UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS CARRERA: LIC. CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN CÁTEDRA: NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS A LA EDUCACIÓN PROFESORA: Marcela Tagua de Pepa
SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN HACIA UNA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE1 INTRODUCCIÓN El concepto de "sociedad de la información" hace referencia a un paradigma que está produciendo profundos cambios en nuestro mundo al comienzo de este nuevo milenio. Esta transformación está impulsada principalmente por los nuevos medios disponibles para crear y divulgar información mediante tecnologías digitales. Los flujos de información, las comunicaciones y los mecanismos de coordinación se están digitalizando en muchos sectores de la sociedad, proceso que se traduce en la aparición progresiva de nuevas formas de organización social y productiva. Esta "actividad digital", que se está convirtiendo poco a poco en un fenómeno global, tiene su origen fundamentalmente en las sociedades industrializadas más maduras. De hecho, la adopción de este paradigma basado en la tecnología está íntimamente relacionado con el grado de desarrollo de la sociedad. Sin embargo, la tecnología no es sólo un fruto del desarrollo (por ser consecuencia de éste), sino también, y en gran medida, uno de sus motores (por ser una herramienta de desarrollo). Desde el punto de vista de América Latina y el Caribe, resulta de la mayor importancia determinar cómo este nuevo paradigma puede coadyuvar al logro de objetivos de desarrollo más amplios y a la cabal integración de la región en la sociedad mundial de la información. Con el fin de enfrentar la ardua tarea de incorporar el paradigma de la sociedad de la información en la agenda del desarrollo, la CEPAL se ha propuesto dar respuesta a tres preguntas fundamentales: i) ¿Qué tipo de sociedad de la información se quiere construir? A partir de un marco analítico desarrollado por la CEPAL para estudiar temas complejos relacionados con la construcción y el funcionamiento de una sociedad de la información, es de vital importancia determinar el propósito y los objetivos de todas las iniciativas destinadas a facilitar el proceso de transición hacia la sociedad de la información. ii) ¿Cuáles son las características básicas y las particularidades del proceso de transición hacia la sociedad de la información en América Latina y el Caribe? Para comprender cuáles son los caminos que puede recorrer la región en la transición hacia la sociedad de la información. iii) ¿Qué medidas de política se podrían adoptar para impulsar la transición hacia la sociedad de la información? DEFINICIONES Y PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE UNA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN 1
NACIONES UNIDAS COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE – CEPAL. Conferencia Ministerial Regional Preparatoria de América Latina y el Caribe para la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información. Bávaro, Punta Cana, República Dominicana, 29 al 31 de enero de 2003
Marcela Tagua de Pepa – mtagua@logos.uncu.edu.ar
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Los caminos hacia la sociedad de la información pueden ser múltiples, dependiendo de los objetivos que una sociedad se plantee. Con el fin de abordar el debate sobre estos objetivos de una forma coherente, y para establecer las prioridades de la agenda política, es necesario distinguir con claridad entre objetivos y medios. Para conseguirlo, el primer paso consiste en comprender lo que supone el paradigma de una “sociedad de la información” (véanse Hilbert y Katz, 2002; UN ICT Task Force, 2002; CV Mistica, 2002; WEF, 2002a; DOT Force, 2001; Digital Opportunity Initiative, 2001; SocInfo, 2000, entre otros). El concepto de “sociedad de la información” es muy complejo y su nivel de desarrollo es aún incipiente. La comunidad intelectual tendrá que reducir esta complejidad mediante un proceso de abstracción que permita expresar la “realidad” paradigmática en términos de entidades concretas e interrelaciones. Será necesario establecer los términos y los esquemas que permitan debatir el concepto de “sociedad de la información”, puesto que este modelo es esencial para plantear objetivos específicos de desarrollo. El marco conceptual utilizado por la CEPAL se basa en las características generales de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y del proceso de digitalización resultante, que son el núcleo de este paradigma emergente. El comportamiento humano se basa en el intercambio de información y en la comunicación. La comunicación puede verificarse mediante diversos canales: el habla, textos, gestos, movimientos, expresiones, afectos; hasta la falta de atención puede transmitir cierto tipo de información. Al fin y al cabo, en las relaciones humanas resulta imposible no comunicarse (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1990). Un porcentaje creciente de la comunicación humana puede digitalizarse y de hecho se está digitalizando. Este proceso comenzó hace unas décadas y se acelera a medida que evolucionan las soluciones tecnológicas. Estos sistemas tecnológicos son lo que se suele denominar TIC. La utilización de TIC tiene consecuencias significativas en el modo de procesar y distribuir por todo el mundo la información y los conocimientos codificados. Las TIC se definen como sistemas tecnológicos mediante los que se recibe, manipula y procesa información, y que facilitan la comunicación entre dos o más interlocutores. Por lo tanto, las TIC son algo más que informática y computadoras, puesto que no funcionan como sistemas aislados, sino en conexión con otras mediante una red. También son algo más que tecnologías de emisión y difusión (como televisión y radio), puesto que no sólo dan cuenta de la divulgación de la información, sino que además permiten una comunicación interactiva. El actual proceso de “convergencia de TIC” (es decir, la fusión de las tecnologías de información y divulgación, las tecnologías de la comunicación y las soluciones informáticas) tiende a la coalescencia de tres caminos tecnológicos separados en un único sistema que, de forma simplificada, se denomina TIC. SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN. CALIDAD VERSUS CANTIDAD
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Fue Castells quien en su lúcida obra, Era de la Información, hiciera una incursión monográfica sobre lo que ha significado para la humanidad la revolución tecnológica de la información. Magistralmente, este sociólogo de vocación internacional analiza el Fin del milenio (1998) y reflexiona sobre el nuevo 2
AMAR, VÍCTOR. SOCIEDAD EN TIEMPO PRESENTE Y EDUCACIÓN. A propósito de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación. Departamento de Didáctica. Universidad de Cádiz
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entramado social que ha emergido, teniendo como denominador común la “sociedad red”. Sin género de dudas, esta transformación total ha contribuido a que la ciudadanía desarrolle nuevos hábitos de convivencia y desenvuelva nuevos valores, llevándole a manifestar nuevas maneras de pensar, sentir y actuar. “(…) al menos como hipótesis, se puede mantener que los ciudadanos nacidos en la era de la tecnología de la información, tienen estructurada su cognición de modo cualitativamente distinto a las generaciones precedentes. Una gran mayoría de los intercambios con el entorno aparecen ahora mediados por alguna tecnología, la interacción depende más de los esquemas simbólicos y la percepción visual que de la motora” (San Martín, 1995: 15). La sociedad de la información posee una serie de coordenadas que demarcan su devenir. Es decir, desde la cultura mosaico interpretada como el “espolvoreo de conocimientos, de fragmentos de ideas recibidas al azar” (Moles, 1975, 205) a la multiplicidad de canales y el desbordamiento de “las posibilidades de procesamiento consciente y reflexivo por parte de los individuos, y puesto que tal información está influyendo los comportamientos, las estructuras o mecanismos sociales, los medios e instrumentos de intervención, o el funcionamiento complejo de las instituciones, para el individuo concreto el incremento de información imposible de procesar provoca paralelamente el incremento de la incertidumbre” (Pérez Gómez, 1998: 131-132). La sociedad de la información está basada en la inmediatez y cantidad del caudal informativo, lo que profesor catalán Joan Ferrés, afirma que produce una "hiperestimulación sensorial” (Ferrés, 1994: 28). La caducidad y la diversidad de canales, o bien de formatos son aspectos de la contemporaneidad (postmoderna) que hemos terminado por aceptar, sin más, siendo esto motivo de una nueva mirada, de una nueva sensibilidad que se aglutina entorno a ella. Mattelart (1995: 19-22) se refiere a este modelo social como la “sociedad del flujo”, basado en el principio de la interconexión y las posibilidades de crear mecanismos comunicativos multidireccionales. Atrás quedaron los medios de transmisión, ahora lo que priva es la posibilidad de ser emisor y, a la vez, receptor. La conexión mundial y la inmediatez de la información serán nuevos alicientes añadidos a esta sociedad de la información. La trama lo invade todo, quizá a modo de tela de araña que teje una inmensa cobertura de posibilidades informativas y de capacidades comunicativas. La difusión de la información como la intuyera Gutemberg ha dado paso a la Galaxia Internet, alterándose o, mejor dicho, superándose el pensamiento de Marshall McLuhan el cual indicaba que el medio es el mensaje, por aquel otro más contemporáneo que asegura que la red es el mensaje, pues “las redes tienen extraordinarias ventajas como herramientas organizativas debido a su flexibilidad y adaptabilidad, características fundamentales para sobrevivir y prosperar en un entorno que cambia a toda velocidad” (Castells, 2001: 15). Al volumen de información que diariamente se produce y distribuye, provocando el mayor proceso de urbanización de la historia (Castells, 2001), cabría aunar que en los últimos años han proliferado y generalizado un sinnúmero de herramientas que permiten el acceso a la información, al conocimiento como acto a partir del cual se Marcela Tagua de Pepa – mtagua@logos.uncu.edu.ar
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dota de sentido a los datos acumulados. En la actualidad, el problema no radica, solamente, en acceder a la información sino, más bien, en cómo procesarla, decodificarla o, simplemente, ordenarla. En este macro contexto que tiene como actuante a la ciudadanía, una de los modos de no caer presos en los mecanismos establecidos por la sociedad de la información es otorgarle más sentido y una nueva orientación a la educación. Entendámosla como aquel mecanismo que da respuesta a lo que las personas demandan, además de considerarla como un gesto de liberación e inclusión sociohistórica (Freire y Macedo, 1989). Respondiendo a las necesidades de su época, la educación en medios de comunicación y para las nuevas tecnologías se erige como imprescindible, con el firme objetivo de contribuir al consumo crítico de la información y diluir el imperante modelo de sociedad consumista, el cual tiene como referente a los medios y a las tecnologías. Además de tener muy presente a las políticas educativas como vehículos para compensar las dificultades de acceso a la información y al conocimiento, pues la tecnología supone una agravante que, en ocasiones, puede separar más que unir. En este sentido, cabría añadir que desde la escuela, la formación formal o no formal como podría ser una biblioteca, las asociaciones de cualquier índole... se deberían crear medidas para que estas diferencias no existan tan marcadas y se establezcan dos nuevos grupos sociales, entre los conectados y otro de los no conectados a la sociedad de la información (Castells, 1998) y, posiblemente, otro en el llamado primer mundo que aglutine a los “enganchados” a la red que saben utilizarla y los que no saben sacarle mayor provecho que la rutinaria; lo que algunos autores (Giroux et alli, 1994. Bautista, 1997. Cebrián, 1998. Tedesco, 2000) apuntan como el acceso diferencial a la cultura digital. La concepción espacio-temporal, en la era de la información, experimenta una considerable transformación, de igual modo que la multidireccionalidad de los contenidos discurre, vertiginoso y sistemáticamente, de un lugar hacia otro. El usuario de la información navega por ella, procurando arribar a buen puerto y convertir el flujo informativo en conocimiento (Heras, 1991). El nuevo territorio de encuentro de la información se llama ciberespacio. En este sentido, el ciberespacio se convierte en el nuevo escenario de encuentro y el ordenador/Internet en la herramienta llave que posibilita el acceso a este mar de información. Ahora bien, una de las características de esta sociedad es que la información acumulada se estructura de manera que pueda ser consultada en cualquier momento (Barceló, 1998: 27). LA UNIVERSIDAD FRENTE A LOS NUEVOS REQUERIMIENTOS DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN 3 Como afirma el preámbulo en la DECLARACION MUNDIAL SOBRE LA EDUCACION SUPERIOR EN EL SIGLO XXI (UNESCO-1998). “En los albores del nuevo siglo, se 3
TAGUA de PEPA, MARCELA. Educación a Distancia: Posibilidades y tendencias en Educación Superior. 5to. CONGRESO VIRTUAL “Integración sin Barreras en el Siglo XXI” . 1 al 30 de noviembre de 2004
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observa una demanda de educación superior sin precedentes, acompañada de una gran diversificación de la misma, y una mayor toma de conciencia de la importancia fundamental que este tipo de educación reviste para el desarrollo sociocultural y económico y para la construcción del futuro, de cara al cual las nuevas generaciones deberán estar preparadas con nuevas competencias y nuevos conocimientos e ideales”. (UNESCO. (1998).Conferencia Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción) La universidad se presenta como referencia de la actividad formativa que lleva a término la sociedad. Esta presencia viene potenciada y facilitada en la actualidad por la difusión de herramientas asociadas al desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), que se están implantando de forma generalizada en todos los sectores de nuestra sociedad. El desarrollo tan acelerado de las TIC está provocando un fuerte impacto en la educación. Las nuevas posibilidades que se ofrecen, permiten orientar el uso de las mismas en los diferentes ámbitos docentes- aplicándose desde una formación presencial -más próxima al modelo clásico- , hasta una formación a distancia y, entre ambos modelos, una gama de posibilidades de estructura bimodal. El mundo universitario no es ajeno a este enfoque y por ello existen en la actualidad en muchas universidades, experiencias sobre nuevos métodos de enseñanza, sobre nuevas formas de comunicación entre profesor y alumno o entre los propios alumnos, potenciando con ello el trabajo colaborativo y la utilización de nuevos materiales multimedia. Por otro lado es evidente que las nuevas tecnologías aportan a las universidades, medios que permiten apostar por una amplia posibilidad de modelos de formación y por una mayor y mejor respuesta a las necesidades de los estudiantes en general y a necesidades de colectivos especiales en particular, ofreciendo las bases para la oferta de formación continuada, así como una planificación más libre de los contenidos docentes. Estamos viviendo una revolución social y cultural y ello pone en discusión los modelos institucionales y tradicionales de la universidad. De hecho, los instrumentos de formación, en parte ya hoy disponibles gracias a las TIC, permiten adquirir conocimientos y competencias, incluso, fuera de las estructuras educativas y formativas tradicionales. Hoy todos pueden aprender a través de las redes telemáticas. Las instituciones formativas, ante los procesos de cambio que caracterizan y caracterizarán siempre más esta fase de transformación, deben estar en condiciones, permanentemente, de innovar los contenidos de las disciplinas, reorganizar las curricula e identificar nuevas direcciones de desarrollo vinculadas a las necesidades específicas de un mercado del trabajo flexible e internacional. Concentrando la atención en el nivel universitario, surge, clara, la exigencia de dar una nueva función a la institución universitaria y al sistema de formación permanente y, por lo tanto, la necesidad de renovar los instrumentos y los mecanismos para llevarla a cabo. Hoy las personas que se inscriben en los cursos de formación permanente de nivel superior, lo hacen motivados, no tanto por el deseo Marcela Tagua de Pepa – mtagua@logos.uncu.edu.ar
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de insertarse en el nivel más alto del sistema productivo, como sucedía durante la posguerra, sino, más bien, por la necesidad de adquirir de modo rápido una competencia específica que les permita permanecer en un sistema en permanente reestructuración y encontrar allí una nueva colocación. Esto significa que la Universidad debe estar en condiciones de transmitir conocimientos just in time, a flujo continuo. A esta actualización permanente de los contenidos, se vincula la necesidad de revisar modelos y métodos de enseñanza y de aprendizaje; requisito puesto por las modificaciones profundas que las nuevas tecnologías introducen en los modos de transmisión del conocimiento. La Universidad puede responder a los actuales requerimientos con éxito, gracias a la peculiaridad que le es propia: ser, simultáneamente, la sede natural de la investigación y de la enseñanza. Puede jugar un rol importante tanto para definir, a través de la investigación, los nuevos medios y los nuevos modos para comunicar el saber, utilizando las nuevas tecnologías informáticas y telemáticas, cuanto para activar nuevos procesos de enseñanza/aprendizaje flexibles y diversificados. En el cuadro delineado hasta el momento se ubican las transformaciones que están madurando y las experiencias que se están desarrollando para la construcción de nuevos modelos. Esto se verifica tanto dentro de algunas universidades, cuanto a través de programas de cooperación entre diversas universidades. VALORACIÓN DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS EN LA DOCENCIA UNIVERSITARIA Como señalan Duart y Lupiánez, las decisiones más importantes tomadas por los equipos directivos universitarios en los últimos años en relación con las tecnologías han sido las dirigidas a la dotación de infraestructura tecnológica. La apuesta de la Universidad por la dotación de infraestructuras y recursos en las aulas universitarias (ordenadores, cañones de proyección, Wi-Fi para acceder a Internet, plataformas de formación on-line…), está posibilitando que los profesores dispongan de nuevos recursos para plantearse la docencia de una forma más dinámica y motivadora, más centrada en el aprendizaje autónomo de los estudiantes, si bien dirigido y supervisado por el profesor. La enseñanza universitaria tiene un nuevo reto, no puede seguir formando a sus alumnos de espaldas a las nuevas tecnologías. Es preciso que los profesores desarrollen propuestas de trabajo que permitan la mejora del acceso a la información y al conocimiento y que desarrollen acciones de colaboración y de comprensión crítica de las ventajas que ofrecen las redes telemáticas (Hanna, 2002; Aguaded y Cabero, 2002; Bou, Trinidad y Huguet, 2003; Colvin y Mayer, 2003; García-Valcárcel, 2003). El uso de las mismas facilita el reforzamiento de la colaboración multidisciplinar y del desarrollo profesional de grupos de trabajo interuniversitarios (Prada y Rayón, 2003; Barajas y Álvarez, 2003; Kehm & Wit, 2005). Las Universidades se están convirtiendo lentamente en organizaciones centradas en el estudiante, su principal usuario o cliente. Y están surgiendo nuevas políticas de motivación e incentivo para revalorizar la función docente dentro de la universidad como elemento fundamental del servicio que se presta a los estudiantes (Duart y Lupiáñez, 2005).
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Los nuevos recursos o nuevas herramientas de que disponen los profesores y sus posibles funciones, así como las dificultades que entraña su uso, es objeto de esta reflexión, en concreto nos referimos a los siguientes: • • • • • • •
La pizarra digital como recurso didáctico en el aula Web docente como apoyo al proceso de enseñanza Tutoría online a través del correo electrónico Foros de discusión online como herramientas de trabajo colaborativo Internet como fuente de información para el profesor y los alumnos Plataformas de teleformación como complemento a la docencia presencial Redes online de colaboración entre profesores
Así pues, la pregunta que nos podemos hacer sería ¿Qué aportan estas nuevas herramientas a la docencia tradicional, qué mejoras permiten introducir en nuestra práctica docente? Y ligada a ésta, pero desde una perspectiva crítica, nos podemos preguntar también ¿Qué dificultades generan a profesores y alumnos, qué nuevas exigencias introducen en la actividad docente?
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