Dra. María Esther Castillo Moreno/CIP Procesos Humanos en la Conducción de Organizaciones Periodo Otoño 2014
MOTIVACIÓN Y SIGNIFICADO DEL TRABAJO – El camino del happyshifting Primo Levi El término libertad tiene, como es sabido, muchos sentidos; pero sin duda el tipo de libertad más accesible, más disfrutado subjetivamente y el más útil al consorcio humano coincide con el ser competentes en el propio trabajo y, por tanto, con el experimentar placer en su realización. Primo Levi en La LLave Estrella (1978)
Apareció en la sección de empleo del digital Expansión, un artículo firmado por Tino Fernández, y que he “desempolvado” de mi baúl de favoritos, titulado “¿Prefiere ganar dinero o tener un trabajo que le haga feliz?”; asunto este al que añadiéndole una pincelada de ese concepto conocido como happyshifting, –semejante al lovework, supongo– nos dará una introducción y nos facilitará el soporte para abordar el tema del presente artículo relacionado, a manera de introducción, con la motivación y el significado que para las personas tiene el trabajo y el lugar y centralidad que este ocupa en sus vidas, así como la posibilidad de alcanzar, a través del ejercicio de nuestra profesión, algún añadido estado de felicidad a nuestro cotidiano día a día. En dicho artículo se abordaba la cuestión, un tanto dificultosa, de la posibilidad de elección entre una ocupación bien retribuida pero a la cual, según el autor, pudiéramos llegar al punto de aborrecer, o entre aquella otra que suponga la obtención de un empleo que nos obtenga una mayor satisfacción cediendo, incluso, en cuanto al bien material a cambio de esa anhelada realización personal. Teoría de la Jerarquía de las Necesidades Dado que el autor del artículo en cuestión parece querer enfocar el asunto desde la perspectiva de la motivación, el que firma este trabajo continuará desde esa misma línea con el fin de mantener la coherencia en la argumentación dada.
Dra. María Esther Castillo Moreno/CIP Procesos Humanos en la Conducción de Organizaciones Periodo Otoño 2014
Para empezar, espero sepa perdonarme el lector por la introducción de la tan famosa pirámide de Maslow en un intento de explicación teórica de la motivación centrada en la persona, pero no lo hago por otra cosa sino por lo que significa a la hora de explicar la motivación del individuo esta influyente Teoría de la Jerarquía de las Necesidades y del mismo Maslow dentro de la corriente de la Psicología Humanista tan preocupado este por el desarrollo y la autorealización personal; pero si bien es cierto que desde el momento en que alguien tiene hambre, –Necesidad Fisiológica Básica– difícilmente se ocupará de otro asunto hasta que este primero se haya solucionado, personalmente me cuento entre los que no reconocen esta teoría como capaz de explicar de manera cierta la compleja actividad del individuo dentro de su entorno laboral. De esta manera, creo no equivocarme al afirmar que será mucho más práctico centrarnos en que los trabajadores realizan sus tareas esperando obtener ese algo que le satisfaga una necesidad. Desde este nuevo punto de enfoque se verán dos grupos motivaciones definidos por su orientación extrínseca o intrínseca hacia el trabajo en sí mismo. Desde esta perspectiva y volviendo al artículo citado 1 se observa la afirmación que el mismo se realiza en cuanto a que “los expertos calculan que la motivación extra que proporciona un aumento de sueldo dura tres meses”. Ayer mismo, comentando este punto con un alto directivo en Valencia, aseveraba este con rotundidad que esa motivación, la del aumento de sueldo, desaparece en el preciso momento en que se conoce que el mismo ha sido conseguido; y no sé si será de forma tan rotunda pero anda en el camino acertado. La “Cuestión de La Lotería” Ciertamente no es el factor dinero lo que más, o por lo menos lo único que nos mueve a trabajar. Así, ante la pregunta ¿dejaría de trabajar si le tocase un premio gordo de la lotería que le permitiese vivir sin necesidad de hacer ninguna otra cosa?, experimento la “Cuestión de La Lotería” de Morse y Weiss (1955) una media del 80% de los encuestados respondieron que continuarían trabajando con diferentes justificaciones, si bien es cierto que una importante mayoría lo haría cambiando sus condiciones presentes de trabajo. De esta manera, se comprueba una vez más que el significado que el trabajo tiene para las personas no se sustenta únicamente en factores puramente materiales, sino que existen otras variables tan importantes como fundamentales reflejadas en factores como el nivel de satisfacción que el trabajador obtiene con la realización del trabajo, y con los valores que esta persona tiene hacia la acción de trabajar.
Dra. María Esther Castillo Moreno/CIP Procesos Humanos en la Conducción de Organizaciones Periodo Otoño 2014
Así, volviendo a releer el artículo en cuestión observamos diferentes opiniones muy en la línea de lo que hasta ahora se ha afirmado, cuanto menos en la forma, que no tanto en el fondo. Y de entre todas estas, tal vez, destacaría las declaraciones de Pablo Giráldez – Cisco Systems– cuando habla de que “tanto la compensación como la satisfacción en el trabajo se deben enfocar den forma global. Una parte de la felicidad es la retribución, pero también está en el jefe, los compañeros, la cultura corporativa, (…) o la cualificación del empleado (muchos desempeñan tareas para las que están sobrecualificados, y esto causa frustración). Además el empleado debe contemplarse de forma global. Hay que resolver los asuntos de la vida personal, y buscar el equilibrio. (…) Debe llegarse a un compromiso en el trabajo”. Y en este último párrafo aparece, ya por fin, el concepto felicidad relacionado con el trabajo –el happyshifting y el lovework, y con lo bonito que suena en español, por cierto–. Felicidad ¿Acaso sería esto posible? Pues sinceramente creo que sí; pero todo ello pasa por una muy profunda reflexión por ambas partes –empleado y organización– desde donde se tome seria conciencia de los múltiples factores que influyen en el comportamiento laboral, reconociendo que los seres humanos no somos meros mecanismos que respondemos a ciertos estímulos, sino que estos están influidos por interpretaciones y significados, así como consideraciones dadas por actitudes y valores de manera que el conjunto de todo ello, sumado a la cultura organizacional –bien encajado y todo en su lugar, permitan el equilibrio vital para ambos, de manera tal que hagamos factible ese reparto a cachitos de la tarta lo que una vez llamamos Felicidad Profesional. El culto al exceso de trabajo la creencia firmemente arraigada por doquier de que cuantas más horas se trabajen en una empresa, más beneficios tendrá. Esta idea no sólo es dañina sino absolutamente equivocada, como demuestra esta historia del libro de Arlie Hochschild, “Cuando el tiempo aprieta” (The Time Bind). Un directivo, Doug Strain, vicepresidente de ESI, una empresa de informática de Portland Oregon, vio la relación existente entre que unos hicieran menos horas y la creación de más empleo para otros. En una sesión de grupo para consejeros delegados y directivos celebrada en 1990 expuso el siguiente caso real:
Dra. María Esther Castillo Moreno/CIP Procesos Humanos en la Conducción de Organizaciones Periodo Otoño 2014
Cuando desciende la demanda de un producto, lo normal es que las empresas despidan gente y que obliguen a los que se quedan a trabajar el doble. Así que lo sometimos a votación, a todo el personal de la fábrica. Les preguntamos qué querían hacer: se echaba a algunos o todos se pasaban a una semana de 32 horas. Se lo pensaron y decidieron que preferían no desmembrar el equipo. Así que bajamos a 32 horas por semana para todo el mundo para compensar por la inactividad prevista. Las horas y el salario de todo el mundo (ejecutivos incluidos) disminuyeron. Pero dos sorpresas inesperadas aguardaban a Strain: Primero, la productividad no disminuyó. Juro por Dios que produjeron todos lo mismo en 32 horas que en 40. Así que no es una mala decisión empresarial. Pero en segundo lugar, cuando la situación económica mejoró, les ofrecimos volver a la jornada completa habitual. ¡Nadie quiso! Ni en nuestros sueños más disparatados nuestros directivos habrían aplicado una semana de cuatro días. Pero se ha mantenido porque nuestros empleados se han empeñado. Interesante, ¿eh? Reducen las horas de trabajo, pero la producción se mantiene igualita.