MANIFIESTO 25 DE NOVIEMBRE IES COLONIAL Desde el IES Colonial, como cada 25 de noviembre, desgraciadamente volvemos a estar aquí para combatir la violencia de género, la cual, lamentablemente, sigue siendo una asignatura pendiente en la sociedad libre y democráctica que tenemos. Seguimos “contando” mujeres asesinadas, denuncias, acosos, violaciones, agresiones múltiples. En el transcurso de este año 43 mujeres han sido asesinadas, 969 desde enero del año 2003 y 27 menores desde 2013, fecha en que comenzaron a contabilizarse oficialmente estos crímenes. Además, debemos tener en cuenta a todas las víctimas de violencia machista, ya que en las víctimas oficiales solo cuenta como violencia machista si ha habido o hay una relación sentimental entre el asesino y la víctima. Pero para que un crimen tenga connotaciones machistas no necesita haber una relación sentimental de por medio. Con nuestro “violenciómetro” hemos podido comprobar cómo la violencia no es sólo el asesinato ni la agresión física, sino que es algo que debemos aprender a reconocer desde lo más sutil, lo más invisible del iceberg, desde el chiste de mal gusto y la palabra hiriente, y antes de pasar por la humillación y el insulto, para avanzar hacia las formas más explícitas e irreversibles de la violencia. Otro dato preocupante es que en nuestro país uno de cada cuatro jóvenes ve normal la violencia de género en la pareja y el 42,6% de las chicas de 16 y 17 años ha sufrido violencia de control, como puede ser la fiscalización de sus redes sociales o el establecimiento de reglas sobre cómo vestir. A través de los trabajos y debates abiertos en el aula y fuera de ella hemos comprobado como estos datos, tristemente, no están alejados de la realidad. Ese monstruo de la violencia que lo rompe todo, como cantaban nuestras alumnas, no es, por desgracia sólo una imagen ficticia de una canción, sino que está instalado en la vida cotidiana de muchas personas que necesitan contar con la sociedad entera para defenderse de sus opresores. En el mundo, según denuncia la Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para el Desarrollo, los datos son demoledores. Según datos de ONU-Mujeres, 700 millones de mujeres que viven actualmente en todo el mundo, se casaron antes de los 18 años; entre 120 y 140 millones de mujeres en 28 países del mundo han sido objeto de mutilación genital. Más de 5 mil mujeres son asesinadas por crímenes de honor cada año en India, Bangladés o Pakistán. Se calcula que 68 millones de niñas han sido víctimas por abortos y feminicidios selectivos en la población mundial. Casi 21 millones de personas en el mundo, son víctimas de la trata con fines de explotación sexual, de las cuales el 78% son mujeres y niñas. Al menos 2.795 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 23 países de América Latina y el Caribe en 2017. Las mujeres migrantes y las mujeres refugiadas, son víctimas de violencia durante su huida de los países de origen en una proporción aún sin cifras conocidas. Y frente a todo ello, a pesar de la sensibilización social, aún no existe la cultura de denunciar la violencia sexual. No sólo legisladores, jueces, medios de comunicación, instituciones, empresas , tienen una tarea pendiente, sino que todos y todas los aquí presentes debemos pasar a la acción, evitando que la violencia avance en la dirección ascendente. Son necesarios cambios legislativos y una revisión del sistema judicial en clave feminista que no culpabilice a las víctimas, pero es responsabilidad de todos no normalizar la violencia en ninguno de sus niveles, mantener las “gafas violetas” bien puestas para condenar, rechazar, aislar los comportamientos, actitudes y comentarios machistas; a los agresores, a los consumidores de esclavas sexuales, mujeres y niñas; a los asesinos y a los abusadores. Debemos alzar bien alto esas palabras que habéis expresado en color verde, deseando esperanzadoramente que la violencia se acabe.
Pero todas y todos podemos “dibujar la puerta violeta” como vosotros, jóvenes del IES Colonial, nos habéis mostrado bailando. Siguiendo vuestros pasos podemos indicar a las mujeres que sufren esta lacra social que HAY SALIDA, como se titulaba el microrrelato de Carmen; que los obstáculos los podemos quitar para que el agua fluya. Todos y todas debemos girar la llave en esa cerradura y no dar ni un paso atrás en el rechazo a la violencia de género desde lo más invisible. Dando voz a quien no puede usarla por el miedo, la soledad, y la impotencia al pensar que esta sociedad no tiene remedio. Pero sí la tiene y vosotros y vosotras sois una prueba de ello, por vuestras ganas de cambiar las cosas. La supervivencia NO puede ser una prueba en contra de una víctima. El opresor puede que piense que podrá callarla, pero no podrá callarnos. Despleguemos juntos esas velas que la liberarán de la anulación y la culpabilidad y lograrán una sociedad más justa, más feliz, donde las relaciones personales estén basadas en el respeto y la igualdad, y quede claro de una vez por todas: que EL AMOR NO DUELE.