Écfrasis - La palabra que nombra

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- observar, describir, interpretar -


Taller de lectura y narrativa La palabra que nombra Coordinación, diseño y diagramación: María Camila Duque Lopera (Instagram: maria.duque_) Casa de la Cultura Pedregal 2020


CONTENIDO 1.Écfrasis 1.1 Categorías 2. Ejercicios de écfrasis 2.1. Ejercicio #1 sobre El sueño de Henri Rousseau 2.2. Ejercicio #2 sobre Juegos de niños de Pieter Brueghel


Écfrasis Llevar a las palabras lo contemplado, ya sea un paisaje, un hecho artístico visual o sonoro.

Luz Aurora Pimentel, profesora e investigadora mexicana, identifica tres categorĂ­as :


1

La referencial: aquella donde el objeto plástico existe en la

realidad autónoma

2

La nocional: en la cual el objeto visual solo existe en el

lenguaje, como por ejemplo el escudo de Aquiles relatado por Homero en el canto XVIII de Ilíada.

3

La referencial genérica: es aquella en la que,

sin designar objetos precisos, remite al estilo de un artista particular



El sueño Henri Rousseau 1910


Ejercicio #1 contemplar + describir + interpretar la obra de Henri Rousseau El sueĂąo


En esta obra veo mucho follaje, flores y animales salvajes o silvestres. El artista usa muchos tonos de verde para darle profundidad, más claros adelante y se van oscureciendo hacia el fondo. Los tonos amarillos, naranjas, rojos y rosados contrastan con su calidez al lado de los azules y verdes, más fríos. Los animales que veo, a pesar de ser salvajes, se ven serenos y confiados como posando para el artista. Pero hay dos cosas curiosas que me llaman la atención: la mujer desnuda recostada sobre un sillón que rompe con el entorno salvaje y una figura con una falda colorida que no sé si es humana y que está tocando una flauta al parecer para entretener a la mujer desnuda del sillón. Andrés Saúl Arango Navarro


La Diosa del bosque Ella se levanta y la luz se crea. Ella levanta la mano y las plantas crecen. Ella mira el infinito y el cielo se estremece. Ella da un paso y las flores engalanan con sus colores. Ella abre sus labios y los animales le acompañan con un coro. Ella se sumerge en las aguas y estas se entibian. Ella crea. Ella sueña. Ella se inspira y ella ilumina. Hoy creó un bosque, mañana una poesía.

Liliana María Zapata Hernández


Ella, salvaje, posa desnuda sobre el sofá, su jardín es la selva. Está tranquila y placentera. En lo eterno acontece un ocaso de luna llena que deja al descubierto, entre verdes y sombras, monos, aves lira, pavos reales, ancestros y jaguares. Ella de cabellos largos sentada en el rojo sofá… infinita de colores, en flores del paraíso, dalias y tulipanes. Ella de mejillas tornasol, tranquila y placentera mirando detenida sobre su derecha la melodía de la selva.

Paola Andrea Agudelo Mazo


En lo natural se articula y se funde todo lo que toca los sentidos; la suavidad de una piel desnuda, la fuerza de un depredador, y su astucia seductora. Los colores en las flores avivan el paisaje llenándolo de luminosidad: La incertidumbre del cazador y la presa donde está latente el éxito del que acecha y la suerte desafortunada de la presa. Vida y muerte se funden y entrelazan, se muere y renace en pasión y fenecer. Ulises Hernández




Juegos de niĂąos Pieter Brueghel 1560


Ejercicio #2 contemplar + describir + interpretar Darle voz a unx de lxs personajes que habitan en la obra



Las mujeres observan todas las dinámicas de una ciudad y han abandonado, tal vez por un instante, su quehacer, pensar, y decir de adultas para dar rienda suelta a lo espontáneo. Algunos juegan, corren, se montan a horcajadas sobre los linderos de madera de una propiedad. Están sudorosos pero no les importa; sólo importa el placer, la diversión, la manifestación pueril del ser adultos que exponen su emoción tal vez reprimida o simplemente vivida una tarde, un instante, qué se yo… ¿Acaso importa el tiempo cuando nuestro niño interior se manifiesta? Ulises Hernández




No me dejan concentrar. Tanta algarabía es estresante, no puedo mirar pero muchos gritan, otros lloran, no sé quién hace tanto ruido golpeando un caldero, a otros los oigo apostando dinero. Oigo mujeres conversando todas a la vez, alguien tose cómo si le estuvieran apretando el cuello, por allá un niño se queja por un raspón en la rodilla. Pasa gente al parecer en fila, porque los pasos suenan acompasados. Sigo mirando hacia arriba, ya me duele el cuello y veo la cara de alguien pasar sobre mí, va en zancos, me grita algo pero no quiero desconcentrarme. Todos juegan. Unos con trompos, otros empujan aros con un palo, otros brincan, bailan, gritan, se jalan, se caen, se paran, lloran. Todos están poseídos por el juego y la diversión. Pero yo, por mantener en equilibrio la escoba sobre mí dedo, no puedo mirar. Andrés Saúl Arango Navarro


...Y sĂ­, la ventana siempre serĂĄ mi mejor aliada, me permite ese estar en la escena, ausentarme ante tanta sobre estimulaciĂłn y recrear perspectiva. Desde la ventana siento calma, ondeo pensamientos y trenzo los acuerdos que se sellan con el atardecer de fondo. Alejandra JimĂŠnez




Subir a los zancos es estar como por encima del bien y del mal. Poderosa sensación subir sobre los obstáculos Y las dificultades. Quiero tener las piernas y el equilibrio de la persona que sube a los zancos. Quiero tener la fuerza y el valor de sortear las dificultades. Estar arriba en el bosque o en la ciudad y lograr conversar con la tía que vive en el piso de arriba o las aves o las nubes y emular su vuelo y desplazamiento. Cuando voy en zancos llego más rápido al lugar anhelado. Cuando estoy en zancos soy, aunque frágil, un poco más libre y grandiosa. Al estar sobre zancos todo lo puedo. Yo supe de un hombre que atravesó las Cataratas del Niágara sobre unos zancos, este hombre virtuosísimo de Francia llamado Charles Bodin. Si él pudo yo también lo puedo. Liliana María Zapata Hernández


En el fondo a la izquierda, en el claro verde y azulado del horizonte, está el gran molino de agua que surte y canaliza parte de la quebrada. Allí, pareciendo diminuta, imperceptible, queriendo ser invisible, está ella un poco bronceada sobre el pasto que se confunde con el azul marino. Ahora tranquila, cobijada por el sol, oculta su cabeza y la parte alta de su cuerpo. Ella ya compartió, ya hizo el recorrido por la plaza, por los grupos y los juegos, ya se ocultó en la máscara. Danzó con la cola del diablo, se paró de cabeza e hizo rollito, jugó en la arena, se abrazó con sus piernas cruzadas, se durmió en el pasto e hizo pis. No sabe si la vieron, esa no era una preocupación. Plácida y acompañada terminó jugueteando en el agua con el ganso solitario, ambos recogidos pero, de manera común, dándose el baño del radiante y etéreo sol. Paola Andrea Agudelo Mazo



(La palabra que nombra)


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