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Jesús es depositado en el sepulcro

Santo Entierro de Cristo SOLEDAD

Jesús es depositado en el sepulcro

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EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro.

“Amanecerá pronto y sigo pensando que lo peor no fue la dureza de la noticia, sino el camino entre gritos y empujones y las gentes arrojándole piedras y palos. Eran las mismas caras que el domingo lo recibió con palmas y alegría, como han cambiado en pocos días. Y yo sigo viéndolo entre mis brazos, como de prisa han pasado estos treinta y tantos años. Mi niño, mi querido hijo; toco de nuevo tus rizos y tu vuelves tu mirada limpia hacia mí pero de nuevo se sobreponen los gritos y las pedradas. Debería estar preparada, lo he estado temiendo todos estos años, pero lo quería apartar de mi mente. Me avisaron desde aquel revuelo blanco cuando “ellos” me lo anunciaron. Nunca quería pensar en el final y eso que estaba escrito. No solo me duele el corazón, me duele cada minúsculo músculo de mi

cuerpo. Mi alma sea cristalizado y me hiere por dentro. Debería estar preparada. Pero solo pienso en los rizos de mi niño entre virutas de la madera del taller. Te necesito hijo mío a ti, te necesito realmente a tí y no ha nada que se te parezca. Y me vienen de nuevo los gritos, los palos y las piedras. Es que es mi niño, es que es mi hijo y quiero de nuevo abrazarlo y besarlo y alabarlo.

Jose Manuel Lechuga Meléndez

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