ilusiones y muchas mueren antes de nacer, y uno vive como los animales sin saber pa´ qué, sólo viendo a los días cruzar el llano con mucha flojera; y, ensartando a éstos uno tras otro en un gran rosario que va formando meses y años inútiles; y, sacándole
MANUEL VILLAGRAN REYES 19 al sol dentro de las casas calientes o bajo las nopaleras que los padres de nuestros abuelos plantaron, y que ya casi nos los acabamos entre las vacas y nosotros, porque el hambre es canija y el que la aguanta, pos más. El pueblo sin calles, y cercos de piedra negra agarradas del único cerro cercano, se ve curioso visto desde lejos, es como un manchón verde oscuro, por sus nopaleras, rodiado por un gran llano pelón, tendido al sol, seco y medio agrietao onde apenas pueden vivir las malas yerbas. Hasta parece que el cerro de color oscuro y pedregoso fue traído de otra parte y vaciao allí así nomás, como pa´ subirse y alcanzar a medir con la vista todo el tamaño del llano. LA pequeña isla, en medio de este mar de tierra ceniza, fue mi aliada, gracias a la barranca que está al lao contrario al pueblo, donde hay un pirul viejo y ramudo, un bendito ucalipto que se asoma por encima de ella, y un manantial…M …vié dolo ie , esto es lo ás bonito del lugar, porque el pantión encorralao por tapias de adobe blanco, pa´ los medio muertos que aquí vivimos pos está feo. Lo más bonito de este pueblo y de otros muchos, era Petra. ¡Ah! Aquella vez que iba con un vestido de seda floriado que difícilmente se agarraba a sus curvas, que me hizo decir fuerte: ¡Bárbara! y oyó Juvencio, el novio de ella y me dijo: ¿y yo, no te gusto? Sí. Le contesté: pa´ que me tiendas la cama. Y se le puso la cara más roja
MANUEL VILLAGRAN REYES 20 que la cresta de un gallo, me tiró un puñetazo, yo reculé, no pa´ huir, sino pa´cer lo que los borregos: retirarse pa´ pegar más duro. Y cuando intentó golpiarme de nuevo, yo ya le había dado una patada allí do de ás duele y lo dejé ti ado, uejá dose…… Me gustan los versos que Braulio le compuso: !Ah! e dita tu he osu a sea que al nacer te dio el acaso, no hay ninguno que te vea ue o sie ta de ti el fle hazo . Así es mi primo, bromista y díscolo, es menor que yo diez años, y sólo a él se le ocurren ideas tan curiosas que a veces me hacen reír o pensar, como lo que me dijo hace poco: que de las carnes, la más hermosa es la de la mujer; que la de los pescados, la más sabrosa es la del bagre; que la de las aves la más e dita es la del Ave Ma ía……… Co o a uella vezque andaba yo enfermo de la panza que me dijo: tómate una purga preparada con hojas de calepino de ocho lenguas, y cuando yo le pregunté que qué era eso y que dónde se conseguía, se rió tanto que me enojé y lo maltraté. Pa´ calmarme, me dijo que le perdonara la broma, que ese era el nombre de un diccionario octolingüe del tamaño de un adobe, sepa la ola… él sie p e se íe de uest a ig o a ia. El ot o día e dijo: ¡Qué o ito o te de pelo! Pe o…
MANUEL VILLAGRAN REYES 21 ¿Pa´ qué tan caro en una cabeza tan barata? Y se rió el aldito… Y o o g ille o de la u ive sidá ue fue, Braulio agarró experiencia en política y nos cuenta cada cosa, que nos deja con los ojos cuadrados y la boca abierta y apendejaos. Diciendo que el verdadero carácterde los políticos se oculta tras una máscara agradable y prometedora de bienes que nunca cumplen; y que éstos, jamás dicen lo que piensan, ni piensan lo que dicen. Y que les cuesta más trabajo a los partidos políticos llevarse bien con sus miembros que manejar a sus contrarios; y que cuando un partido recluta lo peor de otro, después lo presenta como honrrao, trabajador y capaz de servir a la sociedá. Él a esto le llama: Lavado de políticos. Que en campaña, surge en los candidatos el gran amor por su pueblo y los súper poderes que acabarán con todos los males, como aquel candidato a gobernador que prometía que llovería durante sus seis años de gobierno, ya que era muy amigo del que hacía los pronósticos del tiempo. Y que todavía se da aña pa´ a ui a al pa tido ue los vio e e … ¡Qué dia los…¿A qué hora me dormiré? Pos sa e………Hijo de la… Ya hasta el ez al se e está a a a do……… ¿Y, si o t ato u fue eño pa´ ue lo ate?... No ue histe… M . Pe o está a ó ………Ca ay! “i i p i o estudió e la universidá y se tituló de ingeniero, por qué está aquí trabajando como cualquier pión? Hasta me hace
MANUEL VILLAGRAN REYES 22 pensar que el estudio no sirve pa´ nada. Ora que si vive uno tan poco ¿de qué sirve saber tanto? él dice que no hay industrias dónde trabajar de lo que él sabe, por un lao, y que más vale, que porque la creación de industrias alimenticias, por ejemplo, sólo encarecen los productos y rebajan la calidá de éstos; que por criar industrias dañinas, sólo pa´ dar trabajo a unos cuantos y enriquecer a unos pocos a costa de joder a miles, es injusto. Y que lo que pertenece a todos, es aprovechao por unos cuantos, como los bosques. Ora que si cortan árboles pos los deben reponer inmediatamente, pos siempre dejan a los cerros pelones. Y que algunos industriales convierten el oro en piedra, sólo pa´ poder llenar sus bolsillos de plata. ¡Caray! la patria se atraganta con tanto des ad e………Dios ío, haz ue due a. ¿“i?......... ¿No? ¡Carámba, ya es tarde! pos ya llegó don Pedrito, el señor que da cine, pos ya se oye su música. ¡Increíble! aunque pasa unas películas tan viejas como él, sí le va bien. La otra vez, ¿Cuál pasó? ¡Ah! La ue te de u Ma a a ho . Y está a u ia do LA Ve ga za del Hijo del Ma a a ho . Este señor tiene cara de yo no fui. Es buenazo y muy atento se le quiere aquí; además es bromista, dice tener sesenta años y espera seguir trabajando hasta los cien, pos se siente tan bien como una persona de noventa y nueve años. Dice también que es un judío errante pos anda de pueblo en pueblo y que a su
MANUEL VILLAGRAN REYES 23 casa muy poco va que ya hasta el perro le ladra cuando llega. Las funciones de cine son pa´l pueblo una fiesta y la gente se pone su mejor ropita. ¡Já, Já! O a si, e os e voy a do i o la úsi a………Y tanto que a la Pet a le gusta a el pa o le he… ¡Oh! la Petra, que en paz descanse aunque no se lo merezca, cuando comenzó a tener novios, era ya una mujer hecha y derecha verdá de dios, aunque todavía era una jovencita. Yo entonces era comisario ejidal. Ella era hija de Cayetano Flores el hombre más viejo del pueblo, que murió de más de ciento cinco años de edá, y de su tercer mujer, de las cuatro que tuvo y a las cuales sobrevivió. Recuerdo que la última siempre traía un rosario en el cuello, tan grande y pesao que la jorobaba, pos del colgaban cruces y muchas imágenes de santos muy milagrosos, la prueba es que a Don Cayetano le hicieron el milagro de enterrarlas a todas Esta mujer –dijo Braulio- tenía cara de beata y uñas de gata. Yo creo que lo dijo porque era maldita la condenada, pos al pobre viejo lo malmodiaba y se reía de el en su cara arrugada; y a la Petra la ponía a rezar y a ayunar que pa´ que se le saliera el chamuco, que por eso la seguían los hombres como perros, y luego le echaba manotazos de bendición. Era una mujer rellena y oliente a incienso, y cuando no estaba llorando, estaba rezando, aquella vez que yo platicaba con don Cayetano, este estornudó y la mujer le dijo; ¡Jesús te
MANUEL VILLAGRAN REYES 24 ayude! El, muy serio, le contestó: No necesito ayuda de Jesús ni de Pedro ni de nadien, ¡Ya te he dicho! La verdá, es que muchos quieren tener un Dios pa´ ellos y un diablo pa´ los otros, y la vieja se creía estar bajo la gracia de Dios. Cuando hablaba, hablaba a borbotones tirando manotadas y haciendo gestos. Esto me recuerda lo que dijo Braulio, que una mujer devota pocas veces tiene capacidá pa´ ganarse el amor de su marido. Y que ama a Dios con más fuerza que a un hombre. Pos siempre trai a Jesús en la boca, y al hombre como cosa poca. Cuando don Cayetano murió sin quejarse ni decir nada, estaba sentao en la entrada de la puerta de su cuarto, solamente se recargó en el filo del marco y se quedó dormido. Murió antes de enfermo que de curao, pa´ horrarse lo del médico, pos era muy codo. Además, decía que por ser las medicinas amargas y dolorosas, sus enfermedades huían antes de siquiera comprarlas. Pos ni siquiera cuando le dolían las muelas iba al dentista que porque le vaciaban su boca y le adelantaban la vejez. Como algunos que tapan portillos en sus bocas con dientes que son suyos sólo porque los compraron. Decía Petra que él vivió muchos años porque nunca visitó a un médico, porque creía que éstos eran como los diablos que andan tras los malos, y rogando que los buenos sean alos y ue los alos o sea ue os u a………Es curioso, de una manera se nace y de muchas se
MANUEL VILLAGRAN REYES 25 muere: pos hay la muerte de hambre, la muerte de frio, la muerte de amores, la muerte de miedo, la ue te de isa y ot as. Pe o, ya de o do i ……… ¿Dormir? ¡Pero cómo!.........Me gustaría encenderle un bombillo al tuerto en el trasero. ¡Maldito!.........Aah, bostezos de hipopótamo, pero o e due o………Oye, deberás que Petra era de esas mujeres que se antojan apenas las vé uno, por eso más de cuatro andaban tras ella como perros calientes; y ella a todos animaba con sus coqueteos, o lo que es lo mismo, a todos daba atole con el dedo, pos les dirigía unas miradas en las que los pendejos leían una declaración entera y se daban por amaos; y por ella, todos como perros se aporriaban. Así Lisa d o, Lute io y Jua el alalo , pe die o la vida por su amor y por pendejos. Y los matadores, dos de ellos: Cornelio y Juvencio, están en la cárcel por lo mismo y por confiaos, pos no creyeron que la ley los buscara y agarrara en este lugar tan olvidao de Dios y del gobierno. En cambio Juaquín luego luego huyó, y todavía es hora que no se sabe nada de él. ¡Ah!, ese Juaquín, el borrego de Braulio, siempre tan pegao a nosotros, la carota que puso cuando supo por qué Braulio siempre le decía al terminarnos unas copas: -Paga ie t as… -Mientras qué. -Mientras se te quita lo pendejo.
MANUEL VILLAGRAN REYES 26 Desde entonces ya no se juntó con nosotros. Y también desde entonces la traía con Braulio, pero éste no le hacía caso. ¡Já,Já!, lo que nos platicó aquél día que andaba alegre por culpa de los tragos de mezcal que se metió entre pecho y espalda, acerca de cuándo se arrejuntó con Isidra a la que se robó y que a los cuatro meses se le murió. ¡Qué bárbaro! Dijo que se volvió loco por ella durante unas dos horas, y que aún tenía muchas cosas que decirle cuando ya no tenía ninguna que hacerle. También nos contó el descarado que la primera vez le hizo daño y se quejó; la segunda, le dio placer y se quejó; y la te e a, i daño i pla e , pos o se uejó……… Y la vez que se emborrachó hasta perder la conciencia y el reloj y tuvimos que llevarlo a su casa de palomita, y otro día me dice: oye Baltasar, que güeno que nos venimos de con la Chuya, si nó aquello acaba e o a he a… ¿ “í, fue a uél sá ado ue andábamos de parranda Braulio y yo, que me dijo: esa Petra es el diablo, pobre del que se case con ella. ¡Ah! Y los que se casan con mujeres bonitas, generalmente alcanzan el reino de los celos. Cuánta razón tenía. En ese entonces yo todavía no me atrevía a echarle los perros a pesar de que me hacía mucho jalón y que a mí se me caía la baba por ella. A raíz de los hechos que siguieron, Braulio me ofendió al componer unos versos:
MANUEL VILLAGRAN REYES Baltasar ama en extremo a la Petra, su cara mitad, aunque ésta tenga en estreno u a a te de alidad
27
Tus versos, le dije enojao, son pendejadas, no tienen luz, sólo quemándolos. Pero, Tenía que perdonarlo, al fin y al cabo, era verdá. Además, el consuelo que me queda, es que a él, a pesar de ser estudiao, también le ha ido mal en amores; pos antes de pedir la mano de Jacinta, se peliaron, y Braulio le dijo que era una estúpida, y la Jacinta se metió llorando a su casa. Y cuando al otro día, mi primo fue a pedir su mano, lo recibió ella. -¿Qué queres? –Le preguntó. -Vengo a pedir tu mano. -Mira que soy estúpida ¡pero no tanto! Soy doncella pa´ casar no doncella pa servir –Y cerró la puerta con coraje- Jacinta es una chulada. Ella no nació aquí. Pero, se ve que a las peregrinas no les importa donde crecen. Bueno, las mujeres pueden faltar a su palabra, pero el hombre jamás, a menos que sólo sea un títere. Braulio trató de cumplir su promesa como hombre, aunque sin bigote. Contaba mi apá que antes, un pelo del bigote de un hombre valía más que diez juramentos, y que hoy diez juramentos no ga a tiza u igote… Todavía es ho a ue o entiendo esto. Bueno, al fin y al cabo, nadie es sabio
MANUEL VILLAGRAN REYES 28 sie p e…… ¿Po ué a i p i o B aulio le ha ido ta mal desde que nació? Pos al nacer, mi tía murió, por lo que su padre como que le agarró cierto rencor, pos seguido le echaba la culpa de su viudez; pero mientras tanto, estaba horrando dinero que pa´ comprarse una mujer, privándole a él de muchas cosas, pos sí tenía su dinerillo el muy llorón. Y ya andando en los cincuenta y ocho años, se casó con Chabelita como él la llamaba, muchacha huérfana de pad e y ad e, pe o o ita y a iñosa… o ot os, menos con él. El viejo creía que pa´ gato viejo, ratón tierno. Decía que el amor nos hace soportar las miserias de la vida, y nos consuela en el triste esperar a la muerte. Decía también muy triste, que los viejos sólo pueden dar a las mujeres asco y dinero; y que a algunas se les excita con caricias, y a otras con plata……… ¡Vaya! Ya pa ó su úsi a don Pedrito, de segu o va a o e . O a sí, a ve si ya e due o……… ¡Dios mío!, no puedo!......... Aquel día que yo me andaba echando unos tragos de mezcal, que me encontré a don Pedro y le ofrecí uno, me dijo: ya no estoy pa´ buscarle tres pies al gato, y más cuándo sé que tiene cinco. Todavía creo que me vaciló, el muy ladi o……… ¡Ca a a! ua do u ió do Ni olás, ¿De esto cuánto hace?... ¿Cómo cinco años? ¡Sí! más o menos, la Chabela se vistió de luto como de costumbre, y lo primero que hizo fue mirarse al espejo pa´ ver qué tal le quedaba el traje negro. Esto
MANUEL VILLAGRAN REYES 29 me lo contó mi prima Chole, la que se quedó a vestir santos, y amiga de Chabela, y eso que es más vieja que ella, y pos le ayudo a ponérselo; éste vestido lo hizo Juana, con la que Chole pelea cada vez que ésta le hace uno, pos al mirar su deforme cintura, culpa a la costurera de estar mal hecho, hasta que ésta le dijo que ella no arregla lo que los años han desa eglao, y desde e to es ya se al ó. Pe o… si las solteras se quedan a vestir santos ¿Los solteros se quedan a desvestir no santas? También me contó mi prima que la Chabela le había dicho, mucho antes de casarse, que la moda en cuanto a novios debe cambiar, que ahora se debe usar feos pero ricos; tontos, pero ricos; barbajanes, pero ricos. Nada de que contigo pan y cebolla, que pos que esos tiempos ha pasao, g a ias a Dios… ¡Adela tada la muchachita! Bueno, pa´ algunas mujeres, como mi prima, conservarse vírgenes no tiene ningún merito, porque ¿Qué chiste tiene que una fruta esté completa en el árbol sólo porque no ha habido pájaro que la pique?......... A que mi prima, se cubre con polvos y cremas las arrugas y las pecas que pa verse bonita, logrando con ello sólo provocar asco a su espejo. Siempre le duele algo, y yo le digo que no le pegue al dolor de hoy, el de ayer ni el de mañana, pa´ que le sea más llevadero, pero le gusta quejarse, solo así vive. ¿Y por qué? si ella es menor que yo un año, dice que no tiene treinta y cinco años, sino ¡diez y
MANUEL VILLAGRAN REYES 30 ocho! y que el tiempo es un gran mentiroso?......... ¡Puta! al mes de enviudar Chabela se arrejuntó con Epifanio, el joven, que cumpliendo con lo que disponen las obras de caridá y compasión de consolar al triste, se hizo cargo de ella, llenando con mucho tan santo deber. Al ser criticada, Chabela contestaba que el luto lo llevaba en el corazón, no en otra parte. Y al poco tiempo se fueron del pueblo, no se sabe pa´ onde, con los aho os del viejo……… ¡Ya asta! e voy a dormir, pos ya empieza a dolerme la a eza……… ¡Maldita sea, o puedo!......... ¡Ah! pero que bonita pintaba nuestra relación a pesar de que yo era mayor que la Petra trece años, pos nos entendimos muy bien durante el noviazgo que fue corto, todo parecía un sueño ¿Por qué tenía que pasarme esto?... ¡Cuánta felicidá cuando nos casamos! Era la gloria. Esos recuerdos me yeren. Hora sé que hay dos clases de matrimonio: El uno pa´l otro. Y el uno contra el otro. En la boda: ¡Cuánta comida!... Y la gente estaba contenta, pos fueron dos torillos gordos, dos marranos también gordos, y sopas. Gracias a mis padres, que me dejaron buena herencia: La casa que es muy grande, hasta parece hacienda, con muchos nopales de castilla de tunas blancas, amarillas y rojas, muy dulces y jugosas; un tronco de mulas fuertes, no o o u a ue tie e i p i o: fla a, y ue sie p e está dispuesta a rebelarse, como si fuera
MANUEL VILLAGRAN REYES 31 comandante general de estado; y que siempre está pensando que piensa y de ese pienso mental se sostiene y se alimenta, por eso guarda siempre la línea. Está tan débil que ya hasta con sus sombra se t opieza . Esto di e el o ista de B aulio. Ta ié me dejó los arneses y el arado; una parcela cercana al pueblo, once vacas lecheras y becerros; un toro se e tal fi o; galli as… o hi os… o egas… hivas; además bastante dinero, pos mi apá se dedicó en cuerpo y alma a las labores del campo y a cuidar el ganao; además prestaba dinero a rédito, logrando así hacer su fortuna, yo era el rico del pueblo, hasta que llegó el maldito tuerto, y me trasquiló la Petra. ¡Ah!, el día de la boda qué bien tocó Anastasio con su acordión y Pedro con su guitarra. De vino, mejor dicho mezcal desde que hace perlitas, hasta sobró. ¡Híjole! A la madrugada, ya casi todos los invitados, que fue todo el pueblo, estaban borrachos. Yo no to é ada… ue o, ada ás u po o pa´ i da y no porque me faltaran ganas, sino porque quería llegar consiente a la cama con mi Petrita. Se dice que antes, mucho antes, el vino no sabía por onde subir a la cabeza, y hora parece que ya encontró el camino pa´ arriba; por eso, del borracho decimos: ya se le su ió el vi o a la a eza……… “í, Pet a y yo os llevamos bien los primeros meses de casados, todo era felicidá y place ¡Ah! pe o después… todo fue gritos y pleitos; y ya no hubo paz, ni siquiera treguas,
MANUEL VILLAGRAN REYES 32 en este matrimonio ya no faltaba más que el demonio pa´ ser el infierno. En el noviazgo fue mansita y cariñosa pero, ya casados empezó a sacar las uñas. Por eso, del buen tiempo y del amor nunca de e os esta segu os…Ho a eo ue pa´ agua ta y ser un buen marido, hay que ser sordo y ciego. Y a veces creo también que la miel no se hizo pa´l hocico del burro. Pero a pesar de todo, yo era feliz pegao a sus faldas y haciendo lo que me ordenaba y dándole el dinero que me pedía pa´ comprar todo lo que se le antojaba. Y yo, como buen borrego, le daba la lana pa´ complacerla y no se me fuera a ir. Porque la verdá, ¿ónde se encuentra una mujer como Petra: bonita, con piernas duras, redondas, ni gruesas ni delgadas; pechos abultados, puntiagudos, agresivos; en fin, con un cuerpo casi perfecto? Cada vez que íbamos a la ciudá me hacía que le comprara no uno, sino dos o más vestidos, que porque ya no tenía ni siquiera unas garras que ponerse cuando le llegué a contar hasta setena y tres vestidos casi nuevos. Además compraba cremas, perfumes y toda clase de adornos, esas cosas que hacen parecer a las mujeres lo que no son. Por eso dice Braulio que las mujeres cada día son más misteriosas, pos sus hermosuras son más engañosas. Ya pa´ entonces había compuesto estos versos: Sacar los cuernos al sol
MANUEL VILLAGRAN REYES ningún marido lo aprueba ¡ni siquiera bajo un parasol! aunque de ellos coma y beba.
33
Y aunque siempre la Petra andaba muy bien vestida, hora sé que no era una seña de pudor, pos mostraba un corazón desnudo a todo el mundo. Y pos la ve dá… hasta algu as sa tas se deja te ta po el dia lo; y… si po e los ue os las ue as, las ue o son ¿Qué más podrán?.........Oye, ¿y por qué los diablos, si no son casados, tienen cuernos? Sepa la……… U día le dije; ¿Tú dices que me quere sa mí, entonces ¿por qué siempre me pides sólo vestidos, joyas, dinero y caricias nada? ¿Pa´ que me llamas mi vida mejor dime mi esclavo Ella se río y me dio un beso en la frente, y ya. Hora eo ue la Pet a e uiso ua do e olió el dinero, pos cuando se me acabó, se acabó el cariño. Cuánta verdá hay en lo que una vez me dijo Braulio, que por instinto, la mujer al fin de obtener del hombre la protección y sustento se une a él, muchas veces sin sentir una pasión, sólo cede a su codicia o a su interés. Y deberás que todo tiene fin, pos mi i ueza se a a ó. Y ie de ía i apá si o e es i o y gastas sin medida, por eso animal serás y ¡muy estia! Pa´ o er algo, tuvimos que endrogarnos en la tienda del tuerto. Yo no quería, y le dije a la Petra
MANUEL VILLAGRAN REYES 34 que mi dignidá no me lo permitía, y entonces ella soltó la carcajada, y me dijo la muy zorra: -Los pobres no tienen ni pueden tener dignidá, anda vámos. A mí me dolió. “i e a go… fui os. Hasta se e enchina el cuero al recordar. ¡Caray! No sé si ya desde antes de endrogarnos con el Felipe, la Petra andaba con él, o si fue después. Hasta ahorita no lo e sabido. Si no es por Tomasito el chivero, que me dijo que había visto a la señora Petra besándose con el tuerto Felipe, ni cuenta, pos a veces la claridá es un estorbo pa´ los ojos lagañosos; cuando me lo dijo, sentí cómo la noticia se iba desparramando por todo mi cuerpo, como agua fría, desde entonces, los malditos celos me mataban y me hacían ver el sol de noche, y estrellas al medio día. Y es que la condenada Petra le llenaba los ojos a cualquiera y cualquiera intentaría hacerla suya, aunque ya tuviera dueño. Hora lo sé por experiencia y por lo que eh visto y sabido, la mujer insatisfecha tarde o temprano buscará otro hombre, es la ley de la naturaleza, y ésta se brinca las leyes humanas. Recuerdo muy bien lo que me dijo la condenada cuando le reclamé mirádome muy enojada: -Si le crees al mocoso, ¿por qué no me matas o me dejas? ¿Eh? ¡Ándale! ¿Qué esperas? yo soy honrada ¿sabes? Muy honrada.
MANUEL VILLAGRAN REYES 35 -Si es así, Dios te lo premiará que en lo que toca a mí, te castigaré, si dejas de serlo. Y me dijo: -Debí estar loca cuando me casé contigo. Y yo le contesté: -Sí, y sigues igual. Se sentía segura, creía que yo no era capaz de hacer ni lo uno ni lo otro. Sin embargo, su seguridad me confundió, pero de todos modos la espina de la duda ya estaba clavada. De entonces pa´cá, el carácter rudo de la Petra se volvió más insoportable; los insultos, las críticas y los reproches fueron el pan mío de todos los días. Pienso que presumir de honrao y no serlo, es reise del mundo; y si lo que arrastra honra, la honra del marido son las culebras. pa´unas, la honra es como un clavo en el zapato que las obliga a caminar con cuidao. En cambio, otras remachan el clavo. Como unos doce días después de reclamarle, de regreso de la ciudad donde estaba trabajando, Braulio me dijo: -Mujer bonita tienes, pero otro la goza mientras tú la mantienes, vi a Petra entrar a la casa del tuerto, estando ya cerrada la tienda y se tardó en salir, ocultándose lo mejor que podía en las sombras de la noche. Me uede helao… todo se vi o a ajo… u udo e la ga ga ta e hoga a, y… llo e. Ya o le dije ada, ¿Pá qué? Al principio pensé en correrla de la casa sin más
MANUEL VILLAGRAN REYES 36 ni más como se echa a un perro; pero, ya más tranquilo, me dije: ¡No! por lo que ha hecho, merece algo peor que eso. ¿Golpiarla? Tampoco. La buena suerte vino en mi ayuda pocos días después. El niño Tomás que andaba con las chivas y las borregas cercas de la barranca, llego a mi todo asustao y chorriando sudor, a decirme que había visto que la señora Petra se había caído desde arriba de la barranca. La Petra tenia tos y fue por hojas de eucalipto pensé. Al no poder alcanzarlas por abajo, subía al cerro y estirándose hacia el abismo lograba alcanzar algunas ramitas. Así lo había hecho ya otras veces. Corrí como alma que lleva el diablo hacia la barranca; y si, allí estaba tirada bocarriba, quejándose y llorando. Me acerque como no queriendo hacer ruido y la mire muy serio sin decir nada. -Baltasa … Un gesto de dolor desfiguro su linda cara mientras me veía de reojo. -¡Ayúdame!... no te quedes allí pa adote… Hablaba y hablaba y yo nada más la miraba. -¡Ayúdame, estúpido!... Estas palabras me sacaron del fondo de mis pensamientos. Busqué con la mirada algo que sirviera a mis propósitos. Mientras, ella seguía hablando. Al fin, mi mirada trompezó con una piedra en forma de bola como esas piedras lisas de rio, la
MANUEL VILLAGRAN REYES 37 agarré con la mano derecha, y me acerqué a la Petra que dejó de hablar, mirándome rete asustada. Levante la mano y la deje caer como martillo sobre su cabeza, que sonó como cuando se quiebra un guaje. Luego le puse la piedra como si al caise se golpia a o ella……. “í, así o ie za i ve ga za. Y de paso, se le cumplió el deseo a la Petra, pos una vez dijo que prefería morir hermosa antes que ver los estragos que hace la vejez. Poco después llegaron Josefa, Luz, Ruperto Epigmenio, Camilo y Tomasito, Cuando llegaron, yo esta a hi ado ju to a ella, eza do. Ya desto ha e… u os eses… ¡Ca ay! desde e to es vivo solo, o o perro sin dueño, esperando la ocasión pa´ ad uga le al tue to Felipe…. Pero, ya basta de pensar y de tanta cobardía, iré a buscarlo hasta su tienda, y que sea lo que dios quera, chingao.
MANUEL VILLAGRAN REYES
38
LA PERRA Fue solo un leve rozón al pasar junto a ella. Sin embargo, la reacción fue tan violenta, que me asuste y retrocedí un poco, sus ojos color miel, fijos en mí, destilaban odio. Nunca antes la había visto así. Siempre Doquier andábamos: ya caminando tranquilamente por el pueblo o correteando por la compiña, estropeando la mágica alfombra de flores silvestres o levantando polvo de las áridas tierras. Extrañamente, a partir de mi enfermedad, que cada vez se hace más y más insoportable, me esquiva y ni siquiera me mira. Hasta ahora. ¡Maldito perro sarnoso! me haz ensuciado mis piernas ¡lárgate! –grita furiosa. y, abriendo la puerta, de fuerte puntapié me echa a la alle, ¡la uy… pe a!
MANUEL VILLAGRAN REYES
39
LA MULA DE MI COMPADRE Es una mula muy mula. Digamos… si o plejos. Jamás ha estado de acuerdo en servir de bestia de carga y mucho menos de cabalgadura a ese fenómeno de dos patas llamados hombre. Está en su exclusivo pastizal, con las orejas enhiestas y la mirada alerta. Es de musculosa y hermosa estampa. Me ve a e a … Con ligeros sacudimientos de su cabeza (y, ¿una sonrisa de burla?) parece desafiarme. Por supuesto, yo disimulo mi intención de atraparla, caminando despacio, en zig.zag; deteniéndome aquí y allá. Silbando y volteando a los lados, sin mirarla nunca directamente. Llevo arrastrando la soga llenándose de cardos que después hieren mis manos. Cuando logro acercarme a tiro de reata, giro la lazada sobre mi cabeza y, cuando voy a lanzarla, el astuto animal con brusco cambio se aleja al trote. Luego se detiene a prudente distancia. Voltea y me mira rápido; y, procede a mordisquear el pasto fresco. Desde luego, observándome discretamente, yo diría que divertida.
MANUEL VILLAGRAN REYES 40 Varia veces intento atraparla y, todas las veces me burla. Incapacitado para cogerla, hablo con el caballerizo; y promete que atrapara a la esquiva y descortés mula no sin dejar de advertirme lo peligroso que es montarla. Sin embargo un deseo más fuerte que la razón, me impulsa a cometer un acto a todas luces estúpido. -¡Ese animalejo vera quien es quien!- me dije. Sudando la gota, llegan los tres: la mula, el caballo y el jinete de éste. La mula y yo nos miramos en silencio y adivinando mis intenciones, parece de i e: Tú te lo us aste, o ha á ua tel . Yo modestamente esbozo una sonrisa de adelantado triunfo. al fin y al cabo, jinetear es muy fácil. Es nada mas inclinarse hacia adelante; luego impulsarse hacia atrás, como si fuera a acostarse de espaldas sobre el lomo del animal; y como variante, ladearse hacia los lados, como que se va a caer. Otra vez hacia adelante luego… ta ié es e esa io lleva u a a o e alto, pa a mejor lucimiento. y que, al término de jinetear, se baja de tres maneras a saber: una de ellas, la mas usual por su dramatismo, es sin duda aquella que se ejecuta durante los quiebros mas formidales del animal. Esta bajada se realiza deslizándose rápidamente por un costado del bruto hasta caer entre sus temibles patas.
MANUEL VILLAGRAN REYES 41 Otra, verdaderamente espectacular, es aquella en que se aprovecha el impulso mas fuerte dado por la bestia, para ser lanzado lo mas alto posible, dando volteretas y luego caer hasta estrellarse contra la tierra: de frente, de espaldas, de lado o simplemente de cabeza, según se prefiera. la tercera manera de bajar, es menos difícil y menos apantallante; es decir, menos dramática y espectacular que las otras dos, quizá por eso, solo una minoría la practica, pues únicamente hay que aguantar sobre el animal hasta que éste se canse y luego desmontar tranquilamente. Yo prefiero esta ultima: no por fácil, si no por que no me gusta impresionar. -¡Adelante, intrépido jinete!- lo dije muy en serio y en voz alta, tratando de intimidar a la bestia. Aunque firmemente sujeto por el ranchero, el animal se mueve inquieto. Y cada vez que trato de montar, se saca. Al quinto intento, por fin logro caer sobre su lomo, de panza; pero fue tal el impulso, que caí de cabeza del otro lado; debido también, a que esta vez, la mula no se movió. Con su actitud despreocupada parecía decirme: ¡Yo no tuve la culpa! Enfuerido trato de estrangularla, ante la divertida mirada del ranchero, pero mis manos no alcanzan a ceñir el grueso pescuezo salvándose por eso de una muerte segura.
MANUEL VILLAGRAN REYES 42 Al final comprendi que no era fácil, sino imposible montarlas sin valerme de trampas. Por lo que le pedi a mi compadre, que se había unido al grupo, que le venderá los ojos, lo que le parecio una idea genial (bárbaro). Cierto que no estaba jugando limpio, pero algo tenia ue ha e a te ta to f a aso, asi ue… ¡fue a escrúpulos! cuando cai sobre ella, bufo imitando una locomotora de vapor en pleno arranque. Sus musculos se tensaron cual cuerda lista para arrojar la flecha. No bien se le quitó el vendaje, salio disparada como por poderosos resortes, que por unos segundos mi mente estuvo completamente en blanco, pues mis pensamientos, menos rapidos, se quedaron muy atrás. Ni una revolvedora mecánica es tan efectiva como esta endiablada mula decidida a no dejarse humillar por el obstinado mequetrefe de dos patas. Con brusquedad dolorosa, soy agitado hacia arriba, hacia los lados, hacia adelante, y todavía no llego hasta donde el impulso me manda, cuando ya soy regresado violentamente hacia atrás. Varias veces estuve a punto de caer y varias veces fui rescatado por los mismos quiebros del bruto. y por supuesto, al engarrotameinto de piernas que a manera de pinzas de presión ciñen el cuepo del animal.
MANUEL VILLAGRAN REYES 43 la da za i fe al du a una eternidad mas dos minutos, aproximadamente. eso por que fue interrumpida por un compasivo árbol que, al verme se tado e el ostado de echo de la mula, se interpone desafiante en nuestra trayectoria y, de certero golpe en mi pecho, me desprende de raíz, yendo a caer inconsciente al piso de hierbas. mientras la mula se aleja retozando, festejando el triunfo. En un tranquilo lago de aguas claras, rodeado de árboles, que se hallaba en medio de un llano caliente, circundado de cerros lejanos, y mas acá, del oleaje suave de un lomerío del que resbalaban tranquilamente tierras rojas de cultivo de las cuales parecía brotar del polvo una casita que se desdibujaba a través del velo tembloroso del calor, medio oculta entre altos nopales donde un petulante gallo se daba tono y molestaba con sus requiebros a unas gallinas que escarbaban frenéticamente la tierra en busca de larvas al son de rebuznos provenientes de la parte trasera de la humilde vivienda que mostraba al desnudo la pobreza del adobe. una gran tortuga macho, en traje de baño color gris muy anticuado, que se asoleaba sobre una piedra grande que semejaba una islita, miraba con ojos de asombro y con la boca abierta, que, mas alla, en apestoso lodo, un cochino alegre se revolvaba. Sin pensarlo nada, le grito:
MANUEL VILLAGRAN REYES 44 -¡Ea, amigo! venga a bañarse en esta agua cristalina y no en ese charco pestilente donde en lugar de limpiarse se ensucia. El cerdo con voz ronca, le contesta: -¡No quiero! -Pero ¿Por qué? -¡Por que no! -Ve ga o seas to to… -Que nó¡ Aquí estoy bien, metichón. -Majadero, lo hago por su bien. -Tal vez, pero aquí quiero bañarme. …Y siguió e su iá dose as y ejo . Mientras, la tortuga se decía: -Tipos como este, me vuelven loco y los odios po …to tos y g ose os. Y para olvidar el suceso, se Zambulló en el agua fresca y se puso a nadar.
EL GRAN DE“CUBRIMIENTO
MANUEL VILLAGRAN REYES 45 Es medio día. Los rayos solares abrasan la llanura. En el cielo azul-ceniciento, el sol sobresale con su intenso brillo. Cercas de él, aves de rapiña describen círculos ascendentes y descendentes en eterna monotonía. Allá sobre la lejana montaña del oriente, un cimiento de nubes blancas y grises se levanta tímidamente hacia el combo firmamento. y acá sobre la tierra calcinada, con la cabeza forzada hacia atrás y el hocico hacia adelante por el gran esfuerzo, y entrecerrando los ojos a cada choque del arado en partes más duras, los bueyes caminan a paso lento pero firme, tirando del arado de largo timón de madera mientras rumian y babean espeso. A paso de cojo, un hombre de unos treinta y tres años los sigue, manejando con destreza la mancera del pesado arado, mientras con la mano izquierda empuña el otate que continua y certeramente dirige hacia la parte trasera y musculosa de los bueyes según necesite corregir la dirección; o bien, para obligarlos a caminar más de prisa. El abundante sudor que escurre por debajo del liviano sombrero de palma, resbala por sobre el curtido y avejentado rostro de ojos achicados que miran siempre hacia adelante, tratando de descubrir alguna leve curva para corregirla; surgiendo así surcos rectos y uniformes, orientados de tal manera que no sigan la corriente del terreno, metiendo
MANUEL VILLAGRAN REYES 46 hijos do de se e uie e pa a evita la erosión y fuga del agua. Le sigue los pasos un chiquillo flaco y desgarbado de unos seis o siete años, cargado con un morral con semillas de maíz, que le cuelga del hombro izquierdo y del cual toma puñados, para luego dejarlas caer de dos en dos, por entre los dedos índice y cordial, empujándolas con el dedo gordo de su mano derecha en espacios de treinta y cinco a cuarenta centímetros unas de las otras. Camina pesadamente arrastrando la mirada por el fondo del surco recién abierto, mientras sus pies semidescalzos reciben el calor medio húmedo de la tierra violada. Un sonoro y prolongado trueno los hace dirigir la mirada hacia el macizo de nubes, cada vez más cercano. -¡Que llueva… pa a des a sa ¡ I plo a el pe ueño, alzando la vista al cielo. Luego, sus grandes ojos negros recorren de una mirada la gran llanura desierta, circundada por lejanas montañas que apenas asoman sus crestas por sobre la curvatura de la tierra, y allá, surgen grandes remolinos de polvo rojizo que se alzan violentamente hacia las alturas, para luego desvanecerse. Poco más tarde el viento arrecia y grandes oleadas de polvo dificultan el trabajo. El hombre lanza una maldición y pica a los bueyes, haciendo que se encojan y aceleren el paso. Allá, a lo lejos, lo que
MANUEL VILLAGRAN REYES 47 parece una pared de lluvia, no es más que polvo. Polvo rojo. El hombre presiente que su hijo no lo sigue y detiene a los poderosos animales con solo su voz y mira hacia atrás. El pequeño se había quedado lejos, tosiendo violentamente. Amoratado y falto de aire, se había sentado en el borde del surco que aun despedía ese olor a tierra guardada por mucho tiempo. Angustiado el padre corre hacia él. -¿Cómo te sientes? Jadeando, el niño mira a su padre sin contestarle. Aunque la tos ya casi había cesado, se sentía sin fuerzas. -¡Vámos! –Dijo débilmente, y trato de ponerse en pie su padre lo contuvo. -¡Espéra¡ te llevare al jacal para que descanses. -¡No¡ yo puedo. Poco le faltaba para llegar a éste, cuando un trueno retumbo sobre sus cabezas. Con voz fuerte, el hombre le grita: ¡Jua ito…¡ El niño se detiene y mira hacia su padre. Este, señalando los nubarrones, le dice: si este año es bueno te compra e los zapatos ue ta to deseas… ¡ah! y un sombrero nuevo El chico no dijo nada y siguió hacia el jacal. Los nubarrones, dando de truenos, dejan caer, como a prueba, gruesas y espaciadas gotas que vorazmente
MANUEL VILLAGRAN REYES 48 la tierra se traga. El hombre llega en ese momento a la cabecera del barbecho donde está el jacal y detiene la yunta. Luego mira hacia arriba y se dice: ¡tiene ue llove …! ¡Tiene ue llove …!. El aire caliente, tiene ya olor a tierra mojada y el hombre aspira profundo, sintiendo una sensación de rejuvenecimiento en su fatigado cuerpo. Sonrie. Parados en la orilla del terreno de siembra, los campesinos embobados y silenciosos, contemplan el panorama y nuevas esperanzas nacen al paso de la lluvia. El aguacero pasa veloz y no empapa la tierra. Era el segundo en caer después de siete días durante la ya atrasada temporada de lluvias. Las nubes, cada vez más blancas, se van alejando despaciosamente desparramadas y silenciosas, y el sol aparece más brillante. -¡Bueno, a comer! –Dijo el padre jovialmente. Se sentaron en las piedras que a propósito allí tenían, y comieron en silencio las últimas tortillas duras y bebieron, también las últimas gotas de café negro. -Unas dos horas más y terminamos –dijo el papa, mirando al niño que anudaba las correas del huarache izquierdo. El pequeño no contesto. Se sentía cansadísimo después de tantas vueltas caminando sobre la tierra suelta, no tenía ganas de nada. Solo de tirarse allí sobre el duro suelo y ya no levantarse. Solo el
MANUEL VILLAGRAN REYES 49 pensamiento de estar junto a su madre allá en el lejano pueblito de apariencia abandonada y en ruinas, donde los habitantes aparecen como fantasmas de entre las tapias, o de entre el malpaís, le daba fuerzas para continuar. Se paró en el principio del surco, mirando hacia delante, su padre le llevaba largo trecho de tierra de ventaja, por lo que, decidido, comienza su penosa tarea. Poco a poco, el presente se borra de su mente quedando sumido en el mar agitado de sus pensamientos. Pues era común en él, estos escapes de la realidad, para o ve el lento paso del tiempo y, a la vez, ignorar el cansancio y el aburrimiento. Maquinalmente hace el trabajo mientras su mente vaga. esta vez recuerda cuando hace unos meses, su papá lo llevo a la ciudad a visitar a sus tíos y primos, a los cuales el hacía mucho tiempo que no veía, pues su hermana se casó y se fue a vivir a la ciudad. Un escalofrió recorre su cuerpo cansado, al venir a su memoria el momento en que estuvo a punto de ser muerto por un carro, al soltarse de la mano de sus papá y querer cruzar la calle corriendo sin voltear a mirar, de eso, solo recuerda que despertó acostado en la cama de un hospital y que le dolía todo el ue po… Dos días después, regresa a casa de sus tíos todos dolido, pero eso no le impidió jugar con sus primos y con sus juguetes recién traídos por el Niño Dios.
MANUEL VILLAGRAN REYES 50 Fue allí, con sus tíos, donde se enteró de la existencia de un niño dios que regalaba juguetes y otras cosas a los niños cuando estos se portaban bien. Y sintió angustia, con toda seguridad él se portaba mal, puesto que el niño dios jamás le había regalado ada. ¿Có o po ta se ie ? se p egu ta a… De pronto, una gran espina de mezquite, que se le clavo en el talón derecho, por donde el huarache se había desgastado en forma de herradura, lo saco de las profundidades de sus pensamientos. Con rápido movimiento la extrajo, y un puntito rojo oscuro tapo la herida inmediatamente. Asombrado vio que estaban terminando. Dos vueltas más y ya. Los últimos rayos solares doraban las algodonosas nubes, y un vientecillo refrescaba, cuando dieron fin a la siembra. Silenciosamente desuncieron a los cansados animales, los cuales inmediatamente se dirigieron al ojo de agua al pie de un sauz llorón, cerca del jacal, dejando el arado, el yugo y el otate a mitad del terreno sembrado, a lo largo de un surco, ya que al tercer día –lunes- arrastrarían la superficie sembrada, solo cargaron las coyundas, el barzón, las cobijas, el petate, la cantimplora, las botellas del café, y dos te ios de leña de ez uite y de huizache que fueron cortando por las tardes después de la faena. Los bueyes fueron encerrados en el potrero de agostadero, contiguo al de siembra,
MANUEL VILLAGRAN REYES 51 propiedad también de su patrón, al cual le trabajaba a medias de lo que se cosechara. Iniciaron el viaje con el burro de la carga por delante. El niño, sentado en las ancas del otro animal, se aferraba a la cintura de su padre para no caer. El sol hacía rato que sasomaba por otras tierras, y acá, las estrellas comenzaban a multiplicarse. Pero aun asi era poco o nada loque alumbraban, era algo asi como focos fosforescentes colgados en el techo de un cuarto en penumbra. Y ya la luna se había ocultado al otro lado de los montes aun antes de oscurecer. Atrás dejaban las tierras de cultivo y entraban a las tierras incultas llenas de espinosos arbustos, nopales pequeños, mezquites y huizaches de todos los tamaños, nacidos en terreno calichoso y seco, nido de víboras y coyotes; de conejos, liebres y pajarillos. El niño sabio por experiencia propia cuan largo era el camino a casa. Su papá le había dicho que yendo al trote era posible recorrerlo en poco mas de dos horas y media, cosa que a él no le consolaba, de todos odos el a i o e a la go, la go… El burro delantero, seguía sin titubear la vereda invisible a penas marcada en el áspero terreno. la sensación de absoluta soledad aplastaba el espíritu de aquellos seres sencillos dejados de la mano de dios. Iban callados. Sólo se escuchaban las pisadas de los burros que algunas veces sacaban chispas de las
MANUEL VILLAGRAN REYES 52 piedras, la tos periódica del niño, y los aullidos de los coyotes en todas direcciones y distancias. Poco a poco, el lugar donde habían permanecido durante seis días iba quedando muy atrás. Con poco esfuerzo se lo imaginó solitario y cerro los ojos y apretó su cara contra la dura espalda de su padre. En eso, el aleteo de un pájaro cruzó por delante de ellos. El hombre sintió cuando los bracitos aflojaron y, rápido, tomo al niño en sus fuertes brazos, y lo dejo dormir. Por su parte entrecerró los ojos a manera de descanso, olvidándose de los animales que, a paso ápido, seguía fiel e te el a i o… y edita: ¿Po qué dios me hizo tan tonto? ¿Por qué tanta miseria? ¿Dónde está tu misericordia? ¿Por qué si lo ves todo y puedes todo, no me auxilias? dios, po favo … ¡ayúdame! –grita, mientras solloza. Al fin, la fatiga lo vence y dormita, cabeceando. Por la pequeña ventanilla de la única habitación de la casa, por donde la luz opaca de una lámpara de pet óleo o apa ato es apa tí ida e te ha ia fuera, una mujer en estado grávido se asoma pero no ve ni escucha nada; sin embargo, el perro ladra y ladra, insistente a las asombras. Tiempo después, a lo lejos, perros fueriosos ladran a alguien y presiente que ya vienen sus seres queridos, y se precipita hacia la estufa de petróleo de dos quemadores, la enciende y pone a calentar el café.
MANUEL VILLAGRAN REYES 53 Afuera, el perro de la casa siegue ladrando, y ya los perros de los vecinos también. La mujer, al escuchar los gemidos de contento del perro, se dirige hacia la puerta. En su apresuramiento tropieza con la gran olla de barro llena de agua, yendo a caer sobre el charco que ya se desparrama por el piso de tierra. La caída es lenta, por lo que la mujer lograr meter las manos y proteger su vientre. Al salir se dirige directamente hacia su hijo. Al que cubre de besos y estrecha en un prolongado abrazo. Aquel muchachito sucio y desnutrido es su adoracion; y mientras esto sucede, el hombre descarga a los animales, al parecer indiferente. Ya adentro, la mujer les dice: Ahorita les sirvo la cena. Les tengo café y tortillas blanditas; además salsa de chile colorao muy picosa. Al otro día, al despertar, el niño se alegra de estar en su casa. Sus padres aun duermen por lo que procura no hacer ruidos. Mientras, pasea su mirada por todo el cuartucho, como si fuera la primera vez que lo vé. De pronto, un pensamiento interrumpe su examen: ¡Tenia que hablar con su mama muy seriamente! ocultarle cosas importantes era imperdonable. La ocasión se presentó por la tarde, mientras su padre estaba ausente y su madre cosía a la sombra de un frondoso granado. Dejó sobre la sinuosa carretera, construida por él, la tablita de unos quince centímetros de largo por cinco
MANUEL VILLAGRAN REYES 54 de ancho y cuatro de grueso, que le servia de camión y se enfrentó a su mamá: -¡Amá¡ -¿Qué quere mi muchachito ¿Existe el niño Dios? -Si. ¿Por qué? -¡Nunca me lo dijiste¡ -Yo… este… -¿Por qué, amá? -Pos… se e ha ía olvidao -Entonces, si hay niño dios ¿Por qué a mi no me trai nada? yo no me porto mal ¿verda amita? -¡Claro que nomi´jito¡ uste es el mas bueno de todos, solo ue… vivi os ta es o didos ue el iño dios o nos encuentra. -¿Cuándo viene? -En noche buena -Y, ¿Cuándo es noche buena? .El veinticuatro de diciembre. -¿Faltan muchos días pa´ que llegue? -no ¿Cuántos días, ama? -pos unos seis meses… -¡que cuanto días¡ -pos o o… -¡Cuántos amá¡ -Co o u os ie o ie to vei te días… -¿son muchos?
MANUEL VILLAGRAN REYES 55 -No, son poquitos. -¡ah¡… … Y siguió e su juego, e vuelto e el melancólico canto de una paloma real. Quince días habían pasado desde que arrastraron la tierra, cuando el campesino visitó la milpa. La tierra estaba humeda, seguramente había llovido un dia antes, quizá por la noche. Las lozanas matitas de maíz presentaban al sol sus hojitas perladas de rocio, formando delicadas hileras de un verde oscuro sobre la tierra casi plana. El hombre, regocijado, mira desde la orilla el resultado de su esfuerzo, y mentalmente ora por que aquello fructifique, pues de ello depende la subsitencia de él y su familia. Y ya en el hogar, le contó a la familia las agradables noticias. El niño se puso a dar saltos de gozo mientras repetia una y otra vez: i apá e o p a zapatos… i apá me comprará zapatos… hasta ue la tos o tuvo su entusiasmo. Agotado y tosiendo, se dejó caer en el camastro. Para el hombre, los días transcurren lentamente entre buscar trabajo meintras recoge la cosecha, hacer alguna cosilla en la casa, bajar al pueblo y tomar una copa de mezcal que algún conocido le obsequia o simplemente a platicar. Para la mamá son la eterna rutina: moler el nixtamal en el molino, tortear y cocer las tortillas en el comal entre densa humerada. Acarrear agua del lejano pocito, lavar
MANUEL VILLAGRAN REYES 56 ropa en la cercana acequia grande, bajo los frondosos sabinos que bordean el cauce, cuidar al niño. Este, no tiene mas que hacer, que languidecer, dar de comer o beber a los burros, y jugar, aunque ya casi no, mas bien se está sentado o acostado. Llega el mes de agosto, bajo un calor sofocante y entre esporádicas y leves lluvias. Las plantas de maíz, con sus hojas retorcidas y de color ceniciento semejan plantas de ajos que apenas destacan en el color rojizo de la tierra seca. Al contemplarlas, al hombre se le hace un nudo en la garganta y las lagrimas resbalan por sus curtidas mejillas. Lentamente carga al burro con el arado, el yugo y el otate: y por ultima vez, mira todo lo sembrado y enfila al pueblo con el corazón oprimido. Ya para finales del mes, no quedaba ni señal de la otrora prometedora milpa. El hombre tuvo que recurrir a sus vecinos mas pudientes para que le dieran trabajo. Ahora con fulano, mañana con Zutano o con perengano. Finales de noviembre, la enfermedad del pequeño se agudiza. Había perdido toda fue za… todo entusiasmo. Pensando todo el dia postrado en cama tosiendo. pese a que las tardes eran frias, sudada hasta empapar su ropa. Y por las noches casi no dormía; y cuando podía lo hacia sentado recargado en la cabecera del catre, pues de otro modo sentía que le faltaba el aire. en una de esas noches de vela
MANUEL VILLAGRAN REYES 57 pidió lo sacaran al patio. la madre complaciente, lo envolvió en un sarape viejo, y lo cargo en brazos y se fue sentar en la piedra grande que había a un lado de la puerta, permaneciendo silenciosos. El niño miraba el fi a e to, la uje solo veía a su hijo. era una noche increíblemente agradale: quieta, ni fría, ni calurosa. El silencio solo era interrumpido por el monótono ladrido de un perro lejano. -¡Amita¡ -la voz débil del pequeño se oye como un lamento-. -dígame, mijito. ¿Es cierto que el niño dios viene del cielo? -Si -amá. ¿po … -un acceso de tos lo interrumpe-Ya i´jito, ya… al ese… A… a a, ¿Po ué a i o e t ai juguetes el niño dios? ¿Qué a mi no me quere? -si i’jito, si lo quere. ¿ntonces por que no tengo juguetes como mis primos? -Porque…po ue. No pudo proseguir. contenidas lagrimas brotan al fin en torrente, empañando la visión de la humilde mujer. y, apretando al pequeño contra su pecho da rienda suelta a su pena. Y sus lagrimas caen sobre la cubierta cabecita del enfermo, quien por los
MANUEL VILLAGRAN REYES 58 espasmos de la mujer comprende que llora y pregunta: -¿Por qué lloras, amita? -No i´jito, o llo o… solo ue… ue o esto uda . -¡Ah!... Callaron. En ese o e to se es u ha el canto cercano de un búho posado en alguno de los cuatro mezquites que están mas alla del patio, y también el ladrar de perros furiosos en la lejanía. El trabajo escasea y por añadidura el dinero. las tortillas se racionan mas todavía. y el café, el bendito café, que era el que daba el toque de gran comida, hacia tiempo que no se bebia, en su lugar se tómaba agua. Parte por la escasez de alimento como por la pérdida del apetito del niño, este era solo pellejo pegado a los huesos. Sus ojos hundidos y brillantes solo se abrían pesadamente cuando su madre le hablaba, pero luego los cerraba, ya no tenía alientos para toser. Dos o tres veces, la madre había advertido sangre en las comisuras de los labios del pequeño. ¡Cuanto sufría aquella criatura! Y sin embargo no emitía ni un quejido. -“i pudie a lleva lo o u do to , pe o…. a uí o hay, i di e o ta po o… ¡dios io! ¿Qué hago?... Entre sufrimientos llega el veinticuatro de diciembre, gris y lluvioso. fuertes vientos helados azotan la aldea de apariencia solitaria. la mujer envuelta en su viejo rebozo, camina por la estrecha vereda, cubierta en
MANUEL VILLAGRAN REYES 59 partes por charcos de agua, hacia la tiendita lejana a un kilometro y medio aproximadamente. Sabía que allí había juguetes y estaba decidida a que esta navidad su hijo tenga un juguete aunque para eso gaste lo de la comida de la semana. llega a la pue ta de la tie da y… se detie e i de isa… El dueño al verla, la saluda y se pone a sus ordenes. -Quiero.. Quero, un juguete. Y sus ojos ávidos, contemplan embelezados a aquel conjunto de juguetes que le parecen todos hermosos. Estos, aunque de diferentes preciosos, todos son corrientes: hay muñecas de trapo, de plástico duro y de hule; carritos, pelotas, pistolas… -¿Cuál le gusta? –pregunta amablemente el tendero. -¿Cuánto vale esta troca? –Y señala un gran juguete. -Este camión le cuesta, diecinueve pesos y cincuenta centavos. El semblante de la mujer palidece. turbada, pregunta por otro mas pequeño. -¿Cuánto?... -Ese cuesta trece pesos, noventa centavos. mirando y tocado cada juguete, aplazaba la pregunta para saber el precio de aquella pequeña y tosca troquita de plástico. Por fin se atrevió. Era su ultima esperanza. Mirando fijamente al tendero y tartamudeando pregunta: -¿Y, es… esta? -Cinco pesos…
MANUEL VILLAGRAN REYES 60 -Cinco pesos, sesenta centavos. La mujer se quedó como hipnotizada mirando al hombre. Quiso decir algo pero no pudo. lentamente dió media vuelta con la mirada en el piso. Antes de salir, la voz del tendero la detuvo. ¡Espe e¡ eo ue e e uivo ue, uesta… dos pesos treinta centavos. Unos instantes la mujer permanece sin moverse; y, de pronto, se vuelve, dándole la cara. ¿Cuá to… dijo? dije, dos pesos treinta centavos. Un fugaz destello de alegría embelleció su demacrado rostro. Con manos impacientes saco de su viejo monedero tres pesos diez centavos, y los depositó en el macizo mostrador de madera. El dependiente separo la cantidad pedida por el juguete y le regresó el resto, con el cual compro azúcar y café. Cuando regresó, el niño aun dormia. Buscó indicios del regreso de su esposo, pues hacía mas de cinco días que se había ido a buscar trabajo a la ciudad, pero no encontró ningún rastro. En eso, el niño gimio. Acercándose, le toca la frente. está muy caliente. También le parece que está más ceniciento que nunca. Angustiada, lo besa, llorando. -Aquí estoy mi´jito –balbucea. Intenta p epa a la e a, pe o… ¿Pa a uié ? el iño no quiere nada. el padre no esta ¿ella? ella no tiene
MANUEL VILLAGRAN REYES 61 ánimos ni apetencias, por lo que se acuesta abrazando al enfermo. De sus resecos labios brotan palabras de cariño. le habla del niño dios y le asegura que el lo quiere, y que amaneciendo le traerá un juguete como prueba de su cariño. Asi, consolándolo se queda dormida. el cansancio y las muchas noches en vela cobran ya su tributo. El canto de los gallos despierta sobresaltada. mira al niño, este mueve sus labios como queriendo decir algo, pero de su boca no sale sonido alguno. -¿Qué quere mi muchachito? ¿sabe una cosa? vino el niño dios y le trajo un hermoso juguete. ¡mirelo, es suyo¡ tenga. –Y le puso en su manita izquierda la burda troquita. el niño no abrió los ojos ni se movio. pero al contacto, su manita se cerro, apretándolo. -Véalo mi´jito, juegue con él. Está uy o ito… éste, abrió los ojos brevemente y sonrio; y asi, sonriendo, se fue, mientras la pobre mujer llora debatiéndose entre el dolor de la pena y los dolores del pre-parto.