32. TURISMO EXPERIENCIAL
¿DÓNDE HAS ESTADO O QUÉ HAS HECHO?
34. TURISMO EXPERIENCIAL
SOMOS EXTREMADURA
ALMUDENA CID
Hace dos años que Almudena Cid dejó de hacer piruetas en el tapiz, pero se la ve en plena forma. Menuda y simpática como siempre. Son las cinco de la tarde y aún le quedan un par de tomas y la grabación del sonido para terminar el rodaje del anuncio de la última campaña de Marca Extremadura. La productora la ha hecho madrugar para rodar en exteriores de Trujillo y aprovechar las primeras luces del día, así que a las cinco de la tarde acumula casi diez horas de posar frente a la cámara. Sin embargo, la ex gimnasta de origen extremeño no pierde ni la sonrisa espontánea ni la energía que la acompañaron durante 20 años por las pistas de competición de medio mundo. La última localización del anuncio es en el interior de un apartamento para el turismo en Cáceres. Allí toma asiento en un sofá adoptando una cómoda posición de yoga y demostrando que mantiene la flexibilidad que le dieron sus largas jornadas de duro entrenamiento desde los 7 años. Si está cansada, no lo deja entrever. Lo que sí dice es estar “satisfecha” con el anuncio y “feliz” porque pensaran en ella para protagonizarlo. “Soy pura sangre extremeña y es un orgullo representar a esta tierra”, declara. Su padre, de Brozas, y su madre, de Alcántara, emigraron a Vitoria, donde ella nació en 1980. ¿Cuánto de extremeña y de vasca tiene Almudena Cid? “No sabría medirlo”, responde ella. “En Vitoria siempre ha habido muchos extremeños, por lo que me he criado con extremeños, y, aunque soy vasca, cuando viajo a Extremadura me siento una extremeña más. La familia tira mucho al arraigar el sentimiento por una tierra”. Y su abuelo materno,
que vive en Alcántara, escultor aficionado y al que se siente especialmente unida, es quien más le tira. Así que cuando repite una y otra vez frente a la cámara “Somos Extremadura”, lo siente porque la campaña, dice, “transmite lo que son los extremeños y Extremadura, lo que se vive aquí y las sensaciones que puedes llevarte cuando la visitas: la cultura, el ambiente, la tranquilidad, la buena comida…” ¿Y qué son los extremeños? “Gentes muy nobles, que valoran lo sencillo. Extremadura mantiene la esencia de lo que importa, nada es prefabricado sino natural”, responde. Una tierra, a su juicio, que exporta talento, donde el “futuro sostenible es posible” y donde priman valores que a ella le importan, como la conservación de la naturaleza o la solidaridad. Desde que se retiró de las competiciones en las Olimpiadas de Pekín 2008, donde consiguió un octavo puesto, su ritmo vital ha encontrado el sosiego. “Vivía absorbida por la gimnasia rítmica, todo giraba a su alrededor, y aunque me ha dado resultado, también lo he pasado mal”. ¿Volvería a vestir el maillot, entonces? “Sí, sin duda. Aunque la gimnasia de élite no es muy sana, tuve que competir con anginas, con fiebre… Me hizo fuerte, y soy lo que soy gracias a ella”. Y también gracias a ella ha cumplido “más sueños de los que esperaba”, como ser la única gimnasta en participar en cuatro olimpiadas consecutivas (Atlanta 1996, Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín
2008) o “demostrar que se puede ser una mujer en un deporte de niñas”. Sólo eso, dice, “avala el resto de mi vida”. Ahora disfruta de su nueva vida fuera del deporte de élite. Ha descubierto, por ejemplo, con “sorpresa” que todo es “menos estricto”, “menos duro”. “Me puedo poner unos tacones sin temor a que me duelan los pies y puedo dedicarle más tiempo a mi pareja, mi familia…, sé dosificarme”. Actualmente se dosifica entre clases de interpretación, apariciones en programas televisivos, campañas publicitarias, conferencias a empresas sobre su experiencia en los juegos olímpicos y por supuesto, el deporte (pilates, yoga), pero por “placer”.
“Soy pura sangre extremeña y es un orgullo representar a esta tierra” La gimnasia la llevó a recorrer medio mundo, “a palpar la cultura” de países como Bulgaria o Azerbaiyán, que visitó en varias competiciones. Hoy disfruta viajando a Extremadura tres o cuatro veces al año, porque aquí, asegura, encuentra “la tranquilidad”. “Es una tierra que tiene algo que no da ningún otro lugar. Todos los emigrantes que conozco quieren volver y eso debe ser por algo”.
Entre Brozas y Alcántara conserva a gran parte de su familia, aunque el principal vínculo es su abuelo alcantareño, al que visita con mayor frecuencia. Eso le ha llevado a convertirse en embajadora de la candidatura del puente de Alcántara para que sea declarado Patrimonio de la Humanidad, una “responsabilidad”, señala, que le lleva a reivindicar para este monumento una urgente rehabilitación. Y es también a ese abuelo escultor y a una tía rapsoda, a su sangre extremeña, dice, a quienes debe su “vena artística”, que unida a su esfuerzo y trabajo la mantuvieron dos décadas como una de las diez mejores gimnastas del mundo